Theorein. Revista de Ciencias Sociales.
123
Num. 1 | Vol (IV) | pgs.123-136 | ISSN: 2250-6625
www. revistatheorein.com
DOI: 10.26807/theorein.v6i01.76
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
Alejandro López Valarezo*
RESUMEN
Este artículo presenta las acciones de Luis Napoleón
Dillon como empresario y político; sobre todo en la
creación de la fábrica de tejidos La Internacional y su
relación con los trabajadores en el territorio nacional,
en un contexto de trasformaciones políticas a partir de
julio de 1925. Dillon creía que una forma de resolver
los problemas del Ecuador de su época sería a través
de la implementación de medidas que impidan el
incremento de los conflictos laborales. Sin embargo, su
prematura muerte impidió que su proyecto se materialice
completamente. Uno de los espacios donde se puede
analizar el pensamiento de Dillon es en la fábrica de
tejidos La Internacional, que fue fundada como una
alternativa para la resolución del llamado problema
obrero, como un lugar para proveer “pan a las clases
desheredadas”. En esta fábrica se desarrolló una de las
huelgas más importantes de la primera mitad del siglo
XX en Ecuador. Este artículo muestra las tensiones en
el espacio laboral, la agenda de los trabajadores y el rol
del Estado en un contexto de transformaciones políticas.
PALABRAS CLAVE:
trabajadores, fábricas textiles, huelgas, conflictos
laborales, problema obrero
*Doctor en Historia de los Andes. Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Seminario Permanente de Historia Política.
Quito, Ecuador. Correo electrónico: alopez.valarezo@gmail.com
Introducción
La fábrica de tejidos La Internacional fue el proyecto de
carácter privado en el que Luis Napoleón Dillon intento
conjugar su pensamiento político y económico. Dillon
pretendió crear alternativas económicas que permitan que el
Ecuador no dependa solamente de la agro-exportación. Su
objetivo fue proveer una fábrica para que los trabajadores
reciban un salario y el país se industrialice.
Este artículo analiza el pensamiento político de Dillon
y la relación que buscó construir con los trabajadores. El
estudio de caso de la fábrica La Internacional permitirá al
lector apreciar los límites del proyecto político derivado de
la llamada Revolución Juliana. Proceso en el que miembros
del ejército y la sociedad civil derrocaron al presidente
Gonzalo Córdova y buscaron reformar el Estado. Además,
se muestra cómo los postulados del liberalismo social no
se materializaron en un proyecto político de largo aliento
y solamente se plasmaron en algunas instituciones como el
Ministerio de Previsión Social y Trabajo (MSPT)
El pensamiento de Dillon estuvo enfocado en reformar el
Estado, dotarlo de nueva institucionalidad que le permitiera
tener presencia frente a los sectores populares, así como
impulsar la industrialización del país, regular las finanzas
públicas y el sistema cambiario con la creación del Banco
Central del Ecuador. Sin embargo, estas reformas tuvieron
sus limitaciones y estuvieron sometidas a constante pugna al
interior del movimiento juliano.
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Durante la I Junta de Gobierno de la Revolución Juliana
en 1925, Dillon puso en práctica algunos de sus proyectos
como la reestructuración nacional, la creación del Banco
Central y del Ministerio de Previsión Social y Trabajo. Sin
embargo, su muerte en 1929, no le permitió acompañar
a estas instituciones. Lo mismo aconteció con la fábrica
La Internacional que empezó sus operaciones como un
laboratorio para poner en práctica el pensamiento de Luis
Dillon; un espacio en el que se tendieron redes colaborativas
entre el obrerismo inconforme con el liberalismo plutocrático
y que corría el riesgo, según el propio Dillon, de caer en
manos de la iglesia o del bolcheviquismo.
El sindicato textil de La Internacional, el 24 de agosto
de 1937, por motivo de la conmemoración de la fundación
de esta fábrica —ubicada en Chimbacalle—, recordó a la
familia de Luis Napoleón Dillon (1875-1929), que él, con
“su carácter progresista” fundó la Sociedad de Crédito
Internacional para que pudieran “en ella encontrar el pan
cotidiano para las clases desheredadas” (Sindicato Textil La
Internacional, 1937). El tema de la herencia como concepto
político, se relaciona con el pensamiento generado en el ciclo
revolucionario de finales del siglo XVIII. Antoni Domènech
define al pensamiento republicano como una tradición
práctica e intelectual en la que se destaca la inclusión de
“aquellos que trabajan con sus manos” en una sociedad de
ciudadanos libres e iguales (Domènech, 2019).
A través de estas breves páginas haremos un recorrido por
la documentación que la familia Dillon entregó al Archivo
Histórico del Banco Central, actualmente administrado por
el Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador para tratar
de reconstruir el proyecto político de Luis N. Dillon.
Con la crisis de los gobiernos julianos, expresada en el
ascenso al poder de José María Velasco Ibarra en 1931, las
reformas al interior de las fábricas fueron perdiendo peso
ante la presión empresarial, particularmente de ese sector
moderno de la economía que parecía aliado del régimen
contra la élite terrateniente. Las políticas de los empresarios
y dueños de las fábricas, tanto de La Internacional como de
otros importantes centros industriales de la sierra cambiaron
y se dio inicio a un ciclo de protestas y huelgas obreras
en ciudades como Quito, Atuntaqui, Ambato y Riobamba;
en este artículo nos ocuparemos de la huelga de la de La
Internacional.
Theorein. Revista de Ciencias Sociales
Alejandro López Valarezo
La intervención de los obreros en el discurso público,
a través de sus acciones de fuerza y pliegos de peticiones,
evidenciaron los conflictos al interior de las fábricas, respecto
de la jornada del trabajo, los conflictos frente a los sindicatos y
cooperativas obreras, la violencia sobre los cuerpos, el trabajo
infantil y femenino, entre otros. Estas medidas permitieron
el reconocimiento del problema obrero y su solución fue
asumida como una responsabilidad por parte del Estado a
través del MPST. Este Ministerio se convirtió en un espacio
en el que perduró el pensamiento de Dillon y se encargó de
generar políticas públicas de protección para los obreros.
Los obreros criticaron a la administración de las fábricas por
operar con racionalidad clientelar, criticaron a los mandos
medios de la fábrica por imponer sus intereses particulares;
además, pusieron en la agenda nacional la recuperación del
pensamiento republicano radical a partir de la lucha por el uso
de los recursos de la cooperativa.
Por su parte, los empresarios continuaron con los discursos
sobre la enfermedad de la clase obrera, la incapacidad de esta
para ser parte del proceso productivo y de trabajar con mayor
ahínco para obtener mayores ingresos. La presión empresarial
para que el Estado favorezca la disciplina no solo tenía un afán
productivista.
