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Introducción
i) El crimen de lesa humanidad, uno de los cuatro «crímenes más graves
de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto», a tenor
del artículo 5 del Estatuto de Roma (1998), se encuentra tipificado en
el artículo 7 del mismo estatuto. La jurisprudencia ha considerado que,
además del individuo víctima, los crímenes de lesa humanidad, por su
extensión y gravedad, son un ataque a la humanidad entera que deviene
en víctima:
[l]os crímenes de lesa humanidad son serios actos de violencia que
dañan a los seres humanos al golpear lo más esencial para ellos: su
vida, su libertad, su bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son
actos inhumanos que por su extensión y gravedad van más allá de los
límites de lo tolerable para la comunidad internacional, la que debe
necesariamente exigir su castigo. Pero los crímenes de lesa humanidad
también trascienden al individuo, porque cuando el individuo es
agredido, se ataca y se niega a la humanidad toda. Por eso lo que
caracteriza esencialmente al crimen de lesa humanidad es el concepto
de la humanidad como víctima1.
1
Cfr. Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, Prosecutor v. Erdemovic, caso
IT-96-22-T, Sentencing Judgment, 29 de noviembre de 1996, párr. 28.
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Sobre el crimen de genocidio y la formación de una norma consuetudinaria, véase el
capítulo precedente dedicado a este crimen internacional.
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«Artículo 9. Elementos de los crímenes. 1. Los Elementos de los crímenes, que ayudarán
a la Corte a interpretar y aplicar los artículos 6 [genocidio], 7 (lesa humanidad] y 8
[crímenes de guerra] del presente Estatuto, serán aprobados por una mayoría de dos
tercios de los miembros de la Asamblea de los Estados Partes. […] 3. Los Elementos de
los crímenes y sus enmiendas serán compatibles con lo dispuesto en el presente Estatuto».
El documento «Elementos de los crímenes» (ICC/ASP/1/3) fue adoptado el 9 setiembre
de 2002 de conformidad con el artículo 9 precitado (documento disponible en el portal
electrónico de la Corte Penal Internacional).
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4
Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 mediante resolución 217A(III).
5
Cfr. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado y abierto a la
firma por la Asamblea General de la ONU mediante resolución 2200A(XXI), del 16
de diciembre de 1966, que entró en vigor el 26 de marzo de 1976, de conformidad con
su artículo 49. También, Convención Americana sobre Derechos Humanos, adoptada
por la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos, del 22 de
noviembre de 1969, que entró en vigor el 18 de julio de 1978, de conformidad con su
artículo 74.2. El Perú es Estado parte en ambos tratados desde el año 1978, luego de
su aprobación mediante los decretos leyes 22128 y 22231 del mismo año, lo que fue
reiterado también respecto de ambos tratados en la décimo sexta de las disposiciones
generales y transitorias de la Constitución Política de 1979.
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6
Véase la última sección de este mismo capítulo.
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7
El Estatuto de Roma no limita la comisión de los crímenes de lesa humanidad,
como tampoco del crimen de genocidio, a la existencia de un conflicto armado. Ambos
delitos pueden perpetrarse en tiempo de paz o de conflicto armado. En el documento
«Elementos de los crímenes», se precisa que mediante los actos incriminados se trata
«de cumplir o promover la política de un Estado o de una organización de cometer ese
ataque. No es necesario que los actos constituyan un ataque militar. Se entiende que la
«política… de cometer ese ataque» requiere que el Estado o la organización promueva
o aliente activamente un ataque de esa índole contra una población civil [nota en el
original]». Según esta nota: «La política que tuviera a una población civil como objeto
del ataque se ejecutaría mediante la acción del Estado o [la acción] de la organización.
Esa política, en circunstancias excepcionales, podría ejecutarse por medio de una omisión
deliberada de actuar y que apunte conscientemente a alentar un ataque de ese tipo. La
existencia de una política de ese tipo no se puede deducir exclusivamente de la falta de
acción del gobierno o la organización». Cfr. numeral 3 de la «Introducción» del artículo
7 («Crímenes de lesa humanidad») del documento «Elementos de los crímenes» (ICC/
ASP/1/3), disponible en el portal electrónico de la Corte Penal Internacional.
8
Véase, en este mismo capítulo, lo relativo al juicio de Nuremberg (sección 2).
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9
Sala de apelaciones, Arret Blaski, affaire IT-95-14-A, 29 de julio de 2004, párr. 101.
Texto disponible en el portal electrónico del TPIY (texto original en francés, traducción
del autor).
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De este modo, queda claro que si los actos en cuestión no forman parte
de un ataque generalizado o, alternativamente, de un ataque sistemático,
no podrán ser calificados como crímenes de lesa humanidad. Este es el
umbral que debe sobrepasar todo acto incluido en la lista del artículo 7.1.
10
Cfr. Sala de primera instancia, caso Le Procureur c/ Tihomir Blaškić, affaire IT-95-14-T
(le «Jugement»), 3 de marzo de 2000, párr. 214. Este mismo sentido, puede leerse en el
siguiente texto editado por la Comisión Andina de Juristas que, en el caso de los crímenes
de lesa humanidad, «las víctimas pueden ser tanto civiles como militares siempre y cuando
estos hayan depuesto las armas o estén fuera de combate». Cfr. Herrera Carrasco, 2007,
p. 172.
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Sala de apelaciones, Arret Blaski, affaire IT-95-14-A, 29 de julio de 2004. Texto
disponible en el portal electrónico del TPIY (texto original en francés, traducción del
autor).
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Los autores reconocen que el enunciado anterior «parece crear una ambivalencia
entre los grupos armados de oposición y las fuerzas armadas gubernamentales […]. La
aplicación de esta norma implicaría que un ataque a los miembros de grupos armados
de oposición solo sería lícito «si participan directamente en las hostilidades y mientras
dure tal participación», mientras que un ataque a los miembros de las fuerzas armadas
gubernamentales sería lícito en cualquier momento» (Henckaerts & Doswald-Beck, 2007,
p. 24). Sin embargo, leemos en el texto original en inglés lo siguiente: «Such imbalance
would not exist if members of armed opposition groups were, due to their membership,
either considered to be continuously taking a direct part in hostilities o not considered to be
civilians» (p. 21 del texto original en inglés de 2005). En consecuencia, la ambivalencia
no existe si los miembros de un grupo armado opositor, debido a su calidad de miembros
de él, pueden ser considerados como tomando parte de manera directa y continua
en las hostilidades, o no ser considerados civiles. La calidad de miembros del grupo
armado supone, en nuestra opinión —aunque no lo dice expresamente el texto que
comentamos—, una participación no eventual, sino regular en dicho grupo.
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13
En el mismo sentido, interpreta el profesor Eric David (2009, 1249, numeral 16.6.16).
