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Introducción
i) Para iniciar con el desarrollo del tema, se hace necesario, en primer
lugar, establecer el contenido de la noción jurídica de derecho penal
internacional; esto es, sus elementos y características que lo definen y
permiten distinguirlo del derecho penal de los Estados y de cualquier
otra disciplina jurídica (Sección 1). Vinculada a la noción de derecho
penal internacional, se halla la cuestión de la complejidad normativa
que lo caracteriza: está compuesto por diversos tipos de normas jurídicas
internacionales que concurren en la definición y sanción de los crímenes
internacionales; algo que no existe, por ejemplo, en derecho penal nacional
estatal (Sección 2). Se hace necesario también referirse al nombre mismo
de la nueva disciplina jurídica —¿derecho penal internacional o derecho
internacional penal?—, cuestión que abordaremos desde una perspectiva
histórica (Sección 3). De otro lado, la sanción penal de los crímenes
internacionales puede realizarse mediante tres vías o modalidades (Sección
4): a) mediante el ejercicio de la jurisdicción internacional propia de los
tribunales penales internacionales; b) mediante la jurisdicción universal
que pueden o deben ejercer los tribunales de justicia de los Estados; y
c) mediante la jurisdicción territorial y, según corresponda, extraterritorial
que ejercen también los tribunales nacionales de justicia de los Estados.
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Derecho penal internacional
Sección 1. Definción
ii) El derecho penal internacional está constituido por el conjunto de
normas jurídicas internacionales de carácter penal, sustantivas y procesales
que definen los tipos penales internacionales y rigen la represión penal
internacional de los crímenes internacionales, así como las entidades
encargadas de la aplicación de tales normas. La finalidad del derecho
penal internacional, al tratarse de los crímenes más graves, es la protección
del orden jurídico internacional (paz internacional). El derecho penal
internacional es una rama del derecho internacional público; no es pues
una rama dependiente del derecho interno de los Estados, toda vez que la
existencia de las normas jurídicas internacionales no depende de lo que se
establezca en el Código Penal de un Estado en particular (cfr. Glaser, 1970,
p. 16; David, 2009, p. 1; Ambos, 2004, p. 34; Werle, 2011, p. 78). El
derecho penal internacional así entendido es el objeto del presente estudio,
el cual además se ha focalizado en los cuatro crímenes internacionales
más graves definidos por el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal
Internacional, de acuerdo al cual dichos crímenes son los únicos que podrá
juzgar la Corte Penal Internacional1.
1
La competencia de la Corte Penal Internacional se limita a cuatro crímenes internacionales
(genocidio, lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión), según lo que
establece el Estatuto de Roma: «Artículo 5. Crímenes de la competencia de la Corte.- 1.
La competencia de la corte se limitará a los crímenes más graves de trascendencia para la
comunidad internacional en su conjunto. La Corte tendrá competencia, de conformidad
con el presente Estatuto, respecto de los siguientes crímenes: a) El crimen de genocidio;
b) Los crímenes de lesa humanidad; c) Los crímenes de guerra; d) El crimen de agresión».
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José Burneo Labrín
1. Aspectos a destacar
iii) Debe tenerse en consideración, para una adecuada comprensión del
derecho penal internacional, los siguientes aspectos:
a) El derecho penal internacional se refiere únicamente a las
infracciones penales internacionales tipificadas en normas jurídicas
internacionales.
b) Las infracciones penales internacionales suponen la violación de
una norma jurídica internacional preexistente2.
c) El derecho penal internacional impone sanciones penales
únicamente a los individuos. En su estado actual de desarrollo,
no impone sanciones penales a las personas jurídicas; esto es,
Estados, organizaciones internacionales, empresas multinacionales
u otras entidades internacionales3. Sin embargo, otros tribunales
internacionales de carácter no penal, como la Corte Internacional
de Justicia y las cortes internacionales de derechos humanos,
podrán imputar al Estado responsabilidad internacional por hechos
violatorios del derecho internacional y susceptibles de ser calificados
como crímenes o delitos internacionales (sancionados o no
Debemos precisar que, en el caso del crimen de agresión, la Corte Penal Internacional tiene
su competencia en suspenso, la que podrá ejercer en caso se apruebe, inter alia, a partir del
1 de enero del año 2017, en una segunda votación, la definición aprobada en la Primera
Conferencia de Revisión de Estados Partes en el Estatuto de Roma (véase más adelante el
capítulo relativo a este crimen internacional).
2
Sobre los distintos tipos de normas, véase la sección 2 en este mismo capítulo.
3
La Corte Penal Internacional «estará facultada para ejercer su jurisdicción sobre
personas respecto de los crímenes más graves de trascendencia internacional de
conformidad con el presente Estatuto» (artículo 1), precisándose luego que «la Corte
tendrá competencia respecto de las personas naturales» (artículo 25.1) y que «[q]uien
cometa un crimen de la competencia de la Corte será responsable individualmente y
podrá ser penado de conformidad con el presente Estatuto» (artículo 25.2).
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Derecho penal internacional
4
El Estatuto de Roma establece que «[nada de lo dispuesto en el presente Estatuto
respecto de la responsabilidad penal de las personas naturales afectará a la responsabilidad
del Estado conforme al derecho internacional» (artículo 25.4). Véase además el texto
sobre la responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos, elaborado
por la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, anexo a la resolución
56/83 adoptada por la Asamblea General de la ONU, con fecha 12 de diciembre de
2001. Existe abundante jurisprudencia internacional declarando la responsabilidad de
un Estado por violación, por ejemplo, de normas de derechos humanos. Debe quedar
en claro que los tribunales internacionales de derechos humanos, así como la Corte
Internacional de Justicia, al declarar la responsabilidad de un Estado, no se pronuncian
respecto de la responsabilidad penal internacional de los individuos ni les imponen
sanciones penales.
5
Dos constataciones deben hacerse al respecto. La primera es que, durante el proceso de
discusión y elaboración de su segundo «Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz
y la Seguridad de la Humanidad», la Comisión de Derecho Internacional (1983-1996),
ni en primera lectura (versión provisional) ni en segunda lectura (versión definitiva)
formuló la distinción entre crimen internacional y delito internacional; tampoco aparece
tal distinción en su «Proyecto de Estatuto de la Corte Penal Internacional» (elaborado
entre 1990 y 1994). Como es sabido, estos proyectos estuvieron sobre la base del actual
Estatuto de Roma (1998), según se reconoce en el acta final de la Conferencia Diplomática
de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas que aprobó este tratado y en la resolución A,
aprobada al término de la Conferencia Diplomática en Roma. La segunda constatación
se refiere al hecho que la distinción en cuestión fue originalmente formulada, pero luego
retirada en el seno de la misma Comisión de Derecho Internacional en el marco del largo
proceso (1956-2001) de elaboración de su «Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad
del Estado por Hechos Internacionalmente Ilícitos». En efecto, el artículo 19 del proyecto
aprobado en primera lectura (1996) formuló la distinción; esto es, califica ciertos hechos
internacionalmente ilícitos, imputables —no a los individuos, sino a los Estados— como
crímenes internacionales y otros como delitos internacionales. Según el mismo artículo 19,
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de una parte constituye crimen internacional toda «violación de una obligación internacional
esencial para la salvaguardia de intereses fundamentales de la comunidad internacional»
(artículo 19.2) y, de otra, delito internacional «[T]odo hecho internacionalmente ilícito
que sea un crimen internacional conforme al párrafo 2» (artículo 19.4). Este artículo 19
fue aprobado en 1996 por mayoría (CDI, 1996, p. 69). Luego, en el proceso de segunda
lectura, en las sesiones llevadas a cabo entre 1998 y 2001, a la luz del debate realizado y
las opiniones de los gobiernos, la Comisión de Derecho Internacional concluyó, el año
2001, la versión definitiva de su «Proyecto de artículos» tan esperado. En esta versión final,
entre otros artículos, el 19 fue suprimido y con él la distinción en cuestión, quedando
simplemente la calificación general de hecho internacionalmente ilícito imputable al Estado
a fin de evitar la connotación penal que ambos términos conllevan. Según el último relator
especial (1997-2001) a cargo de la redacción del mencionado «Proyecto de artículos», James
Crawford (2004, p. 42), «la idea de los crímenes internacionales tal y como lo expresaba
el [artículo 19 del] Proyecto de Artículos resultaba polémica y era capaz de arruinar todo
el conjunto del proyecto»; motivo por el cual finalmente no fue incluido el mencionado
artículo 19 en el texto definitivo del «Proyecto de artículos» aprobado en segunda lectura
(2001). Cf. Crawford, 2004, pp. 42 y 50.
6
Veáse nota 2, supra.
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Derecho penal internacional
7
Entre otros importantes crímenes internacionales, podemos mencionar, por ejemplo,
los actos de terrorismo y el tráfico internacional de drogas ilícitas, según se reconoció
en Roma durante la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones
Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional (1998). En la
conferencia se afirmó así que tales actos «constituyen graves crímenes de trascendencia
para la comunidad internacional» (resolución E, aprobada al término de la mencionada
conferencia); sin embargo, no fueron incluidos en el Estatuto de Roma que crea la
Corte Penal Internacional al no lograrse un acuerdo al respecto. Por ello, en la misma
resolución puede leerse: «[D]eplorando [la Conferencia Diplomática] que no se haya
podido llegar a un acuerdo sobre una definición generalmente aceptable de los crímenes
de terrorismo y los crímenes relacionados con drogas para que quedaran comprendidos en
la competencia de la Corte» (resolución E). Además de estos dos delitos internacionales
no incluidos en el Estatuto de Roma, existen ciertamente otros en la medida que así lo
establezcan, según mencionamos antes, normas jurídicas internacionales consuetudinarias
y/o convencionales o de jus cogens preexistentes o posteriores al Estatuto de Roma
(1998). Esto lo veremos más adelante a propósito de la desaparición forzada de personas
o de actos de tortura; los cuales, en algunos casos, no reúnen los requisitos de carácter
sistemático o generalizado y por tanto no pueden ser calificados como crímenes de lesa
humanidad, pero constituyen siempre, aún cuando se trate de hechos aislados, crímenes
internacionales (véase infra el capítulo relativo a crímenes de lesa humanidad).
