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O t r a s o b r a s de M I C H A E L ONDAATJE
Prosa
El fantasma de A nil [A nil’s Ghost |
El paciente inglés [The English Patient] 0
En una piel de león \ln the Skin of a Lion]
Cosas de familia [Running in the Family]
El blues de Buddy Bolden [Buddy Bolden's Blues\
Coming Through Slaughter
The Collected Works of Billy the Kid
Poesía
The Cinnamon Peeler
Escrito a mano \Handwritting]
C ine
EL A R T E DEI M O N T A J E
Una conversacióientre Walter Murch y
enmones
T í t u l o o r i g i n a l : T he C o n ve rsa tio n s: W a lte r M u rc h a n d th e A r t o f E d itin g F ilm
T raducción: A lejandro P rad era
D iseño de cubierta: C lara León
M a q u etació n : Isabel D om ínguez
P rim e ra edición: m a rz o de 2 0 0 7
© 2 0 0 2 M ichael O ndaatje
© 2 0 0 7 P l o t E d i c i o n e s , S . L.
w w w .plotediciones.es
p lotediciones@ gm ail.com
T o d o s los d e r e c h o s re s e r v a d o s
El m a t e r i a l d e la p á g i n a 2 0 e s t á e x t r a í d o d e u n a c o n v e r s a c i ó n e n t r e W a l t e r
M u r c h y M i c h a e l O n d a a t j e , p r e s e n t a d a p o r M u r i e l M u r c h , s o b r e el a r t e d e la e d i
ción en cine y en literatu ra. L a c o n v ersació n se g ra b ó en K P F A R ad io 9 4 ,1 F M
en B erkeley, C alifornia, con J im B en n et c o m o técn ico de g ra b ació n . A quel p ro
g r a m a s e e m i t i ó p o r p r i m e r a v e z e n la K P F A el 2 6 d e m a r z o d e 1 9 9 7 . U n a v e r
s ió n a d a p t a d a se p u b l i c ó e n P ro je c tlo n s 8, F a b e r a n d F a b e r , L o n d r e s , 1 9 9 8 .
L a conversación
« E l m o n t a j e d e c i n e e s u n a r t e m a r a v i l l o s o y m i s t e r i o s o , c o m o el m o s a i c o . M e
e n c a n t a m i r a r a q u i e n e s lo h a c e n , p e r o n a t u r a l m e n t e e l l o s o d i a n q u e le s m i r e n . »
D o n a ld E. W e s tla k e
C O N T E N I D O S
INTRODUCCIÓN
PRIMERA CONVERSACIÓN
Sonidos cotidianos • High school confidential • «Tan raro com o yo», por
George Lucas • In fluencias • D irectores y m ontadores • Ojos sem icerrados •
Sólo hay una p rim era vez • Los tiem pos oscuros • « ¡N o voy a m ezc la r la
película cabeza a b a jo !» , por Francis Ford Coppola • Apocalipsis entonces
y ahora • Quemando celuloide • Brando • La m ira d a de W illa rd • El m ontaje
de actores, por W a lte r M urch • Las escenas nuevas • Los franceses m uertos
• Apocalypse N o w Redux
SEGUNDA CONVERSACIÓN
El m o m e n ta idóneo p a ra la invención de la rueda • M úsica de asesinato •
Cinco tipos de am bigüedad • Dos rum ores • O bra del diablo ■ M ir a cóm o lo
dicen • « K a -lu n k » • Las novelas y el cine: la abundancia redundante • Los
m om entos « tra g e d ia de Job» • « W id e o » • El estilo de vida no c in e m a to g rá
fico
TERCERA CONVERSACIÓN
El m ontaje de L a conversación • El socio invisible • El tono m enor • ¿Qué
escondes entre las manos? • « L a noche e ra noche»: m ontando de nuevo
S ed de m a l ■ «Com o si Orson W elles estuviera m andándonos notas», por
Rick S chm idlin • El eco equivocado • El ángulo m ás cara cte rístic o
CUARTA CONVERSACIÓN
In flu e n cias • V e in te preguntas negativas • Ociosidad fo rzo sa • Dos fo rm as
de hacer cine ■ ¿ P o r qué le gustaba más? • V id a fa m ilia r • Las colisiones
no previstas • U n a piedra, un g rillo , una llave fija • «E l azul p a recía m u er
to» • U na lectu ra equivocada • D ivergente/convergente • El herm ano que
desaparece • P reludios • Un láp iz graso y tie m p o real • «E sperando una
provocación», por A n th ony M in g h e lla
Ú LTIMA CONVERSACIÓN
B endita inquietud • Escribiendo Oz, un m undo fan tástico • Justo debajo de
la superficie • Un m aravillo so verso de R ilke • Los sueños
MISCELÁNEA
M u rch y el cine • A g radecim ientos • Créditos de fotos • índice
INTRODUCCIÓN
A cualquiera que haya estado en un rodaje le resulta difícil creer que quien
hace la película sea una sola persona. A veces el decorado de una película
parece una colmena, o la vida cotidiana en la corte de Luis X IV : se puede ver
en acción a todo tipo de colectivos, y hay gente trabajando en todos los ofi
cios. Pero por lo que se refiere al público, siempre hay sólo un R ey Sol al que
se le atribuye mayoritariamente la responsabilidad de la historia, el estilo, el
diseño, la tensión dramática, el buen gusto, y hasta la meteorología relaciona
dos con el proyecto terminado. Cuando en realidad hay implicadas muchas
profesiones difíciles de aprender.
E l arte del montaje enfoca el arte y la práctica de la cinematografía a través
del objetivo particular de uno de los talentos esenciales de una película: el
m ontador. Para tratarse de un oficio tan crucial, el arte del m ontador ha sido
casi siempre pasado por alto y sin duda infravalorado. La gente de la profesión
sabe de su valor central, pero fuera de ese m undo sigue siendo un oficio des
conocido y misterioso — un poco de hum o y espejos, unos retoques aquí y allí,
un poco de vieja magia negra. De manera que nombres como Dede Alien,
Cécile Decugis, William Chang, Thelma Schoonmaker, Gerry Hambling y
Margaret Booth nunca han formado parte del vocabulario popular.
Recientem ente un amigo me regaló un libro escrito hace unos veinte años
por Dai Vaughan sobre Stewart McAllister, un brillante m ontador de docu
mentales en Inglaterra durante la segunda guerra mundial. Se titulaba acerta
damente Portrait o f an Invisible Man, y dice una cosa que sigue siendo válida a
comienzos del siglo XXI:
La ausencia de todo comentario por parte de McAllister no se debía
totalmente a la indiferencia, al descuido o al resentimiento. Incluso
aquellos que deseaban hablar del m ontador se veían de alguna manera
incapaces de hacerlo. N o había una tradición a la que atenerse, ni un
corpus de conocimientos recibidos: simplemente no había forma de
hablar de cine que permitiese m encionar el trabajo del m ontador.
INTRODUCCIÓN
Son legión las razones para este estado de cosas. Pero creo que Vaughan da
en el clavo con la causa esencial: «Por debajo de cualquier debate sobre el
tema, ya sea en revistas críticas, en reuniones sindicales, en columnas de coti-
lleos o en el pub, hay una imagen dominante que, aunque no se haga explí
cita, e incluso cuando sí es explícitamente repudiada, aplasta con su densidad
cualquier discusión: la imagen del Artista como Creador solitario».
De forma que si en E l arte del montaje puede haber un énfasis obsesivo o
unilateral, es porque sigue habiendo necesidad de restablecer el equilibrio.
W alter M urch nunca atribuiría menos importancia al papel de un director,
pero incluso Napoleón necesitaba a sus mariscales.
Este libro nació, como todos mis libros, de la pura curiosidad. Conocí a
W alter M urch durante el rodaje de E l paciente inglés. Le vi a m enudo en los
meses que estuvo m ontando la película, y nos hicimos amigos. W alter era sim
plemente alguien a quien siempre resultaba interesante escuchar. La primera
vez que de hecho nos sentamos a hablar de cine fue cuando su esposa Muriel,
alias Aggie, me pidió que participara en su programa de radio en la KPFA de
Berkeley, California. Le dije que me encantaría y ¿por qué no hacer una charla
a tres bandas incorporando a Walter? Hablamos con Aggie de nuestros respec
tivos oficios, y eso me dejó con ganas de más conversaciones. Pensé: a lo
mejor en algún m om ento más adelante. Siempre me había interesado, quizá
hasta obsesionado, el abismo aparentemente infranqueable que hay entre el
prim er borrador de un libro o de una película y el producto terminado.
¿Cómo hace uno el viaje de allí hasta aquí? Y recordaba el m om ento en que
quedé fascinado por la artesanía concreta de la cinematografía — en contraste
con el puro entretenim iento que proporciona— cuando vi el trabajo de m on
taje de Dede Alien en E l Buscavidas [The Hustler].c n Lennoxville, Quebec, en
1962. Después del estreno de E l paciente inglés W alter y yo seguimos viéndo
nos de vez en cuando, y fuimos a comer juntos cuando estuve en San Francisco
para la gira promocional de mi novela E l fantasma de Añil. Tras el almuerzo me
propuso que le acompañara a la sala de montaje para que viese lo que estaba
haciendo. Resultó que estaba empezando un nuevo montaje de Apocalypse
Now; y al mismo tiempo estaba ensamblando una película de diecisiete segun
dos realizada por Thomas Edison y William K. L. Dickson que casualmente es
la muestra más antigua de una película con sonido incorporado. Estuve dos
INTRODUCCIÓN
horas con él y me marché para continuar mi gira. A los pocos días estaba en
Minneapolis. Escribir mi novela me había llevado siete años, y en ese
m om ento me di cuenta de que lo que realmente quería hacer a continuación
era sentarme con W alter a hablar detalladamente de su trabajo y de sus ideas
sobre el arte del cine y la realización material de películas, y específicamente,
sobre el oficio de montar. Aquella noche me puse en contacto con él, le pro
puse la idea, él aceptó, y empezamos a trabajar un par de meses después.
E l arte del montaje está com puesto de charlas que tuvieron lugar en dis
tintos encuentros a lo largo de un año, com enzando en julio de 2000. Nos
veíamos siempre que podíamos y donde fuese. W alter siempre me sorpren
día con sus ideas. D ice George Lucas que cuando conoció a W alter se sin
tió atraído por él porque «era tan raro com o yo». Mis párrafos favoritos de
este libro llegan cuando W alter rem em ora un incidente que dio lugar a una
solución técnica para una película en la que estaba trabajando: «Por una
extraña razón puse el m agnetofón en un extrem o del Afrícan Hall, me fui a
la otra punta y m e puse a dar voces incomprensibles y guturales. El sonido
resonaba maravillosamente y quedó grabado». Pero en las palabras que uti
liza para recordar el incidente nada sugiere que ello podría considerarse una
conducta ligeramente anormal, sobre todo cuando adm ite que dicho inci
dente tuvo lugar de madrugada.
El otro elemento por el que me considero afortunado con este proyecto es
simplemente que W alter ha estado en sitios interesantes. Ha trabajado en pro
yectos que se han convertido en piezas clave de la cultura contemporánea. Y
al hablar de esos trabajos, describe las técnicas exactas que se emplearon para
resolver un problema o para mejorar un m om ento concreto en vez de hablar
de teorías y temas abstractos. Y sobre todo, W alter es un cineasta cuyos inte
reses no se limitan únicamente al cine. En Hollywood hay m uy poca gente que
pueda hablar con tanto conocimiento de Beethoven, de las abejas, de R upert
Sheldrake,1 de astronomía o de Guido d’Arezzo. De hecho, m uy pronto me
1 R upert Sheldrake es uno de los biólogos más controvertidos de nuestra época. Su libro Una
nueva ciencia de la vida, cuestiona la visión mecanicista donde todos los fenómenos vitales pue
den ser explicados con leyes físicas y químicas y, en cambio, propone la idea de los campos
morfogenéticos, los cuales ayudan a com prender cómo los organismos adoptan sus formas y
comportamientos característicos. (Nota del Editor)
INTRODUCCIÓN
di cuenta de que el único punto débil en la cultura de W alter era la historia
del cine. «No sé m ucho de historia del cine» no es una afirmación modesta
sino sincera.
En una de mis primeras visitas W alter y yo íbamos en coche por la sinuosa
carretera hacia San Francisco cuando él miró el cuentakilómetros y dijo: «Este
coche casi ha llegado a la Luna». ¿Qué? «La distancia que hay hasta la Luna es
de 386.534 kilómetros y este coche ha recorrido 385.575. Y la mayoría los ha
hecho por esta carretera tortuosa.»
W alter es un hom bre cuya mente siempre está escudriñando por encima
de la tapia los mundos del conocimiento científico y de la especulación meta
física. Su libro de cabecera probablemente sea Our Place in the Cosmos, de
Hoyle y W ickramasinghe. Durante años ha hecho campaña por la recupera
ción de las desacreditadas teorías del astrónomo del siglo XVIII Johannes
Bode. O í hablar por primera vez de Bode durante el rodaje de E l paciente
inglés. U na mitad del ordenador de W alter contenía toda la información que
había ido acumulando sobre E l paciente inglés, datos peculiares que proporcio
naban una radiografía de la película en curso: pulsando un botón podía mos
trar que Hana tenía setenta y seis minutos rodados, el Paciente, cincuenta y
cuatro y Kip, trece. Pero la otra mitad de su ordenador estaba lleno de notas
y mapas planetarios sobre las teorías de Bode.
W alter es una auténtica rareza en el m undo del cine. U n auténtico hom
bre renacentista que se muestra sabio y reservado en medio de diversas tem
pestades pasajeras asociadas con la cinematografía y con toda su generación de
cineastas. Ha trabajado en el m ontaje de sonido y /o de imagen de películas
com o American Graffiti, La conversación [The Conversation], E l Padrino (I, II y
III) [The GodFather (I, II and III)], Julia, Apocalypse Now, La insoportable leve
dad del ser [The Unbearable Lightness o f Being], Ghost y El paciente inglés. Hace
cuatro años volvió a m ontar Sed de mal [Touch o f Evil] siguiendo las 58 pági
nas de instrucciones que Orson Welles entregó en su día a Universal y que
fueron ignoradas. Ha escrito y dirigido O z, un mundo fantástico [Return To
O z ], una ambiciosa secuela de E l mago de O z [The W izard o f O z]. Ha escrito
En el momento del parpadeo [In the Blink o f an Eye], una especie de «El Z en y
el arte del montaje cinematográfico», indicado tanto para escritores y profe
sores com o para cineastas y aficionados al cine.
INTRODUCCIÓN
Pero W alter es un hom bre que también vive fuera del m undo del cine, y
es hijo de un artista cuyas teorías y actitudes le han influido profundamente.
Puede sentarse al piano y tocar «la música de las esferas», basada en la distan
cia entre los distintos planetas, que él traduce a acordes musicales. En los últi
mos años ha estado traduciendo los escritos de Curzio Malaparte. N o le gusta
ver otras películas cuando está trabajando en una, y eso es el 90 % del año. Y
no ve la televisión; jamás.
Es de una presencia discreta y pausada en lugares atestados y ruidosos. Tiene
un par de oídos que pueden detectar un atisbo de zumbido en una banda
sonora, escondido en una escena de veinte pistas que incluye armas de fuego,
napalm en llamas y griterío de órdenes y mido de hebcópteros. En las salas de
m ontaje del Zoetrope Studio, de Francis Ford Coppola o del Saúl Zaentz
Film Center, él perm anece de pie junto una mesa de montaje Avid, afinando
un cambio de plano que acabará pareciendo fluido, pero que en realidad
implica un salto radical. Se pone a mirar en la pared las escaletas codificadas
que él mismo ha inventado y lee el esqueleto dramático de la película en la
que trabaja. Amarillo para un personaje determinado, azul para una localiza
ción dada, — «Venecia» o «el desierto» o «restaurante italiano»— , a veces una
taijeta en diagonal para indicar una escena que es un punto de inflexión en
la historia: la escena del «espejo» en Ripley [The Talented Mr. Ripley] , el «pri
m er baile» en El paciente inglés. De esa forma, como montador, puede recorrer
de un vistazo la senda de la narración ya se trate de una simple gincana o del
T our de Francia. Y desde esa perspectiva se enfrenta a las cruciales preguntas y
opciones que tarde o temprano tiene que plantear: ¿Podemos ehminar por
completo ese rodeo hasta el oasis? ¿Podemos saltamos los tres minutos siguien
tes y enlazar este m om ento con aquél, uniendo así dos escenas tan distintas?
Las consideraciones más importantes se dan con los problemas más sutiles:
cómo eliminar ese leve tono de superioridad que ha aparecido en el personaje
central, cómo evitar una serie de atascos arguméntales más adelante, cómo
modificar o «salvar» una escena en el minuto cincuenta y tres haciendo un
pequeño cambio en el minuto siete, cómo redoblar la tensión redoblando la
sensación de silencio o ehminando el cambio a ese plano del cuchillo. Cómo
disimular incluso el hecho de que una escena cmcial no llegase a rodarse. Ver
trabajar a M urch es verle profundizar en una praxis casi invisible, con la que
ensambla y mueve el esqueleto o las arterias de una escena, reubicándolas para
INTRODUCCIÓN
cambiar el aspecto de los rasgos que se ven por encima de la piel. La mayor
parte de su trabajo nos afectará de modo subliminal. Aquí lo mejor es pasar des
apercibido. N o solemos descubrir cómo operan en nosotros sus estratagemas.
Recuerdo cuando vi la primera proyección de El paciente inglés después de que
W alter hiciera las mezclas. Le dije que había oído una campana lejana en el
m om ento en el que el Paciente comía una ciruela. «Ajá» — dijo, muy contento
de que yo lo hubiera advertido. «Sí, introdujimos el sonido de una campana
que estaba a bastante distancia, a unos 800 metros. Fue para sugerir el desper
tar de la memoria. El Paciente, al comer la ciruela, empieza a recordar (de
hecho su primer Jlash-back llega un minuto después). La campana que oímos
ahora le señala el pasado; toma el relevo del sabor de la ciruela como cataliza
dor de la memoria.» W alter también comentó que la campana, que muy pocos
espectadores llegan a oír, es el primer sonido positivo de la civüización hasta el
momento, transcurridos quince minutos de película. Hasta ese m om ento los
únicos sonidos producidos por el hombre son los de las bombas, las ametralla
doras, los accidentes aéreos y los descarrilamientos de trenes. Es en este sentido
en el que resulta ser subliminal gran parte de la influencia del montador sobre
el espectador en una película como E l paciente inglés. También tengo que recal
car que tras las mezclas muchas de las transiciones de una locabzación a otra
eran anticipadas por un cambio del plano de sonido: podemos oír el ruido del
papel de lija sobre la piedra, por ejemplo, antes de que la imagen cambie a los
arqueólogos en el desierto, o escuchamos el suave ruido metábco del broche
que Hana utiliza para jugar al tejo, y ese sonido enlaza con el sonido de la
música bereber que nos prepara para un salto atrás en la memoria.
Naturalm ente, es un trabajo de la misma naturaleza que el que realiza
cualquier escritor cuidadoso cuando edita una novela, o el trabajo que se
requiere de un productor musical para dar fotma a un álbum con cientos de
pequeños detalles en las etapas finales. M urch no sólo tiene que manejar el
m ontaje de una determinada escena, sino tam bién una estructura mayor y
más esencial: la cuestión del ritm o de una película, del tono moral, que a su
vez están influidos por miles de fragmentos que tienen que ver con la velo
cidad, el ruido de fondo, hasta la manera en que el antagonista puede cortar
una conversación o incluso, más retorcidam ente, lo rápido que el m ontador
nos hace cambiar de plano a raíz de la frase de ese personaje. Esto es de En
el momento del parpadeo:
INTRODUCCIÓN
Por ejemplo, al cambiar de plano antes de que un personaje determ i
nado termine de hablar, puedo inducir al espectador a que piense sólo
en el valor nominal de lo que se dice. Por el contrario, si dejo el plano
de ese personaje después de que termine de hablar perm ito a la
audiencia ver, por la expresión de los ojos del personaje, que proba
blemente no está diciendo la verdad, y por ello pensarán otra cosa de
él y de lo que ha dicho. Pero com o hace falta cierto tiempo para rea
lizar esa observación, no puedo cambiar de plano demasiado pronto...
lo mantengo hasta que el público piense que el personaje está m in
tiendo.
Una vez, editando una escena entre W illem Dafoe y Juliette Binoche — el
verano posterior al rodaje de E l paciente inglés— vi cóm o M urch quitaba y
apartaba un quinto de la información para «reservarla» de forma que el gancho
de lo que esa escena dice sin palabras pudiera extenderse a un m om ento pos
terior de la película. Cuando vi Washington Square — una película en la que
Murch no tuvo nada que ver— comprendí lo que W alter pretendía. En esa
película el montaje era tan convencional, las escenas estaban tan bien articula
das y tan plenamente expresadas, que cada episodio era completo en sí mismo.
La película avanzaba con una serie de momentos autosuficientes y bien reali
zados, y daba la impresión de que había un muro entre cada secuencia perfec
tamente construida.
En algún m om ento W alter podía tom ar una escena, darle la vuelta, agi
tarla un poco para ver si era realmente esencial. A veces se queda perversa
mente obsesionado con la utilidad de eliminar algo. El director Anthony
Minghella cuenta que estuvo unos días apartado de la sala de montaje y
cuando volvió descubrió que W alter había eliminado una escena clave, la del
baile entre Almásy y Katharine Clifton, convencido de que era completa
mente innecesaria. Aunque la escena fue finalmente reinsertada, la conm oción
de la discusión y la amenaza de eliminación la compactaron y le dieron aún
más fuerza después.
A veces W alter nos enseñaba una escena que aparentemente estaba m on
tada con perfección y arte — por ejemplo, la escena de am or de Almásy y
Katharine durante la fiesta de Navidad— y unos días después llegaba con algún
nuevo añadido mágico. En el caso de esa escena, una reelaboración de la
INTRODUCCIÓN
banda sonora dio un sentido totalmente distinto a los sonidos del bondadoso
espíritu navideño que se oyen fuera de la habitación; W alter había añadido el
ruido de desplazamiento de muebles y otros sonidos que daban un aire de
riesgo a la escena. Había hecho de la banda sonora un debate entre la música
privada de la pasión y el m undo social contiguo con sus villancicos. M urch y
Minghella poseen una cultura musical tremenda que les ayudó a gobernar el
ritm o y la forma de su película. Y ambos eran notablemente explícitos, ambos
eran capaces de argumentar hasta el infinito. (Comparados con ellos, el pro
ductor de la película, Saúl Zaentz, y yo éramos de los que vuelcan furiosos el
tablero del M onopoly y se van enfadados, negándose a seguir respetando las
reglas de la conversación.)
H enry Green ha dicho que la prosa es una «larga intimidad» y es una frase
que describe eficazmente el trabajo de un montador, que puede dedicar horas
a estudiar y a ajustar un leve gesto de un actor; que conoce a los actores
— aunque a m enudo ellos no le conocen a él—- con tanto detalle y compleji
dad que hasta sabe aprovechar sus malos momentos para beneficio de la inter
pretación. En nuestra conversación con Aggie, W alter decía que el m ontador
reconoce esas señales subliminales: «Por ejemplo, algunos actores suelen girar
la cara hacia la izquierda antes de decir la palabra “pero”, o parpadean siete
veces por m inuto cuando están pensando profundamente... Esas cosas se
aprenden, y son importantes. Son tan importantes para mí como las huellas
que hay en el bosque para un cazador. ¿Dónde estaban los ciervos? ¿Esto es
una pista? ¿Qué significa esa gran rama doblada? Todas estas cosas adquieren
una significación tremenda. U no ha de encontrar cosas que sean buenas, que
funcionen con la película... Por la misma lógica uno empieza a descubrir que
un fragmento pobre, puesto en el lugar correcto, puede resultar muy efectivo.
En varias ocasiones he empleado planos de los actores intentando recordar sus
líneas de diálogo. La em oción es muy auténtica. Están abochornados, confu
sos, esperando recordar su línea, y todo eso se ve en su expresión. En un
determinado contexto eso es exactamente lo que no hay que utilizar. Pero en
medio de un contexto diferente puede ser mágico y maravilloso».
Com o escritor me he dado cuenta de que los dos últimos años de cual
quiera de mis libros los he dedicado al trabajo de edición. Puedo haber estado
cuatro años trabajando en las tinieblas, pero a continuación tengo que averi-
INTRODUCCIÓN
guar la verdadera forma de lo que estoy intentando crear, su forma orgánica,
y descubrir qué figura es la que decora la alfombra. H e hecho dos docum en
tales cinematográficos y mis obras de ficción suelen obedecer al siguiente pro
ceso estructural: rodarlo o escribirlo todo durante varios meses o años, y des
pués moldear ese tema hasta darle una forma nueva, hasta que se convierte en
una historia recién descubierta. M uevo las cosas de sitio para que estén nítidas
y claras, hasta que se encuentran en su sitio exacto. Y en ese m om ento es
cuando descubro la auténtica voz y la auténtica estructura de la obra. Cuando
m onté mi prim er documental supe que ahí es donde entra enjuego el arte. Al
ver trabajar a W alter M urch durante mi participación marginal en la película
de E l paciente inglés supe que ésta era la fase de la cinematografía que más cerca
está del arte de la escritura.
A M urch le gusta citar a R obert Bresson, quien afirma que una película es
el fruto de tres partos — la elaboración del guión, el rodaje y el montaje. En
E l paciente inglés hubo en realidad cuatro partos, porque además la fuente era
una novela. Es interesante comparar lo distintos que son esos nacimientos en
relación con una sola escena. En la novela hay un m om ento en el que
Caravaggio, que tiene las manos vendadas, mira a un perro que está bebiendo
de un cuenco de agua y se acuerda de cuando le torturaron tres años atrás.
Algo relacionado con la mesa a la que está sentado desencadena ese rápido
torrente de recuerdos. La escena dura unos dos párrafos, y el perro que está
junto a Caravaggio se funde con la escena de la tortura del pasado. Caravaggio
no quiere enfrentarse con ese recuerdo traumático, de m odo que está evocado
vagamente de forma intencionada. Es onírico, en ningún caso realista.
Cuando Anthony Minghella escribió el guión, la escena se prolongaba
durante cuatro páginas de diálogos crudos y amenazadores. Se había convertido
en una escena en la que el interrogador alemán (no italiano, como en el libro)
intenta rom per las defensas de Caravaggio, el espía detenido. Para poder rela
cionar a Caravaggio con los crímenes del «paciente inglés», en la versión de
Minghella queda claro que Almásy es el causante de la captura de Caravaggio
que da lugar a que le torturen. Por lo tanto, ya nos encontramos a mucha dis
tancia de la escena de mi libro: en la novela el pasado atorm enta a Caravaggio
en ciertos momentos, pero su tortura no está descrita con detalle, sólo está
sugerida — se recuerda sólo el m odo en que está esposado a la mesa. En la ver
sión de Minghella, la escena del interrogatorio está cargada de tensión, las fra
INTRODUCCIÓN
ses del diálogo se repiten una y otra vez, mientras el interrogador da vueltas
despreocupadamente alrededor de Caravaggio para pillarle por sorpresa.
El siguiente «nacimiento» fue el rodaje de la escena. Com o dijo W illem
Dafoe, que interpretaba a Caravaggio: «Rodamos esa escena hasta sacarle las
tripas». Y así fue, con quince tomas por lo menos, y luego los planos cortos:
de una navaja de afeitar abriéndose, del secretario mecanografiando el interro
gatorio, de una mosca (atontada después de haber sido agitada dentro de una
botella) andando por la mano de Caravaggio y echando a volar en el m om ento
en que la navaja de afeitar entra en cuadro. Recuerdo una toma impresionante
en la que la cámara permanecía fija durante toda la escena en la cara de Dafoe
y la seguía mientras él iba arrastrando hasta el fondo de la habitación la mesa
a la que estaba esposado para evitar aquella navaja. Cuando vi la proyección
diaria pensé que aquél era el m om ento más extraordinario: con el rodaje de
esa escena Minghella había dado un paso más allá partiendo del guión escrito.
Era el m om ento de entregársela a Walter.
¿Y qué hizo W alter M urch con esa escena?
Resulta que W alter había estado leyendo lo que escribió el italiano
Curzio Malaparte sobre el «carácter nazi», y de esa lectura se quedó con el
hecho de que los nazis detestaban cualquier demostración de debihdad.
Desde luego esa idea no estaba en mi párrafo original, ni en el guión de
Minghella, ni en uno solo de los cien minutos de metraje que se habían
rodado, y que había que condensar en tres o cuatro electrizantes minutos.
Toda película, toda escena necesita para M urch un m ayor conocim iento de
las pautas que operan dentro de ella, y esa idea, ese concepto, iba a ser la
directriz para m ontar la escena.
Hay un m om ento en el que Caravaggio/Dafoe, antes incluso de ver la
navaja de afeitar, exclama: «No me los corte». Lo dice una vez. W alter hace
que el interrogador marque una pausa en el interrogatorio al oírlo, alargando
el tiempo de reacción. Acaba de amenazar al espía con la idea de cortarle los
pulgares, pero despreocupadamente, no en serio. Cuando Caravaggio dice:
«No me los corte», el alemán hace un m om ento de pausa, con un destello de
asco en su expresión. El interrogatorio prosigue. W alter encontró otra toma
de la línea de diálogo de Dafoe, ésta con la voz más temblorosa, y decidió
ponerla también, unos segundos después. De m odo que Dafoe repite su miedo.
Y aquí el tiempo se detiene.
INTRODUCCIÓN
Vemos la expresión del alemán. Y ahora sabemos que está obligado a hacer
lo que momentos antes sólo estaba pensando. Para darle énfasis, M urch, en ese
preciso instante, se lleva todo el sonido de la escena, de forma que hay un
silencio total. Y nosotros, aunque no seamos conscientes de ello sentados en
el cine, sentimos una conm oción, y la causa es el silencio. El espía nos ha reve
lado algo terrible acerca de su propia naturaleza, y ahora algo terrible le va a
ocurrir. Hasta ese m om ento, M urch ha ido confeccionando numerosas capas
de sonido para darnos la sensación de que nos hallamos en esa habitación con
aspecto de cueva; nos ofrece incluso sonidos que se producen fuera de la habi
tación (uno de sus recursos favoritos — escuchen el ruido de la calle cuando
Michael Corleone comete su prim er asesinato en E l Padrino). En la escena que
nos ocupa oímos el sonido de un pelotón de fusilamiento en el exterior, a sol
dados gritando, mientras que en el interior escuchamos un ruido continuo de
máquina de escribir, el zumbido de la mosca, el teléfono que no para de sonar,
todo ello com o fondo de la tensa conversación entre los dos personajes.
Entonces, cuando Dafoe repite la frase — que en realidad no repitió, que ni
siquiera estaba en el guión— M urch hace que la respuesta a esa frase sea un
silencio ominoso y total.
W alter ha dicho que la utilización del silencio en el cine no llegó hasta la
invención del sonido sincronizado en 1927. Hasta entonces siempre había un
acompañamiento musical ininterrumpido: orquesta, órgano o piano, en vivo.
M urch siempre procura encontrar en sus películas algún m om ento en que la
conm oción del silencio pueda llenar la sala. En E l paciente inglés ése es el
m om ento. Parece que dura cinco minutos pero en realidad sólo dura unos
cinco segundos, y todo se decide en esos momentos. A continuación se des
ata un infierno. Es el m om ento en que algunos integrantes del público empie
zan a cerrar los ojos, y unos pocos se desmayan. En realidad, si se desmayan
probablemente será por cerrar los ojos. En la pantalla no se ve nada violento.
Pero oímos cosas que lo sugieren. Y los que tienen los ojos cerrados están ahora
a merced de este maestro del montaje y se lo están imaginando todo.
INTRODUCCIÓN
PRIMERA
C O N V E R S A C I Ó N
S A N F R A N C I S C O
M ark Berger, Francis Ford Coppola y W alter M urch durante las mezclas de sonido de El
Padrino II, 1974.
cionados con el desmantelamiento y la reestructuración de un «clásico». Se
había convertido en propiedad pública.
«Por supuesto que ha pasado a formar parte de la cultura», dijo Murch. «Y eso
no es una vía de una sola dirección, como bien sabes por tu experiencia de autor.
En la medida que una obra afecta a la cultura, la cultura misteriosamente afecta a
la obra. Apocalypse Now en el año 2000 es algo muy distinto de la Apocalypse Now
físicamente idéntica en el segundo posterior a su estreno en 1979.»
La idea de una nueva versión nació del deseo de Coppola de producir un
DVD de Apocalypse N ow incluyendo varias escenas importantes que fueron
eliminadas — en aras de una m enor duración— de la versión de 1979. Además
en el 2000 se celebraba el 25 aniversario de la caída de Saigón, de forma que
parecía un buen m om ento para reconsiderar decisiones de montaje que origi
nalmente se tom aron cuando la guerra era aún una herida muy dolorosa en la
conciencia nacional. Pero en vez de ofrecer las escenas recobradas de una
forma aislada, com o apéndices de sus correspondientes capítulos, ¿por qué no
integrarlas en el cuerpo de la obra tal y como estaba previsto originalmente?
El problema era que el trabajo de montaje de imagen y sonido del material
eliminado nunca llegó a terminarse. Afortunadamente, el negativo y el sonido
original de todo este material estaba perfectamente conservado en sus rollos de
laboratorio originales y podían localizarse, dos décadas después, com o si la
película se hubiese rodado unas semanas antes.
De forma que ahora W alter M urch estaba trabajando en San Francisco, en
el viejo edificio de Zoetrope. La mayor parte del trabajo era reunir y reeva-
luar el material de tres grandes secuencias que se eliminaron de la película en
1978: una escena con las Conejitas de Playboy en un hospital de campaña para
la evacuación de heridos; nuevas escenas de Brando en el campamento de
Kurtz; y una comida fantasmagórica y fúnebre más una escena de am or en una
plantación de caucho francesa. En su libro sobre la producción de la película,
Eleanor Coppola dice de esta escena:
M e han dicho que la escena de la plantación francesa está definitiva
m ente fuera de la película. Nunca llegó a encajar bien. Yo soy de los
que la apreciaban, pero efectivamente esa escena detenía el curso del
viaje de Willard. Hoy he estado pensando en todos los días de angus
tia que pasó Francis durante el rodaje de aquella escena. Cientos de
P R IM E R A CONVERSACIÓN
miles de dólares gastados en el decorado y el transporte de los actores
desde Francia. Ahora todo eso no será más que un rollo de celuloide
almacenado en alguna cámara subterránea.
«La película adquirió un cuerpo aun privado de esas extremidades», dijo
M urch refiriéndose a las escenas que faltaban. «Ahora estamos intentando
reimplantarlas, y ¿quién sabe? Lo que estamos intentando averiguar es si el
cuerpo aceptará, rechazará o tendrá dificultades con el material añadido.
Tengo buenas sensaciones y por ahora la cosa va bastante bien, pero hasta que
no nos distanciemos un poco y veamos la obra com o un todo no podremos
decir si será un éxito artístico o simplemente una rareza destinada a los que ya
estaban interesados en la película.»
Las tres escenas son los añadidos más importantes en la nueva versión de la
película, pero hay muchos otros pequeños cambios que fueron introduciendo
M urch y sus colegas, añadidos que dan un tono diferente a gran parte del
filme. Hay más hum or, y con la adición de transiciones entre los episodios que
habían sido eliminados por problemas de tiempo la película también es ahora
menos fragmentaria. Esos elementos que antes no estaban, decía M urch, «eran
víctimas de la lucha más importante que se desarrolla en la sala de montaje:
¿cuánto se puede acortar la película y que ésta siga funcionando? Aunque la
última palabra sobre el montaje era de Francis, él era tan plenamente cons
ciente como cualquiera de la necesidad de llevar a los cines una película tan
aligerada como fuese posible. C on la nueva versión esa necesidad en particu
lar — máxima compresión— no es tan determinante».
La mayor parte de nuestra primera conversación tuvo lugar durante cuatro
días de julio de 2000, mientras Walter trabajaba en la nueva versión de la pelí
cula. Nuestras charlas en aquellos días giraron en torno a las «nuevas» escenas,
pero también hablamos de las diferencias y similitudes entre escribir y montar,
de música, y de sus opiniones sobre otros montadores. Hablábamos mientras
W alter trabajaba en el Avid en su sala de montaje en Zoetrope y después seguía
mos durante el almuerzo en un restaurante chino que hay en Columbus Avenue.
La nueva versión de Apocalypse Now Redux no iba a estrenarse en cines hasta casi
un año después, y Walter aún no estaba seguro de muchos de los cambios.
Así que comenzamos por hablar de sus inicios y de cóm o se introdujo en
el m undo del sonido primero, y finalmente, en el del cine.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
SONIDOS COTIDIANOS
O : Eres un m ontador que trabaja tanto con el sonido com o con la ima
gen. Creaste «sonoramas» para películas com o Apocalypse Now. ¿Cuando
empezaste a interesarte por ese tipo de paisaje de sonoro?
M: Lo llevo dentro desde que tengo memoria. A lo m ejor yo oía las cosas
de una forma diferente, porque mis orejas sobresalen, o puede que la gente
pensase que yo oía las cosas de m odo distinto por tener las orejas así y yo qui
siera complacerles. N o te sé decir. Lo que sí es cierto es que si las palabras me
fallaban me dedicaba a los efectos sonoros, imitaba el sonido de algo cuando
no sabía su nombre. En aquellos tiempos había un personaje de dibujos ani
mados, un niño llamado Gerald M cBoing-Boing, que hablaba con efectos de
sonido en vez de con palabras, y era capaz de comunicarse con sus padres de
esa forma. Ese fue mi apodo: W alter M cBoing-Boing.
Fue por entonces cuando el magnetofón empezó a estar al alcance de los
consumidores. El padre de un amigo mío se compró uno, así que siempre aca
baba pasando en su casa horas y horas jugando con el magnetofón. Y esa pasión,
que era como una delirante borrachera al ver todas las cosas que se podían hacer,
me poseyó totalmente. Al final convencí a mis padres de que era una buena idea
tener uno en casa, porque así podíamos grabar música de la radio y no tendría
mos que comprar discos. En realidad casi nunca lo usé para eso, sino que sacaba
el micrófono por la ventana para grabar los sonidos de Nueva York. Construía
pequeñas estructuras de metal en las que sujetaba con cinta adhesiva el micró
fono, golpeando y frotando el metal en sitios diferentes. Era fascinante.
Y más adelante descubrí el concepto de editar físicamente la cinta — que
se podía modificar cortando trozos y poniéndolos en un orden diferente. Se
podían grabar dos cosas en momentos diferentes y luego yuxtaponerlas, elimi
nando lo de enmedio, o poner la bobina boca abajo y reproducir la cinta al
revés, o darle la vuelta al soporte y conseguir un sonido amortiguado, o cual
quier combinación de esas posibilidades.
30 P R IM E R A CONVERSACIÓN
M : Sin duda. U n día, al volver de clase, puse la emisora de radio de música
clásica, la W Q X R , y se oía un programa ya empezado. Por el altavoz salían
unos sonidos que me ponían de punta los pelos de la nuca. Conecté el mag
netofón para grabarlo y estuve escuchando otros veinte minutos, absorto en lo
que estaba oyendo. Resultó ser un disco de Pierre Schaeffer y Pierre Henry
— dos de los primeros intérpretes de musique concrète. Podía percibir una autén
tica semejanza con lo que yo había estado haciendo — tomar sonidos corrien
tes y disponerlos rítmicamente— , creando una especie de música con cinta
magnetofónica. En aquellos tiempos, en Francia, la gente iba a un concierto
en el que se acarreaba un enorm e altavoz hasta el escenario. Luego salía un
señor que ponía en marcha el m agnetofón con un gesto teatral, y el público
se quedaba sentado, escuchando pacientemente la reproducción de la música.
Al final todos aplaudían. ¿El futuro era así?
George Noble aporta los efectos de sonido, y su hermano, Joe Noble, recibe un mazazo en el
prim er dibujo animado con sincronización de boca para British Talking Pictures, 1928.
Pierre Schaeffer, el renom brado compositor francés de musique concrète que inspiró a M urch
cuando hacía sus primeras grabaciones a la edad de diez años.
Mi Diez u once, algo así. Fue muy euforizante darme cuenta de que
alguien estaba haciendo las mismas cosas que yo. Hasta ese m om ento creía que
eso era sólo mi extraño y pequeño hobby. Pero aquello fue una confirmación.
En el m undo había adultos que se lo tomaban en serio. M e sentí igual que
R obinson Crusoe cuando encuentra en la arena la huella de Viernes.
O : ¿Y se trataba esencialmente de grabaciones documentales con una
estructura artística?
M: Era una temprana modalidad de sampleado técnicamente primitiva. Lo
raro — sólo visto desde ahora— es que no seguí con ello. Al cumplir los
quince o dieciséis ya había relegado toda esa pasión al m undo preadolescente:
creía que era el m om ento de cosas más serias. Iba a ser arquitecto, quizá. U
oceanógrafo. Iba a ser... ¿qué? Sólo pasados los veinte años descubrí que todos
esos intereses de juventud convergían en el cine.
32 P R IM E R A CONVERSACIÓN
Mi M i padre era pintor y estuvo indirectamente implicado en el m undo
de Cage. Fuimos a algún concierto suyo. M e agradaron, pero me animaba más
la idea de lo que estaba haciendo: sacar de su contexto normal sonidos coti
dianos para hacer que la gente prestara atención y descubriese los elementos
musicales que contienen. Era algo muy parecido a lo que hacía mi padre en
su pintura: tomar objetos de desecho y colocarlos de forma que el espectador
los viera con nuevos ojos.
O: Sí, algo que tuvo y sigue teniendo el aire de un hobby, de una curiosidad.
SONIDOS COTIDIANOS
eso es cierto. Actualmente, con cincuenta y ocho años, hago casi exactamente
lo que más me apasionaba cuando tenía once.
