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Reflexión académica

LA DEMOCRACIA FEMINISTA DESDE LA VIDA


COTIDIANA: LOS HOGARES Y EL TRABAJO
FEMINIST DEMOCRACY FROM EVERYDAY LIFE : HOMES AND JOB

Ana Gabriela Gallardo Lastra


PhD (c) en Estudios del Desarrollo por la
Unidad de Estudios del Desarrollo de la
Universidad Autónoma de Zacatecas.
Master en Estudios del Desarrollo en ISS
(International Institute of Social Studies).
Contacto: gabygallardo10@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-9628-
2596

Recibido: 20.06.2021/Aceptado: 11.09.2021

RESUMEN
En el intento por contestar: ¿por qué la democracia liberal se encuentra deslegitimada por las
mujeres?, el presente texto busca debatir el concepto y la mirada hegemónica que se usa para observar
la democracia. Así, se plantea una propuesta feminista -desde una epistemología crítica- que permite
visibilizar el espacio del hogar y de los trabajos como espacios de poder; introduciendo la teoría de la
reproducción social y de sostenibilidad de la vida. Se cuestiona lo privado y lo público; sugiriendo
retomar
en la vida cotidiana de las mujeres.

PALABRAS CLAVE
Democracia, feminismos, hogar, mujeres, trabajo de los cuidados y reproductivo.

ABSTRACT
In an attempt to answer the question: ¿why liberal democracy is delegitimized for the women?; this
text seeks to debate the concept and the hegemonic view that is used to observe democracy. Within
this framework, a feminist proposal is put forward from a critical epistemology that allows making
visible the space of the home and the care work as spaces of power, introducing the theory of social
reproduction and sustainability of life. We question what is private and what is public, therefore, it is
suggested that the slogan "the personal is political" be taken up again. We recommend that a
democracy in everyday life.

KEYWORDS
Care work and reproductive work, democracy, feminisms, households, women

Universidad Politécnica de Nicaragua.


Julio-diciembre de 2021. CJP, Vol. 7 Nro. 18.
ISSN 2413-810X| Págs. 147-166.

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CUADERNO JURÍDICO Y POLÍTICO |Vol. 7 Nro. 18. Julio-diciembre de 2021

Sumario
Introducción | Metodología: método lógico marxista
| Kratos | Demos | Los otros aspectos de la
democracia | Los hogares y la familia | Los espacios
de trabajo | Conclusiones | Referencias
bibliográficas.

Introducción

E l concepto de democracia se encuentra en crisis. La democracia liberal


representativa, si bien está en su momento cumbre a nivel mundial como la
forma de aplicación y entendimiento hegemónico, en cuanto a su legitimidad
empieza a colapsar (Ackerman, 2019). Pues, en pleno siglo XXI no es fácil hablar de
democracia dice Carol Pateman (2008). Por un lado, es limitada a la visión hegemónica
shumpeteriana; la cual identifica a la democracia solo con elecciones justas y libres. Lo
que deja un golfo entre las poblaciones y democracia. Por otro, no se puede hablar de
democracia porque la palabra significa todo y nada a la vez; se ha usado en exceso que
incluso puede emplearse para legitimar plebiscitos que llevan a dictaduras (Lummis,
2016).

De la misma manera, Rita Segato (2021) desde un feminismo crítico cuestiona la


democracia clásica:

Cuando escucho la palabra democracia, lo primero que me viene a la


cabeza es el tema de la democracia real, la cual es parodiando un poco,
parecido a lo que siempre hablamos del socialismo real: El socialismo que
nunca llegó a su destino (p. 1).

A modo de respuestas, Yanasupos y Cevallos (2008) sostienen que la democracia


representativa, durante los últimos años, atraviesa por una etapa de crisis debido a que su
legitimidad ha sido puesta en entredicho por grupos sociales.1 De manera más específica,
Alicia Miyares (2019) en su libro Democracia feminista indica que la democracia está en
colapso porque no ha satisfecho las expectativas de las mujeres.2

¿Por qué la democracia representativa se encuentra deslegitimada por las mujeres3? ¿Cuál
es la democracia que plantean los feminismos? O más concretamente: ¿desde dónde se

1
Por citar algunos ejemplos: - En las recientes elecciones presidenciales en Ecuador de abril-2021 se destaca la opción del
nulo que, por primera vez en la historia, superó al millón de votante, llegando a ser al 16,26%. Es decir, 1'761.433 del
electorado optó por el nulo; de quienes, en su mayoría fueron mujeres con el 54,33%, frente a un 45,67% de votos nulos
de hombres (el telégrafo, 2021). Otra evidencia, se ve en las recientes elecciones en Perú en la primera vuelta ningún
candidato superar el 20% de los votos. Además de las manifestaciones del año 2021 en Estados Unidos y en Colombia.
2
Por citar un ejemplo: En la realizada en México se muestra que las mujeres se encuentran en gran más medidas
insatisfechas con la democracia que los hombres (45% frente a 39%).
3
Se reconoce que se debe hablar también de diversidades, sexo, genéricas y democracia pero el presente ensayo por temas
de espacio y tiempo ha delimitado el análisis solo a mujeres.

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

debe abordar para reformular la democracia? Sería muy sencillo atribuir este problema a
la falta de mujeres en las instituciones de representación4.

Sin embargo, parece que el problema no reside ahí sino en la forma en la es concebida la
democracia. Pues, no hay que perder de vista que la democracia, de acuerdo como es
concebida y problematizada, confiere legitimidad política y establece una serie de
parámetros como dónde situar los centros del poder, qué se entiende por sociedad, y cuál
ha de ser su espacio de realización (Miyares, 2019).

Los supuestos de Marx difieren radicalmente de los que se encuentran en la base de los
paradigmas económicos neoclásicos, de la sociología de la acción social y de la ciencia
política dominante, así como también el feminismo da luces de los camuflajes en los que
se ha escondido la democracia (Miyares, 2019).

