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Casalta y Penfold Modificacion-de-Conducta
Casalta y Penfold Modificacion-de-Conducta
MODIFICACION
DE CONDUCTA
Tácticas de observación e intervención
Henry Casalta C.
Julia Becerra de Penfold
MODIFICACION
DE CONDUCTA
TACTICAS DE OBSERVACION
E INTERVENCION
El com portam iento del hom bre se define por sus relaciones fun
cionales con el ambiente de su propia vida y a la descripción de
esas relaciones se le denom ina Análisis Funcional de la Conducta.
Cuando esas descripciones tienen el prop ósito de alterar los am
bientes de la vida del hom bre para cambiar su conducta, de mane
ra que éste y sus semejantes se beneficien de los cam bios logrados,
7
el Análisis Funcional se toma aplicado y es conocido como Análi
sis Conductual Aplicado o Modificación de Conducta.
H. C. y J. B. de P.
9
BIBLIOGRAFIA
(7) SKINNER B.F. The behavior of Organisms. New York. Apple ton Century
Crofts. 1938.
(8) SKINNER B.F. Science and Human Behavior. New York. The Me Millan
Company. 1953.
10
CAPITU LO I
A .- La Operante c o m o Clase:
11
cular, las instancias futuras covariarán con tales eventos de mane
ra ordenada vg.: se emitirán regularmente. Ello quiere decir, que
pertenecen a la misma clase de la instancia reforzada.
13
resuelto por Skmner (1938, 1957) definiendo a la propiedad de
la respuesta por su efecto; (PROPIEDAD = EFECTO); esto es,
la propiedad esencial de la respuesta de teclear es la respuesta
con intensidad suficiente que desplaza la cabeza de ’ ->s tipos de
la máquina de escribir hasta el papel para producir un efecto: la
impresión del carácter. Toda respuesta que tenga intensidad su
ficiente imprimirá un carácter correspondiente al tipo desplaza
do. En consecuencia, la máquina de escribir establece ciertas
limitaciones y exigencias. Digamos es difícil imprimir una letra
utilizando el codo o el puño cerrado, y apoyar los dedos sobre
varias teclas no es suficiente para obtener un buen efecto impre
sor; Se establece entonces el mínimo de intensidad del golpe y
se restringe al uso de los dedos uno a la vez. Sin embargo, el lí
mite superior de la intensidad queda indeterminado y en algún
momento habría que tomarlo en consideración.
14
expresarse; el uso de neologism os en pacientes de hospitales psi
quiátricos les hace susceptibles de diagnósticos diferentes.
15
paso frente a la pintura la persona puede detenerse, retroceder,
alejarse y apreciar la obra desde un ángulo particular; hacer co
mentarios acerca de la obra, señalando hacia partes del cuadro,
con expresión sonriente o no, etc.
16
ciones a la clase, estamos definiendo clases diferentes. Si para
varias clases definidas en base al establecim iento de límites dis
tintos encontram os que, sin embargo, ellas covarían con las ma
nipulaciones y controles pertinentes, estaríamos entonces ha
cien do con tacto co n una clase G EN E R ICA de conductas cuya
importancia no puede soslayarse.
17
Inicialmente, Peterson seleccionó seis conductas: ponerse un
sombrero, golpear la pared, golpear el escritorio, palmotear en
las piernas, aplaudir, sacar una tapa de una caja. (Las tres últi
mas nunca habían sido reforzadas). Luego las sometió a un pro
cedimiento de extinción. Es decir, se pedía al sujeto que hiciera
lo mismo que el experimentador, pero nunca recibía el premio.
Ello trajo como consecuencia la emisión cada vez menos fre
cuente de esas respuestas por parte del sujeto, hasta que en diez
ensayos consecutivos, dejó de emitirlas. A continuación el experi
mentador demostró otras conductas, que al ser imitadas por el su
jeto, éste recibía un premio. Posteriormente intercaló las conduc
tas inicialmente extinguidas (aún continuaban sin recibir pre
mio) entre las que eran sistemáticamente premiadas. Para pre
venir efectos de encadenamiento introdujo controles diversos,
como pausas de 20 a 30 seg. entre una demostración de la con
ducta modelo y otra. Al procedimiento inicial de extinción lo de
nominó evocación masiva y cuando mezclaba respuestas imitati
vas premiadas y no premiadas, lo denominó evocación intercalada.
18
" p o n e rs e e l s o m b r e r o " " g o lp e a r la p a re d "
19
imitativas que recibían premio, alternándose varias veces ambos
procedimientos (evocación masiva y evocación intercalada). Co
mo resultado, Peterson observó que cuatro de las cinco conduc
tas no'imitativas extinguieron en ambos procedimientos, pero una
de ellas el sujete continuó ejecutándola durante la evocación in
tercalada. Además encontró que respuestas imitativas no-reforza
das para sondear los efectos del premio diferencial también ex
tinguieron. Con ligeras variantes en el procedimiento, (ver grá
fido No. I - 2), un tercer experimento ofreció resultados conclu
yentes. Las respuestas “ imitativas no-reforzadas” y las “ no imita
tivas no-reforzadas” disminuían en el procedimiento de extin
ción por evocación masiva y se sotenían en el de extinción por
evocación intercalada.
' ' v . .■
¿Qué propiedad compartida por las respuestas de imitación y
de no imitación las hacía covariar?. Si no era la semejanza con
la conducta del experimentador (Experimento No. 1) enton
ces las respuestas no-reforzadas (imitativas y no-imitativas) esta
ban siendo mantenidas por otra propiedad, no definitoria, vg.:
el sitio donde se realizaba el experimento y también por el hecho
de que todos eran enseñados por un experimentador que daba
las claves (estímulos) para actuar. Como se observa en el gráfico
No. 1.3, un estudio final utilizando “ imitativas reforzadas” y “no
imitativas no-reforzadas” permitió identificar a la operación de
premiar al sujeto como la responsable de las relaciones funciona
les entre las dos clases de conductas (imitativas y no-imitativas).
20
GRAFICO No. 1.2
[ Tomado d* P «t««on, R.F. (1968) ]
21
(EXTINCION)
BLOQUES DE SDs
GRAFICO No. I. 3
[ Tomado de Petterson, R.F. (1968) ]
22
tivas) diferenciables sólo, cuando el procedim iento de extinción
p or evocación masiva se p on ía en práctica; pero integrable, cuan
d o el de evocación intercalada estaba en efecto. Si el reforza
m iento tiene efectos generalizados y no son propiedades de los
estím ulos antecedentes (Experim entos Nos. 2 y 3), entonces los
efectos generalizados se efectúan a través de una dimensión o pro
piedad de las respuestas aún no identificada. Ello quiere decir, que
a pesar de poseer topografías diferentes, sostenían en com ún otras
propiedades no topográficos com unes, que daban origen a una
clase de respuestas amplia y unitaria. Dichas propiedades limi
tantes quedan p or ser descubiertas.
23
D. Significado del término “ Contingencia”
24
Contingencia es entonces para Skinner dependencia e inme
diatez.
25
la intromisión o intrusión de estímulos en el flujo continuo de la
conducta. De este paradigma básico, el reforzamiento contingente
es un caso particular.
Sd
R-* Sr
26
y que puede leerse, “ dado un estímulo discriminativo (Sd), si el
organismo responde, entonces ocurrirá el reforzamiento” . En oca
siones posteriores, los Sd adquirirán propiedades reforzantes secun
darias y pueden utilizarse para sostener la conducta durante perío
dos extendidos. Por ejemplo, la presencia del guardia vial ocasio
na la disminución de la velocidad por parte de los conductores
que transitaban a 60kmph aunque estímulos discriminativos an
teriores indicaban en la vía
Fijo: 60Kmph.
27
BIBLIOGRAFIA DEL CAPITULO I
SKINNER, B.F.- “ The generic nature of the concepts of stimulus and re
sponse” Journal of General Psychology, 1935,12.
28
CAPITULO II
LA DEFINICION OBJETIVA DE L ~
CONDUCTA Y SUS PROBLEMAS
29
a un registro más válido, que si hubiéramos observado los produc
tos permanentes (colillas). Podemos contar el número de aspira
ciones (expulsiones de bocánadas de humo), que el sujeto ejecuta
cuando enciende cada cigarrillo. Habiendo identificado la propie
dad pertinente, podemos establecer la relación entre el número
de bocanadas y el grado en que se consume cada cigarrillo, e
inferir, á partir de la medida del tamaño de las colillas dejadas
por el sujeto, los patrones de consumo.
30
la base para una definición objetiva, pero suponer que las opera
ciones de medida son exactamente lo mismo que los conceptos
o funciones definibles, (operacionalismo), es un error.
31
cífico. Pata ello, dividen los ambientes según el acceso funcional
de las personas y las actividades que las personas realizan en de
terminadas ateas. Por ejemplo, en casas de habitación, la sala y el
comedor son consideradas áreas publicas; la cocina, semipública;
y las habitaciones y baños, privadas.
32
Tanto mejor si tales condiciones permiten observar la ocurrencia
de la conducta con una duración definida o al menos con claro y
discriminable inicio del tiempo de variación del evento. Cuando no
es posible medir la duración, el constatar la ocurrencia actual del
evento permite aproximamos a su frecuencia, y en consecuencia,
podemos estimar su tasa. En ambos casos, la definición previa del
evento conductual tiene la máxima importancia. Jackson, Della-
Piana y Sloane (1975) han sugerido tres pasos para la obtención
de una clara y buena definición (operacional):
33
Por ejemplo: Gomo Atención del maestro, se considera a
las vertjaUzaciones dirigidas a los niños y los contactos físi
cos con éstos.
Especificar los resultados de la conducta. Por ejemplo, ras
paduras en el brazo, solucionar problemas correctamente
escritos; desperdicios en el piso, etc.
35
servación hacia manifestaciones particulares de algunas conductas,
conviene entonces:
37
comunidad, com o una dimensión decisiva del cambio con-
ductual. Esto ha conducido a una precisión mayor respecto
a considerar quién es el cliente en los programas de inter
vención conductual.
