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______________________________________________________________________________
I
CRONOLOGÍA DE LA JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL SOBRE EL
GENOCIDIO Y OTROS ASPECTOS RELEVANTES DEL TEMA:
Corte Constitucional, Sentencia C-488/09, del veintidós (22) de julio de dos mil nueve (2009), Referencia:
expediente D-7593, M.P. Dr. Jorge Iván Palacio Palacio.-
“5.- Instrumentos internacionales sobre Genocidio adoptados por Colombia y
su incorporación al bloque de constitucionalidad
5.2.- Las mismas consideraciones son predicables en cuanto tiene que ver con la
consagración del delito de genocidio en el artículo 6º del Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional, por supuesto sin desconocer las particularidades propias
de esa regulación, en especial en virtud del principio de complementariedad frente a
la legislación nacional.
Sin embargo, advierte la Corte, lo anterior no implica que todas las normas del
Estatuto de Roma hagan parte del bloque de constitucionalidad per se, pues es claro
que dicha normatividad tiene un marco de aplicación particular y concreto en virtud
del principio de complementariedad frente a la legislación nacional. Tampoco supone
que todos los tratados de derecho internacional que consagran el deber de tipificar
ciertos delitos se integren al bloque de constitucionalidad, pues no todos se
relacionan con la protección directa de derechos humanos o del derecho
internacional humanitario[30].
“Así, pues, de lo que hasta aquí se ha expuesto, resulta que el tipo penal
sobre genocidio que consagró el artículo 322ª. de la Ley 589 del 2000,
debe ser interpretado a la luz de los Pactos y Convenios Internacionales
sobre Derechos Humanos ratificados por Colombia, de conformidad con
el artículo 93 de la Constitución y de acuerdo con los principios y
preceptos del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos que forman parte del “ius
cogens.” (Resaltado fuera de texto).
“En efecto, constata esta Corte que, lejos de adoptar las medidas de
adecuación legislativa consonantes con las obligaciones internacionales
que el Estado Colombiano contrajo, en particular, al suscribir la
Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y Sanción del
Delito de Genocidio, que según quedó ya expuesto, el Estado Colombiano
aprobó mediante la Ley 28 de 1959, las que le exigían tipificar como
delito y sancionar severamente las conductas consideradas como
crímenes de lesa humanidad, desvirtuó el propósito que con su
consagración normativa se perseguía, pues restringió la protección de los
derechos a la vida, a la integridad personal y a la libertad de las personas,
al concederla únicamente en tanto y siempre y cuando la conducta
atentatoria recaiga sobre un miembro de un grupo nacional, étnico,
racial, religioso o político “que actúe dentro de margen de la Ley,” con lo
que sacrificó la plena vigencia y la irrestricta protección que, a los
señalados derechos, reconocen tanto el Derecho Internacional
Humanitario, como el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y los
Tratados y Convenios Internacionales que lo codifican”. (Resaltado fuera
de texto).
Una vez reseñados los parámetros generales que condicionan la actividad del
Legislador en el diseño de las normas penales, en especial los que se integran al
bloque de constitucionalidad frente al delito de genocidio, corresponde examinar cuál
es el contenido y alcance de esas normas, para evaluar luego si la legislación interna
armoniza o no con ellas.
Luego de que el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg dictó sus primeros fallos,
la Asamblea General de las Naciones Unidas –acogiendo el término propuesto por
Lemkin- aprobó la Resolución 96 del 11 de diciembre de 1946 y declaró al genocidio
como un “crimen del derecho internacional que el mundo civilizado condena y por el
cual los autores y sus cómplices, deberán ser castigados”, en tanto supone “una
negación del derecho a la existencia de grupos humanos enteros, de la misma
manera que el homicidio es la negación a un individuo humano del derecho a
vivir”. Desde entonces el Genocidio dejó de pertenecer a la categoría de crímenes
contra la humanidad para adquirir contenido como categoría propia [34].
Los anteriores son los principales instrumentos de orden internacional que consagran
el deber de tipificar el delito de genocidio así como la obligación de los Estados de
sancionar a los responsables de tan graves actos.
“Artículo 6.- Genocidio. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "genocidio"
cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de
destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
Una tipificación idéntica del genocidio se consagró tanto en el artículo 4º del Estatuto
del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia [46], como en el artículo 2º
del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda[47], aún cuando tales
instrumentos no constituyen referentes directos para el control constitucional que
ahora ocupa la atención de la Sala.
