palapa | issn: 1870-7483 | vol. iii | núm. 1 [tercera época] | pp.
36-47 | enero-junio de 2015
Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
Tourism: Vector of Gentrification on Mexican Cities’ Downtown
David Navarrete Escobedo1
Resumen
El turismo se ha convertido en una actividad medular
en la agenda de las políticas urbanas de un gran número
de ciudades, tanto en México como a nivel internacio-
nal. Este artículo presenta una investigación descriptiva
de los corredores turísticos de la Ciudad de México, con
base en el análisis de documentos oficiales de planifica-
ción urbana y turística de 2002 a 2014. De igual modo, se
realizó un análisis cualitativo de los proyectos urbanos y
arquitectónicos de ese periodo. Se establecieron como
unidades de análisis la transformación de la vivienda, de
los usos de suelo, de la frecuentación turística y de las
formas de ocupación del espacio urbano. Se documen-
tó la transformación social y espacial de los corredores
turísticos. Este trabajo señala el papel determinante del
Estado en el proceso de gentrificación (sustitución real
y simbólica de clases populares por clases pudientes),
en los sectores centrales de la capital mexicana.
palabras clave: gentrificación, urbanismo, tu-
rismo, territorio, México.
revista de investigación científica en arquitectura
journal of scientific research in architecture
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Abstract1
Tourism is a core activity in urban policy agenda in
many cities in Mexico and abroad. This paper presents
a descriptive research of Tourism Corridors in Mexico
City. It is based on the analysis of urban planning and
tourism policies, from 2002 to 2014. Also it develops a
qualitative study of urban and architectural projects in
this period. Data were collected from the transforma-
tion of housing, land uses, tourist arrivals and occupa-
tion of urban public space. Social and spatial trans-
formation of Tourist Corridors was documented. This
paper highlights the role of urban planning promoted
by the State as crucial in the process of gentrification
(real and symbolic exclusion) in central areas in Mexi-
can cities.
key words: gentrification, urban planning,
tourism, territory, Mexico.
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 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
Introducción
En nuestras ciudades prácticamente ningún político,
inversionista, arquitecto, urbanista o director de mar-
keting urbano, puede ignorar al componente turístico
en sus proyectos asociados con la renovación de áreas
urbanas centrales. Los planes de ordenamiento terri-
torial, los programas de desarrollo urbano, generales
o parciales, las declaratorias de «Patrimonio de la Hu-
manidad», la construcción de equipamientos de ocio,
entre otros, estructuran parte de sus estrategias para
atender a un mercado creciente de visitantes y de resi-
dentes de alto nivel adquisitivo; esto sucede desde hace
al menos tres décadas en las capitales de los países del
norte y en el curso de los últimos años se han esparcido
a nivel mundial.
Claude Chaline (1995) subraya la participación del
turismo, la cultura y el ocio en la reconstrucción de
territorios afectados por una desindustrialización de la
economía metropolitana. El consumo de visitantes in-
yecta un nuevo soplo de vida a varias zonas que habían
entrado en un círculo vicioso de problemas urbanos
como el desempleo, el deterioro, la pérdida de habi-
tantes y el detrimento económico en general. A partir
de una serie de proyectos emblemáticos (El barrio de
Soho, en Londres; el Quincy Market de Boston; el Ma-
rais, en París; el Guggenheim, de Bilbao, el puerto de
Barcelona, entre otros) con un relativo éxito y cuya
importación es cuestionable, las imitaciones de este
tipo de intervención se han multiplicado. Lo anterior
no excluye la agenda urbanística de varias capitales
nacionales y regionales de los países latinoamericanos
(Ciudad de México, Buenos Aires, Sao Paulo, Salvador
de Bahía, Guadalajara, León, Querétaro, Quito, La Ha-
bana, Montevideo, etcétera).
En ese contexto se pretenden explorar las repercu-
siones de un urbanismo que hace de la presencia de
visitantes una prioridad (tácitamente o no) para estruc-
turar sus intervenciones en las zonas centrales metro-
politanas.2 La idea principal de este trabajo sugiere que
2 Es el caso de las políticas urbanas y turísticas de la Ciudad de México
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ese urbanismo engendra diversos grados de gentrifica-
ción3 que participan y acentúan la fragmentación y la
polarización socio-territorial del centro y de la metró-
poli. Esa turistificación de barrios centrales parece, ante
todo, beneficiar al capital privado y a las clases sociales
postfordistas,4 así como a las actividades económicas
donde observamos que sus gobiernos adoptan ambiciosos programas de
renovación urbana y de desarrollo del turismo para competir con otras
metrópolis en el mercado de empresas, viajes, actividades y poblaciones.
El logro de sus objetivos pasa por una renovación espacial y una dotación
de equipamientos de importancia internacional. Su prioridad es atraer
a las nuevas inversiones extranjeras, particularmente en el sector in-
mobiliario y en las actividades de empresas de alta tecnología: finanzas,
multimedia, publicidad, creatividad e innovación (Programa General de
Desarrollo Urbano 2001-2006 df: 23, 55, 69).
