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Él se fijó en mí.
Mi madre deseaba que entrara a la universidad una vez acabara la secundaria, sin
embargo, yo pensaba diferente. Decidí tomarme un año, todavía no estaba segura
que carrera tomar, ni si en algún momento querría entrar a la universidad.
Por lo que tuve una conversación con mi madre en la que le hice saber la decisión
que había tomado. Conseguiría un trabajo de medio tiempo, eso ayudaría con las
cuentas, después vería cómo se iban desarrollando las cosas.
Al principio mi madre se molestó, aunque no duró más que un par de horas. Soy su
única hija, y sobre todas las cosas, ella me ama y respeta mis decisiones.
Solo somos nosotras dos, nunca conocí a mi padre. Cuando le pregunté a mi madre
dijo que fue algo de una noche con un chico que conoció en una fiesta. Los dos
estaban borrachos, fueron a un motel, pasó lo que tenía que pasar y a la mañana
siguiente mi madre despertó sola en la cama. Dos meses después descubrió que
estaba embarazada.
Los primeros cinco años de mi vida los pasamos con mis abuelos en Roswell, de
donde es originaria mi madre, después de discutirlo con sus padres, ella tomó la
decisión de irnos a vivir a Pasadena, California. Todo en busca de una mejor vida
para las dos. Visitamos a los abuelos cada vez que podemos.
Mis ojos se posaron en los clientes de la mesa cinco. No es la primera vez que
vienen, por el contrario, llevan un par de meses frecuentando este lugar. Ya es
costumbre verlos aquí, aunque nunca interactúan con nadie. Aparecían por lo
menos una vez a la semana.
Siempre ordenan lo mismo, un batido de fresas y un café negro sin azucar. Estoy
segura que si en este momento me acerco a tomar su orden, ordenarán
exactamente eso.
La primera vez que entro en la cafetería, por un momento pensé que estaba viendo
un ángel. Mi cuerpo se quedó ahí plantado, viéndolo examinar el menú con
aburrimiento, cuando de repente alzó la vista. Debió sentir que alguien lo estaba
observando. Su mirada cambió cuando se fijó en mí. Me estremecí. Sus ojos se
volvieron oscuros, brillando con calor, pude percibir como sus hombros se tensaron
al recorrer mi cuerpo por completo. Un minuto después dejó de enfocarse en mí
para volver al menú.
Me dirigía a su mesa cuando de repente Coral pasó corriendo a mi lado hacia ellos.
Negué con la cabeza, ella solía hacer ese tipo de cosas en cuanto veía un chico
guapo.
Cada intento de Coral por hacer que él se fijara en ella, había fracasado, el tío
simplemente no mostraba signos de interés hacia ella. ¡Vamos! ni siquiera le dirigía
la palabra.
Doroty odiaba que me distrajera a cada nada. Ella es la supervisora. Una mujer
bajita, morena, carga con unas libras de más, no obstante, lo compensa con unas
curvas matadoras, no tiene nada que envidiarle a ninguna otra mujer. Al principio
puede parecer una persona de difícil acceso, pero con el tiempo te das cuenta que
tiene un gran corazón y da unos buenos consejos.
–¿Atiendes a los de la mesa cinco, por favor? – pregunta Coral – Estoy ocupada
con la mesa tres y cuatro.
Su atractivo atraía a las personas, pero una sola mirada suya, hacía que quisieras
salir corriendo.
–¿Qué van a ordenar? – preguntó por cortesía, aunque ya sé lo que van a querer.
–Un batido de fresas y un café negro sin azucar, por favor. – Contesta el señor
calvito.
Una vez les llevan su orden, dejan un par de billetes en la mesa y salen de la
cafetería.
Cada día le tocaba a un trabajador diferente sacar la basura luego de que terminara
la jornada laboral.
–Bien.
Cogí la basura cruzando las puertas traseras que llevan al callejón en donde
dejamos las bolsas de basura.
Doy unos cuantos pasos atrás, en el momento que veo sus intenciones de
acercarse a mí.
–¿A dónde vas tan rápido? Quédate y divirtámonos un rato. – Su olor me causa
náuseas.
El viejo al ver a estos dos hombres que obviamente le ganan en fuerza, libero mi
mano inmediatamente.