14
Cfr. documento «Elementos de los crímenes», numeral 3 de la introducción al
comentario del artículo 7 («Crímenes de lesa humanidad»). Siendo esto así, encontramos
una diferencia cuando el mismo documento se refiere a la desaparición forzada, por
cuanto utiliza la expresión «organización política», que no utiliza respecto de todos los
otros tipos del crimen de lesa humanidad. En efecto, leemos al respecto: «Crimen de lesa
humanidad de desaparición forzada de personas: […] la privación de libertad […] haya
sido realizada por un Estado u organización política o con su autorización o apoyo».
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15
Veamos a continuación lo que afirmó la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en
sus «Conclusiones generales» del Informe final (tomo VIII), respecto de la comisión de
crímenes de lesa humanidad por Sendero Luminoso o por el Estado. Respecto de Sendero
Luminoso: «28. La CVR señala que, por la generalidad y sistematicidad (sic) de estas
prácticas, miembros del PCP-SL, y en especial su dirección nacional y su denominada
jefatura, tienen directa responsabilidad en la comisión de crímenes de lesa humanidad
en el marco de ataques armados contra la población civil, cometidos a gran escala o
bien como parte de una estrategia general o planes específicos. Del mismo modo, estas
conductas constituyen, a juicio de la CVR, graves infracciones a los Convenios de
Ginebra, cuyo respeto era obligatorio para todos los participantes en las hostilidades». Y
respecto del Estado: «55. La CVR afirma que en ciertos lugares y momentos del conflicto
la actuación de miembros de las Fuerzas Armas no solo involucró algunos excesos
individuales de oficiales o personal de tropa, sino también prácticas generalizadas y/o
sistemáticas de violaciones de los derechos humanos, que constituyen crímenes de lesa
humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Humanitario».
Las conclusiones precitadas se fundamentan en la sección cuarta, titulada «Los crímenes
y violaciones de los derechos humanos», la cual se desarrolla en el tomo VI del Informe
final.
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16
El Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia afirma, en el caso Nikolic: «[b]ien
que no sea necesario que ellos [los actos incriminados] se vinculen a un política establecida
a la escala de un Estado, en el sentido tradicional del término, [tales actos] no pueden
ser la obra de únicamente individuos aislados» (Ch.I, examen de l’acte d’accusation
conformément à l’article 61 du Règlement de procédure et de preuve, Dragan Nikolic,
IT-94-2-R61, 20 de octubre de 1995, §21; traducido al español por el autor).
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Cfr. artículo 1 del protocolo II (1977), adicional a los convenios de Ginebra de 1949.
18
Véase el mandato de detención, de fecha 25 de setiembre de 2005, dictado por la
Corte Penal Internacional contra el presunto presidente de la Armada de Resistencia del
Señor (ARS), Joseph Kony (texto disponible en el portal electrónico de la Corte Penal
Internacional).
19
Véase el mandato de detención, de fecha 2 de julio de 2007, dictado por la Corte Penal
Internacional contra el presunto comandante de las Fuerzas de Resistencia de Ituri (en la
República Democrática de Congo), Germain Katanga. Este caso ha concluido, habiendo
sido condenado el acusado mencionado (textos disponibles en el portar electrónico de
la Corte Penal Internacional).
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20
Véase el texto del acuerdo de Londres y de su anexo, el Estatuto del Tribunal de
Nuremberg, versión en ingles, en Burneo, 2007, pp. 51-53 y 57-63. Respecto del Estatuto
del Tribunal de Nuremberg, véase el texto en inglés y una traducción al castellano en:
Blasi, Reyes & Del Rosario, 2008, pp. 613-628. También puede verse el texto del acuerdo
y del estatuto del Tribunal Internacional de Nuremberg en: <http://avalon.law.yale.edu/
imt/imtconst.asp#art1> (consultado el 21 de enero de 2015).
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21
Véase, al respecto, en el capítulo precedente sobre genocidio, la sección correspondiente
a la convención sobre genocidio adoptada por las Naciones Unidas en 1948.
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22
De los dos condenados a muerte que no fueron ejecutados, uno de ellos, Hermann
Goerin, se suicidó la noche anterior, mientras que Martin Bormann nunca fue
encontrado. La parte de la sentencia relativa a las penas se encuentra en Tribunal de
Nuremberg, 1947, t. XXII, pp. 632 a 635.
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23
El texto original del artículo 6c no se encuentra transcrito en la publicación oficial del
juicio de Nuremberg efectuada por la secretaría del mismo Tribunal de Nuremberg el
año 1947. Se transcribió únicamente la versión modificada por el protocolo de Berlín.
El autor ha extraído la versión original de la colección publicada en la época (1950) por
el profesor Manley O. Hudson, del Harvard Law School (1950, pp. 639-640; traducido
por el autor del texto original en francés, notas omitidas).
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24
«Protocol Rectifying Discrepancy in the Charter» (Berlín, 6 de octubre de 1945); texto
disponible en: <http://avalon.law.yale.edu/imt/imtprot.asp> (consultado el 27 de enero
de 2015; traducción del autor del original en francés).
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25
Al interior de esta sección «Crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad», existe
una subsección intitulada a su vez «(F) La ley relativa a crímenes de guerra y crímenes contra
la humanidad». El párrafo único dedicado a los crímenes contra la humanidad se encuentra
en esta subsección «F». Véase texto de la sentencia en Burneo, 2007, pp. 104-106.
26
Según algunas opiniones, la supresión del «punto y coma» y su reemplazo por una
«coma» en el texto en inglés no cambiaba el sentido original del artículo 6c sobre crímenes
contra la humanidad, lo cual suscitaba la cuestión de la versión que debiera aplicar el
Tribunal Internacional, toda vez que, según el acuerdo de Londres y el mismo protocolo
de Berlín, las versiones en inglés, francés y ruso tenían igual valor. Ver el primer texto
en: <http://avalon.law.yale.edu/imt/imtconst.asp#art1> y el segundo en: <http://avalon.
law.yale.edu/imt/imtprot.asp> (consultados el 27 de enero de 2015).
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27
Véase «(F) The Law relating to War Crimes and Crimes Against Humanity» (traducción
del autor del original en inglés), disponible en: <http://avalon.law.yale.edu/imt/judlawre.
asp>.
28
Cfr. párrafo sobre «Violations of International Treaties» de la subsección «E. The
Law of the Charter», sentencia del Tribunal de Nuremberg (1947, tomo I, pp. 45 y 46;
traducción del autor del original en inglés).
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29
La doctrina afirma que este principio de justicia que sustenta el de legalidad «no es en
modo alguno violado si se organiza a nivel internacional un sistema represivo aplicable
respecto de acciones u omisiones de las cuales el autor no podía de ninguna manera
ignorar el carácter delictivo, debido que ellas estaban claramente y analíticamente
definidas en tanto crímenes por el derecho interno al cual el justiciable estaba sometido
en el momento de su realización. En otras palabras, para que el principio nullum crimen
sea escrupulosamente observado […] es suficiente de constatar, a este efecto, que el autor
del acto en cuestión estaba sometido, durante el tempus commissi delicti, a normas
jurídicas claras y accesibles —sean internas y/o internacionales— que establecían ante
factum tal definición» (cfr. Condorelli, 2000, p. 246).