1. Luis Napoleón Dillon y su relación con los
obreros
Luis Napoleón Dillon nació en Quito en 1875, fue un político y
empresario reconocido por sus iniciativas en el ámbito privado y
público. En sus años de juventud, fue presidente de la Asociación
Literaria Fígaro y durante el primer gobierno de Eloy Alfaro
ejerció diversos cargos públicos, además de haber sido profesor
en el colegio Mejía. Entre 1911 y 1912 estudió economía e
idiomas. Ejerció el cargo de cónsul de Ecuador en Alemania
durante el gobierno de Leónidas Plaza, entre 1901 y 1905, lo
que demuestra su cercanía con el Partido Liberal durante los
primeros años de su hegemonía en el gobierno. A su regreso al
país, marcó distancia con el régimen. Desde la redacción del
diario La Prensa, ejerció fuerte oposición al gobierno, lo que
llevó a Dillon a la cárcel por cinco días.
En palabras del propio Dillon, la decadencia del liberalismo
en el Ecuador se debió a la incapacidad del Partido para resolver
los problemas sociales urgentes. El deseo de Dillon era superar
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
los logros conseguidos por el liberalismo alfarista. Durante el
discurso promulgado en 1921, por motivo del XXVI aniversario
de la Revolución Liberal, Dillon preveía que era necesario
regenerar al Partido Liberal, sumido en la dependencia a la
banca agroexportadora de Guayaquil. Además, Dillon creía que
el liberalismo clásico había producido reformas teóricas y no
había implementado medidas prácticas. A criterio del orador
de aquella noche, el partido liberal no mantenía su relación con
los sectores populares (Dillon y Zapater, 2005, p.61).
El llamado que hizo Dillon era “renovarse o perecer”. El
partido debería incluir en sus filas a los jóvenes intelectuales
universitarios y a los obreros, para formar un partido regenerado
para resolver los problemas sociales más urgentes y enfrentar
los “primeros síntomas de la lucha de clases que se incuba,
calladamente, en las masas profundas del proletariado” (Dillon
y Zapater, 2005, p 62).
La manumisión política de la clase obrera, entregada
hoy, casi por completo, en manos del clero, es obra
atractiva para un partido altruista, valiente, audaz en sus
concepciones y en sus actos. Urge convencer a los obreros
que su mejoramiento no puede venir jamás de parte de
quienes, por educación, por principios y por práctica de
siglos, han sido los aliados naturales de todos los tiranos
y de todas las tiranías. La formación del partido obrero,
con programa propio, con aspiraciones y jefes propios,
no puede realizarse sino al amparo del Partido Radical…
(Dillon y Zapater, 2005, p, 63).
Entonces, el liberalismo clásico enfrentaba una crisis global
y Ecuador no fue una excepción; sus mayores desafíos no
eran solamente la renovación generacional e intelectual, sino
sobre todo el incluir a los obreros como representantes de los
sectores populares emergentes en el período entre guerras.
Luis Napoleón Dillon centró sus esfuerzos pragmáticos
y políticos para conseguir esa renovación y reconstruir el
legado obrero liberal alfarista, es decir, reconstruir el legado
social del liberalismo. Es necesario recalcar que, para 1921,
los espacios creados por Alfaro para incluir a los obreros,
como la Confederación Obrera del Guayas, todavía mantenían
una relación fluida con el Partido Liberal.
Por otro lado, la relación de la banca privada con los
gobiernos liberales, llegó a su momento de mayor crisis en
125
1922. La matanza obrera del 15 de noviembre fue el resultado
del endeudamiento estatal con los bancos y de cómo el peso
de esa deuda fue transmitido a las bases del liberalismo,
sumándose a esto la crisis económica por la caída de los precios
del cacao. Como lo analiza Valeria Coronel (2011), estos
factores coadyuvaron a la crisis del partido liberal en varios
niveles, con fracturas entre la élite del partido y también con
los sectores populares del liberalismo. Esta autora propone
que el obrerismo liberal plutocrático, del que Dillon quiso
distanciarse, surgió en Guayas como una forma de desplazar
la agenda campesina del liberalismo radical; Coronel
argumenta, que la inclusión del obrerismo al partido suponía
un cambio que subordinaba a los campesinos y radicales,
pero que a pesar de ello mantuvo el discurso democrático.
Por eso, Dillon centró sus esfuerzos en los trabajadores para
recuperar la presencia del partido en los sectores populares,
la integración del problema social al discurso liberal y no
dejarlo en manos del conservadurismo.
Como parte del discurso democrático para la renovación
del Partido Liberal, Dillon se empeñó en denunciar el vínculo
político del Banco Comercial y Agrícola, perteneciente
a Francisco Urbina Jado, con los gobiernos liberales del
período conocido como la plutocracia; como consecuencia,
durante el gobierno de Gonzalo S. Córdova, Luis N. Dillon
fue excomulgado de sus funciones públicas.
La separación de Dillon con el Partido Liberal durante
el ciclo bancocrático, evidenciado en las fuentes históricas,
podría ser uno de los hechos que profundizó la separación
del liberalismo con los sectores populares. Dillon fue una de
las figuras que desarrolló estrategias de integración obrera
durante el régimen liberal. Posteriormente, como uno de los
líderes políticos de la Revolución Juliana, lo trasladó a las
instituciones creadas durante ese período.
Dillon tejió un puente entre el liberalismo radical y la
Revolución Juliana, períodos que se consideran separados.
Las posturas políticas de Dillon se entienden a partir de los
valores republicanos del liberalismo, el legado democrático
de la revolución francesa, anterior al establecimiento del voto
censitario: libertad, igualdad y fraternidad.
El legado social obrerista se relaciona con la declaración
que hicieron los trabajadores del Sindicato de la Fábrica La
Internacional, “pan para los desheredados”, es decir, aquellos
que no tienen propiedad. Los desheredados no solo están unidos
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bajo esa condición, sino que deben actuar unidos, esto es la
fraternidad. El republicanismo radical implica una vida social
de productores, libres e iguales (Domènech, 2019, p. 126).
En marzo de 1925, Dillon y otros personajes como Ricardo
Paredes, Julio Moreno, Gonzalo Fierro, A. Moncayo, Luis
Moncayo y Daniel Hidalgo Moreno firmaron los estatutos de
La Liga, un grupo que se opuso a la vinculación de la política
y los intereses de los Bancos. Los principales representantes
o jefes de esa vinculación fueron Leónidas Plaza Gutiérrez en
Quito y a Francisco Urbina Jado en Guayaquil.
La Liga se propone: destruir, por cualquier medio la
influencia política y militar de Leónidas Plaza Gutiérrez,
combatir al caudillismo, la plutocracia, la intervención de
Francisco Urbina Jado y de los bancos en la política del
país; restablecer la verdadera democracia y las libertades
ciudadanas; romper las argollas y la trinca que se han
apoderado del país; reorganizar el Ejército; establecer
sanciones por procedimientos breves y enérgicos para
los defraudadores de los fondos públicos, especuladores,
prebenderos; derogar la moratoria; sanear la moneda;
liquidar los Bancos fraudulentos; abolir los monopolios y
los privilegios y buscar por todos los medios posibles, el
imperio de la justicia, de la igualdad y de la ley (Dillon,
1925).