6.2.2- Respecto de las principales estructuras del tipo penal, la doctrina [48] y la
jurisprudencia internacional[49] han señalado que presenta las siguientes
características:
(i) El elemento objetivo (actus reus), consistente en la comisión de alguno de los
actos prohibidos descritos en la norma, a saber: matanza de miembros del grupo;
lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; sometimiento
intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su
destrucción física, total o parcial; medidas destinadas a impedir nacimientos en el
seno del grupo; traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
En este punto es preciso señalar que si bien la normativa internacional ampara los
grupos nacionales, étnicos, raciales y religiosos, en el caso colombiano el Legislador
amplió el ámbito de protección a los grupos políticos y así lo ha avalado la
jurisprudencia constitucional[50].
(ii) El elemento subjetivo (mens rea), que comprende tanto el dolo en general como
la intención especial de destrucción del grupo protegido (dolus specialis), lo que
guarda relación directa con el ataque a las víctimas por razón de su pertenencia al
mismo. En este sentido, desde la conceptualización del crimen de genocidio
propuesta por Lemkin, siempre se ha considerado que el ataque a los miembros del
grupo se hace “por el sólo hecho de pertenecer al grupo” y con la intención de su
destrucción total o parcial. De acuerdo con este jurista:
(…)
Para ofrecer una mayor claridad, en el siguiente cuadro la Sala se permite reseñar la
configuración del genocidio prevista en el Código Penal Colombiano y en las normas
de derecho internacional que se integran al bloque de constitucionalidad:
7.1.2.- Esta lectura de la norma es coherente con la interpretación que del tipo de
genocidio han hecho los diferentes tribunales internacionales.
- El Tribunal Penal Internacional para Ruanda condenó en 1998 a Jean Paul Akayesu
como responsable de genocidio y crímenes contra la humanidad, debido a sus
ataques contra la etnia Tutsi en su condición de alcalde de la ciudad ruandesa de
Taba. En su fallo el Tribunal sostuvo que una característica específica del genocidio
es que las víctimas sean elegidas por pertenecer a un grupo determinado y no por
sus individualidades. De acuerdo con ese alto Tribunal:
“124. Todo esto prueba, en opinión de la Sala que el objetivo era un grupo
bien particular, el grupo étnico tutsi. Es claro que las víctimas no fueron
elegidas debido a su identidad personal, sino a su pertenencia a tal
grupo. Las víctimas fueron en definitiva elegidas como miembros del
grupo como tal. Según Alison Desforges, en su testimonio, se asesinaba a
los tutsi por el único hecho de haber nacido tutsi”[63]. (Resaltado fuera de
texto).
En el caso Kupréskic (2000) el Tribunal reiteró que los ataques por genocidio deben
ser perpetrados contra individuos a causa de su pertenencia al grupo protegido:
El mismo criterio fue acogido en el caso Krstic (2001) con la primera condena de ese
tribunal por genocidio:
669. Las víctimas del crimen deben ser el blanco por su pertenencia en el
grupo protegido, aunque no es necesario que sea únicamente por razón de
dicha pertenencia.
7.1.4.- En este orden de ideas, considera la Corte que la expresión “por razón de su
pertenencia al mismo”, del artículo 101 del Código Penal, representa en realidad un
ingrediente normativo subjetivo[70] que reafirma la esencia de tipo penal de genocidio
según los instrumentos de derechos internacional. Así, la norma realza la necesidad
de que exista un vínculo entre la agresión y el propósito o intención de destrucción
del grupo protegido, que no puede ser otro que el ataque se deba a la pertenencia de
la víctima al grupo nacional, étnico, racial, religioso o (en el caso colombiano)
político, ante la finalidad central de destruirlo. Con ello, lejos de afectarse el principio
de legalidad se asegura su plena vigencia, en la medida en que se reviste de
absoluta certeza a la disposición que consagra el delito de genocidio sin alterar
ninguno de los elementos estructurales del tipo penal.
La norma del código penal no desconoce el ámbito de protección del crimen de
genocidio previsto en los instrumentos de derecho internacional que se integran al
bloque de constitucionalidad, sino que por el contrario armoniza plenamente con
dichos estándares, en los cuales la pertenencia al grupo guarda relación directa con
el dolo especial (intención de destruir). En otras palabras, la expresión acusada
simplemente precisa cuál es el alcance del tipo penal de genocidio, pero en nada
cambia frente a la estructura de imputación prevista en el ordenamiento jurídico
internacional, ni hace más restrictivo el ámbito de protección allí consagrado.