Cuando éstos son los administradores escolares más que los
alumnos, la disposición ideológica del programador de
cambios conductuales debe ser expresada explícitamente y
las razones de su compromiso.
7. En situaciones ecológicas e institucionales, donde las con*
diciones de los ambientes naturales ejercen efectos contro
ladores múltiples, las definiciones de conducta están enla
zadas a un sistema de registro de observaciones. Es necesa
rio entonces determinac la consistencia de la definición
(validez), la precisión de la misma en términos del domi
nio cubierto por las clases d e . conductas definidas, las
oportunidades qüe se prevén para su observación y la for
ma de solucionar los impedimentos que limitan la realiza
ción de las observaciones.
Tiempo de observación
Costo = — ■— --------------------------------x Número de observaciones
Oportunidades de observación
38
Si de las cuatro horas de oportunidad, observamos cuatro en
quince sesiones diarias el costo sería
4
——x 15 = 15 uc.
4
0.5
------ x 15 = 1.8 uc.
4 "
Por ejemplo
FIGURA 11.1
39
Z).- Relaciones entre investigación básica y aplicada
40
BIBLIOGRAFIA CAPITULO II
HARTING R.E.- "Los efectos del uso del refórzamiento positivo, costo de
respuesta y combinación de ambos en la cantidad de basura que
niños en edad pre-escolar tiran al suelo". Tesis de Maestría. Uni
versidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Psicología.
Septiembre de 1976, Pág. 21*22. Inédita.
41
CAPITULO III
43
y precisas. Dicha objetividad permite la repetibilidad de los da
tos, los cuales pueden ser verificados independientemente por
otros investigadores. La objetividad la logramos a través de pro
cedimientos estandarizados y poco ambiguos que nos permiten
describir eventos empíricos. En la definición de medida que hemos
tomado, el término atributo indica que lo que medimos es siem
pre una característica del objeto, característica que previamente
ha sido definida. Para clasificar o cuantificar datos debemos re
conocer inicialmente en cada evento la presencia o ausencia de
la característica usada como base para la clasificación. En el
Análisis Experimental de la Conducta trabajamos a un nivel em
pírico donde los datos corresponden a la descripción y verificación
de hechos observables y donde es de importancia básica la selec
ción y control de las variables pertinentes a la comprensión del
fenómeno. Esto acarrea uno de los problemas más cruciales en
el Análisis Conductual Aplicado, ya que, quien determina la
presencia o ausencia del evento conductual es el observador, y
éste forma parte integral del instrumento de medida.
44
perimentador poniendo gran énfasis en su entrenamiento
y en la categorización del sistema de observación.
45
están observando la misma conducta. El grado de acuerdo entre
éstos nos da una medida de la consistencia o precisión del re
gistro. (O’Leary, K. y Kent, R., 1973). En general cuando falla
la consistencia en la medida, esto puede deberse a fallas en el
entrenamiento de los observadores, a fallas en el método utili
zado para el cálculo de la confiabilidad o a fallas en el sistema
de observación. Weick (1968), plantea la importancia de la confia
bilidad de los métodos observacionales debido a que está invo
lucrado un número grande de juicios que deben emitir los ob
servadores y menciona tres tipos de confiabilidad dependiendo
del índice que se utilice, estos son:
46
Análisis de las Fuentes de Variancia
de Error en un Sistema Hipotético de Observación
47
de observación es explícito y bien definido, esta medida será la
que arrojará el índice más alto.
Acuerdos
----------------------------------------- x 100
Acuerdos + Desacuerdos
48
4.- Problemas generados por el observador.
49
este punto es escasa y contradictoria. Kass y O’ Leary (1970),
Skindrud (1972) y O’ Leary y Kent (1973) tratan este problema
en forma sistemática trabajando con “ video-tape” . En la prime
ra de estas investigaciones se encontró interacción entre lo obser
vado y lo esperado por el experimentador; en las dos últimas
investigaciones los resultados son no significativos. Nuevamente
Johnson y Bolstad se plantean la necesidad de estudiar el efecto
de la interacción de la expectativa del observador sobre lo obser
vado en situaciones naturales sin el uso de “ video-tape” , en donde
el contacto con el observador sea directo. Otra dimensión impor
tante que se debería tomar en cuenta sería la especificidad del
código empleado v.s. el sesgo del observador. A medida que el
código se hace más explícito y definido hay una mayor dificul
tad de que entre en juego el sesgo del observador. Igualmente
mientras mayor sea el grado de acuerdo entre observadores, menor
será la influencia del sesgo sobre los resultados.
50
entrenados en cuanto a técnicas de observación. El criterio de
entrenamiento fue de 80 o/o de acuerdo entre observadores tan*
to de los llamados no-informados como de los informados. Las
condiciones de observación para ambos grupos fueron: Familias
Problema tanto en línea base como en la Fase de Intervención
y normales en línea base. La variable independiente fue la infor
mación previa suministrada antes de la observación, acerca de si la
familia era normal vs. problemática, y, línea base vs. tratamiento. La
variable dependiente fue la cantidad de conducta desviada repor
tada por los observadores, utilizando éstos un código de treinta
categorías de interacción familiar. La medida fue expresada co
mo frecuencia promedio de conducta desviada en un período de
cinco minutos. Se esperaba que al observar familias normales no
habría diferencia entre observadores informados y no informados.
Otra expectativa era que los observadores informados obser
varían un número mayor de conductas desviadas durante la lí
nea base en familias con problemas y un menor número de con
ductas desviadas en la fase de intervención. Sin embargo, los re
sultados fueron estadísticamente no significativos; pero aunque
no significativos, hay una tendencia general en la dirección espe
rada por el sesgo del observador informado. El número de obser
vaciones analizado no fue lo suficientemente grande como para
que los análisis estadísticos empleados fueran satisfactorios y hay
una serie de factores metodológicos que oscurecen los resulta
dos. Por lo tanto la literatura que toca este punto del sesgo del
observador en situaciones naturales sigue siendo escasa y con
tradictoria. Este sesgo, como se deduce, es una variable que pue
de jugar un papel importante en el grado de acuerdo logrado en
tre observadores y de ahí que repercuta sobre el cálculo de la
confiabilidad. En general, se deben de tomar precauciones por
lo menos para que la información suministrada sea igüal para
todos los observadores y minimizar así este efecto.
51
una técnica más versátil y menos costosa que la anterior.
52
puesto de manifiesto que hay un incremento considerable de la
confiabilidad en estos casos. En la Fig. III.l (Tomada de Ro-
manczyck et al., 1973) podemos observar el incremento nota
ble del porcentaje de acuerdo ante la presencia de un evaluador.
de fas Conductas M odificadas
Confiabilidad
F IG U R A III.1
[Tom ado da Romanc2yck et al., (1973)]
53
das entre observadores pertenecientes a grupos diferentes (Kent
et al.» 1974; O’leary y Kent, 1973).
54
monitor o experimentador que prevenga el mentir, esto puede oca
sionar reportes de confiabilidad más altos debido a que los ob
servadores tienden a trampear, (O’Leary y Kent, 1973), como
podemos observar de la Fig. III.2.
1 2 3 4 6 6
■ E A usente O ías de Observación
• E Presenté
FIG UR A 111.2
[ Tomado do O'Leary y Kent, (1973) ]
55
Kent, KanowitZj O’ Leary y Cheiken (1977) combinan los tres
factores señalados para evaluar la interacción de éstos entre sí. En
promedio, la combinación de estas tres variables incrementan la con-
fíabilidad de 0.50 a 0.79. En consecuencia, si los estimados de
confiabilidad se van a considerar representativos de los datos re
cogidos en ausencia de los chequeos de confiabilidad, aquella debe
tener formas de evaluación particular en las investigaciones actuales.
La confiabilidad debe chequearse en forma continua y encubierta, y
de haber más de un grupo de observadores involucrados, la confia
bilidad entre grupos debe calcularse. De lo contrario, los esti
mados usuales de confiabilidad no se pueden considerar répli
cas del código de conducta que se está evaluando. Los autores
citados sugieren una revisión tanto del entrenamiento de los observa
dores como de los tipos de códigos utilizados, ya que el entre
namiento básico actual consiste en desarrollar consenso entre
los observadores. Debe focalizarse más la atención sobre la defi
nición de las conductas y su interpretación a través de manua
les, video, etc., y un enfoque riguroso sobre la definición más
que sobre las interpretaciones de ésta. Además de lo anterior
encuentran que la especificidad o complejidad de las definicio
nes operacionales pueden ser factores determinantes del grado
de confiabilidad alcanzado.
1 ,- La unidad de valoración.
56
i
caso Ja confiabilidad se estima sobre la unidad de valoración y
en el caso de la conducta compuesta puede calcularse para la
unidad total: “ conducta inapropiada” o por separado para cada
uno de sus componentes. En términos generales la regla con
siste en calcularla para cada unidad visual o auditiva. Es la com
plejidad del código de observación ia que determinará la unidad
de valorización. Esta complejidad (Kazdin, 1977), puede estar
dada por:
57
cion y el tipo de conducta que estamos observando, (predeci
bles o no).
58
Dotson (1975) y Hartmann (1977) sugieren el uso de porcentaje
de acuerdos para la ocurrencia y la no ocurrencia de la conducta.
Ambos se obtienen a través de porcentajes pero, en los de acuerdo
para la ocurrencia, éste se obtiene sólo en aquellos intervalos en
donde ambos observadores registraron la presencia de la conducta
y en los de no-acuerdo en aquellos donde uno registra la conducta
y el otro no. El acuerdo por Ja no-ocurrencia refleja la situación
donde ambos observadores están de acuerdo en la no ocurrencia
de la conducta particular.