Los estatutos en mención apuntaban a la reorganización de
la economía nacional sumida en una crisis profunda, pero
también alude a la falta de justicia e igualdad. La causa de
Dillon conjuga entonces la noción de justicia e igualdad,
categorías del poder público, con un discurso de recomposición
de la nación que coloca su énfasis en la economía. Ambas
categorías estuvieron juntas en el horizonte político de Dillon:
el obrerismo y la economía nacional son claves en su programa
y en el significado que tuvieron sus fábricas para la opinión
pública.
Por lo tanto, el fracaso del Partido Liberal en incluir a
los sectores populares (obreros, campesinos e indígenas), de
los sectores medios y su sumisión a la oligarquía financiera
fueron problemas identificados por Dillon y que lo motivaron
a apoyar los intentos de derrocamiento del gobierno de
Córdova. La Revolución Juliana (9 de julio de 1925) estuvo
organizada por un grupo de tenientes del ejército y de civiles
Theorein. Revista de Ciencias Sociales
Alejandro López Valarezo
con el fin de derrocar a Gonzalo Córdova. Como destaca Juan
Paz y Miño (2013), esta revolución puede ser entendida como
un ciclo completo de la historia del Ecuador ya que implicó
una transformación del Estado y sus formas de responder a
las demandas populares y se intentó reorganizar la economía
nacional. En este período se sucedieron dos juntas provisionales
de gobierno, y la presidencia de Isidro Ayora entre 1925 y 1931.
La primera Junta Provisional de Gobierno estuvo conformada
por Luis Napoleón Dillon, José Rafael Bustamante, Francisco
J. Boloña, Francisco Arizaga Luque, Pedro Pablo Garaicoa,
Modesto Larrea Jijón y general Francisco Gómez de la Torre,
un grupo de jóvenes civiles y militares identificados con la
idea de la renovación de los ideales liberales, que buscaron
reformar el Estado y sanear su economía, luego de la crisis del
liberalismo plutocrático.
Durante la primera Junta Provisional, Dillon propuso
reorganizar la economía del país y romper el pacto entre la banca
privada y el Estado. Uno de los propósitos centrales de Dillon
fue sanear la economía y la moneda nacional, es decir, crear un
Banco Central, “para que la vida económica de cada ciudadano
no dependa, como hasta hoy, del buen o mal humor de los
señores gerentes de bancos de emisión” (Dillon, 2005, p. 168).
La creación del Banco Central correspondía a la construcción
de un “nuevo edificio económico” que socavó en cierta medida
la hegemonía de la banca de la costa, fortaleciendo la economía
en la sierra. Como ya se ha explicado en páginas anteriores,
Dillon se alineó a una corriente económica alternativa que
pretendió reorganizar las economías nacionales a partir
de la creación de bancos centrales, a partir de la lectura del
pensamiento de John Maynard Keynes.
Ilustración 1. Junta Provisional de Gobierno, 10 de agosto de
1925
Fuente: Archivo Histórico del Ministerio de Cultura.
Sin embargo, el aspecto económico no fue el único en el
que la Revolución Juliana incursionó, la reforma social
se expresó en la creación del Ministerio de Previsión
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
Social y Trabajo, lo que representa una transformación
en el Estado ecuatoriano. A través de este Ministerio se
promulgaron algunas leyes mediante las que se percibe la
mencionada transformación; dentro de este cuerpo legal
se puede mencionar: el Contrato Individual de Trabajo,
Duración Máxima de la Jornada de Trabajo y de Descanso
Semanal, Trabajo de Mujeres y Menores y de Protección
a la Maternidad, Responsabilidades por Accidentes de
Trabajo y de Prevención de Accidentes (Ojeda Segovia,
1988, p. 13). Las reformas julianas fueron parte de un
proceso de inclusión política, económica y social en el
que participaron un conjunto de actores desde los sectores
medios y populares.
Coligiendo lo expresado hasta aquí, la fábrica La
Internacional no es solo una iniciativa económica, ni solo
un espacio de disciplinamiento de la fuerza laboral como
sucedió en otros países de la región (Drinot, 2016), sino
es un espacio fundamental de construcción del partido
popular. El mensaje expresado por los trabajadores de la
fábrica La Internacional nos permite comprender que el
proyecto económico y político de Dillon se fundamentó en la
inclusión de los trabajadores: “pan para los desheredados”.
El libro La seducción del trabajo de Drinot (2016) se
refiere al proyecto de modernización nacional peruana
iniciado por las élites liberales en el que la industrialización
del país se fundamentó en la creación de un nuevo homo
Tabla 1 Comunicaciones recibidas de organizaciones obreras
Remitente (Asociación / organización Fecha del Ciudad
/ institución) documento
Unión Paz y Honor s/f Quito
Presidencia del Comité Liberal Obrero 7 de
“Gonzalo S. Córdova” — Presidente diciembre de Ibarra
Pedro M. Simbaña 1923
127
faber, es decir, se buscó un mejoramiento de la raza, un
blanqueamiento del indio. El proyecto se llevó a cabo
a través de algunas instituciones del Estado, como la
Sección del Trabajo del Ministerio de Fomento. La
industria incorporaría a los campesinos, sería el nexo con
la modernidad y los convertiría en trabajadores civilizados
y para ello se implementaron barrios obreros, restaurantes
populares, el seguro social obrero. Fue un proyecto de
disciplinamiento racial desde la institucionalidad estatal
inspirado en el positivismo y la doctrina laboral católica
(Drinot, 2016, p. 3). En comparación con el Ecuador, el
proyecto industrial modernizador recibió otras influencias
y el problema obrero y el del indio o la raza fue abordado
de forma distinta.
En el caso de Luis Dillon, desde su archivo personal
podemos identificar cómo los intercambios con diversos
sectores organizados de la sociedad se realizaron con el
propósito de crear un programa público en torno al trabajo.
Desde diversos cargos públicos en gobiernos liberales y
desde sus funciones como ministro de Hacienda durante
el primer ciclo juliano, tejió una serie de redes políticas
con organizaciones obreras a nivel nacional; también
se lo nombraba como padrino o presidente honorario.
A continuación, un listado de las organizaciones y su
procedencia.
Luis Dillon construyó alianzas con organizaciones y
sindicatos liberales en diversos puntos del territorio nacional,
Tema central de la correspondencia
Nombramiento de Vicepresidente Honorario por su
trabajo con la clase obrera
Se comunicó a Luis N. Dillon que fue nombrado
Presidente Honorario en razón de sus ideales a favor
de la clase obrera.