El señor calvito se movió tan rápido que el viejo no lo vio venir. Lo tomo por el
cuello.
Estoy más que agradecida de que hayan ahuyentado a ese viejo verde.
–No fue nada. – miró a su compañero quien seguía sin pronunciar ni una sola
palabra – Vamos, te llevaré a un lugar más seguro, en donde podrás tomar un taxi
que te lleve a casa.
Quise alegarle que no era necesario, pero su penetrante mirada no dejaba lugar a
réplicas.
–Está bien.
Los seguí hasta salir del callejón, una vez en la acera iluminada por los faroles de
luz, paró un taxi y me hizo señas para que entrara, no lo pensé dos veces.
–Pero….
–Sin peros.
Asentí.
–No hay de que – se aparta del taxi perdiéndose en la noche con su compañero.
El chico no dijo nada en todo este tiempo, pero estuvo muy atento a todo.
–Estoy en casa – le pongo seguro a la puerta antes de tirar mis cosas a un lado de
esta.
Mi turno en la cafetería es de ocho a dos, sin embargo, este día estaba haciendo
unas horas extras.
–Surgió algo, pero no te preocupes, todo salió bien – digo mientras me tiro en el
sofá respirando profundamente.
No quiero agobiarla con lo que casi pasó está noche, pero no llegó a mayores.
Gimo.
Suspiré.
Resulta que soy pésima escogiendo qué ponerme para ir a una discoteca. No lo
hago muy seguido y las pocas veces que lo he hecho, he tenido que recurrir a mi
madre por ayuda. Es extraño, pero Shiri Bell tiene más sentido de la moda que su
propia hija.
–Serenity – suspira al ver todo el desastre que tengo armado – No puedo estar
rescatándote siempre. No has aprendido nada de mi en los últimos años.
–Si me ayudas por esta vez, prometo no volver a molestarte más – pido.
Sus ojos color café miran fijamente mis ojos también del mismo color, justo antes de
que las dos estallamos en risa.
–Es muy amable de tu parte, no obstante, ambas sabemos que es una completa
mentira – mi madre se acerca a mi armario.
–Gracias.
El timbre suena.
Julliet Garcia, mi mejor amiga desde los seis años, con sus rizos castaños cayendo
por sus hombros y piel aceitunada, me sonríe desde la sala, llevando puesto un
vestido dorado que realza su figura, con sus tacones de infarto de diez centímetros.
–No quiero que exageres esta noche con eso de las bebidas – le digo tomando mi
bolso.
–Te ves majestuosa con ese vestido. Siempre he dicho que el rojo es tu color.
–Tu abuela tiene buen gusto – dice mientras da un giro a la izquierda – Coral y Fred
nos encontrarán en la discoteca.
–Bien – respondo.
Unos minutos más tarde, Julliet estaciona su auto. Me encuentro bajando de este,
dirigiéndonos a la entrada en donde un portero nos da la bienvenida.
Asiento.
–Tranquila – Julliet pone su mano sobre la mía – Con un par de tragos te sentirás
más relajada.
–Si a esta hora hay tantas personas, no me quiero imaginar cómo estará más tarde
– Fred y Coral llegan hasta nosotras tomando los asientos vacíos.
-No tienes que rechazar a cada tipo que se te acerque solo por no dejarme sola.
Patrañas.
Sus ojos están clavados en nuestra mesa. Nuestras miradas se cruzan, lo que hace
que mi cuerpo reaccione como nunca y eso que solo es una mirada. No quiero ni
imaginarme lo que pasará con una caricia.
–Sí, es él.
–Supongo – digo.
–¿Crees que tengo alguna oportunidad con él? – Me mira fijamente a los ojos
cuando pregunta esto.
–Claro que sí. Eres una mujer hermosa y cualquier hombre mataría por estar
contigo.
Aunque siento cada una de las palabras que digo, un malestar se instala en mi
estomago.
–¡Por Dios!
Negué, permitiendo que me guíe hasta la pista de baile. Is your love enough de Little
Mix nos da la bienvenida.
No entiendo lo que dice hasta que me señala un punto en donde se encuentra Drew
sentado en un sillón con bebida en mano. Desde donde esta tiene una buena vista
de nuestra posición en la pista de baile.