Si bien, existen varias razones para explicar el derrumbe de la democracia en


Latinoamérica: desde la falta de interés y apolítica de los y las ciudadanas
(Latinobarómetro, 2018), la corrupción (LAPOP, 2019 (a)) o ineficacia del Estado para
redistribuir recursos (Massai, 2010), el presente texto plantea otro entendimiento desde
el feminismo marxista y descolonial.

A modo de hipótesis se plantea que una de las razones de su deslegitimación es la forma


en la que se entiende la democracia pues la convierte en algo tan abstracto que no es
tangible para la mayoría de las mujeres; y por lo contrario, permite esconder grandes
injusticias que se encuentran en el hogar y en el trabajo reproductivo y de los cuidados.
Entonces, se propone que a través de la realidad que viven las mujeres en su vida
cotidiana se observe y se entienda otro tipo de democracia y también se visibilicen nuevas
aporías.

Así, Jelke Boesten (2020) en "¿Democracia en el hogar? Política social, violencia


doméstica y organizaciones de mujeres en el Perú", sostiene que mientras la
democratización desde arriba puede resultar en transformaciones limitadas en muchas
áreas de políticas, se debe prestar atención a la manera en la que la democratización puede
ser apropiada, transformada y vigorizada desde abajo (p.1).

Por lo que llama la atención que las investigaciones sobre democracia y género se
concentren en su gran mayoría en la participación política dentro de instituciones
representativas, sobre todo en relación a la presencia de mujeres en los parlamentos
(Childs, 2004; Celis et al., 2008; Gallardo, 2021; Schwindt-Bayer, 2010, entre tantas otras).
Es decir, la discusión teórica hegemónica sobre democracia y género se enmarca en la
democracia representativa. Se reconoce que las personas académicas de la teoría
convencional predominante (mainstream) de estudios del desarrollo y ciencias políticas
(también en género) tienden a limitar el desarrollo a cuestiones institucionales y a
reformas políticas (Veltmeyer, 2020). En cambio, del otro lado, parecería existir un vacío
en la literatura sobre la democracia radical, participativa y deliberativa de las mujeres en

4
Cabe recalcar que se reconoce un problema de falta de mujeres y especialmente de mujeres indígenas o afrodescendientes,
ver Mala Htun y Jennifer Piscopo (2014).

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espacios y tiempos más cercanos a ellas y que no limite su participación solo al sufragio.
En conclusión, es como si existiera una desconexión entre la realidad y el mundo de las
ideas. Muy acertadamente Nancy Fraser y otras (2019) enfatizan que el fracaso de la
democracia feminista liberal está en la desconexión entre el ascenso de las mujeres de
élite a los altos cargos y las mejoras en la vida de la gran mayoría.

Por esta razón, encontramos en la epistemología crítica una lectura aguda y necesaria para
este debate, po
propuesta que entiende la construcción del conocimiento como un proceso centrado en
la recuperación de las perspectivas históricas planteadas por y desde los sujetos
subalternos, por sus d
(p.1).

En este caso, la recuperación de las perspectivas de los sujetos subalternos es


fundamental: mujeres racializadas, mujeres afro, mujeres indígenas, mujeres mestizas
empobrecidas y sus demandas y expectativas sobre la democracia desde abajo y a la
izquierda (Marcos, 2014).

En cuanto a la epistemología feminista decolonial y marxista sobre democracia se plantea


iva de género
permite colocar en el fondo en la cuestión de la expansión de la ciudadanía y las complejas
. Pero, además, los debates
desde le economía feminista plantean cuales son las relaciones entre el neoliberalismo, la
explotación, los cuerpos y los territorios (Gago, 2019).

Entonces, para pensar una verdadera democracia que expanda sus lecturas a los
problemas de despojo y explotación, se debe poner en el centro del debate qué cuerpos
y qué territorios están en hiper precarizados y como la democracia da respuesta a estas
situaciones. Por ende, existe la necesidad de dar respuestas complejas a los límites de los
modelos democráticos actuales y como ya no es suficiente pensar en democracia sin
pensar en una postura anticapitalista, anticolonialista y antipatriarcal. Dado que, como
bien lo señala feminista decolonial, estos sistemas de opresión (el capitalismo, el
imperialismo, el extractivismo y el patriarcado) no operan de manera desarticulada, todo
lo contrario, están complejamente interrelacionados (Ochoa 2018).

Con esto dicho, este texto se estructura de la siguiente manera para resolver las preguntas
planteadas. En un primer momento se situará la metodología que se aplicará a esta
propuesta basado en el método lógico marxista: abstracción, concreción y abstracción.
En un segundo momento, se presenta un debate teórico sobre Kratos y Demos para
sobrepasar las lecturas hegemónicas de la democracia representativa. Así, en un tercer
momento se sitúa el análisis en los hogares, el trabajo reproductivo y los trabajos de
cuidados para enriquecer y expandir los debates de la democracia en base a la
reproducción social marxista y la teoría de la sostenibilidad de la vida. Finalmente, se
propone una reflexión sobre la democracia nuevamente abstracta después de haber sido
analizada en lo concreto.

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

Metodología: método lógico marxista


La teoría del conocimiento marxista nos muestra que existen diferencias
sustanciales entre la realidad y la apariencia. Se parte de la idea que los hechos, las cosas,
los acontecimientos, las formas (como en este caso la democracia) se presentan ante el(la)
actor(a)-observador(a) de forma distorsionada. De acuerdo con Marx, la abstracción es
el llegar
realidad que quiere explicarse. El abstraer envuelve tomar distancia de la realidad, de
separar y analizar elementos simples y reducidos de la propia realidad (Osorio, s.f.). Se
puede concluir que, el método de conocimiento que plantea Marx parte de las
representaciones iniciales para pasar a la separación y análisis de elementos simples
(proceso de abstracción) que permita descifrar las articulaciones específicas y reconstruir

Marx y Engels plantean ver lo material como punto de partida del análisis; ascendiendo de
la tierra al cielo. Ellos piensan que no son las ideas o la conciencia las que dan forma al
mundo, sino que la historia surge de lo material, de lo visible. En otras palabras, los
autores señalan que las condiciones de los hombres y las mujeres son plasmadas en su
proceso de desarrollo real, empírico, bajo determinadas condiciones (Marx y Engels,
1845). Es decir, las personas actúan de determinado modo y contraen determinadas
relaciones sociales y políticas en función de sus necesidades materiales y el rol que ocupan
en la sociedad.

