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17.

“CONQUISTA: VALORE SU DESEO DE TRABAJAR Y TENER ÉXITO”

Nuestro primer concepto es conquista. Ya que me estoy dirigiendo principalmente


a mujeres, quizás muchas de ustedes se estén preguntando por qué elegí una
palabra tan poco romántica. «Conquista» suena como algo extraído de las épocas
oscuras del machismo, cuando los hombres creían tener el derecho de conquistar
a las mujeres, física, sexual, mental y emocionalmente. Esa clase de conquista no
tiene nada que ver con lo que tengo en mente.

Por «conquista» me refiero al deseo natural e innato que los hombres tienen
de salir a «conquistar» los desafíos de su mundo: trabajar y tener éxito.
Como esposa, si usted puede comenzar a entender cuán importante es el trabajo
para su esposo, dará un paso gigantesco para comunicarle respeto y honor, dos
cosas que él valora aun más que su amor.

A algunas mujeres les resulta difícil comprender que un esposo valore el respeto
más que el amor. Dios la hizo a usted para amar, y ve la vida a través de lentes
rosas que están centradas en el amor.

Usted da amor, desea amor y tal vez no entienda muy bien por qué su
esposo no opera de la misma manera. Cuando digo que un esposo valora el
respeto más que el amor, ¿me refiero a que su esposo no valore en absoluto
su amor? Por supuesto que valora su amor —más de lo que se podría
expresar con palabras—, pero para él, el amor se deletrea R-E-S-P-E-T-O.

Vamos a crear una escena que pueda ilustrar cómo se siente un hombre respecto
a la conquista. Supongamos que un esposo acaba de perder su trabajo. Llega a
casa y se lo cuenta a su esposa. Se le ve destruido, aturdido, derrotado. Para
ayudarle a su esposo, la esposa le dice: «No importa. Todo lo que importa es
que nos amamos». ¿Esto ayudará en algo? Él la mira perplejo, se encoge de
hombros y se desploma delante del televisor. Durante el resto de la tarde él está
retraído, sin deseos de hablar. Su esposa está desconcertada. Trató de consolarlo,
y ahora él se aleja de ella.

En realidad, la respuesta es bastante simple. El rosa y el azul están otra vez en


acción. El rosa intentó confortar; el azul se sintió ofendido por sus intentos de
acercamiento. Para ayudarla a comprender, creemos otra escena en la que la
esposa ha sufrido un aborto espontáneo. Su esposo se acerca y le dice: «Cariño,
no importa en tanto nos amemos».

DESDE EL PRINCIPIO, ADÁN DISFRUTÓ DE SU TRABAJO

Para aprender de dónde es que los esposos recibieron este tremendo impulso
para trabajar y tener éxito, debemos ir a Génesis y a la primera misión laboral
asignada en la historia. «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el
huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase» (Génesis 2.15). Antes de
que Eva fuera creada, Dios hizo a Adán, y lo hizo para trabajar. Es interesante
observar que el Edén no era un lugar donde hubiera dádivas por dondequiera que
Adán mirase. Los árboles le proveían alimento, pero él debía cultivarlos y
cuidarlos. Dios abasteció a Adán con casi todo lo que él necesitaba: un hermoso
lugar, abundancia de comida y una buena provisión de agua (ver Génesis 2.10).

Con un gran trabajo y excelentes condiciones laborales, Adán parecía tenerlo todo.
Pero el Señor sabía que le faltaba algo. Para cumplir su vocación, su llamado,
Adán necesitaba una mujer que fuera su complemento. Entonces Dios hizo
una «ayuda idónea para él» (Génesis 2.18). La palabra hebrea para «ayuda»
(o «compañera») literalmente significa «una ayuda que le responde a él», o
«una que responde». En 1 Corintios 11.9, Pablo profundiza aún más este
pensamiento: «Tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la
mujer por causa del varón».

Mi observación es que durante el noviazgo, la mujer resplandece con un mensaje


para su hombre: «Te amo y estoy aquí para ti. Respeto lo que quieres hacer y lo
que quieres ser. Anhelo ayudarte. De eso se trata el amor». Pero las cosas
cambian después del matrimonio. Su forma de ayudar puede resultar cualquier
cosa, menos respetuosa para su marido. Por ejemplo, una esposa con dieciséis
años de casada y que daba enseñanza escolar en casa a sus tres hijos, aunque
tenía los motivos correctos para ser ayuda idónea, percibía que su esposo no lo
estaba recibiendo de esa manera. Ella escribe:

Él recibía lo que yo consideraba formas bienintencionadas de ayudar como


intenciones con motivos equivocados […] Me doy cuenta de que mostré una
actitud quejosa y más negativa de lo que estaría dispuesta a reconocer […] Desde
entonces me he propuesto mostrar respeto, y definitivamente he visto la
bendición; mi esposo me ha estado hablando “más, ha estado más afectuoso y
siento que en las últimas semanas nos hemos acercado más que en años.