Pero pasé por una fase «tardoadolescente» en la que pensaba: empalmar tro
zos de sonido no puede ser un trabajo de verdad, a lo mejor debería ser geó
logo o enseñar historia del arte.
O : ¿En ningún m om ento pensaste en estudiar ciencias?
P R IM E R A CONVERSACIÓN
A W alter M urch le apodaban W alter M cBoing-Boing por un personaje de dibujos animados
de los años cincuenta que hablaba con sonidos.
H I G H SCHOOL C O N F I D E N T I A L 35
O : ¿Fuiste a la escuela de cine con otros cineastas con los que luego traba
jarías — Francis Ford Coppola y George Lucas?
M: Francis estaba al otro lado de la ciudad, en UCLA, pero George era
compañero mío en USC. UCLA y USC eran rivales, por supuesto, pero todos
nos conocíamos. En UCLA nos acusaban de ser unos desalmados vendidos a
la tecnología, y nosotros les tachábamos de narcisistas descerebrados por las
drogas incapaces de contar una historia o de em puñar una cámara. Pero era
una envidia de tipo fraternal, y en el fondo éramos iguales. La sensación gene
ral entre nosotros a mediados de los sesenta era que el cine americano estaba
pasando apuros. Era el crepúsculo del viejo sistema de los estudios de
Hollywood y se había producido simultáneamente una revitalización del cine
europeo, empezando por Italia y Japón a finales de los cuarenta, y luego con
la nouvelle vague en Francia a principios de los sesenta.
De modo que cuando me licencié en la USC en 1967, me di cuenta de que
las oportunidades de trabajo para un estudiante de cine eran muy escasas en
Hollywood. Sin embargo, una de las ventajas de estudiar en una escuela de cine,
a nivel práctico, es que se traba amistad con gente de opiniones e intereses pare
cidos. Y esas amistades crearon una especie de liga informal de veteranos. Si en
un grupo hay quince personas, la probabilidad de que uno de ellos encuentre
trabajo es bastante alta. Eso a veces es suficiente para ir encontrando otras cosas.
M i buen amigo M atthew R obbins2 había encontrado un empleo en
Encyclopaedia Britannica Educational Films haciendo diversas tareas y construyendo
decorados, y cuando le salió otra oportunidad mejor me preguntó: «¿Quieres
mi empleo?». Lo solicité y me contrataron. A los tres meses uno de los realiza
dores que trabajaba allí y que estaba preparando un documental sobre la fun
ción del ojo me preguntó si quería montar la película. Yo dije: ¡Fantástico!
Después de la Britannica estuve de free-
lance durante un tiempo, trabajé breve
mente en Dove Films — una productora
36 P R IM E R A CONVERSACIÓN
comercial propiedad de dos operadores, Cal Bemstein y Haskell W exler—
donde m onté anuncios publicitarios para Foremost M ilk y edité un docum en
tal sobre el arte m oderno para la U.S. Information Agency. Entonces, en
diciembre de 1968, aproximadamente un año y medio después de licenciarme
en la escuela de cine, recibí una llamada de George Lucas. Él y Francis
Coppola se habían conocido. Resulta que habían alquilado equipo a Cal
Bemstein para rodar una película, Llueve sobre mi corazón [The Rain People].
Francis necesitaba a alguien que se encargara del sonido final, y me preguntó
si quería mudarme a San Francisco y hacerlo yo. Estaba considerando la posi
bilidad de establecer allí la base de American Zoetrope.
O ; ¿Conocías bien a George Lucas en la escuela de cine?
O i Así que te pidieron que te fueras a trabajar con ellos a San Francisco.
W alter M urch y su Ducati 200 Elite en los Apeninos durante un viaje desde Perugia a París con
M atthew Robbins, a finales del verano de 1963.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
M: Correcto. En concreto para crear los efectos de sonido y mezclar Llueve
sobre mi corazón, pero también para que me incorporase a Zoetrope, que era
una continuación profesional del ideal de una escuela de cine. Verás, cuando
estás en esa etapa en que eres joven, el m undo es grande y está abierto de par
en par, y la idea de establecerme perm anentem ente en Los Angeles no entraba
en mis planes. Aggie y yo nos habíamos casado en 1965, después de gra
duarme en Johns Hopkins, y como luna de miel habíamos cruzado el país en
m oto. Nuestro hijo, W alter, nació en 1968, así que me había convertido en
padre. Todo aquello me pareció trem endamente interesante y entrar en
Zoetrope me pareció algo natural.
O : Era una productora nueva, independiente que estaba empezando; ¿no
os parecía a todos que corríais un gran riesgo?
M: Tal y como resultaron las cosas, el que corría más riesgo era Francis.
Pero para nosotros, no, aparte del riesgo normal de saltar a lo desconocido, del
desarraigo familiar y de la incertidumbre sobre lo que pudiera ocurrir.
Recuerdo que George decía: «Bueno, a lo m ejor dentro de un par de años nos
tenemos que ir a casa con el rabo entre las piernas, pero por lo menos nos lo
pasaremos bien mientras lo hacemos. ¿Quién sabe lo que ocurrirá?».
La mayoría de la gente de Hollywood opinaba que estábamos haciendo
una locura. Pero estábamos a finales de los sesenta, en San Francisco, y todo
formaba parte de lo que entonces considerábamos los comienzos de la dem o
cratización técnica del proceso de creación cinematográfica: con relativo poco
dinero se podía realmente salir a la calle y rodar un largometraje de ficción, se
podía rodar en cualquier localización.
Además en Hollywood el ambiente estaba decaído. Algunos de los antiguos
jefes de estudio todavía aguantaban — Sam Goldwyn, Jack Warner— pero el viejo
paradigma había dejado de funcionar. Desde la perspectiva actual está claro que
estaba emergiendo algo nuevo, pero aún no había ocurrido del todo. A nivel prác
tico, los sindicatos seguían siendo bastante restrictivos. Sin contactos —-y eso valía
para todos nosotros, ya que ninguno venía de un ambiente cinematográfico— las
posibilidades de encontrar trabajo en el cine eran escasas. De hecho, haber estu
diado cine jugaba en tu contra. Entonces —pensábamos— ya que la cosa va a ser
modesta, que sea modesta en un lugar interesante. Y San Francisco nos lo parecía.
H IG H SCHOOL C O N F I D E N T I A L
(Zoe gk. LIFE + Trope
BARRT BtCKERMAN
LAWRENCE STUR
• ."V-
: '%•* * v * kf * ' . 4 •
«AW
nt, Turn, REVOLUTION)
La fiesta de inauguración de American Zoetrope y
de la finalización de su primera película, T H X 1138.
El grupo incluye a John Milius, Carroll Ballard, Jim
McBride, W alter (con gorra, a la derecha), George
Lucas y Francis Ford Coppola, 1971, en el tejado
del edificio de las oficinas de Zoetrope, que previa
m ente había sido un almacén.
'-;Vr
R tíB E jíT D A L fR T -á K
AL LOCATELLI ’ FRANCIS
W W ¡ JAK0 8
* V ^ '- V r v v L .N . • ' . K
x ' ' ’ • ’ • ■ ■■ * *v '.\i v .... . •• .. 1 - ■ - *
3 Transfer machine: copia el sonido en soporte magnético perforado para utilizarse en la movióla.
(Nota del Traductor)
P R IM E R A CONVERSACIÓN
y yo con el sonido. Llegaba en mi m oto a las nueve en punto, me ponía a tra
bajar, y al terminar la jornada me volvía a la casa flotante en Sausalito, donde
vivíamos Aggie, W alter y yo.
Cuando los ejecutivos de W arner Bros, vieron el montaje del director de
T H X en junio de 1970, se quedaron tan asombrados que cancelaron el acuerdo
de desarrollo que tenían con Zoetrope. Todos los proyectos que estaban pro
gramados — Apocalypse Now, American Graffiti, E l corcel negro [The Black Stallion]
y La conversación, fueron abandonados. N o sólo eso, exigían la devolución del
dinero para desarrollo. Fue esta crisis lo que llevó a Francis a considerar la posi
bilidad de dirigir El Padrino como una forma de contentar a todos.
Estábamos dando los últimos toques a T H X 1138 cuando Francis empe
zaba a rodar El Padrino. Finalmente llevamos T H X a Cannes en mayo de 1971,
pero no fue un éxito de taquilla cuando se estrenó en Estados Unidos. Ese
mismo verano empecé a trabajar en el sonido de E l Padrino. Aquella película
estableció a Zoetrope como una compañía productora reconocida profesional
mente, la plataforma de películas como American Graffiti, E l Padrino II, La con
versación, E l corcel negro, Apocalypse Noiv. Todos esos clásicos cinematográficos
de los setenta se produjeron a raíz del éxito de E l Padrino. Irónicamente, ésta
no era el tipo de película que Francis quería hacer. En un principio era exac
tamente el tipo de superproducción de Hollywood del que Francis quería
mantenerse alejado. Pero al trabajar en ella vio que podía infiltrarse en la pelí
cula, hacer resonar en ella los temas que le interesaban a Francis, incluir deta
lles personales sobre la vida de los italoamericanos, y servirse de su estilo per-
M urch lleva en la mano T H X 1138, película que había montado con Lucas y su mujer, Marcia,
en el ático de la casa de Lucas en Mili Valley.
M urch con la claqueta en el decorado de una película
educativa de Encyclopaedia Britannica rodada en 1967.
U na escena de T H X 1138, película basada en un argu
m ento que escribieron M atthew Robbins y M urch en
la USC y que iban a rodar como trabajo de curso.
sonal de rodar para hacer de ella una película americana al estilo europeo. Para
ello, contrató específicamente a N iño R ota, el compositor de Fellini, para que
se ocupase de la música.
I N F L U E N CIAS
O : ¿Y TrufFaut?
« 46 P R IM E R A CONVERSACIÓN
La casa que M urch construyó en Sausalito, 1971,
donde vivió con su esposa, Aggie, e hijo, Walter.
«El beso»: Aggie y W alter M urch con su hija Beatrice
en prim er plano, fotografiados por Coppola en su
apartamento del Sherry-Netherland Hotel, 1972.
M: El uso de la cámara lenta en Los siete samurais [The Seven Samurai]. Hay un
bandido que tiene a una niña pequeña retenida como rehén en una casa. El jefe
samurai entra a hablar con él. No se nos enseña lo que ocurre dentro de la casa,
pero la imagen pasa a mostramos la puerta, por la que se ve salir a cámara lenta al
bandido, con una expresión de asombro en la cara y dando zarpazos al aire. Se
desmorona y cae al suelo, muerto, y entonces te das cuenta de que ha sido herido
de muerte por la espada de Takashi Shimura, que interpreta al jefe samurai.
El m om ento en que fui consciente del concepto de realización cinem a
tográfica fue cuando tenía quince años y vi El séptimo sello [Det Sjunde
INFLUENCIAS 4:
Inseglet] de Ingmar Bergman. N aturalm ente había visto muchísimas películas
antes -—la cantidad de películas que podía ver com o media un chico criado
en N ueva York. Pero E l séptimo sello fue la película con la que de repente
com prendí el concepto de alguien ha hecho esta película, y que había una serie
de decisiones que habrían sido distintas si la película la hubiera hecho otra
persona. Al ver esa película tuve la percepción de los temas que interesaban
a una persona en concreto, sus pasiones. Era asombroso — al fin y al cabo,
¡era Ingmar Bergman!
Recuerdo que la vi en el Plaza Theater, en la Calle 58 casi esquina con
Madison Avenue, y me volví andando a casa, en la Calle 119, pensando en lo
que acababa de ver. Com o digo, debía de tener unos quince años. Cuando
eres m enor de esa edad, las películas parece que ocurrieran espontáneamente.
Las miras com o quien mira un paisaje. Cuando le preguntas a un niño de diez
años: «¿Qué te ha parecido esta película?», es un poco como preguntarle
«¿Qué te ha parecido ese bosque o esa cordillera?». Puede que le guste, o
puede que no, o puede que le haga gracia. Pero no es capaz de imaginar que
una película pueda ser distinta de lo que es.
Naturalm ente, enterrado en la conciencia de que alguien ha hecho esta pelí
cula está el corolario de que yo podría hacer una película. A l final de la escapada [A
Bout de Soujfle ] de Godard, y Tirez sur le pianiste de Truffaut me reafirmaron
en la idea. Pero todo era aún inconsciente.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
Página anterior. Toshiro Mifune
en Los siete samurais, 1954.
Jean-Pierre Léaud en el fotogra
ma congelado al final de Los cua
trocientos golpes, que M urch
encontró «electrizante».
M ! Sin duda. Si tuviera que citar una película americana de aquel periodo
que haya tenido una gran influencia en mí, sería E l buscavidas. Pero no era una
producción típica de Hollywood en ningún sentido, aunque el protagonista
fuese Paul Newman.
INFLUENCIAS
O : ¿Trabajaba sobre todo con A rthur Penn, no?
M: Sí, hicieron cinco películas juntos: Pequeño gran hombre [Little Big Man],
Bonnie and Clyde, etc. Además, antes de salir del edificio Zoetrope deberías
bajar al segundo piso a saludar a Anne Coates,5 que está trabajando allí. Tiene
más o menos la misma edad que Dede, las dos tienen setenta y tantos años.
Anne fue la montadora de Lawrence de Arabia [Lamence o f Arabia] . U na autén
tica peonza. Ha m ontado una película al año desde 1952.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
bres» — era eléctrico. Era complicado en otro sentido, en sentido tecnológico.
En aquel m om ento empezaron a entrar muchos hombres en montaje, y las
mujeres se marcharon.
Pero si se hiciera una lista de los diez mejores montadores de todos los tiem
pos, Anne Coates y Dede Alien estarían en ella. Han sido fuente de inspiración
para toda una generación. Dede empezó a trabajar en Nueva York. Nunca
coincidí con ella allí porque me había mudado a la costa oeste, pero Richie
Marks, Barry Malkin, Steve R otter y muchos otros montadores de Nueva York
que tienen mi edad crecieron bajo su tutela. Margaret Booth, que sigue viva a
sus ciento dos años, fue la montadora principal de M G M en sus días de gloria.
Entre sus películas están Las vírgenes de Wimpole Street [The Barretts of Wimpole
Street], Rebelión a bordo [Mutiny on the Bounty] y Margarita Gautier [Camille],
O : Toro salvaje [Raging Bull\ es sin duda una de las obras maestras en tér
minos de montaje.
M: Estoy de acuerdo.
O : ¿Ha habido películas en los, pongamos, últimos diez años cuyo estilo
de montaje te haya sorprendido o impresionado hasta el punto de conseguir
que cambies de técnica o que modifiques tus reglas?
INFLUENCIAS
La montadora de cine Dede Alien con el director Jim Bridges en los antiguos estu
dios David O. Selznick, Los Angeles.
Página opuesta: David Lean, con camisa blanca, dirigiendo Cadenas Rotas [Great
Expectations], Lean comenzó como m ontador y siguió montando las películas que
dirigía.
Thelma Schoonmaker trabajando en Woodstock, 1970.
M: Sí, ésa es una de las películas, junto a las obras de Godard, Truffaut,
Kurosawa y Bergman que me influyeron al principio, cuando era estudiante.
Supongo que soy una especie de abeja reina que es fecundada una sola vez y
desde ese m om ento puede poner millones de huevos. La influencia de esas
películas sigue conmigo.
Aquí llega la cuenta...
52 P R IM E R A CONVERSACIÓN
DIRECTORES Y MONTADORES
DIRECTORES Y MONTADORES 53
■
U na escena de La batalla de Argel, de Gillo Pontecorvo: «La influencia de aquellas películas de
mi formación sigue conmigo...». Página siguiente: M urch y Coppola. M urch, detrás, estaba tra
bajando en Julia en Inglaterra cuando Coppola le hizo volar hasta Filipinas para pasar allí un fin
de semana durante el rodaje de Apocalypse Now y hablar de la sonorización de la película.
PR1MERA CONVERSACIÓN
radamente — me di cuenta de su fuerza y las puse en el orden que se ve en la
película terminada. Naturalm ente durante el montaje Francis veía mi trabajo
y aceptaba o rechazaba el enfoque que yo le daba.
Había muchas alternativas posibles: la estructura de una película se crea a
base de encontrar esas armonías de las que hablábamos antes — armonías visua
les, armonías arguméntales— y dando con ellas a niveles cada vez más profun
dos a medida que se va trabajando en la película.
A veces eso ocurre de forma puramente accidental, pero no creo que un
m ontador — salvo en el caso de ciertos géneros documentales— pueda impo
ner a una película una visión que nunca ha estado ahí. Todo lo que mencio
nas estaba en la cabeza de Francis en alguna forma. Puede que yo haya encon
trado cosas que iban bien con su visión de una forma original, y que le ayuda
ron a orquestarla más plenamente en determinadas áreas, quizá, pero dudo que
todo eso hubiera ocurrido si Francis no hubiese tenido la melodía ya com
puesta, por así decirlo.
Cuando trabajo en una película me sintonizo para ver las cosas de una
determinada manera. Com o m ontador, una de tus obligaciones es empaparte
de la sensibilidad de la película, hasta el punto de que estás alerta ante los míni
mos detalles y al mismo tiempo atento a los temas más importantes. Esto vale
para los jefes de todos los departamentos. Es m uy parecido, estoy seguro, a la
forma en que un director de orquesta se relaciona con los intérpretes.
El aspecto práctico de lo que mencionabas antes es m uy poderoso. El m on
tador es el único que tiene tiempo para enfrentarse a todo el rompecabezas. El
director, sencillamente, no lo tiene. Visionar toda la película que ha rodado el
director, revisarla e ir clasificándola, reequilibrar todo eso y tomar notas espe
cíficas respecto a pequeños detalles que a veces resultan enorm em ente signifi
cativos, todo eso es tarea del m ontador.
Hasta ahora yo siempre he hecho el ensamblaje inicial de la película. Me
siento con el director a ver las proyecciones diarias. Si tiene algo que decirme
sobre un m om ento en particular, lo apunto. Pero si tuviera que recopilar el
capítulo de «Comentarios del Director» en mi base de datos no encontraría
demasiado material. Sin embargo, lo que está apuntado es importante y con
duce a otras decisiones. U na mínima sugerencia puede ayudarme a guiar la
mirada para ver la película tal y com o la está viendo el director.
Al fin y al cabo, el m ontador de una película debe intentar sacar partido a
todo el material que se le entrega, y revelar su contenido de manera que
parezca un desarrollo natural y al mismo tiempo emocionante de las ideas de la
película. En realidad, es una cuestión de orquestación: organizar las imágenes
y los sonidos de forma que resulten interesantes y asimilables para el público.
De forma misteriosa cuando tiene que ser misteriosa, y comprensible cuando
tiene que ser comprensible.
O : Y sin darlo todo masticado.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
OJOS SEMICERRADOS
M: Sentí curiosidad por volver a ver las dos primeras películas que monté,
La conversación y Julia, que había hecho «mecánicamente» — cortando física
mente la película. Después de hacer la transición a la edición «electrónica» y de
empezar a trabajar con Avid en 1995, quise averiguar si había diferencia entre
mi estilo mecánico y mi estilo electrónico. N o la había: de hecho me sorpren
dió ver lo actuales que parecían mis primeras películas. H oy tomaría las mis
mas decisiones de montaje. Yo mismo me preguntaba: ¿cómo supiste hacer
todo eso?
M: A veces. Pero tiene que ser algo extremo. Norm almente, cuando veo
una película desconecto una parte de mi pensamiento crítico. Pero si esa
misma película apareciese en mi mesa de edición, reaccionaría de forma dife
rente. Eso fue lo que ocurrió con Sed de mal, de Orson Welles, y Camino al
cielo [The Apostle], de R obert Duvall. Cuando vi la proyección de Camino al
cielo pensé: «Bueno, a lo mejor podría ser más corta». N o tenía las ideas claras
de cómo ayudar: el negativo ya estaba cortado y la película había sido proyec
tada dos veces, con buenos comentarios. Pero cuando me dieron la película
— para intentar reducir su duración veinte o treinta minutos— y me puse a
mirarla en el Avid, lo vi claro: «Sí, sin duda, esto puede acortarse, aquello
puede ser diferente, puedo cambiar de sitio estas secuencias... Podría hacer
esto.y aquello». Hay un equivalente musical de eso, y estoy seguro que tam
bién un equivalente quirúrgico: llega un m om ento en que tus dedos hacen
cosas más allá de lo que es capaz tu mente consciente.
OJOS S E M I C E R R A D O S 57
O : Al hacerlo, ¿sientes que estás esencialmente im poniendo tus gustos? N o
es sólo una cuestión mecánica...
M ! Siempre estoy al servicio de la película, y la película, por derecho pro
pio, pertenece al guionista, al director. Y o me alineo con ellos. Desde el punto
de vista financiero, pertenece a quienquiera que la haya producido. En el caso
de Camino al cielo, R obert Duvall la financió, la escribió, la interpretó y la diri
gió. Yo le prestaba mi visión de m ontador, pero ésa era mi única aportación
a la visión de R obert Duvall.
58 P R IM E R A CONVERSACIÓN
O : ¿Y eso tú crees que es mortífero?
6 D e «ío leap» (saltar): un tipo de poesía que salta del inconsciente al consciente. (N. del T.)
1 The poets... y The ports..., en el original. (N. del T.)
8 Harry Caller: literalmente «Harry el que llama». Harry Cali: Harry llamada. Caul: membrana
amniótica. (N. del T.)
P R IM E R A CONVERSACIÓN
«Caul» suena com o «Cali», pero le proporcionó a Francis una metáfora visual
para la película, la de un hom bre que siempre lleva una gabardina translúcida,
prenda que recuerda a una membrana amniótica, y que se oculta tras una cor
tina de plástico o de una mampara de vidrio esmerilado cuando se ve amena
zado o cuando va a pasar algo m alo... Francis hace que Harry deletree su ape
llido, — C -A -U -L — en varias escenas para que nos quede claro.
O : Y com o consecuencia de eso...
OJOS S E M I C E R R A D O S 61
Es una etapa del proceso que yo llamo «montar con los ojos semicerrados».
N o se puede abrir los ojos del todo, es decir, no se puede expresar la propia
opinión sin reservas. U no no sabe aún lo suficiente. Y uno sólo es el m onta
dor. Hay que concederle el beneficio de la duda a todo. Por otro lado, uno
no puede carecer completamente de opinión, porque en ese caso nunca se
conseguiría terminar nada. Para m ontar una película es necesario tener opi
niones: esto, no aquello, ahora y no después, lo pongo o lo quito. Pero saber
dónde está el equilibrio entre neutralidad y opinión es algo complicado. La
cuestión es que si esto lo achatas, empujas hacia abajo toda la curva de la pelí
cula, mientras que a lo mejor la situación puede enderezarse sola mediante sus
propios y misteriosos recursos. Si uno intenta corregir la película cuando toda
vía está ensamblándola, acaba persiguiendo su propia cola.
Lo que uno tiene que hacer de verdad cuando ensambla una película es
juntar las partes desde el principio, sin dejar ningún cabo suelto. N o intentes
ser demasiado listo demasiado pronto. Cuando finalmente uno la tiene toda
ensamblada, puede ver si se ha desviado m ucho o poco de su trayectoria pre
vista. Puede que haya muchas desviaciones, pero supongamos que al final se
han compensado entre sí y que la película se ha desviado sólo un 10 % de su
objetivo. Ahora puedes tomar cierta distancia para ver mejor el conjunto y
empezar a reformarla con sentido com ún, con algo de objetividad. ¿Pasa lo
mismo cuando se escribe algo por primera vez?
O: No tengo a mi lado un estricto gobernante que me controle cuando
escribo el primer borrador de un libro. Escribo como si estuviera ensayando,
pruebo y experimento con todo, aunque por supuesto siempre hay algo de edi
ción subliminal. Pero no pienso en ello. Y resulta que después siempre me llevo
sorpresas. Una escena que me puede parecer demasiado informal cuando la
escribo adquiere después, en el contexto idóneo, la densidad adecuada. Recuerdo
que cuando estaba escribiendo el primer borrador de El fantasma de Añil había un
capítulo algo salvaje y lánguido en donde el doctor Gamini, exhausto, alquila un
coche, se marcha al norte a descansar un poco y tiene algunas aventuras de borra
cho... Estaba dándole forma mientras pensaba: «Bueno, por ahora voy a seguir
con ella hasta el final, pero me temo que tendré que eliminarla». Pero cuando
volví a esa parte después de mucho tiempo vi que tenía exactamente la energía y
el cambio de ritmo adecuados para ese momento de la novela.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
Ml Exactamente. Sin embargo, lo que distingue al montaje cinematográ
fico de la escritura es que existe una máquina gigantesca, que avanza inexora
ble tanto si haces algo como si no. Hay un m ontón de plazos que cumplir.
U no tiene que expresar determinadas opiniones, pero se requiere intuición y
sentido com ún para saber en prim er lugar si esas opiniones son importantes...
Déjame que te haga una pregunta. Com o escritor, tú estás en cierta medida
más cerca de nuestro cineasta imaginario del año 2100, que tiene a su dispo
sición una central digital, que puede crear una película entera sólo con imagi
narla: alguien que puede entrar en una habitación y salir con una película ter
minada. Es lo que han hecho siempre los escritores dentro de los límites de su
oficio. Al escribir una novela no suele haber la cooperación que hay al hacer
una película. ¿Por lo tanto, cómo administras tú el poder absoluto de que dis
pones? Com o podrás imaginar, yo siempre intento fragmentar la autoridad en
una película para permitir que se oigan otras voces — voces inesperadas.
O; Hay escritores que establecen un plan antes de sentarse a escribir durante
años: tienen un concepto o un argumento que es muy sólido. Son buenos
escritores, que saben exactamente cómo terminará la historia. Por lo visto, yo
no tengo ninguna de esas certezas. Yo soy m ucho más dubitativo, llego casi a
sentirme inseguro, en el sentido de que estoy constantemente asimilando cosas,
me distraen las posibilidades que me ofrece el m undo a mi alrededor — anéc
dotas que he escuchado por casualidad, la textura contenida en un rum or—
tanto como lo que me revela mi trabajo de investigación. Durante esos cuatro
o cinco años recojo cosas de ese tipo, que luego van encajando en una forma
o en una situación que yo he establecido... la fase final de la guerra en Italia, la
preparación para la muerte que realiza un duelista... Com o decía, en el trabajo
no suelo tener gobernante. Así que se parece mucho a lo que tú dices sobre el
primer contacto con el montaje de una película. Cuando escribo no rechazo
nada. Soy m ucho más abierto, m ucho más receptivo en esa fase inicial.
Sigo así hasta que tengo un primer borrador completo aunque en bruto,
m om ento en el que esencialmente ya he descubierto la historia. Entonces me
pongo otra gorra — me pongo tu gorra— y empiezo a eliminar las notas fal
sas, las repeticiones, los caminos que no conducen a ninguna parte. Empiezo
a fundir y a concentrar el material... en esta fase, tres escenas pueden transfor
marse en una. Sigo con ese proceso hasta donde puedo. Hay múltiples borra-
0J0S SEMICERRADOS
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dores... Finalmente se lo doy a leer a mis colegas y a mi editor, e intento no
ponerm e demasiado a la defensiva respecto a la obra. N o siempre estoy de
acuerdo con ellos, pero su respuesta y sus notas son esenciales para mí en ese
m om ento. La única manera que tengo de recibir ese sentido colectivo, dem o
crático, es no sentirme demasiado seguro de lo que he hecho. Pero también
es importante no mostrar mi trabajo a los demás hasta haber alcanzado esa fase,
hasta haber llevado la historia lo más lejos que me sea posible. N o quiero que
su influencia llegue demasiado pronto en el proceso tras haber descubierto la
historia y su forma.
Y siempre sé, hasta los días finales, si se trata del borrador final o no. Puede
cambiarse todo el tono de la obra o resolverse un problema cualquiera con un
ligero cambio estructural. Por eso me encanta trabajar en el teatro. Me encanta
la energía de esa opinión y de esa participación colectiva. Y sobre todo me gusta
la influencia que tiene ese aspecto práctico de un arte. Siempre me he preocu
pado más por los ensayos de movimientos, los gestos, la iluminación y el ritmo
que por si mis palabras eran correctas. Y me gustan las situaciones radicalmente
distintas y fortuitas. A diferencia de Beckett, que insistía en que la obra sólo
podía hacerse de una manera, siguiendo siempre sus inflexibles normas.
Pero todos los escritores tienen hábitos y normas diferentes. Cuentan que
Anthony Burgess, que empezó siendo compositor, no podía permitirse com
prar papel pautado, por lo que tenía que perfeccionar cada página de su música
antes de pasarla a limpio. Y cuando se hizo novelista escribía la primera página,
luego la rehacía diez veces, y sólo entonces pasaba a la segunda. Cosa que per
sonalmente considero una limitación funesta del ritmo de trabajo natural:
autoeditarse una y otra vez, reevaluarse a cada m om ento, y a continuación dar
nuevos pasos adelante.
OJOS S E M I C E R R A D O S
dor yo no estaba seguro de dónde tenía lugar. ¿Guatemala, quizá? ¿O en alguna
parte de Sri Lanka? La escena aparecía transcurridos unos dos tercios de la his
toria. N o estaba funcionando, así que la eliminé. M ucho tiempo después, en
las etapas finales del libro, — cuando buscaba la opinión de los demás— algu
nos pensaban que al principio del libro Añil era demasiado brusca verbalmente
con los que la rodeaban (yo lo consideraba una actitud defensiva de ella, pero
no estaba transmitiéndoselo al lector). U n editor opinaba que el libro se caía
por correr — Añil aterriza en Sri Lanka con su avioneta y la historia despega
antes de que lleguemos a saber m ucho de la protagonista. Entonces me acordé
de aquella escena en el enterramiento y probé a ponerla justo al principio, a
m odo de prólogo, esta vez claramente ubicada en Guatemala, donde la prota
gonista había estado trabajando antes de ir a Sri Lanka. Eso le daba a Añil una
historia, aclaraba su profesión de antropólogo forense, mostraba al lector que su
profesión es nómada, y que el trabajo de Sri Lanka empieza como un encargo
U n encuadre «descentrado» para transmitir un significado diferente de lo que se está diciendo:
en El Padrino, Michael Corleone le dice a Kay que es mejor que ella no le acompañe.
más, aunque ella hubiese nacido allí. Pero lo que tiene más valor es que la
escena muestra también su compasión y su empatia no verbalizadas hacia la
mujer que espera fuera del enterramiento mientras Añil trabaja. Yo había des
cartado ese m om ento demasiado deprisa. Pero cuando encontré el lugar idó
neo para él, me resolvió un m ontón de problemas. Y en el lugar adecuado, la
escena transmitía muchas cosas sobre el carácter de Añil.
O : Así que justo antes del corte, si crees que el público está mirando al
punto X, cambias a otro plano en el que el foco de atención está más o menos
centrado en ese punto X.
OJOS S E M I C E R R A D O S
maltratas la atención del público. Eso crea una impresión de caos. Y cuando
quieres esconder algo, se manipula la atención del público hacia otra dirección
para que no sea consciente de aquello que tú preferirías que no viera. Com o
la mano de un actor en una postura distinta, o un salto de eje, o un fallo de
vestuario, o lo que sea... Todas ésas son las técnicas tradicionales del ilusio-
nismo, que consiste en hacer que el público mire a la derecha mientras a
escondidas se hace algo por el lado izquierdo.
Y luego está la cuestión de la composición, que es más profunda y más mis
teriosa. Puedes poner a un hombre mirando de frente a una mujer y diciéndole:
«Te quiero». Si el encuadre está descentrado podría implicar que en realidad no
la ama. Ella piensa que sí porque él se lo acaba de decir. Pero en el cine se puede
encuadrar el plano de una forma que viene a decir: «En realidad no la ama».
De eso hay un ejemplo fascinante en El Padrino, cuando Michael se des
pide de Kay. Ella dice: «¿No puedo ir contigo?». El contesta: «No Kay, es cosa
de familia, habrá policías, no puede ser». Y de repente el encuadre ha cam
biado, lo que sugiere que algo va mal. Aunque él sigue mirándola de frente y
sigue siendo amable, el encuadre dice todo lo contrario. Michael está siendo
atraído por algo que no muestra, algo que va a apartarle de ella. En esta nueva
composición a Michael le resulta fácil separarse de Kay desplazándose hacia el
espacio libre que hay a la derecha del encuadre.
^ 173 ’Bellini - don’t believe it. Jack Lemon • Less psychotic with leather coat, better 213
‘BelImf ■sounds like Jack Lemmon 242
154 • 174 i
A 207 Caravaggio dialogue on camera better • "Canadian spy" moment not as crisp as previous 78 0
^ • Caravaggio's posture strange ♦
154 - 665 '
SÓLO H AY U N A P R I M E R A V E Z 69
n
II 70 P R IM E R A CONVERSACIÓN
vando en cien direcciones. Llegué a la conclusión de que necesitaba un marco
de actuación o un límite, por pequeño que fuese. Sabía que todo tenía que ver
con la actitud social del narrador, quien había vuelto temporalmente a su pue
blo natal en Sri Lanka, y que, debido al estado de su vida en ese momento, se
sentía atraído por determinadas historias. Pues ése pasó a ser el punto de vista,
aunque el argumento y el contenido del libro podían proceder de cualquier
parte. También me di cuenta de que los hechos de la historia sólo podían tener
lugar en Sri Lanka, en la isla que dejé cuando tenía once años. Esos hechos no
podían tener continuación en Inglaterra o en Norteamérica. Los valores y la
conducta de esa cultura no podían sino ser distintos en otro lugar. El libro habría
perdido la magia y las reglas de este paisaje medio inventado, esa sensación de
cuento de hadas que tenemos cuando reinterpretamos la infancia. Por todo ello,
el retrato de mi padre, al que conocí sólo en Sri Lanka, es mucho mayor que el
de mi madre, a quien en realidad llegué a conocer en Inglaterra y Canadá. Pero
ésas eran las fronteras que le di a la estructura a medida que escribía.
Lo cierto es que la estructura de un libro permite al lector una participación
m ucho más reflexiva que el cine. Porque no estamos limitados por el tiempo.
La experiencia de un libro no es finita. El lector puede «investigan) la historia
que se presenta, puede retroceder, hacer una pausa y evaluar el material. Pero
supongo que tú consideras que el espectador de una película participa de un
m odo diferente.
M: En cine hay un baile entre las palabras, las imágenes y los sonidos. Por
muy completo que parezca, el cine se ve restringido a dos de los cinco senti
dos, el oído y la vista, y tiene un límite de tiempo: la película dura el tiempo
que se tarda en proyectarla. N o es como un libro. Si en un libro no entien
des un párrafo puedes volver a leerlo, a tu propio ritmo. Una película se con
sume de una vez, a una velocidad fija.
Sin embargo, si la película puede suscitar la participación del público, si la
película proporciona una determinada cantidad de información pero exige
que el público complete las ideas, entonces com promete a cada espectador
como participante creativo de la obra. El m odo en que se completa cada
m om ento depende de cada uno individualmente. Así que la película, aunque
materialmente consta de la misma serie de imágenes y sonidos, provoca, teó
ricamente, diferentes reacciones en cada espectador que la ve.
SÓLO H AY U N A P R I M E R A V E Z
Juliette Binoche (en el papel de Hana) leyendo en voz alta a Ralph Fiennes (en el papel de
Almásy), en un plano no utilizado en El paciente inglés.
72 PR IM E R A CONVERSACIÓN
Mi Es una especie de intimidad de masas. Una situación paradójica, por
que estás en un grupo y disfrutando de alguna extraña forma de una experien
cia colectiva, y sin embargo, si la película es mínimamente buena, también
sientes que se dirige directamente a ti. Aunque también esté afectando a toda
esa gente. La ambigüedad deriva de que una película fluye sin parar, como un
río. N o tienes la posibilidad de decir...
Mi N o lo había pensado, pero tienes razón. Eso nos remonta a los prime
ros orígenes del cine, con Edison, al que no le gustaba la idea de la proyección.
Edison opinaba que el cine debía verse de forma individual, cada espectador en
su propio Kinetoscopio. Pensaba que de esa forma ganaría más dinero.
SÓLO H AY U N A P R I M E R A V E Z 73
O : Marcel Duchamp insistió en que su última obra, Étant donnés..., sólo
pudiera verse yendo hasta una vieja puerta en la pared de una galería, en la
que había pequeños agujeros por los que el espectador tenía que escudriñar
para poder ver la obra construida tras la pared. Deseaba que su última obra de
arte volviera a despertar una original y privada curiosidad infantil. Es como un
secreto, compartido entre dos...
LOS T I E M P O S OSCUROS
P R IM E R A CONVERSACIÓN
aspecto de un plano continuo desde que nos despertamos hasta que cerramos
los ojos por la noche. N o habría sido de extrañar que el montaje cinemato
gráfico hubiera sido probado y descartado por provocar algo equivalente al
mareo. Pero no es así: soportamos alegremente, de hecho hasta disfrutamos
esas transiciones súbitas para las que nada podía habernos preparado en nues
tra historia evolutiva.
M: Bueno, muchas cosas, entre las cuales tienen no poca importancia las
dislocaciones visuales que experimentamos constantemente mientras soñamos.
Creo que uno de los trucos que permiten que el cine funcione y que tenga el
maravilloso poder que tiene sobre nosotros es el hecho de que durante miles
de años el hombre ha pasado ocho horas cada noche en un estado onírico
«cinematográfico», así que está familiarizado con esa versión de la realidad.
Por otra parte, quiero ponerte un ejemplo maravillosamente simple que
demuestra claramente que nuestro córtex visual también está editando nuestras
percepciones de forma rutinaria, estando totalmente despiertos, sin que seamos
siquiera conscientes de ello. Ponte frente a un espejo a una distancia de 20 o
25 centímetros y mírate el ojo izquierdo. Luego mírate el ojo derecho, y a con
tinuación otra vez el izquierdo. Hazlo cinco o seis veces en rápida sucesión. Tú
no notarás ningún movimiento, tus ojos te parecerán completamente inmóvi
les. Pero en realidad, no es así, como te confirmará cualquier amigo que esté
observándote: tus ojos se mueven bastante con cada cambio de mirada.
El movimiento borroso que se produce durante el m ovim iento del ojo es
eliminado de alguna manera de nuestra percepción consciente, y sólo nos que
damos con las imágenes significativas al principio y al final del movimiento.
N o sólo no vemos el movim iento borroso: tampoco somos conscientes de que se
haya eliminado nada. Y eso ocurre todo el tiempo: con cada movim iento ocu
lar hay un m ontador invisible que elimina los trozos malos antes de que lle
guemos siquiera a verlos.
... Para mí puede que el cine esté actualmente en el punto en que estaba
la música antes de la invención de la notación musical, de la escritura de la
música como una secuencia de marcas sobre el papel. La música había sido una
parte esencial de la cultura humana desde hacía miles de años, pero no había
L OS T I E M P O S O S C U R O S
«¡N o voy a mezclar la película cabeza abajo!»
por Francis Ford Coppola
Una reunión de postproducción en casa de Francis Coppola durante el montaje y las mezclas de El
Padrino II, octubre de 1974. Se puede ver parcialmente a Murch en el borde derecho de la imagen.
existido una manera para escribirla. Su perpetuación dependía de una tradi
ción oral, igual que ocurría con la literatura en tiempos de Hom ero. Pero la
invención de la notación musical moderna, en el siglo XI, descubrió las mate
máticas subyacentes de la música y las hizo accesibles emocionalmente. Se
podía manipular fácilmente la estructura musical que estaba escrita en el per
gamino y ésta producía efectos emocionales asombrosamente sofisticados al ser
interpretada. Y eso, a su vez, planteó el concepto de polifonía: múltiples líneas
musicales sonando a la vez. Más tarde, con la adopción generalizada de la
escala temperada, determinada matemáticamente, a mediados del siglo XVIII,
la música despegó de verdad. Se hicieron posibles cambios de tonalidad com
plejos y emotivos a lo largo del espectro tonal. Y ello desencadenó toda la
música de finales del XVIII y del XIX: ¡Mozart, Beethoven, Mendelssohn,
Berlioz, Brahms, Mahler!
M e gusta creer que el cine está dando sus primeros pasos en la fase «pre-
notacional» de su historia. Todavía lo hacemos todo arrastrando el culo de los
pantalones. N o digo que no hayamos hecho cosas maravillosas. Pero si com
paras la música del siglo XII y la música del siglo XVIII notarás una diferen
cia de enorm e magnitud en su desarrollo técnico y emocional, y todo eso fue
posible gracias a la capacidad de escribir la música en papel. N o sé si llegare
mos a ser capaces de crear algún tipo de notación cinematográfica. Pero si lo
piensas resulta interesante.
Tuve una de esas grandes experiencias que te abren los oídos cuando tenía
diecinueve años y trabajaba en una emisora de radio catalogando su discoteca
QU E M A N DO C E L U L O I D E
QUEMANDO CELULOIDE
M: Me parece que empezó a ir en la primavera de 1978 — un año después
del comienzo de la postproducción— y estuvo todo el tiempo involucrado
hasta el final.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
O : Hay algo muy parecido a la escena del puente de D o Lung en el libro
de Herr.
Mi Hay una línea directa que une la narración de M oby Dick, de John
Huston, con Julia, de Zinnem ann, y que llega hasta Apocalypse Now. Les
Hodgson, al que conocí trabajando en Julia y que m ontó los efectos de sonido
en Apocalypse Now, también trabajó en los efectos de sonido de M oby Dick.