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Sobre la relación, de una parte, de los «principios generales del derecho reconocidos
por la comunidad internacional» (artículo 15.2 del Pacto Internacional de la ONU de
derechos civiles y políticos) y, de otra parte, el derecho consuetudinario internacional,
véase Simma & Paulus, 2000, pp. 60 y 61.
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31
Ver, en el capítulo precedente, la sección relativa a la convención de la ONU de 1948
sobre genocidio.
32
El requisito de cometerse «en ejecución de» o «en conexión con» que encontramos
en el protocolo de Belín de 1945 y en la sentencia del Tribunal de Nuremberg, no fue
incluido en el numeral 10 sobre genocidio y tampoco en el 11 sobre crímenes contra la
humanidad. Véase ONU, 1954.
33
Cfr. TPIY, Prosecutor v. Tadic, IT-94-I-AR72, sentencia sobre cuestiones preliminares
del 2 de octubre de 1995 (traducción no oficial). En el mismo sentido se pronunció,
en apelación, la sala correspondiente del TPI-Y en su sentencia del 15 de julio de 1999
(párr. 251).
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34
Ver, en el capítulo precedente, con respecto al estatuto de Roma, la sección sobre el tipo
penal y los trabajos de la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas.
35
En la resolución 95(I), la Asamblea General afirmó: «Toma nota del Acuerdo para el
establecimiento de un Tribunal Militar Internacional encargado del juicio y castigo de
los principales criminales de guerra del Eje europeo, firmado en Londres el 8 de agosto
de 1945, y del Estatuto anexo al mismo, así como del hecho de que principios similares
han sido adoptados en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional para el juicio de
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Traducción del autor. Texto de la resolución 180(II), del 21 de noviembre de 1947,
denominada «Proyecto de convención sobre el genocidio» (ONU, 1947, pp. 129-130).
40
Así, al recibir el texto sobre los principios de Nuremberg, elaborado por la Comisión de
Derecho Internacional, la Asamblea General de la ONU se manifestó en el sentido que, ya en
1946, «ella ha unánimemente confirmado los principios de derecho internacional reconocidos
por el estatuto del tribunal Nuremberg y por la sentencia de este tribunal». Cfr. resolución
488(V), del 12 de diciembre de 1950, en David, 2009, p. 1307, numeral 16.6.76.
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41
Véase el texto de la resolución 3084 (XXVIII) en Burneo, 2007, pp. 138-139.
42
Véase infra el subtítulo 3 en este mismo capítulo.
43
La convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes
de lesa humanidad fue aprobada por la Asamblea General de las ONU mediante
resolución 2391 (XXIII), del 26 de noviembre de 1968 y entró en vigor el 11 de
noviembre de 1970, de conformidad con su artículo VIII.
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44
Los estados árabes lograron, al mismo tiempo que reconocían la validez de la noción
sobre lesa humanidad aplicada en Nuremberg, ampliar su contenido a fin de incluir
expresamente la ocupación y expulsión que afectaba a Palestina. A su vez, los otros
estados africanos lograron ampliar el contenido de la noción de Nuremberg e incluyeron
expresamente como crimen de lesa humanidad la política de apartheid que practicaba
el régimen racista de la minoría blanca entonces gobernante en África del Sur. Veamos
a continuación el artículo I de la convención: «Artículo I. Los crímenes siguientes son
imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido: Los crímenes
de guerra […]; Los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en tiempo de guerra
como en tiempo de paz, según la definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar
Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1985, y confirmada por las resoluciones
de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I)
de 11 de diciembre de 1946, así como la expulsión por ataque armado u ocupación y los
actos inhumanos debidos a la política de apartheid y el delito de genocidio definido en la
Convención de 1948 para la Prevención y la sanción del Delito de genocidio aun si esos
actos no constituyen una violación del derecho interno del país donde fueron cometidos».
Ver, al respecto, el texto del artículo I, literal b, del tratado sobre imprescriptibilidad.
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45
Sobre las discrepancias relativas al contenido ampliado de la noción crimen de lesa
humanidad durante la elaboración de la convención sobre imprescriptibiilidad, véase el
documento de la ONU A/C.3/L.1503, del 7 de diciembre de 1967, «Rapport du Groupe
de travail mixte des Troisième et Sixième Commissions chargé du projet de convention
sur l’imprescriptibilité des crimes de guerre et des crimes contre l’humanité» (ONU,
1970).
46
Sobre la responsabilidad penal individual, la convención sobre imprescriptibilidad
establece: «Artículo II. Si se cometiere alguno de los crímenes mencionados en el artículo
I, las disposiciones de la presente Convención se aplicarán a los representantes de la
autoridad del Estado y a los particulares que participen como autores o cómplices o que
inciten directamente a la perpetración de alguno de esos crímenes, o que conspiren para
cometerlos, cualquiera que sea su grado de desarrollo, así como a los representantes de
la autoridad del Estado que toleren su perpetración».
47
La convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de apartheid
fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante resolución
3068(XXVIII), del 30 de noviembre de 1973, y entró en vigor el 18 de julio de 1976,
de conformidad con su artículo XV.
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siendo los actos incriminados una violación de «los principios del derecho
internacional, en particular los propósitos y principios de la Carta de las
Naciones Unidas», así como «una amenaza seria para la paz y la seguridad
internacionales». La calificación del apartheid como crimen de lesa
humanidad, se recuerda en el preámbulo (sexto párrafo), es «conforme a
la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y
de los crímenes de lesa humanidad, [según la cual] los actos inhumanos
debidos a la política de apartheid están calificados de crímenes de lesa
humanidad». Asimismo, el tratado establece, inter alia, la responsabilidad
de todo individuo, sin distinción de nacionalidad, que cometa dicho
crimen (artículo III); la obligación del Estado, en cuyo territorio se cometa,
de sancionar a los responsables; y la potestad de todo Estado parte para
ejercer la jurisdicción universal.
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48
En el capítulo precedente sobre el crimen de genocidio, hemos presentado también el
informe precitado: documento ONU S/25704, del 3 de mayo de 1993, en el cual afirma
el secretario general de las Naciones Unidas: «34. De la opinión del Secretario General,
la aplicación del principio nullum crimen sine lege exige que el Tribunal Internacional
aplique las normas del derecho internacional humanitario que sin duda alguna
forman parte del derecho consuetudinario […] 35. La parte del derecho internacional
humanitario convencional que se ha vuelto sin duda alguna parte del derecho internacional
consuetudinario es el derecho aplicable a los conflictos armados objeto de los instrumentos
siguientes: […] la Convención para la prevención y la represión del crimen de genocidio
(1948) y el Estatuto del Tribunal militar internacional [de Nuremberg] del 8 de agosto de
1945» (texto disponible en el portal electrónico de la ONU).