8
La calificación de determinados delitos como Delicta juris Gentium («delitos
internacionales» o «delitos contra el derecho de gentes») fue objeto de debate en la
segunda mitad del siglo XIX en el seno del Instituto de Derecho Internacional y en
otros medios académicos. En efecto, sobre la base de trabajos iniciados con ocasión de
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Derecho penal internacional
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El artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), anexo a la Carta
de las Naciones Unidas (1945), si bien no constituye una enumeración exhaustiva, se
toma como referencia para establecer las fuentes del derecho internacional. El artículo
mencionado reza así:
Artículo 38.
1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias
que le sean sometidas, deberá aplicar:
a) las convenciones internacionales […];
b) la costumbre internacional […];
c) los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;
d) las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas […] como medio auxiliar
[…].
2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio
ex ae quo et bono, si las partes así lo convinieren.
Es pertinente destacar la mentalidad colonialista, imperante todavía cuando se aprobó
el artículo anterior, que encontramos en el enunciado del literal c («los principios
generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas»). De otro lado, debe
precisarse que dicho literal c en cuestión se refiere a los principios generales de derecho
que dimanan del derecho comparado; esto es, de las normas y prácticas judiciales de los
Estados en su conjunto. Esto por cuanto en derecho internacional público se reconoce,
además, la existencia de otros principios, denominados «principios generales de derecho
internacional», los cuales son propios de y fundamentales para el ordenamiento jurídico
internacional. Estos principios generales de derecho internacional, así reconocidos
por todos los Estados del mundo, establecen obligaciones al margen de todo vínculo
convencional. Así, por ejemplo, el principio de la responsabilidad internacional del
Estado perpetrador de un hecho internacionalmente ilícito.
24
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10
Las normas de jus cogens fueron definidas, con ulterioridad al estatuto de la CIJ precitado,
en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), del siguiente modo:
«Artículo 53. Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración, esté en oposición
con una norma imperativa de derecho internacional general. Para los efectos de la presente
Convención, una norma imperativa de derecho internacional general es una norma aceptada
y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que
no admite acuerdo en contrario y que solo puede ser modificada por una norma ulterior
de derecho internacional general que tenga el mismo carácter».
11
Cfr. Koskenniem, 2006 (véase, en especial, la subsección «El efecto del jus cogens: invalidez
de las normas que estén en oposición», párrs. 365 a 373, pp. 211 y ss.). Sobre el tema de
la fragmentación del derecho internacional, véase Saco Chung, 2008, pp. 231-261.
12
En su «Opinión consultiva sobre reservas a la convención sobre genocidio» (1951),
la Corte Internacional de Justicia declaró: «[…] los principios que están a la base de
la Convención [sobre Genocidio, del año 1948] son principios reconocidos por las
naciones civilizadas como obligando a los Estados fuera de todo vínculo convencional».
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Derecho penal internacional
Cfr. Réserves à la Convention sur le Génocide, Avis consultatif: CIJ Recueil 1951, p. 23
(traducción no oficial).
13
Sobre el contenido del jus cogens y la jurisprudencia de la Corte Internacional de
Justicia, véase Koskennien, 2006, párrs. 374 a 319, pp. 216 y ss.
14
En cuanto a la posición de la ONU sobre las normas consuetudinarias, su vigencia
actual y su importancia, es necesario tener presente lo afirmado por el secretario general
de las Naciones Unidas en su «Informe al Consejo de Seguridad» (S/25704 del 3 de mayo
de 1993), en el cual se sostiene que el principio de legalidad es respetado cuando se aplica
una norma jurídica internacional preexistente a los hechos, pudiendo ser tal norma de
naturaleza convencional o consuetudinaria. Así, en el informe mencionado, mediante
el cual se fundamentó la creación, por el Consejo de Seguridad, del Tribunal Penal
Internacional para la ex-Yugoslavia, se afirmó: «34. De la opinión del Secretario General,
la aplicación del principio nullum crimen sine lege exige que el Tribunal Internacional
aplique las normas del derecho internacional humanitario que sin duda alguna forman
parte del derecho consuetudinario, de manera que el problema resultante del hecho
de que ciertos Estados, pero no en su totalidad, adhieran a convenciones específicas
no se plantee. […]. 35. La parte del derecho internacional humanitario convencional
que se ha vuelto sin duda alguna parte del derecho internacional consuetudinario es el
derecho aplicable a los conflictos armados objeto de los instrumentos siguientes : los
cuatro convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 para la protección de las víctimas
de guerra ; la Convención de la Haya (IV) sobre las leyes y costumbres de la guerra
terrestre y el Reglamento anexo (1907); la Convención para la prevención y la represión
del crimen de genocidio (1948) y el Estatuto del Tribunal militar internacional de 8 de
agosto de 1945». Cfr. ONU, 1993, párr. 34.
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de jus cogens se afirma además que son constitutivas del orden público
internacional15.
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Derecho penal internacional
16
Escribe Luigi Ferrajoli: «La Carta de la ONU marca, pues, el nacimiento de un nuevo
derecho internacional y el final del viejo paradigma […]. En el nuevo ordenamiento
pasan a ser sujetos de derecho internacional no solo los Estados, sino también los
individuos y los pueblos : los primeros, en cuanto titulares frente a sus propios Estados
de los derechos que les confieren la Declaración [Universal de Derechos Humanos] de
1948 y los Pactos [Internacionales , de una parte, de Derechos Civiles y Políticos, y, de
otra parte, de Derechos Económicos, Sociales y Culturales] de 1966; los segundos, en
cuanto titulares del derecho de autodeterminación reconocido por el artículo 1 de esos
mismos Pactos» (1999, p. 145).
17
La idea de un derecho internacional público «nuevo» y de un derecho penal
internacional «nuevo» nace luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1919). La idea
surge en los medios jurídicos y académicos, intelectuales en general y políticos (sobre
todo europeos) porque, sobre la base del derecho internacional público «clásico» entonces
existente —llamado también «derecho de gentes» (de la raíz griega genos, pueblo,
nación)—, era imposible sancionar penalmente al exemperador de Alemania sindicado
como el principal responsable de la «gran guerra» —esto es, de la primera hecatombe
humana (ocho millones de muertos) que ella acarreó—. Refugiado en Holanda, la
extradición del exemperador fracasó pese a que el Tratado de Versalles (1919) establecía
expresamente la constitución de un tribunal internacional para juzgarlo (artículo 227 del
tratado). En este contexto, Fernand Larnaude y Albert de Lapradelle (de la Universidad
de París), en su informe a la Conferencia de Preliminares de la Paz (que elaboró el Tratado
de Versalles de 1919), escribieron que, tras la guerra, «[u]n Derecho Internacional nuevo
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ha nacido» (cfr. Larnaude & De Lapradelle, 1919, pp. 144 y 146). Es de remarcar que
existían otras provisiones (artículos 228 a 230) del tratado para juzgar a los responsables
de crímenes de guerra perpetrados por las fuerzas armadas imperiales alemanas, las cuales
no se operativizaron por razones políticas. Cfr. Descheemaeker, 1946, p. 213. Véase
también: Saldaña, 1925, pp. 1927; y Pella, 1925.
18
En 1922, escribió Donnedieu de Vabres: «Hoy en día, el derecho penal internacional
es un derecho interno», esto por cuanto «en el estado actual de su desarrollo científico,
es imposible de ver en él otra cosa que un capítulo del derecho penal» (1922, p. 5. Texto
original en francés). En el mismo sentido, en 1920, otro clásico en esta materia, Maurice
Travers escribió criticando la noción incipiente entonces de jurisdicción universal: «Ella
[la teoría de la jurisdicción universal] es contraria a la naturaleza de la ley penal y de la
noción misma de Estado. Todo Estado, no tiene, en principio, por misión sino la defensa
de sus propios intereses. […] La naturaleza del Estado determina la envergadura de la ley
represiva que él establece. La ley penal tiene por finalidad exclusiva asegurar la protección
29
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En el Código Penal de 1924, leemos sobre la aplicación extraterritorial de la ley penal
peruana:
Artículo 5. Las infracciones cometidas fuera del territorio de la República, serán
reprimidas en los casos siguientes:
Las infracciones comprendidas en los títulos 3 de la sección séptima, [título] 1 de la
sección novena y [título] 2 de la sección décima quinta, cometidos por nacionales o
extranjeros;
Las infracciones no comprendidas en el inciso anterior cometidas por un nacional
[principio de la personalidad activa], susceptibles de extradición, según la ley peruana,
siempre que fueren punibles también en el Estado en que se hubieren perpetrado y cuando
el culpable entrare de cualquier manera en la República. Esta disposición será aplicable
a los extranjeros que adoptaren la ciudadanía peruana después de la perpetración del
hecho punible;
Las infracciones no comprendidas en el inciso primero, cometidas por un extranjero
contra un nacional [principio de la personalidad pasiva], susceptibles de extradición,
según la ley peruana, siempre que fueren punibles también en el Estado en que se
hubieran perpetrado y cuando el culpable entrare de cualquier modo en la República y
no fuere entregado al extranjero;
L
as infracciones de cualquier especie cometidas por funcionarios o empleados del servicio
del Estado, en el desempeño de su cargo.
