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Es engañosa la publicidad en caso de omitir datos necesarios sobre los bienes o servicios que
puedan producir o efectivamente hayan inducido a un error o actividad considerada perjudicial
para el destinatario.
El mensaje publicitario, en primer lugar, debe valorarse en términos de veracidad. Esto quiere
decir que debe haber un componente referido a la realidad objetiva como alusiones a
comportamientos o elementos materiales o hábitos económicos. Por otro lado, la alusión a
elementos ideológicos y juicios de valor no puede ser considerada engañosa; no por decir
“este es el mejor juguete que jamás haya existido” uno puede decir que se trata de un engaño,
por malo que sea el juguete. Esto es así para todas las manifestaciones de carácter subjetivo
que aparezcan como parte de un mensaje publicitario.
En segundo lugar, si puede demostrarse la inexactitud de la información y datos contenidos en
el mensaje. Dicha inexactitud se recoge en el marco jurídico y la normativa correspondiente a
la defensa al consumidor y en ciertos casos que establecen su jurisprudencia. En este punto
es donde podemos encontrar la razón de las definiciones de “alimento a base de” que
encontramos en los productos.
Publicidad ilícita
Publicidad engañosa
Publicidad desleal
Publicidad encubierta
Publicidad ilícita
Aquella que vulnera la dignidad de las personas, sus valores o los derechos reconocidos por
ley. Por ejemplo, la incitación de menores a un comportamiento violento o perjudicial para
ellos mismos.
Publicidad engañosa
Aquella que induce al error y supone un perjuicio para el destinatario, pudiendo afectar su
comportamiento, hábitos o salud. Lo mismo puede decirse en caso de dirigirse la publicidad a
desprestigiar a un competidor. Tampoco puede adherir a un código de conducta de otra
organización o de una institución pública sin previa autorización de la entidad en cuestión.
Es engañosa la publicidad en caso de omitir datos necesarios sobre los bienes o servicios que
puedan producir o efectivamente hayan inducido a un error o actividad considerada perjudicial
para el destinatario.
El mensaje publicitario, en primer lugar, debe valorarse en términos de veracidad. Esto quiere
decir que debe haber un componente referido a la realidad objetiva como alusiones a
comportamientos o elementos materiales o hábitos económicos. Por otro lado, la alusión a
elementos ideológicos y juicios de valor no puede ser considerada engañosa; no por decir
“este es el mejor juguete que jamás haya existido” uno puede decir que se trata de un engaño,
por malo que sea el juguete. Esto es así para todas las manifestaciones de carácter subjetivo
que aparezcan como parte de un mensaje publicitario.
En segundo lugar, si puede demostrarse la inexactitud de la información y datos contenidos en
el mensaje. Dicha inexactitud se recoge en el marco jurídico y la normativa correspondiente a
la defensa al consumidor y en ciertos casos que establecen su jurisprudencia. En este punto
es donde podemos encontrar la razón de las definiciones de “alimento a base de” que
encontramos en los productos.
Publicidad ilícita
Publicidad engañosa
Publicidad desleal
Publicidad encubierta
Publicidad ilícita
Aquella que vulnera la dignidad de las personas, sus valores o los derechos reconocidos por
ley. Por ejemplo, la incitación de menores a un comportamiento violento o perjudicial para
ellos mismos.
Publicidad engañosa
Aquella que induce al error y supone un perjuicio para el destinatario, pudiendo afectar su
comportamiento, hábitos o salud. Lo mismo puede decirse en caso de dirigirse la publicidad a
desprestigiar a un competidor. Tampoco puede adherir a un código de conducta de otra
organización o de una institución pública sin previa autorización de la entidad en cuestión.