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El derecho es consustancial a la existencia de una sociedad, ubi societas ubi ius: donde
hay sociedad hay derecho. Así pues, podría definirse el Derecho Internacional Público
como el conjunto de normas y principios que, en un momento dado, regulan las
relaciones de los miembros de la sociedad internacional.
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Creación normativa del DI. No existe un poder político superior al de
los Estados. Son los propios destinatarios de la norma los que crean la
norma (juez y parte). El consentimiento ––explícito o tácito–– es el
fundamento de la creación normativa del Derecho Internacional. Aunque
han aparecido valores fundamentales que afectan a la comunidad
internacional, obligando a los Estados al margen del consentimiento
individual: normas imperativas o ius cogens.
Obligatoriedad de las normas internacionales. Depende del
consentimiento explícito o tácito de los Estados
Aplicación de las normas internacionales. No existe un sistema
institucionalizado que garantice la aplicación coercitiva de las normas en
caso de incumplimiento. Tampoco existe la figura del procedimiento
judicial obligatorio. Por lo tanto, para que un tribunal internacional
conozca y resuelva un asunto es necesario el consentimiento de las
partes. También un Estado puede determinar unilateralmente si los
demás cumplen con las obligaciones internacionales asumidas con él; y
en caso de no ser así, el mismo será quien exija la responsabilidad
internacional correspondiente. Ejemplo medidas de autotutela
(contramedidas, retenciones y sanciones). Aunque también ha habido
cambios en el proceso de aplicación de normas internacionales. Al
respecto destaca el ejemplo del Consejo de Seguridad, órgano que tiene
atribuidas competencias en materia de mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales y puede adoptar contra Estados sanciones
económicas o que impliquen el uso de la fuerza.
Existe indeterminación en el alcance de ciertas obligaciones
jurídicas. Hablando del “difuso umbral de normatividad” de tenue
línea divisoria entre el derecho establecido (lege lata) y el deseado (lege
ferenda); conlleva a que se empiece a hablar de lo que podría
considerarse una nueva categoría jurídica: el soft law (derecho
ambiental).
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c) Concepto de Derecho internacional público.
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¿Cuáles son los principios estructurales? (también llamados principios básicos)
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Son principios comúnmente aceptados y reconocidos por todos los sistemas
jurídicos.
Son valores superiores que inspiran y limitan el contenido de las normas
jurídicas.
Estos principios han tenido su origen y desarrollo más destacado en la práctica
arbitral y jurisprudencial ya sea como guías interpretativas o reglas
supletorias.
O sea que, sirven de guía para la interpretación y aplicación, cuya
integración en el derecho positivo tiene lugar a través de los tratados
internacionales las costumbres internacionales.
Son principios generales comunes a todos los derechos internos.
Constituyen un fondo normativo común a los derechos internos y al
Derecho Internacional.
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6. El principio de Pacta Sunt Servanda. Es una locución latina, que se traduce
como «lo pactado obliga», que expresa que toda convención debe ser fielmente
cumplida por las partes de acuerdo con lo pactado.
7. El principio de prohibición del abuso del derecho. Se denomina abuso del
derecho a la situación que se produce cuando el titular actúa de modo tal que su
conducta concuerda con la que concede la facultad, pero su ejercicio resulta
contrario a los fines del ordenamiento jurídico y excede los límites impuestos
por la buena fe, moral y buenas costumbres.
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por procedimientos distintos los previstos por los Estados para aprobar sus normas
internas, por la inexistencia de un órgano legislativo.
“La Corte, cuya función es decidir conforme al Derecho internacional las controversias
que le sean sometidas, deberá aplicar”: a) Las convenciones internacionales; b) la
costumbre internacional; c) los principios generales del derecho; y d) Las decisiones
judiciales (sentencias) y opiniones doctrinales.
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c) Los principios generales del Derecho. No se consideran manifestaciones
normativas porque son valores superiores que inspiran y limitan el contenido de las
normas, sirviendo de guía para su interpretación e integración, cuya integración en el
Derecho positivo tiene lugar a través de los tratados o las costumbres internacionales,
que los acogen y reflejan. Por lo tanto, no constituyen verdaderas normas jurídicas.
La costumbre.
El tratado
El acto jurídico unilateral
Las resoluciones vinculantes de las Organizaciones Internacionales.
No existe jerarquía normativa entre ellas, por lo que tienen el mismo rango jerárquico.
Es importante tener presente que el consentimiento del Estado es el punto inicial y
necesario del proceso de formación de toda norma internacional.
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uno sólo que se obliga frente a los demás Estados respecto a una situación
determinada; con lo que no se origina una relación de derechos y obligaciones
recíprocas entre los Estados interesados, sino que las obligaciones corresponden
en exclusiva al Estado que ha consentido unilateralmente y los derechos a los
demás Estados. Ejemplo “La promesa” (el anuncio francés de que no se
realizarán nuevos ensayos nucleares en el Pacífico).
Las resoluciones vinculantes de las Organizaciones Internacionales.
También hay un consentimiento y consenso, que se encuentra en el Tratado
constitutivo de la correspondiente Organización internacional en el que se
establece, en su caso, el carácter obligatorio de tales decisiones.
De igual forma que, como regla general, para la formación de las normas
internacionales resulta necesario el consenso al respecto de dos o más Estados, su
oponibilidad, es decir, sus efectos jurídicos para un determinado Estado dependen del
consentimiento de éste que, según el caso, ha de expresarse de forma explícita (normas
convencionales), implícita (normas consuetudinarias) o anticipada (actos normativos de
las organizaciones internacionales).
La eficacia del Estado es relativa en la medida en que sus normas solo obligan a
los Estados que las acepten voluntariamente (excepto normas IUS COGENS).
De este modo, un Estado solo está vinculado por determinadas normas
internacionales -las que haya consentido_ y no por el resto.
Norma convencional Por lo tanto, un Tratado no puede crear derechos ni
obligaciones para un tercer Estado sin su consentimiento.
Norma consuetudinaria Del mismo modo, las normas consuetudinarias
internacionales producen efectos jurídicos únicamente para los Estados que así
lo consienta de manera expresa o tácita. Un Estado consiente una norma
consuetudinaria de manera tácita cuando no se opone a ella.
Toda norma jurídica es, por definición, obligatoria para sus destinatarios y, en
consecuencia, las normas internacionales también lo son. De modo que los Estados
vinculados por las mismas deberán cumplir las obligaciones o prohibiciones que
contengan, pues de lo contrario habrán que afrontar las consecuencias derivadas de su
violación.
Sin embargo, no todas las normas jurídica son imperativas, pues en este contexto
obligatoriedad e imperatividad no son términos sinónimos.
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Normas dispositivas. Son obligatorias, sin embargo, su regulación y aplicación
depende de lo que dispongan los Estados.
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Normas generales y normas particulares pueden llegar a complementarse. En caso de
incompatibilidad permanece la norma particular sobre la general, según el principio
general de la lex specialis (excepto normas IUS COGENS, siempre prevalecen).
TEMA 2
LOS SUJETOS DE DERECHO INTERNACIONAL
Veíamos al inicio del tema anterior que el DIP engloba dos estructuras: la social y la
jurídica. Por lo que hace a la primera, ésta viene referida a la comunidad internacional o
grupo social amplio, el cual está formado por una pluralidad de entidades de distinto
rango y naturaleza jurídica: Estados, OOII, pueblos individuos, movimientos de
liberación nacional, beligerantes, ONG’s, empresas multinacionales, medios de
comunicación… El papel de la heterogeneidad de entidades (Estado, OOII, pueblos,
individuos, etc.) no es homogéneo. De ahí que se deba distinguir entre:
La capacidad internacional de los sujetos no tiene el mismo alcance: no todos los sujetos
tienen el mismo grado de subjetividad, pues no gozan de las mismas prerrogativas.
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a) El Estado.
Son los únicos sujetos estatales de capacidad plena y originaria. Son ellos quienes
crean y quienes reciben las normas jurídicas internacionales, y quienes poseen el
abanico más amplio de derechos y obligaciones internacionales.
Por encima del Estado no existe ninguna autoridad superior para sancionar el
incumplimiento del Derecho internacional.
Un Estado existe y está dotado de personalidad jurídica cuando confluyen los tres
elementos constitutivos:
Población.
Territorio
Organización política y social.
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intereses colectivos y con capacidad para adoptar decisiones y expresar una voluntad
jurídicamente distinta de la de sus miembros.
Son sujetos de composición no estatal –formados por personas, individuos— que tienen
sólo alguna o algunas de las prerrogativas que conlleva la subjetividad internacional ––
fundamentalmente se concreta en la capacidad para ser titular de derechos y
obligaciones contenidos en normas internacionales.
Los sujetos no estatales tienen una personalidad jurídica internacional derivada (se la
otorgan los Estados) y muy restringida, para nada comparable a la de los Estados y a la
de las OOII.
Sujetos no estatales
a) Los beligerantes (no entra en el examen).
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b) Los pueblos (materia de examen).
c) Los movimientos de liberación nacional (no entra en el examen).
d) Los individuos (materia de examen).
b) Los pueblos
Los pueblos son sujetos no estatales del DIP titulares del principio de libre
determinación.
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desarrollo económico, social y cultural y todo Estado tiene el deber de respetar
este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta”.
¿Qué pueblos son destinatarios? La práctica más clásica de la ONU identifica dicho
concepto con los pueblos coloniales, es decir, aquéllos que no han alcanzado la plenitud
de un gobierno propio, sino que están subordinados a una potencia administradora de la
que están separados geográficamente y respecto de la que guardan diferencias
esenciales en cuanto a su desarrollo histórico y a su organización administrativa,
política, jurídica y económica.
La Resolución 1514 solo reconoce este derecho a los pueblos coloniales, y establece un
nítido límite en el ejercicio de ese derecho pues:
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d) El individuo
Por lo que se refiere a los individuos, debe recordarse que el Estado soberano surge con
el propósito de asegurar a sus nacionales una protección frente al exterior y un orden y
bienestar en el interior de sus fronteras. Por este motivo, los individuos –en su calidad
de nacionales del Estado– han carecido tradicionalmente de protagonismo en las
relaciones internacionales. Al ser sujetos del ordenamiento estatal quedaban excluidos
de la subjetividad internacional. Esta situación ha cambiado en las últimas décadas,
aunque su personalidad jurídica sigue siendo muy limitada.
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Para que las denuncias, quejas o comunicaciones individuales sean admitidas por el
órgano de control competente, es imprescindible que se cumplan unos requisitos:
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3. Los actores internacionales
ONG’s
Caso especial: A caballo entre la personalidad jurídica interna (propia de los actores
internacionales) y la personalidad jurídica internacional (propia de los sujetos de
Derecho internacional) se encuentra el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Los Convenios de Ginebra de 1949 le han atribuido, por ejemplo, competencias en
materia de Derecho Internacional humanitario y también ha celebrado acuerdos
internacionales con Estado.
Son empresas que actúan en más de un país. Estos actores internacionales ejercen una
importante influencia en el escenario internacional y, más concretamente, en varios
campos de la economía internacional como el mercado de trabajo y los modos de
consumo.
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Causas que justifican el crecimiento aumento de poder de las EMN: las tendencias
jurídicas hacia la privatización y la desregulación económica (nivel interno) y la
liberalización internacional del comercio y los movimientos de capital a nivel global.