3 Turistificación traducción literal del término francés de Touristification
que según J. M Dewailly (in Amirou et al 2005; 31), designa el proceso
y el resultado del desarrollo turístico planificado y voluntarista de un
espacio, para nuestro fines de una área urbana central. Se trata de la
apropiación a través del tiempo de una ciudad por el turismo. Ella
se manifiesta por la ocupación progresiva de hoteles y equipamientos
para visitantes, por una polarización creciente de flujos turísticos (en
tiempo y espacio) y por efectos diversos en términos socioeconómicos
en el medio visitado. El término puede también hacer alusión a la parte
(¿excesiva?) que el turismo ocupa en las actividades urbanas.
4 En la última década del siglo xx, J. Urry (1990), sociólogo inglés, explica
ciertas transformaciones socioculturales del mundo occidental gracias a
la presencia cada vez más importante de una clase media superior inter-
nacional en los países desarrollados a la que denomina la Service Class
o Clase de Servicios. En la primera década del siglo xxi Richard Florida
(2002) se adhiere a esta línea. El geógrafo norteamericano prefiere el tér-
mino Creative Class o Clase Creativa, y sugiere la existencia de un grupo
social que ocupa posiciones estratégicas en la producción económica y en
el consumo turístico y cultural. Para fines de nuestra reflexión retoma-
mos los postulados de ambos autores, Urry y Florida, agrupándolos en
el término de «clases postfordistas» para denotar que son ellas las que
resultan las más beneficiadas por la globalización en el plano de poder
simbólico y económico. El término «postfordista» ha sido empleado en
el ámbito de las ciencias sociales desde al menos la segunda mitad de la
década del siglo xx (MacCannell, 1976; Urry, 1990; Harvey 1998; Sas-
sen, 1996). Él designa los cambios sociales derivados de la transición de
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 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
y los espacios acordes a sus estilos de vida, vivienda,
trabajo y recreación.
La primera parte de esta reflexión asociará los pro-
cesos de gentrificación y turistificación desde una
perspectiva internacional. Abordaremos las dinámicas
a través de las cuales se construye su relación : desin-
dustrialización => desarrollo del sector terciario =>
operaciones de renovación urbana => implantación de
equipamientos turísticos y/o culturales => apropiación
por parte de las clases sociales postfordistas => selecti-
vidad de actividades y de usuarios => fragmentación
socio-espacial. En la segunda parte se analizará el caso
de la Ciudad de México para ilustrar el proceso de turis-
tificación de los barrios centrales de esta metrópoli. Se
identificará a los actores, las actividades, las poblaciones
y las cualidades espaciales, implicadas en lo que parecen
ser los primeros signos de una gentrificación.
Turistificación y gentrificación
en la era contemporánea de urbanización
Es frecuente encontrar el término gentrificación en el
debate académico internacional de las dinámicas ur-
banas más recientes en las grandes ciudades (Sassen,
1996; Paquot, 2006; Ascher, 2001; Mongin, 2005). Este
neologismo propuesto por Ruth Glass en 1963 describe
la transformación de la estructura social de varios sec-
tores centrales de Londres. En las últimas décadas del
siglo xx, procesos similares alcanzaron a varias ciuda-
des europeas así como norteamericanas y más recien-
temente con ciertos matices a las metrópolis de países
emergentes.
En la mayoría de los estudios sobre América Latina
se cuestiona la pertinencia de utilizar el término gentri-
ficación en contextos sociales, políticos, económicos e
un sistema económico denominado fordista, con procesos de consumo
y producción homogeneizadores, rígidos y de masas, basados en la pro-
ducción industrial; a uno post-fordista con procesos Individualizadores,
flexibles y diferenciadores, basados en una economía de servicios y de
conocimientos (Harvey, 1998).
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incluso temporales ajenos a los que le dieron origen en
el mundo anglosajón (Vergara, 2013; Carrión, 2007).
Sin embargo, los estudiosos en nuestras latitudes han
acordado utilizarlo fuera de su acepción literal y adap-
tarlo partiendo de que la participación de los actores
(políticos, capital y clases sociales) se da en diversas
combinaciones y por tanto el resultado es diferente no
sólo con respecto a las capitales de los países del norte
sino incluso entre las diferentes metrópolis latinoame-
ricanas (Vergara 2013, Casgrain A. y Michael J., 2013).
La teoría de la gentrificación en Latinoamérica se
ha construido con referentes empíricos que primero
son analizados con posturas extranjeras pero que luego
arrojan nuevos postulados. Revisando la literatura re-
ciente, que se centra en estudios de metropolitanos, se
pueden distinguir al menos dos importantes caracterís-
ticas de la gentrificación en nuestro continente:
a) La gentrificación sin expulsión. Al menos no resi-
dencial como en los países desarrollados. En los ca-
sos explorados (Ciudad de México, Buenos Aires,
Santiago de Chile o la Habana) no se ha identificado
una sustitución masiva de clases (Sabatini, Sarella y
Vásquez 2013, Carrión 2007, Vergara 2013, Casgrain,
A. y Michael, J. 2013).
b) La gentrificación productiva. Se trata de cambio de
uso de suelo a comercial y de servicios con vocación
internacional: turismo cultural y de negocios, finan-
zas, corporativos, gubernamental internacional, co-
nocimiento e información (Carrión 2007, Vergara
2013, Casellas, Dot-Jutgla y Pallares-Barbera 2012).
