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CAPÍTULO VI

TURISMO

URBANO
6.1. TURISMO URBANO: ASPECTOS GENERALES 2

Las transformaciones que recientemente experimentan las ciudades son


una de las diversas consecuencias del cambio de su modelo económico, y
un claro ejemplo del nuevo contexto de terciarización que se está
imponiendo a escala mundial. Este hecho provoca que los entornos urbanos
sean progresivamente más idóneos para el desarrollo de actividades de
ocio y turismo. De hecho, el turismo siempre ha existido en la ciudad, desde
sus inicios en la era del llamado Grand Tour, que recorría algunas de las
principales ciudades de Europa, y cuyos objetivos primordiales eran
culturales y educativos.

Además, a lo largo de la historia las grandes capitales siempre han sido


focos de atracción de visitantes. De hecho, hoy día, las ciudades grandes
son el destino turístico más importante del mundo, pero se ha dedicado
mucha menos atención a su estudio y seguimiento que a otras formas de
turismo. Una posible explicación de esta deficiencia es que el turismo no
suele ser el principal componente de la economía urbana. Éste es el caso,
sobre todo, de las grandes ciudades, mientras que en el otro extremo se
encuentran las pequeñas y medianas ciudades históricas, donde el turismo
acapara la estructura económica. Como consecuencia, una de las
principales dificultades en el análisis del turismo urbano es la identificación
del turista en la ciudad, puesto que es muy difícil separar el visitante que
viene para trabajar del que viene por placer, en tanto que utilizan los
mismos servicios y, frecuentemente, combinan ambos objetivos en su
visita.

Figura 6.1.- Los flujos turísticos en torno a la ciudad.


Fuente: Elaboración propia a partir de Pearce (1981).
6.1.1.- HACIA UNA DEFINICIÓN 3

Ante todo debe aclararse una consideración semántica: ¿el turismo urbano
trata del turismo en las ciudades o de las ciudades? La diferencia es que el
turismo en las ciudades es más limitado en ámbito, mientras que el turismo
de las ciudades abarcaría además la ciudad como fuente emisora (por
ejemplo hacia residencias secundarias) y como lugar de paso (lugar de
entrada y distribución, un aspecto de especial importancia en las grandes
capitales del Tercer Mundo). Estos tres elementos constituyen las
funciones de la ciudad, por lo que se les debe incluir en un estudio del
turismo urbano. Pearce (1981) resume en forma de diagrama este concepto
(figura 6.1).

6.1.2. LOS ELEMENTOS DE ATRACCIÓN A LA CIUDAD


Los elementos que hacen atractivas las ciudades son básicamente dos: las
funciones especializadas y la amplia gama de servicios que ofrecen, aunque
de hecho no existen dos ciudades idénticas y, por lo tanto, en algunas
predominarían algunas funciones extremamente especializadas, por
ejemplo. Las Vegas, ciudad que tradicionalmente ha basado su atractivo en
las funciones lúdicas del juego y el espectáculo (Blank, 1996). Así, esta
gama de servicios incluye:

Actividades comerciales, financieras e industriales, que atraen a los


visitantes no sólo por asuntos relacionados directamente con el trabajo,
sino también por ferias, congresos, etc.

• El mero hecho de albergar una población numerosa estimularía el


desarrollo de muchas actividades recreativas, culturales y artísticas,
a la vez que atraería a muchos amigos y parientes de visita.

• Los servicios personales necesarios para atender la población


(abogados, cuidados médicos, etc.).

• Focos de comunicaciones de entrada y distribución, tanto de


ferrocarriles y carreteras como de transporte aéreo. Esta función es
de gran importancia en países carentes de una estructura jerárquica
urbana bien desarrollada, en los que predomina una única ciudad que
aglutina todas las funciones urbanas del país.

A estas funciones básicas se pueden sumar servicios especializados que no


siempre están presentes, como por ejemplo los relacionados con las
funciones político-administrativas (organismos internacionales, sedes de
gobierno, etc.).

La figura 6.2 recoge estos elementos de atracción de las ciudades e indica


también las relaciones con- secuenciales entre éstos.
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Figura 6.2.- Los elementos de atracción de las ciudades

Como ya se ha mencionado, en las ciudades coinciden diversos tipos de


usuarios: la población local y la de la región colindante y los turistas, sin
olvidar aquellos que las visitan por motivos laborales. Sin embargo, no
todos ellos aprovechan los servicios de igual manera y en igual medida. La
figura 6.3 resume el uso que hacen los usuarios de los recursos disponibles
en la ciudad, y subdivide la ciudad en áreas o sectores funcionales. Se ha
de entender dichos sectores como conceptuales más que físicos, e incluso
no todos los sectores estarían presentes en todas las ciudades (aunque a
veces coinciden con distritos claramente delimitados). Un ejemplo de esta
concentración sería el West End de Londres, donde se agrupan la mayor
parte de los teatros destacados, o también el "Paseo del Arte" (museos) de
Madrid; en cambio, los edificios modernistas de Barcelona se encuentran
repartidos en un amplio radio la ciudad.

Figura 6.3.- Áreas funcionales en la ciudad turística


Fuente: Burtenshaw et al. (1991)

En el análisis del turismo urbano también es importante tener en cuenta


tres características específicas de esta clase de turismo. En primer lugar,
las actividades turísticas de una ciudad existen en un contexto más amplio,
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el del turismo de la región en la que se ubica la ciudad, o incluso en el
contexto de un país entero, como puede ocurrir en el caso de aquellas
naciones de pequeñas dimensiones. De este modo, la ciudad se convierte
en centro de un ámbito mayor. Segundo, y aparentemente contradictorio,
las ciudades pueden formar redes funcionales, independientemente de su
entorno regional. Un ejemplo de esta circunstancia sería el de las pequeñas
ciudades históricas de Lieja (Bélgica), Aquisgrán (Alemania) y Maastricht
(Países Bajos), que juntas forman un claro producto turístico que ignora por
completo su entorno geográfico. Finalmente, el denominador común del
turismo en ciudades, salvo aquellas muy especializadas, es la variedad de
la oferta y la demanda, ya que los usuarios de dicha oferta no son única-
mente los turistas.

6.1.3.- LOS COMPONENTES DEL PRODUCTO

Para que la ciudad pueda atraer muchos visitantes antes ha tenido que
transformarse en un "producto" turístico. Así, Jansen-Verbeke (1986) ha
agrupado los componentes del producto "ciudad como centro de ocio, en
tres categorías (figura 6.4):

• Elementos básicos, como un entorno adecuado para el ocio y unos


lugares específicos de uso turístico, lúdico o recreativo.

• Elementos secundarios, adicionales o de soporte, que en muchos


casos son esenciales, como el alojamiento y servicios de
restauración.

• Elementos condicionantes, sobre todo el acceso y la accesibilidad,


que incluyen la existencia de aparcamientos adecuados, junto con
una infraestructura de oficinas de información, planos, señalización,
visitas organizadas, etc.

Figura 6.4. La ciudad como centro de actividades de ocio.