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49
Véase, en el capítulo introductorio, la sección relativa a los tribunales penales
internacionales.
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Ídem.
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51
«Un saber exótico» devino el derecho penal internacional, en expresión del profesor Eric
David, uno de los pocos y grandes especialistas en la materia antes de 1998, catedrático
de la Universidad Libre de Bruselas.
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52
Es de remarcar que la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en su Informe final (2003),
reporta «por lo menos 215 [dos cientos quince] masacres perpetradas por el PCP-SL», entre
las cuales se considera como: «[U]no de los ejemplos más terribles de tal tipo de eventos [es]
la masacre de Lucanamarca» (CVR, 2003, tomo VI, p. 33). Luego de analizar la práctica de
Sendero Luminoso, la CVR concluye que esta organización y en particular «su líder principal,
Abimael Guzmán Reinoso, así como sus principales dirigentes nacionales y regionales son
responsables de la comisión de miles de asesinatos en contra de población civil» y que, vista
la intención así como «el carácter sistemático y generalizado de los mismos, violaron las leyes
nacionales, normas penales internacionales humanitarias, y constituyen por ello delito de
terrorismo, crímenes de lesa humanidad y graves transgresiones del Derecho Internacional
Humanitario» (CVR, 2003, tomo VI, p. 68).
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53
Cfr. Corte Europea de Derechos Humanos, caso de Kolk y Kislyiy contra Estonia
(sección cuarta), decisión sobre admisibilidad relativa a la demanda 23052/04 interpuesta
por August Kolk y la demanda 24018/04 interpuesta por Petr Kislyiy contra Estonia,
del 17 de enero de 2006 (traducción no oficial). Una sentencia similar ha sido expedida
ulteriormente por la misma Corte Europea de Derechos Humanos (del 17 de mayo de
2010): Grand Chamber, Case of Kononov v. Latvia (Application no. 36376/04), Judgment,
Strasbourg; en este caso, empero, la Corte considera la existencia concurrente de normas
jurídicas internacionales consuetudinarias y de normas penales internas respecto de
hechos ocurridos el año 1944, los cuales se califican como crímenes de guerra.
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54
Sentencia de la Audiencia Nacional de España, del 19 de abril de 2005, caso Adolfo
Scilingo. Disponible en la página web del equipo Nizkor: <http://www.derechos.org/
nizkor/espana/juicioral/#sent> (consultado el 4 de febrero de 2015).
227
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55
Ídem.
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56
Cfr. Corte IDH, caso Barrios Altos vs. Perú, sentencia del 14 de marzo de 2001,
serie C, 75, párrs. 41. Disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/
Seriec_75_esp.pdf>.
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A) Jurisprudencia de España
xxxviii.ter) Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo Español,
de fecha 1 de octubre de 2007, mediante la cual se ampara en parte el
recurso de Casación interpuesto por Adolfo Scilingo. Esta sentencia del
Tribunal Supremo reforma lo señalado por la Audiencia Nacional antes
citada (véase supra, la segunda modalidad) en relación a la aplicación
retroactiva del tipo «delitos de lesa humanidad» establecido en el artículo
607bis de su Código Penal reformado. En relación a la aplicación del
principio de legalidad, señala el Tribunal Supremo:
[…] la vigencia del principio de legalidad […] impide, pues, la
aplicación directa del derecho Internacional Penal consuetudinario
como única norma aplicable al caso. También impide la aplicación del
artículo 607 bis como norma penal sustantiva interna por ser posterior
a los hechos y no más favorable57 [No obstante, el Tribunal Supremo
indicó seguidamente que] [d]e lo expuesto no puede deducirse,
sin embargo, que las normas de Derecho Internacional Penal
consuetudinario, en cuanto se refieren a los delitos contra el núcleo
duro de los Derechos Humanos esenciales, puedan ser ignoradas en la
interpretación y aplicación de las leyes internas. El artículo 10.2 de la
Constitución impone la interpretación de las normas que se refieren
a los derechos fundamentales conforme a la Declaración Universal
de Derechos Humanos y a los tratados y acuerdos internacionales
suscritos por España, entre los que se encuentra el CEDH y el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP). De esta
forma, los principios contenidos en el Derecho internacional, deben
ser tenidos en cuenta al proceder a la interpretación y aplicación
del Derecho nacional, con mayor motivo cuando aquellos revisten
naturaleza de ius cogens. Consiguientemente, tanto las normas de
derecho Penal sustantivo como las de orden orgánico o procesal, deben
57
Cfr. Considerando sexto de la sentencia, disponible en la página web del equipo
Nizkor: <http://www.derechos.org/nizkor/espana/juicioral/#sent> (consultado el 20 de
enero de 2015).
230
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B) Jurisprudencia de Chile
xxxviii.quarter) En este apartado veremos dos sentencias:
a) La Corte Suprema de Justicia de Chile, mediante sentencia expedida
el 18 de enero de 2007, en el caso del homicidio perpetrado el 31
de octubre de 1973 en contra de ciudadano mapuche José Matías
58
Ibídem, considerando sexto, punto 5.
59
Ibídem, considerando séptimo.
60
Ibídem, segunda sentencia 798/2007.
231
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C) Jurisprudencia de Argentina
xxxviii.quinquis) En este apartado analizaremos tres sentencias:
a) En Argentina, luego de la sentencia «Barrios Altos» expedida por
la Corte IDH (2001), se generó un intenso debate sobre la validez
y efectos jurídicos de sus propias leyes de amnistía conocidas
como de «Punto final» y de «Obediencia debida» —leyes 23492 y
23521, respectivamente— vigentes ambas desde el año 1986. La
cuestión fue zanjada en última instancia por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación mediante sentencia expedida el 14 de junio de
233
Derecho penal internacional
61
La Corte Suprema de Justicia de la Nación (Argentina) declaró así: «24) Que la traslación
de las conclusiones de la Corte Interamericana en “Barrios Altos” al caso argentino resulta
imperativa, si es que las decisiones del Tribunal internacional mencionado han de ser
interpretadas de buena fe como pautas jurisprudenciales…la situación que generó
las leyes peruanas y su texto no son, por cierto, “exactamente” iguales a las de punto
final y obediencia debida. Sin embargo, a los fines de determinar la compatibilidad de
dichas leyes con el derecho internacional de los derechos humanos, no es esto lo que
importa. Lo decisivo aquí es, en cambio, que las leyes de punto final y de obediencia
debida presentan los mismos vicios que llevaron a la Corte Interamericana a rechazar
las leyes peruanas de “autoamnistía” […] cuya finalidad es la de evitar la persecución de
lesiones graves a los derechos humanos […] 25) […] la circunstancia de que leyes de
estas características puedan ser calificadas como “amnistías” ha perdido toda relevancia
en cuanto a su legitimidad. Pues, en la medida en que dichas normas obstaculizan el
esclarecimiento y la efectiva sanción de actos contrarios a los derechos reconocidos en
los tratados mencionados, impiden el cumplimiento del deber de garantía a que se ha
comprometido el Estado argentino, y resultan inadmisibles […] 31) Que, desde ese
punto de vista, a fin de dar cumplimiento a los tratados internacionales en materia de
derechos humanos, la supresión de las leyes de punto final y de obediencia debida resulta
impostergable y ha de producirse de tal forma que no pueda derivarse de ellas obstáculo
normativo alguno para la persecución de hechos como los que constituyen el objeto de
la presente causa. Esto significa que quienes resultaron beneficiarios de tales leyes no
pueden invocar ni la prohibición de retroactividad de la ley penal más grave ni la cosa
juzgada. Pues, de acuerdo con lo establecido por la Corte Interamericana en los casos
citados, tales principios no pueden convertirse en el impedimento para la anulación de
las leyes mencionadas ni para la prosecución de las causas que fenecieron en razón de
ellas, ni la de toda otra que hubiera debido iniciarse y no lo haya sido nunca. En otras
palabras, la sujeción del Estado argentino a la jurisdicción interamericana impide que
el principio de “irretroactividad” de la ley penal sea invocado para incumplir los deberes
asumidos en materia de persecución de violaciones graves a los derechos humanos»
(cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación (Argentina), sentencia expedida el 14 de
junio de 2005; texto disponible en portal electrónico de la mencionada Corte).