–Vamos a darle algo con lo que pueda divertirse esta noche en su cama – declaró
Julliet.
Me dejé llevar, bailando de la manera más sexy que pude, tiré mi cabeza hacia atrás
deslizando mi mano por mi cuello, la música que brotaba de los altavoces me hacía
mover el cuerpo al ritmo de esta, provocando que el vestido subiera por mis piernas
hasta casi revelar parte de mi trasero.
–Quiero arrancarte la ropa. – Por primera vez, su voz llegó a mis oídos. Una voz
ronca y profunda.
Esas palabras me roban la respiración. Mis bragas se mojan como jamás en la vida
lo han hecho. Estoy asombrada de las cosas que me hace sentir. No lo conozco, y
aun así, me doy cuenta que me agradan sus palabras.
–Y ¿qué te detiene?
–No quiero invitarte a una cita. Quiero follarte. – Leí en sus ojos la chispa del deseo.
Tragó con fuerza. De repente sus labios están a centímetros de los míos. Me agarra
de la cintura haciendo que nuestros pechos se toquen. Puedo sentir los fuertes
latidos de su corazón. Lo siento a él, fuerte e imponente. No me suelta y ahora sus
labios están sobre los míos. Su lengua abriéndose paso para dominar la mía. Me
beso como alguien que sabía lo que quería.
Su celular vibra en sus pantalones y me suelta de mala gana. Aprovecho esto para
alejarme de él.
–Voy al baño.
Me dirijo al baño, afortunadamente no tengo que hacer fila. Hago del número uno,
lavo mis manos y refresco mi rostro.
Me tambaleo al salir por la puerta del baño. Chocó con un pecho duro.
Drew.
–¿Qué haces? – Intento empujarlo, pero es como tratar de empujar una pared de
cemento.
–A casa. – Contesta.
–¿Estas de broma?
–Ahora que te he encontrado, no pienso dejarte ir. – Creo escuchar a Drew decir
antes de caer en un sueño profundo.
CAPÍTULO 3
Intento levantarme lo más rápido posible, pero el dolor de cabeza me lo impide. Mis
ojos cruzan por toda la habitación, la cual sin lugar a dudas, no era la mía. ¿Dónde
mierdas estoy?. A mi mente llegan imágenes de Drew sacándome de la disco y en
su auto, después de eso, nada. Miro mi cuerpo verificando que aún llevo la ropa
puesta. Aparte de mi cabeza, no me duele nada más. Doy unos pasos fuera de la
cama, mis zapatos están en el piso al lado de una silla y sobre esta se encuentra mi
bolso.
Tengo que irme, pero antes necesito utilizar el baño, de manera que recogí mis
cosas y entré al cuarto de baño.
Las cosas que llevaba en las manos cayeron al suelo. Ahí dentro de la ducha se
encontraba Drew en toda su hermosa gloria, completa y totalmente desnudo. La
escena ante mí hace que me quedé sin aliento.
Con su mirada puesta en mí, sale lentamente de la ducha, sin preocuparse por
ponerse algo encima, pasa por mi lado desnudo dirigiéndose a la habitación. Sin
pronunciar ni una palabra.
Haciendo caso omiso del fuego que está creciendo en mi pecho, me pongo de pie.
La mujer que me devuelve la mirada atrás vez del espejo, no la reconozco. Cabello
revuelto y enredado, rimel corrido por toda la cara, labios resecos, ojos rojos y la
ropa toda arrugada.
Le pongo seguro a la puerta. Busco entre los cajones algún cepillo dental que pueda
usar, mi aliento apesta. Luego de cepillarme los dientes, me quito el vestido para
meterme en la ducha.
Abro la llave y dejó que el agua fría caiga por todo mi cuerpo. Quiero estar lo más
despierta posible, no sé dónde estoy ni quiénes son estás personas.
Tomando mis cosas me dirijo a la puerta, la abro asomando la cabeza por el pasillo,
no veo a nadie. Sin embargo, escucho murmullos que provienen desde la sala. Un
poco nerviosa salgo al pasillo y me encamino en dirección a las escaleras. Drew
debe provenir de una familia adinerada, todo aquí grita lujo, desde los pisos de
mármol hasta las pinturas en la pared.