Fred Zinnem ann quería que la narración de Julia tuviese una calidad sonora
íntima, com o si estuviéramos escuchando de alguna forma los pensamientos
QUEMANDO CELULOIDE 89
privados de alguien, pero eso, ¿cómo se consigue? Les nos contó que cuando
estaban grabando la narración para M ohy Dick con, si no recuerdo mal,
Richard Basehart, Huston estaba descontento con cómo sonaba porque le
parecía que tenía un tono declamatorio. Huston estaba en la planta baja del
estudio y Basehart arriba, en la cabina. Basehart se inclinó hacia adelante para
acercarse al micrófono y preguntó: «John, ¿qué tengo que hacer ahora?». El
micrófono estaba pegado a su boca. Y Huston exclamó: «¡Eso! ¡Eso es lo que
tienes que hacer! Quiero que toda la narración suene así». «¡Pero estoy dema
siado cerca!» «¡No, no lo estás!» Y así la narración de M ohy Dick fue la primera
que se grabó con el micrófono aquí, con el actor hablando exactamente como
yo estoy hablando ahora, muy bajo y cerca.
Si se coloca el micrófono correctamente, se puede conseguir esa intimidad
sin demasiados efectos secundarios indeseados: bes, pes y eses distorsionadas. Le
pedí a Marty que imaginara que el micrófono era la cabeza en la almohada de
alguien tumbado junto a él, y que simplemente le hablara con ese tipo de inti
midad.
O : ¿Se mezcló o regrabó de algún m odo especial?
P R IM E R A CONVERSACIÓN
Una escena añadida en Redux: Kurtz leyéndole a Willard y a los niños camboyanos un artícu
lo de Time sobre la marcha de la guerra, después de dejar salir a Willard del contenedor Conex
utilizado para ablandarle el ánimo.
BRANDO
Eran palabras corrientes y cotidianas, los sonidos vagos y familiares que se inter
cambian todos los días de nuestra vida consciente. Pero... tras ellas había, a mi ju i
cio, la tremenda capacidad de sugestión de las palabras oídas en sueños, de las fra
ses pronunciadas en las pesadillas. ¡Alma! Si alguien alguna vez luchó con un alma,
ése soy yo. Y tampoco estaba discutiendo con un lunático... Ninguna elocuencia
habría podido ser tan corrosiva de mi fe en la humanidad que su explosión final de
sinceridad. El luchaba consigo mismo, también... Vi el misterio inconcebible de un
alma que no conocía refreno, ni fe, ni temor, y que no obstante luchaba ciegamente
consigo misma.
BRA ND O 91
M: Bueno, vamos a añadir una escena en el campamento de Kurtz después de
que a Willard lo machacan mental y físicamente. Está metido en un embalaje
metálico — un contenedor Conex— que han puesto al sol para que se caliente.
Se abre la puerta y aparece Brando/Kurtz. Se sienta, rodeado de niños camboya-
nos, como un buda feliz, y le lee a Willard tres breves párrafos de la revista Time
publicados en tomo a 1967, que hablan de lo aparentemente bien que va la gue
rra. Al marcharse le tira los artículos a Willard diciéndole: «Más tarde hablaremos
de eso». Willard intenta ponerse de pie, se cae, y luego es conducido al templo.
Este añadido nos permite ver a Kurtz de cuerpo entero a la luz del día, lo
que es revelador: es alguien coherente, irónico y autoritario. Y adelanta la
siguiente secuencia de la película, el m onólogo donde Kurtz habla del «mon
tón de bracitos»: su descubrimiento de que no hay un camino limpio hacia la
victoria, de que una guerra así se gana sobre el terreno, y de que en última
instancia uno tiene que volverse tan salvaje como la gente a la que combate si
quiere derrotarles. ¿Pero se hace? ¿Y a qué precio? Para un intelectual como
Kurtz, dispuesto a remontar todo el río, probablemente él se ha vuelto más
salvaje que sus enemigos porque tiene más recursos. En cualquier caso, para
Kurtz el precio es la cordura: no puede actuar salvajemente y seguir siendo el
ser hum ano de antes. ¡Va a ser fascinante ver cómo cambia el equilibrio quí
mico de la película por la inclusión de esa escena!
O : Puede que nos ubique mejor en aquel lugar y en aquel m om ento, más
que las visiones abstractas de Brando en la penumbra.
M: Espero que sí. Sin duda amplificará las discusiones anteriormente vistas
en la plantación francesa, en las que los franceses discutían sobre su versión del
mismo problema quince años atrás: ¿Qué siente un soldado en el campo de
batalla cuando piensa que está siendo boicoteado por los manifestantes de su
país, quienes no tienen idea del atolladero en el que él se encuentra? Los fran
ceses estuvieron en Vietnam porque ejercían el poder colonial en aquella parte
del m undo... Es muy parecido a lo que ocurre actualmente en Zimbabwe. Los
granjeros piensan que la tierra es suya. Según su lógica, aquello es su casa: lle
van allí desde hace cuatro generaciones, suficiente para convencerles de que la
tierra es suya y de que no tienen otra. Pero sus antepasados echaron de allí a
pueblos que llevaban en aquellas tierras cientos, miles de años.
PR IM E R A CONVERSACIÓN
Los americanos no tenían en Vietnam una historia así. El sudeste asiático,
a excepción de Filipinas, nunca ha formado parte de la órbita estadounidense,
de m odo que las eternas preguntas son: ¿Qué estamos haciendo aquí y qué
creemos que vamos a conseguir? Los franceses tenían respuestas muy concre
tas y personales a esas preguntas, y aun así también fracasaron.
BRA ND O
de dólares— eran a cambio de un periodo de tiempo determinado e inflexi
ble. Habían perdido la primera semana en discusiones, y todo lo de Brando
hubo que hacerlo en la mitad de tiempo.
Incluso accedió a adoptar el nom bre de Kurtz, al que se había mostrado
previamente reacio. Había dicho m ucho antes, cuando leyó el guión, algo
como: «Los generales americanos no tienen nombres así. Tienen nombres flo
ridos, del sur. Yo quiero ser el coronel Leighley». Y Francis lo había aprobado.
De repente, después de leer a Conrad, Brando quería ser Kurtz. Pero ya se
habían rodado muchas escenas, y su personaje era mencionado com o el coro
nel Leighley. En la escena en la que a Willard le asignan su misión se refieren
a Brando como el coronel Leighley.
O: ¿Y qué paso con esa escena?
M: Tuvimos que volver a grabar los diálogos. Las bocas de los actores
dicen «coronel Leighley» pero en realidad les oímos decir «coronel Kurtz».
Está hecho con m ucho cuidado. Escucha la escena y obsérvala...
O : Allí está Harrison Ford, en un pequeño papel de oficial, diciendo
«coronel Kurtz», pero sospecho que modulando «Leighley». La escena está
rodada de una forma extraña.
M: El operador de cámara italiano que había en Apocalypse no hablaba
inglés. Y las instrucciones que Francis le dio para aquella escena fueron:
«Cuando te aburras, simplemente haz una panorámica». La explicación es que
W illard tiene una resaca espantosa, y esa posición de cámara es su punto de
vista. Sin embargo, fue lo más difícil de montar. Yo nunca sabía ni cuándo ni
quién estaba en el plano: justo en la mitad de un parlamento largo la cámara
giraba lentamente hacia la izquierda. Los actores no estaban seguros de cuándo
les encuadraba la cámara, lo que dio una sensación extraordinaria, perturbada,
a las interpretaciones. Ahí está Harrison Ford, intentando adivinar dónde
apunta el objetivo. Pero tiene esa calidad maravillosa... Parece que está
mirando a Willard de forma cómplice, como diciendo: «Lo que está ocu
rriendo aquí es una auténtica locura».
P R IM E R A CONVERSACIÓN
O ; ¿John Milius y Coppola siguieron trabajando en el guión durante la
producción, o el guión original de Milius fue sólo un punto de partida?
M: Creo que John llegó a ir a Filipinas. Hay una parte muy divertida en
Hearts of Darkness, el documental que hizo Eleanor Coppola sobre el rodaje de
Apocalypse Now en la que, si mal no recuerdo, John vuela hasta Filipinas para
ponerle a Francis algunas cosas en claro. Pero por obra de la personalidad de
Francis y de su poder de persuasión, John volvió completamente convencido,
dispuesto a seguir a Francis al interior de un volcán si hubiera sido necesario.
BRA ND O
EL M O N T A J E DE AC TO R ES
por W a lte r M urch
El m o ntad or tiene una relación p riv ile g ia d a con los actores. P rocuro
e v ita r ir al rodaje y ver a los actores sin vestuario o sin que estén m etidos
en el personaje — y adem ás procuro no ver el decorado. Yo sólo quiero ver
lo que hay en la p a n ta lla . Al fin y al cabo, eso es lo único que va a ver el
público. En un m om ento dado de la producción, los que tra b a ja n en la p elí
cula están al ta n to de todo lo concerniente a la escena rodada: el frío que
hacía cuando se rodó; quién se enfadó con quién; quién está enam orad o de
quién; lo rápido que se hizo algo en concreto; qué había justo a la
izqu ierda del encuadre. Un d ire cto r tiene que ser p a rtic u la rm e n te cuida
doso p a ra que esas cosas no ejerzan una o culta in fluencia en la construc
ción de la película. Pero el m ontad or, que tam b ién tiene in fluencia en la
fo rm a en que se construye una película, puede (y debería, creo yo) p e rm a
necer ignorante de todas esas cosas, p a ra e n co n trar calidad a llí donde
otros no la encuentran, y en sentido c o n tra rio , reducir el v a lo r de d e te rm i
nadas cosas que otros consideran dem asiado im portantes. Ésa es una de
las funciones cruciales del m o ntad or: a d o p ta r, en la m edida de lo posible,
el punto de vista del público, que ve la película sin conocim iento alguno de
todo lo que tuvo que ver con su elab o ració n .
D urante el m ontaje se visiona una y o tra vez todo el m a te ria l rodado
p a ra una escena. Las decisiones sobre el ritm o , el m om ento de c o rta r un
d eterm inado plano, y qué plano va después dependen de una com prensión
in tu itiv a de los actores. Es necesario a d q u irir, y se adquiere, un conoci
m iento muy profundo de los actores. En determ inadas longitudes de onda
el m o ntad or sabe más de los actores que ellos m ism os, y probablem ente
m ejo r que nadie en el m undo. Los ves hacia adelan te, hacia atrás, a vein
tic u a tro fo to g ra m a s por segundo, a c u are n ta y ocho fo to g ra m a s por
segundo, una y o tra vez. Los estudio igual que un escultor estudia un blo
que de m árm o l antes de em p ezar a c in c e la rlo ... aquí. Así que tengo que
conocer todas las vetas ocultas, los puntos fuertes y los puntos débiles de
la roca con la que estoy tra b a ja n d o p a ra saber el m ejo r sitio donde a p lic a r
el cincel.
Conocer en persona a un a c to r me resulta desconcertante. La m ay o ría
no tiene ni idea de quién soy, soy sólo alguien que tra b a jó en la película.
Puedo d etectar en sus m iradas un vago toque de distracción. ¡Y sin
em bargo, yo los conozco m ejo r que nadie! Pero se tr a ta sólo de un espec
tro muy estrecho; hay innum erables aspectos de su personalidad que
ignoro abso lutam ente. Sea com o fuere, cuando conozco a un a cto r, la
co rrien te sólo c ircu la en un sentido. Es hasta cierto punto interesante, pero
al cabo de un rato la situación me resulta ta n co m p licad a que me disculpo
y me voy...
Extracto de una conversación entre W alter M urch y Michael Ondaatje conducida por Muriel
(Aggie) M urch sobre el arte del montaje en el cine y la literatura emitida por la KPFA,
Berkeley, California, 1997.
LA M I R A D A DE W I L L A R D
98 PR IM E R A CONVERSACIÓN
M: Es curioso, pero nunca lo hablamos.
LAS ESCENAS NU E V A S
Una escena nueva de Redux: en el helicóptero de Playboy, Fred Forrest en el papel de C hef
por fin conoce a la playmate de sus sueños, Coleen Camp.
Utilizado en Redux: el tifón empieza a azotar el hospital de campaña: Coppola rodó bajo la llu
via, creando una sensación de tétrica desesperanza que también afectó a la escena de sexo que
va a continuación.
y la alegría ahora son una recompensa merecida, y así tiene más fuerza. ¡Es un
descanso merecido!
M: Sí, antes precedía a las secuencias de Kilgore — R obert Duvall. Ahora
la hemos trasladado al lugar que le correspondía en el guión, que es m ucho
más tarde, tras el espectáculo de las conejitas de Playboy. En su ubicación ori
ginal la escena venía a decir: «Esta lancha y esta tripulación son bastante locas
y salvajes, desde ya y para siempre». Al público se le convence de que cosas de
ese tipo ocurren constantemente con gente así. En la nueva versión, el espec
tador ya ha sobrevivido a la locura de Kilgore, ha vivido el episodio del tigre
en la selva, ha pasado por el espectáculo de Playboy y por el depósito de abas
tecimientos de Hau Phat — donde Limpio compra la radio en la que suena
«Satisfaction» y C hef compra su Playboy con la cubierta de Miss diciembre. Y
aunque no lo veamos, se cambia la tabla de surf de Kilgore por unos esquís de
agua. En esta nueva versión se ve la progresión de la tripulación desde el orden
hasta el caos. Hay un arco ascendente más suave, lo que ayuda a reducir la sen
sación anecdótica de la película.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
O: Para mí, lo que más ha alterado el conjunto es la escena que ahora se puede
ver en la que Willard roba la tabla de surf de Kilgore y la mete en la lancha, rién
dose como un niño. Es un adolescente. Es su momento más feliz en toda la his
toria. Y así, de repente, todos los demás rasgos de su retrato quedan modificados.
Mí ¿Cómo decía la prom oción de Ninotchka ? «¡Garbo ríe!» Aquí podría
mos decir lo mismo: «¡Willard ríe!».
O ; Lo que estás montando en este m om ento en el Avid es justo antes de
la nueva escena del hospital de campaña... ¿correcto?
M: Sí. En esta secuencia Willard va en la lancha leyendo la carta de Kurtz
a su hijo, mientras la lancha pasa junto a un helicóptero ardiendo y junto a
unos árboles entre cuyas ramas hay cadáveres. Y se oye al Jefe decir en voz
baja: «Alpha Tango... solicito rescate. Tres o cuatro bajas en combate.
Cambio». Está pidiendo que venga alguien a recoger los cuerpos.
Ahora lo que vamos a hacer es añadir algo de diálogo, el Jefe va a repetir:
«Alpha, ¿me recibes? Cambio», para dar la idea de que no consigue establecer
contacto. Algo no va bien aguas arriba.
Encadenamos desde el helicóptero en llamas a esta nueva escena del hos
pital de campaña bajo la lluvia. Y además del diálogo que se rodó original
mente, habrá diálogo adicional que hace referencia a la solicitud de rescate que
hemos visto cursar al Jefe previamente. Pero parece que a los soldados con los
que habla eso les da exactamente igual. Todo ese diálogo habrá que grabarlo,
así que vamos a tener que localizar a Albert Hall, el actor que interpretaba al
Jefe, y traérnoslo al estudio veinticuatro años después de que interpretara la
escena originalmente.
El helicóptero en llamas — que anteriormente era sólo un evento pasaje
ro— ha pasado a ser el hecho que provoca que la lancha pare en el hospital
de campaña, donde descubrimos que el empresario del espectáculo Bill
Graham — interpretado por él mismo— y las tres conejitas de Playboy tam
bién se han quedado tirados. Willard negocia con Graham, que necesita com
bustible para su helicóptero privado. El problema es que esa negociación
nunca llegó a rodarse — un tifón apareció con toda su furia ese día y hubo que
abandonar el rodaje durante aproximadamente un mes.
LAS ES C EN AS NUE V AS
Fotogramas de la plantación francesa del rodaje original y del que se hizo después; en Redux
sólo se utilizó el segundo, el fantasmagórico.
O: Esa escena con Bill Graham que nunca se rodó: ¿cómo pudisteis suplirla?
M: ¡Espero que sí! El público verá las consecuencias de la escena que falta
en vez de la escena en sí. Francis acaba de visionar esta parte y cree que vale
la pena incluirla.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
LOS FRANCESES MUERTOS
LOS F R A N C E S E S M U E R T O S 103
En Redux, en la plantación, Aurore Clém ent deja a Willard en la cama, cierra la tela mosqui
tera y se convierte en una silueta incorpórea.
P R IM E R A CONVERSACIÓN
Más tarde, Francis puso en escena la aproximación de la lancha con el
embarcadero en ruinas, y los soldados franceses, hechos polvo, iban apare
ciendo de entre la niebla como fantasmas. Creo que Francis intentaba resol
ver, incluso en aquella fase del rodaje, el engorroso problema de que los fran
ceses, tan arriba del río y tan avanzada la película no podían ser personas rea
les. ¿Dónde conseguían las provisiones, cómo podían ir y venir, cómo ven
dían su caucho?
Todo aquello fue para mí una revelación.
Así que proyecté el material de las dos versiones de la llegada, y parecía que
la versión ruinosa y fantasmagórica era probablemente el m ejor camino a
seguir.
Pero me aguardaba un problema: la partida de la plantación francesa sólo se
había rodado una vez y mostraba un embarcadero en su estado pre-ruinoso.
N o había partida con el embarcadero destrozado. ¡No se puede llegar en rui
nas y partir de un muelle totalmente reparado! De forma que si utilizábamos
el material con el embarcadero destruido para introducim os en la secuencia,
luego yo no podía salir.
Más tarde, cribando entre la materia prima, encontré un plano con M artin
Sheen — Willard— y Aurore Clém ent en el que ella sale de la cama, se des
nuda y cierra la mosquitera alrededor de la cama. Había algo bellamente evo
cador al verla en silueta frente a la mosquitera, y pensé que parecía un fan
tasma, y la malla de la mosquitera parecía niebla.
Fue entonces cuando establecí la conexión. Si empezábamos más tarde con
la plantación francesa, y si hacíamos que la tristeza del Jefe por la muerte de
Limpio nos transporte a la niebla que envuelve la lancha, cuando la niebla
empieza a levantarse vemos las minas de la plantación, como si Willard y su
tripulación hubiesen retrocedido en el tiempo. Entonces la historia podía
entrar en lo que Francis denom inó la fantasmagoría buñuelesca de la discusión
de la cena; la gente se había quedado anclada para siempre en las pasiones polí
ticas de principios de los años cincuenta, lo que constituía una imagen espe
cular de la implicación estadounidense en Vietnam quince años después.
L OS F R A N C E S E S M U E R T O S
M: Lo que originalmente ocurría a continuación era que Willard la aga
rraba, tiraba de ella para que volviera a entrar en la mosquitera, hacían el amor
y — como en el guión— así los encontrabas a la mañana siguiente. Pero en
esta versión la imagen de Aurore se diluye y permanece la silueta incorpórea
de la mujer, levitando ante un fondo blanco lechoso. Entonces nos damos
cuenta de que estamos otra vez en la lancha, donde empezamos.
Cuando descubrí esa transición, que no estaba en el guión, algo se desblo
queó dentro de mí. Sentí que estaba empezando a captar el lenguaje de esta
nueva versión.
O ; ¿En qué m om ento crees que sabrás si todos esos añadidos se pueden
fundir en un todo orgánico?
Mi Lo que no he hecho todavía es ver todas las escenas adicionales en el
marco de la película completa, aunque sí lo he hecho en bloques de treinta
minutos. Pero Francis y yo aún no hemos proyectado la película de principio
a fin para ver los efectos de todo ello. Y para sentir mejor cómo van desarro
llándose los temas de la película. Cuando veo una escena en el contexto de
toda la obra, puede parecer lo contrario de lo que era vista aisladamente. Pero
ya tengo claro que ésta es la versión divertida, sexy y política de Apocalypse
Now. Willard tiene un interludio romántico en la plantación francesa. Lance
y C hef lo tienen en el hospital de campaña. Hay discusiones políticas sobre la
presencia francesa en Vietnam muy parecidas a las que teníamos aquí. Y Kurtz
cuestiona la exactitud de la imagen que los medios dan de la guerra en Estados
Unidos.
El equipo de sonido recibiendo los Premios de la Academia por Apocalypse Now. De izquierda
a derecha: Richard Beggs, Mark Berger y W alter M urch, 1979. R od Steiger contempla la esce
na. Abajo: Saliendo del Palais de Festioals, tras la presentación de Apocalypse Now Redux fuera de
concurso en el 54.° Festival de cine de Cannes, 11 de mayo de 2001. De izquierda a derecha:
Dean Tavoularis, Aurore Clément, Francis Ford Coppola, W alter M urch y Sam Bottoms.
106 PR IM E R A CONVERSACIÓN
I!
108 P R IM E R A CONVERSACIÓN
O : ¿Cómo convivirán el material original y el nuevo metraje que habéis
añadido?
P R IM E R A CONVERSACIÓN
Creo que las generaciones venideras, con tecnologías que no podem os ni
imaginar, al m irar al pasado y al ver la cinematografía del siglo X X , se pre
guntarán: ¿Cóm o consiguieron hacer todo aquello, en esa época, con aque
llos recursos ridiculamente escasos?
9 Randy T hom es diseñador de sonido de, entre otras películas: Harry Potter y el cáliz de fuego
[Harry Potter and the Goblet of Fire] (2005), Lara Croft Tomb Raider [Lara Croft Tomb Raider: The
Cradle of Life] (2003), Naufrago [Cast Away] (2000), Forrest Gump (1994) o Corazón salvaje [Wild
at Heart] (1990). (N. del E.)
Página anterior. W alter grabando el viento perfecto para futuros proyectos durante una torm en
ta de arena en Egipto, cerca de Saqqara, 1980.
haber desayunado con Aggie, la esposa de Walter. íbamos divagando hacia
conversaciones sobre ópera, sobre Jim Morrison, sobre escenas eliminadas de
películas, sobre el «sonido metafórico» en King Kong y en las obras de Renoir,
Welles y Hitchcock, sobre el difícil arte de adaptar novelas al cine, y finalmen
te, sobre la última pasión de Walter: traducir a poesía la obra de Curzio
Malaparte, trabajo que ha venido realizando en su tiempo libre.
EL M O M E N T O I D Ó N E O P A R A LA
INVENCIÓN DE L A R U E D A
O: Una vez hablamos de las personas que tú pensabas que habían influido
en la dirección y en la forma del cine. Creo que entre ellas estaba Edison, por
supuesto, pero también otros nombres menos probables.
M: Sí, los tres padres del cine: ¡Edison, Beethoven y Flaubert! Es un intento
de responder a una pregunta fascinante: ¿Por qué se desarrolló el cine como
medio narrativo tan inmediatamente después de su invención? Ahora nos
parece normal, pero hace un siglo había mucha gente, incluidos los mismos
inventores del cine — Edison y los hermanos Lumière— que no previo ese des
arrollo. Auguste Lumière llegó a decir que el cine era «un invento sin futuro».
Podía haber tenido razón — hay frecuentemente «inventossinfuturo»,
inventos que están por delante de su tiempo, o fuera de la cultura que les
corresponde. Los aztecas inventaron la rueda, pero no sabían cóm o usarla
aparte de como juguete para los niños. Aunque construyeron carreteras que a
nosotros nos piden a gritos que les pongamos uña rueda encima, a pesar de
todo siguieron llevando las cosas a rastras. La sociedad en sí estaba ciega a las
posibilidades. Los griegos hicieron lo mismo con la máquina de vapor. De
m odo que no hay que fijarse sólo en el invento en sí, sino también en el con
texto social y cultural que lo rodea. Tienen que encajar el uno y el otro.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
Mi M e inclino a sospechar que lo segundo. Porque había movimientos
culturales que maduraron en el siglo X IX — las ideas del realismo (de la lite
ratura y la pintura) y del dinamismo (de la música)— que son efectivamente
una parte tan importante del cine como lo es su naturaleza técnica. Y en 1789
el realismo y la dinámica aún no habían nacido.
Aquí es donde entra enjuego mi idea de los Tres Padres. Escojo a Edison
com o representante de todos los genios técnicos de los comienzos del cine
— gente que inventó el aspecto físico de la película, su naturaleza mecánica y
química. Pero casi cincuenta años antes, escritores como Flaubert — le m en
ciono con las mismas funciones taquigráficas— habían inventado la idea de
realismo.
En el siglo X IX había en Francia muchos escritores de novelas realistas
— me viene a la m em oria Balzac— pero Flaubert era el más consciente de
lo que estaba haciendo, y era el que más sufría por ello. La realidad obser
vada con detalle, por puro placer, no había sido realm ente una parte de la
tradición de la literatura en el siglo XVIII. Flaubert dedica una página entera
a evocar pequeños sonidos y motas de polvo en una habitación vacía por
que quiere llegad a alguna parte. Afirma que hay conclusiones que sacar de
la atenta obsecración de los acontecimientos de la realidad cotidiana. En tér
minos literarios, científicos y fotográficos — la invención de la fotografía
tuvo lugar cuando Flaubert era adolescente— el siglo X IX estuvo m ucho
más preocupado que el XVIII por la observación detallada de la realidad.
Toda la ciencia del siglo X IX se centró en la observación de cerca de cosas
pequeñas... El siglo X IX se concentró en estos conceptos y los expandió
grandem ente. Hizo que fuesen el centro de la novela, de la sinfonía y de la
pintura.
Com o suele ocurrir con las ideas revolucionarias, esos conceptos no fue
ron fácilmente aceptados al principio. A algunos lectores el realismo debió de
parecerles demasiado ordinario para ser literatura: si el escritor sólo describía
cosas que el lector podía ver con sus propios ojos, ¿por qué escribir todo eso?
Probablemente les parecía demasiado lúgubre.
Y treinta años antes de Flaubert, compositores como Beethoven explota
ron la idea de la dinámica: se podía obtener una gran fuerza y resonancia em o
cional expandiendo agresivamente, contrayendo y transformando la estructura
rítmica y orquestal.
EL M O M E N T O I D Ó N E O P ARA LA I N V E N C I Ó N DE LA R U E D A
Los compositores anteriores a Beethoven generalmente componían en
movimientos separados, pero cada movimiento primero definía y luego explo
raba un espacio musical unificado. Si escuchas diez segundos del primer movi
m iento de cualquier sinfonía de Haydn, luego otros diez segundos a la mitad
del mismo movimiento y otros diez al final, se parecen entre ellos. Cuando
escuchas la pieza completa, es como si estuvieras recorriendo las diferentes
habitaciones de un palacio, entrando en una, mirando a tu alrededor, cerrando
la puerta y, con el movimiento siguiente, entrando en la habitación sucesiva.
Beethoven despreciaba todo aquello, creo que porque estaba muchísimo más
influido por la naturaleza que por la arquitectura. El espacio de cada movimiento
tiene una enorme variedad. Toma un sonido enorme, uno en el que participan
todos los instrumentos de la orquesta, y de repente lo reduce a un solo instru
mento. Todo se reducirá a una única flauta durante un tiempo, y a continuación,
un ritmo que nunca habías oído antes se cuela por el fondo, y vuelta a despegar
con otra trayectoria, todo ello dentro de un mismo movimiento.
Beethoven estableció la agenda de todo el siglo XIX, musicalmente
hablando. Por doquier la revolución que él instigó fue aceptada rápidamente.
Fue considerado un genio de la música por sus contemporáneos. Los jóvenes
se entusiasmaron con todo aquello, y los viejos pensaban que se aproximaba
el fin del mundo. Tras oír la Séptima Sinfonía, Cari María von W eber dijo:
«Si Beethoven quiere un pasaporte para el manicomio, ¡lo acaba de escribir!».
Si estás acostumbrado a la forma antigua, esta nueva forma suena como si
el compositor no pudiera quedarse quieto en un mismo tema. Es como
cuando una persona m uy excitada se sienta a tu lado mientras tú sostienes una
agradable conversación, y entonces empieza a hablar de diez asuntos diferen
tes uno tras otro. Pero la música de lo que quedaba de siglo X IX siguió esa
forma, y es una forma a la que el cine se adapta muy bien.
O : Y aunque entre Beethoven y el cine media un siglo, la línea de influen
cia está ahí.
Mi Al escuchar hoy la música de Beethoven y al oír esos súbitos cambios
de tonalidad, de ritmo y de centro de atención musical, es como si oyeras la
gramática del cine: cortes, encadenados, fundidos, superposiciones, planos
generales, primeros planos — manifestándose en términos musicales. Su
SEGUNDA CONVERSACIÓN
música no se atenía al modelo de composición, más ordenado y arquitectó
nico, del siglo anterior: en su lugar apareció un modelo orgánico, salvaje,
natural — y a veces sobrenatural.
En cualquier caso, a finales del siglo X IX había transcurrido casi un siglo
con la música de Beethoven — de aquella representación dinámica de la
forma— y menos de un siglo con la realidad observada detalladamente de
Flaubert. Y la razón de que el cine floreciera en la forma que hoy conocemos
— no hizo falta experimentar demasiado, el cine evolucionó rápidamente— es
que tuvo la suerte de encontrarse en el lugar idóneo para que esos dos movi
mientos — realismo y dinamismo— convergieran y encontraran una especie
de resolución. Debido a su naturaleza fotográfica, el cine es muy eficaz obser
vando la realidad de cerca. Com o se puede m over la cámara y se pueden
mover los actores — y gracias a que se puede m ontar— el cine es muy bueno
para la representación dinámica de la «realidad». Es m ucho mejor que el tea
tro, por ejemplo, en el que no quedan muy bien, digamos, las escenas de
lucha: cuando hay una gran jáelea, por ejemplo, la gente que combate en el
escenario se ve relativamente pequeña, mientras que una escena similar en
cine puede llegar a ser sencillamente abrumadora.
A finales del siglo X IX esas ideas, en su día revolucionarias, del realismo y
del dinamismo habían sido mayoritariamente aceptadas dentro la cultura euro
pea. En 1889, generaciones de artistas, escritores y compositores —y la socie
dad en su conjunto— habían interiorizado completamente esas formas de
mirar, de pensar y de escuchar. ¡Todo el siglo X IX estuvo empapado de rea
lismo y dinamismo!
Y entonces apareció el cine: un medio inmejorablemente capacitado para
la representación dinámica de la realidad observada de cerca. Y así, esos dos
ríos de la cultura decimonónica — el realismo de la literatura y la pintura, y el
dinamismo de la música— confluyeron en el mareo físico del cine para emer
ger, al cabo de unas décadas, en la nueva forma artística del cine.
En el plazo de catorce años desde su invención, la gramática cinem ato
gráfica queda planteada en The Great Train Robbery [Asalto y robo a un tren]
— el montaje, el prim er plano, la acción paralela— incluso durante los cam
bios sociales y económ icos que van a contribuir a integrar el cine en las cos
tumbres de la vida cotidiana de la gente, y haciendo que todo el asunto sea
rentable. En otros doce años, el largometraje dramático era ya casi igual a
EL M O M E N T O I D Ó N E O P A R A LA I N V E N C I Ó N DE LA R U E D A
como lo conocemos hoy, gracias a D. W . Griffith y El nacimiento de una nación
[The Birth of a Nation]. Y doce años después se incorporó el sonido sincroni
zado, prácticamente completando la revolución.
O : Y tam bién teníam os la influencia de los pintores del X IX.
Esencialmente ellos nos transmitieron el concepto de aquellos lienzos grandes
como pantallas de cine.
O : Hasta los rápidos cambios demográficos de finales del siglo XIX, al afluir
la gente del campo a la ciudad, contribuyeron a crear una audiencia para el cine.
M: Creo que eso se debe a que la grabación del sonido nadie había podido
predecirla. Por eso parecía m ucho más milagroso. La gente ya había especu
lado con la idea del cine a lo largo del siglo XIX. Lo mismo pasó con la luz
eléctrica. El sonido, casi por definición, era imposible de capturar: las imáge
nes sonoras se utilizaban en muchos poemas com o el epítome de lo evanes
cente, la flor que se marchita nada más florecer. Y por ello, la sorpresa cuando
Edison consiguió grabar algo tan efímero fue fenomenal.
William Dickson, por su parte, era un joven que había emigrado de
Inglaterra a Estados Unidos con una misión casi religiosa: inventar el cine.
EL M O M E N T O I D Ó N E O P A R A LA I N V E N C I Ó N DE LA R U E D A 119
Dickson había visto las implicaciones de los experimentos de
Muybridge en Inglaterra a finales de la década de 1870-1880.
Dickson estuvo insistiéndole a Edison — imagínate la cantidad
de gente que en aquella época quería trabajar para el gran inven
tor— hasta que éste finalmente le contrató y puso a prueba su tem
peramento asignándole durante cinco años el trabajo de investiga
ción para un proyecto de colado de metales a partir del mineral. Y
Dickson, que entonces tenía unos veintiséis años, pasó cinco años
de aprendiz de brujo, inventando por fin un m étodo económ ico dy
extraer bismuto del mineral en bruto.
Finalmente Edison cedió, y ambos empezaron a trabajar/
imágenes en movimiento: el proyecto de Edison era que
seguramente le gustaría ver las caras de los cantantes de sus discos.
¡El cine empezó siendo un vídeo musical! Por lo que respecta a
Edison, su interés por el cine llegaba hasta ahí. Mientras que
Dickson era clarividente sobre el potencial de las imágenes en
movimiento. En 1895 escribió un libro, que ha sido reeditado por
el Museo de Arte M oderno (MOMA) de Nueva York, y es asom
broso ver cómo se han cumplido muchas de sus predicciones.
O : La primera vez que te vi trabajando en Apocalypse N ow
R edux también estabas trabajando con una antigua pieza cinemato
gráfica de Edison y Dickson. El proyecto me recordó a una exca
vación arqueológica, porque creo que estabas reconstruyendo una
de las primeras películas combinadas con sonido.
Mi Sí, fue una auténtica novelá policíaca acerca de un cilindro
de sonido roto y olvidado, encontrado en el laboratorio de Edison
en M enlo Park. Todo empezó cuando Patrick Loughney, jefe de
cine y televisión de la Library o f Congress, tuvo la intuición de que
aquel cilindro, que hasta entonces constaba en un inventario de los
El prim er registro conocido de cine con sonido: fotogramas de un Kinetoscopio
de diecisiete segundos de duración hecho por Edison en 1894 en el que se ve a
William Dickson tocando el violín ante una gran bocina de grabación. M urch fue
capaz de sincronizar la película con el sonido.
EL M O M E N T O I D Ó N E O P A R A LA I N V E N C I Ó N DE LA R U E D A
Mi Sí. Hace retroceder dos décadas el umbral del cine
sonoro. Hay pruebas anecdóticas que aluden a algo que se
había intentado algunos años antes, en 1891, pero de eso no
ha aparecido todavía ni la imagen ni el sonido.
Por lo que respecta a este fragmento de 1894, estoy deseando
utilizar una nueva tecnología recién desarrollada para ver si
podemos eliminar el ruido superficial y desvelar lo que podría
ser una conversación informal entre Edison y Dickson. ¡Eso
sería fascinante por partida doble! No sólo tendríamos a Edison
y a Dickson, pioneros del cine, sino que además sería la primera
grabación de una conversación natural, entre dos personas que
no son conscientes de que se les está grabando.
En todas las grabaciones de voz humana de aquel periodo
hay una cierta formalidad, muy similar a la de las fotografías de
personas posando en su mejor traje de los domingos, mirando
directamente a la cámara con una expresión vacía en sus ros
tros. Para mucha gente, hacerse una fotografía era una expe
riencia única en la vida: al mirar al objetivo de la cámara mira
ban a la eternidad: así es cómo les verían las generaciones veni
deras. Ocurría lo mismo con el sonido: la experiencia de gra
bar la voz de uno era algo mágico. Así que uno hablaba a la
bocina de grabación con su mejor tono de voz de los domin
gos, de forma muy clara.
Sin embargo, en algunos fragmentos de este cilindro en
particular — la prueba con el violín de 1894— los dos inven
tores estaban sencillamente hablando de forma natural. Espero
que podamos descifrarlo: no sólo por lo que dicen, sino tam
bién por cómo lo dicen.
O : Espero que no les oigamos decir: «El nos mataría si
tuviera ocasión».10
SEGUNDA CONVERSACIÓN
Página anterior. Housing problems [Problemas de la vivienda] (1935), documental producido por
John Grierson sobre los problemas de la vivienda de las clases trabajadoras, en este caso, una rata
enorme. Arriba: Películas pequeñas y películas grandes: Coppola ensayando una escena de su
segunda película, Ya eres un gran chico [You’re a Big Boy Now], con Elizabeth Hartman, Peter
Kastner y otros actores; y con un abrigo a rayas, bajo la grúa, supervisando un plano en El
Padrino II.
MUSICA DE A S E S I N A T O
M U S I C A DE A S E S I N A T O 123
T
Para conseguir la adecuada atmósfera de sonido en la secuencia de la boda de El Padrino, M urch
utilizó la «pista de sonido de referencia», que normalmente se tira, y la mezcló con la música
original. Al año siguiente hizo lo mismo en American Graffiti.
nos encontramos con el elemento añadido del estudio. Durante una tem po
rada nos perm itieron seguir trabajando en San Francisco. Pero en octubre de
1971 Bob Evans, que era el jefe de Paramount, ordenó que la película se tras
ladara a Los Angeles. Por primera vez iba a trabajar en Los Angeles, en un lar
gometraje de ficción, en un estudio, con acceso a su fonoteca, pero también
con todo lo que conlleva una producción de estudio, tanto para lo bueno
como para lo malo.
Aprendí muchas cosas; entre otras averigüé hasta dónde podía, con mi
escasa experiencia, forzar el sistema de estudio para producir resultados inusua
les. Y en vez de decir: «Esto es una película de estudio, así es com o lo hacen
ellos», seguía intentando encauzar la banda sonora en la dirección de las pelí
culas que ya habíamos hecho.
M Ú S I C A DE A S E S I N A T O
O; ¿Tuviste algún control durante las mezclas de El Padrino?
M: H ubo una crisis grave por la música. Cuando Bob Evans oyó la música
de N iño R ota pensó que iba a hundir la película, que era demasiado lúgubre
y que no tenía suficiente energía. Quería que Henry M ancini salvara la pelí
cula y le diera un tono más duro. N o le gustaban aquellas ideas difusas que
habían pergeñado Francis y Niño: quería que la música fuese más americana
y más impactante. Y hubo una lucha tremenda entre Francis y Evans, durante
la que Francis, en un determinado m om ento, amenazó con dejar la película y
quitar su nom bre de ella si se hacía aquello.
O : ¿Te refieres al tema musical principal?
M Ú S I C A DE A S E S I N A T O
Así que intenté algo que había hecho en T H X 1138: hacer múltiples capas
de música, reproducir discos al revés, darles la vuelta, ponerlos más despacio
— una versión de lo que hacía cuando tenía once años.
La música de Niño para la escena de la cabeza del caballo tenía una estruc
tura musical A-B-A. Es decir, tenía un enunciado inicial, luego una variación y
luego un retomo al enunciado inicial. Esta estructura me permitió hacer un
duplicado de la música, desplazar la sincronía de la segunda versión en la medida
de un enunciado musical, y luego superponerlas juntas. Tal y como se había
escrito, la música empezaba en A, pero se convirtió en A + B simultáneamente,
y luego B + A. Lo que se oía entonces era una superposición de cosas que
supuestamente debían estar separadas en el tiempo. Así que la banda sonora
comienza con el mismo fragmento musical pero entonces —justo en el
momento en que Woltz se da cuenta de que pasa algo raro— empieza a chirriar
contra ella misma. Ahora en la música aparece una inestabilidad desorientadora
que crece y crece hasta el momento en que W oltz finalmente aparta la sábana.
O : ¿Eso ocurre en aquel plano en el que entramos en el dorm itorio de
madrugada, o es justo al amanecer?
SEGUNDA CONVERSACIÓN
Hacer eso con la música era... bueno eso no se hacía. Desde luego que si no
hubiese funcionado, aquello habría sido muy peligroso. Y allí estábamos sen
tados los dos, mirando aquella escena maravillosa — una gran proyección en
blanco y negro de la cabeza de un ficticio jefe de estudio encontrando en su
c a m a una cabeza de caballo mientras el jefe real de la Paramount, de pie, suje
taba el auricular del teléfono ante la pantalla, proyectando su sombra en la
pantalla mientras se desarrolla la escena. Fue uno de esos mom entos icónicos
que no puedes creer que estén ocurriendo.
El resultado fue que se quitó hierro al asunto de la música. Siguió habiendo
discusiones, pero fueron dentro del contexto de la música de N iño, no sobre
la conveniencia de contratar a otro para que viniera a reescribirlo todo.
O; ¿Ese tipo de disonancia se utilizó en algún otro momento de la película?
M Ú S I C A DE A S E S I N A T O 129
Cuando la música hace su entrada en una película se produce el equiva
lente emocional de un cambio de plano. La música funciona como un emul-
gente que te permite disolver una determinada em oción y llevarla en una
dirección dada. Cuando no hay música, el cineasta se está distanciando y se
limita a decir: «Mira esto». Sin intervenir para comentar.
O : ¿Conoces algún caso de, por ejemplo, películas degangsters donde ocu
rra lo mismo, una cierta contención en la música, o siempre ha habido un
cuño musical tradicional?
M: N o sé suficiente historia del cine...
CINCO TIPOS DE A M B I G Ü E D A D
SEGUNDA CONVERSACIÓN
La interpretación, la forma de rodar, el montaje y el sonido pueden fun
d ir s e entre sí, pero en realidad hay cinco etapas en la vida de una película: la
e t a p a del guión; la etapa de preproducción, en donde se hace el reparto y se
e s c o g e n las localizaciones; el rodaje; el montaje; y finalmente la etapa de la
música y el sonido. Cada una de ellas es decisiva a su manera.
Pero como la mezcla es la última etapa de todas — y como además es muy
flexible— hay una enorme variedad de recursos a los que acudir durante las
mezclas, tanto eliminando cosas que antes considerabas absolutamente esen
ciales como incorporando algún elemento nuevo en el último m om ento.
Para responder a tu pregunta original: creo que lo que ha cambiado desde
los días de El Padrino es que ahora hacemos mucha sonorización previa, lo que
se llama premezcla. Es para poder dar pases de prueba m ucho antes de lo que
habríamos podido imaginar anteriormente. Es algo que Fred Zinnem ann, por
ejemplo, habría detestado.
