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Cabruja Garay Gordo Psicologia Perspectivas Deconstruccionistas 2005
Cabruja Garay Gordo Psicologia Perspectivas Deconstruccionistas 2005
deconstruccionistas
Psicología:
perspectivas
deconstruccionistas
Teresa Cabruja Ubach (editora)
Pilar Albertín Carbó
Ana Isabel Garay Uriarte
Ángel Juan Gordo López
Diseño del libro, de la cubierta y de la colección: Manel Andreu
¤ Pilar Albertín Carbó, Teresa Cabruja Ubach, Ana Isabel Garay Uriarte, Ángel Juan Gordo López, del texto
¤ 2005 Editorial UOC
Av. Tibidabo, 45-47, 08035 Barcelona
www.editorialuoc.com
ISBN: 84-9788-154-0
Depósito legal:
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico,
químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita
de los titulares del copyright.
Editora
Teresa Cabruja Ubach
Autores
Pilar Albertín Carbó
Doctora en Psicología y profesora asociada de Psicología Social en la Universitat de Girona. Sus
líneas de investigación se basan en metodologías cualitativas y epistemologías del conocimiento
científico, así como en temáticas relacionadas con la salud y los procesos grupales.
Índice
Presentación ................................................................................................... 11
Resumen ......................................................................................................... 59
© Editorial UOC 8 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Presentación
“[...] nos pasamos gran parte de nuestra vida pegando etiquetas sobre nuestro frasco
y los frascos de los demás, contemplando con ojos admirativos y reprobadores las que
los otros, a su vez, han pegado. No se destapan los frascos para saber lo que contienen,
si es que contienen algo; se atiende solamente a escribir con letra clara las etiquetas,
a que estén bien pegadas y a que cada frasco tenga la suya.”
Carmen Gaite
“Toda ciencia particular produce, en cada momento de su historia, sus propias nor-
mas de verdad.”
Gaston Bachelard
seguido aportar nuevas maneras de entender al ser humano y sus modos de re-
lacionarse y organizarse, pero también ha supuesto, como otras ciencias del
conocimiento de la experiencia humana, un ejercicio de control social, en tanto
que conjunto de prácticas producidas desde un estatus de poder y verdad, el del
conocimiento científico positivista. La intención de rescatar o procurar un estu-
dio de carácter más social, pero no en el sentido de influencias o factores que
dirigen su desarrollo, sino en el sentido de condiciones que la configuran en su
totalidad, obedece a la necesidad de mostrar su contextualización cultural e his-
tórica y, por lo tanto, su carácter humano, tal como distintas voces han ido ma-
nifestando desde los años ochenta. Conocer su pasado es entender también
cómo se ha construido, qué permite y qué no, qué se ha defendido y qué se ha
marginado, para qué ha servido, cómo ha sucedido y qué significa en términos
morales, éticos y políticos, no sólo hace algunos siglos sino, también y especial-
mente, en la actualidad.
Para organizar una obra de este modo, necesitamos contar con la colabora-
ción de l@s lectores puesto que se trata de un intento de ofrecer unas pistas para
este viaje hacia otras maneras de entender qué sucede en nuestra sociedad con
cualquier especialidad de conocimiento, seguramente, pero especialmente con
las que tienen que ver con los seres humanos y sus relaciones.
Más allá de lo que con frecuencia todos podemos imaginar, tan habituados
como estamos al hecho de que se nos presenten los recorridos históricos de dis-
ciplinas, naciones, familias o vidas personales como si tuvieran una especie de
“hilo” conductor que las ha llevado de un lugar a otro, con una fase o etapa una
detrás de la otra, lo que las hace comprensibles en términos de razones, causas
o consecuencias y con resultados más o menos previsibles, ya podemos empezar
a percatarnos de que, ni para nuestras vidas, ni para las vidas de las historias dis-
ciplinarias las cosas funcionan así.
No obstante, pretender hacerlo de otra manera es muy difícil. En el libro las
propuestas parten, en buena medida, de las aportaciones del postestructuralismo
y de pensadores y pensadoras que, desde la historia, la antropología, la sociología,
la crítica literaria y la psicología, se han esforzado en enfocar de una manera dife-
rente lo que se nos iba explicando. Por tanto, la interdisciplinariedad junto con
las aportaciones de los estudios feministas constituye una característica común a
todos los capítulos de esta obra.
© Editorial UOC 14 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
formas de hacer psicología o, al menos, señalen los supuestos bajo los cuales se
ha desarrollado la que tenemos tal y como la tenemos. No se trata de la predis-
posición ni de la ética de los psicólogos y psicólogas que hacen su trabajo con
la mayor dedicación, ni de si funcionan o no, las terapias e intervenciones ver-
bales o farmacológicas, que seguro que sí y que ayudan a mucha gente. De lo
que se trata es de repensar este ayudar y lo que se ha convenido en situar como
problema, así como de tener en cuenta el lugar de la psicología en un entramado
de prácticas institucionales que, por una parte, no han creado directamente los
psicólogos y psicólogas y, por otra, también pueden sufrir sus limitaciones o
participar involuntariamente de sus efectos. Todos y todas formamos parte del
“complejo psi” de las teorías y prácticas que comparten el colocar ideas y senti-
mientos en el interior de los individuos. Para romper el dogmatismo de la psi-
cología tradicional es necesario incluir la complejidad y la extensión de las
relaciones de poder, para crear una psicología transformativa. Poder y saber son
inseparables y el conocimiento es socialmente construido, lo cual quiere decir
que es producto de valores, creencias, formas de ver el mundo, morales y rela-
ciones de poder. Por esta razón se cuestionan las pretensiones de verdad sobre
lo humano. Aunque la psicología haya desarrollado magnificas teorías explica-
tivas, gran variedad de recursos y técnicas, y sofisticadas intervenciones sociales
y personales, no por ello estas propuestas son verdaderas; cualquier interacción,
profesional o no, esta regida por reglas. Si nos preguntamos por qué no enloque-
cemos cuando nos sucede o vivimos un acontecimiento, una experiencia vital
difícil, vivimos sin medios, etc., las respuestas obtenidas aportan tanta lucidez
respecto a los factores que han ayudado, los recursos, los apoyos, las circunstan-
cias, el azar, el pasado, los otros y otras y sus reacciones, entre otras cuestiones
como el mejor de los compendios de la psicología. Por esta razón es indispensa-
ble retomar el conocimiento que las personas tienen de sí mismas y utilizar los
recursos de la psicología, para colaborar, co-construir posibilidades aunque no
se disponga de la verdad última sobre el ser como un ejercicio de destiraniza-
ción. Sus efectos, por supuesto, son involuntarios de las motivaciones y preocu-
paciones de psicólogos y psicólogas, son fruto de una socialización en el
positivismo y en una sociedad, la occidental, y los nuestros, por supuesto, que
también.
© Editorial UOC 17 Capítulo I. Introducción al desarrollo...
Capítulo I
Introducción al desarrollo sociohistórico del conocimiento
psicológico científico
Sociedad, historia, psicología y subjetividad
Teresa Cabruja Ubach
Ana Isabel Garay Uriarte
1. Gergen, 1973.
© Editorial UOC 19 Capítulo I. Introducción al desarrollo...
2. Para un desarrollo de aspectos epistemológicos, puede consultarse entre otros: Ibáñez (1994);
Potter (1996); Rorty (1979).
3. Ibáñez, 1991.
© Editorial UOC 21 Capítulo I. Introducción al desarrollo...
dad científica estipula que sólo puede ser ciencia lo que es general y que
el conocimiento científico debe trascender los contenidos concretos y
peculiares. Se ha procedido a rechazar la historicidad de los objetos so-
ciales, optando por “descubrir” principios generales. Esta estrategia de
investigación vaciaba los fenómenos investigados, tales como aspectos
de la “mente”, del comportamiento individual o colectivo, de todo su
contenido social.
• no siguiera la mayoría de dinámicas y prácticas de las instituciones. La psi-
cología también ha obviado que la institución en la que está incrustada; es
decir, la científica, no sea por sí sola una producción sociohistórica.4
• la mejor manera de explicar el mundo social y el funcionamiento de las
personas fuera a partir de la experimentación y las cifras estadísticas. De
tal manera que la psicología ha presentado las herramientas estadísticas
y la experimentación como el procedimiento corriente para conseguir
un conocimiento válido de los fenómenos psicológicos y sociales.
4. Esta premisa se encuentra desarrollada en T. Cabruja (2003). “Las instituciones sociales. Repro-
ducción e innovación en el orden social. Resistencias y cambio social”. En: F. Vázquez Sixto (Ed).
Psicología del comportamiento colectivo. Barcelona: Editorial UOC.
5. Ibáñez, 1991.
6. J. Bruner (1990). Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza Editorial.
© Editorial UOC 22 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Tal como podéis observar, se establece una diferencia tanto entre los térmi-
nos, como en su clasificación. Es decir, si se consideran adecuadamente cientí-
ficos o no y, como consecuencia, también sobre qué es “real” y qué no lo es.
Este tipo de retórica se ha utilizado con gran frecuencia con la convicción de
que servía para desacreditar ciertos trabajos. No se trata de un caso aislado, sino
de que la retórica de la pseudociencia está bastante institucionalizada dentro de
la psicología y constituye una parte del ritual de la escritura psicológica acadé-
mica. De hecho, os podéis fijar en cómo en una gran mayoría de los escritos de
la disciplina se van encontrando referencias como la anterior.
Ahora bien, el hecho de que la psicología dominante haya seguido las direc-
trices del conocimiento científico de la era moderna no significa que no haya
7. Kitzinger, 1990.
© Editorial UOC 23 Capítulo I. Introducción al desarrollo...
producido conocimiento nuevo. Otra cuestión es entender los efectos y los con-
textos en que se ha producido, así como los implícitos que la han sostenido.
Para ello, vale la pena hacer referencia al carácter “productivo” de la psicología.
Como analizó Foucault en la institucionalización del conocimiento occiden-
tal desde el siglo XVIII y las relaciones saber-poder, implican un doble carácter
productivo y regulador al mismo tiempo. Y, de hecho, el estudio foucaultiano del
poder no se centra sólo en los procesos de represión o coacción, sino también en
su versión estratégica, en su capacidad creadora y constructora de realidad.
Entender la psicología como productiva es entender que, por un lado, crea
maneras de hablar y conocer a partir de la elección y utilización de instrumen-
tos y conceptos que sirvan para explicar fenómenos de las maneras de ser de las
personas, describir sus características, poder distinguirlas e intervenir en ellos;
sin embargo, a su vez, la manera, el punto de vista y las concepciones que se
utilizan para esta selección, etiquetaje e intervención están todas íntimamente
vinculadas a circunstancias y tradiciones ideológicas.
Podemos entender el carácter productivo y, al mismo tiempo, regulativo de
la psicología a partir de que:
remos subrayar sesgos tanto sexistas como etnocéntricos que ya desde diversos
espacios se han cuestionado al proceso y resultado del quehacer científico mo-
derno; resaltando, asimismo, los efectos autoritarios que el discurso sobre la in-
dividualidad y la neutralidad producen.
El País, 23 de julio de 2002, pág. 22. Entrevista realizada por Antonio Calvo Roy.
[...]
8. Buenos Aires, 1942. En la actualidad investiga sobre sociología de la ciencia en el Instituto Vene-
zolano de Investigaciones Científicas. Es asesora de la Unesco en sus comisiones de educación
superior, ciencias sociales e indicadores políticos.
© Editorial UOC 26 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
el que vio que había otras limitaciones, porque existía una presencia mayor de muje-
res en ciencia pero no una mayor influencia o una aceptación de enfoques, inquietu-
des ni sensibilidades para hacer la ciencia. ¿Las mujeres tenían que negar su propia
diferencia para hacer ciencia? Ese momento permitió la construcción de interpreta-
ciones teóricas muy ricas. Ahora estamos en un tercer momento, recuperando esa pri-
mera inquietud militante, pero ya con el bagaje de lo que hemos ganado de
comprensión del fenómeno.
[...]
R. Creo que ayudan. Han sacado a la luz pública un problema que no existía, han
dado visibilidad al problema de la mujer en la sociedad. Seguimos chocando contra
prejuicios muy arraigados y profundos que aparecen incluso en la ciencia, donde una
esperaría que la razón tuviera más peso. Se ven algunas cosas aberrantes de ejercicio
del poder.”
De acuerdo con estas ideas, sólo si prestamos atención a cuáles son las lógicas
que dirigen prohibiciones y obligaciones por lo que respecta a los hombres y a
las mujeres, podemos entender otras situaciones que pueden reproducir de otro
modo sistemas bastante parecidos de dominación, marginación o desigualdad.
Por este motivo, vale la pena, como punto de partida, aunque en la actualidad
ya se han dado a conocer bastantes cosas sobre el tema por parte de los estudios
© Editorial UOC 27 Capítulo I. Introducción al desarrollo...
• Sexismo (Sau, 2000): “conjunto de todos y cada uno de los métodos utiliza-
dos por el patriarcado para poder mantener en situación de inferioridad,
subordinación y explotación el sexo dominado: el femenino. El sexismo al-
canza todos los ámbitos de la vida y las relaciones humanas [...]”.
• Androcentrismo (Sau, 2000): “el hombre como medida de todas las cosas.
Enfoque de un estudio, análisis o investigación desde la perspectiva mas-
culina únicamente, y utilización posterior de los resultados como válidos
para la generalidad de los individuos, hombres y mujeres. Este enfoque
unilateral lo han llevado a cabo sistemáticamente los científicos, lo que
ha deformado ramas de la ciencia tan importantes como la historia, la et-
nología, la antropología, la medicina, la psicología y otras. El enfoque an-
drocéntrico, distorsionador de la realidad, ha sido denunciado por las
mismas mujeres científicas”.
• Patriarcado (Sau, 2000): “es una toma de poder histórica por parte de los
hombres sobre las mujeres. [...] Así, Adrienne Rich señala: ‘El patriarcado
consiste en el poder de los padres: un sistema familiar y social, ideológico
y político con el que los hombres –a partir de la fuerza, la presión directa,
los rituales, la tradición, la ley o el lenguaje, las costumbres, la etiqueta,
la educación y la división del trabajo– determinan cuál es o no es el papel
que las mujeres deben interpretar para estar en cualquier circunstancia so-
metidas al varón’”.
9. Es posible introducirse y conocer estos estudios a partir de los textos: S. Harding (1996). Ciencia
y feminismo. Madrid: Morata; E.F. Keller (1985). Reflection on gender and science. Yale: Yale University
Press; H. Longino (1990). Science and social knowledge. Nueva Jersey: Princeton University Press.
© Editorial UOC 28 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Tabla 1.1.
a) Del feminismo empiricista: un ejemplo podría ser cuando se revisan los estudios
y datos de investigaciones pasadas y comprobar y/o añadir o rehacerlos teniendo en
cuenta que faltan directamente las mujeres o lo femenino. Así veríamos desde expe-
rimentos realizados sólo con muestras de hombres y de los que deben extrapolarse los
resultados, hasta otros donde se afirman diferencias sólo de acuerdo con la norma
masculina.
Por lo que respecta al tercer tipo de trabajo feminista, confluye bastante con
las perspectivas posmodernas, que, por otra parte, también se han fundamenta-
do con aportaciones anteriores llevadas a cabo desde la epistemología feminista
15. Se puede encontrar una ejemplificación de este tipo de trabajo en: T. Cabruja (1995). “Género
y valores: su conjugación en las teorías de la identidad y las relaciones de género desde una pers-
pectiva deconstruccionista”. En: M. J. Izquierdo (coord.). Género y valores (pág. 99-123). Vitoria:
Emakunde-Instituto vasco de la Mujer.
© Editorial UOC 32 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Existen dos aspectos cruciales, desde nuestro punto de vista, y que es preciso
destacar sobre el porqué de este cuestionamiento de la psicología positivista.