A partir de 1960, en Latinoamérica, las condiciones
urbanas evolucionaron consolidando las tendencias a la
desindustrialización, al desarrollo del sector terciario, a
la globalización y a un mayor peso de las clases postfor-
distas en la estructura socio-espacial de sus metrópolis.
Para Olivier Mongin (2005) el desplazamiento de la
industria como principal actividad de la metrópoli ha
dado como resultado, primero, un abandono (de pre-
dios industriales, puertos, expropiaciones ferroviarias)
y luego una museificación (su conversión en museos, ga-
 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
lerías, óperas, bibliotecas, hoteles boutique, etcétera).
En general en América Latina la tercerización de los
sectores centrales metropolitanos se vio acompañada
de una sobre-especialización comercial en prejuicio del
uso habitacional de todas las categorías socioeconómi-
cas (Monnet,1995). El abandono habitacional de las
áreas centrales siguió a la implantación en la periferia
de actividades industriales y de urbanizaciones espon-
táneas. Entre 1970 y 2000 el debilitamiento general de la
centralidad histórica, el desbordamiento de los límites
administrativos de las ciudades y una urbanización ex-
pansiva marcaron las dinámicas metropolitanas a nivel
internacional.
Así, la gentrificación se puede explicar por las recien-
tes mutaciones económicas, sociales y urbanas. Lo an-
terior permite establecer un lazo entre la gentrificación
y la turistificación. Definiremos esta relación en dos
postulados: si un territorio es renovado por el turismo,
existen fuertes posibilidades de que experimente una
gentrificación. Y a su vez, mientras mayor sea el grado
de gentrificación de un territorio hay más posibilidades
de que justifique su turistificación y se vuelva más atrac-
tivo para la llegada de visitantes y de las clases altas.
Por otra parte, en la mayoría de los casos, la gen-
trificación consiste en el aumento masivo de la clase
media superior en los barrios centrales renovados y la
reducción sensible de la clase obrera. Las clases postfor-
distas, cuyos miembros ocupan posiciones estratégicas
en los sectores de la creatividad, las finanzas, la cultura,
la comunicación, la publicidad y otros dominios porta-
dores de la economía postindustrial, se distinguen por
un modo de vida que privilegia los núcleos históricos
de las ciudades mejor conectadas en las redes mun-
diales (Florida, 2002; Urry, 1990). Por la forma en que
ellas se distribuyen en las ciudades observamos que
dan valor a la densidad de actividades, de servicios, de
animación cultural y a un cierto cosmopolitismo que
«elige» centros patrimoniales. Cabe mencionar, con
base en lo observado en Latinoamérica, que dicha apro-
piación puede ser residencial o principalmente de usos
(dominio de servicios dirigidos a clases altas) como se
demostrará con el caso de análisis realizado.
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Cuando las clases superiores llegan masivamente, el
precio de las viviendas o de su alquiler aumenta y las
actividades culturales y «de moda» reclaman una vo-
cación que requiere de un nivel de ingresos que no es la
de las clases populares. Éstas no subsisten bajo la ley del
mercado que domina el espacio privado y se extiende
a los usos del espacio público. Son particularmente los
migrantes, las minorías étnicas, los obreros, los retira-
dos y los desempleados quienes se ven excluidos. Ni sus
ingresos ni su forma de vida corresponden a los que la
nueva población de ricos instaura en los barrios reno-
vados. No tienen otra elección que dejar el territorio o
excluirse de su uso (veáse la figura 1).
La relación entre la turistificación y la gentrificación
está intrínseca en las operaciones de regeneración ur-
bana de áreas centrales. En la figura 1 se esquematiza la
manera en que la regeneración urbana abre la puerta a
la gentrificación, primero mediante un flujo importante
de visitantes que los responsables políticos con la ayu-
da de los socios privados desean reforzar. Una vez que
los ediles eligen la vía de la turistificación, se efectúan
inversiones, intervenciones espaciales (urbanas y arqui-
tectónicas) con vocación turístico-cultural preferente-
mente internacional.
Estas renovaciones aseguran, por un lado, la llegada
de turistas con una derrama económica importante para
el sector urbano, y por otro, constituyen una identidad
que jugará en favor de la atracción de nuevas poblacio-
nes adineradas y de inversiones, sobre todo inmobilia-
rias. Tales factores desencadenan el efecto «prestigio»,
identificado por Chaline (1995), que supone la llega-
da de inversionistas a los perímetros de la renovación
urbana, quienes se ven atraídos por políticas fiscales
favorables y por la exención de gastos de suministros y
servicios urbanos.
En retribución, los empresarios crean empleos, siem-
pre y cuando los responsables políticos se comprome-
tan a continuar con la construcción o remodelación
de espacios públicos y de recreación y con la mejora
de servicios e infraestructura. A medida que la calidad
socio-espacial mejora, las zonas se hacen más atractivas
para las clases postfordistas. Esta atracción tiene como
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 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas

Política de turistificación

Mejoras espaciales llegada de Inversiones, intervención espacial,

gentrificadores pioneros usuarios o construcciones de equipamientos Arranque por el sector público
residentes culturales o servicios turísticos

Mercadotecnia

Aportaciones financieras Efectos inducidos,

a los inversionistas redireccionamiento demográfico,
y a la ciudad nueva imagen

Creación de empleos directos

Nueva economía y usuarios:

Empleos indirectos,
Boutiquinización.
ciclo de reinversión
Nuevos habitantes:
Gentrificación y Turistificación

figura 1. Turistificación y gentrificación Fuente: elaboración propia.