El resultado es que en general hay menos sorpresas en la mezcla final. Eso
puede ser bueno y malo a la vez.
O: Es algo extraño: antes te he oído hablar de la importancia de la ambigüe
dad en el cine, y de la necesidad de preservar la calidad ambigua que existe en
un libro o en una pintura, y que según tú no es frecuente en una película. Y al
mismo tiempo, en una sonorización se intenta «perfeccionar» esa ambigüedad.
M: Lo sé. Es una paradoja. Y una de las paradojas más fructíferas, creo yo, es
que incluso cuando la película está terminada, deberían subsistir problemas sin
resolver. Porque aún queda otra etapa más allá de la película terminada: cuando
la ve el público. Hace falta que el público sea cómplice en la conspiración de
la creación de esa obra, tanto como lo son el montador, o los mezcladores de
sonido, o el segundo operador o los actores. Si por alguna química extraña se
eliminara toda ambigüedad en la mezcla final — aunque la película hubiese sido
ambigua hasta ese m om ento— creo que se le haría un flaco favor. Pero la para
doja es que hay que enfocar cada problema como si fuese desesperadamente
importante resolverlo. No se puede decir: «No quiero resolver esto porque
tiene que ser ambiguo». Si haces eso, es como si el organismo se desangrara.
CI NCO T I P O S DE A M B I G Ü E D A D
La Princesa Ozma de Oz, una figura clave en los libros más tardíos de L. Frank Baum, reins
taurada por D orothy como soberana de la Ciudad Esmeralda.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
supuestamente muere y va al paraíso que es Oz? ¿Es ella una persona real? ¿O
es una criatura abstracta de Oz, que se proyecta a sí misma en dimensiones de
lo real para influir en determinados acontecimientos?
Bueno, justo al principio de la redacción del guión mis notas dicen: ¿Quién
es Ozma? ¿Cómo voy a abordar ese personaje? Porque muchas cosas depen
dían de ello: el reparto, la forma que iba a escoger para rodar la película, la
dirección, todo. Años después, hablando sobre los temas de la película con
David Shire, que componía la música, yo le pregunté: «¿Y qué hay del tema
de Ozma?». Y él me respondió: «¿Quién es ella?». Sentí que estaba en un ato
lladero. A pesar de que había respondido a esa pregunta de muchas formas dis
tintas, no la había contestado en términos musicales. Y allí estaba otra vez el
problema planteándose de nuevo.
Volví a mis cuadernos de notas y, cómo no, la primera decía: ¿Quién es
Ozma? M e sentía desmoralizado y pensaba: «¡Ay, Dios mío, ya he pasado por
todo este proceso pero precisamente la primera pregunta que me hice no la
puedo contestar!». Pero luego leí el siguiente párrafo, que era una exposición
de los temas contenidos en el libro, en donde Ozma no era una niña sino un
niño que se había convertido en niña, y ésa era una línea que yo había deci
dido no seguir. De repente me di cuenta de lo lejos que había llegado. De
hecho, había resuelto y respondido a la cuestión que persistía en cada una de
las etapas. Pero la cuestión se planteaba una vez más.
Así que probablemente, en esa película, la pregunta de quién es Ozma le
corresponde responderla al público. La película no la contesta. N o dice que es
una persona real que murió y fue al cielo; ni tampoco dice que sea una per
sona procedente de otra dimensión que vino a ésta a llevarse a D orothy para
que ella salve a Oz. QuizáTa música sugiere esto último, porque el tema de
Ozma es una especie de inversión musical del tema de Dorothy. La música
dice que a lo mejor Ozma es una proyección de algún aspecto de Dorothy.
Pero a lo mejor es al revés.
C I NCO T I P O S DE A M B I G Ü E D A D
Eisenstein y la tradición occidental la escena se construye. Richie señala que el
plano master — el plano que nos muestra la coreografía de toda la escena— es
tradicionalmente el planteamiento occidental, la base, mientras que en el cine
japonés se puede optar por un pequeño fragmento de la esquina de una mesa
y se puede utilizar ese fragmento en particular para sugerir la escena en su con
junto... Com o montador, ¿crees que esa diferencia es real? ¿En occidente ten
demos a trabajar sólo con el m étodo de Eisenstein?
M: Para empezar, recuerda que el cine sólo tiene unos cien años de vida.
El descubrimiento del montaje se produjo en 1903. Aún no ha pasado la
barrera del siglo. Y en esta fase tan temprana de una nueva forma artística es
de esperar que las características nacionales o regionales influyan en la gramá
tica del cine, sobre todo en Rusia. Allí hubo una enorme influencia de la dia
léctica, desde Kant y Hegel hasta Marx, y luego Eisenstein y otros encontra
ron la forma de plasmar la dialéctica marxiana — conflicto y síntesis— en su
cine. En la U nión Soviética el cine era considerado el arte que demostraba
más claramente-la superioridad de la dialéctica marxiana en su misma esencia.
N a t u r a l m e n t e , lo s c o m u n is t a s c a r g a b a n m u c h o las tin ta s e n es e a s p e c to d e la
c u e s t ió n , e n e l m o n t a j e .
Nosotros, que no somos marxianos siempre hemos trabajado con esos mis
mos elementos, pero no cargamos tanto las tintas. Sin embargo, con el paso
del tiempo, en las tres o cuatro últimas generaciones de cineastas, se ha pro
ducido una inevitable convergencia de las características regionales. Estamos
ansiosos por descubrir las cosas que funcionan.
Creo que lo que dice Richie sobre el cine occidental y el oriental es cierto.
Puede que en occidente, como tenemos una larga tradición en el concepto de
escena global desde la invención de la perspectiva tridimensional a comienzos
del Renacimiento, solamos pensar que la idea de las figuras en un espacio tri
dimensional es tremendamente importante. Y es natural que en el cine primero
fuésemos en esa dirección. En cambio, en Japón y en China, lo natural para la
fomia en que se ha desarrollado su arte es la idea de unas figuras relativamente
planas en un cuadro bidimensional, y de poner el énfasis en los detalles conte
nidos en ese cuadro hasta que adquieren una fuerza enorme. En algunas pintu
ras chinas, se deja el lienzo desnudo donde se supondría que hay cielo...
DOS RUMORES
SEGUNDA CONVERSACIÓN
Mi De hecho, el Exploratorium de San Francisco sería un buen sitio...
O : La otra historia tuya que recuerdo es que una vez imitaste a un perro
en la banda sonora de una película.
DOS R U M O R E S
OBRA DEL DIABLO
O : Una de las cosas que reivindicas es que fueron los dibujos animados,
junto con películas de animación de muñecos como King Kong, los que pro
vocaron un repentino salto en la utilización creativa del sonido en la década
de los treinta. ¿Cómo ocurrió y por qué?
M: Bueno, era un problema práctico. Como la animación se rueda fotograma
a fotograma, sean dibujos como Mickey Mouse o animales modelados como
King Kong, es imposible tener su correspondiente sonido. Es necesario crear la
banda sonora, que completa y da vida a las figuras como seres tridimensionales,
puesto que en sí mismas no son seres dimensionales. Uno de los elementos que
ayuda al público a suspender temporalmente su incredulidad es que los dibujos
animados hacen ruido, y por lo tanto de alguna manera tienen que ser reales.
O : Y eso conduce a una ficción del sonido...
OBRA D EL D I A BL O
nado efecto. La banda sonora no tenía que ser sólo una «grabación». Cuando
el agonizante Kane murmura «Rosebud» se siente y se presencia cómo la emo
ción de esa palabra recorre toda la casa.
Mi Sí. Exactamente.
O : Hace m ucho tiempo que no la he visto, pero ¿es algo muy intencio
nado a lo largo de toda la película, esa extravagancia selectiva del sonido?
M : Sí.
M: Es muy parecido a la luz. Una de las cosas que me fascinan de las mez
clas es que lo que hacemos con la paleta de sonido — los sonidos que decidi
mos enfatizar, cómo colocamos un ambiente espacial alrededor de esos sonidos,
qué cosas eliminamos— es muy análogo a lo que hace el director de fotografía
con la luz. Al iluminar los planos de un rostro, luego oscureciendo el fondo y
dejándolo ligeramente desenfocado, y además colocando una luz por allí para
destacar el anillo que hay sobre la mesa, y que de otra forma no se vería, el
director de fotografía está dirigiendo la mirada, en un modo pictórico, resaltando
ciertas cosas, ocultando otras. Pero eso queda fijado en el momento que se
rueda, y después no se puede hacer gran cosa para cambiarlo.
Q uién sabe, ahora que estamos entrando en esta nueva era de manipula
ción digital, ese tipo de cosas pueden ser cada vez más posibles — cambiar a
posteriori la iluminación de una escena, dependiendo de la función de la
escena en la película.
En sonido ya tenemos esa posibilidad: con la ubicación del sonido y regu
lando el volumen de salida podemos cambiar la «iluminación» de una escena.
Bueno, con el sonido podemos «oscurecer» la escena, por ejemplo, para que
la atmósfera que hay tras la escena tenga el mismo efecto emocional que si se
hubiese rodado con menos luz.
Cuando hago las mezclas, lo que tengo más presente es ese concepto de
iluminación, tanto física — resaltando elementos importantes del encuadre o
SEGUNDA CONVERSACIÓN
que proporcionan al espectador una mayor sensación de estar allí junto a los
personajes— como emocionalmente, dando énfasis a determinados elementos
de la historia.
Cuanto más te metes en el aspecto emocional de las cosas, mayor será el
recurso al empleo metafórico del sonido. La realidad llega sólo hasta un punto,
y luego hay que ir más allá de la realidad, más allá del fotograma. Siempre llego
a la conclusión de que subestimo el límite de hasta dónde puedo llegar.
Raram ente ocurre que cuando pongo un sonido en una película, ésta diga:
«¡Huy, no, eso es demasiado atrevido!». Norm almente la película dice: «¡No,
más, más!».
O; ¿Has hecho eso con escenas concretas de alguna película? ¿Darles esa
oscuridad?
M: Sí... Estoy intentando pensar en un buen ejemplo. En realidad es más
fácil oscurecer las cosas que aclararlas.
O : Supongo que será algo como El talento de Mr. Ripley.
OBRA D E L D I AB LO
O : R ecuerdo cuando m e contabas cóm o creaste el sonido del desierto
en E l paciente inglés. Decías que el desierto real no da una buena banda
sonora.
M: Sí.
O: O sea que no había una fase anterior, antes de las mezclas, donde se
pudiera introducir esa característica.
Mi No. Todo eso se creó después. Después del rodaje pero antes de las
mezclas. Produjimos el programa de radio igual que cuando uno sintonizaba
la emisora X ERB en el verano de 1962: tenía a W olfman Jack al micrófono,
tenía anuncios, tenía canciones, tenía llamadas de gente que pedía música. Y
luego llevábamos una cinta de aquel programa de radio a distintos ambientes
sonoros del m undo real, la reproducíamos y grabábamos lo que oíamos en un
segundo magnetofón. Era un proceso que yo bauticé, por razones obvias,
«mundanización».11
En las mezclas tenía control por separado tanto del programa de radio ori
ginal como de la versión «mundanizada». Subiendo la primera pista podía
enfatizar la fuerza y la claridad del programa y de la música, si eso era lo que
hacía falta. Cuando queríamos llevamos el sonido al fondo, podíamos despla
zar el equilibrio y dar énfasis a la segunda pista, y, de hecho, hasta a una ter
cera. Toda la «mundanización» se hizo dos veces, lo que hacía que el sonido
fuese aún más aleatorio, de forma que, si queríamos, podíamos hacer que el
sonido fuese casi como una niebla, como una neblina lluviosa, al fondo. Casi
no se notaba, y sin embargo llenaba el espacio en tom o a los personajes. Es el
equivalente sonoro de la profundidad de campo fotográfica. Si te hago un
retrato, no quiero que el fondo esté enfocado, porque quiero concentrarme
en tu cara. Y ajusto la profundidad de campo del objetivo para conseguir que
el fondo quede desenfocado.
N unca se había hecho en sonido una cosa así de forma tan completa. Fue
el hito histórico de American Graffiti.
11 En el original «worldizing». (N. del T.)
OBRA D E L D I A BL O
M IRA C Ó M O LO D I C E N
M: O tro elem ento de esa escena es que Francis utilizó diálogos en ita
liano sin subtítulos. Es m uy atrevido, incluso hoy en día, poner en una pelí
cula en inglés una escena larga entre dos personajes principales hablando en
otro idiom a y sin traducción. El resultado es que se presta más atención a
cómo se dicen las cosas y al lenguaje corporal que se emplea, y las cosas se
perciben de forma m uy distinta. Se escucha el sonido del idioma, no el sig
nificado.
El chirrido de un tren precedía al doble asesinato que se produce a continuación.
O i ¿Cuál fue la palabra que utilizaste anoche? N o era afasico, era...
Mi Sí, eso es: afasico. U no no sabe lo que están diciendo, así que la única
manera de com prender el sentido de la escena es observar cómo lo dicen, a tra
vés del tono de voz y del lenguaje corporal.
O : Somos un público limitado. N o nos lo están contando todo.
M: Sí, apareció hace un par de años en The N ew York Times una entrevista
con Salvatore Gravano, que había asesinado a unas cuantas personas para la
12 Ivy League, en el original. (N. del T.)
M I R A CÓMO LO D I C E N
Mafia y luego colaboró con la administración de justicia del estado. El entre
vistador le preguntaba si Mario Puzo había tenido alguna vez relación con la
Mafia. Y a Gravano le parecía que Puzo, sin duda alguna , o tenía relaciones, o
había sido él mismo miembro de la Mafia. Com o prueba esgrimía la escena en
la que Michael mata a Sollozzo y a McCluskey: «¿Te acuerdas de que Michael
no oía nada en el m om ento en el que se está acercando a ellos? ¿Recuerdas
que sus ojos se ponen vidriosos, que sólo se oía el ruido del m etro al fondo,
y que Michael no podía oírles hablar? Es exactamente lo que yo sentí cuando
maté a Joe Colucci... Q uien ha escrito una escena así tiene que conocer esa
sensación. ¡Es que sentía que era yo quien apretaba el gatillo!».
Gravano opinaba que sólo alguien que ha matado de verdad puede cono
cer esa sutil información emocional, y por lo tanto, Mario Puzo debía de
haber asesinado a alguien, o tuvo que tener contacto íntimo con gente que
había matado. Pero lo cierto es que, aparte de que Gravano confundía el libro
con la película, ese sonido era sólo mi manera de llenar un espacio sonoro que
normalmente debería estar ocupado por la música, era un efecto sonoro ¡de
un chico criado en el U pper W est Side de M anhattan y que no tenía absolu
tamente ningún contacto con la Mafia en ningún sentido!
Recuerdo que a continuación el entrevistador le preguntaba a Gravano si
El Padrino le había influido en su conducta.
«Bueno», responde, «maté a diecinueve personas».
«¿Y que tiene que ver eso con E l Padrino?», preguntó el entrevistador.
«Sólo había matado a uno, creo, antes de ver la película.»
« K A - L U N l<»
O: M e parece fascinante que creas que con ese «sonido metafórico» pue
des conseguir un mayor realismo en la atmósfera de la película. ¿Se te ocurren
otros ejemplos?
SEGUNDA CONVERSACIÓN
de metal que utiliza para marcar la casilla, y se escucha el ruido de sus pies
cuando salta. Ese sonido continúa, pero empieza a parecer excesivo. Y con el
público en ese ligero estado de confusión mental, la imagen encadena con la
escena en que los exploradores, en una época anterior, están sentados en torno
al fuego del campamento mientras los guías bereberes están tocando su música,
y percibimos que esos elementos de percusión se han ido superponiendo al
juego del tejo, y probablemente eso es lo que ha desencadenado el recuerdo
en la mente de Almásy. El también está oyendo el ruido que hace Hana
jugando al tejo, y algo que había en ese ritmo le ha transportado al pasado.
O: ¿En qué se basa tu decisión de hacer que ese m om ento sonoro sea sim
bólico o metafórico además de realista?
«KA-LUNK» 151
estaba montado y el hecho de que no hubiera nadie hablando en el m om ento
que sale el tapón nos animó a enfatizarlo. Podríamos haber decidido no dar
realce a ese leve sonido y concentramos en cambio en las expresiones de los
comensales. Pero la insistencia de ese leve sonido — el sacacorchos atornillán
dose en el cuerpo del tapón— parecía ayudar a estructurar el contexto más
amplio de la escena y preparamos para la conm oción y el m ido del metro y
del tiroteo que ocurre a los pocos minutos. Recuerdo que grabamos aquel
chirrido y el m ido del tapón cuidando m ucho los detalles...
SEGUNDA CONVERSACIÓN
M i El problema más frecuente es la abundancia. La cantidad de narración que
contiene una novela es muchísimo mayor que lo que puede contar una película.
En general, los relatos cortos son más fáciles de adaptar al cine que las novelas.
Por regla general, al adaptar al cine una novela, hay que preguntarse: ¿Cuál
es el relato corto de esta novela? Y a continuación tomar unas cuantas deci
siones vitales. La verdad evidente del cine es que visualmente es muy redun
dante. En Madame Bovary, Flaubert describe los ojos de Emma Bovary y alude
a su color posiblemente en otras tres ocasiones. En cine, cada uno de los foto
gramas de los ojos de Isabelle H uppert dice: «Este es el color de sus ojos», o
bien «Su pelo es así, y así su vestuario».
Eso tiene una fuerza tremenda, pero si encima de la abundancia de narra
ción de la novela colocamos ese tipo de redundancia, se obtiene... lo que se
obtenga de la combinación de abundancia y redundancia. Tendrem os que
acuñar una palabra nueva. En cualquier caso, es desbordante. Si los cineastas
son excesivamente respetuosos con la forma en que se narra la novela y con
cada uno de los detalles novelescos, están elaborando una receta para cocinar
problemas cinematográficos.
El tipo de novela que da lugar a una buena película tiene cierto m ovi
m iento, sea movim iento físico en la pantalla, sea movim iento emocional,
pasando de un estado a otro. O ambos, si puede ser.
LAS N O V E L A S Y EL C I N E : LA A B U N D A N C I A R E D U N D A N T E
Mi También intento escoger proyectos que encajen con los temas que me
interesan. Eso es una parte significativa del proceso, el trabajo al que te pre
sentas, de forma muy parecida a cuando los actores se presentan al casting para
un papel. En una situación ideal, como con Vanessa Redgrave en Julia, una
actriz elige un papel que representa algún tipo de verdad emocional para ella
com o persona, y que la eleva a un nivel que nunca antes había alcanzado.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
M: El problema de esa película — es una película maravillosa, la volví a ver
hace cosa de un año y aguanta muy bien— es que la estructura de la novela
es como un esquiador de fondo atravesando un paisaje. Milán Kundera lleva
la historia hasta un punto determinado, luego cambia al otro esquí y retrocede
en el tiempo — no hasta el principio, sino a lo mejor un tercio del recorrido—
y a continuación sigue adelante con la historia, desde el punto de vista de otro
personaje, avanzando más que con el primero. Atrás y adelante, atrás y ade
lante, pero en última instancia siempre moviéndose hacia adelante, alternando
los puntos de vista de los distintos personajes como si fueran un par de esquís
de fondo.
Daniel Day-Lewis y Lena Olin en una escena de La insoportable levedad del ser, 1988.
Philip Kaufman dirigiéndoles en una escena de la misma película.
gráficos. Pero ese borrador nunca llegó. Resultaba evidente que había tanto
que contar que la línea narrativa tenía que ser continua.
Creo que eso es lo que hacía difícil descubrir el relato corto contenido en
la película. Todo lo que en el libro era no lineal, en la película lo era, y por
lo tanto los puntos de fractura eran muy distintos, o incluso inexistentes.
El paciente inglés también tenía muchas secuencias de tiempo diferentes,
pero en cambio el guión de Anthony Minghella maniobraba intrincadamente
atrás y adelante en el tiempo, contando una historia personal, una historia de
amor, ante el telón de fondo de la segunda guerra mundial.
En muchos sentidos las dos historias — La insoportable levedad del ser y El
paciente inglés— son similares. Si tienes en cuenta todas las posibilidades que
tiene la literatura, las historias son sorprendentemente parecidas. Pero lo que
era inherente a tu libro, y que fue reflejado cinematográficamente, es la estruc
tura fragmentada. Creo que hay más de cuarenta transiciones temporales en El
paciente inglés. Una cantidad enorme. Muchas más que en Julia, que también
retrocede y avanza, y también muchas más que en El Padrino II, que también
hace lo mismo.
En La insoportable levedad todas esas transiciones fueron eliminadas, así que
siempre iba hacia adelante.
O : Me encanta el libro La insoportable levedad del ser — para mí fue increí
ble lo bien que funcionaba como novela. Y en la película había cosas muy bue
nas. Pero a pesar de que la historia sexual/personal estaba viva y tenía tensión,
y aunque algunas escenas políticas, como la llegada del tanque y la invasión,
tenían fuerza, creo que una parte de la película carecía realmente de la anarquía
súbita y salvaje del libro. ¿Eso por qué fue?
M: N o lo sé. N unca acortamos la duración de la película. El primer m on
taje era m uy largo. Y al final creo que la película dura dos horas y cincuenta
y cinco minutos. Dura más o menos lo mismo que E l Padrino: algo menos de
tres horas. En un m om ento del montaje de E l Padrino, Francis la redujo a dos
horas y veinte minutos. Pero quedó claro que con esa duración la película no
funcionaba. Y luego, cuando volvimos a la duración anterior, por alguna
razón, después de haberla recortado tanto ya no volvió exactamente a estar
como al principio: al recortarla tanto habíamos aprendido cosas nuevas. Eso
SEGUNDA CONVERSACIÓN
nunca lo hicimos con La insoportable levedad del ser. Phil, por sus propios m oti
v o s , y puede que acertadamente, no quiso llegar tan lejos. Ahora que pienso
e n ello, creo que probablemente habríamos aprendido algo al hacerlo.
Habríamos tenido conflictos entre escenas que no habían sido escritas para
c h o c a r entre sí. Y aunque las escenas no hubiesen funcionado bien así, habrí
a m o s aprendido cosas para poder reinventar la película en su versión larga.
Página siguiente: Daniel Day-Lewis y Juliette Binoche en una de las escenas de La insoportable
levedad del ser; las escenas callejeras en Praga se rodaron para recrear la invasión soviética y se
mezclaron con material documental real.
LOS M O M E N T O S « T R A G E D I A DE JOB»
quecida colcha de distintas texturas:13 una parte era en color, una parte estaba
en 16 mm, había un lote que debía de ser de trigésima generación, y una parte
era negativo original de 35 m m en blanco y negro. Teníamos que dar con el
m odo de integrar nuestra historia en ese metraje — haciendo que los dos per
sonajes se movieran por él y conseguir contar toda la historia de la invasión en
doce minutos; y teníamos que integramos en ese metraje desde una película
que tenía una textura m uy distinta, «no documental», y un diseño m uy estili
zado; y por último, teníamos que salir de ese metraje al final de la secuencia y
volver a nuestra historia de una forma interesante, no dándole al público la
sensación de que todo aquello era una aberración o una intrusión. Aunque se
tratase de una técnica y de un universo distintos, tenía que dar sensación de
autenticidad y de fuerza visceral, como si tú, el espectador, también estuvie
ras viviendo aquellos acontecimientos.
O : ¿Recuerdas haber montado alguna escena de una forma y luego haber
tenido que rehacerlo todo y montarla de otro modo?
SEGUNDA CONVERSACIÓN
De El paciente inglés: Hana escucha sin ser vista la confesión de Almásy. En el fotograma infe
rior Kip ha sido eliminado ópticamente.
LOS M O M E N T O S « T R A G E D I A DE JOB»
m om ento, su tristeza por la partida de Kip estaba demasiado próxima a la tris
teza de la última escena del Paciente. N o pudiste dejar aquel plano porque la
película necesita su ritmo. Supongo que necesitabas reservar su pena para la
escena siguiente. Tuviste que eliminar un plano que era estupendo en aras del
interés de la película en su conjunto.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
M: Se ve algo bastante diferente.
LOS M O M E N T O S « T R A G E D I A DE JOB»
One might begin by losing one's reading glasses
oh 2 or 3 times a day - or one's favorite pen.
XtX J-
CD
(ui
One Art
[Facsímil] El primer borrador y el último del poema «One Art» [Un arte], de Elizabeth
Bishop, publicado en 1975. Ver traducción en página 383.
Todo aquel que cruzaba por delante de su cabaña estaba obligado a pasar allí
la noche y a dorm ir en la cama de hierro de Procrustes. Mientras dormías,
Procrustes te estiraba hasta que fueses tan alto como el largo de la cama, o bien
cortaba las partes del cuerpo que sobresaliesen, de forma que daba igual que
fueses alto o bajo: cuando dejabas la cabaña tenías la misma estatura que todos
los que habían pasado antes por allí.
Pues Procrustes diría: «Aquí tenem os una película que dura tres horas, y
necesitamos que dure dos. N o hay más que — zas — cortar y dejarla en dos
horas». Hay que hacer cosas brutales, terribles con la película, pero en
seguida te plantas en las dos horas. Lo bueno que tiene este proceso es que
ahora tienes el privilegio de sentarte, ver la película y levantarte dos horas
después. Funciona bien m uy ocasionalmente. El m ontador R obert Parrish
cuenta en su libro, Growing Up in Hollywood [Crecer en Hollywood], que El
político [All the K ing’s M en ] tuvo siete proyecciones de prueba a lo largo de
seis meses con resultados cada vez peores, hasta el punto que el jefe de
Colum bia, Harry Cohn, iba a quitarles la película de las manos. Desesperado,
el director y guionista, R obert Rossen, le pidió a Parrish que repasara toda
la película y le dijo: «selecciona lo que tú consideres el centro de cada escena,
pon la película en la movióla y vete 100 pies (un m inuto) atrás y otros 100
adelante y córtala por esos puntos, esté pasando lo que esté pasando en ese
m om ento. C orta el diálogo, la música, lo que sea. Cuando hayas terminado
la volveremos a pasar para ver qué tenemos». Parrish lo hizo — recortó una
película de dos horas y diez m inutos y la redujo a una de noventa m inutos—
y la cosa funcionó, tenía sentido, «de una forma estimulante, ligeramente
confusa y con un tono de m ontaje de autor». Y El político salió adelante y
ganó el Oscar a la m ejor película.
Lo malo de este m étodo es que es un proceso no orgánico, y por lo tanto
hay muñones sangrantes en la historia. El trabajo posterior es buscar el modo
de cauterizar esas heridas m anteniendo al mismo tiempo la duración en dos
horas. A la hora de la verdad, normalmente utilizamos una combinación de
los dos métodos, el de la salsa para espaguetis y el de Procrustes.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
M: Delicioso..
«W I D E 0 »
16 Landlady, en el original. En realidad la víctima era una vieja prestamista. (N. del T.)
SEGUNDA CONVERSACIÓN
debo a John Huston, el director — él avanzó la idea en una entrevista con
Louise Sweeney a principios de los años setenta.
El resultado de todo eso es que creo que para que una película esté a su
mejor nivel, el patrón de cambios de plano tiene que reflejar o tom ar nota del
patrón de pensamiento de los personajes de la película, lo que en última ins
tancia significa el patrón de pensamiento del público. Al establecer la secuen
cia de planos, el m ontador está en realidad «parpadeando» para el público, y
los cambios de plano resultantes parecerán muy naturales y elegantes cuando
se producen donde normalmente se produciría un parpadeo durante un inter
cambio de dos personas conversando.
WIDEO
O : En Canadá tuvimos un primer ministro que tenía tendencia a cecear, y
los que le escribían los discursos recibieron la orden de evitar las eses.
Mi (Se ríe)
O : Cuando me fui de Sri Lanka a vivir a Inglaterra tenía once años, y tenía
dificultad para distinguir las letras uve y uve doble. Así que decía «wídeo» o
«wagabundo». Los primeros tres años en Inglaterra tenía que pensármelo dos
veces antes de decir una palabra que empezara por uve o por uve doble.
Probablemente era una vacilación de tipo más bien cultural.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
EL E S T I L O D E V I D A NO
C I N E M ATO G RÁFICO
Página siguiente: Brigitte Bardot y Michel Piccoli en las escaleras del tejado de Villa Malaparte
en El desprecio [Le Mépris], de Jean-Luc Godard (1963), rodada en la extraordinaria mansión que
Malaparte diseñó en Capri.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
tura de esos planos, y el punto donde decides que termina el verso tienen que
ver con el equilibrio rítmico del material hasta ese m om ento.
O : Se puede ver algo parecido en la obra de R obert Creeley, que es un
maestro de la métrica en poesía. El final del verso está íntimamente ligado a
su voz y a su personaje: de forma que su técnica le representa, hace un retrato
de él, tanto como el propio texto. De ese m odo, la forma es un reflejo de
estado y de la naturaleza de quien dice los versos. Hay una frase maravillosa
de la poetisa Sharon Thesen sobre Creeley que lo describe: «Cuando
ves/escuchas recitar a Creeley es casi como gestionar el dolor... Es esa con
ciencia indagadora, los cambios de dirección aproximándose o alejándose de
lo que puede ser concebido en o por el verso... y está todo en el verso... Su
léxico no es extenso ni florido. Ahí está esa inteligencia que no está dispuesta
a exceder de su forma... Se retrae con una encantadora y elocuente humilitas».
Al traducir y editar poemas de Malaparte como «El sonámbulo» o «El
viento», ¿fuiste muy fiel al texto?
Mí Bueno, todo lo fiel que puede ser un traductor. Hay un dicho italiano:
«Traduttore, traditore» — traductor, traidor.
Mi Sí, pero espero que sea una traición sólo superficial en aras de alcanzar
más profundidad. En un idioma una idea puede expresarse en una palabra y
en otra lengua requiere cinco palabras. Si uno tradujese literalmente cada una
de esas palabras, sonaría mal. Y puede que sea mejor averiguar qué pasa si con
densas esas cinco palabras en una. Y cómo repercute eso en la arquitectura del
resto de material. Y eso probablemente requerirá también otros ajustes, etc.
Mi Está por todas partes. Pero hace falta estar receptivo a ese humor. Es
sutil — sobre todo para un público americano— y es tan poco explícito que
es fácil pasarlo por alto. Creo que la obra de Malaparte está impregnada de esa
EL E S T I L O DE V I D A NO C I N E M A T O G R Á F I C O
característica... Hay una descripción fascinante de una comida en La piel [La
Pelle], que tiene lugar justo antes de la entrada de los aliados en Rom a.
Malaparte es ayudante de campo en el ejército francés y están acuartelados en
las colinas que dominan R om a. Algunos generales franceses y soldados marro
quíes hacen cuscús para comer. Durante los preparativos de la comida se pro
duce una explosión — estalla una granada y uno de los marroquíes pierde una
mano. Durante el almuerzo sale a relucir el tema de las experiencias de
Malaparte en el libro Kaputt, y uno de los generales protesta: «¿Por qué le
pasan a usted esas cosas tan extraordinarias, Malaparte? Soy general, he vivido
toda esta guerra y nunca me ha ocurrido nada increíble. Esas cosas debe de
haberlas inventado usted». Y Malaparte contesta: «No, no las invento. A lo
m ejor las atraigo como un imán. Pero ocurren».
Se produce un animado debate, y entonces Malaparte dice: «Bueno, pues
de hecho, mientras hablaba con ustedes, ha ocurrido algo increíble».
«¿Qué ha ocurrido?» Y él responde: «Bueno, cuando comía he descubierto
unos dedos humanos mezclados con mi cuscús. Naturalmente, com o buen
invitado, no lo he mencionado y he seguido comiendo como si realmente
hubiera sido preparado para mí».
Todos los comensales se quedan estupefactos, y Malaparte dice: «No, de
verdad, miren. Se ven los huesecillos en el plato. Probablemente la mano del
m arroquí aterrizó en la cazuela donde se hacía el caldo de cordero, se coció
con el resto de la carne y me la sirvieron a mí».
Todos se indignaron, pero uno de los invitados, Jack, un amigo estadou
nidense de Malaparte, examina el plato y se da cuenta de que les ha gastado
una broma: son sólo huesos de cordero cuidadosamente colocados para que
parezcan los huesos de una mano. Después del almuerzo Jack, dándole a
Malaparte una palmada en la espalda, le dice: «¡Qué bromista! ¡Qué ilusio
nista!». Y sin embargo, con esa mezcla de lo verdadero y lo imaginario,
Malaparte termina la historia con una nota de ambigüedad. Finalmente no
queda claro si eran huesos humanos o no. Y puede que después de todo, el
chiste fuera sobre Jack. Pero es gracioso. Y horrible. En la introducción su
libro Kaputt, Malaparte dice: «Este es un libro alegre y repugnante».
En general, los únicos testimonios de la experiencia de la guerra desde el
lado fascista fueron o bien de personas incultas o bien de los propios nazis, en
cuyo caso es preciso poner en duda lo que dicen por ser nazis. Y en cambio,
SEGUNDA CONVERSACIÓN
ahí está Malaparte, un observador m ucho más neutral e irónico, contándonos
c o s a s inauditas, y con esa forma suya de contar, tan peculiar. Supongo que eso
fue lo que me impactó.
O: Recuerdo una anécdota de William Carlos Williams cuando fue a
Francia a visitar a Ford M adox Ford. Van andando por el campo y Ford está
exponiendo sus teorías del impresionismo, de la novela contemporánea, etc.
En su diario, Williams escribió: «Ford no paró de hablar durante cuarenta
minutos y ni siquiera se dio cuenta de que muy cerca había un gorrión ate
rrorizado porque nos estábamos acercando a su nido». U na revista publicó las
impresiones de los dos hombres sobre aquella tarde, las de Williams en la
página de la izquierda, y las de Ford enfrente. Y el relato de Ford hablaba casi
únicamente de aquel gorrión que había visto durante el paseo. N o había nada
que tuviera que ver con la estética. Era maravilloso, lleno de detalles, con la
mente totalmente volcada en los tres pajaritos que había en el nido.
EL E S T I L O DE V I D A NO C I N E M A T O G R Á F I C O
TERCERA
C O N V E R S A C I Ó N
N U E V A Y O R K
17 Duke Ellington compuso un tema titulado Take the A Train (la línea A, que utiliza el autor,
y que pasa por el barrio neoyorkino de Harlem). (N. del T.)
Página anterior. Elizabeth M acRae y Gene Hackman mirando el material del día anterior en el
rodaje de La conversación con Coppola. 179
La mañana siguiente a su charla en el hospital nos sentamos para celebrar
nuestra tercera conversación. El sonido de las conducciones de vapor em po
tradas en las paredes del loft del SoH o donde estábamos reunidos nos sorpren
dió con su estruendo, una especie de invisible y aleatoria orquesta de game-
lán. En esa ocasión nuestra charla se concentró sobre todo en dos películas:
La conversación y Sed de mal, que W alter había estado m ontando de nuevo a
principios de 1998 siguiendo las instrucciones contenidas en un m em orán
dum de Orson Welles encontrado recientem ente. La conversación fue el pri
m er largometraje en que W alter m ontó la imagen, y en muchos aspectos
creo que es su trabajo más interesante (y probablemente más independiente)
de su vigente colaboración con Coppola com o guionista-director y con él
com o m ontador.
Nuestra conversación term inó con un almuerzo tardío en un restaurante
vietnamita en Greene Street.
EL MONTAJE DE L A C O N V E R S A C I Ó N
TERCERA CONVERSACIÓN
un ciudadano normal de clase media que de repente se ve arrastrado a un
m undo que no puede controlar.
O : Es una película asombrosa. Por un lado es un thriller, pero también tiene
esa ambigüedad que ya hemos comentado. Y tiene un punto de vista muy
minucioso y obsesivo.
M : Sí, ya que la historia se cuenta constantemente desde el único punto de
vista de un técnico de vigilancia normal y corriente. Sabemos que le ha con
tratado el director de una corporación sin rostro para que en secreto grabe las
conversaciones de una joven pareja, que puede que esté teniendo una aven
tura y puede que no. Pero como sólo sabemos lo que sabe él y nada más,
nunca llegamos a descubrir la historia completa de lo ocurrido. Sólo se pue
den hacer suposiciones. Y como el protagonista es un técnico de sonido, a lo
largo de la película el espectador naturalmente empieza a oír el m undo como
lo oye el personaje. Fue una oportunidad maravillosa.
O i Es una de esas grandes narraciones en donde nada es seguro. Y debe de
ser una obsesión muy parecida a la tuya...
M: Muchas veces, haciendo la película, tuve una sensación de desdobla
miento. Trabajaba en la película hasta muy tarde, mirando una imagen de
Harry Caul trabajando con su cinta de audio, y allí había cuatro manos, las
suyas y las mías. A veces estaba tan cansado y aturdido que cuando Harry Caul
pulsaba el botón para parar la cinta yo me sorprendía de que la película no se
detuviese también. ¿Por qué seguía moviéndose?
Es curioso: hace poco he estado trabajando en la película de Edison y
Dickson y he estado haciendo exactamente el mismo tipo de cosas que hacía
Harry Caul con aquella cinta.
TERCERA CONVERSACIÓN
Yo era el técnico de sonido que tenía más a mano: supervisé todo el trabajo
de postproducción de sonido en Llueve sobre mi corazón, E l Padrino, T H X 1138
y American Graffiti.
Mi Sí. Y para Francis, el oficio de Harry Caul es, por supuesto, muy pare
cido a la cinematografía: aquí está la materia prima, y ¿cómo se saca lo mejor
de ese material? Es una introspección, una mirada sobre el m odo en que fun
ciona una m ente así. Además hay m ucho de Francis en Harry Caul, aunque
cuando conoces a Francis nunca pensarías en él como Harry. Francis se pre
senta como un paterfamilias extrovertido y parlanchín. Te invita a su mesa. Le
encanta tener mucha gente alrededor y le gusta la conversación, ser el anfi
trión y hacer la comida para sus invitados — toda esa actividad social que está
en el extremo opuesto del solitario Harry Caul, solo en su apartamento como
de motel, tocando el saxofón. Pero de hecho hay otro aspecto de Francis que
se parece m ucho a Harry Caul.
Francis también posee un lado técnico muy desarrollado. Si su vida hubiese
tomado otro rumbo, es fácil imaginarle aún más metido en tecnología: «Harry
EL M O N T A J E DE L A C O N V E R S A C I Ó N
Coppola». ¿Recuerdas la historia que cuenta el rival de Harry, Bem ie Moran,
en la fiesta del loft de Harry — la historia de cómo Harry había pinchado el
teléfono de los vecinos cuando tenía doce años? En realidad es una anécdota
de Francis cuando tenía doce años.
Además todo cineasta es una especie de voyeur. Lo que pasa es que el voyeu-
rismo de Harry es m uy angosto: sólo abarca el espectro sonoro. Pero en cuanto
empiezas a hacer películas, normalmente siempre estás buscando argumentos
y contemplando otras formas de mirar, y espiando determinados aspectos de
la vida de la gente: no sólo se buscan argumentos, sino también enfoques para
los temas. Creo que a Francis le resultó fácil com prender a Harry Caul y su
oficio, basándose en su propia experiencia.
Ese es uno de los puntos fuertes de Francis: él encuentra la forma de que
sus películas se impregnen de sus propias experiencias personales. A m enudo
pienso que cuando una película de Francis no ha salido bien, o no ha alcan
zado todo el desarrollo posible, es porque no ha conseguido dar con la manera
de utilizar su propia vida y su propia experiencia como fuente con la que ali
m entar esas películas en particular. Entonces tiende a convertirse en un ejer
cicio más bien técnico. Pero indudablemente, en la serie de E l Padrino, en La
conversación y en Apocalypse Now, ha sabido convertir la realización de esas pelí
culas en una especie de campo de batalla personal y enriquecer el argumento
mismo de la película.
O ; A pesar de estar inmersos en «grandes» tramas, la mayoría de los per
sonajes de Coppola — W illard, Michael Corleone y los demás— son solita
rios, compulsivamente reservados. Son com o cristales espejados de una sola
dirección, que miran hacia afuera, que raramente se manifiestan, que están de
algún m odo en guerra con el m undo exterior. Ahí reside el drama.
M: M i imagen personal de una película de Coppola es un prim er plano
de un rostro m uy hum ano ante un increíble telón de fondo de acción histó
rica. Y logrando que ambas cosas funcionen a la vez sin desequilibrarse
m utuam ente.
TERCERA CONVERSACIÓN
escenas del guión y luego leiste el orden de las escenas tal y como figuran en
la película. El orden definitivo era algo así como: 1, 42, 2, 98; parecía que
t o d o había cambiado durante el montaje. ¿Es algo que ocurre en la mayoría
d e las películas o fue un caso aislado?
EL M O N T A J E DE L A C O N V E R S A C I Ó N 185
tfä*.
Mi Tuvimos que ser bastante ingeniosos. Por ejemplo, hay una escena en
la que Harry sigue a Ann — la mujer que era su «objetivo» de vigilancia—
hasta un parque, donde él le revela quién es y qué asunto se trae con ella.
Francis rodó el material del parque, pero todo lo que conducía a esa escena,
incluida una persecución en trolebús, nunca se rodó.
TERCERA CONVERSACIÓN
de W ong Kar-Wai, en el que me parece que él creó una «historia» durante el
montaje a partir de un abanico m ucho mayor de posibilidades que había
rodado. Y en La conversación da la impresión de que hay una historia completa
detrás de la selección del material — está al fondo, a lo lejos. Es parecido al tipo
de densidad que se desprende de una novela. N o somos rehenes de una histo
ria única y cierta, y cuando lo somos, sabemos que se trata sólo de una opinión:
hay claros indicios de otras versiones. N o hay muchas películas que hagan eso.
