Está en la página 1de 29

1.- Audio analógico.

¿Qué es el sonido?
Vivimos rodeados de sonidos: el tráfico, la radio, los teléfonos, las
conversaciones a nuestro alrededor... El sonido es un fenómeno
físico, una vibración mecánica de las partículas (los átomos) del
medio por el cual se propague (aire, agua...) que, en contacto con el
tímpano, se transmite al oído. A través del oído interno y el nervio
auditivo el cerebro interpreta estas vibraciones: esto es lo que oímos.
La vibración de una partícula significa que oscila desde su posición
original hasta volver a la misma. Una vibración es, por ejemplo, lo
que ocurre en la superficie de agua en reposo si se arroja una piedra:
las partículas de la superficie suben y bajan creando ondas
(vibración) que avanzan, pero no se trasladan. Pasada la onda, las
partículas siguen donde estaban, en el mismo lugar que ocupaban
antes. También debemos mencionar la capacidad del sonido para
usar medios líquidos, gaseosos y sólidos como transporte.
La vibración de una partícula significa que oscila desde su
posición original hasta volver a la misma.

A diferencia de lo que sucede en el agua, donde los átomos se


mueven de arriba abajo, en el aire los movimientos de las partículas
son longitudinales, de adelante atrás en la dirección del sonido. Si
tenemos una superficie que vibra, como puede ser el cono de un
altavoz, la vibración se transmite a las partículas de aire que están en
contacto con la superficie empujándolas hacia adelante, éstas a su
vez empujan a las siguientes, cuando las primeras se retraen (se
vuelven hacia atrás) las segundas también y así se va propagando la
onda por aire.
La fuente sonora pone en movimiento las moléculas del medio (aire,
agua…). Éstas, a su vez, transmiten ese movimiento a las moléculas
vecinas, empujándolas y retrayéndose, y así sucesivamente.
Los sonidos se propagan en los líquidos con mayor velocidad que en
los gases, y en los sólidos más rápido aún que en los líquidos. La
velocidad del sonido en el aire es de 340 m/seg, en el agua es de
1435 m/seg y en sólidos como el hierro su velocidad es 15 veces
mayor que en el aire (más de 5000 m/seg).
Tomando la definición de sonido como aquello que el oído humano es
capaz de percibir, habría que limitarlo a las vibraciones de frecuencias
comprendidas entre 20 y 20.000 Hz (Hertzios= ciclos completos en
un segundo). De este modo se llamarían infrasonidos a las
vibraciones cuya frecuencia fuese menor de 20 Hz y ultrasonidos a las
que oscilan por encima de los 20 KHz (kilohertzios).

¿Cómo se mide el sonido?


Cuando se produce un sonido la presión del aire que nos rodea
cambia levemente según avanza la onda de propagación. Las
partículas de aire se acercan y alejan con las vibraciones, se
comprimen y “descomprimen”, lo que se traduce, como hemos
indicado, en variaciones muy pequeñas de presión.
Esta diferencia instantánea de presión debida a la onda sonora se
llama presión sonora o presión acústica. No sólo depende de la
potencia de la fuente que emite el sonido, sino también de la
distancia que nos separa de ésta y de las características acústicas del
espacio en que nos encontramos.
La unidad de medida de la presión sonora es el Pascal (Pa); sin
embargo, el uso de esta escala obliga a tratar con unidades muy
pequeñas, por eso se emplea habitualmente otra medida relativa: el
Nivel de Presión Sonora (NPS), que se mide en decibelios (dB). 0 dB
serían 0,00002 pascales.
El ser humano tiene un espectro audible que se da desde los 20 Hz
hasta los 20 KHz. Todas aquellas frecuencias por debajo de 20 se
consideran infrasonidos, y por encima, ultrasonidos.
La presión de referencia es la mínima que puede detectar el oído
humano medio (umbral de audición), con lo que si tenemos un Nivel
de Presión Sonora (NPS) = 0 dB diremos que hay silencio. En inglés
las referencias NPS se encuentran como SPL (Sound Pressure Level)
y, por influencia, también en la documentación en castellano se
suelen encontrar datos en dB–SPL.

La presión acústica mínima que las personas perciben es el llamado


umbral del sonido (0 dB), y la mayor que se puede soportar se
conoce como umbral del dolor. La presión acústica en el umbral del
dolor es un millón de veces superior a la del umbral del sonido.

Algunos valores medios en dB en entornos habituales serían, por


ejemplo:

>>25 dB–SPL en un dormitorio urbano.


>>57 dB–SPL en conversación normal.
>>64 dB–SPL en conversación de tono elevado.
>>85 dB–SPL en un grito.
>>115 dB–SPL en una discoteca.
>>130 dB–SPL es el umbral de dolor.

Es importante conocer bien y dominar el concepto de decibelio puesto


que lo vamos a usar en todos los soportes y canales que puedan
almacenar o transportar sonido o señales acústicas de una u otra
forma, como por ejemplo

>>sonido real viajando en el aire.


>>señal eléctrica.
>>señales magnéticas.
>>señales digitales.
>>señal magnética en un disco de vinilo.

