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Monterrey N.

L 4 de Enero 2021

EVANGELIO
Aplicado al Youcat y al Catecismo de la Iglesia Católica

Primera Lectura Evangelio San Mateo 4, 12-17. 23-25


Juan: 3,22-4,6

Examinen toda inspiración


para saber si viene de Dios.

Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a


Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir al pueblo de
No es deshonroso el no Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que
arrojarse al peligro, pero sí lo así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
es no mantenerse rme cuando
se es asolado por él. Se separó Tierra de Zabulón y Neftalí,
de la Judea para calmar la camino del mar,
envidia de los judíos y para al otro lado del Jordán,
cumplir a la vez la profecía, Galilea de los paganos;
deseando convencer a los el pueblo que caminaba en tinieblas
maestros de todo el mundo que vio una gran luz.
habitaban en Galilea. También Sobre los que vivían en tierra de sombras
es ésta la causa que lo indujo a una luz resplandeció.
separarse de los judíos e ir a
los gentiles, porque habiendo Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: "Conviértanse,
sido preso el Bautista por los porque ya está cerca el Reino de los cielos". Y andaba por toda
judíos, obligaron al Salvador a Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva
marcharse a la Galilea de los del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y
gentiles dolencia. Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los
aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos,
San Juan Crisóstomo epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Los seguían grandes
muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y
Transjordania.

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Re exión
San Juan Pablo II, Papa Catequesis (15-09-1999): El sacramento de la penitencia: encuentro profundo con el
Padre. Audiencia General, 15 de Septiembre de 1999.
El redescubrimiento del sacramento de la penitencia en su signi cado profundo de encuentro
con él, que perdona mediante Cristo en el espíritu (cf. Tertio millennio adveniente, 50). Son
varios los motivos por los que urge en la Iglesia una re exión seria sobre este sacramento. Lo
exige, ante todo, el anuncio del amor del Padre, como fundamento del vivir y el obrar cristiano,
en el marco de la sociedad actual, donde a menudo se halla ofuscada la visión ética de la
existencia humana. Si muchos han perdido la dimensión del bien y del mal, es porque han
perdido el sentido de Dios, interpretando la culpa solamente según perspectivas psicológicas o
sociológicas. En segundo lugar, la pastoral debe dar nuevo impulso a un itinerario de
crecimiento en la fe que subraye el valor del espíritu y de la práctica penitencial en todo el arco
de la vida cristiana. El mensaje bíblico presenta esa dimensión penitencial como compromiso
permanente de conversión. Hacer obras de penitencia supone una transformación de la
conciencia, que es fruto de la gracia de Dios. Sobre todo en el Nuevo Testamento la conversión
es exigida como opción fundamental a aquellos a quienes se dirige la predicación del reino de
Dios: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15 cf. Mt 4,17). Con estas palabras Jesús inicia
su ministerio y anuncia la plenitud de los tiempos y la inminencia del reino. El «convertíos» (en
griego, metanoete) es una llamada a cambiar el modo de pensar y actuar. Esta invitación a la
conversión constituye la conclusión vital del anuncio que hacen los Apóstoles después de
Pentecostés. En él, el objeto del anuncio es explicitado plenamente: ya no es genéricamente el
«reino», sino la obra misma de Jesús, insertada en el plan divino predicho por los profetas.
Después del anuncio de lo que aconteció en Jesucristo muerto, resucitado y vivo en la gloria
del Padre, hacen una apremiante invitación a la conversión, a la que está vinculado también el
perdón de los pecados. Todo esto queda claramente de mani esto en el discurso que Pedro
hace en el pórtico de Salomón: «Dios ha dado así cumplimiento a lo que había anunciado por
boca de todos los profetas, la pasión de su Ungido. Arrepentíos, pues, y convertíos, para que
sean borrados vuestros pecados».En el Antiguo Testamento, este perdón de los pecados es
prometido por Dios en el marco de la nueva alianza, que él establecerá con su pueblo (cf. Jr
31,31-34). Dios escribirá la ley en el corazón. Desde esa perspectiva, la conversión es un
requisito de la alianza de nitiva con Dios y, a la vez, una actitud permanente de aquel que,
acogiendo las palabras del anuncio evangélico, entra a formar parte del reino de Dios en su
dinamismo histórico y escatológico. En el sacramento de la reconciliación se realizan y hacen
visibles mistéricamente esos valores fundamentales anunciados por la palabra de Dios. Ese
sacramento vuelve a insertar al hombre en el marco salví co de la alianza y lo abre de nuevo a la
vida trinitaria, que es diálogo de gracia, comunicación de amor, don y acogida del Espíritu
Santo.

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Youcat

El Youcat nos explica que el confesarnos


es una de las mayores gracias que
podamos comenzar siempre de nuevo
nuestra vida.
El catecismo nos recuerda que este
esfuerzo de conversión no es sólo una
obra humana. Es el movimiento del
"corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y
movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32)
a responder al amor misericordioso de
Dios que nos ha amado primero

Catecismo

1426 La conversión a Cristo, el nuevo nacimiento por el Bautismo, el don del Espíritu Santo, el Cuerpo
y la Sangre de Cristo recibidos como alimento nos han hecho "santos e inmaculados ante él" (Ef 1,4),
como la Iglesia misma, esposa de Cristo, es "santa e inmaculada ante él" (Ef 5,27). Sin embargo, la vida
nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana,
ni la inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados a
n de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios (cf
DS 1515). Esta lucha es la de la conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no
cesa de llamarnos (cf DS 1545; LG 40).

1427 Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del
anuncio del Reino: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15). En la predicación de la
Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a
Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión
primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf.
Hch 2,38) se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión
de todos los pecados y el don de la vida nueva.

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Santo del Día.

Durante su obispado, san Rigoberto facilitó los materiales para que se pudiera
construir la catedral de Reims, una de las mejores de la época, muchas de
cuyas piedras provenían de la muralla de la antigua ciudad. Asimismo
restableció la vida canónica entre sus
sacerdotes (antiguamente se llamaba
canónico a la iglesia o la casa donde residían
los canónigos reglares), facilitándoles viandas
y acomodamiento, así como un fondo común
para la diócesis.

San Rigoberto vivió los tiempos difíciles del


paso de la dinastía merovingia a la carolingia,
de Dagoberto II y Childerico III a Carlos
Martel, el padre de Pipino el Breve, tiempo en
el que San Rigoberto se ciñió estrictamente a
su labor espiritual, trabajando con su clero y
su pueblo por la delidad al Evangelio y al
Papa de Roma, el griego San Zacarías y sus
predecesores. Bautizó al mayordomo de
palacio del reino de Austrasia Carlos Martel,
pero hacia 717, parece ser que San Rigoberto ofendió a Carlos Martel porque
no se alió con él contra Raganfredo, mayordomo de Neustria. Debido a ello,
Carlos Martel le desterró a Gascuña y entregó su archidiócesis a su favorito, el
sacerdote militar Milón (o Milo) de Trèves, que disfrutaba ya de las rentas de la
sede de Tréves.

Carlos Martel le rehabilitó más tarde, pero Rigoberto no quiso volver a su


puesto para evitar el escándalo entre los eles, por lo que Martel le regaló
una residencia en Gernicourt (en la diócesis de Soissons, en el departamento
de Aisne), donde Rigoberto se retiró y murió por causas naturales en 743 (o c.
750). Su cuerpo se encuentra enterrado en la iglesia San Thierry (en Reims).
En 864, el arzobispo Hincmar de Reims trasladó sus restos a la iglesia en
donde actualmente se le venera.

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Oración por las Vocaciones.


Padre Nuestro

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