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LA EDUACIÓN ETICA

Y MORAL NO SIRVE
EN LA ACTUALIDA
Ensayo acerca del desarrollo moral y etico de los nna
durante la educación básica

Brian Daniel Rosas Ascencio

19/04/2023
La educación es un proceso fundamental para el desarrollo de los seres humanos,
que se inicia desde los primeros años de vida y se extiende a lo largo de todo el
ciclo vital. En este sentido, la educación moral y ética juega un papel clave en la
formación integral de los niños, ya que les permite adquirir valores, principios y
habilidades que les ayudarán a interactuar adecuadamente con su entorno y a
enfrentar los retos que les presenta la vida.
Desde hace décadas, se ha puesto de manifiesto la necesidad de fomentar el
desarrollo moral y ético de los niños en su formación educativa. Esto se debe a que
los valores y principios que adquieren durante la infancia y la adolescencia son
determinantes en su comportamiento y toma de decisiones a lo largo de su vida. De
esta forma, una educación que promueva el desarrollo moral y ético de los niños se
convierte en una herramienta clave para la construcción de una sociedad más justa
y equitativa.
En este texto se analizará la importancia de la formación moral y ética en los niños
desde una perspectiva educativa. Para ello, se abordarán diferentes temas como
los factores que influyen en el desarrollo moral y ético de los niños, las estrategias
pedagógicas que pueden ser utilizadas para fomentar su desarrollo moral y ético,
así como la importancia de la participación de la familia y la sociedad en este
proceso.
Se analizarán los factores que influyen en el desarrollo moral y ético de los niños.
Para ello, se tomarán en cuenta diferentes teorías que han sido desarrolladas por
psicólogos y filósofos en este campo, tales como la teoría del desarrollo moral de
Piaget, la teoría de la justicia de Kohlberg, y la teoría del cuidado de Gilligan.
También se considerarán otros factores que pueden influir en el desarrollo moral y
ético de los niños, como el género, la cultura y el contexto socioeconómico.
Se abordarán las estrategias pedagógicas que pueden ser utilizadas para fomentar
el desarrollo moral y ético de los niños. En este sentido, se discutirán diferentes
enfoques pedagógicos, como el enfoque cognitivo, el enfoque afectivo y el enfoque
social, que pueden ser utilizados para promover el desarrollo moral y ético de los
niños. Además, se explorarán diferentes recursos y técnicas didácticas que pueden
ser empleados en el aula para facilitar este proceso.
"La educación moral y ética no solo se trata de enseñar valores, sino de fomentar
la reflexión y el diálogo en torno a los mismos" (Gallegos, 2015, p. 23).
Por último, se examinará la importancia de la participación de la familia y la sociedad
en el proceso de formación moral y ética de los niños. En este sentido, se abordarán
diferentes estrategias y prácticas que pueden ser utilizadas por las familias y las
comunidades para fomentar el desarrollo moral y ético de los niños, así como la
importancia de la colaboración entre la escuela, la familia y la sociedad para lograr
este objetivo.
En definitiva, se trata de una temática de gran relevancia, ya que la formación moral
y ética de los niños es esencial para su crecimiento personal y para el desarrollo de
una sociedad justa y equitativa. La educación no solo debe estar enfocada en el
desarrollo de habilidades y conocimientos técnicos, sino también en el fomento de
valores y principios éticos que permitan a los niños enfrentar los desafíos que les
presenta la vida. Por tanto, este ensayo tiene como objetivo profundizar en la
importancia de la formación moral y ética en la educación de los niños, para así
contribuir a una formación integral y completa de los individuos y a la construcción
de una sociedad más justa y equitativa.
El desarrollo moral es un aspecto crucial en el crecimiento y formación de los niños,
ya que les ayuda a comprender las normas y valores de su sociedad y a desarrollar
un sentido de responsabilidad hacia los demás. A continuación, exploraremos tres
teorías del desarrollo moral: la teoría de Piaget, la teoría de Kohlberg y la teoría de
Gilligan.