59
El porcentaje de acuerdo en el paradigma de intervalo sí tiene un
significado directo y útil” . Baer continúa diciendo que no debe
mos esperar que los observadores registren la misma conducta
en el mismo instante. Esta característica es interesante pero no
útil. Argumenta que esta discusión se apoya en el concepto psi-
cométrico de la confiabilidad cuyo modelo es el cuestionario
donde hay homogeneidad de las preguntas o items. Por el con
trario, en un muestreo de tiempo de 10 segundos no puede existir
tal homogeneidad, lo único que es igual es que cada 10’ ’ se hace
la Observación, pero no lo que va ocurriendo. De ahí que el cálculo
de los coeficientes de confiabilidad necesariamente sean bajos. Dicho
de otra manera, en el instrumento psicométrico construimos
items para que todos midan una dimensión; en el muestreo-
temporal no construimos los items (10 segundos sucesivos de
tiempo) sino tenemos diferentes sucesos que vendrán a su libre
albedrío.
60
Brady, 1965 y Martin et ai., 1971) mientras que en otros sí
(Polansky, et al., 1949; Roberts y Renzaglia, 1965; Betchel, 1967;
White, 1972; Patterson y Harris, 1968, y Patterson y Cobb, 1971).
61
bre la presencia del observador, ya que la carencia de información
puede ocasionar ansiedad y hostilidad por parte del sujeto, y por
lo tanto aumentarla reactividad.
62
BIBLIOGRAFIA CAPITULO III
BIJOU, S., PETERSON, R., & AULT, M.- “ A method to integrate descrip-
tive and experimental Field studies at the level ofData andEmpirical
Concepts”, Journal of Applied Behavior Analysis. 1968,1,175-191.
GRIMM, J.A., Parson, J., BIJOU, S.- “ A Technique for Minimizing Subject-
Obseruer Looking Interactions in Field Settings,\ Journal of Experi
mental Child Psychology. 14, 500-505.1972.
KASS, R.E. & O’LEARY, K.D.- “ Tfte effeets ofobserver bias in field experi
mental settihgs. Paper presented at a symposium entitled: Behavior
Analysis in Education". University of Kansas, Lawrence, April,
1970.
63
HAWKINS, R.P. & DOTSON, V.A.- Reíiabiíifcy scores that delude. In E.
Rampand and G. Sem (Eds.), “ Behavior Analysis areas o f research
and application”. Englewood CliffsN.J. Prentíce Hall, 1975.
64
RAPP, D.W.- Detection of observer bias in the written record. Reportado en:
R. Rosenthal, “ Experimental effects in Behavioral Research” .
R. Rosenthal,
RAPP, D.W.- Detection o f observer bias in the written record. Reportado en:
R. Rosenthal, "Experimental effects in Behavioral Research” New
York: Appleton-Century Crofts, 1966.
REPP, A., DEITZ, D., BOLES, S., DEITZ, S. & REPP, C.- ‘Differences
Among Common Methods for calculating[nterobseruer Agreement”.
Journal of Applied Behavior Analysis, 1976,9,109-113.
SOTT, P., BURTON, R.V., & YARROW, M.- “ Social reinforcement under
natural conditions’\ Child Development, 1967, 53-63.
TAPLIN, P.S. & REID, J.N.- “ Effects o f instructional set and experimental
influence on observer reliability". Child Development, 1973, 44,
547-554.
65
CAPITULO IV
TECNICAS PARA REGISTRAR OBSERVACIONES
67
PERIODO DEL ACONTECIMIENTO
INSTANCIAS REGISTRADAS
Ob = tiempo de observación „
6b * tiempo de no observación
— DURACION DEL EVENTO r--------
DE CONDUCTA i
*--------- -------------------- _ _ _ _ _ _ J
Ob
«>n»i>n nn
FIG UR A IV. 1
impedimento que obstaculizaba la observación acerca de cuál
de los estímulos; (el asociado al reforzamiento o extinción),
estaba vigente para ese momento. Finalmente, ei período que dura
la observación es un elemento importante para la fidelidad del
registro cuando consideramos el tiempo que dura la instancia
de conducta a registrar. Si el período de observación es menor
que la duración del acontecimiento conductual, podremos detec
tar la ocurrencia del evento, pero podrían incluirse más de una
ocurrencia cuando en realidad es una sola. Por ejemplo en la
Figura No. IV. 1 se observa como, un solo acontecimiento y se
registra como si fuesen tres.
PERIODO DEL
ACONTEGMENTO 0E LA
COOUCTUAL «ve u C TA
0b
REM OOS DE LAS
OesESVACIOrtES
J1 0b ii...
INSTANCIAS
REGISTRADAS
F IG U R A IV.2
69
i _____ r
K toO O O S O C LAS
OMCMOOMES •1» 9b
INSOMCMS
MU5TRADAS
OPTIMIZANDO LA COHFIAWUDAD
POR L A EXTEHSHH DE «> .
FIG UR A ÍV.3
PEWOOO DEL
AC«rrec<MENro cohdoctual
n_rot>
DURACION
DE LA
CONDUCTA]
J_ _ 1 ^
FCKOOOS OE LAS
OBSCRVUCJONES
ii_ _ _ n n n Jl.
INSTANCIAS REGISTRADAS
OPTIMIZANDO LA CONF1AMLIDU»
A PARTIR DE I A DISMINUCION OE JH>
FIG UR A IV.4
70
de observación (vg.: registro continuo de eventos). Esta última al
ternativa tiene como consecuencia un posible decremento en la vi
gilancia del observador cuando el tiempo total de la sesión de ob
servación es excesivo.
71
acumulativamente o no, la frecuencia de los eventos detectados.
Una es siempre transformablé en la otra. No obstante los regis
tradores de eventos automáticos más comunes, por razones de
costo, reducen el tiempo de variación del fenómeno a un registro
o huella “ instantánea” , como observamos en la Fig. IV.5.
Intensidad
FIGURA IV.5
72
proporcionamos a las instancias de conducta de un inscriptor.
El organismo en este caso es el canal de registro dotado de un
inscriptor acoplado vg.: lápiz para escribir, huella de la micción
en la sábana o “ aura de la micción observable al trasluz” , (Duar-
te 1976). Aunque, presumiblemente por ley física, toda acción
conductual produce una huella; especificarlas de antemano pro
porciona beneficios. Sin embargo, com o los registros permanen
tes están basados en el contacto entre objetos (uno de ellos es el
organismo o sus partes), la mayoría de los casos los productos
permanentes detectan los eventos terminales y ocultan el proceso
que dió origen a tales eventos. Por ejemplo, la cantidad de latas
de cerveza recolectadas indica la cantidad de cerveza consumida;
pero no cómo fue consumida (en una reunión, etc.). La respuesta
a un examen informa si el resultado correcto fue o no alcanzado,
pero no la estrategia que utilizó el sujeto para resolver el proble
ma. La utilidad, en consecuencia, de los productos permanentes,
está en relación directa con el conocimiento del proceso conduc
tual que los origina. Si no, el proceso de origen quedará como una
hipótesis inferible del producto permanente. En tal sentido, cuan
do tenemos acceso a la observación directa del comportamiento,
esa observación directa es el procedimiento a elegir frente al uso de
productos permanentes. Obviamente la decisión involucra el pará
metro “ costo” .
“ Timmy está jugando sin ayuda en una caja que contiene are
na, en el área de juego. En el área de juego otros niños están
jugando. Una maestra está parada cerca. Timmy se cansa de la
caja con arena y camina hacia las barras para colgarse. Timmy
grita a lamaestra, diciendo: *Señora Simpson, míreme'. Timmy
trepa a lo más alto del aparato y grita nuevamente a lá maes
tra, ‘Míreme cuán alto estoy. Estoy más alto que cualquiera\
La maestra comenta con aprobación sobre la habilidad de
Timmy para trepar. Luego Timmy desciende y corre hacia
un árbol, pidiéndole a la maestra que lo mire. Sin embargo, la
maestra ignora a Timmy y va de regreso al aula. Al no ser co
rrespondido, Timmy camina hacia la caja de arena en vez de
trepar al árbol. Cerca de ahí, una niñita llora de dolor cuando
se cae y se raspa la rodilla. Timmy la ignora y continúa cami
nando hacia la caja de arena”.
74
Los autores señalan que para obtener una impresión nítida
entre eventos estimulativos antecedentes, respuestas y estímulos
consecuentes, es necesario transcribir los aspectos objetivos de la
narración a un formato compuesto de tres columnas, numerando
el orden consecutivo de las respuestas y eventos estimulativos.
Por ejemplo:
75
14.- La Sra. S. da vuel
ta y camina hacia el
aula,
14.- La Sra. S. da 15.- T. se detiene mi-
vuelta y camina ha- rando hacia la Sra. S.
9.18 16.- Una niña cerca
na resbala, cae, gol
peándose la rodilla.
17.- La niña llora 18.-T procede hacia la
caja de arena.
19.- . . .toma el tobo y
lá pala
20.- . . .reasume el jue
go con arena.
76
a trazos continuos. Independientemente del problema acerca
de cuáles enlaces vincu1an unidades moleculares a conjuntos
molares de acontecimientos y de las dimensiones más útiles
para caracterizar a las respuestas, a los actos, y al flujo de la
conducta; la concepción de la continuidad “ respuesta - acto ■
conducta” queda puesta de manifiesto con las técnicas de re
gistro continuo o anecdótico. Los espacios vacíos que apare
cen en los registros pueden ser caracterizados como R (no res
puestas); es decir, otros eventos de comportamiento no detecta
dos o que no fueron relevantes para el observador. La magnitud
y número de tales espacios R informa acerca de lá selectividad del ob
servador e indirectamente sóbrela representatividad de los registros.
b c
FIG UR A IV.6
[Tomado de Barker, (1963) ]
77
El numero de transiciones en las cuales no hay acuerdo.
Ejemplos de lo anterior podemos observarlo en el gráfico No.