Uno de los mismos tiene que ver, tal como indicábamos en el subapartado
“Productividad de la disciplinarización de la psicología y relaciones saber-po-
der”, con el aspecto productivo y, al mismo tiempo, regulativo de la psicología.
Ello ha comportado en las prácticas sociales e institucionales un gran número
de efectos autoritarios16 manifestados en diferentes grados y con diferente fuer-
za. Efectos autoritarios que se han sustentado en lo que Ibáñez17 ha denomina-
do los mitos de la “ideología de la representación”: el mito del conocimiento
válido como representación correcta y fiable de la realidad; el mito del objeto
como elemento constitutivo del mundo, el mito de la realidad como entidad in-
dependiente de nosotros y el mito de la verdad como criterio decisorio.
Este carácter autoritario es producto del desarrollo de una serie de tecnolo-
gías que participan en el gobierno y la dirección de la población. Un factor cen-
tral radica en conseguirlo no de una manera coercitiva, que sería muy evidente
y rechazable, sino de una manera más sutil y complicada, conectando esta di-
versidad de factores que participan en el desarrollo e institucionalización del co-
nocimiento y que posibilitan su ejercicio diferido.
Así, podemos entender cómo, a causa de la complejidad de la sociedad y de
sus relaciones, las formas desarrolladas para gobernar pasan con frecuencia por
a) “En el centro del día, tirado en la pila de las sardinas migratorias de un coleóptero
de abdomen blanquecino, un pollito de largo cuello plumado de repente arengó una,
pacífica, de entre las mismas y su lenguaje se desplegó por los aires, húmedo de una
protesta. Seguidamente, atraído por un vacío, el pajarito se precipitó por el mismo.
En un aletargado desierto urbano, lo volví a ver aquel mismo día cuando le picaban
la cresta por un botón cualquiera.”
Extracto traducido de: Raymond Queneau (1947). Exercicis d’estil. Barcelona: Edicions
dels Quaderns Crema, 1989.
Tal como podéis observar, a partir de aquí se hace más fácil entender la im-
portancia de los recursos literarios, retóricos y semióticos en la escritura cientí-
fica, así como los condicionantes institucionales y sociales de su producción.
Uno de los elementos centrales en el desarrollo de una profunda crisis del co-
nocimiento psicológico hace referencia al cuestionamiento de el método posi-
tivista aplicado a la psicología tanto respecto a su eficacia como respecto a su
uso para mantenerse dentro del statu quo académico. Esta posición dominante
ha dificultado la incorporación de otras aportaciones más teórico-prácticas para
entender el funcionamiento de los seres humanos en la vida social.
En los momentos en que se desarrollan estos movimientos críticos podemos
recordar las revueltas en un ámbito social y académico en Europa, especialmen-
te, así como en México y otros países, en los que las crisis de las instituciones
académicas y de las diferentes situaciones políticas y sociales, junto con los mo-
vimientos feministas, conforman y generan toda esta situación de cambios de
las grandes teorías dominantes.
Asimismo, las crisis de las naciones dominantes en Europa respecto al colo-
nialismo, la crisis energética, etc. constituyen un contexto particular de agita-
ción de una gran parte de las tendencias dominantes de análisis y estudio del
mundo social en Occidente.
© Editorial UOC 38 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
los analistas del discurso, que han pasado del lenguaje en relación con la mente,
al lenguaje como resultado de la interdependencia social, así como la investiga-
ción de nuevos métodos cualitativos en psicología, son el reflejo de un cambio
general más amplio y más profundo de las transformaciones intelectuales y cul-
turales, que reúnen posmodernidad, postestructuralismo, hermenéutica y pos-
positivismo.
“[…] todos los conocimientos son productivos en el sentido específico de que tienen
efectos definidos en los objetos que intentan conocer. Para las ciencias sociales, di-
chos efectos no se pueden separar de las prácticas de administración a las que estas
ciencias están vinculadas.”
Estas transformaciones hacen pensar que “estamos ante una nueva y desa-
fiante concepción del self, que traslada el locus de la comprensión de los ‘uno
mismo’ individuales a las relaciones en que dichos ‘unos mismos’ pasan a ser
posibles”.
Si partimos de la base de que las personas son cambiables y efímeras, y es di-
fícil percibirlas desde un punto de vista estable, el hecho de la observación cien-
tífica hace que el individuo sea estable por medio de la construcción de un
sistema perceptual, una manera de convertir la móvil y confusa multiplicidad
sensible en un campo cognoscible. En este proceso de percepción científica, el
mundo fenoménico está normalizado –es decir, está pensado en términos de sus
coincidencias y diferencias de los valores estimados normales– en el auténtico
proceso de hacerlo visible a la ciencia.
En psicología, el concepto individuación enfatiza un proceso evolutivo por
medio del cual el infante, presumiblemente indiferenciado y absolutamente unido,
se separa de los otros significantes para situarse como un individuo diferente y
separado del mundo. El niño emerge como objeto científico y como objetivo de
lo que se puede contemplar como prácticas normalizadoras, que formarían par-
te de la producción del individuo como sujeto de forma “normal”, y que desa-
rrollaremos en el capítulo III, con un poco más de detalle.
Estas aportaciones muestran, en efecto, la presuposición del individuo como
una entidad unitaria, una máquina que piensa, lo que es básico para, por poner
un ejemplo, la pedagogía centrada en el niño y para la psicología del desarrollo.
En esta misma línea, Kessen47 había mostrado cómo el niño es siempre visto
como un ser aislable, de condición libre y como individuo completo. Indepen-
dientemente y de una manera similar, padres y maestros pueden influir en el
desarrollo del niño. Sin embargo, la unidad de análisis cultural y la unidad de
estudio del desarrollo es el niño solo. La omnipresencia de este individualismo
radical en nuestras vidas supone la consideración de otras imágenes alternativas
de la infancia extraordinariamente difícil. La cuestión es que nunca nos hemos
tomado seriamente que el desarrollo es, en gran medida, una construcción so-
cial, el niño es modulado y, al mismo tiempo, es un componente que modula
en una red cambiante de influencias.
De este modo, los impulsos están en el niño, así como los rasgos, los pen-
samientos y los afectos: casi la mayoría de teorías del desarrollo aceptan las pre-
misas del individualismo y toman al niño como la unidad básica de estudio,
con todas las consecuencias que esta elección implica para las decisiones, que
van desde seleccionar un método de investigación, hasta seleccionar una estra-
tegia terapéutica.
Foucault distingue cuatro tipos de tecnologías. Cada una de ellas representa
una matriz de la razón práctica: las de producción, que permiten producir,
transformar o manipular cosas; las de sistemas de signos, que nos permiten utili-
zar signos, sentidos, símbolos o significaciones; las de poder, que determinan la
conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de finalidades o domina-
ción y consisten en una objetivación del sujeto; y las del yo, que permiten a los
individuos efectuar, solos o con la ayuda de los demás, cierto número de opera-
ciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, manera de ser, y ob-
tener de este modo una transformación de sí mismos.
M. Florence (1984). “Foucault”. En: A. Gabilondo (ed.) (1999). Michel Foucault. Estética,
ética y hermenéutica (pág. 365). Barcelona: Paidós.
cia de sí en un juego de verdad, dado que este proceso por el que se constituye
el sujeto es la subjetivación.
Como él mismo señala:
“Lo que le ha interesado eran precisamente las formas de racionalidad que el sujeto
humano se aplica a sí mismo... ¿Qué sucede para que el sujeto humano se dé a sí mis-
mo como objeto de saber posible, por medio de qué formas de racionalidad, mediante
qué condiciones históricas y, por último, a partir de qué precio?”
“Todas las ciencias, análisis o prácticas con raíz psico tienen lugar en esta inversión
histórica de los procedimientos de individualización. El momento que se ha pasado
de mecanismos histórico-rituales de formación de la individualidad a unos mecanis-
mos científico-disciplinarios”.
M. Foucault (1975). Vigilar y Castigar (pág. 198). Madrid: Siglo XXI, 1982.
“El individuo es, sin duda, el átomo ficticio de una representación ‘ideológica’ de la
sociedad; pero también es una realidad fabricada por esta tecnología específica de po-
der que se llama disciplina”.
M. Foucault (1975). Vigilar y Castigar (pág. 198). Madrid: Siglo XXI, 1982.
Además del poder disciplinario, para Foucault el poder sobre la vida tomó
otra dimensión: el biopoder. Este último no es antitético a la disciplina, sino
que se entrecruza en un haz de relaciones intermedias. Si el polo disciplinario
estuvo centrado en el sujeto como máquina por medio de la anatomopolítica
del cuerpo, el segundo polo estuvo centrado en el cuerpo-especie, “en el cuerpo
formado por la mecánica del ser vivo y que sirve de apoyo a los procesos bio-
lógicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la
duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden ha-
cerlos variar”.49 Según Foucault, se hacen cargo de todos estos problemas una
serie de intervenciones y controles reguladores que denominará biopolítica de
la población.
En palabras de Foucault,
“La vieja potencia de la muerte, en la que se simbolizaba el poder soberano, ahora está
cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión calcula-
dora de la vida.”
En la vertiente del biopoder, son otras las disciplinas científicas que produ-
cirán el conocimiento y saber necesarios para su desarrollo y mantenimiento: la
demografía, la estimación de la relación entre recursos y habitantes, los cuadros
de las riquezas y su circulación, de las vidas y su probable duración, la compo-
sición social de los intereses, la economía y la estadística. La ideología como
doctrina del aprendizaje, pero también del contrato y la formación reguladora
del cuerpo social constituyen para Foucault el discurso abstracto en el que se
buscó coordinar ambas técnicas de poder para construir su teoría.
El rol de la biopolítica estudiado por Foucault, centrado en las poblaciones,
le lleva a mirar instituciones más amplias que las que había estudiado, tales
como las prisiones, las escuelas o los psiquiátricos. El Estado, el gobierno del Es-
tado, aparecerá como una de las instituciones que deberían estudiarse. Si duran-
te buena parte de su producción se dedicó a analizar las relaciones entre
experiencias como la locura, la muerte, el crimen, la sexualidad y varias tecno-
logías del poder, en los últimos años de su vida definió su interés en el trabajo
sobre el problema de la individualidad o, más bien, sobre la identidad referida
al problema del “poder individualizador”. Es importante repetir que Foucault
no nos convida a abandonar la idea de los efectos de dominación llevados a
cabo por un ejercicio disciplinario de poder, sino a constatar que existe un doble
ejercicio de poder: un poder disciplinario, que se aplica sobre los cuerpos, y un
poder normativo y regulador, que tiene en cuenta la población.
Las estrategias del biopoder se conforman por medio de las encuestas, las es-
tadísticas, los censos, los programas para maximizar o reducir las tasas de repro-
ducción, para minimizar la enfermedad y promover la salud. Con todas estas
técnicas, se pretende hacer inteligibles aquellos ámbitos cuyas leyes debe cono-
cer y respetar el gobierno liberal: por consiguiente, el gobierno no será arbitra-
rio, sino que estará basado en el conocimiento operativo de aquellos cuyo
bienestar debe promover. A partir de este momento, el gobierno debe ejercerse
con la ayuda de un conocimiento de lo que se debe gobernar –la infancia, la fa-
milia, la economía, la comunidad, la oferta y la demanda, la solidaridad social–,
en una situación concreta y en un momento determinado (tasa de productivi-
dad, tasa de suicidios, etc.) y, al mismo tiempo, de un conocimiento de los me-
dios por medio de los cuales se puede configurar y orientar a producir objetivos
deseables al mismo tiempo que se respeta su autonomía.
© Editorial UOC 52 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Foucault define biopolítica como “la forma en que, a partir del siglo XVIII, se
ha intentado racionalizar los problemas que planteaban a la práctica guberna-
mental fenómenos propios de un conjunto de seres vivos constituidos como po-
blación: salud, higiene, natalidad”.50
Y en este sentido, consideró que estos problemas debían analizarse dentro
del marco de racionalidad política en que han aparecido y se han agudizado: el
liberalismo.
considerara una persona autónoma, única, diferente de las otras, y que diera ex-
presión a la valoración de esta singularidad. La importancia en la praxis de la
Antigüedad de la identidad como nosotros, vosotros y ellos refleja la importancia
de dichos conceptos y nos recuerda la imposibilidad de la movilidad en estos
momentos para pasar de un nosotros a otro.
Asimismo, Elias pone de manifiesto la importancia que tiene la utilización
de los términos como la manera de acercarnos a la comprensión de un momen-
to en la medida en que los conceptos y el lenguaje se desarrollan colectivamente
en su uso y funcionalidad colectiva.
El término individuo se localiza en el siglo XVII y era utilizado por los filósofos
de la Iglesia, mientras que consideraban que todo lo que existe en este mundo
es único. Los escolásticos consideraron importante la singularidad de cada caso
particular de una especie y acuñaron una palabra para designarla. ¿Cómo fue
posible, se pregunta Elias,54 que el reconocimiento de la singularidad de todos
los casos particulares, representado por el concepto escolástico de individuo, se
volviera a estrechar de manera que finalmente el concepto individuo ya sólo re-
mitiera a la singularidad del ser humano? La respuesta es que el reconocimiento
de la singularidad “se produjo cuando el desarrollo de la sociedad llegó a un ni-
vel en el que se intensificó la necesidad de las personas”.55
De hecho, el diagnóstico del mundo contemporáneo que tiene Elias es que “Las tribus
están perdiendo por todo el mundo su función de unidades de supervivencia autóno-
mas, autodeterminadas. Muchos estados sufren considerables pérdidas de su sobera-
nía a lo largo del proceso de integración de la humanidad. [...] nos dirigimos hacia
una época en la que ya no serán los estados particulares, sino la agrupación de estados
la que constituirá la unidad social determinante”.
también los procesos de desplazamiento del poder de un plano a otro que ello
representa. La delegación del poder que va vinculada a la progresiva ampliación
de las unidades de supervivencia descritas por Elias es lo que nos parece intere-
sante resaltar ahora, así como su proceso paralelo de aumento de individualiza-
ción. Nos encontramos en una fase inicial de un gran proceso de integración y,
por consiguiente, los ciudadanos particulares tenemos cada vez menos capaci-
dad de influir sobre lo que ocurre en el plano de integración global.
En su relato procesual, Elias resalta la intensificación de la impotencia del in-
dividuo en relación con lo que sucede en el plano superior de la humanidad:
“El poderoso movimiento de integración de la humanidad, patente, entre otras
cosas, en instituciones centrales como las Naciones Unidas o el Banco Mundial
constituye, de momento, la última fase de un largo proceso social no intencionado
que conduce, por medio de muchas etapas, de unidades sociales menos diferencia-
das a unidades sociales más diferenciadas y complejas que las anteriores”.56
En efecto, toda transición desde una forma predominante de organización
de la unidad supervivencia, que comprende menos personas y es menos dife-
renciada y compleja, hacia una respectivamente más amplia y compleja, hace
que se modifique de una manera característica la posición de los seres humanos
particulares. Es decir, que se modifique la relación entre individuo y sociedad.
La movilidad de los seres humanos particulares, tanto en el sentido local
como en el social de la palabra, aumenta de manera que disminuye su anterior
encapsulamiento, inevitable y vitalicio, dentro de las familias, grupos vincula-
dos por el parentesco, comunidades locales y otras agrupaciones similares dis-
minuyendo el ajuste de su comportamiento, de sus objetivos y sus ideales con
respecto a la vida en estas agrupaciones y su natural identificación con las mis-
mas; se reduce su dependencia de dichas agrupaciones, así como su necesidad
por lo que respecta a la protección de la salud y de la vida, a la alimentación, a
las posibilidades de adquirir cosas y de proteger lo heredado y lo adquirido, o
también lo que se refiere a la posibilidad de recibir ayuda y consejo.
El ser humano individual siempre está vinculado de una manera muy deter-
minada por su interdependencia con otros. Sin embargo, el margen de decisión
individual difiere de una sociedad a otra, de una época a otra, y de una posición
social a otra.
