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Big bang: la expuso George Gamow en 1948 es la teoría más aceptada, menciona que el universo

se formó hace unos 10 mil o 15 mil millones de años, como consecuencia de una explosión
producida por un átomo primitivo. Inmediatamente después de la gran explosión, se cree que se
originaron protones, neutrones, electrones y fotones, los cuales se encontraban a muy elevadas
temperaturas. Estas partículas, al unirse formaron átomos de helio e hidrogeno, los primeros
elementos que constituyeron la materia.

Fue Stephen Hawking quien popularizo esta teoría, considera que el big bang es un
momento de singularidad donde la densidad del universo y la curvatura del espacio-tiempo
habrían sido infinitas. Solamente se sabe lo que sucedió después de la explosión, no lo que sucedió
antes.

Teoría nebular: fue formulada por primera vez en el siglo XVII por Rene Descartes, expone que los
planetas se crearon a partir de una nube de polvo estelar también llamada nebulosa. Las
nebulosas están formadas por gases y elementos químicos. Los gases más comunes son el helio y
el hidrógeno, mientras que los elementos químicos se encuentran en forma de polvo cósmico.
Según Descartes, esta nebulosa evolucionó de tal manera que en el centro surgió el Sol. Después,
por colisión de los demás fragmentos desprendidos de este fenómeno, aparecieron los planetas
en torno al Sol.

Teoría de la acreción: fue propuesta por el geofísico ruso Otto Schmidt en 1944. Expone que el
origen de la Tierra y los planetas surgió mediante la acumulación de polvo cósmico. La Tierra, se
había formado mediante un proceso de acreción de materiales cósmicos, hace unos 4.600
millones de años. Pero, ¿qué es acreción?, el diccionario Larousse lo define como “la acción y
efecto de crecer un cuerpo por adición de partículas desde el exterior”, es decir, que la tierra se
formó por acreción de partículas que se encontraban en el exterior.

Teorías sobre el origen de la vida

Panspermia: propuesta en la antigua Grecia en el siglo VI a.c por Anaxágoras. Es una


teoría que propone que la vida pudo tener su origen en cualquier parte del universo, y llegar a la
Tierra en restos de cometas y meteoritos. El mayor defensor de esta hipótesis es el sueco Svante
Arrhenius, él cree que una especie de esporas o bacterias viajan por el espacio y pueden sembrar
vida si se encuentran las condiciones adecuadas, éstas viajan en fragmentos rocosos y en el polvo
estelar, impulsadas por la radiación de las estrellas.

Sin embargo, las investigaciones realizadas hasta el momento por la NASA y el centro
espacial alemán enuncian que no se ha podido probar hasta ahora que en el espacio intergaláctico
pueden sobrevivir libremente esporas bacterianas. Generación espontánea: es una antigua
teoría biológica que sostenía que ciertas formas de vida (animal y vegetal) surgen de manera
espontánea a partir ya sea de materia orgánica, inorgánica o de una combinación de las mismas.
Fue descrita por Aristóteles, luego sustentada y admitida por pensadores como Descartes, Bacon o
Newton, comenzó a ser objetada en el siglo XVII. Hoy en día la comunidad científica considera que
esta teoría está plenamente refutada. Diversos experimentos se realizaron desde el año 1668 en
virtud de encontrar respuestas hasta que Louis Pasteur demostró definitivamente a mediados del
Siglo XIX que la teoría de la generación espontánea es una falsedad, postulando la ley de la
biogénesis, que establece que todo ser vivo proviene de otro ser vivo ya existente.

Teoría heterótrofa: sostiene que cuando se originaron las primeras formas de vida fueron
los heterótrofos, es decir, aquellos incapaces de producir sus propios nutrientes. Fue enunciada
por primera vez por Charles Darwin, luego en el siglo XX, los científicos Alexander Oparin y John
Haldane plantearon teorías similares a favor de la heterótrofa. Según ellos, el mar se convirtió en
un líquido caliente y diluido de compuestos orgánicos, estos compuestos se agregaron para formar
coacervados hasta asimilar compuestos orgánicos en una manera similar al metabolismo. En
1950, los bioquímicos Miller y Urey recrearon la atmosfera del origen de la Tierra sobre un cuerpo
de agua. Este experimento corroboró la existencia de coacervados, propuesta por Oparin.