IV. 7
FIG UR A IV.7
1. Técnica
78
gistradas; una técnica sencilla consiste en anotar o contar la ocu
rrencia de cada manifestación de conducta durante la sesión de ob
servación. Esta, aunque continua, puede estar dividida en fraccio
nes de tiempo. Este es el caso señalado cuando los períodos de
observación (ob) y no observación (0b) conforman lá función
ob/ob + 0b = 1, donde 0b - 0. Ello equivaldría a tener interva
los consecutivos de un tamaño igual a “ ob” , o un único intervalo
donde la duración de (ob) es igual a la duración de la sesión de
observación. Por ejemplo, nos interesa conocer el número de ve
ces que un maestro refuerza socialmente a un alumno en la sesión,
luego de una ejecución correcta o respuesta correcta frente a una
pregunta del maestro; el número de veces que ante la misma pre
gunta, si la respuesta no es correcta, el maestro proporciona la
alternativa correcta o redirección; y la frecuencía con la cual el
maestro ignoró la respuesta del niño. El protocolo de registro po
dría ser igual o similar al de la Fig. IV.8.
P ro to co lo de Registro d e Eventos
5 min 5 min
(S1) t + H : hNI
(R e d )r fw ii II
(Ig) I I
(Sr) = reforzamiento
(Red)= redirección
(Ig) = Ignorar
Fig. IV.8
79
respuesta. Por ejemplo, la tasa de redirecciones en los primeros 5
minutos fue de 12/5 = 2.4 y en el segundo período de 2/5= 0.4,
siendo la tasa total de redirecciones: 12 + 2/10= 1.4 redirecciones
por minuto. A su vez el registro nos proporciona la frecuencia de
instigaciones o preguntas del maestro y la tasa parcial o total de
instigaciones. Ello es igual a: frecuencia Sr + frecuencia Red +
frecuencia Ig. Como podemos observar en la Fig. IV. 8 esto es
igual a: 19 en 5 min. más 7 en 5 min., ó 26 en 10 min.; lo cual
equivale a 2.6 instigaciones o preguntas por minuto. Si el período
de observación se extiende por varias sesiones, podemos obtener
la tasa para la fracción de la sesión, o por sesión diaria. La utili
dad del registro de eventos consiste en proporcionar un índice
ágil de ia frecuencia moderada, alta o baja de algunas conductas
específicas. Si en el aula hay más de un sujeto podríamos obte
ner datos de utilidad acerca de la atención diferencial o no que
el maestro presta a los alumnos. Sin embargo, es de interés cono
cer de antemano hasta dónde las categorías de conducta son o no
compatibles o excluyentes.
80
c) Multiplicar el resultado de la fracción por 100, para expre
sarlo en porcentaje.
número menor de cb 7
------------- ------------------ x 100 =-------- - .5 x 100 = 50 %
número mayor de ob 14
Este índice (50 %) indica que de haber sido cien las ocurrencias
detectadas por un observador, él otro detectó 50. En otras pala
bras, cuando un observador detectaba dos ocurrencias de redi
rección, el otro sólo había detectado una. El grado de acuerdo del
50% no nos dice cuál de los observadores falló. Si uno contó en ex
ceso, o si el otro restringía el conteo.
INTERVALOS CONSECUTIVOS
OBSERVADOR N°l 0 l 1
OBSERVADOR N*2 0 1 0
FIGURA IV.9
82
ró con el Método Exacto en cuatro de las cinco clases de respues
tas observadas.
1.- Técnica
83
PERIODO DEL
EVENTO CONDUCTUAL I___ i ¡ f~ [_..... j í | j f
PERIODO DE LAS ¡ ¡ 1
OBSERVACIONES --------------------1 ---------------------------1 1----------—
INSTANCIAS REGISTRADAS-
FIGURA IV.10
DURACION DE LA
RESPUESTA
PERIODO DEL
EVENTO CONDUCTUAL
PER1000S DE LAS
OBSERVACIONES
JTJU---------L_
EVENTOS REGISTRADOS
FIGURA IV.11
84
PERIODO DEL BVENTO. DURACION
CONDUCTUAL DE LA
CONDUCTA
ob Ob
PEOODOSDE LA
OBSERVACION
Ob ftto
INSTANCIAS
REGISTRADAS j ____
DURACIONES
REGISTRADAS l____
FIG UR A IV .12
85
Para calcular el porcentaje del tiempo del evento relativo a la sesión, se
usa la razón:
Total de duraciones acumuladas
------------— ------------------------- xl OO
Tiempo de la sesión
Fig. IV. 13
1 Técnica
86
lo largo del tiempo, podemos utilizar el registro por intervalos.
V V
10
Fig. IV-14
Fig. TV. 15
88
Es conveniente que un estímulo indique al observador (y al
cotejador de confiabilidad, según el caso) el inicio de cada inter
valo y que además ambos observadores inicien la observación al
unísono, si no el desfase entre observadores impedirá calcular la
confiabilidad.
Ejem plo:
Observador No. 1 VV * V
g fc
Observador No. 2 V * V \/ * VV
Coincidencia en %/ + — - - + — —
Coincidencia # - - + + +
- - -
Obs.l VVV V V V y/ V V
Obs.2 VV V V V y/ V V
Acuerdo Oc, + 4- - — —- + + + + +
Acuerdo Noc. ——+ + + + - —
89
Puede calcularse el porcentaje de acuerdos promedio para
ocurrencias y no ocurrencias cuando ambos son igualmente
frecuentes, aproximadamente. Por ejemplo: cuando Oc = Noc.
El porcentaje promedio de acuerdos para
63,63 + 50.%
Oc y Noc = ■= 56.8%
2
90
Nt x N2
No Ocurrencias Respuestas aleatorias = x 100
_ (T)2 _
Donde: 0Z = el número de intervalos, en los cuales el
observador 1 registra una respuesta.
02 = el número de intervalos, en los cuales el
observador 2 registra una respuesta.
N, y Nj = el número de intervalos, donde, respectiva
mente, el observador 1 y 2 registran la no
ocurrencia de una respuesta.
T = el número total de intervalos en los cuales se
comparan las observaciones de los dos obser
vadores.
INTERVALOS
Observador No. 1 y V
Observador No. 2 y¡ V V V
Acuerdos en Ocurrencias (Oc) + - + -
Acuerdos en No ocurrencias (Noc) - - +
Acuerdos en Oc + Noc. + - + - +
(2x4) + (3x1) 24
x 100 = 96%
(5)> 25
-x 100 = 60%
3+ 2
91
2x4 6
------ --- - x 100 - 32%
25 25
2
----------x 100= 50%
2+2
3x1 3
—— = ---- x 100 = 12%
25 25
1
—-------- x 100 = 33,3%
1 + 2
92
sobre las instancias que ocurrieron. Ello es así porque un cálculo
sobre escasos acuerdos puede proporcionar un porcentaje de
acuerdo abultado por el número de oportunidades que hubo
para que coincidieran los juicios de ambos observadores. Por
ejemplo:
Obj V V V V V
Ocurrencias Ob2 V \/ VV V
A + + - + + +
No Ocurrencias
A 1 _ + + - + + 4- + +
!
Para las ocurrencias el porcentaje de acuerdo es:
5/5 4 1 x 100 = 83.33%
Para las No ocurrencias es:
9/9 + 2 x 100 = 81.81%
1.' Técnica
93
segundos de 0b es igual a: 1/1 + 15 = 6,25%, o proporción del
tiempo de observación en cada intervalo. La selección del instan-
te de un segundo de observación optimiza la validez del regis
tro y mejora la precisión cuando se ajusta al tiempo de 0b, tal
que haya un período de ob coincidente con el evento y al menos
un período 0 b para el tiempo entre un evento de conducta y
otro, como podemos observar en la Fig. IV.16.
EVENTO CONDUCTUAL
PERIODOS DE LA„
OBSERVACIONES
INSTANCIAS
REGISTRADAS
TERMMO
F IG U R A IVÍ16
94
do el intervalo de observación (muestreo del intervalo temporal
total) había subestimación de la medida continua. Si la conducta
se exhibía sólo brevemente durante el intervalo de observación
(muestreo de intervalo temporal parcial) había sobreestimación
de la medida continua. Si la conducta debía ser exhibida al final
del intervalo de observación (muestreo temporal momentáneo)
la sobreestimación de la medida continua era igual a las subestima
ciones. Para una mejor comprensión debe tenerse en cuenta los
procedimientos en estos registros de intervalo. Para el muestreo
de tiempo momentáneo; cuando estaba programada una observa
ción, el observador miraba la cámara de televisión y anotaba si
había ocurrido o no la instancia de conducta. Para el muestreo
de intervalo (registro de intervalo), el observador miraba al mo
nitor de televisión y al final de cada intervalo anotaba si la con
ducta había ocurrido: (1) durante todo el intervalo (total), (2)
parte del intervalo o (3) en ninguna parte del intervalo. Los au
tores consideraron en este caso, los procedimientos de intervalo
como pertenecientes al género: “ Muestreo temporal” , que puede
ser total, parcial o momentáneo.
2.- Confiabilidad
Hora:
8h 0 min
1 min
2 min
2 min
95
Un segundo observador obtiene el siguiente registro:
8h Omin 8h 4 min
8h 1 min 8h 5 min
8h 2 min 8h 6 min
8h 3 min 8h 7 min
Fig. IV.17
8h 0 min. + - ■+ 4- 8 h 4 min. + + + +
- + + 4- 4- 4* + 4*
4” 4- 4- 4- + + 4* +
8h 3 min. 4- 4* + 4* 8 h 7 min. + + + 4-
+ + + 8h 4 min. 4- 4- 4* 4-
00
0 min.
4- + + + tf + + 4* +
>> + + + + + + 4- 4-
+ - - 4- 4- 4- +
00
3 min. + 8h 7 min.
X!
96
cias y no ocurrencias. Por ello se recomienda obtener el acuerdo
por la fórmula:
97
era superior que las continuas hasta que el período alcanzaba los
300 segundos. En cinco segundos las tres medidas eran efectivas.