Jean Piaget, uno de los pioneros en el estudio del desarrollo cognitivo, planteó que
el desarrollo moral se produce en cuatro etapas: la etapa de la moralidad
heterónoma, la etapa de la moralidad autónoma, la etapa de la moralidad de
cooperación y la etapa de la moralidad universal. En la etapa heterónoma, que se
presenta en la infancia, los niños ven las reglas y normas como algo absoluto e
inmutable y creen que las violaciones a las mismas resultan en castigos justos.
Durante la etapa autónoma, que se da en la niñez media, los niños comienzan a
entender que las normas son convenciones sociales que pueden ser modificadas y
que existen para regular la convivencia pacífica entre las personas. En la etapa de
la moralidad de cooperación, que se desarrolla en la adolescencia, los jóvenes
comienzan a ver la importancia del consenso en la construcción de normas y se
enfocan en la cooperación y el bienestar común. Finalmente, en la etapa de la
moralidad universal, que se da en la adultez, las personas comprenden que las
normas y valores son universales y deben aplicarse de manera equitativa para todos
los seres humanos.
"La educación moral no puede consistir en la simple imposición de normas o valores,
sino que debe apuntar a la formación de individuos autónomos capaces de
comprender y justificar sus propias acciones a la luz de principios éticos universales"
(Piaget, 1932).
Por otro lado, la teoría de Kohlberg se enfoca en el razonamiento moral y la justicia
en la toma de decisiones. Kohlberg propuso que existen seis etapas del desarrollo
moral, agrupadas en tres niveles: el nivel preconvencional, el nivel convencional y
el nivel posconvencional. En el nivel preconvencional, que se da en la infancia y la
niñez temprana, la moralidad se basa en el castigo y la recompensa. En el nivel
convencional, que se presenta en la niñez media y la adolescencia, la moralidad se
basa en la obediencia a las autoridades y la conformidad con las normas sociales.
En el nivel posconvencional, que se desarrolla en la adultez, la moralidad se basa
en principios universales de justicia y equidad. Kohlberg creía que el razonamiento
moral se desarrolla a través de la experiencia social, el diálogo y el debate moral.
"La educación moral no consiste simplemente en enseñar normas y reglas, sino en
ayudar a los niños a desarrollar la capacidad de pensar críticamente sobre lo que
es justo y lo que no lo es." (Kohlberg, 1981, p. 47).
Por último, Carol Gilligan propuso una teoría del desarrollo moral enfocada en el
cuidado y la responsabilidad hacia los demás. Gilligan argumentó que la perspectiva
moral de las mujeres se enfoca más en el cuidado, la empatía y la responsabilidad
hacia los demás, mientras que la perspectiva moral de los hombres se enfoca más
en la justicia y la equidad. Gilligan consideraba que ambas perspectivas eran
importantes para una educación moral completa y que los niños debían aprender a
considerar y responder a las necesidades de los demás, especialmente en
situaciones de conflicto y cambio social.
"La teoría del cuidado de Gilligan se enfoca en la importancia de reconocer y valorar
las perspectivas y experiencias de los demás en la toma de decisiones éticas"
(Gilligan, 2011, p. 29).
Es importante tener en cuenta estas teorías al diseñar programas educativos para
fomentar la educación ética y moral en los niños, ya que cada teoría ofrece una
visión única del desarrollo moral y puede ayudar a los educadores a entender cómo
los niños piensan acerca de las normas, la justicia y el cuidado hacia los demás.
Por otra parte el enfoque cognitivo, el enfoque afectivo y el enfoque social son tres
perspectivas teóricas que pueden ser utilizadas para promover el desarrollo moral
y ético de los niños.
El enfoque cognitivo se centra en el proceso de pensamiento que los niños utilizan
para tomar decisiones morales y éticas. Los investigadores que se adhieren a esta
perspectiva creen que los niños pasan por diferentes etapas de desarrollo moral,
cada una de las cuales está caracterizada por diferentes formas de razonamiento y
juicio moral.
Para promover el desarrollo moral y ético de los niños desde esta perspectiva, se
pueden proporcionar oportunidades para que los niños reflexionen sobre sus
propias decisiones morales y las de los demás, y se les puede enseñar a pensar
críticamente sobre cuestiones éticas y morales.
