enfermedades pandemias y virus que atacan a la población mundial, muchas veces las personas piensan que las vacunas son algo perjudicial, pero esto es todo lo contrario, desde hace muchos años los humanos han desarrollado varios remedios para las enfermedades, pero ninguna tan eficiente como las vacunas. Para iniciar ¿que son las vacunas? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una vacuna es cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral. Las vacunas son aquellas preparaciones (producidas con toxoides, bacterias, virus atenuados, muertos o realizadas por ingeniería genética y otras tecnologías) que se administran a las personas para generar inmunidad activa y duradera contra una enfermedad estimulando la producción de defensas. También existe otro tipo de protección generada a partir de gamaglobulinas, que producen inmunidad inmediata y transitoria a través de la aplicación directa de anticuerpos.
El intento de la vacunación ha acompañado
históricamente al hombre, quien ha intentado encontrar protección real contra las enfermedades infecciosas que diezmaban pueblos enteros. Es, sin lugar a dudas, la más importante intervención de salud pública sobre estas enfermedades luego de la provisión de agua potable a la población, especialmente en los países en desarrollo en los que se estiman que cada año mueren cerca de 3 millones de niños a causa de enfermedades inmuniprevenibles. Los datos más antiguos que se conocen sobre la historia de la vacunación datan del siglo VII, cuando budistas indios ingerían veneno de serpiente con el fin de ser inmune a sus efectos. Por otra parte, desde el siglo x, el pueblo chino practicaba la variolización con el fin de inocular el virus de la viruela de un enfermo a una persona susceptible, sometiendo, además, las pústulas variolosas y el almizcle, a un proceso de ahumado con el propósito de disminuir su virulencia. En 1714 Emmanuel Timoni, médico griego formado en Padua y Oxford, residente en Estambul, publicó en el Philosophical Transactions, órgano de la Royal Society una comunicación con sus experiencias favorables con la inoculación de viruela vacuna, logrando en 48 de 50 sujetos una forma de viruela atenuada. Había aprendido la técnica de dos mujeres que hacían este procedimiento en Estambul con fines estéticos. En este relato histórico no puede ser omitida Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762). Nació en Londres, y ha sido definida como aristócrata viajera y escritora. Hija mayor del Duque de Kingston y Marqués de Dorchester. Su madre, hija del conde de Denbigh, murió siendo ella aún niña. Mantuvo una estrecha amistad con Mary Astell, luchadora por los derechos de la mujer. El padre de Lady Mary rechazó el matrimonio con Edward Wortley Montagu y cuando Lord Dorchester insistió en otro matrimonio para su hija, Edward y Mary se fugaron (1712). Edward Wortley era miembro del Parlamento Inglés desde 1715 y fue nombrado embajador ante el Imperio Turco. Lady Mary le acompañó en su viaje hasta Constantinopla. La historia de este viaje y sus observaciones de la vida en Oriente se cuentan en sus “Cartas desde Estambul”, llenas de descripciones gráficas, inspiración de las siguientes viajeras/escritoras femeninas y de gran parte de la producción artística englobada en el concepto de orientalismo. Fue la primera mujer occidental en acceder a los harenes otomanos. Del Imperio otomano, Lady Mary que mostraba en su piel las cicatrices de la viruela, y había visto morir a su hermano por ese flagelo, trajo a su vuelta a Inglaterra la práctica de la inoculación como profilaxis contra la enfermedad. Hizo inocular a sus propios hijos, y se enfrentó a los poderosos prejuicios que había contra tal práctica.
