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TITULO: NUESTRA HABITACIÓN CELESTIAL.

UN CAMBIO DE ABITACIÓN
TEXTO: Fil. 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al
Salvador, al Señor Jesucristo; Fil. 3:21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también
sujetar a sí mismo todas las cosas.
2Co 5:1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Ap. 22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para
entrar por las puertas en la ciudad.
TEMA: EL HOGAR ETERNO DE LOS HIJOS DE DIOS
PROPÓSITO GENERAL: Dar aliento
PROPÓSTO ESPECIFICO: Poner la confianza en Cristo únicamente, y vivir para el Señor en esta
vida, para vivir con Él por la eternidad.
PROPOSICIÓN: A todos los que hayan creído y recibido a Cristo como su único y suficiente Señor y
Salvador, y hayan vivido para Él sobre esta tierra, les espera una vida de glorias sin par por toda una
eternidad. Los justos están destinados a la vida eterna en la presencia de Dios.
INTRODUCCIÓN. Un verdadero hijo de Dios vive consiente que en este mundo nada tenemos, que
nada trajimos y que nada nos vamos a llevar. Que todo lo que existe sobre esta tierra le pertenece
absoluta y únicamente al Señor. Que Dios nos da la facultad de administrar los recursos que Él nos da,
pero que no debemos de amarlos o poner nuestros corazones en ellos, y que tenemos que dar cuentas
de todo lo que Dios nos concedió poseer sobre esta tierra. Que en cualquier momento podemos dejarlo
todo, que nada nos llevaremos, que todo lo que existe sobre esta tierra fuera de Dios es una vanidad.
LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE ALGUNOS CRISTIANOS:
1. “¡Oh gloria que nos puede ser comprendida” (Jeremías Everts).
2 “¡Que sol! ¡Todo es luz” (Toplay)
3 “Gracias a Dios, no hay oscuridad” (James Hope)
4. “Este es el día de mi coronación. Si esto es la muerte, ¡Qué dulce es¡!” (Moody)
5. “Feliz en Jesús. Todo está bien. Precioso, precioso, Jesús” (Thornton, el filántropo)
6. “Cristo es maravillosamente hermoso” (John Bailey)
7. “Soy feliz, gloria a Dios” (Thompson)
8. “Voy al hogar donde ya no se muere” (Mary Whitaker
9. “Muero contento. Alma, emprende el vuelo” (Addie Asbury)
I. LA HABITACIÓN FINAL DE LOS HIJOS DE DIOS.
A. Es un lugar seguro para los tesoros. Mt. 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni
el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
B. Contiene un archivo de todos los santos. Lc. 10:20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os
sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
C. Es un lugar para todos los cristianos. Jn. 14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
D. El Cristo glorificado está allí en nuestra habitación celestial. Hch. 7:55 Pero Esteban, lleno del
Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra
de Dios, Hch 7:56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la
diestra de Dios.
E. Nuestra habitación celestial final es construida por el mismo Dios y su mano (1 Co.5:1; He.11:10)
2Co 5:1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. He. 11:10 porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
F. Los redimidos de todas las naciones estarán allí. Ap. 7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran
multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban
delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las
manos; Apo 7:14 Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las
han emblanquecido en la sangre del Cordero. Ap. 7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no
caerá más sobre ellos, ni calor alguno; Ap. 7:17 porque el Cordero que está en medio del trono
los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos
de ellos.
G. La pureza es la condición para habitar allá Ap. 22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas,
para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.
II. DESCRIPCIÓN DIVINA DE LOS HIJOS DE DIOS.
A. De todas partes del mundo estarán con el Señor. Lc. 13:29 Porque vendrán del oriente y del
occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios
B. Serán semejantes a los ángeles celestiales. Lc. 20:35 mas los que fueren tenidos por dignos de
alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.
Lc. 20:36 Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al
ser hijos de la resurrección.
C. Andarán con el Señor en vestiduras blancas. Ap. 3:4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis
que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son
dignas.
D. Sus vestiduras blancas han sido lavadas en la sangre del Cordero. Ap. 7:13 Entonces uno de los
ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde
han venido? Ap. 7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de
la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
E. Vivirán ante el trono de Dios y le servirán. Ap. 7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le
sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo
sobre ellos. Ap. 22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y
sus siervos le servirán, Ap. 22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
F. Tendrán satisfacción total. Ap. 7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre
ellos, ni calor alguno; Ap. 7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y
los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
G. Tienen derecho al árbol de la vida y a estar en la eterna ciudad celestial. Ap. 2:7 El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el
cual está en medio del paraíso de Dios. Ap. 22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para
tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad
III. EL GOZO DE LA VIDA FUTURA DE LOS HIJOS DE DIOS.
A. Las enfermedades del presente no se verán más
1. No habrá obstáculo, tristeza, dolor, llanto ni muerte (Ap.21:4) Ap. 21:4 Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;
porque las primeras cosas pasaron.
2. No habrá maldición. Ap. 22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero
estará en ella, y sus siervos le servirán.
3. Allí no habrá noche. Ap. 22:5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara,
ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
B. La muerte será vencida, destruida para siempre (Os.13:14; Is.25:8) Isa 25:8 Destruirá a la muerte
para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta
de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. Ose 13:14 De la mano del Seol los
redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol;
1Co 15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte
en victoria. 1Co 15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
1 La muerte será el último enemigo que será destruido. 1Co 15:26 Y el postrer enemigo que será
destruido es la muerte.