Se puede observar que Marx llama método científico el ir de lo concreto a lo abstracto,


entendiendo lo concreto como la síntesis de múltiples determinaciones. Es decir, como
la unidad de lo diverso. Las determinaciones abstractas generales corresponden a todas
las formas de sociedad, pero en el sentido de observar los elementos internos, las
categorías concretas (Marx, 1857). Empecemos entonces, aplicando este método lógico
sobre lo que se entiende como democracia.

Kratos
John Locke menciona que el gobierno es la sociedad política que representa un
contrato social entre quienes han consentido formar una comunidad o gobierno. Ante lo
cual, Robert Dahl (1999) pregunta: pero ¿cuál es la asociación adecuada en la que debería
establecerse un gobierno democrático?; es decir, cuestiona el espacio donde debe
implantar el gobierno democrático. De acuerdo a Dahl (1999), la respuesta de Locke sería
en los Estados-nación, respuesta que es, hasta nuestros días, la idea hegemónica: la
democracia entendida desde y e
cuestionamiento: Karl Popper (1988) en Un repaso de mi teoría de la democracia, manifiesta
que el problema fundamental de la democracia era y sigue siendo la siguiente pregunta
manifestada por Platón: ¿quién debe gobernar un Estado? en la Edad Media, la respuesta
a la pregunta se basó en un principio: Dios es quien gobierna, y gobierna a través de sus
representantes humanos. Después del tiempo, con la primacía de la democracia
representativa, que quien debe gobernar es el pueblo pero a través de los representados
electos democráticamente (Popper, 1988).

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Empero, la democracia es más que una forma de gobierno institucional con


representantes. El debate conceptual sobre la democracia,
plantea una crítica al concepto hegemónico de democracia refiriéndose a que este solo se
ha traducido como mero método de selección de los gobernantes y de representación
política imperfecta de todas las personas que son ciudadanos (Dagnino y otros, 2006).
Por lo que, O´Donnel (20004) sugiere redefinir el papel de la ciudadanía dentro de la
democracia, así como su marco teórico con el siguiente argumento:

Aunque el régimen democrático es un componente indispensable de la


democracia, es insuficiente para caracterizar a esta adecuadamente. El
estado y en algunos sentidos el contexto social general también son
componentes importantes para tal conceptualización (p. 11).

La democracia liberal está lejos de ser la única forma alternativa de democracia (Strin y
Azzellini, 2014). Especialmente para los feminismos esta conceptualización de la
democracia liberal no alcanza ya que evidentemente el pueblo no gobierna- menos aún
las mujeres pobres, racializadas y rurales- y los y las representantes se encuentran en un
nivel tan elevado que no se encuentran en su día a día. Por lo que es necesario aclarar el

de las experiencias concretas del día a día y la falta de conexión con las prácticas

que sucede en los otros lugares más cercanos.

En la misma línea, Alicia Miyares (2019) menciona que no es suficiente con equilibrar la
representación de las mujeres en la esfera de lo público y político sino que es necesario
enmarcar los otros niveles de la realidad. Es decir, ver el espacio como lugares de poder
como en los hogares, en los espacios de trabajo femenino, en los cuerpos y en las
comunidades como territorios5; además como espacios de una realidad concreta.

Los feminismos nos permiten cuestionarnos: ¿quiénes gobiernan y quiénes deben


gobernar en las familias, en los trabajos? ¿Por qué existe una división entre el trabajo
productivo y reproductivo - donde el último es no pagado? ¿Cómo cambiamos los
mandatos de género para que no sean las mujeres quienes asuman los trabajos de
cuidados? ¿Cómo los cuidados se relacionan con la sostenibilidad de una vida que
merezca ser vivida? Dado que, la democracia es más que una forma de gobierno, es
también un modo de vida asociada en palabras del filósofo John Dewey (Dahl, 1999); es
imperante que la naturalización de las desigualdades se ponga en el centro de la agenda
democrática.

A lo que se suma la pregunta: ¿cómo el trabajo de los cuidados y el trabajo doméstico


son vistos complementariamente desde un enfoque de sostenibilidad de la vida? Pues,

5
Regresar a observar a las comunidades es un debate planteado por los feminismos decoloniales. Por razones de espacio y
tiempo no se abordará el tema de las comunidades como espacios de democracia. Sin embargo, se sugiere para una próxima

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hay también que reconocer que desde los movimientos sociales, la economía feminista
se ha ido desplazando conceptual y políticamente de la discusión sobre el trabajo
doméstico a la idea de sostenibilidad de la vida (Carrasco, 2017).

A partir de lo señalado, podemos plantear que la democracia debe ser observaba (y


considerada) en espacios concretos y tangibles para la mayoría de las mujeres como son
los hogares y los espacios del trabajo reproductivo y de cuidados remunerados y no
remunerados El parlamento y el poder ejecutivo son espacios elitizados, inalcanzables
por lo que la democracia debe ser entendida desde la vida cotidiana para que sea real. Es
necesario preguntarse como sociedad ¿qué representa gobernar en términos del día a día
para las mujeres (entendidas como un grupo subalterno)?

Ahora, hay que señalar que los hogares y los espacios de trabajo femeninos son también,
-en muchos de los casos- espacios injustos para las mujeres, donde no se garantiza la
libertad ni la igualdad (Carrasco, 2006). De acuerdo con Alicia Miyares, una verdadera
democracia feminista no puede existir sin estos tres elementos básicos: justicia, libertad e
igualdad (Miyares, 2019). Este último argumento constituye la segunda hipótesis por las
que se considera que la democracia es deslegitimada por las mujeres. En otras palabras,
porque su vida se enmarca en espacios no democráticos, sino por el contrario en espacios
no justos, no libres y no igualitarios. Por lo que, Karina Batthyany, Secretaría de
CLACSO, exige que se interpele la concepción de ciudadanía y democracia dentro de la
noción sobre libertad para las mujeres (CLACSO, 2020a).