Fuente: adaptado de Jansen-Verbeke (1986).
Al examinar algunos de estos componentes con más precisión, es más que
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evidente la importancia de que la ciudad se identifique con una imagen de
lugar agradable para vivir, no sólo para visitar (por ejemplo, debe disponer
de un animado centro histórico bien conservado, limpio, cuidado, seguro,
etc.).

Por otro lado, el alojamiento es un servicio básico puesto que permite que
se realice la estancia (la esencia misma del turismo). En cuanto a la
estructura hotelera, existen tres diferencias importantes entre la de la
ciudad y la de los centros turísticos de playa: en primer lugar, en la ciudad
tiende a seguir las pautas (en cuanto a ubicación y tipo) dictadas por otras
funciones, tales como el comercio, la administración, los centros de
negocios, el recinto ferial, etc., mientras que en la costa la localización
hotelera es la base del turismo. En segundo lugar, y precisamente por la
misma razón, suele requerir personal con un mayor nivel de formación.
Finalmente, la demanda sufre menos altibajos a lo largo del año, lo que
repercute positivamente en su rentabilidad y el empleo. En lo que se refiere
a la restauración, no hay que olvidar la importancia de su contribución a los
ingresos, que según los casos puede llegar a ser del 15%.

Resulta difícil, por no decir imposible, separar estadísticamente las


compras turísticas de las compras por necesidades de la población local.
Obviamente su importancia como componente de los atractivos de la
ciudad es variable. Puede tener una influencia marginal o nula (en la visita a
una ciudad cultural como Florencia), o en el extremo opuesto, llegar a ser
un objetivo primordial de la visita (caso de los numerosos malls
norteamericanos como el de Edmonton, o anteriormente a la existencia de
la Unión Europea, las excursiones desde Dover -Inglaterra- a Calais -Fran-
cia- para hacer compras libres de impuestos).

En todo caso, el "ir de compras" aparece como un elemento significativo de


la experiencia turística (Shaw y Williams, 1994), y en este sentido el
"ambiente" que se crea en la zona comercial es un factor importante de
cara a la atracción de turistas. Este ambiente debería incluir algunos de los
siguientes elementos: zonas peatonales -incluso ajardinadas-, decoraciones
callejeras, escaparates y fachadas atractivas, combinación de bares,
restaurantes y animación callejera, aparcamientos, etc. Existen casos
donde la mejora del centro comercial de ciertas ciudades en declive
industrial ha servido de función catalítica para su oferta cultural, como ha
ocurrido en la ciudad británica de Manchester (Law, 1996a). Por otra parte,
no se debe subestimar la contribución del comercio: por ejemplo, un
estudio realizado en 1992 por el English Historie Towns Forum averiguó que
el 75% de los visitantes a las ciudades históricas combinaban las visitas a
los monumentos y edificios de interés con las compras.

No obstante, una oferta no es tal a menos que se pueda acceder a ella, y


esto implica la existencia de accesos adecuados así como también de
servicios que faciliten la accesibilidad. Las autopistas, ferrocarriles y
aeropuertos otorgarían lo primero, mientras que los trenes de alta velocidad
o una red de vuelos regulares directos desde muchos lugares de origen
proporcionarían lo segundo (por ejemplo, la construcción de un aeropuerto
cerca de Reikiavik, capital de Islandia, durante la Segunda Guerra Mundial,
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fue fundamental para el despegue del turismo en esta ciudad). Una amplia
red de vuelos a una determinada ciudad ayuda no sólo a la expansión
económica (fuente indirecta de la demanda turística), sino que también
incentiva la celebración de ferias y congresos internacionales, así como los
paquetes turísticos a un buen precio.

Finalmente, cabe recordar que sin el conocimiento previo de la existencia


de una atracción turística y la información adecuada, no existiría ningún
producto. Tanto el conocimiento y la difusión que dan lugar a la formación
de una imagen como la posterior provisión de información, son factores
fundamentales.

6.1.4.- LAS MOTIVACIONES DEL TURISTA URBANO

Es evidente que los visitantes atraídos por las ciudades responden a


perfiles cada vez más diferenciados y solapados, donde las "barreras" entre
unos y otros acostumbran a ser difusas. Por lo tanto, y a diferencia de otros
productos turísticos más convencionales, en el caso del turismo urbano no
existe un único motivo de atracción, sino que éstos se entremezclan (Vera
y Dávila, 1995). Por otro lado, también es evidente que las motivaciones de
los visitantes están muy estrechamente ligadas a las atracciones que
ofrezcan las ciudades, las cuales se pueden agrupar en cinco categorías:

• Negocios, que incluyen un elemento de trabajo que no es de carácter


turístico, pero que también comprende la asistencia a ferias y congre-
sos, con un componente en parte turístico.

• Cultura, entendida en su sentido más amplio, para incluir no sólo los


espectáculos, festivales, museos y exposiciones, sino también edi-
ficios, monumentos y cualquier otro elemento que integre el
patrimonio cultural.

• Visitas a los familiares o amigos, un motivo significativo en cualquier


destino, y frecuentemente olvidado en el estudio del turismo.

• Actividades destinadas a proporcionar una satisfacción o a cubrir una


necesidad personal, en los ámbitos de la salud, religión o educación
(incluyendo cursos, cursillos o visitas educativas).

• Deporte, bien participativo o, para asistir a acontecimientos


deportivos, y las actividades habituales de ocio (compras,
gastronomía, etc.).

Además, la demanda del turismo urbano está aumentando constantemente,


debido principalmente a dos factores: primero, las tendencias generales del
sector turístico favorecen su crecimiento; y segundo, el turismo urbano se
adapta bien a estas tendencias. Así, las principales tendencias generales
del sector turístico son:

• Preferencias "post-fordistas", que apuntan hacia la diversidad de las


atracciones solicitadas y la elección de un viaje "hecho a medida"
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desde un "menú" general.

• Segmentación del mercado turístico, que favorece la elaboración de


productos cada vez más especializados.

• Aumento del nivel cultural entre la población de los países


desarrollados, que se manifiesta en un mayor interés por visitar
lugares con una oferta cultural.

• Aumento de la población mayor que, con más tiempo libre y medios


económicos para viajar, también demuestran tener más deseos de
visitar lugares y no tanto de descansar.

• Tendencia a repartir las vacaciones anuales en períodos cortos, que


permiten realizar "escapadas" de pocos días a lo largo del año.

Los rasgos específicos de las ciudades encajan y se adaptan bien a dichas


tendencias generales. Pero además, las ciudades presentan algunas
ventajas específicas como:
• La creciente importancia de congresos y ferias como actividad
económica desde hace más de una década, que se concentra en las
ciudades;

• El fácil acceso, sobre todo por avión, a las ciudades importantes, al


disponer de un servicio de vuelos regulares frecuentes y con una gran
amplitud de orígenes;

• Las ofertas de fin de semana en la mayoría de las ciudades, en las


que el principal mercado son los negocios que, obviamente, se
concentra entre los lunes y viernes;

• La atracción que supone la animación de la ciudad para la población


joven;

• La menor dependencia en la ciudad del factor climático que el


turismo de playa, circunstancia que permite el alargamiento de la
temporada turística, incluso a lo largo de todo el año en muchos
casos.