22
Código Penal vigente (1991):
Artículo 2. La Ley Penal peruana se aplica a todo delito cometido en el extranjero,
cuando:
1. El agente es funcionario o servidor público en desempeño de su cargo;
2. Atenta contra la seguridad o la tranquilidad públicas o se traten de conductas
tipificadas como lavado de activos, siempre que produzca sus efectos en el territorio de
la República;
3. Agravia al Estado y la defensa nacional; a los Poderes del Estado y el orden
constitucional o al orden monetario;
4. Es perpetrado contra o por peruano y el delito esté previsto como susceptible de
extradición según la Ley peruana, siempre que sea punible también en el Estado en que
se cometió y el agente ingresa de cualquier manera al territorio de la República;
5. El Perú está obligado a reprimir conforme a tratados internacionales.
31
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«Estos rasgos característicos del derecho internacional tradicional influyeron necesaria
y decisivamente en la escasa relevancia de la persona en aquel sistema jurídico que estuvo
concebido en función de los Estados y al margen de la perspectiva de los derechos humanos.
Así, por ejemplo, Dionisio Anzilotti, uno de los autores más representativos de aquella
época, pudo afirmar en 1905, que la existencia en derecho internacional de otros sujetos
de derechos y obligaciones distintos de los Estados era simplemente inconcebible. En el
mismo año, Lassa Francis L. Oppenheim, otra gran autoridad doctrinal de comienzos del
siglo XX, sostuvo que los “así llamados derechos humanos” no solo no gozan sino que
no pueden gozar de protección alguna por parte del Derecho internacional, “ya que este
regula únicamente las relaciones entre los Estados y no puede reconocer derechos a los
individuos”» (cfr. Carrillo, 2001, p. 12).
32
José Burneo Labrín
Sección 4.
La sanción penal de los crímenes internacionales
1. Tres modalidades o vías para la sanción penal
de crímenes internacionales
xi) En la actualidad, la sanción penal de los crímenes internacionales puede
realizarse mediante tres modalidades. En primer lugar, mediante tribunales
penales internacionales que ejercen jurisdicción penal internacional
de conformidad con el derecho internacional (ver sección 1.1). En
segunda lugar, mediante tribunales penales nacionales que ejercen, en
determinados casos, jurisdicción universal, cuando así los establece el
derecho internacional (ver sección 1.2). En tercer lugar, también mediante
tribunales penales nacionales, pero en ejercicio de la potestad jurisdiccional
territorial o de la jurisdicción extraterritorial correspondiente al Estado
concernido (ver sección 1.3). Estas tres modalidades las analizaremos a
continuación.
24
Ya en 1964, la cuestión de la denominación a emplear fue debatida. El jurista suizo
Jean Graven, entonces Presidente de la Asociación Internacional de Derecho Penal, en la
presentación del número especial de la Revue internationale de droit pénal (RGDI) sobre
la justicia penal internacional, escribió: «Advertimos simplemente al lector que no hay y
que no debe de encontrar divergencias fundamentales, o sustanciales, en esta diferencia
terminológica”, sin perjuicio de lo cual, continúa, , “nosotros utilizamos personalmente
la terminología correcta en la nueva acepción del ‘Derecho penal internacional’. Nos
parece en efecto esencial, de una parte, que el lenguaje jurídico sea siempre exacto y
preciso y que su terminología responda realmente a lo que este quiere designar ; y, de
otra parte, enfatizar el carácter penal de la disciplina en vías de formación, pues es sobre
la base de la ciencia penal que debe edificarse esta nueva disciplina internacional […]»
(1964, p. 11. Texto original en francés).
33
Derecho penal internacional
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El Estatuto del Tribunal Penal Internacional (TPI) para la ex-Yugoslavia fue adoptado
por el Consejo de Seguridad mediante resolución 827 del 25 de mayo de 1993. El texto
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en castellano puede verse en Blasi, Reyes & León, 2008, pp. 642-652. El mismo
Consejo de Seguridad ha puesto fin a la existencia de este tribunal. Cfr. la resolución
1966, adoptada el 22 de diciembre de 2010, y la resolución 2329, adoptada el 19 de
diciembre de 2016.
26
El Estatuto del Tribunal Penal Internacional (TPI) para Ruanda fue adoptado por el
Consejo de Seguridad mediante resolución 955 del 8 noviembre 1994 (Blasi, Reyes &
León, 2008, pp. 653-663). Sobre el término de las actividades de este tribunal, cfr. la
resolución 2256, adoptada por el Consejo de Seguridad el 22 de diciembre de 2015.
27
El Consejo de Seguridad, según la Carta de la ONU (capítulo VII: «Acción en caso
de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión»), es el llamado
a determinar las acciones a seguir, incluida la acción armada de acuerdo con las
competencias que se le otorgan.
28
Cfr. Naciones Unidas, S/25704, 20 de mayo de 1993, loc. cit. Véase supra sección 3
sobre la diversidad de normas jurídicas internacionales de carácter penal.
29
Creación de la Corte Penal Internacional por el Estatuto de Roma (1998): «Artículo
1. La Corte. Se instituye por el presente una Corte Penal Internacional (“la Corte”). La
Corte será una institución permanente, estará facultada para ejercer su jurisdicción sobre
personas respecto de los crímenes más graves de trascendencia internacional de conformidad
con el presente Estatuto y tendrá carácter complementario de las jurisdicciones penales
nacionales. La competencia y el funcionamiento de la Corte se regirán por las disposiciones
del presente Estatuto». El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional fue aprobado
en Roma el 17 de julio de 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios
de las Naciones Unidas (15 de junio a 17 de julio de 1998). Participaron en la conferencia
160 Estados miembros de la ONU, convocados de conformidad con la resolución 52/160,
del 15 de diciembre de 1997, adoptada por la Asamblea General. Fue aprobado con el
35
Derecho penal internacional
voto a favor de 120 Estados; se registraron 7 votos en contra y 20 abstenciones. Cfr. acta
final de la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre
el Establecimiento de una Corte Penal Internacional (Roma, 17 de julio de 1998; texto
disponible en el portal electrónico de la ONU).
30
Sierra Leona y las Naciones Unidas suscribieron un tratado bilateral, de fecha 16 de
enero de 2002, a fin de establecer un Tribunal Especial competente para juzgar los graves
crímenes internacionales —genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad—
cometidos durante la guerra que asoló Sierra Leona durante la última década del siglo
XX. Debe tenerse presente que el Consejo de Seguridad había solicitado, dos años antes,
al secretario general de la ONU, la conclusión de dicho acuerdo internacional con Sierra
Leona (resolución del Consejo de Seguridad 1315, del 14 de agosto de 2000) y que, una
vez suscrito el tratado, el mismo Consejo expresó su satisfacción mediante resolución 1400,
del 28 de marzo de 2000. Cfr. David, 2009, pp. 916 a 919. Véase en el portal electrónico
de las Naciones Unidas la información relativa a este tribunal.
31
En el caso de Camboya, luego que el gobierno solicitara su ayuda, la Asamblea General de
las Naciones Unidas había expresado —mediante su resolución 52/135, del 12 de diciembre
de 1997—, su interés en que se adoptaran medidas concretas a fin de investigar los graves
crímenes internacionales cometidos en el pasado reciente en dicho país. Se trata de enjuiciar
los «Jemeres rojos» («Khmer rouges») que gobernaron el país entre 1975 y 1976, período
en el que habrían muerto más de dos millones de personas. Luego de negociaciones entre
representantes de Camboya y la ONU, esta aprobó —mediante resolución 57/228, del
13 de mayo de 2003— un proyecto de acuerdo internacional entre ambas partes. Firmado
el acuerdo el 6 de junio de 2003, Camboya lo ratificó con fecha 19 de octubre de 2004.
De esta manera, se instalaron, el año 2006, las cámaras extraordinarias en los tribunales
de Camboya, iniciado sus actividad el año 2007. Cfr. David, 2009, pp. 911 a 914. Véase
en el portal electrónico de las Naciones Unidas la información relativa a este tribunal.
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32
En el caso del Tribunal Penal Internacional Mixto para Timor Oriental, se trata de
una decisión de la ATNUTO (Administración Transitoria de las Naciones Unidas para
Timor Oriental), entidad creada por el Consejo de Seguridad mediante resolución 1272,
del 25 de octubre de 1999, en aplicación del capítulo VII de la Carta de la ONU. La
ATNUTO decidió, el año 2000, instituir una entidad que ejerza jurisdicción penal
para la sanción de los responsables de haber cometido genocidio, crímenes contra la
humanidad y crímenes de guerra el año 1999, lo que implica el juzgamiento de personas
nacionales de Indonesia, país que había ocupado militarmente Timor Oriental luego de
la salida de Portugal en 1975. El pueblo de Timor Oriental decidió mayoritariamente su
independencia respecto de Indonesia en un referéndum que tuvo lugar el 30 de agosto
de 1999, instalándose el primer gobierno nacional de Timor Oriental el 20 de mayo del
año 2002. Cfr. David, 2009, p. 915.
33
En el caso de Líbano, el Consejo de Seguridad creó un Tribunal Especial mediante
la resolución 1757, del 30 de mayo de 2007, a fin de sancionar penalmente los actos
de terrorismo ocurridos en ese país entre el 1 de octubre de 2004 y el 12 de diciembre
2005, siempre que tales actos tengan relación con el atentado del 14 de febrero de
2005, mediante el cual fue asesinado el primer ministro del Líbano, así como otras 22
personas en Beyrouth. Ver el «Primer informe anual del Tribunal Especial para Líbano
(2009-2010)» de las Naciones Unidas, disponible en: <http://www.un.org/es/comun/
docs/?symbol=S/2010/159>.