Demos
Robert Dahl (1999) plantea la pregunta: ¿qué personas deberían constituir el demos
(pueblo)? La respuesta de las ciencias políticas mainstream es que todos y todas en la
práctica constituyen el demos. Tal afirmación parte de la premisa de que todos y todas
tienen derechos políticos. Cabe mencionar que, en el pasado las mujeres eran excluidas
de estos derechos. De hecho, John Locke abiertamente manifestaba su visión tradicional
de que las mujeres debían quedar excluidas del demos. Más de un siglo tuvo que pasar
hasta lograr que se interprete que el consentimiento del pueblo, incluía el consentimiento de
las mujeres (Dahl, 1999).

En diversos momentos de la historia el demos fue considerado de manera distinta. Como


sea, en la actualidad todos y todas pueden votar y la democracia representativa afirma que
todos y todas son tomadas en cuenta como iguales. De esta manera, se homogeniza al
demos como si todos y todas fuéramos iguales por tener los mismos derechos políticos
(al menos en papel), por lo que Sagot (2014) menciona que:

De hecho, las diferentes teorías sobre la democracia, desde los griegos


hasta el presente, han asumido la existencia de una ciudadanía abstracta,
sin cuerpo, sin clase, sin etnia y sin género. Esto ha sido particularmente
conveniente para quienes no han tenido ningún escrúpulo en excluir a
aquellos y aquellas no consideradas como iguales por tener un cuerpo y
una posición social diferentes (p. 39).

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Así, se ha mirado al pueblo como una categoría homogénea sin género, sin clase, sin raza,
sin identidad sexual. Se establece como sí los hombres y mujeres son iguales cuando bien
sabemos que las ciudadanas no se encuentran en las mismas condiciones que los y las
ciudadanas y ciudadanos. Basta con mostrar que el 70% de los 1200 millones de pobres,
que viven en pobreza extrema- con menos de un dólar al día- sean mujeres; hay una clara
feminización de la pobreza. Así como también, en América Latina la mayoría de las
mujeres cabezas de hogar en áreas rurales no son dueñas de sus tierras (Miyares, 2019).

Ahora, introduzcamos la democracia participativa. La cual plantea como centro de la


democracia la participación de los y las ciudadanas (como en el activismo ciudadano, la
militancia política, la vinculación a organizaciones, participación en movimientos
vecinales, entre otras). Si miramos a la democracia desde esta perspectiva también se
puede evidenciar que no todos(as) los y las ciudadanas son iguales frente a la democracia
participativa. Las condiciones materiales de las personas, los roles de género, la raza, la
clase social, entre otras razones estructurales constituyen limitantes para la participación
efectiva de los y las ciudadanas. Especialmente de estas segundas. De hecho, Carol
Pateman (2016) en su obra El contrato sexual hace énfasis que solo los hombres tienen, en
la práctica, la característica de seres iguales y libres; y que las mujeres están subordinadas
a los hombres tal como se refleja en las relaciones sociales.

Por otro lado, el demos debe ser entendido desde la diversidad, dado que no todos ni todas
compartimos la misma realidad solo por tener derechos políticos. Esto, se puede
entender mejor si lo abordamos desde el pensamiento feminista. Por ejemplo, Celis,
Childs, Kantola y Krook (2008) en plantean
un concepto central para el feminismo interseccional: las mujeres no son una categoría
homogénea, pues, se evidencia que una mujer negra de una comunidad rural
afroecuatoriana que es explotada y que trabaja más de ocho horas diarias vive y entiende
una democracia distinta que la de una 6

de la ciudad de Quito.

Pero estas diferencias entre mujeres no son solo frente a su entendimiento o experiencia
de la democracia, son diferencias materiales de ubicarse en diferentes lugares de
privilegios y opresiones. Amelia
(p. 24). Claramente, solo algunas y
algunos pueden mantener su libertad, tienen sus necesidades básicas cubiertas, tienen
acceso a educación, salud, trabajo asalariado digno, acceso a información, tiempo y
recursos para tener goce y disfrute de bienes relacionales.

Por tanto, se puede decir que no existe una real democracia para todos y todas; no hay
un tal gobierno del pueblo. Con este panorama en mente, proponemos plantear la segunda
subhipótesis: La democracia se encuentra deslegitimada porque se la observa como si el
pueblo fuera homogéneo cuando en realidad todos y todas quienes incluyen la categoría

6
Este barrio ha sufrido una intensa gentificación en los últimos años concentrando gran variedad de bares y restaurantes

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

pueblo se encuentran en condiciones de desigualdad. La desigualdad vista por Myares

también como todos los mecanismos de opresión y subordinación que se configuran en


(p.116-117).

Esta hipótesis es respondida por Dagnino y otros (2006), quienes explicitan sus
insatisfacciones con la forma en que se ha analizado hasta hoy la democracia en América
Latina:

Una primera insatisfacción es la insistente tendencia a tratar a la sociedad


civil como un actor unificado, sin admitir su heterogeneidad intrínseca, lo
cual es un vicio recurrente en el análisis político latinoamericano. Una de
las maneras de reconocer no solamente esa heterogeneidad, sino de
exponerla de modo que contribuya al estudio más complejo de las distintas
configuraciones del proceso de construcción democrática, es identificar
los distintos proyectos en disputa alrededor de ese proceso (p.13).

Entonces, se puede afirmar que no existe un pueblo homogéneo. Esta manera de


observar a todos y todas como iguales dentro del demos constituye una falsedad; existe un
fetichismo del demos. Por esta razón, es imperante manejar lecturas interseccionales
en/para/por la democracia donde la clase, la raza y etnicidad, el género, la identidad sexo-
genérica, y otras diferencias deben ser tomas en cuenta como pilares mismos de la praxis
democrática.

