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Fig. 5.- TAC pre y control postoperatorio de un hematoma subdural crónico. Observese que ha desaparecido el
hematoma y no existe desplazamiento de la línea media
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
La triada clínica referida anteriormente se puede ver en otros procesos que
pueden afectar a pacientes con estas edades. De éstos, destacamos: la
hidrocefalia comunicante arreabsortiva y los tumores frontales (benignos o
malignos), que ya explicamos en otras lecciones.
En estos casos, el mismo TAC que se solicita en el proceso diagnóstico, nos
ayuda a realizar el diagnóstico diferencial de forma muy fácil.
Hay otras enfermedades, que también pudieran dar un cuadro similar, como es la
demencia por enfermedad de Alzheimer o de origen vascular. No tienen
tratamiento quirúrgico y su diagnóstico y tratamiento cae bajo el control de
Neurología.
TRATAMIENTO
El tratamiento, una vez diagnosticado el HSD, es fácil. Consiste en la realización
de 2 orificios de trépano, distantes entre sí, que coincidan con la cavidad del
hematoma. Se abre la duramadre y la posible membrana del HSD, saliendo a
presión el líquido hemático. Se lava abundantemente con suero salino (para
reducir el contenido proteico de la cavidad). Se finaliza la intervención dejando
sendos drenajes durante varios días.
La intervención es tan sencilla que a veces se realiza con anestesia local. Y no es
raro que el neurocirujano observe cómo el paciente, que ha entrado en una mala
situación de conciencia (estupor o coma), va despertándose a lo largo de la
intervención y mejorando clínicamente de forma ostentosa.
El postoperatorio puede ser, no obstante, tormentoso. Se debe, sobre todo, a que
entra aire, tras evacuar el contenido líquido. Este aire se expande al aumentar la
temperatura (de la atmósfera a la temperatura corporal), lo que puede aumentar la
PIC, aparte de la irritación que produce en las membranas que rodean al cerebro.
Es raro que el HSD se reproduzca y precisa una segunda intervención. Se da
sobre todo en casos de importante atrofia cerebral, en la que el cerebro no es
capaz de expandirse de nuevo hasta alcanzar la duramadre.
En personas de edad muy avanzada, en ocasiones se prefiere tratar médicamente
el HSD. Se administran corticoides y se vigila con TAC secuenciales. En un
porcentaje relativamente amplio, si no es grande el HSD, se consigue ayudar a la
reabsorción del HSD sin necesidad de evacuación quirúrgica.
HEMATOMA SUBDURAL AGUDO
Cada vez es más frecuente que pacientes de edad avanzada que reciben un golpe
en la cabeza estén en tratamiento con medicación que altera la coagulación. Esta
medicación es de dos tipos. O bien antiagregantes plaquetarios, como la aspirina,
o anticoagulantes, como el Sintron.
En estos casos, una vez producida la rotura venosa, la hemorragia no se detiene,
apareciendo una colección de sangre en el espacio subdural que aumenta de
tamaño rápidamente.
La clínica es más rápida que en el caso anteriormente explicado de HSD crónico,
evolucionando el paciente en horas o días hacia una situación neurológica grave.
La diferencia con el anterior proceso es importante conocerla. A continuación
referimos los aspectos más característicos:
CLINICA
La evolución tan aguda se va a manifestar por pérdida progresiva y relativamente
rápida del nivel de conciencia y aparición de hemiparesia o pérdida de fuerza, tras
la caída.
DIAGNOSTICO
En el TAC se aprecia la imagen de semiluna entre cerebro y hueso. Pero, a
diferencia con el HSD crónico, esta imagen es muy hiperdensa, muy blanca,
indicando que es contenido hemático reciente.
Fig. 6.- TAC craneal. Se observa una colección subdural muy hiperdensa
El diagnóstico diferencial se debe realizar con otras causas de deterioro
neurológico agudo postraumático: hematomas intraparenquimatosos,
fundamentalmente. Lo que es fácil con el TAC, sin necesidad de otras pruebas.
TRATAMIENTO
La diferencia con el HSD crónico es muy grande. Se debe a que estamos ante un
coágulo reciente y no un contenido líquido.
Por esta razón, para evacuarlo, no es suficiente la realización de dos simples
trépanos, sino que precisa una craneotomía amplia, lo que significa mayor trauma
quirúrgico y peor pronóstico.
Hay que tener en cuenta además, que el paciente está con alteraciones de la
coagulación, por lo que la intervención quirúrgica puede ser de muy alto riesgo. En
general, se intenta revertir la acción antiplaquetaria o anticoagulante lo más
rápidamente posible.
En casos en que la situación neurológica no es muy grave, se puede plantear
tratamiento médico y esperar. Tiene dos ventajes: Se revierte el efecto
antiplaquetario o anticoagulante de forma más segura y el coágulo sólido pasa a
líquido, por lo que podría evacuarse sin necesidad de una craneotomía.
PRONOSTICO, COMPLICACIONES Y SECUELAS
Aunque el HSD, tanto agudo como crónico, son un proceso relativamente simple y
de tratamiento quirúrgico no complejo, pueden llegar a tener mal pronóstico en
cuanto a capacidad de llevar a la muerte al paciente o a un deterioro grave de sus
funciones intelectuales y neurológicas.
Los factores que van a influir son múltiples. Destacamos los más aparentes y
fáciles de comprender:
1. Edad avanzada, no solamente biológica sino aparente. A mayor atrofia cerebral
previa y mayor afectación neurológica e intelectual previo, el pronóstico se va
ensombreciendo en cuanto a la posibilidad de recuperarse hasta la situación
previa al HSD.
2. Tamaño y tiempo de evolución del HSD. Peor los de gran tamaño y a medida
que dan la clínica de forma más aguda.
3. Situación neurológica en la que es diagnosticado el paciente. No es lo mismo
que esté normal de conciencia a que el paciente ya esté en coma y con hemiplejia.
4. Otras lesiones neurológicas previas, como accidentes vasculares cerebrales.
5. Estado general del paciente, situación previa cardíaca, pulmonar, vascular, etc.
Las causas de mortalidad o morbilidad grave están, por tanto, ligados e estos
factores. Además hay que considerar otros factores ligados al acto quirúrgico,
entre los que destacan los siguientes:
1. Infección postquirúrgica, que suele ser grave.
2. Resangrado o formación de nuevas hemorragias. Más frecuentes en pacientes
con alteraciones de la coagulación
3. Recidiva del HSD, que precise otras intervenciones quirúrgicas, con aumento
del riesgo de complicaciones
Viendo lo anterior, es fácil explicarse que, a pesar de la sencillez del problema
clínico y quirúrgico, la mortalidad y morbilidad grave postquirúrgica es
relativamente alta.
Hay que tener muy claro además qué es lo que se espera de la intervención
quirúrgica. Nunca se va a obtener una situación neurológica mejor que la que el
paciente tuviera unos meses antes. En ocasiones, por tanto, es muy cuestionable
proceder a la intervención quirúrgica en pacientes que tienen ya una demencia
senil muy severa.
Sin embargo, por el contrario, cada vez más frecuentemente nos encontramos con
pacientes de edad muy avanzada (alrededor de 90 años), con nivel de conciencia
normal y la presencia de un HSD. En estos casos es preciso actuar con prudencia,
intentar tratamiento médico conservador y, en caso necesario, reforzar las
medidas de seguridad durante y tras el tratamiento quirúrgico.