Este análisis se realizó para ia primera sesión, la mediana y la
última. Para las quince sesiones de observación que duró el expe
rimento se encontró que los procedimientos continuos (total y
parcial) aumentaban el error de estimación a medida que se
reducía el número de observaciones por sesión. Por otra parte,
hasta 900 seg. el muestreo instantáneo probó ser tan efectivo
como la medida continua.
Número en tarea 10 8 9 15 7 7 5 2 8
Número presente 15 15 12 15 10 10 10 10 15
,8 6
------- = 0,677x 100 = 67.7%
127
98
2.- Confiabilidad.
1 2 3 4 5 6 7 8 TOTAL
f numero en
8 8 10 9 8 5 3 2 53
Observa i tarea
dor No.l ) número 10 10 10 9 10 10 10 10 79
1 2 3 4 5 6 7 8
numero en
8 8 9} 9 8 4 1 2 49
Observa* \tarea
dor No.2 ) número 10 10 10 9 10 10 9 10 78
niwatntp
1 2 3 4 5 6 7 8
Diferencia entre
personas en tarea =4
1 2 3 4 5 6 7 8
número menor
de presentes 10 10 10 9 10 10 9 1° 78
99
En el caso de la lista de chequeo de actividades planificadas
podemos obtener la confiabilidad de las personas en tarea así:
4 9 /5 3 x 100 = 92.4%
100
FIGURA IV.tS
[ Tomado de Jackson, et el., (1975) ]
En esta línea de disensión Thompson, Holmberg y Baer (1974)
destacan que al ser insuficiente el muestreo temporal continuo, se
hace necesario el muestreo temporal intermitente. Cuando hay va
rios sujetos por observar, el tiempo de la sesión total debe dividirse
igualitariamente para cada sujeto. Por ejmplo: con cuatro sujetos
y 20 minutos, un cuarto de tiempo debe corresponder a cada su
jeto (5 minutos). Thompson, Holmberg y Baer describen tres po
sibles patrones que pueden utilizarse: 1) Contiguo: acá asignamos
consecutivamente cada período para cada sujeto y tiene como ven
taja que recogemos información de cada sujeto en el período de
tiempo más largo y sin ruptura. 2) Alternante: Cuando hay varios
pares de personas podemos asumir qué medidas más representa
tivas surgirán si hacemos observaciones alternas y rápidas entre
los miembros de un par. Manteniendo un período de observación
largo dentro del cual observamos alternativamente y de manera rá
pida a los interactuantes y también estamos preservando, al me
nos para ese par de sujetos, algunas características del procedi
miento contiguo. Luego de agotado el período, observamos la
próxima pareja o trío y así sucesivamente. 3) Secuencial: Parte
de la suposición de que en la medida que el patrón de muestreo
esté más ampliamente disperso será el más representativo. Aquí
se observa durante un minuto al sujeto uno, luego se observa al
segundo sujeto, al tercero, etc., y así sucesivamente. Aplicando
esta técnica Thompson, Holmberg y Baer, observaron dos tipos
de conducta (reforzamiento e instigación a los niños por los maes
tros, e interactuar y jugar con otros niños). Para ello observaron
cuándo tres maestros reforzaban e instigaban al niño durante 64
minutos diarios a lo largo de varias sesiones. Luego compararon
el tamaño del error relativo a una técnica de muestreo temporal
continuo, que utilizaba un intervalo de 10 seg. En término de
porcentaje; el error para la estimación del reforzamiento utili
zando el método Contiguo osciló entre 25% y 50%; para el méto
do Alternante entre el 18% y 48%; y para el método Secuencial,
entre 1% y 38%. Para las instigaciones el error promedio de esti
mación utilizando el método Contiguo fue de 30% al 52%, para
el método Alternante: 11% ai 55%, y para el Secuencial: 4% al
11%. La falta de exactitud de los métodos Contiguo y Alternan
te fue interpretado por los autores como debido al cambio de la
conducta del maestro durante el período de observación. Posible
mente el maestro era más activo al comienzo del período y que
ría tempranamente involucrar al niño para que interactuase con
102
los demás. Pudo haber ocurrido también, según los autores, que
los patrones de interacción social variaran de momento a momen
to y ello hacía que el maestro fuese activo en diferentes interva
los, haciendo que un único período no fuese representativo. Por
el contrario, el método Secuencial, al dispersar más ampliamen
te los momentos de observación fue el más preciso. Por su par
te, Newmann (1977) discute Análisis Consolidados (cuando se
combinan los datos de los sujetos individuales dentro de un
grupo), generalmente promediados en trabajos de contingencias
de grupos. Una contingencia de grupo se refiere a la asignación
de un estímulo contingente a uno o más miembros de un grupo,
dependiendo de la conducta de otros miembros. Por ejemplo,
suprimir el receso a todos los alumnos cuando un estudiante se
porta inadecuadamente. Newmann recomienda los siguientes
procedimientos: 1) recoger información individual de manera
continua solamente dentro de un subconjunto del grupo. 2)
Dividir el período experimental en segmentos para la recolec
ción de datos. Sólo un sujeto debe ser observado en cada seg
mento, pudiendo variar el orden secuencial de observación. 3)
Utilizar procedimientos de muestreo temporal y más que intentar
observar a todos los sujetos durante todo el estudio, obtener
información de todos los sujetos en sólo un pequeño período
de la sesión. 4) Utilizar el registro de intervalos dentro de un sub-
- conjunto del grupo o registrar únicamente las conductas especi
ficadas. 5) Escoger como conductas para la observación aquellas
que dejan productos permanentes o físicos.
103
No obstante la búsqueda de los parámetros óptimos debe estimu
larse. Baer (1977) ha destacado que en la medida que discrimi
nemos los efectos que son fuertes, consistentes y manipulables
de los que no lo son, nada se ha dañado. Baer añade en nota al
margen (pag. 171) que: “ leemos selectivamente porque no es
tamos buscando efectos experimentales sino efectos útiles. Es
to es, no necesitamos expandir la lista de variables a aquellas
al menos —algunas veces— efectivas, sino disponer un arreglo de
las ahora conocidas y altamente efectivas para organizar progra
mas útiles que permitan resolver problemas” .
F JG U R A IV .19
[ Tomado de Barker y Wrigth, (1955) ]
104
o no) que se grafican. Cualquiera que sea el uso posterior del
patrón graficado (línea base para comparar los efectos posterio
res de la intervención, etc.), el uso de la graficación requiere ad
ministrar adecuadamente los títulos y etiquetas para que su lec
tura no sea confusa.
FIGURA IVdO
106
F IG U R A (V .2 2
107
Para las técnicas de registro de intervalo (continuo o parcial),
debemos indicar el porcentaje de intervalos en que ocurrieron
las respuestas observadas. En la Fig. IV.23 podemos observar el
porcentaje de los intervalos que el niño miraba al maestro.
108
- Obtener una definición de conducta.
- Determinar las condiciones específicas bajo las cuales se
observará la conducta.
-Determinar cuál es el mejor método de registro de observa
ciones que se utilizará.
-Explicar cómo se registrarán los datos, incluyendo lo que
serán las responsabilidades del observador* y cómo serán
diseñados los instrumentos para el registro de datos.
-Explicar cómo será revisada la confiabilidad del observador.
- Mostrar cómo la información a recolectarse será puesta en
forma de tablas.
- Mostrar cómo la información a recolectarse será graficada, y,
finalmente.
- Decir cómo leer los datos mostrados por los gráficos.
109
BIBLIOGRAFIA DEL CAPITULO IV
BARKER, R.G., & WRIGHT, H.F.- “ Midwest and its children" New York
Harper&Row, 1955.
110
MAN, R.- “ Taking a closer look: time sampling and measurement
error” JABA 1977,10, 325-332.
REE, A.C., DEITZ, D.E., BOLES, S.M., DEITZ, S.M., y REPP, C.F.- “Dif-
ferences among common metkods for calculating interobseroer
agreement". JABA 1976,9,109-113.
111
CAPITULO V
113
analiza el problema de la selección de la variable independien
te y las dificultades que surgen cuando los factores sociales afec
tan la conducta. Además se hace un análisis del control y varia
bles que afectan el comportamiento cuando se implantan los di
seños experimentales.
114
En la figura V .l podemos observar qué resulta cuando regis
tramos acumulativamente los eventos conductuales como eventos
instantáneos. Esto queda indicado en las líneas verticales del
registro que destacan el carácter unitario de las respuestas. Por
el contrario las líneas paralelas al eje de la abcisa varían en lon
gitud según el tiempo entre respuestas.
TIEMPO
115
una intensidad máxima alcanzable. Por lo general originan fun
ciones sinusoides. El hecho de que la intensidad origina un “ rui
do” en eventos considerados discretos, los excluye por lo general
del registro automático de eventos, o se utiliza su transforma
ción de acuerdo a determinadas constantes, a sistemas discretos
de registro.
116
afectados en su validez, por la coincidencia entre la emisión de
una conducta y el del instante en que se hace la observación.
Ello exige que las muestras se tomen, conociendo al menos la
duración del evento, comportamental o su frecuencia, para deter
minar en base a ello, el tamaño del intervalo al final del cual se
realizará la observación. Lo que se hace en este tipo de registro
de observaciones es denotar la coincidencia entre la ocurrencia
de una conducta predeterminada y el contacto con el observador;
quedando por especificar la duración del contacto.
117
obtener una mayor precisión de los referentes, tal que la descrip
ción sea exacta, y b) para obtener curvas consistentes de proce
sos dinámicos, es decir, cambios graduales de las respuestas en
función de la ley del condicionamiento, de. la extinción y otras,
Debe tenerse en cuenta que dado que la conducta operante es una
clase de respuestas, la especificación extensiva de sus propiedades
definitorias puede reducir la regularidad o consistencia de las cur
vas de respuestas y la no especificación hace que abunde la varia
bilidad. Sin embargo, la consistencia de las curvas de respuestas,
que se determina en base a propiedades definitorias y no definitó-
rias, es un problema empírico por evaluar, observando la suavidad
de las curvas de respuestas, o la uniformidad observada en la tasa
de la misma. En base de tal problema se encuentra la determina
ción de la unidad mínima de conducta, aspecto que sólo es deter-
minable, cotejando si tal unidad, satisface o no las leyes dinámi
cas. La primera estrategia, en consecuencia establece inicialmen
te la clase de conductas que se va a observar y posteriormente res
tringe y establece sus límites.