II
¿PARA LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA EL CASI EXTERMINIO FÍSICO
DE LOS MIEMBROS DE LA UNIÓN PATRIOTICA ES O NO UN GENOCIDIO?:
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, resolución de calificación del merito del sumario del catorce (14)
de marzo de dos mil once (2011), radicado 33.118. / Consultar Complemento: Sentencia condenatoria en el mismo
caso y radicado (contra el ex congresista César Pérez García), del quince (15) de mayo de dos mil trece (2013).-
“1.2. Crímenes de Lesa Humanidad y Genocidio según el Derecho
Internacional
1
UPRIMNY YEPES, Rodrigo, Bloque de constitucionalidad, Derechos Humanos y Nuevo Procedimiento Penal, en:
Reflexiones sobre el nuevo Sistema Procesal Penal, Consejo Superior de la Judicatura, Escuela Judicial Rodrigo Lara
Bonilla, Bogotá D.C., 2004, pág. 67.
2
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia de Constitucionalidad No. 225 de 1995.
Para abundar aún más en argumentos que llevan a la Sala al respeto
absoluto por la especial imperatividad de las normas humanitarias válidas
en todo tiempo, además de la incorporación automática a la que ya se ha
referido la Sala en este auto, ésta deriva de la universal aceptación de sus
contenidos normativos por los pueblos civilizados y de la evidencia de los
valores de humanidad que los instrumentos internacionales recogen, como lo
ha sostenido la Corte Constitucional en la sentencia de la revisión
constitucional del Protocolo II de Ginebra, en la que señala: “Todos los actores
armados, estatales o no estatales, están entonces obligados a respetar estas
normas que consagran aquellos principios mínimos de humanidad que no
pueden ser derogados ni siquiera en las peores situaciones de conflicto
armado”3.
1. Que el autor haya privado gravemente a una o más personas de sus derechos
fundamentales en contravención del derecho internacional.
2. Que el autor haya dirigido su conducta contra esa persona o personas en razón
de la identidad de un grupo o colectividad o contra el grupo o la colectividad
como tales.
3. Que la conducta haya sido dirigida contra esas personas por motivos políticos,
raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género, según la
definición del párrafo 3 del artículo 7 del Estatuto o por otros motivos
universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho
internacional.
4. Que la conducta se haya cometido en relación con cualquier acto de los
señalados en el párrafo 1 del artículo 7 del Estatuto o con cualquier crimen de
competencia de la Corte.
5. Que la conducta se haya cometido como parte de un ataque generalizado y
sistemático, dirigido contra la población civil.
3
Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-225 de 1995.
4
Ibídem.
5
Cft. Delitos de Lesa Humanidad. Reflexiones acerca de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. Editorial Ediar. Buenos Aires. Argentina. Capítulo II. José Antonio Buteler, pág. 24.
6. Que el autor haya tenido conocimiento que la conducta era parte de un ataque
generalizado o sistemático dirigido contra una población civil o haya tenido la
intención de que la conducta era parte de un ataque de ese tipo. En este último
caso, valga decir, no es necesario que el autor tuviere conocimiento de todas
las características del ataque ni de los detalles precisos del plan o de la política
de estado o la organización.
“Se entiende como Genocidio cualquiera de los siguientes actos cometidos con la
intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso
en cuanto a tal:
6
VIDAL LÓPEZ, Roberto y SÁNCHEZ MEJÍA, Liliana, Derecho Internacional de los Derechos Humanos y
Derecho Internacional Humanitario, en: Capacitación a Procuradores Judiciales Penales, Sistema Penal Acusatorio,
Ministerio del Interior y de Justicia, Procuraduría General de la Nación y Unión Europea, dentro del marco del
proyecto “Fortalecimiento del sector justicia para la reducción de la impunidad en Colombia, Convenio No.