En la misma línea investigativa de Alexander Oparin, encontramos la Teoría físico-química,


ésta proponía que el origen de la vida debía ser explicado enteramente bajo las leyes de la física y
la química, aplicadas a las condiciones que prevalecieron en la Tierra en sus tiempos primitivos, es
decir, que los organismos vivos podían provenir de sustancias no vivas.

Teorías evolutivas: fueron formuladas por Juan Bautista Lamarck y Charles Darwin, sin embargo,
no fue Darwin, ni Lamarck, mucho menos Wallace quienes “descubrieron” la evolución, la idea de
la evolución la encontramos en antiguos escritores como Lucrecio, Empédocles y Tales, en las que
se ofrecen claros esbozos de la idea. Según el autor de la obra la teoría de la evolución, Humberto
Mora (1933), la evolución no es Darwinismo como tampoco Lamarckismo es Transformismo.

Neolamarckismo: consistió en atribuirlo al esfuerzo que realizaban los seres vivos para adaptarse a
las condiciones, a veces difíciles, en que tenían que vivir. Lamarck, indicó que el individuo
dependía de sus circunstancias, que usaba y desarrollaba tal órgano, y hacía poco uso de tal otro y,
por consiguiente, no lo desarrollaba grandemente, dentro de los límites impuestos por la
necesidad y el ejercicio, y suponía que estas adaptaciones individuales eran en cierto modo
hereditarias.

Darwinismo: propone que un mecanismo semejante a la selección artificial debe actuar sobre las
poblaciones naturales en su medio. Darwin denominó a este proceso como selección natural, que
se define como un proceso de supervivencia de los organismos cuya variabilidad los hace más
aptos para vivir en un medio particular.

Neodarwinismo: se basa en que los organismos heredan de sus progenitores determinados


caracteres que le son propios y a su vez, los transmiten a las generaciones posteriores. Según el
neodarwinismo, los organismos que estén mejor adaptados a su medio ambiente, tendrán mayor
descendencia y mayor cantidad de caracteres ventajosos.

Pruebas evolutivas

La evolución es, posiblemente, el proceso más importante que afecta al conjunto de seres vivos
que habitan en la Tierra, aunque este proceso no se dé directamente sobre seres vivos
determinados, debido a que es un proceso que se prolonga mucho en el tiempo y tarda miles o
millones de años en manifestarse. Existen una gran cantidad de pruebas que demuestran que la
evolución fue un hecho indudable, y estas son:

• Pruebas biogeográficas: nos muestra que algunas especies animal o vegetal tienen una
distribución amplia, mientras que otras especies presentan una distribución restringida.

• Pruebas paleontológicas: se basan en la utilización de fósiles extinguidos de flora y fauna


para demostrar los procesos evolutivos de los seres vivos a los que pertenecen los fósiles y así
poder crear puentes entre dos grupos de seres.

• Pruebas anatómicas: son el estudio comparado de las estructuras corporales de los


organismos, con el fin de establecer posibles relaciones de parentesco.

• Pruebas embriológicas: están basadas en el estudio comparado del desarrollo embrionario


de distintos seres vivos. Las primeras etapas del desarrollo embrionario de diferentes vertebrados
son muy similares, lo que indica que provienen de un antepasado común.

• Pruebas bioquímicas: consisten en comparar ciertas moléculas que aparecen en todos los
seres vivos de tal manera que esas moléculas son tanto más parecidas cuantas menores
diferencias evolutivas hay entre sus poseedores, y al revés; esto se ha hecho sobre todo con
proteínas (por ejemplo proteínas de la sangre) y con ADN.

• Pruebas ontogénicas: son las fases y procesos que un organismo atraviesa desde huevo o
cigoto hasta convertirse en adulto.

Clasificación taxonómica de las especies

La taxonomía es la ciencia que se encarga de nombrar, describir y clasificar a los seres


vivos. Una de las primeras clasificaciones taxonómicas la hizo Aristóteles, separando los animales
de los vegetales. Además clasificó los animales en aquellos que tenían sangre y los que no, los que
se arrastraban de los que no, entre otros.