34
En el caso de Kosovo, la situación es particularmente compleja, toda vez que luego
de la guerra de Kosovo (1999), si bien continuaba formalmente siendo parte de Serbia,
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mediante resolución 1244 (del 10 de
junio de 1999), adoptada en aplicación del capítulo VII de la Carta de la ONU, creó
una administración provisional de las Naciones Unidas (MINUK) que asumió el control
total de la región de Kosovo. Esta administración, al año siguiente, decidió crear un
sistema de administración de justicia, competente sobre todo tipo de crímenes, integrado
por magistrados nativos de la región e internacionales. La situación se tornó aún más
37
Derecho penal internacional
compleja, toda vez que las autoridades regionales de mayoría étnica albanesa decidieron,
el año 2008, separarse de Serbia y constituir un Estado independiente. Este nuevo Estado
ha sido reconocido por aproximadamente 74 Estados (entre ellos Estados Unidos), la
mayoría de los países de la Unión Europea y también nuestro país; ciertamente, Serbia
no ha reconocido al nuevo Estado. Cfr. David, 2009, pp. 919-920.
35
En el caso de Bosnia y Herzegovina, se creó, el año 2005, por acuerdo tripartito entre
la Oficina del Alto Representante —Acuerdo de Paz de Dayton—,el Tribunal Penal
Internacional para la ex-Yugoslavia y las autoridad nacionales, un sistema mixto de
administración de justicia compuesto de tres secciones: la sección I sobre crímenes de
guerra; la sección II sobre el crimen organizado, incluido el de corrupción; y la sección III
para los otros crímenes. En la sección, competente para conocer las graves violaciones de
los derechos humanos que se perpetraron en años pasados, la Sala Especial de Crímenes
de Guerra juzgó, el año 2006, a un acusado que le había sido entregado por el Tribunal
Penal Internacional para la ex-Yugoslavia: Radovan Stankovic, quien fue condenado a
20 años de prisión por crímenes contra la humanidad. Actualmente, la mayoría de los
magistrados son nacionales. Cfr. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, 2008, pp. 5 y 14; Amnesty International, 2009, pp. 18-20; David,
2009, p. 921.
36
En el caso de la República Centroafricana, en mayo de 2015, la presidenta promulgó
una ley mediante la cual se dispuso la creación de un Tribunal Penal Especial con el
objeto de juzgar crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en dicho país a
partir de enero de 2003. Este tribunal sería un mecanismo híbrido integrado por jueces
internacionales y jueces del sistema de justicia de la referida república. No obstante,
según Amnistía Internacional, hasta fines de 2015, el Tribunal Especial no estaba aún en
funciones debido a falta de financiación (cfr. el Informe Anual 2015/2016, de Amnistía
Internacional, disponible en: <https://www.amnesty.org/es/countries/africa/central-
african-republic/report-central-african-republic/>).
38
José Burneo Labrín
39
Derecho penal internacional
37
La Carta de las Naciones Unidas (1945) establece la obligación de solucionar los conflictos
de manera pacífica, así como la prohibición de la amenaza o del uso de la fuerza (artículos
2.3 y 2.4.) y dedica su Capítulo VI al arreglo pacífico de controversias. El Estatuto de
Roma (1998) califica la agresión como un crimen internacional (artículo 5).
38
Existe una abundante bibliografía sobre este proceso de intensificación y diversificación
de las relaciones entre Estados a nivel mundial, véase así el excelente trabajo que
encontramos ya en 1927, elaborado por el español Quintiliano Saldaña, «La justice
internacionale» (1927, pp. 227 y ss.). Sobre la globalización económica, ver, por ejemplo,
Stiglitz, 2002. Una perspectiva histórica excelente la encontramos en Hobsbawm, 1995.
39
El secretario general de las Naciones Unidas se refiere a la justicia penal internacional
en los siguientes términos: «40. […] los sistemas de justicia nacionales deben ser el
primer recurso en materia de rendición de cuenta. Sin embargo, cuando las autoridades
nacionales no cumplen sus obligaciones internacionales y se muestran renuentes o
incapaces a la hora de enjuiciar internamente a los infractores, el papel de la comunidad
internacional cobra una importancia crucial, como queda de manifiesto en el
establecimiento y el funcionamiento de los tribunales penales internacionales e híbridos
creados durante el decenio anterior. Estos tribunales representan logros históricos en la
determinación de la responsabilidad por infracciones graves de los derechos humanos
y el derecho internacional humanitario cometidas por autoridades civiles y militares y
reflejan la creciente tendencia de la comunidad internacional de pasar de la tolerancia
de la impunidad y la amnistía a un imperio de la ley en el plano internacionales. Pese a
sus limitaciones e imperfecciones, los tribunales penales internacionales e híbridos han
modificado el carácter de la justicia internacional y realzado la naturaleza mundial del
imperio de la ley». Cfr. ONU, 2004, párr. 40.
40
José Burneo Labrín
40
Se hace remontar el arbitraje moderno al caso Alabama (1872): los Estados Unidos
y Gran Bretaña habían sometido a arbitraje una demanda presentada por el primer
país contra el segundo por supuesta violación de la neutralidad durante la guerra civil
norteamericana. El tribunal arbitral, compuesto por miembros designados por las partes y
por otros tres países, ordenó a Gran Bretaña pagar una indemnización. El cumplimiento
ejemplar del laudo por el país concernido demostró la eficacia del arbitraje en el arreglo
de una controversia importante. Cfr. CIJ, 2000, p. 3.
41
Derecho penal internacional
41
Fueron Estados partes de la Convención de Washington de 1907, mediante la cual
se creó la Corte de Justicia Centroamericana, los siguientes: Costa Rica, Nicaragua,
Guatemala, El Salvador y Honduras. Cfr. Llanos, 2008, p. 14.
42
Tratado de Versalles (1919): «Artículo 227. […] Un Tribunal Especial será constituido
para la acusación [del Emperador de Alemania], asegurándole las garantías esenciales del
derecho de defensa. Este estará compuesto de cinco jueces, cada uno designado por cada
una de las siguientes potencias: Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Francia, Italia
y Japón» (texto disponible en: <http://avalon.law.yale.edu/imt/parti.asp>; consultado el
21 enero de 2015).
43
Tratado de Versalles (1919): «Artículo 229. […] Las personas culpables de actos
criminales contra los nacionales de más de uno de los Aliados y Potencias asociadas será
llevado ante los tribunales militares compuestos de miembros de los tribunales militares
de las Potencias concernidas. En cada caso los acusados estarán autorizados a nombrar
42
José Burneo Labrín
43
Derecho penal internacional
44
José Burneo Labrín
49
Textos de ambas convenciones en Glaser, 1970, pp. 233 a 248. Un breve comentario
puede verse en David, 2009, 1102.
50
El recuento histórico de los antecedentes de los tribunales penales internacionales estaría
incompleto si no se trae a la memoria el Tribunal Penal Internacional creado a fines del
siglo XV (el año 1474). En efecto, diversos autores hacen referencia a que, hacia el final de
la Edad Media o en los albores de la Era Moderna, se creó un tribunal para juzgar a Peter
von Hagenbach, en el contexto de un conflicto armado. Von Hagenbach fue gobernador
de la sitiada ciudad de Breisach, en el Alto Rhine, y, una vez derrotado por una amplia
coalición (soberanos de Austria. Francia, Berna, entre otros), fue juzgado y condenado
a muerte por un tribunal ad hoc constituido por veintiocho jueces pertenecientes a la
coalición; fue acusado de atrocidades contra la población civil, en violación de «las leyes
de Dios y de la humanidad». Cfr. Greppi, 1999, pp. 2 y 3.
51
Véase el texto del Estatuto del Tribunal Internacional de Nuremberg en: <http://avalon.
law.yale.edu/imt/imtconst.asp#art1> (consultado el 21 de enero de 2015). Este estatuto
se aprobó como anexo del tratado denominado «Acuerdo de Londres» (de fecha 8 de
agosto de 1945), el cual fue elaborado por Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la hoy
disuelta URSS. Véase el texto en inglés y una traducción al castellano del estatuto del
Tribunal de Nuremberg en Blasi, Reyes & Del Rosario, 2008, pp. 613-628.
52
El Tribunal Penal Internacional de Nuremberg (1945), el primero de esta naturaleza,
tuvo como finalidad sancionar penalmente, de conformidad con sueEstatuto, única y
exclusivamente a los grandes responsables del eje europeo, nazis y colaboradores de estos,
45
Derecho penal internacional
46
José Burneo Labrín
54
Para un detalle de su competencia, véase el portal electrónico del Tribunal de Justicia
de la Comunidad Andina de Naciones.
55
Véase el portal electrónico de la Corte Centroamericana de Justicia (<http://portal.
ccj.org.ni/ccj/>).
56
Véase el portal electrónico de la Comunidad Económica de África Occidental (<http://
www.ecowas.int/>).
47
Derecho penal internacional
57
Según Hobsbawm (1995, pp. 551-578), con el fin de la Guerra Fría concluyó en
realidad lo que había caracterizado el siglo XX.
58
El Tribunal Penal Internacional para la exYugoeslavia fue creado por el Consejo de
Seguridad mediante resolución 827, del 25 de mayo de 1993 (véase el portal electrónico
del tribunal).
59
El Tribunal Penal Internacional para Rwanda fue creado por el Consejo de Seguridad
mediante resolución 955, del 8 de noviembre de 1994 (véase el portal electrónico del
tribunal).
60
Sobre los TPI y los otros tribunales penales internacionales mixtos, véase supra, sección
4.1A y los párrafos precedentes en esta misma sección.
48
José Burneo Labrín
61
Uno de los pioneros en sistematizar la noción de justicia internacional y en fundamentar
la justicia penal internacional fue el jurista español Quintiliano Saldaña. En su curso
ante la Academia de Derecho Internacional de La Haya (1925), abordó esta materia,
titulando su disertación: «La justice internationale» (1927, pp. 225 y ss.).