118
responde al sujeto) podemos caracterizar al episodio verbal entre
niños. Cuando hemos determinado el conjunto de categorías que
muestrean la topografía de la conducta de uno o varios sujetos, se
puede registrar, en forma concurrente* la frecuencia de cada com
portamiento y determinar el grado de precisión y consistencia de
las mismas, ya sea sobre el material sobre el que se elaboró la es
cala, o sobre un nuevo conjunto de observaciones en los mismos
períodos y situaciones a partir de los que se obtuvo la primera
muestra de comportamiento. Ello permite un registro preliminar
previo a la intervención del experimentador.
F IG U R A V .2
1X9
bre una palanca, utilizando un organismo, antes de introducir un es
tímulo reforzante contingente a la misma. Dependiendo de las
condiciones de adaptación y estado de privación, la curva acumu
lada de respuestas puede ser como lo ilústra la Fig. V.2.
Es decir, cotejamos contra el nivel operante, en el que no hu
bo reforzamiento a la tasa de respuestas (respuestas/tiempo) emiti
das durante el condicionamiento y que tiene una pendiente diferen
te, lo que es indicativo de un aumento de la probabilidad de la res
puesta. En otros casos se llama línea base, también a aquella conduc
ta regularmente mantenida. Vg.: una vez obtenida una pendiente
suave (consistente) de respuestas , y el experimentador introduce
un estímulo nocivo (un choque eléctrico) comparando el cambio
ocurrido con la situación anterior.
120
Obviamente el cambio debe cotejarse contra la curva de con
dicionamiento, es decir, el cambio es relevante, en primer término,
respecto de la tasa de conducta inmediatamente precedente. Debe
cotejarse, pues, la variable choque, o su efecto, sobre la constan
te de conducta que consistía en una emisión regular de la misma y
se puede concluir que el choque ejéctrico tiene un efecto supresor
de la conducta reforzada; no que suprime el nivel operante. Só
lo secundariamente puede cotejarse el cambio de conducta intro
ducido con el nivel operante, comparando sus tasas, si es necesa
rio, pero la información fundamental es la descrita previamente.
121
dencia evaluada a lo largo de los diferentes períodos de observa
ción y registrados, pero la conducta puede variar de un período
de registro a otro, como podemos observar en la Fig. V.4.
SESIONES
FIG UR A V.4
122
SESIONES
F IG U R A V.5
'N
Por ello, c o m o anotam os anteriormente, la única garantía que
nos ofrece la línea base depende de la extensión de la misma, y
ya que sobre un largo p e río d o de observación podem os obtener
un índice relativamente con fiable que sugiera la recurrencia de
un cam bio ordenado.
rs
Cuando es im posible obtener alguna tendencia en la conducta
en cuestión, la única suposición permisible es que, factores alea
torios están afectando la conducta. El recurso ú n ico en este caso con
siste en controlar las con dicion es en la cual la conducta ocurre, ya
sea restringiendo la observación a determ inado tipo de situaciones o
construyendo un ambiente en el cual co n ocem os de antemano
los parámetros relevantes a la conducta, y hacer ésta una función
constante de algún tipo de eventos. Por ejem plo, condicionando
al organismo; o una vez con dicion a do, hacer constantes los pará
metros que afectan la con du cta c o m o lo es el caso de mantener
123
el mism o nivel de privación, haciendo el reforzam iento intermi
tente más que con tin uo y limitar los cam bios de eventos disposi
cionales debidos a la saciación o privación, con el uso de tal pro
cedim iento intermitente.
124
Ejecución (númtro promedio de horm/dío)
DIAS
FIGURA V.e
Cuando el registro de dos o más conductas, bajo condiciones
diferentes, es sucesivo, el tipo de línea base es denominado múltiple.
Ribes (1972) señala que puede tratarse de dos conductas iguales en
situaciones diferentes. Por ejemplo: agresión a niños en la escuela y
agresión a hermanos en el hogar. También pueden registrarse dos
conductas distintas en la misma situación general, aunque el tipo
específico de estímulos difiera. Por ejemplo: atender a la lección de
aritmética y cantidad de problemas aritméticos que se resuelven, o
aseo y puntualidad en el aula que se registran previamente a la im
plantación de un sistema de economía de fichas. A las líneas de ba
se múltiple las caracteriza la altemabilidad luego de cumplido el re
quisito en cualquiera de ellas y debe señalarse cuál condición está
vigente. (Vg.: juego en el parque, juego en la habitación).
126
De igual manera, pueden utilizarse líneas bases múltiples
de diferente longitud para determinar la independencia relativa
de una conducta respecto de otra, aspecto que desarrollaremos en
detalle más adelante. La longitud diferente se origina por el he
cho de que se introduce alguna contingencia sobre una de las con
ductas en tanto se sigue registrando la línea base de la otra; como
observamos en la Fig. V.7.
A
conducta
A
- i ---------------1------------ •+-
UNEA BASE INTERVENCION
CONDUCTA
B
SESIONES
F IG U R A V .7
127
Este tipo de registro puede utilizarse para la misma conducta
de distintos sujetos y controlar efectos sociales secundarios asocia
dos a la intervención sobre uno de los sujetos.
128
* El retiro de una contingencia que mantenía a la conducta, pre
viamente a la introducción de la fase experimental.
129
sueltos satisfactoriamente, hace que éstos aumenten por medio de
estimular el estudio de la aritmética o el hacer ejercicios en el ho
gar. Este tipo de problemas es particularmente crítico cuando se
trata de cadenas de conducta o cuando se trata de adjuntar con
secuencias contingentes sobre cambios autonómicos en los cuales
es decisiva la mediación de la musculatura esquelética.
130
sustitución por reforzadores condicionados, especialmente
los de carácter social.
b) El control por estímulos discriminativos susceptibles de
adquirir poder reforzante al estar asociados con reforza
dores.
c) El diseño de ambientes especiales destinados al manteni
miento de determinadas conductas.
131
BIBLIOGRAFIA DEL CAPITULO V
BÜRGESS, R.L. & BUSHELL, D., Jr.- “Behavioral Sociology: The experi
mental analysis of social process”. New York, Columbia University
Press. 1969.
HALL, R.V., Cristher, C., Cranston, S.S. y Tucker, B.- “Parents as researchers
using múltiple baseline designs” Journal of Applied Behavior
Analysis, 1970, 3, 247*255.
RISLEY, T.- “The effects and side effects of punishing autistic behavior of
a deviant child'\ Journal of Applied Behavior Analysis, 1968, 1,
21-32.
132
SKINNER, B.F.- “Contingencies of Reinforcement in theDesign of Cultures"
Behavioral Science, 1966,11,159-166.
133
CAPITULO V I
135
determinadas conductas. Es un intento de modificar el ambiente
físico y social para modificar el comportamiento, permitiéndose
a su vez que el cambio del comportamiento afecte al ambiente
para la permanencia de aquel.
136
Dichos diseños parten de definiciones precisas del compor
tamiento (variables dependientes), se apoyan en registros soste
nidos y confiables (línea base), suscitan la selección de interven
ciones óptimas (variables independientes), hacen evidentes las
vinculaciones y relaciones entre la intervención y el comporta
miento que se modifica cuando aquellos son puestos en práctica,
y desarrollan técnicas de transferencia del control logrado a otras
situaciones.
137
tensivo de la observación sistemática como fase previa a la inter
vención experimental; estudiando los tres tipos generales de dise
ños que aparecen en la bibliografía especializada, analizando su
“ lógica interna” y la manera en que hacen evidente el cambio
conductual cuando ocurre la intervención y la utilización del
control y exclusión de hipótesis competidoras en los diseños em
pleados.
138
tratamiento” , ni efectos irreversibles causados por la introduc
ción de la variable. La interacción “ orden x tratamiento” indi
ca que, dependiendo del momento en que se introduce la varia
ble, hay un determinado resultado. Por ejemplo, la segunda vez
que introducimos la variable hay un efecto diferente al obtenido
en el momento en que se introdujo por primera vez. Esto es
obviamente una variable de procedimiento. En la metodología
tradicional es posible calcular la varianza (S2) de la interacción
“ orden x tratamiento” al hacer un análisis factorial de dos vías. Por
ejemplo en un diseño de contrabalanceo o rotación, no obstante,
en los diseños conductuales debe intentarse el control dé tal
interacción.
Debe destacarse que podemos obtener la misma informa
ción sobre dependencia o no entre tratamiento y orden usan
do uno o varios sujetos. El problema de la reversibilidad de los
efectos de los tratamientos es un aspecto teórico de gran im
portancia. Es cierto que otro tipo de investigaciones generan
efectos permanentes en determinadas variables, por ejemplo,
lesión quirúrgica o daño químico en el sistema nervioso y que
una vez introducida la variable lesión, si es la única que afecta
a la variable dependiente, no nos permite realizar la réplica in-
trasujeto. Como no existe actualmente la técnica para reponer
el tejido nervioso en su situación original, no es posible revertir
los tratamientos. Pero en el Análisis Conductual Aplicado se man
tiene hasta ahora, de que si es posible el control de variables, el
cambio de las contingencias de la conducta implica un cambio
en la misma conducta. Podemos condicionar y extinguir sucesiva
mente una respuesta; más aún, los estímulos discriminativos aso
ciados al reforzamiento pierden su poder reforzante secundario
si luego de repetidas presentaciones no van seguidos del refor
zamiento primario. Ello apunta a dos importantes conclusio
nes:
139
to, mayor será la relación de dependencia entre la conducta y la
variable independiente. Esto suscita una sostenida atención a las
constantes o intervalos de tiempo en los que se realiza la ob
servación, ya que dado el tamaño del intervalo de registro, pueden
observarse vinculaciones espurias entre las variables. Es posible
que los cambios sé produzcan segundos, minutos, horas, días o
meses después, dependiendo de la optimización o bondad de la
variable independiente; pero también lo es el hecho de que cier
tos cambios conductuales sólo ocurren gradualmente y un regis
tro de cortas y breves sesiones continuas desalientan al investi
gador. Imagínese para este caso un programa de cambio conduc
tual en tina comunidad. Aunque no hay razones para suponer
una lentitud intrínseca a la conducta social, existen factores no
controlados que pueden hacer muy lento el cambio y aún opo
nerse a él.