A pesar de la clasificación de Aristóteles, y de otras clasificaciones después de la suya, la


biología considera al padre de la taxonomía moderna a Carlos Linneo. No creía en la evolución de
las especies, a diferencia de Darwin, por lo que sostenía que cada especie había sido creada tal
como la conocemos actualmente: fijas e inmutables. Los fósiles de seres vivos diferentes a los
actuales serían, pues, restos de creaciones anteriores.

Asimismo, Gaspar Bauhin sugirió la idea de nombrar las especies utilizando la combinación de dos
palabras. Fue Linneo el que desarrolló este sistema de nomenclatura. El nombre científico es una
combinación de dos palabras en latín. Éstas son, el nombre genérico, y el nombre específico. Estas
dos palabras deben estar escritas en letra cursiva y deben ir acompañadas por el apellido
abreviado del naturalista que lo describió por primera vez.

Clasificación de los reinos


Moneras: los organismos más primitivos, en función de su estructura, son agrupados en el reino
de las moneras, dividido a su vez en bacterias y algas verdiazules o cianofíceas, que incluye unas
10.000 especies. Por carecer de núcleo celular se los llama procariotas. Muchos de ellos están
dotados de clorofila, pigmento verde que les permite realizar la fotosíntesis, es decir, capturar
energía lumínica y transformarla en energía química que utilizan para fabricar su alimento.

Protistas: son organismos unicelulares dotados de núcleo, pueden desplazarse libremente, lo que
los asemeja a especies animales; pero poseen clorofila, que les permite nutrirse a través de
sustancias inorgánicas, utilizando como fuente de energía la luz del sol, con lo que también se
asemejan a los vegetales. Entre los protistas, los flagelados se reproducen por división celular.

Hongos: estos son organismos heterótrofos, es decir, que no pueden elaborar su propio alimento
a partir de sustancias inorgánicas, como es el caso de los vegetales con clorofila. Por eso deben
nutrirse de sustancias elaboradas por otros seres vivientes.

Vegetal o plantae: este reino, al igual que el animal, está integrado por individuos con niveles de
evolución muy diferentes, desde organismos de pocas células hasta árboles de muchos metros de
altura. Las plantas inferiores están agrupadas en tres subdivisiones: talofitas (algas), briofitas
(musgos y hepáticas) y pteridofitas (equisetos, licopodios y helechos). Las plantas superiores se
caracterizan por poseer flor y semillas, se subdividen en gimnospermas, (pinos, cipreses) y
angiospermas (nogal, margarita).

Animal: este reino constituye a un conjunto bastante amplio de organismos eucariontes,


pluricelulares y de reproducción sexual y asexual. Estos organismos se distinguen y caracterizan
por su capacidad para la locomoción, por la presencia de pared y clorofila dentro de sus células y
por el desarrollo de sus embriones.

Biodiversidad

La definición más aceptada de biodiversidad es la que se adoptó en el seno del Convenio


sobre Diversidad Biológica en 1992: la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente,
incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros sistemas acuáticos, y los
complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie,
entre las especies y de los ecosistemas.

Por lo tanto, la biodiversidad abarca la enorme variedad de formas mediante las que se
organiza la vida. Incluye todas y cada una de las especies que cohabitan en la Tierra, ya sean
animales, plantas, virus o bacterias, los espacios o ecosistemas de los que forman parte y los genes
que hacen cada especie.

Seres autótrofos: son los que generan sus propios alimentos, a través de sustancias inorgánicas
para su metabolismo. Los organismos autótrofos producen su masa celular y materia orgánica a
partir del dióxido de carbono, que es inorgánico, como única fuente de carbono, usando la luz o
sustancias químicas como fuente de energía.
Seres heterótrofos: como los animales, los hongos y la mayoría de bacterias y protozoos,
dependen de los autótrofos, ya que aprovechan la materia que estos contienen para fabricar
moléculas orgánicas complejas. Obtienen la energía rompiendo las moléculas de los seres
autótrofos que han comido.

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