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TEMA 3
LA REGULACIÓN DEL USO DE LA FUERZA EN EL DERECHO
INTERNACIONAL
b) Naturaleza jurídica
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Estados Unidos.
c) Características y elementos
Ejemplos:
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Bosnia-Herzegovina. El incumplimiento sistemático de las normas que integran
el Derecho internacional humanitario y la “depuración étnica” se han
considerado por el Consejo como cuestiones de su competencia en el marco del
Capítulo VII (Resolución 771 de 1992).
Somalia. Estado que actuó autorizando, incluso, a los estados el uso de la fuerza
en su territorio, por “la obstaculización deliberada de la entrega de alimentos
y suministros médicos esencial para la supervivencia de la población civil”
(Resolución 794 de 1992).
En cualquier caso, las amenazas son, sin duda, identificables como la conminación a
usar la fuerza como elemento de presión o coacción. La amenaza debe de ser real e
inmediata y, desde luego, o basta con una simple disposición de los efectivos militares
para realizarla, sino que es necesaria la expresión verbal o fáctica de la intención de
usarlos con carácter futuro e inmediato contra un Estado.
La simple posesión de armas o fuerzas armadas no está prohibida. El desarme está solo
concebido como una función de la Asamblea General (artículo 11 CNU) y, en
consecuencia, con poder exclusivamente recomendatorio. Ni siquiera la posesión de
armas nucleares se considera ilícito.
Lo que sí es contrario al DIP es realizar actos que en sí mismos supongan una amenaza,
como programar dichas armas contra un Estado al margen de la legítima defensa, o
como desplegar las fuerzas armadas con tales intenciones, aunque sean implícitas.
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Artículo 42. Si el Consejo de Seguridad estimare que las medidas de
que trata el Artículo 41 pueden ser inadecuadas o han demostrado
serlo, podrá ejercer, por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres,
la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la
seguridad internacionales. Tal acción podrá comprender
demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecutadas por
fuerzas aéreas, navales o terrestres de Miembros de las Naciones
Unidas.
-Uso de la fuerza:
1. Mayor y directo. Acciones que implican el uso de la fuerza armada como las
invasiones, bombardeos, bloqueos, enfrentamientos entre fuerzas armadas,
utilización del territorio por otro Estado para agredir a un tercero.
2. Mayor e indirecto. Envío de mercenarios o de grupos irregulares.
3. Menor y directo. Propaganda o la instigación contra el Gobierno del Estado.
4. Menor e indirecto. Financiación u organización o adiestramiento de grupos
paramilitares o subversivos contra el gobierno de un Estado.
Artículo 1.1.
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- Principio de prohibición del uso de la fuerza.
- Solución pacífica de controversias.
Artículo 24.1.
En el capítulo VII de la Carta se prevén diferentes actuaciones que puede llevar a cabo
el Consejo de Seguridad para mantener o restablecer la paz y la seguridad
internacionales: decisiones o recomendaciones que puede adoptar en relación con los
conflictos armados o las situaciones de amenazas a la paz, las medidas preventivas y
provisionales del artículo 40, las medidas que no implican el uso de la fuerza armada del
artículo 41 (embargos, ruptura de relaciones diplomáticas, etc), y lo que supone la
primera excepción a la prohibición del uso de la fuerza, las acciones que implican el uso
de la fuerza armada previstas en el artículo 42.
Artículo 42
b) La legítima defensa.
Las medidas tomadas por los Miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa
serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán de manera
alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para
ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria a fin de mantener o
restablecer la paz y seguridad internacionales.
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Principio de proporcionalidad Se exige que la respuesta armada sea idónea respecto a
los medios empleados y también respecto de su intensidad, es decir, cuantitativamente,
en relación con las características de la previa agresión del otro Estado.
TEMA 4
Los principios rectores del arreglo pacífico se localizan en las normas y principios del
sistema de Naciones Unidas.
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2) Se basa en la igualdad soberana de los Estados y se realiza conforme al principio
de libre elección de medios. La igualdad soberana presupone que las partes
poseen iguales derechos, tanto para elegir el procedimiento de arreglo, como
durante el funcionamiento del mismo.
Negociación (autosolución).
Los buenos oficios. (heterosolución).
La mediación. (heterosolución).
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Determinación de los hechos (también llamado investigación o encuesta).
(heterosolución).
La conciliación y, (heterosolución).
La acción de las Organizaciones internacionales. (heterosolución).
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que rige el arreglo pacífico de las controversias. No es por tanto una exigencia
jurídica, sino de los hechos. CIJ “Las partes en una controversia recurrirán
regularmente a la negociación, pero no tienen la obligación de hacerlo”.
Inconvenientes: pueden favorecer a los Estados más fuertes.
Ejemplo: los realizados por el Papa Francisco en 2014 entre EEUU y Cuba,
ofreciendo la Santa Sede como lugar de encuentro, gracias a los cuales ambos
Estados reanudaron unas relaciones que estaban rotas desde 1959.
(TABLITA)
La mediación –al igual que ocurre con los buenos oficios– puede ser ejercida por
Estados, por Jefes de Estado o de Gobierno, por particulares –ciudadanos
eminentes–, o por cualquier personalidad internacional relevante. En esta línea,
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hay que tener presente que el riesgo que plantea la mediación si el mediador es
un Estado que intente influir en el desenlace de la controversia de forma que se
protejan sus propios intereses.
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4) Las partes se comprometen a facilitar la ayuda y los medios que se
soliciten, entre ellos el de investigar sobre el terreno;
5) Las deliberaciones serán secretas;
6) Su investigación se recoge en un informe que será firmado por todos sus
miembros y leído en sesión pública. Dicho informe no tiene carácter
obligatorio.
En esta misma línea la conciliación cuenta con una estructura similar a la del arbitraje,
con la ventaja del margen de libertad de que disponen las partes –dado que el informe
de la comisión no es vinculante–, la flexibilidad, la naturaleza no contenciosa y el
carácter estrictamente confidencial del procedimiento.
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3) Y si la controversia puede realmente poner en peligro la paz y la seguridad
internacionales recomendar los términos concretos del arreglo que estime
apropiados.
Por su parte, e Secretario General, puede llamar la atención del Consejo de Seguridad
sobre las controversias que puedan poner en peligro la paz. En la práctica el Secretario
General ha intervenido e interviene en múltiples crisis internacionales ofreciendo su
mediación o sus buenos oficios.
a) El órgano arbitral tiene carácter temporal, se constituye ad hoc, esto es, se crea
para resolver una determinada controversia y desaparece una vez resuelta ésta,
mientras que el arreglo judicial se caracteriza por ser un órgano preexistente y
con carácter permanente que subsiste a la controversia.
b) El árbitro o árbitros que componen el órgano arbitral son elegidos por las partes,
la composición de los tribunales de justicia está ya preestablecida sin posibilidad
de que las partes intervengan en su nombramiento –salvo la figura de jueces ad
hoc–.
c) Las reglas que rigen el procedimiento judicial están preestablecidas y vienen
recogidas en el Estatuto y Reglamento que regula el funcionamiento del
correspondiente tribunal de justicia. En este sentido resulta destacable que
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mientras en el arbitraje son las partes las que eligen el idioma en el que se va a
realizar el procedimiento, en el arreglo judicial éste se tiene que desarrollar en
los idiomas oficiales de funcionamiento del tribunal –normalmente en inglés y
en francés–; el órgano arbitral está obligado a resolver la controversia aplicando
el derecho que expresamente han establecido las partes en el compromiso
arbitral, en el arreglo judicial los jueces pueden aplicar cualquier norma de
Derecho internacional general.
d) Normalmente el coste económico del arreglo arbitral es sufragado en su
totalidad por las partes, mientras que en el arreglo judicial los Estados sólo
tienen que abonar los honorarios de sus representantes legales y consejeros.
El origen del arbitraje internacional se sitúa en el Tratado de Jay, firmado en 1794 entre
EEUU y Reino Unido, por el que se establecieron tres “comisiones arbitrales mixtas”
para solucionar futuras controversias sobre delimitación fronteriza. Aunque es en el
asunto Alabama (1872) cuando encontramos un verdadero tribunal arbitral con un
procedimiento netamente judicial.
Las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, que contienen una regulación básica del
arbitraje, recogen una noción del mismo en los siguientes términos:
“El arbitraje internacional tiene por objeto arreglar los litigios entre Estados por
medio de jueces de su elección y sobre la base del respeto del Derecho. El
convenio de arbitraje implica el compromiso de someterse de buena fe a la
sentencia arbitral”.
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- Libertad de las partes en la presentación del litigio, pudiendo utilizar
todos los medios procesales y de prueba que consideren oportunos.
- Principio de libertad en la elección de los medios.
La sentencia arbitral se adopta por mayoría de los miembros del órgano arbitral, si éste
es colegiado, se redacta por escrito y ha de ser motivada. Contiene, generalmente, un
encabezamiento –que contiene los hombres de los árbitros, agentes y conserjes de las
partes-, una exposición de motivos de hecho y jurídicos, y una parte dipositiva o fallo
propiamente dicho.
- Tiene carácter obligatorio, gozando de autoridad de cosa juzgada entre las partes
como consecuencia del acuerdo previo entre las mismas manifestado en el
compromiso.
- Efecto relativo, pues su obligatoriedad y autoridad de cosa juzgada se limita a
las partes en el arbitraje, siendo irrelevante frente a terceros.
El recurso de nulidad se plantea, bien ante un nuevo órgano arbitral ad hoc, o bien ante
la Corte Internacional de Justicia.
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a) La Corte Internacional de Justicia
CONSENTIMIENTO
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b) El consentimiento puede ser prestado ad hoc tácitamente, mediante la
realización de actos concluyentes ante la CIJ. Se trata de la figura del fórum
prorrogatum: si un Estado que no ha aceptado expresamente la competencia de
la Corte es demandado y, en lugar de presentar la oportuna excepción.
c) El consentimiento puede prestarse también mediante un acuerdo internacional
celebrado antes de que surja la controversia.
d) Puede tratarse de una cláusula compromisoria contenida en un tratado.
e) Puede consentirse la competencia del Tribunal mediante la coincidencia de
declaraciones unilaterales por la que los Estados reconocen como obligatoria.
TEMA 5
LOS TRATADOS INTERNACIONALES: SU FORMACIÓN
*El convenio de Viena sobre el Derecho de los tratados celebrados entre Estados y OOII
aún no está en vigor. Requiere que 35 Estados lo ratifiquen.
El artículo 2.1 a) del Convenio de Viena de 1969: “Se entiende por tratado un
acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el
Derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más
instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular”.
“Tratado internacional: acuerdo celebrado por escrito entre España y otro u otros
sujetos del derecho internacional, y regido por el DIP, ya conste en un
instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquier que sea su
denominación”.
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b) Elementos caracterizadores de un tratado internacional
1) Acuerdo escrito. Consenso entre dos o más sujetos. Todos los tratados deben
ser escritos (al menos para el ámbito de aplicación del Convenio de Viena). Es
posible que existan acuerdos verbales, a los cuales no son de aplicación las
normas internacionales e internas relativas al Derecho de los tratados que aquí se
exponen. CIJ “Los acuerdos no celebrados por escrito pueden igualmente
tener un valor jurídico”. Independientemente de la forma que los acuerdos
puedan tener, debe haber una intención de las partes de encontrarse vinculadas
por obligaciones jurídicas”. Sin embargo, el tratado escrito facilita prueba e
interpretación.
