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El feminismo a través de la violencia y la misoginia narradas por Fernanda Melchor

en Temporada de Huracanes

Otero Otero Daniela Nazareth

Con la llegada de la cuarta ola del feminismo, una sensación agridulce invade a las lectoras que

consumimos novelas escritas por mujeres, ya que no se puede ignorar que el feminismo las

inunda y se apropia de ellas, sin embargo, últimamente son las mismas autoras las que se

encargan de transmitir, a través de su narrativa, todo aquello que nos atraviesa a las mujeres que

vivimos en una sociedad patriarcal. Pareciera ser esta una dualidad incompatible, ¿es posible

que una autora que se proclama como feminista pueda retratar en su escritura la violencia y la

misoginia desde la vista de aquel que ejerce la opresión?

Tal caso sucede con frecuencia en la escritura de la autora Fernanda Melchor, ya que sus

novelas tienen comúnmente como protagonistas a hombres criados bajo el mandato

heteropatriarcal, ellos son quienes desde primera voz narran con tal naturalidad actos tan

atroces, sin embargo, la responsable de la existencia de estas historias es la autora. Se espera

que propuestas como ¿Qué es una autora? Encrucijadas entre género y autoría de Aina Pérez

Fontdevilla y Qué es una autora o qué no es un autor de Meri Torras Fracès ayuden a desvelar

esta de disyuntiva literaria.

Fernanda Melchor nació en Veracruz, México en 1982. Es periodista, narradora,

ensayista y traductora. Entre sus publicaciones se encuentran Falsa liebre (2013), Aquí no es

miami (2013), Temporada de huracanes (2017) y Páradais (2021), ha sido galardonada con

premios como el Premio Nacional de Periodismo Dolores Guerrero 2012 por su crónica
Veracruz se escribe con Z, Premio Internacional de Literatura 2019 por Temporada de

Huracanes, entre otros.

No tendría caso no reconocer que Melchor actualmente es una de las representantes

latinoamericanas más importantes en la literatura contemporánea, pero ¿qué es eso que la ha

catapultado a conseguir el reconocimiento de la academia con sus obras?

Se podría considerar como bien delineado el camino que, con mucho esfuerzo, les han

trazado las generaciones pasadas de escritoras a las actuales. Autoras como Rosario Castellanos,

Elena Poniatowska, Elena Garro, Amparo Dávila, Nellie Campobello, Inés Arredondo hasta la

misma Sor Juana Inés de la Cruz se ganaron el reconocimiento por su excelencia escritural, sin

embargo es algo que no sucede de la misma forma con la autoría masculina. Para que una mujer

tome la batuta en el mundo de las artes debe de ser diez veces mejor que un hombre, ya que el

sistema patriarcal las somete constantemente a trabas;

[…], aquello que constituye ‘lo más grande y lo más humano de la humanidad’ y que hace del
hombre un ‘genio’ —la excepción, la libertad, la singularidad—, las convierte en ‘locas o escandalosas’
y, en última instancia, en figuras ‘monstruosas’” (Fontdevilla, 2019).

Si bien Melchor, por la generación a la que pertenece, se encontró con un panorama más

ameno, no quiere decir que podamos hablar de equidad entre autores y autoras. Habría que

plantearse cómo fue recibida una obra como Temporada de huracanes, la cual gira en torno a

un (trans)feminicidio cometido en La Matosa por un hombre relacionado sentimentalmente con

la víctima y qué participación tienen los demás habitantes del pueblo en dicho crimen, cuando

la encargada de desarrollar los hechos literarios es una mujer que ha vivido en carne propia la

violencia misógina. Existe un interés genuino por lo que lleva a una mujer a escribir aquello por

lo cual jamás quisiera pasar.


En una entrevista para Para leer en libertad llevada a cabo en octubre de 2017, Melchor

explica que quería escribir una novela oscura y carnavalesca basándose en su tierra natal

Veracruz, en la cual se pudiera plasmar el sentimiento que proviene de la dualidad de lo

brillante y vivo en contraste con lo oscuro y violento. La autora también menciona su interés

por la nota roja periodística y las emociones que ahí se presentan: odio, pasión, rabia, amor y

cómo esto desencadenó la intención de escribir sobre una nota roja, pero dejando de lado la

inmediatez de la que goza el periódico y, al contrario, realizar una descripción de los hechos

más detallada y literaria; con matices, alejada del maniqueísmo y centrada en que lo ficcional

está en potencia de ser real. Tan real como el contexto vivido por la autora fuera de sus escritos,

como esta imagen que la autora ha construido de sí misma.