234
José Burneo Labrín
3.- Declarar, a todo evento, de ningún efecto las leyes 23.492 y 23.521
y cualquier acto fundado en ellas que pueda oponerse al avance de
los procesos que se instruyan, al juzgamiento y eventual condena de
los responsables, u obstaculizar en forma alguna las investigaciones
llevadas a cabo por los canales procedentes y en el ámbito de sus
respectivas competencias, por crímenes de lesa humanidad cometidos
en el territorio de la Nación Argentina.
b) Dos años después, mediante sentencia expedida el 13 de julio de
2007, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se ocupó de los
indultos que se habían otorgado a responsables de graves violaciones
de derechos humanos que esta vez calificó expresamente como
crímenes de lesa humanidad. Afirmó entonces la no validez jurídica
de los indultos concedidos respecto de los crímenes internacionales
mencionados:
28) Que las consideraciones expuestas, derivadas de los tratados
internacionales, de la jurisprudencia y recomendaciones de sus
organismos interpretativos y de monitoreo, han llevado a este
Tribunal, a través de diversos pronunciamientos, a reconocer el
carácter imprescriptible de los delitos de lesa humanidad (“Arancibia
Clavel”, Fallos: 327:3312); a declarar la inconstitucionalidad de las
leyes de obediencia debida y punto final (“Simón”, Fallos: 328:2056);
a reconocer el derecho a la verdad sobre los hechos que implicaron
graves violaciones de los derechos humanos (“Urteaga”, Fallos: 321:
2767); a otorgar rol protagónico de la víctima en este tipo de procesos
(“Hagelin”, Fallos: 326:3268); y también a replantear el alcance de
la garantía de cosa juzgada compatible con los delitos investigados
(“Videla”, Fallos: 326:2805).
29) Que ahora, en esa misma senda y en base al mismo plexo
normativo antes expuesto, producto de una hermenéutica de normas
y jurisprudencia nacional e internacional, le corresponde a esta Corte
declarar la imposibilidad constitucional de indultar a autores y
partícipes de esa clase de delitos, pues dicho acto de gobierno conlleva
de modo inescindible la renuncia a la verdad, a la investigación, a
235
Derecho penal internacional
62
Cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación (Argentina), sentencia expedida el 13 de
julio de 2007; texto disponible en portal electrónico de la mencionada Corte.
236
José Burneo Labrín
237
Derecho penal internacional
D) Jurisprudencia de Uruguay
xviii.sextis) En Uruguay, mediante la sentencia 365 (del 19 de octubre de
2009), la Suprema Corte de Justicia declaró la inconstitucionalidad de su
ley de amnistía —ley 15848, «Ley de caducidad de la pretensión punitiva
del Estado», del 22 diciembre de 1986— por considerarla violatoria del
ordenamiento jurídico nacional e internacional, teniendo en consideración
expresamente en este contexto la sentencia «Barrios Altos» de la Corte
IDH, así como la jurisprudencia argentina, en los siguientes términos:
A modo de síntesis, la ilegitimidad de una ley de amnistía dictada en
beneficio de funcionarios militares y policiales que cometieron delitos
de esta naturaleza, gozando de impunidad durante regímenes de facto,
ha sido declarada por órganos jurisdiccionales, tanto de la comunidad
internacional como de los Estados que pasaron por procesos similares
al vivido por el Uruguay en la misma época. Tales pronunciamientos,
por la similitud con la cuestión analizada y por la relevancia que han
tenido, no podrían soslayarse en el examen de constitucionalidad de
la Ley Nº 15.848 y han sido tenidos en cuenta por la Corporación
para dictar el presente fallo.
Por los fundamentos expuestos y las normas citadas, la Suprema
Corte de Justicia
FALLA:
DECLÁRANSE INCONSTITUCIONALES E INAPLICABLES
EN EL CASO CONCRETO LOS ARTS. 1º, 3º Y 4º DE LA LEY Nº
15.848, SIN ESPECIAL CONDENACIÓN PROCESAL (sentencia
365, sección III.8 de la parte III)63.
63
A continuación, algunos párrafos relevantes de la sentencia contenidos en la precitada
sección III.8: «Analizada la cuestión en su contexto, se aprecia que no puede ahora
invocarse la teoría clásica de la soberanía para defender la potestad estatal de limitar la
protección jurídica de los derechos humanos. Los derechos humanos han desplazado
el enfoque del tema y ya no se puede partir de una potestad soberana ilimitada para el
Estado en su rol de constituyente. Por el contrario, la regulación actual de los derechos
humanos no se basa en la posición soberana de los Estados, sino en la persona en tanto
titular, por su condición de tal, de los derechos esenciales que no pueden ser desconocidos
238
José Burneo Labrín
con base en el ejercicio del poder constituyente, ni originario ni derivado». «En el ámbito
jurisdiccional, cabe recordar algunos fallos de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos que declaran nulas leyes de amnistía dictadas para impedir el castigo de los
responsables de violaciones graves de derechos humanos y que establecen el deber de los
jueces y tribunales nacionales de velar por la aplicación de las normas internacionales
frente a “leyes contrarias a su objeto y fin y que desde un inicio carecen de efectos
jurídicos” (sentencia dictada el 14 de marzo de 2001 en el Caso Barrios Altos, interpretada
por sentencia de 3 de setiembre de 2001; sentencia dictada el 26 de setiembre de 2006
en el Caso Almonacid Arellano y otros; y sentencia del 29 de diciembre de 2006 en el
Caso La Cantuta)». «En Argentina, la Corte Suprema de la Nación ha dictado sentencias
relevantes, como la que el 14 de junio de 2005 resolvió el Caso Simón (Caso Poblete),
que constituye un auténtico “leading case”; y, más recientemente, la que el 4 de mayo de
2007 resolvió el Caso Mezzeo (Caso Riveros). Allí, sostuvo que las Leyes de Punto Final
y Obediencia Debida (Leyes Nos. 23.492 y 23.521) son inválidas e inconstitucionales.