Creo que tú sí consigues ese efecto al estar siempre sugiriendo con el sonido
que algo está ocurriendo fuera de la pantalla — en E l paciente inglés, los sonidos
que proceden del exterior de la sala de tortura cuando estamos dentro sugieren
otros mundos y otras tramas: no las vemos, pero las oímos a través de distintas
capas de sonido. En La conversación se consigue algo parecido alterando y
haciendo colisionar el orden de los acontecimientos.
M: Una cosa que nos permitió hacer eso en La conversación fue la idea de
Francis de que los personajes debían llevar la misma ropa casi todo el tiempo.
Harry casi siempre lleva puesta la gabardina translúcida y sus curiosos zapatos
de suela de goma rugosa. Este sistema de utilizar el vestuario era algo que
Francis había desarrollado en otras películas, una observación muy precisa. Se
dio cuenta de que, para empezar, en la vida real la gente no se cambia tanto
de ropa como en las películas. En el cine hay un departamento de vestuario
interesado en mostrar lo que es capaz de hacer — lo que es algo natural— de
forma que, con el mínimo pretexto, los personajes cambian de ropa. El pro
blema es que eso im pone a los directores una estructura de escenas más rígida.
Elizabeth Hartman y un esqueleto en Ya eres un gran chico, una comedia de Coppola (1966).
pero si un personaje lleva la misma ropa, se puede poner una escena en un
lugar distinto sin llamar la atención.
En segundo lugar, hay un delicado equilibrio entre la línea temporal de la
historia de una película — que puede desarrollarse a lo largo de una serie de
días, semanas, o meses— y el hecho de que la película dura sólo dos horas. Se
puede alargar el tiempo durante el que un personaje lleva el mismo vestuario
porque inconscientemente el espectador está pensando: «Bueno, sólo llevo
aquí dos horas, no es extraño que no se haya cambiado de ropa».
Cuando ello resulta evidente, naturalmente hay que solucionarlo — si un
personaje en la película queda empapado, obviamente tendrá que cambiarse
de ropa, o si desempeña otra función social distinta una semana después, está
claro que llevará un vestuario diferente. Aparte de esos casos, es asombroso lo
constante que puede hacerse el vestuario de un personaje sin que se note.
Oí El cine, más aún que el teatro creo yo, insiste en una unidad, de alguna
manera. N o sólo en el vestuario o en las localizaciones, sino hasta en el sonido.
M: M m -hm .
EL M O N T A J E DE L A C O N V E R S A C I Ó N
modo de experimento, nosotros dividimos la escena en dos. En la primera parte
se veía a Harry trabajando en la cinta de forma rutinaria, sin descubrir la frase
crucial. Al día siguiente va a entregar la cinta al Director. Pero el hecho de que
el ayudante del Director, — un jovencísimo Harrison Ford— parezca dema
siado ansioso por tener la cinta en su poder le concede a Harry — y a nos
otros— una pausa. Harry vuelve a llevársela a su estudio para escucharla más
detenidamente. Aquí viene la otra mitad de la escena, cuando descubre la línea
fatídica — y que ahora, en este nuevo contexto, adquiere mayor significado.
Esta estructura permite al público seguir el desarrollo de los acontecimien
tos de forma más clara. Pero nosotros tardamos bastante en damos cuenta de
que había un problema y en dar con la solución.
Mi Correcto.
EL M O N T A J E DE L A C O N V E R S A C I Ó N
filo de la navaja combinando dos elementos que no confluyen de forma natu
ral: el cobre y el estaño se combinan fácilmente para producir el bronce, pero
aquello era distinto. El metal del estudio de personaje y el metal del género de
misterio no se fusionan fácilmente.
O : Lo sé. Empecé El paciente inglés leyendo un libro de no ficción sobre
un espía que cruza el desierto durante la segunda guerra mundial. U na amiga
mía me contó la historia de un espía al que su padre estuvo siguiendo en El
Cairo. Me dijo: «Lee este libro, que se titula The Cat and the Mice». Y tam
bién estaba la novela de Ken Follett — La clave está en Rebeca [The K ey to
Rebecca]— basada en las aventuras de un espía. Pero en la obra de no ficción,
el hom bre que guía al espía por el desierto me pareció m ucho más interesante
que el espía, aunque sólo había unas cuantas líneas describiendo a ese perso
naje. Y com prendí, com o hizo Billy W ilder, que éste era el tipo sobre el que
quería escribir... y ese tipo era Almásy. En realidad no estaba interesado en
una historia de espías, me interesaba el personaje de Almásy, pero también
quería tener en el horizonte el dramatismo de la historia de espías a medida
que iba escribiendo.
■
TERCERA CONVERSACIÓN
Mi Montaba La conversación de día y por las noches hacía las mezclas de
o una cosa por el estilo. Richard Chew era mi montador adjunto en La
G ra ffiti,
conversación. El consiguió que no se acumulara trabajo pendiente, gracias a Dios.
Si yo desaparecía durante un tiempo para trabajar en Graffiti, Richard conseguía
que las ollas del montaje siguieran hirviendo. Richard se fue a continuación a
montar Alguien voló sobre el nido del cuco [One Flew Overt The Cuckoo’s Nest], y
después ganó un Oscar por el montaje de La guerra de las galaxias.
TERCERA CONVERSACIÓN
EL S OCI O INVISIBLE
Mi Tienes razón, es una situación muy similar aunque las películas son
muy diferentes. En la escena de La conversación, transcurren por lo menos cinco
o seis minutos sin que la música acompañe lo que está pasando, aparte de la
música que está directamente grabada en la cinta. Sólo en el m om ento que
Harry se da cuenta, para su desgracia, de que: «Oh, no, esta manzana está
envenenada» es cuando entra la música. C om o ya he dicho, la música cumple
m ucho mejor su función cuando canaliza una emoción que ya ha sido creada
a partir del tejido de la historia y de la película.
EL SOCIO I N V I S I B L E 197
esa música que parecía hacer comentarios sobre la acción. Así que dimos mar
cha atrás y la utilizamos sólo al principio y al final.
O: ¿De dónde procede la excelente música de percusión de Apocalypse Nowl
TERCERA CONVERSACIÓN
O: Balanchine, refiriéndose a la partitura de Stravinsky para el ballet Apolo,
dijo: «La partitura fue una revelación. Parecía decirme que podía atreverme a
no utilizarlo todo. Q ue yo también podía eliminar».
EL SOCIO I N V I S I B L E
M: Es una técnica que se utilizaba m ucho en la época del cine mudo,
cuando no había grabación en el m om ento del rodaje. Cuando llegó la graba
ción del sonido se fue utilizando cada vez menos, por razones obvias: se colaba
en la pista de los diálogos. Kubrick la utilizó durante el rodaje de Espartaco
[Spartacus], según creo. Y puede que en 2001, una odisea del espacio [2001: A
Space Odyssey]. Algunos directores todavía la emplean muy bien. Pero después
hay que volver a grabar los diálogos.
O ; Una de las cosas que me llamaron la atención del trabajo musical que
hicisteis Anthony y tú en El paciente inglés fue que cuando hay música en la
banda sonora, el público se da cuenta más tarde de que ella forma parte de la
realidad de la escena. Por ejemplo, oímos ja z z de Benny Goodman como
parte de la banda sonora, y sólo después nos damos cuenta de que se trata de
un disco que ha puesto Caravaggio para el Paciente. La música se vuelve algo
más que una fuerza exterior: sus raíces están en la propia escena. M e parece
que en Ripley había un par de m omentos que funcionaban también así.
M : Sí. Esa es la gran fuerza de la música incidental: música que proviene del
interior de la escena, ya sea porque está tocando una orquesta y estamos vién
dola, o porque alguien tiene encendida una radio o un tocadiscos. Tiene un
efecto musical en el público, pero el espectador está a salvo de la sensación de
estar siendo manipulado descaradamente, ya que los sonidos están justificados
por la escena. Parece casi accidental: «¡Oh! Casualmente ha sonado esa música
cuando estaban rodando la escena»; no se percibe como una especie de texto
subyacente de la película. Por supuesto que lo es. Pero la sensación subcons
ciente es que no. Los efectos de sonido funcionan de forma muy parecida.
M: Sí, y desafinamos el piano, para dar la idea de que había estado meses
a la intemperie.
Página anterior. Música incidental dentro de la escena en El paciente inglés: se desafinó el piano
para sugerir que había estado expuesto a los elementos.
EL SOCIO I N V I S I B L E
EL T O N O MENOR
O : Y el Paciente, sí.
O ; Com o en Espartaco...
EL TONO M E N O R
O : Vi La conversación cuando se estrenó, y al verla hace poco estaba espe
rando el último movimiento de cámara, cuando Harry Caul está despeda
zando su apartamento...
M: La cámara oscilante...
TERCERA CONVERSACIÓN
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vC\ycr\(i£>io^e >^ (?»Ji S<?A.G/£ £^0 gJÍ
rt^ k ft ¡l& s J tñ É íiL a 4v b< a h í A . ~?1
M: Exactamente.
M: Sí...
M: Todo eso estaba en el guión. Francis tenía m ucho interés en que las
cosas fuesen exactamente como tú las describes: un trozo de diálogo grabado
en la cinta parece hacer comentarios sobre algo que estamos viendo ocurrir en
el loft. La relación entre la cinta y la imagen es musical. Oímos a la chica com
padeciendo a un vagabundo que duerme en un banco del parque, mientras
Harry está tumbado en su cama, angustiado por el destino de la chica. «Te
quiero», le dice la chica al chico en la cinta, mientras M eredith le susurra al
oído a Harry.
Hace unos tres años estuve en el Museo del Condado de Los Ángeles y
escuché la conferencia sobre el sonido que daba W a lte r M u rch . Tras la
conferencia se proyectó L a conversación. Fue probablem ente la conferen
c ia más im p o rtan te que había oído, y L a conversación me inspiró para
hacer lo que hice después.
Cuando me dieron luz verde p a ra m o n tar de nuevo Sed de m al, de Orson
W elles, basándom e en su m em orándu m , no hizo fa lta un ingeniero aeroes-
pacial p a ra a v e rig u a r a quién necesitaba yo p a ra volver a m o n ta r la pelí
cula. Conseguí a través de un am igo el núm ero de teléfo no de W a lte r y le
llam é a su casa. Le dije: « W a lte r, soy Rick S chm idlin . No me conoces pero
voy a producir un nuevo m ontaje de S ed de m al, de Orson W elles, y no se
me ocurre otro intelecto m ejo r que el tuyo capaz de estar a la a ltu ra del
de Orson W elles. ¿ E starías interesado?». W a lte r dijo: « M m m . M án dam e
el m em orándum y le echaré un vistazo».
Así que le m andé el m em orándum de 5 8 páginas. U na sem ana después
recibí una llam ad a, y W a lte r me decía: «¿ P o d rías venir al norte de
C a lifo rn ia p a ra que nos veam os y d iscu tam o s el p ro y ec to ? » .
In m e d ia ta m e n te me fui p a ra a llá en coche. Al pasar a la a ltu ra de San
Francisco y en dirección a la a u to p ista 1, recordé que una de sus indica
ciones era: «Al llegar a un cruce en el que veas una X tienes que g ira r a la
izq u ierd a». ¡W a lte r vive en una ciudad que ni siquiera tiene un cartel para
in dicarte cóm o tienes que lleg ar! Tú te buscas la vida.
Seguí las instrucciones de W a lte r y llegué a una bon ita g ra n ja con una
casa de la década de 1 8 8 0 y con una laguna que tiene la m ayor variedad
de aves del m undo. Llegué a la hora de com er. M e senté a la m esa de la
cocina con W a lte r, A ggie y su h ija B eatrice. Y él habló — de entre todas
las cosas— ¡de un determ inado co n trap lan o que decía que había visto en
Toro s a lv a je ! Y me preguntó si podía a v e rig u a r algo de una copia cin em a
to g rá fic a con esa versión que había visto en E uropa: qu ería saber qué
efecto podía tener ese c ontraplano sobre el contexto de la escena. T o d av ía
no he sido capaz de a v e rig u a r nada.
Al fin a l de la com ida, W a lte r sacó el m em orándum y em pezó a leerlo,
desde la págin a 1 hasta la ú ltim a de las 5 8 páginas. Al te rm in a r, puso el
m em orándum sobre la mesa y dijo: «Y o lo haré».
Un mes y m edio después estaba en la cu ad ra reconvertid a que tiene
W a lte r ju nto a la casa de la g ran ja . S em ana tra s sem ana resultaba fa sc i
nante verle tra b a ja r. Algunas m añanas, al llegar, me lo enco ntraba de pie
junto al A vid, en a lbornoz — a veces sólo en p ija m a — con el pelo a lb o ro
tado, y entonces sabía que se le había ocurrido algun a idea a las cuatro o
las cinco de la m adrugada y que desde entonces había estado m ontando sin
p a ra r.
U na de las cosas más interesantes que ocurrieron fue cuando descubri
mos que e xistía un m em orándum de sonido de 1 2 páginas, y conseguimos
lo c a liza rlo . El estudio nos iba enviando las páginas por fa x . E ra e x tra ñ o ...
¡com o si Orson estuviera m andándonos esas notas!
No exagero: tra b a ja r con. W a lte r ha sido la experiencia más provechosa
que he tenido en mi vida. A p ren d í m atem áticas, aprendí sobre la pacien
cia, sobre la estructu ra, la disciplina, la cre a tivid a d , la pasión, la h u m an i
dad, la hum ildad , la fa m ilia , la poesía y la prosa. Y tam b ién supe cómo se
siente uno cuando está en una casa que no tiene televisión.
así que le pregunté: «¿El negativo original está en condiciones razonable
m ente buenas?» (Lo estaba) «¿Hay un buen master m agnético de la banda
sonora, con separación entre diálogos, música y efectos de sonido?» (Lo
había) «¿Y puedo ver el m emorándum?» Q uedé enganchado en cuanto
em pecé a leerlo.
O i ¿Cómo llegó a escribirse el famoso memorándum?
Página siguiente: [Facsímil] Una de las 58 páginas del mem orándum que escribió Welles duran
te la proyección de Sed de mal, posteriormente pasado a máquina, después de que sólo le per
mitieran ver la película una vez.
2 14 TERCERA CONVERSACIÓN
I assume that the nrusio now baoking the opening
■•quenoe of the pioture la temporary* * *
0
As the camera movea through the streeta of the
Mexican border town, the plan was to feature a
succession of different and contrasting Latin
American musical numbers « the effect, that la, of
our passing one oabaret orchestra after another.
In honky-tonk districts on the border, loudspeakers
the Piofl4^ i j r g o or small,
wacn blasting out lt.s own tune by way of a 'cone-on*
or "pitch* for the tourists. The faot that the
streets are invariably loud with this musio was
planned as a basic devlee throughout the entire
picture. The special use of contrasting "mambo-
type" rhythm numbers with rook ’n ’ roll will be
developed in some detail at the end of this memo,
when I’ll take up details of the "beat" and also
speoiflos of musical oolor and instrumentation on
a soene-by-seene, and transition-by-traneitlon basis*
Mi Todo lo contrario. Welles quería quitar los títulos principales que habían
sobreimpresionado en el plano, y quería una banda sonora distinta, una música
hecha de ráfagas de música ambiental — saliendo de los burdeles, de las cantinas,
de las radios de los coches, de las trampas para turistas— que se desplazaran y se
mezclaran unas con otras mientras la cámara se paseaba por las calles de aquella ciu
dad fronteriza. En otras palabras, el equivalente auditivo del trabajo de cámara.
Fuimos capaces de eliminar los títulos, ya que afortunadamente encontra
mos un «fondo sin texto» en una de las latas de negativo. Ese plano se volvió
a reimplantar digitalmente en el tejido de la película, y no se nota dónde se
produce la transición.
La música original de H enry M ancini para los títulos de crédito era per
fectamente válida en sí misma, pero el problema es que establecía unas
M." Exacto.
LA NOC HE ER A N OC HE » : M O N T A N D O DE N U E V O S E D D E M A L
Aunque, al principio, había algunas notas que me dejaban perplejo. Fue sólo
después de completar el trabajo y de ver esos cambios en el contexto del con
junto de la película cuando me di cuenta de lo que Welles quería decir.
O í ¿Como qué?
■, . ■ . 1 ■'
M: El mejor ejemplo es la eliminación, aparentemente trivial, de un pri
m er plano de Menzies, el compinche de Quinlan, interpretado por Joseph
Calleia. En el m em orándum Welles dice que había que quitarlo «debido a una
utilización equivocada del objetivo gran angular que distorsiona grotescamen
te la cara de Menzies. N o tiene sentido incomodar así al público. La escena
había quedado muy bien sin ese absurdo primer plano». Cuando leía aquello
[Facsímil] Otro fragmento del memorándum de Welles con comentarios al montaje del estudio.
the Grandi-:'uaan soene be re-examined with
an open mind. No great effort will be needed
ln i
to find the proper footage for inter-outting
from the wealth of material available from the
various aoenea whioh play by the flaming ear.
It'a my opinion that the entranoe of Wulnlan
ahould be aaved for this. I think that moving
o l>
aid olarity and much improve the narrative line*
/ But this ia only one of several solutions,
kuinlan’s arrival through hia line "whoever did
it. ye l ackass" and the out of the biasing oar
would also make a moat effeotlve transition.
You would then return to Grandi (by a quick
dissolve, if you prefer) for hia line " Ve used
to have a nloe, quiet tosn around here..."
Thie would play beautifully. The aubjeot of
Grandi*a anxiety would have been dramatically
illurtrated, we would not have left the aoene
of the explosion until after all our prlnolpala
had been established, and the devioe of cutting
away from Quinlan (olearly the most signlfloant
pensaba: «¿Que pretende hacer aquí?». ¡Welles utilizaba ese mismo objetivo
muy a m enudo en la película! Pero en ese m om ento mi trabajo era sólo inten
tar hacer lo que Welles decía.
El primer plano en cuestión tiene lugar en una escena entre Vargas y
Menzies, en el m om ento crucial en que Vargas le ha mostrado a Menzies
pruebas de la duplicidad de Quinlan. Menzies, que está de pie, se derrumba,
y su dolor se refleja en ese prim er plano. Casi de inmediato se pone de pie de
un salto y defiende a Quinlan, pero el daño ya está hecho: Vargas le ha visto
reconocer la verdad y — no menos importante— Menzies ha visto que Vargas
lo ha visto. Com o consecuencia, todo lo que hace Menzies en la última media
hora de la película lo hace coaccionado: no sinceramente, porque él piense
que es lo mejor, sino obligado, ya que ha mostrado su debilidad ante Vargas.
Menzies tiene una correa metafórica alrededor del cuello.
Al ehminar ese prim er plano, también cortamos la correa. En la escena con
Vargas, Menzies ya no se derrumba, y sigue defendiendo a su jefe hasta el
final. Pero nosotros — y no Vargas— vemos duda y angustia en su cara. Vargas
no la ve debido a la puesta en escena.
Todo lo que hace Menzies a partir de ese m om ento — y él juega un papel
crucial en la caída de su jefe— lo hace de verdad: lo hace por elección, en vez
de por coacción. Ello hace aumentar el peso del personaje de Menzies en la
película, elevándolo a un nivel de igualdad con Vargas y Quinlan. En alguna
parte Welles ha descrito Sed de mal como una historia de amor y traición entre
dos hombres, Menzies y su jefe Quinlan. La eliminación del prim er plano de
Menzies juega un papel significativo en la materialización de esa forma de
entender la película.
Lo interesante es que el m em orándum de Welles no ahonda en las razones
subyacentes para recomendar ese cambio. N o olvides que se estaba dirigiendo
a su enemigo, el jefe del estudio. Si él hubiera admitido que había cometido
un error en la concepción de la escena, le habría dado al estudio un mayor
poder sobre él. Y por lo tanto Welles oculta su motivo real en una neblina
técnica, achacándolo al empleo de un objetivo equivocado.
En la realización de películas hay frecuentemente m omentos así, en donde
grandes cuestiones relativas a los personajes o a la historia se deciden por la
inclusión — o no— de un plano en concreto que repercute en la película en
toda su extensión.
Mi Así lo espero. Una vez dijo en Cahiers du Cinéma: «Para mi estilo, para mi visión
del cine, el montaje no es sólo un aspecto: es el aspecto. El concepto de “dirigir”
una película es un invento de críticos como ustedes [Cahiers du Cinéma]. No es un
arte, o en el mejor de los casos, es un arte sólo un minuto al día. Ese minuto es
terriblemente crucial, pero se produce muy raramente. El único momento en que
uno es capaz de ejercer control sobre la película es en el montaje. Las imágenes por
sí mismas no son suficientes. Son muy importantes, pero sólo son imágenes. Lo
esencial es la duración de cada imagen y lo que sigue a cada imagen: lo que otor
ga al cine toda la elocuencia es que se gesta en la sala de montaje».
EL ECO EQUIVOCADO
Abajo: En Sed de mal, O rson Welles como Hank Q uinlan y Joseph Calleia en el papel del sar
gento Pete Menzies caminan por el puente. Charlton Heston, en el papel de M ike Vargas les
acecha desde abajo. Página siguiente: Vargas con su magnetofón, utilizando «un micrófono en
vez de un arma para cazar al culpable...». Vargas encuentra a su esposa, Susie, drogada y en un
motel de mala muerte.
O : El m icrófono como arma poderosa.
I
Mi En ese desenlace de Sed de mal, Welles inventó algo que me es muy
querido porque es muy parecido al principio de La conversación: esto es, hacer
que la resolución de la historia dependa de distintas tonalidades y perspectivas
del sonido.
Quinlan y Menzies van paseando por aquel laberinto de pozos petrolífe
ros, por la noche y — sin que Quinlan lo sepa— Menzies lleva un micrófono
inalámbrico escondido bajo su chaqueta. A cierta distancia va siguiéndoles
Vargas con un receptor de radio, captando la conversación, en la esperanza de
que Quinlan diga algo que le incrimine.
Cuando estamos cerca de Quinlan y Menzies, se les oye normal. Cuando
estamos con Vargas y su magnetofón, se les oye distorsionados, como a través
del teléfono. Y cuando estamos lejos tanto del cazador como de su presa, se
oyen las voces en una especie de campo sonoro con eco. Todo es muy diná
mico, sin acompañamiento de música.
Esa atención a los detalles da excelentes frutos cuando Quinlan y Menzies van
por un puente y Vargas se ve obligado a ir por debajo de las arcadas del puente
para seguirles de cerca. Y ahora, la voz grabada de Quinlan, reproducida en el
magnetofón, resuena en el interior de las arcadas. Quinlan se detiene súbitamente,
sospechando algo: está oyendo su propia voz con un eco equivocado. Y empieza
a imaginarse lo que está pasando: que su colega Menzies lleva un micrófono oculto
y que su enemigo Vargas debe de estar debajo del puente con una grabadora.
De forma que ese eco — esa calidad de sonido en particular— provoca que
se resuelva la trama: Quinlan acusa a Menzies, hay un forcejeo, Menzies recibe
un tiro, luego Quinlan se va a por Vargas, pero él mismo es abatido por un
tiro de Menzies, que está m oribundo. Welles hizo depender todo el final de
la película de la capacidad de sus personajes, y del público, de reconocer un
sutil matiz en el sonido, de darse cuenta de que se trata de un eco equivocado.
¡Es fantástico!
O.' En cierto sentido, Welles es la piedra de toque no sólo de una gran ori
ginalidad sino también como ejemplo de cómo puede malograrse un director
joven.
Mi Absolutamente cierto. Su vida nos dice: «Puedes hacer algo así aunque
sólo tengas veinticinco años, porque yo hice Ciudadano Kane cuando tenía
veinticinco. Es posible». Eso anima m ucho a la gente joven. Por otro lado,
tuvo una vida tan accidentada, su lucha fue escenificada tan en público y
durante tanto tiempo, que se puede interpretar como un cuento con mora
leja: «Así es como se triunfa, pero éstas son las trampas que hay que evitar».
En definitiva, yo diría que su presencia como una figura emblemática se
debe no sólo a sus éxitos sino también a sus fracasos, y también a la particular
naturaleza de esos éxitos y fracasos.
EL ECO EQU I V O C AD O
EL ÁNGULO MÁS CARACTERISTICO
EL Á N G U L O M Á S C A R A C T E R Í S T I C O 229
objetivo de 45 m m a un m etro y medio, que es lo que yo pedía a menudo
cuando hacíamos primeros planos de ella.
TERCERA CONVERSACIÓN
punto de vista a otro, para conseguir la perspectiva y el ángulo de visión más
interesante, más característico y más revelador para cada situación. Ahora
nos parece perfectam ente normal, pero dentro de quinientos años puede
que a la gente le parezca extraño o cóm ico.
,
EL Á N G U L O M Á S C A R A C T E R Í S T I C O
CUARTA
C O N V E R S A C I Ó N
S A N F R A N C I S C O
INFLU ENCIAS
2 34 CUARTA CONVERSACIÓN
O: ¿Por el montaje o por el conjunto de la película?
O: N o está montado.
INFLUENCIAS 235
desayuno. De alguna manera, hechos puramente cotidianos o accidentales
adquieren tal magia que te influyen y te permiten ver cosas.
Suelo pensar en el cine en ese sentido. Cuando trabajo en una película
intento abrir una determinada parte de mi cerebro y me pregunto: «¿Qué está
pasando en el mundo?».
O í Esos humildes sonidos que ya has mencionado...
Sombras en la arena: en exteriores en las dunas de Túnez durante el rodaje de El paciente inglés.
%
villosas obras de la literatura, pero en última instancia, por el bien del proceso
creativo, me pregunto si ha sido un buen camino a seguir...
Sin embargo, si profundizas mucho, es otra cuestión. Por eso los grandes
compositores del siglo XIX no cesaron de volver a la música popular, a las raí
ces y a los fragmentos de cosas que tenían mucho significado para ellos y para la
sociedad en la que vivían. Yo prefiero sin duda encontrar en el cine el equiva
lente de eso que hacer referencias superficiales a películas de hace unos pocos
años.
O : Com o escritor, para mí es más fácil ver una película sin tener en cuenta
ese elemento de juicio crítico — sigo viéndolo como magia. En cambio, si
estoy trabajando intensamente en un libro, probablemente no me pondré a
leer a un novelista verdaderamente bueno. Podría leer a un buen escritor de
otro siglo, pero no a un contemporáneo. Probablemente leería una excelente
novela de género, como The Queen’s Gambit, de W alter Tevis, o algo de no
ficción. (Hace poco me contaron que Yeats, cuando escribía poesía, ¡leía la
prosa de John M ilton como estimulante!) Puedo aprender del cine porque no
forma parte de mi m undo. Aunque probablemente me influya más un buen
montaje que el argumento de una película. Me pregunto si tú, de forma simi
lar, te sientes influido por las otras artes. ¿Estás influenciado por las novelas, o
por la música — o por la ciencia?
O ; Si tuvieras que escoger, pongam os, diez películas que hayan cam
biado de alguna form a el m ontaje y el sonido, ¿cuáles serían? ¡Es una de
esas terribles listas! Supongo que en tu lista estarán M , el vampiro de
2 38 CUARTA CONVERSACIÓN
Peter Lorre en M, de Fritz Lang, una película muy influyente tanto en el sonido como en el
montaje, 1931.
Dusseldorf [M -Morder JJnter Uns-] y King Kong. Pero, ¿qué películas crees
tú que han influido o alterado la forma de dirigir, o que han m ostrado posi
bilidades adicionales?
Mi Intentaré pensar en ello. En realidad, mi cabeza no funciona así. Haciendo
un esfuerzo puedo hablar de la historia de las influencias, de modo impersonal.
Pero a nivel personal, sigue siendo la parte posterior de la caja de cereales...
INFLUENCIAS 23<
Era una película monofònica coniente de la época, sin nada espectacular
desde el punto de vista técnico, pero el sonido del aire — únicamente el
sonido de un espacio inmenso lleno de gente— que acompañaba a ese plano
hizo que de repente me diera cuenta de todo lo que se puede conseguir con
una adecuada atmósfera de sonido. M e dijo todo lo que necesitaba saber sobre
la fuerza que tiene el sonido atmosférico. Plan diabólico también tenía un
sonido de taladradora buenísimo justo al final — el sonido ligeramente líquido
de un taladro entrando en un cráneo— después de que la imagen se hubiera
fundido a negro.
Plan diabólico no fue, históricamente hablando, una película influyente. Y
no creo que a nadie que la viese ahora le sorprendiera ninguna de las cosas que
he mencionado. Pero yo estaba preparado para recibir la información que me
estaba transmitiendo,
Tam bién debí de ver Sed de mal por aquella época. N o lo recuerdo como
un m om ento fulminante, como me pasó con Plan diabólico, pero claramente el
uso que hace Welles de la música incidental y de las perspectivas sonoras tiene
que haberse registrado, tiene que haber depositado un estrato de ricos sedi
mentos en alguna parte de mi geología mental.
O: Por cierto, el otro día estuve viendo La diligencia [Stagecoach], de John
Ford.
M: N o he vuelto a verla desde mediados de los años sesenta.
CUARTA CONVERSACIÓN
taba compartir el ascensor con los demás inquilinos — significaba que tenían
que esperar— así que Zelda ató la puerta del ascensor con una bufanda para
que se quedase todo el tiempo en el cuarto piso. Nadie más podía cogerlo.
Cuando estaba escribiendo mi crónica Cosas de familia, pensaba a m enudo en
el descaro y en la desconsideración de aquel acto. M i libro estaba ambientado
en las antípodas. Pero ese pequeño detalle de una biografía alimentó el tono
de mi libro.
INFLUENCIAS
¡Dame la razón o no! La zona más propicia para la comunicación es la zona
gris, la que trata de cosas como tu escalera, donde el lector está bastante recep.
tivo a lo que escribe el autor pero aportando también sus propias imágenes e
ideas, que en sentido creativo adulteran la visión y las ideas del autor. Se pro
duce una sinergia entre el enunciado del escritor y la aportación del lector. Esa
comunicación, que inicialmente no está presente ni en el emisor ni en el recep
tor, es mayor que el mensaje del escritor y que los pensamientos del lector por
separado.
Es algo parecido a lo que ocurre con la visión hum ana. El ojo izquierdo
ve una cosa y el derecho ve otra cosa diferente, una perspectiva ligera
m ente distinta. Son tan parecidas, y sin em bargo lo suficientem ente distin
tas, que cuando la m ente intenta verlas sim ultáneam ente, resolviendo sus
contradicciones, la única form a de hacerlo es creando un tercer concepto,
un terreno donde puedan coexistir ambas perspectivas: el espacio tridi
m ensional. Este «espacio» no existe en ninguna de las dos imágenes aisla
dam ente — cada una representa una visión plana y bidim ensional del
m undo— pero el espacio tal y com o lo percibim os se crea por el esfuerzo
de la m ente para conciliar las imágenes diferentes que está recibiendo del
ojo izquierdo y del derecho.
V E IN TE PREGUNTAS NEGATIVAS 2 43
faga todos los requerimientos lógicos: m enor que una panera, comestible,
hueco, etc. Pueden ocurrir dos cosas: Éxito — ese torbellino es capaz de dar a
luz una respuesta que a posteriori parece inevitable: ¡Por supuesto! ¡Es el — ! Y
el juego termina aunque Michael siga creyendo que ha jugado al juego
corriente de las Veinte Preguntas. De hecho, nadie eligió el — de partida, y
Anthony, W alter y Aggie han sudado la gota gorda, practicando una especie de
gimnasia mental, siempre al borde del desastre.
Q ue es el otro resultado posible: el Fracaso — el juego se puede venir abajo
de forma catastrófica. A la decimoquinta pregunta, por ejemplo, las preguntas
pueden haber generado condiciones lógicas tan complejas que ningún objeto
de la habitación puede cumplirlas. Y cuando Michael le hace a Anthony la
decimosexta pregunta, Anthony se rinde y tiene que confesar que no lo sabe,
y debe revelarle por fin el secreto a Michael: han estado jugando todo el
tiempo a Veinte Preguntas Negativas. W heeler sugiere que la naturaleza de la
percepción y la realidad, a nivel cuántico, y puede que también a un nivel
superior, se parece de alguna forma a este juego.
Cuando lo leí, me recordó muchísimo a la cinematografía. Hay un regla
mento ya acordado, que es el guión, pero en el proceso de elaboración de la
película hay tantísimas variables que todo el m undo tiene una interpretación
distinta del guión. El operador desarrolla una opinión, y luego le dicen que tal
papel le ha sido asignado a Clark Gable. Y piensa: «¿Gable? M m m , yo no creía
que fuera a ser Gable. Si es Gable, tendré que modificar cosas». Después, el
director de arte hace algo con el decorado, y el actor dice: «¿Éste es mi apar
tamento? De acuerdo, si éste es mi apartamento, entonces soy una persona
ligeramente distinta de lo que yo pensaba: voy a cambiar mi interpretación».
El segundo operador que sigue su acción piensa: «¿Por qué hace eso? Ah, es
porque... De acuerdo, voy a abrir un poco el plano, porque está haciendo
muchas cosas imprevisibles». Y a continuación el m ontador hace algo inespe
rado con esas imágenes, lo que a su vez le da una idea al director sobre el
guión, y cambia una línea de diálogo. Y entonces el departamento de vestua
rio lo ve, y decide que el actor no puede llevar ropa de trabajo. Y así es la
cosa: todos están constantemente modificando sus ideas preconcebidas. Al
final una película puede tener éxito, puede ir ascendiendo en espiral sobre sí
misma hasta un resultado que parece haber sido predeterminado en todos sus
detalles con gran antelación. Pero en realidad ha ido creciendo a partir de un
M: Exacto. Y ocurrió que fue Edie quien vio la metáfora: com o teníamos
dos bombas en la historia original, si ya no teníamos la bomba grande, igual
m ente — o incluso mejor— podíamos usar la bomba m enor como metáfora
de la mayor.
M: Sí, puede que el cine tenga mucha más inercia que la prosa. U n libro
puede cambiar ágilmente de trayectoria, tan súbitamente que para una pelí
cula un cambio así resultaría m uy peijudicial.
O; Tú has dicho que tener ayudantes le sirve al artista para tener los pies
en el suelo, contrariamente a lo que ocurre cuando el artista está aislado. Ahí
e s tá n , por ejemplo, los grandes maestros del arte medieval, rodeados de ayu
d a n te s , en contraste con la soledad del artista contemporáneo...
OCIOSIDAD FO RZ OS A 247
En general tengo predilección por aquello que de alguna forma hace que
el proceso sea aleatorio y también más interesante, que me mantiene alerta y
que, en definitiva, me hace ser hum anamente más productivo.
O'. Louis Malle decía que él, entre la realización de dos películas de fic
ción, hacía por su cuenta un documental. Cogía una cámara y lo rodaba él
mismo. Me parece que es una cosa parecida: meterte en una realidad dife
rente, con otro código o con otro ritmo, para estar perm anentem ente en pro
ceso de aprender, y de cambiar incluso tus principios esenciales.
M; ¿Haces tú algo parecido entre tus libros? Supongo que esta conversa
ción tiene algo de eso.
O : Siento la necesidad de evadirme de la palabra escrita. Después de tra
bajar en mi primer libro largo, The Collected Works o f Billy the Kid, necesitaba
alejarme de las palabras, de mi propio vocabulario cerebral. Así que hice un
documental. Lo he hecho un par de veces — he trabajado en cine, o en tea
tro, o en danza— y finalmente volvía a la literatura con un renovado sentido
del lenguaje. Con una voz nueva.
O: En algún momento has distinguido entre dos formas de hacer cine: la idea
de Hitchcock de que una película está completa dentro de la cabeza del creador
— «la he inventado en mi soledad, y ahora sólo tengo que ponerme a hacerla»—
y el «concepto Coppola», que se alimenta del proceso en sí, donde uno coreogra
fía, inventa y recolecta durante el proceso de realización de una película. ¿Crees
que una forma de hacer cine se impondrá sobre la otra a medida que avancen las
tecnologías? Tú has trabajado con cineastas de ambos tipos... Por ejemplo, alguien
como George Lucas me parece más próximo al estilo de Hitchcock.
M; Sí, las dos primeras personas con las que trabajé eran buenos ejemplos
de esos dos enfoques diferentes. Francis domina la práctica del cine, y está fas
cinado por el proceso técnico y hum ano de hacer una película. En compara
ción, George es un director que lleva en la cabeza una visión completa de la
película. Para él, el problema consiste en encontrar en la práctica la forma de
llevar esa visión a la pantalla de la forma menos adulterada que sea posible.
DOS F O R M A S DE H AC E R C I N E 249
Hitchcock dirigiendo a Janet Leigh durante la escena de la ducha en Psicosis, 1960.
CUARTA CONVERSACIÓN
Estoy exagerando para que la distinción sea más clara. De hecho, ningún
director es completamente frío o caliente en ese sentido, y no me creo todo
lo que escribe Hitchcock. He visto el desglose de la secuencia de la ducha de
Psicosis, que supuestamente estaba planificada y dibujada hasta el enésimo
grado, y realizada exactamente así. Por lo que yo sé de cómo se hacen las pelí
culas sé que lo que se ve no corresponde exactamente al storyboard...
Tam bién hay que decir que ambos sistemas tienen sus riesgos. El riesgo
del sistema hitchcockiano es que se puede llegar a estrangular la fuerza
creativa de la gente que está colaborando en la película. La película que
resulta de ello — aunque sea una visión perfecta de una idea que alguien tenía
en la cabeza— puede parecer carente de vida: parece que existe por sí misma,
sin la necesaria colaboración ni de la gente que hizo la película ni, en última
instancia, del público. La película dice: «Soy lo que soy, te guste o no».
En el otro extremo, el riesgo de la película guiada por el proceso en sí es
que puede venirse abajo en el caos. De alguna manera, la visión organizadora
central puede quedar tan debilitada y comprometida por tantas contribucio
nes diferentes que resulte aplastada bajo su propio peso.
O : Da la impresión de que hoy en día, con los sistemas digitales, uno tiene
la posibilidad de m ontar de forma más personal. U no puede improvisar priva
damente e intentar un abanico de posibilidades — com o se hace con un
manuscrito— hacer alguna chapuza, m over las cosas hacia atrás y hacia ade
lante... Mientras que cuando había que cortar realmente la película — tarea
más bien ardua— uno no tenía tanta libertad.
DOS F O R M A S DE H AC E R C I N E
cuidadosamente planificado de antemano. Se requería también experiencia
imaginativa para saber que un determinado pigmento a base de cobre se vol
vería verde con el tiempo, aunque al principio pareciese marrón.
La pintura al óleo sobre lienzo, cuando empezó a utilizarse en el siglo XV,
le daba al pintor la posibilidad de editar: de pintar encima, de convertir una
manzana en un melón. Además el lienzo era portátil y reutilizable, y los pig
mentos que se utilizaban en los colores eran permanentes una vez secos.
Creo que esta distinción «óleo frente a fresco» es aplicable a todos los pro
cesos creativos: algunos escritores planifican de forma extensiva y sus prime
ros borradores son los borradores finales, mientras que me parece que tú,
Michael, eres casi el polo opuesto.
O : Si ahora me dieran un esquema con todo el trabajo que voy a tener que
hacer en los próximos cinco años, me moriría de aburrimiento al tercer día.
Aborrecería tener que estar encerrado en un escenario fijo. U n escritor tiene
licencia para sorprenderse a sí mismo, para dar a su rum bo un golpe de timón.
Siempre se puede retroceder para eliminar errores, para eliminar subtramas
que no funcionan. Nada está escrito en piedra, así que ¿por qué autolimitarse
a una historia planificada de antemano?
Mi Pero en el cine la distinción es más drástica, porque el proceso cine
matográfico se produce a un ritm o muy intenso, e implica a m ucha gente
«El elementó del azar»: Coppola decidió no posponer la escena del golf en Ya eres un gran chico,
y la rodó bajo la lluvia.
que colabora, y porque se produce de una forma no lineal, sin orden correla
tivo — cosa que a un observador ocasional le puede pasar inadvertida.
Incluso la escultura en mármol, donde parecería que el artista tiene que
t e n e r antes de empezar una buena idea de lo que va a hacer, da la posibilidad
d e improvisar. Miguel Angel hablaba de descubrir la escultura encerrada en el
bloque de mármol a medida que iba trabajando en ella, de forma que si veía
que una determinada veta del mármol cambiaba de color a mayor profundi
d a d , cambiaba lo hiciera falta para aprovecharlo.
O : En las imágenes de las pinturas de los templos de Sri Lanka, hay que
seguir una línea narrativa horizontal a lo largo de muchos paneles murales. Y
cuando lo vas siguiendo, al llegar al arco de una puerta, ves que el pintor ha
subido y ha seguido por la parte superior. O , si llega a una zona de un tipo de
piedra diferente, conseguirá dar un rodeo, o la integrará en la obra. Y así el
m undo real queda incorporado a la estructura de la obra de arte.
Mi A mí me gusta especialmente la parte del proceso en que hace su apa
rición un elemento del azar. Incluso en la fase de montaje, cuando ya está todo
rodado. Siempre intento estar abierto a lo que parecerían yuxtaposiciones for
tuitas de imágenes que pueden no constar en el guión, pero que se desvelan
durante el proceso de trabajo con el material tal y com o se rodó.
2 54 CUARTA CONVERSACIÓN
montaje rápido?». De Niro aún está sacudiendo la pistola de un lado a otro
para apagar las llamas cuando llega el corte. Pero queda la sensación de que el
a s e s in a t o se está descontrolando un poco, y es una sensación de algo real, un
auténtico accidente capturado en película. Es el único hecho fortuito en toda
su meditada planificación del asesinato.
Mi Es un m om ento inspirado, y sin duda parece fortuito. De hecho,
Francis lo tenía escrito en el guión, así que estaba previsto desde el principio.
Se le ocurrió la idea de las llamas cuando leyó que en aquellos tiempos a veces
se utilizaban toallas como silenciadores.
