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C UESTIONES DISPUTADAS III: EL PROBLEMA DE D IOS

[TEOLOGÍA FILOSÓFICA]

1. Introducción
a. Quid est Deus? Cuentan los biógrafos de santo Tomás de Aquino, que desde muy
temprana edad preguntaba a sus maestros: ¿qué es Dios?
b. De algún modo, esta fue la pregunta que marcó toda su actividad intelectual y es
también la pregunta que abordaremos en este seminario.
c. Notando desde el principio una cosa: no es una pregunta entre otras, sino una
pregunta que responde a una profunda inclinación natural. El mismo Tomás de
Aquino sostiene que la inclinación propia del hombre es a buscar la verdad sobre Dios
y a vivir en sociedad (STh I-II, q. 94, a. 2).
2. Aspectos generales
a. La teología filosófica trata de presentar el discurso racional acerca de Dios dentro de
un marco filosófico que incluye la metafísica y la misma teoría del conocimiento.
→ Los temas abordados suelen incluirse también dentro de la denominada
teodicea, término acuñado por Leibniz para responder a unas objeciones contra
la idea de un Dios providente (defensa de Dios).
→ A lo largo de toda la historia del pensamiento ha existido la pregunta acerca
del fundamento o principio último de todo, y esta pregunta ha recibido
multitud de respuestas, de acuerdo con los diferentes planteamientos
filosóficos.
→ El planteamiento de estas reflexiones tiene presente que la fe cristiana no es
incompatible con la razón natural. Por ello, aunque por la fe se obtiene un
determinado conocimiento de Dios, también es posible llegar a Él, al menos
hasta un cierto punto, mediante la razón. Obviamente esta argumentación
racional no podrá presuponer la fe, sino que forma parte de una determinada
ontología, dentro de la cual estudiaremos la causa última de todas las cosas.
b. Es un conocimiento útil por dos motivos:
→ Desde un punto de vista especulativo ayuda a integrar diversos elementos de
metafísica y de teoría del conocimiento, al centrarse en la Causa Primera de
todas las cosas, entendida como el mismo Ser Subsistente.
→ Desde un punto de vista práctico ayuda a responder a las objeciones que se
plantean desde una supuesta racionalidad a los preámbulos de la fe cristiana,
como es la misma existencia de un Dios Trascendente.
3. La constitución de la teología filosófica
3.1. Teoría de la ciencia
a. La teoría de la ciencia (y al hablar aquí de ciencia nos referiremos siempre a ciencia
especulativa, no práctica), desarrollada por santo Tomás, comprende a esta como un
conocimiento cierto de un objeto por sus causas y que se adquiere por medio del
silogismo demostrativo.
b. El saber científico “no es algo hipotético, conjetural, revisable y corregible según se
entiende hoy en día, sino como cierta ciencia axiomática, pero con axiomas evidentes
e indemostrables, de los cuales se van extrayendo (conforme a reglas) los teoremas
que configuran el sistema”. Es decir, es un sistema ordenado en el cual vamos
demostrando de algo una propiedad mediante una inferencia.
c. Ahora bien, una ciencia se especifica y define por su objeto formalmente considerado,
en cuanto que es tal objeto la idea fundamental sobre la que se resuelven los
conocimientos adquiridos por dicha ciencia.
d. ¿Cómo se constituye el objeto? Aunque existe cierta discusión sobre este punto, la
doctrina clásica sostiene que mediante la abstracción sobre el ente concretado en la
quididad sensible se constituyen distintos objetos formales:
→ Depende de la materia según el ser y según su intelección. En el primero se considera
aquello que no es con materia ni puede pensarse sin materia. Así, por ejemplo,
hombre: no puede pensarse sin carne ni huesos, pero no puede pensarse
tampoco con esta carne y estos huesos (cum materia sensibili non tamen hoc).
Física.
→ Depende de la materia según el ser, pero no según su intelección. En el segundo, se
concibe lo que no es sin materia, pero puede pensarse sin ella (cum material
inteligibili tantum). Matemática.
→ No depende necesariamente de la materia según el ser y según su intelección. Así, en el
grado metafísico, se considera también aquello que ni es con materia y que se
piensa sin materia (sine omni materia). Metafísica.
3.2. ¿Cuál es el objeto de la metafísica?
a. En la EM había dos corrientes opuestas sobre el objeto de la metafísica:
→ Avicena: el ente en cuanto ente, que es objeto de la metafísica, es el ens
commune. En este caso, la metafísica es una ontología, porque estudia lo que las
cosas son.
→ Averroes: el ente en cuanto ente se identifica con el Ser subsistente, por lo que
la metafísica es propiamente teología (discurso sobre Dios). En este caso, no
entra dentro de esta ciencia la demostración de su existencia, pues ninguna
ciencia demuestra su objeto.
b. Santo Tomás se sitúa dentro de la posición de Avicena. El objeto de la metafísica es
el ens commune (que no es un género) y por eso se pueden considerar las substancias
inmateriales y Dios, pero no bajo la misma razón. ¿Por qué?
