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EVANGELIO DE HOY 13 MAYO 2022 IV SEMANA DE PASCUA

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA


“Quédate con nosotros, Señor”
EVANGELIO
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os
habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare un
lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis
también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el Camino y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre, sino por
mí».
Palabra del Señor.
PRIMERA LECTURA
Dios ha cumplido su promesa resucitando a Jesús.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 26-33
En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en
la sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que
teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de
salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no
reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que
se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no
encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo
mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito
de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de
entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo
habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus
testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena
Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha
cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito
en el salmo segundo:
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».
Palabra de Dios.
Sal 2,6-7.8-9. 10-11
R. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy. R.
Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R.
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R.
Meditación personal
Buenos días, Señor. Te doy gracias Señor porque somos el centro de
tus ojos, te dedicas por entero a nosotros, a mí, aunque muchas
veces te aparto o te pongo en segundo lugar, sabiendo que tú eres el
dueño de todo, haces todo, y facilitas todo. En el día de hoy te
ofrezco mi oración y mi trabajo.
MEDITACIÓN DE NUESTRO PÁRROCO
https://youtu.be/PNlDZI7FAEQ
OFRECIMIENTO DE OBRAS
Ven, Espíritu Santo, inflama en mi alma las ansias redentoras del
Corazón de Cristo para que ofrezca de veras mi persona y obre, en
unión con Él, por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo, por el Corazón Inmaculado de
María, me consagro a Tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre, en
tu santo sacrificio del altar. Con mis oraciones y trabajos,
sufrimientos y alegrías de hoy, para el perdón de nuestros pecados y
para que venga a nosotros Tu Reino.
Te pido, en especial, por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los
diáconos y los seminaristas.
¡Oh, Señora mía!, ¡oh, Madre mía!, hoy me entrego enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día, mis ojos, mis
oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser, ya que soy
toda tuya ¡oh, Madre de Bondad!, guárdame y defiéndeme como cosa
y posesión tuya. Amen.
INTENCIONES DEL PAPA.
Intención de oración universal para el mes de mayo de 2022:
“Recemos para que los jóvenes, llamados a una vida
plena, descubran en María el estilo de la escucha, la
profundidad del discernimiento, la valentía de la fe y la
dedicación al servicio”
COMENTARIO LECTURAS
“Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo,
para que donde estoy yo, estéis también vosotros”. El amor personal
reclama la presencia de la persona amada, por ello Cristo quiere que
donde está Él estemos también nosotros. Para ello nos preparará un
lugar. No se trata ciertamente de que nos “habilite un lugar” en el
cielo, sino de preparar nuestro corazón para amar como Él ama,
preparar nuestra vista para poder mirar a Dios “cara a cara” y no
quedar deslumbrados por el que es la Luz. Es una preparación que el
Espíritu de Jesús va operando en nosotros, pero no sin nuestra
colaboración, como dice San Agustín en las Confesiones, “Dios que te
creó sin ti, no te salvará sin ti”.
Pero con la seguridad que nos da la certeza de que es Cristo mismo
quien quiere que estemos con él. Ciertamente que nunca podremos
merecer semejante regalo, pero Dios está empeñado en hacérnoslo.
Sólo hay que aceptarlo. “Me siento muy contenta de irme pronto al
cielo, decía Santa Teresita del Niño Jesús. Pero cuando pienso en
aquellas palabras del Señor: ‘Traigo conmigo mi salario, para pagar a
cada uno según sus obras’, me digo a mí misma que en mi caso Dios
va a verse en un gran apuro: ¡Yo no tengo obras! Así que no podrá
pagarme ‘según mis obras’ … Pues bien, me pagará “según las
suyas…” (Carta 226). Por eso “No se turbe vuestro corazón, creed en
Dios y creed también en mí”.