En las páginas anteriores hemos visto desarrollos teóricos que reflexionan so-
bre los cambios en la constitución de subjetividades vinculados a diferentes
contextos sociohistóricos. Nuestra contemporaneidad es conocida por los cam-
bios en la organización y gestión del trabajo. Asimismo, el ámbito laboral ha
sido un ámbito donde la producción de herramientas psicológicas para su com-
prensión y gestión ha ido en aumento. En estas últimas páginas queremos
apuntar preguntas que en estos momentos realizan varios autores sobre los efec-
tos que los cambios que se producen en la organización social y laboral pueden
tener en la constitución de maneras de pensarnos o vivir; vinculado a sus efec-
tos de mantenimiento y reproducción del orden social.
Entre los desarrollos teóricos que en estos momentos están llevando a cabo
líneas de investigación que se continúan preocupando por la constitución de
subjetividad en un contexto de cambios contemporáneos, resaltaremos las
aportaciones de Nicolas Rose, de Ulrich Beck y de Richard Sennet.
Nicolas Rose, siguiendo una línea foucaultiana, se pregunta por las tecnolo-
gías de subjetivación vinculadas a un sistema neoliberal. Para Rose, gobernar de
manera liberal avanzada significa un aumento en la distancia entre las decisio-
nes de las instituciones políticas formales y otros actores sociales. Concibe estos
últimos de manera nueva como sujetos de responsabilidad, autonomía y elec-
ción, intentando actuar sobre ellos sirviéndose de su libertad.
Para el autor, las formas de gobierno liberal avanzado poseen cierto carácter
“formal”. Los poderes conferidos previamente a los conocimientos positivistas
sobre la conducta humana serán transferidos a regímenes calculadores de con-
tabilidad y de gestión financiera. Y los cotos cerrados de los expertos serán in-
vadidos por medio de toda una gama de nuevas técnicas destinadas a ejercer un
control crítico sobre la autoridad: las técnicas presupuestarias, las de contabili-
dad y las auditorias son las tres más relevantes.
Según la lógica del poder-saber, estos procesos de cambio están basados, sin
duda, en una exigencia de verdad. Rose nos convida a pensar sobre nuevas ver-
© Editorial UOC 57 Capítulo I. Introducción al desarrollo...
Resumen
Capítulo II
Estructuras y desarrollo de la psicología científica
moderna y los cambios posteriores
La cuestión del método y el nuevo modelo
de sujeto investigador profesional
Pilar Albertín Carbó
Así pues, pretendemos desarrollar paso a paso estas ideas por medio del tra-
tamiento de varios temas: las cuestiones metodológicas, la manera de acceder
al conocimiento psicológico por medio de prácticas reflexivas o formas de re-
flexión en y sobre las acciones que producimos las personas o científicos en si-
tuaciones de investigación e intervención psicosocial, el hecho de destacar la
capacidad reflexiva de las personas como aquella capacidad psicológica y rela-
cional que nos permite cuestionar y cuestionarnos cambiar y modificarnos. Y,
por último, el hecho de instrumentalizar esta capacidad reflexiva y “ponerla al
servicio” de la ciencia y la intervención psicosocial, dado que, como hemos co-
mentado con anterioridad, permite el cuestionamiento, los cambios, en y des-
de el mismo conocimiento científico.
Mardones1 sugiere unas divisiones que nos permiten situarnos con facilidad
en el contexto actual de estas tensiones; por ello, realiza un recorrido a partir de
ciertos momentos históricos en los que se forjaron las tensiones entre diferentes
tendencias:
2) El positivismo y la hermenéutica
El positivismo ha constituido el programa dominante en la Psicología. Se
basa en un monismo metodológico, la explicación causal como base del cono-
cimiento científico, y la experimentación y el lenguaje matemático como mo-
delos fundamentales de generación de conocimiento.
En este modelo se opone la hermenéutica, perspectiva que reconoce el carác-
ter semiótico del comportamiento humano, de manera que no se puede aproxi-
mar desde una simple “observación aséptica”, sino que el investigador y el
investigado forman parte de un todo del que no se pueden desvincular. Se uti-
liza la distinción entre explicación y comprensión. La primera corresponde a la
investigación de leyes universales (ciencias nomotéticas), mientras que la se-
gunda corresponde a la investigación de comprensión de las peculiaridades lo-
cales de sus objetos de estudio (ciencias ideográficas).
1. Mardones, 1991.
© Editorial UOC 64 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Los principios teóricos y racionales que guían su acción (metodología) son que es pre-
ciso colocar las piezas más planas y más gruesas debajo, en las bases, de manera que
puedan sostener el peso y el equilibrio de las otras piezas que constituirán la pasadera
del puente. Asimismo, deben buscar una superficie o terreno liso y no inclinado para
que sustente el puente, etc.
El procedimiento o método consiste en ir colocando una por una las piezas, intentan-
do que cada pieza colocada se sitúe en una base estable para que pueda sostener la
pieza siguiente. Un niño puede utilizar piezas finas, cilíndricas y largas para subir los
pilares del puente (un método). Otro niño puede utilizar pequeños cubos, dispuestos
el uno sobre el otro para subir los pilares del puente (otro método).
T. Ibáñez3 nos señala que la definición de lo que debe contar como “un hecho” re-
sulta de un proceso de negociación racional en el que están implicados una serie de
procesos interpretativos que no pueden ser formalizados en su totalidad. Así pues, no
hay razones por las cuales el método científico deba ser conceptualizado en términos
empíricos, sino que basta con recalcar la necesaria publicidad y contrastabilidad de
los procedimientos utilizados para construir las afirmaciones, de tipo “discursivo o ar-
gumentativo” o de tipo “empírico”.
Sería un error considerar las metodologías de las ciencias naturales en exclusiva bajo
la versión positivista. Ello provocaría, por otro lado, una desvalorización de las meto-
dologías de las ciencias psicológicas, puesto que no se ajustan a orientaciones positi-
vistas. Sin embargo, como señala T. Ibáñez:
Traducido y adaptado del original: T. Ibáñez (1989). “La psicología social como dispo-
sitivo deconstruccionista”. En: T. Ibáñez (coord.). El conocimiento de la realidad social
(pág. 240). Barcelona: Sendai.
© Editorial UOC 69 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
Los autores y las autoras cualitativos reclaman una base epistemológica para
sus métodos, teóricamente irreconciliable con la filosofía positivista, puesto que
en numerosas ocasiones se da la utilización de metodología cualitativa como
técnica que nos proporcionará información para construir cuestionarios o para
poder interpretar los datos estadísticos. En estos casos, el efecto conseguido es
Tabla 2.1.
Intenta describir los hechos y explicar Intenta comprender el sentido y los significados
las causas de los acontecimientos, procesos que tienen los procesos y fenómenos
y fenómenos psicológicos de manera que se psicológicos y sociales para los actores
puedan llegar a formular generalizaciones. implicados. Los resultados están muy vinculados
al contexto en que se producen las acciones,
pero se relacionan con contextos de orden más
social e histórico como marco de interpretación.
5. Las teorías pospositivistas aglutinan una ingente variabilidad de teorías y perspectivas teóricas.
Nosotros y nosotras consideramos como principales textos el socioconstruccionismo, las teorías
psicosociales críticas, la etnometodología, las epistemologías feministas y las teorías del poder de
Foucault.
© Editorial UOC 71 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
El investigador es una figura pasiva, neutral, que El investigador es una figura activa, consciente
representa la realidad con métodos de su estatus de autoridad en la construcción de
e instrumentos adecuados. conocimiento y facilitadora de inercias
psicosociales (investigador como interventor).
Tabla 2.2.
Enfoques positivistas
Metodologías cuantitativas
Tabla 2.3.
Enfoque no positivista
Metodologías cualitativas
Método
Método
Método de Método Método de análisis de historias
Método Método de de
investigación- de análisis conversacional de vida,
etnográfico entrevista estudio
acción del discurso (etnometodología) biográfico
de casos
o narrativo
1) Método experimental
Estudia la varianza entre los tratamientos. Establece relaciones inferenciales
o de causalidad. La experimentación nos permite establecer con certeza la exis-
tencia de relaciones causales. Es el único medio para establecer relaciones fun-
cionales vectorizadas entre los fenómenos, pero la única garantía que tenemos
como experimentadores de que las variables independientes no fluctúan al
compás de las variaciones naturales proviene del hecho de que somos nosotros
mismos los que las construimos y las hacemos variar.
2) Método correlacional
Estudia la varianza entre los organismos, establece relaciones recíprocas. Pre-
tende examinar las relaciones entre variables en situaciones “naturales” y recha-
zar la artificialidad en que se crean muchas situaciones de laboratorio utilizadas
bajo el método experimental. Con este último no se puede establecer una ver-
dadera relación causal entre variables y debemos actuar estableciendo una co-
varianza entre los fenómenos, por lo que necesitamos potentes y sofisticados
instrumentos estadísticos para establecer estructuras causales de las covarianzas.
no se trata de buscar si los datos recogidos son compatibles con las hipótesis formu-
ladas, sino de observar cuáles son las configuraciones que emergen “naturalmente” a
partir de los datos. De este modo, la emergencia de los datos no se utiliza tanto por-
que digan o no si apoyan nuestras tesis como investigadores, sino porque digan por
sí mismas cuál es su propia estructura, y que nosotros podamos llevar a cabo una serie
de deducciones a partir de aquí. De esta manera, alcanzamos una “neutralidad” en la
medida en que figura que nuestros “supuestos teóricos personales” no influyen en los
fenómenos investigados. Sin embargo, ello es una “ilusión de objetividad”, puesto
que nosotros, como investigadores, no nos podemos sustraer de nuestro bagaje teó-
rico-ideológico a la hora de realizar las deducciones e interpretaciones.
En relación con los enfoques positivistas, Ibáñez6 alerta sobre la cada vez más
sofisticada estadística y las consecuencias que puede tener en la creación de una
fantasía sobre la verdad y la objetividad:
6. Ibáñez, 1989.
© Editorial UOC 74 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
2) Método etnográfico
La etnografía es el método inicialmente desarrollado en antropología cultu-
ral. Al principio, se utilizaba para el análisis de culturas lejanas a la nuestra; sin
embargo, con el tiempo, se ha aplicado a contextos culturales más inmediatos.
La etnografía nos permite la aprehensión de los significados culturales de los
grupos sociales que investigamos o analizamos. De este modo, con nuestra par-
ticipación en la vida cotidiana de la gente y durante un largo periodo de tiempo,
observamos, escuchamos, hablamos, compartimos situaciones con esta gente o
4) Método de entrevista
Son encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes dirigidos
a la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes con respecto a
sus vidas, experiencias, situaciones, o bien fenómenos sociales objeto de estudio
por parte del investigador.
Adoptan la forma de relato de un suceso, narrado por la misma persona que
lo ha experimentado y desde su punto de vista. La entrevista en sí es el con-
texto en que se elabora este relato; es decir, el contexto que nos permite que
pueda emerger; de aquí viene el importante papel que jugamos como entre-
vistadores para crear el clima adecuado y facilitar la expresión y la conversa-
ción con el entrevistado.
Incluye las entrevistas grupales, en que suelen participar diferentes acto-
res con perspectivas similares o bien contrastadas, de manera que la discu-
sión grupal permita aflorar cuestiones que individualmente no habrían sido
posibles.
© Editorial UOC 76 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
5) Estudio de casos
Consiste en la profundización sobre un caso o casos concretos con toda su
idiosincrasia, en que no sólo pretendemos la descripción detallada, sino tam-
bién un grado más elevado de elaboración, interpretación e integración de sig-
nificados, sentido y relevancia de las acciones, aspectos que informarán sobre la
teoría que se desprende de este caso o casos.
9. Algunos autores representativos de los análisis del discurso son Potter y Wetherell (1987),
Foucault (1969), Delgado y Gutiérrez (1994), e Iñiguez y Antaki (1994).
10. Iñiguez y Antaki, 1994.
11. Foucault, 1969.
12. Existen diferentes discursos en el contexto social que se conectan de diferentes maneras: se
yuxtaponen, se complementan, se confrontan, etc. Podemos imaginarnos dos discursos diferentes
cuando decimos “las mujeres tienen un instinto maternal” (discurso naturalista) y “las mujeres han
asumido el rol de cuidar a los bebés” (discurso sociologista).
© Editorial UOC 77 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
“La etnografía del laboratorio ha permitido ver el proceso de producción del conoci-
miento como más “constructivo” que “descriptivo”:
Las dificultades por parte de Schrecker estuvieron en la capacidad para prever el uso
del equipo y las “anticipaciones” concretas de cómo se desarrollaría el experimento
© Editorial UOC 79 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
(no sabemos cómo progresan las relaciones sociales, los acontecimientos son impre-
visibles, aunque sí que podemos prever algunas consecuencias y prevenirlas), puesto
que se produjeron acontecimientos durante el proceso que rompían su dinámica or-
todoxa, como derramar la precipitación, no limpiar suficientemente un tubo para el
reactivo y que precipitara de otra manera, una precipitación por sorpresa, al ponerse
nervioso, etc.”
Una de las conclusiones de este estudio es que el científico reajusta las metas
de su investigación para adaptarlas a las selecciones que realiza y reajusta estas
últimas para adaptarlas a las nuevas circunstancias creadas por la investigación.
Los mitos de la objetividad y la verdad se desvanecen. No existe neutralidad
del sujeto productor de conocimiento psicológico y social, ni tampoco separa-
bilidad entre “quién conoce” y “qué conoce”. Tampoco existe una instancia so-
brehumana que pueda establecer el criterio de verdad transcendental, pese a
que es posible que continúen existiendo criterios prácticos para la vida.
Ejemplo
14. P. Berger y T. Luckmann (1966). En este libro explican fabulosamente el mecanismo de la insti-
tucionalización de repertorios interpretativos de conocimiento social y cómo de este modo quedan
instalados en la definición del mundo.
© Editorial UOC 81 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
Muy pocas personas cuestionan si la salud es lo más importante de la vida. Los locos
sí lo hacen. ‘La salud es relativa. La gente debe elegir con cuánta salud quiere vivir y
a qué coste. La libertad es un precio demasiado alto a cambio de la salud’. Éste es el
mensaje que, de mil formas diferentes, repite machaconamente el joven holandés Jan
Dirk Van Abshoven.
Jan Dirk fue usuario de manicomios. Ahora se define como ‘bailarín además de usua-
rio’ y dirige una revista mensual en Holanda sobre el universo del tango.
Jan reivindica con su toque ligeramente excéntrico en el vestir su derecho a ser dife-
rente. Hace incluso apología de ello, considerándolo como algo saludable para la so-
ciedad. Y saca del bolsillo un textito del músico Frank Zappa que sustenta su
argumento. ‘Yo creo’, dijo al parecer Zappa en una entrevista hace un par de años,
‘que el progreso no es posible sin desviación. Es importante que la gente sepa que al-
gunas formas creativas y algunas personas se desvían de la norma y que en algunos
momentos esas desviaciones dan lugar a la inspiración’. Jan Dirk añade orgulloso: ‘Es-
ta es su lógica y es mi lógica’.
‘Hay locos muy creativos’, sostiene, aunque con un análisis peculiar de la locura,
‘Frank Zappa era un loco porque fumaba demasiado, y seguro que se murió de eso.
Está comprobado que fumar es malo para la salud y sin embargo la gente no llama
locos a los fumadores.’
Vuelve a su tema, ‘La salud no es lo más importante en la vida, hay otras cosas que
cuentan. Si a alguien le falta una pierna no se le trata como a un enfermo. Se puede
vivir sin algunas cosas’.
Su tesis consiste en que cuando se comprenda eso, ‘que la salud absoluta no existe’,
se aceptará que ‘hay que preparar nuevos modelos para vivir en busca de la felicidad’.
Felicidad imposible
‘Es imprescindible llegar a definir claramente cuáles son los derechos individuales del
enfermo mental’, dice, ‘y esto es algo de suma importancia para todo el mundo, por-
que ninguna persona sabe qué es lo que le puede suceder mañana’.