Los otros espacios de la democracia


De acuerdo con las encuestas dominantes en Latinoamérica LAPOP y
Latinobarómetro-, lo contrario a la democracia es un gobierno autoritario. En base a esta
premisa se mide el termómetro democrático de los y las ciudadanas de Latinoamérica. Es
decir, se proponen preguntas que establecen la disyuntiva entre un gobierno democrático
o un gobierno autoritario.

Así como también, se establecen ideas sobre el autoritarismo solo dentro de la esfera
representativa. Por ejemplo, O´Donnell contextualiza el autoritarismo de los países
latinoamericanos solo desde la perspectiva electoral, dentro del marco de las elecciones
libres (O´Donnell, 2004). Como también, se debe decir que la mayoría de los países se
autoproclaman ser democráticos (Strin y Azzellini, 2014).

Pero ¿puede llamarse un país democrático si sus ciudadanas y ciudadanos manifiestan


valores autoritarios dentro de los hogares y espacios de trabajo reproductivos y de los
cuidados? La respuesta debería ser y es el planteamiento de este texto. Por ejemplo, un
ciudadano o ciudadana pueden preferir una democracia o un presidente que gobierno
basado en el consenso y aun así ser la o él único que toma las decisiones en el hogar o en
sus espacios de trabajo. Es decir, coexiste una realidad paralela en la cotidiana que marca
los valores o principios democráticos.

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Quizás por eso, Elinor Ostrom se interesó en delimitar las condiciones de una
democracia policéntrica en lo cotidiano. Cabe recalcar que, si bien la politóloga
estadounidense y premio nombre de Economía de 2009 no buscó construir una nueva
teoría sistemática de la democracia, sus argumentos nos ayudan a comprender una nueva
noción de esta (Olivos, 2017).

Dentro de las preguntas claves que ella formuló destacan: ¿quién tendrá derecho a tomar
las decisiones en un ámbito concreto? ¿qué retribuciones se asignan a cada participante?,
entre otras (Olivos, 2014). Sobre los hogares, surgen las preguntas: ¿qué pasa en los
hogares?, ¿quiénes toman las decisiones? ¿el padre siempre tiene la última palabra? En
los trabajos reproductivos y de cuidados, ¿las mujeres están de acuerdo con ser las que
realizan - en su mayoría- los trabajos impagados? También se podría ampliar a otros
espacios de dominación y sumisión de las mujeres: los cuerpos7; entendiéndose como los
lugares donde habitamos.

Esto puede ser mejor entendido si incluimos el debate feminista frente de los hogares y
el trabajo femenino en medio de qué es público y qué es lo privado. Karina Batthyany en
un diálogo con otras feministas exhorta que releamos la vieja consigna feminista de Lo
personal es político a un tiempo actual con la intención de introducir en la vida cotidiana la
dimensión política y de introducir en la política la vida cotidiana, e acuerdo, a la
representante de CLACSO, estos dos nudos señalados deben desatarse para poder hablar
de igualdad de género (CLACSO, 2020).

La vida cotidiana entendida como lo que sucede dentro de espacios de la vida diaria de
mujeres como son los hogares y los espacios de trabajo de las mujeres, cuestionando, a
la vez, cómo el bien-estar tiene lugar (o no) día a día (Pérez Orozco, 2014).

Empero, la vida cotidiana no ha sido lo suficientemente incluida al momento de analizar


la democracia o las democracias. De hecho, si bien la democracia participativa de alguna
manera disputa el sentido de la democracia representativa- no llega a completar una visión
de las subalternas porque no siempre observa la democracia en los hogares ni espacios
de trabajo femenino donde existen grandes desigualdades.

De la misma manera, sucede con la democracia deliberativa -que para algunos(as) es igual
que la democracia participativa-.
juntas escolares, vigilancia comunitaria, votaciones deliberativas, consultas comunitarias,
jurados de ciudadanxs, asambleas de ciudadanxs, legislaturas, órganos judiciales y
presupuestos participati Como vemos, tampoco se incluyen los
hogares o los espacios de trabajo. Por lo contrario, se los asume como espacios
intocables.

Es así que, las encuestas más usadas en estudios sobre democracia en Latinoamérica- las
realizadas por el grupo LAPOP y las encuestas de la Corporación Latinobarómetro8- si

7
En este marco surge la siguiente pregunta: ¿las mujeres deciden sobre sus cuerpos? Es decir, se cuestiona si existe
democracia en los cuerpos de las mujeres. Se sugiere revisar esta temática en próximas discusiones feministas.
8
Se procedió a revisar los últimos cuestionarios de las dos grandes encuestas: LAPOP (2019 b) y Latinobarómetro (2018).

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

bien toman en cuenta varios tipos de participación de los y las ciudadanas (como la
participación dentro del barrio, comunidad, escuela; como también la participación en
protestas y manifestaciones; y hasta la participación en redes sociales) no toman en cuenta
la participación de las personas dentro del hogar, ni mucho menos dentro de los espacios
de trabajo femenino. Sí bien el sentido de la democracia participativa es bajarle a la
democracia a un terreno real, todavía falta incorporarle una mirada de una democracia
feminista. Por lo que, se hace importante retomar y posicionar las encuestas dentro de
los hogares para poder visibilizar cuestiones sobre la desigualdad 9.

Los hogares y las familias


Ralws en su obra La justicia como equidad considera a la familia como una institución
privada, no pública, y por lo tanto, no política (Miyares, 2019). Pero esto no siempre fue
así, es a partir del siglo XVII que se produce la transición de un gobierno familiar como
público a un gobierno a través de la familia como privado. De la misma manera, los
contractualistas (Hobbes, Puferndorf, Locke) separan en dos esferas de acción y
realización de los sujetos según Miyares (2019):

[ esfera pública de realización de los varones donde tienen lugar la


libertad civil que es la política relevante; y una esfera privada donde
inscriben al matrimonio y la familia, de realización de las mujeres que no
es políticamente relevante y donde se mantienen las relaciones de
subordinación natural de las mujeres a los varones (p. 71).