ALA/2004/016-831”, Pág. 20.
a. El Genocidio
b. La colaboración para la Comisión del Genocidio
c. La incitación directa y pública a cometer Genocidio
d. La tentativa de Genocidio
e. La complicidad en el Genocidio”
Así mismo, se indica en el artículo 5°, que hacen parte de los crímenes
contra la humanidad, aquellos que
Entre ellos:
a. Asesinato
b. (…)
h. Persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos
(…)”
a. Asesinato
b. (…)
“Sobre el tópico, cabe destacar que lo que debe definirse, antes que la legislación
procesal vigente para el momento de los acontecimientos, es, como en efecto indica el
delegado del Ministerio Público, el marco constitucional en que ocurrieron los mismos y
se impulsó la cuestionada investigación, que no es otro diferente al que actualmente nos
rige.
Es así como el inciso 1° del artículo 93 de la Constitución Política de 1991 señala que los
tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
derechos humanos y prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el
orden interno.
En este orden de ideas, resulta válido afirmar que la Constitución, directamente, confiere
plenos efectos jurídicos a los tratados y convenios debidamente ratificados por Colombia.
7
CABANA FARALDO, Patricia. Responsabilidad Penal del Dirigente en estructuras Jerárquicas. La autoría mediata
con aparatos organizados de poder.Tirant Lo Blanch. Nro. 302. Valencia. 2004, pág. 219.
Y es a partir de esa preceptiva que se ha fundamentado el concepto de bloque de
constitucionalidad, referente a las normas constitucionales que no están consagradas
directamente en la Carta, pero que regulan principios y valores a los cuales remite esta.
Así las cosas, las disposiciones contenidas en los instrumentos internacionales que han
sido aprobados y ratificados por Colombia, en este caso la normatividad contenida en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, estaban vigentes para el 21 de marzo
de 1998, fecha en la que ocurrió la muerte violenta de la menor Leydi Dayán Sánchez
Tamayo.
(…)
Es, por todo lo anterior, admisible la causal invocada en este evento, con fundamento en
el numeral 4° del artículo 192 de la Ley 906 de 2004, a pesar de que para la fecha de los
hechos, y, en general, para la época en que la justicia penal militar rituó el trámite que
culminó con sentencia absolutoria, no había entrado en vigencia en el ordenamiento
interno colombiano la norma en cuestión, en tanto, se reitera, independientemente de la
legislación interna regulatoria de la materia, ya para ese momento, en el ámbito de los
tratados vigentes suscritos por Colombia y, en consecuencia, con fuerza obligacional que
dimana del bloque de constitucionalidad, era menester adelantar una adecuada y
suficiente investigación que tutelase los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y
la reparación.
8
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal, Sentencia de Revisión del 1 de noviembre de 2007,
radicado No. 26.077- Este criterio fue idénticamente reiterado por la Corte Suprema de Justicia en la Sentencia de
Revisión del 6 de marzo de 2008, radicado No. 24.841; Sentencia de Revisión del 6 de marzo de 2008, radicado No.
26703; Sentencia de Revisión del 16 de diciembre de 2008, radicado No. 28.476; Sentencia de Revisión del 19 de
agosto de 2009, radicado No. 26.657, M.P.; Sentencia de Revisión del 24 de febrero de 2010, radicado No. 31.195.
Queda así claramente establecido que la categorización como Genocidio
en el marco de los crímenes de Lesa Humanidad de aquellas conductas
graves atentatorias de los Derechos Humanos resulta perfectamente aplicable
sin violentar el principio de legalidad, siempre y cuando se cumplan los
parámetros de legalidad universal y por estar descritas como tales en el marco
de las disposiciones adoptadas por la Comunidad Internacional y que hacen
parte de los compromisos adquiridos por el Estado Colombiano. Por eso resulta
de vital importancia determinar la procedencia de la misma en aquellos asuntos
específicos que no fueron definidos por la comunidad internacional como
Genocidio, como es el caso de los grupos políticos, pero que por materializarse
todos los elementos estructurales básicos de la figura general referenciada por
dicha Comunidad, permite darle aplicación en la mencionada categoría, toda
vez que sí se enmarcan dentro del género (Lesa Humanidad), pues, con
claridad se definió que un ataque generalizado y sistemático contra un
grupo político, sí constituye un crimen de Lesa Humanidad.
“Al respecto deben recordarse las reglas de interpretación de los tratados internacionales
consagradas en la Convención de Viena de 1969, aprobada por la Ley 32 de 1985,
ratificada el 10 de abril de 1985 y en vigor para Colombia desde el 10 de mayo de 1985,
donde se estableció que los tratados internacionales constituyen los parámetros generales
y mínimos de protección de derechos y de los principios de derecho internacional, los
cuales deben ser desarrollados de forma específica por cada uno de los Estados, lo que no
es óbice para ampliar el umbral de aplicación cuando, de forma general, se cumplen todos
los requisitos que en dichos Tratados y Convenios se han determinado.