‘Tu puedes estar loco de aquí a 10 años’, concluye para ilustrar, a la luz de la incerti-
dumbre, la importancia de los derechos del enfermo como individuo.”
L.A. (10 de octubre de 1994). Jan Dirk, usuario de manicomios. El País. Madrid.
Para algunos autores como Ibáñez17 más comprometidos con una posición de
concepción pragmática del conocimiento, el hecho de pensar que el conocimiento
no es representacionalista, sino construido, no significa que sea un puro relato ar-
bitrario, sino que a las personas sólo les quedan los mismos criterios y juicios que
utilizan para evaluar cualquier otro tipo de conocimiento. Y éstos son, fundamen-
talmente, el valor de uso y los efectos que producen sobre la vida.
Lo que para los psiquiatras era “un trastorno mental”, para él era considerado “un
problema emocional para vivir solo en este mundo”.
dejar entrever estos principios de manera que los que nos capten puedan saber
dónde nos situamos cuando realizamos afirmaciones científicas.
social y procesos de cambio social. El principal elemento a partir del cual no pue-
de disociarse conocimiento de praxis social transformadora es la experiencia de la
persona.
La experiencia es un tipo de conocimiento local y situado (en un momento,
en una condición, en un espacio), resultado de prácticas localizadas en las que
está implicada la persona. Sólo desde este tipo de conocimiento es posible gene-
rar una praxis transformadora fiel a la parcialidad y situación de cada persona.
Es decir, sólo desde este tipo de conocimiento se puede dejar de ser relativista
absoluto.
El proyecto científico-político de las epistemologías feministas es aquél en el
que lo que es personal define lo que es teórico, lo que transforma la ciencia en
una política de la experiencia. Ello representa un movimiento de recobrar y
construir valores de conocimiento que se han suprimirdo o subyugado en otras
epistemologías de las ciencias psicológicas. Sin embargo, pese a ello, las mismas
autoras nos advierten de que “no hay visiones inocentes”, que incluso las ver-
siones subyugadas necesitan ser “deconstruidas”.20
Agnés era un transexual que eligió convertirse en mujer y ser operado. Mediante las
conversaciones mantenidas por el investigador con ella, nos mostró cómo Agnés de-
bía exhibir continuamente, en todas las actividades cotidianas, los rasgos culturales
de mujer “normal”. Se trataba de una realización práctica nunca acabada, puesto que
ella no tenía destreza rutinaria de la feminidad y debía controlar constantemente sus
actitudes y comportamientos para exhibirse como femenina. Agnés debía vigilar esta
presencia de sí misma y declararse a cada momento como mujer para parecer un caso
real (traducido y adaptado del original, Garfinkel, 1967).
21. Horizonte interpretativo es el marco interpretativo de una persona que está condicionada por las
posiciones de los actores dentro de una tradición histórica y cultural que es la que crea categorías
sociohistóricas de conocimiento de las que se desprenden sus interpretaciones (Gadamer, 1991).
© Editorial UOC 88 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
cial, puede ser una pregunta o un problema que altere el flujo cotidiano de tra-
dicionalidad, y se consigue, básicamente, cuando llevamos el pasado, la
historia, hasta nuestro presente. Como señala Gadamer, “la distancia histórica
supera la tradición por medio de su propia mediación”. Ello equivale a tener
“conciencia histórica”. Es decir, percatarnos de que la manera de entender las
cosas y las personas responde a las influencias venidas de un proceso de convi-
vencia humana durante siglos y siglos con sus ideologías implícitas.
Habermas, teórico crítico, habla de un modo de comprensión o hermenéu-
tico de conocimiento basado en la colectividad y la interdependencia de indi-
viduos que comparten experiencias similares dentro de una estructura social y
organizativa. Él lo denomina “acción comunicativa”. En este tipo de acción, se
pone el énfasis en la reciprocidad y la mutualidad de la interacción social, de ma-
nera que normas y acuerdos surgidos son comprendidos por los participantes.
Focalizando una situación más microsocial o local, los etnometodólogos ex-
plican la posibilidad de comprensión gracias al contexto y la continuidad. Expli-
can el contexto como una propiedad que se da entre personas que conversan en
un tiempo, lugar, ocasión social, con un comportamiento, gestos, etc. La conti-
nuidad es el desarrollo, la transmisión de estos contextos a otros momentos.
Así, cuando, por ejemplo, la maestra explica a los alumnos unos contenidos de asig-
natura muy complejos refiriéndose a recapitulaciones y resúmenes de otros conteni-
dos que ellos conocen porque se trataron en clases anteriores (conocimiento
compartido), lleva al presente contextos pasados que son los que permitirán conferir
sentido a los nuevos conocimientos. O la decisión que una persona adopte sobre “qué
hacer en una situación concreta” está impregnada por otras decisiones adaptadas pre-
viamente y, a su vez, esta nueva decisión también “condicionará” o impregnará de-
cisiones futuras sobre el mismo tema.
22. Paradójico o paradoja se refiere a un pensamiento u objeto que contiene dos términos contra-
dictorios, pero que no nos permite la elección de uno, de manera que no se puede cancelar su con-
tradicción al intentar construir su unidad.
© Editorial UOC 89 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
¿Por qué?
Porque nuestra conciencia se constituye en un “pensamiento sobre el pro-
pio pensamiento” y, por tanto, necesita un lenguaje para poderse reflexionar.
Morin23 compara la conciencia como un mirador que permite al sujeto mirarse
desde un punto de vista distante sin, por ello, dejar de estar en el interior de sí
mismo. Se trataría de una metaconciencia mediada por el lenguaje y la cultura.
Dicha metaconciencia se puede llevar a cabo, simultáneamente al transcurso
de la acción, o a posteriori.
Sin embargo, en ambos casos se dan unas condiciones que crean una situa-
ción paradójica:
“Principio de incertidumbre”
la separación sujeto-objeto comporta una ideología tanto del objeto como del
sujeto. El objeto es probablemente el que más se resiste a esta condición de di-
lución o reconceptualización a causa de la fuerza con que el realismo impregna
nuestra manera de pensar (es difícil aceptar la idea de que no hay objetos na-
turales, que los objetos son como son porque nosotros los hacemos así).
Asimismo, hemos mostrado que el sujeto es una objetivación producida por
medio de prácticas sociales y discursivas, en concreto las denominadas “tecno-
logías del yo” o dispositivos de poder. La subjetividad se construye en las expe-
riencias, dependiendo de los discursos disponibles y de cómo el sujeto la
interpreta vinculada a un discurso u otro.
Quizá los planteamientos de Fox Keller nos proporcionan más luz para explicar esta
cuestión de cómo el sujeto interpreta y vincula un discurso u otro. Esta investigadora
feminista parte de supuestos psicoanalíticos y se plantea cómo “objetivamos al otro”,
qué efectos produce y cómo se puede reutilizar para la práctica científica o interven-
tiva. Propone un tipo de “objetividad dinámica” similar a una empatía, una forma de
conocimiento de las otras personas no exclusivamente racional, sino que recurre a los
sentimientos y las experiencias para enriquecer el entendimiento del otro. Se parte de
la existencia de un espacio potencial entre “yo” y el “otro”, lo que sucede es que el
límite trazado por ambas entidades se difumina al tratar de alcanzar una experiencia
empática, permitiendo un salto creativo entre conocedor (o investigador/a) y cono-
cido (o investigado/da). A su vez, mantener esta continuidad “yo”-“otro” nos propor-
ciona un freno contra la tendencia a controlar o contener al ”otro”, o bien el deseo
de herirlo o destruirlo.
“[...] y lo que es más importante, sirve para promover una diferenciación (que no es
la capacidad de distinguirse o separarse, sino una manera particular de estar conecta-
do con los demás. Presupone una alternativa a la simbiosis, por un lado, y a la enaje-
nación, por el otro”.
Traducido y adaptado del original: Evelyn Fox Keller (1991). Reflexiones sobre género y
ciencia (pág. 115). Valencia: Edicions Alfons el Magnànim (Generalitat Valenciana).
3.3.1. Autorreflexividad
24. Coulon describe un pattern como una categoría de sentido basada en la experiencia social y en
estado de renovación continuo que es relatable, descriptible.
25. Mead, 1934.
© Editorial UOC 94 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Símil
Podemos utilizar el símil del niño que empieza mirándose a sí mismo con la mirada
de su madre (o padre) y empieza a mantener una conversación consigo mismo inte-
riorizando los mensajes y las palabras de su progenitor, se habla a sí mismo –incluso
en voz alta– como le hablan a él.
El cuadro de Las Meninas de Velázquez resulta un símil que se puede utilizar como un
magnífico ejemplo del papel de quien investiga, quien pinta, etc. Aquí, el pintor
© Editorial UOC 95 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
“Realicé un estudio sobre los usuarios de heroína. Al principio, tenía la idea precon-
cebida de que sus sentimientos eran diferentes de los no usuarios, puesto que los te-
rapeutas me habían dicho que se alteran considerablemente por el uso de la sustancia
y las condiciones de vida. Cuando vi que en las primeras entrevistas una chica usuaria
se me puso a llorar porque se sentía muy culpable de cómo estaba tratando a sus pa-
dres, empecé a pensar y creer que se podía parecer a cualquiera de nosotros sin con-
sumir heroína.”
Carme Treppte,26 en un trabajo que llevó a cabo con madres y niños turcos escola-
rizados en Alemania, mostró una trampa que generaban ciertas informaciones: con-
ferir información, explicar la cultura de los otros (historia de Turquía, el Líbano,
etc.), provocó que la población de acogida (“autóctonos”) que la recibió acabara es-
tereotipando más al otro (población inmigrante o recién llegada). Observó que más
que trabajar en un ámbito cognitivo (informaciones, conocimientos, etc.), se reque-
ría experimentar la convivencia con el otro, el hecho de trabajar sobre quiénes son
los “autóctonos” en relación con los “otros” para cambiar actitudes y comporta-
mientos xenófobos.
b) Las respuestas rutinarias producen una sorpresa o resultado inesperado que no co-
rresponde a las categorías de nuestro conocimiento en la acción. Por ejemplo, yo me
sorprendo de la reacción inesperada e irritada de mi interlocutor ante un comentario
que le hago.
d) La reflexión en la acción tiene una función crítica: por ejemplo, pensamos sobre
el pensamiento que nos condujo a esta situación de conflicto con un interlocutor, y
durante el proceso podemos reestructurar estrategias de acción, comprensión del fe-
nómeno o maneras de formular la cuestión. En el mismo ejemplo podríamos pregun-
tarnos: ¿por qué le he hecho sentirse tan mal? ¿Le he herido el sentimiento de
autoestima?
27. Esta capacidad parece estar muy relacionada con la manera como aprendemos nuestras habili-
dades. Schön nos pone el ejemplo de cómo un profesor de tenis conocido suyo siempre empieza
intentando ayudar a sus alumnos a conseguir la sensación de “golpear la pelota correctamente”.
Una vez han reconocido esta sensación, la disfrutan y la aprenden a distinguir de las diferentes
sensaciones asociadas con “golpear mal la pelota”, empiezan a ser capaces de detectar y corregir sus
propios errores. Sin embargo, por norma general no pueden, y no lo necesitan, describir cómo es la
sensación o por qué medios se produce reflexión.
Lo mismo le sucede a un médico competente cuando reconoce, en ocasiones, una determinada
enfermedad en el mismo momento en que la persona afectada entra en su despacho. El reconoci-
miento se produce de inmediato y de manera global y, aunque el médico puede descubrir en un
examen detenido una serie de razones para el diagnóstico, le resulta imposible decir con precisión
cuáles fueron los indicios que desencadenaron su juicio inmediato.
© Editorial UOC 98 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Tabla 2.4.
Por ejemplo, pensad cuando un cirujano debe aplicar una técnica quirúrgica, cuando
un psicólogo debe dirigir una entrevista para diagnosticar un caso, etc. Existen unas
reglas y formas correctas apoyadas por teorías; sin embargo, es preciso “saber hacer”,
improvisar, alterar, modificar el curso de la actuación según las características y vici-
situdes de aquel caso concreto.
29. “Desde dentro” equivale a “ponerse en su lugar”, a establecer una “empatía”, sin confundir por
ello los roles y funciones.
© Editorial UOC 101 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
mentos, procesos y acciones, entre las que resalta la acción colectiva de los
participantes.
32. Para llevar a cabo un análisis más minucioso de esta perspectiva, es preciso conocer desarrollos
tales como la educación popular, la teología de la liberación, la investigación de la acción partici-
pativa y la psicología comunitaria.
33. “Concientización”: Las personas se percatan de las relaciones de opresión de una situación.
34. “Apoderamiento” o Empowerment: Cuando las personas que usualmente están al margen de las
decisiones políticas y económicas de la sociedad consiguen, a partir de las intervenciones que se
producen, más grado de control y poder sobre sus vidas y el medio ambiente que las rodea.
© Editorial UOC 105 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
4.3.1. Justificación
“Cuando intenté salir a la calle a conocer usuarios de heroína, los terapeutas del CAS
(Centro de Atención y Seguimiento de Drogodependientes) me adviritieron que esta
gente que merodeaba por la calle podía ser peligrosa. El primer contacto que tuve con
usuarios fue con Miguel y Manel, que actuaban como mis protectores: me acompa-
© Editorial UOC 107 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
Traducido y adaptado del Diario de campo original, 52. P. Albertín, (1999). Consumir
heroína: relaciones significados y vida cotidiana.
Conviene tener en cuenta cuatro condiciones básicas para realizar una prác-
tica reflexiva:
Gilbert y Mulkay nos aproximan muy bien a esta forma de desvelar los discursos
cuando afirman en su libro La caja de Pandora:
“La mayoría de los análisis sociológicos están dominados por la voz autoritaria del so-
ciólogo. Los participantes se muestran hablando por medio de los textos del autor
sólo cuando ellos aparecen en la historia. La mayoría de los informes de investigación
sociológica son univocales. Consideramos que en esta forma de presentación está
poco representado el discurso de los participantes. No sólo es porque diferentes acto-
res explican historias diferentes, sino también porque cada uno de los mismos tiene
distintas voces. En este libro abriremos la caja de Pandora con el fin de encontrar mu-
chas de dichas voces y conferirles la oportunidad de ser oídas.”
Traducido y adaptado del original: G.N. Gilbert; M. Mulkay (1984). Opening Pandora’s
box: A Sociological Analysis of Scientists’ Discourse. Cambridge: Cambridge University
Press.
En las interacciones que la investigadora estableció con los diferentes actores del con-
texto de consumo (usuarios de heroína, familiares, amigos, vecinos, miembros de
asociaciones, etc.), se activaron las distintas formas de las formaciones discursivas
mencionadas con anterioridad; sin embargo, lo que es más importante, se produjeron
variaciones en la manera de presentarse, de manera que cada variación respondía a
una función que se quería hacer cumplir en el lenguaje. Es decir, utilizaban el lengua-
je con una funcionalidad.
Por ejemplo, cuando los usuarios de heroína utilizaban una formación discursiva fár-
maco-sensorial (efectos farmacológicos, magia de la sustancia, etc.), querían acentuar
y hacerme llegar su necesidad de sustancia (función del lenguaje):
38. Estas perspectivas recuperan procesos “no racionales” como fundamentales en la práctica reflexiva:
emociones, intenciones, expectativas, proximidades, elecciones, deseos, prejuicios, etc. de los actores.
© Editorial UOC 110 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
“Entonces hay uno que se levanta y comenta que le ha gustado mucho la Dra. Sagra
y que le da mucha pena que se vaya, por lo que cantará una canción. Y se pone de pie
con la mano al estilo Molina y canta una canción triste, él solo de pie y con los ojos
cerrados (CO: La imagen me impacta mucho).39 Jesús me explica que este hombre
(CO: Tiene cara de persona eternamente deprimida y triste y de pedir perdón por res-
pirar, aparenta unos treinta y cinco años) había prometido “por la memoria de su pa-
dre” que nunca más volvería a cantar y, por tanto, que cante es porque “lo valora
mucho.”