Una variación de 3 dB significa exactamente lo mismo en cualquiera


de estos medios.
La presión acústica en el umbral del dolor es un millón de
veces superior a la del umbral del sonido. El decibelio
conforma un ratio, ya que expresa la diferencia entre dos
sonidos.
Como hemos visto hasta ahora, el sonido es una vibración que puede
darse en cualquier medio material, sea sólido, líquido o gaseoso. En
cada medio se propaga a una velocidad diferente, principalmente en
función de la densidad: cuanto más denso sea el medio, mayor será
la velocidad de propagación del sonido.

En el vacío el sonido no se propaga, puesto que no existen partículas


que puedan vibrar (en relación con esto podemos señalar el error
típico de las películas de ciencia ficción: puesto que en el vacío no
puede transmitirse el sonido es imposible que suenen las explosiones
en el espacio).

En el aire el sonido se propaga a una velocidad aproximada de 343


m/seg (metros por segundo). Esta velocidad puede variar con la
densidad del aire, que se ve afectada por factores como la
temperatura o la humedad relativa. En cualquier caso, para distancias
de decenas de metros las variaciones son mínimas.

El aire posee otras características relevantes para la propagación del


sonido:

>>la propagación es lineal, lo que quiere decir que diferentes ondas


sonoras pueden propagarse por el mismo espacio al mismo tiempo
sin afectarse mutuamente.

>>es un medio no dispersivo, por lo que las ondas se propagan a la


misma velocidad independientemente de su frecuencia o amplitud.

>>es un medio homogéneo, por el que las ondas sonoras se


propagan esféricamente, en todas direcciones (como las ondas del
ejemplo de la piedra arrojada al agua que hemos visto al principio de
esta lección).
En el agua el valor típico de velocidad del sonido son 1500 m/s (el
agua es más densa que el aire). La densidad del agua varía mucho en
función de factores como la profundidad, la temperatura o la
salinidad, por lo que la velocidad del sonido lo hará del mismo modo.
En materiales metálicos el sonido se propaga a velocidades
superiores a las anteriores. Por ejemplo, en el acero el sonido se
propaga a una velocidad aproximada de 5000 m/s. En materiales
sólidos se utilizan el sonido y las propiedades de reflexión para
detectar fallas estructurales y grietas sin necesidad de examinar toda
la estructura. Por ejemplo, en una viga basta con acceder a una de
sus terminaciones para poder conocer su estado empleando
ultrasonidos y ecogramas.

Una característica a tener en cuenta del sonido es la llamada


divergencia esférica: el nivel de presión disminuye conforme el sonido
se propaga. Cuando el frente de onda es esférico, lo que sucede en la
mayoría de los casos, el nivel de presión cae 6 dB por cada vez que
se duplica la distancia: éstas se llaman pérdidas por divergencia
esférica. Si, por ejemplo, se mide el NPS que produce una
excavadora a cinco metros y éste es de 100 dB, podremos deducir
que a 20 m. será de 88 dB, y a 40 m. de 82 dB.

La propagación y reflexión en objetos sólidos es el principio de las


ecografías.

2.- Reflexión, transmisión y absorción.


Todos estos términos están relacionados unos con otros, de forma
que vamos a explicar qué es cada uno y cómo interactúan entre ellos.

Una onda se refleja cuando se encuentra un obstáculo que no puede


traspasar ni rodear. Al igual que sucede con la luz en un espejo,
cuando una onda acústica incide sobre una superficie plana produce
otras dos ondas: una de reflexión y otra de transmisión. Si estamos
hablando en una habitación cerrada, un porcentaje de esas ondas
acústicas “rebotan” y pasan a formar parte de la onda reflejada (por
paredes, suelo y techo) y otro porcentaje se transmite a través del
obstáculo (en este caso, de la pared, suelo y techo).
Un ejemplo de cómo actúa la reflexión son las salas de conciertos, en
las que se sitúan paneles reflectores tras la orquesta y en los techos
para que el sonido vuelva y se dirija hacia los oyentes, en vez de ser
absorbido por las cubiertas o transmitido fuera del local.
Una onda se refleja por un obstáculo que no puede traspasar
ni rodear.
La cantidad de sonido (es decir, vibración de partículas) que se refleja
y la que se transmite varían en función de las impedancias acústicas
entre el primer y el segundo medio. La impedancia es la oposición
que hace el medio al avance de la onda, algo así como la “dureza” o
resistencia del medio.

Supongamos una onda acústica que circula por el aire y se encuentra


en su trayecto con un estanque: continúa oyéndose a través del
agua, aunque el sonido cambia, lo percibimos amortiguado.

Cuando se pasa de un medio aéreo a otro acuático o sólido casi toda


la energía se refleja, debido a que las impedancias son muy dispares.
En cambio, entre una capa de aire frío y otra de aire caliente casi
toda la energía de la onda se transmite, ya que la impedancia
acústica es parecida.
Esta impedancia o resistencia al paso del sonido está directamente
relacionada con la absorción del sonido por el material (paredes y
techo, pero también muebles y enseres que contiene la habitación del
ejemplo). Cuando una onda sonora alcanza una superficie la mayor
parte de su energía es reflejada (“rebota”), pero un porcentaje queda
absorbida por el nuevo medio. La pérdida de energía de la onda
transmitida es más acusada cuanto más duro sea el material que la
reciba, pero todos los medios absorben un porcentaje del sonido.

