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Responsabilidad social ante la comunidad (Grupo 5) y alianzas con ONGs para

el desarrollo local (Grupo 6)

NORMA ISO26000. Asunto 6.8 : Participación activa y desarrollo de la comunidad

Recuadro 13 — Objetivos de Desarrollo del Milenio


Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM (MDG, por sus siglas en inglés) [153]
son ocho objetivos que se
deberían alcanzar para el año 2015, que responden a los desafíos de desarrollo
más importantes a escala
mundial. Los ODM están basados en las acciones y objetivos contenidos en la
Declaración del Milenio.
Los ocho ODM son:
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre
2. Lograr la enseñanza primaria universal
3. Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer
4. Reducir la mortalidad infantil
5. Mejorar la salud materna
6. Combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades
7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
8. Fomentar una alianza mundial para el desarrollo
Los ODM se desglosan en 18 objetivos cuantificables que se miden a través de 48
indicadores.

Capítulo 14: Alianzas entre empresas y ONGs, un medio para favorecer el


desarrollo local

Del asistencialismo a la creación de alianzas intersectoriales por medio de la


RS
Las empresas latinoamericanas iniciaron su actividad industrial a comienzos del
siglo XX. La relación de las empresas con la comunidad comenzó con sus
trabajadores y las familias de éstos, y se caracterizó por una orientación paternal,
con valores religiosos y de protección de las necesidades básicas. En ese sentido,
diversas empresas fueron pioneras en sus países en la realización de obras de
carácter social que cubrían salud, educación, vivienda y esparcimiento, entre otras
áreas. Asimismo, y con la creación del Estado de bienestar, muchas de las
actividades que esas empresas habían realizado se dejaron en manos del Estado.

Con el cambio de modelo de desarrollo y la caída del Estado de bienestar en


las décadas de

Las relaciones con la comunidad, las cuales se habían caracterizado por la caridad
y las buenas intenciones de las empresas, comenzaron a entenderse como
mecanismos o formas de RSE que permitían a las empresas generar valor. También
se forjaron los primeros lazos entre empresas y ONGs, que si bien en un primer
momento se basaron en donativos deducibles de impuestos, con el paso del tiempo
migraron a un esquema en que las empresas y organizaciones buscaban la
generación de un mayor valor social y económico para los involucrados. A nivel de
alianzas se identifican dos posturas en las empresas. Por un lado, se encuentran
aquellas empresas que realizan una acción dirigida a un grupo específico de la
sociedad de forma directa.

Por otro lado, se encuentra aquella aproximación en que las empresas intervienen a
través de ONGs que están dirigidas a grupos específicos de la sociedad de manera
permanente y tienen una experiencia reconocida en el medio.

Las alianzas intersectoriales y su generación de valor

En esta línea, las empresas conciben las alianzas como una forma poderosa de
implementar sus acciones de RSE, a la vez que buscan cumplir con sus objetivos
sociales y económicos de una forma armónica, especialmente en un contexto en el
que se pide a las organizaciones que atiendan cuestiones o problemas cada vez
más complejos, como pobreza, sostenibilidad, inequidad y corrupción, entre otros.
Puesto que el concepto de alianzas es bastante amplio, es necesario hacer una
diferenciación entre aquellas que pueden considerarse como generales y aquellas
que surgen entre actores provenientes de diferentes sectores de la sociedad con un
fin social. El primer tipo de alianzas se centra en la creación de un proceso en el que
dos o más actores sociales buscan generar un beneficio mutuo, o bien, pretenden
alcanzar un objetivo común por medio de acciones coordinadas. La primera de ellas
se propone identificar las motivaciones que tienen las empresas para generar ese
tipo de alianzas.

Motivaciones organizacionales para la creación de colaboraciones intersectoriales:


1.motivaciones orientadas a la legitimidad
2. motivaciones orientadas a la competencia
3. motivaciones orientadas a los recursos
4. motivaciones orientadas a la sociedad.

La segunda área en la cual se ha centrado el estudio de este tipo de alianzas se


propone identificar los factores de éxito. Estos factores se clasifican en tres grupos
de acuerdo con las etapas del proceso de creación de valor: 1. selección del
compañero o aliado adecuado, 2. selección del tipo de aliado adecuado, y 3. manejo
y administración adecuados del proceso de alianza. Aunadas a estos tres factores
orientados a las etapas, se presentan otras dimensiones tales como la presencia de
un liderazgo adecuado, la misión que persigue la alianza y los procesos
administrativos que encajan dentro de las organizaciones que participan.

Valor compartido: “Políticas y prácticas de operación que aumentan la


competitividad de una empresa, al tiempo que hacen avanzar las condiciones
económicas y sociales en las comunidades donde ésta se desenvuelve. La creación
de valor compartido se enfoca en identificar y expandir las conexiones entre el
progreso social y el económico”.

Valor sostenible: “No pasará mucho tiempo antes de que comencemos a afirmar que
el negocio del negocio es la creación de valor sostenible: económico, social y
ecológico”.

Valor sinérgico: “Conectar los intereses de los stakeholders y establecer definiciones


plurales de valor para múltiples stakeholders de manera simultánea”.

Valor combinado: “Una orientación de valor combinado en los niveles corporativo y


sectorial supone que la inversión óptima es aquella que reconoce la realidad del
valor económico y social en combinación, e intenta maximizar los rendimientos
totales”.

Valor en una asociación intersectorial: “Los beneficios transitorios y duraderos en


relación con los costos que se generan debido a la interacción de los colaboradores
y que se acumulan para las organizaciones, los individuos y la sociedad”.

Elementos a considerar en las relaciones intersectoriales

Por otro lado, Muthuri propone una visión basada en la construcción de capacidad e
infraestructura de la CCI, que «engloba la construcción de capacidades en los
actores, a través de su capacitación en procesos de participación significativa y en
la creación de un clima participativo». Esta visión va más allá del entendido
filantrópico para la provisión del bien común, pues sugiere que la CCI tiene el
potencial de construir capacidades locales y que está relacionada con una
infraestructura institucional. Es así como se da una respuesta a los grupos sociales,
profesionales y de investigadores interesados en el desarrollo, quienes sostienen
que la creación de una visión común representa una condición necesaria para el
desarrollo comunitario.
Algunos de los aspectos centrales al momento de poner en marcha un proyecto o
programa de desarrollo social son la planeación, el monitoreo y la evaluación de los
impactos que se van a generar en el entorno donde se realizará tal proyecto o
programa. Este aspecto toma una relevancia especial si el proyecto es resultado de
una alianza entre empresa y ONG, pues no solamente se pone en juego la
reputación de ambas, sino también la continuidad de la misma, así como la
generación de más valor social que si cada una actuará de forma independiente.
Para tener éxito en la creación de valor social, es importante contar con una
metodología que ayude a estructurar los principales elementos de un proyecto,
subrayando los lazos lógicos entre los recursos previstos, las actividades planeadas
y los resultados esperados.

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