6.1.5.- UNA TIPOLOGÍA DE LAS CIUDADES TURÍSTICAS

Como consecuencia directa de las motivaciones que estimulan el mercado


turístico, los potenciales turistas se sienten atraídos hacia determinados
tipos de ciudades. No obstante, la gama es muy amplia y se resume a
continuación, citando entre paréntesis algunas de las ciudades que
pertenecerían a cada una de las categorías:

• Grandes ciudades metropolitanas (Londres, París, Nueva York, Hong


Kong, Sidney)
• Capitales Administrativas (Bruselas, Berlín, Washington DC, Viena)
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culturales (Roma)

• Ciudades históricas o amuralladas Grandes : (Atenas, Ámsterdam,


Boston, Filadelfia, Nueva Orleáns)

• Ciudades históricas o amuralladas medianas o pequeñas (Venecia,


York, Warwick, Canterbury, Brujas, Aigües Mortes, Dubrovnik,
Charleston)

• Ciudades monumentales o de interés arquitectónico (Granada, Pisa,


Brasilia)

• Centros culturales o de arte (Florencia, Salzburgo)

• Ciudades industriales o comerciales:


 De interés histórico (Stoke-on-Trent)
 Con centro urbano regenerado (Manchester, Glasgow, St. Louis)
 Centro de congresos (Chicago, Atlanta, Detroit, Ginebra,
Birmingham)
 con la zona portuaria revitalizada (Baltimore, Ciudad del Cabo)

• Centros de ocio construidos para tal fin:


 Parque de atracciones (Orlando)
 juegos de azar (Las Vegas)

• Centros de peregrinaje (La Meca, Jerusalén, Lourdes, Santiago de


Compostela, Fátima)

• Balnearios y centros hospitalarios (Baden- Baden, Rochester)

• Centros educativos (Cambridge, Salamanca)

• Centros de sistemas de transporte:


 Puerta de entrada del país (Reikiavik, Helsinki, Bangkok, Auckland)
 Escala o "hub" de rutas aéreas (Singapur)
 Parada para cruceros (Génova, Reikiavik, Barcelona)

• Ciudades de playa (Monte Cario, Carmes, Alicante, Benidorm, Miami,


Mar del Plata, Punta del Este)

• Centros de deportes de invierno (Klagenfurt, Innsbruck, Andorra la


Vella, Grenoble)

Las grandes ciudades multi-funcionales, con una amplia gama de servicios


y de atracciones específicas, así como con un elevado grado de
accesibilidad, concentran una parte significativa de la demanda. También
los grandes centros de congresos y ferias generan flujos importantes,
coincidiendo a menudo con la categoría anterior. La combinación de
arquitectura, monumentos y cultura es el tercer atractivo más importante, y
también coincide muchas veces con la oferta de las dos categorías
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anteriores. No obstante, una función específica, o única en algunas
ciudades, es suficiente para generar flujos importantes; esto es notable en
el caso de las ciudades de peregrinaje, donde el ejemplo paradigmático es
La Meca, ciudad de obligada visita para los musulmanes (Page, 1995).

Se incluirían las ciudades de costa que son el centro de una región turística
donde predomina el turismo de sol y playa, puesto que sirven de centros de
distribución y de alojamiento, y a la vez reciben muchas visitas de las
personas alojadas en los alrededores. Asimismo, por la misma razón, se
cerraría la lista con las ciudades que constituyen el foco de regiones de los
deportes de invierno.

6.1.6.- LOS FACTORES Y LAS ESTRATEGIAS IMPLICADOS EN EL


DESARROLLO DEL TURISMO URBANO

La promoción de forma generalizada de la ciudad como un destino turístico


se remonta realmente a la década de los ochenta, como resultado de dos
factores. En primer lugar, el turismo era una actividad que manifestaba no
sólo un rápido crecimiento sino también una fuerte diversificación hacia
formas y productos que la ciudad estaba capacitada para proveer. La
mayoría de las ciudades ofrecían, además, las necesarias condiciones de
acceso y accesibilidad, y así pudieron aprovechar esta circunstancia para
sacar una mayor rentabilidad a sus instalaciones hoteleras, pensadas para
los negocios y, por lo tanto, a menudo infrautilizadas en fines de semana y
períodos festivos. Las ciudades se convirtieron así en destinos atractivos,
tanto por sus prestaciones como por su competitividad en términos de
precio.

En segundo lugar, la desindustrialización de numerosas ciudades, antaño


poderosos centros económicos, condujo a una pérdida de empleo en masa,
y al consiguiente declive socioeconómico. Éstas encontraron en el
desarrollo del turismo un sector idóneo para reemplazar la actividad
industrial (Law, 1996a). En estos casos, no se ha considerado el turismo
como una panacea de los problemas urbanos, sino una solución para
algunos de ellos. Así, con un planteamiento adecuado, el turismo sería
capaz de beneficiar no sólo a la gente directamente implicada en el sector,
sino también al conjunto de la ciudadanía.

Las ciudades industriales británicas de Manchester, Glasgow y Birmingham,


que crecieron enormemente durante la Revolución Industrial, para después
entrar en declive en los años setenta, son un ejemplo destacado de esta
tendencia y una buena muestra de la contribución potencial del turismo en
este tipo de situaciones. Tanto Manchester como Glasgow han basado su
oferta turística en la cultura y el comercio, mientras que Birmingham (en el
centro geográfico de la zona industrial y comercialmente más desarrollado
de la Gran Bretaña) ha apostado por potenciar el sector de ferias,
convenciones y congresos. De forma similar, en Estados Unidos, Atlanta ha
desarrollado un importante sector turístico, basado en la provisión de
amplias instalaciones para congresos y eventos deportivos de alto nivel.
Otro ejemplo americano es la ciudad de Boston, donde durante la década de
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los ochenta se creó un verdadero distrito de congresos en torno al auditorio
ya existente, añadiendo 5.000 plazas hoteleras, un centro comercial y
enlazando el conjunto con accesos peatonales, todo ello en una zona de la
ciudad cercana al distrito histórico (Law, 1994).

Otra iniciativa, que se repite en algunas ciudades costeras con un


considerable éxito, es la remodelación de sus instalaciones portuarias para
transformarlas en zonas de ocio y restauración, que atraen tanto a la
población local como a los turistas. Destacan entre otras, las iniciativas de
Ciudad del Cabo (República de Sudáfrica), Baltimore y Savannah (Estados
Unidos de América), Londres (Reino Unido), y Barcelona para el caso
español.

La estrategia de desarrollo del turismo urbano basado en Law (1992 y


1994), se resume en la figura 6.5. Previo a un análisis del potencial turístico
de la ciudad, que permita identificar los "puntos fuertes" y las
"oportunidades", se inicia un programa de inversiones en una oferta
primaria, que en la mayoría de los casos consiste en revalorizar los
principales atractivos existentes (museos, edificios históricos, monu-
mentos, etc.), junto con la mejora general del entorno urbano. En este
sentido, el sector público juega un papel fundamental a la hora de
determinar la estrategia a seguir, ya que por un lado, la gran mayoría de los
espacios y edificios de interés turístico suelen ser de propiedad pública y,
por otro, detenta el poder de decisión. No obstante, la intervención del
sector privado también es necesaria, tanto para la financiación de
proyectos como para la gestión y comercialización.