Ojalá aprendiéramos a vivir cada día con esta esperanza. Nuestra
concepción del tiempo debe estar impregnada de esa esperanza, no
hay una fuerza, un destino ciego, “se nos ha dado la esperanza, una
esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro
presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede
vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de
esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del
camino” (Benedicto XVI, Enc. “Spes salvi”, 1). El fundamento de esta
esperanza es lo más fiel y seguro que existe: el amor que Dios mismo
nos tiene a cada uno de nosotros. Una esperanza que “no defrauda,
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
medio del Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5). Quien se
sabe tocado por este amor ha sido capacitado para vivir en
esperanza, en la convicción de que Él nos llevara consigo. Con esto el
Señor no nos dice que no experimentaremos problemas y dificultades
en nuestra vida, pero si nos dice que pasarán, que no tienen la última
palabra.
“Una gran señal apareció en el cielo: Una mujer vestida de sol, la
luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”.
Es muy importante mirar a esa señal. Vivir de una esperanza es vivir
de algo que promete Dios y no debemos dejar de mirar a lo que se
nos ha prometido. (Fuente: archidiócesis de Madrid)
LECTURA PATRÍSTICA
Muchos senderos, pero un solo camino
San Clemente Romano
I Corintios 36,1-2, 37-38
Jesucristo es, queridos hermanos, el camino en el que encontramos
nuestra salvación, él, el pontífice de nuestras ofrendas, el defensor y
protector de nuestra debilidad.
Por él contemplamos las alturas del cielo; en él vemos como un
reflejo del rostro resplandeciente y majestuoso de Dios; gracias a él
se nos abrieron los ojos de nuestro corazón; gracias a él nuestra
inteligencia insensata y llena de tinieblas quedó repleta de luz; por él
quiso el Dueño soberano de todo que gustásemos el conocimiento
inmortal, ya que él es reflejo de la gloria del Padre y está tanto más
encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que
ha heredado.
Militemos, por tanto, hermanos, con todas nuestras fuerzas, bajo las
órdenes de un jefe tan santo.
Pensemos en los soldados que militan a las órdenes de nuestros
emperadores: con qué disciplina, con qué obediencia, con qué
prontitud cumplen cuanto se les ordena. No todos son prefectos, ni
tienen bajo su mando mil hombres, ni cien como centuriones, ni
cincuenta, y así de los demás grados; sin embargo, cada uno de ellos
lleva a cabo, según su orden y jerarquía, las ordenes del emperador y
de los jefes. Los grandes no pueden subsistir sin los pequeños, ni los
pequeños sin los grandes; todos se hallan entremezclados, y de ahí
surge la utilidad.
Tomemos el ejemplo de nuestro cuerpo: la cabeza nada puede sin los
pies, ni los pies sin la cabeza; los miembros más insignificantes de
nuestro cuerpo son necesarios y útiles al cuerpo entero y colaboran
mutuamente en bien de la conservación del cuerpo entero.
Que se conserve también entero este cuerpo que formamos en Cristo
Jesús; sométase cada uno a su prójimo respetando los carismas que
cada uno ha recibido.
El fuerte cuide del débil, y el débil respete al fuerte; el rico sea
generoso con el pobre, y el pobre alabe a Dios que le ha
proporcionado alguien para remedio de su pobreza. Que el sabio
manifieste su sabiduría no en palabras, sino en buenas obras, y que
el humilde no haga propaganda de sí mismo, sino que aguarde que
otro dé testimonio de él. El que guarda castidad, que no se
enorgullezca, puesto que sabe que es otro quien le otorga el don de
la continencia.
Pensemos, pues, hermanos, de qué polvo fuimos formados, qué
éramos al entrar en este mundo, de qué sepulcro y de qué tinieblas
nos sacó el Creador que nos plasmó y nos trajo a este mundo, obra
suya, en el que, ya antes de que naciéramos, nos había dispuesto sus
dones. Como quiera, pues, que todos estos beneficios los tenemos de
su mano, en todo debemos darle gracias. A él la gloria por los siglos
de los siglos. Amén. (Fuente: Eprex)
SANTORAL
Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Santos: Juan Silenciero,
Pedro Regalado, Mucio, Sergio, Valeriano, Alberto de Ogna,
confesores; Onésimo, Natalio, Flavio, Servacio o Gervasio, Marcelino,
obispos; Gliceria, Agripa, Dominga, Argéntea, Eutimio, Juan,
mártires; Pedro Nolasco, Andrés Huberto Fournet, fundadores; Inés,
abadesa; Dióscola, virgen.
