Generar experiencias para el disfrute del juego, la
creación, la exploración y la literatura con niñas y niños desde la gestación.
El juego es relevante para la primera infancia, por la posibilidad de expresión, socialización y
aprendizajes diversos. el ambiente es un tercer maestro porque ofrece alternativas pedagógicas en el aprendizaje de los niños. Este concepto (el ambiente) hace referencia a los diferentes espacios que promueven momentos de creación, reflexión, incertidumbre y juego, y que favorecen las relaciones sociales y medioambientales de todas las personas, en especial de los niños. para proponer experiencias enriquecidas, a través del juego hay que permitir la construcción de relación que tejen los niños consigo mismos, con el otro y con su entorno.
El ambiente es reflejo y a la vez generador de oportunidades para la construcción del
conocimiento de los niños y su participación ciudadana. El ambiente se convierte, entonces, en un aliado para fortalecer y generar experiencias significativas en los niños.
El juego impulsor del desarrollo
El juego es la actividad natural de nuestros pequeños. El juego les divierte, les distrae y además es inseparable de su desarrollo. El juego impulsa el desarrollo del niño. Cada edad tiene su tipo de juego, de manera natural los niños y niñas adaptan sus juegos a sus necesidades de desarrollo. Veamos como el juego impulsa el desarrollo:
El juego impulsa el desarrollo psicomotor. Aquellos juegos de movimiento y
acción sirven para reforzar la maduración física y acelerar la maduración cognitiva asociada al desarrollo psicomotor. Desde bebés los niños juegan con su cuerpo, desde movimientos torpes, hasta más adelante otros tipos de juegos más elaborados. El juego impulsa el desarrollo del lenguaje. Los primeros juegos del niño, canciones, poemas, repeticiones de sílabas, canciones asociadas a juegos,…le sirven para desarrollar su lenguaje. Cuando juegan con otros niños y niñas o cuando juegan solos entablando una conversación consigo mismos también están desarrollando su lenguaje. El juego impulsa el desarrollo social de nuestros niños y niñas. El juego sirve para socializar. A través del juego por un lado los niños y niñas aprenden a relacionarse unos con otros y al mismo tiempo aprenden las reglas no escritas que rigen la sociedad. El juego simbólico, aquel en el que los niños y niñas juegan a ser adultos y desempeñan un rol determinado, sirve también para la socialización. El juego impulsa el desarrollo emocional. A través del juego el niño y la niña tiene una oportunidad única para encontrarse con sus emociones y para darles salida. En el juego aprende no solo a jugar, son muchas las emociones unidas a los juegos. El juego impulsa el desarrollo afectivo. El juego es un espacio de distensión y de diversión, una actividad con objetivos comunes que se convierte en la oportunidad ideal para estrechar lazos y fortalecer los vínculos afectivos. El juego impulsa el desarrollo moral de los niños y niñas. Los niños y niñas inventan y siguen sus propias reglas cuando juegan. El cumplimiento de esas reglas es necesario para el juego y el bien de todos. De esta manera los niños y niñas aprenden a seguir unas normas, se comprometen con ellas y desarrollan su sentido moral y ético. El juego impulsa el desarrollo del pensamiento. El juego requiere estrategias y planes para ganar. El juego además supone imaginar y crear constantemente. El juego es una excelente herramienta de desarrollo del pensamiento. El juego sirve para desarrollar la habilidad de resolver conflictos y problemas. A través del juego los niños y niñas encuentran soluciones a enigmas y desarrollan la habilidad de búsqueda y de soluciones efectivas. El juego impulsa la creatividad y la imaginación. Jugar es imaginar y crear. El juego está unido a la creatividad y a la imaginación, dos capacidades esenciales en la sociedad actual. El juego impulsa el aprendizaje. El juego es la actividad ideal para la creación de aprendizajes. Los niños y niñas aprenden a través del juego, es su manera natural de aprender y la más efectiva.