49
Derecho penal internacional
1.2.2. La piratería
xxvi.bis) La represión del delito de piratería, según diversos autores, sería
la modalidad más antigua de jurisdicción universal reconocida por la
62
En el caso de John Demjanjuck, originario de la URSS y nacionalizado estadounidense
desde 1958, la instancia judicial de apelación estadounidense que conocía el caso resolvió
extraditarlo a Israel por crímenes cometidos en tanto guardia de un campo de concentración
nazi durante la Segunda Guerra Mundial. La Corte estadounidense afirmó entonces que
la jurisdicción universal «[is] based on the assumption that some crime are so universally
condemned that the perpetrators are the enemies of all people. Therefore, any nation which has
custody of the perpetrators may punish them according to its law applicable to such offenses»;
en estos casos, «prosecuting nation is acting for all nations» (cfr. Leigh, 1986).
50
José Burneo Labrín
51
Derecho penal internacional
63
Además, la CIJ precisa que «la extradición es una opción ofrecida por la Convención
[contra la Tortura] al Estado, mientras que la persecución penal es una obligación
internacional, prevista por la Convención, cuya violación compromete la responsabilidad
del Estado como un hecho ilícito» (CIJ, Questions concernant l’obligation de poursuivre
ou d’extrader (Belgique c. Sénégal), arrêt, CIJ Recueil, 2012, p. 456; traducción no oficial
del original en francés; disponible en: <http://www.icj-cij.org/docket/files/144/17064.
pdf>).
64
El Perú es Estado parte de los cuatro convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949
(aprobación mediante resolución legislativa 12412 del 31 de octubre de 1955), así como
de sus dos protocolos adicionales de 1977 (aprobación mediante resolución legislativa
25029, del 23 de mayo de 1989). Los cuatro convenios son los siguientes: Convenio
I, esto es, Convenio de Ginebra del 12 de agosto de 1949 para aliviar la suerte que
corren los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas en campaña; Convenio II, esto
es, Convenio de Ginebra del 12 de agosto de 1949 para aliviar la suerte que corren los
heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar; Convenio III,
esto es, Convenio de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo al trato debido a los
prisioneros de guerra; y Convenio IV, esto es, Convenio de Ginebra del 12 de agosto de
1949 relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra. En cuanto
a los dos protocolos, se trata de los siguientes: Protocolo I del 8 de junio de 1977, esto
es, protocolo adicional a los convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo a la
protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales; Protocolo II del 8 de
junio de 1977, esto es, protocolo adicional a los convenios de Ginebra del 12 de agosto
52
José Burneo Labrín
de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter
internacional.
65
Véase artículos 5 a 8. El Perú es Estado parte: resolución legislativa 24818 del 12 de
mayo de 1988.
66
Véase artículos 12 a 14. El Perú es Estado parte: resolución legislativa 25286 del 12
de diciembre de 1990.
67
Véase artículos IV a VI. El Perú es Estado parte: resolución legislativa 27622 del 5 de
enero de 2002.
68
Véase artículos 9 a 11. El Perú es Estado parte: resolución legislativa 29894 del 6 de
julio de 2012.
53
Derecho penal internacional
54
José Burneo Labrín
69
Fundamentos de Derecho, segundo, Auto del Pleno de la Sala Penal. El auto del Pleno
de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de España fue notificado, con fecha 4 de
noviembre de 1998, al Juzgado Central de Instrucción 5 y, con fecha 5 de noviembre
de 1998, al Juzgado Central de Instrucción 6. El contenido de ambos autos es idéntico,
salvo en las referencias concretas relativas a cada país concernido (Argentina y Chile,
respectivamente). Véase ambos textos en Varios autores, 1998.
70
En relación al delito de tortura, la cuestión de la jurisdicción universal se fundamenta en
la Convención de las Naciones Unidas, de fecha 10 de diciembre de 1984, contra la tortura
55
Derecho penal internacional
y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes: «España tendría jurisdicción propia
como derivada de un tratado internacional en el caso del apartado dos del artículo 5 de la
Convención mencionada, pero como se ha dicho, la cuestión es irrelevante jurídicamente
a los efectos de la apelación del sumario». Ello por cuanto, teniendo «España jurisdicción
para la persecución del genocidio en el extranjero, la investigación y enjuiciamiento tendrá
necesariamente que alcanzar a delitos de tortura integrados en el genocidio» (Auto del
Pleno de la Sala, Fundamentos de Derecho, séptimo).
71
Declara la Corte Internacional de Justicia: «It follows that the rights and obligations
enshrined by the Convention are rights and obligations erga omnes. The Court notes that
the obligation each State thus has to prevent and to punish the crime of genocide is not
territorially limited by the Convention». La traducción no oficial se lee como sigue: «De ello
se deduce que los derechos y obligaciones consagradas por la Convención son derechos
y obligaciones erga omnes. El Tribunal señala por lo tanto que, según la Convención,
la obligación de cada Estado de prevenir y castigar el crimen de genocidio no está
limitada a la competencia territorial». Aplicación de la Convención para la Prevención
y Sanción del delito de Genocidio (Bosnia y Herzegovina c. Yugoslavia), excepciones
preliminares. Sentencia de fecha 11 de julio de 1996. ICJ Reports 1996, disponible en
el portal electrónico de la CIJ.
72
En el caso de John Demjanjuck (originario de la URSS y nacionalizado estadounidense
desde 1958), la instancia judicial de apelación estadounidense que conocía el caso resolvió
extraditarlo a Israel por crímenes cometidos en tanto guardia de un campo de concentración
nazi durante la Segunda Guerra Mundial. La Corte estadounidense afirmó entonces
que la jurisdicción universal «[is] based o the assumption that some crime are so universally
condemned that the perpetrators are the enemies of all people. Therefore, any nation which has
custody of the perpetrators may punish them according to its law applicable to such offenses»;
en estos casos, «prosecuting nation is acting far all nations» (cfr. Leigh, 1986).
73
En el caso Eichmann, oficial nazi responsable del transporte de centenares de miles de
judíos a los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, la Corte
56
José Burneo Labrín
57
Derecho penal internacional
75
Corte Permanente de Justicia Internacional: PJI, Series A/B, 53, Legal Status of Eastern
Greenland (Demmark v. Norway), Judgement, 5 de abril de 1933, 48.
76
Cámara de los Lores: Compañía Naviera Vascongado v. S.s. Cristina and All Persons
claiming an Interest thyerein, Judgement, 12 de marzo de 1938 (en Simon, 2001, p. 2).
58
José Burneo Labrín
77
Caso Lotus (1927), Corte Permanente de Justicia Internacional, Series A, 10, «S.S.
Lotus (France v. Turkey)», Judgement, 7 de setiembre, 20 (en Simon, 2001, p. 28).
78
Véase una relación de Estados que regulan las diversas modalidades de aplicación
extraterritorial de la ley penal en Henckaerts & Doswald-Beck, 2007, p. 683. Véase
también ejemplos diversos de esta regulación en Amnesty International, 2010, p. 50.
59
Derecho penal internacional
79
Véase el comentario del profesor Hurtado (1987). Véase, en la nota 20, supra, el texto
del artículo correspondiente del Código Penal de 1924.
80
Artículo modificado por el artículo 1 del decreto legislativo 982, del 22 de julio de
2007.
60
José Burneo Labrín
61
Derecho penal internacional
62
José Burneo Labrín
81
Esta sección 5 se basa en la tesis de post grado (DEA): «Amnistie ou impunité. Le cas
du Pérou dans le contexte du Cône Sud de l’Amérique latine» (1996) que elaboramos en
el Institut des Droits de l’Homme de l’Université Catholique de Lyon, siendo luego
publicado nuestro trabajo, en francés, por el mismo instituto. También retoma parte
de nuestro artículo «La legalización de la impunidad. Un obstáculo a la reconciliación
nacional», publicado por el Consejo Mundial de Iglesias (Harper, 1996; título original
del mismo año: Impunity. An Ethical Perspective. Six Case Studies from Latin America).
82
La amnistía tiene sus raíces en Grecia antigüa. El término «amnistía» —del griego
amnèstia, «olvido», formado del privativo a y mnèstis, «recordar»— fue el nombre que por
primera vez los atenienses dieron a la ley del olvido (amnèstia), hacia el año 403 antes de
nuestra era, luego de expulsar a los Treinta Tiranos de Atenas (cfr. Larouse, 1876, p. 164).
83
Cesare Beccaria e Immanuel Kant se pronunciaron contra el otorgamiento de medidas de
clemencia por el príncipe toda vez que ello alienta la impunidad. El primero afirmó así, en
su libro De los delitos y de las penas: «[…] hacer ver a los hombres que se puede perdonar los
delitos, y que la pena no es consecuencia necesaria, es fomentar el halago de la impunidad,
es hacer creer que, siendo posible perdonarlas, las condenas no personadas son más bien
violencias de las fuerzas que emanaciones de la justicia» (2011[1764], p. 279). Y, a su vez,
Kant, en su Metafísica de las costumbres escribió: «El derecho de gracia (ius aggratiandi) para
el criminal, sea suavizando el castigo o eximiéndole totalmente de él, es el más equívoco de
los derechos del soberano, pues si bien prueba la magnificencia de su grandeza, permite sin
embargo, obrar injustamente en alto grado. En lo que respecta a los crímenes de los súbditos
entre sí no le corresponde en modo alguno ejercer tal derecho: porque aquí la impunidad
(impunitas criminis) es la suma injusticia contra ellos. Por tanto, solo puede hacer uso de este
derecho en el caso de que él mismo sea lesionado (crimen laesae maiestatis). Pero ni siquiera
entonces puede hacerlo si la impunidad pudiera poner en peligro la seguridad del pueblo.
Este es el único derecho que merece el nombre de majestad» (1989[1797], p. 174).
