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Discriminación, desigualdad y exclusión de los pueblos indígenas

Históricamente ser indígena en Guatemala ha significado cargas valorativas


negativas que los han situado en una relación jerárquica de extrema desigualdad.
La discriminación se manifiesta en la falta de respeto y vigencia de los derechos
humanos de los cuales son titulares, los coloca en una situación pobreza y
pobreza extrema.
Los problemas estructurales creados desde la colonización han dificultado el
camino para lograr el reconocimiento de los pueblos indígenas como sujetos
colectivos de derecho, y la plena vigencia de sus derechos. Los Acuerdos de Paz
“siguen siendo válidos y vigentes, y deben orientar el cambio de reconocimiento
como Nación multiétnica, plurilingüe y multicultural”. (Información recibida por la
CIDH en reunión con SEPAZ, COPREDEH y PNR, 22 de agosto de 2013, Ciudad
de Guatemala.)
Condiciones de pobreza
La discriminación incrementa la desigualdad social y ahonda las condiciones de
pobreza en que se encuentra la población indígena. Esta exclusión se observa en
todas las esferas, incluyendo la propiedad de la tierra, el acceso a los servicios
básicos, las condiciones laborales, el acceso a la economía formal, acceso a la
justicia, la participación en instancias de toma de decisiones y representación en
medios de comunicación y en el debate público.
Los indígenas de Guatemala, casi la mitad de la población, continúan hoy
enfrentando una discriminación social y económica arraigada en la sociedad y en
las políticas públicas del Estado, por lo que es necesario hacer una «reflexión
colectiva» para cambiar esta situación.

Los indígenas de Guatemala, casi la mitad de la población, continúan hoy


enfrentando una discriminación social y económica arraigada en la sociedad y en
las políticas públicas del Estado, por lo que es necesario hacer una «reflexión
colectiva» para cambiar esta situación.

Esta es una de las principales conclusiones de un análisis hecho hoy en Ciudad


de Guatemala sobre la situación de este colectivo, en el que participaron
miembros de la ONU, de la Defensoría de la Mujer Indígena, la Comisión
Presidencial Contra la Discriminación y el Racismo, entre otros.

El representante en Guatemala de la Organización de las Naciones Unidas para la


Alimentación y la Agricultura (FAO), Diego Recalde, destacó que en el país, al
igual que en el mundo, aún persisten «grandes desafíos» para hacer efectivos los
derechos de los pueblos originarios, como la justicia, la salud, la educación, la
alimentación, el derecho a la tierra o el trabajo.

«Hay que lugar contra el racismo y la discriminación arraigada» en la sociedad


guatemalteca, enfatizó Recalde, y señaló que esta situación particular «de alta
vulnerabilidad» de los pueblos indígenas es un problema mundial que requiere
«redoblar» los esfuerzos para ponerle fin.
«La sociedad guatemalteca tiene esa oportunidad de cambiar estas cifras tan
lamentables», señaló al recordar que la desnutrición crónica afecta a más del 70
% de los niños menores de 5 años en el occidente del país, cuando el promedio es
de 56, o la falta de acceso a educación y salud.

Es por ello que abogó por promover nuevos modelos de desarrollo, con un
enfoque de derechos humanos y desde el aspecto inclusivo e incluyente, máxime
ahora que se cumple el décimo aniversario de la proclamación de la declaración
de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas.

Guatemala, que celebrará la próxima semana el Día Internacional de los Pueblos


Indígenas con diversas actividades, es un país multicultural y plurilingüe
compuesto de cuatro grandes culturas: Maya, Xinca, Garífuna y ladina, y en su
territorio conviven 25 comunidades lingüísticas.

Según datos facilitados por Naciones Unidas, se calcula que en la actualidad


existen unos 370 millones de personas de diferentes comunidades indígenas
repartidos por noventa países alrededor del mundo.

En Guatemala, el porcentaje de la población indígena es de un 41 %.

Entre los departamentos de Guatemala con mayor porcentaje de población


indígena figuran Totonicapán (98,3 %), Sololá (96,4 %), Alta Verapaz (92,9 %),
Quiché (88,8 %), Chimaltenango (79 %) y Huehuetenango (65,1 %).

De la inversión pública total, Guatemala dirige hacia los pueblos indígenas tres
veces menos que a la destinada a la población no indígena, un hecho que no hace
más que aumentar la brecha y la discriminación racial económica.

Según un estudio divulgado recientemente por el Instituto Centroamericano de


Estudios Fiscales (Icefi), por cada quetzal (14 centavos de dólar) invertido en los
pueblos no originarios, el Estado tan solo destina 33 centavos (4 centavos de
dólar) a los pueblos indígenas.

