Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alicia Salomone
Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile
1. Introducción.
lleva adelante la voz lírica desde la vivencia del vacío dejado por la muerte de afectos
que se gesta desde el fondo de las sombras, desplegándose como una disputa palmo a
palmo entre un sentimiento de muerte y una pulsión vital que la empuja a retornar al
territorio de los vivos. Una pulsión que se potencia desde un mandato ancestral, que la
desde la desazón de la disolución y del silencio a través de la poesía. Por otra parte, esa
imagen remite al arduo esfuerzo que ese proceso conlleva, tanto en lo que hace al plano
subjetivo como al no menos laborioso trabajo con la lengua poética. Es esta la disposición
que vemos traducida en el libro en una metáfora de gran intensidad semántica, donde la
1
hablante, reflejándose en la figura del abuelo que año a año horadaba la tierra con su zapa,
Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz”, del Gobierno del Estado
1970 con el poemario El cielo posible (1977) y prosigue con El mundo encima (1982); dos
textos que la autora, en un gesto que podría discutirse, apartó de El río anterior, su
antología personal editada en 2014. A ellos siguen Anónima (1992), El borde es un río
(1997), Puentes (2000), La ville des ponts/La ciudad de los puentes (2001), Química diurna
(2004), La hybris (2007) y Aguas (2013); títulos a los que ahora se suma también La
contingencia (2015).
temáticas entre sus textos; en las proximidades de estilos, tonos y ritmos que ellos tienen; y
también en las remisiones intertextuales que producen reenvíos hacia la tradición literaria
local e internacional, como hacia referencias del contexto socio-cultural del que sus poemas
se nutren.1 Por otra parte, en este espacio poético, recortándose contra la naturaleza viva o
2
un tono de fino lirismo en Química diurna y El borde es un río, y se expresa con ironía
intensidad trágica en La Hybris, para adentrarse más tarde en la reflexividad filosófica que
se trama en Aguas.
advierte en una entrevista la propia autora (Genovese, Quiero escribir… 2015) -. Lo cual no
supone, sin embargo, que el texto abandone del todo las resonancias perceptibles en los
trágica, asociada en este caso al duelo que experimenta la hablante. Asimismo, este
procedimientos y recursos, así como en los vínculos que se establecen entre la poesía y
otras disciplinas, como la fotografía o las artes plásticas, por ejemplo. En La contingencia,
por su parte, esa interrogación se proyecta, en particular, hacia el propio oficio poético,
estimulando una reflexión acerca de las condiciones bajo las cuales se desarrolla esa praxis
través de la poesía como ella define una identidad literaria, que es a la vez personal, la que
3
La contingencia es un poemario cuyo título, desde las acepciones sutilmente
diferenciadas que arrastra esa palabra, condensa los sentidos poéticos y metapoéticos de lo
que encontraremos en él.3 Por un lado, ese significado remite a lo azaroso del presente, a la
posibilidad de que algo suceda o definitivamente no suceda; por otro lado, apunta a lo
también sugiere el riesgo o la catástrofe y, de esta forma, señala a algún evento que puede
pueden considerarse simétricas. La primera parte, subtitulada como “El espacio vacío”,
alude de manera directa al dolor de la hablante ante la ausencia irreparable provocada por la
poemas dispuestos bajo una estructura circular, pues se abre con un poema largo, “Honras”,
una elegía dedicada al padre que es introducida por un epígrafe de Salvatore Quasimodo:
“ed è subito sera” (Genovese La contingencia 11). Y a su vez, esta primera parte se cierra
con “Tristia”, otro canto elegíaco de ecos clásicos, en este caso referido al hermano, que
articula una doble referencia. De un lado, a la obra homónima de Ovidio, en la que el poeta
género, como lo es la “Elegía a Ramón Sijé”, que el español Miguel Hernández compone
poemas de extensión más breve y estructura más abierta, en los cuales se manifiesta otra
faceta del mismo presente post-traumático desde el que enuncia la hablante. Son estos una
4
serie de textos en los que se retrata ensayando, desde distintos espacios cotidianos, su
redescubrimiento del mundo y sus pequeñas epifanías, las que se irán revelando a través de
ciertas claves, como lo son el renacimiento de las flores en primavera (“Objetivas azaleas”),
petirrojos del norte”), la compañía cómplice de una perra golpeada (“La apaleada”), el agua
Como mencionamos más arriba, el libro se organiza desde una estructura binaria,
que es la que articulan sus dos partes, pero al mismo tiempo esa dualidad también se
donde se posiciona la voz lírica. De esta manera, ella alterna entre la angustia por la muerte
intempestiva y el repliegue del yo hacia un sitio insondable: ese lugar nocturnal que es
manifestación mínima, pugna por obtener un reconocimiento. Así, dice uno de los
No hay síntesis.