J.R. Rodríguez (2000). “El primer dia en el psiquiàtric”. El procés de socialització del per-
sonal mèdic intern resident. Extracto diario de campo. Barcelona: Institut d’Estudis de
la Salut (Generalitat de Catalunya).
39. “CO” son los comentarios del observador o de la persona que está realizando el trabajo de
campo. Se refieren a las impresiones, sentimientos, valoraciones, etc., que le provoca esa situación
de vida.
40. Haraway, 1991.
© Editorial UOC 111 Capítulo II. Estructuras y desarrollo...
“Actuar como investigadora (posición en la que se actúa sobre la base de unas reglas,
protocolos, metodología, etc.) fue lo que más sentido y autoridad me proporcionaba
para estar allí [en la calle con los usuarios]. Pese a ello, tal como progresaba la trayec-
toria del estudio, y por medio de las diferentes situaciones de convivencia, perdía
peso mi posición de investigadora para ganar peso la de asistenta o amiga. Entonces,
también las posiciones como mujer joven me permetían una relación más fácil y es-
trecha con las mujeres usuarias (con las que me costó la aproximación).”
des, diferentes formatos de imagen, sonido, etc. Se trataría de utilizar las formas litera-
rias y la retórica para la expresión del conocimiento científico.
Resumen
Capítulo III
“No hay ninguna posibilidad de salir fuera de nuestro lenguaje descriptivo y llegar
hasta el objeto. Lo cual no se debe a las limitaciones de nuestras facultades, sino a que
la distinción entre “para nosotros” y “en sí” es el resto que queda de un vocabulario
–a saber, el vocabulario de la metafísica– cuya utilidad se perdió hace mucho tiempo.
Deberíamos interpretar la formulación “comprender un objeto” como una caracteri-
zación algo engañosa de nuestra capacidad para enlazar las descripciones antiguas
con las nuevas. Es algo engañosa porque –al igual que la teoría de la verdad como co-
rrespondencia– sugiere la idea de que es posible examinar las palabras por medio de
algo que no sean palabras a fin de averiguar cuáles son las palabras apropiadas para
el mundo”.
R. Rorty (2001). “El ser que puede ser comprendido es lenguaje”. En: Autores Varios.
“El ser que puede ser comprendido es lenguaje”. Homenaje a Hans-Georg Gadamer (pág. 47).
Madrid: Síntesis.
© Editorial UOC 117 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
psicología positivista que, junto con la psiquiatría, ha hecho emerger este “su-
jeto enfermo”, o “sujeto problemático” y una verdad sobre él.
No obstante, aunque en general se plantea el sentido de la psicología como
si tratara la existencia humana y el bienestar de las personas y aunque, por
supuesto, éstos conformarían los objetivos y motivaciones de sus profesiona-
les, las investigaciones de significados otorgados por el contexto sociohistó-
rico de desarrollo de la disciplina y las condiciones que han participado e
impregnado sus avances permanecen poco denominadas, sin ilustrar la in-
fluencia permanente en su ejercicio o en su aprendizaje. Además del disposi-
tivo tecnológico y procesos de institucionalización que la psicología desarrolla
como posibilidad de “curación”, “recuperación”, “prevención”, etc., como
participación en esta “mejor vida”, no sólo otorgando un lugar de privilegio a
sus profesionales sino también infiltrándose en los saberes populares, en la
vida cotidiana.
Se trata, pues, de explorar, tal y como sugirió Foucault refiriéndose a las prác-
ticas discursivas y a la institucionalización de la psiquiatría, “cómo las tácticas
y estrategias de poder pueden dar lugar a afirmaciones, negaciones, experien-
cias, teorías, resumiendo, a todo un juego de verdad”.1 Por un lado, nos
permiten explicar y entender un gran número de cosas relacionadas con las
personas y los acontecimientos; sin embargo, por otro, van acompañadas de un
sistema de representación específico, así como de las ideas de sujeto humano
que subyacen al mismo.
2. Pueden verse distintos desarrollos de una psicología crítica que revisa la metodología y el sujeto
de la psicología en el libro recopilatorio de trabajos nacionales e internacionales de A. J. Gordo y
J. L. Linaza (1996). Psicologías, discursos y poder. Madrid: Visor. Y, para la psicología social y las
ciencias sociales, el libro de T. Ibáñez (1989). El conocimiento de la realidad social. Barcelona: Sendai,
que reúne diversos textos de autores que plantean una deconstrucción de los conceptos tradicionales
de análisis social y el de T. Ibáñez y L. Íñiguez (eds.) (1997). Critical Social Psychology. Londres: Sage.
3. Álvarez-Uría, 2001.
© Editorial UOC 120 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
4. Fox-Keller, 1991.
5. Foucault, 1978; Foucault, 1985.
© Editorial UOC 121 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
conocer e identificar sus rasgos y capacidades. En esta tarea, la que como psicó-
log@s estamos familiarizados, con toda su terminología, precisión, etc., se van es-
pecificando los rasgos de las maneras de ser, los procesos de la individualización y la
diferenciación. A partir de aquí quizá resulte más comprensible la idea de que este
poder disciplinario de la psicología científica, tal como sucede con otras ciencias de
la salud y ciencias humanas, opera en dos vertientes diferentes, una vertiente pro-
ductiva e, indisociablemente a ella, una vertiente regulativa. Puesto que en los tra-
bajos de Foucault no se desarrolla una idea del poder como una instancia
únicamente represiva, sino como una tecnología de saber productiva, producien-
do “positividades” pero a la vez inseparables de sus funciones sociales.
Así, centrándonos en la psicología, tendríamos que, por una parte, a raíz del
conocimiento sobre las personas y los grupos, pensamos características de los mis-
mos, las comparamos, las clasificamos y disponemos de medios para actuar y valo-
rarlas. Ésta sería la vertiente productiva. Sin esta actividad incesante de producción
del conocimiento científico psicológico no se dispondría de esta gran cantidad de
información sobre el ser humano. Variables, conceptos descriptivos, rasgos, per-
sonalidades, etc. configuran el amplio abanico terminológico producido para
nombrar aspectos de la experiencia humana que se han analizado, parcializado,
comparado, definido, etc. Por otro lado, se parte de comparar, suponer y adjudi-
car estas anotaciones, a partir de exámenes, pruebas, tests, entrevistas, etc., que
son las diversas técnicas que proporcionan un resultado sobre el que diferencia-
mos a las personas para valorarlas según unas necesidades y objetivos. Ésta sería
la vertiente regulativa. Dentro de estos exámenes y serie de pruebas, no sólo se en-
cuentran los tests y los cuestionarios, sino también las valoraciones, baremos y
comparaciones que establecen su lugar en relación con la “normalidad”/norma-
tividad de la muestra. Vertiente indisociable de sus representantes: las redes de ex-
pertos que tienen el estatus aceptado institucionalmente (la legitimidad) para
clasificar y catalogar con repercusiones en la vida social.
De este modo, tendríamos, por poner un ejemplo, comparaciones y valora-
ciones del crecimiento del niño, del modus vivendi, de la peligrosidad, de la pro-
ductividad, de la normalidad o la rareza, etc. Además, tal y como explica Gergen:
que, a través de él, se ha llegado a verse a uno mismo y a los demás de acuerdo con
esa terminología, juzgándose superior o inferior, digno o no de admiración o de ad-
hesión. (¿En qué medida puede confiarse en una personalidad adictiva? ¿Cuánta de-
voción despierta un maníaco-depresivo? ¿Contrataríamos a un bulímico en nuestra
empresa? ¿Se puede sentir aprecio por una histérica?) Y lo que es peor, al producirse
este cambio en la manera de interpretar a los otros, se pone en marcha una espiral
cíclica de debilitamiento personal, ya que cuando la gente se concibe a sí misma de
ese modo, termina por convencerse de que es indispensable contar con un profesio-
nal que lo trate. Y al solicitarse a los profesionales una respuesta a los problemas de
vida, se ven presionados a desarrollar un vocabulario aún más diferenciado e histo-
riado. Entonces este vocabulario es asimilado por la cultura, engendra nuevas percep-
ciones de enfermedad, y así sucesivamente en una creciente espiral mórbida. Nadie
duda de que los profesionales de la salud mental deben soportar una gravosa carga de
padecimientos humanos. No obstante, esta espiral cíclica de las deficiencias merece
que prestemos seria atención a los medios de contención del lenguaje.”
Por supuesto que podemos aplicar estas reflexiones a cualquiera de las ramas
de desarrollo de la psicología: aprendizajes inacabados, incompletos, erróneos,
etc., percepciones distorsionadas, sesgadas, etc., comportamientos ineficaces,
inadecuados... Ciencia y política social serían inseparables.
“En la Historia de la Locura, la cuestión era saber cómo y por qué la locura, en un momen-
to dado, fue problematizada a partir de una determinada práctica institucional y de cierto
aparato de conocimiento. De la misma manera, en Vigilar y Castigar se trataba de analizar
los cambios en la problematización de las relaciones entre delincuencia y castigo a par-
tir de las prácticas penales y las instituciones penitenciarias al final del siglo XVIII y prin-
cipios del siglo XIX. Ahora la cuestión es: ¿cómo se problematiza la actividad sexual?
Traducido y adaptado del original: M. Foucault (1984). “El cuidado de la verdad”. En:
M. Foucault (1999). Obras esenciales de Michel Foucault. Vol. III: Estética, ética y herme-
néutica (pág. 371). Barcelona: Paidós.
© Editorial UOC 123 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
6. Un ejemplo del contraste entre la idea de sujeto independiente, autónomo, etc. de la sociedad
occidental, donde se retrasa la independencia de los hijos/as, por razones socioeconómicas o fruto de
la sociedad del bienestar con la sociedad oriental, se ve en la película francesa Tanguy. Aquí, la histo-
ria muestra con ironía las paradojas de las maneras de actuar según las creencias y valores cultura-
les. Se trata de unos padres que ya no saben qué más pueden hacer con un hijo que nunca se va de
casa y que, incluso, los acaba denunciando y que encuentra su lugar en China donde las relaciones
familiares se establecen con parámetros diferentes.
© Editorial UOC 124 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
de la idea del “niño en crecimiento”. Tal como afirma Walkerdine, sobre los
razonamientos de orden individualista y determinista que caracterizan la psico-
logía evolutiva:
Por esta razón poseen especial importancia las críticas a la teoría de Piaget
en tanto que, fruto de la racionalidad moderna, ésta aparece saturada de la no-
ción de una secuencia normalizada del desarrollo infantil7 que marca tanto lo
que debe pasar como lo que se puede decir y lo que se puede hacer. Diversos
estudios han desarrollado análisis sobre la construcción sociohistórica de la
psicología infantil como “invención cultural”, en la cual se posiciona al niñ@
como un ser objeto de estudio y análisis, en relación al cual se posicionan otras
personas: padres, familiares, profesores, etc., pero que permite presentar a l@s
psicólog@s como sus “salvadores”, a partir de las maniobras terapéuticas que
pueden realizar para redirigir su desarrollo, en relación a un desarrollo “su-
puestamente normal” sin cuestionarse la idea misma de desarrollo, como una
construcción más del conocimiento.8/9 Pero es que, además, la construcción
de la infancia como “inocencia”, por ejemplo, comporta una patologización
de las acciones de los niñ@s que desarrollan actividades de adultos para
sobrevivir:
“[...] el/la niñ@ sirve a menudo para recriminar al resto del mundo adulto sus faltas, y
sus imágenes connotan tanto el futuro como la voz moral de la ‘buena persona’. La opo-
sición establecida entre inocencia y experiencia es, por sí misma, producto de un legado
filosófico occidental específico; legado que patologiza a aquell@s niñ@s (especialmente
del Sur que no se pueden permitir el ser inocentes en su lucha por la supervivencia)”.
7. Para un análisis pormenorizado de los discursos sobre la infancia: E. Burman (1998). La deconstrucción
de la Psicología Evolutiva. Madrid: Visor, 1994.
8. Kessen, 1979.
9. R. Stainton-Rogers y W. Stainton-Rogers (1992). Stories of Childhood: Shifting Agendas of Child
Concern. Hemel Hempstead: Harverster-Wheatsheaf.
© Editorial UOC 125 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
E. Burman (1996). “La distribución anormal del desarrollo: políticas para las mujeres
y niñ@s del Sur”. En: A. J. Gordo y J. L. Linaza (comps.). Psicologías, discursos y poder
(pág. 218). Madrid: Visor.
Emocional/social
A primera vista parece un ejercicio fácil; que consiste “sólo” en observar y re-
gistrar lo que se observa. Sin embargo, para poder responder a las preguntas, es
preciso que el profesor o profesora, conozca que el juego se puede clasificar con
los tipos presentados en el punto 5, del apartado emocional/social, así como
que los pueda distribuir o detectar como adecuados o normales o no. Para poder
responderlo, también se necesita cierta preparación anterior, en la formación,
que le familiarice como mínimo con las ideas siguientes: que es posible observar
el juego del niño y de qué manera, que se puede aislar el juego para obtener in-
formación sobre otros aspectos de las relaciones del niño, que también se puede
separar al niño de su contexto, etc.
© Editorial UOC 126 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
10. Sin embargo, tal como ya expuso G. Canguilhem para la medicina, y que podemos aplicar a la
psicología: “No existe un hecho normal o patológico en sí. La anomalía o la mutación no son de
por sí patológicas. Expresan otras posibles normas de vida” (G. Canguilhem [1982]. Lo normal y lo
patólogico [pág. 108]. Madrid: siglo XXI, 1966).
11. Rose, 1985.
© Editorial UOC 128 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
12. Tal como Lechte recoge sobre el concepto de diferencia de Derrida: “Sin duda, en la vida diaria
la gente habla en seguida de diferencia y diferencias. Por ejemplo, decimos que x (que posee una
cualidad específica) es diferente de y (que tiene otra cualidad específica) y, por norma general, que-
remos decir que es posible enumerar las cualidades que constituyen esta diferencia. En cambio,
ello consiste en atribuirle términos positivos (pensar que puede tener forma de fenómeno), de
manera que no puede ser la diferencia anunciada por Saussure de que no se puede conceptualizar.
De este modo, aparece la primera razón para el neologismo de Derrida: pretende distinguir la dife-
rencia conceptualizada del sentido común de una diferencia que no recae en el orden del mismo
para recibir una identidad por medio de un concepto. La diferencia no es una identidad; tampoco
lo es la diferencia entre dos identidades. La diferencia es la diferencia diferida (en francés, el verbo
différer, como diferir en español, significa ‘diferenciar’ y ‘aplazar’)” (traducido y adaptado de: J.
Lechte [1994]. “Cincuenta pensadores contemporáneos esenciales”. En: J. Muguerza; P. Cerezo
[2000]. La filosofía Hoy (pág. 107). Barcelona: Crítica).
13. Las tesis de la sociobiología mantienen la idea de normalidad, en el sentido de que el cuerpo se
regula en una determinación biológica de causa-efecto; que se adapta el más válido como conse-
cuencia de la selección natural, a partir de las conductas más adaptativas. Estas tesis sirven para
perpetuar el statu quo con una idea antigua de evolución, pero muy extendida y sostenida por su
aparente lógica.
© Editorial UOC 129 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
El ejemplo se basa en la manera que tienen los “adultos” de dirigirse a los ni-
ños y que también observamos en “niños mayores” que se dirigen a “niños me-
nores”. Este lenguaje se distingue por un registro específico que, aparte del
hecho de que en numerosas ocasiones va acompañado de un tono más alto, dis-
fruta de un registro especial: simplificaciones, repeticiones, lentitud, gestuali-
dad, que con frecuencia se presenta como natural e involuntario. Sin embargo,
este natural e involuntario, ni se encuentra en todas partes, ni se presenta de
manera natural y ni siquiera es imprescindible para el desarrollo del niño. En
muchas culturas no existe este tipo de tono y registro. Aunque con frecuencia
se alude a la diversidad cultural, finalmente esta última no tiene demasiado im-
pacto en los textos de psicología evolutiva, donde, pese a reconocer la impor-
tancia de los contextos y de estas variables, se continúa considerando el rol de
las madres en relación con la normatividad instituida, la de pareja heterosexual,
blanca, etc., como contexto ideal.