Es una advocación de la Virgen Santísima a la que está ligado de una
manera inseparable el «secreto», y a este, notables influencias en
acontecimientos ideológicos, morales, políticos, sociológicos y
espirituales del hombre a lo largo del siglo XX.
Todo comenzó en una aldea de Portugal, concretamente en el
municipio de Vila Nova de Ourém, dentro de la diócesis de Leiria. Los
protagonistas de esta historia fueron tres pastorcillos: Lucía dos
Santos –de diez años– y sus dos primos, Francisco Marto y Jacinta,
algo menores que ella. Por tres veces, a lo largo del año 1916,
tuvieron apariciones de un ángel en la colina del Cabeço y en el
huerto de Lucía. Pero, dentro de lo extraordinario, si todo hubiera
quedado en esto, no habría estado el mundo pendiente de Fátima ni
de lo que dijeran o hicieran aquellos niños pastores. Lo realmente
llamativo –un verdadero trallazo para la nación portuguesa y a través
de ella para el mundo– fueron las seis apariciones de la Virgen
Santísima desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre del año 1917.
El 13 de mayo, los tres niños pastoreaban los rebaños de sus padres
a unos dos kilómetros de Aljustrel, en el lugar llamado Cova de Iria.
El sol está en su cenit, es medio día. De repente se vieron
sorprendidos y deslumbrados por una explosión de luz; piensan que
es un relámpago y, en previsión de una próxima tormenta, se
disponen a reunir al rebaño, pero una nueva explosión luminosa les
detiene. A la derecha, sobre una encina, en el centro de una gran
aureola que también les envuelve a ellos, ven a una señora muy bella
y más brillante que el sol. Les promete que no les hará daño,
responde a algunas preguntas de Lucía, les revela algunos secretos y
les pide su presencia todos los días 13 hasta octubre con la promesa
de revelarles quién es ella, qué quiere de ellos y qué espera de los
tres. Solo ha hablado Lucía, Jacinta ha visto y escuchado, Francisco
solo vio.
El día 13 de octubre hay sesenta mil personas en el mismo lugar.
Llueve torrencialmente, pero todos aguantan y ni los enfermos se van
de aquel lodazal. Acompañando a los niños, se reza el rosario, se pide
perdón, se suplican favores y todos esperan anhelantes. En esta
aparición dirá la bella señora que es «La Señora del Rosario», y lo
que pide es un cambio de vida para no ofender más con pecados a su
Divino Hijo; ruega que se rece el rosario y que se haga penitencia;
promete el fin de la guerra si los hombres se convierten. También el
signo prometido llegó. A la voz de Lucía «Miren el sol», se apartaron
las nubes, apareció el sol, se secó al instante lo mojado, el disco
luminoso comenzó a girar vertiginosamente sobre sí mismo lanzando
haces de luz en todas direcciones, mudando el color y el tono; el
firmamento, los árboles, las rocas y la masa de gente presente
aparecen varias veces teñidos de rojo, de verde, de amarillo, de azul
o de violeta en un fenómeno que duró de dos a tres minutos. El sol se
detiene para comenzar de nuevo su danza luminosa más intensa y
deslumbrante con mayor movimiento y colorido. Y así, varias veces
se repitió el espectacular e inaudito movimiento solar por espacio de
unos diez minutos.