consecuencia una mutación demográfica que en el caso
latinoamericano está más ligada a un aumento de la
población, que a una sustitución de residentes.
Los postulados teóricos de la gentrificación y de la
turistificación toman matices particulares en latitudes
latinoamericanas. Según Martínez (2004) citado por
Vergara (2013: 222) la renovación de los centros en
América Latina ha tenido como consecuencia el alza del
valor del suelo y su transformación, la rehabilitación de
viejas viviendas degradadas; nuevos establecimientos
comerciales, nueva concepción del espacio público y
la reconversión de áreas industriales en equipamientos
urbanos o actividades terciarias.
Por lo observado en las metrópolis latinoamericanas,
más que una gentrificación residencial, se trata de una
gentrificación de actividades asociadas en su mayoría al
turismo, lo que Carrión (2007) define como boutiqui-
nización. Propondríamos entonces que en el contexto
latinoamericano surge un tipo de gentrificación deri-
vada de la adaptación planificada de los sectores cen-
trales a los visitantes, es decir, de su turistificación. Esta
modalidad resulta de la relación dialéctica de esos dos
fenómenos y se caracterizaría tal como lo pretendemos
ilustrar con nuestro caso de estudio:
• Por una gentrificación basada esencialmente en la
transformación del uso de suelo en dos dimensiones,
la primera, de habitacional a comercial, y la segunda,
de un comercio de proximidad y tradicional a uno
de servicios de prestigio con vocación turística e
internacional.
• Por una gentrificación que no excluye a la dimensión

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habitacional, pero que a diferencia de lo observado
en los países del norte, no es en ella donde se concre-
tiza la sustitución masiva de clases, sino en los usos
de los sectores centrales. • Por una gentrificación
que más que expulsar residentes aporta de manera
modesta una cuota de nuevos habitantes, lo que no
forzosamente representa heterogeneidad social sino
más bien va dirigida exclusivamente a clases sociales
altas. Una gentrificación que se da tanto en los espa-
cios privados como en los espacios públicos por la
tendencia de los primeros a asegurarse, protegerse y
expandir sus actividades de consumo al exterior.
La turistificación y la gentrificación se manifiestan así
en la transformación de los sectores centrales de varias
metrópolis latinoamericanas. En la Ciudad de México
podemos encontrar (en algunas de esas áreas) los pri-
meros signos de gentrificación, donde una política de
renovación urbana-turística se hace acompañar de una
apropiación de las clases altas en términos habitaciona-
les, pero sobre todo en términos de uso comercial y de
servicios (turistas nacionales y extranjeros, visitantes
metropolitanos).
Método
Se realizó una investigación descriptiva con una deli-
mitación espacial basada en los polígonos establecidos
por el programa de los Corredores Turísticos Reforma
Alameda-Centro Histórico de la Ciudad de México.
Los principales materiales e insumos se obtuvieron
de:
a) Análisis de documentos oficiales de planificación ur-
bana y turística (Seduvi, Sectur df).
b) Análisis cualitativo de los proyectos urbanos y arqui-
tectónicos.
Se llevó a cabo una síntesis de los principales proyec-
tos y planes de urbanismo de la Ciudad de México del
periodo 2000-2014. Se documentó la transformación
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social y espacial del corredor turístico del Paseo de la
Reforma- Alameda Central de la Ciudad de México. En
esos perímetros se abordaron las unidades de análisis de
vivienda, usos de suelo, frecuentación turística y formas
de ocupación del espacio urbano.
Para los indicadores de la turístificación se observó
la evolución de los siguientes datos:
1. Concentración y aumento de la frecuentación turís-
tica.
2. Creaciones y ampliaciones de establecimientos ho-
teleros de lujo (hoteles de 5 estrellas u hoteles bouti-
que).
3. Actividades de la Ciudad Festiva (eventos y atraccio-
nes turísticas).
4. Usos del espacio urbano relacionados con el con-
sumo turístico: restauración internacional, comida
rápida y centros comerciales.
5. Inversiones del turismo: capital público y privado.
6. Perfil social y al que se dirigieron de los proyectos
urbanos.
7. Características urbano-arquitectónicas de los pro-
yectos recientemente inscritos en los corredores tu-
rísticos.
Resultados
La gentrificación de sectores centrales
de la Ciudad de México
A partir de 1980 el centro histórico de la Ciudad de
México manifestó nuevas dinámicas producto del pro-
ceso de metropolización y extensión territorial de la
urbe (Monnet, J., 1995). Predominaron las actividades
comerciales de diversa índole, desde comercio informal
hasta actividades financieras y bancarias. Asimismo, du-
rante esa década el centro histórico se volvió objeto de
una sacralización que le daría una nueva imagen para
usos futuros y serviría para fines de notoriedad y de
poder político (Monnet, J., 1993). Durante las primeras
décadas del siglo xxi, el centro histórico ha seguido las
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 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
dinámicas de otras ciudades mexicanas, particularmen-
te las declaradas «Patrimonio de la Humanidad». Es
decir, el papel de la iniciativa privada se ha consolidado
e incluso ha desplazado proyectos de renovación a la
iniciativa gubernamental; también en ellas se constata
una tendencia al aburguesamiento y se manifiestan gra-
ves situaciones de exclusión bajo el término rescate de
los espacios históricos (Coulomb, R., 2009: 7-9).