La cuestión sería, adentrándonos en el análisis de la obra, si es posible que en una obra

tan impregnada de violencia, machismo, misoginia y transfobia se pueda encontrar una

propuesta feminista. También sería importante plantear cómo se hubiese recibido esta novela si

el autor hubiese sido hombre. Para ello la proposición en Qué es una autora o qué es un autor

podrá guiar este cuestionamiento hacia la luz. Perez Fontdevilla nos va trazando un panorama

en el que la visibilidad y la legitimidad para las mujeres creadoras es la finalidad, en el texto se

nos expone cómo se han definido las relaciones entre el género sexual y los atributos que

cualifican al/la creador/a literario/a, esto después de que líneas críticas como La muerte del

autor propiciaran la desaparición del “cuerpo que escribe” provocando así problemas para el

feminismo.

Es decir: no es un sinsentido cuestionarse las implicaciones de que una mujer feminista

esté escribiendo sobre violencia patriarcal y compararlas con las implicaciones que tendría que
un autor hombre cishetero escribiera sobre lo mismo, después de leer a Fontdevilla queda claro

que a la creación artística (sobre todo la literaria) femenina no se le ha dado la misma

importancia que a la masculina, de hecho, existe una errónea noción de un “autor en general” y

una necesidad de restarle importancia al género como categoría teórica y analítica productiva.

Todo con tal de explicar que si no existe la misma cantidad de obras escritas por mujeres que

por hombres se debe a la genialidad y posibilidad que cada género posee y no a una

problemática histórica.

La ‘perspectiva de género’ alumbra aspectos fundamentales porque, como apuntábamos, permite


multiplicar preguntas que de otro modo permanecen sin formular, en el punto ciego de otras perspectivas
que se pretenden neutras. […] los discursos en torno al género producen, atraviesan, determinan,
moldean y […] contribuyen a explicar la noción de autor, los discursos acerca de la creatividad y la
autoridad artísticas o las representaciones históricas en las que se materializan. Y […] que estas nociones
y discursos producen género, es decir, reproducen y ratifican las jerarquías que fundamentan el
binarismo sexual situando a los sujetos de modo distinto en el campo de la producción cultural.
(Fontdevilla, 2019)

Sin temor al equívoco sería posible afirmar que los hombres pueden escribir de lo que les

plazca sin que eso signifique estar sometidos al enjuiciamiento moral de quien lee, tenemos a un

Gabriel García Márquez que escribió desde la visión pederasta de un anciano en Memorias de

mis putas tristes, a un Vladimir Nabokov que habla desde la perspectiva de un pedófilo en

Lolita o a un José Donoso que puede hablar sobre un transfeminicidio en El lugar sin límites.

Parece ser que es difícil aceptar una mujer también pueda hablar de la violencia, del arrebato, de

las pasiones desbocadas, de cómo los seres humanos sobrepasan los límites del bien y el mal.

Fontdevilla explica que existe una relación de la escritura femenina con la espontaneidad o la
naturalidad, es decir que a ciertos géneros textuales se les asocia a lo femenino pues “se

suponen carentes de intención artística o de verdadera invención” (Planté, 1989).

El hecho de que Melchor escriba desde una formación periodística, la cual en su mayoría

es dominada por hombres debido a los riesgos que representa, pinta un panorama aún más

agresivo y reacio a aceptar que las mujeres escriben más que novelas rosas (sin desestimar a las

novelas rosas que su nivel artístico tienen); Russ en Como acabar con la escritura de las

mujeres menciona ciertas desautorizaciones y deslegitimaciones hacia la escritura femenina

mediante oraciones adversativas como “ella lo escribió, pero mira sobre qué escribió”.

En una entrevista para el periódico La Jornada, Fernanda Melchor explica su relación con

el feminismo y las formas en las que manifiesta como las marchas del 8M:

Hace ya varios años que tomé la decisión de no acudir a manifestaciones de ningún tipo. A lo
mejor algún día me animo a decir por qué, pero creo que todavía no estoy lista. […] aunque no participo,
tengo amigas y colegas escritoras, artistas y periodistas que sí lo hacen, y cuando miro las imágenes que
comparten en redes sociales, me lleno de emociones contradictorias. Me da mucha alegría ver a tantas
mujeres, tan distintas, tan jóvenes, unidas por una causa común, pero también siento muchísimo enojo,
sobre todo cuando las marchas se convocan para protestar por los feminicidios impunes y demás
crímenes. También siento mucha esperanza cuando miro estas imágenes. Hay algo bellísimo en el rostro
de una mujer indignada, gritando, grafiteando, expresando su descontento, rebelándose contra el orden
que las oprime (Jornada, 2022).