O : Lo que le da más fuerza es la sensación de un accidente captado por
la cámara, aunque esté cuidadosam ente preparado. Es la fuerza de un
rápido detalle inacabado — com o aquel paquete de cigarrillos lanzado por
los aires a cámara lenta durante el robo de Algo
salvaje [Something W ild \ . Su rapidez te graba
instantáneam ente el m om ento en la piel, y lo
hace inolvidable.
M: O el tabaco que sale volando de la mano
de Charles Vanel un segundo antes de que haga
explosión la nitroglicerina en El salario del miedo
[Le salaire de la peur].
DOS F O R M A S DE H A C E R C I N E 255
Y hay un m om ento memorable en Después del ensayo [Efter repetitionen] de
Ingmar Bergman. Cuando se han pronunciado las palabras finales, hay un
corte a negro impactantemente rápido y brusco. N o se nos concede un com
pás de meditación. Es brusco, y de alguna extraña manera, también es refres
cante, conmovedor, porque inesperadamente hemos sido expulsados del
tiempo habitualmente dedicado a una emoción. Siempre he querido terminar
así un libro... Creo que Donald Westlake lo hacía admirablemente en
Comeback, uno de sus libros publicados de Parker.
20 Fred Zinnem ann (1907-1997) fue director entre otras películas de Cinco días un verano [Five
Days One Summer] (1982), El día del chacal [The Day of the Jackal] (1973), De aquí a la eternidad
[From Here to Eternity] (1953) o Solo ante el peligro [High Noon] (1952). (N. del E.)
M urch con Zinnem ann en el rodaje de Julia.
M: M atthew R obbins m e telefoneó y m e dijo que Fred había pregun
tado quién había m ontado La conversación. Entonces yo estaba sin trabajo,
así que le escribí una carta diciéndole que había oído que iba a hacer Julia
-— casualm ente yo acababa de leer Pentimento, el libro de Lillian H ellm an—
que m e encantaría m ontarla y que si quería conocerm e. Así que tom é un
avión para N ueva Y ork en la prim avera de 1976, y em pezam os a trabajar
juntos. Julia se iba a rodar en Inglaterra y en Francia, de form a que yo iba
a trabajar por prim era vez fuera de m i país, en un proyecto de un gran
estudio con gente que no conocía de antes — aunque nos hicim os amigos
en el transcurso de la producción.
O : ¿Qué edad tenía Zinnem ann entonces?
bien dónde tenían que ir. Le encantaba ese tipo de azar. Decía que en la vida
real, los acontecimientos siempre ocurren por primera vez, no por séptima
vez. Lo que le desagradaba en particular era una interpretación demasiado bien
engrasada, donde todo funciona demasiado perfectamente.
O: Recuerdo una escena de Historia de una monja [The N u n ’s Síory], en el hos
pital africano donde una de las monjas es asesinada... Es una escena terrorífica. Da
la sensación de que las cosas se han ido fuera de control delante de nosotros. Es
un estilo documental en medio de una película de corte bastante clásico.
M : Esos dos enfoques no son contradictorios, pero creativamente están
contrapuestos, de la misma forma que lo están el pulgar y el índice. El apodo
que le puso el equipo inglés de Julia a Zinnem ann era «La mariposa de hie-
CUARTA CONVERSACIÓN
rro»22 — era amable y educado, pero tenía claro quién era el que mandaba, y
de quién tenían que provenir las ideas. Ésa era la guerra particular que tenía
con Jane Fonda, que estaba acostumbrada a que hubiese más intercambio
entre el director y la estrella. Por otro lado, Zinnem ann tenía ese lado docu
mentalista, ese elemento salvaje, y sus puestas en escena daban lugar a que de
vez en cuando hubiera algo de crudeza.
Estuvimos rodando una parte de Julia en el Distrito de los Lagos de
Inglaterra — una parte del idilio entre Lillian y Julia cuando ambas tienen poco
más de veinte años. Las dos navegan en un bonito velero por un lago soleado.
Lo estábamos rodando desde una barcaza que lógicamente estaba llena de tazas
de café, bocadillos a medio terminar, rollos de cable y toda la parafemalia de
un rodaje — nada que ver con lo que estábamos mirando.
En un m om ento determinado, en uno de los planos más bonitos, la proa
de la barcaza entró en el encuadre. Justo cuando estamos pensando: años
veinte, bonito barco, dos chicas — de repente entran en escena unos sándwi
ches mordisqueados y la madera calafateada de la barcaza. ¿Qué había que
hacer? Por mi cuenta y riesgo pedí una copia en positivadora óptica. Com o el
barco estaba siempre en movimiento, resultaba muy fácil ampliar la imagen,
eliminando la inoportuna barcaza, y luego volver al plano normal.
Al rato vino Fred a la sala de montaje y dijo: «Me han dicho que has pedido
un trabajo con positivadora óptica. ¿Por qué?». Le expliqué que ese plano tan
bonito se estropeaba al entrar en cuadro la barcaza. Le enseñé el plano de la
positivadora óptica y luego el plano original. Y él dijo: «¡Me gusta más el ori
ginal! La gente nunca se va a fijar en la barcaza, estará mirando a las dos chi
cas del velero».
Le argumenté que el copiado óptico era indetectable, y que no había
motivo para correr el riesgo de estropear la secuencia, es una película de
época, y qué pasa si alguien se da cuenta, etc. Se convirtió en una de esas
pequeñas disputas creativas.
M e estudió con una especie de regocijo impaciente, y entonces dijo: «Mira,
como has puesto tanto interés, te diré lo que vamos a hacer. Terminaremos la
película a mi manera — sin el plano óptico— y se la enseñaremos a Dougie
Slocombe — el director de fotografía— cuando todo esté listo. Si lo menciona,
entonces volveremos a cortar el negativo para poner tu plano óptico».
22 The Iron Butteijly, en el original. (N. del T.)
M: Sí, incluso más — a veces hasta ochenta tomas. Y Fred decía: «Estamos
buscando lo mismo, sólo que a mí me gusta encontrarlo pronto... ¡a base de
rodar ensayos!».
Seguimos siendo amigos después de Julia, y nos veíamos cuando yo iba a
Londres o cuando él estaba en Los Angeles. M urió hace poco, casi a los
noventa años de edad. Aunque había en él partes que me resultaban misterio
sas, siento una afinidad especial con Fred. A mí también me gusta el control.
Y a mí también me gusta el azar.
VIDA FAMILIAR
VIDA FAMILIAR
M: Sí, mi padre se guiaba de forma parecida con contradicciones en su
pintura. Era un pintor figurativo, así que reconocía la autoridad del objeto,
lo que era claramente una posición minoritaria en el m undo artístico de
N ueva Y ork de los años cuarenta y cincuenta. Estaba afirmando algo con la
elección de los objetos y su forma de interactuar entre sí, y escogía delibera
damente objetos que se contraponían m utuam ente de m odo a veces cómico
y a veces ambiguo. La primera impresión que uno tiene al mirar cualquiera
de sus cuadros, sobre todo desde cierta distancia, es que poseen una especie
de realismo fotográfico.
Sin embargo, a medida que te vas acercando a ellos, se van fragmentando
cada vez más. Si te acercas lo suficiente y observas cualquier pulgada cuadrada
de la obra, todas ellas parecen cuadros de Jackson Pollock, con todo tipo de
técnicas de goteo de pintura. A veces hasta apagaba los cigarrillos en los cua
dros. Se ven los fragmentos de tabaco cubiertos por una capa de óleo. Otras
veces ponía un cuadro en el suelo y le ponía latas de pintura encima, para que
se viesen los cercos que dejaban las latas en el lienzo. O se ponía de pie encima
de un cuadro para echarle tierra encima.
Antes de ponerse a pintar el cuadro que fuese, el lienzo tenía que pasar por
un periodo de maltrato. Vivíamos en un viejo apartamento en Riverside
Drive, en Nueva York, y a m enudo todo el pasillo del apartamento aparecía
alfombrado de lienzos crudos y así se quedaba durante semanas. La vida del
apartamento, con gatos, con gente y con niños, seguía como si tal cosa. La
gente tropezaba todo el rato con los lienzos, ocurrían accidentes y se derra
maba todo tipo de cosas encima de ellos. Después, él los revisaba uno por uno
y encontraba la sección más interesante de...
O ; Del sufrimiento.
Página anterior. Los dos M urch trabajando, W alter Tandy M urch en Nueva York junto al caba
llete y W alter Scott en su Avid en California. Su sala de montaje está diseñada a su gusto, uti
lizando una mesa de dibujo para que W alter pueda trabajar de pie. Abajo: La radio, 1947, óleo
sobre lienzo, y La bombilla, 1961, óleo sobre lienzo, ambos de W alter Tandy Murch. Página
siguiente: La mujer solitaria [Sabotage], de Hitchcok, 1936, una película basada en El agente secreto
[The Secret Agent], de Joseph Conrad.
M : U no no puede estar completamente abierto a la influencia exterior, por
que entonces todo se derrumba, no tiene columna vertebral, no es viable a
largo plazo. Pero si te cierras a cualquier influencia exterior, entonces tu trabajo
corre el riesgo de volverse demasiado hermético, sellado, encerrado en una
visión preexistente que en última instancia hace que tu trabajo sea menos real,
en el sentido más profundo de la palabra.
O: Parece claro que tu padre tuvo influencia en ti, en términos del tipo de
artista en que te has convertido. ¿Ha sido en respuesta al ejemplo que él te dio
com o artista?
M: Sin duda él me enseño que, como artista, se puede vivir una vida con
orden y con diversión a un tiempo, y ser un buen padre y un buen marido.
Trabajaba en casa, así que cuando yo volvía cada día a casa del colegio, él
CUARTA CONVERSACIÓN
estaba allí, pintando sin parar. H ubo una época en mi vida en que en el cole
gio comparábamos a los papás. Los otros chicos decían: «Mi papá es el direc
tor de una oficina». O , «Mi papá conduce un camión», «Mi papá maneja unas
máquinas muy grandes», «Mi papá es el director de una gran empresa» — lo
que implicaba que el niño podía ir a la oficina y usar todas las grapadoras o
montarse en el camión: había beneficios marginales en el hecho de tener
papás. Yo pensaba: «Mi papá trabaja en casa. N o hay oficina...». Naturalmente
aquello tenía grandes beneficios — pero eso sólo lo vi después.
Y tuvo indudablem ente influencia en mí — supongo que R upert
Sheldrake lo llamaría «resonancia mórfica». Aunque sólo fuese porque aquél
fue el m undo en que me crié, y uno tiende a perpetuar parte de ese mundo
en su propia vida.
M i padre provenía de una familia de músicos de T oronto. Su m adre, su
padre y tres herm anos eran músicos, profesionales y amateurs, y existía la
presunción de que todo el m undo en aquella familia tenía que ser músico.
T ocó el violín hasta la adolescencia, y llegó a ser tan bueno com o para tocar
en la radio en T oronto en los años veinte. Pero no era lo suyo, y pasó por
un periodo al final de la adolescencia en que no sabía lo que iba a hacer. Su
madre, inteligentem ente, le sugirió Bellas Artes. Y estudió en el O ntario
College o f Art. C ruzó el um bral de la escuela, aspiró la atmósfera de agua
rrás y pigm entos y pensó: «¡Esto es lo que quería!». A partir de ese
m om ento ya no había duda. Probablem ente es un ejem plo único, en la his
toria del arte del siglo X X , de un pintor que se hizo pintor porque su madre
se lo sugirió. Pero ella tenía razón.
O ; ¿Te sientes próximo a la estética de tu padre? ¿O la sentías como algo
a lo que tenías que oponerte?
Mi N o, me siento muy próximo. Pintaba bodegones, y cuando entrabas
en su estudio, los pequeños modelos, los objetos en sí, estaban probablemente
a no más de sesenta centímetros de él. Pero él solía pintarlos com o si fueran
de un tamaño monumental. Aunque los cuadros en sí son pequeños, los obje
tos que hay en ellos dan la sensación de algo colosal. Creo que eso era una
consecuencia de su agudo sentido del espacio. Aunque en este caso el espacio
sea sólo de sesenta centímetros.
LAS COLISIONES NO P R E V I S T A S
U n panel de fotos para el montaje de Apocalypse Now. En todas sus películas, desde La insopor
table levedad del ser, M urch escoge una serie de fotos — entre dos y cinco— representativas de
cada uno de los planos rodados, las imprime con el núm ero de plano en la esquina inferior
izquierda, y luego las pega en una plancha de cartón pluma. Cada secuencia tiene su propia serie
de paneles.
tas. En mi trabajo diario, por ejemplo, mi sistema de tablón de fotos me offe
yuxtaposiciones visuales que me parecen muy sugerentes.
O ; ¿Cuándo concebiste la idea de utilizar un tablón de fotos?
Mi Sí, pero las fotos que hay en los tablones están puestas en el orden que
se rodaron. De forma que hay una mezcla de orden y caos.
L A S C O L I S I O N E S NO P R E V I S T A S
Eso implica que los tablones me ofrecen yuxtaposiciones visuales, en vertical
y en horizontal — que es lo que me parece tan sugerente. Veo esta imagen en el
borde derecho del primer tablón, junto a aquella imagen del borde izquierdo del
tablón siguiente. Puede que esa yuxtaposición nunca fuera sugerida por el guión
pero como los planos están ahí, juntos, algo me dice: «Esto es posible». Hay ahí
una bomba de relojería que dice: «La fotografía X podría ir, en la película, junto
a la fotografía Y» — no se te había ocurrido, pero es posible.
En cada plano puede haber varios fotogramas «simbólicos». Básicamente yo
intento responder a esta pregunta: «¿Por qué ha rodado el director este
plano?». En el caso de una foto fija, es lo que Cartier-Bresson llama «el
m om ento decisivo». U n fotograma en particular, de los varios miles que se
han expuesto en cada plano, me llama la atención como el más representativo
de lo que estaba buscando el director. U n resplandor en la mirada de un actor,
un gesto con la boca, la posición de la cámara respecto a la luz.
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I
Cuando estoy ensamblando la película intento dar con el m om ento exacto
en que cada uno de los planos alcanza su madurez óptima: quisiera m antener
cada plano en la pantalla el tiempo necesario para que descargue su mercan
cía, pero también quiero cortarlo en un m om ento en el que veo su potencial
para que nos lleve a otra cosa distinta.
Pongam os que he elegido provisionalm ente el punto en el que se ter
m ina un plano. Entonces m e doy la vuelta y echo un vistazo a toda una
pared de fotografías y — sin que yo m e dé cuenta de una forma cons
ciente— mi ojo va de un salto hasta una imagen que responde a la pregunta
que m e estaba haciendo al final del plano anterior: \Esa im agen quedaría
m uy bien a continuación!
O: Así que no es un salto lógico o racional.
Esquema para las mezclas de sonido de Apocalypse Now dibujado por M urch.
F* I i F X 2 : (=X 3
M: Bueno, en el fondo hay implícita una cierta lógica, pero en el
m om ento de elegir la cosa es más espontánea, como cuando uno interpreta
una improvisación musical.
O: Estás sorprendiéndote a ti mismo.
UNA P I E D R A, U N G R I L L O ,
UNA LLAVE FIJA
M; Uno tiene que vérselas con ese problema hasta en las películas de ficción.
Pero el problema puede ser muy grave en documentales — en este mom ento
estoy pensando en la parte documental de La insoportable levedad del ser, donde
teníamos cuarenta horas de material documental y teníamos que fundir una
2 74 CUARTA CONVERSACIÓN
minúscula fracción con las imágenes de la
película. ¿Cóm o reducir el m om ento clave
de la historia de un país, del que tienes tan
tas horas de material, a quince minutos?
Era cuestión de tiem po, sencillamente
cuestión de dedicarle tiem po a aquel m ate
rial e ir seleccionando imágenes im pactan
tes. N o sólo desde el punto de vista visual:
im pactante en todos los sentidos. Y luego
había que encontrar el m odo de juntar esas
imágenes para que se reforzaran m utua
m ente, tanto por resonancia com o por
contradicción. Si encuentras una cosa m uy
blanca, busca algo m uy negro y pon una
cosa ju nto a la otra.
Ese es el principio. Lo que uno está
intentando encontrar constantem ente, a
medida que va destilando, son formas de
combinar esas imágenes a niveles cada vez
más profundos. Lo que llama inmediata M urch con Babe, que lleva un
m ente tu atención — a menos que tengas micrófono diseñado por Alan Splet
mucha suerte o que seas muy listo— es algo para captar el sonido de los resopli
de la superficie. ¿Qué te hace escoger una dos en El corcel negro.
determinada piedra? Estás dando un paseo
por la playa, vas pensando en la situación política en el Congo, y coges una
piedra. ¿Por qué elegiste esa piedra? Algo te llevó a hacerlo.
Es parecido... ¿Por qué selecciono ese plano? Algo en él me llevó a selec
cionarlo. Una vez escogido, comienza un proceso de cristalización orgánica.
N o se me ocurre mayor homenaje a una película que eso — que dé la sensa
ción de ser cristalina y orgánica al mismo tiempo. Demasiado cristalina, y se
vuelve inerte, demasiado orgánica y se vuelve invertebrada. El cuerpo humano
está hecho de cristales amorfos — nuestro AD N es un cristal inestable que pro
porciona una estructura apenas suficiente para poder persistir en un mundo que
intenta deshacerla. Y sin embargo, es suficientemente aleatorio como para ser
adaptable.
U N A P I E D R A , UN G R I L LO , U N A L L A V E F I JA 275
Una de las razones por las que apoyo activamente más colaboración de
todos aquellos que puedan tener algo que decir en la película es que mediante
la colaboración se añaden facetas a la obra. La obra va a ser vista por millones
de personas, a lo largo de muchas décadas y en muchas circunstancias diferen
tes, y aunque la película es algo que está fijado, es bueno que tenga múltiples
facetas para que los distintos espectadores vean en ella cosas distintas, y que
den recompensados.
La forma mejor y más fácil de conseguir que la película sea polifacética es
permitir la colaboración de mucha gente, así como del Azar, que a veces es el
Destino disfrazado. Cada uno de esos m omentos de colaboración, cada con
tribución de alguien que no sea el director, añade una perspectiva ligeramente
distinta a la obra, pequeñas marcas de cincel en un ángulo ligeramente incli
nado respecto a la visión central. Y cada uno de esos momentos, de esas face
tas, tiene el potencial de hacer que la obra «brille» en sentido creativo, y de
hacerla más accesible a una mayor variedad de gente a lo largo de un mayor
periodo de tiempo.
En cambio, si la película es una visión única y monolítica, el espectador no
tiene otra opción que someterse a ella en sus propios términos, aceptando ple
garse a ella, o bien darle la espalda.
O : El director teatral Paul Thom pson, que trabaja en en obras de teatro
participativas y también dirige, considera que la importancia de ese equilibrio
en la colaboración es esencial para añadir «espesor» a una escena.
M: Sí. Donde él dice espesor yo diría densidad, pero la idea es la misma.
U no intenta llevar las cosas hasta un punto en que adquieren sustancia. Si te
metes con ellas, te responden. Al mismo tiempo, es preciso que haya claridad.
Yo siempre estoy intentando alcanzar una densidad clara. Si la escena es clara
pero insulsa, pienso qué puedo hacer yo, en palabras de tu amigo, para espe
sarla. Si tiene densidad pero es opaca, intento añadirle claridad.
O : Has contado por escrito aquella vez que necesitaste ruidos de grillos
para Apocalypse Now, y que construiste todo el sonido a partir de un grillo en
particular, reproduciéndolo para dar una sensación de multitud, pero m ante
niendo todos los sonidos en una misma tonalidad...
U N A P I E D R A , UN G R I L LO , U N A L L A V E F I JA 277
Descubrí que si utilizaba lo que podríamos denom inar un sonido cataliza
dor, un sonido que esté asociado a un entorno específico pero que sea incon
fundible, entonces los demás sonidos vendrían detrás automáticamente. Lo
que hice fue grabar el sonido de alguien dejando caer una llave fija al suelo,
a quince metros de distancia del micrófono, com o si ocurriera en el taller
mecánico de la estación de servicio donde se ha detenido la m ujer de la pelí
cula. Era im portante que se oyera a lo lejos, y que fuese un determinado tipo
de llave fija cayendo en un determinado tipo de suelo de cem ento pulimen
tado. Si alguna vez has estado en un entorno así, ya sabes cóm o suena y sabes
que esos sonidos son habituales en los talleres mecánicos que hay junto a las
autopistas.
Ese pequeño sonido consiguió arrastrar consigo, figuradamente, todo el
ruido del tráfico. Pero el sonido del tráfico existe sólo en la m ente del espec
tador. Pasé m ucho tiempo intentando descubrir esos sonidos clave que llevan
consigo mundos enteros. Procuro no visualizar sino «atmosferizar», tiendo a
pensar en el sonido en términos de espacio. Más que escuchar el sonido en sí,
escucho el espacio en que está contenido ese sonido...
O : Igual que cuando se oye aquella campana a lo lejos, de forma sublimi-
nal, mientras el Paciente inglés se come una ciruela — así pasamos a ser cons
cientes del paisaje que hay entre su dorm itorio y la campana, que debe de estar
a 800 metros.
M: Y, por ende, también todos los pájaros y los insectos que viven en el
m undo. Y marca un contraste, es m uy diferente de todo el estruendo que se
ha oído hasta ese m om ento de la película, de convoyes cruzando las m onta
ñas, de aviones que son derribados, y de trenes moviéndose a tirones de un
lado para otro. Ahora estamos en un ambiente que es tan tranquilo que te
perm ite oír una campana a lo lejos. Eso trae consigo un m ontón de asocia
ciones. Hay connotaciones religiosas, geográficas y culturales además de las
puram ente espaciales. Los grillos de los que hablábamos antes: ¿Dónde están?
En ningún sitio. Están en la cabeza de Willard. Son espaciales, sí, pero se trata
de un espacio mental.
« EL A Z U L P A R E C Í A M U E R T O » 2 79
estado en la Academia de Ciencias a las dos de la madrugada, grabando ruidos
de pasos. Por alguna razón había puesto el magnetofón en un extremo del
Pabellón de África, me había situado en el extremo opuesto, y sencillamente
me había puesto a dar voces incomprensibles y guturales. Había una resonan
cia maravillosa: el magnetofón estaba a 50 metros de distancia, el sonido rebo
taba en el mármol y en las superficies de vidrio, en la oscuridad, a las dos de
la madrugada.
M e acordé de esa grabación y pensé: «Voy a añadirle esa pista a la mez
cla». El resultado fue una sensación ensordecedora y desbordante. Tuve que
poner el volum en casi al m ínim o, y seguía sonando fortísimo. Sin embargo,
la aguja del m agnetofón era visible, oscilando levem ente, en el medio de la
escala.
U na vez más, una paradoja. Estábamos experim entando un sonido ensor
decedor, pero desde el punto de vista eléctrico no había mucha energía. Me
di cuenta de que había conseguido aportar uno de esos elementos catalizado
res, com o la llave fija que cae al suelo, com o la campana que suena a lo lejos.
Aquella voz aportaba bordes al sonido porque — ack ack ook ook ark— tenía
arranques y pausas. Esos bordes recogían toda la energía de los sonidos de
alrededor y la descargaban de una fórma sorprendente. De m odo que conse
guí que sonara com o queríamos pero con un volum en — en términos eléc
tricos— m uy suave. Pero la impresión es que suena muy fuerte, debido a la
presencia de aquel sonido que precipita la energía de los sonidos que lo
rodean.
Las biografías de quienes orquestan música sinfónica deben de estar llenas
de este tipo de descubrimientos, transmitidos com o observaciones... como
por ejemplo: «Oh, si se com bina el oboe con el violín se consigue este
efecto, que devuelve con creces la cantidad de energía que estás poniendo
en él, dada la sinergia de esta inusual com binación de elementos. La cocina
tam bién está llena de ese tipo de descubrimientos. Los cocineros siempre
están en busca de sustancias insólitas que, añadidas a la comida, parecen exci
tar las papilas gustativas de nuevas maneras, gracias a la capacidad de ese
nuevo sabor contradictorio para precipitar los elementos de otro sabor: ¡Ha
puesto aceituna machacada en la cubierta de la tarta! Si se quita el cataliza
dor, se elimina un elem ento m uy pequeño, pero provoca que lo que queda
sea bastante insulso.
CUARTA CONVERSACIÓN
Ocurre también con la química entre el sonido y la imagen. Determinado
del sonido hace que uno vea los colores de la imagen de forma m ucho
c o lo r
más vibrante.
Allá por 1978 hubo una crisis en Apocalypse N ow cuando resultó que no
teníamos los derechos de la grabación dirigida por Georg Solti de «La cabal
gata de las Walkirias», que era lo que habíamos estado utilizando. Decca
Europa se negaba a cedérnoslos. Estábamos muy cerca de terminar la película
y existía el tem or de que no pudiéramos conseguir los derechos, y entonces,
¿qué haríamos? Abrimos tres frentes: seguir pidiendo permiso a Decca, con
tactar con la Orquesta Sinfónica de San Francisco para grabar la música de
nuevo, e intentar encontrar una grabación antigua que se pareciese lo más
posible a la de Solti y de la que pudiésemos adquirir los derechos. Esa tarea
me correspondió a mí.
O i En una película que tenga un solo punto de vista, o incluso más de uno,
¿es posible obtener una perspectiva diferente a través de la banda sonora — no
sólo por lo que vemos sino también por lo que oímos? ¿Porque de repente
podamos empezar a oír distinto? ¿O el sonido, dado que por su naturaleza casi
todos lo escuchamos, ha de ser m uy democrático?
DIVERGENTE/CONVERGENTE 285
O: ¿Puedes explicármelas?
24 Kay está viendo a Luca Brasi, quien ensaya lo que le va a decir al Padrino cuando éste le reci
ba. ( N . d e l T . )
DIVERGENTE/CONVERGENTE
completamente diferentes. El único m om ento en que las dos historias con
vergen es en la Navidad de 1941.25 Y el personaje que las une — D on Vito—-
llega a la casa, pero nunca se le ve: está siempre fuera del encuadre. «¡Papá
está aquí!», dice Connie, y todo el m undo sale corriendo dejando a Michael
sentado a la mesa, solo. Y sólo se oye al grupo cantando: «¡Hey! Es un
m uchacho excelente!».
Francis quería a Brando — en el papel de D on Vito— en esa escena. Pero
Brando no quiso hacerlo, por el motivo que fuese. Com o Francis planeaba
unir las dos películas de El Padrino, quería tener un punto de unión dentro de
la propia película. En cambio, las dos historias de E l Padrino II son como dos
líneas paralelas que simplemente se salen de la mesa. Así que lo que hizo
Francis — y que me pareció brillante— fue centrarse en Michael, y dejar a
Michael sentado solo a la mesa, pensando en su destino: es la Navidad poste
rior al bombardeo de Pearl Harbor y acaba de decirle a Sonny que se ha alis
tado en los Marines.
Al final de E l Padrino II ya conocemos cuál es el destino de Michael. Pero
aquélla fue la primera vez que hizo algo que le distanciaba de la familia: «me
he alistado en los Marines». Inexplicable para el resto de la familia.
O : El jefe mafioso Hym an R o th — que es finalmente asesinado en el
aeropuerto— : su entrada se produce con la película m uy avanzada, y además
juega un papel m uy im portante. Hablando de convergencia — su llegada es
com pletam ente inesperada y luego el personaje se cuela sinuosamente en la
película.
M: Tienes razón. Pero es un personaje anunciado desde bien pronto. Su
mensajero, Johnny Ola, asiste a la fiesta en el Lago Tahoe, y empieza a hablar
de un trato. Es cierto, su presencia física llega muy tarde. Pero tras el intento
de asesinato de Michael y de su familia, la sospecha inmediata es que el res
ponsable ha sido Hyman R oth. En ese sentido, es un poco com o Marión
Brando en Apocalypse Now, un personaje anticipado por eventos anteriores,
pero que no aparece hasta que se aproxima el final.
DIVERGENTE/CONVERGENTE
EL HERMANO QUE DESAPARECE
EL H E R M A N O QUE D E S A P A R E C E
P R E L U DI OS
PRELUDIOS 295
M: Sí. N o es exactamente lo mismo, pero es parecido. La cámara no abre
de zoom, sino que da la vuelta hasta que la imagen cabeza abajo de Willard se
pone derecha. Se nos muestran fragmentos —jungla, explosiones, cabeza del
revés, escultura camboyana, llamas, helicóptero— elementos incoherentes. Y
entonces la incoherencia va solidificándose hasta formar un mundo. Por tanto,
sí, esa secuencia consigue, por superposición en el montaje, una variación de
lo que se consigue cerrando de zoom o abriendo de zoom , como en El Padrino
y en La conversación, mostrándonos fragmentos y luego intrigándonos con el
contexto en el que podrían darse esos fragmentos —y finalmente, en el caso
de Apocalypse Now, proporcionándonos por lo menos un contexto suficiente
para poder seguir adelante con la historia, en el m om ento en que Willard, de
pie junto a la ventana, dice: «Saigón, mierda, aún sigo sólo en Saigon».
M: Sí.
O : Y que les persuadiste para que pusieran otro principio. ¿Qué pasó ahí?
PRELUDIOS 29
pasos, algo m uy íntim o aunque prácticam ente hayamos venido del espacio
exterior. La utilización de ese personaje es brillante: la forma que tiene de
seguir los pasos de Gene Hackm an por la plaza en ese plano inicial te da una
idea de la paranoia que siente Hackman. Sabe que le están siguiendo, que
están llamando la atención sobre él, pero él está intentando no darle mucha
importancia.
CLOSER VIEW
The t a p -s h o e s s t e p o u t r h y th m s n e a r th e to p n a t .
THE M USIC IA NS
The s a x o p h o n is t b la .-e s i n t o a r a s p y s o lo t a e v e r y o n e 's d e l i g h t ,
e s p e c i a l l y H a r r y 's . He s to p s f o r a m om ent, a p p r e c i a t i v e l y , a s ,
th e y go i n t o th e l a s t c n o r u s o f
PRELUDIOS 299
Mi Es cierto.
M: Creo que el recurso funciona así de bien porque implica que Harry
siente que se está aproximando tanto a esas dos personas que puede imaginar
su paseo por la plaza — repasando una y otra vez esos detalles en su mente, tal
y como los vemos nosotros.
O: ¿Es cierto que hubo un problema con el sonido en U nion Square y que
hubo que volver a grabarlo?
Mi La película se empezó en 1972, una época en que la evolución de los
radio micro estaba aún en sus primeras fases. Es lo que utilizamos en cine
cuando estamos m uy lejos de unos personajes que tienen que estar hablando.
Escondemos un pequeño m icrófono del tamaño de un cacahuete en alguna
parte de la ropa, y les ponemos un transmisor de radio en el bolsillo. Es la
misma técnica que utiliza Vargas al final de Sed de mal: esconde un radio micro
bajo la ropa de Menzies.
Pero los radio micro que había entonces no eran muy buenos, y captaban
interferencias y las transmisiones de microondas que inundan una ciudad
como San Francisco. ¡Eso quiere decir que la banda sonora real que grabamos
en el m om ento del rodaje era casi tan imperfecta como la cinta que el propio
Harry graba en U nion Square! Todo sonaba perfectamente, y de repente una
ráfaga de microondas barría la transmisión. Se oía distorsión y algunas tonali
dades empastadas que borraban todo lo demás.
Parte de ese ruido lo utilicé en la película terminada: como ruido, es exce
lente. Pero yo tenía que tener — como recurso— una grabación completa de
la conversación en sí, sin ningún tipo de interferencias. U n día, mientras se
rodaba otra cosa, me llevé a Cindy Williams, que interpretaba a Ann, la joven
esposa del director de la corporación, y a Fred Forrest, que interpretaba a su
amante, Mark, a una tranquila zona residencial de San Francisco. N o empleé
radio micro. Tan sólo tenía un magnetofón Nagra y un micrófono de mano
— igual que una entrevista de «gente en la calle». Cindy y Fred pasearon por
un parque — no había nadie más por allí, solamente algunos pájaros— y yo
CUARTA CONVERSACIÓN
andaba delante de ellos con el m icrófono y grababa lo que ellos decían. Si se
puede disponer de los actores lo antes posible después de rodar la correspon
diente escena, sus ritmos seguirán siendo como en la escena. Aquí hay una
ligera diferencia, pero m ucho m enor de la que cabría esperar.
Grabé esa conversación tres veces. Así que la banda sonora final de la
secuencia inicial es una mezcla de la conversación real, rodada en exteriores
en U nion Square con radio micro, y de esta conversación secundaria, que
estaba grabada en condiciones acústicas más controladas.
El beneficio añadido fue que en la tercera toma, Fred Forrest dice acciden
talmente: «El nos mataría si tuviera ocasión», que yo archivé mentalmente
como una toma en la que esa línea estaba mal leída, y que sólo volvió a salir
a la luz ocho meses después, cuando tuve la intuición de que utilizar esa infle
xión como la interpretación definitiva de la película ayudaría al público a
com prender que esos dos jóvenes eran en realidad los asesinos, y que el
Director, el hom bre que la audiencia probablemente creía que era el asesino,
era en realidad la víctima.
O : ¿Así que no estaba previsto que esa fiase hubiera que decirla de otra
forma al final de la película, con ese énfasis en «él»?
Mi N o, fue puramente fortuito — una de esas cosas que pasan debido a
nuestra incansable búsqueda para que la película transmita información sobre
lo que está pasando, pero respetando el punto de vista único, que corresponde
a Harry.
La cuestión es la siguiente: Harry Caul es un hom bre al límite, que no sabe
— que inicialmente ni siquiera quiere saber— lo que está pasando, así que,
¿cómo se puede transmitir, al final, lo que realmente sucedió? Estilísticamente
era inconcebible poner un resumen final a lo Perry Masón, en el que alguien
dice: «¡Bueno, Stan, esto es lo que ocurrió realmente!». Y sin embargo, era
necesario conseguir que el público llegase a com prender lo que había pasado,
y quién era el asesino.
Costó algún tiempo conseguirlo! íbamos probando posibles soluciones, e
insertar esa toma en particular de la frase al final fue una de tantas. Llegó casi al
final del proceso: cuando se me ocurrió la idea, yo ya estaba haciendo las mez
clas de la película en San Francisco y Francis ya estaba rodando E l Padrino II en
PRELUDIOS 301
Nueva York. Cuando terminé, me llevé las mezclas a Nueva York y se las
puse a Francis. Le gustó la idea del cambio de inflexión, y se quedó en la pelí
cula.
Fue una decisión arriesgada, porque contradecía la premisa básica de la
película, que era repetir una y otra vez la misma e idéntica conversación.
Debido a los diferentes contextos, suponíamos que el público oiría cada vez
diferentes matices de significado en la frase. Aunque la conversación en sí per
maneciera idéntica.
Y luego, justo al final, alteramos la conversación en sí, y el énfasis en la lec
tura de la frase cambia.
A veces uno puede violar su premisa básica sin consecuencias graves, y al
hacerlo consigue dar más relieve a esa premisa.
A n d the threshing jloor for the dance? Is it anything but the Une?
A n d when the Une has, is, a deadness, is it not a heart which has gone
lazy?
Charles Olson
M: Cuando uno está m ontando una escena, las tres decisiones clave, una y
otra vez son: ¿Qué plano debo usar? ¿En qué punto le doy entrada? ¿En qué
punto lo corto? Com o media, una película puede tener mil cortes, es decir,
tres mil decisiones. Pero si eres capaz de responder a esas preguntas de la forma
más interesante, compleja, musical y dramática, conseguirás que la película
esté todo lo viva que puede llegar a estar.
Para mí, la decisión más importante desde el punto de vista rítmico es la
tercera: ¿Dónde termino el plano? Lo terminas en el m om ento preciso en que
ya ha revelado todo lo que puede revelar, en toda su plenitud, sin llegar a
sobrepasar la madurez. Si terminas el plano demasiado pronto, haces el equi
O: Te vuelves Polonio.JÍ
M : ¡Claro que sí! En cada plano hay un punto específico para cortar, sólo
ése. U n fotograma específico, y no el anterior, ni el siguiente. Y la pregunta
es: ¿Cómo sabes cuál es ese fotograma?
Una trampa en la que se puede caer — com o caí yo en mis primerísimos
trabajos de montaje en películas para la Encyclopaedia Britannica— es exa
minar el plano de punta a punta buscando el fotograma donde, por ejemplo,
se cierra la puerta. Se marca ese fotograma y se corta por ahí. Funciona. Pero
no funciona especialmente bien, y a la película no le beneficia nada hacerlo
así.
¿Recuerdas cuando me decías que te había gustado m ucho la métrica de
mis traducciones de Malaparte? La decisión de dónde cortar, en el cine, es
muy similar a la decisión, en poesía, de dónde terminar cada verso. ¿Con qué
palabra? Ese punto final poco o nada tiene que ver con la gramática de la frase.
Es sólo que el verso está pleno y maduro en ese punto, lleno de significado y
maduro de ritmo. Al terminarlo en el punto que lo hace, el poeta expone esa
última palabra al vacío de la página, que es una forma de dar énfasis a la pala
bra. Si añade dos palabras detrás, sumerge a aquella palabra en el verso, y
resulta menos visible, tiene menos significado. En el cine hacemos algo muy
parecido: el final de un plano da a la imagen de ese último fotograma un sig
nificado añadido, que nosotros explotamos.
En cine, en el m om ento de montar, se yuxtapone una imagen con otra, y
eso es el equivalente de la rima. La cuestión es cómo funcionan la rima y la
aliteración en poesía, cómo yuxtaponemos dos palabras o dos imágenes, y las
implicaciones de esa yuxtaposición. Tanto para dar énfasis al tema como para
oponerse a él, para modularlo, como un invisible corifeo griego. Puede que
lo que se está contando sea una cosa, pero al yuxtaponer dos imágenes dife
rentes en el m om ento del corte, y al hacer que éstas sean las más impactantes,
podemos llegar a decir: «Vale, pero aquí está pasando algo más».
26 Personaje de Hamlet, considerado el malvado y corrupto por excelencia. (N. del T.)
UN L Á P I Z GRASO Y T I E M P O R E A L
El truco consiste en hacer que ese flujo sea una parte orgánica del proceso.
El montaje es una construcción, un mosaico en tres dimensiones, dos espacia-
' les y una temporal. Es una versión a escala de la forma en que se hace una pelí
cula, que es un proceso artificial, pieza a pieza.
Para determinar ese fotograma final observo intensamente el plano. Va
pasando ante mí, hasta que, en un determinado punto, me estremezco — es
casi un espasmo involuntario, un equivalente del parpadeo. El punto del
espasmo es donde se termina el plano.
O : Y aprietas el botón. ¿O utilizas un lápiz graso?
M: Sí. Si no ocurre, no corto el plano en ese punto. Tengo que ser capaz
de dar en la diana cada vez. Esa es la prueba que me dice que estoy reaccio
nando a algo que está más allá de mi control, que tiene que ver solamente con
el pensamiento y con las emociones, con el ritmo y la musicalidad.
O : O sea, que si tienes el espasmo en el fotograma 17 la primera vez, y en
el 19 la segunda...
M: Entonces no corto. Eso me dice que algo no encaja. Si puedo pararme
dos veces en el 17, eso es buena señal. Por lo menos demuestra algo. Si paro
primero en el 17 y la vez siguiente en el 19, significa que hay algo que no está
bien en mi enfoque. M e estoy equivocando con este plano. Y entonces me
pregunto: ¿Qué es lo que no va? Puede que necesitemos más tiempo: no estoy
dando tiempo suficiente para captar el hecho de que la actriz de la escena tam
bién se está quitando el abrigo. Dice la frase pero además se está quitando el
abrigo. La frase es un pensamiento, pero «quitar abrigo» también lo es.
Hace falta tiempo para que el público comprenda y aprecie tanto la línea de
diálogo como la idea de quitarse el abrigo. Tengo que contar con eso. Ahora
me doy cuenta de que sólo estaba pensando en la línea de diálogo y no en el
abrigo. Bueno, pues ahora pensaré en la frase y en el abrigo, y cortaré en el
fotograma 26. Esta vez el corte va ahí. De acuerdo. Voy a probarlo otra vez.
¡Z ut! 26. De acuerdo, está bien. Ese es el punto de corte. Y así es como se hace.
Creo que ésa es la parte más significativa de lo que hago. Si tuviera que
escoger un elemento de mi forma de trabajar, diría que sea cual sea la forma
de trabajar de un montador, es bueno hacer eso. Puede que en las demás cosas
tengas enfoques completamente diferentes, pero eso hazlo.
La increíble ventaja —y a mí me parece milagroso— es que al hacer eso
uno rápidamente desarrolla una retroalimentación que es muy instructiva. N o
sólo sobre ese plano o esa película en particular, sino también sobre el propio
talento como montador. Cuando elige un punto de corte, un montador se
UN L Á P I Z GRASO Y T I E M P O R E A L
parece a un violinista... U no dispone de una técnica de arco, que necesita des
arrollar y dominar, cualquiera que sea el tipo de música que uno toque.
Necesitas tener un buen toque o un buen tono.
Cuando marco primero el fotograma 17 y después el 19, me digo: «Oh,
esta vez ha sido un poco más largo — lo he notado». Luego miro el contador
y me doy cuenta de que han sido dos fotogramas. En este contexto, así se per
ciben dos fotogramas: un doceavo de segundo. Pero ahora tengo en mis entra
ñas una sensación emocional de cómo se siente un doceavo de segundo con
esos planos y en ese contexto, y eso me enseña algo.
En todo este proceso, se tienen en cuenta los ritmos de los actores y los rit
mos de los movimientos de cámara. U no lo interioriza todo — el ritmo de los
diálogos de los actores, la forma en la que sueltan sus frases, la forma en que se
mueven físicamente por el espacio, si la cámara se mueve o no por ese espacio.
Uno toma todo eso en consideración, y eso es lo que, con el paso del tiempo,
te permite empezar a asimilar y aprender el idioma particular de esa película.