→ Dios no forma propiamente parte del objeto de la metafísica, pues no existe
una comunidad genérica entre Dios y la criatura.
→ Sin embargo, el estudio metafísico del ser común toma la forma de un análisis
o resolutio que tiene en cuenta las causas internas y externas del objeto y que
manifiesta que los entes de este mundo no tienen en sí mismos la causa de su
ser.
→ Por eso hay que remitirse a «algo más»: así se llegará a Dios como causa del
objeto de la metafísica. Es solo en este sentido que se puede decir que el
estudio de Dios entra dentro de la metafísica, pero sin formar nunca parte de
su objeto.
→ «Dios no se alcanza al interior de la metafísica como una de sus partes, sino
en su trascendencia, como principio del sujeto». Por eso se dice también que
la teología filosófica es metafísica terminada; en el estudio de Dios encuentra
su fin, porque en él se descubre la causa última y la razón de todas las cosas.
c. Este planteamiento tomasiano se modifica al final de la EM (con el advenimiento de
la modernidad), sobre todo por dos motivos:
→ Con la tesis de la univocidad del ser (Duns Scoto), según la cual el ser se dice
según el mismo sentido, Dios, puesto que es un ente (infinito, ciertamente),
forma parte del objeto de la metafísica. La teología filosófica deja de ser «fin»
de la metafísica para convertirse en una parte suya. Dentro del estudio general
del ser, Dios entra como una primera particularización.
→ [Razón histórica más que conceptual]. La teología natural se desarrolla en
paralelo con la teología sobrenatural y con la crisis religiosa de la modernidad
adquiere una tonalidad deísta.
→ La teología natural pierde su especificidad como culminación del saber
metafísico y puerta para una consideración teológica en sentido estricto
(revelación).
4. El modus o método
a. Una primera advertencia para este apartado es que nuestro conocimiento comienza
por los sentidos, se producen una serie de abstracciones y se puede ir profundizando
progresivamente, con las diversas ciencias que hemos señalado antes. Pero esto quiere
decir que aquello que es lo primero quoad se no es lo primero quoad nos. De ahí que lo
razonable es que la metafísica no sea la primera ciencia que se enseñe, sino que antes
van otras ciencias particulares.
b. Para hablar de la fundamentación, debemos tener en cuenta que fundamentarse sobre
alguna cosa quiere decir terminar en esa cosa, lo cual nos remite a las operaciones del
entendimiento. Una primera operación consiste en el conocimiento del quid est de una
cosa, y en una segunda operación el entendimiento compone y divide, mediante la
formulación de enunciados afirmativos y negativos. Estos dos momentos se van
alternado en dos direcciones, por llamarlas de alguna manera, que santo Tomás
designa con los términos de resolutio y compositio.
→ La resolutio (equivalente latino de analysis griego) es el recorrido típicamente
racional de un elemento a otro, de un argumento a otro, un dis-cursus, y termina
en una consideración intelectual, una aprensión simple al final del proceso.
→ En cambio, la compositio es el recorrido opuesto: el entendimiento, que tiene
una comprensión unitaria de lo múltiple, ofrece a la razón los principios para
su recorrido o cursus.
c. La resolutio se puede dar de dos maneras:
→ secundum rem, es decir, cuando la demostración procede mediante causas o
efectos extrínsecos.
i. Por vía de composición: desde las causas a los efectos
ii. Por vía de resolución: desde los efectos a las causas
→ secundum rationem, cuando el proceso se da mediante causas intrínsecas.
i. Por vía de composición: de las formas más universales a las más
particulares.
ii. Por vía de resolución: de las más particulares a las más universales
d. En el primer modo, o modo secundum rem son las causas supremas más simples,
mientras que, en el segundo, o modo secundum rationem, el término la consideración de
ente.
→ Como se puede ver en estas dos resoluciones tenemos en cierto sentido la
distinción entre teología natural y metafísica.
e. Finalmente tenemos que hacer dos observaciones (sobre la teología natural y la
metafísica).
→ La primera observación es que, de acuerdo con santo Tomás la resolutio
secundum rem es una quasi resolutio. El motivo es muy sencillo de entender: ya
hemos dicho que el término al que debe llegar la resolutio es una consideración
intelectual simple y unitaria del quid est de algo. Sin embargo es muy claro que
nunca, al menos en este mundo, podemos llegar a comprender el quid est de
Dios que es la Causa Primera.
i. Por ello se podrá llegar, como mucho, a una demostración de su
existencia.
ii. Es una demonstratio en cuanto que lleva el procedimiento racional a algo
que ha encontrado como principio (causa primera, motor inmóvil,
etc).
iii. Ante esta situación, y si quiere decir algo del quid est de Dios será
posible o bien la fe, que se apoya en el dato revelado, o la opinión
acerca de lo que pueda ser Dios, con diversas hipótesis que serán más
o menos probables según qué razonamientos se indiquen.