Acercándome a las escaleras me doy cuenta que esta no es una casa, es una
mansión, ni en las revistas he visto algo así. Tiene una jodida escalera imperial
doble. Las palmas de mis manos empiezan a sudar cuando las posó en el
pasamanos de la escalera. No sé con qué me encontraré una vez esté abajo.
Mis ojos se arrastran por el salón tratando de asimilar todo mientras estoy bajando
las escaleras alfombradas. El negro y el blanco predominan en todo el lugar,
grandes ventanas, miro hacia arriba, techos alto, es increible.
Bajo el último escalón, y ahí en medio de todo se encuentran dos mujeres sentadas
en un gran mueble blanco. Al verme las dos se ponen de pie. Una es una señora
mayor con cara amable, su cabello esta recogido en un moño bajo, va vestida en un
traje negro. La otra solo se ve un poco mayor que yo, hermosa se quedaría corto
para describirla. Es una mujer alta, sus ojos grises sobresalen, el cabello negro le
cubre la espalda como un manto, tiene los labios rojos, pomulos altos y nariz recta,
lleva puesto un enteriso del mismo color de sus labios.
–Hola – hablo.
–Hola, querida. Es un gusto conocerte por fin – se aparta con una sonrisa genuina.
¿Por fin?
–¿Es ella? – habla la más joven – No le veo lo especial. – Arquea una ceja mientras
me evalúa detalladamente.
Auch. Eso dolió.
–Lo siento. – Una sonrisa atravesó su rostro – Sé que no debo meterme en las
decisiones de mi adorado hermano. Drew sabe lo que hace. O eso espero.
Se marcha antes de que pueda procesar sus palabras. La sigo con la mirada
mientras sube las escaleras. Es imposible que pase desapercibida con el porte que
se carga.
–Discúlpala – pidió la señora – Victoria puede ser un poco difícil y más con lo
referente a su hermano.
–¿Cree que pueda conseguir un taxi? – Es mejor decir aquí corrió que aquí quedó.
Señora, yo solo quiero huir de esta casa sin tener que verlo.
–Pero Drew…
–Yo me encargo desde aquí Greta, gracias. – Drew aparece no sé de dónde y esta
vez sí está vestido.
Lastima.
No si puedo evitarlo.
¿Y ahora qué?. Él no dice nada como siempre y todo está mortalmente silencioso.
La mujer que colgaba del brazo del hombre parecía una diosa, tiene un hermoso
rostro, sus ojos de un azul brillante, el cabello negro le cae en capas hasta la
cintura, luce excepcional en su vestido negro de tirantes abrazando cada curva de
su cuerpo. El hombre es una versión más adulta de Drew. La arrogancia emanaba
de sus poros. Su elegante traje hecho a medida no oculta su amplio pecho y brazos
musculosos. Sus ojos son duros como el acero, el cabello negro cuidadosamente
peinado hacia atras. Si su acompañante es una diosa, él es un dios.
–Padre, madre, ella es Serenity. – Drew hace las presentaciones una vez están a
nuestro lado.
Es una locura que todos en esta familia parecen unos modelos. ¿Qué les pasa?
Será por parte de ella, porque de su marido no lo creo a juzgar por la expresión
aburrida en su cara. Su esposo solo asiente. ¡Vaya! Otro al que no le gusta hablar.
Así que es de familia. No sonrió ni una vez, a diferencia de su esposa.
–Señores – saluda.
–Puedes regresar tanto como quieras Serenity. – Audrey le lanza a su hijo una
mirada cómplice.
De camino a casa trato de hacer un poco de conversación con Tex, alias el señor
calvito.
Hasta sus trabajadores son poco habladores. Debe de ser un requisito para trabajar
con ellos.
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DREW
–¿Crees que es buena idea tener algo con esa chica? – se dirige al mini bar
sirviendose un trago.
–Se convertirá en mio si su padre mete las narices. – Afirma – Doy por hecho que
sabes quien es su padre ¿Verdad?
–Sí.
La puerta vuelve abrirse dando paso a mi hermana menor Victoria. Sin dudar se
dirige al escritorio de nuestro padre y se coloca encima de este. Niego, ella sabe
que a padre le molesta ese tipo de cosas.