En ese contexto surgen las estrategias de turistifica-
ción de la Ciudad de México concretándose en una se-
rie de operaciones de renovación espacial de áreas cen-
trales llamadas «Programa de Corredores Turísticos».5
Así, la primera zona retenida por su potencial de turis-
tificación fue la avenida del Paseo de la Reforma. La
estrategia tenía como prioridad atraer nuevas activida-
des, flujos de personas y capitales internacionales. La
intervención buscó hacer atractiva esta zona para las
clases sociales más altas, que según las voces el discurso
del Programa de Corredores Turísticos, reactivaría el
uso de habitación y la «vida de barrio» (sic.). Para ello,
esta avenida fue objeto de una operación de renovación
del espacio urbano6 así como de una política fiscal para
atraer inversiones inmobiliarias.
Lo anterior comprendía una baja de 40 por ciento
de impuesto predial sobre las propiedades durante cin-
5 Estos proyectos implican operaciones integrales de renovación espacial,
estructuración social y territorial con los siguientes objetivos: a) Re-
forzar la centralidad urbana y promover una redensificación de zonas
centrales (atraer actividades y habitantes); b) Una mejor utilización de
infraestructuras (servicios, equipamiento y transportes) ya existentes
en el centro de la aglomeración; c) El desarrollo económico, así como el
bienestar de la sociedad en general; d) Promover una mezcla entre uso de
habitación y de servicios turísticos, financieros, culturales, tecnológicos
y de comunicación en los perímetros de intervención; e) Una oportu-
nidad para la protección y la preservación del patrimonio construido
(sector df 2004: 1-2; Programa General de Desarrollo Urbano 2001-
2006).
6 La primera etapa de intervención comenzó en 2001 cuando el gobierno
del Distrito Federal se encargó financieramente del mantenimiento y la
renovación de vialidades, jardines, parques, andadores, glorietas, remo-
zamiento de fachadas y reemplazo de mobiliario urbano.
42 palapa | vol. ii | núm. 1 [17] tercera época | enero-junio de 2015
co años, una deducción de impuestos sobre las opera-
ciones de remodelación, además, la compra-venta de
inmuebles con fines de rehabilitación estaba regida por
un desgravamen (Decreto Presidencial del 04/04/2001,
Gaceta Oficial de la Secretaría de Administración; Pro-
grama General de Desarrollo Urbano del df; 2001-2006:
82).
En este contexto, varias torres para oficinas y corpo-
rativos internacionales transformaron el paisaje espa-
cial y económico de la avenida: la Torre Reforma 347
(2006) del grupo financiero hsbc, con 36 pisos y 80 mil
m2 de construcción; la Torre Reforma 115 (2005) de 48
mil m2 de superficie; la Torre Mayor y la Torre Reforma
222 (2007) de 25 pisos y 180 mil m2 cada una, la Torre
Reforma con 57 pisos y 73 mil m2 (prevista para 2015) y
las torres de usos mixtos en el número 26, de 47 mil m2
(actualmente en obra, previstas para 2016).
En total, el conjunto de torres inmobiliarias han pro-
ducido 2 mil 500 departamentos, cuyo precio promedio
de venta es de 31 mil pesos el metro cuadrado y cuyas
rentas van de 34 mil pesos para un departamento de
dos recámaras y 120 m2, a 48 mil pesos para uno de 150
m2 (hasta marzo de 2014 en la Torre Reforma 222). Por
otra parte, los establecimientos hoteleros de prestigio-
sas cadenas transnacionales encontraron su lugar en
el Corredor Turístico Reforma, tales como Fiesta inn,
Hollyday inn, Fiesta Americana, City Express, Starwo-
od y las Suits St. George, dirigidas a una clientela de
negocios de alto nivel.
Entre el año 2000 y 2004 en Paseo de la Reforma, las
inversiones inmobiliarias alcanzaron mil 600 millones
de dólares y crearon más de dos mil empleos (Sectur df,
2004; 12). Del lanzamiento del programa de corredor
turístico al 2008, el polígono acumulaba casi dos mil
millones de dólares en inversión tanto privada –en In-
versión Extranjera Directa (ied)– como del gobierno de
la Ciudad de México (El Universal 21/07/2008).
Complementariamente, la Secretaría de Turismo de
la Ciudad de México (Sectur df) organizó un nuevo
calendario de eventos que desde entonces tienen lugar
en este eje: la Feria de la Ciudad de México, la feria del
libro, la exposición de esculturas en los espacios pú-
 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
blicos, las exposiciones de fotografía y los eventos tea-
trales alrededor del bosque de Chapultepec, paseos en
bicicleta, entre otras. Asimismo, la Sectur df instaló una
serie de módulos en lugares estratégicos para orientar
a los visitantes sobre los servicios turísticos y la oferta
cultural de la ciudad.
El establecimiento del Turibus en 2002 constituyó
otro evento simbólico de turistificación. Este servicio
de transporte especializado ofrece un circuito que pasa
por los principales atractivos de la ciudad. Un éxito rela-
tivo acompañó esta oferta turística que registró en 2005
una afluencia de 250 mil visitantes (Sectur df, 2005; 15).