¿Cuál es la signatura rítmica de esta escena? ¿Y cuál es la de la película?
Cada vez que los directores afrontan una pieza musical con una orquesta
nueva, tienen que determinar la signatura rítmica. U n m ontador hace lo
mismo con la película.
CUARTA CONVERSACIÓN
tiene m ucho que ver con el que será después de limpiarlo y de añadirle música
y efectos de sonido simultáneos. La primera vez que ensamblo una escena,
para mí es importante imaginar la música, el sonido y los diálogos funcionando
juntos de alguna forma dinámica ideal.
O : ¿Así que ese montaje a base de acertar en el fotograma 17 se hace en
silencio?
M: M iro el material únicamente como un trozo de película muda, imagi
nándome la música y el sonido en la medida de lo posible. Construyo toda la
escena en silencio, la rebobino en silencio y la reviso en silencio. ¿Funciona?
Conecto la banda sonora y examino la realidad de lo que aporta el diálogo. A
veces es exactamente como yo lo había imaginado. Otras veces, han ocurrido
hechos fortuitos que son m ucho más interesantes que cualquier cosa que yo
pudiera haber conseguido intencionadamente en el caso de que hubiera estado
escuchando la banda sonora.
Naturalmente puede haber errores. Puedo haber seleccionado una toma
que está bien visualmente, pero sin saber que me estaba imaginando la ento
nación de otra toma, que es más suave. Y ahí hago una corrección: uso el
sonido bueno de esa otra toma y lo superpongo a la imagen buena, de forma
que el actor dice una cosa visualmente, pero el sonido viene de otra toma.
Porque eso es lo que yo oía en mi cabeza cuando estaba ensamblando la
escena. Jean R enoir mandaría que me quemaran en la hoguera! Pero intento
aprovechar esas oportunidades, que a veces llegan por azar y a veces vienen de
una impresión que he ido desarrollando y que está a un nivel más profundo
que la realidad que tengo delante.
Este m étodo me permite superponer la signatura rítmica de la película a
aquellos planos que carecen totalmente de dinámica interna y que se m antie
nen el tiempo que haga falta.
Por ejemplo, en E l talento de Mr. Ripley, éste está sentado en la playa y
mirando al mar. Hay un plano del mar. ¿Cuánto tiem po hay que m ante
nerlo? Hay que m antenerlo el tiem po necesario para que tengan lugar los
pensamientos que tú imaginas que tiene Ripley, mientras estás m irando el
plano. Cuando paso el plano del mar, lo que estamos viendo es su punto de
vista y lo que estamos pensando es lo que está pensando Ripley. Cuando
UN L Á P I Z GRASO Y T I E M P O R E A L
esos pensamientos han bailado en mi cabeza, con la imagen, hasta un deter
minado nivel de satisfacción, marco el fotograma. Y entonces rebobino y 10
vuelvo a hacer y espero acertar en el mismo fotograma. M e sigue pareciendo
asombroso que suceda, aunque lleve treinta años haciéndolo. Pero como los
pensamientos tienen su propia dinámica interna, que es milagrosamente inva
riable, el plano puede durar quince segundos o más — 360 fotogramas— y aún
así puedo acertar varias veces exactamente en el mismo fotograma, el 361.
UN L Á P I Z GRASO Y T I E M P O R E AL
« E S P E R A N D O LA P R O V O C A C IÓ N »
por Anthony M¡nghella
3 12 CUARTA CONVERSACIÓN
Si ves la escena del baile en Ghost, después de que Sam y Molly han estado
jugando con arcilla y cuando se ponen a bailar a la música que sale del juke-
box... está llena de cambios de plano que se saltan el eje. Cada corte, una vez
que el baile se vuelve apasionado, coloca a los personajes en el lado «equivo
cado» del encuadre.
Visualmente, sigo teniendo en cuenta la mirada del espectador, lo hago de
una forma rítmica y sensual — «¡Un momento! ¿No deberían estar ella a la
izquierda y él a la derecha? ¡No, no, es al revés!». Eso, lo que hace es ponerte en
el estado de ánimo de dos personas que se desean apasionadamente — desorien
tación, pérdida del sentido espacial. Sois seres materiales, pero habéis llegado a un
lugar en el que no existe el espacio. Al quebrar de esa manera la gramática del
cine, se induce una actitud similar en el público.
Si m onto una escena tal y como debería montarse — siguiendo la gramática
cinematográfica clásica— da una sensación como de pies planos: estas dos per
sonas están haciendo cosas apasionadamente y nosotros estamos de pie mirán
doles desde fuera. Por lo tanto, no estamos implicados tan plenamente como
ellos. Pero al rom per las reglas, se puede acercar al espectador a la locura que
es el amor apasionado.
UN L Á P I Z GRASO Y T I E M P O R E AL
ULTI A
C O N V E R S A C I Ó
T O R O N T O
Página enfrentada: M urch dirigiendo a Fairuza Balk, que interpretaba a D orothy en la película
O z, un mundo fantástico, 1985.
BEN DI TA INQUIETUD
316 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
que un actor a veces tiene que pasar, en un mismo día, de la exuberancia des
preocupada a la tristeza más demoledora. Y tiene que repetir treinta veces esa
exuberancia, luego irse a comer, y a continuación ponerse con la tristeza
demoledora.
El «surco» habitual de la continuidad que sirve para encauzar la interpreta
ción de un actor teatral ha desaparecido. Debido a la naturaleza fragmentaria
del rodaje, ese surco natural ya no existe. Así que el director se convierte en el
surco. El debe llevar en la cabeza toda la película y tiene que ser capaz de res
ponder: «Sí, esta tristeza está pero que muy bien, el actor hace bien en entris
tecerse, pero la pena que estoy visualizando es demasiado azul, y tiene que ser
una pena más roja — lo que signifique eso es lo de menos— por la posición de
esta escena en la película. Com o el director tiene un punto de referencia que
no es inmediatamente accesible a todos los demás, él sabe que el color de la
tristeza no puede ser ése, y tiene que pedirle al actor que lo cambie.
Así que, com o director, hay que estar lo m áxim o posible en el presente,
prestando atención a todos los pequeños detalles de lo que hace todo el
m undo. Al mismo tiem po, te ves sorprendido por lo que hacen los demás
— norm alm ente, en determ inadas proporciones de cosas buenas y cosas
malas. Al intentar llevar a buen fin todos los elem entos de la escena, uno
tiende a acentuar lo bueno y a elim inar o a disimular lo malo, sea a través
de algo que hace el actor, o m ediante la colocación de la cámara. Luego es
preciso equilibrar esa parte con el material que uno ya ha rodado, y con el
que se va a rodar. Las decisiones que tomes tienen que com binarse con las
que has tom ado anteriorm ente, y además afectarán a otros elem entos suce
sivos. Para ser plenam ente efectivo, uno tiene que vivir sim ultáneam ente
en el pasado, en el presente y en el futuro.
Es un estado vital completamente contra natura — por lo menos para mí. Lo
más parecido es probablemente lo que experimenta un general al organizar las
tropas en medio de una batalla. U n escritor como tú y un m ontador como yo
estamos autorizados, y obligados, de hecho, a distanciamos de vez en cuando.
N o es una dispensa, es una necesidad absoluta. Pero un director no puede
guardar distancia.
O : Hay una anécdota buenísima de una vez que Chaplin paró un rodaje
para resolver un problema estético...
BENDITA INQUIETUD
M : Chaplin era un maestro alegando ese tipo de «fuerza mayor» para parar
un rodaje, y probablemente lo hizo m ucho más que nadie en la historia del
cine. Com o él era quien era, tenía un grado de control sin precedentes en
todo el proceso, como guionista, director y actor. Escribía según rodaba Sus
guiones no eran guiones en el sentido normal de la palabra. Escenificaba las
cosas y dedicaba m ucho tiempo a imaginar qué era lo más divertido, después
lo volvía a mirar y decía: «No, esto no funciona, vamos a rehacerlo todo».
Probablemente él fue el primero y el último que gozó del tipo de libertad
como director al que tú y yo estamos acostumbrados como escritor y como
montador, respectivamente. Gracias a su increíble riqueza, tanto en términos
de dinero como de poder. En realidad nunca ha existido nadie como él, ni
antes ni después.
O : Creo que era en Luces de la ciudad [City Lights] en donde tuvo que
resolver el problema de cómo podía la chica ciega tomar al vagabundo por un
millonario. Y al final se le ocurrió que el vagabundo cruzaba una calle a tra
vés de los coches, subiéndose por un lado y bajándose por el otro, hasta llegar
a la acera contraria. El último coche por el que pasa es una limusina, y la chica
ciega oye que se cierra esa puerta y malinterpreta el estatus del vagabundo. De
forma que todo gira en tom o a un sonido. Y sin embargo, ¡la película es
muda!
Mi Aun tratándose de una película muda, te pide que oigas com o lo oiría
la ciega y que comprendas las implicaciones de ese sonido. Es un golpe
maestro.
3 18 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
tor. Por supuesto, yo comprendía que lo que él quería decir era: «¿Qué tal te
va con la película?». N o me estaba preguntando si yo era feliz en el sentido
literal y más profundo de la palabra. Así que le contesté: «Oh, sí, estoy muy
contento. ¡Las cosas están saliendo bien!», Pero aquella tarde seguí dándole
vueltas a esa pregunta, y pensaba: «Lo que he dicho ha sido la respuesta socia
ble, pero, ¿cuál es la respuesta real a esa pregunta — de un director a otro?».
La respuesta más aproximada era: «No, no estoy contento, pero me sentiría
absolutamente desgraciado si me impidieran hacer lo que estoy haciendo. N o
me lo impidáis — me siento m uy desgraciado pero no me lo impidáis. Me
siento desgraciado en el sentido sorprendente y cósmico en el que se siente
desgraciado un director».
Hay una frase de algo que dijo una vez Martha Graham sobre ese proceso.
Lo llamaba «bendita inquietud». Si ahora mismo estuviera en aquella fiesta le
respondería a Jim: «Hmm, sí, estoy sintiendo bendita inquietud».
ESCRIBIENDO OZ,
UN MUNDO FANTÁSTICO
E S C R I B I E N D O OZ, U N M U N D O F A N T Á S T I C O 319
comenzó en la primavera de 1983 y el rodaje, en la primavera de 1984.
Estuvimos escribiendo a lo largo de todo aquel periodo.
E S C R I B I E N D O OZ, U N M U N D O F A N T Á S T I C O
«¿Cómo te atreves a hacer una secuela de El mago de O z ? ¿Y cóm o te atre
ves a hacerla de la forma que la has hecho?». Sabía de antemano que era
arriesgado.
O ; Recuerdo que, cuando estaba haciendo el remake de La mosca [The Fly],
David Cronenberg contaba que todo el m undo exclamaba: «Dios mío, ¿cómo
puedes hacer eso con una película tan conocida?». Y él contestaba: «Oye, que
es La mosca, no es Ciudadano Kane». Pero de cierta forma sí se trataba de un
Ciudadano Kane.
Ú L T IM A CONVERSACIÓN
«Tengo una fotografía muy bonita de Wisconsin Death Trip con una chica de pie a la orilla del
río, de espaldas. Siempre pensé en ella como una D orothy real.» W alter M urch
E S C R I B I E N D O OZ, U N M U N D O F A N T Á S T I C O 321
i
O : Gilí Dennis me aconsejó que te preguntara por Wisconsin Death Trip.
Es un libro excelente, pero ¿qué tiene que ver con todo esto?
M: Creo que ésa es otra de las razones por las que O z, un mundo fantástico
molestaba a tanta gente. Gilí tenía un ejemplar del libro, escrito por Michael
Lesy. Es un collage de fotos y de artículos de periódicos de Wisconsin, en
tom o a 1890, y algún poema ocasional sacado de Spoon River Anthology. Es
una mirada realista sobre cómo era la vida en esa parte del m undo, justo antes
del cambio de siglo, un m undo muy similar al m undo en el que habría nacido
una hipotética D orothy de carne y hueso. Una vez que las cosas se acaban y
resultan irrecuperables, solemos verlas con un resplandor difuso y dorado. «¡Si
la vida pudiera ser sencilla, como antaño!». O bien: «¡Si la gente pudiera seguir
viviendo en sus granjas, cultivando sus propios alimentos!».
La realidad era muy distinta. Había mucha demencia, enfermedades, quemas
de graneros y venganzas. La condiciones humanas de la época. Yo me pregun
taba: ¿Qué habría pasado si la primera historia, El mago de O z hubiese ocurrido
de verdad, si hubiese sido noticia en algún periódico local? Que vino un tomado,
se llevó por los aires la casa de una pareja de ancianos, destruyéndola — cosa que
ocurría constantemente— y que una niña, sobrina de la pareja, había sobrevivido;
y que cuando finalmente la encontraron, milagrosamente viva, se había puesto a
contar la historia de dónde había estado. ¿Qué pensarían su tío y su tía? ¿Cuáles
serían las condiciones reales en que se encontraría la familia? ¿Qué pasaría si
tuvieran que pedir una segunda hipoteca para hacerse una casa nueva? ¿Y si el tío
se hubiera roto una pierna durante el tomado y estuviese intentando sobrevivir
como granjero? Y la sobrina, sin parar de hablar del lugar maravilloso donde había
estado. Le dirían: «¡No hables así, no existe un lugar como ése!». ¿Qué tendría
que hacer ella? ¿Debería negar que eso le ha ocurrido? Ese es el dilema de
Dorothy al principio de la película. O z, un mundo fantástico es una mezcla de la
realidad de Wisconsin Death Trip y de la fantasía de Ozma de O z.
Y otra influencia importante fue M y Antonia, de Willa Cather.28 Incluso fui
a visitarla a su casa en R ed Cloud, Nebraska...
28 Willa Cather (Estados Unidos, 1873-1947): Sus primeras novelas, L o s c o lo n o s (1913), E l c a n to
d e la a l o n d r a (1915) y M y A n t o n i a (1918), narran la digna existencia de una familia de granjeros
emigrados a las Grandes Llanuras. Cather ambienta también en este escenario sus dos siguien
tes novelas, U n o d e n o s o tr o s (1922), Premio Pulitzer de ficción en 1923, y U n a m u j e r e x t r a v i a d a
(1923). ( N . d e l E . )
Ú L T IM A CONVERSACIÓN
O: Cuando Gilí y tú escribisteis a medias el guión, ¿trabajabais siempre en
pareja o por separado?
M! Por separado. Desarrollamos juntos el esquema, lo dividimos en dos
partes, y cada uno escribió su mitad por separado. Luego nos reuníamos, lo
leíamos juntos y nos escribíamos notas m utuam ente, y nos intercambiábamos.
Yo reescribía su parte, y él la mía. Era com o el juego de las sillas musicales,
pero literario. Nuestras sensibilidades tienen mucha afinidad.
Dos escenas: El rey N om o, cuyo ejército de Nom os fue creado en forma de animación de arci
lla por Will Vinton; y Dorothy, Tik-Tok, el Espantapájaros, Jack Pumpkinhead y el Hombre
de Hojalata vuelan en el Gump. Izquierda: U na ilustración original de John R . Neill.
cine. Le envié un ejemplar del guión, y le indiqué que mi idea era que los
Nomos eran espíritus que vivían en la roca, deberían ser de piedra y ser capaces
de emerger de ella bajo formas a veces humanas. Le pareció muy buena idea.
Su estudio había estado batallando con la textura de la arcilla — intentando que
tuviera un aspecto parecido a la carne. Y para ellos, aquélla era una oportuni
dad para que la arcilla fuese lo que es en realidad: una forma maleable de roca.
O : ¿Y qué hay de personajes como T ik-T ok y Jack Pumpkinhead?
Utilizaste como modelo las ilustraciones del libro de Baum?
O: ¿En qué se diferencia el talento necesario para m ontar una película del
talento que hace falta para concebirla o escribirla?
Mi Son m uy diferentes. Toda persona creativa tiene elementos de ambos.
M i parte de m ontador es bastante potente, pero la otra parte — la parte crea
dora— es más débil, está menos desarrollada. Y a veces se acobarda ante la
potencia de la parte del montador.
De forma que cuando escribo tengo que encontrar la manera de que esas
dos partes trabajen juntas sin problemas. Los escritores natos — bueno, son
personas que, por un extraño azar, poseen esos dos aspectos en su m ente en
un estado de perfecta armonía. Generan y m ontan simultáneamente, con una
modulación perfecta, sin ser siquiera conscientes de ello. Es algo parecido a
ese tipo de cola Epoxy que viene en dos tubos, que aportan resina y endure-
cedor en cantidades idénticas.
En mi caso, me di cuenta de que el peligro era que se me ocurría una idea
y entonces, inmediatamente, mi parte de m ontador empezaba a analizarla. Y
330 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
así no se llega a ninguna parte. En el otro extremo, si tu parte creativa es muy
fuerte pero tu parte montadora es débil, acabas teniendo montones de pala
bras pero careces de estructura y de precisión para transmitir las ideas.
Cuando escribo un guión, lo hago tumbado — por ser lo contrario de estar
de pie. M onto de pie, así que me tum bo para escribir. Cojo un pequeño mag
netofón y, sin darme cuenta, entro en un leve trance hipnótico. Me imagino
que la película ya está terminada y yo me limito a describir lo que ocurre.
Empiezo en orden cronológico, pero luego empiezo a saltar aquí y allá. Digo
y grabo todo lo que se me ocurre. Com o estoy tumbado, como tengo los ojos
cerrados, como no estoy mirando nada, y las ideas son captadas por mi silen
cioso escriba — el magnetofón— no hay ninguna crítica previa. Las cosas salen
sin más.
Esa es mi forma de desarmar mi parte de m ontador. Yo mismo me pongo
en una situación diametralmente opuesta a mi situación cuando estoy m on
tando — tanto física como mentalmente. Animo a esas ideas a que salgan de
los bosques como pequeños animales, y a que beban tranquilamente en la
charca, sin miedo a que llegue el halcón a hacerles pedazos.
O: ¡Es una profesión sedienta de sangre!
E S C R I B I E N D O OZ, U N M U N D O F A N T Á S T I C O
JUSTO DEBAJO DE LA SUPERFICIE
J U S T O DEBAJO DE LA S U P E R F I C I E
Lo receptivo, La dificultad inicial, La necedad juvenil, etc. Y cada nom bre va
acompañado de una interpretación y de un consejo.
A pesar de las apariencias, el drama en el cine también es un intento de
abordar la complejidad de la condición humana de un m odo básicamente
estructurado. Hace unos años empecé a preguntarme si existía una conexión,
por improbable que fuese, entre la estructura de los hexagramas del I Ching y
la escenificación de las escenas en el cine. La película que desencadenó esa pre
gunta fue Ausencia de malicia [Absence o/Malice], dirigida por Sydney Pollack, y
concretamente, la reunión secreta entre un hom bre de negocios que está
siendo investigado, interpretado por Paul Newm an, y el fiscal del distrito de
Miami.
Newm an era por el m om ento el personaje más débil — quería algo que el
fiscal del distrito se resistía a darle— y la cámara le encuadraba en la parte dere
cha de la imagen, mirando hacia la izquierda hacia el fiscal, que estaba fuera
de cuadro.
Pero, sorprendentemente, el plano del fiscal le colocaba en el mismo lado
del encuadre que a Paul Newm an, así que al cambiar de plano, la imagen del
fiscal caía encima de la de Newm an como un puñetazo, como diciendo:
«¡No!» Para reforzar el rechazo que está implícito en esa forma de encuadrar,
el fiscal estaba mirando más bien al lado contrario, y casi dándole la espalda a
Newm an, que así resultaba rechazado por partida triple.
La escena estuvo dándome vueltas en la cabeza un par de días y repentina
m ente se materializó en un sistema de organización. Una especie de idea de
Guido d’Arezzo en miniatura, la posibilidad de escribir la puesta en escena uti
lizando un código muy sencillo, un código basado en dos tríadas binarias: hay
tres preguntas para cada personaje, y cada pregunta tiene que responderse con
un sí o con un no. J
\
En el caso de Newman, las tres preguntas eran: (1) ¿Está mirando al fiscal?
(2) ¿Su cuerpo está orientado hacia el fiscal? (3) ¿La forma en que está encua
drado acepta al fiscal? En este caso las respuestas son: Sí, Sí, Sí.
Las tres preguntas equivalentes aplicadas al fiscal tendrían como respuesta:
N o, N o, No.
De repente establecí la relación con el I Ching: así había que organizarlo — dos
trigramas de Sí/No. El I Ching dice Yin y Yang donde yo decía Sí y No, y repre
senta el Yin como una línea quebrada y el Yang como una línea entera.
334 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
En cualquier escena cinematográfica hay uno que pide y uno que con
cede, un personaje más débil y uno más fuerte. Si no, no hay escena. Puede
que la relación de poder sea evidente, o puede estar oculta a la vista de uno
de los personajes, o incluso de ambos. De m odo que en cada m om ento de
cada escena hay una dinámica entre personas que puede expresarse de muchas
formas.
En Ausencia de malicia tenemos al poderoso fiscal del distrito como parte
otorgante y a Newm an, el protagonista, como parte solicitante. Las líneas del
fiscal son N o, N o, No.
J U S T O DEBAJO DE LA S U P E R F I C I E
perseverancia, alcanzará sus metas. Lo que se parece m ucho a la verdad que sub-
yace a esa escena.
Sería un ejercicio interesante coger un guión, lanzar el I Ching en cada
escena, y leer lo que tienen que decir los hexagramas sobre la escenificación
potencial de esas escenas y de la condición humana que les acompaña. ¡Cómo
mínimo sería sugerente!
O: Eso es interesante si lo aphcamos a la secuencia inicial de El Padrino.
Vito Corleone, el personaje de Brando, al principio parece preocupado y
dubitativo, aunque él detenta el poder, mientras que el «soficitante» pide de
forma clara y eficiente.
Mi Exactamente. A veces el personaje objetivamente más débil parece más
fuerte, y viceversa — y luego, a medida que avanza la escena, se produce una
sorprendente inversión. Hay muchos ejemplos de la manipulación creativa de
esos elementos fundamentales de la puesta en escena tanto en El Padrino como
en El Padrino II. Hay una buena escena en El Padrino con Kay y Michael, en
el hotel.
3 36 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
Angry Men]: el director Sidney Lumet tuvo que poner en
escena a doce miembros del jurado en una sala y reflejar
unas tensiones mal disimuladas.
Centro: Garbo bailando el Chica-choca en La mujer de las
dos caras [Two-Faced Woman\, de George Cukor, 1941.
Derecha: Kristin Scott Tilomas en el papel de Katharine y
Ralph Fiennes en el papel de Almásy en su primer baile
en El paciente inglés.
J U S T O D E B A J O DE L A S U P E R F I C I E 337
m irándola y orientado hacia ella. A parentem ente nada ha cam biado. Pero
en el fondo, de form a invisible pero poderosa, algo ha cam biado. Todos
conocem os esa sensación. El em pleo y la orquestación de ese tipo de
encuadre proporciona a los directores una potente herram ienta para
com entar, m inim izar o amplificar lo que se dicen o se com unican explíci
tam ente los personajes.
O: Es una partida de ajedrez.
O : Cuando Anthony rodó esa escena, ¿lo hizo en un solo plano? Daba la
sensación de un único plano intenso.
Mi N o, eran cuatro o cinco.
Ú L T IM A CONVERSACIÓN
material que me dan. Por cómo han rodado la escena el director, los opera
dores y los actores. U n m ontador a veces puede cambiar la puesta en escena.
Pero sólo de fomia limitada. En cambio, cuando el director está colocando a
los actores en relación unos con otros y con la cámara, ahí es donde realmente
se manejan esos elementos. Por otra parte, algunas cosas ocurren por casuali
dad, y el m ontador puede aprovecharse de ello.
La escena de amor en la fiesta de Navidad es peligrosa, por la naturaleza de
lo que está ocurriendo. A fin de cuentas es Navidad, y Almásy y Katharine son
una pareja adúltera haciendo el amor en un lugar semi-públieo. Si alguien apa
reciera por la esquina en el m om ento equivocado, sería un desastre. La carga
sexual de la escena se ve reforzada y complicada por el riesgo. N o sólo hay
complejidad en la geografía física de la fiesta — cómo se citan, lo que él le dice
a ella, y adonde van— , sino que además el paisaje sonoro de esa escena es muy
complicado. Hay música árabe y gente cantando villancicos, de forma invero
símil, en El Cairo. Una fiesta muy inglesa. Y además está el tema de amor, la
música orquestal. Las tres músicas suenan al mismo tiempo.
O: Y a veces una suena más que las otras, así que oímos el desplazamiento
de la estructura de poder de las distintas emociones.
Mi ¡Exacto! Yo diría que en esa escena en particular la colisión de em o
ciones, la confusión contradictoria de las emociones, se amplifica más debido
a la banda sonora que a cualquier otro recurso que yo haya podido emplear
en el montaje de la imagen.
Se puede conseguir algo parecido con, por ejemplo, el vestuario. El dise
ñador de vestuario puede decir: «Este personaje, T om Ripley, quiere ser un
determ inado tipo de persona, pero en realidad es otro tipo de persona. Así
que voy a vestirle de una manera que revele, profunda pero sutilmente, la
contradicción que hay en él. Todo es perfecto, m enos sus zapatos... Cuando
te fijas en sus zapatos, te das cuenta de que no es la persona que aparenta ser.
El director, el operador y el actor pueden aprovecharlo para hacer que el
actor cruce las piernas y que inconscientem ente revele que sus zapatos están
fuera de lugar. ¿O es consciente de que sus zapatos están fuera de lugar?
¿Intenta ocultarlo?
Ese tipo de cosas se consiguen también con la dirección artística — utili
J U S T O DEBAJO DE LA S U P E R F I C I E
zando el decorado de la habitación de un personaje para reflejar y amplificar
los deseos y las contradicciones de esa persona. Las cosas que estamos com en
tando deberían desarrollarse a todos los niveles, desde la puesta en escena, el
reparto, la fotografía, el sonido, la música, el montaje, el vestuario, la direc^
ción artística, el atrezo...
Al hacer una película uno intenta conseguir la orquestación más intere
sante de todos esos elem entos, que, com o en la música, deben ser arm óni
cos, y sin em bargo, contradictorios. Si son com pletam ente contradictorios,
entonces hay caos. Es com o cuando los músicos afinan los instrum entos
antes de una interpretación: no se puede sacar nada coherente de ello. Es
un sonido fascinante y evocador, pero sólo durante aproxim adam ente
quince segundos. Por otra parte, cuando todos los instrum entos tocan las
mismas notas — en otras palabras, cuando son demasiado armónicos— hay
coherencia, sí, pero a los pocos m inutos m e aburro. T anto com o con el
caos de la afinación.
Una sinfonía puede durar una hora o más porque el compositor y los intér
pretes han desarrollado una discusión armónica, preguntas musicales y res
puestas, contradicciones, afirmaciones y resoluciones, todos ellos dando vuel
tas a la vez de un m odo que sorprende continuam ente y que sin embargo, en
última instancia, es evidente.
Una película en realidad pretende hacer lo mismo, reuniendo todos los ofi
cios relacionados con el cine, incluida la música.
O; Estoy acordándome de las primeras versiones del montaje de la escena
de Navidad en El paciente inglés. En la última fase, justo antes de las mezclas,
se produjo un gran salto — adquirió unas especie de agitación en los sonidos:
música romántica, cánticos, y luego el golpeo contra la alacena que hay detrás
de Katharine. Una coreografía de un gran paisaje, de un paisaje sonoro. Com o
montador, en ese m om ento tú eres el director de orquesta, el que decide
cuánto tiempo hay que mantener el plano del brazo de Almásy en el muslo de
Katharine, cuánto durará la expresión de la cara de ella...
342 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
la alacena. Ese sonido proporciona un elemento rítmico, acentúa el ritmo del
acto, pero añade un elemento de peligro — están haciendo ruido y alguien
puede oírles. Si todos dejaran de cantar, la gente les oiría, y los amantes serían
descubiertos. Consiguen hacer el amor de una forma apasionada y ruidosa, y
Ralph Fiennes y Kristin Scott Thomas de verdad se entregan completamente
a ese m om ento. Ése es el fundamento esencial sobre el que se basa todo lo
demás.
M : Supongo que adonde quiero llegar con todo esto — incluido el asunto
del I Ching— es a que las películas, cuando salen bien, funcionan a un com
plejo nivel de interacción armónica — de sonidos, imágenes, interpretación,
vestuario, dirección artística, fotografía, etc. Al principio tenemos un guión
que, por complejo que sea, es una línea melódica sencilla, pero aún no posee
una partitura orquestada. El director — que es lo más parecido al director de
orquesta, en términos visuales— no tiene otra forma de orquestar todos esos
elementos que no sea a base de hablar, ilustrar con ejemplos, y a veces, apa
rentem ente, mediante una especie de intervención divina. Si hubiera que
especificar y detallar cada una de las decisiones que hay que tom ar en una pelí
cula, ésta nunca llegaría a hacerse...
J U S T O DEBAJO DE LA S U P E R F I C I E 343
que están premeditados al 100 %, son totalmente manipuladores y por lo
tanto, completamente artificiales.
3 44 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
adoración completa, el anonimato inexplicable o la celebridad que destroza el
alma. ¿Cómo se hace frente a eso? Esas cosas evidentemente tienen un
impacto emocional que es innegable.
Pude ver muy claramente el peligro del éxito absoluto cuando fui a los
Estudios Disney en 1980, en las conversaciones previas a O z, un mundo fantás
tico. W alt Disney llevaba m uerto unos quince años, pero tenía tanta presencia
que todo lo que había dicho en vida — incluso el comentario más acciden
tal— era palabra de Dios. Una vez había estado viendo una proyección diaria
de una película de acción real, y casualmente preguntó: «¿Cuál era la abertura
de diafragma de ese plano?». La abertura de diafragma determina la profundi
dad de campo — cuántas cosas aparecen enfocadas. Alguien le contestó que
5,6. Disney dijo: «Me gusta. Está enfocado lo suficiente, pero no todo, está
perfecto». Alguien lo tom ó al pie de la letra, y se convirtió en un edicto. Así
que todas las películas de los Estudios Disney, si se rodaban en exteriores,
tenían que filmarse con una abertura de diafragma de 5,6 para que tuvieran la
profundidad de campo Disney.
N o sé si el mismo W alt Disney aprobaba aquello, o si se quedaría horrori
zado al ver que la respuesta a una pregunta anecdótica había sido pasada a lim
pio por uno de sus monjes y se había convertido en una parte de la liturgia de
los Estudios Disney. Cuando algo tiene éxito, todo lo que lo rodea, tanto lo
bueno como lo malo, se empaqueta como una fórmula para triunfar. Se hace
muy difícil diferenciar lo que era cierto de lo que no lo era, las cosas buenas
de las malas, lo superficial de lo profundo.
La idea de este tipo de éxito — de que a la gente le gustaran sus cuadros y
de quedar por ello congelado en un determinado molde— aterrorizaba tanto
a Van Gogh que contribuyó a su desequilibrio mental y a su suicidio. Lo que
él quería hacer era investigar. Secretamente, disfrutaba con esa libertad que le
proporcionaban la pobreza y el anonimato.
Naturalmente, las distorsiones del fracaso son las contrarias: en vez de que
todo lo que haces sea aceptado injustamente, todo es rechazado. O por lo
menos, ése es el riesgo. Se pueden aprender lecciones realmente importantes
de un trabajo que fracasa, pero el fracaso está impreso en el producto y existe
una tendencia a pensar que todo lo que uno hizo estaba mal, y haces votos de
no volver a repetirlo. Es preciso resistir ese impulso, de la misma forma que
hay que resistir las complicaciones almibaradas del éxito. Son cuestiones casi
UN M A R A V I L L O S O V E R S O DE R I L K E 345
religiosas. Lo que el m undo piensa que es un éxito, las cosas que premia,
muchas veces tienen muy poco que ver con el contenido esencial de la obra
y la relación que ésta tiene con el autor y con su propio desarrollo.
O : Probablemente ésa es la razón por la que yo no vuelvo a leer mis libros
después de que se publiquen. Así, mi recuerdo de El fantasma de A ñil o de El
paciente inglés o de En una piel de león es el de mi relación emocional con el
libro justo antes de salir a la venta. U no está sobre ascuas. N o sabes si va a fun
cionar o no, pero en ese m om ento no puedes hacerlo mejor. Después, como
decía W ordsworth, puede o puede no ser pudin...
M; Sí. Es importante agarrarse fuerte en ese estado de estar sobre ascuas. A
largo plazo eso es lo único que permitirá que emeijan las auténticas lecciones.
Puede que te lleve años reconocerlas.
O : Y en un libro ya publicado siempre m e acuerdo de algo que no me
salió bien del todo. A veces llevo eso conm igo al empezar el trabajo siguiente
— tengo que resolverlo la próxima vez. Había un m om ento en E n una piel
de león que no terminaba de quedar bien — tenía que ver con la m uerte de
Ambrose Small y su extraña soledad durante sus últimos días. Ahora puedo
mirar atrás y ver que una gran parte de la situación de Almásy en El paciente
inglés provenía de esa «carencia» en el libro anterior.
LOS SUEÑOS
O : Voy a hacerte una última pregunta, y es sobre los sueños. Tengo curio
sidad por saber si el sonido — puesto que en tu vida consciente trabajas tanto
con él— es una parte central de tu m ente cuando estás dormido. ¿El sonido
es más patente en tus sueños que en los de los demás?
3 46 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
Pero me ocurre una cosa extraña, sobre todo en las etapas finales de una
película. Todo está encaminado hacia una meta específica, y hace falta que
estés atento al m om ento, creativamente, pero también tienes que saber redu
cir las cosas a su naturaleza esencial porque hay que cumplir un plazo. Cosas
que antes habrías investigado ahora no puedes probarlas. En esos momentos
casi nunca sueño. La propia película ocupa tanto la parte onírica de mi mente
que es como si unos terroristas hubieran venido a apoderarse del aeropuerto.
Todos los sueños que están a la espera de aterrizar no pueden hacerlo.
Cuando term ino una película hay un periodo en blanco como de una
semana. Luego, rápidamente, empiezan a llegar sueños de un determinado
tipo, y durante aproximadamente un mes vivo en un estado en el que los sue
ños son tan intensos y tan reales que cuando me despierto estoy exhausto.
O : ¿Esos sueños tienen algo que ver con la película que acabas de hacer?
M: No.
LOS S U E ÑO S 3¿
M: ¡Sí!
THE END
348 Ú L T IM A CONVERSACIÓN
Llueve sobre m i corazón ÍThe Rain People] (1 9 6 9 ), montador de sonido y mezclas.
American Zoetrope/W arner Bros. Escrita y dirigida por Francis Ford Coppola; protagoni
zada por James Caan, Shirley Knight, Robert Duvall, M arya Zimmet, Tom Aldredge
Los Rolling Stones (Gimme Shelter) LGimme Shelter] (1 9 7 0 ), operador de cám ara.
Maysles Films/Cinema 5. Dirigida por A lbert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin;
protagonizada por los Rolling Stones, Ike y Tina Turner, Jefferson Airplane, Flying Burrito
Brothers, The Grateful Dead
The Great W alled City o f Xan (1 9 7 0 ), montador de sonido y mezclas; escrita y dirigida por
Hal Barwood. Corto de animación de diez minutos de duración
M U R C H Y EL C I N E 3 53
La insoportable levedad del ser [The Unbearable Lightness o f Being] (1 9 8 8 ), montador jefe
de imagen. Saul Zaentz/Orion. Escrita por Jean-Claude Carrière y Philip Kaufman, basada
en el libro de Milan Kundera; dirigida por Philip Kaufman; protagonizada por Daniel-Day
Lewis, Juliette Binoche, Lena Olin, Derek de Lint, Erland Josephson, Daniel Olbrychski
Call from Space (1 9 8 9 ), montador de imagen. Una película de Showscan Co. Escrita por
Chris Langham y Sara Paris; dirigida por Richard Fleischer; protagonizada por Bill
Campbell, James Coburn, Charlton Heston
354 M U R C H Y EL C I N E
E l prim er caballero ÍF Irs t Knlghfí (1 9 9 5 ), montador de imagen y mezclas de sonido.
Columbia/Zucker Brothers. Escrita por W illiam Nicholson; dirigida por Jerry Zucker; pro
tagonizada por Sean Connery, Richard Gere, Julia Ormond, Ben Cross, Liam Cunningham,
Christopher Villiers, Valentine Pelka, John Gielgud
Dickson Experim ental Sound Film (2 0 0 3 ), restauración sincronizada del sonido del expe
rimento film ado por Thomas Edison y W illiam K. L. Dickson en 1894, llevada a cabo por
W alter Murch, Rick Schmidlin, Industrial Light & Magic, y Skywalker Sound de Lucas
Digital, Ltd., en colaboración con la Library of Congress y el Edison National Historie Site
356 M U R C H Y EL C I N E
AGRADECIMIENTOS
Quisiera dar las gracias a Shelley Wanger y Louise Dennys que trabajaron con
migo en este libro casi desde el principio, así como a Aggie Murch, quien me ins
piró con aquella entrevista a tres bandas, y que después me ayudó a encontrar e
identificar muchas de las fotos personales de este libro. Gracias a George Lucas, a
Francis Coppola, a Rick Schmidlin y a Anthony Minghella por sus opiniones per
sonales sobre Walter Murch. Los comentarios de George Lucas y de Rick
Schmidlin están extraídos de los comentarios que hicieron en un homenaje a
Walter en la Academia del Cine en Los Angeles, en octubre de 2000. El texto de
Francis Coppola proviene en parte de sus comentarios en aquel mismo evento y
en parte de una entrevista que me concedió. Las observaciones de Minghella fue
ron escritas especialmente para este libro.
Quisiera dar las gracias a todo el personal de Knopf en Nueva York y al de
Vintage Cañada en Toronto, especialmente a Kathy Hourigan, a Susan
Roxborough, a Carol Carson, a Kapo Ng, y a Deirdre Molina. También a Rick
Simón, a Darren Wershler-Henry y a Stan Bevington, de Coach House Press en
Toronto. Por transcribir tantas horas de conversación grabada, gracias a Donya
Peroff. Por la búsqueda de fotografías, gracias a Ann Schneider; también a Fantasy
Films, a Miramax, y a Phil Bray por las fotografías del rodaje de El paciente inglés.
Gracias también a Walter Murch Jr., por su trabajo para conseguir «extractos» de
varias películas, y también a Sean Cullen.
Gracias a John Berger, a Donald E. Westlake y a Dai Vaughan por el uso de
citas de El hombre invisible [The Invisible Man] (BFA), a Sharon Thesen, a Atom
Egoyan, a Alexandra Rockingham, a Gilí Dennis, a Davia Nelson, a Kim Aubrey
de Zoetrope, a Ellen Harrington, a The Directors Guild of Cañada, y a Ellen
Le vine y Tulin Valeri.
Finalmente, gracias a los siguientes, que me ayudaron con el manuscrito en
distintos momentos a lo largo del primer manuscrito: Esta Spalding, Griffin
Ondaatje, Linda Spalding, Liz Calder y Sonny Mehta.
Y gracias a Saúl Zaentz.