Pero ella lo ignora como siempre. Victoria no es sólo una cara bonita. Pobre del
infeliz que se cruce en su camino.
Levantó la cabeza de mi celular para dirigir mi atención al lugar al que está mirando
Fred. La sorpresa hace que casi se me caiga el celular de las manos. ¿Quién iba a
imaginar que Audrey y Victoria Evanston entrarian esta mañana por la puerta de la
cafetería en donde trabajo?. Yo no, eso es seguro.
–Puedes intentar ligar con otra chica. – Tomó el bloc de notas – Ella está fuera de tu
liga, que no te engañe su cara bonita.
–La verdad es que no estamos aquí para consumir nada. Mi intención al venir a tu
trabajo ha sido la de hacerte una invitación formal a un evento que tendrá lugar en
nuestra casa. – Saca una invitación de su bolso y me la entrega.
–No tomes en cuenta las palabras de mi hija. Yo organizo el evento, quiero verte allí
y Drew también.
–Una madre sabe esas cosas. Sé que aún no nos conocemos, pero quiero saber
más de ti, deseo que podamos llegar a ser amigas. – Se escucha tan sincera.
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VICTORIA
Se ríe.
–Solo quiero crear momentos entre suegra y nuera. – Dice con simpleza.
–Mientras mi padre mata a los hombres con los que me acuesto, tú buscas la
manera de entablar una relación con la que aún no es la mujer de mi hermano. –
Inquiero.
Me quedo callada.
–Eso pensé. Sabes, de niña siempre querías estar con tu padre, lo perseguías por
toda la casa. De adolescente en vez de salir de compras conmigo o ir a las
actividades de las organizaciones benéficas, preferias acompañar a tu padre a las
reuniones y viajes de negocios. Incluso aun ahora sigues haciéndolo. Nunca quise
ni querré meterme en su relación padre e hija.
El mensaje es claro.
Sé que mi madre me ama, que mataría por mí, pero también sé que Drew es la luz
de sus ojos. Honestamente, no me interesa, porque Audrey Evanston es la mujer
que no interrumpió su embarazo aunque todo estaba en su contra, lo que podría
significar su muerte. Es una madre que siempre ha estado para mí en todas las
etapas de mi vida. Ella lo es todo.
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SERENITY
Después del trabajo, fui al mall e hice algunas compras. Con la ayuda de Julliet
conseguí un vestido, unas zapatillas, perfume, maquillaje y algunos accesorios
nuevos.
La mayoría de los vestidos que Julliet elegía para mí, me parecían exagerados, tres
tiendas después, y casi dándome por vencida, había encontrado el vestido perfecto.
Mi madre estaba en el sofá viendo televisión cuando llegué esa noche a casa.
🎀
–Vas a poner a babear a más de uno. – Julliet terminaba de darme los últimos
retoques.
La verdad era que me sentía hermosa con este vestido. Es un vestido negro de
encaje, llega un poco mas arriba de las rodillas, con tirantes finos y la espalda
descubierta.
–No hay que ser adivino. Por la forma en que te mira y por ese beso que presencié.
Ese chico te desea con ganas. Deja de darle tantas vueltas. ¿Por qué no pruebas?
Si no te gusta, lo dejas y ya.
–¿Y si me gusta?
–Lo disfrutas.
–Gracias. – Contesto.
A la vista queda su gargantilla de oro blanco con una piedra verde ovalada en el
centro.
–Quiero que lleves puesto esto está noche. – Su mirada encontró la mía a través del
espejo.
–Ahora te pertenece a ti. Siempre quise que algún día lo tengas y ese día ha
llegado.
Su expresión se iluminó.
–No se compara con un collar de unos cuantos miles de dólares, pero tendrá que
bastar por ahora. – Se burló.
–No se metan en problemas mientras no estoy. – Les advierto mientras bajamos las
escaleras.
Se me arrugó la nariz.
–Yo también.
🎀
Me pare frente a la puerta. Dude un momento antes de tocar el timbre. Al instante la
puerta se abrió y fui recibida por un señor en traje.
Caminé por el salón atestado de personas. Los invitados reían y charlaban. Habían
camareros entrando y saliendo por la puerta giratoria de la cocina, dispersados por
todo el salón ofreciendo bebidas y bocadillos. Todo era realmente lujoso. Me sentía
fuera de lugar en esta fiesta con estas personas ricas y desconocidas. Yo venía de
una familia humilde.
