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Viernes, 17 de marzo de 2023.

El juzgar a los demás


Mateo 7:1-6

INTRODUCCIÓN
Aquí entramos a una nueva y última sección del Sermón del Monte. El tema particular
que desarrolla es nuestra relación con otras personas, pero lo importante sigue siendo
caer en la cuenta de que nuestra relación con Dios es el punto fundamental. Lo que
realmente importa no es lo que otros piensen de nosotros, sino lo que Dios piense de
nosotros.

1. No juzguéis para que no seáis juzgados (vv. 1-2).


El Señor no está enseñando aquí que no debemos emitir juicios, siempre y cuando estos
sean verdaderamente justos y basados en la verdad. En toda la Escritura hay un mandato
al pueblo de Dios a juzgar con justo juicio todas las situaciones en que vivimos en este
mundo (Jan. 7:24: Lc. 16:15, etc.). Lo que el Señor está condenando aquí es que
juzguemos (critiquemos y hablemos mal de otros) de forma injusta y engañosa, para
hacerle mal a otro. De la misma manera que juzgamos a otros. Dios juzgará nuestros
propios pecados. Las personas que acostumbran a juzgar a otras se sorprenden cuando
otros les juzgan con la misma vara.

2. La paja y la viga (vv. 3-5).


Si queremos ver la pequeña paja que está en el ojo de nuestros hermanos, debemos
primero limpiarnos nuestros propios ojos. La mejor forma de librarse del espíritu de crítica
es criticarse y condenarse a uno mismo. Para poder sacar la paja se necesita mucha
delicadeza y cuidado, porque los ojos son muy sensibles. La única manera de ayudar a
otro es cuando nuestros motivos son puros y sinceros originados en el amor.

3. No deis lo santo a los perros, ni las perlas a los cerdos (v. 6).
Este versículo final pone el balance a todo lo que el Señor viene diciendo. La expresión
se refiere a la verdad que es santa y es comparada con las perlas. En la Palestina de los
tiempos de Jesús, los perros eran animales salvajes, no domesticados como los
conocemos hoy. Ellos se alimentaban de la basura y representaban oprobio. Los cerdos,
por su parte, eran símbolo de lo impuro y excluido de la sociedad. ¿A quiénes, pues, se
refiere el Señor en tales términos? Obviamente no es necesariamente a los inconversos
en general, porque ellos son el objeto de su amor y la iglesia está llamada a evangelizarlos.
En cambio, tiene que ver con nuestra manera de tratar a las personas. Jesús las trató en
forma diferente a cada una. Trató de una manera a Nicodemo, a la mujer samaritana y a
la mujer sorprendida en adulterio. Pero el mejor ejemplo es cómo trató a Pilato (Lc. 23)
cuando éste le preguntó qué era la verdad sin tener ningún interés en conocer la
respuesta. Jesús simplemente no le contestó. “No dio las perlas a los cerdos”. Otros
ejemplos en Hechos13:46 y Hechos 18:6 de personas que, como perros y cerdos,
blasfemaron y pisotearon la verdad. El Señor nos llama a no gastar demasiado tiempo
con tales personas.
Conclusión
El verdadero cristiano se saca la viga de su ojo y se libra de todo espíritu de censura, para
poder ayudar realmente a los demás. Y practica el discernimiento y el conocimiento
espiritual en su relación con cada persona. Que el Señor nos ayude a vivir cada día en
una vida de gracia que resulte atractiva a los que no conocen a Dios y sea también de
inspiración para nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

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