2022 | Vol. 6 | Num. 01
128
Unión Obrera Diez y Nueve de Marzo  octubre de
M. Alburquerque
Presidencia de la Sociedad Artística e 22 de abril
Industrial del Pichincha
Junta Liberal de El Oro —
Presidencia
Fuente: Fondo Dillon. Archivo Histórico del Ministerio de Cultura y Patrimonio
no como una continuación de la promesa del liberalismo
radical para la integración de los trabajadores. A través de
estas redes, Dillon apareció, en un primer momento como el
candidato de un liberalismo reformado, pero que finalmente
se acercó al socialismo; incluso quienes apoyaron a Dillon,
fueron acusados de hacer propaganda dillonista-proleta (11 de
noviembre de 1925). La misma Sociedad Artística e Industrial
de Pichincha (SAIP)1 se constituyó como una organización
articuladora de los trabajadores de izquierda como lo evidencia
la carta enviada el 22 de abril de 1928. El internacionalismo
liberal, también reconoció en los esfuerzos de Dillon un
camino hacia la integración de los sectores populares.
1 Como ya se mencionó, la Sociedad de Crédito Internacional fue fundada por Luis Napoleón Dillon, pero para poder crear la fábrica de tejidos recurrió a capitales de familias de la élite tradicional
quiteña como los Alvarez, Barba, Chiriboga, Freile y Larrea.
Theorein. Revista de Ciencias Sociales
Alejandro López Valarezo
Dillon fue nombrado padrino para la colocación de la
12 de primera piedra de un edificio. El Ministro delegó al
Zaruma gerente de la South American Development Company
1925 para que asistiera al evento.
Carta dirigida a Luis N. Dillon por parte de quien
fundó la Sociedad de “Hijos de trabajo” de Guayaquil,
“Unión Obrera” de Quito y “Confederación Obrera” del
6 de San Guayas. Manifiesta su cariño y entrega por Ecuador.
noviembre Lázaro - Informa que el Ecuador “no está bien representado”
de 1925 Cuba en La Habana, esto debido a que el cónsul viajó a
Europa y no se sabe nada de él al respecto. Expresa
buenas referencias respecto a un candidato a Cónsul
del Ecuador: Dr. Augusto Jácome.
Reconocimiento al porvenir y mejoramiento de las
Quito clases trabajadoras. Designación como candidato a la
de 1928 diputación por la provincia de Pichincha 1932-1933.
Carta dirigida a Luis N. Dillon en la que se indica
22 de febrero Machala que ha sido designado por unanimidad de votos para
de 1929 delegado principal de esta provincia en la próxima
Asamblea Liberal.
Hemos expuesto varios episodios y documentos que dan
cuenta del interés de Dillon no solo por reformar al partido
liberal, sino también de integrar a los trabajadores en su
proyecto político como medida para evitar que los gremios de
obreros siguieran bajo la tutela de la iglesia. La carta de la SAIP
muestra la expectativa que generó su discurso por revitalizar
el acervo democrático del partido liberal a través de una
lectura de la cuestión social centrada en los obreros. Dillon fue
aceptado por organizaciones de artesanos y trabajadores como
la SAIP —y otras que se evidencian en el archivo—, por tanto,
se le propuso que fuera candidato a diputado por la provincia
de Pichincha, como un nuevo intento de los sectores populares
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
de tener representación en la institucionalidad democrática
formal. La SAIP estaba conformada por artesanos, choferes,
betuneros y paulatinamente se incrementó la relación de la
Sociedad con los trabajadores de las fábricas textiles (Bustos,
2002, p. 204).
Sin embargo, la muerte le sobrevino en 1929 y su
principal legado fue la creación del Banco Central, que
tampoco se constituyó en un espacio que reformó la economía
nacional; no se concretó su propósito de restringir el poder de
la banca privada en el erario público y en la política. Dillon
fue un representante más de una corriente de pensamiento que
pretendió la inclusión de los trabajadores, y otros miembros
de los sectores populares. El MPST fue la institución en la
que se ejerció esta plasmó ese pensamiento, algunos de sus
funcionarios pertenecieron al partido socialista y comunista
como Juan Genaro Jaramillo.
Como empresario, Dillon promovió la creación de la
Fábrica de Tejidos La Internacional como un laboratorio, un
lugar de experimentación en el que se conjugaron su visión
de la economía nacional y la resolución del problema obrero;
por lo tanto, fue un espacio de construcción de un proyecto
nacional.
2. La moderna fábrica de Tejidos La
Internacional
La fábrica de tejidos La Internacional fue fundada por la
Sociedad de Crédito Internacional (SCI), una sociedad
bancaria de la que Dillon fue fundador y gerente. Los ingentes
recursos necesarios para iniciar una fábrica incrementaron los
aportes de la SCI, lo que seguramente incrementó la presión
de los inversionistas sobre el proyecto fabril de Dillon
Para iniciar la sociedad él, junta capitales de sectores
sociales distintos de la élite tradicional, tanto de la Sierra
como de la Costa. Sin embargo, no logra reunir suficiente
capital para viabilizar el nuevo banco y tiene que incorporar
accionistas de las más grandes familias de la sierra,
como los Álvarez, Barba, Chiriboga, Freile y Larrea, por
ejemplo, y también de la Costa..., se añade a este grupo
la Iglesia que tiene una participación significativa en el
capital social (Belisle, p. 14-15).
129
Dillon reconocía la existencia de un enfrentamiento entre dos
clases antagónicas, los obreros y los dueños del dinero. La
lucha consistía en que los obreros apelaron a la consecución
de derechos, el aumento del salario, la reducción de la
jornada de trabajo con el fin de conseguir “la socialización
del capital y los instrumentos de producción”, a través de
la sindicalización obrera. Por otro lado, los patrones se
organizaron en asociaciones patronales y bolsas de trabajo
(Dillon, 2005, p. 281-310). Sin embargo, creía que el Ecuador
debía llegar a ser un país industrializado, por lo tanto, defendía
la ley de proteccionismo industrial (Dillon y Zapater, 2005,
pp. 289-299).
El planteamiento de Dillon, de alguna manera, consistía
en reducir los conflictos sociales al interior del proceso
industrial pero reconociendo que la economía mundial era
capitalista. Dillon tuvo en cuenta que “un obrero no es un
hombre libre por más que sea ciudadano de una república”
y que para solucionar el problema del obrero se requería
de una organización social “que haga efectiva las garantías
de ciudadano”, por tanto “la independencia económica es
la verdadera base de la libertad, todo se sacrifica ante las
necesidades del estómago”, en otras palabras, pan para las
clases desheredadas (Dillon y Zapater, 2005, p. 290). De
acuerdo con el análisis del funcionamiento de la fábrica, en
términos prácticos, el modelo que Dillon adoptó para cumplir
sus propósitos fue el cooperativismo.