Sí y no,
lo dado y lo negado.
la verdad es escueta
5
y se cierra en dos palabras:
dos semillas encapsuladas
difíciles de distinguir.
En el adormecimiento
una tosquedad
donde nada destaca,
semilla del no.
Alguien llama,
tu nombre
se empequeñece
y bebe,
semilla del sí.
Esta lucha agónica, entre lo que la hablante nombra como la “semilla del no” y la
“semilla del sí”, que bien podríamos asociar a la oposición vida/muerte o Eros/Tánatos, no
se despliega, sin embargo, solo dentro de la propia hablante. Por el contrario, esa pugna se
expande hacia el afuera, abarcando un espacio en el que, por un lado, se hacen visibles
distintas interacciones humanas, que pueden actuar como un disparador del impulso vital o
como su impedimento. Espacio en el que, por otro lado, también se hace presente la
margen y, lejos de presentarse como una observadora distanciada, asume un papel activo
frente a ellas. Así, decide intervenir en los procesos naturales, cuyos ciclos observa y
acompaña, y, al mismo tiempo, da curso a una reflexividad respecto de las vivencias que
Esto es lo que se descubre en la descripción que hace del tránsito que va desde la
imagen fragilizada de las ramas de los árboles, expuestas y desnudas bajo el solsticio de
6
junio en el hemisferio sur - una imagen que espejea su propia fragilidad en el momento
evidenciando un renacimiento que resulta homólogo al que ella está viviendo. Por otra
parte, junto con lo anterior también emerge progresivamente en ella una comprensión sutil
respecto de que ni siquiera en la naturaleza hay procesos automáticos; lo que supone, por lo
tanto, que toda transformación implica poner en marcha acciones más o menos deliberadas.
De esta manera, si bien la primavera hace su trabajo silencioso en la quietud oscura de las
especial, la de esa sujeto que, aun cuando ha sido arrasada por efecto del dolor, no
abandona las labores que sabe necesarias, apostando a que el milagro de la vida vuelva a
Todo el día
el solcito de julio
lubricando las ramas
expuesta, peladas.
Trasplantar hortensias
llevar abono a las azaleas;
todo el día la digresión física
que no se detiene en arañazos
ni uñas negras.
7
y el fuego del atardecer
tiñe las aguas.
armonía que el duelo ha alterado en los dos componentes de este mundo poético: el sí
mismo y el entorno. Aunque, como certeramente afirma la voz lírica, tampoco se trata de
recomponer una armonía meramente retórica, pues el retorno a la vida tras la amenaza de la
Esto es lo que revelan las imágenes del poema titulado “Objetivas azaleas”, un texto
quedar restablecida. Es esta una convicción que la hablante expresa claramente mediante la
exposición de la belleza de unas flores que, venciendo todos los azares de lo adverso, en
una nueva temporada, vuelven a abrir sus capullos para recibir la caricia reconstituyente de
8
La lluvia torrencial
no ha podido convencerlas
de lo adverso y lo definitivo.
Sus campánulas
bajo el sol tibio se despegan,
repatriadas a su forma.
Ya no hay desarmonía,
no hubo
devastación.
propia reconfiguración identitaria a lo largo del poemario, no podrían llevarse a cabo sino a
través de la poesía y bajo las reglas que rigen a este oficio. Ello se hace visible en la
confluencia que se produce entre la representación de las vivencias por las que atraviesa la
este respecto, son varios los poemas que muestran cómo, desde la perspectiva de la
hablante, se origina un proceso creativo cuyas huellas genealógicas remiten a dos linajes
definidos: el paterno y el materno. De esta forma, si por un lado la subjetividad lírica alude
al vuelo poético, que conecta de manera explícita con la primera de estas herencias; por
segunda.
En el poema “Honras”, la hablante recupera la imagen del padre como una figura
que ha validado en ella, tan pronto como en la primera infancia, una identidad que excede
los estereotipos entonces definidos para el género femenino, autorizando una subjetividad
9
que persigue la autonomía y el despliegue del deseo. De esta forma, si un primer obsequio
paterno es “un autito rojo” que la niña disfruta “pedaleando la manzana”, mientras desoye
al coro de madres que opina que “no es un regalo para nenas” (Genovese La contingencia
11), el segundo presente que recibe es aún más específico. Es una máquina de escribir que
el padre le regala a sus dieciocho años; un objeto que no solo consigna en ella el paso de la
infancia a la adultez, sino que es el signo que anuncia la inminente adopción de una
identidad literaria.