Figura 6.5.- La estrategia de desarrollo del turismo urbano


Fuente: Law (1994)
Las actuaciones sobre el tejido urbano deben ir acompañadas por un plan
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de marketing adecuado, que suele requerir la presentación de una nueva
imagen. En este sentido, destaca la contribución que la nominación como
sede olímpica de 1992 ha tenido en el auge turístico de Barcelona, que goza
ahora de una imagen renovada, más desenfadada y alegre, reemplazando la
anterior, mucho más industrial, comercial, seria y aburrida (De Delás, 1995).
El posterior aumento del número de visitantes genera ingresos y empleo
que pueden, asimismo, crear un clima que favorezca la inversión en el
establecimiento o la expansión de otras actividades económicas, tanto las
destinadas al consumo turístico como de otro tipo.

A la vez, el nuevo clima económico permite la ampliación de las


instalaciones y servicios destinados a la población local y, de forma
general, el mantenimiento del entorno urbano. El orgullo del ciudadano por
su ciudad también suele incrementarse, completando de este modo su
regeneración física, económica y social. No obstante, las necesidades e
inquietudes de la ciudadanía no siempre coinciden con las de los turistas,
por lo que es recomendable diseñar una política turística global y una
gestión separada y diferenciada.

En el caso de ciudades que han basado su demanda turística en un número


reducido de atractivos, o incluso en un único producto, se han aplicado
estrategias para diversificar su oferta, ser más competitivas y aumentar la
demanda, para así alargar la temporada o proporcionar una mayor
rentabilidad a los servicios que ofrecen. Tal es el caso de Las Vegas, fun-
dada como centro lúdico, con numerosos casinos de juego y espectáculos.
Esta oferta se ha diversificado a lo largo de los años hasta incluir
numerosos campos de golf; pero sobre todo, el conjunto se ha hecho
atractivo para la organización de congresos y convenciones, por lo que esta
actividad constituye actualmente un componente importantísimo del
turismo en Las Vegas.

La ciudad de Orlando, con apenas importancia como destino turístico antes


del establecimiento del complejo de parques temáticos de Disney World y
Epcot Center en sus alrededores, atrajo en primer lugar otros
equipamientos lúdicos. Posteriormente se ha convertido en un centro de
congresos muy importante, sobre todo a partir de su gran accesibilidad, la
existencia de una infraestructura hotelera adecuada en volumen y calidad,
y el complejo Disney como un valor añadido. Un caso diferente es el de
Atlantic City, un antiguo destino de sol y playa de alto nivel, que después de
un período de declive ha visto revitaliza- do su atractivo sobre la base del
juego y los congresos, convirtiéndose en el "Las Vegas" de la costa Este
norteamericana.

También cabe señalar que la adecuada organización y marketing de


servicios básicos como la salud y la educación pueden ser comercializados
en forma de productos turísticos. Ya se ha indicado en el apartado 6.1.5 la
existencia de ciudades con una cierta especialización en estas funciones,
que pueden ir desde tratamientos médicos especializados y chequeos
exhaustivos hasta estancias para el relajamiento, recuperación del estrés y
tratamientos de adelgazamiento. En cuanto a las visitas educativas, varían
desde cursos de formación en diversos niveles hasta viajes de estudios.
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Finalmente, los acontecimientos especiales (festivales, exposiciones


especiales y grandes acontecimientos como Juegos Olímpicos),
constituyen una estrategia de desarrollo turístico importante, aunque
arriesgada, dado el coste elevado necesario para la inversión, previa al
evento. En contrapartida, la principal contribución se traduce en:

• Atraer a un gran número de visitantes (a veces en temporada baja).


• Atraer a algunos turistas que en circunstancias normales, no
vendrían.
• Aumentar el prestigio de la ciudad.
• Mejorar su imagen.
• Revalorizar las atracciones existentes.
• Favorecer la repetición de visitas.
• Estimular la regeneración urbana.

En este aspecto, los Juegos Olímpicos de 1992 hicieron posible estos


objetivos en el caso de Barcelona, y en cambio la Expo 2000 de Hannover
fracasó en la mayoría de ellos.

6.1.7.- LOS IMPACTOS NEGATIVOS Y POSITIVOS

Los aspectos positivos del turismo para la ciudad han sido expuestos a lo
largo de los apartados precedentes. Se pueden resumir en los siguientes
términos:

• Genera beneficios económicos.


• Contribuye al desarrollo económico y crecimiento urbano en general.
• Conduce a la creación de empleo.
• Permite el desarrollo de funciones de ocio que son aprovechadas por
la población local.
• Inicia y constituye, a la larga, una regeneración urbana.
• Estimula la planificación.

No obstante, su contribución no se limita a estos aspectos positivos, sino


que también puede generar ciertos impactos negativos. Entre ellos
destacan:

• La degradación urbana donde se sobrepasa la capacidad de carga.


• La congestión de los centros históricos debido a la concentración de
los visitantes.
• El aumento del precio del suelo.
• La desviación de la inversión pública de las necesidades básicas de
la población.

Unos ejemplos concretos ilustran estas situaciones. Aun teniendo en


cuenta las dificultades que supone la definición de la capacidad de carga,
se pueden reconocer síntomas de colapso en los accesos, largas colas en
las entradas a los monumentos y museos, y la insuficiencia de los servicios
de restauración y alojamiento como elementos indicativos de una sobre-
carga. En asociación directa, y frecuentemente presente en los mismos
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lugares, aparece el problema de la congestión en los centros históricos de
las ciudades (Jansen-Verbeke, 1986; Ashworth y Tunbridge, 1990).

Tales problemas no son frecuentes y generalizados en las grandes


ciudades, diseñadas y acostumbradas a absorber grandes flujos de
personas. En cambio, sí lo son en aquellas ciudades pequeñas, diseñadas
para el uso por un número reducido de personas, y donde el turismo es el
principal generador de visitantes, y más aún en las ciudades históricas. En
estas últimas, los edificios de mayor interés suelen concentrarse en un
sector céntrico con una superficie reducida y de difícil acceso a través de
calles estrechas. En estos casos, la situación se complica con el
predominio de excursiones de un día, bien porque los visitantes no tienen
interés en profundizar en el conocimiento del lugar, bien por la insuficiencia
de la oferta de alojamiento. En consecuencia, a la concentración espacial
hay que añadir la concentración horaria, con lo que la población local tiene
que sufrir las molestias del ruido, bullicio y pérdida de privacidad. Además,
precisamente por su carácter histórico, los monumentos y edificios
antiguos suelen ser frágiles, llegándose a deteriorar con gran facilidad.