Obviamente, pasajes como Génesis 2.18 y 1 Corintios 11.9 no son los favoritos
del movimiento feminista. Para las feministas, esto es políticamente incorrecto:
algo escrito por un hombre, haciendo parecer a Dios como sexista. Pero las
Escrituras no pueden ser desechadas tan fácilmente. Desde el principio mismo, el
hombre fue llamado a «trabajar en el campo» y proveer para su familia. El hombre
siente una profunda necesidad de involucrarse en la aventura y la conquista. Esta
no es una opción para él, es una necesidad profundamente arraigada.

Desde los días de Jacob hasta el presente, el hombre se pregunta: «¿Cuándo


trabajaré también por mi propia casa?» (Génesis 30.30).

LA PRIMERA PREGUNTA QUE HACE UN HOMBRE ES: «¿QUÉ HACES?»

La primera pregunta que hace un hombre cuando se encuentra con otro por
primera vez por lo general es: «¿Qué haces?». Bien o mal, la mayoría de los
hombres se identifica a sí mismo por su trabajo. Dios creó a los hombres para
«que hagan» algo en el campo. Observe a los chicos recoger palos y convertirlos
en revólveres o herramientas imaginarios. Recientemente una madre nos contó
que había evitado que su hijo tuviera ningún arma de juguete o que usara palos
como rifles de mentira, pero cuando el chico transformó su emparedado de queso
en una pistola y empezó a dispararle a un amigo, ella grito exasperada: «¡Me doy
por vencida!».

Las madres nunca deberían darse por vencidas porque esto es simplemente
una parte de la naturaleza de un muchacho. Él está llamado a ser un cazador,
un trabajador, un hacedor. Él quiere hacer su conquista en el campo de la
vida. El término académico para esto es «instrumentalidad masculina».
Desde la niñez, hay algo en el varón que hace que le guste la aventura y la
conquista. Él desea salir al campo a cazar o a trabajar en alguna cosa.

Este profundo valor que los hombres le asignan al deseo innato de trabajar y tener
éxito se ilustra gráficamente en dos amigos míos que tuvieron que afrontar la
amenaza del cáncer. Ambos se enfrentaron a la muerte con calma y aceptaron lo
que creyeron que sería su final. A través de toda la quimioterapia y de todos los
problemas que suelen acompañarla, su optimismo y su fe permanecieron fuertes.
Al final, los dos sobrevivieron, pero ambos seguían sufriendo terriblemente a causa
de un enemigo común. Uno de los hombres decidió vender su compañía para
dedicarse a servir a Dios todo el tiempo que le quedara de vida. Sin embargo,
durante el periodo que siguió a la venta, se dio cuenta de que sin su trabajo no
sabía quién era. Me dijo: «Nunca estuve deprimido cuando luché contra el cáncer y
enfrenté la posibilidad de morir; pero cuando dejé mi trabajo, que era mi identidad,
entré en una depresión que no se parecía a nada de lo que había experimentado
antes».

El otro hombre sufrió horriblemente y estuvo a las puertas de la muerte; pero de


alguna forma, él también se recuperó. Volvió a trabajar y la vida era maravillosa,
pero después perdió su trabajo. Cuando vino a verme, estaba deprimido y
derrotado. Me dijo que estar sin trabajo era más difícil que morir. Irónicamente,
ambos hombres se vieron afectados más profundamente cuando perdieron su
carrera que cuando el cáncer los enfrentó con la muerte.

Muchas mujeres no tienen idea de la importancia que los hombres le dan a su


trabajo. Si una esposa insinúa, sin darse cuenta, que el trabajo de su esposo no es
tan importante, acaba de llamarlo perdedor. Recuerdo a un amigo mío que llegó a
tener un negocio muy redituable y luego alguien fue a verlo para comprarle su
parte. En su mente no existía mayor cumplido, ya que esta compra significaba que
tendría una economía segura y el respeto de la sociedad. Para él, esto era
sinónimo de éxito. La compra finalmente se concretó, y él llegó a casa para
anunciarle las buenas noticias a su esposa. Sin embargo, ella estaba ocupada con
asuntos de la casa y de la familia. Distraída, le dijo: «Qué lindo, querido», y
después siguió realizando otra de las cosas de su lista de quehaceres.