"La moral es el conjunto de normas, valores y creencias que comparte una sociedad
y que permiten a los individuos coexistir pacíficamente. Los niños aprenden estas
normas y valores a través de la socialización en su entorno familiar y escolar"
(González-Pienda, J. A., & Núñez, J. C. (2007). Psicología de la educación. Madrid:
Pearson).
El enfoque afectivo se centra en los sentimientos y emociones de los niños en
relación con las decisiones morales y éticas. Los investigadores que se adhieren a
esta perspectiva creen que los niños son más propensos a actuar de manera ética
cuando sienten empatía por los demás y experimentan emociones como la
vergüenza y la culpa cuando hacen algo malo. Para promover el desarrollo moral y
ético de los niños desde esta perspectiva, se pueden enseñar habilidades de
empatía y respeto por los demás, y se pueden proporcionar oportunidades para que
los niños practiquen la toma de decisiones éticas y aprendan a manejar sus propias
emociones.
"Las emociones son el motor del comportamiento humano y son fundamentales
para la moralidad, ya que nos ayudan a evaluar si una acción es correcta o
incorrecta" (Mestre, J. M., & Samper, P. (2016). Desarrollo emocional y social: Una
guía práctica para educadores. Madrid: Wolters Kluwer).
El enfoque social se centra en cómo los niños aprenden normas y valores éticos y
morales a través de su interacción con los demás en su entorno social. Los
investigadores que se adhieren a esta perspectiva creen que los niños aprenden lo
que es correcto y lo que es incorrecto a través de la observación y la imitación de
los demás, así como a través de las reacciones y respuestas que reciben de los
demás cuando actúan de manera ética o no ética. Para promover el desarrollo moral
y ético de los niños desde esta perspectiva, se pueden enseñar normas y valores
éticos y morales a través de la educación, y se pueden proporcionar oportunidades
para que los niños interactúen con otros que tengan diferentes valores y
perspectivas culturales.
Para que este proceso de formación sea efectivo, es esencial que la familia y la
sociedad asuman un papel activo en el mismo.
La familia es el primer entorno social en el que un niño se desarrolla, y es también
el más importante en términos de formación moral y ética. Desde los primeros años
de vida, los padres y familiares cercanos son los principales responsables de la
transmisión de valores y principios éticos que permiten al niño construir su
personalidad y desarrollar una conciencia moral. El ejemplo de los padres y la
coherencia entre lo que se dice y lo que se hace son fundamentales para que los
niños aprendan a respetar, a convivir con los demás y a actuar con responsabilidad.
Para que la familia pueda cumplir con su función de formación moral y ética, es
necesario que exista un ambiente de respeto, tolerancia y afecto. Es importante que
los padres establezcan límites claros y coherentes, y que los niños aprendan a
asumir sus responsabilidades y a enfrentar las consecuencias de sus actos.
Además, los padres deben fomentar el diálogo y la comunicación con sus hijos,
escuchar sus opiniones y necesidades, y ofrecerles apoyo emocional y afectivo en
todo momento.
"La formación moral y ética de los niños es un proceso que requiere la participación
activa y consciente de los padres y los educadores. Los niños aprenden más por lo
que ven que por lo que les dicen, por lo que es importante que los adultos den el
ejemplo y sean coherentes entre lo que dicen y lo que hacen." La formación moral
en la infancia y la adolescencia, de Joan Manuel del Pozo. (página 53).
La sociedad, por su parte, también tiene un papel fundamental en la formación moral
y ética de los niños. Los niños interactúan con diversos agentes sociales, como la
escuela, los medios de comunicación, la religión, las organizaciones sociales y
deportivas, entre otros, que pueden influir en su formación moral y ética. Por lo tanto,
es esencial que estos agentes sociales asuman su responsabilidad y contribuyan a
formar ciudadanos comprometidos y responsables.
"La educación moral es la que forma el carácter y la personalidad, permite la
convivencia en sociedad, ayuda a discernir entre el bien y el mal, y a decidir
responsablemente en función de valores y principios. Es una tarea que compete a
toda la sociedad y que debe iniciarse en la familia" (La educación moral en la familia,
José Luis Álvarez Aranguren página 9).