La ciudad de Venecia sufre desde hace tiempo algunos de los síntomas de


sobrecarga y la consecuente degradación urbana, que se suman a una serie
de problemas medioambientales de tipo general, como son: el hundimiento
del suelo, combinado con el aumento del nivel del mar; la contaminación de
las aguas de la laguna en que se encuentra; y la contaminación de la
atmósfera (Van der Borg, 1992 y 1995; Van der Borg y Costa, 1993). A pesar
de su papel como capital de la región del Véneto, que ha experimentado un
crecimiento económico importante desde 1960, el centro histórico de
Venecia (con una superficie total de 700 Ha) ha sufrido una disminución
constante de su población en el mismo período. Los 175.000 habitantes de
1951 se redujeron a 78.000 en 1990, y a 65.000 a finales de los años
noventa, aunque acudían a la ciudad unos 47.000 diariamente para trabajar
(Van der Borg, 1995). Mientras tanto, la demanda turística no ha dejado de
aumentar de forma espectacular, sobre todo gracias a los excursionistas
que se alojan en los centros turísticos de las costas cercanas o en Padua
(a unos 40 km), con una oferta hotelera claramente más económica
(cuadro 6.1).
CUADRO 6.1
Demanda Turística en Venecia 1952-2000

El crecimiento del excursionismo en detrimento del turismo de estancia ha


causado impactos negativos en el tejido urbano que no han sido
compensados por los beneficios económicos. Dada la particularidad de la
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localización de Venecia, definida como una "ciudad-isla", se ha calculado
su capacidad de carga diaria con cierta exactitud, en función de variables
como la superficie, la población residente y pendular, la capacidad de
alojamiento y aparcamiento, y la población que depende económicamente
del turismo (Canestrelli y Costa, 1991). A la capacidad total de alojamiento
hotelero y extra-hotelero, se le tiene que sumar el número de
excursionistas adicionales que pueden soportar las infraestructuras, según
los criterios enumerados (cuadro 6.2).

CUADRO 6.2
Capacidad de carga turística de Venecia

Así, se estima el número óptimo en un poco menos de 10.900


excursionistas diarios, aunque se acepta que en días de mayor
afluencia en agosto, se pueda admitir a un máximo de 25.000 personas. El
número de visitantes reales en la época en que se hizo el estudio de
Canestrelli y Costa ya era 4,1 millones, que distribuidos a lo largo del año
daría un promedio diario de 11.233 personas, algo más de la cifra óptima
calculada. Sin embargo, esta circunstancia se ve agravada por la fuerte
concentración de los visitantes en el mes de agosto, cuando se registran
máximos diarios del orden de 37.500 visitantes.

El problema no es tan sólo la superación de esta capacidad total, sino que


además hay que tener en cuenta la mala distribución de la demanda, de
modo que la capacidad de carga se ve ampliamente superada durante gran
parte del año, hecho que ocurre desde hace mucho tiempo, tal como lo
demuestra el cuadro 6.3.

CUADRO 6.3
Superación de capacidad de carga en Venecia, 1987-2000

Para hacer frente a esta situación, la política municipal se ha concentrado


en algunas medidas disuasorias: el establecimiento de un sistema de cupos
y reservas para los autocares turísticos; la retirada de la candidatura como
sede para la Expo 2000; e incluso se ha llegado al extremo de realizar una
campaña publicitaria de carácter negativo
En cambio, ha aplicado también iniciativas positivas, como la introducción
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de un abono válido para la admisión a todos los museos de la ciudad
durante seis meses, con el fin de intentar atraer turistas repetidores y con
mayores inquietudes culturales y que se animen a pernoctar en la ciudad.
De hecho, seguramente en este caso la demanda excesiva de excur-
sionistas ha contribuido más al declive urbano de Venecia que a su
desarrollo.

Además de los ya citados, existen otros impactos negativos que se


relacionan con aspectos económicos. Primero, gran parte del coste de
mantenimiento de los edificios en las ciudades históricas recae sobre la
administración local; segundo, la concentración de los atractivos y
servicios en la zona céntrica de la ciudad provoca un aumento del precio
del suelo. De esta forma, la población local se encuentra abocada al man-
tenimiento de un sector de su ciudad del que rehúye o es rechazada, una
situación que además genera a veces un cierto malestar social.

También surgen conflictos sociales en ciudades de grandes dimensiones en


el momento de definir las prioridades de inversión. Por ejemplo, mucha
gente puede preferir y apoyar actuaciones que aporten beneficios sociales
inmediatos a aquellas iniciativas que estimulen la demanda turística, a la
vez que beneficios indirectos, más duraderos pero a más largo plazo. En
Birmingham (Inglaterra), hubo muchas críticas cuando se aprobó una
elevada inversión en el Palacio de Congresos municipal, necesario para
estimular el mercado de convenciones y congresos, al considerar que
suponía la desviación de fondos necesarios para la reparación de los
colegios. También fue criticada en Glasgow (Escocia) la inversión en salas
de conciertos y museos para albergar adecuadamente las actividades
relacionadas con el año de la "Ciudad Europea de la Cultura",
argumentando que dicha inversión no favorecía los sectores de población
más necesitados.

6.2. ALGUNOS PRODUCTOS Y DESTINOS

6.2.1.- EL MERCADO DE CONGRESOS Y FERIAS EN EUROPA Y


AMÉRICA DEL NORTE

Tal como se ha indicado en el apartado 6.1.4, durante las últimas décadas


se ha registrado un aumento significativo en el número de viajes relacio-
nados con los negocios, como resultado principalmente de la globalización
de la economía, junto con la emergencia de un gran número de
organizaciones y asociaciones internacionales (Law, 1994). Esto incluye el
desarrollo no sólo de viajes estrictamente comerciales o técnicos, sino
también de las ferias, congresos y convenciones, es decir, de lo que se
podría llamar el subsector más turístico de los viajes de negocios, de tal
forma que casi se dobló durante la década de los ochenta (cuadro 6.4). Y
dada la dificultad de delimitar la frontera entre trabajo y ocio en estos
casos, se suele considerar como una actividad turística. Se celebran
diariamente actos de diversos tipos y dimensiones, aunque a continuación
se analizan sólo los eventos de carácter internacional, ya que son los más
relevantes en el estudio del turismo urbano y, además, están mejor
17
documentados que los de ámbito local.

CUADRO 6.4
Congresos internacionales en el mundo 1930-1990*

Actualmente existe una fuerte competencia entre las ciudades para


albergar congresos internacionales, sobre todo aquellos que atraigan un
gran número de participantes, porque ofrecen ciertas ventajas
significativas con respecto al turismo puramente de ocio. En primer lugar,
se estima que los asistentes a un congreso gastan 2,5 veces más que un
turista medio; además, en muchos casos asisten con acompañantes, que de
otro modo no hubiesen visitado el lugar y, con frecuencia alargan su
estancia durante algunos días más. Por último, en estos casos la
estacionalidad afecta en menor medida la demanda que en muchos otros
tipos de turismo.