“La lectura del rico bagaje de investigaciones [...] me ha llevado a elaborar la lista que
se encuentra a continuación de las cinco características generales de las familias cuyos
hijos e hijas consiguen las puntuaciones más elevadas de CI:
H. Bee (1977). El desarrollo del niño (pág. 226-227). México: Harla, 1975.
sociales, puesto que el sujeto de la clase obrera es constituido como una amena-
za para el orden social. Se trata de modelos que diferencian entre una subjetivi-
dad normal y una subjetividad patológica. Proceden con una “psicologización”
de las condiciones que podrían explicar de otra forma los problemas y de una
“patologización” de las historias de vida, sin tener suficientemente en cuenta,
el rol de la opresión. Un ejemplo concreto es el del psicoanálisis con la idea de
la influencia de la “privación” en los niños. Es decir, sobre el trauma causado
por la ausencia de las madres del hogar como causa de las conductas antisociales
o la desatención de las necesidades. Así, tal y como indica Walkerdine: “De esta
forma se creó una preocupación aparente por el bienestar social, la injusticia y
la desigualdad dentro de los discursos y prácticas psicoterapéuticos, pero sólo
podría entenderse en términos de una psicopatología de la crianza que podría
derivarse de un ‘entorno pobre’”.18
19. V. Sau (1989). “Sexo, género, educación. Un enfoque teórico”. Cuadernos de Pedagogía (núm. 171,
pág. 8-12).
20. Ver, por ejemplo, el libro de M. Jayme y V. Sau (2004). Psicología diferencial del sexo y del género.
Madrid: Icaria, 1996, donde se revisan distintos modelos teóricos sobre la diferencia sexual y de
género y sus postulados sobre el rol del biologismo o lo social, lo psicológico y lo social, entre otros.
21. C. Fernández Villanueva (2000). “Sexo, rasgos y contextos: una visión crítica de la agresividad
y su relación con el género”. En: A. Hernando (ed.). La construcción de la subjetividad femenina (pág.
143). Madrid: Al-Mudayna.
22. Tal como afirma C. Valls (2001). “El estado de la investigación en salud y género”. En: C.
Miqueo y otros (eds.). Perspectivas de género en salud. Madrid: Nuevas Ediciones, la investigación
fundamental en salud ha sido androcéntrica, puesto que ha tenido durante mucho tiempo un
enfoque androcéntrico y un sesgo según el género. De manera parecida a lo que sucedía en psicolo-
gía, las extrapolaciones de estudios realizados sólo con muestras de hombres han invisibilizado
tanto factores como procesos diferenciales de algunas enfermedades (cardiovascular, etc.) o bien,
las propias marcas androcéntricas han llevado a diagnósticos psicologizados. Para la medicina,
hasta 1991, año en que el National Institute of Health (NIH) de EE.UU. exige, para apoyar econó-
micamente los trabajos de investigación, que incluyan cohortes femeninos. En la psicología, el
diferenciar la muestra sistemáticamente en dos, se desarrolla años antes. Sin embargo, se presenta
con efectos dilemáticos, para lo que respecta a la construcción de las identidades de hombres y
mujeres, tal y como se explica en el texto.
© Editorial UOC 134 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
23. J. S. Hyde (1995). Psicología de la mujer. La otra mitad de la experiencia humana. Madrid: Morata,
1991, donde realiza un repaso a distintos temas como las diferencias sobre personalidad, lenguaje,
identidad, por edad, logro, culturales, de salud, de sexualidad, agresión, etc., incorporando tanto
una revisión como las alternativas feministas de análisis.
24. Foucault, 1977.
25. Efectivamente, una interesante agrupación de textos de distintas autoras y aproximaciones que
discuten la categoría género y los problemas de su uso (despolitizando, invisibilizando, etc.) la
podemos encontrar en S. Tubert (ed). (2003). Del sexo al género. Los equívocos de un concepto.
Madrid: Cátedra.
© Editorial UOC 135 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
“Cuando aprenden las prácticas discursivas de su sociedad, los niños aprenden que
deben ser socialmente identificables como lo uno o lo otro, aun cuando, en la mayor
parte de las situaciones sociales, la diferencia física observable sea mínima o incluso
nula. La forma de vestir, el peinado, los modelos de discurso y su contenido, la dife-
rente elección de actividades, todos estos elementos se convierten en signos clave que
pueden ser utilizados a la hora de asumir con éxito su posición de niño o niña”.
B. Davies (1994). Sapos y culebras y Cuentos feministas. Los niños de preescolar y el género
(pág.18). Cátedra: Feminismos,1989.
Un buen ejemplo de cómo se establecen las diferencias entre los sexos y cómo
puede generarse una teoría sexista lo encontramos en una de las teorías sobre el
comportamiento moral, a finales de los años sesenta, desarrollada por Lawrence
Kohlberg, basado en los estadios de Piaget.31 Su tesis es que las capacidades para
28. Para un análisis detallado de estas cuestiones y sus implicaciones (el sexo como profecía que se
cumple a sí misma) ver R. K. Unger. “Los reflejos imperfectos de la realidad: la psicología construye
los roles sexuales”. En: R. T. Hare-Mustin y J. Marecek, 1994.
29. B. Lott (1990). “Naturalezas duales o conducta aprendida: el desafío de la psicología feminista”.
En: R. T. Hare-Mustin y J. Marecek, 1994.
30. Para ver una discusión sobre las consecuencias se puede consultar Unger (1990).
31. Que ya ha recibido distintas críticas respecto a las pedagogías centradas en las niñas que, tal y
como señala Burman (1994) no son exclusivas de él, ya que siguen un modelo individualizado de
la niñez que conserva las situaciones privilegiadas y, en cambio, patologiza a quién está en desventaja.
Para más detalle se puede consultar V. Walkerdine (1984). “Developmental Psychology and the Child
Centred Pedagogy: The Insertion of Piaget in Primary Education”. En: J. Henriques et al. (1984).
Changing the subject: Psychology, Subjectivity and Social Regulation. Londres: Methuen.
© Editorial UOC 137 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
Sobre este último aspecto, tenemos que, en uno de los dilemas, por ejemplo,
la situación que se plantea, que un hombre sin dinero con la mujer muy enfer-
ma, que no puede comprar el medicamento que necesita con urgencia y que se
encuentra ante un farmacéutico que se lo niega, debe ser respondida por l@s
niñ@s ante la pregunta de si lo tendría que robar. Gilligan explica que cuando
los niños responden que sí y las niñas que no, es por la preocupación que ellas
tienen por cuestiones como si irá a la cárcel, quién cuidará de su mujer, etc., y
no por un razonamiento de un estadio inferior.
A partir de la tesis de que la primera relación es con la madre y que las mu-
jeres están más orientadas a la relación y no son tan individualistas, propone
una teoría sobre la diferencia entre hombres y mujeres en el razonamiento mo-
ral, debido a que los hombres realizan una aproximación utilizando los princi-
32. C. Gilligan (1993). In a different voice: Psychological Theory and Women’s Development. Cambridge:
HUP, 1982.
33. Que ya ha recibido otras matizaciones sobre la idea de que las niñas tengan más sentimientos
de culpa o vergüenza cuando son pequeñas y de método.
© Editorial UOC 138 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
pios de una sociedad patriarcal, orientada por una justicia más abstracta e
individualista y, en cambio, las mujeres, prefieren pensar en situaciones concre-
tas; tratar cada situación de manera distinta según las necesidades particulares
de las personas, valorando más la interdependencia, y priorizando una ética de
la ayuda en vez de una igualdad más abstracta.
Tabla 3.2.
Nivel II. Moralidad Se adapta a las reglas definidas Nivel II. Moralidad
convencional por la aprobación o convencional
Et. 3. Orientación de tipo “niño desaprobación de otras. Preocupación por ser
bueno” o “niña buena”. Adaptación rígida a las reglas responsable y mostrarse atento
Et. 4. Orientación en relación de la sociedad; mentalidad con los demás.
con la autoridad. legalista; evitación de censuras
a causa de transgresiones.
En resumen, propone que las mujeres razonan sobre los dilemas morales en
términos diferentes, puesto que destacan mucho más la relación y la comunica-
ción, y están más vinculadas a los sentimientos. Lo que esta autora denomina
perspectiva de la atención frente a la perspectiva de la justicia, que se centra en los
derechos del individuo. Posteriormente, ha habido revisiones de dichos estu-
dios en el sentido de no reproducir la diferencia a la inversa y se han realizado
© Editorial UOC 139 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
otras investigaciones sobre razonamiento moral que hallan más similitudes que
diferencias en ambas perspectivas y ambos sexos.
“Creo que las explicaciones sobre la actuación de las chicas están tan vinculadas a los
mitos sobre la feminidad que, en ocasiones, se hace difícil discernir lo que sucede
realmente.
[…] Parecía que todo el mundo sabía que las chicas lo hacían bien y, sin embargo,
parecía que se calificara lo que sabían. Le pusimos un nombre. Lo llamamos el fenó-
meno ‘preciso’ o ‘único’; es decir, por un lado, se dice que las chicas alcanzan éxito, y
después, por otro lado, se niega. Las chicas son buenas, pero sólo es porque son más
maduras. Las chicas son buenas, pero sólo es porque siguen las formas. Las chicas son
buenas, pero sólo es porque trabajan duramente. Comentarios que no llevan a nin-
gún sitio. ¿Qué hay de real y cierto en este debate? […]
marnos como valor la idea de que las mujeres, de un modo u otro, carecen del razona-
miento, la lógica, el pensamiento abstracto, la autonomía y la independencia.”
V. Walkerdine (1992). “Les dones en el camp de les matemàtiques”. En: Varios auto-
res (1992). II Congrés de la Dona a Catalunya. Ponències i Comunicacions (pág. 137-138).
Barcelona: ICD.
Con el libro que Foucault presentó como tesis doctoral, Historia de la locura en
la época clásica, se empezó a cuestionar el estatus “científico” de la psicología, así
como de la psiquiatría y el resto de las psicoterapias, entre las que se encuentra el
psicoanálisis. En esta obra hallamos una denuncia de la “patología mental”, espe-
cialmente la locura, como una herencia de la separación que recibe en el pensa-
miento de Descartes la “razón” de la “no razón”, hasta que se transforma a partir
de diferentes prácticas sociales y del conocimiento, en una enfermedad.
zan a tejer los vínculos entre la sociedad y su aparato policial. El primer encierro
más de carácter simbólico, la nave, deviene lentamente más real, el asilo. Tal
como explica Foucault,36 a medida que la civilización occidental se persuade de
su racionalidad, cualquier cosa que se aparte de la razón es abatida.
Una vez separadas las personas que ocupan este espacio, se van generando
las condiciones de desarrollo de un conocimiento centrado sobre las mismas:
“Al apagarse las hogueras de los endemoniados, surge de sus cenizas, como si se tra-
tara de un fantasma, la locura, privada de todo sentido, para ser encerrada en celdas
oscuras de las que, paradójicamente, se servirá más tarde la psiquiatría para triunfar
sobre la misma, mostrando su carácter luminoso y sus principios humanitarios.”
K. Dörner (1974). Ciudadanos y locos. Historia social de la psiquiatría (pág. 29). Madrid:
Taurus.
36. Foucault,1986.
© Editorial UOC 143 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
Todo ello se produce en conjunción con las acciones para conseguir un or-
den civil, con el capitalismo por el principio del trabajo regulado y calculado; y
con la ciencia por su tendencia al dominio sistemático de la naturaleza. Con es-
tas conjunciones, lo que empieza con una marginación de tipo administrativo,
se acaba transformando en una regulación socioeconómica posterior.
Por consiguiente, la internación todavía no tiene ningún tipo de unidad ins-
titucional ni coherencia médica o psiquiátrica. Forma parte de un conjunto de
operaciones que establecen nuevas prohibiciones y regulan determinados valo-
res morales.
Para las mujeres, además, el hecho de que se las pueda encerrar, se convierte
en una opción utilizada para cuando rompen alguna de las normas o valores so-
ciales de la época. Tal como se puede leer en el siguiente fragmento, escrito du-
rante el mismo siglo XVII, se las encerraba por cualquier transgresión conductual
del comportamiento que de ellas se esperaba:
“Todo me lleva a denunciar la vil práctica, que está tan en boga entre la denominada
buena clase social (la peor, en realidad), de enviar a las mujeres a los manicomios cuan-
do tengan el más mínimo capricho o disgusto, con la finalidad de verse más libre en
su libertinaje. Una práctica como ésta se ha hecho tan frecuente que el número de
manicomios privados ha aumentado considerablemente en Londres y cercanías, en
los últimos años [...]. Si no están locas, cuando llegan a estas casas horribles rápido
pasan a estarlo como consecuencia del sufrimiento y del trato bárbaro que allí reciben
[...]. ¿No es normal que una persona se vuelva loca, si se la deja sin nada, encerrada y
tratándola a golpes de manera repetida sin ningún motivo, sin que esté acusada de
ningún crimen, ni tenga ningún acusador para enfrentarse a él? [...] ¿Cuántas mujeres
podrán ser sacrificadas todavía si no se pone fin rápidamente a esta maldita práctica?
Tiemblo cuando pienso en ello.”
D. Defoe (1728). En: Sáez Buenaventura et al. (1979). Mujer, Locura y Feminismo (pág. 26).
Madrid: Dédalo.
Podría parecer que se toma como ejemplo algo que pertenece al pasado. Sin
embargo, las experiencias y consecuencias de la reclusión se propagan hasta
nuestros días, y muy a pesar de la labor de la antipsiquiatría, los encierros tal y
como veremos más adelante, se mantienen.
La escritora neozelandesa Janet Frame, en su novela autobiográfica, “Un an-
gel en mi mesa”, narra las distintas experiencias de su encierro durante 7 años
© Editorial UOC 145 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
“Me sentía como si mi vida hubiera sido convulsionada por esta súbita división de
las personas entre la gente ‘normal’ de la calle y esta gente ‘secreta’ a la que pocos
habían visto o con la que pocos habían conversado pero de la que muchos habla-
ban con burla, risa, miedo [...]. Me sentí impresionada y entristecida por su capa-
cidad –nuestra capacidad– para aprender, observar y, muchas veces, saborear las
reglas, explícitas e implícitas, de la vida hospitalaria, por el orgullo en la observan-
cia de la rutina diaria mostrado por pacientes que llevaban muchos años en el hos-
pital. Existía un exclusivismo personal, geográfico y hasta lingüístico en esta
comunidad de dementes que, no obstante, no tenían identidad externa, jurídica ni
personal, ni ropa propia, ni maleta, ni bolso, ni efectos personales, sólo una cama
provisional y un armario, y una habitación en la que sentarse a mirar el vacío lla-
mada sala de día.”
40. M. Foucault (1999). Estética, ética y hermenéutica (pág. 92). Barcelona: Paidós.
41. M. Foucault (2003). Le pouvoir psychiatrique: cours au Collège de France, 1973-1974. París: Gallimard /
Seuil.
© Editorial UOC 147 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
que se mantiene en relación con causas de tipo biológico. Estos argumentos, que
todavía hoy día impregnan una buena parte de la formación de neurólogos y psi-
quiatras, justifican la dominación masculina o algunas de las actuaciones según
el imperativo natural. En esta sociedad más laica del XIX, los médicos hacen de
sustitutos de muchos otros consejeros y juegan un rol central en la dirección del
comportamiento posible para las mujeres.
