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JOSE LUIS SEPULVEDA BARRAGÁN

RESPONSABILIDAD CIVIL Y REPARACIÓN


UNIVERSIDAD SANTO TOMAS
C.U: 2150155

TEORÍA DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS PROFESIONALES Y


ACCIDENTES DE TRANSITO FRENTE A LA FUNCIÓN RESARCITORIA

La figura jurídica de la responsabilidad civil ha sido una de las grandes muestras de


igualdad y justicia, en la medida que, dentro del acontecer cotidiano los sujetos
buscan la reparación de los daños producto de la ejecución de los negocios jurídicos
o por circunstancias fuera de ellas, aquella que tiene como fuente el incumplimiento
del deber general de no dañar. “La responsabilidad, en general, supone un vínculo
obligacional entre quien comete el daño y quien debe repararlo entre acreedor y
deudor, una tensión entre víctima y victimario” (Hinestrosa, 2003). Asimismo, a lo
largo del camino de la jurisprudencia en Colombia se ha admitido que dentro de los
elementos para la declaratoria de la responsabilidad debe incluirse el hecho, daño y
nexo causal. De esta manera, el fenómeno de la responsabilidad civil se encuentra
relacionado a la equiparación de todos los daños causados frente a la reparación
que se debe otorgar, así, la afectación material, corporal, social y patrimonial sin
que exista un motivo jurídico impone devolver al lesionado a la misma situación que
se encontraba anteriormente al suceso.

De lo anterior, podemos inferir que la responsabilidad civil producto de un contrato


de prestación de servicios profesionales se encuentra sujeta a las reglas de las
obligaciones de hacer, aquellas que emergen tanto de la normativa sobre el ejercicio
profesional, como también las contempladas en códigos de ética, códigos de fondo
o cualquier disposición que regule dicha actividad o profesión. Es por eso, que la
responsabilidad profesional se encuentra agravada, señalado por el texto de Julián
Emil Jail: “en cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración
de la previsibilidad de las consecuencias y cuando existe una confianza especial”.
Ahora bien, dentro de los factores subjetivos de atribución de la responsabilidad
para los profesionales reposa tradicionalmente en la noción de la culpa, de ello,
resulta el comportamiento imputable a un profesional, en demostrar que el
procedimiento o la forma en la que ejecutó las obligaciones derivadas del ejercicio
profesional, no corresponde al empleado por el profesional “ético” o “modelo”.
Por otro lado, la función resarcitoria de la responsabilidad civil tiene como objetivo
garantizar la reparación o indemnización integral de los perjuicios sufridos, causados
por actividades peligrosas como la de circulación de vehículos o accidentes de
tránsito, para ello, deben concurrir los presupuestos generales de un daño injusto,
daño personal o patrimonial causado, el nexo causal entre el hecho y el daño, y, un
factor de atribución aplicable. “Responsabilidad Contractual”, nace de la violación a
una obligación preexistente, la llamada “Responsabilidad Extracontractual o por
actos ilícitos”, no encuentra causa o razón de ser en un incumplimiento, sino que el
daño se origina en un accidente o siniestro (Mosset Iturraspe, 1998).

En consecuencia, la Corte Suprema de justicia ha precisado la definición de


responsabilidad extracontractual frente a la obligación resarcitoria de accidentes de
tránsito lo siguiente: “para que resulte comprometida la responsabilidad de una
persona natural o jurídica, a título extracontractual, se precisa de la concurrencia de
tres elementos que la doctrina más tradicional identifica como “culpa, daño y relación
de causalidad entre aquélla y este”. Condiciones estas que además de considerar el
cuadro axiológico de la pretensión en comentario, definen el esquema de la carga
probatoria del demandante, pues es a este a quien le corresponde demostrar el
menoscabo patrimonial o moral (daño) y que este se originó en la conducta culpable
de quien demanda, porque al fin y al cabo la responsabilidad se engasta en una
relación jurídica entre dos sujetos: el autor del daño y quien lo padeció” (Sentencia
5012 de 25 de oct de 1999). De lo anterior, la se establece que las partes deben
probar que la acción peligrosa desplegada por la contraparte tuvo el mayor grado
de injerencia como generador del hecho dañino, esto con el fin de encontrarlo
responsable de los daños y perjuicios ocasionados, consecuencia de la actividad
peligrosa.

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