No obstante, existen ciertos requisitos para albergar congresos


internacionales que incluyen principalmente: la existencia de una
infraestructura básica en forma de un palacio de congresos, amplio y equi-
pado con tecnología puntera; la disponibilidad de alojamiento suficiente de
alta calidad (teniendo en cuenta, que se requieren muchas habitaciones de
uso individual); acceso fácil y rápido a la ciudad; un destino atractivo y
llamativo, a la vez que también una buena imagen. Dichos factores ejercen
una fuerte influencia en el desarrollo del mercado de congresos, que como
resultado, tiende a concentrarse en las grandes ciudades multi-funcionales
(París, Londres, Berlín o Nueva York), capitales políticas (Bruselas, Viena,
Roma, Madrid o Washington D.C.), focos de comunicaciones (Singapur),
importantes centros de actividades económicas (Ginebra, Hong Kong), jun-
to con algunas ciudades que se han especializado por haberse equipado
con las infraestructuras necesarias (Las Vegas, Chicago, Atlanta o
Birmingham).

Los congresos internacionales tienen lugar mayoritariamente en Europa. En


1990, Europa acogió un 61% destacando Francia y el Reino Unido con un
9% cada uno. En América del Norte, se celebraron un 14,3% (Estados
Unidos 10%) y un 12,9% en Asia (según datos de UIA). No obstante, durante
la década de los noventa, España y Alemania han aumentado en importan-
cia, siendo nuestro país el que ocupa actualmente la segunda posición
detrás de Estados Unidos (cuadro 6.5). La importancia de España se debe
fundamentalmente a la revalorización de los atractivos de Madrid y
Barcelona. Por su parte, en el caso alemán, su economía boyante y la
reunificación política han contribuido a una expansión de su mercado de
18
congresos.
CUADRO 6.5
Congresos internacionales por países, 1997-1999

No obstante, estos datos no revelan la gran importancia del mercado de


congresos en América del Norte, donde muchos eventos con un gran núme-
ro de asistentes no están clasificados como internacionales debido al
predominio de estadounidenses entre los asistentes. Se calcula que existen
entre 22.000 y 25.000 asociaciones en Estados Unidos, de las cuales el 80%
organizan reuniones anuales. Si a esta cifra se añaden todos los eventos
corporativos, se llega a más de un millón (1991), con 80,8 millones de
asistentes (Law, 1994). De hecho, en muchas de las ciudades
norteamericanas, la principal motivación, además de visitar a familiares y
amigos, son los negocios, incluyendo congresos, convenciones y ferias
(Blank, 1996).

A diferencia de Europa, el patrimonio histórico norteamericano es limitado,


debido a su corta historia urbana y al predominio de construcción en
madera, con mucha menor durabilidad que la piedra utilizada en Europa. Por
lo tanto, con la excepción de las ciudades históricas de Boston, Filadelfia,
Nueva Orleáns, Charleston y Savannah, y las grandes ciudades de Nueva
York y Washington D.C., la principal fuente de atracción de la mayoría de
las ciudades estadounidenses son los eventos asociados con los negocios:
ferias, congresos y convenciones. Hacia 1950, sólo Nueva York y el gigante
industrial de Chicago disponían de instalaciones adecuadas para congresos
a gran escala, pero en las siguientes tres décadas se construyeron
instalaciones adecuadas, casi siempre con dinero público, en la gran
mayoría de las ciudades grandes, de modo que hoy día más de cien
ciudades compiten en este segmento de mercado (Law, 1994).
19
Actualmente, las diez ciudades que atraen más convenciones son, en orden
descendente, las siguientes: Nueva York, Dallas, Chicago, Atlanta, Las
Vegas, Washington D.C., Orlando, San Francisco, Anaheim (sede de
Disneyland, California), y St. Louis.

La organización de ferias está más claramente relacionada con los


negocios y el trabajo, pero igualmente se puede incluir como un
componente del turismo de las ciudades. Su ubicación es más restrictiva
que los congresos, limitándose a los grandes centros industriales y de
negocios que generan esta necesidad. Como consecuencia, los recintos
feriales se concentran en estos lugares. Los equipamientos, además, exi-
gen ciertos requisitos específicos que imponen restricciones adicionales.
Tanto el recinto necesario como la capacidad de alojamiento son mucho
mayores que en el caso de los congresos, y se requiere acceso para
equipamientos de grandes dimensiones al recinto, y también para un gran
número de personas en un espacio reducido de tiempo. Es, por tanto, un
sub- sector mucho más especializado que el turismo de congresos.

En Europa, Alemania es el país líder en el sector de ferias, siendo tres los


factores que favorecen su liderazgo: su importante desarrollo industrial,
que aparece como el principal generador de la demanda de ferias; su
ubicación central en esta parte de Europa, fuertemente desarrollada
económicamente; y su buena conectividad, tanto por vía aérea como por
carretera, factor este muy ventajoso para el traslado de equipamientos de
gran volumen, frecuentemente presentes en las exposiciones. En 1963,
existían tres recintos feriales en toda Alemania minando las ciudades
industriales de Chicago y Cleveland, siendo también importantes ciertas
ciudades motoras de la economía como Atlanta, Houston, Nueva York,
Detroit y Dallas (Law, 1994). Sin embargo, existe una diferencia
significativa, como es la presencia de unos destinos turísticos de tipo
lúdico entre los diez primeros: Las Vegas (tercero), Anaheim (octavo),
Miami (undécimo), y Nueva Orleáns, que podría interpretarse como un tipo
intermedio. El reclamo de las actividades lúdicas complementarias es, por
tanto, evidente.

6.2.2.- LA DISTRIBUCIÓN DE LA DEMANDA, LA OFERTA DE


ALOJAMIENTO Y LAS MOTIVACIONES DE LOS VISITANTES EN
EUROPA

Si hay dificultades para conseguir estadísticas completas y fidedignas de la


demanda en el turismo en general, este problema se multiplica en el caso
del turismo de ciudad. Muchas ciudades no realizan estudios de la
demanda, y en aquellos casos en que se llevan a cabo, existe la dificultad
añadida de separar el uso turístico de los servicios de los otros usos. La
Federación de Oficinas de Turismo de Ciudades Europeas (FECTO) realiza
periódicamente un estudio de las ciudades miembros de este organismo,
que reúne las ciudades turísticas más importantes del continente. Tienen
derecho a ser miembros de FECTO las ciudades con más de 100.000
habitantes y 3.000 plazas hoteleras que además dispongan de instalaciones
para realizar congresos, organicen eventos culturales y dispongan de un
20
cierto patrimonio histórico y monumental. Basándose en sus trabajos
(Wóber y Grabler, 1997), se pueden identificar el perfil del turista de ciudad
y la dimensión de la demanda de este tipo de turismo en Europa.

El turismo de ciudad en Europa ha registrado un importante aumento desde


1984, aunque se vio frenado en los años 1990-1991 durante la llamada
"Crisis del Golfo", cuando se redujo la demanda de los norteamericanos,
británicos y japoneses (véase figura 6.6). Los diversos grandes
acontecimientos de 1992 (sobre todo Juegos Olímpicos y Exposición
Universal de Sevilla) estimularon una recuperación temporal de la demanda,
aunque la tendencia no se generalizó hasta los años 1994-1995, para verse
frenada otra vez en 1996, año en el que se registró una reducción del orden
del 1,9%.