Parte de la onda de sonido se transmite, parte se refleja (“rebota”)


en los obstáculos que encuentre y parte se ve absorbida por éstos.
Esto es así porque la onda acústica se compone de partículas que se
mueven y rozan entre sí. Este roce consume parte de la energía, que
se convierte en calor, con lo que la energía acústica total disminuye.
La pérdida de energía o absorción depende de cada frecuencia, por lo
general es mayor en altas frecuencias que en las bajas. También
debemos de mencionar que las altas frecuencias son mayormente
absorbidas en diferencia con las bajas frecuencias.
Coeficiente de absorción: es adimensional y sus valores van de 0 a
1, siendo 0 equivalente a mínima absorción y 1 máxima absorción.
Este valor se usa principalmente para calcular los tiempos de
reverberación en las salas y de distintos materiales acústicos. El
coeficiente a de un panel acústico depende principalmente de su
forma, espesor y porosidad.
3.- Difracción
Se entiende por difracción cualquier desviación de la propagación en
línea recta debida a la presencia de algún obstáculo en el medio; por
ejemplo, un muro que separa una zona residencial y una carretera.
La difracción consiste en que la onda puede rodear el obstáculo o
propagarse a través de cualquier pequeña abertura que encuentre en
el mismo. Es un fenómeno común, que nos permite, por ejemplo,
escuchar la música aunque tengamos una persona alta sentada
delante en el concierto, u oír una conversación a través de una puerta
abierta. Su magnitud depende de la relación que existe entre la
longitud de onda y el tamaño del obstáculo o de la abertura.
La difracción implica que el sonido puede rodar los obstáculos
y aprovechar cualquier pequeña abertura para propagar.
Los sonidos graves (de longitud de onda grande) son capaces de
rodear los obstáculos que encuentran en su camino, mientras que los
agudos (longitud de onda pequeña) tienden a propagarse en línea
recta y arrojan sombras (zonas a las que no llegan).
Continuando con la comparación con las ondas luminosas, si
definimos sombra como una región de oscuridad causada por un
obstáculo al paso de la luz, del mismo modo se puede hablar de
sombra acústica (cuando el sonido no logra rodear el obstáculo se
crea una zona en la que no se oye). La sombra creada es distinta
según la frecuencia.
Así las altas frecuencias “proyectan” una sombra más definida que las
bajas frecuencias. Es decir, en un campo abierto entre el oído y una
fuente sonora se encuentra un obstáculo (por ejemplo se levanta una
pared), lo que el oyente percibe una reducción de la intensidad del
sonido total. Sin embargo, esta reducción será menor en frecuencias
a 20 Hz (bajas frecuencias) y más acusada en frecuencias a los 20
KHz (altas frecuencias), alrededor de 10 dB. En este caso se puede
decir que las bajas frecuencias se vuelven más difractivas que las
altas.
Los efectos de la difracción pueden tener importancia para
micrófonos, altavoces, para la audición humana (difracción sobre la
cabeza, que hace de obstáculo), para el diseño acústico de recintos...
Las sombras acústicas creadas por obstáculos son muy usadas en la
lucha contra el ruido, como, por ejemplo, los paneles usados en
autopistas o autovías (en algunos lugares) para evitar que el sonido
de los vehículos que circulan por ellas alcance a las casas colindantes.
4.- Frecuencia, amplitud y fase.
La frecuencia de oscilación de una partícula (o de cualquier magnitud,
como por ejemplo el voltaje de una señal eléctrica) es la cantidad de
ciclos que completa en un tiempo dado. Un ciclo es el recorrido
completo que efectúa una partícula desde su posición inicial hasta
volver a la misma habiendo pasado por su posición de
desplazamiento máximo y mínimo.
La frecuencia de la onda sonora se mide en hertzios (Hz) e indica el
número de ciclos completos en un segundo.
Los sonidos de una única frecuencia se llaman tonos puros. Un tono
puro se escucha como un “pitido”, el timbre dependerá de la
frecuencia que lo genere (por ejemplo, el sonido del teléfono
mientras esperamos a tener señal: una onda que se repite sin
cambios de frecuencia, con sus valles y sus picos siempre a la misma
distancia unos de otros).
Cualquier sonido (voz, música, ruido...) está compuesto por múltiples
frecuencias que se superponen, así que se puede descomponer en
otros tantos tonos puros.
La frecuencia de la onda se mide en hertzios, e indica el
número de ciclos completos por segundo.

Los sonidos de una única frecuencia se llaman tonos puros. Un tono


puro se escucha como un “pitido”, el timbre dependerá de la
frecuencia que lo genere (por ejemplo, el sonido del teléfono
mientras esperamos a tener señal: una onda que se repite sin
cambios de frecuencia, con sus valles y sus picos siempre a la misma
distancia unos de otros).

Cualquier sonido (voz, música, ruido...) está compuesto por múltiples


frecuencias que se superponen, así que se puede descomponer en
otros tantos tonos puros. Si un sonido cambia con el tiempo, la
amplitud y fase de cada tono puro o frecuencia en que se
descompone ese sonido también variará con el tiempo.
La posición de una partícula en momento concreto depende de tres
factores: frecuencia, amplitud y fase. La frecuencia ya se ha definido;
la amplitud, por su parte, indica la altura que alcanza la cresta de una
onda. En sonido, esa amplitud nos indica la presión sonora en dB (ver
punto 1.1).