completa con otro elemento que resulta decisivo y que la hablante nombra como un
metáforas encadenadas, las que conectan el trabajo poético con el oficio paterno: el de la
conducción y arreglo de automóviles; praxis de la que cree haber heredado una cierta
habilidad para comprender la mecánica de la construcción poética. Por un lado, ese saber
remite al manejo de los ritmos y sonidos, que hacen posible el fluir del poema mediante
distintos movimientos e intensidades; por otro lado, tiene que ver con el descubrimiento de
texturas sonoras, con las cuales se pueden evocar sensaciones y asociaciones múltiples; y
finalmente, dicho saber también está ligado a la comprensión de la distancia justa que, en
cada poema, debe establecerse entre el sujeto que enuncia en el poema y el objeto con el
En la autopista
seña de luces
y paso de carril
a otro más lento.
El velocímetro deja
10
de crisparse,
prueba una persistencia
que no busca trofeos,
una meta desafectada;
[…]
Los neumáticos
se despegan
y se pegan al asfalto
cruzan la ruta
en un continuo;
calcular distancias,
tantear apenas el freno
sin brusquedad;
[…]
palabras nítidas aún:
oír, saber
por el sonido.
Sobre la Panamericana
un auto impecable,
afinado
como para un concierto
te homenajea;
escucho el motor
desde tu oído
sin cuentavueltas,
el ciclo extenuante
de los metales.
Conducir es un arte.
el juego con la imaginación poética, en el poema “El escritorio, vacío”, en cambio, lo que
se revela es una herencia materna que opera como el complemento necesario del proceso de
creación poética. Esto es, el trabajo arduo y persistente con una lengua que resiste los usos
habituales y con la cual la hablante pugna, insistiendo en una labor sin decaimiento que ella
Una tarea que conlleva el difícil desafío de dejar atrás la transparencia comunicativa de los
lenguajes locuaces y eficientes, para explorar en una lengua opaca que desfamiliariza los
11
sentidos y lugares comunes que impiden acercarse “a la compleja singularidad que plantea
poema, la poesía procede mediante el desorden de los signos, desde un “hacer desplazado”
(Genovese, Leer poesía 15). Lo cual permite instalar un vacío desde el que es posible
explorar en la búsqueda del ritmo y la sintaxis propia, en la puntuación que permite respirar
subjetividad” (Genovese, Leer poesía 17). Así, estas son las condiciones que permiten
posicionar un yo, dando cuenta del “arrastre subjetivo del poema” (Genovese, Leer poesía
19), que “es aquello que el lector diferencia y que marca sus preferencias entre uno u otro
texto”, en tanto “es la resonancia que en la lectura, cuando se produce un encuentro o una
empatía, quien lee recibe como deslumbramiento” (Genovese, Leer poesía 20).
Estos son los procedimientos que encontramos expuestos en el poema “El escritorio,
vacío”, partiendo del recorte de una escena y la recolección de aquellos elementos que la
subjetividad lírica recupera del entorno para constituir la base material de la construcción
poética. Son elementos que, sin embargo, no se trasponen directamente a la página pues
están allí en función de una subjetividad que observa, selecciona y elabora, hasta
disponerlos bajo una gramática y ritmo propios, otorgándoles un sentido específico que, al
mismo tiempo, irá orientando las elecciones afectivas del lector (Di Marco). De esta forma,
una perspectiva inédita, eso que el poema nombra como “la belleza desnuda / no
12
acumulable / el rastro vivo” (Genovese La contingencia 84). Dice la hablante en “El
escritorio, vacío”:
13
La suma de procedimientos antes descritos son los que le permiten a la hablante
entrega en el final del libro. Este poema, conformado mediante una acumulación extensa de
esa belleza y armonía renovadas que se habían anunciado en el poema “Objetivas azaleas”
y que ahora toman forma consistente. De esta manera, entonces, se hace posible el cierre
del poemario, que es también la conclusión (necesariamente provisoria) del duelo que la
hablante ha venido elaborando; una conclusión que a su vez sella, a la manera simbolista, la
concreción de una nueva armonía entre ella y el mundo que ha hecho surgir en el poema:
La ruta abierta
entre los pinos.
Unos pocos granos de arena
y el sol que gira
en la escala de la mano;
los médanos blancos,
el mar por unas horas,
los ojos turquesa,
la caída de la tarde
en el espejo retrovisor.
La naturaleza no es sólo
una armonía retórica.