Figura 6.6.- Demanda de turismo de ciudad en Europa, 1984-1996


(*83 ciudades miembro de FECTO)
Fuente: Wober y Graber, (1997)

El predominio de Alemania y el Reino Unido como generadores de la


demanda (cuadro 6.6) es el que les corresponde por la dimensión de su
población y el fuerte desarrollo de su economía, si bien la unificación de las
dos Repúblicas alemanas explicaría también el aumento significativo de los
flujos desde este país. La disminución de la demanda por parte de los
británicos se explica por factores económicos. En cuanto a los visitantes
no europeos, las cifras confirman la gran importancia del turismo de ciudad
para los mercados estadounidense y japonés.
CUADRO 6.6
Pernoctaciones totales en ciudades europeas* según país de origen,
1987-1996
21
El análisis de las ciudades individuales es aún más precario. En primer
lugar, no todas las ciudades europeas están incluidas en el estudio de
FECTO, aunque sí aquellas con una demanda significativa y/o un interés
declarado en promover el turismo. En segundo lugar, varias ciudades no
facilitaron datos sobre la oferta de alojamiento y, finalmente, en algún caso
(de los que el más significativo es Londres), FECTO rechazó algunos de los
datos facilitados por ser difícilmente creíbles.
CUADRO 6.7
Oferta y demanda hotelera 1996-1998 y tendencias de demanda 1987-1996
En las ciudades europeas*

Sin embargo, un análisis detallado del cuadro 6.7 revela ciertas


características del destino para los turistas de ciudad. En primer lugar, es
claro el predominio de Londres y París, dos grandes ciudades multi-
funcionales, seguido de Roma, que reúne las funciones de capitalidad y a la
vez de ciudad monumental por excelencia. Aunque no se duda de la
veracidad de los datos facilitados por las oficinas de turismo corres-
pondientes, puede haber una diferencia de criterio en su recogida. De
hecho, otros análisis colocan a Londres y París en una situación más pareja
que, en opinión de los autores, se ajustaría más a la realidad. La demanda
turística de Malta es, en realidad, de sol y playa y lo mismo ocurre, en gran
medida, en el caso de Niza. Las demás ciudades donde se registraron más
de dos millones de pernoctaciones corresponden evidentemente a las
22
diversas categorías identificadas en el apartado 6.1.5. Por regla general, en
las ciudades donde los viajes de negocios constituyen una parte importante
de la demanda de alojamiento, predominan los flujos interiores, mientras
que las que cuentan con atractivos propiamente turísticos atraen a un
mayor porcentaje de visitantes extranjeros. Otro estudio de 35 ciudades
europeas (Grabler et al., 1996) reveló que las tres razones principales de las
visitas fueron: profesionales (46%), incluyendo ferias y congresos; ocio
(27%); y visitas a amigos y parientes (8%). Esto contrasta con Estados
Unidos, donde predominan las visitas a familiares (entre 30 y 40% en la
mayoría de los casos) y las visitas profesionales en porcentajes parecidos,
mientras que el ocio sólo constituye un componente significativo en
ciudades reconocidas como destinos específicos (Orlando, Las Vegas, etc.).
Los datos presentados no son definitivos, pero se puede constatar que
existe una demanda constante para el turismo de ciudad en Europa, y que
no se trata de una moda pasajera. Por regla general, las ciudades no sufren
los problemas de los núcleos de costa, donde su crecimiento puede
restarles atractivo. Al contrario, las grandes ciudades multifuncionales y
las capitales que ofrecen una amplia gama de servicios generan la mayor
parte de la demanda.

6.2.3.- LONDRES Y PARÍS, LOS DESTINOS PREDILECTOS DE EUROPA

Son diversos los factores que explican el predominio de Londres y París


como destinos turísticos: su dimensión y capacidad de alojamiento; su
capitalidad; el predominio en sus respectivos países, no sólo actual sino a
lo largo de muchos siglos, que ha permitido la acumulación de servicios,
funciones y riqueza monumental y patrimonial en ellas; y, finalmente, su
función como principales puertas de entrada al continente europeo por vía
aérea. Así, ambas reciben anualmente más de diez millones de visitantes
extranjeros, que generan el 63% de las pernoctaciones totales de París y el
68% de las de Londres (Tuppen, 1996; Bull y Church, 1996). No obstante, no
sólo predominan como destinos predilectos entre las ciudades europeas,
sino también como destinos turísticos en sus respectivos países. Las
pernoctaciones hoteleras en París representan el 27% de todas las
pernoctaciones de Francia, y en Londres el 37% de las realizadas en el
Reino Unido. El predominio de Londres en su país es tal que la mitad de los
extranjeros sólo visitan esta ciudad, y sus visitantes generan el 58% de
todos los gastos turísticos del país. En Francia, la situación es similar, pues
existen 12.000 monumentos registrados y 1.000 museos, aunque sólo ocho
de ellos (y todos en la capital francesa) reciben más de un millón de
visitantes anualmente.

6.2.4.- EL TURISMO CULTURAL EN EUROPA

La larga historia de la construcción de Europa ha dejado un patrimonio


histórico y cultural de gran envergadura, que no se limita a las grandes
capitales sino que también se distribuye entre ciudades de dimensiones
varias. Los recursos culturales más apreciados son los que corresponden a
la época medieval y renacentista, localizados en las capitales y ciudades
más importantes de los siglos XIV al XVI. Así cuatro ciudades del antiguo
23
Flandes (Brujas, Gante, Amberes y Lovaina) y seis ciudades del norte de
Italia (Florencia, Milán, Bolonia, Perugia, Siena y Ravena) figuran entre las
más importantes (Richards, 1996). Como dato indicativo, las ciudades de
arte belgas acaparan el 40% de los turistas extranjeros en el país mientras
que el 92% de la demanda en estas ciudades es de origen extranjero.
Solamente Brujas recibe más de tres millones de turistas al año (Vanhove,
1995), mientras que en Italia el turismo cultural supone aproximadamente
el 33% de todo su turismo (Van der Borg y Costa, 1996).

Una consecuencia secundaria de la existencia de preferencias ya


establecidas es la enorme dificultad para el establecimiento de nuevos
destinos culturales. Esto obligaría a unas inversiones muy fuertes (caso de
Fráncfort), o una nueva atracción puntera, como podría ser el Museo
Guggenheim de Bilbao. De forma similar, la existencia de un destino
preferido perjudica la demanda turística en otras ciudades cercanas;
Ámsterdam eclipsa a Rotterdam y Edimburgo durante muchos años ha
hecho lo mismo con Glasgow. Por otra parte, estas ciudades de menor
renombre en cuanto a su oferta cultural, se encuentran muchas veces
relegadas a la demanda de los excursionistas que se desplazan desde su
destino principal durante el día. El ejemplo más ilustrativo de esto en
nuestro país es el de las ciudades castellanas de Toledo, Ávila y Segovia,
eclipsadas por Madrid.