Otros datos señalan que, con anterioridad, ya en el siglo VI
a. C. en China practicaban la inoculación o aspiración vía nasal de costras de enfermos como prevención de la viruela, y en el siglo V a.C. el historiador griego Tucídides se refiere al tema. La primera evidencia escrita relacionada con la inoculación como profilaxis se sitúa en el siglo XI. Una monja budista que vivió durante el reinado del emperador chino Jen Tsung (1022 a 1063) y a la cual se le atribuye el texto “El tratamiento adecuado de la viruela”, registra el procedimiento de soplar el polvo de costras secas, pulverizadas y mezcladas con plantas específicas mediante un tubo de plata en las fosas nasales. Ya a mediados del siglo XVIII, el médico inglés Francis Home, realizó algunos intentos de inmunización contra el sarampión; pero sin lugar a dudas, el también inglés Eduardo Jenner, fue quien marcó una nueva etapa en la historia de la inmunización, conociéndosele mundialmente como el padre de la vacunación. En 1768, siendo aún estudiante de medicina, Jenner oyó que una campesina del condado de Berkeley en Escocia, planteaba que ella no podía padecer la enfermedad pues ya había sido afectada por la viruela del ganado vacuno. Después de graduado, dedicó muchos años de investigación al estudio de la vacunación, y el 14 de mayo de 1796 inoculó al niño James Phipps la linfa de una pústula de viruela obtenida de la ordeñadora Sara Nelmes que había contraído la enfermedad. Posteriormente para comprobar la eficacia de la vacunación inoculó al mismo niño con virus de viruela humana y nunca enfermó. Sus resultados los publica en 1798 en Variolae Vaccinae, y en menos de 10 años esta vacunación se había extendido al mundo entero. Para la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics), la era de las vacunas la inicia el médico Edward Jenner. El británico observó que las personas que ordeñaban vacas y contraían la viruela bovina estaban protegidas contra la viruela humana. En 1796 inoculó a un niño de ocho años fluido de las pústulas de viruela bovina y cuando, posteriormente, le inyectó el virus de la viruela humana el niño ni se contagió ni tuvo síntomas. Ya en el siglo XIX, el médico francés Louis Pasteur desarrolló la segunda generación de vacunas, entre otras contra el cólera o la rabia, e introdujo el término vacuna en honor a los experimentos con las vacas de Jenner.
Ya a finales del siglo XIX se habían realizado
importantes investigaciones en el campo de la microbiología y la inmunología, y un ejemplo de ello lo constituyen los descubrimientos del químico y biólogo francés Louis Pasteur, al descubrir en 1885 la vacuna antirrábica humana, siendo el niño Joseph Meister el primer ser humano protegido contra la rabia. En ese mismo año, el bacteriólogo español Jaime Ferrán, descubre una vacuna anticolérica, que es ensayada en la epidemia de Alicante con resultados satisfactorios. En 1887, Beumer y Peiper comienzan a realizar las primeras pruebas experimentales de una vacuna contra la fiebre tifoidea, y un año después Chantemasse y Vidal llevan a cabo estudios con igual vacuna, pero con la diferencia de que estaba compuesta de bacilos muertos y no vivos como la anterior. No es hasta 1896 cuando Fraenkel, Beumer, Peiper y Wrigth comienzan la primera vacunación antitifoídica con fines profilácticos.8 En el propio siglo XIX, en 1892 Haffkine, bacteriólogo ruso nacido en Odessa, preparó la primera vacuna contra la peste. Durante los primeros años de la preparación y uso de las vacunas, su elaboración y control fue un proceso totalmente artesanal. No existían métodos estandarizados para comprobar la pureza de las semillas bacterianas utilizadas, por ello, no siempre se hacían pruebas estrictas de esterilidad y con menos frecuencia se realizaban pruebas de potencia en animales. Esta falta de precaución causó accidentes, así por ejemplo en 1902 una de las vacunas contra la peste bubónica, preparada por el también ruso Waldemar Mondecar Wolff, se contaminó con Clostridium tetani