140
En términos generales, en el Análisis Conductual Aplicado
es recomendable intercalar la condición control después de cada
tratamiento, a menos que consideraciones prácticas lo impidan.
También es posible, como señalamos anteriormente que el con*
trol se introduzca registrando una o más conductas concurren
tes pero sobre las cuales no se ha introducido ningún tratamien
to. Si la conducta concurrente es independiente de aquella sobre
la cual el tratamiento fue contingente la tendencia debe perma
necer igual, a menos que exista inducción o generalización. En es
te último caso el cambio concurrente de la conducta control de
be covariar con el de la conducta afectada directamente.
VARIABLE
DEPENDIENTE
+ HISTORIA
141
B.- Diseños de Reversión
142
VARIABLE
DEPENDIENTE
4-
LINEA BASE INTERVENCION
+ HISTORIA
FIG U R A V I.2
VARIABLE
OEPENDIETE
14
relativamente controlables por el uso de líneas base extendidas
temporalmente y por un chequeo periódico de la confiabilidad de
las observaciones. Si existe una diferencia apreciable entre el
acuerdo de los observadores entre la línea base y la intervención,
es presumible un deterioro de los instrumentos. Pero si el grado de
acuerdo calculado no difiere significativamente, ello indica que
la variable ha estado bajo control.
144
VARIABLE
DEPENDIENTE
145
VARIABLE
DEFENDIENTE
146
+ MADURACION + HISTORIA 4*HISTORIA ?
+ HISTORIA
I* 2* 3* 4#
PERIODOS
VARIABLE f ig u r a vi.7
DEPENDIENTE
SEGUNDA
RASE
148
RABIETAS
------------------------- j--------------------------
151
constituyen la base de la credibilidad o validez interna, ya que la
relación funcional solicitada queda demostrada.
152
minativos com o a los reforzadores naturales del medio físico y so*
cial.
153
dencia del cambio en la primera y una variable extraña. El tra
tamiento puede aplicarse, tiempo después de su operación, so
bre el segundo comportamiento a una tercera conducta, y así su
cesivamente, demostrándose que cada conducta cambia cuando
se introduce el tratamiento experimental sobre ellas. El diseño
podría representarse como lo ilustra la Figura VI.9.
154
que podemos prever consiste en hacer distintivos los estímulos
discriminativos ya sea por medio de instrucciones u otro tipo de
estímulos, o mantener la operación de la variable independiente
por un período relativamente largo, hasta que los estímulos discri
minativos de la situación adquieran control sobre la conducta
“ A ” , bajo control del estímulo discriminativo positivo; dejando
la “ B” bajo control del estímulo discriminativo negativo. Si
aún bajo estas circunstancias persiste el cambio en la segunda
respuesta, podemos planteamos la hipótesis, de que ésta y la pri
mera conducta pertenecen a la misma clase (forma parte o son
instancias de la misma operante aunque su topografía difiera).
155
es un índice de dependencia funcional. En segundo lugar, por
el uso no sólo de líneas de base extendidas temporalmente, sino
también por la permanencia en el tiempo del cambio conductual.
Si bien la primera de las conductas afectadas tiene una líneabase
más corta que las demás, el registro de la conducta luego de la in
tervención, es, en la mayoría de los experimentos, la conducta
más observada. Por el contrario, la última conducta sobre la que
se interviene tiene una extensa línea de base y un corto registro
de observaciones postintervención cuando finaliza el experimento
simultáneamente en todas las conductas. Es posible y hasta re
comendable mantener una conducta sin intervención a lo largo
de todo el experimento. Ello constituiría una conducta de con
trol cuando mantiene su estabilidad sobre los efectos reactivos de
la medida y como un chequeo del deterioro de instrumentos.
156
miento intermitente. Es decir aumentar la razón Conducta/Reforza
miento. Acá, sin embargo el contracontrol permanece. Otra alterna
tiva es el uso de refuerzos condicionados secundarios: Por ejemplo,
la aprobación social; pero podría ser perfectamente factible, que
dada la efectividad de este reforzador, su demanda por parte del
sujeto se generalice a tal grado que sea también aversiva para
quienes dispensan los reforzadores. Otra alternativa, asociada a
la anterior es transferir el control a los estímulos discriminativos
que se ofrecen en forma natural en el ambiente. Ello es particu
larmente deseable cuando se dan instrucciones en forma natural,
cuyo costo es razonablemente bajo. Además podemos hacer que
el cambio conductual sea reforzante para quien administra el
programa. Ello es útil para el psicólogo que lo diseñó, pero qui
zás no para los padres o familiares. En tal sentido hay que pro
gramar el ambiénte en forma tal que el intermediario entre
la conducta del sujeto y el diseñador del programa se vea positi
vamente reforzado por el cambio de conducta del sujeto. Existe
por supuesto la posibilidad no sólo de diseñar ambientes espe
ciales para determinados sujetos, como lo es el caso de los retar
dados, sino también como lo señala Ribes (1972), a través del
diseño y establecimiento de comunidades experimentales. Fi
nalmente, cuando es posible, teórica y prácticamente, quedan
otras opciones entre las cuales sobresalen por su factibilidad:
el autocontrol, o la administración propia de contingencias com
patibles son las ofrecidas por la comunidad. Esto es especial
mente útil cuando se establece el autocontrol en la forma del
principio de Premack, considerando el hecho de que una conduc
ta controla o puede controlar a otra. Para ello es necesario dise
ñar un programa especial para el sujeto y suplir por parte de la
comunidad la oportunidad de emitir conductas contingentes y
reforzantes sobre otras. Una limitación actual es que la operación
utilizada para hacer una conducta muy probable y por lo tanto
reforzante de otra menos probable sobre la cual es contingente
la primera, consiste de una operación de privación.
157
un diseño en el cual el experimento cambia sucesivamente el cri
terio para la administración o retiro de determinada consecuencia,
en etapas graduales. Si hay un cambio en la conducta, con el
cambio de criterio, se demuestra la efectividad del control y
la dependencia de la conducta respecto del cambio de contingen
cias. La .conducta terminal puede ser un límite creciente o decre
ciente. En caso de una conducta terminal creciente ello podría
ilustrarse como se indica en la Fig; VI.10.
CT
FIG UR A VI. 10
158
ducta: la programación adecuada de los repertorios. Con un solo
tipo de conducta, el diseño indica la factibilidad de los criterios
establecidos, pero surgen problemas cuando el tipo de criterio se
cambia en la programación de repertorios conductuales. Ello no
impide usar el diseño, sino por el contrario promueve su uso. Si
sé trata por ejemplo de un programa de desarrollo de conducta
verbal en un niño, en la t i al se ha secuenciado la adquisición de
conductas, cada vez más complejas, es posible que determinados
estímulos discriminativos o muestras verbales para que el niño
repita no evoquen la respuesta; pero que muestras más avanzadas
sí evoquen conductas de imitación de las vocalizaciones produci
das por un modelo. ¿Qué alternativas seguir: detener el programa
hasta que el sujeto emita la palabra.correctamente o seguir con
una más difícil?. La solución es empírica, pues si otro sujeto ha
recorrido cada etapa sin dificultad;el programa puede estar bien
diseñado. Por lo general el diseño de repertorios conductuales
se realiza suponiendo, que cada item, aunque tiene una dificul
tad mayor que el que le precede, es resuelto por el 100% de los
sujetos. Se trata en este caso, no de dificultad intrínseca o absolu
ta, -sino de dificultad condicionada. Es decir, el item es difícil o
determinado número de sujetos no lo alcanzan si se presenta sin
antecedentes. Pero cuando va precedido por otro es perfecta
mente alcanzable. Nuevamente acá, se trata de un problema em
pírico el cual podría enunciarse en la pregunta: ¿Cuál será lá
probabilidad de alcanzar determinado criterio, cuando va pre
cedido por un item anterior o por la combinación de items an
teriores?. Habría, por ejemplo que comparar la probabilidad del
item 3, sólo; cuando va precedido solamente por el 2; cuando
va precedido por el 2 y el 1 y cuando va precedido por el 1 sola
mente, como lo vemos en la tabla siguiente:
Ninguno p=?
2 p=?
1 2 p=?
1 p=?
159
La equivalencia de las probabilidades condicionales no sólo de
termina la secuencia óptima, sino que también puede conducir a
la eliminación de criterios precedentes y a la aceleración del cam
bio conductual. Esto puede hacerse para un sujeto o para grupos
de ellos, según el costo de la investigación. La situación sin em
bargo no es un problema exclusivo de construcción de escalas,
pues, existe un conjunto de técnicas, como lo son el uso de insti
gaciones, sondeos y otros tipos de estimulación y control suple
mentario, que afectan la fuerza de la respuesta en un momento
dado.
161
to, inmediatamente después de alcanzado el criterio en cada
etapa de la practica, y c.- Una serie de las llamadas sesiones de “ lí
nea base verdaderas” llevadas a cabo, justamente antes de la in
troducción de la variable independiente. Esa serie aumenta al me
nos una sesión cada vez que se agrega una etapa en la secuencia de
entrenamiento.