4. Conclusiones.
14
A lo largo de estas páginas hemos propuesto un recorrido por el poemario La
lírica, desde el dolor profundo que le ha generado el duelo por dos figuras amadas, hasta su
propio renacer, como ave fénix, a través de la poesía. Como decíamos más arriba, es este el
proceso que el poemario propicia y testimonia, desplegando al mismo tiempo una aguda
En tiempos en que la consabida muerte del sujeto, y su correlato, la muerte del autor
(Broda citada por Genovese Leer poesía 20), sumadas a la dominancia de estéticas
emocional o subjetiva (Genovese Leer poesía 20), estimamos significativo el gesto que
Por un lado, es esta inscripción la que posibilita hacerse cargo, desde la poesía, de
del duelo y los modos en que cada individuo explora en pos de elaborarlo. Pero, por otro
lado, y quizás más importante, lo que el poemario deja en evidencia es que dichas
experiencias son efectivamente configuradas en y por medio del lenguaje, y bajo las reglas
que establecen sus patrones constructivos. Ello explica, asimismo, que las elaboraciones
discusividad metapoética que, en las distintas secciones de este texto, se interroga respecto
de las condiciones que hacen posible la poesía, incluyendo en esa indagación a la mecánica
15
La subjetividad, como manifestación de un yo inevitablemente complejo, está en la
base misma de la poesía moderna. Pues, más allá de la función expresiva de un individuo
identificatorias de una subjetividad (Genovese, Leer poesía 20-21). Por eso mismo,
agregamos, dicha dimensión podrá quedar invisibilizada en cierto tipo de poesía, pero
difícilmente podría ser negada, pues cualquier operación que tenga lugar en el poema de
logran revelar muy bien la conexión estrecha que necesariamente se establece entre
lenguaje poético y subjetividad, lo que destaca en el poemario que aquí hemos comentado;
y ese es uno de los rasgos que hacen de él, a nuestro juicio, un libro en el que es preciso
detenerse.
NOTAS:
1
En dos artículos anteriores (2014 a y b), he revisado las características generales de la obra de Alicia
Genovese, abordando, en particular, su énfasis metapoético. Por su parte, María Lucía Puppo también ha
hecho iluminadoras aproximaciones a la poesía de la autora argentina en Entre el vértigo y la ruina: poesía
contemporánea y experiencia urbana, libro publicado en 2013.
2
Ruth Amossy y Dominique Maingueneau, en una entrevista a Jose Luis Diaz, autor de L’écrivaine
imaginaire, comentan su concepto de “escenografía autorial”, mediante el cual Díaz explica cómo los autores
suelen definir una “escenografía autorial” que les permite ponerse en representación, adoptando poses o roles
que articulan su presentación literaria. Desde la perspectiva de Díaz, no se trata solo de una cuestión
discursiva o de la mera adopción de un dispositivo de enunciación, genérico o estilístico, sino que implica el
problema de quién se es dentro de la escena literaria y también como individuo, desde lo cual se define una
identidad que es literaria y a la vez personal.
3
El diccionario de la RAE, deriva la palabra “contingencia” del vocablo latino contingentia y le asigna tres
acepciones: por un lado, la posibilidad de que algo suceda o no suceda; por otro, el de una cosa que puede
suceder o no suceder; finalmente, incluye la idea de riesgo. Al respecto, cfr: http://dle.rae.es/?id=AVWiN0d.
Por su parte, Joan Corominas (25) deriva su etimología del antiguo verbo contigere, del latín vulgar,
16
recuperado en el siglo XII como acontecer; y luego da cuenta de su derivación, en el siglo XVII, hacia lo que
puede o no suceder.
Bibliografía citada
URL: https://aad.revues.org/678
Broda, Martine. El amor al nombre. Ensayo sobre el lirismo y la lírica amorosa, Buenos
Di Marco, José. “Acerca de Leer poesía: lo leve, lo grave, lo opaco, de Alicia Genovese”.
URL: http://www.letrainversa.com.ar/li/literatura-lecturas-criticas/99-demorarse-en-
los-detalles-construir-conceptos-capturar-las-fugas-del-sentido-teoria-y-practica-de-
la-lectura-poetica.html.
_____. Leer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco. Buenos Aires: FCE, 2011.
17
_____. “Quiero escribir algo que sea lo más llano posible”, entrevista de Silvina Premat en
URL: http://www.lanacion.com.ar/1803800-alicia-genovese-quiero-escribir-algo-
que-sea-lo-mas-llano-posible.
2016. http://dle.rae.es/?id=AVWiN0d.
Salomone, Alicia. (a) “El yo, el mundo y la proximidad de la poesía”, en Alicia Genovese,
El río anterior. Antología personal, Buenos Aires: Ruinas Circulares, 2014, pp. 5-8.
Impreso.
______. (b) “Poesía, subjetividad y memoria en la obra de Alicia Genovese”, Letras Nº 69-
18