El análisis, realizado sobre el presupuesto de gasto público de Guatemala


ejecutado durante 2015, identifica que del total dirigido al ciudadano, 42.623
millones de quetzales (5.818 millones de dólares), solo la cuarta parte se destinó a
los pueblos indígenas, 10.646 millones de quetzales (1.453 millones de dólares).

Estas cifras dejan entrever que las inversiones dirigidas a la población no indígena
(mestiza o ladina) representaron un 6,5 % del producto interno bruto (PIB), en
contraposición al 2,2 % de los pueblos originarios.
Diputados de la Comisión de Pueblos Indígenas, que preside el diputado Leocadio
Juracán, junto con organizaciones civiles, llevaron a cabo el foro denominado
“Discriminación y exclusión de los pueblos indígenas en las políticas públicas”, con
el objetivo de concientizar a las autoridades de gobierno y la población en general
de los graves problemas que enfrenta este sector de la población.
La actividad se celebró en el Salón del Pueblo del Palacio Legislativo, en el marco
de la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se
celebrará el próximo 9 de agosto, con la participación de funcionarios de distintas
instituciones, autoridades competentes, representantes de sociedad civil,
organismos internacionales y misiones diplomáticas acreditadas en el Guatemala.

El discurso de apertura estuvo a cargo del diputado Juracán, del bloque


Convergencia, quien dijo: “Hemos hecho un análisis de la situación actual de los
derechos individuales y colectivos de las comunidades, y hemos constatado que
en el año 2018 se han aumentado las amenazas, muertes criminalización,
represión, violencia y hasta cierto sentido un odio inmenso contra la población
indígena del país”.

Walter Figueroa, coordinador del área de gestión pública para el desarrollo, del
Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), presentó un análisis sobre
la inversión pública en pueblos indígenas, los retos del Estado para orientar las
políticas, programas y planes de inclusión, y la asignación de los recursos
públicos. “El gasto público social no se está orientando hacia las poblaciones
indígenas y esto hace que la situación se agrave y se aumente la problemática del
sector”, resumió.

La Procuradora Adjunta de la PDH, Miriam Roquel Chávez, indicó que la


institución que representa tiene las funciones principales en los pueblos indígenas
como “un eje transversal que abarca niñez, juventud, mujeres y la población
adulta. “La Procuraduría de los Derechos Humanos se suma a las demandas y
continuamos con la defensa de los derechos fundamentales de la población”.

Durante el foro participaron representantes de organizaciones de los pueblos


indigenas, quienes denunciaron violaciones a los derechos humanos, represión,
amenazas y criminalidad en contra de lideresas y líderes comunitarios en distintas
comunidades. También la falta de acceso a servicios de salud, hostigamiento de
hidroeléctricas, desalojos forzados de comunidades por autoridades policiales,
entre otros desmanes.

Miriam Domínguez, comisionada coordinadora de la Comisión Presidencial contra


la Discriminación y el Racismo (Codisra), se refirió a los resultados de la actividad
y comentó que “estos foros tienen la objetivo de seguir sensibilizando a toda la
institucionalidad pública para que dentro de nuestro mandato, acciones,
programas y planes gubernamentales visibilicemos el derecho a los pueblos
indígenas y reorientemos los presupuestos para mejorar las condiciones y la
situación”.

El diputado José de la Cruz Cutzal, de FCN Nación, y representante por Sololá


lamentó que históricamente los pueblos sigan siendo discriminados. “Estamos
buscando los mecanismos para que se detengan las violaciones a las
comunidades. En el tema del Censo Poblacional y de Vivienda estamos pidiendo
que se tomen en cuenta muchas cosas para los pueblos indígenas”.

Al final de la actividad se emitieron varias recomendaciones como el compromiso


del Estado para la aplicación de medidas afirmativas, aplicar y ejecutar las
garantías y derechos ya reconocidos en el corpus iure, que el Estado garantice los
derechos individuales y colectivos de las mujeres, los pueblos indígenas; así como
los derechos ambientales hacia la población.