Luego de once años el servicio ha atendido a dos millo-
nes de usuarios (Sectur df, 2013).
El segundo perímetro inscrito en los Corredores
Turísticos es el sector sur de la Alameda central. Los
trabajos de renovación que comenzaron en 2003 reno-
varon lo afectado por el terremoto de 1985, que provocó
el abandono de una parte importante de este polígo-
no compuesto por 64 manzanas. El proyecto punta de
lanza de la turistificación de dicha área central fue la
Plaza Juárez, en el que el Gobierno del Distrito Federal
decidió invertir y aportar una gran parte del capital,
asociándose con los inversionistas privados.7 El progra-
ma de la operación incluyó dos torres de oficinas para
el Tribunal de Justicia de la Ciudad de México (36 240
m2 de oficinas más 28 550 de estacionamiento) y la Se-
cretaría de Relaciones Exteriores (58 655 m2 de oficinas
más 31 900 m2 de estacionamiento), así como un espa-
cio comercial y el Museo de la Tolerancia. En total se
invirtieron 500 millones de dólares en la primera etapa
del proyecto.
A los trabajos de la Alameda se suma la operación
privada de vivienda Puerta Alameda, que busca atraer
a las clases medias superiores, con departamentos de
7 Carlos Slim ha sido el personaje clave del capital privado tanto para la
renovación del sector de la Alameda central como el del Centro Históri-
co. Desde la década de 1990 se asoció en proyectos promovidos por tres
gobernantes capitalinos: Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López
Obrador y Marcelo Ebrad (participando en el Fideicomiso del Centro
Histórico de la Ciudad de México).
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lujo. En la manzana contigua al complejo de la Plaza
Juárez, se sitúa esta operación de 565 viviendas cons-
truidas en tres etapas. En el primer piso se instalaron
actividades comerciales y oficinas que se integran al
proyecto de reactivación de la actividad económica, así
como espacios comunes: piscina, gimnasio, espacios
verdes, sala de usos múltiples, centro de negocios y
centro de conferencias.
Otro elemento emblemático de turistificación es el
hotel Sheraton Centro Histórico (2003) con 500 ha-
bitaciones y un centro de convenciones con capacidad
para cinco mil personas. Por último, destaca el proyecto
del Complejo Comercial Parque Alameda que incluye
al hotel Fiesta Inn (véase la figura 2).
figura 2. Vivienda para la élite en el perímetro de la Alameda
Central Fuente: David Navarrete 2014.
Modalidades de gentrificación
en los Corredores Turísticos
Acabamos de describir los componentes arquitectóni-
cos y urbanos de las operaciones de turistificación del
centro de la Ciudad de México. Pero más allá de estos
indicadores, los Corredores Turísticos provocan con-
tradicciones mucho menos exploradas y menos expues-
tas por los políticos y promotores urbanos. Las inter-
venciones descritas anteriormente son la parte visible
y simbólica de una transformación socio-espacial ya
perfilada. Vemos que esas operaciones benefician sobre
todo a la élite social mexicana (como inversionistas o
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residentes) y a los visitantes extranjeros y nacionales
(como usuarios y consumidores) mediante las activi-
dades que en ellas dominan: turismo, consumo de lujo,
finanzas, creatividad y servicios a la producción.
Así, entre los grupos de inversionistas que beneficia-
ron el mejoramiento de infraestructuras y del espacio
urbano promovido por el gobierno de la Ciudad de
México, encontramos esencialmente a grandes grupos
transnacionales: Reichmann, Grupo Dahnos, Shera-
ton, Holiday Inn, Fiesta Americana y Accord. Mención
particular para una de las personalidades que más ha
sido favorecida con los Corredores Turísticos: Carlos
Slim. El hombre más rico de México se asoció con el go-
bierno de la ciudad para el financiamiento del proyecto
Plaza Juárez, descrito anteriormente. El riesgo para este
inversionista, dueño del grupo carso y Dahnos, fue mí-
nimo, mientras que las ventajas fueron muchas, ya que
los compromisos del gobierno capitalino implicaban
políticas de exención de impuestos y la compra de las
superficies construidas con fines institucionales (ins-
talación de los tribunales de justicia del gobierno del
Distrito Federal).
Por su parte el gobierno federal también se compro-
metió a la adquisición de una de las torres del complejo
para albergar a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Así, Carlos Slim hizo un negocio redondo pues invir-
tió por su cuenta en un hotel y centro comercial que
aseguraba su viabilidad gracias a las mejoras urbanas
derivadas del proyecto financiado con fondos públicos
de Plaza Juárez y la posterior renovación del Parque de
la Alameda Central en 2013.
En cuanto a los usuarios de los Corredores Turís-
ticos, estos se ven seleccionados por actividades que
giran en torno a las sedes internacionales de bancos y
servicios financieros, de los servicios editoriales, del
comercio de lujo y del turismo de negocios. Las super-
ficies de oficinas construidas sobre todo en el Paseo de
la Reforma, gracias a las inversiones extranjeras, están
ocupadas por empresas globales como las sociedades
bancarias City Group, hsbc, bbva o grupos hoteleros
como Hilton, Sheraton y Accord, sin olvidar las so-
ciedades inmobiliarias transnacionales como la cana-
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diense Reichmman, diseñadora y comercializadora del
proyecto Torre Mayor.