La fase indica la posición que ocupa la partícula en un momento


determinado. La fase se mide en radianes (rad) o en grados (º).
Se habla de fase relativa cuando lo que se calcula es la diferencia que
existe entre dos movimientos de la misma frecuencia: la fase es una
relación entre dos sonidos; si sólo tenemos una señal (un cable, un
micro o un canal), por lo general no se tiene en cuenta. La polaridad
de la fase puede ser positiva o bien negativa, y esto depende de
cuando el valor de la onda se encuentra por encima o por debajo de
cero.
Si los dos sonidos tienen la misma frecuencia y amplitud de onda y
los emitimos a la vez obtendremos una onda con el doble de
volumen: la fase de las dos ondas es la misma y su valor es 0.

Esto se correspondería con una igual fase, donde dos ondas


coinciden en sus picos y valles, y por ello se forma una onda
del doble de intensidad.

Si las dos ondas se mueven con igual frecuencia, pero cuando una
pasa por cero la otra no lo hace o lo hace en dirección contraria
tendrán una fase relativa distinta de 0. Se produce entonces una
onda más compleja, que se cancela en algunos momentos y en otros
se suman las intensidades.
Y si en las dos ondas superpuestas los picos de una coinciden con los
valles de la otra el resultado será el silencio: diremos que tienen fase
inversa. Ambos sonidos escuchados separadamente siguen siendo los
mismos, pero al escucharlos juntos se anulan, porque cada punto de
una coincide con otro punto de la otra que tiene su mismo valor, pero
inverso.

Esto se correspondería con un par de ondas dónde los picos de


una onda coinciden con los valles otra, y si se da una misma
amplitud y frecuencia, se anulan.

La fase, como hemos indicado, se mide en grados (como los


ángulos). En el primer caso (misma fase) el valor de la fase es 0; en
el segundo, fase inversa, el valor es de 180º o de pi radianes, lo más
opuesto que puede darse en dos sonidos inicialmente iguales.
En la práctica, la anulación total producida por una fase de 180º no
es real, porque los sonidos suelen estar compuestos de varias
frecuencias y éstas pueden alterarse, no siempre son tan exactas y
constantes. Pero sí es cierto que en los desfases los graves se
cancelan, los medios pierden mucha fuerza y los agudos suelen
producir un efecto muy curioso.
Dos ondas se encontrarán en fase cuando parten simultáneamente de
0. Por otra parte, si cuando una de las dos llegue a 90 /180 grados,
la otra comienza desde 0, estas ondas estarán fuera de fase.
El periodo es el tiempo que tarda un fenómeno periódico en recorrer
todas sus fases, es decir, el tiempo que tarda una partícula en hacer
el ciclo completo (desde el punto de reposo, alcanza la amplitud
máxima, luego la mínima y vuelve al punto original).

Relación entre frecuencia y periodo:

>> Periodo es el tiempo que tarda una partícula en completar un


ciclo.

>> Frecuencia es el número de ciclos completos por unidad de


tiempo (ciclos/segundo).
5.- Espectro
Como hemos indicado antes, los sonidos no están compuestos por
una sola onda, sino por varias superpuestas, es decir, se componen
de múltiples frecuencias. La representación gráfica de estas
frecuencias en una señal de audio es el espectro.
El espectro es importante debido a varias razones: primero, porque
permite una descripción de las ondas sonoras que componen un
sonido concreto, estableciendo si contiene frecuencias bajas (graves),
medias o altas (agudos). Esto es muy importante, puesto que el oído
humano reacciona de manera diferente según las frecuencias (por
ese motivo, con algo de práctica es posible, por ejemplo, reconocer
las notas de un acorde). Y, por otra parte, la propagación del sonido
en el aire y a través de los obstáculos depende también de su
espectro de frecuencias, con lo que podemos determinar cómo ser
verá afectado y cómo puede modificarse (aquí entran en juego los
diversos dispositivos y tecnologías que el técnico utiliza).
El espectro se obtiene calculando la energía que aporta cada
frecuencia al sonido total. Normalmente la representación no se hace
en términos de energía directamente, sino que se calcula el nivel
(10LogB) respecto a la energía de referencia; con esto se obtiene el
nivel espectral expresado en dB.
El espectro se obtiene calculando la energía que aporta cada
frecuencia al sonido total.
La energía de referencia es el belio (que recibió este nombre en
honor a Alexander Graham Bell, inventor del teléfono), aunque
expresa magnitudes demasiado grandes para manejarlas con
comodidad, por lo que normalmente se emplea el decibelio (dB),
relación logarítmica entre la magnitud estudiada y la de referencia.
Un belio (B) equivale a 10 decibelios (10LogB) y representa un valor
diez veces superior a la magnitud de referencia (cero belios). Así, un
aspirador que emite un ruido equivalente a 70 dB no es sólo algo más
ruidoso: hace diez veces más ruido que uno que emita 60 dB y cien
veces más que uno de 50 dB.
Se utiliza una escala logarítmica porque la sensibilidad del oído a las
variaciones de intensidad no es lineal, sino que se percibe como la
comparación o relación entre dos sonidos. En los estudios realizados
hasta el momento se ha comprobado que un oyente no es capaz de
precisar con exactitud la intensidad de un sonido aislado, pero sí
reconoce la diferencia de intensidad entre dos señales diferentes.
Aunque el proceso de cálculo del nivel espectral es bastante tedioso,
la electrónica e informática actuales lo simplifican enormemente. Hoy
en día existen dispositivos y aplicaciones que se emplean como
herramientas habituales en todos los campos del sonido, pero hasta
hace poco más de dos décadas las máquinas tardaban horas en
calcular esta información.
Las aplicaciones y dispositivos utilizados hoy día permiten calcular
rápidamente el nivel espectral de la señal de audio.
Para ahorrar recursos y tiempo no se calcula el nivel espectral para
cada frecuencia (son cerca de 20.000 las que percibe el oído
humano), sino que se agrupan en “bandas de frecuencia”.
La representación espectral (o el espectro) puede resultar muy útil si
se sabe interpretar, puesto que aporta información sobre cuánto
contribuye cada frecuencia o cada banda de frecuencia al sonido
total. Dicho de otra forma, el espectro permite “ver” el sonido que
llega al oído; otra cosa diferente es lo que el oído escucha (lo que
interpreta).