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Así pues, los acuerdos que no producen efectos jurídicos, los llamados
“Acuerdos no normativos”, “gentlement’s agreements” o “acuerdos políticos”
(Declaraciones conjuntas, Cumbres Iberoamericanas, Memorandum de
Entendimiento), no son tratados internacionales pues no son constitutivos de
obligaciones internacionales. Tampoco es tratado internacional el acuerdo
internacional administrativo.
Desde un punto de vista práctico la clasificación que tiene un mayor valor es la que
atiende al número de participantes:
2.
La representación del Estado en el proceso de celebración de los tratados
a) Derecho internacional
En derecho internacional, las reglas que rigen la representación de los sujetos en los
actos de formación de los tratados están recogidas en los respectivos Convenios de
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Viena de 1969 y 1986. A este respecto, las reglas de representación se articulan entorno
a dos posibilidades:
2.2. Representación del Estado por razón de sus funciones. No opera en el caso
de las OOII. El Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno y el Ministro de Asuntos
Exteriores por razón de la propia responsabilidad política de su cargo, así como
por su competencia en materia de relaciones internacionales, poseen una
capacidad genérica inherente a su función, sin necesidad de plenos poderes.
También entran los jefes de misiones diplomáticas y los representantes
permantentes acreditados.
b) Derecho español
a) Derecho internacional
b) Derecho español
Al Gobierno le corresponde dirigir “la política interior y exterior” de España, por lo que,
suya es la competencia para acordar el inicio de la negociación de un tratado entre
España y otro u otros Estados u Organizaciones Internacionales. Asimismo, suya es
también la competencia para la autorización de su posterior adopción y autenticación.
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Solo el Estado (el Gobierno ejemplos Ministerios en coordinación con el Ministerio de
Asuntos Exteriores) puede celebrar tratados internacionales.
a) Derecho internacional
b) Derecho español
Especialmente reseñables en este punto son las disposiciones del sistema constitucional
por el que se refiere a la necesidad de previa autorización parlamentaria para prestar el
consentimiento.
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Ha habido una cierta flexibilización de los derechos internos, de tal forma que la
exigencia de previa aprobación parlamentaria no es aplicable ya a todos los tratados,
sino que se limita a algunos.
Aquellos tratados que se consientan de forma solemne son los que necesitan
autorización de las Cortes.
También aquellos que versen sobre ciertas materias o asuntos serán los que
precisen la previa aprobación parlamentaria.
B. de carácter político;
C. de carácter militar;
D. que afecten la integridad territorial o a los derechos y libertades del
Título I;
E. aquellos cuya ejecución exija medidas legislativas (adopción,
modificación o derogación de una ley).
a) Concepto de reserva
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Formulación:
Artículo 19 del CV
Las posibilidades de un tratado, con relación a las reservas con las siguientes:
Aceptación:
Objeción:
La objeción debe ser siempre formulada de manera expresa, pudiendo hacer constar que
el tratado no entra en vigor entre ambos Estados –el que formula la reserva y el que la
ha objetado– (objeción cualificada); o bien, puede ser una objeción sin oposición a la
entrada en vigor (objeción simple). El plazo para objetar una reserva es de dos meses
desde su notificación.
Los efectos de las reservas consisten en modificar o excluir los efectos jurídicos de
ciertas disposiciones del tratado en su aplicación al autor de la reserva. Esto es lo
que lleva a distinguir dos clases de reservas:
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d) Disposiciones del Derecho español en la materia
Es el Gobierno quien decide formular reservas a los tratados por los que se vaya a
obligar España.
Mientras que respecto a los tratados del artículo 94.2 de la CE la formulación de las
reservas no está sometida a control parlamentario alguno, en el caso de los tratados de
los artículos 93 y 94.1. CE, la previa autorización de las Cortes se refiere no sólo a la
manifestación del consentimiento, sino también a las reservas que delimitan su alcance.
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artículo 95 de la CE que “la celebración de un tratado internacional que
contenga estipulaciones contrarias a la Constitución exigirá previa
revisión constitucional”. La interposición de una declaración previa de
inconstitucionalidad supone la interrupción automática de la tramitación
parlamentaria del tratado.
G. Control de constitucionalidad posterior o a posteriori, se plantea una
vez que ya se ha concluido el tratado y ha pasado a formar parte del
derecho español tras su publicación oficial; puede referirse a la
inconstitucionalidad intrínseca y a la extrínseca. Dos son las modalidades
que reviste el control a posteriori:
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Pero si no prospera ninguna de estas soluciones, el incumplimiento del tratado
constituirá un hecho ilícito internacional que generará la responsabilidad internacional
del Estado español.
TEMA 6
LOS TRATADOS INTERNACIONALES: SU APLICACIÓN Y SU FINAL
a) Entrada en vigor
1. Derecho internacional
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ese Estado en dicha fecha, a menos que el tratado disponga otra
cosa. 4. Las disposiciones de un tratado que regulen la
autenticidad de su texto, la constancia del consentimiento de los
Estados en obligarse por el tratado, la manera o la fecha de su
entrada en vigor, las reservas. las funciones del depositario y
otras cuestiones que se susciten necesariamente antes de la
entrada en vigor del tratado se aplicarán desde el momento de la
adopción de su texto.
Reglas generales:
2. Derecho español
En lo que respecta al orden jurídico interno español, la Ley 25/2004 de Tratados y otros
acuerdos internacionales utiliza en varios de sus artículos la fórmula “tratados
internacionales en vigor”, apuntando al respecto que en general, será desde la entrada en
vigor cuando un tratado producirá sus efectos (artículo 28). En el caso de nuestro país,
como se estudiará en detalle en el Tema 7, para su directa aplicación interna ha de
concurrir también la publicación del tratado en el BOE; sobre la que se señala, en lo que
ahora nos ocupa, que la misma deberá incluir “la fecha de entrada en vigor del tratado”.
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b) Aplicación provisional
1. Derecho internacional
Artículo 25 CV.
1) Respecto de un Estado terminará si éste notifica a los Estados entre los cuales
el tratado se aplica provisionalmente su intención de no llegar a ser parte en el
mismo.
2) Con la entrada en vigor del tratado.
2. Derecho español
Artículo 93
Mediante ley orgánica se podrá autorizar la celebración de
tratados por los que se atribuya a una organización o institución
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internacional el ejercicio de competencias derivadas de la
Constitución.
Sobre los tratados del artículo 94.1., se recoge lo previsto en el artículo 25.3. de la CV,
esto es, que si las Cortes no concedieran la autorización para la conclusión del tratado,
el Ministro de AAEE deberá notificar de inmediato a los otros Estados entre los que el
tratado se aplica provisionalmente, la intención de España de no llegar a ser parte en el
mismo, terminando ese momento su aplicación provisional (artículo 15.3.)
La actual regulación asegura flexibilidad al Gobierno. No hay una Ley que marque
límites temporales para el mantenimiento de la aplicación provisional.
Con el aumento de los tratados multilaterales fue desarrollándose, sobre todo a partir de
mediados del siglo XIX, tanto la institución del depósito como la figura del depositario
de los tratados. Teniendo en cuenta que en este tipo de tratados el número de Estados
parte podía (y puede) ser muy elevado, se hacía preciso que los actos relativos al
tratado, especialmente los propios al consentimiento en obligarse quedasen
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centralizados en algún sitio, que también facilitase la adecuada comunicación de los
mismos al resto de Estados partes. Así, se fue instaurando la figura del depósito, que se
refiere al acto por el cual se hace constar, en el plano internacional, el definitivo
consentimiento en obligarse por un tratado; y que consiste en la entrega al
depositario del instrumento que expresa ese consentimiento.
Como indica el artículo 76.1. de la CV, la designación de quien será el depositario del
tratado corresponderá a los Estados negociadores que, generalmente, así lo harán en el
texto mismo del tratado, pero también podrán hacerlo de otro modo (por ejemplo, en un
protocolo aparte).
b) Registro y publicación
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El artículo 102.1 de la Carta de la ONU impone esta obligación de registro en relación
con los Estados miembros de la ONU. Asimismo, el artículo 80 de la CV la ha
generalizado:
Una vez que el tratado entra en vigor –o bien se decide aplicarlo provisionalmente–,
comienza su aplicación. Dos son los principios básica que rigen la aplicación de los
tratados (así como del resto de normas internacionales):
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Buena Fe. Artículo 26 del CV. “Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser
cumplido por ellas de buena fe”. También se recoge en el artículo 2.2. de la Carta de la
ONU y en la Resolución 2525 (XXV). Además, la CIJ en el asunto Ensayos Nucleares
(1974) afirma que “uno de los principios básicos que preside la creación y la ejecución
de las obligaciones jurídicas, sea cual sea la fuente, es el de buena fe”.
3 Modalidades de Equidad:
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aplicación provisional- y hasta que terminan, se declaran nulos, o se
suspende su aplicación.
Por lo que se refiere a los hechos o situaciones a las que resulta aplicable un tratado, el
principio de base que recoge el artículo 28 de la CV es el de la irretroactividad:
Se desprende del tenor del referido precepto, que los Estados negociadores gozan, no
obstante, de absoluta libertad en la redacción de cláusulas que regulen esta cuestión. De
esta forma, en cuanto a su efecto inicial pueden prescindir del factor tiempo y adoptar
una retroactividad sin limitaciones decidiendo aplicar el tratado a los supuestos
regulados cualquiera que sea la fecha en que se hayan producido.
Como regla general, por tanto, los tratados se aplican en todo el territorio de cada uno
de los Estados partes.
Se entiende por territorio el espacio terrestre, las aguas interiores y el mar territorial (así
como las aguas archipélagicas en el caso de un Estado archipelágico), y el espacio aéreo
suprayacente a todas estas zonas.
Ahora bien, es posible que los Estados negociadores incluyan en el tratado cláusulas
relativas a su ámbito de aplicación territorial, con la siguiente finalidad:
D) Salvo que se disponga otra cosa, las normas convencionales sólo se aplican a los
Estados partes en el tratado. Así lo dispone el artículo 34 de la CV.
55
“Un tratado no crea obligaciones ni derechos para un tercer Estado sin su
consentimiento”.
56
D) Cuando ambos tratados guarden silencio, y no haya concomitancia de Estados partes
en ambos tratados, esto es, que los Estados partes del tratado anterior no son todos
partes del tratado posterior, se produce la separación del tratado en un haz de relaciones
que se estructuran de la siguiente manera:
+ entre estados parte en ambos tratados, se aplica la regla anterior, esto es, el
tratado posterior.
+ entre un Estado parte en ambos y otro Estado que sólo es parte en uno de ellos,
se aplica el tratado en el que sean partes los dos, ya sea el anterior o el posterior.
+ entre Estados que sólo son parte en uno de ellos se aplica este tratado.
La interpretación debe estar fundada ante todo en el texto del tratado mismo. La
primacía del texto se sustenta en la plasmación de la voluntad, del consenso alcanzado
por los Estados partes. (Las intenciones no aplican).
A partir del propio literal del tratado es preciso abrir el enfoque de la labor interpretativa
hacia el contexto y el objeto y fin del tratado. Los propios términos del tratado deben
interpretarse en su sentido corriente y no en abstracto ni de forma aislada “sobre la base
de algunas frases extraídas de su medio”, sino en el contexto del resto del tratado.