Ya hemos dicho que el republicanismo radical incluía
en sus propósitos el establecimiento de asociaciones de
trabajadores libres. En 1864, se llevó a cabo la primera
reunión de la Asociación Internacional del Trabajo, en la
que se discutió que el cooperativismo es una de las fuerzas
motrices de la transformación social y que la explotación
intrínseca al capitalismo puede ser “removido por el benéfico
sistema republicano de la asociación de productores libres e
iguales” (Domènech, 2019, p. 125).
Dentro de la planificación de la industrialización de los
capitales de la sociedad, se decidió construir las instalaciones
de la fábrica en un espacio cercano a la estación de
ferrocarriles, la fábrica empezó a operar en Chimbacalle en
los predios en los que hoy en día funciona el centro comercial
El Recreo. La Internacional producía estampados y telas finas
de algodón. Para 1930 era una de las fábricas quiteñas más
grandes que operaba con mano de obra asalariada.
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Varios medios de comunicación de la época vieron
en la creación de esta fábrica una oportunidad económica
trascendental; se calculó una inversión inicial de un millón
de sucres, que generaría una ganancia líquida anual de dos
millones de sucres.
Los beneficios de esta iniciativa privada no solo serían
para los accionistas de la Sociedad de Crédito, sino para al
menos mil brazos, para los productores de algodón y para los
consumidores en general (30 de abril de 1922a). Asimismo, el
periódico El Universo destacó que los beneficios anuales de la
operación de La Internacional serían de diez millones de sucres
al año y que la intención de la Sociedad de Crédito no solo
fue utilizar todos los elementos modernos para la elaboración
del artículo, sino que además pretendía “sujetarse a las leyes
sociales que rigen la industria en países donde la legislación
ha sido completada en forma de propender al mejoramiento
moral y material de los obreros” (30 de abril de 1922b).
A través de leyes de protección para la industria nacional,
se produjo un auge de fábricas como La Internacional o la
Industrial Algodonera. Las industrias fueron vistas como un
programa social de reactivación nacional, así fueron tomando
importancia como tema de discusión en los periódicos
nacionales.
Las reformas impulsadas por los miembros de la primera
Junta Juliana y durante el período en el que gobernó Isidro
Ayora (1929 y 1931) perdieron a su mayor defensor, Luis
Napoleón Dillon, quien murió en 1929. Él ejerció la gerencia
de la fábrica desde 1922 hasta 1924, aunque su influencia fue
clara hasta 1928, año en el que enfermó. En un lapso menor a
diez años, el legado de Dillon en la fábrica fue desechado por
los nuevos administradores y gerentes, representantes de un
pensamiento empresarial distinto. Es por eso que, en 1934, los
periódicos reportaron los conflictos al interior de la fábrica
y los reclamos públicos que los obreros formularon ante la
patronal y el Estado. Es así como el pensamiento juliano no
se materializó en un gobierno que pudiera mantenerse en el
tiempo. La fábrica La Internacional se convirtió en un espacio
ideal para la lucha de clases.
Para Agustín Cueva (1988), tres fórmulas políticas habían
fracasado en un lapso de siete años. La primera, el liberalismo
agroexportador en 1925; la segunda, el fin del período juliano
en 1931; la tercera, el experimento terrateniente encabezado
por Neptalí Bonifaz, que finalizó en 1932 con la guerra de los
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cuatro días. Paralelamente se dio un proceso de diversificación
económica en el país que permitió el aparecimiento y
fortalecimiento de nuevos actores sociales y de formas de
organización bajo una lógica sindical en lugar de las formas
organizativas gremiales, como la respuesta a la necesidad de
alcanzar mejores condiciones económicas para los trabajadores
(Cueva, 1988, p. 199).
3. Conflictos laborales al interior de las
fábricas fundadas por Sociedades Anónimas
Algunos estudios sobre el origen del movimiento obrero
ecuatoriano identifican a las protestas de la fábrica La
Internacional en 1934 como un hito importante en el
surgimiento de la conciencia de los trabajadores como clase
(Muñoz Vicuña, 1978; Vallejo Báez, 1967). Los objetivos de
la paralización y las protestas fueron, a decir de Báez (1967),
dos: el establecimiento de ocho horas diarias de trabajo; y
el alza de las remuneraciones. Sin embargo, a la luz de la
revisión de los periódicos de la época, las razones son mucho
más complejas, no solo por el contexto en el que apareció
el ciclo de huelgas en las fábricas textiles, sino por la lógica
interna fabril que motivo la protesta.
El año de 1934 iniciaba con elevados grados de
conflictividad política interna debido a la situación económica
y social que experimentaba el país. Los reclamos de los
obreros a los patronos se incrementaron en varias fábricas.
El organismo estatal encargado de negociar entre los actores
para solucionar los conflictos fue el Ministerio de Previsión
Social y Trabajo (MPST). Este último se constituyó como
la institución reguladora de las relaciones laborales y el
lugar de la mediación entre los sectores populares urbanos y
campesinos para la solución de conflictos; además, gestionó
las demandas de justicia de los mencionados actores y
protegió las iniciativas empresariales como fuentes de la
verdadera riqueza nacional. El MPST estuvo enfocado en la
búsqueda del bienestar general. Fue creado en 1926, como una
de las principales herramientas para la reforma democrática
impulsada por la revolución de 1925. Los programas de
beneficencia social aplicados por los funcionarios del MPST,
heredaron los postulados del liberalismo radical en lo referente
al trabajo. Muchos de sus funcionarios fueron abogados e
intelectuales socialistas (Coronel, 2011).
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
En el caso específico de La Internacional, un grupo de
obreros, quienes se consideraban la mayoría de los trabajadores,
a través del representante legal del Sindicato, pidió al ministro de
Previsión Social y Trabajo, José Rafael Bastamente, que solicite
a la gerencia de la fábrica, a manos de Rafael Arcos, se respeten
los estatutos de la cooperativa en lo referente a la elección de
su directiva. Con esta acción se evidencia el malestar interno
entre la Gerencia de la Fábrica, los miembros del Sindicato
de trabajadores y otros obreros. La existencia de cooperativas
patronales, asociaciones culturales y deportivas fue parte de la
organización de las fábricas textiles que aparecieron durante la
primera mitad del siglo XX.
El sindicato de La Internacional presentó un pliego de
peticiones, ante el Directorio de la empresa, en el que se criticaba
la “organización de esa empresa”, sobre todo en lo referente al
control de la caja de ahorro. El Ministerio de Previsión Social
y Trabajo, a través del Ministro José Rafael Bastamente, medió
en el conflicto y exigió a la fábrica que presente un reglamento
en el que se estipulen condiciones claras para el contrato de
los obreros: duración máxima de la jornada laboral, el trabajo
de niños y mujeres, la protección por maternidad, el desahucio
y las responsabilidades por accidentes de trabajo. Además, el
Ministerio sugirió el respeto de la dignidad de la mujer y el apoyo
del Directorio de la fábrica a las iniciativas de organización de los
trabajadores (“Resolución del Ministerio del ramo al reclamo de
los obreros de la fábrica La Internacional”, 10 de enero de 1934).