Resulta evidente que los hoteles, los centros de con-
ferencias y las superficies de exposición implantados
en los Corredores Turísticos ambicionan una clientela
de élite e internacional. Prueba de ello son las nuevas
creaciones hoteleras, especialmente las del sector sur
de la Alameda y las del Paseo de la Reforma, que corres-
ponden a una categoría 4 y 5 estrellas de lujo. En cuanto
a las torres de uso mixto que incluyen el habitacional
vemos, por los precios de venta y renta, así como por
las amenidades (piscina, gimnasio, salas de conferen-
cias, etc.), que están dirigidas a una población de altos
ingresos como lo ilustra el ejemplo citado de la torre
Reforma 222.
Las condiciones de exclusividad y exclusión de los
Corredores Turísticos quedan también de manifiesto
en las actividades comerciales instaladas en el espacio
privado de esas operaciones: espacios de boutiques
de lujo y de restaurantes de comida internacional de
marcas globalizadas muy apreciadas por las clases pos-
tfordistas: Cartier, Zara, Sears, McDonald’s, Starbucks,
Burger King, etcétera. Encontramos igualmente restau-
rantes de lujo tipo bistró, muy de moda y que se multi-
plican en los sectores cercanos al Paseo de la Reforma,
sur de la Alameda y las calles que la conectan al Zócalo.
Otro elemento distintivo de la selección de usuarios es
lo híper vigilados que están los espacios privados y los
perímetros de espacio «público» circundante como el
conjunto de la Torre Mayor, la Plaza Parque Alameda o
cualquier otro establecimiento hotelero-comercial o de
residencias de alta categoría.
El esquema de extensión de la exclusividad por segu-
ridad es más o menos el mismo en los edificios de los
nuevos dueños de estas zonas centrales: el espacio urba-
no que da a la avenida de Paseo de la Reforma o a otras
vialidades de acceso es la prolongación del centro co-
mercial o del lobby de acceso hotelero o departamental.
Las plantas bajas se convierten en terrazas de cafés de
moda, espacios para valet parking y estacionamientos, o
bien, en galerías de tiendas de lujo. En esas condiciones
gran parte de la población de la ciudad no entra en el
 David Navarrete Escobedo || Turismo: vector de gentrificación en los centros de las ciudades mexicanas
espacio de negocios, ni del turismo internacional, ni de
las altas clases sociales.
Esta «buena imagen» adicionada a las políticas
patrimoniales de «rescate», al mejoramiento de in-
fraestructuras turísticas y culturales, es bien vista por
los inversionistas privados, pues participa en una re-
valorización del precio de los terrenos de la Alameda
y del Paseo de la Reforma. Esto refuerza otro aspecto
del proceso de la gentrificación: la selectividad de los
habitantes. Por ejemplo, desde de la llegada del capital
extranjero y la construcción de grandes complejos de
torres de oficina, departamentos de lujo, hoteles y cen-
tros comerciales en 2003, el precio del metro cuadrado
pasó de 500 dólares a 10 mil dólares en el perímetro de
la Alameda central (La Jornada 19/09/2005).
Puerta Alameda representa el concepto de opera-
ciones de vivienda que se están creando alrededor de
los Corredores Turísticos. Un proyecto que en unas
semanas vendió su primera etapa de departamentos de
alto prestigio a precios considerables.8 Estos enclaves
residenciales venden un «estilo de vida»: la piscina, el
gimnasio, las áreas deportivas, las escuelas, las iglesias
«privadas» pero también los centros de negocios, los
espacios de oficina y las salas de conferencia que se in-
tegran a los nuevos proyectos de vivienda para la gente
bien. La idea de proximidad al lugar de trabajo, a los
lugares de consumo cultural y de recreación y la «míni-
ma» dependencia del automóvil (según los argumen-
tos de los vendedores), motivan a los yuppies mexicanos
a instalarse en las remozadas áreas centrales.
Hay que reconocer que las operaciones de vivienda
resultantes del Programa de Corredores Turísticos re-
presentan una reinserción de habitación en un tejido
urbano dominado por el sector terciario. Sin embargo,
lo criticable es que estas intervenciones contemplen
únicamente a las clases superiores, que sean promo-
vidas únicamente por el capital privado y que ni el go-
bierno local ni el Estado tengan interés en desarrollar
vivienda para categorías menos pudientes.
8 Un departamento aproximadamente de 50 m2 era vendido en un millón
de pesos mexicanos en enero 2009 (Del Parque Inmobiliaria).
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A pesar de la poca inclusión social de las operaciones
del capital privado existen algunos espacios urbanos
que todavía pueden ser considerados públicos en el
sentido de ser gratuitos y de permitir el libre acceso
y circulación. Espacios apropiados espontáneamente
por clases populares como la plaza del monumento a la
Revolución (también renovada para dar continuidad al
corredor turístico de la Alameda); el interior del parque
de la Alameda central (renovada en 2013); y en ciertos
días por eventos o periodos vacacionales el Paseo de
la Reforma en su tramo del Ángel de la Independen-
cia hasta la glorieta del Caballito. En esos lugares y
momentos específicos se aprecia una diversidad social
alrededor de andadores, fuentes, paseos en bicicleta o
conciertos. Sin embargo dichas apropiaciones distan de
ser dominantes en un contexto aséptico y boutiquiniza-
do como el que acabamos de describir.