Cuando hablo del deseo profundamente arraigado que el hombre tiene de trabajar,
no estoy diciendo que las mujeres no tengan el deseo de trabajar. Las mujeres
siempre han trabajado, pero generalmente lo hicieron en el hogar con los niños
cerca. En las últimas décadas, ellas han descubierto que son sumamente capaces
de salir al mundo cotidiano del trabajo, tener puestos significativos y alcanzar
enormes logros. Pero cuando una esposa sale a trabajar, la pregunta sigue en pie:
¿quién se quedará en casa a cuidar a los niños? La respuesta es la guardería
infantil, una solución que en el mejor de los casos, dista de ser ideal; y en el peor,
podría dañar severamente a los niños.

Es interesante que en el mundo occidental las mujeres vean una carrera al menos
como una cuestión de libertad de elección. A las mujeres no les gusta que se les
diga que tienen que trabajar; desean la libertad de elegir ser madres a tiempo
completo y/o tener una carrera.

La mayoría de los hombres siente que trabajar no es una opción. El comediante


Tim Allen observó que las mujeres tienen todo tipo de opciones. Los hombres
tienen una: «trabajar o ir a la cárcel». Sí, es verdad que en algunos hogares
la mujer trabaja y el hombre cuida a los niños. Sin embargo, hablando en
general, nuestros hijos sentirán que deben trabajar en algún campo, pero
nuestras hijas desearán tener la libertad de elegir entre embarazos y
ascensos.

Mi experiencia como consejero me lleva a la conclusión de que la mujer típica


busca un esposo lo suficientemente capaz de permitirle dejar de trabajar si ella así
lo desea. Al evaluar su futuro con un hombre, instintivamente considera la
capacidad que él tiene para cuidarla ella y a los niños. La mujer bienintencionada
se casa por amor, no por dinero; pero es muy consciente de la necesidad de
construir un «nido». Ella se pregunta: «¿Puede proveer suficientemente como para
que yo me quede en casa con mis polluelos si quiero hacerlo a tiempo completo?».
La mujer que se hace esta pregunta es sabia. Espero que mi hija evalúe sus
opciones de esta manera.

También está la pregunta de cuánto disfruta de su rol la madre que sostiene a la


familia. Recuerde la pregunta básica que se hacen todas las esposas: «¿Me ama
tanto como yo a él?». Las mujeres básicamente se sienten inseguras de esto, y si
una esposa sale a trabajar para mantener a la familia mientras que él se queda en
casa, su inseguridad aumenta, no disminuye. Ella se pregunta: «¿Él seguiría aquí
si no fuera por el dinero que gano?».

Convertirse en la proveedora principal para los suyos puede hacer que la mujer se
vea atacada al nivel de su temor más profundo.

Un hombre siempre siente el llamado al campo, mientras que el instinto


natural de una mujer es el llamado a la familia. El esposo sabe
instintivamente que debe estar allí afuera trabajando, sin importar qué otras
presiones tenga que enfrentar. Creo que la mayoría de los hombres refleja a
Adán, y la mayoría de las mujeres refleja a Eva en lo profundo de su ser. “Tal
como Adán, él se siente llamado a trabajar en el campo en beneficio de la
familia. Muchas mujeres se sienten como Eva. Solamente ella puede tener un
bebé, y si tiene un bebé, desea tener la opción de que su Adán trabaje en el
campo en su beneficio.
Esto no es para restarles importancia a las capacidades de una mujer y sus
deseos de tener una carrera. Las mujeres pueden ser llamadas a posiciones de
liderazgo importante (ver Jueces 4.4), pero deseo poner énfasis en su
incomparable valor como madre del niño. Un padre con un bebé no se compara a
una madre con un bebé. No creo que ninguna ingeniería social pueda hacer de un
padre «una madre natural». Característicamente, la mujer tiende a tener el bebé y
a cuidarlo; el hombre tiende a trabajar en el campo por ella y su bebé. Sí, sé que
hay excepciones en la cultura actual; pero para la mujer típica, su primer deseo no
es una carrera, es un hogar y una familia.4

A pesar de los reclamos feministas, la esposa que mejor califica es aquella


que «cuida con ternura a sus propios hijos» (1 Tesalonicenses 2.7).

¿ALGUNA VEZ LE HA DICHO: «GRACIAS POR TRABAJAR»?