Mis tacones resonaban en el piso de mármol mientras buscaba con la mirada a las
únicas personas que conocía en esta fiesta. Y porqué no, con la buena suerte que
tengo, a la primera que encontré fue a Victoria.
Está charlando con una rubia cerca del ventanal. Lleva un vestido blanco con
detalles en dorado, la tela abraza cada curva de su cuerpo, su cabello recogido en
una alta cola de caballo, ojos ahumados y labios rojos. Ella es simplemente
hermosa. Suspiro con resignación, no vine hasta aquí a pasarla sola deambulando
por los rincones. Aunque algo dentro de mí me decía que era exactamente lo que
pasaría.
Antes de que haya dado dos pasos en dirección hacia Victoria, Audrey llega de la
nada con una espléndida sonrisa adornando su cara.
–Le dije que lo haría. – Gracias a mi madre y Julliet, pero ella no tenía por qué saber
esa parte.
–Estás impresionante.
Ella no se quedaba atrás, con ese vestido blanco en la parte superior, con un más
que envidiable escote, y en la parte inferior el vestido era de color negro, abrazando
sus curvas. Su cabello negro bailaba en su espalda.
–Usted también.
Su esposo apareció, abrazando a Audrey por detrás. Llevaba un traje gris a juego
con sus ojos. Enterró la cara en el cuello de su esposa.
La madre de Drew me hizo un recorrido por parte de la casa. Ella se paseaba por
todo el salón bella y carismática, presentándome a los invitados. Todos querían un
poco de su tiempo. Llevo una hora aquí y hasta el momento no he visto a Drew por
ningún lado.
Uno de los camareros se acercó a Audrey y le susurro algo al oído, ella asintió y me
miró con cara apenada.
–Lamento tener que dejarte, pero acaba de surgir algo y tengo que ir a encargarme.
–No es necesario.
Aproveche que pasaba un camarero con una bandeja llena de tragos y tome una.
Deseaba encontrar algo de qué hablar, sin embargo no se me ocurría nada. ¿De
qué hablaría con alguien que amenazó con cortarme la cabeza?
–Al fin mi adorado hermano nos complace con su presencia. – Señaló Victoria.
Deje salir el aire. Drew llevaba un traje negro y esta vez cambió su camisa blanca
por una azul cielo. Pasó una de sus manos por su cabello negro. Era tan grande y
atractivo. Un camarero se apresuró a entregarle una copa.
Se deslizó por el salón. Su porte era de total control y confianza. Su mera presencia
hace que cosas pasen dentro de mí.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos, me congelé. Recorrió todo mi cuerpo
y apretó la mandíbula llevándose un trago a los labios. La forma en la que estaba
allí, parado, mirándome con esos ojos grises me quemó.
Su atención fue a la rubia a mi lado. Un gesto simple que hizo que su cuerpo se
tensara y le enviará una mirada irritada.
El volvió a decirle algo, lo que hizo que ella se fuera echando humo y tropezando
con alguien.
–Yo que tú, tendría cuidado con ella. Las mujeres celosas hacen cualquier cosa si
se sienten amenazadas. – Victoria me guiñó un ojo antes de irse.
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DREW
Odio estos eventos, odio a la mayoría de personas que asistían, y odio la manera en
que los hombres ven a Serenity con ese vestido que lleva puesto.
Tomó una copa de la bandeja que trae uno de los camareros. Me lo acabo de un
solo trago y vuelvo a tomar otra copa.
Lo que ellos no saben es que se condenarán a una muerte lenta si osan ponerle un
solo dedo encima.
Nunca tuve problemas para compartir una mujer hasta ella. Algo me aburría en el
hecho de tener una relación. Tampoco había experimentado los llamados celos.
Creo que el mundo no estaba preparado para eso.
Lástima.
Desde que la vi no he podido quitarle los ojos de encima. Podía verme arrancandole
el vestido, embriagándome con su aroma, perderme entre sus piernas y hacerla
venir hasta que me suplique que pare.
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SERENITY
Estaba distraída con los dulces cuando sentí una presencia a mi lado.