63
Derecho penal internacional
particular ratione materiae, mientras que en sus efectos sigue siendo válido
lo que afirmó al respecto la Corte de Casación de Francia en una sentencia
de hace casi dos siglos, en 1825: «[…] implica la abolición de los delitos,
de la persecución penal o de las condenas, a tal punto que los delitos son,
salvo la acción civil de terceros, como si ellos no hubieran jamás existido»
(Larouse, 1876, p. 164)84. Así, según los autores partidarios de esta antigua
concepción absolutista, todo delito podía ser objeto de amnistía (o de la
gracia del indulto). Sin embargo, la situación cambiará paulatinamente
luego de 1945 con el surgimiento del derecho internacional de los derechos
humanos, del derecho penal internacional y la consolidación del derecho
internacional humanitario en el marco de las Naciones Unidas. En efecto,
el nuevo ordenamiento jurídico internacional en desarrollo luego de 1945
tornó como inaceptable la impunidad respecto de violaciones graves de
derechos humanos. En efecto, en el seno de las Naciones Unidas se declaró
que la impunidad, en general, y subsecuentemente dos de sus mecanismos
principales —la prescripción y la amnistía—, constituyen una violación
de las obligaciones internacionales de los Estados, violación a la que la
comunidad internacional no le reconoce efectos jurídicos.
xxxiv) En esta sección abordaremos la cuestión del cambio radical que se
ha producido en el mundo sobre esta materia luego de la Segunda Guerra
Mundial —esto es, luego del año 1945— y siendo así que tuvo lugar
cronológicamente primero en el seno de las Naciones Unidas, analizaremos
en primer lugar lo sucedido en el ámbito universal. En segundo lugar,
analizaremos el proceso que se desarrollará en el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos, habida cuenta que la primera sentencia a nivel
mundial declarando la invalidez de las amnistías en cuestión fue emitida
84
Es de remarcar que, en la literatura jurídica del siglo XIX, respecto de los delitos que
podían ser objeto de la amnistía (ratione materiae), un prestigiado jurista escribirá, en
1899: «[…] no se la concibe [la amnistía], que aplicándose a los delitos o crímenes de
una naturaleza particular que, cualesquiera que fuere su gravedad, no tienen el carácter
de odiosos que tienen la mayor parte de los delitos de derecho común: es decir, se aplica
a los delitos políticos, militares o fiscales» (cfr. Esmein, 1899, p. 487.
64
José Burneo Labrín
el año 2001 por la Corte IDH en el hoy célebre caso «Barrios Altos» que
concierne al Estado peruano.
65
Derecho penal internacional
85
Sobre Derechos Humanos, véase Villán, 2002 y Faúndez, 1999.
86
Sobre derecho penal internacional, véase David, 2009.
87
Sobre el derecho internacional humanitario, véase Salmón, 2007.
66
José Burneo Labrín
88
Es pertinente hacer mención al hecho que, al término de la Primera Guerra Mundial,
la comunidad internacional fue confrontada a la cuestión de si se procedía a otorgar
impunidad o, alternativamente, a la sanción penal de los crímenes de guerra perpetrados
durante aquella. La decisión que se adoptó fue plasmada en el Tratado de Versalles (1919)
que puso fin a la guerra: se incluyó una sección específica en el tratado, denominada
«Parte IV Sanciones», en la cual se acordó que el gobierno alemán «entregará a los Aliados
y Poderes Asociados, o a algunos de ellos que lo soliciten, a todas las personas acusadas
de haber cometido un acto en violación de las leyes y costumbres de la guerra […] que
se encuentren bajo las autoridades alemanas» (artículo 228). Si bien la decisión de no
otorgar impunidad, sino de sancionar penalmente, fue reconocida como conforme
al derecho internacional, el hecho que esta provisión era aplicable únicamente a los
vencidos, entre otras razones, hace difícil que se la reconozca en derecho internacional
como un claro antecedente jurídico en la lucha contra la impunidad. En todo caso, lo
condenable por arbitrario no es el «derecho» que se esgrime contra los vencidos, sino la
«decisión política» de omitir toda declaración y acción que apuntara a la sanción penal
de los crímenes de guerra perpetrados por los vencedores.
89
Parte considerativa, párrafos segundo y tercero, del Acuerdo de Londres, tratado suscrito
el 8 de agosto de 1945 entre Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la URSS (en Burneo,
2007, p. 51).
67
Derecho penal internacional
90
En una de sus primeras resoluciones, la Asamblea General de la ONU declaró, sobre
el derecho de Nuremberg, que se aplicaba entonces a los nazis y sus colaboradores
responsables de crímenes internacionales: «Confirma los principios de Derecho
Internacional reconocidos por el Estatuto de Tribunal de Nuremberg y las sentencias de
dicho Tribunal; [d]a instrucciones al Comité de codificación de Derecho Internacional,
establecido por resolución de la Asamblea General del 11 de diciembre de 1946, para
que trate como un asunto de importancia primordial, los planes para la formulación, en
una codificación general de delitos contra la paz y la seguridad de la humanidad, o de un
Código Criminal Internacional, conteniendo los principios reconocidos en el Estatuto
del Tribunal de Nuremberg y en las sentencias de dicho Tribunal» (resolución 95 (I) del
11 de diciembre de 1946, quincuagésima quinta reunión plenaria, 11 de diciembre de
1946, parte resolutiva).
91
Afirma el Tribunal de Nuremberg en su sentencia: «[…] la redacción del Estatuto
fue el ejercicio de la soberanía del poder legislativo de los países que sometieron
incondicionalmente al Reich Alemán, y el indudable derecho de estos países a legislar
en los territorios ocupados ha sido reconocido por el mundo civilizado». Sobre la base
de esta premisa, concluye el Tribunal: «El Estatuto no es un ejercicio arbitrario del
poder por parte de las naciones victoriosas, desde el punto de vista del Tribunal, como
será demostrado, es la expresión del derecho internacional existente en el momento de
su creación, y en ese sentido es sí mismo una contribución al derecho internacional»
(cfr. Tribunal de Nuremberg, 1947, t. XXII, p. 491 [sección «Violaciones de tratados
internacionales»]).
68
José Burneo Labrín
92
CIJ: Réserves à la Convention sur le Génocide. Avis consultatif, 1951; caso Barcelona
Traction Light and Power Company, 1979; caso Bosnia y Herzegovina contra Yugoslavia,
excepciones preliminares, 1996. Véase el desarrollo de esta temática en el capítulo
correspondiente al crimen de genocidio.
69
Derecho penal internacional
70
José Burneo Labrín
93
La convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de apartheid
fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante resolución
3068 (XXVIII), del 30 de noviembre de 1973, entrando en vigor el año 1976. El Perú
es Estado parte desde 1978 (aprobado mediante decreto ley 22280, del 5 de setiembre
de 1978).
94
De acuerdo con el Estatuto de Roma (1998) de la Corte Penal Internacional,
constituyen crímenes de lesa humanidad la deportación o traslado forzoso de población
(artículo 7.1.d), así como el apartheid (artículo 7.1.j), y concurrentemente el primero
de los nombrados es también un crimen de guerra durante un CAI (artículos 8.2.a.viii
y 8.2.b.viii) y es crimen de guerra el desplazamiento arbitrario de la población durante
un CANI (artículo 8.2.e.viii). El mismo Estatuto declaró también la imprescriptibilidad
de los crímenes de genocidio, de lesa humanidad y de guerra (artículo 29).
71
Derecho penal internacional
95
La comunidad internacional, afirma la misma resolución, debe «asegurar el
enjuiciamiento y el castigo de las personas culpables de crímenes de guerra y de crímenes
de lesa humanidad» («Preámbulo», párr. 2).
72
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96
Cfr. ONU, 1945 (ver en especial «Preámbulo» y artículos 1.3, 13.1.b, 55.c, 62.2 y 76.c.
97
La carta establece: «Artículo 55. […] la Organización [de las Naciones Unidas]
promoverá: […] c) el respeto universal a los derecho humanos y a las libertades
fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión,
y la efectividad de tales derechos y libertades».
98
Carta de las Naciones Unidas: «Artículo 56. Todos los Miembros se comprometen a
tomar medidas conjunta o separadamente, en cooperación con la Organización, para
la realización de los propósitos consignados en el artículo 55».
73
Derecho penal internacional
99
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP, 1966) fue adoptado
por la ONU mediante su resolución 2200A (XXI), del 16 de diciembre de 1966. El Perú
es Estado parte luego de que fuera aprobado por el decreto ley 22128 (1978), entrando
en vigencia para nuestro país el 28 de julio de 1978. La Constitución Política de 1979
reiteró la aprobación en la décimo sexta de las disposiciones generales y transitorias.
Actualmente el tratado cuenta con aproximadamente 170 Estados parte.
100
El Comité de Derechos Humanos fue creado por el PIDCP precitado, pero la
facultad de recibir denuncias de los individuos contra los Estados parte le fue otorgada
por el Protocolo Facultativo del PIDCP, el cual fue adoptado por las Naciones Unidas
conjuntamente con el PIDCP precitado (ver nota supra). El protocolo fue ratificado
74
José Burneo Labrín
75
Derecho penal internacional
101
El Código Liéber, promulgado por el presidente Lincoln como órdenes generales 100
el año 1863 para ser aplicado durante la guerra civil norteamericana, establecía penas
severas, incluso la pena de muerte, para los responsables de atrocidades en contra de la
población civil y de los enemigos indefensos. Cfr. Doswald-Beck, 1993, pp. 99-126.
102
Sobre el Tratado de Versalles, véase supra el subtítulo 1.1 de la sección 4 sobre tribunales
penales internacionales.
103
Sobre los estatutos de los tribunales internacionales de Nuremberg y de Tokio, véase
supra el subtítulo 1.1 de la sección 4 sobre tribunales penales internacionales.
76
José Burneo Labrín
104
Cfr. supra nota 64.
105
Protocolo adicional a los convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo
a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional
(Protocolo II): «Artículo 6. Diligencias penales. […]. 5. A la cesación de las hostilidades,
las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía más amplia posible a las
personas que hayan tomado parte en el conflicto armado o que se encuentren privadas
de libertad, internadas o detenidas por motivos relacionados con el conflicto armado».
