Está en la página 1de 5

DERECHOS TUTELADOS EN LA SENTENCIA SU-698/2017 (DESVIO Y EXPLOTACION DEL ARROYO

BRUNO)

“El carbón no es un derecho humano, podemos vivir sin la explotación de carbón, pero no
podemos vivir sin agua y sin cultura”. (Luis Misael Socarras, Fuerza de Mujeres Wayuu)

La Honorable Corte Constitucional produjo una decisión a través de la Sentencia SU698-17


que se relaciona con la desviación del arroyo Bruno en La Guajira.

En esta oportunidad, la Corte falló a favor de las comunidades indígenas Wayuú de La


Horqueta, La Gran Parada y Paradero, contra Cerrejón, el Ministerio del Interior,
Corpoguajira, Autoridad Nacional de Licencias Ambientales y el Ministerio del Ambiente,
por los derechos fundamentales al agua, identidad, la integridad y diversidad étnica,
seguridad alimentaria, así como consulta previa e igualdad porque a otras comunidades si se
les consultó para la ejecución exitosa del proyecto de desvío de curso del arroyo.
Ahora, entrando en materia, lo que realmente nos compete es el estudio de los derechos
tutelados en la sentencia SU-698 del 2017 los cuales veremos más detallados a continuación:

 LA CONSULTA PREVIA: El 17 de diciembre, el Consejo de Estado ordenó que se


suspenda temporalmente el desvío del arroyo Bruno, en la baja Guajira, iniciado por
Cerrejón en el marco de su proyecto "El Puente". El proyecto, que comenzó a principios de
2016, implica un desvío parcial de las cabeceras antes de su desembocadura en el río
Ranchería para extraer los depósitos de carbón que se encuentran debajo de su cauce y
mantener la producción de 35.000 toneladas anualmente. El Consejo falló a favor del líder
Wayuú Lorenza Marcela Gil Pushaina de la comunidad Horqueta II, que argumentó en su
tutela que el desvío alteraría el ecosistema alrededor del afluente y amenazaría su viabilidad
y tejido sociocultural. El fallo era claro: se requería consulta previa de 27 comunidades
minoritarias que viven en Maicao y Albania.

Al igual que en La Horqueta II, son muchas las comunidades que nunca han sido consultadas
en el proceso de ampliación de la actividad extractivista de Cerrejón en los últimos treinta
años en el sur de La Guajira, de manera que sorprendió leer que el Consejo de Estado
ordenara al Ministerio del Interior y a la empresa minera ponerse al día y realizar la consulta
previa.

Para Jakeline Romero Epiayú, de Fuerza de Mujeres Wayúu, debe haber interés en poder
construir diálogos justos. Agrega: “Una comunidad negra o indígena siempre va estar en
desigualdad de condiciones cuando se enfrenta, por ejemplo, a procesos de consulta previa.
Porque quien no conoce sus derechos, le queda muy difícil defenderlos. Es muy triste
constatar que hoy [las] comunidades han ganado procesos de consulta por la vía jurídica,
cuando el derecho a la consulta previa es algo fundamental, que está inscrito en nuestra
constitución y está en el Convenio 169 de la OIT. No tiene por qué una comunidad que llegar
a un nivel estatal de este tipo para exigir la garantía de sus derechos. Es una obligación del
Estado garantizarle sus derechos en el momento en que una empresa desea desarrollar sus
actividades. Comunidades como la Horqueta y el Rocío, afectadas por la desviación,
enfrentan la triste realidad que no tienen garantizados sus derechos y tienen que pelear por
ellos. Es muy fácil para una empresa, porque solamente lo mide en términos de recursos
económicos, pero para nosotros estas intervenciones a nuestro territorio han implicado
costos muy altos”.