Las mujeres a quienes les gustaría hacer algo simple para animar a sus maridos y
mostrarles respeto en todo esto de la conquista, hagan el intento de escribirle una
nota. No es necesario que sea larga o profunda. Todo lo que debe decir es:
«Cariño, gracias por salir a trabajar». Si quiere algo más elaborado, dígale que
está agradecida por haberle dado la oportunidad de elegir entre salir a trabajar o
quedarse en casa con los niños, y que desea darle gracias por eso.

Hablo con mujeres que me dicen que pensaron en agradecerles a sus maridos por
trabajar; de hecho, han pensado mucho en eso pero jamás se lo dijeron. Les
pregunté cómo se sentirían con un hombre que dice que piensa en lo mucho que
ama a su esposa pero que jamás se lo dice. La reacción habitual sería sentirse
horrorizadas o enojadas. «¿Qué quiere decir? ¿Qué un hombre podría vivir con su
esposa sin decirle nunca que la ama?». No pueden creerlo.”

ÉL DESEA UNA MUJER QUE CREA EN ÉL

En una de mis clases se hizo esta pregunta: ¿qué es lo que buscas en un


cónyuge? Recuerdo haber dicho: «Quiero una mujer que crea en mí». Hay un
paralelo entre Cristo y la iglesia. Cristo desea que creamos en él, y lo hacemos
para la gloria de Dios. Pero en sentido humano, los hombres hacen lo que hacen
por la admiración de una mujer. Cuando usted se enamoró y él se casó con usted,
él sentía que usted creía en él y él apreciaba eso, quizás mucho más de lo que
usted advertía. Esto impactaba su espíritu, porque es algo extraordinario para el
varón. Se casó con usted y pensó que usted seguiría animándolo siempre. Pero
años más tarde, su trabajo parece competir con el matrimonio y la familia. En lugar
de admirarlo por sus esfuerzos en el trabajo, quizás usted se siente abandonada.

«La mujer ejemplar es corona de su esposo» (Proverbios 12.4, NVI).”

Es posible que su esposo se encuentre en la categoría de «adicto al trabajo» y


que usted tenga toda la razón en sentirse abandonada. Quizás se vea tentada a
sentirse como una esposa que escribió para decir: «En el pasado ya le dije que
su trabajo es más importante que yo y que el problema solo lo tiene él. Le he
dicho que su computadora portátil es la “otra mujer” de nuestra casa y no
puedo competir con ella». La adicción al trabajo es un problema real y muy
grave, pero yo creo que si usted y su esposo están tratando de ser un matrimonio
de Amor y Respeto, lo que él necesita es apoyo y respeto por sus esfuerzos en el
trabajo. Si es un hombre bienintencionado que está descuidando a la esposa y a la
familia por trabajar mucho, se dará cuenta de ello, y ambos podrán hablarlo para
encontrar una solución.

Su primera tarea es asegurarse de apoyar sus esfuerzos de conquista; de salir al


mundo para trabajar y tener éxito. Nunca le haga sentir que no aprecia lo que él
hace y “y que es solo un proveedor. Siempre tenga presente eso, pues como usted
tiene gafas rosas y audífonos rosas, los mensajes que envíe pueden dar una
impresión equivocada de sus intenciones. Sus gafas y audífonos azules pueden
decodificar erróneamente su mensaje, y él puede sentir equivocadamente que
usted solamente lo ve como el que trae la plata. Por eso es muy importante que le
agradezca y le diga que lo admira y lo apoya. Si le dice esas palabras, ayudará
mucho a que sus gafas y sus audífonos azules reciban el mensaje correcto, y al
apoyar sus esfuerzos laborales motivará su amor por usted. Esta breve nota de
una esposa lo dice todo:

Cuando usted apoya y aprecia a su esposo, él dirá que «muestra de su favor le


ha dado el Señor» (Proverbios 18.22, NVI).

ESPOSO SENTIRÁ QUE USTED APRECIA SU DESEO DE TRABAJAR Y


TENER ÉXITO…

• cuando usted le expresa verbalmente o por escrito que valora sus esfuerzos en el
trabajo.
• cuando expresa su fe en él respecto al campo elegido.
• cuando escucha sus historias del trabajo con tanta atención como usted espera
de él respecto a sus relatos de lo que sucede en la familia.
• cuando se ve a sí misma como su compañera y complemento, y habla con él
sobre esto cada vez que sea posible.
• cuando le permite soñar como lo hacía cuando eran novios.
• cuando no deshonra ni critica sutilmente su trabajo «en el campo» para lograr
que muestre más amor «en la familia».”

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