–¿Qué hace una chica tan hermosa como tú aquí sola? – Preguntó una voz
desconocida.
Era un señor de cabello rubio, ojos cafés, alto y delgado. Llevaba un traje negro,
corbata a juego y camisa roja.
–No creo haberlo visto nunca señor. – Me moví algo nerviosa por la forma en la que
me miraba.
–Serenity Bell. No tengo nada que ver con los Bell de Reino Unido. – Me apresuro a
aclarar. – Soy de los Bell de Roswell.
El olor de su perfume llegó hasta mí antes de que pusiera sus manos en mi cintura
rodeándola de una forma posesiva.
Drew.
–¿Interrumpo algo? – El tono de su voz era fuerte y fría.
–Bien.
Tengo que controlarme para no dejar escapar un grito de sorpresa. ¿Desde cuándo
yo soy su chica? y ¿Por qué escucharlo decir eso hace que el deseo se dispare a
través de mi?
–Lo sé. – Reconoció. – Si nos disculpas tenemos cosas que hacer. – La voz de
Drew se escuchó indiferente.
Y eso fue todo lo que necesito para que Aldo dijera unas palabras de despedida y
se alejara.
🎀
No sé cómo, pero al final de la noche, Audrey terminó convenciéndome de
quedarme a dormir en su casa. Ahora me encontraba en una de sus habitaciones
para huéspedes y no lograba conciliar el sueño.
Drew me tomó del cuello y me regaló el beso más caliente que me han dado en toda
mi vida. El beso fue húmedo y apasionado.
Rayos.
De repente mis manos tenían vida propia, y empezaron su descenso por sus
abdominales, su espalda y todo lo que estuviera a mi alcance. La bata que llevaba
puesta salió volando y la toalla cayó al piso. Sus manos fueron a mi trasero,
instandome a enredar mis piernas en su cintura. Podía sentir su gran erección
rozándome.
Pasa la mano por mi cara detallándome, la caricia desciende hasta mis pechos.
Tomo todo mi cabello en una mano, haciendo que arqueara mi espalda. La nalgada
que me soltó resonó por todo el lugar.
–Aah.
–¡Mierda!
Lo escuche gruñir.
–Mía.
Agarra mi cadera con una mano, mientras la otra sigue sujetando mi cabello.
Empieza a moverse. Al principio lentamente y después con fuerza. Su pelvis golpea
mis glúteos. Drew me causa sensaciones que jamás he experimentado. Lo disfruto y
demasiado. Me es imposible no gemir.
Me dejo caer sin aliento sobre la cama. Su cuerpo siguió al mío, tomándome entre
sus brazos, hundo la cara en el espacio entre su cuello y sus hombros. Llenándome
del delicioso olor que desprende su cuerpo.
CAPÍTULO 5
Estaba viva.
Pasaba por los baños de hombres del trabajo, cuando alguien me tomó por sorpresa
y me hizo desaparecer en este. Mi pulso se aceleró. Estaba a punto de gritar hasta
que me di cuenta de quién se trataba. Drew. El maldito casi me mata del susto.
Terminé arrinconada en una esquina, mi falda siendo subida con desesperación, mis
bragas otra vez terminaron rotas. Sus labios presionaron contra los míos.
Luego de venirse dentro de mí, otra vez, salió. Me sostuve a él, no estando segura
que pudiera mantenerme en pie. Mis piernas se convirtieron en gelatina.
–¿Me investigaste?
Se encoge de hombros.
–Me vale – dice dejando sus ojos grises a la altura de los míos.
Fruncí el ceño. La última vez que mire el reloj faltaban veinte minutos para mi salida.
Subí mi mano derecha mirando la hora en mi reloj y confirmando que efectivamente,
oficialmente estaba fuera de mi horario de trabajo.
–Estás perfecta.
Al salir me di cuenta a lo que se refería. Tex, alias el señor calvito, estaba de pie
junto a la puerta.
Al pasar por su lado, me saludó con un gesto, inclinando la cabeza. Hice lo mismo.
Había pasado una semana desde la fiesta en su casa y lo que menos imaginaba era
que apareciera en mi trabajo, para terminar teniendo sexo.
–No tengo millones, así que no puedo darme el lujo de quedarme sin empleo.