106
El Comité Internacional de la Cruz Roja afirma: «La ley nacional permanece en
vigor [durante un Conflicto armado no internacional o interno], es decir, que subsiste
el derecho de las autoridades a perseguir y condenar eventualmente a las personas
reconocidas culpables de infracciones en relación con el conflicto. El Protocolo no impide,
en particular, llevar ante los tribunales a un miembro de un grupo armado insurrecto por
el hecho de haber empuñado las armas. No le reconoce ni la condición de combatiente
ni el estatuto de prisionero de guerra» (Junod, 1986, párr. 4441, p. 1368).
77
Derecho penal internacional
C) En conclusión
En el caso de un CANI, es posible otorgar amnistías siempre y cuando
no se otorgue a quienes han perpetrado crímenes de guerra o han sido
condenados por ello. Según el mismo CICR, esta afirmación se basa
en la práctica y opiniones reiteradas en el mismo sentido que han sido
realizadas por órganos principales o especializados en derechos humanos,
pertenecientes a las Naciones Unidas, al Sistema Interamericano de
Derechos Humanos o por los Estados, según lo demuestra la jurisprudencia
internacional y comparada (Henckaerts & Doswald-Beck, 2007)108.
107
Los crímenes de guerra a que se refiere la norma consuetudinaria 159 pueden, en
ciertos casos, concurrentemente calificarse (concurso ideal de delitos) como actos de
genocidio o crímenes de lesa humanidad cuando los hechos pueden subsumirse también
en los tipos penales internacionales correspondientes. Nótese que los crímenes de guerra
perpetrados por quienes intervienen en el conflicto armando no requieren de una práctica
generalizada o sistemática, por lo que los actos aislados de tortura, desapariciones forzadas
o ejecuciones extrajudiciales podrían calificarse como crímenes de guerra.
108
El CICR cita, inter alia: i) la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
«Informe sobre la situación de los derechos humanos en El Salvador» (caso 11.138), en
documento OEA/Ser.L/V/II.85, Doc. 28 rev., del 11 de febrero de 1994 («Conclusiones
generales, párr. C»); ii) la Corte IDH, «Caso Gelman vs. Uruguay. Sentencia del 24 de
78
José Burneo Labrín
febrero del 2013 (fondo y reparaciones)», párrs. 210 y 211; y, iii) al Comité de Derechos
Humanos, «Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Líbano», UN
Doc. CCPR/C/79/Add.78, del 5 de mayo de 1997, párr. 12, y «Observaciones finales
del Comité Derecho Humanos: Croacia», UN Doc. CCPR/CO/71/HRV, del 4 de abril
de 2001, párr. 11.
109
La Guerra Fría concluyó definitivamente en 1992 con la disolución de la URSS, hecho
que había sido precedido por la caída del muro de Berlín en 1989 y la reunificación de
Alemania. Cfr. Hobsbawm, 1995, pp. 551-576; en particular su «Capítulo XIX. El fin
del milenio», con el cual concluye la obra.
110
Comité de Derechos Humanos, 44.° período de sesiones (1992), «Observación general
20», «Prohibición de la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes»
(artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), párr. 15.
111
Todo acto de tortura constituye siempre un crimen internacional, pudiendo calificarse,
según se precisa en los «Elementos de los crímenes» (aprobados conforme al artículo 9
79
Derecho penal internacional
del Estado parte, según el comité, tiene tres dimensiones: investigar tales
actos, garantizar que no se realicen y velar porque no se repitan. Con
ocasión del examen de los informes periódicos de los Estados partes en el
PIDCP, el comité se pronunció contra las leyes de amnistía existentes en
ciertos países, precisando que estas impiden al Estado «garantizar que toda
persona cuyos derechos y libertades hayan sido violados pueda interponer
un recurso efectivo ante la autoridad competente, judicial, administrativa
o legislativa»; esto es, «[excluyen] la posibilidad de investigar violaciones
anteriores de los derechos humanos, y, por lo tanto, impide que el Estado
Parte pueda cumplir su obligación de facilitar un recurso efectivo a las
víctimas de esas violaciones»112.
El recurso efectivo a que tienen derecho las víctimas ha sido establecido
expresamente en el artículo 2.3 del PIDCP113. Estas declaraciones del
Comité de Derechos Humanos de la ONU, a propósito del caso de
Uruguay en 1993, fueron reiteradas pocos años después al examinar los
del Estatuto de Roma), como crimen de lesa humanidad de tortura, en algunos casos,
y en otros como genocidio mediante lesión grave a la integridad física o mental, o
concurrentemente como crimen de guerra de tortura cuando fuera pertinente. Empero,
aun cuando un acto de tortura no reúna los requisitos para ser considerado en alguna
de las tres categorías precitadas, puede calificarse siempre como crimen internacional
de tortura. En efecto, todo acto de tortura infringe los tratados de la ONU (1984) y la
OEA (1985) relativos a la tortura, así como una norma consuetudinaria y de jus cogens.
Algo análogo sucede con la desaparición forzada de personas. Esta temática se desarrolla
más adelante en el capítulo cuatro sobre los crímenes de lesa humanidad.
112
Comité de Derechos Humanos del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, documentos de Naciones Unidas CCPR/C/79/Add.19, del 5 de mayo de
1993, «Observaciones finales al informe periódico de la República de Uruguay», párr. 7.
Esta posición la reiteró el comité, al mismo país, el año 1998: «Observaciones finales
del Comité de Derechos Humanos: República del Uruguay», UN Doc. CCPR/C/79/
Add.90, del 8 abril de 1998.
113
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: «Artículo 2.3. Cada uno de los
Estados Partes en el presente Pacto se compromete a garantizar que a) Toda persona
cuyos derechos o libertades reconocidas por el presente Pacto hayan sido violados podrá
interponer un recurso efectivo, aun cuando tal violación hubiera sido cometido por
personas que actuaban en ejercicio de sus funciones oficiales».
80
José Burneo Labrín
114
Comité de Derechos Humanos, «Observaciones finales al informe periódico de
Argentina», CCPR/C/79/Add.46, del 7 de abril de 1995.
115
Comité de Derechos Humanos, «Observaciones finales al informe periódico de
Paraguay», CCPR/C/79/Add.48, del 3 de octubre de 1995.
116
Comité de Derechos Humanos, «Observaciones finales al informe periódico de Haití»,
CCPR/C/79/Add.49, del 3 de octubre de 1995.
117
Comité de Derechos Humanos, «Observaciones finales al informe periódico de
Yemén», CCPR/C/79/Add.51, del 3 de octubre de 1995.
118
Comité de Derechos Humanos, «Observaciones finales al informe periódico de Perú»,
CCPR/C/79/Add.67, del 25 de julio de 1996.
119
Comité de Derechos Humanos, 80.° periodo de sesiones (2004), «Observación
general 31», «La índole de la obligación jurídica general impuesta a los estados partes
en el pacto», párr. 18.
81
Derecho penal internacional
120
El artículo 4.1 al que reenvía el artículo 18.1 supra se lee como sigue: «4.1. Todo acto
de desaparición forzada será considerado de conformidad con el derecho penal, delito
pasible de penas apropiadas que tengan en cuenta su extrema gravedad». En el mismo
sentido, se lee en el primer artículo de la misma resolución «1.1. Todo acto de desaparición
forzada constituye un ultraje a la dignidad humana. Es condenado como una negación de
los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y como una violación grave manifiesta de
los derechos humanos y de las libertades fundamentales proclamados en la Declaración
Universal de Derechos Humanos y reafirmados y desarrollados en otros instrumentos
internacionales pertinentes». Por lo anterior: «[L]os Estados deberán tomar las medidas
jurídicas apropiadas que tengan a su disposición a fin de que todo presunto autor de un
acto de desaparición forzada, que se encuentre bajo su jurisdicción o bajo su control, sea
sometido a juicio» (artículo 14) (Asamblea General de las Naciones Unidas, resolución
47/133, del fecha 18 de diciembre de 1992, «Declaración sobre la protección de todas
las personas contra las desapariciones forzadas»). Nótese que las desapariciones forzadas
materia de la resolución de 1992 se refieren a «todo acto de desaparición forzada», lo que
incluye tanto a las que pudieran calificarse como crímenes de lesa humanidad como a las
que constituyen actos aislados, siendo en ambos casos una violación grave manifiesta de
los derechos humanos.
82
José Burneo Labrín
83
Derecho penal internacional
121
Subcomisión de Promoción y Protección de Derechos Humanos, «La cuestión de la
impunidad de los autores de violaciones de los derechos humanos (civiles y políticos).
Informe final elaborado por M. Jonet en aplicación de la decisión 1996/119 de la Sub-
Comisión», documento de las Naciones Unidas E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev.1, del 2 de
octubre de 1997. El estudio consta de 42 principios organizados en tres capítulos, a saber:
el derecho a la verdad (I), el derecho a la justicia (II) y el derecho de reparación (III). En
cuanto al derecho a la verdad, en el estudio precitado, la subcomisión afirma, de una parte,
su dimensión colectiva —«cada pueblo tiene el derecho inalienable de conocer la verdad»
(principio 1)» y, de otra parte, su dimensión individual —«independientemente de toda acción
en justicia, las familias de las víctimas tienen el derecho de conocer la verdad» (principio 2)—.
Como un instrumento para hacer efectivo el derecho a la verdad, sin sustituir la acción de la
justicia cuya labor se circunscribe a cada caso que se le somete, se plantea la constitución de
comisiones de la verdad —«comisiones no judiciales de investigación» (principios 5 al 12)—.