Contexto
57
sido concertado entre todas las partes con motivo de la celebración del tratado; b) todo
instrumento formulado por una o más partes con motivo de la celebración del tratado y
aceptado por las demás como instrumento referente al tratado.
Objeto y Fin
Buscar la interpretación que logre la mayor efectividad del tratado, dentro del sentido
ordinario de los términos del mismo en su contexto. Si esto se liga al principio de buena
fe, da como resultado el principio de “efecto útil”, el efecto útil es uno de los principios
fundamentales de la interpretación de las normas convencionales.
Si existen varias interpretaciones posibles, de entre ellas, habrá que escogerse aquélla
que permita la aplicación específica atendiendo la satisfacción del objeto y fin del
tratado.
La buena fe y el objeto y fin del tratado requieren que se adopte la interpretación que
permita que el tratado surta los efectos adecuados.
El artículo 32 de la CV señala:
El texto en cada uno de los idiomas en cuestión hará fe igualmente, a menos que las
partes hayan convenido que en caso de discrepancia prevalecerá uno de los textos.
Es posible que con el paso del tiempo aparezcan nuevas circunstancias que afecten a las
disposiciones del tratado y/o aconsejen su revisión.
Hay que distinguir entre enmienda y modificación, la diferencia depende de los efectos
con los Estados partes.
59
serlo en ese acuerdo, con respecto a tal Estado se aplicará el apartado
b) del párrafo 4 del articulo 30. 5. Todo Estado que llegue a ser parte en
el tratado después de la entrada en vigor del acuerdo en virtud del cual
se enmiende el tratado será considerado, de no haber manifestado ese
Estado una intención diferente: a) parte en el tratado en su forma
enmendada; y b) parte en el tratado no enmendado con respecto a toda
parte en el tratado que no esté obligada por el acuerdo en virtud del cual
se enmiende el tratado.
Una vez notificada la “propuesta de enmienda” del tratado, y realizadas las oportunas
discusiones y negociaciones tanto acerca de la forma de examinar la propuesta como
sobre su fondo. Los Estados que así lo deseen manifestarán su consentimiento en el
tratado de enmienda. Los efectos de la enmienda se producen inter partes, esto es, el
tratado de enmienda solo obligará a los Estados que hayan pasado a formar parte de él,
y no al resto de Estados partes que se regirán por el tratado original.
41. Acuerdos para modificar tratados multilaterales entre algunas de las partes únicamente. 1.
Dos o más partes en un tratado multilateral podrán celebrar un acuerdo que tenga por objeto
modificar el tratado únicamente en sus relaciones mutuas: a) si la posibilidad de tal
modificación esta prevista por el tratado: o b) si tal modificación no está prohibida por el
tratado. a condición de que: i) no afecte al disfrute de los derechos que a las demás partes
correspondan en virtud del tratado ni al cumplimiento de sus obligaciones: y ii) no se refiera a
ninguna disposición cuya modificación sea incompatible con la consecución efectiva del objeto
y del fin del tratado en su conjunto. 2. Salvo que en el caso previsto en el apartado a) del
párrafo 1 el tratado disponga otra cosa, las partes interesadas deberán notificar a las demás
partes su intención de celebrar el acuerdo y la modificación del tratado que en ese acuerdo se
disponga.
Ahora bien, si a juicio de alguno o algunos de esos Estados partes en el tratado sin
modificar, el tratado modificado afecta a sus derechos o impide la consecución del
objeto y fin del tratado sin modificar, las consecuencias últimas que podrán darse son:
60
- Que los Estados que han acordado esa modificación vean comprometida su
responsabilidad internacional por violación de sus obligaciones conforme al
tratado sin modificar.
- La eventual aplicación del artículo 60 de la CV relativo a la terminación o
suspensión de la aplicación de un tratado como consecuencia de su violación.
Las causas por las que un tratado puede ser declarado nulo son únicamente las previstas
en la CV. Son 8 causas. 7 de ellas son vicios del consentimiento, la octava es una causa
objetiva de nulidad.
Las restricciones específicas de que hayan sido objeto los poderes de un representante
para manifestar el consentimiento en obligarse por un tratado podrán ser alegadas sin
con anterioridad a dicha manifestación han sido puestas en conocimiento de los demás
negociadores. Se trata del supuesto en que el representante, con poder para ello,
manifiesta el consentimiento desdeñando las instrucciones recibidas.
61
obligarse por el tratado.
2. El párrafo I no se aplicara si el Estado de que se trate contribuyó con su
conducta al error o si las circunstancias fueron tales que hubiera quedado
advertido de la posibilidad de error. 3. Un error que concierna sólo a la
redacción del texto de un tratado no afectará a la validez de éste: en tal caso se
aplicará el artículo 79.
4. Dolo. Si un Estado ha sido inducido a celebrar un tratado por la conducta
fraudulenta de otro Estado negociador, podrá alegar el dolo como vicio de su
consentimiento en obligarse por el tratado.
5. Corrupción del representante de un Estado. Si la manifestación del
consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado ha sido obtenida
mediante la corrupción de su representante, efectuada directa o indirectamente
por otro Estado negociador, aquel Estado podrá alegar esa corrupción como
vicio de su consentimiento en obligarse por el tratado.
6. Coacción sobre el representante de un Estado (no aplica la nulidad parcial).
La manifestación del consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado
que haya sido obtenida por coacción sobre su representante mediante actos o
amenazas dirigidos contra él carecerá de todo efecto jurídico.
7. Coacción por el Estado por la amenaza o uso de la fuerza (no aplica la
nulidad parcial). Es nulo todo tratado cuya celebración se haya obtenido por la
amenaza o el uso de la fuerza en violación de los principios de derecho
internacional incorporados en la Carta de las Naciones Unidas.
8. Violación de una norma de ius cogens (causa objetiva (no aplica la nulidad
parcial). Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración. esté en
oposición con una norma imperativa de derecho internacional general. Para los
efectos de la presente Convención, una norma imperativa de derecho
internacional general es una norma aceptada y reconocida por la comunidad
internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en
contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho
internacional general que tenga el mismo carácter.
Nulidad parcial
Cabria la posibilidad de declarar la nulidad parcial del tratado, esto es, sólo de algunas
de las disposiciones del mismo sobre las que ha versado la causa de nulidad. Esta
posibilidad resulta posible, salvo cuando la causa de nulidad sea la coacción sobre el
representante, la coacción sobre el Estado, o la contradicción de una norma ius cogens.
Además, para que se declare la nulidad parcial de algunas de las disposiciones del
tratado deben cumplirse unas condiciones que señala el artículo 44 de la CV.
62
Subsanación. En caso de que un tratado incurra en alguna o algunas de las causas de
nulidad señaladas, se plantea la posibilidad de su subsanación. Esto es posible, es decir,
el tratado puede ser convalidado por el Estado afectado, salvo en los casos de
coacción sobre el representante, la coacción sobre el Estado, o la contradicción de una
norma ius cogens.
Efectos de la nulidad. Desde que se declara la nulidad el tratado deja de obligar a los
Estados, deja de aplicarse, deja de cumplirse. Se anulan, en la medida de lo posible, los
efectos que hubiera producido hasta entonces, de forma que la situación resultante es la
misma que si el tratado nunca hubiese entrado en vigor.
- Se desprende del tratado o consta de otra forma (no de forma expresa, porque si
no sería la primera causa enunciada) que los Estados deciden regirse por el
nuevo; o
- Si el posterior es totalmente incompatible con el anterior.
Se trata de una aplicación cara del principio general de la Lex posterior derogat prior.
-Si es multilateral los demás Estados podrán, por unanimidad, bien darlo por
terminado para todos, bien darlo por terminado sólo con relación al Estado
infractor (expulsión). Si no hay unanimidad, un Estado especialmente
perjudicado podrá solicitar la suspensión entre él y el infractor.
64
A) Voluntad de las partes. Los tratados podrán suspenderse conforme a sus
disposiciones, o en cualquier momento como consecuencia del acuerdo de las
partes (artículo 57 del CV). Además, dos o más Estados partes de un tratado
multilateral podrán suspender la aplicación del mismo entre ellos.
C) Violación grave (articulo 60 de la CV). Faculta a los demás Estados partes, por
unanimidad a: a) suspenderlo para todos; o b) suspenderlo en sus relaciones con
el infractor (expulsión temporal). Si no hay unanimidad, un Estado
especialmente perjudicado podrá solicitar la suspensión entre él y el infractor.
Esta causa de suspensión no afecta a los convenios sobre Derecho Humanitario.
65
- O por el procedimiento de conciliación previsto en el Anexo del CV, para los
demás casos.
TEMA 7
LAS NORMAS CONSUETUDINARIAS INTERNACIONALES
66
Elemento objetivo: La práctica general, constante, reiterada y
uniforme de un Estado.
Elemento subjetivo: La convicción jurídica de que al obrar de esa
manera están comportándose conforme a derecho (opinio juris). El
Estado considera que tal conducta resulta jurídicamente exigible,
por lo tanto hay una motivación.
Así pues, las normas consuetudinarias constan de dos elementos; uno de carácter
objetivo o material, que consiste en la práctica estatal, y otro de carácter subjetivo (la
denominada opinio juris), que se refiere a la motivación se dicha práctica.
Las normas consuetudinarias internacionales disfrutan del mismo rango jerárquico que
las normas convencionales, de modo que, dejando a salvo la primacía que caracteriza a
las normas imperativas, el conflicto entre ambos tipos de reglas se resuelve conforme al
criterio cronológico, según el cual la costumbre posterior se impone sobre el tratado
anterior y viceversa.
Se limitan a establecer ciertas reglas básicas y principios elementales genéricos que han
de cumplir los Estados.
67
La consolidación de una norma consuetudinaria internacional depende de que varios
Estados adopten la misma actitud frente a una determinada situación que se plantea
repetidamente en las relaciones internacionales.
Comprende tanto los actos que llevan a cabo las autoridades nacionales encargadas de
las relaciones internacionales, como es el caso del Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno,
el Ministro de Asuntos Exteriores, los agentes diplomáticos o los funcionarios
consulares, como los realizados por cualquier órgano administrativo, legislativo o
judicial cuyas actuaciones afecten a los derechos e intereses de Estados o ciudadanos
extranjeros.
Por otra parte, esta práctica no solo se configura con las actuaciones en positivo de los
Estados, sino que también resulta relevante su inactividad, pues las omisiones y
silencios pueden dar lugar a costumbres negativas que les obliguen a abstenerse de
actuar en determinadas circunstancias. Así, por ejemplo, existen normas
consuetudinarias, consolidadas como consecuencia de la insistente inacción de los
Estados, que impiden a los tribunales de unos enjuiciar los actos soberanos realizados
por otros o embargar fondos y bienes destinados al funcionamiento de las misiones
diplomáticas extranjeras.
Pero, para que los comportamientos de los Estados generen costumbres internacionales
jurídicamente obligatorias no basta con que se trate de una mera acumulación de
actuaciones ocasionales, incoherentes e inconexas, sino que han de constituir una
práctica constante, uniforme y, en principio, generalizada.
Ello implica, asimismo, que ha de tratarse de una práctica duradera, pues para que un
determinado comportamiento se convierta en una nueva costumbre internacional es
necesario que se mantenga durante cierto tiempo, hasta que la repetición de actos
idénticos provoque la consolidación del elemento material y la cristalización de la
opinio iuris o elemento subjetivo. Sin embargo, no existe una regla fija, válida para
todos los supuestos, que determine el tiempo que ha de transcurrir para que se
constituya una norma consuetudinaria, sino que el plazo en cuestión varia en cada caso,
dependiendo, entre otros factores, de la frecuencia con la que se repitan en las relaciones
internacionales los actos que configuran la práctica.