A su vez, se pronunció sobre la validez de la Ley Nº 25.779, aprobada por el Congreso
de la Nación en 2003, por la cual se había declarado la nulidad de estas leyes». Texto de
la sentencia disponible en: <http://www.espectador.com/documentos/scj_caducidad.
pdf> (consultado el 15 de marzo de 2015).
64
Véase la sección precedente sobre derecho comparado, en este mismo capítulo.
65
Ídem.
239
Derecho penal internacional
66
Creada por el gobierno de transición (2000-2001), la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (2001-2003), cuyo presidente fue el filósofo y docente universitario Dr.
Salomón Lerner Febres, investigó las violaciones de los derechos humanos y crímenes
internacionales perpetrados, en el contexto del conflicto armado interno (1980-2000),
por Sendero Luminoso y el MRTA, de una parte; pero también, de otra parte, de acuerdo
con su mandato, los perpetrados por agentes estatales o con su anuencia o tolerancia.
Afirmó que determinados hechos atribuibles a los integrantes de los dos grupos antes
mencionados y a agentes estatales son susceptibles de calificarse como crímenes de lesa
humanidad y/o crímenes de guerra. Cfr. CVR, 2003; existe además una versión resumida
del Informe final, en un solo tomo, preparado también por la misma CVR y denominado
Hatum Willacuy (locución quechua que en castellano significa «Gran relato»).
240
José Burneo Labrín
67
Los crímenes de Sendero Luminoso fueron calificados por la Comisión de la Verdad y
Reconciliación como constitutivos del «delito de terrorismo, crímenes de lesa humanidad
y graves transgresiones del Derecho Internacional Humanitario» (cfr. CVR, 2003, tomo
VI, p. 68).
68
Cfr. CVR, 2003, pp. 129 (en relación a la desaparición forzada), 196 (en relación a
las ejecuciones sumarias) y 270 (en relación a la tortura).
69
Se trata de la ley 26479 (publicada el 15 de junio de 1995) y de la ley 26492 (del 2 de
julio de 1995). La primera de estas leyes, en su primer artículo, otorga amnistía general
al personal militar, policial y civil responsables de violaciones de derechos humanos
con ocasión de la lucha contra el terrorismo desde mayo de 1980 hasta la fecha de
promulgación de dicha ley. La segunda, inter alia, establece en su artículo segundo que
el Poder Judicial no podrá revisar o cuestionar en ningún caso la aplicación de la ley de
amnistía. Esta segunda ley, aprobada pocos días después de la primera, devino en necesaria
para otorgar impunidad a los integrantes del Grupo Colina en relación al caso Barrios
Altos. En efecto, la fiscal, abogada Ana Cecilia Magallanes, que había denunciado ante el
Juzgado Penal los crímenes de Barrios Altos, una vez promulgada la ley de amnistía, no
retiró su denuncia. Y la jueza penal Antonia Saquicuray, que conocía el caso, mediante
su resolución de fecha 15 de junio, se declaró competente para seguir juzgando el caso
Barrios Altos, considerando que la ley de amnistía, en particular su artículo primero,
era inaplicable toda vez que era violatoria de la Constitución Política del Perú, de la
Declaración Universal de Derechos Humanos y de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos de la cual el Perú es Estado parte. Promulgada la segunda ley, la
Corte Superior de Justicia declaró, mediante resolución de fecha 14 de julio de 1995, que
241
Derecho penal internacional
lo resuelto por la jueza Saquicuray era nulo, solicitando además al Órgano de Control
Judicial que se investigue la responsabilidad eventual de la jueza mencionada.
70
En relación al Poder Judicial, véase la nota precedente y, en relación al Tribunal
Constitucional, si bien en esos años no se pronunció expresamente sobre las leyes
de amnistía en cuestión, sí afirmó, contra toda lógica jurídica en una acción de
inconstitucionalidad, que no era procedente se pronunciara sobre esas leyes porque
habían «quedado agotados todos los efectos derivados de los actos delictivos objeto de la
amnistía» y, en consecuencia, «que el Tribunal no tiene facultades para pronunciarse sobre
la inconstitucionalidad de esas leyes» (cfr. Tribunal Constitucional, exp. 013-96-I/TC,
sentencia de fecha 28 de abril de 1997, fundamento décimo tercero). De esta manera,
al no poder revisarse en sede constitucional las leyes de amnistía, estas quedaban firmes
en sede nacional respecto de todas sus consecuencias jurídicas para todos los efectos.
El único magistrado del Tribunal Constitucional que votó en el sentido que el TC era
competente y que las leyes de amnistía eran inconstitucionales, debiendo en consecuencia
declararse fundada la demanda, fue don Manuel Aguirre Roca.
71
Véase la sección relativa al Perú, con sendos artículos de Rafael Goto y de José Burneo,
en Harper, 1996.
242
José Burneo Labrín
72
Véase el subtítulo 2 de la sección 5 («Las Naciones Unidas y la proscripción de la
impunidad y de las anmistías») en el capítulo I supra.
73
La sentencia de fondo en el caso Barrios Altos fue expedida por la Corte IDH el 14 de
marzo de 2001, mientras que la de interpretación, a pedido del Estado peruano, el 3 de
setiembre de 2014. Véase, infra, en este mismo capítulo, la sección sobre la jurisprudencia
de la Corte IDH.
74
Sobre la jurisprudencia de derecho comparado, incluida en parte la latinoamericana,
relativa a crímenes internacionales, véase la sección precedente en este mismo capítulo.
243
Derecho penal internacional
75
Véase un informe específico sobre el caso Barrios Altos en CVR, t. VII, pp. 485 a 503
(texto disponible, además, en el portal electrónico de la CVR).
244
José Burneo Labrín
76
Cfr. Tribunal Constitucional, sentencia del 29 de noviembre de 2005, exp. 4587-
2004-AA/TC (texto disponible en el portal electrónico del Tribunal Constitucional).
245
Derecho penal internacional
77
Cfr. Tribunal Constitucional, sentencia de fecha 2 de marzo de 2007, exp. 679-2005-
PA/TC (texto disponible en el portal electrónico del Tribunal Constitucional).
246
José Burneo Labrín
que la legitimidad del ejercicio del poder del Estado y, por ende, el
de sus órganos constitucionales no se justifica de por sí, sino a partir
del pleno respeto del principio-derecho de dignidad humana, y de
la observancia cabal de los principios constitucionales y los derechos
fundamentales.