Jurisprudencialmente podemos encontrar la Sentencia T-704 de 2016 que menciona que “la
garantía [de la consulta] consiste en la necesidad de realizar un trámite de consulta complejo
y previo a la adopción de cualquier medida que afecte directamente los derechos de los
pueblos étnicos” y también podemos encontrar en la sentencia T-129 de 2011 que resalta
que “ […] es deber del Estado no sólo consultar a dichas comunidades, sino también obtener
su consentimiento libre, informado y previo, según sus costumbres y tradiciones, dado que
esas poblaciones, al ejecutarse planes e inversiones de exploración y explotación en su
hábitat, pueden llegar a atravesar cambios sociales y económicos profundos, como la
pérdida de sus tierras tradicionales, el desalojo, la migración, el agotamiento de recursos
necesarios para la subsistencia física y cultural, la destrucción y contaminación del ambiente
tradicional, entre otras consecuencias”. Ambas sentencias pasaron inadvertidas.

 MEDIO AMBIENTE SANO: La desviación del cauce del arroyo Bruno supone la vulneración del
derecho humano al agua para las comunidades residentes de la zona. La pérdida del
abastecimiento del agua para estas comunidades pone en riesgo su autonomía y soberanía
alimentaria, y vulnera el derecho a un medioambiente sano.

Toda actividad humana tiene impactos negativos y la extracción minera tiene unos impactos
adicionalmente más grandes. Tiene impactos en relación al consumo del agua, la calidad del
aire, la capa forestal.

La empresa Cerrejón históricamente ha sido responsable de una variedad de arroyos y estos


antecedentes nos permiten saber que es imposible que las características ecosistémicas de
los arroyos permanezcan una vez son desviados. Cerrejón argumenta que los arroyos se
afectan solo aguas abajo de su desviación, pero estamos hablando de sistemas continuos y
completos, entonces intervenir un tramo afecta toda su extensión. Actualmente, en su
tramo final, el arroyo Bruno está siendo contaminado por aguas no tratadas que vienen de la
mina y se estima que, a diario, cada cinco minutos, dos o tres carrotanques extraen de su
caudal 12.000 litros de agua, cada uno, para abastecer a 12.000 indígenas wayuu que ya no
cuentan con el recurso. Estos vehículos llevan agua a lo largo y ancho de La Guajira, pasando
por Albania, Maicao, Uribia, Riohacha y algunos sectores de Manaure.

El problema que el caso del arroyo Bruno evidencia va más allá de una acción minera con
fuertes impactos ambientales y comunitarios que ha sido avalada por el Estado, se trata
también de un espejo en el que se refleja el modelo nocivo con el que el mundo busca el
desarrollo.

 LA VIDA: ARTICULO 11 DE LA CONSTITUCION POLITICA: El derecho a la vida es


inviolable. El agua es un elemento fundamental en la vida de los seres
humanos y todas las especies de nuestro planeta tierra, por lo tanto, sin ella
no es posible la reproducción de la vida, de allí su estrecha relación con el derecho
fundamental a la vida, ésta constituye junto con el aire un bien común natural,
adicionalmente, muchos pueblos indígenas en su cosmogonía le han dado un valor ligado a
su espiritualidad entrando a ser parte de uno de los aspectos a tener en cuenta en el
derecho a la territorialidad. La compañía Cerrejón está actuando contrario al respeto que se
debe tener por el derecho a la vida al afectar los cuerpos de agua a cambio de pírricas
regalías por la actividad minera, adicionalmente no es solo el hecho del agua en sí, sino la
vida que trae a su alrededor con la conservación de la fauna y la flora con toda su diversidad.

 LA SALUD: Luis Misael Socarrás, líder indígena y miembro de la Asociación Fuerza de


Mujeres Wayuu expuso que los problemas de salud que viven las
comunidades aledañas a la mina son muy graves, generando situaciones
que nunca antes se habían visto, esto a raíz de que la calidad del agua
dispuesta para el uso personal o doméstico no cumple con los estándares
de salubridad, ya que puede contener sustancias nocivas para la salud las
personas, es decir, que no tenga unas condiciones físico-químicas y
bacteriológicas que hagan potable el agua. El Estado colombiano debe
controlar la actividad de explotación de los recursos naturales como
actividad económica que podría poner en riesgo la posibilidad de los
individuos y pueblos de producir sus alimentos, interferir con el
aprovechamiento personal o doméstico del recurso hídrico y generar
riesgo en la salud por el vertimiento de sustancias nocivas.

