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En la interioridad habita un mundo, un espacio sagrado y sin medida, un reino mágico

donde abunda lo profundo, y donde la verdad siempre está de salida.


Allí las luces brillan con intensidad, y los sentimientos se vuelven más puros, se encuentra
la paz y la serenidad, y se desvelan los secretos más oscuros.
En la interioridad habita la esencia, el verdadero yo que siempre está presente, y aunque a
veces se oculte con apariencia, siempre está ahí para ser consciente.
Es un viaje hacia lo más profundo, donde el silencio es la mayor expresión, y cada rincón
esconde un mundo, que espera ser explorado con pasión.
En la interioridad se encuentra el amor, ese que todo lo abraza y todo lo cura, y que alivia el
dolor y el temor, y hace que el alma se sienta más segura.
En definitiva, la interioridad es un regalo, que todos llevamos dentro y podemos cultivar, y
que nos lleva a conectar con lo más valioso, y a encontrar en nuestra esencia la verdad.

San Agustín de Hipona es conocido por su profunda reflexión sobre el ser humano y su relación
con Dios. En sus obras, el filósofo y teólogo africano habla mucho sobre el interior del ser humano
y su búsqueda de la verdad y la sabiduría.

Según San Agustín, el interior del ser humano es un lugar de gran importancia, ya que es donde se
encuentra el alma y donde se lleva a cabo la búsqueda de Dios. En su obra "Confesiones", San
Agustín habla sobre su propia experiencia en esta búsqueda, describiendo cómo pasó de una vida
de pecado a una vida de devoción y espiritualidad.

Para San Agustín, el interior del ser humano es un lugar de lucha constante entre el bien y el mal,
entre la luz y la oscuridad. El filósofo creía que el ser humano tiene una tendencia natural al
pecado, pero que también tiene la capacidad de buscar la verdad y la sabiduría a través de la fe y
la razón.

En resumen, San Agustín de Hipona ve el interior del ser humano como un lugar de gran
importancia, donde se lleva a cabo la búsqueda de Dios y la lucha entre el bien y el mal. Su obra
"Confesiones" es un testimonio de esta búsqueda y una invitación a todos los seres humanos a
explorar su propio interior en busca de la verdad y la sabiduría.
Virgen María, madre de amor divino,

bendita eres tú entre todas las mujeres,

tu luz brilla en el cielo y en la tierra,

tu amor y gracia nos acompañan siempre.

Madre de ternura y compasión, tú eres el camino que nos lleva a Dios, tu corazón es el hogar de la
paz, tu amor es el puente que nos une a la eternidad.

Con tu manto protector nos cubres, con tu mirada dulce nos guías, con tu voz suave nos hablas al
corazón, y con tus manos nos sostienes en la vida.

Oh Virgen María, reina de los cielos, tu nombre es un canto de amor y fe, en ti confiamos, a ti nos
entregamos, y en tu amor eterno encontramos la paz.

San José, padre de Jesús, esposo de la Virgen María, patrón de la iglesia y protector, de quienes
buscan guía y alegría.

Fuiste el elegido por Dios, para ser el padre terrenal del Salvador, guiaste sus primeros pasos, y le
enseñaste el amor.

Con tu trabajo y tu esfuerzo, protegiste a la Sagrada Familia, y fuiste ejemplo de humildad, de fe y


de caridad.

Oh San José, modelo de virtud, pide por nosotros al Señor, para que sigamos tu ejemplo, y seamos
fieles a su amor.

Intercede por nuestras familias, y por todos los que buscan trabajo, para que encuentren en ti, un
amigo y un amparo.

San José, padre de Jesús, esposo de la Virgen María, patrón de la iglesia y protector, ruega por
nosotros cada día.

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