68
rápidamente, sobre todo en aquellos sectores especialmente propensos a los cambios, lo
que les permite adaptarse al dinamismo y la fluidez que caracterizan las relaciones
internacionales contemporáneas, conservando su utilidad y eficacia para regular una
realidad social en constante evolución, como consecuencia de las continuas
transformaciones políticas, sociales, y económicas que experimenta.
En primer lugar, como es obvio, solo será necesaria una práctica generalizada para la
formación de las costumbre generales y no cuando se trate de costumbres particulares,
pues éstas, que normalmente tienen carácter regional, se constituyen a raíz de la práctica
constante y uniforme de un reducido número de Estados y, en consecuencia, obligan
únicamente a tales Estados, que, incluso, pueden ser solo dos, dando lugar a una
costumbre bilateral, como la que se constituyó tras la independencia de la India entre
dicho Estado y Portugal, en virtud de la cual los particulares, funcionarios y mercancías
portuguesas disfrutaban de derecho de paso por el territorio de la India para dirigirse a
ciertos enclaves bajo administración portuguesa situados dentro de dicho territorio
(CIJ).
En segundo lugar, que la práctica sea general no significa que debe ser unánime, es
decir, que todos los Estados deban participar en la misma, realizando el comportamiento
en cuestión, para que se consolide la costumbre, pues la conducta divergente de alguno
de ellos puede convertirle en objetor persistente a la norma, lo que evitará que le resulte
oponible, pero no impedirá su formación ni afectará a sus efectos vinculantes para el
resto.
69
Para que una práctica estatal se convierta en una norma jurídica consuetudinaria, ha de
ser generalmente aceptada como Derecho por los Estados que la realizan, que deben
actuar en tal sentido convencidos de su carácter obligatorio.
Pero este elemento subjetivo (al que con frecuencia se le denomina elemento
psicológico) ha resultado un tanto polémico, pues en el pasado hubo quien consideraba
que la convicción acerca de la obligatoriedad de las normas consuetudinarias no es
realmente un requisito constitutivo imprescindible para su existencia, sino la
consecuencia de dicha existencia, defendiendo, pues, que el único elemento necesario
sería la práctica constante y uniforme.
70
La opinio juris se prueba por vía inductiva, mediante el análisis de una práctica
suficientemente amplia.
Por su parte, las costumbres de carácter particular únicamente obligan al reducido grupo
de Estados que han contribuido activamente con su comportamiento a su consolidación
y no a aquellos otros que, bien han mostrado su disconformidad con la norma, bien se
han limitado a no participar con su actuación en su formación.
71
parte por haber contribuido con su conducta a su formación.
Resulta, pues, evidente que el Estado que pretende la aplicación de una norma
consuetudinaria general se encuentra en una posición procesal más cómoda que el
Estado que alega una costumbre particular, pues mientras que el primero podrá limitarse
a rebatir los argumentos con los que la otra parte trata de refutar la existencia de la
costumbre en cuestión, el segundo deberá probar tanto dicha existencia, como también
que la norma se ha constituido de forma que obliga a la otra parte.
Tales medios de prueba son muy variados y heterogéneos, dado que incluyen cualquier
evidencia que sirva para constatar la práctica y, a través de ella, la opinio juris de los
Estados, pudiéndose recurrir a tal efecto, tanto a actos estatales de Derecho
internacional como de Derecho interno, siempre que tengan repercusión internacional
sin que exista prioridad alguna entre ellos, sino que la importancia de cada cual varía en
cada caso, dependiendo del contenido de la norma consuetudinaria en cuestión.
72
o no reservas a sus disposiciones en el momento de hacerlo y aceptando u objetando las
reservas ajenas.
73
Es evidente que, como consecuencia de su carácter escrito, las normas convencionales
presentan importantes ventajas en comparación con las normas consuetudinatarias
internacionales, entre las que estacan la de ofrecer total certidumbre acerca de su propia
existencia y menor ambigüedad respecto a su alcance y contenido, lo que se traduce ne
una mayor seguridad jurídica para los desinatarios.
La codificación del DIP tiene carácter sectorial y la llevan a cabo los propios Estados
generalmente en conferencias internacionales organizadas para tal efecto, muchas de
ellas convocadas por alguna OOII.
La CDI creada por la Asamblea General en 1947 tiene el objeto de cumplir la misión de
impulsar la codificación del Derecho internacional que le asigna la Carta de la ONU. La
función de la CDI consiste en la elaboración de proyectos de artículos sobre
determinadas materias que sirven de base para la adopción del correspondiente tratado
internacional por una conferencia internacional o por la Asamblea General de la ONU,
aunque en ocasiones su propósito es más modesto, como en el caso de su trabajo sobre
las declaraciones unilaterales de los Estados, en el que se limitó a aprobar una serie de
principios rectores sobe la materia.
Los proyectos de artículos no son textos vinculantes, para que resulten vinculantes será
necesario que la Asamblea General adopte el correspondiente tratado internacional.
TEMA 8
OTRAS MANIFESTACIONES NORMATIVAS
74
proseguir con ensayos bajo tierra. Declaraciones que la DIJ consideró jurídicamente
vinculantes, afirmando que Francia había quedado comprometida en virtud de las
mismas a cesar las mencionadas pruebas en la atmósfera.
La sentencia resultó decisiva para confirmar y precisar las reglas sobre los requisitos y
los efectos de las declaraciones unilaterales consolidadas como consecuencia de la
práctica estatal, que más recientemente han sido sistematizadas por la CDI y enunciadas
en forma de Principios rectores aplicables a las declaraciones unilaterales de Estados
capaces de crear obligaciones jurídicas (2006).
Según estas reglas el fundamento de las obligaciones unilaterales realizadas por algunos
de sus representantes se encuentra en la buena fe, la seguridad y la confianza que deben
regir las relaciones internacionales, en virtud de las cuales los Estados interesados
pueden tenerlas en cuenta ye exigir que sean respetadas. El carácter vinculante de estas
declaraciones descansaría, pues, en el principio acta sunt servanda, que constituye el
equivalente en este ámbito al principio pacta sunt servanda propio de las relacionales
internacionales.
En principio, el Estado que asume una obligación jurídica mediante una declaración
unilateral no puede, sin embargo, modificarla unilateralmente, pues ello atentaría contra
la seguridad jurídica, lo que no significa que tales obligaciones sean irrevocables, sino
solo que no podrán ser rescindidas arbitrariamente, quedando abierta la posibilidad de
cancelarlas o modificarlas siempre que exista una causa justificada para ello y mediante
la buena fe.
TEMA 9
LA INTEGRACIÓN DE LAS NORMAS INTERNACIONALES EN EL
DERECHO INTERNO DE LOS ESTADOS
75
1. Integración e influencia recíproca del Derecho internacional y el derecho
estatal
Como en otros países, la creación normativa española se desarrolla tanto a nivel interno
como internacional. En el marco interno, los órganos competentes del Estado
(Gobierno, Parlamento, órganos jurisdiccionales, Comunidades Autónomas, etc.)
elaboran el sistema de fuentes específico del país o derecho nacional (leyes,
reglamentos, actos ejecutivos, decisiones judiciales, etc) y, en el ámbito internacional
España participa junto con otros Estados en la formación del DIP.
A) Sistemas monistas. Las teorías monistas considera que el DIP y los Derechos
nacionales son manifestaciones específicas de una realidad jurídica única: el
Derecho. Ahora bien, como ambas manifestaciones pueden regular las mismas
situaciones, el posible conflicto normativo entre el DIP y los derechos
nacionales exige resolver cual de los dos derechos debe prevalecer sobre el otro.
Con respecto a este particular, las teorías monistas de la escuela austriaca o
kelseniana sostienen que el DIP es el que debe prevalecer, en caso de conflicto,
sobre el derecho interno. Más aún, la norma internacional no necesitaría ningún
acto de recepción para poder ser aplicada en los ordenamientos internos,
prevaleciendo sobre éstos en caso de conflicto.
B) Sistemas dualistas: De acuerdo con estas corrientes, así como el Derecho
internacional regula las relaciones entre los Estados, los derechos nacionales
confieren derechos y obligaciones a los particulares de un país. Como ambos
ordenamientos regulan realidades distintas, las teorías dualistas consideran que
el DIP no genera efectos jurídicos para los órganos del Estado ni para sus
nacionales hasta que no se haya transformado en ley interna. Es decir, las
normas internacionales son irrelevantes en los ordenamientos internos y
necesitan un acto especial de recepción para poder ser aplicadas en ellos.
Más allá de estos modelos, el DIP y los derechos nacionales están abiertos a sus
influencias recíprocas. Por este motivo, entre las fórmulas más utilizadas para conjugar
la coherencia y la armonía entre ambos ordenamientos (interno e internacional) se puede
destacar las siguientes: 1) la técnica de la remisión, 2) el mecanismo del complemento y
3) la tesis de la dependencia.
76
1) Remisión. Esta técnica consiste en la remisión del derecho interno al DIP o, por
el contrario, en la remisión del DIP al derecho interno El objetivo de la remisión
es común: determinar el alcance o significado de ciertas normas ya sean
internacionales o nacionales. Son ejemplos, en ambos sentidos los siguientes:
a) Remisión del derecho interno al DIP. Ejemplo
artículo 21.2. de la LOPJ, ya que esta disposición
excluye de la jurisdicción a los jueces y tribunales
españoles los supuestos de inmunidad de
jurisdicción y de ejecución establecidos por las
normas de DIP. La norma interna se remite, por lo
tanto, a la regulación internacional en materia de
inmunidades (de jurisdicción y de ejecución) que,
como es sabido, es esencialmente consuetudinaria.
b) Remisión del DIP al derecho interno. Ejemplo la
institución de la protección diplomática.
Constituye un lugar común que todo Estado tiene
el deber internacional de respetar ciertos derechos
básicos a los extranjeros que se encuentran en su
territorio como, por ejemplo, el derecho a la tutela
judicial efectiva. Si el Estado viola esta obligación
internacional, el Estado de nacionalidad del
extranjero puede ejercer la protección diplomática
a su favor, exigiendo al Estado infractor una
reparación. Pues bien, la determinación de la
nacionalidad e una persona no la establece el DIP
sino los derechos internos.
77
2. La recepción de las normas internacionales en el orden jurídico interno
Por lo que se refiere al derecho español, este no contiene ninguna norma que
especifique el modo de incorporación de las costumbres en el ordenamiento interno.
Aún así, el incumplimiento de una costumbre por parte de España desencadena su
responsabilidad internacional.
78
c) La recepción de las resoluciones de Organizaciones Internacionales
Con respecto a las decisiones de las OOII que sean obligatorias según su tratado
constituyente, la mayoría de los derechos internos guarda silencio respecto a su
recepción, si bien en la práctica aplican el mismo mecanismo previsto para los tratados.
En este sentido, las escasas Constituciones que expresamente prevén la recepción de las
resoluciones de OOII, exigen idéntico sistema que el de los tratados. Ejemplo: artículo
67 de la Constitución de Holanda.
