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La palabra juego proviene del latín iocus, que quiere decir “broma”.

Un juego es una
actividad desarrollada por uno o más individuos, cuyo propósito inmediato es entretener y
divertir. Sin embargo, además de entretener, otra función de los juegos es el desarrollo de
habilidades y destrezas intelectuales, motoras y/o sociales.Este tipo de actividad es practicada
tanto por los seres humanos como por los animales. Con la práctica del juego, los seres vivos
aprenden formas de socialización y adquieren habilidades necesarias para la supervivencia
en su respectivo hábitat.
El juego constituye un mecanismo natural arraigado genéticamente que despierta la
curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el
mundo. Los mecanismos cerebrales innatos del niño le permiten, a los pocos meses de edad,
aprender jugando. Se libera dopamina que hace que la incertidumbre del juego constituya
una auténtica recompensa cerebral y que facilita la transmisión de información entre el
hipocampo y la corteza prefrontal, promoviendo la memoria de trabajo.
Los juegos siempre pretenden la diversión y el entretenimiento, ya que el ser humano no
puede vivir racionalizando constantemente su universo. Por lo tanto, permiten el descanso
mental, la variedad de la rutina y la activación de otro tipo de procesos, como los reflejos y
la intuición.Además, en su principio básico los juegos no están dirigidos al aprendizaje
teórico, descriptivo y racional, sino al desarrollo de habilidades mediante la práctica. Por
ejemplo, habilidades como la atención, la velocidad, la asociación de palabras, etc. Por eso,
el juego es sumamente importante en la fase de la infancia, si bien está presente a lo largo de
toda la vida.
El juego ocurre de manera espontánea desde que el niño es un bebé, cuando el bebé comienza
a sonreír y la madre o el padre le sonríe, está jugando. El juego es dirigido por él y las
recompensas vienen de sus emociones internas. El juego es un mecanismo agradable y
espontáneo que le ayuda a aprender habilidades sociales y motoras y a desarrollar el
pensamiento cognitivo. Por eso la madre, el padre, la familia extendida y los cuidadores
deben sacar tiempo para jugar con sus niños.De esta forma, el juego contribuye a su
maduración psicomotriz, cognitiva y física además afirma el vínculo afectivo con sus padres
y favorece la socialización. Por lo que, el juego es uno de los medios con mayor impacto en
los niños para desarrollar nuevas habilidades y conceptos a través de su propia experiencia.
Cuando los padres juegan con sus niños los prepara para que ellos jueguen con otros niños.
A medida que los hijos crecen, los padres les proporcionan materiales, juguetes y equipos
deportivos para que puedan jugar con otros. Es fundamental que los padres, las familias, los
cuidadores y los niños sepan que el juego es importante a lo largo de toda la vida.
El juego es necesario para el desarrollo saludable del niño. El 75% del desarrollo cerebral
ocurre después del nacimiento, el juego ayuda con ese desarrollo estimulando el cerebro a
través de la formación de conexiones entre las células nerviosas. Este proceso ayuda con el
desarrollo de habilidades motoras finas y gruesas. Las habilidades motoras finas son acciones
tales como ser capaz de sostener un crayón o un lápiz. Las habilidades motoras gruesas son
acciones como saltar o correr. Jugar también ayuda a los niños a desarrollar el lenguaje y les
permite aprender a comunicar emociones, a pensar, a ser creativos y a resolver problemas.
El juego forma parte de la escuela y del hogar, y a través del juego, los niños imitan la
realidad, representando lo que han vivido o desean vivir, permitiéndose exteriorizar sus
emociones como alegrías, tristezas, frustraciones, etc.
Para facilitar el juego se puede hacer uso de materiales como cajas de cartón, bloques de
madera o plástico, y tapaderas, los cuales, pueden irse adaptando de acuerdo al crecimiento
y formación de capacidades de los niños.El juego, además de aportar al niño placer y
momentos de distracción, es una actividad que estimula y activa diferentes componentes de
desarrollo infantil. Es el escenario en el cual los niños pueden practicar la experiencia de
medir sus propias posibilidades en las diferentes situaciones de su vida y que influye en todos
los ámbitos del desarrollo humano.
El juego constituye una necesidad para el aprendizaje que no está restringida a ninguna edad,
mejora la autoestima, desarrolla la creatividad, aporta bienestar y facilita la socialización.

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