Ahora, como espacio de lo público debemos entender las relaciones sociales y de


distribución de poder. Es decir, toda relación que estipule una determinada organización
del poder se halla dentro de la esfera pública como el desarrollo económico, los sistemas
familiares, la concepción del empleo, entre otras (Miyares, 2019). Por lo que sí vemos de
este modo lo que es lo público podemos llegar a la conclusión de que los hogares -
entendidos como la familia y lo que sucede dentro de sus relaciones - deberían ser en
realidad espacios públicos.

Los hogares donde se encuentran las familias han sido puntos donde se han impuesto
roles construidos socialmente. De acuerdo con Silvia Rivera Cusicanqui en La noción de
derecho o las paradojas de la modernidad postcolonial: indígenas y mujeres en Bolivia, desde la
implantación de los cabildos coloniales, la representación de las familias fue usualmente
atribuida a los hombres (práctica que se prolonga en los actuales sindicatos); y la imagen
predominante de las relaciones entre los géneros, ya que según Rivera Cusicanqui (1997)
es:

a) varones ocupados exclusivamente de la representación pública de la


"familia", en la que se subsume a la mujer ya los hijos. Esto se plasma en
la noción de patria potestad; b) mujeres dedicadas exclusivamente a las

9
Cabe mencionar que existen encuestas del uso del tiempo, que - entre otras cosas- visibilizan cuanto tiempo hombres y
mujeres dedican al trabajo reproductivo. Sin embargo, ninguna de éstas conectan el tiempo con la democracia o la
democracia del tiempo.

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CUADERNO JURÍDICO Y POLÍTICO |Vol. 7 Nro. 18. Julio-diciembre de 2021

labores reproductivas y decorativas, enajenadas de su voluntad sobre si


mismas y desprovistas de voz pública propia. En el polo opuesto de esta
imagen se situaría a las "mujeres p blicas", como una cruel paradoja de
sentido; y c) adolescentes y niños sometidos a la autoridad vertical de los
adultos, principalmente del padre (p.27).

A lo que se suma la tradición reformada de que el matrimonio debe verse como una
relación de protectorado con la idea de que el hombre entrega protección a su familia a
cambio de recibir los cuidados (Miyares, 2019). Existe un contrato social en el hogar. Por
lo que, es necesario aclarar que ese supuesto contrato social mejor conocido como
contrato sexual (Pateman, 2016) fue decidido no por todo el demos que compone el hogar
sino por las conveniencias de uno de los dos géneros que evidentemente han sido los
hombres y un sistema capitalista que se aventajo de estas desigualdades y encontró en la
familia el núcleo para su reproducción.

Cabe recalcar que no se busca homogeneizar los hogares10, sino caeríamos en el mismo
error de la democracia representativa de no reconocer las diversidades- que son muy
importantes dentro de los debates feministas no hegemónicos. Los feminismos
decoloniales son conscientes que coexisten diferentes formas de vida y de organización.
Por ejemplo, Sil
de g nero en el que las mujeres tenían derechos públicos y familiares más equilibrados
con sus pares varones, los que comienzan a ser trastrocados tan solo en décadas
997, p. 29). Sino lo que se busca es aclarar que dentro de los hogares
y familias se encuentran desigualdades que se pueden ver claramente en la asignación de
roles dentro de los mismos.

Es, por tanto, que los feminismos critican la filosofía liberal y la distinción entre lo público
y lo privado que la democracia liberal postula, donde lo político es componente esencial
de lo público, en tanto que lo privado está vinculado a la familia y al desarrollo de las
relaciones que se suscitan al interior del hogar. Así como también los feminismos buscan
entender y revelar los roles que culturalmente han sido asignados a hombres y mujeres,
inciden en la forma cómo hoy conceptualizamos determinadas relaciones que
históricamente han sido consideradas de subordinación (Yanasupo y Zevallos, 2018).
¿Existe o no democracia en los hogares? ¿Cómo y en qué términos se da esta democracia?
Lo desconocemos.

Los espacios de trabajo de las mujeres


De la misma manera sucede con los espacios de trabajo femenino. Especialmente,
dentro del mundo del trabajo del hogar y de los cuidados. Ante esto, las teorías
democráticas no han prestado atención y en su lugar, una vez más, han decidido separar
lo económico, lo social y lo político (Strin y Azzellini, 2016).

10
De hecho los feminismos entienden las nuevas formas de familias y de hogares. Por ejemplo, las
comunidades como familias ampliadas o las familias compuestas por personas de diversidades sexo
genéricas.

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

Cuando en realidad lo económico es parte de la democracia, de hecho, comienza a

igualitaria también es penetre en el ámbito de la producción y del mercado (Danigno et


al 2006, p. 5). De acuerdo con Strin y Azzellini (2016) la democracia debe ser revisada
desde lo económico, lo político y lo social como una sola esfera.

El trabajo femenino está compuesto por grandes injusticias: el no reconocimiento y la


explotación. El trabajo femenino está basado en la división social del trabajo y en la
división sexual del trabajo (Miyares, 2019). Ahora, es preciso indicar que esta división del
trabajo fue impuesta a conveniencias del capital.

No es coincidencia que el trabajo no remunerado es defendido por el actual sistema


capitalista. La teoría de la reproducción social desde una visión feminista-marxista nos
permite analizar la especificidad de la opresión de las mujeres en los trabajos, a lo que
ase trabajadora como sujeto central del
(p.8).

El punto de partida teórico para la Teoría de Reproducción Social es el concepto de fuerza


de trabajo, entendiendo fuerza de trabajo como una mercancía. La pregunta que surge es
¿cómo llega esa mercancía al espacio de la producción? La respuesta es que la fuerza de
trabajo es una mercancía especial, dado que, posee un carácter distintivo:

produce por fuera del circuito de


producción de mercancías, es decir, en un segundo circuito: el circuito de
la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. Es específicamente
a ese circuito (que, como veremos, está subordinado al primero) a lo que
se llama el de la Reproducción Social (Varela, 2019, p. 9).