Por lo que respecta al derecho español, aunque España forma parte de la mayoría de
estos foros de cooperación institucionalizada, su recepción en el derecho interno español
todavía no está regulada En defecto de disposiciones al respecto, la doctrina mayoritaria
ha entendido que la recepción en el derecho español de las resoluciones de las OOII
depende del contenido de las mismas, en el sentido de que aquellas que impliquen
cargas para los particulares o que pueden conllevar una actuación de los órganos
estatales deben seguir el modelo de recepción de los tratados (Publicación en el BOE).
Cuando tales resoluciones no impliquen este tipo de actuaciones, la publicación oficial
no es necesaria.
79
Llegados a este punto, el artículo 96.1. de la CE y el artículo 28.1. de la Ley 25/2014
disponen que las disposiciones de los tratados internacionales “Solo podrán ser
derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de
acuerdo con las normas generales del Derecho internacional”, lo que significa que, en
este sentido, la Constitución:
Precisamente con respecto a la primacía de los tratados internacionales sobre las leyes
internas, el artículo 31 de la Ley 25/2014 ha consagrado claramente su supra legalidad
al afirmar que “las normas jurídicas contenidas en los tratados internacionales
válidamente celebrados y publicados oficialmente prevalecerán sobre cualquier otra
norma del ordenamiento interno en caso de conflicto con ellas, salvo las normas de
rango constitucional”.
Así pues, en el derecho español los tratados tienen rango supra legal pero infra
constitucional, pues España no puede obligarse por tratados contrarios a la Constitución.
Conclusiones:
80
c. Posición de las resoluciones de las Organizaciones internacionales
Por lo que se refiere a las relaciones entre el derecho interno y las resoluciones de las
Organizaciones internacionales, el supuesto más importante es el Derecho de la Unión
Europea que tiene una primacía indiscutible sobre el resto del ordenamiento español.
Esta primacía se traduce en la inaplicación de la norma interna contraria a la resolución
internacional.
Una de las funciones de los órganos internos del Estado, ya sean judicial o
administrativos, es la de ejecutar las normas del ordenamiento interno, incluidas las
normas de origen internacional debidamente recibidas o integradas en el derecho
nacional. En este sentido, las normas internacionales pueden contener obligaciones que:
En relación con la ejecución, también hay que tener en cuenta que las normas
internacionales pueden ser:
81
El artículo 93 de la CE otorga al Gobierno y las Cortes la labor de garantizar el
cumplimiento de los tratados que impliquen la cesión del ejercicio de competencias
soberanas a Organizaciones Internacionales, así como de las resoluciones adoptadas por
éstas.
Por su parte, la Ley Orgánica del Consejo del Estado dispone que este órgano tendrá
que ser consultado acerca de las leyes y los reglamentos que hayan de aprobarse en
ejecución, cumplimiento o desarrollo de tratados internacionales y sobre las dudas que
pudieran surgir con respecto a su interpretación o cumplimiento.
Una vez que las normas internacionales se han incorporado en el derecho interno de los
Estados, los órganos estatales deben aplicarlas y cumplirlas pues, de lo contrario,
no sólo estarían violando el derecho nacional, sino que el Estado en cuestión
cometería un hecho internacionalmente ilícito del que se derivaría su
responsabilidad frente a otros Estados.
Por lo que se refiere a los tratados internacionales, su aplicación por los órganos
internos requiere, como condición sine que non, que el Estado haya manifestado
su consentimiento en obligarse por los mismos.
82
b) Si el tratado internacional contiene derechos y obligaciones para el Estado y
siempre que no afecten a los particulares, el Ministerio de AAEE es el facultado
para aplicar sus disposiciones.
Por otro lado, para que los órganos internos puedan aplicar un tratado, sus disposiciones
tienen que ser conforme con las Constitución y además tiene que formar parte
del derecho interno. En el caso de España, así lo exige la Constitución que
regula un control de constitucionalidad a priori y a posterior de los tratados
válidamente celebrados en España, y exige para la aplicación su publicación
oficial.
Por su parte, la aplicación interna de los tratados non self-executing está supeditada, en
el caso de España, al previo Dictamen Consultivo del Consejo de Estado.
TEMA 10
LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR HECHOS
INTERNACIONALMENTE ILÍCITOS
83
El derecho de la responsabilidad internacional está, pues, constituido por un
conjunto de normas secundarias que van a regir qué suceder cuando se da un
incumplimiento de la conducta prescrita por una norma primaria, esto es, por una
norma que regula el o los comportamientos exigibles a una serie de sujetos del DIP.
De igual forma, las OOII pueden sufrir las consecuencias de las violaciones de
obligaciones internacionales, esto es, de hechos internacionalmente ilícitos. En cuanto a
la posibilidad de que una OOII, en concreto la ONU, sea sujeto pasivo de la
84
responsabilidad internacional, la CIJ, en el citado dictamen consultivo relativo a
reparación por los daños sufridos al servicio de la ONU, confirmó la capacidad de la
OOII para reclamar los daños sufridos por ella misma o por sus agentes como
consecuencia de un hecho ilícito de un Estado. Como consecuencia de ello, la
Resolución 365 (IV) de la Asamblea General autoriza al Secretario General para
efectuar la reclamación ante el gobierno del Estado responsable, sea miembro o no de
las Naciones Unidas, y a negociar los acuerdos de reparación.
85
conllevó que desde una época muy temprana se concitaran notables esfuerzos para
lograr su codificación. Más allá de antecedentes remotos como las labores llevadas a
cabo en la Conferencia de Codificación de la Haya de 1930, bajo el auspicio de la
Sociedad de Naciones, ya en su primer periodo de sesiones (1949), la CDI eligió la
responsabilidad de los Estados entre los temas que, a su juicio, eran idóneos para
la codificación. Así, la Comisión (CDI) inició un lento y laborioso proceso cuyos dos
hitos fundamentales fueron:
86
internacional se encuentra en la comisión de un hecho internacionalmente ilícito;
es decir, en la misma violación de una obligación internacional atribuible a un
Estado, sin ningún requisito general adicional. Así, por ejemplo, la DPJI ya en el
asunto de los Fosfatos de Marruecos vinculó expresamente el nacimiento de la
responsabilidad internacional a la existencia de "un acto atribuible al Estado y calificado
como contrario a los derechos convenciones de otro Estado".
87
Los apartados a) y b) del artículo citado recogen los dos elementos constitutivos del
hecho internacionalmente ilícito.
Apuntar que algunos autores han considerado que el daño causado por la violación de la
obligación internacional sería (también) un elemento del hecho ilícito internacional, de
forma que si no hay daño no existiría hecho ilícito. Pero en la línea que ya hemos visto,
lo cierto es que el daño no constituye un elemento autónomo, sino que forma parte
del elemento objetivo del hecho ilícito y resulta inherente a él; en tanto que toda
violación de una obligación internacional implica un perjuicio –mayor o menor,
valorable económicamente o no– para uno o varios Estados. Por otra parte, la
obligación de reparar, que es consustancial a todo hecho ilícito internacional, tampoco
constituye un elemento sino un efecto o consecuencia del mismo.
Conviene destacar el último de los principios básicos que va a regir todo lo que seguirá.
En cierto modo, el mismo se encuentra ya mencionado en el artículo 2, y no es más que
la consecuencia lógica de los principios estructurales que ordenan a todo el DI. El
proyecto de artículos lo recoge en el artículo 3 siendo que, sobre el mismo, la CIJ ha
recordado recientemente que no estamos más que ante el reflejo de una clara norma
consuetudinaria (asunto de la aplicación de la Convención para la Prevención y la
Sanción del Delito de Genocidio, 2015, párr.128)
Artículo 3.- Calificación del hecho del Estado como internacionalmente ilícito. La
calificación del hecho del Estado como internacionalmente ilícito se rige por el derecho
internacional. Tal calificación no es afectada por la calificación del mismo hecho como
lícito por el derecho interno.
88
que la CIJ hizo hincapié en todo ello indicando que "la conformidad con el derecho
interno y la conformidad con las disposiciones de un tratado con cuestiones diferentes.
Lo que constituye violación de un tratado puede ser lícito en derecho interno y lo que es
ilícito en derecho interno puede no entrañar violación alguna de las disposiciones de un
tratado".
El principio de autonomía institucional en la organización del Estado, esto es, que cada
Estado, como soberano que es, puede establecer los órganos que estime más adecuados,
implica que corresponde al derecho interno la designación de las personas que actuarán
como órganos del mismo. En consecuencia, en este punto se da un reenvío al
ordenamiento jurídico de cada Estado a la hora de determinar la condición jurídica de
los órganos estatales, y con ello poder atribuir, en su caso el comportamiento del
Estado.
A) Para que el hecho ilícito pueda atribuirse al Estado ha de existir una acción u
omisión vinculada con el ejercicio del poder público y no sólo una conducta
meramente privada por parte de la persona que actúa como órgano del Estado. De
89
este modo, el ejercicio de las prerrogativas del poder público es un requisito sine que
non para que sea posible atribuir el comportamiento al Estado.
B) Asentada la regla de que una persona que sea órgano del Estado debe actuar en
calidad de tal, el artículo 7 del Proyecto regula un supuesto específico, el de los
denominados Actos ultra vires:
C) Todo lo dicho se aplica, tal y como reza el artículo 4.1. citado, no sólo a los órganos
del Gobierno central sino también a los de las divisiones territoriales del Estado.
Pudiendo plantear un caso singular los Estados federales, aunque éstos sólo podrán
suponer una excepción si: a) la entidad particular constitutiva de una Federación goza
de capacidad para obligarse internacionalmente, y b) la otra Parte ha convenido en
limitarse a recurrir contra ella en caso de incumplimiento.
90
Artículo 5.- Comportamiento de una persona o entidad que ejerce atribuciones del poder
público Se considerará hecho del Estado según el derecho internacional el
comportamiento de una persona o entidad que no sea órgano del Estado según el
artículo 4 pero esté facultada por el derecho de ese Estado para ejercer atribuciones del
poder público, siempre que, en el caso de que se trate, la persona o entidad actúe en esa
capacidad.
B) En segundo lugar, el artículo 8 del Proyecto prevé que se entenderá también como
hecho del Estado el comportamiento de una persona o de un grupo de personas si
actúa de hecho por instrucciones o bajo la dirección o el control de ese Estado.
Estaríamos ante aquellos casos en que determinadas personas, no investidas
formalmente como órganos del Estado, actúan de hecho por cuenta de él, ya sea
siguiendo sus instrucciones, ya sea actuando bajo su control o dirección. Sería, por
ejemplo, el caso de aquellas personas que sin haber sido nombrados expresamente por el
Estado ni formar parte de sus fuerzas de policía ni de sus fuerzas armadas, son
empleados como auxiliares o enviados como "voluntarios" a países vecinos, o que
realizan determinadas misiones en el extranjero por instrucciones del Estado.
En todo caso, con relación a los actos particulares el Estado tiene la obligación de
prevenir; es decir, de evitar que los mismos violen normas internacionales.
91
atribuir su comportamiento al Estado, el cual no estará en condiciones de ejercer un
control efectivo de sus actividades. De este modo, el principio general con respecto al
comportamiento de esos movimientos, mientras dura su lucha contra la autoridad
constituida, es que no es atribuible al Estado según el DI.