–Te espero.
Sacudí la cabeza.
Fred, quien estaba en la caja registradora, miró entre Drew y yo, subiendo y bajando
sus cejas. Sentí mi cara arder, porque obviamente se había imaginado lo que había
pasado allí dentro entre nosotros.
En sus sueños.
🎀
Los nervios estaban causando estragos en mí. Drew entrelazo nuestros dedos
mientras nos acercabamos a la entrada de mi casa.
–No puedo creer que hayas venido a mi casa en mi ausencia y hablado con mi
madre. – Gruñi.
–Era algo que tenía que hacerse tarde o temprano. – dijo como si nada.
–Semánticas.
Resople.
–Señora. – Saludo.
–¿Cómo es que has tenido escondido a este chico todo este tiempo, Serenity?
–¡Mamá!
Mi madre sonrió.
Abrí mucho los ojos al reconocer mi bolsa de viajes a un lado del sofá.
–Hablé con Shiri esta mañana sobre nuestro viaje de fin de semana a una de las
cabañas que pertenece a mi familia. – Explicó.
Me tense.
–¿Ah, sí?
–Claro. – Asentí.
Le devolví el abrazo.
–Yo también. – Al separarse de mí, me fije en que sus ojos estaban aguados.
🎀
El recorrido hacia la cabaña fue tranquilo. Drew solo hablaba cuando le hacía
alguna pregunta y eran respuestas cortas.
Unas horas después, Drew estaba estacionando su auto frente a la gran cabaña.
Nunca había estado en una cabaña y me parecía sorprendente, cerca se
encontraba un pequeño lago. Se podía respirar aire fresco, todo era hermoso y
verde. El sonido de las aves llenaba todo.
Drew deslizó las bolsas sobre sus hombros. Camine detrás de él.
–Es uno de los lugares favoritos de mi madre. – Dijo mientras buscaba las llaves y
abría la puerta.
Se hizo a un lado para dejarme pasar, caminé hacia el interior y me encontré con
suelos de madera, la planta inferior contaba con una chimenea, un gran ventanal
con una preciosa vista al lago, sala espaciosa, un gran sofá, una pantalla plana y
una elegante cocina. Supongo que en la planta superior están las habitaciones.
–Eso es interesante.
–Entiendo.
En el baño terminamos teniendo sexo. Parecía que Drew estaba caliente todo el
tiempo. No me voy a quejar. Me encantaba cada centímetro de él.
Por primera vez lo vi con ropa más casual. Unos simples jeans oscuros y un t-shirt.
Yo opté por un vestido suelto de mangas cortas.
–Salgamos. – Dijo Drew, señalando el puente que daba al lago desde el ventanal.
–No hay muchos lugares que me gusten. Y definitivamente quiero pasar tiempo a
solas contigo.
–Si eso te hace sentir mejor. Llámalo como quieras. – Le resto importancia.
–Pues…Me traes a un fin de semana los dos solos a una cabaña con una
impresionante vista al lago, cenamos, charlamos, tenemos sexo, y ahora estamos
caminando bajo las estrellas. No lo sé rick, pero para mí, es muy romántico.
–Aja. – Me ignoró.
Llegamos al final del puente, la luna llena iluminaba la noche, el cielo estaba lleno
de estrellas. Mire a mi alrededor, todo estaba en calma, pacifico, sin el ruido de los
autos, aquí se podía respirar aire puro.
–No te traje aquí solo para admirar el paisaje. - Hay fuego en sus ojos.
–¿Ah no?
Negue.
–No.
–Respuesta incorrecta.
Grite.
No voy a mentir. Sus palabras me hacen que una emoción recorra todo mi cuerpo.
Tiró de él para darle un beso fuerte y húmedo. Como siempre, nos recibimos
gustosos, mi vestido está flotando en el agua, lo que le hace más fácil quitarme las
bragas. Reparto besos por su cuello mientras se va acomodando, la cabeza de su
polla queda justo en mi entrada. Nos miramos fijamente y centímetro a centímetro
va entrando en mí. Me encanta sentirlo dentro, me encanta como me mira y me
encanta que sea solo mio.
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ALDO MILTON
Aflojo mi corbata.
–¿Si? – Contesta.