→ La segunda observación es que la resolutio secundum rationem llega a lo que es
común a todo ente en cuanto tal, y alcanza así la aprehensión intelectual del
concepto de ens inquantum ens y ens in quantum commune, mucho más rica que la
concepción inicial del ente. Pero esto no quiere decir que se llegue a un
concepto puramente mental, como si fuera algo que nos inventamos nosotros.
Se trata de un análisis a través de las causas internas, para llegar a su razón
esencial.
5. Algunas características de la metafísica de santo Tomás
a. Se trata de una metafísica descriptiva no de la estructura de nuestro pensamiento
acerca del mundo, sino de la estructura del mundo, del ser del mundo que informa al
pensamiento.
→ En esto consiste el realismo tomista, que el entendimiento puede alcanzar el
ser, y la relación con lo real se da precisamente en el ser. No es que alcance el
ser directamente, sino a través del ente, que es quien lo posee y manifiesta.
→ Lo primero que cae en el entendimiento es el ente, y a partir de ahí nos
asimilamos a la realidad, o más bien la realidad mismo configura nuestros
sentidos y entendimiento. Por eso no es que exista un isomorfismo ya dado
entre la mente y el mundo.
→ En pocas palabras, el entendimiento es capaz de elaborar y afirmar cosas
verdaderas acerca de lo real. Esto sucede no porque hagamos de manera
previa un análisis crítico del conocimiento, sino porque el ser fundamenta y
activa, por así decir, toda la estructura receptiva humana.
→ Obviamente se trata de un conocimiento muy limitado, pero verdadero.
b. Es una metafísica con pretensión de totalidad, en el sentido de que no deja nada fuera,
pues todo lo real participa del ser y abarca todo. En cada cosa el ser es lo más
profundo.
c. La característica anterior no se opone a una concepción también relativa o regional de
los entes. Y es que el término “todo” no se entiende en un sentido extensional, sino
más bien se aplica a todo el ser de cada ente.
→ De esta manera nos podemos preguntar cómo es posible el ente, y luego pasar
a todo tipo de ente.
→ Ya dijimos antes que las ontologías estudian la esencia y la existencia de los
entes, pero en el planteamiento de santo Tomás se va más allá, para fijarse en
el binomio esencia/ser. Hay analogía, por así decir, entre las diversas regiones
de ser.
6. El ser como acto
a. La gran aportación de la metafísica de santo Tomás, y que no siempre fue bien
comprendida es la noción del ser como acto, por decirlo con sus propias palabras:
«esse est actualitas omnium actuum» (De Pot. 7, 2, ad 9).
→ El esse es la actualidad de todos los actos y la perfección de todas las
perfecciones, es el principio que realiza lo concreto y en ese sentido es el
principio primero y último de todo lo que tiene ser (hay que recordar que ens
es participio, lo que posee el ser).
→ La razón es capaz de llegar a un Esse subsitens, que está más allá de cualquier
horizonte ontológico, es trascendente y está más allá de cualquier
representación. Sobre este recorrido diremos algo en los próximos capítulos,
pues es el centro de la teología natural.
b. La relación entre ambos aspectos es la participación. Ya hemos indicado que ente es
participio del verbo ser (esse); el ente es lo que posee ser.
→ Obviamente no se puede entender como un reparto de trozos, ni tampoco
como una imitación de las ideas al modo platónico. Lo que sí debe quedar
muy claro es que Dios es el que da el ser, el principio y la causa del ser.
→ Participación causal. También hay que subrayar, y esto es fundamental para
comprender los capítulos siguientes, que participar en sentido activo, es decir,
hacer partícipe a otro de algo, es causar, y por consiguiente cuando decimos
que los entes participan del ser de Dios, lo que queremos decir es que son
causados por Dios.
c. ¿Cómo se llega al ser como acto?
7. Estructura del curso
a. Comentario libre del tratado sobre Dios en cuanto uno de la Suma de teología [ver
esquema general].
b. Aunque en santo Tomás se trata de un tratado formalmente teológico (esto se ve
claramente, entre otras cosas, por el contexto de la obra, el recurso a autoridades y lo
temas tratados), muchos de los temas son accesibles para la razón natural.
c. Este tratado, en particular, está estructurado en dos tres grandes bloques: primero se
pregunta por la existencia de Dios, luego analiza sus atributos entitativos y finaliza
con sus atributos operativos. Entre estas dos últimas partes intercala un estudio sobre
el conocimiento de Dios y los nombres divinos (una especie de crítica teológica).
8. Bibliografía
González, A. L., Teología natural (Pamplona: Eunsa, 2008).
Bonino, S.T., Dieu, Celui qui est. De Deo ut uno (Paris: Parole et Silence, 2016)
Vadillo, E., Teología natural (Toledo: ITSI, 2021). Inédito.

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