La psicología médica y la psicología diferencial, esta última basada en la expe-
rimentalidad, se centran justo, tal como indicábamos al principio del capítulo, en
encontrar una serie de leyes universales. Ya podéis intuir que en estos momentos
tendrán un papel primordial a la hora de participar en la regulación social de las
mujeres y de empezar a marcar su “condición” mental y su “patología”. La psico-
metría y la estadística aportaron muchas cifras sobre la “esencia” de la manera de
ser de las mujeres; como, por ejemplo, menos capacidad de creación, de abstrac-
ción, de independencia y autonomía, más intuición, paciencia, sensibilidad, etc.
“El triunfo del manicomio significa para la medicina la conquista del derecho para
intervenir en nuevos campos [...]. Triunfo sobre todo un sistema de gobierno de locos
que, trasplantado a las multitudes, definirá sus necesidades, combatirá como cánceres
© Editorial UOC 149 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
sus tipos de vida y de cultura, romperá sus lazos de clase e impondrá normas y con-
ceptos higiénico-morales a los que es necesario adaptarse para ser un individuo sano
en cuerpo y alma […] La importancia estratégica y política del manicomio, la clave
de sus éxitos, consiste precisamente en el hecho de que, en su interior, unos especia-
listas competentes en patología mental ensayarán formas científicas de gobierno ejer-
cidas sobre un grupo de dementes difícilmente gobernables. Es lógico que la
moralización haya aproximado en su seno el rango de categoría científica.”
F. Álvarez-Uría (1983). Miserables y locos. Medicina mental y orden social en la España del
siglo XIX (pág. 126). Barcelona: Tusquets.
43. Dice Byron, el poeta: “Nunca consigo que la gente entienda que la poesía es la expresión de la
pasión excitada, y que no hay nada como una vida apasionada, como tampoco hay un terremoto
continuo o una fiesta eterna. Asimismo, ¿quién podría afeitarse en este estado?”.
© Editorial UOC 150 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
por Oliver Sacks,46 donde novela historiales médicos pero consigue un cierto
discurrir entre la normalidad y la anormalidad.47 De hecho, introduce, a par-
tir del énfasis en la narración, lo que ha constituido, justamente, la base de
las intervenciones que intentan no estigmatizar, no marcar a las personas y
reconstruir, renarrar sus historias personales de otra manera, tal y como desa-
rrolla específicamente la terapia narrativa o con la deconstrucción de las catego-
rias gnoseográficas del DSM, por parte de otras intervenciones terapéuticas actuales.
Si hasta aquí hemos visto la relación de la locura con el orden social, vamos
a introducir ahora el tema de los efectos del sexismo en una sociedad patriarcal
por lo que se refiere a la salud mental.
Podemos entender el rol de la psicología tradicional positivista, en este mismo
sentido, tanto psicopatologizando aspectos que “rompen” con la idea de feminidad
como interviniendo, regulando, las expresiones que surgen de las mujeres.
46. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Un antropólogo en Marte, etc.
47. Al respecto, tal y como expresa Juan José Millas (artículo publicado en El País, 6-IV-2002, “La
existencia como relato”) refiriéndose a un antropólogo en Marte: “Recuerdo que al leer este caso
encontré respuesta a mis dificultades de relación con el entorno. ‘Soy un autista sin diagnosticar’,
me dije. Y no es que sea exactamente un autista, sino que cuando leo a Sacks me identifico con el
caso que relata, incluso si se trata de un sordo, de un ciego, de un neurótico, de un esquizofré-
nico... Seguramente a usted le ocurrirá lo mismo [...]”. Y cita a Sacks, quien afirma “tengo la con-
vicción de que la narrativa es una forma esencial a la hora de articular los problemas neurológicos
en el contexto de la experiencia humana”.
48. Sobre mujeres, psicología y locura: Sáez Buenaventura et al., 1979.
© Editorial UOC 153 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
“El sistema de salud, a la vez que poderoso instrumento de control social, dispone de
dispositivos que continúan legitimando la inferioridad y, por ende, un lugar de subor-
dinación de las mujeres. Forma parte de estos dispositivos la “obviedad” con la que sue-
len considerarse ciertos hechos referidos al proceso de salud-enfermedad femenino.
51. Para ver un desarrollo más amplio del tema, el libro de Ana María Fernández (1993). La mujer
de la ilusión. Pactos y contratos entre hombres y mujeres. Barcelona: Paidós, en el cual destaca la rela-
ción “indisoluble” entre la medicina y la constitución de las ciencias del hombre, subestimándose
que los discursos médicos han sido enunciados por hombres y que esta condición “proporciona
excelentes elementos de análisis acerca de cómo un imaginario masculino ‘ve’ –o construye– a sus
mujeres”. Por otra parte, es importante señalar que los discursos médicos históricamente se vuelven
más o menos relevantes, según la significación que otorguen a los cuerpos de las mujeres (pág. 61).
De tal manera que, “buscando la historia de las histeria nos encontramos con la histeria de la his-
toria” (pág.76), puesto que, los discursos médicos están impregnados de moral y constituyen el dis-
curso de la “naturaleza femenina”, desde su pasividad, su relación entre tranquilidad-sexualidad, la
medicalización de la maternidad y, especialmente, a partir del siglo XIX, el “nerviosismo femenino”.
52. Burín et al., 1987; Fernández, 1993; Sáez Buenaventura, 1979; etc.
53. Burín, 1992.
54. J. L. Alvaro, J. R. Torregrosa y A. Garrido Luque (comps.) (1992). Influencias sociales y psicológi-
cas en la salud mental. Madrid: Siglo XXI.
© Editorial UOC 155 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
Así, se considera obvio, y por lo tanto “natural”, que exista una mayor prevalencia de
síntomas psicopatológicos en las mujeres. La misma obviedad es la que explica que
sean precisamente las mujeres quienes aparecen en diversos estudios epidemiológicos
como las más grandes consumidoras de psicofarmácos”.
“La incapacidad de las mujeres para adaptarse o afirmarse en sus roles sexuales se ha con-
siderado como una desviación de la psicología femenina “natural” y no como una críti-
ca a tales roles y que “por muchas razones, las mujeres “se vuelven locas” con mucha
más facilidad y frecuencia que los hombres; que su locura es principalmente autodes-
tructiva y que son castigadas por su conducta autodestructiva, ya sea mediante el cuida-
do brutal e impersonal que les ofrecen los asilos mentales, o mediante sus relaciones con
la mayoría de los médicos (aunque no todos) que las estimulan implícitamente a culpa-
bilizarse o a hacerse responsables de su “infelicidad” para poder “curarse” y que tanto la
psicoterapia como el matrimonio, las dos instituciones que gozan de mayor aprobación
social para las mujeres blancas y de clase media, funcionan de modo semejante, es decir,
como vehículos para la “salvación personal”, a través de la presencia de una autoridad
masculina comprensiva y benevolente.”
Podemos decir que continúan vigentes los factores sociales señalados por
Marecek y Kravetz58 directamente relacionados con el bienestar psicológico de
las mujeres: 1) los roles sexuales rígidamente estereotipados; 2) la desvaloriza-
ción del sexo femenino y 3) el sexismo institucional.
Y, de hecho, los que encontramos en gran parte de los manuales y prácticas
psicológicas y psiquiátricas respecto a los síntomas de la enfermedad mental de
las mujeres, responden a fatigas, depresiones, etc., relacionados con situaciones
de opresión. Se trata de síntomas que, tal y como denuncia Chesler,59 no se han
considerado como “comunicaciones indirectas” que reflejan una “psicología de
esclavitud”.
Para analizar la relación entre la constitución de la misma psicopatología, la
constitución de la subjetividad de género y cómo éstas intervienen en las de-
mandas e intervenciones de psicolog@s, debemos tomar en consideración qué
sucede con las teorías y prácticas psicológicas inmersas en el pensamiento mo-
derno racional y sus polaridades.
58. J. Marecek y D. Kravets (1979). “Mujer y salud mental: un análisis de los intentos feministas de
cambio”. En: Sáez Buenaventura. Mujer, locura y feminismo (pág. 9-59). Madrid: Dédalo.
59. Chesler, 1979.
60. APA, 1975 (citado en Hyde, 1995, pág. 346-347).
© Editorial UOC 157 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
63. Sobre las relaciones sociedad-irracionalidad-ciencias psicológicas: Basaglia, 1972; Castel, 1980;
Comelles, 1988; Dörner, 1974.
64. Por supuesto que nos dejamos muchos nombres. Las obras de los que hemos citado y que se
pueden consultar son: F. Basaglia (1972). La institución negada. Barcelona: Barral; D. Cooper (1976).
Psiquiatria y Antipsiquiatria. Buenos Aires: Locus Hypocampos; F. Deleuze y F. Guattari (1985). El
Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Barcelona: Paidós; T. S. Szasz (1973). El mito de la enfermedad
mental. Buenos Aires: Amorrortu; R. Gentis (1978). La tapia del manicomio. Barcelona: Laia.
© Editorial UOC 160 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
65. E. Goffman (1998). Internados. Buenos Aires: Amorrortu, 1961; E. Goffman (1979). Estigma.
Buenos Aires: Amorrortu, 1963.
66. El concepto de “comunidad” en toda su amplitud comprende desde formar parte o pertenecer
a una institución abierta o cerrada (por ejemplo, sería el caso de hablar de comunidad terapéutica
en lugar de manicomio), hasta las distintas acepciones para referirse a las personas que comparten
un mismo espacio y tiempo, tales como las comunidades de vecinos, de barrio, comarcales, etc.
67. D. Jodelet (1989). Folies et représentations sociales. París: PUF.
© Editorial UOC 161 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
a ) Una reflexión real y permanente sobre la locura, quién la sufre y las ins-
tituciones.
b ) Incidir en la cultura sobre los prejuicios hacia la locura.
c) La crítica a la psicopatología clásica y la psiquiatría tradicional.
d) Repensar los límites de conceptos tales como diagnóstico, pronóstico y
terapéutica.
68. J. Kristeva (31 de enero de 2001). “Peut-on encore jouer des tours à la folie?”. France Culture.
69. Para conocer el recorrido de la psiquiatría y la psicoterapia crítica en España, Cataluña y otras
comunidades, durante los últimos veinticinco años: R. García (1995). Historia de una ruptura. El
ayer y hoy de la psiquiatría española. Barcelona: Virus. En este libro, el autor hace llegar, a partir de
su experiencia, el estado del campo de intervención psicológica y psiquiátrica según las transfor-
maciones disciplinarias y los diferentes contextos y procesos sociales y políticos que han facilitado
o dificultado su desarrollo.
70. García, 1995.
© Editorial UOC 162 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
75. M. White (1997). El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas. Barcelona: Gedisa.
76. B. Myerhoff, 1982 (citado en White, 1997, pág. 39).
77. Rose, 1996.
© Editorial UOC 165 Capítulo III. Psicología, racionalidad moderna...
Resumen
Capítulo IV
Nuevas tecnologías de la información y conocimiento
psicológico
Sociogénesis de la ciberpsicología
Ángel Juan Gordo López
Asimismo, nos invita a reconsiderar las razones por las que el asesoramiento psi-
cológico y las nuevas formas de comunicación y socialización se erijan como la
plataforma de apoyo que todo lo puede solventar, desde los dilemas personales
hasta las crisis emocionales.
No es de extrañar, pues, que una de las preocupaciones principales de los es-
tudios psicosociales sobre las nuevas tecnologías de la información durante las
dos últimas décadas, haya sido abordar el modo en que las distintas redes y en-
tornos telemáticos que pueblan y median cada vez más nuestros espacios socio-
laborales, educativos y de relaciones personales, y modifican “lo psicológico”.
Conocidos bajo la rúbrica de ciberpsicología, si bien apuntan en direcciones
diferentes y a veces conflictivas, estos estudios coinciden en reconocer los espa-
cios cibernéticos y sus realidades virtuales como piezas clave para una explora-
ción de lo que representa el espacio psicológico en el núcleo de la sociedad
actual del conocimiento y la información.
Es así que el malestar personal establece una relación isomórfica con las leyes del mer-
cado, y en el campo de lo íntimo el amor lo llena todo, un amor que se equipara a
enamoramiento y enamoramiento, al consumo de relaciones.
Así pues, la intimidad neoliberal se engancha a los especialistas del cuerpo y el alma,
de la introspección y la reflexión individual, del espiritualismo de la New Age y, últi-
mamente, de Internet. Es también en este contexto que la disciplina psicológica
muestra últimamente un creciente interés por el estudio de las relaciones entre la tec-
nología y la identidad, por los efectos psicológicos de los multimedia, la adicción a
Internet y los nuevos espacios y formas psicosociales que brindan las innovaciones
tecnológicas.
Organismo cibernético
“No sólo existe un tipo de ciborg [...] los ciborgs pueden variar mucho: desde el
Terminator apenas orgánico, que era sencillamente un sofisticado robot recubier-
to de piel sintética, hasta el jefe de ingenieros Geordi LaForge, en el contexto de
la Federación de las Naciones y los Planetas Unidos Star Trek, La Nueva Genera-
ción (ST: LNG), con visera prostética. Los ciborgs pueden ser individuos despiada-
dos; sin embargo, por norma general, están atrapados en grandes montajes
corporativos, como en la serie televisiva El hombre de los seis millones de dólares que
trabaja para la inteligencia de Estados Unidos, y el Robocop de la Policía de De-
troit, una filial de Omni Consumer Products (OCP). Todo ello sólo constituye una
prueba, puesto que buena parte de la tecnología ciborg implica un extraordinario
soporte institucional. Cada ciborg forma parte de un sistema [...] O bien puede ser
el sistema, como sucede con la civilización totalitaria de inteligencia grupal Borg,
habitantes también de ST: LNG [...] Sin embargo, la historia de los ciborgs no sólo
es una historia que se explica en torno a la caja tonta o las grandes producciones
de Hollywood. Entre nosotros existen muchos ciborgs reales. Cualquier persona
con un órgano artificial, ya sea una extremidad o un suplemento (como un mar-
capasos), alguien reprogamado para combatir una enfermedad (inmunizado)... No
sólo es Robocop, sino también la abuela con marcapasos; no sólo Geordi (en Star
Trek), sino también nuestro compañero con un brazo mioeléctrico prostético; no
sólo los ciberguerreros de una de las cien historias bélicas de ciencia ficción, sino
discutiblemente también cualquier persona cuyo sistema inmune se haya progra-
mado por medio de vacunas para reconocer y matar el virus de la poliomielitis;
no sólo el piloto de un bombardero de guerra en la cabina más moderna que es
capaz de localizar a los enemigos con los ojos, los mísiles con una palabra y que
utiliza los ordenadores para dirigir su propio cuerpo y para crear una visión incor-
pórea y aséptica de la batalla, sino también los billones potenciales de humanos
que todavía no han nacido y que serán productos de la ingeniería genética.”
“La teoría del asociacionismo se basa en los estudios pioneros de James Mill (1773-1836)
y su hijo John Stuart Mill (1803-1873). En un comienzo se planteaba la posibilidad de re-
ducir la actividad mental a la asociación y se formulaba la teoría mecano de la men-
te, en la que la mente se concibe como una pizarra pasiva y en blanco, ‘receptiva a
las sensaciones simples –los módulos del mecano–, a partir de las cuales se forman
las sensaciones complejas o ideas por medio de eslabones asociativos –las varillas
que unen los módulos–’ entre unidades atómicas’. Por su parte, J. S. Mill, desde
planteamientos menos mecanicistas, plantea la idea de la química mental, a partir
de la cual las ideas elementales pueden fusionarse en una idea global, no reducible
a sus elementos [...]. [y@ No es la actividad autónoma de la mente lo que acarrea el
cambio químico cualitativo, sino la forma en que las sensaciones son asociadas en
la experiencia.”
T. Leahey (1986). Historia de la Psicología (3ª ed., pág. 210-211). Madrid: Debate.
“La idea de que al memorizar transformamos la información constituye hoy una for-
ma de describir nuestro funcionamiento psicológico muy ampliamente aceptada. Es
lo que se suele conocer como el enfoque cognitivo en la psicología contemporánea [...].