Para concluir, los integrantes de la Comisión de Pueblos Indígenas junto a líderes


comunitarios y de organizaciones campesinas, mayas y xincas, en conferencia de
prensa, denunciaron la exclusión, represión, intimidación, criminalización,
amenazas y asesinatos de lideresas y lideres en distintas partes del territorio
nacional.
¿Qué es la violencia cultural?
El concepto, que se desprende de la violencia genérica, abarca cualquier
elemento cultural que, directa o indirectamente justificado, promueve prácticas o
situaciones generadas por la violencia

Ejército saharaui
El concepto de violencia cultural hay que considerarlo en un sentido amplio. Se
diferencia de otros tipos de violencia en que ésta navega a través de las ideas,
las normas, los valores, las tradiciones, etc. En otras palabras, hablamos de
violencia cultural cuando desde la cultura se legitima o promueve la violencia en
cualquiera de sus vertientes. Galtung hizo un análisis del concepto, partiendo
previamente la violencia en tres segmentos principales: violencia directa (física,
psicológica, verbal), violencia estructural (generada a través de un sistema)
y violencia cultural. La que nos ocupa se relacionaría íntimamente con las otras
dos.La violencia cultural se identifica porque siempre se pasan por alto o se
apoyan prácticas violentas, todo ello desde el mundo de las “ideas”.

Ideología de la violencia

Según el profesor Jiménez Bautista de la Ugr, podría identificarse la violencia


cultural con una “ideología de la violencia”, como una superestructura de los
sistemas violentos, donde las construcciones culturales que conviven, cubren e
intentan armonizar y darle coherencia. Se sumergiría, además, en todos los
ámbitos de la cultura: ética, moral, leyes, política, ciencia, arte, etc. Un ejemplo
contrastado y repetido a lo largo de la historia es cómo algunos discursos sociales
y políticos se han convertido en justificadores de explotación o marginación.
Igualmente, ciertas costumbres, ritos y actos institucionales pueden contribuir a
mantener la idea de que la violencia puede ser “útil”. También los planteamientos
donde se promuevan prácticas discriminatorias por razones de creencias, sexo,
color de piel, el acceso desigual al estado del bienestar, la pobreza, etc., son a la
vez factores que contribuyen a generar y perpetuar violencia cultural.

Un ejemplo significativo es el que propone el profesor Jiménez Bautista, que


textualmente expone: 
“Así se explica también la legitimación del intervencionismo armado de EE.UU.
(incluso por encima y sin tener en cuenta el visto bueno de la ONU), como
guardián del 'orden democrático mundial'. Para combatir con ello se inventan
'enemigos' que ellos mismos fabrican desde sus propias instancias de violencia
cultural: antes eran los comunistas, ahora le ha tocado al mundo islámico (da igual
que sea Afganistán, Irak, Irán o cualquier otro país musulmán).”

En el mundo actual, la violencia tiene un componente añadido: la globalización.


Así, no sólo se extiende a los individuos, sino que se externaliza, como por
ejemplo el colonialismo o el imperialismo. Para erradicar la violencia cultural
también es desfavorable el intento de imponer modelos culturales universales, que
desechan la riqueza de la interculturalidad.

¿Cómo combatimos la violencia cultural?

Según el profesor Jiménez Bautista, la violencia cultural se combate desde la


cultura, concediendo especial importancia a una Cultura de paz, plural e
integradora, como a la deconstrucción de la violencia cultural.

Sin embargo, la promoción de una Cultura de paz no es posible sin considerar el


instrumento más importante y necesario para dinamitar la violencia cultural:
la educación. Es crucial promover un pensamiento crítico y sobre todo huir del
etnocentrismo y del sexismo, factores que favorecen la violencia cultural. Por
ejemplo, no sería conveniente seguir trasmitiendo la cultura del hombre, blanco,
occidental, de clase media o alta y perfectamente integrado en la sociedad.

Por otro lado, sería también necesario plantear una educación que esté orientada
a solucionar grandes problemas de la humanidad, promoviendo una cultura
interior y de valores, comenzando además por analizar y cambiar
nuestro lenguaje, donde en la mayoría de los casos se encuentran aspectos que
pueden favorecer la apariciónde cualquier tipo de violencia.

Tres ejemplos de violencia cultural:


 Justificar el acoso sexual a mujeres, diciendo que ellas se visten de
forma provocativa.
 Legitimar un asesinato, afirmando que la persona fallecida era un
delincuente, un drogadicto, entre otras.
 Validar la desigualdad, al establecer como algo natural la existencia
de pobres y ricos, poder de género, y demás.
Con esto queremos hacer ver que muchos de nosotros podemos estar
ejerciendo violencia cultural con nuestras palabras o acciones. Nunca es
tarde para cambiar.
violencia cultural
Violencia Racial - Maguii Herrera
La violencia racial, una forma de violencia que no sólo se realiza con actos físico
sino con gestos, símbolos, palabras, etc...
Si buscamos una definición exacta de lo que es el racismo, podríamos decir
que es una forma de discriminación de las personas recurriendo a motivos
raciales, tono de piel u otras características físicas de las personas, de tal modo
que unas se consideran superiores a otras.
Aunque hoy en día el racismo no es nada ético, aún hoy en día se preservan
ciertos rasgos de racismo en jergas, sobrenombres, insultos y chistes..
Está más que claro que el racismo y la presencia de su susodicha violencia ha
estado presente en nuestra historia desde sus albores, causada por factores
religiosos, políticos, culturales y sociales. El racismo siempre ha existido, existe
ahora, aunque reprimido, y hasta que no haya un cambio de mentalidad, siempre
existirá, por lo que debemos tomar nuestras diferencias genéticas como algo
normal y bello, no como algo extraordinario y feo, pues en la diferencia está la
belleza.
VIOLENCIA CULTURAL .Se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una
legitimidad a la utilización del arte, religión, ciencia, derecho, ideología, medios de
comunicación, educación, etc., que vienen a violentar la vida. Así, por ejemplo, se
puede aceptar la violencia en defensa de la fe o en defensa de la religión. Dos
casos de violencia cultural pueden ser el de una religión que justifique la
realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la legitimidad
otorgada al Estado para ejercer la violencia. Cabe añadir que toda violencia
cultural es simbólica.
EL RACISMO ES VIOLENCIA . Al igual que el machismo, la explotación, el
fundamentalismo, etc… Luchar contra el racismo y la xenofobia es luchar contra la
desigualdad, contra la uniformidad, contra la intolerancia, contra la pobreza, y es
apostar por la diversidad cultural y la convivencia social pluricultural, valores que
curiosamente no están en crisis.....

Lamentablemente,el mundo no ha tomado


plena conciencia de lo ocurrido hasta ahora en
estas cuestiones. El día, que el 21 de Marzo,
Día Internacional contra el Racismo, deje de
celebrarse, será el día en el que la Violencia
pierda la batalla frente a la NO
VIOLENCIA.Mientras tanto sigamos trabajando
para que las fuerzas del Pacifismo y la No
Violencia, hagan sentir su voz, a través de un
amplio movimiento social que oriente a las
diferentes sociedades en una dirección más
adecuada para la convivencia.
Los Acuerdos de Paz
 
En el año 1986 Vinicio Cerezo, el primer presidente civil de Guatemala en 20
años, tomó el poder.  Este retorno al dominio civil inició una década de
discusiones pero no habían cambios significativos para la mayoría de la sociedad.
 
A pesar de que la elección presidencial en 1996 perjudicó la confianza del público
en el proceso electoral (63% de votantes registrados se quedaron en casa aquel
día), el cambio en el gobierno sí resultó en un cambio en las discusiones en que
se centraban en las posibilidades de un mejoramiento social.

El nuevo presidente, Álvaro Arzú y su partido, el Partido de Avanzada


Nacional (PAN), se reunió con los líderes de la Unidad Revolucionaria
Nacional Guatemalteca (URNG) con el objetivo de lograr un acuerdo que
acabara una guerra civil sangrienta de 36 años que había tomado 200,000
vidas y que resultó en la desaparición de más 50,000 (la mayoría de las
desapariciones se le adjudicaron al gobierno y sus aliados paramilitares).
 
Los Acuerdos de Paz fueron firmados el día 29 de diciembre de 1996 por el
gobierno y la URNG y acabó la guerra oficialmente, dando una posibilidad de
esperanza al país de Guatemala y construyendo una vía hacia la democracia.
 
Los propósitos principales de los acuerdos eran:
 investigar violaciones de derechos humanos cometidos anteriormente a través de
la Comisión de Esclarecimiento Histórico, supervisado por MINUGUA (Misión de
Investigación de las Naciones Unidas en Guatemala)
 reconocer la identidad de las personas indígenas
 eliminar la discriminación y promover el desarrollo socioeconómico para todos los
guatemaltecos
 
Aunque los objetivos de los Acuerdos eran innegablemente ambiciosos, el
progreso de los objetivos durante la presidencia de Arzú era extremamente
lento.  Uno de los mayores retrasos era el fracaso de la población en mayo de
1999 de aprobar una propuesta de enmendar la constitución y permitir más
derechos a los mayas.  La presencia era poca (más o menos 18%) y la mayoría de
la comunidad indígena simplemente no votó.  Eso subrayó la animosidad intensa
sentido por la mayoría de los mayas por un sistema político que los han explotado
por siglos. 
 