6.- Audición y frecuencia


El umbral de audición en el ser humano se fija en 20 µPa (20 micro-
pascales = 0,000002 pascales) para frecuencias entre 2KHz y 4KHz.
Por encima y por debajo de estas frecuencias la presión requerida
para excitar el oído es mayor.
Esto significa que nuestro oído no responde igual a todas las
frecuencias (tiene una respuesta en frecuencia desigual). Un tono
puro de frecuencia de 125 Hz y con 15 dB de nivel sería
prácticamente inaudible, mientras que si aumentamos la frecuencia
hasta 500 Hz sin variar el nivel de presión se obtendría un tono
claramente audible.
Las líneas marcan los niveles de presión necesarios a cada frecuencia
para que el oído detecte (subjetivamente) la misma sonoridad en
todas. Esto quiere decir que si reproducimos un tono de 31,5 Hz a
100 dB (SPL), luego otro de 63 Hz a 90 dB y otro de 125 Hz a 80 dB,
el oyente dirá que todos sonaban al mismo volumen.
Las curvas de sonoridad calculan la relación existente entre la
frecuencia y la intensidad (en decibelios) de los sonidos para
que sean percibidos como igual de fuertes por el oído. Todos
los puntos situados sobre la misma curva isofónica tienen la
misma sonoridad.
Con una frecuencia de 2 KHz el umbral de audición se fija en 0 dB y
un sonido con frecuencia de 4 KHz se puede oír con una presión
incluso menor a 0 dB, ya que a 3600 Hz se encuentra la frecuencia de
resonancia del oído humano.
La frecuencia natural o de resonancia de un sistema o de un objeto es
aquella frecuencia que le proporciona una tendencia o facilidad para
vibrar. Todo objeto posee una o varias frecuencias naturales que al
ser excitadas producen un aumento importante de vibración.
La membrana basilar, que forma parte del oído, oscila según la
vibración del aire, lo que nos permite oír. Si esta membrana
encuentra una señal con la frecuencia adecuada (su frecuencia de
resonancia, que es específica) necesitará un estímulo mucho más
pequeño para vibrar y, por tanto, producir sonido. Decimos entonces
que la sensibilidad al sonido aumenta.
Por debajo de 2000 Hz y según se va bajando en frecuencia el oído se
vuelve menos sensible. Los umbrales de audición para frecuencias
menores de 2 KHz son:

>> 5 dB a 1 KHz,
>> 7 dB a 500 Hz,
>> 11 dB a 250 Hz,
>> 21 dB a 125 Hz,
>> 35 dB a 63 Hz, y
>> 55 dB a 31 Hz.
Por encima de los 4 KHz el oído es menos sensible, pero no tanto
como en bajas frecuencias. Sin embargo, se producen variaciones a
frecuencias cercanas, debido a las perturbaciones que produce la
cabeza del oyente en el campo sonoro (recuerda el concepto de
difracción que hemos visto en el punto 3.). Los umbrales de audición
son:

