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de la hermenéutica, aunque asumió el rol de disciplina independiente luego el cisma religioso, que
resaltó una preocupación por diversas cuestiones que la llevan a hacerse cargo de los problemas
Por esto no nos limitamos a comprender la teología bíblica como un simple método exegético sino
Desde una perspectiva tradicional la hermenéutica se remonta hasta los rabinos del siglo I,
quienes estructuraron lo que para nosotros es el antiguo testamento, teniendo como detalle
dirigido siempre a la generación que los lee, actualizando los hechos históricos con un mensaje a
pero con un contenido diferente, que hace posible la aplicación de ciertos tipos de hermenéutica
que resultaran paradigmáticos para la exegesis posterior. En San Ireneo, por ejemplo, los pasajes
oscuros de la Biblia tienen que explicarse por los más claros, la regla de la fe que nos es dada
Pasando por Orígenes y las controversias entre el sentido literal y el alegórico, San Agustín con sus
medieval, formulando la distinción entre res y signa, para el buen discernimiento entre la
metáfora y la alegoría, sin dejar de lado el sentido literal autentico, procurando defender la
realzando el valor apologético de las profecías, puesto que junto con el anuncio de Cristo los
profetas habían proclamado también a la Iglesia y su desarrollo entre los pueblos paganos.
San Agustín nos lega la comprensión de la Iglesia como autentica depositaria de los misterios de
añadiendo además la tradición oral, atesorada y conservada en la Iglesia igualmente, pues, aunque
no fue escrita, los sucesores de los apóstoles mantuvieron viva su predicación en su mismo
testimonio de vida y en los dictámenes de los concilios posteriores. Volviendo a los aportes del
Ambrosio con su ‘interpretación espiritual’ de la Escritura, que le ayudo en su lucha contra los
maniqueos, optando más adelante por un abordaje más crítico del problema.
La gratuidad de la revelación divina dada a través de la mediación humana, resulta para San
misma, por eso el interprete tiene una tarea ardua al determinar si la locución que intenta
comprender es de sentido propio o figurado, ya que la oscuridad de las alegorías hacen necesario
empeñarse en tener principios exegéticos claros, para no caer en interpretaciones impropias por
tomar al pie de la letra lo que en realidad está en sentido figurado. Aquí se introduce otro
problema, el de la pluralidad de sentidos en el mismo texto, del cual San Agustín indicará que hay
que ser concorde con la intención del autor sagrado, la interpretación no es subjetiva totalmente,
deja a un lado los aspectos propiamente filológicos, el interprete debe tener un manejo apropiado
del universo conceptual y lingüístico de la Sagrada Escritura. En suma, la Edad Media recoge la
exégesis agustiniana en cuatro sentidos: el literal, dado por el significado de las expresiones de la
Escritura, tomando en cuenta lo antes mencionado; el alegórico, que logra una comprensión más
profunda del hecho llevándolo siempre a Cristo; el moral, que tiene como fin la instrucción, nos
permite obrar rectamente; y el analógico, o también místico, nos deja ver una vía que nos conduce
La vigorosidad de la palabra revelada, se hace tal en tanto que descubrimos un único mensaje
divino dado por mediación humana, un mensaje que habla a todas las generaciones, cada cual en
su momento de lectura, pero sin perder la esencia del contenido y la intención de su autor, Dios
mismo un pasaje ‘oscuro’ que una expresión ambigua o confusa, por eso el interprete tiene sobre
sus hombros una responsabilidad mayor que la del autor en sí, pues debe encontrar, sin haber
conocido al autor, el sentido correcto para captar el mensaje que Dios mismo quiso transmitir a