CRÉDITOS DE FOTOS
362 C R É D I T O S DE FOTOS
237: Annette Carducci Última conversación
239: Photofest 314: R ic h ard B lanschard/cortesía de
248: colección Everett W alter M urch
250: Photofest 320: R ic h ard B lanschard/cortesía de
252: © Warner Seven Arts W alter M u rch
253: Photofest 322-323: izquierda, Jo h n R . N eill ©
255: Photofest W illiam M o rro w & C o m p any , Inc.;
256: colección de la familia Murch derecha, R ich ard B lanschard/cortesía de
260: cortesía de la Academia de las W alter M urch
Ciencias y las Artes 324-325: am bas de R ich ard
262: ambas de Katherine Louise B lanschard/cortesía de W alter M u rch
Scott Murch/colección de la familia 327: colección V an S chaick/cortesía
Murch de T h e State H istorical Society o f
264: izquierda, colección de la fami W isconsin
lia Murch; derecha, Kim 329: izquierda, Jo h n R . N eill ©
Aubry/American Zoetrope W illiam M o rro w & C o m p any, Inc.;
265: izquierda, The Radio de Walter arriba a la derecha, R ic h ard B lanschard/
Tandy Murch, cortesía de una colección cortesía de W alter M urch; am bas de
privada; derecha, The Lightbulb de R ich ard B lanschard/G lobe
Walter Tandy Murch, cortesía de una P h o to s/R angefin ders
colección privada 332: colección L ebrecht
266: © Gaumont British 336: colección E verett
269: cortesía de Walter Murch 337: izquierda, Photofest; derecha,
270: cortesía de Walter Murch Phil Bray © 1996 T h e Saul Z aentz
272-273: cortesía de Walter Murch C om pany. T od os los derechos reserva
275: colección de la familia Murch dos /© M iram ax Films
281: ambas de © Paramount 338-339: izquierda, Photofest; centro,
286: Photofest colección Everett; derecha, Phil Bray ©
287: colección Kobal 1996 T h e Saul Z aentz C om pany. T odos
288: Photofest los derechos reservados/© M iram ax
289: © Paramount Film s/colección N eal Peters
295: © American 349: colección E verett
Zoetrope/Paramount 350: arriba, Phil Bray © 1988 T h e
298: © American Zoetrope Saul Z aen tz C om pany. T o d o s los dere
299: © American Zoetrope chos reservados/colección K obal; en el
308: © Miramax Films centro, a la izquierda, G lobe P hotos; en
310: Phil Bray © Miramax el centro, al centro y a la derecha, Phil
Films/MPTV Bray © 1996 T h e Saul Z aen tz
C o m pany. T o d os los derechos reserva-
C R É D I T 0 S DE FOTOS
dos /© Miramax Films; abajo, ©
American Zoetrope
351: arriba, Portrait ofjoseph Cornell,
de Walter Murch del Smithsonian
American Art Museum, donación de
John A. Benton y esposa; en el centro, a
la izquierda, © Warner Brothers; en el
centro, a la derecha, © Metro
Tartan/Block 2/Paradis/Jet Tone; abajo,
colección Everett
352: Susan Stemer/A.P. Wide
World Photos
355: Susan Stemer/A.P Wide World
Photos
358: arriba, colección Everett; abajo,
Phil Bray © 1988 The Saúl Zaentz
Company. Todos los derechos reserva
dos
360: arriba, Annette Carducci; abajo,
cortesía de Walter Murch
3 64 C R É D I T O S DE FOTOS
ÍNDICE
Los números de páginas en cursiva corresponden a ilustraciones.
acción con raccord, 309 Antonioni, Michelangelo, 180
acción paralela, 117 apartamento, El, 192
actores, 263 Apocalypse Now, 16, 30, 45, 55, 78, 81, 82-85, 86,
casting, 153, 154, 244 98,99-108, 107,184, 236, 262, 290,319,353
el director como público para los, 316, calidad anecdótica, 82, 83
317 como parte del subconsciente
elección de un objetivo y, 228-230 americano, 27
parpadeos de, 168, 169 conducta de Brando durante el rodaje,
relación del montador con, 20, 96, 97 93, 94
ritmos de los, 306 decisión de Coppola de dirigirla, 84
adaptaciones cinematográficas, 48, 49, 152, 157, entierro de «Limpio», 103-105
171, 172 escaletas de entrada de sonido, 272, 273
agua y el tono seiche, 136 escenas eliminadas, 29
Alexander Nevsky, 134 guión, 88, 89, 93, 95
A l final de la escapada, 48 mezcla final, 90, 272, 273
Algo salvaje, 255 múltiples montadores, 85-87, 109
Alguien voló sobre el nido del cuco, 195 música, 197, 281, 282
Alien, Dede, 13, 14, 49-52, 52 narración, 88-90
ambigüedad, 73,130-131, 133, 176, 182, 340 panel de fotos, 269
American Grqfjiti, 16, 43, 45, 95, 124, 125, 183, personajes mirando directamente a
194, 286, 287 cámara, 98, 99
música del ambiente, 145 problemas de sincronización, 109
American Zoetrope, 17, 27-29, 37, 39, 41, 50, reunión de mando donde Willard recibe
76, 95, 196, 247, 249, 296 su misión, 94, 95, 98, 99
cancelación del acuerdo de desarrollo secuencia final, 91, 92
con Warner, 45, 95 secuencia inicial, 84, 85, 85, 86, 294-
ángeles perdidos, Los, 259 296, 295
animación, 138, 329 sonido de grillos, 276-278
animación de arcilla, 328, 329 sustitución de Keitel, 80, 82-84
Another Ufe (Walcott), 234 tifón durante el rodaje, 254
anticipación, 291 Apocalypse NowRedux, 15,16,27-30,82,99-111,
ÍNDICE
107, 120, 121, 355 Murch, 263-265
corte del negativo, 109 en el sistema de paneles de fotos de
escenas con Kurtz, 28, 82, 85, 91-94, Murch, 268-274
98, 101, 103, 106 equilibrio entre estructura y, 249-263,
escena de la plantación francesa, 28, 29, 265, 275, 330, 343, 344
92, 102, 103-106 Aztecas, 114
escena del esquí acuático, 99, 100
escena del hospital de campaña, 100, Bach, J. S., 81
101, 102, 106 Balk, Fairuza, 137, 228, 314
escenas «nuevas», 99-103 Ballard, Carroll, 41, 319
mezcla final, 82 Balzac, H onoré de, 115
proceso de copia en Technicolor, 109 Banks, Russell, 90
tifón durante el rodaje, 100, 101, 102, Bardot, Brigitte, 173
103 Barrio Sésamo, 323
archivos cinematográficos, 44, 123, 124 Basehart, Richard, 90
argumento en literatura, 71, 184 batalla de Argel, La, 51, 52, 54
artistas (trabajando con ayudantes o aislados), 247- Baum, L. Frank, 132, 321, 324-327, 330
249 Bean, Henry, 152
ayudantes, 247 Beckett, Samuel, 65
Auden, W . H „ 60, 154 Beethoven, Ludwig van, 15, 80, 113-117
audiencia/público: Begg?, Richard, 107
el director como espectador de actores y Bellow, Saul, 154
técnicos, 316, 317 Berger, John, 118, 359
experiencia colectiva, 72-74 Berger, Mark, 26, 107
foco de atención, 67, 169, 312 Bergman, Ingmar, 46, 48, 52, 109, 256
intimidad, 72, 73 Bergman, Ingrid, 248
montaje en función de su pauta de Bemdt, George, 108
pensamiento, 169, 170 Bernstein, Cal, 37
notas «emocionales» de las proyecciones Binoche, Juliette, 12, 19, 72, 157, 158, 161, 200
diarias, 70, 71 Bishop, Elizabeth, 163, 165
participación, 71, 72, 131
Bleiman, Edie, 245, 246
Ausencia de malicia, 334, 335
Blow-up, 180
Avid, sistema de montaje, 17, 29, 57, 101, 213,
Bluhdom, Charlie, 128
264, 304, 311 Bode, Johannes, 16
azar, 253, 254, 258, 259, 276
Bolduc, David, 263
búsqueda por parte de Zinnemann, 258-
bombilla, La (W. T. Murch), 265
260
en el enfoque pictórico del padre de Bonnie and Clyde, 49, 50
366 ÍNDICE
Booth, Margaret, 13, 51 cierre de puertas, 151, 152
Bottoms, Sam, 107 cine, invención del, 114, 115, 119-121
Brando, Marlon, 91, 92-94, 290, 295, 336 cine japonés, 46, 47, 133-135
Bresson, Robert, 21, 205, 208 Ciudadano Kane, 141, 227, 240, 322
Breve encuentro, 192 Clair, Rene, 138
Brick, 241 Clark, Candy, 287, 353
Bridges, Jim, 52 clave está en Rebeca, La (Follett), 194
British Talking Pictures, 31 Clément, Aurore, 104, 105, 107
Broderick, Matthew, 285 Coates, Anne, 50, 51
Burgess, Anthony, 65 cocina, combinaciones inesperadas en, 280
Burroughs, William, 274 Cohn, Harry, 166
buscavidas, El, 14, 49 colaboración, 109, 110, 276, 311
inducida por el proceso frente a
Caan, James, 37 realización previsualizada, 249-251
Cabeza borradora, 143 los ayudantes y, 246-248
Collected Works of Billy the Kid, The (Ondaatje),
Cadenas rotas, 53
' 248
Cage, John, 32, 33 Colley, D on Pedro, 279, 352
Cahiers du cinema, 224 Colucci,Joe, 150
Calleia, Joseph, 222, 224 Comeback (Westlake), 256
Call from Space, 354 composición, 66, 68, 77,117,147,161,237,310
cámaras: consonantes fricativas, 169
al hombro, 219, 220, 239 Conde de Montecristo, El, 241
elección de objetivo, 228-230 Conrad, Joseph, 91, 93, 94, 265
mirar directamente a, 98, 99, 122 conversación, La, 8 ,9 ,16,45, 53-55,57, 5 9 ,61,77,
cámara lenta, 47, 86, 255
78, 84, 153, 154, 178, 180-196, 181, 186,
Camino al cielo, 57, 58, 355
187, 195, 203-210, 212, 224, 225, 256, 257,
Captain Eo., 353
carillón, sonido de, 136 262, 263, 268-270, 297, 298, 303, 304, 312,
Carrière, Jean-Claude, 155, 354 313, 353
Cartier-Bresson, Henri, 272 ausencia de diálogos en la segunda
Cat and the Mice, The, 194 mitad, 204, 205
el personaje de Harry Caul, 203, 206,
catedrales góticas, 110, 332
208, 209
Cather, Willa, 328
el punto de vista del micrófono, 281,
Chang, William, 13
Chaplin, Charlie, 257, 317, 318 283, 284
Cheung, Maggie, 189 en nombre «Harry Caul», 60-62
equilibrio entre misterio y estudio de
Chew, Richard, 195
ÍNDICE
personaje, 192, 193 y Apocalypse Now, 29, 78, 81, 82-87, 86,
escena de descifrado de la cinta, 191, 88, 89, 93-95, 102-104, 109, 184, 198,
196-198, 283, 284 236, 262, 263, 281, 282
escena final, 203-205, 295, 296 y Apocalypse Now Redwc, 751, 28, 103,
escenas eliminadas, 160-162, 167, 208, 104, 106, 108
209 y El Padrino, 45, 46, 84, 85, 124-126,
guión, 299 146-148, 156, 157, 184, 294, 295
idea para la película, 180-182, 192, 193 y El Padrino II, 84, 127, 185, 254, 255,
identificación de Coppola con el 289, 289, 301, 302
protagonista, 183, 184 y El Padrino III, 292, 293
identificación de M urch con el
y La conversación, 53-55,60-62,77,78,84,
protagonista, 182
interpretación de Hackman, 206, 208 85, 178,180,182-185,188,190-197,199,
material del guión no rodado, 185, 188, 207,209,210,262,263,298,301,302
190, 191 vínculo íntimo con el material dramático
música, 197-200 de sus películas, 84, 85, 184, 185
notas de guión de Coppola, 207 Coppola, Rom án, 195
placer proporcionado por un oficio, corazón de las tinieblas, El (Conrad), 91, 93, 291
183-185 corcel negro, El, 45, 275, 319, 321, 353
secuencia inicial, 281, 281, 282, 297- cortes, 117
299 y foco de atención del público, 66-68,
único punto de vista, 58, 59, 182, 183, 309, 312, 313
185, 186, 301, 302 y la elección del mom ento de iniciar el
versión en DVD, 195, 196 plano, 312, 313
vestuario, 61, 62, 188, 190, 191, 208, y la elección del mom ento de terminar
209 el plano, 172, 174, 175, 272-274, 302-
Coppola, Eleanor, 28, 95, 195 308
Coppola, Francis Ford, 17, 47, 69, 113, 262, 263, y la yuxtaposición, 303, 304
275, 316 y las transiciones súbitas, 74, 75
cambio de vestuario, 188, 190 y los parpadeos, 168-170
como un cineasta vinculado al proceso, Cosas defamilia (Ondaatje), 2, 70, 241
247, 248, 253-255 Creeley, Robert, 175, 234
fotografías, 26, 37, 40, 41, 55, 79, 81, Crimen y castigo (Dostoyevski), 168
86, 107, 123, 178, 186, 187, 195, 298 Cronenberg, David, 322
interés por personas anónimas, 191, 192 Crumb, 354
lado técnico de, 183 cuatrocientos golpes, Los, 47, 49
primeros trabajos, 36-39,42,44,123,124 Cullen, Sean, 121, 359
recuerdos personales, 76-78
ÍNDICE
Dafoe, Willem, 19, 22, 23, 289, 355 doblaje, diablura y, 139
Damon, Matt, 308 DobleJuego, 354
Davis, Miles, 167, 198 Doce hombres sin piedad, 337, 338
Day-Lewis, Daniel, 155, 157, 158 documentales, 55, 96, 96, 97, 259, 260, 274
Decca Europa, 281, 282 Donen, Stanley, 257
Decugis, Cécile, 13 Dostoyevski, Fiódor, 168
De entre los muertos, 193 Dove Films, 36
deMille, Cecil B., 138 dragón del lago deJuego, El, 353
D e Niro, Robert, 253, 254, 255, 353 Duchamp, Marcel, 74
Dennis, GiU, 319, 328, 353 Dumas, Alejandro (padre), 241
Denslow, W . W „ 330 duración de la película:
desprecio, El, 173 dos maneras de acortar, 162-168
Después del ensayo, 256 y punto de vista único, 58, 60
dibujos animados, 30, 31, 35, 138, 344 Duvall, Robert, 86, 100, 228, 236, 279, 284, 292
Dickson, Edward M ., 119 y Camino al délo, 57, 58
Dickson, William, 14, 119-122, 120, 121, 182
Dietrich, Marlene, 216, 219, 355 Edison, Thomas A., 14, 73, 114, 115, 119, 120,
dilema, El, 163 119-122, 182, 356
Eisenstein, Sergei, 113, 133, 134
diligencia, La, 240
eje de cámara, 312, 313
dinamismo, 115, 117
Election, 285
dirección artística, 126, 330, 342, 343
directores, 316-319, 343 elección del objetivo, 228-231
como espectadores para actores y Elegidos para la gloria, 270, 353
técnicos, 316, 317 Eliot, T. S„ 237
el papel de los montadores frente a los, «El sonámbulo» (Malaparte), 175
53-56,316,317 «El Viento» (Malaparte), 175
enfoque guiado por el proceso frente a Encyclopaedia Britannica Educational Films, 36,
previsualizado, 249-251, 253, 254, 256- 46, 303
263 En el momento del parpadeo, 16, 18, 168
y las notas de guión del montador, 69, enfoque basado en la previsualización:
70 frente al enfoque basado en el proceso,
directores de fotografía, 261 249-256
y la iluminación, 142 Hitchcock como epítome, 249-251
«diseñador de sonido», crédito, 77 y la combinación con el enfoque basado
Disney, Walt, 321, 345, 353 en el proceso de Zinnemann, 256-263
Disney, Estudios, 321, 345 enfoque basado en el proceso:
Despachos de guerra (Herr), 88 en la pintura y escultura, 251-253
ÍNDICE
y el elemento del azar, 253, 254 experiencia de los lectores, 71-73
y el montaje, 251, 252 extraño, El, 226
y la colaboración, 250-252
y la combinación con el enfoque basado fantasma de Anil, El (Ondaatje), 2, 14, 33, 62, 65,
en la previsualización de Zinnemann, 346
256-263 escena inicial en el enterramiento, 65-67
y la dirección, 249, 250, 253-255 página del manuscrito, 64
ensamblaje de la película, 56, 61-63, 70, 71, 74, Faulkner, William, 205
75, 272-274 Fellini, Federico, 46
realizado sin sonido ni música, 306, 307 Festival de cine de Carines, 45, 107, 195
En una piel de león, 2, 346 Festival de San Sebastián, 76
Erin Brockovich, 50 Fiennes, Ralph, 72, 337, 339, 343, 355
erratas beneficiosas, 60 Figgis, Mike, 247
escala temperada, 80, 81 Filarmónica de Los Angeles, 282
escaletas, 272, 273 Film Quarterly, 211
escenas de amor, 312, 313 Finney, Albert, 80, 84
escenas de lucha, 117, 312 Fishbume, Larry, 104, 353
escritura: Fitzgerald, F. Scott, 240
como proceso de descubrimiento, 154, Fitzgerald, Zelda, 240
155 Flaherty, Robert, 259
invención de la, 332, 333 Jlash-backs:
y la fase de edición, 63-67, 270, 271,
de más de un personaje, 285
330, 331
y transiciones de tiempo, 17-19, 21, 22,
ver también libros; sistemas de notación
150-152, 154-157, 184, 185, 188
espacio acústico, 145 Flaubert, Gustave, 113-115, 117, 153
Espartaco, 200, 202 Follett, Ken, 194
estilo de cine referencial, 237, 238 Fonda, Henry, 337, 339, 340
estructura, 55, 78 Fonda, Jane, 258, 260, 261, 353, 354
divergente frente a convergente, 285-
fonotecas, 44, 124
291
Ford, Ford Maddox, 177
equilibrio entre azar y, 249-252, 264-
Ford, Harrison, 94, 192, 315
266, 275, 343, 344
estructura convergente, 289, 289, 292 Ford, John, 192, 240, 380
formato DVD, 73
estructura divergente, 286, 292
publicación de títulos antiguos, 195, 196
Étant donnés... (Duchamp), 74
Forrest, Frederick, 99, 300, 301, 353
Evans, Bob, 124, 126-128
fotografía, 122, 123
éxito y fracaso, 344, 345
fotogramas congelados, 47, 49
exordsta, El, 139
3 70 ÍNDICE
fracaso y éxito, 227, 344 206, 298, 353
Frankenheimer, John, 239 Hall, Albeit, 101, 353
Fruchtman, Lisa, 87 Hambling, Gerry, 13, 51
Hammett, Dashiell, 257
Garbo, Greta, 101, 337 Hart, Mickey, 198, 262
género «misión a cumplir», 82, 83 Hartman, Elizabeth, 123, 190
Gerald McBoing-Boing (dibujo animado), 30 Haydn, Joseph, 116
Géricault, Théodore, 118 Hearts of Darkness (documental de E. Coppola), 95
Ghost, 16, 313, 354 Hegel, G. W . F„ 134
Godard, Jean-Luc, 46, 48, 52, 173, 220 Heilman, Lillian, 257, 258, 260, 261, 353
Goethe, Johann Wolfgang von, 241 Hemingway, Ernest, 235, 269
Goldwyn, Sam, 39 Henry, Pierre, 31
Goodis, David, 49 Henso, Jim, 318, 319
Goodman, Benny, 200, 201 Herr, Michael, 87-89
grabación de sonido, 44, i 1 2 ,122, 123,140,199, Hesse, Hermann, 180, 193, 235
200, 267, 268, 275, 276, 277 Heston, Charlton, 217, 218, 220, 224, 226, 354,
diálogos y, 300-302 355
invención de Edison, 119, 120 historia del cine, 15, 16
Graham, Bill, 101, 102 influencias iniciales, 114-120
Graham, Martha, 319 tradición oriental frente a occidental,
Gravano, Salvatore, 149, 150 133-135
Great Train Robbery, The, 117 y los cambios sociales, 118, 119
Green, Henry, 20 y los primeros descubrimientos
Greenberg, Jerry, 87 tecnológicos, 114,115,119-123, 120, 121
Grierson, John, 122, 123, 362 Historia de una monja, 260
Griffith, D. W „ 118, 257 Hitchcock, Alfred, 114,140, 189, 193, 220, 233,
grillos, sonido de, 276-278 248, 249, 250, 251, 291
Growing Up in Hollywood (Parrish), 166 Hodgson, Les, 89
guerra de las galaxias, La, 95, 195, 321 Hombres, 259
guerra de los mundos, La, 141, 141 Hombre de Hojalata de O z, El (Baum), 325, 326
Guido d’Arezzo, 15, 333, 334, 344 Hopper, Dennis, 27, 353
mano guidoniana, 332 Housing problems, 122
guiones, 130, 131, 244, 245, 343, 344 Howard, R on, 287, 353, 354
notas del montador sobre los, 69, 70 Huppert, Isabelle, 153
y el sistema de paneles de fotos, 268-274 Huston, John, 89, 90, 169
Hackman, Gene, 53, 59, 178, 181, 187, 198, I Ching, 333-336, 343
ÍNDICE
idioma extranjero, sin subtítulos, 147 K-19: The Widoumaker, 315, 356
integración de material documental en películas de
ficción, 157, 158, 159, 270, 274 «La cabalgata de las Walkirias» (Wagner), 282
In The Moodfor Love (Deseando amar), 188, 189 ladridos, 137
intimidad, 73, 90, 208 Lang, Fritz, 138, 239
en la narración, 20 Lawrence de Arabia, 50, 84
insoportable levedad del ser, La, 16, 153, 155, 270, Lean, David, 51, 53, 192
354 Leigh, Janet, 217, 218, 218, 219, 226, 250, 291,
escena de la invasión, 156, 157, 158, 355
159, 171, 274, 275 Leinsdorf, Erich, 282
transiciones de tiempo, 154-157 Lesy, Michael, 328
«Intrusive Burials», 319 Leung, Tony, 189
investigación, 153, 154, 236, 237 ley del hueso, La (Banks), 90
James, Henry, 269 Library of Congress, 120, 121, 356, 362
Job, 157, 162 libros:
Joyce, James, 237 adaptación cinematográfica, 50, 51, 152-
Julia, 16, 57, 154, 156, 232, 255, 256, 256-263, 157, 172
260, 353 escritura como descubrimiento, 154, 155
narración, 88, 89 fase de edición, 63-65, 162, 163
planos defectuosos, 258-263 participación de lector, 71
rodaje de los ensayos, 258, 263 primeros borradores, 62, 63, 65, 70, 71,
Kant, Immanuel, 134 252, 253
Kaputt (Malaparte), 171, 176 Ufe, 180
Kastner, Peter, 123 linealidad, 58, 156, 157, 185, 253
Kaufman, Philip, 155, 353, 354 Lipset, Hal, 180
Keaton, Diane, 286, 287, 352-354 Llueve sobre mi corazón, 36, 37-39, 42, 44, 76, 77,
Keitel, Harvey, 80, 82-84 125, 183, 192, 196, 277, 279, 352
Keller, Harry, 214 sonido de tráfico en, 275-277
Kelly, Grace, 189, 255 lobo estepario, El (Hesse), 60, 153, 180
Kershner, Irvin, 180 Lorre, Peter, 239
Kinetoscopios, 73, 120, 121 Los Angeles Times, 321
King Kong, 114, 138, 139, 239 Loughney, Patrick, 120
Kirchberger, Michael, 108 Lucas, George, 15, 37, 40, 41, 76, 113, 228, 249-
Knight, Shirley, 37, 277, 352 251, 319, 321
Kubrick, Stanley, 46, 200, 257, 263 comienzos profesionales, 36-39, 42-45,
Kundera, Milan, 155, 354 123, 124
Kurosawa, Akira, 46, 52, 113, 133, 134 recuerdos personales, 42, 43
372 ÍNDICE
y American Graffiti, 145 Miguel Angel, 253
y Apocalypse Now, 95 Milius, John, 41, 88, 89, 93, 95, 353
Lucas, Marcia, 44 Milton, John, 238
Luces de la ciudad, 318 Minghella, Anthony, 19,21,22,69,144,153,154,
Lumet, Sidney, 336, 338 156,184,185,199, 245,246,285,339,343
Lumière, Hermanos, 114 recuerdos personales, 310, 311
«luz azul», teoría de, 167, 168, 174 mirar directamente a cámara, 96, 98, 99
luz comparada con el sonido, 142, 143 Moby Dick, 89, 90, 240
Luz de agosto (Faulkner), 205 montaje:
como reflejo de las aficiones de infancia
MacRae, Elizabeth, 178 de Murch, 33, 34
Madame Bovary, 153 con múltiples montadores, 86-88, 109,
Mago de O z, El (Baum), 330 110
con ojos «semicerrados», 61-63
Mago de O z, El (película), 16,126, 138, 321, 322,
e investigación, 153
326,328 en occidente frente a oriente, 133-135
Malaparte, Curzio, 17, 22, 114, 171, 172, 174- frente a dirección, 53-56, 316, 317
177, 303, 362 influencias, 238-240
Malkin, Barry, 44, 51 influencias matemáticas, 74
Malie, Louis, 198, 248 mecánico frente a electrónico, 57, 251,
Mancini, Henry, 126, 216 252
Manet, Édouard, 118 métodos de trabajo de Murch, 57, 61, 62,
Mann, Michael, 163 68-71, 78,247, 248, 267-274, 302-313
Margarita Gautier, 51 relación con los actores, 96, 97
Marks, Richie, 51 su importancia para Welles, 223, 224
Marsh, Jean, 323, 353 y el cambio de orden de las escenas,
Marx, Kart, 134 184-186
matemáticas, 34 y el cambio de vestuario, 188, 190, 191
en el montaje, 74 y el ensamblaje inicial, 56, 61-63, 70,
en la música, 80 74, 273, 274, 306-308
McAllister, Stewart, 13, 74 y el factor azar, 253-255, 268-274
Me gustan los líos, 354 y el sistema de anotaciones, 68, 69, 70
mestizaje en la lengua inglesa, 269 y el sistema de paneles de fotos, 268-274
método «de la salsa para espaguetis», 163, 166 y la criba del material, 274, 275
método de Procustes, 163, 166, 167 y la literatura, 64-68, 163, 330, 331
M GM , 51 y la reducción de la duración de la
micrófonos inalámbricos, 225, 277 película, 163-168
Mifune, Toshiro, 48 y las mujeres, 51, 52
ÍNDICE 37
y las notas de guión, 69-71 Museo de Arte M oderno (MOMA), 120
y las pautas subyacentes, 34 música, 75, 80, 130,131, 197-201, 238, 239
y la teoría de «luz azul», 167, 168 compuesta antes o después del rodaje,
y los momentos «tragedia de Job», 160- 198-201
163 del ambiente de la escena, 125, 142,
y signatura rítmica, 306-308 145, 216, 217
ver también cortes en El padrino, 45, 46, 123-130, 148, 149,
Morrison, Jim, 114, 197 196
mosca, La, 322 ensamblaje sin, 306-309
muchacha de Londres, La, 140 química entre imagen y, 281, 282
Muhl, Ed, 214, 227 referencias, 237, 238
mujer de las dos caras, La, 337 sinfónica, orquestación, 279, 280
mujer solitaria, La, 266 y dinamismo, 115-118
y emoción, 148-150, 197, 198
mujeres montadoras, 49, 50, 51, 52, 53
y matemáticas, 75, 80, 81
«mundanización», 145 musique concrète, 30, 31, 32
Muppets, 323
Murch, Beatrice, 47, 212 Muybridge, Edweard, 120
M y Anthonia (Cather), 328
M urch, Muriel (Aggie), 6, 14, 20, 39, 45, 47, 97,
nacimiento de una nación, El, 118
114, 194, 195, 212, 243, 244, 359
Nanuk, el esquimal, 259
M urch, Walter Tandy (padre), 30, 33, 168, 233,
262, 263, 264, 265, 266, 267, 268, 315, 363 narración, 87-90
e intimidad, 89, 90
M urch, Walter (hijo), 39, 45, 315, 323 Neeson, Liam, 315, 356
M urch, Walter: Neill, John R ea, 322, 329, 330, 362, 363
aficiones de infancia, 30-35
apodo, 30 Newman, Paul, 49, 334, 335
comienzos profesionales, 36-46, 76-78, New York Times, The, 149
123, 124 Nims, Emie, 226, 227
educación, 33, 35-37, 42 Ninotchka, 101
fotografías, 26, 38, 40, 41, 45, 46, 107, Noble, George, 31
112, 127, 181, 195, 232, 256, 275, Noble, Joe, 31
314, 324, 325 notación cinematográfica, 75,80,332-335,343,344
influencias e investigación, 46-53, 234- notación musical, 75, 80, 81, 332, 332, 333
242, 263-268 Nouvelle vague, 35, 36, 234
métodos de trabajo en montaje, 57,61- novelas, ver libros
63,69-71,78,247-249,268-274,302,303
y las temporadas entre proyectos, 247- objetivos de gran ángulo, 228
249 Olin, Lena, 155, 354
3 74 ÍNDICE
Olson, Charles, 302 notas de montaje, 68
Olympia (Manet), 118 protagonista acostado, 206
Onpurge bebé, 140 secuencia de baile de salón, 337, 339-341
operadores de cámara, 94, 258, 341 secuencia sobre Hiroshima eliminada,
ritmos, 131, 244, 308, 309 245, 246
orden de escenas, cambio en, 17,18, 67,130,169, sonido de campana lejana, 18, 278-280
236, 309 sonido del desierto, 144
orquestación de música sinfónica, 34, 310, 342 panel de fotografías, 270
Oscar, 107, 166, 195, 196 transiciones de tiempo, 18, 19, 150, 151,
Othello (Shakespeare), 291 156, 157, 172, 285
O ’Toole, Peter, 80 pódente inglés, El (Ondaatje), 72, 73,137,153,193,
«Over the Rainbow», 126 194, 283, 345, 346
O z, un mundo fantástico, 16, 132, 137, 228, 314, Pacino, Al, 66, 146, 147, 286, 289, 292, 352-354
315, 316, 318-331, 320, 322-325, 345, 353 Padrino, El, 16, 22, 23, 124, 127, 146, 147, 156,
escritura del guión, 319-331 157, 182, 183, 196, 291-293, 352
y el rescate de Dorothy, 137 asesinato de Cario, 129
y la identidad de Ozma, 131-133 cierre de puerta final, 151, 152
Ozma de O z (Baum), 132, 323, 328, 353 circunstancias que llevaron a Coppola a
Ozma de Oz, Princesa (personaje), 132, 132, 133 dirigirla, 45, 46
despedida entre Michael y Kay, 66, 68,
paciente inglés, El (película), 14, 16, 18, 19, 21, 58, 69, 336-338
69,70, 7 2 ,188,189,194, 237,271, 2 8 8 ,339, escena de la boda, 124, 125, 126, 286,
340, 355 286, 287
confesión final de Almásy, 160-162, 161 escena de la cabeza de caballo, 126-128
escena de amor entre Almásy y escena del restaurante, 146, 146-150,
Katharine en la fiesta de Navidad, 19, 20, 147, 151, 152
339, 340-342 escena inicial, 294-296, 335-337
estructura convergente, 287, 288 estructura divergente, 286, 287
guión, 153, 156, 184 música, 46, 123-130, 147-149, 196
Hana tras despedirse de Kip, 12,161,162 trabajo de Murch en el sonido, 123-130,
interrogatorio de Caravaggio, 21-23, 127
288, 289,291 Padrino II, El, 16, 26, 45, 84, 85, 123, 151, 156,
investigación de M urch para, 236, 237 185, 196, 253, 287, 289, 292, 293, 297, 301,
la experiencia de leer un libro frente a 302, 336, 353
ver una película, 72, 73 asesinato del amo del bamo, 253
múltiples puntos de vista, 285, 287-289 estructura convergente, 289-291
música, 200, 200, 201, 310 Padrino III, El, 16, 292, 293, 354
ÍNDICE
escena inicial, 296, 297 primeros borradores, 162-164
Padrino, El (trilogía), 292, 293 y conexiones sorprendentes, 60-62
País de O z, El, 323, 353 puntos de vista, 277, 285
Palma de O ro, 195 cambios inesperados de, 289-291
Paramount, 124, 129, 292, 352-356, 361-363 en la secuencia inicial de La conversación,
Parker, Alan, 51, 256 281, 283, 284
Pamassus, 172 múltiples, 285-291
parpadeos y corte, 168, 169, 304 únicos, 58, 60, 182, 185, 188
Parrish, Robert, 166 Polanski, Rom án, 146, 151
Pasión según S. Mateo, La (Bach), 81 polifonía, 80, 333
Patton, 294, 295 político, El, 166
pautas, búsqueda de, 34 Pollack, Sydney, 334
Peck, Gregory, 248 portazos, 151, 268
películas autorreferentes, 237, 238, 322 Portman, Dick, 128
Portrait of an Invisible Man (Vaughan), 13, 74
películas japonesas, 48, 133-135
Penn, Arthur, 50, 257 preludios, 218, 294-302
Pentimento (Hellman), 257, 353 de Apocalypse Now, 294, 295, 296
Pequeño gran hombre, 50 de El Padrino, 294-296
percepción, ver visión de El Padrino III, 296
Perkins, Anthony, 220 de La conversación, 295-299
personajes, de Sed de mal, 218, 294, 296, 299
dinámica de poder, 334-336 premios de la Academia, 107
en tonalidad menor, 202, 203, 205 primer caballero, El, 355
Piccoli, Michel, í 73 primeros borradores,
Pickpocket, 205, 208 de libros, 62, 63, 70-72, 252, 253
piel, La (Malaparte), 176 de películas (ensamblajes), 56, 61-63, 70,
pintura, 71, 74, 75, 272-274, 306, 307
al óleo frente a pintura al fresco, 230 de poemas, 162, 163, 164
de templos en Sri Lanka, 253 primeros planos, 117
egipcia antigua, 230 proyecciones diarias, 56
en el enfoque del padre de M urch, 263- anotaciones de Murch, 70, 71
268 pruebas de maquillaje, 228
influencia en los inicios del cine, 117, 118 Psicosis, 218, 219, 220, 250, 251, 291
plano master, 108, 134 puntos de vista múltiples, 285-291'
Plan diabólico, 239 puntos de vista único, 58, 60, 182, 183, 185, 283
poesía, 119, 120, 167, 168 Puzo, Mario, 150
métrica, 174-176, 303, 304
376 ÍNDICE
Queen’s Gambit, The (Tevis), 238 Schoonmaker, Thelma, 13, 51,5 2
Radio, La, (W. T. Murch), 265 Scorsese, Martin, 51
realismo, 115, 117 Scott, George C., 294
y sonido, 150 Scott Thomas, Kristin, 337, 339, 343, 355
Rebelión a bordo, 51 Semel, Steve, 83
Recuerda, 248 secuelas, 16, 196, 321, 322, 330
Redgrave, Vanessa, 154, 260, 353 secuencias, definición de, 271
redundancia visual, 153 Sed de mal, 16, 57, 121, 125, 180, 211-229, 217-
relaciones de rodaje, 34, 162, 163 219, 224, 225, 229, 240, 294, 299, 300, 355
Renoir, Jean, 114, 138-140, 307 eliminación del primer plano de
R hythm Devils, 198 Menzies, 222, 223
Rich, Adrienne, 234 escena del ascensor, 220
Richie, Donald, 133-135 escena del micrófono, 224, 224-226,
Rilke, Rainer Maria, 344, 345 300, 301
Robbins, Matthew, 36, 38, 44,46,113, 257, 353 idea de «frontera» en, 217, 218
rodaje, 130, 131 momentos «tragedia de Job», 157, 160-
con cámara al hombro, 219, 239 163, 166-168
con reproducción de música, 31 música del ambiente en, 216-218, 240,
de ensayos, 257, 258 241
de muchas tomas, 108, 263 secuencia inicial, 216-218, 220-222,
en orden no correlativo, 316, 317 294, 295, 298, 299
relaciones de rodaje, 338, 339 y memorándums de Welles, 180, 211-
y elección del objetivo, 228, 230 214, 215, 216, 221, 222, 223, 224, 226
Rolling Stones (Gimme Shelter), Los, 352 séptimo sello, El, 47, 48
Rossen, Robert, 49, 166 setups, definición de, 271
Rota, Nino, 46, 126 Sheen, Martin, 80, 82, 83, 84, 85, 98, 105, 236,
Rotter, Steve, 51 295, 353
Royal Geographical Society, 237
Sheldrake, Rupert, 25, 267, 344
Rogers, Aggie, 208
Shimura, Takashi, 47
Rhythm Devils, 198
Shire, David, 133, 198
siete samurais, Los, 47, 48, 48
salario del miedo, El, 255
Sinfónica de San Francisco, 281
sampleado y musique concrete, 32
sistema de estudio, 36, 39, 123-125
Saul Zaentz Film Center, 17 sistemas de notación:
Schaeffer, Pierre, 31, 32 cinematográficos, 75, 80, 81, 332-
Schmidlin, Rick, 113, 121, 211-213, 226, 227, 336, 343, 344
356, 359 musicales, 75, 80, 81, 332, 332, 333
ÍNDICE
sistema de paneles de fotos, 268-274, 269, 270 sueños, 75, 143, 346-348
sistema «jarabe de arce», 166 suerte, ver azar
Slocombe, Douglas, 262, 263 Sweeney, Louise, 169
Smith, Charles Martin, 287
Solti, Georg, 281, 282 talento de Mr. Ripley, El, 17, 143, 169, 202, 285,
sonido, 138-152 311,355
afición infantil de M urch por el, 30-33 música, 199, 200
atmosférico, 239, 240 plano de Ripley mirando al mar, 307,
autenticidad del, 146, 147 308, 308
catalizador, 278, 280-282 y punto de vista único, 58, 60
como tarea «masculina», 50-52 Tavoularis, Dean, 107, 208
concepto de iluminación y, 142, 143 teatro, 65, 117, 141, 191, 235, 249, 276
de ficción, 139-141 Technicolor, sistema de copia, 109
de referencia, 124-126 técnicas de la radio, 141
de tráfico, 277, 278 tecnología digital, 57, 108, 121, 142, 179, 195,
efectos subliminales del, 17-19 216, 247, 251', 283
ensamblaje sin, 306-308 y los comienzos de la historia del cine,
influencias en, 239, 240 114, 115, 119, 120, 120, 121
metafórico, 143, 146-152 ¿Teléfono rojo? Volamos hada Moscú, 46
primer registro de imagen con, 15, 120, teleobjetivos, 86, 228
121, 120-123 Tevis, Walter, 49, 238
química del, 279-282 Thesen, Sharon, 175, 359
química entre imagen y, 282, 283 Thom , Randy, 113, 143
remasterización para edición en DVD, Thompson, Paul, 276
195, 196 T H X 1138, 37, 41, 43-45, 45, 4 6 ,125,128,183,
sincronizado, introducción del, 116, 117 228, 228, 319, 352
uso por parte de Hitchcock, 140, 141
creación de ambientes de sonido para, 279
uso por parte de Welles, 141, 142
tiempo, 220
y el progreso de la animación, 138
de duración, ver duración
y espacio acústico, 144-146
ver también música tierra baldía, La (Eliot), 237
Splet, Alan, 143, 275 Tirez sur le pianiste, 48
Spoon River Anthology, 328 Tôlier, Emst, 74
Stanwyck, Barbara, 339, 340 tono seiche, 136
transiciones de tiempo, 18,29,150,151,156,157,
Stevens, Wallace, 168
184, 185, 188
Stewart, James, 189
Treinta y nueve escalones, 140
Storaro, Vittorio, 108, 109
tres noches de Eva, Las, 339, 340, 380
subtítulos, uso de lengua extranjera sin, 147, 148
378 ÍNDICE
Toro Salvaje, 51, 212 Washington Square, 19
Truffiiut, François, 46, 48, 49, 52, 220 Wayne, John, 240
«Un arte» (Bishop), 163, 164, 165 Weaver, Dennis, 220, 355
Universal, 16, 211, 214, 219, 226, 352, Weber, Carl Maria von, 116
355, 362 Welles, Oison, 16, 57, 114, 121, 125, 140, 141,
University o f California, Los Angeles (UCLA), 36 141, 180, 211, 212, 214, 216-220, 217-219,
University o f Southern California (USC), 33, 35, 224, 229, 240, 257
36, 42, 146 y la importancia del montaje, 223-225
y los memorándums sobre Sed de mal,
valle del arco iris, El, 38
211-217, 215, 221-223, 222, 226, 227
Vanel, Charles, 255 valoración de su carrera profesional,
Van Gogh, Vincent, 345 226-228
Variaciones Goldberg (Bach), 199, 201 Wesdake, Donald E., 9, 256, 359
Vaughan, Dai, 13, 14, 74, 359 Wexler, Haskell, 37
Véa, Alfredo, 27 Wheeler, John, 242-245
Veinte Preguntas Negativas, 242-246, 293 Wilder, Billy, 192, 194, 257
ventana indiscreta, La, 189, 193, 255 Wilhite, Tom , 321
ver películas, Williams, Cindy, 300, 353
en cine frente a en mesa de edición, 57, Williams, William Carlos, 177
58 Wisconsin Death Trip (Lesy), 315, 327, 328
vestuario, 208, 209, 341 Witherspoon, Reese, 285
frecuencia de los cambios, 188, 190, 191 Wolffnan Jack, 145
vida familiar y mezcla de aspiraciones artísticas, W ong Kar-Wai, 189, 190
263-268
Woodstock, 52
vídeos, 73, 120
Vietnam, guerra de, 27, 88, 92, 93, 95, 103, W ordsw orth, W illiam, 346
105, 106, 180 W right, Frank Lloyd, 250
Vinton, Hill, 329, 330
vírgenes de Wimpole Street, Las, 51 Yared, Gabriel, 199, 310
Yeats, W illiam Butler, 238
visión:
Ya eres un gran chico, 123, 190, 192, 252, 254
elim inación rutinaria, 75
resolución de im ágenes diferentes,. Zaentz, Saul, 20, 113
241, 242 Zinnemann, Fred, 88, 89, 131, 233, 255, 256,
Vonnegut, Kurt, 246 255-261, 260, 263, 274
y el azar, 258-263
Walcott, Derek, 234 y el rodaje de ensayos, 258-263
Warner, Jack, 39
W arner Bros., 37, 38, 45, 95, 352, 364 2001: una odisea del espacio, 200
ÍNDICE
SOBRE EL A U T O R
« H e a q u í u n s u b l i m e e j e m p l o d e c ó m o f a b r i c a r u n in t e l i g e n t e libro s o b r e la e s t é t i c a d e l
c i n e . » S u n d a y T im e s ( L o n d r e s )
« L a m á s s e r i a , e x h a u s t i v a y e n t r e t e n i d a c o n v e r s a c i ó n c o n u n m a e s t r o d e l c i n e d e s d e el
libro d e e n t r e v i s t a s c o n H i tc h c o c k d e F r a n ç o i s T ru ffa u t.» R i c h a r d H ell, B o o k f o r u m
El i n t e r r o g a t o r i o d e u n e x c e l e n t e n o v e l i s t a c o m o M i c h a e l O n d a a t j e al m o n t a d o r y d i s e ñ a d o r
d e s o n i d o W a l t e r M u r c h s e c o n v i e r t e e n u n a m a g i s t r a l l e c c i ó n d e c i n e , u n a v e n t a n a a la
c r e a c i ó n y la t é c n i c a q u e r o d e a e s t e oficio. A s i s t i m o s a u n a m i r a d a ú n i c a s o b r e d i r e c t o r e s
c o m o F ra n c is F o rd C o p p o la , G e o r g e L u c a s , A n th o n y M in g h e lla , Philip K a u f m a n o F re d
Z i n n e m a n n , p e r o s o b r e t o d o ello d e s t a c a la a p r o x i m a c i ó n al a r t e d e l m o n t a j e t a n t o d e
s o n i d o c o m o d e i m a g e n y s u s s e c r e t o s . U n libro i m p r e s c i n d i b l e p a r a c o n o c e r la m a t e r i a d e
l a q u e e s t á n h e c h a s p e l í c u l a s i m p r e s c i n d i b l e s e n l a h i s t o r i a d e l c i n e c o m o S e d d e m a l, E l
p a d r in o , A p o c a l y p s e N o w , L a c o n v e r s a c i ó n , L a i n s o p o r t a b l e l e v e d a d d e l s e r o E l p a c i e n t e
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