El ministro Bustamante fue uno de los miembros civiles de la
Revolución Juliana de 1925. Sin embargo, se alejó del movimiento
al poco tiempo. Fue un escritor ecuatoriano destacado y en 1934
fue nombrado Ministro de Gobierno, Previsión Social y Trabajo
durante la presidencia interina del liberal Abelardo Montalvo.
El propósito de los reclamos fue “reorganizar la cooperativa
con el fin de ponerla más en consonancia con las aspiraciones
de los mismos socios” (Chávez, 5 de enero de 1934). Este
reclamo representa un paso importante para la conformación
de organizaciones obreras que respondieron a los intereses
de los trabajadores. Mediante la creación de la cooperativa
obrera, los trabajadores pasarían a controlar los activos de
la caja de ahorro de la cooperativa patronal (“Asamblea de la
Cooperativa La Internacional”, 16 de enero de 1934), lo cual fue
un intento de recuperar el legado laborista de Dillon respecto del
cooperativismo socialista.
131
En los días sucesivos se conformó la Cooperativa obrera
y se designó como representante de los intereses legales de
los trabajadores a Luis Felipe Chávez, Secretario General del
Partido Socialista, quien también fue síndico de la Sociedad
Artística e Industrial de Pichincha. Chávez fue un abogado que
abandonó el liberalismo en 1925 y “junto con Eleodoro Noboa
y Rubén Rodríguez formaron los primeros sindicatos indígenas
del Ecuador”. Llegó a ser rector de la Universidad Central del
Ecuador en 1934, unos meses antes de la huelga de la Internacional
(Bustos, 2003).
El respaldo de los intelectuales a la formación de
organizaciones clasistas respondió a las demandas de inclusión
política por parte de los trabajadores, frente al establecimiento de
nuevas formas de administración de las fábricas en un contexto de
crisis económica, pero a la vez de auge industrial. Se pretendió
imponer una lógica laboral que maximizara las ganancias de
los inversionistas y dueños de las empresas. En ese contexto y
debido a la importancia simbólica otorgada a los trabajadores,
los partidos políticos pugnaron por ejercer su influencia sobre
ellos, un sector considerado fundamental para la modernización
del país pese a no ser demasiado numerosos. Las asociaciones y
sindicatos, a nivel político, son un reflejo del corporativismo de
antiguo régimen imperante en las naciones post coloniales; las
demandas individuales no tenían cabida en un sistema político
que solo interpretó como legítima a la demanda de los colectivos.
Al interior del cuerpo de trabajadores de la fábrica, los
fondos de la caja se convirtieron en un motivo de disputa, lo que
derivó en una paralización de las actividades el día 26 de enero
de 1934. Los trabajadores sindicalizados, representados por el
abogado Chávez, intentaron que los recursos acumulados desde
1929 se mantengan en la Cooperativa, mientras que una minoría
de los trabajadores insistió en que los montos que ascendieron
a veinticinco mil sucres fueran repartidos inmediatamente. Los
miembros del directorio de la fábrica estuvieron a favor del
despido del presidente, vicepresidente y secretario del sindicato.
Los conflictos menguaron en intensidad debido a la intervención
del MPST.
El MPST, a través de las inspecciones del trabajo, respondió
constantemente a las demandas de los obreros a través de sus
funcionarios, que muchas veces fueron abogados socialistas
como Juan Genaro Jaramillo. Además, se realizaron constantes
inspecciones sanitarias a los establecimientos fabriles, entre
2022 | Vol. 6 | Num. 01
132
otras actividades. Pero en el caso de los trabajadores de La
Internacional, la intervención en la huelga se hizo directamente
por el ministro Bustamante.
Para el mes de febrero, los enfrentamientos entre trabajadores
trascendieron el espacio de la fábrica; en Chimbacalle aconteció
un escándalo entre “los bandos huelguistas y no huelguistas”
de La Internacional. Este incidente evidenció que los ánimos de
paralizar las actividades de la fábrica siguieron discutiéndose entre
los obreros desde enero hasta abril. La paralización finalmente se
presentó en marzo de 1934 debido al despido de Ezequiel Padilla
Cox, presidente de la Cooperativa Obrera. El Gerente de la planta
alegó que aquel trabajador era peligroso para el funcionamiento de
la fábricaSe hicieron evidentes las tensiones al interior del espacio
productivo; la cooperativa obrera reivindicaba el pasado liberal
republicano de Dillon frente a una cooperativa patronal, que
representaba el intento de desconocer la autonomía de los obreros.
Luego de una serie de reclamos y peticiones para que se
reintegre a Padilla Cox al trabajo en la fábrica y la correspondiente
negativa del presidente del Directorio (Recalde Moncayo) y
del Gerente (Rafael Antonio Arcos), el 14 de marzo de 1934
doscientos cincuenta trabajadores cerraron las puertas de las
instalaciones fabriles con cadenas dejando detenidos al interior
a los mencionados funcionarios. Las trabajadoras asumieron un
papel preponderante durante la toma de la fábrica y en acciones
posteriores; los nombres de algunas de ellas son: Carmela
Hernández, Isabel Hurtado, Inés Moncayo, Pancha Vinueza,
Hortensia García, Olimpia Bastidas, Luz María Pazmiño, Beatriz
Morguytio, entre otras (Archivo Martínez Meriguet, 1934).
Figura 2: Obreros de La Internacional ca. 1930
Fuente: Archivo Histórico del Guayas. Ministerio de Cultura y
Patrimonio.
2 Como ya se mencionó, la Sociedad de Crédito Internacional fue fundada por Luis Napoleón Dillon, pero para poder crear la fábrica de tejidos recurrió a capitales de familias de la élite tradicional
quiteña como los Alvarez, Barba, Chiriboga, Freile y Larrea.
Theorein. Revista de Ciencias Sociales
Alejandro López Valarezo
Frente al cierre, la patronal de La Internacional convocó a
la faceta de mantenimiento del orden por parte del Estado y el
uso legítimo de la fuerza. La policía junto con el ejército, luego
de romper las cadenas, liberaron a Moncayo y a Arcos; además,
capturaron a cuatro trabajadores, incluyendo a Padilla Cox. El
enfrentamiento con la policía dejó varios heridos; los trabajadores
se defendieron lanzando piedras y palos.
Los huelguistas, encabezados por los miembros de la célula
de obreros del partido comunista, se dirigieron a la Casa del
Obrero, en donde se conformó un comité de huelga del que
algunos estudiantes universitarios formaron parte. El 17 de marzo,
el comité de huelga realizó una marcha por las calles de Quito,
desde Chimbacalle hasta San Blas. El periódico El Comunista
señaló que “por primera vez, los auténticos trabajadores de
fábricas conquistan la calle y proclaman sus reivindicaciones” (El
Comunista, 1934).