23. Por ello, este Tribunal ha recordado que ninguna disposición
constitucional, incluyendo las que habilitan de competencias a los
órganos del Estado, puede ser interpretada aisladamente. En la medida
en que forma parte de la Ley Fundamental, la determinación de sus
alcances y límites debe realizarse bajo los alcances del principio de
unidad. Este principio, conforme hemos recordado,
[…] exige concebir a la Constitución como un todo plenamente
armónico e internamente coherente […]; teniendo presente
que, en última instancia, todo precepto constitucional se
encuentra orientado a proteger los derechos fundamentales como
manifestaciones del principio-derecho de dignidad humana
(artículo 1 de la Constitución) (STC 2730-2006-PA/TC).
24. Una ley de amnistía se encuentra sujeta tanto a límites formales
como materiales. Con respecto a la primera cabe señalar que el dictado
de una ley de amnistía es que esta solo puede formalizarse en virtud
de una ley ordinaria. Por tanto, además de respetar los principios
constitucionales que informan el procedimiento legislativo, debe
observar los criterios de generalidad y abstracción exigidos por el
artículo 103 de la Constitución. Igualmente, las leyes de amnistía
deben respetar el principio-derecho de igualdad jurídica, lo que
impide que, previsto el ámbito de aplicación de la ley de amnistía, el
legislador pueda brindar un tratamiento diferenciado que no satisfaga
las exigencias que impone el principio de proporcionalidad. […].
31. Entre dichos ilícitos [que no pueden amnistiados] destacan
los delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad recogidos
en los artículos 6, 7 y 8 del Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, que comprenden los siguientes actos: los delitos de
ejecución extrajudicial; asesinato; exterminio; esclavitud; deportación
o traslado forzoso de población; excarcelación u otra privación
247
Derecho penal internacional
78
Cfr. Corte IDH, caso La Cantuta vs. Perú, sentencia del 29 de noviembre de 2006,
párr. 40; disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_162_esp.
pdf>.
248
José Burneo Labrín
79
Véase un informe específico sobre el caso La Cantuta en CVR, t. VII, pp. 626 a 639
(texto disponible, además, en el portal electrónico de la CVR).
80
Cfr. Tribunal Constitucional, sentencia del 9 de diciembre de 2004, exp. 2798-2004-
HC/TC (texto disponible en el portal electrónico del Tribunal Constitucional).
249
Derecho penal internacional
250
José Burneo Labrín
251
Derecho penal internacional
252
José Burneo Labrín
253
Derecho penal internacional
81
En el texto original de la sentencia, se incluye la siguiente nota que corre con el
número 1040: «1040. S Corte IDH La Cantuta v. Perú, del veintinueve de noviembre
de dos mil seis, párrafo 225. SSTC Vera Navarrete del nueve de diciembre de dos mil
cuatro, párrafo 25 (número 2798-2004- HC/TC); y, Martin Rivas del veintinueve de
noviembre de dos mil cinco, párrafo 81 (número 4587-2004-AA/TC)». Las referencias
a jurisprudencia del Tribunal Constitucional han sido transcritas supra en el subtítulo
2 de la sección 5 de este mismo capítulo.
82
Cfr. Corte Suprema de Justicia del Perú, Primera Sala Penal Transitoria, caso
Alberto Fujimori Fujimori, sentencia del 7 de abril de 2009, exp. AV 19-2001,
pp. 623-624 (disponible en: <http://historico.pj.gob.pe/CorteSuprema/spe/index.
asp?codigo=10409&opcion=detalle_noticia>).
254
José Burneo Labrín
83
La Corte Suprema, en la sentencia precitada, haciendo mención al precedente de
Nuremberg e, inter alia, de los estatutos de los tribunales penales internacionales para la
ex-Yugoslavia y Ruanda, que «contribuyeron a reforzar la punibilidad consuetudinaria de
los crímenes contra la humanidad», concluye en la existencia de normas jurídicas «que
forman parte del Derecho Internacional consuetudinario [que] se configuraron antes de
los hechos de Barrios Altos y La Cantuta, [siendo] plenamente aplicables para la labor
de subsunción» (Corte Suprema de Justicia del Perú, Primera Sala Penal Transitoria,
caso Alberto Fujimori Fujimori, sentencia del 7 de abril de 2009, exp. AV 19-2001,
párr. 710 y 711, p. 618; disponible en: <http://historico.pj.gob.pe/CorteSuprema/spe/
index.asp?codigo=10409&opcion=detalle_noticia>).
84
Véase, sobre la aplicación concurrente (concurso ideal de delitos), la jurisprudencia
de España y de otros países en la sección precedente sobre jurisprudencia comparada
en este mismo capítulo.
85
Véanse nuestras observaciones a los artículos, incluidos en el Código Penal peruano
como «Delitos contra la humanidad», en la sección 1 de este mismo capítulo en donde
se analiza el crimen de lesa humanidad según el Estatuto de Roma.
255
Derecho penal internacional
86
Corte Suprema de Justicia del Perú, Primera Sala Penal Transitoria, caso Alberto
Fujimori Fujimori, sentencia del 7 de abril de 2009, exp. AV 19-2001, parte cuarta,
párr. 823, pp. 705 y 706; disponible en: <http://historico.pj.gob.pe/CorteSuprema/spe/
index.asp?codigo=10409&opcion=detalle_noticia>.
256
José Burneo Labrín
87
Cfr. Corte Suprema de Justicia del Perú, Primera Sala Penal Transitoria, caso
Alberto Fujimori Fujimori, sentencia del 30 de diciembre de 2009, exp. AV 19-2001,
pp. 253 y 254. La sentencia confirmó igualmente, por unanimidad, la pena impuesta
(p. 254). Texto disponible en: <http://historico.pj.gob.pe/CorteSuprema/spe/index.
asp?codigo=10409&opcion=detalle_noticia>.
88
Un informe sobre cada de estos tres casos puede verse en el tomo VII del Informe final
de la CVR (2003, pp. 485 y ss., 577 y ss., 693 y ss., respectivamente).
89
Corte Suprema de Justicia de la República, Sala Penal Permanente, exp. RN 4104-
2010, sentencia del 20 de marzo de 2013, párrafos indicados supra.
257
Derecho penal internacional
90
Corte Suprema de Justicia de la República, Sala Penal Permanente, exp. RN 4104-
2010, sentencia del 20 de marzo de 2013, párrafos indicados supra.
258
José Burneo Labrín
91
Véase la sentencia en el portal electrónico de la Corte Suprema de Justicia de la
República.