162
■uooucs oc nez c h u y o s
(MODIFICADO DC HORNEN Y BAER
FIGURA Vl.11
163
utilizando nombres de género femenino (sonda) como medida de
la generalización. También cuando pedimos al sujeto que haga io
contrarío de lo que antes hacía, para determinar las propiedades
de los controles discríminativos. Si los registros ofrecidos por las
sondas entre diferentes momentos de líneas base de esas otras con
ductas demuestran ser más estables, sin deterioro, etc., entonces
constituyen una alternativa a elegir para descartar efectos de
historia (fatiga, etc.) y efectos reactivos.
164
BIBLIOGRAFIA DEL CAPITULO VI
HALL, R.V., Cristher, C., Cranston, S.S. y Tucter, B.- "Teachers andparents
as researches using múltiple baseline d e s i g n s Journal of Applied
Behavior Analysis 1979, 3, 247-255.
165
CAPITULO VII
1.67
fica por razones históricas, sociológicas, culturales, de éxito, y, de
la más diversa índole. Estas prácticas están sostenidas por con
tingencias que dependen de otros individuos en la jerarquía de
la organización social y tienen un carácter manifiesto cuando esa
organización social es de tipo institucional. El hecho de que las prác
ticas sociales estén sostenidas por contingencias inmediatas positivas
no significa que a largo plazo no dejen de ser negativas. Por ejem
plo, sólo recientemente las comunidades se han dado cuenta que el
desarrollo urbanístico acelerado produce aveces daños irreversibles
en la ecología y también que el desarrollo industrial no regulado
tiene esos mismos efectos.
168
quienes las propugnaron o molestias innecesarias en la comuni
dad a la que afectan.
169
vos de esas situaciones y de las alternativas para recuperar aquella
parte de los datos que permitiría hacer mejores inferencias o
descartar explicaciones alternativas com o las responsables del
cambio que está ocurriendo en esas nuevas e inesperadas situa
ciones.
170
otra parte, sutiles registros de tipo electromiográfico y electro-
encefalográfico pueden indicar ciertos patrones durante esos
estados, pero también esos patrones se manifiestan durante la
ensoñación o el habla “ encubierta” . Skinner (1957) ha desta
cado cómo la comunidad verbal puede aproximarse a lo que
ocurre dentro déla piel, es decir al mundo privado.
171
Para ello utiliza un micrófono oculto que activa un relevador o
relé, y cuyos cierres se registran en un inscriptor acumulativo.
Cuando se eliminan cantos y silbidos, la frecuencia de vocalizacio
nes de un sujeto aislado quedan registrados como su “ esfuerzo
vocal” y son indicadores de la presencia de “ alucinaciones audi
tivas” en determinadas circunstancias. Si esas vocalizaciones no
son reforzadas experimentalmente, una alta tasa de respuestas
indica su origen psicótico. Tales síntomas ocurren en brotes que
duran entre uno y cuarenta minutos. Las respuestas colaterales
consisten de la tasa con la cual los pacientes halan un “ manipu
lando” bajo un programa de reforzamiento: la respuesta no sin*
tomática de Lindsey. Por lo general el halar la palanca no dismi
nuye durante el episodio psicótico. Entonces la correlación directa
de las alucinaciones con las vocalizaciones, conjuntamente con
la correlación inversa de las alucinaciones con la respuesta no
sintomática, definen el episodio y el origen psicótico de los sín
tomas vocales. Lindsey define entonces los síntomas alucinatorios
por sus propiedades funcionales.
172
Debe haber entonces una secuencia del tipo: k
173
una aproximación empírica y objetiva más que operacional, en la
definición de la conducta.
174
tos casos, la situación es parecida a la exploración clínica o a la
elaboración de una historia clínica, basada en el informe verbal.
175
cias y otras prácticas de “ amiguismo” no detectables en el control
diario de asistencia. Así mismo, un relevador o relé activado por
la voz puede ofrecemos una mejor imagen, a lo largo de períodos
de semanas, sobre la violación de la regla del silencio en hospita
les y bibliotecas.
176
das administrativas, como el despido de algunos empleados que
acumularon ausencias tiene pocos efectos en los demás emplea
dos; excepto que no se ausentan consecutivamente los días re
queridos para el despido, sino que lo hacen interinamente.
177
jantes en una u otra ubicación, o ingeniamos para observar a las
personas afectadas cuando son cambiadas de sitio. En ausencia
de una solución tolerable y económica, podríamos alternar a
las personas en el uso de zonas cercanas a la máxima intensidad
del ruido, o programar la realización de tareas no sensibles a
éste, en los momentos en que alcanza su máximo. El uso de ta
pones para los oídos, con la recomendación médica, es conve
niente; o audífonos para la recepción musical si no interfiere
con el trabajo. Obviamente, tales medidas son opcionales
cuando no hay severas, amenazas de daño físico en el sistema
auditivo u otras decisiones están canceladas de antemano, por
ejemplo, limitar el tránsito automotor en esa vía.
178
man. La mayoría de esas decisiones definen cambios en la polí
tica de las instituciones o son decisiones políticas que en uná
sociedad determinada afectan a la mayoría de su población.
179
celdas de aislamiento por períodos variables de tiempo. Este con
finamiento persistió dentro de las prácticas de la prisión de Nash-
ville.
1971
1970
1969
180
una corte disciplinaria pronunciaba. Se evaluó la frecuencia de
ofensas punibles, el tipo de ofensas, el número de transferen
cias y los castigos administrados para esas ofensas. Esta evalua
ción fue mensual. Debido a los cambios en la población recluida,
calcularon el número de ofensas diarias por hombre para cada mes.
También calcularon el número de personas que cometía una, dos
y tres o más ofensas, cada cinco intervalos de seis meses.
ifí 420
u 480 85%
m
z 440 86%
o 400 08%
X
UJ 360
Q 320
£ 280 75%
UJ
z 240
3
z 200 85%
160
120 11%
SO 20% 10%
K >% 4%
1
40
5 .% T «» I _ L I i*
2, /
■o m o*' a mo»' 1 o 2mo»
:} 1 o2ma»
J
NUMERO OE TRANSGRESIONES
FIG UR A VII.2
[ Tomado de Schenell y Lea (1974) ]
181
ejemplo, de los transferidos, el 10% cometían una ofensa, el
32% cometían dos ofensas,>;y el 50%, tres o más ofensas. Por
otra parte, el 8% de los transferidos no habían cometido ofensa
calificada alguna.
182
tos sociales son com prensibles cuando tipifican a determinadas
culturas dentro de una sociedad. Aunque esas condiciones y prác
ticas son criticables a la luz de los valores de la sociedad global, se
considera que hay razones suficientes que dan cuenta p or qué
el individuo o el grupo social particular no m ejora por sí mismo
tal estado de cosas, y por qué n o hay razones suficientes para in
fravalorar a quienes manifiestan o n o esos com portam ientos.
No constituyen, en consecuencia, problem as inmediatos para la
sociedad global y por lo tanto n o ameritan un tratamiento o in
tervención “ ad h o c ” .
183
tivos en cada dirección donde se presenten los problemas, trans
firiendo las prácticas del profesional de la modificación de con
ducta, a los sujetos que en la comunidad pueden hacer uso efec
tivo de tales destrezas y conocimientos, para prevenir un mayor
deterioro de sus condiciones de vida. (Ribes, 1976). Podemos; por
ejemplo, establecer un programa de socialización temprana en las
zonas marginales a los centros urbanos para prevenir que se desa
rrollen conductas agresivas entre los niños y jóvenes que viven en el
mismo barrio. Pero no es el modificador de conducta quien ad
ministra las técnicas, sino que él enseña y entrena a los miem
bros de la comunidad a utilizarlas.
184
Cuando las personas que son responsables de instituciones,
detecten situaciones que son manifiestamente indeseables, tratan
de poner en práctica diversas soluciones alternativas. No obs
tante, el compromiso que esas personas tienen con los fines de
las instituciones a las que pertenecen; es decir, el grado de con
trol que las contingencias institucionales ejercen sobre ellas, im
piden, la mayoría de las veces, la puesta en práctica de solucio
nes radicales.
185
Por ejemplo, si la causa que funcionalmente explica el deterioro
escolar es el uso de clases magistrales para enseñar, donde el maes
tro rige e impone contingencias disminuidas, pobres y limitantes
de una instrucción acelerada, entonces, el sistema de instruc
ción personalizada, (Keller, 1978), a la vez que promueve niveles
acelerados de adquisición de ccfnocimientos, destrezas y habi
lidades, obliga al profesor a estar bajo el control de nuevas con
tingencias, y a programar las mejores para sí mismo y para sus
alumnos. Ello conduciría, teóricaniente, a la desaparición del
aula, de la clase magistral, de la información que se ofrece de ma
nera unidireccional, de la arbitraria administración de las califica
ciones; todo ello producto de las mutuas contingencias entre los
alumnos y el docente, y, decididamente, facilitaría el estudio in
dependiente por parte de los alumnos y promovería estilos tuto-
riales que permitirían identificar los errores y fallas de los apren
dices y sugerir condiciones de esfuerzo y estudio para lograr una
superación del estilo educativo.
186
BIBLIOGRAFIA CAPITULO Vfl
BIJOU, S.N.- The Critical need for methodologícal consistency in field and
laboratory studies. En: “Determinante of BehavioralDevelopment”.
New York, 1972, Academic Press.
187
INDICE
PAG.
INTRODUCCION.......................................................... 7
CAPITULO I
Algunos Conceptos Básicos del Análisis del Compor
tamiento............................................................................. 10
CAPITULO II
La Definición Objetiva de la Conducta y sus Problemas. 29
CAPITULO III
Confiabilidad de los Registros de Observaciones............. 43
CAPITULO IV
Técnicas para Registrar Observaciones. ........................ . . 67
CAPITULO V
Estrategias Previas a la Intervención: La Línea Base . . . . 113
CAPITULO VI
Diseños Experimentales en el Anabsis Conductual Apli
cado ................................ ......................... ......................... 135
CAPITULO VII
Alternativas frente a las Limitaciones para Implementar
los Programas en el Análisis Conductual Aplicado........... 167
189
^u^uuxbcuyio híuZó
r$/i<oo/?~)
üc V P
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