Es decir, la Reproducción Social se refiere al proceso de creación y reproducción de la


fuerza de trabajo en dos aspectos: la reproducción biológica a través de los cuerpos de
las mujeres y toda la serie de trabajos necesarios para que esa fuerza de trabajo llegue a
su momento dentro de la producción. Para los fines pertinentes sólo nos detendremos
en este segundo que detalla que para que el trabajo llegue a su punto de producción es
necesario que se den una serie de trabajos invisibilizados como las tareas del hogar (que
van desde hacer compras hasta limpiar) y las tareas de los cuidados (que van desde el
amor, el cariño y el cuidado ante enfermedades) (Ibidem).
trabajo doméstico remunerado y no remunerado realizado por mujeres en el hogar es lo
Cabe anotar que la
conceptualización de reproducción social no integraba el cuidado como aspecto
trascendental hasta que fue visibilizado y nombrado desde los feminismos (Carrasco,
2017).

Si bien estos segundos no se limitan a lo que sucede en el hogar, es algo común que las
mujeres se hagan cargo de los cuidados dentro de los hogares (como cuidar a los niños y
niñas y a los ancianos y ancianas). Hay que enfatizar que este trabajo de reproducción de
la fuerza de trabajo es en su gran mayoría realizado por mujeres. Como también se debe

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CUADERNO JURÍDICO Y POLÍTICO |Vol. 7 Nro. 18. Julio-diciembre de 2021

decir que, de acuerdo a la perspectiva marxista, hablar de la Reproducción Social es hablar


de un trabajo necesario impagado y también asalariado (Federici, 2012).

En cualquiera de los dos casos, enajenador y explotador. Nos referimos a explotador en


el sentido marxista porque la sociedad capitalista se apropia de valor del trabajo no es
retribuido a las mujeres en el ámbito doméstico. En este sentido, la plusvalía coincide
con la totalidad de lo aportado por el trabajo femenino -no reconocido- dado que el
salario es 0. En cuanto al trabajo remunerado del trabajo doméstico y de los cuidados
realizados por las mujeres subalternas también se puede afirmar que es explotador puesto
que su retribución no refleja el verdadero valor de esas tareas puesto que de manera
generalizada se pagan salarios muy bajos por estas actividades.

Entonces, el problema principal que se visibiliza sigue estando en el marco de la idea del
trabajador libre de Marx. Es decir, libre de medios de producción y libre de vender su
fuerza de tener que vender su trabajo en el mercado (Varela, 2020). A lo que sumaría
libre de trabajar o no en el hogar.

¿Por qué luchamos?


las feministas luchamos por una vida libre y eso significa muchas cosas entre otras un
trabajo digno (CLACSO, 2020b). Lamentablemente, no se puede decir que el trabajo de
la reproducción social es digno porque no es reconocido y si es pagado es igual ante
condiciones impuestas de modo jerárquico-autoritario. En buena parte, el trabajo de las
mujeres es esencialmente enajenador. Sobre la enajenación, el joven Marx (1844)
menciona que el trabajo -en los términos que se encuentra en el sistema capitalista- hace
que los hombres y mujeres se conviertan en ajenos de sí, como una especie de esclavos.
Pero ¿qué pasa con el trabajo reproductivo y de cuidados de las mujeres? ¿ellas son
esclavas de su trabajo al sentirse ajenas a los productos del mismo? o, ¿la enajenación de
su trabajo recae en el hecho que ni siquiera se lo reconoce como trabajo? Esto último es
una de las denuncias que hacen (algunos de) los movimientos feministas bajo el lema eso
que llamas amor, es trabajo no pagado. Cristina Carrasco (2017), menciona que nos
encontramos en un momento de inflexión en la forma de considerar el trabajo de las
mujeres en los hogares como una actividad realizada «por amor» o por un supuesto deseo
de las mujeres de ser la «perfecta casada».

Por otra parte, pensando en el trabajo productivo, el filósofo marxista István Mészáros
(2001), interpela que exista un modo sustancialmente democrático dentro de los espacios
de trabajo (las fábricas). En su capítulo El sistema comunal y la ley de valor el filósofo húngaro
hace mención a la importancia de la participación y la toma de decisiones reales de los(as)
trabajadores(as) en sus trabajos. Como también hace énfasis en la superación de la
división social del trabajo y en la eliminación de todo tipo de jerarquías. Se plantea que
los trabajadores puedan decidir en todo el proceso de producción, desde la planificación
hasta la decisión sobre la ganancia obtenida. Ahora, la misma reflexión y lógica se puede
trasladar, con una perspectiva feminista, a los espacios de trabajo femenino. Las mujeres
deben poder decidir sobre su trabajo reproductivo y de cuidados, sobre la remuneración
que deberían obtener por este trabajo, tener plena libertad para planificar las tareas, las
cargas horarias, el número de actividades, sobre quién debe cocinar, etc.

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

Así, se considera necesario anotar que el trabajo no remunerado en los trabajos de


reproducción social y de los cuidados condiciona materialmente a las mujeres, sobre todo
a las mujeres más pobres. De acuerdo con Alicia Bárcena (2020), las mujeres
latinoamericanas del primer quintil de ingresos dedican 39% más tiempo al trabajo no
remunerado que las mujeres del quinto quintil. Es decir, las mujeres pobres de la región
concurren a: mayores responsabilidades de cuidado (por conformar hogares en general
más numerosos, con mayor cantidad de niños y niñas), menores recursos para acceder a
servicios mercantiles de cuidado (como guarderías), y menores y peores oportunidades
en el mercado laboral (lo que les permitiría acceder a recursos para adquirir servicios de
cuidado en el mercado) (Rodríguez, 2012).

Entonces, primero es necesario cambiar estas condiciones materiales en lo visible de la


cotidianidad, y no solo en las ideas de la democracia. Como bien lo señalan Marx y
Engeles (1845) no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina
El mejoramiento de la situación de las mujeres era una dimensión
ineludible de la recuperación de la democracia. No es una coincidencia que exista una
feminización de la pobreza a nivel mundial.