provocando la muerte por tétanos a 19 personas en la población de Mulkwai en la India. En el año 1923, el veterinario francés, Gaston Ramón desarrolla la inmunización activa contra la difteria, y ese mismo año Thorvald Madsen, médico danés, descubre la vacuna contra la tos ferina. Unos años más tarde, en 1932 Sawver, Kitchen y Lloyds descubren la vacuna contra la fiebre amarilla y en 1937 Salk, produce la primera vacuna antigripal inactivada. Posteriormente, en 1954 descubre la vacuna antipoliomielítica inactivada, y en 1955 se produce con esta vacuna otro de los grandes accidentes que recoge la historia en los Laboratorios Catter en los Estados Unidos, pues no estaba lo suficientemente inactivada y provocó 169 casos de poliomielitis entre los inmunizados, 23 casos en contactos de los vacunados y 5 defunciones (Galindo MA. Antecedentes históricos de la vacunación. Conferencia a médicos residentes en epidemiología; 1998 mayo 27; La Habana. MINSAP, 1998). Ya en la década de los 60 (1966) Hilleman y sus colaboradores obtienen la vacuna antiparotidítica de virus vivos atenuados, y al año siguiente Auslien descubre la del Neumococo. En 1968 Gotschlich crea la vacuna antimeningocóccica C y en 1971 la antimeningocóccica A. En 1970 David Smith, había desarrollado la vacuna contra el Haemophilus influenzae y pasados 3 años Takahasi descubre la vacuna contra la varicela. En 1976 Maupas y Hilleman elaboran la vacuna contra la hepatitis B. Uno de los grandes logros en la historia de la medicina cubana lo fue sin dudas el descubrimiento en el año 1987 de la vacuna contra el meningococo B por la doctora Concepción de la Campa Durante el siglo XX la vacunación ha sido una de las medidas de mayor impacto en salud pública, ya que con su administración se ha conseguido disminuir la carga de enfermedad y la mortalidad por enfermedades infecciosas en la infancia. Con excepción del acceso al agua potable, no ha habido otra medida preventiva o terapéutica, ni siquiera los antibióticos, que haya tenido mayor efecto en la reducción de la mortalidad de la población de todo el mundo. Durante los últimos 200 años, desde el descubrimiento de la vacuna de la viruela por E. Jenner, la vacunación ha controlado, al menos en algunas partes del mundo, enfermedades que causaban gran morbimortalidad (muertes causadas por enfermedad); ha conseguido, por primera vez en la historia, la erradicación mundial de una enfermedad: la viruela en 1980, el 9 de diciembre de 1979 se declarara la erradicación de esta enfermedad y se recomienda la suspensión de la vacunación. Ha conseguido interrumpir la circulación de un agente infeccioso en varios continentes: la circulación del poliovirus salvaje se ha interrumpido en la Región de las Américas en 1990, en el Pacífico Occidental en el año 2000 y en la Región Europea en el año 2002 y se está próximo a lograr la erradicación mundial de enfermedades como la poliomielitis. Desde entonces hasta nuestros días, las vacunas permiten prevenir decenas de infecciones diferentes. Según la OMS, solo la del sarampión salvó 23 millones de vidas entre 2000 y 2018, especialmente niños. Podemos decir que la introducción de las vacunas en nuestras vidas han sido un cambio total a cómo es que vemos el mundo de la salud y sin duda podemos decir que las vacunas son uno de los mejores inventos que ha hecho la humanidad
Bibliografia:
Berdasquera D., Cruz G., Luisa C., (jul.-ago. 2000), La vacunación.
Antecedentes históricos en el mundo, SCIELO, http://scielo.sld.cu/scielo.php? script=sci_arttext&pid=S0864-21252000000400012
HISTORIA DE LA VACUNAS, (s.f), Asociación de enfermería comunitaria
Quezada A., (Mayo – Agosto 2020), Los orignes de la vacuna, ELSEVIER,
https://www.elsevier.es/es-revista-revista-medica-clinica-las-condes-202- articulo-los-origenes-vacuna-S0716864020300535 ¿Qué son las vacunas y cómo funcionan?, (s.f), FUNDACION HUESPED Miembro de la Coalición Internacional de Sida, https://www.huesped.org.ar/informacion/vacunas/que-son-y-como-funcionan/