92
Junto a ello, conviene aclarar también que la referencia a las obligaciones
internacionales comprende todas las divisiones que pueden hacerse al respecto;
esto es, cubre tanto las obligaciones de comportamiento como las de resultado; las
obligaciones de hacer y las de no hacer; las obligaciones erga omnes y las
obligaciones de Estado a Estado.
Siendo cierto que cuando un Estado viola una obligación internacional, sea cual
fuere su origen y naturaleza, comete un hecho internacionalmente ilícito, en
realidad resultaría incorrecto concluir sin más que el contenido y carácter de la
obligación en cuestión es completamente irrelevante. Y es que lo dispuesto en el
artículo 12 debe leerse en conjunción con lo previsto en el artículo 40.
Se estaría entonces ante un ámbito específico que viene determinado por dos criterios
que cualificarían a cierto tipo de vulneraciones del Derecho internacional: 1) se trata de
violaciones de obligaciones contraídas en virtud de normas imperativas de DI
general; 2) las violaciones en cuestión han de ser en sí mismas graves,
considerando su escala o su carácter. Ejemplo Sentencia de la CIJ en el asunto de la
Barcelona Traction (1970). Esta sentencia vino a romper con decisiones anteriores de la
propia Corte, acogiendo un concepto que ya había tenido recepción en los artículos 53 y
64 de la CV de normas ius cogens y consecuentes obligaciones erga omnes.
Sin embargo, la falta de consenso terminó por aconsejar un cambio de enfoque, que
finalmente tomó cuerpo en el artículo 40 del Ptoyecto de la CDI:
93
la norma; el alcance y el número de violaciones individuales; y/o la gravedad de
sus consecuencias para las víctimas.
Mientras que, para ser considerada sistemática, una violación debe llevarse acabo
de manera organizada y deliberada. En cambio, el término "flagrante" se refiere a
la intensidad de la violación o de sus efectos; siendo violaciones de naturaleza
flagrantes aquellas que suponen un ataque directo y acierto contra los valores que
protege la norma. Esos términos no son, por supuesto, mutuamente excluyentes: las
violaciones graves serán normalmente sistemáticas y flagrantes. Todo ello sin olvidar
que algunas de las normas de ius cogens, como las prohibiciones de la agresión,
requieren por su propia naturaleza una violación intencional de gran escala.
El artículo 13 del Proyecto recoge una aparente obviedad, pero que para la CDI es "una
importante garantía a los Estados contra la aplicación retrospectiva del Derecho
Internacional"; a saber:
Esta garantía está estrechamente relacionada con dos principios generales del Derecho
internacional, aceptados tanto por la práctica de los Estados como por la jurisprudencia:
94
a) Hechos instantáneos (artículo 14.1.). La violación de la obligación se da en el
momento en que el hecho se produce, aunque sus efectos perduren.
d) Hechos compuestos (artículo 15): Este supuesto hace frente a situaciones más
complejas, como son la serie de acciones u omisiones que son definidas en su conjunto
como ilícitas. Por ejemplificarlo, es el caso de las prohibiciones de genocidio, el
apartheid o los crímenes contra la humanidad, los actos sistemáticos de discriminación
racial, o los actos sistemáticos de discriminación prohibida por un acuerdo comercial.
De hecho, algunos de los hechos ilícitos más graves del DI se definen en función de
su carácter compuesto: piénsese, por desarrollar un solo ejemplo, los crímenes contra
la humanidad, que se definen como una serie de actos (asesinatos, torturas,
encarcelamientos, etc.), que se cometen como parte de un ataque generalizado y
sistemático contra una población civil. La pregunta en lo que ahora ocupa sería:
¿Cuándo o cuántos asesinatos o torturas son necesarios para que un Estado cometa un
crimen contra la humanidad, viendo así comprometida su responsabilidad
internacional"?.
Artículos 20-27 se dedican a las circunstancias que excluyen la ilicitud. Los primeros
cinco artículos van a definir los concretos supuestos en los cuales, pese a reunirse
aparentemente los dos requisitos ya estudiados de un hecho internacionalmente ilícito,
no puede concluirse su existencia, o su ilicitud en sentido estricto; mientras que los dos
últimos van a ofrecer algunas pautas comunes a todos ellos.
95
Estado. Las circunstancias que excluyen la ilicitud se proyectan, pues, sobre el
elemento objetivo del hecho internacionalmente ilícito, en tanto que si concurre
alguna de ellas no resultará posible calificar el comportamiento en cuestión como ilícito.
En otros términos, lo que queda excluido no es la responsabilidad del Estado, sino la
ilicitud de su comportamiento.
Ahora bien, hay que aclarar también que estas circunstancias no anulan ni dan por
terminada la obligación internacional; tan solo sirven de justificación del
incumplimiento mientras subsisten. De esta forma, cuando se aplica una de las
circunstancias que excluyen la ilicitud, el incumplimiento no sólo está justificado,
sino que "va encaminado" a que se reanude el cumplimiento tan pronto como
desaparezcan los factores que causaban y justificaban el incumplimiento". Artículo
27 del Proyecto:
Por su parte, la letra b) del artículo citado introduce una cláusula general de salvedad; a
saber: la invocación de una circunstancia que excluye la ilicitud no excluye la
cuestión de la indemnización de cualquier pérdida efectiva causada por el hecho en
cuestión. De este modo, a pesar de que quede demostrada la ausencia de ilicitud del
comportamiento considerado, puede subsistir la obligación del Estado autor de
indemnizar al Estado perjudicado por los daños causados. Aunque, es evidente, esta
"indemnización" se basará en un concepto distinto del de la responsabilidad
internacional por hechos ilícitos: por ejemplo, el propio a "las consecuencias
perjudiciales de actos no prohibidos por el DI"; y en todo caso, en la regla general de
que los Estados han de hacer frente a esas consecuencias, no debiendo los Estados
perjudicados cargar enteramente con ellas. Cuestión ésta especialmente relevante en la
relación con la fuerza mayor, el peligro extremo y el estado de necesidad, pues como se
verá, pueden resultar justamente invocados, aunque el Estado que sufra el daño se haya
comportado con la mayor y mejor de las diligencias.
En consecuencia, aparece dibujada una clara línea roja en y para todo el sistema, aunque
sea de trazo no siempre tan claro como sería de desear: el ius cogens.
96
4.2. Examen de las circunstancias que excluyen la ilicitud
4.2.1. Consentimiento
El artículo 20 del Proyecto de la CDI recoge esta primera circunstancia en los siguientes
términos:
Condiciones:
a) Ser real: ya sea explícito o implícito, el consentimiento debe constar claramente. No
puede ser nunca presunto.
b) Ser válido según las normas del DI: en este punto, con remisión a las disposiciones y
conceptos propios de los tratados.
c) Ser atribuible al Estado en el plano internacional: Sin entender aquí que se trata de
volver a las reglas de atribución de un comportamiento de una determinada persona o
entidad a un Estado en el sentido examinado en este Tema, sino que han de cumplirse
las normas relativas a la manifestación de la voluntad del Estado.
d) Mantenerse dentro de los límites que el Estado que manifiesta ese consentimiento se
propone atribuirle: Tanto en cuanto a su alcance como a su duración temporal. Y en este
aspecto, no debe olvidarse que el consentimiento puede ser modificado y revocado en
cualquier momento.
e) No ser posterior a la comisión del hecho.
Artículo 21: Legítima defensa. La ilicitud del hecho de un Estado queda excluida si ese
hecho constituye una medida lícita de legítima defensa tomada de conformidad con la
Carta de las Naciones Unidas.
La CDI quiso aclarar específicamente, en este punto, que tan sólo se está recogiendo el
principio general de que la legítima defensa excluye la ilicitud del comportamiento
seguido dentro de los límites establecidos por el DI; pero sin entrar a definirla, delimitar
su alcance, su aplicación, el momento en que puede invocarse, sus requisitos, etc. De
hecho, la Comisión expresamente se refiere en sus Comentarios a que para ello ha de
acudirse a las normas primarias pertinentes contenidas en el artículo 51 de la Carta de
las Naciones Unidas; aunque también, es obvio, en el derecho consuetudinario.
97
El contenido de esta circunstancia que excluye la ilicitud está estrechamente vinculado
con los procedimientos para asegurar la aplicación de las normas internacionales, a
través de las medidas de autotutela y las sanciones internacionales.
Ejemplo: la interrupción por un Estado de las relaciones económicas con otro, a las que
esté obligado por un tratado de cooperación económica o de comercio, o la adopción de
medidas como la prohibición del suministro de determinados bienes establecido por un
tratado.
98
De este modo, en los supuestos de "fuerza mayor" el comportamiento del Estado es
involuntario, no entraña ningún elemento de libre elección. Los órganos estatales no
tienen materialmente otra posibilidad que comportarse de un modo que contravenga una
obligación internacional que incumbe a su Estado. En consecuencia, la fuerza mayor no
comprende circunstancias en las que el cumplimiento de una obligación se haya vuelto
más difícil o gravoso; tal y como se recordó en asuntos como el Rainbow Warrior.
Condiciones generales:
-La fuerza mayor debe ser efectivamente irresistible y el acontecimiento exterior debe
ser objetivamente imprevisto. Siendo pues la situación ajena al control del Estado, que
en esas circunstancias verá como materialmente imposible cumplir la obligación.
-Es necesario que el propio Estado obligado no haya contribuido, intencionalmente o
por negligencia, a que se produzca la situación que se trate.
-La posibilidad de invocar esta circunstancia desaparece si el Estado ha asumido
previamente el riesgo de que se produjera la situación considerada.
El "peligro extremo" se refiere a situaciones en las que lo que está en riesgo es la vida
de una persona, cuyos actos son atribuibles al Estado, o a la vida de las personas que se
encuentran a su cargo. Junto a ello, y a diferencia de la circunstancia anterior en los
casos de peligro extremo sí concurre un elemento de voluntariedad del órgano del
Estado en cuestión; en tanto que este caso, y aun teóricamente, el órgano estatal podría
optar por respetar la obligación internacional, aunque ello pusiera en entredicho su
supervivencia o la de las personas a su cargo. No se consideran aquí los casos más
generales de emergencia, pues pertenecen realmente al ámbito del "estado de necesidad"
que se verá ene l siguiente apartado.
Ejemplo: cuando el piloto de una nave aterriza sin permiso en el territorio de otro
Estado para evitar una catástrofe.
99
Requisitos concretos:
-Si la situación ha sido causada o inducida por el Estado que invoca el peligro extremo,
el mismo no puede operar.
-El peligro extremo sólo puede excluir la ilicitud cuando los intereses que se trata
de proteger (por ejemplo, la vida de los pasajeros o de la tripulación) son
claramente superiores a los demás intereses en juego en esa circunstancia. Si el
comportamiento que se trata de excusar pone en peligro a más vidas de las que puede
salvar, o crea de otra manera un peligro mayor, no estará comprendido por la excepción
de peligro extremo (por ejemplo, un avión militar que lleve explosivos puede causar un
desastre si hace un aterrizaje de emergencia, o un submarino nuclear con serios
desperfectos puede causar una reacción radiactiva en el puerto que busca refugio).