Aunque Arzú rebajó el número de las Fuerzas Armadas, su influencia y posición
como el poder real del país no cambió durante su administración. Los oficiales
militares tenían la culpa de la mayoría de las atrocidades durante el conflicto
armado pero ellos lograron evadir un proceso – Arzú simplemente no se atrevía a
tocarlos.  Entonces, en abril de 1998 dos días después de haber publicado una
investigación esperada de las masacres durante el conflicto armado, el obispo
Juan Geradi fue golpeado y matado en su garaje en la Ciudad de Guatemala, un
evento que asombró a la nación. Aunque los guatemaltecos estaban
acostumbrados a niveles horrorosos de violencia política, la mayoría pensaba que
los días de desapariciones forzosas y brigadas de muerte habían terminado.  Un
periódico escribió: "Se suponía que eso no iba a acontecer otra vez.  Ya no más."
 
A pesar de este asesinato, los niveles de violencia política sí disminuyeron durante
los años del gobierno de Arzú.  Sin embargo había un aumento en el ritmo de
delitos, con más y más incidencias de robos, atracos y asesinatos relacionados
con drogas y pandillas. A pesar de su pequeña población, en 1997 Guatemala
tuvo el cuarto lugar en el mundo en secuestros con más de mil personas
desaparecidas.  Una nueva fuerza de policía, la PNC (la Policía Nacional Civil), fue
reformada por expertos de España, Chile, los Estados Unidos, pero rápidamente
ganó una reputación de corrupta e inepta, tan mal como la de su predecesora.
 
Según un informe de MINUGUA, la misión establecida por las Naciones Unidas
para asegurar que en Guatemala se cumple con los Acuerdos de Paz, los
compromisos claves de los Acuerdos con respecto a las Fuerzas Armadas no se
han cumplido.
 
Ahora que la mayoría de los compromisos de los Acuerdos no han sido cumplidos,
muchos están preguntándose si el proceso se ha estancado o ha empeorado.  La
sociedad continúa sintiendo los efectos de la presencia militar, de la pobreza, las
amenazas de sus derechos humanos, y disturbios sociales.  Por ejemplo, si bien
hay una prohibición en la formación del ejército (IMET) para Guatemala desde
1990, actualmente está aumentando el número de militares en el ejército, contrario
a lo que se había establecido dentro de los Acuerdos de Paz.
 
Los Acuerdos de Paz eran, al inicio, un gran avance para Guatemala, pero sin
alguien para hacerlos cumplir no va a progresar nada.
Entre los beneficios obtenidos tras la firma de los Acuerdos de Paz,
podemos mencionar los siguientes:

 La desmovilización mayoritaria del grupo armado beligerante.


 Inclusión gradual de los excombatientes a la sociedad.
 Creación de tribunales para juzgar posibles delitos cometidos en los
conflictos.
 Disminución de la violencia y el crimen organizado en el país.

¿Qué es un acuerdo de paz?


Son pactos suscritos entre dos o más partes en conflicto con el propósito
de poner fin a la confrontación armada y recuperar la paz en el
territorio.

1. Tierras
“Por primera vez tendríamos un plan serio de organización de la tierra en
Colombia, con el fondo de tierras que resolvería el tema de los baldíos
improductivos, la tierra en manos de criminales o ilegales y el hecho de que
la tierra se está aprovechando de mala manera, no es solo un asunto de
reparación sino también de desarrollo del campo”.
2. Participación Política
“Este es un acuerdo para que la política sea más incluyente, es muy
importante el acuerdo sobre el estatuto de la oposición y la protección de la
movilización social… De ese acuerdo se van a desarrollar medidas que
permitan la movilización y que los nuevos movimientos y la sociedad misma
sean más protagónicos”.
3. Cultivos Ilícitos
“El acuerdo va más allá de las drogas ilícitas, es consolidar una orientación
del tema del consumo, no como problema de orden público sino como
problema de salud pública y eso nos llevaría a un nuevo enfoque en la lucha
contra las drogas pero también en el espectro de la sustitución de los
cultivos y hacer más rentable el campo legal”.
4. Víctimas y Justicia
“El acuerdo de justicia logra el balance exacto entre paz y justicia… Entre las
víctimas y los victimarios. Es un acuerdo que por primera vez después del
estatuto de roma incorpora los estándares de la CPI y tiene un
funcionamiento realista que permite el paso hacia el posconflicto… Hay
temas aún por definir pero lo que se proyecta un modelo que es ejemplar
para otras partes del mundo”.
5. Fin del conflicto
“El aporte principal es que combinan el componente internacional de
verificación con la desmovilización y desarme, que en este caso dependen
del estado y las Farc...Esta todo el tema de implementación, y existe el
mecanismo y la garantía de cumplimiento de los acuerdos… El incluir los
acuerdos en la constitución después del plebiscito… eso apuntala
democráticamente unos acuerdos para que no se queden en el papel o sean
revertidos por nuevos dirigentes políticos”.

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