Entre mayo y octubre, la Señora pidió a los tres pastorcillos el rezo
del rosario, frecuentes mortificaciones por los muchos pecados de los
hombres que ofenden tanto a Dios, y para lograr la conversión de los
pecadores. Les afirmó la pronta muerte de Francisco y de Jacinta –
Lucía se quedaría algún tiempo más para ser el instrumento que
difundiera en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón–.
Aprendieron de la Señora la jaculatoria: «Jesús, perdónanos; líbranos
del fuego del infierno; lleva a todas las almas al Cielo, principalmente
a los que más lo necesitan» para recitarla siempre detrás del Gloria. Y
por la Señora también conocieron el «secreto» que a nadie debían
decir.
El Portugal de la época, incrédulo y perseguidor de la religión, se
sintió zarandeado por tres niños que, sin sabiduría ni fuerza, iban
arrastrando cada día 13 a cientos y luego miles de personas que
rezaban, se arrepentían, pedían por los pecadores, y miraban sin ver
sobre el carrasco en donde los videntes hablaban, escuchaban y
veían a la Señora. Las numerosas curaciones milagrosas
contribuyeron a que Cova de Iria fuera el comienzo de un
reflorecimiento mariano que llevaba al mayor milagro: a una
transformación religiosa y moral de la nación portuguesa.
El obispo José Alves Correia de Silva decidió autorizar el culto a
Nuestra Señora de Fátima en el año 1930. En 1946 coronó
solemnemente la imagen de la Virgen el cardenal Masela. Fátima
recibió el 13 de octubre del año 1951 a un millón de peregrinos para
la clausura del Año Santo. El papa Pablo VI peregrinó a Fátima el 13
de mayo de 1967. Otro 13 de mayo, el del año 2000, celebrando la
Iglesia universal el Gran Jubileo del comienzo del Tercer Milenio de la
Redención, han sido beatificados en Fátima por el papa Juan Pablo II
los dos pastorcillos, Francisco y Jacinta, estando presente la tercera
de las videntes, Lucía, aún viva y con buen humor.
¿El «secreto»? Ah, sí. Lo puso por escrito Lucía con permiso del Cielo
y por pura obediencia. Hablaba de la visión que tuvieron del infierno,
de la futura guerra mundial, de la conversión de Rusia –los
pastorcillos pensaban entonces que esta debía ser una señora muy
mala–, de una multitud de mártires cristianos, de la masacre de
muchos sacerdotes y obispos, y hasta de un «obispo vestido de
blanco» que caía ensangrentado por odio a la fe.
¿Sabes que el «muro de Berlín» –bastión emblemático de la cultura
atea– se derrumbó solo a pocos meses de que el Papa polaco
consagrara a la Iglesia y al mundo al Inmaculado Corazón de María
en Czestochowa, después de haber recabado el consentimiento al
episcopado católico?
¿Sabes que la Virgen de Fátima tiene en su corona –fue un
agradecido regalo papal– la bala que estuvo a punto de matar a Juan
Pablo II en el intento de asesinato del año 1981 en la Plaza de San
Pedro?
¿Sabes que el mensaje central de Fátima –conversión, rosario,
penitencia por los pecados, conversión de los pecadores– conserva
toda su fuerza y vigor? (Fuente: archidiócesis de Madrid)
ORACIÓN A SAN JOSÉ
Oh, José, custodio amante de Jesús y de María, enséñame a
vivir en tan dulce compañía, sé mi maestro y mi guía en la vida
de oración, dame paciencia alegría y humildad de corazón.
No me falte en este día tu amorosa protección y en mi última
agonía tu piadosa intercesión.
¡San José, patrono de la Iglesia Universal, ruega por nosotros!
POR LOS NO NACIDOS
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo
bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en
la hora de nuestra muerte. Amén
Padre Nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración por los cristianos perseguidos
Dios nuestro, que en tu misteriosa Providencia has querido asociar a
tu Iglesia a los sufrimientos de tu Hijo, concede a los fieles que sufren
persecución a causa de tu Nombre, el don de la paciencia y de la
caridad, para que puedan dar testimonio fiel y creíble de tus
promesas. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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