>> 15 dB a 8 KHz y
>> 20 dB a 16 KHz
El límite máximo del nivel de presión sonora se sitúa generalmente
alrededor de 130 dB, coincidiendo con el umbral del dolor (molestias
en el oído). La pérdida de audición súbita por daños mecánicos en el
oído medio se produce a niveles mucho mayores, pero una exposición
suficientemente prolongada a niveles superiores a 130 dB provoca
pérdida de audición permanente y otros daños graves.
En acústica las frecuencias siempre se tratan de manera logarítmica
(representaciones, gráficas y demás) por el motivo que hemos visto
más arriba: el oído humano no interpreta los sonidos de manera
lineal.
En el eje de frecuencias de cualquier gráfica las marcas suelen pasar
de una frecuencia al doble. La apreciación subjetiva de un oyente
será que hay la misma distancia entre un tono de 200 Hz y otro de
400 Hz que entre uno de 1000 Hz y otro de 2000 Hz; aunque la
“distancia” en frecuencia en el primer caso es de 200 Hz y en el
segundo de 1000 Hz.
6.1.- Timbre
El timbre depende de la cantidad de armónicos que tenga un sonido y
de la intensidad de cada uno de ellos.
Armónico: Los componentes de un sonido que se definen como las
frecuencias secundarias que acompañan a una frecuencia
fundamental o generadora.
El timbre es la propiedad que nos permite diferenciar dos sonidos que
tengan igual sonoridad, altura y duración. Como se ve, se define por
lo que no es, más que por lo que es. En cualquier caso, es una
característica propia de cada sonido, lo que identifica la fuente que lo
produce. Sería, por ejemplo, lo que diferencia una guitarra de un
violín o de una voz humana, pero también lo que distingue una
guitarra de otra o las voces de dos personas diferentes.
El oído percibe el timbre en función de las frecuencias que componen
la señal escuchada. El espectro audible está compuesto por todas las
frecuencias que el oído humano es capaz de percibir: un oído sano y
joven, como ya sabemos, puede abarcar las comprendidas entre 20
Hz y los 20 KHz.
Los humanos tenemos buena agudeza auditiva cuando se trata de
distinguir frecuencias (aunque no tanta para localizar la fuente del
sonido). Somos capaces de diferenciar dos tonos entre 100 Hz y 101
Hz, pero no entre 1000 Hz y 1001 Hz. Sin embargo, sí percibimos la
diferencia entre uno de 1000 Hz y otro de 1010 Hz; esto es debido a
la audición logarítmica. La agudeza frecuencial del oído se sitúa en
torno al 1%, es decir, puede distinguir tonos cuyas frecuencias varían
en sólo un 1%.
La mayor parte del sonido que percibimos consiste en una amplia
mezcla de frecuencias denominada “ruido de banda ancha”. Como
se ha indicado anteriormente, es muy importante conocer el
contenido en frecuencia del sonido. Normalmente, estas frecuencias
se agrupan en lo que llamamos “bandas”, compuestas por un número
determinado de frecuencias. Los extremos de cada banda y la
frecuencia central por la cual se designan están normalizadas.
Para realizar un análisis de frecuencias o espectral, se descompone el
espectro audible en estas bandas y se determina el nivel de presión
sonora correspondiente a cada una. Suelen ser de ancho proporcional
a la frecuencia central de cada una y corresponden al análisis por
filtros de octava y de tercio de octava.
Una octava es el intervalo entre dos sonidos, el segundo con una
frecuencia doble que la del primero. La distancia entre ambos
corresponde a ocho notas de una escala musical: por ejemplo, si la
octava completa es la-si-do-re-mi-fa-sol-la y el sonido la tiene una
frecuencia de 440 Hz, en la octava siguiente la frecuencia de la será
de 880 Hz.
La octava puede dividirse en valores más pequeños, como la “media
octava” (que resulta de dividirla en dos) y el tercio de octava, cuando
se divide en tres partes y que se utiliza cuando es necesaria mejor
resolución, más fina que la aportada por las bandas de octava.
La amplitud de cada banda es la suma de las frecuencias
Una octava es el intervalo entre dos sonidos y de las frecuencias
contenidas en el; la escala de frecuencia que se emplea es
logarítmica, que se ajusta al comportamiento del oído humano.
Banda ancha y banda estrecha
Se refieren a la cantidad de frecuencias que componen el sonido.
Cuantas más frecuencias, mayor rango (banda ancha). Al revés,
cuanto más estrecha sea la banda, menos frecuencias lo componen,
hasta el punto de poder llegar a centrar la frecuencia en una sola
nota.
En lo que a sonoridad se refiere, el oído es como un conjunto de 24
filtros de 1/3 de octava, tal como se puso de manifiesto en un estudio
que pretendía medir y comparar las sonoridades de ruidos de banda
estrecha manteniendo constante la presión media total, pero
aumentando el ancho de banda por pasos. Se descubrió que para
distintos anchos de banda menores de 1/3 de octava todas las
señales se percibían con igual sonoridad; sin embargo, cuando se
superaba el ancho de banda de 1/3 de octava se percibía un aumento
de la sonoridad. Por este motivo las representaciones en tercio de
octava son tan usadas y útiles.
6.2- Enmascaramiento
El enmascaramiento de un tono o de un ruido de banda estrecha
sobre otro es una experiencia cotidiana: cuando encontramos
dificultad o imposibilidad para escuchar algún sonido (música,
habla...) porque otro sonido (considerado ruido) está presente en el
mismo momento estamos sufriendo enmascaramiento. Un ejemplo
común de este fenómeno es la dificultad para conversar en la calle a
causa del ruido del tráfico.
Los procesos de enmascaramiento cumplen varios requisitos:
- Una banda estrecha de ruido produce más enmascaramiento que un
tono puro con la misma frecuencia central e intensidad.
- Cuando el ruido es de bajo nivel, el enmascaramiento se produce en
una banda estrecha alrededor de la frecuencia central del ruido. En el
pico 20 dB vemos que el ruido abarca un rango comprendido entre
900 y 1600 Hz más o menos.
- El efecto de enmascaramiento no es simétrico en torno a la
frecuencia central del ruido que enmascara otros sonidos. Las
frecuencias altas sufren más los efectos de enmascaramiento. Las
frecuencias inferiores a la frecuencia fundamental de ese ruido, al
aumentar la presión sonora, no aumentan de la misma forma que las
frecuencias más agudas. En el pico 80 dB vemos que el ruido abarca
un rango comprendido entre 650 y 7000 Hz más o menos.

La gráfica muestra las zonas que estarían bajo los efectos del
enmascaramiento con un ruido de banda estrecha centrado en 1200
Hz y para distintos niveles de presión sonora del ruido. Para el caso
más extremo, el ruido de 110 dB (la curva más alta), obtenemos la
mayor zona enmascarada. Por ejemplo, en este caso, el oyente no
detectaría un tono de 8 KHz y 50 dB de nivel de presión; tampoco
detectaría un sonido de 4 KHz y 70 dB de nivel de presión. También
deberíamos añadir que los seres humanos somos más sensibles a una
frecuencia de entre 2000 hertzios y los 4000, ya que esa franja
coincide con la capacidad de resonancia de nuestro oído.