 SEGURIDAD ALIMENTARIA: ARTICULO 65 DE LA


CONSTITUCION POLITICA: La producción de alimentos gozará de
la especial protección del Estado. Para tal efecto, se otorgará
prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas,
pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales, así como
también a la construcción de obras de infraestructura física y
adecuación de tierras.

La realización del derecho a la alimentación tiene que ver con procurar la


disponibilidad de, al menos, las cantidades mínimas de los alimentos que
efectivamente contribuyan a satisfacer sus necesidades básicas, así como de los
medios que le permitan a los individuos o grupos procurarse su alimentación
(como la agricultura de subsistencia cuando se trata de pueblos que tienen algún
grado de dependencia con la naturaleza para producir su comida). Bajo este
panorama, el derecho a la alimentación se encuentra intrínsecamente ligado con
el concepto de seguridad alimentaria, entendida como el “acceso físico y
económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus
necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de
llevar una vida activa y sana”. Por lo que, a su vez, ha sido reconocido como un
derecho de naturaleza colectiva. Así las cosas, la seguridad alimentaria se
alcanza cuando existe una garantía efectiva del derecho a la alimentación, desde
una perspectiva de sostenibilidad.
Según se advirtió en este proceso, la presencia del bosque y del río, y el
mantenimiento de la cuenca hídrica, hacen posible la agricultura y la ganadería,
de la cual son dependientes las comunidades no dependientes de la minería, por
lo cual, una afectación en este frente podría implicar una amenaza para la
realización de estas actividades, y con ello, su propia seguridad alimentaria.
 IDENTIDAD: para el wayuu el territorio contiene su identidad, historia, conocimiento
ancestral y clan; goza de un amplio sentido y significación espiritual y se muestra como la
base que soporta sus prácticas tradicionales. Se consideran sagrados: el territorio ancestral,
los cementerios, las fuentes de agua, los jagüeyes y ojos de agua, los lugares que ofrecen sus
plantas medicinales, algunos árboles que alojan espíritus y los sitios de cultivo. Estos sitios
hacen parte de la identidad y cultura wayuu, y así mismo, representan la pertenencia de las
comunidades sobre su territorio ancestral. Para el caso particular de la minería de carbón, el
territorio empleado para esta actividad se pierde completamente, lo que implica la
imposibilidad de desarrollar cualquier actividad humana allí, debido a la presencia
consecuente de residuos tóxicos. Así mismo, se sabe que proyectos extractivos como
Cerrejón, producen transformaciones y reconfiguraciones en los procesos de identidad de
las comunidades de los territorios sobre los cuales se desarrollan.

 PARTICIPACION CIUDADANA: la Constitución Política de 1991 señala que la participación


ciudadana es un derecho y un deber que se sustenta “en el principio de solidaridad y en la
unión de las comunidades”. De acuerdo con la Corte Constitucional, la participación
ciudadana juega un rol supremo en la garantía de un orden justo como condición
indispensable para alcanzar la protección, la sostenibilidad y la distribución equitativa de los
recursos naturales. Como se argumenta en las sentencias T-348 de 2012 y T-660 de 2015 de
la Corte Constitucional, la adecuada gestión de los asuntos ambientales incluye la
participación de las comunidades afectadas.

las comunidades decidieron utilizar el mecanismo de la acción de tutela, como una de las
herramientas de participación ciudadana judicial dispuesta para solicitar la reivindicación de sus
derechos fundamentales

 IGUALDAD: el
derecho a la igualdad frente a las comunidades de la etnia
wayúu que sí fueron tenidas en cuenta y consultadas.
En el contexto que se acaba de describir, Lorenza Pérez Pushaina, José Miguel
Vergara Pérez, Aura Robles Gutiérrez y Misael Socarrás Ipuana, en
representación de las comunidades de La Horqueta, La Gran Parada y Paradero
presentaron la acción de tutela que ahora se revisa, cuestionando el proyecto de
desviación del Arroyo Bruno, por la presunta afectación de sus derechos
fundamentales al agua, a la seguridad alimentaria, a la identidad e integridad
étnica, a la consulta previa y a la igualdad frente a comunidades como ‘Campo
Herrera’ que sí fueron consultadas respecto de la realización del proyecto, a
pesar de que ellos también se encontraran en el área de influencia del mismo.

También podría gustarte