9
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia de Constitucionalidad No. 177 de 2001. En igual sentido en la
Sentencia de Constitucionalidad No. 148 de 2005.
Al respecto, ya se ha presentado al interior de la sociedad colombiana un caso práctico
que ha sido catalogado como de lesa humanidad, por el exterminio de los miembros de un
grupo político por el hecho de la pertenencia al mismo. El caso citado se predica respecto
del movimiento político que se denominó la Unión Patriótica.
De los casos que se resaltan debe tenerse en cuenta lo acontecido con el senador Manuel
Cepeda, quien hacía parte del grupo político citado y fue asesinado el 9 de agosto de 1994
–antes de la entrada en vigencia de la Ley 589 de 2000- por militares y paramilitares
colombianos, cuando se dirigía hacia el Congreso de la República. Debe rescatarse que el
doctor Cepeda Vargas fue el último congresista postulado por la Unión Patriótica y que
resultó electo, pero con su asesinato se truncó la posibilidad de representación política en
el Congreso por parte de dicha agrupación, lo que incidió en la pérdida de su personería
jurídica, produciéndose, entonces, la desaparición –por lo menos jurídica y política- del
grupo”10 (negrillas no originales).
Respecto de ese caso y en armonía con el que aquí se estudia, dentro del
auto citado se hizo precisión que tal acontecer fáctico se enmarcaba dentro de
los delitos de Lesa Humanidad y que, el análisis efectuado era acertado en lo
relacionado con los elementos que permiten estructurar la situación ocurrida
con la UP como un crimen de Genocidio, pero que ahora resulta mucho más
acertado si se tiene en cuenta el contenido de la decisión de fondo analizada en
la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 26
de mayo de 2010 dentro del caso de Manuel Cepeda Vs. Colombia, de la cual,
vale la pena resaltar lo que sigue:
10
Auto del 13 de mayo de 2010, a través del cual la Sala avoca el conocimiento del proceso.
Nación se refiere a “exterminio sistemático”, y la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación como “exterminio”.”
(…)
“Por ende, el Tribunal observa, en atención a lo expresado por autoridades estatales y
organismos internacionales, que los hechos del presente caso ocurrieron en el contexto
descrito de violencia sistemática contra los miembros de la UP.”
(…)
“…la Corte considera que las amenazas y la desprotección deliberada que enfrentó el
Senador Cepeda Vargas, motivadas por su participación en los espacios democráticos a
los que tenía acceso, se manifestaron en restricciones o presiones indebidas o ilegítimas
de sus derechos políticos, de libertad de expresión y de libertad de asociación, pero
también en un quebrantamiento de las reglas del juego democrático. A su vez, al estar
reconocido el móvil político del homicidio (supra párr. 73), la Corte considera que la
ejecución extrajudicial de un oponente por razones políticas no sólo implica la violación
de diversos derechos humanos, sino que atenta contra los principios en que se
fundamenta el Estado de Derecho y vulnera directamente el régimen democrático, en la
medida que conlleva la falta de sujeción de distintas autoridades a las obligaciones de
protección de derechos humanos reconocidos nacional e internacionalmente y a los
órganos internos que controlan su observancia”.
(…)
“En razón de lo anterior, el Estado deberá utilizar los medios que sean necesarios, de
acuerdo con su legislación interna, para continuar eficazmente y con la mayor diligencia
las investigaciones abiertas, así como abrir las que sean necesarias, con el fin de
individualizar, juzgar y eventualmente sancionar a todos los responsables de la ejecución
extrajudicial del Senador Manuel Cepeda Vargas, y remover todos los obstáculos, de
facto y de jure, que puedan mantener la impunidad este caso. En particular, el Estado
deberá conducir las investigaciones con base en los siguientes criterios:
Ahora bien, para efectos de disipar cualquier clase de duda sobre las
limitantes establecidas en la legislación penal colombiana respecto del ius
puniendi, debe la Corte acoger lo dispuesto e impuesto por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos dentro de la jurisprudencia que viene de
citarse, en la cual se indica con claridad que es obligación del Estado investigar
con seriedad los atentados graves a los Derechos Humanos y al Derecho
Internacional Humanitario, que se deben utilizar los mecanismos idóneos para
determinar responsabilidad penal y procurar exhaustivamente la identificación
e individualización de los autores materiales así como de quienes determinaron
la comisión de las conductas lesivas. Frente a lo anterior, la Corte
Interamericana ordenó:
11
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia de Constitucionalidad No. 936 de 2010, Salvamento de voto de los
Magistrados Juan Carlos Henao Pérez, Humberto Antonio Sierra Porto, Mauricio González Cuervo y Jorge Pretelt
Chaljud, en Comunicado de Prensa No. 59 del 23 de junio de 2010.