92
Cfr. Corte Suprema de Justicia de la República, Segunda Sala Penal Transitoria,
exp. RN 3198-2006, sentencia del 27 de abril de 2009, párr. 11: «II. Declararon: POR
UNANIMIDAD NO HABER NULIDAD […] en el extremo que condena por
unanimidad a […] como autor mediato del delito contra la vida, el Cuerpo y la Salud
—homicidio calificado, en agravio de […] IV. Declararon: POR UNANIMIDAD NO
HABER NULIDAD […] en el extremo que condena por unanimidad a […] como coautores
directos del delito contra la vida, el Cuerpo y la Salud —homicidio calificado, en agravio
de […]». Es necesario advertir que, en el mismo párrafo, el acápite IV hace referencia al
vigente artículo 320 del Código Penal peruano en el que se califica la desaparición forzada
como crimen de lesa humanidad, toda vez que este delito no se refiere al crimen de lesa
humanidad en sentido estricto, sino que denomina todo acto de desaparición forzada cuando
es perpetrado por agentes estatales, aún cuando no sea parte de un ataque generalizado o
sistemático, como delito contra la humanidad, confusión que ya abordamos supra en este
mismo capítulo al analizar los elementos constitutivos de este crimen internacional. Texto
disponible en el portal electrónico de la Corte Suprema de Justicia precitada.
259
Derecho penal internacional
sucede sin que medie explicación alguna, a pesar que, veinte días antes,
otra sala penal de la misma Corte Suprema de Justicia había calificado,
en la sentencia relativa al expresidente de la República, los crímenes
relativos a la caso La Cantuta como crímenes de lesa humanidad en forma
concurrente con su calificación como delitos comunes sancionados por
el Código Penal vigente antes de los hechos. En cualquier caso, tiene un
punto central de coincidencia con la sentencia del 7 de abril de 2009, así
como con la sentencia del 20 de marzo de 2013 que analizamos supra en
el extremo en que se califican los hechos como delitos comunes sobre la
base de los artículos del Código Penal vigente antes de los hechos, en la
especie como homicidios calificados.
93
El análisis relativo a los asesinatos y masacres imputados a Sendero Luminoso
se encuentra en la sección denominada «Los asesinatos y las masacres [de Sendero
Luminoso]» (CVR, 2003, t. VI, pp. 25 a 68).
260
José Burneo Labrín
94
Corte Suprema de Justicia de la República, Segunda Sala Penal Transitoria, exp. RN
5385-2006, sentencia del 14 de diciembre de 2006: «DECISIÓN: [declararon] 4.b) NO
HABER NULIDAD en el extremo de la sentencia que condena a […] por la comisión
del delito de Terrorismo […] y como autor del delito contra la Vida, el Cuerpo y la
Salud-Homicidio Calificado en agravio de […] tipificado en el artículo 152 del Código
Penal de 1924» (texto disponible en el portal electrónico de la Corte Suprema de Justicia
mencionada).
261
Derecho penal internacional
262
José Burneo Labrín
95
Sobre este tema, véase Burneo, 2009 (a continuación, en esta sección, se insertan
algunos párrafos de este texto).
96
El caso Almonacid Arellano, resuelto por la Corte Interamericana, se refiere al asesinato
del que fuera víctima este ciudadano chileno el año 1973 en Rancagua (Chile), poco
después de ocurrido el golpe de Estado: «carabineros» le dispararon en la puerta de su
domicilio en presencia de su familia. Debido a la vigencia de la ley de amnistía y habiendo
la Corte Suprema de Justicia de la República de Chile decidido (1996) que el caso fuera
resuelto por la justicia militar y no por la justicia común, como solicitaba la familia de la
víctima, la justicia militar dictó (1998) el sobreseimiento total y definitivo en aplicación
de la ley de amnistía 2.191, promulgada y en vigor desde 1978. Cfr. Corte IDH, caso
Almonacid Arellano y otros vs. Chile, sentencia del 26 de setiembre de 2006; disponible
en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_154_esp.pdf>, párrs. 82.17,
82.21 y 82.23.
263
Derecho penal internacional
264
José Burneo Labrín
97
Los crímenes del caso La Cantuta consisten en la desaparición forzada de nueve
estudiantes universitarios y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique
Guzmán y Valle (conocida como La Cantuta), situada a pocos kilómetros al este de
Lima. Los hechos ocurrieron el año 1992 y fueron perpetrados por los integrantes del
Grupo Cógina, escuadrón de la muerte compuesto por miembros del ejército peruano,
responsable también del crimen de Barrios Altos perpetrado unos pocos meses antes, así
como de otros casos. Véase, al respecto, en el Informe final de la CVR (2003, t. VII), la
sección relativa a la jurisprudencia peruana sobre crímenes internacionales. Los restos
humanos de algunas de las víctimas aparecieron años más tarde; la justicia penal peruana,
según vimos supra, condenó a los integrantes del Grupo Colina y a sus jefes, incluido
el expresidente de la República de entonces, como responsables del caso La Cantuta,
Barrios Altos y otros más.
98
En el caso del penal Castro Castro, la Corte IDH afirmó: «404.Por lo tanto, la Corte
encuentra que hay evidencia para sostener que las muertes [fueron 42 (cuarenta y dos)
ejecuciones extrajudiciales al interior del penal ubicado en Lima] y torturas cometidas
contra las víctimas de este caso por agentes estatales, por las razones referidas en párrafos
precedentes constituyen CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD. La prohibición de
265
Derecho penal internacional
cometer estos crímenes es una norma de ius cogens, y, por tanto, el Estado tiene el
deber de no dejar impunes estos delitos y para ello debe utilizar los medios, […] para la
persecución […] y la sanción de sus autores […]» (mayúsculas nuestras). Una síntesis
del caso puede leerse en el Informe final de la CVR (2003, pp. 674-693). El texto de la
sentencia (caso del Penal Miguel Castro Castro vs. Perú, sentencia del 25 de noviembre
de 2006) expedida por la Corte IDH, se encuentra disponible en: <http://www.corteidh.
or.cr/docs/casos/articulos/seriec_160_esp.pdf>.
99
La nota 113, en el original, dice: «113. Por ende puede ser calificada como un crimen
de lesa humanidad».
100
Corte IDH, caso Gelman vs. Uruguay, sentencia del 24 de febrero de 2011 (fondo
y reparaciones); disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/
seriec_221_esp1.pdf>.
266
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101
Véase, en el capítulo I, la sección relativa a la posición de la ONU sobre las leyes de
amnistía.
267
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268
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269
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270
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102
La convención internacional de las Naciones Unidas para la protección de todas
las personas contra las desapariciones forzadas (adoptada el 20 de diciembre de 2006),
ilustra lo que venimos diciendo. Así, el artículo 2 establece que, en el marco de esta
convención, siendo un tratado de derechos humanos, solo el Estado o quien actúa con
su autorización/apoyo/aquiescencia puede perpetrar este crimen internacional, incluso
basta que se realice un acto aislado; es decir, no requiere que exista un ataque generalizado
o sistemático. Este crimen internacional empero no es denominado «crimen de lesa
271
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272
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275
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La Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso de la República del
Perú, el 9 de diciembre de 2014, aprobó su dictamen mediante el cual se propone una
ley del nuevo Código Penal, el cual incluye un conjunto de artículos sobre violaciones
graves de derechos humanos y los crímenes internacionales establecidos en el Estatuto
de Roma de la Corte Penal Internacional.
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