El discurso social reflejado en la huelga fue recogido en
las publicaciones comunistas de la época, que giró en torno a
reivindicaciones materiales como la rebaja en los precios de los
víveres, el pan y los arriendos, por el aumento de salarios y la
posibilidad de asociarse libremente. Respecto de la huelga como
mecanismo de presión, los periódicos de izquierda identificaron a
los trabajadores del pan y de los servicios públicos —el telégrafo
y el ferrocarril— y trabajadores municipales como los principales
actores en utilizarla en el ámbito urbano. En el campo, el partido
comunista organizó sindicatos y acciones de protesta desde 1930.
El período de mayor conflictividad fue entre 1931 y 1935; la huelga
de la Internacional fue la primera por parte de los trabajadores de
una fábrica textil.
Los administradores de La Internacional que eran
representantes de la Sociedad de Crédito2 impusieron una lógica
que maximizaba la ganancia en detrimento de los derechos de
los trabajadores —se aplicaron multas, descuentos, sueldos
bajos, retención y gastos del dinero de la cooperativa ente otras
medidas— y, por tanto, una lógica distinta a la que Luis Napoleón
Dillon implantó en 1924.
Este hecho es un reflejo del ambiente político, los principios
de la Revolución juliana no lograron sostenerse en el tiempo, las
posibilidades de incluir al obrero en la política para protegerlo de
la izquierda estuvieron en disputa y por un momento la lógica de
la productividad en detrimento del obrero se impuso radicalmente.
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
La fábrica decidió volver a sus actividades sin los trabajadores
separados como Cox y Hernández, Pazmiño y Casares (Archivo
Martínez Meriguet, 1934).
Los obreros separados continuaron organizando actividades
desde el comité de huelga, durante catorce días más; los
trabajadores se mantuvieron fuera de la fábrica vigilando y
reclamando su reingreso a sus puestos laborales. El movimiento
se extendió a otros sectores del trabajo, como los ferroviarios del
sur y del norte, obreros textiles de Otavalo, los “matarifes” de
Ambato, entre otros (El Comunista, 1934). En Quito se sumaron
los trabajadores de la empresa eléctrica y otros servicios urbanos
como el tranvía. Durante los siguientes meses se presentaron
otros cierres temporales; la fábrica operó con la fuerza laboral
del sindicato cercana al directorio, hasta que se vio obligada
a reconocer al primer sindicato por la presión ejercida por las
paralizaciones de los obreros (Milk Ch., 1997, p. 177).
La reivindicación de la cooperativa obrera se entiende a
la luz del pensamiento republicano radical: los trabajadores
reclamaron la libertad de utilizar el dinero correspondiente a
la repartición de las ganancias de la empresa a los trabajadores
acumuladas desde 1929 porque ese era un mecanismo para la
superación de las condiciones de pobreza de los trabajadores. El
sindicato se constituyó en la expresión política de la fraternidad
de la clase trabajadora. Es decir, los trabajadores no solo
buscaron mejoras en las relaciones laborales coyunturales, sino
que a través del sindicato reivindicaron sus derechos políticos.
El Ministerio de Previsión Social y Trabajo intervino en
la huelga de La Internacional impulsando la elaboración de un
reglamento por parte de la patronal y que recogiera algunas de
las demandas de los obreros. El Reglamento para Empleados y
Obreros de la Fábrica de Tejidos La Internacional fue un reflejo
de la legislación laboral dispersa, vigente en aquellos años. El
reglamento se constituyó en un instrumento de regulación de
las relaciones laborales, más que en una conquista en materia
de derechos. Si bien es cierto el reclamo del sindicato inició
por la repartición de las utilidades y por la autonomía de la
organización obrera, las condiciones de trabajo fueron incluidas
en el pliego de peticiones y por eso el reglamento pretendió
regularlas. Por ejemplo en el artículo 47, se refiere a que el
maltrato “reincidente de los Jefes de Sección hacia los obreros y
demás empleados subalternos, deberá ser motivo de separación
inmediata, sin lugar a desahucio” (Ministerio de Previsión
Social, 1934, p. 12). En este acápite del reglamento se establece
133
una sanción al maltrato.
El reglamento sí reconoció el derecho de los trabajadores
a una jornada de ocho horas. Este reconocimiento no fue de
cumplimiento obligatorio porque “como la mayor parte de
obreros, trabajan por hora” existió la posibilidad de solicitar
una extensión de la jornada de trabajo previa autorización
del Ministerio de Previsión Social y Trabajo. las horas
extras trabajadas luego de las ocho horas, recibirían mayor
reconocimiento monetario. Las horas suplementarias debían ser
canceladas por un 50 % más en el período comprendido entre
las seis de la tarde y las doce de la noche y con el 100 % más
en caso de que el turno se llevara a cabo entre las doce de la
noche hasta las 6 de la mañana (Ministerio de Previsión Social,
1934, p. 18). La regulación laboral disimuló la percepción de
violencia y estableció la idea de pagos mínimos para el obrero.
Sin embargo, puso en riesgo la posibilidad de la asociatividad
autónoma, lo que en lo sucesivo seguiría siendo un espacio de
disputa.
Otro aspecto de la regulación de las relaciones laborales a
través del reglamento, y que también fue incluido en el pliego
de peticiones de los huelguistas, se refirió al trabajo infantil
y de las mujeres. El documento expresó la prohibición de
trabajar a menores de 14 años salvo en contadas ocasiones. Se
reconoció como legal el trabajo de niños comprendidos entre 12
y 14 años por motivos de sustento económico familiar y si se
demostraba que dichos menores contaban con la capacitación
escolar mínima. Ciertas condiciones de trabajo eran admisibles
por el nivel de pobreza del individuo o de la familia obrera.
Se justificó, desde el punto de vista de la sobrevivencia de la
familia, que el trabajo infantil era aceptado. Esto demuestra que
existía una estratificación en el concepto mismo de familia.
Figura 3 Niños obreros en La Internacional, s/f
Fuente: Instituto de Patrimonio Cultural. Proyecto.
Archivo Nacional de Fotografía. Quito.
2022 | Vol. 6 | Num. 01
134
Asimismo, el trabajo nocturno estuvo prohibido para los
y las menores de 16 años salvo en el servicio doméstico. El
turno nocturno no fue reconocido como se buscaba que los
menores puedan tener tiempo para estudiar (Ministerio de
Previsión Social, 1934, 16).