Criterio que reafirma la posición expuesta por esta Sala, tal y como se
manifestó en el auto del 13 de mayo de 2010 y en el del 22 de julio del mismo
año.
“…resulta ser contrario a la jurisprudencia en cita, suponer que los únicos delitos que
atentan contra la conciencia de la humanidad son los que están contenidos en los Tratados.
Justamente para precisar cuáles son los aspectos que han de tenerse en cuenta en punto de
considerar cuándo una conducta o conjunto de hechos punibles, son constitutivos de
delitos que ofenden la conciencia de la humanidad y avergüenzan el género humano,
como los señalados en el auto referido, sobrarían.
Este argumento sirvió precisamente para concluir que el delito de concierto para delinquir
agravado, que no está incluido, en nuestra legislación, en los instrumentos internacionales
como de lesa humanidad, en tanto comparte las características de esta categoría delictiva,
sería considerado como tal:
13) Que en este sentido no podría sostenerse que si los homicidios, la tortura y
los tormentos, la desaparición forzada de personas, son delitos contra la
humanidad, el formar parte de una asociación destinada a cometerlos no lo sea,
pues constituiría un contrasentido tal afirmación, toda vez que este último sería
un acto preparatorio punible de los otros.
12
Sentencia en el caso Enrique Lautaro Arancibia Clavel que confirma la imprescriptibilidad de los
crímenes contra la humanidad. Cfr: http://www.derechos.org/nizkor/arg/doc/arancibia1.html
conducta materialmente, quien la ordena o quien la determina. Por lo anterior,
se realiza un avance dogmático en relación con la cadena criminal que se debe
castigar; o, dicho de otra forma, qué partes del iter criminis pueden ser objeto
de reproche penal.
13
Cfr. Corte Suprema de Justicia. Sala Penal. Sentencia de Casación de septiembre 12 de 2007. Rad: 24.404,
conocida como “La Masacre de la Gabarra”.
A su turno, es relevante la reciente decisión –Sentencia de casación
23.825, del 7 de marzo de 2007, Caso Machuca-, en donde se compilan
especiales precisiones sobre la coautoría con respecto al crimen organizado, así:
“Sin embargo, como se constata en las reflexiones anteriores, la Sala difiere tanto
de la Procuradora 161 Judicial Penal II, como del Procurador Primero Delegado
para la Casación Penal, en cuanto ellos, en la demanda y en el concepto,
respectivamente, sostienen que en este caso específico los procesados deben
responder como autores mediatos bajo la figura de las estructuras o aparatos
organizados de poder; y, en cambio, para la Sala de Casación Penal, la coautoría
predicable de los procesados es simplemente coautoría impropia, por división del
trabajo en la empresa criminal común, perteneciente por igual a los subversivos que
dinamitaron a propia mano el oleoducto, como a los cuadros de mando del Ejército
de Liberación Nacional y de sus frentes de combate (…)
Tampoco se ha demostrado que los integrantes del Comando Central del ELN o los
jefes de sus grupos o cuadrilla, hubiesen coaccionado a subversivos rasos o sin
posición de mando a cometer el atentado so pena de sanciones disciplinares; y nada
indica que los autores materiales hubiesen sido instigados o presionados o actuado
sin autonomía, hipótesis en la cual sería menester adentrarse en el estudio de lo
atinente a la posible determinación; y si ésta llegare a desvirtuarse, entonces sí
pasaría a explorarse la incidencia de las estructuras organizadas de poder”,
elemento que también hace parte importante de esta presentación del “estado
del arte”.”
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, resolución de calificación del merito del sumario del catorce (14)
de marzo de dos mil once (2011), radicado 33.118. / Consultar Complemento: Sentencia condenatoria en el mismo
caso y radicado (contra el ex congresista César Pérez García), del quince (15) de mayo de dos mil trece (2013).-
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