Existen muchas dificultades para aislar las estadísticas relativas a la


demanda del turismo cultural de otros motivos de viaje, aunque se estima
que alrededor del 11% de los viajes turísticos realizados en Europa
responden a intereses culturales como principal motivación (la demanda de
viajes culturales en Europa se ha más que duplicado desde 1970).
Estrechamente relacionado con esto es el gran aumento en el número de
museos y galerías de arte que ha habido en toda Europa desde ese mismo
año, existiendo hoy día algunos altamente especializados, como el Museo
del Diseño en Londres y el de los Dibujos Animados de Bruselas. El público
es cada vez más exigente, con lo que los museos "generalistas" ya no
gozan de tanta aceptación, con la notable excepción de los grandes Museos
Nacionales, como el de Londres.

No cabe duda de que se ha registrado un fuerte aumento del peso


económico del turismo cultural, y que éste ha ganado prioridad en las
estrategias políticas de muchas ciudades, regiones e, incluso, países,
donde se incorpora como parte integral de su regeneración turística y
económica (Gratton y Richards, 1996). No obstante, desde finales de la
década de los ochenta, la oferta ha crecido en mayor proporción que la
demanda en términos relativos, con lo que tiene lugar un aumento de la
competencia entre destinos y algunas atracciones pierden parte de su
anterior popularidad. Hay que tener en cuenta que el turismo cultural es un
sector de mercado algo elitista y, por tanto, más reducido que otros
segmentos. Y aunque está creciendo, también hay indicios de que está
perdiendo cuota de mercado, puesto que el turismo en su totalidad registra
pautas de crecimiento más altas (Richards, 1996).
La misma Unión Europea ha hecho una "promoción" del turismo cultural por
24
medio de la creación de la "Ciudad Europea de la Cultura", un nombra-
miento anual otorgado desde 1985 (cuadro 6.8). En sus orígenes, el objetivo
principal era el de difundir la idea de una cultura común europea, pero en la
práctica, los contenidos suelen tener un acento marcadamente
internacional, de alto nivel, sin una identidad específica y con un excesivo
énfasis en lo local y folclórico. En general, cada ciudad ha utilizado la oca-
sión como un vehículo para su propio desarrollo económico o de su región
y, al igual que ocurre con motivo de otros eventos especiales (como los
Juegos Olímpicos), ha servido para atraer a un gran número de nuevos
visitantes y contribuido a mejorar la imagen de algunas ciudades (por
ejemplo Glasgow).
CUADRO 6.8
Ciudades Europeas de la Cultura, 1985-2002

6.2.5. LAS CIUDADES DE PEREGRINAJE

Antes que nada, habría que hacer una distinción entre dos tipos de
visitantes a las ciudades de peregrinaje (Page, 1995):

• Los "peregrinos", cuya motivación es la meditación y la plegaria,


tanto para su salvación como para su curación en caso de sufrir algu-
na enfermedad. La mayoría de estos visitantes muestran poco interés
en los aspectos históricos o culturales, a no ser que estén
directamente relacionados con la religión.

• Los turistas religiosos, interesados por el contexto histórico y cultural


del lugar, aunque también suelen participar en algunos actos reli-
giosos.

Por otra parte, ciertos centros religiosos se convierten en atracciones


turísticas seculares. Éste es el caso de numerosas catedrales (Westminster
Abbey en Londres, la Sagrada Familia en Barcelona), pero también de
ciudades enteras (Jerusalén o Santiago de Compostela).
25

En la religión musulmana, el peregrinaje forma parte de las obligaciones de


sus practicantes, y ciudades como La Meca y Medina (Arabia Saudí),
Kairouan (Túnez) se han convertido en el destino de millones de creyentes.
La Meca es especialmente importante, ya que todos los practicantes del
Islam deben visitarla como mínimo una vez en su vida. Este peregrinaje,
denominado "Hajj", reúne aproximadamente dos millones de peregrinos en
la ciudad Saudita durante el último mes del calendario islámico. Por su
parte, la cifra de visitantes a Jerusalén es similar (2,3 millones en 1999),
aunque en este caso se reparten a lo largo del año.

Sin embargo, en algunas culturas donde el peregrinaje no constituye un


deber ineludible, la religión también genera unos flujos importantes. Por
ejemplo, en Polonia hay aproximadamente 500 centros de visitas religiosas
(aunque no todos son ciudades) que mueven cifras superiores a los seis
millones de personas (el 15% de la población total del país) (Page, 1995).
Por su parte, Lourdes (en el sudoeste de Francia), se ha convertido desde
mediados del siglo pasado en uno de los más importantes centros de pere-
grinaje de la fe católica. Y hoy día, es tanta su importancia que su
capacidad de alojamiento se acerca a las 100.000 camas (aunque más del
60% está compuesto por campamentos y casas de religiosos), superada en
Francia tan sólo por París (Eade, 1992), recibiendo entre cuatro y cinco
millones de visitantes anualmente, la mayoría de ellos llegados en avión.
El santuario francés se divide en dos zonas muy diferenciadas: una
dedicada al culto, donde se concentran la iglesia, las fuentes, las grutas y
los baños; y otra formada por el centro urbano en la que se localizan los
servicios comerciales (bares, restaurantes y tiendas de recuerdos).
Atiende, por lo tanto, a peregrinos de ambos tipos. Por último, hay que
mencionar también el hecho de que para muchas personas Lourdes
constituye una escala en una ruta europea de peregrinaje, siendo Fátima
(Portugal) el otro centro principal.

6.3. REFLEXIÓN FINAL: EL FUTURO DEL TURISMO URBANO

La expansión del turismo es un proceso continuo desde hace casi medio


siglo. Irónicamente, la mayoría de las ciudades, el primer objetivo de los
primeros turistas, quedaron relegadas a un segundo plano durante la gran
invasión de las playas en el período de expansión masiva del turismo.

En la actualidad, son muchas las ciudades que están haciendo un esfuerzo


por recuperar su posición anterior, y no cabe duda de que el turismo urbano
está en auge. Contribuye a ello la globalización de la economía y los
cambios en las motivaciones y los hábitos de los consumidores, como
principales factores. La necesidad de las administraciones públicas urba-
nas de buscar alternativas a sus tradicionales funciones industriales y
comerciales les ha animado a diseñar estrategias de desarrollo turístico
que sean capaces de proporcionar, además, beneficios indirectos para la
población local en forma de una regeneración urbana.
Al contrario de lo que pasa en los destinos de sol y playa, la demanda
26
turística tiende a revalorizar los recursos en vez de destruirlos. Son muchos
los que opinan que el turismo puede convertirse en el componente
económico más dinámico de la ciudad postindustrial. No obstante, en el
caso de las ciudades históricas, el balance entre los beneficios económicos
y los impactos negativos no siempre queda tan equilibrado. La
revalorización del patrimonio histórico en los últimos años es un hecho
innegable y el poder de atracción de estas ciudades es más que evidente.
Esta circunstancia obliga a una buena gestión de los recursos para evitar
su deterioro y molestias innecesarias a la población autóctona, como
resultado de un exceso en la frecuentación.

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