Lo que viene a explicar es que, partiendo de un sonido centrado en


una frecuencia de 1200 Hz, cuanto más suave sea el sonido, más
estrecho es el rango de frecuencias que perturba u oculta. Según
vamos aumentando el nivel de presión, vamos viendo un aumento en
la banda de frecuencias enmascaradas y cierto aumento de ruido en
las frecuencias más altas.
A la hora de saber con que nivel trabajar, debemos tener en cuenta
que a partir de ciertos decibelios el sonido se distorsiona dentro del
DAW, por ello es más eficaz tirar de altavoces o amplificadores, para
que la señal de origen se pueda trabajar sin que suene distorsionada.
Hay dos tipos de enmascaramiento: el temporal y el frecuencial.
- Enmascaramiento temporal: dos sonidos que llegan al oído de
forma cercana en el tiempo. De esa forma el tono intenso
enmascara al tono débil. El preenmascaramiento se da de los 5
a los 10 milisegundos, y el postenmascaramiento de los 30 a
los 60 milisegundos.
- Enmascaramiento frecuencial: tono grave enmascara a tono
agudo, ruido de banda ancha enmascara a tono puro, a más
nivel más ancho de banda enmascara, el enmascaramiento no
es simétrico.
Sistemas de calibración
Un grupo de estudiosos de la materia establecen una serie de
limitaciones. Estos serían los profesionales de ciertas comunidades
(ITU EBU, SMPTE, ATSC, Japanese). Todos los sistemas son bastante
similares. Para conseguir la relación entre el volumen del DAW, y el
nivel de escucha. Se establece un nivel de volumen determinado
dentro del DAW y se emite un ruido rosa. A través de los
amplificadores se va subiendo el volumen y se mide dicho volumen
con un micrófono hasta que se alcance un nivel de decibelios concreto
dependiendo del sistema de calibración, de esa manera ya habríamos
calibrado el sistema.
6.3.- Localización espacial de fuentes
La localización espacial trata de identificar la dirección y la distancia
del sonido. La manera como la persona identifica la procedencia de la
señal depende de factores como su ubicación y distancia al respecto,
la postura y las características de los pabellones auditivos.
Como ya se ha explicado, el oído funciona como un filtro que divide y
analiza la señal sonora en bandas de frecuencia dentro de un rango
que va de los 20 Hz hasta los 20 KHz, pero cada persona tiene sus
propias características fisiológicas y anatómicas que determinan la
percepción particular.
Uno de los factores determinantes en la percepción auditiva es la
distancia que hay entre los dos oídos, que implica una diferencia en el
tiempo de llegada de la onda de sonido a cada uno de ellos. El sonido
viaja a una velocidad de 343 m/s y la separación entre los oídos es
de unos 20 cm. Los posibles retardos en la recepción del sonido entre
un oído y otro pueden ser de hasta 600 µs (1 microsegundo =
0,000001 segundo) y hay que tener en cuenta que el tiempo de
desplazamiento de la onda se reduce a medida que la frecuencia del
sonido es más alta (los agudos se desplazan más rápido que los
graves).
Otra variable importante es la configuración del pabellón auditivo.
Éste no solo cumple su tarea de protector del oído interno, sino que
tiene un cometido muy importante para la localización espacial de la
fuente del sonido. Sus pliegues y curvaturas funcionan como
resonadores que distinguen el sonido en función del ángulo de
incidencia.
La percepción también varía teniendo en cuenta la “sombra” que la
cabeza ofrece a la propagación de la onda sonora (como hemos visto
en el apartado dedicado a la difracción). Este efecto es mucho más
acusado en las altas frecuencias que en las bajas.
La mayor precisión en la localización se alcanza cuando el punto de
origen está enfrente de la persona.
El foco emisor de altas frecuencias se localiza fundamentalmente por
diferencia de nivel de presión, y el de las bajas por diferencia de fase
(retardo).
7.- Funcionamiento de oído humano y de las cuerdas vocales
7.1.- El oído
El oído está formado por tres secciones diferentes: oído externo, oído
medio y oído interno.

7.1.1.- El oído externo


Tiene como función captar las ondas sonoras: el sonido viaja a través
del aire y el oído externo lo recoge con ayuda del pabellón auricular y
lo dirige al conducto auditivo.
Su parte más externa (pabellón auditivo) es una estructura
cartilaginosa, con ciertos pliegues y surcos que convergen en una
depresión central llamada concha, que canaliza las ondas por el
conducto auditivo.
El otro extremo del conducto se encuentra cubierto por la membrana
timpánica o tímpano, que constituye la entrada al oído medio.
El oído externo, además de para concentrar el sonido en el conducto
auditivo y dirigirlo, está destinado a proteger las estructuras del oído
medio.
7.1.2.- El oído medio
Tiene como función transportar las vibraciones del tímpano al oído
interno.
El oído medio está constituido por una cavidad llena de aire dentro de
la cual se encuentran tres huesecillos denominados martillo, yunque y
estribo unidos entre sí: el martillo, uno de cuyos extremos está
adherido al tímpano, se mueve con la vibración de éste,
transmitiéndola al yunque que, a su vez, la traslada al estribo, cuya
base está unida mediante un anillo flexible a las paredes de la
ventana oval, orificio que constituye la vía de entrada del sonido al
oído interno.