Finalmente, vale mencionar que también existe la posibilidad de analizar el trabajo de los
cuidados de las mujeres desde otra perspectiva: la de la sostenibilidad de la vida que no
contradice sino que complementa lo analizado desde la teoría marxista de la reproducción
social. De acuerdo con Cristina Carrasco, este concepto de sostenibilidad de la vida es
complejo pero presenta ventajas en relación a de reproducción social dada que:

Es más explícito en plantear que el objetivo es la vida (humana y no solo),


permite de forma más clara dar cuenta de la profunda relación entre lo
económico y lo social, considera las múltiples interdependencias e
interrelaciones entre lo ecológico, lo económico, lo social y lo humano,
planteando como prioridad, como objetivo fundamental, las condiciones
de vida de las personas, mujeres y hombres y, explícitamente, es una
apuesta política para transformar las relaciones de poder capitalistas-
heteropatriarcales. Ocultar las relaciones de interdependencia relacional
solo conduce a una sostenibilidad imposible (p. 71).

Desde esta perspectiva, el concepto de reproducción asegura que se incluya la relación


de ecodependencia respetuosa con la naturaleza para asegurar la vida (humana y no) de
generaciones presentes y futuras. Como también, incluir en el término la constatación de

definitiva, sostener la vida eliminar la desposesión representa disipar el conflicto


capital-vida, desplazando el objetivo de la acumulación de capital a la centralidad de la

De esta manera, se toma en cuenta un aspecto que normalmente no es considerado: la


importancia de los cuidados en la idea del buen vivir ya que las necesidades humanas son
de bienes materiales pero también de relaciones afectivas, emocionales y de cuidados
(Ibidem). Así, se garantiza que la vida esté en el centro de las discusiones, incluida en las
discusiones sobre la democracia.

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CUADERNO JURÍDICO Y POLÍTICO |Vol. 7 Nro. 18. Julio-diciembre de 2021

Para Amaia Pérez Orozco la propuesta feminista de mirar el mundo desde la


sostenibilidad de la vida permite apostar por miradas que cuestionan no solo cómo
funciona la economía y la política, sino también para qué funcionan. Por lo que, la apuesta
feminista de la sostenibilidad de la vida significa abrir una doble pregunta: ¿qué
entendemos por vida que merece la pena ser vivida, cuál es la idea de bienestar
hegemónica y cuál es nuestra contrapropuesta política desde el feminismo? y ¿cómo
sostenemos las condiciones de posibilidad de esa vida? Sobre esta última pregunta, se
enfatiza nuevamente que el nexo entre bienestar y posición en el mercado está mediado
por los trabajos no remunerados. Entonces, surge la pregunta: ¿hablar de los cuidados es
lo mismo que hablar de sostenibilidad de la vida? De acuerdo con Pérez Orozco la
respuesta es: sí y no, según a qué llamemos cuidados (Pérez Orozco, 2014). Pues,
podemos verlos desde distintas perspectivas y no se trata de definir los cuidados de
acuerdo con las actividades específicas. Si no, se trata de posicionarlos como relevantes
para que la vida ocurra.

Además, los cuidados no deben ser considerados solo para el producto final (pensándolo
solo como trabaja asalariado o no), sino que su importancia también radica en la relación
misma que se establece entre las personas involucradas. Sin embargo, hay que tener
cuidado que los feminismos no sean todo y por ende nada.

Entonces, podemos entender que la apuesta de la democracia feminista desde el trabajo


femenino es, entre otras, cuestionar cómo la vida es vivida, el bienestar de las mujeres,
de la naturaleza y de los y las subalternas.

Esta discusión debe seguir: la discusión del capital versus la vida misma.

Conclusiones
Durante este texto se ha planteado que la democracia es un concepto vacío sino
toma en cuenta de manera integral la desigualdad material, simbólica y epistémica de las
desigualdades de géneros. Es decir, si las mujeres siguen realizando mayoritariamente el
trabajo reproductivo y de cuidados sin pago alguno; si no existe una democratización de
las decisiones y el ejercicio de poder dentro de los hogares; si no se generan espacios de
toma de decisiones para los sujetos subalternizados sobre todo para las mujeres
racializadas, negras, indígenas y mestizas empobrecidas, poco o nada avanzará la
democracia. Por lo que parte del ímpetu del presente ensayo es hacer una demanda
Para generar estas
respuestas urgentes, la democracia debe situarse en los espacios concretos de la vida diaria
de las mujeres. Los espacios que deben ser observados son los que han permanecido
intocables como son los hogares y el trabajo feminizado. Para lo cual se promueve se
cuestionen los instrumentos y las encuestas que miden el termómetro democrático y en
su lugar se conjuguen con las encuestas de los hogares y se integre en el análisis el tiempo
de los cuidados. Se debe revelar otra realidad que parece permanecer oculta. Solo
conociendo esto se puede pensar en un proceso de emancipación que supone
humanización, liberación y la organización de una nueva sociedad.

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La democracia feminista desde la vida cotidiana: los hogares y el trabajo Ana Gabriela Gallardo Lastra

La razón principal que motiva este cambio de mirada sobre cómo observar la democracia
se basa en la idea de retomar una consigna aún vigente: lo personal es político, ya que se
están escondiendo grandes injusticias como bien se lo ha señalado: la no heterogeniedad
del demos, la participación desigual de las mujeres en la toma de decisiones en el hogar y
en los espacios de trabajo reproductivo y de los cuidados. Además, esto se presenta como
una primera lectura dado que la intensión real del texto no es develar la apariencia de la
democracia no feminista sino invitar a que se cuestione y se amplíe su mirada teórica
desde una perspectiva feminista y critica. Para solo así poder elevar el concepto
democracia nuevamente a lo abstracto y poder responder ¿qué es la democracia?
Actualmente se puede decir que si regresamos a lo abstracto después de esta revisión de
lo concreto, podemos ver una democracia capitalista, pero sobre todo patriarcal.

Se recomienda para futuros estudios que los espacios y territorios de los cuerpos y las
comunidades sean integrados al análisis y construcción de la democracia. Como también,
comprobar empíricamente las hipótesis planteadas. Además, los feminismos deben seguir
interpelando una vida democrática en todos los lugares que merecen una transformación.

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