Asumimos que estamos frente a una autora que se proclama feminista, pero que mantiene sus

reservas en cuanto al movimiento y es que si se piensa por un momento ¿existe alguna mujer

que cumpla con todos los requisitos del “feministómetro”? De hecho, la autora también parece

aclarar por qué parece que aboca mucho a los hombres:

“[…] desde muy niña viví muy rodeada de hombres […]. Son un misterio y me fascinan. Hasta
las cosas malas que hacen me fascinan en el sentido de que trato de entender por qué somos tan
diferentes nosotras, las mujeres, y al mismo tiempo por qué los entiendo tan bien.” (Jornada, 2021)
Sin embargo, los hombres históricamente han hablado de y por las mujeres durante siglos y no se les ha

cuestionado cómo pudieron robar la voz femenina y moldearla para conseguir sus objetivos estéticos, solo se

asumió que podían hacerlo.

Creo que el mal lo ha hecho la naturaleza humana que engloba a hombres, mujeres e intermedios,
indefinidos, un tema polémico. Me asumo feminista; antes me costaba mucho, pero ahora sí lo hago,
porque quiero darle mucha visibilidad a la violencia contra las mujeres. […] Hemos dejado de hablar de
la violencia que las mujeres ejercemos, y me parece importantísimo desterrarla. En mis libros siempre
hablo de violencia y del daño que hace, y también de la violencia de las mujeres hacia otras. […]
En Temporada de huracanes analicé de qué manera he ayudado al machismo y repetido estereotipos
injustos hasta para hombres y mujeres. (Jornada. 2022)
Hablar de feminismo y recurrir a la literatura de Melchor no es gratuito, justamente en un

contexto en el que se tiene tan al alcance al movimiento feminista y que aún así puede no

saberse mucho de él. Es de importancia apremiante ahondar en todos los matices que abarcan al

feminismo y afrontar que existen tantos tipos de este como mujeres en el mundo habitamos.

Melchor quizá represente ese estereotipo de “mala feminista” que se ha formado desde el boom

de la cuarta ola feminista, es decir esa que no grita a los cuatro vientos “soy feminista”. La

misma que puede rascar la herida de los feminicidios desde su narrativa evocando a la nota roja

que ha sido dominada por los hombres, ellos quienes se apropian de las historias de las que ya

no están.

Pero el líder señaló el borde de la cañada y los cinco a gatas sobre la yerba seca, los cinco
apiñados en un solo cuerpo, los cinco rodeados de moscas verdes, reconocieron al fin lo que asomaba
sobre la espuma amarilla del agua: el rostro podrido de un muerto entre los juncos y las bolsas de
plástico que el viento desde la carretera, la máscara prieta que bullía en una miríada de culebras negras,
y sonreía. (Melchor, 2017)

Melchor es una autora feminista que no solo desafía al patriarcado y al sistema que

oprime a las escritoras y a las periodistas, sino que desafía al feminismo mismo. Sería una

necedad no reconocer al feminismo presente en una mujer que escribe, en una mujer que es
periodista, en una mujer que se apropia de la nota roja, que escribe sobre “lo que no debe”, en

una mujer que cuestiona a otra mujer, en una mujer que se cuestiona a sí misma.

Bibliografía

Aina Pérez Fontdevila, M. T. (2019). ¿Qué es una autora? Encrucijadas entre género y autoría. Barcelona: Icaria.

elem.mx. (31 de julio de 2018). Obtenido de Enciclopedia de la literatura en México:


http://www.elem.mx/autor/datos/4045

Marcela Vargas, K. S. (2020). Escritoras mexicanas: feminismo y reivindicación en la literatura . Corriente Alterna.

Melchor, F. (octubre de 2017). Fernanda Melchor "Temporada de huracanes". (J. Valdez, Entrevistador)

Melchor, F. (2017). Temporada de huracanes. Ciudad de México: Penguin Random House.

Poniatowska, E. (14 de marzo de 2021). La escritora más fuerte: Fernanda Melchor. La Jornada.

Rojas, M. (2021). Fernanda Melchor: entre violencia y misoginia. CH Ciudad de México.

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