El reglamento permitió regular las relaciones laborales,
protegió en ciertos temas a los obreros, como el despido
injustificado, estableció indemnizaciones, prohibió la
aplicación de multas, entre otras. Sin embargo, la regulación
tampoco implicó una imposición de las demandas de
los obreros a la patronal, el reglamento no presionó a la
empresa. En concreto, el MPST buscó mantener cierta
armonía en las relaciones laborales como propuesta para
evitar el incremento de la conflictividad obrera.
Este reclamo obrero representa dos problemas
fundamentales, el primero la posibilidad de asociarse
por fuera de la tutela del patrón como reivindicación
política. El otro, de carácter material, la posibilidad de
administrar recursos es una acción que buscó autonomía.
La preocupación por el bienestar material y la autonomía
política son correlativas a la configuración del trabajo
moderno. Fue un tema discutido por la iglesia católica y
también por el socialismo y el liberalismo. El trabajador
debía ser un actor principal de la modernización económica
del país, cada actor pugnó frente a la construcción de la
industria y el trabajo, es decir, la modernidad se construyó
desde abajo, a través del trabajo como espacio de ejercicio
del sujeto autónomo, y desde arriba, desde la clase patronal
modernizada.
Otro elemento a destacar respecto del reglamento es que
extendió para cada prohibición una excepción. Consagró
la posibilidad de establecer permisos especiales tanto para
la extensión del horario de trabajo, como la prohibición
de emplear a niños. El énfasis estuvo en la solución de los
problemas económicos y la productividad y la resolución del
problema del “hambre familiar”, justificativos suficientes
para que un niño de la familia obrera, pueda trabajar. Este
argumento será recogido en el Código del Trabajo de 1938.
En el reglamento de 1934 de la fábrica La Internacional, en la
ecuación trabajo, el obrero fue visto como la contraparte del
contrato y debía ser protegido como tal. El resultado buscado
fue incrementar la productividad y evitar el aumento de la
conflictividad.
Theorein. Revista de Ciencias Sociales
Alejandro López Valarezo
El reglamento que hemos analizado hasta aquí debe ser
interpretado como un testimonio de las relaciones cotidianas
y como un intento del Estado por regular en función de los
pedidos de los trabajadores, pero sin romper relaciones con
las empresas. El Estado se fue construyendo desde y en
función del trabajo. También da cuenta de otros conflictos al
interior de las fábricas, la maternidad, las horas de trabajo,
el trabajo infantil, el maltrato, el sindicato, entre otros. Los
frentes emprendidos por los trabajadores no fueron exitosos
en su mayoría, debieron sacrificar los reclamos ligados
a su constitución como clase libre, pero consiguieron
reivindicaciones materiales como salarios mínimos,
reconocimientos económicos —si bien marginales— por
enfermedad y accidentes de trabajo y medidas de protección
estatal para mujeres y niños.
Conclusiones
La fábrica de tejidos La Internacional fue un proyecto
privado en el que Luis Napoleón Dillon intentó conjugar
su pensamiento político y económico, tanto en el aspecto
nacional, como en el ámbito de los trabajadores. Es decir, con
la creación de la fábrica, Dillon pretendió crear alternativas
económicas distintas en relación a la agroexportación.
Asimismo, su objetivo fue crear un espacio donde las clases
desheredadas encontraran su pan.
Durante la Primera Junta de Gobierno de la Revolución
Juliana, Dillon puso en práctica algunos de sus proyectos para
la modernización del Ecuador. La creación del BCE y del
MPST es un ejemplo de lo expuesto. Sin embargo, tanto para
la fábrica como para el gobierno, su muerte en 1929 truncó
el cumplimiento de estos proyectos. La Internacional empezó
sus operaciones como un laboratorio de su pensamiento en
el que se tendieron redes colaborativas entre el obrerismo
—inconforme con el liberalismo plutocrático— que, según
Dillon, podía caer en manos de la Iglesia católica o del
bolcheviquismo. En este artículo se han evidenciado las
cartas y documentos que dan cuenta del intento de Dillon por
mantener una relación cercana con las organizaciones obreras.
La Internacional y la cooperativa obrera se presentaron
como una iniciativa para solucionar los problemas materiales
y la autonomía de los trabajadores. Los obreros requerían la
tutela y las alianzas con el pensamiento juliano. El pensamiento
Luis Napoleón Dillon y su proyecto de integración inconcluso
juliano estuvo enfocado en reformar el Estado, dotarlo de
nueva institucionalidad que le permitiera tener presencia en
los sectores populares, impulsar la industrialización del país
y regular las finanzas públicas y el sistema cambiario con la
creación del BCE. Sin embargo, estas reformas tuvieron sus
limitaciones y estuvieron sometidas a una constante pugna al
interior del movimiento juliano.
Con la crisis de los gobiernos julianos, expresada en el
ascenso al poder de José María Velasco Ibarra en 1931, las
reformas julianas al interior de las fábricas fueron perdiendo
peso ante la presión empresarial, particularmente de ese sector
moderno de la economía que parecía aliado del régimen
contra la élite terrateniente. Las políticas de los empresarios
y dueños de las fábricas, tanto de La Internacional como
de otros importantes centros industriales cambiaron. Se dio
inicio a un ciclo de protestas y huelgas obreras en ciudades
como Quito, Atuntaqui, Ambato y Riobamba.
La intervención de los obreros en el discurso público,
a través de sus acciones de fuerza y pliegos de peticiones,
evidenciaron los conflictos al interior de las fábricas
respecto de la jornada del trabajo, los conflictos frente a
los sindicatos y cooperativas obreras, la violencia sobre los
cuerpos, el trabajo infantil y femenino, entre otros. Estas
medidas permitieron el reconocimiento del problema obrero
y su solución fue asumida como una responsabilidad por
parte del Estado a través del MPST.
Este ministerio fue un espacio en el que perduró el
pensamiento juliano y se encargó de generar políticas
públicas de protección para los obreros. Los obreros
criticaron a la administración de las fábricas por operar
con racionalidad clientelar, criticaron a los mandos medios
de la fábrica por imponer sus intereses particulares.
Además, pusieron en la agenda nacional la recuperación del
pensamiento republicano radical a partir de la lucha por el
uso de los recursos de la cooperativa.
Por su parte, los empresarios presionaron para que
el Estado favorezca la disciplina no solo tenía un afán
productivista. La disciplina intentaba sustituir a las ficciones
obreras respecto de la fábrica como espacio de colaboración
entre las partes de la nación.
El sindicato y sus representantes ya no eran vistos con
agrado por la patronal, parecían rezagos peligrosos del pasado
135
y del obrerismo del puerto aniquilado en 1922. El sindicato
se constituyó como un lugar de disputa y la patronal prefirió
cooptar la politicidad obrera a través de cooperativas de
ahorro patronales, consiguiendo en muchas oportunidades
el fraccionamiento del obrerismo. La postergación en la
integración política de los obreros a la vida nacional podría
identificarse como uno de los elementos que coadyuvaron a
la inestabilidad política de la década de 1930.
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