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10 de mayo

San Damián De Veuster, presbítero


Memoria

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos
ha dado

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos:

5,1-8

Así pues, habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio
de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta
gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia, la paciencia, la virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no
defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el
tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por
un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos
demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 33, 1-2, 6-7, 8-9, 20-21 (R. 9) R/. Gustad y ved qué
bueno es el Señor. (T.P. Aleluya.)

Bendigo al Señor en todo momento,


su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

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Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.


El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa


en torno a quienes lo temen y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el
que se acoge a él. R/.
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. R/.

ALELUYA

Mc 10,45

El Hijo del Hombre no he venido para que le sirvan, sino para servir.

EV ANGELIO

Los amó hasta el extremo

Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-5.12-17

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este
mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón


Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus
manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y,
tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a
los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
“¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el
Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies,
también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo

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que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. En verdad, en verdad os digo: el
criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis
esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica”.

Palabra del Señor.

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