Se relieva, finalmente, la necesidad de preservar los archivos sobre lo sucedido (principios 13
al 17). En relación al derecho a la justicia (principios 18 al 32), el estudio destaca, inter alia,
la necesidad de no utilizar la amnistía ni la prescripción como mecanismos de impunidad
y la necesidad de asegurar la independencia del Poder Judicial, objetando que los tribunales
militares pueden conocer los casos sobre violaciones de los derechos humanos, «que serán
solo de la competencia de las jurisdicciones ordinarias internas» o «de una jurisdicción penal
internacional» (principios 31 y 32). Finalmente, el estudio, del derecho a la reparación
(principios 33 al 42), recuerda el principio jurídico internacional según el cual el Estado tiene
la obligación de reparar a las víctimas. Un aspecto a destacar en esta parte tiene que ver con
las garantías de no repetición de las violaciones, la cual implica un conjunto de medidas tales
como la disolución de todo grupo armado responsable de dichas violaciones o que amenace
a las víctimas y sus familiares, la derogación de la legislación y jurisdicción de excepción, así
como las medidas administrativas encaminadas a destituir a los agentes del Estado implicados
en los procesos de violaciones graves de los derechos humanos.
84
José Burneo Labrín
122
Ídem, «Principio 18 – Deberes de los estados en el ámbito de la administración de
justicia», sección II: «El derecho a la justicia».
123
Ídem, «Principio 25 – Restricción y otras medidas relativas a la amnistía», sección II:
«El derecho a la justicia». En cuanto al contenido de la noción «crímenes graves según
el Derecho Internacional» que se utiliza en el principio 25, el mismo estudio (sección
«Definiciones») precisa su contenido: «[E]n el sentido de los presentes principios, esta
calificación se entiende de los crímenes de guerra y de los crímenes contra la humanidad,
incluido el genocidio, y las infracciones graves al derecho internacional humanitario».
124
La Comisión de Derechos Humanos de la ONU fue substituida por el entonces recién
creado Consejo de Derechos Humanos de la ONU, de conformidad con la resolución
60/251 aprobada el 16 de junio de 2006 por la Asamblea General de la Naciones Unidas.
85
Derecho penal internacional
125
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, resolución 2002/79,
intitulada «Impunidad», del 25 de abril de 2002. Disponible en: <http://ap.ohchr.org/
documents/S/CHR/resolutions/E-CN_4-RES-2002-79.doc>.
126
Sobre el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, véase supra subtítulo 1.1
de la sección 4 sobre tribunales penales internacionales, en este mismo capítulo.
127
Sobre el Tribunal Penal Internacional para la Ruanda, véase supra subtítulo 1.1 de la
sección 4 sobre tribunales penales internacionales, en este mismo capítulo.
86
José Burneo Labrín
128
Cfr. Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, caso Le Procureur c/ Anto
Furundija, IT-95-17/1-T, sentencia de 10 de diciembre de 1998, párr. 155.
129
Sobre el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, véase el siguiente capítulo
dedicado a este tratado internacional.
130
El artículo 29 del Estatuto de Roma precitado establece: «Artículo 29. Los crímenes
de la competencia de la Corte no prescribirán».
87
Derecho penal internacional
131
Según hace notar el Comité Internacional de la Cruz Roja, ya en 1997 el Consejo de
Seguridad urgió a Croacia a fin de que aplique la ley croata de amnistía de acuerdo con
los estándares internacionales; esto es, que se debía revisar adecuadamente los casos contra
88
José Burneo Labrín
individuos por «graves violaciones del derecho internacional humanitario, las cuales no
están cubiertas por la ley de amnistía» (traducción no oficial). De esta manera, el Consejo de
Seguridad expresaba su respaldo a lo dispuesto por la ley croata de amnistía, toda vez que esta
había establecido que no se aplicaba a determinados crímenes (como genocidio, violaciones
graves de las leyes y costumbres de la guerra). Cfr. Ley de amnistía de Croacia y la resolución
1120 aprobada por el Consejo de Seguridad el 14 de julio de 1997, párr. 7 (Henckaerts &
Doswald-Beck, 2005, pp. 4023 y 4034, numerales 684 y 724, respectivamente).
132
Cfr. párrafo 5 del preámbulo y numeral 1 de la parte dispositiva, respectivamente,
de la resolución 1315 (2000) aprobada por el Consejo de Seguridad el 14 de agosto de
2000.
89
Derecho penal internacional
133
El secretario general reiteró esta posición el año 2001 en los términos siguientes:
«[…] el beneficio de la amnistía en favor de aquellos que han perpetrado graves violaciones
del derecho internacional humanitario y del derecho penal internacional no es aceptable»
(traducción no oficial). Cfr. ONU, 2001, párr. 10, citado en Henckaerts & Doswald-
Beck, 2005, p. 4036, numeral 739.
134
Cfr. la resolución 1400 del Consejo de Seguridad de la ONU, del 28 de marzo
de 2002, parte dispositiva, numeral 9. Finalmente, la entonces principal institución
90
José Burneo Labrín
91
Derecho penal internacional
137
Informe 26/92, caso 10.287, de la Corte IDH (El Salvador, 24 de setiembre de 1992),
disponible en su portal electrónico.
92
José Burneo Labrín
138
Informe 28/92, casos 10.147, 10.181, 10.240, 10.262, 10.309 y 10.311, de la Corte
IDH (Argentina, 2 de octubre de 1992), disponible en su portal electrónico.
139
«La Comisión Interamericana de Derechos Humanos: 1. Concluye que la Ley 15.848,
del 22 de diciembre de 1986, es incompatible con el artículo XVIII (Derecho de justicia)
de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y los artículos 1,
8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos». Informe 29/92, casos
10.029, 10.036, 10.145, 10.305, 10.372, 10.373, 10.374 y 10.375, de la Corte IDH
(Uruguay, 2 de octubre de 1992), disponible en su portal electrónico.
93
Derecho penal internacional
140
Corte IDH, caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, sentencia del 29 de julio de 1988
(fondo); disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_04_esp.
pdf>. La Corte precisa en la misma sentencia que, según el artículo 1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos: «166. La segunda obligación de los estados Partes es
la de “garantizar” el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención
a toda persona sujeta a su jurisdicción. […]. Como consecuencia de esta obligación los
estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos
por la Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho
conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de
derechos humanos».
94
José Burneo Labrín
95
Derecho penal internacional
141
Cfr. Corte IDH, caso Barrios Altos vs. Perú, sentencia del 14 de marzo de 2001,
serie C, 75, párrs. 41, 43 y 44. Disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/
articulos/Seriec_75_esp.pdf>.
142
Cfr. Corte IDH, caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, sentencia del 26 de
setiembre de 2006; disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/
seriec_154_esp.pdf>.
143
Cfr. Corte IDH, caso Gomes Lund y otros («Guerrilha do Araguaia») vs. Brasil,
sentencia del 24 de noviembre de 2010 (excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas); disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_219_esp.
pdf>.
144
Cfr. Corte IDH, caso Gelman vs. Uruguay, sentencia del 24 de febrero de 2011
(fondo y reparaciones); disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/
seriec_221_esp1.pdf>.
96
José Burneo Labrín
145
Cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación (República Argentina), sentencia
S. 1767. XXXVIII (Buenos Aires, 14 de junio de 2005). Recurso de hecho, Simón,
Julio Héctor y otros s/ privación ilegítima de la libertad, etc. - causa 17.768. La Corte
Suprema de Justicia de la Nación (Argentina) declaro así: «24) Que la traslación de las
conclusiones de la Corte Interamericana en “Barrios Altos” al caso argentino resulta
imperativa, si es que las decisiones del tribunal internacional mencionado han de ser
interpretados de buena fe como pautas jurisprudenciales […] la situación que generó
las leyes peruanas y su texto no son, por cierto, “exactamente” iguales a las de punto
final y obediencia debida. Sin embargo, a los fines de determinar la compatibilidad de
dichas leyes con el derecho internacional de los derechos humanos, no es esto lo que
importa. Lo decisivo aquí es, en cambio, que las leyes de punto final y de obediencia
debida presentan los mismo vicios que llevaron a la Corte Interamericana a rechazar las
leyes peruanas de “autoamnistía” […] cuya finalidad es la de evitar la persecución de
lesiones graves a los derechos humanos […]». «25) […] la circunstancia de que leyes de
estas características puedan ser calificadas como “amnistías” ha perdido toda relevancia
en cuanto a su legitimidad. Pues, en la medida en que dichas normas obstaculizan el
esclarecimiento y la efectiva sanción de actos contrarios a los derechos reconocidos en
los tratados mencionados, impiden el cumplimiento del deber de garantía a que se
ha comprometido el estado argentino, y resultan inadmisibles». «31) Que, desde ese
punto de vista, a fin de dar cumplimiento a los tratados internacionales en materia de
derechos humanos, la supresión de las leyes de punto final y de obediencia debida resulta
impostergable y ha de producirse de tal forma que no pueda derivarse de ellas obstáculo
normativo alguno para la persecución de hechos como los que constituyen el objeto de
la presente causa. Esto significa que quienes resultaron beneficiarios de tales leyes no
pueden invocar ni la prohibición de retroactividad de la ley penal más grave ni la cosa
juzgada. Pues, de acuerdo con lo establecido por la Corte Interamericana en los casos
citados, tales principios no pueden convertirse en el impedimento para la anulación de
las leyes mencionadas ni para la prosecución de las causas que fenecieron en razón de
ellas, ni la de toda otra que hubiera debido iniciarse y no lo haya sido nunca, en otras
palabras, la sujeción del estado argentino a la jurisdicción interamericana impide que el
principio de “irretroactividad” de la ley penal sea invocada para incumplir los deberes
asumidos en materia de persecución de violaciones graves a los derechos humanos».
146
Pocos meses después de la expedición de la sentencia de Barrios Altos (de fecha 14 de
marzo 2001), el Consejo Supremo de Justicia Militar del Perú declaró nula en todos sus
extremos su ejecutoria suprema del año 1995, mediante la cual se habían otorgado beneficios
de amnistía a diversos acusados por la comisión de violaciones graves de derechos humanos.
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