El oído medio transporta las vibraciones del tímpano al oído


interno.

La cavidad del oído medio se comunica con las vías respiratorias


(nariz y boca) a través de la trompa de Eustaquio, un conducto
destinado a controlar la presión, equilibrándola con la de la
atmósfera, y proteger sus estructuras.
Los sonidos, en forma de oscilaciones de las moléculas del aire, son
conducidos a través del conducto auditivo (oído externo) hasta el
tímpano. Los cambios de presión en la pared externa de la membrana
timpánica producidos por la onda sonora hacen que dicha membrana
vibre.
Las vibraciones del tímpano se transmiten a lo largo de la cadena de
huesecillos, que operan como un sistema de palancas, de forma que
la base del estribo vibra en la ventana oval, en contacto con uno de
los fluidos contenidos en el oído interno; por lo tanto, el tímpano y la
cadena de huesecillos actúan como un mecanismo para transformar
las vibraciones del aire en vibraciones del fluido.
Cuando el tímpano se encuentra expuesto a sonidos de gran
intensidad, mayores a 90 dB–SPL, los tensores del tímpano y el
estribo se contraen de forma automática, modificando la
característica de transferencia del oído medio y disminuyendo la
cantidad de energía entregada al oído interno.
A esta medida de seguridad autónoma se le denomina reflejo
timpánico o auditivo y tiene como propósito proteger a las células
receptoras del oído interno de sobrecargas que puedan llegar a
destruirlas. No es un reflejo instantáneo, sino que tarda de 40 a 160
milisegundos en producirse.
7.1.3.- El oído interno
Tiene como función convertir las vibraciones mecánicas en impulsos
nerviosos que permitan al cerebro interpretar los sonidos.

El oído interno representa el final de la cadena de procesamiento


mecánico del sonido y en él se llevan a cabo tres funciones
primordiales: filtración de la señal sonora, transducción y generación
de impulsos nerviosos.

Transducción: transformación de un tipo de señal en otro


distinto.

Las vibraciones provenientes del oído medio llegan a la cóclea


(caracol), un conducto rígido en forma de espiral de unos 35
milímetros de longitud lleno de fluidos de distinta composición
encargado de transformar el sonido en señales nerviosas gracias al
órgano de Corti, compuesto por células sensoriales auditivas llamadas
células ciliadas y células de sostén.

Las vibraciones generan movimiento en la cóclea y el líquido


comienza también a vibrar. Las células ciliadas y de sostén son las
encargadas de captar estas vibraciones convirtiéndolas en señales
nerviosas que el nervio auditivo transmitirá al cerebro.

Las células del oído no se pueden regenerar como sucede en las de


otras partes del cuerpo; de ahí que en sobreexposiciones a
volúmenes de música o ruido excesivos pueda haber pérdida parcial o
total de la audición.

7.2. Las cuerdas vocales


Para comunicarse a través del lenguaje hablado o para cantar el ser
humano se vale de todo un sistema complejo que le permite producir
sonidos de lo más variados. Y los principales protagonistas de nuestra
capacidad de emitir sonidos son las cuerdas vocales, las encargadas
de que el sonido de la voz suene más aguda o más grave.
Para entender la función de las cuerdas vocales debemos conocer
todo el aparato fonador, pues forman parte de todo un sistema
orgánico: el conjunto de órganos que intervienen y sin los cuales
sería difícil o casi imposible, poder hablar y comunicarse, como:

>> la cavidad bucal,

>> la laringe,

>> el paladar,

>> los labios,

>> la lengua, y

>> la cavidad nasofaríngea.

Las cuerdas vocales constituyen el “corazón” del sistema, puesto que


son responsables de la vibración que produce el sonido que, junto con
el resto del aparato fonador, generará nuestra voz. A pesar de su
nombre no tienen forma de cuerda, sino que son membranas
replegadas o pliegues vocales.
Aparato fonador

Se encuentran en la laringe, en la parte superior de la tráquea, son


de color blanquecino, blandas y triangulares. Los bordes externos
están unidos a los músculos de la laringe y los bordes internos
permanecen libres.
Hay cuatro cuerdas vocales de dos tipos: dos superiores y dos
inferiores, estas últimas son las que verdaderamente generan
la voz
Cuanto más separadas estén las cuerdas vocales más grave será el
sonido y, al revés, cuanto más juntas estén, más agudo, ya que el
aire pasa por un hueco más estrecho. Del mismo modo afecta la
forma: cuanto más cortas y gruesas sean las cuerdas vocales la voz
será más grave, y cuanto más largas y finas, la voz será más aguda.
Hombres y mujeres tienen un tamaño y grosor diferentes en las
cuerdas vocales, por eso los tonos de cada sexo son distintos.
Según pasan los años va cambiando el timbre de nuestra voz: al
nacer nuestras cuerdas vocales son más frágiles y ligeras, por eso la
voz de los niños es más aguda. A medida que vamos creciendo se
van endureciendo y haciéndose más gruesas, con lo que el tono se va
volviendo más grave.
Según pasan los años va cambiando el timbre de voz

También podría gustarte