Tecnologías de automación
“los esclavos y los parias que transportaban las piedras de las pirámides de Egipto, ti-
rando al ritmo del chasquido del látigo, o los esclavos trabajando en las galeras roma-
nas, cada hombre encadenado a su parte de listón e incapaz de realizar ningún otro
movimiento que el movimiento mecánico requerido”.
L. Mumford (1934). Technics and Civilization (pág. 42). Londres: George Routledge
& Sons, Ltd.
quizá una de las razones por las que la psicología siempre ha calado tan hondo en
la cultura occidental sea, por el modo en que se apropia del conocimiento popular.
Parker13 plantea al respecto que el conocimiento psicológico científico es un
conocimiento que se apropia del sentido común, en concreto de los legados mo-
dernos, para posteriormente reformularlo.
Pero volviendo al tema de las analogías humano/máquina, queremos hacer
hincapié que estas analogías han ayudado a representar a los individuos y los
colectivos con arreglo a los distintos sistemas políticos y económicos en boga,
ayudados por las tecnologías y los dispositivos existentes (por no decir a desa-
rrollar y popularizar dichos artefactos tecnológicos). En psicología, por ejem-
plo, el conductismo, a partir de la refutación de la tradición introspectiva
clásica representada por Wundt desde finales del siglo XVIII, se erige en el prin-
cipal baluarde de psicología científica. Con el surgimiento de la cultura indus-
trial occidental en el siglo XIX, la relación entre lo humano y lo tecnológico
toma nuevos cauces, y adopta su máxima expresión con los nuevos principios y
teorías de gestión, como las de F. W. Taylor: la dirección científica, que revolu-
cionará la producción industrial a comienzos del siglo XX.
Como apunta G. Canguilhem,14 “el taylorismo estableció un estilo de traba-
jo y de dirección de empresa que se fundamentaba en el acoplamiento del cuer-
po al nuevo orden industrial”. La dirección y gestión “científica” del trabajo dio
paso a la representación, estudio y medición del cuerpo. En este contexto el
cuerpo humano se pensaba como una máquina más, con el propósito de elimi-
nar todos los movimientos innecesarios, maximizando de este modo la produc-
ción y el híbrido resultante o cultura máquina.
Desde esta nueva mentalidad que acompaña a los órdenes industriales moder-
nos, el sustrato biológico del cuerpo aparecía como uno de los grandes impedi-
mentos a la hora de conseguir su acomplamiento a las cadenas de producción. La
esencia del orden moderno industrial supone por tanto la representación del
cuerpo humano como una máquina más. Desde esta óptica, la biología aparece
como el impedimento o límite último de ajuste y producción. Así pues, el cuerpo
debe funcionar y ajustarse a las máquinas de producción.
Este régimen de identificación del cuerpo con las tecnologías de producción,
sus efectos deshumanizadores, suscita nuevos miedos sociales en torno a la má-
quina y al trabajo, acrecentados con la puesta en práctica de las nuevas teorías de
gestión y administración lideradas por Henry Ford. Ford no se limita a maximizar
el acoplamiento productivo entre el cuerpo humano y la maquinaria industrial.15
El fordismo va más allá, abriendo paso a concepciones de lo tecnológico como
una extensión del cuerpo humano, como un modo de complementar sus déficits
y limitaciones biológicas (consultad la nota anterior sobre las tecnologías de
automación y el modo en que Henry Ford aparece como exponente máximo
de dichas tecnologías en el contexto de sus fábricas).
Coincidiendo con el auge de la sociedad capitalista de producción en la pri-
mera mitad del siglo XX, el fordismo aparece como máxima expresión del deseo
de transcender los límites biológicos del cuerpo humano (en tanto que deficita-
rio para la producción: instintos irracionales, necesidad de descanso o comida).
Este nuevo momento de la “cultura máquina” trae consigo nuevos tipos de dis-
funciones psicosomáticas, como las enfermedades asociadas a los nuevos estilos
de vida en las grandes metrópolis y las condiciones sociolaborales.
El sociólogo G. Simmel16 sería uno de los primeros en apuntar las relaciones
entre los espacios socioeconómicos en las grandes ciudades y los procesos psi-
cosociales. Su noción de personalidad blassé, para definir a la persona paralizada
e indefensa ante la saturación de estímulos, relaciones sociales, movimientos y
nuevas exigencias laborales, anticiparía el diagnóstico de la fatiga y el cansancio
“neurasténico”.17
Rabinbach18 identifica los orígenes de muchas de las respuestas psicopatoló-
gicas característica de la modernidad en las condiciones del trabajo industrial.
Estas mismas condiciones posibilitan que la psicología penetre como dispositi-
vo de cura y remedio para garantizar el buen funcionamiento y bienestar de las
nuevas clases sociales de proletarios y pequeña burguesía industrial, así como el
Cronofotografía
G. Grant (1969). Technology and Empire (pág. 137). Toronto: House of Anansi.
Lejos de ser meras manifestaciones aisladas, estos trabajos han suscitado gran
interés en la Asociación Americana de Psicología (APA), como evidencia el reco-
nocimiento científico otorgado a la revista CyberPsychology & Behavior. Esta revista
se presentó en 1998 con el objetivo de promover e incentivar investigaciones so-
bre las formas en las que “las nuevas tecnologías están cambiando el modo en que
vivimos, jugamos, trabajamos e interactuamos”. Entre los temas que se incluyen
en el folleto del editor podemos destacar los siguientes:
Las analogías que identifican el ciberespacio con una mente común, con una
extensión cognitiva de nuestras mentes, son indisociables, como veremos más
tarde, de las esperanzas democratizadoras y de los reduccionismos biológicos
asociados actualmente a los usos específicos de las nuevas tecnologías.
A continuación, seguiremos avanzando algunos apuntes adicionales sobre la
ciencia cibernética, sus diferentes vertientes y correspondencias actuales en la
disciplina de la psicología, para más tarde profundizar en una comprensión
más pormenorizada de las condiciones que posibilitan las relaciones entre la
psicología y la cibercultura. Concluiremos señalando los peligros que comporta
concebir la presente incursión de la psicología en la cibercultura como una nue-
va disciplina o doxa (o ciberpsicología).
42. Para una breve panorámica de la psicología crítica en el Estado español, consultad: Cabruja y
Gordo López, 2001.
43. Armistead, 1974; Henriques et al., 1984; Parker y Shotter, 1990.
44. Barglow, 1994; Rose, 1996; Schraube, 1999; Gordo López, 1999.
45. Danzinger, 1997; Bayer, 1999.
46. Broughton, 1994; Edwards, 1996; Michael, 1996.
47. Bayer y Shotter, 1998; Stam, 1999.
48. Parker, 1999, pág. 14.
© Editorial UOC 187 Capítulo IV. Nuevas tecnologías...
estratégica de dónde ubicar este tipo de trabajos, entre los que incluimos los nues-
tros, y en los que nos basamos para redactar los contenidos de este capítulo y, quizá
lo más importante, cómo articularlos para evitar que la psicología pueble acrítica-
mente la cibercultura. En definitiva, como se planteaba al comienzo de este capítu-
lo, nos enfrentamos de este modo a la difícil tarea de evitar que la psicología, al
psicologizar los nuevos espacios y modos de socialización que nos brindan las nue-
vas tecnologías de la información, siga erigiéndose a sí misma como referente o so-
lución última para nuestros problemas y modos de pensar y actuar sobre nosotros
mismos y los demás, bien sea en espacios reales o mediados por el ordenador. Y,
desde nuestros quehaceres profesionales, intentar encontrar modos de interferir en
semejante colonización (o psicologización) de espacios y relaciones sin por ello pre-
tender crear un nuevo tipo de conocimiento especializado o “ciberpsicologia”. Vea-
mos qué podemos hacer entre semejantes restricciones para no seguir perpetuando
conocimientos como los que constituyen y dirigen, en su mayoría, a la disciplina
psicológica, una disciplina siempre ávida por ponerse del lado de aquellos que pro-
curan el gobierno de los cuerpos y las mentes a favor de la producción y la plusvalía,
bien sea en las fábricas, los colegios, los hospitales o, incluso, en el modo en que
consumimos relaciones, identidades y sexualidades en nuestra vida cotidiana.
Los estudios ciberpsicológicos más afines a la psicología dominante se mues-
tran indiferentes a los planteamientos que indican que las categorías de tecno-
logía, ciencia y cultura han perdido “su integridad disciplinar y ontológica
impregnándose y redefiniéndose continuamente”.49/50 Esta vertiente ciberpsi-
cológica se esfuerza por imponer demarcaciones disciplinarias mientas asimila
y mediatiza sus contradicciones y diferencias.
y refugiados del Este. El empleo de la hipnosis y las drogas podría verse superado
por las nuevas técnicas de manipulación de patrones de memoria. Los experi-
mentos desarrollados durante la Guerra Fría también pretendían desarrollar téc-
nicas para implantar distintos repertorios de memoria, con lo que se evitaba
exponer información secreta en caso de captura de los agentes. La CIA estaba
convencida de que los investigadores soviéticos disponían de las técnicas nece-
sarias para llevar a cabo este tipo de operaciones.
Semejantes “memorias” de la disciplina psicológica experimental encuen-
tran correspondencias en otros fragmentos de ciencia ficción, como la ya clá-
sica película Desafío total (Total Recall, Paul Verhoeven, 1990). En esta película
Arnold Schwarzenegger es un agente secreto del gobierno del planeta Marte a
quien, por medidas de seguridad, se implanta un nuevo repertorio, con lo que
pasa a ser un trabajador de la construcción en el año 2100, fascinado por con-
seguir un viaje a Marte que oferta la agencia Recall Inc., una compañía dedicada
a implantar todo tipo de memorias y experiencias.56
En este segundo ejemplo es igualmente interesante apuntar el modo en que
el propio documental The Living Dead (1995) intercala los testimonios de psicó-
logos y psiquiatras responsables de las investigaciones de control de memoria
con fragmentos de ciencia ficción de la época. Entre estos referentes de ciencia
ficción se muestran escenas de La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the
Body Snatchers, Don Siegel y Ellsworth Fredicks, 1956), cuya trama transcurre en
una pequeña ciudad de California donde la mayoría de sus ciudadanos, mien-
tas duermen, son abducidos por vainas alienígenas. El único matiz que diferen-
cia las réplicas de los originales es la falta de empatía y emoción (tema
magistralmente tratado en la película Blade Runner).
Aunque para algunos psicólogos este tipo de relaciones sea un simple derro-
che de imaginación, los argumentos de estas películas están claramente impli-
cados en los desarrollos de las primeras investigaciones sobre las máquinas/
cerebro, en los que el estudio de la memoria ocupó un papel central. Y aun-
que la misma disciplina psicológica y el contexto sociopolítico de sus desarro-
llos y experimentos quieren olvidar parte de su “tecnohistoria”, recordar las
relaciones entre la psicología, la tecnología, la barbarie y la ciencia ficción puede
ser un buen antídoto contra las visiones “humanistas” que la psicología presen-
Tal como hemos visto, los ejemplos anteriores invitan a situar en un mismo
plano los experimentos y los estudios psicológicos, sus múltiples aplicaciones y
distintos fragmentos de ciencia ficción. También nos ponen al tanto sobre
cómo las transformaciones que se están llevando a cabo incluso dentro de la
propia disciplina son permeables al ámbito de la cultura popular y viceversa;
es decir, el modo en que la tecnociencia se apropia de los conocimientos que
forman parte de los distintos imaginarios sociales.
Por último, estos mismos ejemplos, y las correspondencias entre sus narrati-
vas, incitan a encuadrar la fascinación reciente de la psicología por la cibercul-
tura en los hechos siguientes:
Entre los temas y disciplinas que cada vez tienen mayor cobertura mediática
y, por consiguiente, constituyen el movimiento de científicos que se agrupan
bajo la tercera cultura,61 de manera similar a la ciencia cognitiva o ciencia ci-
borg, se incluyen, entre otros ámbitos de investigación, la biología molecular,
la inteligencia artificial, la teoría del caos, las redes neuronales, los fractales, los
sistemas adaptativos complejos, las supercadenas, la biodiversidad, la nanotec-
nología, el genoma humano, los sistemas expertos, los autómatas celulares, la
lógica difusa, la realidad virtual y el ciberespacio.
Al igual que la ciencia cognitiva o las ciencias ciborg, la tercera cultura, ade-
más de desplazar las ciencias sociales a un segundo plano, las redefine a partir
de otras ciencias de lo inanimado. En lugar de un diálogo o intercambio, se es-
tablecen relaciones de asimilación que supeditan lo social a nuevas formas de
tecnociencia. Esta tendencia permite que la tercera cultura emerja como una fi-
losofía natural, fundada sobre la necesidad de percatarse de la complejidad, de
la evolución.
Como Brockman indica,
“los sistemas complejos, bien sean organismos, cerebros, la biosfera o el mismo uni-
verso, no fueron construidos a partir de un diseño determinado, sino que han evolu-
cionado. Hay un nuevo tipo de metáforas para describirnos a nosotros mismos,
nuestras mentes, el universo, y todas las cosas que conocemos de él, y son los intelec-
tuales con estas nuevas ideas e imágenes, aquellos científicos [los de la tercera cultura]
los que dirigen los tiempos actuales”.
Brockman, 1995.
61. El libro de John Brockman (1995). The Third Culture: Beyond the Scientific Revolution, brinda una
panorámica general de este movimiento y plantea una inversión en lugar de comunicación y diá-
logo entre las partes de la balanza o las dos culturas: las letras y las ciencias.
62. Citado en Terry, 1997, pág. 288.
© Editorial UOC 194 Psicología: perspectivas deconstruccionistas
Resumen
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Glosario
ciborg m Organismo cibernético e híbrido. Metáfora utilizada para traspasar las fronte-
ras entre lo que se ha definido como humano y lo que se ha definido como tecnológico.
conocimiento m Las maneras de conocer a partir de verdades que son consideradas ob-
jetivas y, por tanto, despegadas de sus orígenes o inscripción ideológica y política; es de-
cir, íntimamente vinculados a las relaciones de poder.
sin.: saber, ciencia
© Editorial UOC 209 Glosario
deconstrucción f Acción de desmontar estructuras que se dan por sabidas para poder
conocer la manera en que se han organizado y las fuerzas o premisas no explícitas que
las constituyen.
institucionalización f Proceso a partir del cual un conjunto de reglas sobre las activi-
dades y comportamientos sociales recibe algún tipo de regulación. Asimismo, implica la
manera en que se constituye un orden social determinado de acuerdo con el proceso de
producción y repetición. También se produce a partir de la interacción social.
intersubjetivo adj Espacio en el que las personas establecen el mundo común de signi-
ficados compartidos para poder interactuar y comunicarse, en que ajustan constante-
mente sus subjetividades recíprocas.
patriarcado m Dominio de los hombres en un sistema social con todo lo que ello com-
porta, incluso la consideración de que la toma de poder de los hombres puede tener una
razón biológica.
poder disciplinario m Poder que se centra en conseguir que las personas sean más dó-
ciles y basado en los saberes que se desarrollan a partir del siglo XVIII. Funciona jerarqui-
zando y estableciendo grupos diferenciadores a partir de características personales.
posición f Cada uno de los lugares desde los que actúa (o enuncia) una persona o per-
sonas (una persona puede ocupar diferentes posiciones o lugares de enunciación en di-
ferentes momentos). Estos lugares reproducen formaciones discursivas o ideológicas, por
lo que van vinculados a determinadas identidades, categorías sociales, roles, reglas, etc.
subjetividad f Manera en la que las personas son, por un lado, constituidas como suje-
tos y, por el otro, producidas como tales.
tercera cultura f Propuesta de diálogo entre las dos culturas anteriores existentes (cien-
cias y letras o ciencias duras y ciencias blandas) a partir de una tercera manera de afrontar
los problemas de la vida en el planeta, incluyendo el conocimento de lo animado y lo
inanimado.