En síntesis, se ha abierto una brecha para la gentrifi-
cación, una todavía muy acotada espacialmente, pero
que avanza. La historia contada por los barrios de las
capitales de los países desarrollados nos muestra que
es sólo cuestión de tiempo para que estos reacomodos
socio-espaciales acentúen las desigualdades metropoli-
tanas. Más aún si como lo hemos descrito en el caso de
la Ciudad de México, esos procesos son impulsados por
la intervención gubernamental que busca asegurar un
nuevo desarrollo económico de la ciudad, haciendo de
los sectores renovados los ejes principales de las activi-
dades comerciales en la era de la globalización.
Las importantes inversiones públicas con fines de
atracción económica y turística benefician a los capi-
tales extranjeros, a una élite capitalista muy reducida
así como a las clases superiores. Esta especialización
del territorio implica la exclusión de actividades y de
poblaciones menos adaptadas a los objetivos de com-
petitividad internacional. No hay en las intervencio-
nes del gobierno una estrategia decidida a incluir a las
poblaciones menos acomodadas, ni a las actividades
tradicionales y de proximidad. Por ejemplo no existen
operaciones de vivienda social en el escenario de Co-
rredores Turísticos. El Estado ha dado paso libre a los
capitales privados.
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En este contexto, la opción de relanzar las áreas urba-
nas centrales por medio de los Corredores Turísticos en
la Ciudad de México se presenta más como un agravio y
desigualdad territorial, ya que vienen también a exacer-
bar la marginación social de una parte de la población,
especialmente en el trabajo, en las actividades de consu-
mo, en la cultura y en la vivienda (véase la figura 3).
figura 3. Vista de torres de hoteles y corporativos de recien-
te creación en el Paseo de la Reforma. Fuente: David Navarrete
(2014).
Conclusiones
En México la gentrificación se da esencialmente en el
uso de suelo que pasa de habitacional a comercio y
servicios de lujo con predilección por las actividades
turísticas. A diferencia de lo que sucede en ciudades
estadounidenses o europeas, donde se ha desarrolla-
do sobre todo una gentrificación masiva en términos
de vivienda, es decir, desplazamiento de habitantes, lo
que ha cambiado el paisaje social de distritos enteros y
prácticamente de todo el centro de las grandes aglome-
raciones urbanas.
Otro aspecto a considerar es la amplitud espacial
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real con respecto al conjunto metropolitano que tiene
los fenómenos de gentrificación y de turistificación en
las ciudades mexicanas. A pesar de que simbólicamen-
te para el marketing urbano, la turistificación de zonas
centrales es muy importante, en realidad en términos
espaciales se trata de porcentajes mínimos de territorio
metropolitano y de áreas centrales bien delimitadas.
En ese sentido, el espacio público se vuelve un ele-
mento clave en la turistificación y en la gentrificación,
jugando un papel paradójico. Por un lado, los principa-
les beneficiarios de la revaloración urbana son el capital
privado y los grandes corporativos dueños del suelo en
los polígonos de renovación urbana. Por otro, el espa-
cio urbano, aunque contra muchas barreras simbólicas
(por cuestiones de «seguridad pública», «rescate pa-
trimonial» y «buena imagen turística»), sigue siendo
en algunos puntos y momentos accesible a las clases
populares. No obstante, la tendencia muestra que son
los espacios homogéneos de clases posfordistas los que
van ganando terreno.
La gentrificación, al menos en el caso aquí tratado y
en términos habitacionales, se caracteriza menos por el
desplazamiento de habitantes de bajos ingresos y más
por la apropiación de las clases postfordistas. Recorde-
mos que en otras latitudes el componente sustitución
de clases era clave en el proceso de gentrificación. Sin
embargo, por las condiciones de las áreas centrales en
las metrópolis latinoamericanas que perdieron habitan-
tes durante las últimas décadas del siglo xx, y en especí-
fico por las condiciones de los Corredores Turísticos de
la Ciudad de México, donde no había una población de
bajos ingresos representativa en términos cuantitativos
a la cual habría que desplazar.
Se plantea entonces que puede existir una gentrifi-
cación con expulsión pero no en el ámbito residencial
sino en el ámbito de usuarios. Es ahí donde verdadera-
mente se vive la sustitución de clases. Finalmente, se
demuestra que el papel de la planificación urbana es
determinante en el proceso de gentrificación ya que sus
operaciones de turistificación son la punta de lanza para
la atracción de capital privado con los usos y residentes
ad hoc a sus pretensiones de desarrollo globalizado.
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issn: 0211-9803.
david navarrete escobedo | doctor en Ur-
banismo por el Instituto de Urbanismo de París,
Francia. Profesor-investigador del Departamento
de Arquitectura de la División de Arquitectura Arte
y Diseño de la Universidad de Guanajuato. Miem-
bro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel
I. Línea de investigación actual, Cultura, turismo y
territorio: impactos socio-espaciales del turismo y
de la cultura en la estructuración y desarrollo ur-
banos. Equipamientos turísticos y culturales como
detonadores de crecimiento urbano.
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