2. Seremos vestidos de inmortalidad. 1Co 15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que
está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
C. Los santos serán revestidos de gloria. Dn. 12:3 Los entendidos resplandecerán como el
resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a
perpetua eternidad. Mt. 13:43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su
Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
1. Moisés y Elías ya han sido vestidos de gloria. Lc. 9:30 Y he aquí dos varones que hablaban con
él, los cuales eran Moisés y Elías; Lc. 9:31 quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de
su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.
2. Junto a Cristo seremos glorificados. Ro. 8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados. Rom 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no
son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
3. Nuestro cuerpo será semejante al cuerpo glorificado de Cristo. Fl. 3:20 Mas nuestra ciudadanía
está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Fl. 3:21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al
cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las
cosas. 1Jn 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal
como él es.
4. Nos manifestaremos con Él en gloria. Col 3:4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
5. Reinaremos por los siglos y para siempre. Ap. 22:5 No habrá allí más noche; y no tienen
necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por
los siglos de los siglos.
D. El gozo de la presencia de Cristo estará allá. Jn. 17:24 Padre, aquellos que me has dado, quiero
que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
1. Le prometió al ladrón arrepentido estar con Él. Lc. 23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo
que hoy estarás conmigo en el paraíso.
2. Cristo prometió tener con él a sus seguidores. Jn. 12:26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo
estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
3. Cristo dijo que donde él estuviera allí estaríamos (Jn.14:3) Jn. 14:3 Y si me fuere y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
4. Pidió al Padre que estemos con él en gloria. Jua 17:24 Padre, aquellos que me has dado, quiero
que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
5. Estar ausentes del cuerpo es estar presentes al Señor. 2Co 5:8 pero confiamos, y más quisiéramos
estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
6. Partir o morir el cristiano es estar con el Señor. Fl. 1:23 Porque de ambas cosas estoy puesto en
estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
7. Estaremos siempre con el Señor. 1Ts 4:17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor.
IV. LA DICHA HABITAR EN LA CIUDAD CELESTIAL DE LOS HIJOS DE DIOS
A. Son el pueblo de Dios que tienen el derecho de entrar en la ciudad santa y disfrutar de morar en ella
para siempre. Sus nombres están inscritos en el libro de la vida, lo cual les otorga ciudadanía en la
nueva Jerusalén. Ap. 21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y
mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
B. Todos los que han obedecido al Señor pueden entrar por las puertas de la ciudad, pero todos los
demás quedan excluidos. Ap. 22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios,
los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
C. La pureza, consecuencia de la redención en Cristo, es un requisito para entrar por las puertas de la
ciudad y tener derecho al árbol de la vida, lo que simboliza la inmortalidad o la vida eterna.
D. Puesto que nadie puede entrar… en la ciudad a menos que su nombre esté inscrito en el libro de la
vida del Cordero (21:27), esta bienaventuranza habla de aquellos justificados por la fe que expresan la
fe en obediencia (Ef 2.8-10). Efe 1:7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de
pecados según las riquezas de su gracia. Efe 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios; Efe 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
E. Al vencedor obediente se le promete la recompensa de entrar por las puertas de la ciudad, un
privilegio reservado para aquellos que compartan la victoria del Señor.
F. Los que han sido redimidos por la sangre del Cordero de Dios, tienen derecho a la vida eterna. “Ap.
7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran
tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”
G. Dios tiene construida una ciudad permanente y gloriosa para todos sus redimidos (He. 11:10, 16;
12:22; 13:14; 2 Co. 5:1; Fil. 3:20; Ap.3:12)
“He. 11:10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es
Dios.
He. 11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de
llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
He. 13:14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.
He. 12:22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la
celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
Fil. 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al
Señor Jesucristo;
Ap. 3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí;
y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva
Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
V. SERÁ UNA DICHA VIVIR CON EL SEÑOR POR LA ETERNIDAD.
A. Siendo pastoreados por el Señor para siempre. Ap. 7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no
caerá más sobre ellos, ni calor alguno; Ap. 7:17 porque el Cordero que está en medio del trono
los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos
de ellos.
B. Siendo amados, sustentados y consolados con su presencia gloriosa por la eternidad. Ap. 21:3 Y oí
una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará
con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Ap. 21:4 Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor; porque las primeras cosas pasaron.
C. Siendo participes de su gloria y reino eternamente. Ap. 3:4 Pero tienes unas pocas personas en
Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque
son dignas. Ap. 22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y
sus siervos le servirán, Ap. 22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
D. Disfrutando de una vida eterna sin par; dichosos para siempre. Jn. 17:24 Padre, aquellos que me
has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que
me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
CONCLUSIÓN: ¿Dónde estará su hogar eterno, su habitación? ¿Dónde pasará la eternidad? ¿Habitará
en la presencia de Dios para siempre? ¿Está viviendo para agradar a Dios en esta vida? Ha creído y ha
aceptado a Cristo como su Señor y Salvador personal. Si usted está viviendo para Cristo en esta vida,
vivirá para él por la eternidad, y si no es así, sufrirá por la eternidad. Pero Dios no quiere que ninguno
perezca, rinda a él su vida y Cristo le asegura la vida eterna con él en gloria.

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