La escuela es un espacio de socialización y aprendizaje que cumple un papel
importante en la formación moral y ética de los niños. En la escuela, los niños
aprenden no solo conocimientos académicos, sino también valores como el respeto,
la tolerancia y la solidaridad. Es importante que los docentes fomenten el diálogo y
la reflexión crítica en el aula, que promuevan el respeto hacia la diversidad cultural
y que desarrollen actividades que fomenten el compromiso social y la
responsabilidad ciudadana.
Los medios de comunicación, por su parte, pueden ser una herramienta poderosa
para transmitir valores positivos a través de programas, películas o juegos que
fomenten la empatía, la cooperación y el respeto hacia los demás. Sin embargo, es
importante que los padres supervisen el contenido que sus hijos consumen y que
fomenten el pensamiento crítico y reflexivo sobre lo que ven y escuchan.
La religión también puede ser un agente importante en la formación moral y ética
de los niños. Las religiones suelen transmitir valores como la solidaridad, el respeto
hacia los demás, la honestidad y la compasión, entre otros. Además, a través de los
ritos y las celebraciones religiosas, los niños aprenden sobre la importancia de la
vida en comunidad, la fraternidad y la solidaridad.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la religión no es la única fuente de
valores y principios éticos, y que cada familia y cada sociedad tienen sus propias
creencias y valores. Por lo tanto, es esencial que se fomente el diálogo intercultural
y la tolerancia hacia las diferencias culturales y religiosas.
Las organizaciones sociales y deportivas también pueden ser un espacio para
fomentar la formación moral y ética de los niños. A través de estas organizaciones,
los niños pueden aprender sobre la importancia del trabajo en equipo, la disciplina,
el respeto hacia los demás y la solidaridad. Además, estas organizaciones suelen
desarrollar actividades que fomentan el compromiso social y la responsabilidad
ciudadana.
En conclusión, se puede afirmar que, el desarrollo moral y ético es un proceso
complejo y multidimensional que comienza desde la infancia y se extiende a lo largo
de toda la vida. En este proceso, las teorías del desarrollo moral de Piaget, la teoría
de la justicia de Kohlberg y la teoría del cuidado de Gilligan, nos proporcionan una
comprensión más profunda sobre cómo evoluciona la moralidad en los individuos.
El enfoque cognitivo, afectivo y social, son herramientas valiosas que pueden ser
utilizadas para fomentar el desarrollo moral y ético de los niños. El enfoque cognitivo
se centra en el conocimiento y la comprensión de los conceptos morales, el enfoque
afectivo se enfoca en el desarrollo de habilidades emocionales que permiten a los
niños comprender y gestionar sus propias emociones y las de los demás, y el
enfoque social se centra en el aprendizaje a través de la interacción social.
Sin embargo, la participación de la familia y la sociedad es fundamental en el
proceso de formación moral y ética de los niños. Los modelos de conducta y los
valores que se transmiten en el hogar y en la comunidad son esenciales para formar
la base de la identidad y capacidad de los niños para relacionarse de manera
positiva con los demás.
Los padres, educadores y la comunidad en general, tienen un papel clave en la
creación de un ambiente propicio para el desarrollo moral y ético de los niños. Al
fomentar la empatía, el respeto y la responsabilidad, y crear un ambiente en el que
los niños se sientan seguros, respetados y valorados, podemos ayudar a formar
individuos éticos y moralmente responsables, capaces de contribuir al bienestar de
la sociedad en la que viven.
En este sentido, es importante preguntarnos ¿cómo podemos contribuir a la
formación moral y ética de los niños en nuestra sociedad? ¿Qué acciones podemos
llevar a cabo para fomentar valores como la empatía, el respeto y la responsabilidad
en nuestra comunidad? La reflexión sobre estas preguntas nos permitirá tomar
conciencia de nuestra responsabilidad como miembros de una sociedad que busca
promover el bienestar y la felicidad de todos sus integrantes.

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