100
Aclarando lo anterior, una conceptualización del estado de necesidad llevaría a la
existencia de un conflicto, momentáneamente irreconciliable, entre un interés esencial
del Estado y una obligación internacional vinculante para él. Desde esta premisa, y
refiriendo el análisis a las exigencias dispuestas en el citado artículo 25 del Proyecto,
hay que destacar que las mismas deben valorarse como requisitos acumulativos de tal
suerte que la ausencia de una sola de ellas obligará a descartar la posibilidad de
invocación del estado de necesidad:
Cuestiones generales
a) Que en ningún caso alguno el Estado responsable podrá invocar las disposiciones de
su derecho interno como justificación del incumplimiento de las obligaciones que
emanan de la responsabilidad (artículo 32 del Proyecto).
b) Las consecuencias jurídicas derivadas de un hecho internacionalmente ilícito no
afectan ni reemplazan a la continuidad del deber del Estado responsable de cumplir con
la obligación violada.
101
c) A la luz de lo dispuesto en el artículo 39 del Proyecto, el comportamiento del Estado
lesionado o de cualquier persona o entidad en relación con la cual se exija la reparación
debe tenerse en cuenta para evaluar la forma y la cuantía de la reparación.
d) En el caso de las violaciones graves de obligaciones emanadas de normas
imperativas del DI general, el hecho ilícito generará además de las consecuencias
generales, unas consecuencias específicas (artículo 41 del Proyecto), que serán objeto
de análisis en el apartado d) de este epígrafe.
Por lo demás, las fronteras entre estas dos obligaciones y otros deberes en este ámbito
resultan a veces complejas de delimitar. Así, por ejemplo, medidas que podrían
entenderse como incluidas en el deber de cesación pueden confundirse con las propias a
la restitución como forma de reparación; así como la obligación de dar garantías de no
repetición también puede enmarcarse dentro de otra de las modalidades de la
reparación, en concreto, de la satisfacción. No obstante, con relación a este último
particular, cuando un Estado lesionado pide seguridades y garantías de no repetición se
trata fundamentalmente de una cuestión de fortalecimiento de una relación jurídica
continuada, centrada en el futuro y no en el pasado, como sería lo propio de la
satisfacción; además de que la cesación y las seguridades y garantías de no repetición
pueden ser requeridas por un Estado distinto del Estado lesionado, tal y como prevé el
artículo 48 del Proyecto.
102
5.4. Las consecuencias particulares de la violación grave de una obligación que
emane de una norma imperativa del DI general.
El artículo 41.3. del Proyecto aclara que las consecuencias particulares de la violación
grave de una obligación emanada de una norma imperativa del DI general se entenderán
sin perjuicio de las demás consecuencias generales que ya se han visto; dejando también
la puerta abierta a posteriores desarrollos de un régimen más elaborado y completo de
las consecuencias que han de entrañar estas graves violaciones. Esas otras
consecuencias generales son las relativas a la cesación del ilícito y la obligación de
reparar el daño.
103
Como ejemplos que brinda la práctica internacional para mejor ilustrar lo anterior
podría recordarse: en lo relativo a la primera obligación apuntada, la Resolución 661 del
Consejo de Seguridad; en tanto que en ella se declaró nula la anexión de Kuwait por
Irak y se pidió a todos los Estados y Organizaciones internacionales que no la
reconociesen y se abstuviesen de cualquier acto que pudiera ser interpretado en ese
sentido. En cuanto a la segunda, cabe mencionar las Resoluciones del Consejo que
prohibieron la prestación de cualquier tipo de ayuda o asistencia legal para el
mantenimiento del régimen ilegal de apartheid en Sudáfrica.
A todo ello habrá que añadir finalmente lo previsto en el artículo 48 del Proyecto, que
será examinado en el siguiente apartado, según el cual Estado lesionado sería
cualquiera, en la medida en que la obligación violada existe con relación a toda la
comunidad internacional (b). Lo que llevaría, igualmente, a que cualquier Estado
puede invocar la responsabilidad -actio popularis- y adoptar contramedidas (artículo
54).
1. La protección diplomática
Se entiende por protección diplomática la reclamación internacional emprendida por un
Estado contra otra que ha cometido un hecho internacionalmente ilícito en perjuicio de
alguno de sus nacionales, con la finalidad de lograr la reparación del daño causado
como consecuencia del mismo.
Para precisar esta definición resulta necesario aclarar, por un lado, que el Estado puede
ejercer la protección diplomática no solo de las personas físicas, sino también de las
personas jurídicas que tengan su nacionalidad; y, por otro lado, que, aunque su
denominación parezca indicar lo contrario, esta reclamación no solo puede sustanciarse
mediante gestiones diplomáticas o con el concurso de los representantes diplomáticos
del Estado, sino que es posible recurrir a tal efecto a cualquiera de los métodos pacíficos
de solución de controversias que se examinarán en el Tema 14, incluido el arreglo
judicial mediante la correspondiente demanda ante el órgano jurisdiccional competente
que corresponda.
104
cuestión le enfrentaba con el particular beneficiario de las concesiones y no con Grecia.
Sin embargo, la Corte entendió que, al asumir la protección diplomática a favor de uno
de sus nacionales, en realidad el Estado hace valer su propio derecho a que sea
respetado el DIen la persona de sus súbditos.
Así pues, según esta concepción, el Estado, cuando ejerce la protección diplomática
frente a otro Estado que ha perjudicado a alguno de sus nacionales al cometer un hecho
internacionalmente ilícito, no defiende los derechos del particular que han sido
vulnerados, sino su propio derecho a que se respeten las normas internacionales que
benefician a sus ciudadanos.
Se trata, sin duda, de un argumento bastante retorcido, sobre todo si tenemos en cuenta
que, aunque resultó favorable para el individuo implicado en el asunto que se estableció,
pues permitió a la Corte declararse competente para resolverlo en contra de la oposición
de demandado, en la práctica no beneficia en absoluto a los particulares que sufren
perjuicios como consecuencia de comportamientos ilícitos cometidos por Estados
extranjeros.
Como es sabido la nacionalidad constituye un vínculo jurídico entre una persona física o
jurídica y un Estado del que se derivan derechos y obligaciones para ambas partes. Sin
embargo, en el ámbito que nos ocupa cada uno de dichos supuestos plantea cuestiones
distintas.
105
Este segundo requisito, cuya vigencia en el Derecho consuetudinario ha sido
expresamente confirmado por la jurisprudencia (CIJ, asunto Elettronica Sicula S.p.A.,
Estados Unidos de América c. Italia, 1989), consiste en que el Estado no podrá
presentar ninguna reclamación internacional por los perjuicios que haya sufrido uno de
sus nacionales como consecuencia de un hecho internacionalmente ilícito mientras el
afectado no haya intentado el resarcimiento de tales daños mediante todos los medios
que le ofrezca el derecho interno en el Estado infractor, de modo que la reclamación
internacional por el Estado está supeditada a la reclamación interna por el particular, y
ello tantos i se plantea ante un tribunal o un órgano arbitral internacional, como si se
opta por un procedimiento no jurisdiccional de solución de controversias para
sustanciarla.
Sin embargo, esta condición también está sometida a ciertas excepciones, en virtud de
las cuales no será necesario que el particular agote los recursos internos para que ejerza
la protección diplomática en el poco probable supuesto de que el Estado infractor así lo
consienta, eximiéndole de hacerlo mediante una decisión unilateral o mediante un
acuerdo con el Estado de su nacionalidad. Igualmente ocurre si el Derecho interno del
Estado frente al que se pretende reclamar carecer de recursos útiles que permitan
modificar la situación creada por el hecho ilícito y reparar el daño que ha causado; o en
el caso de que, existiendo recursos de tales características, la tramitación de los que
haya interpuesto sufra una dilación justificada atribuible al Estado cuya responsabilidad
se invoca.
106
nacionalidad en la que se encuentra, dado que el hecho ilícito perjudica directamente al
Estado acreditante, éste podrá reclamar la reparación de los daños sufridos por él mismo
y por sus nacionales sin necesidad de que estos procedan al agotamiento de los recursos
internos.
3. Las contramedidas o represalias
La ausencia en la comunidad internacional de una estructura internacional eficaz para
hacer frente a las violaciones de las normas internacionales y a capaz de garantizar la
reparación efectiva de los daños causados por los hechos internacionalmente ilícitos que
cometan sus miembros, determina que el ordenamiento internacional reconozca a los
propios Estaos la facultad de adoptar y aplicar medidas de autotutela de sus derechos.
Así pues, las medidas de retorsión no violan obligación jurídica alguna, sino que se
limitan a suprimir o restringir beneficios o facilidades concedidos voluntariamente por
un EStado a otro, motivo por el cual, aunque puedan tener importantes repercusiones
políticas en las relaciones bilaterales entre las partes implicadas, carecen de
consecuencias jurídicas relevantes, de modo que su estudio no reviste especial interés
para el DI.
Entre las medidas de retorsión más habituales se encuentran las de carácter diplomático,
que pueden consistir en la expulsión de miembros del personal diplomático de otro
Estado o, en casos extremos, en la ruptura de las relaciones diplomáticas, que, como se
expone en el Tema 11, son voluntarias y dependen del acuerdo entre las partes. Fuera
del ámbito diplomático, otros ejemplos de medidas de retorsión serían la expulsión o la
prohibición de la entrada o del ejercicio de actividades profesionales en el territorio de
un Estado a los nacionales de otro Estado, siempre que no existan compromisos
jurídicos que lo impidan, como los que vinculan a los miembros de la UE; las
limitaciones al acceso a sus puertos o aeropuertos a los buques o aeronaves de ese
Estado; la supresión de las ayudas al desarrollo que se ofrezcan adicionalmente...
Mientras que las medidas de autotutela se caracterizan porque son decididas y aplicadas
por el propio Estado que sufre un hecho internacionalmente ilícito con la finalidad de
107
hacer efectiva la responsabilidad derivada del mismo, las sanciones internacionales, por
el contrario, tienen carácter exógeno, colectivo e institucionalizado, pues no son
adoptadas por el Estado perjudicado por el hecho internacionalmente ilícito, sino por un
grupo más numeroso de Estados actuando en el seno de una Organización Internacional.
TEMA 12 EL ESTADO
1. El Estado
a) Los elementos constitutivos del Estado
El sujeto por excelencia del DI es el Estado, caracterizado por su soberanía definida a
grandes rasgos como la libertad de acción tanto a nivel interno como internacional,
frente a las OOII, caracterizadas, no por la soberanía, sino por las competencias que
voluntariamente les atribuyen los Estaos, es decir, por una subjetividad derivada,
limitada y funcional. Por lo que puede afirmarse, como se ha visto y según ha señalado
la Corte Internacional de Justicia, que solo los Estados poseen subjetividad plena.
La soberanía es una característica inherente a los Estados, lo que permite afirmar que se
produce una atribución de Derecho de la personalidad jurídica, simplemente cuando
concurren determinadas circunstancias, conforme al principio de la efectividad, esto es,
cuando existen los elementos que caracterizan y dotan de contenido al Estado. Esta
soberanía, que en un principio se caracteriza por ser plena e ilimitada, tiene como límite
intrínseco el respecto a la soberanía de los demás Estados, en lo que se concibe como
principio internacional de igualdad soberana, reconocido en el artículo 2.1. de la Carta
de la ONU.
108
Para que se produzca la existencia de un Estado en la esfera internacional es necesaria la
confluencia de unos elementos. Estos elementos materiales constitutivos del Estado, tal
y como determinó la Convención de Montevideo sobre los Derechos y Deberes de los
Estados de 1933, son población permanente, territorio determinado, gobierno y
capacidad par mantener relaciones con otros Estados, siendo este último un requisito
intrínseco a la independencia política exigible al elemento gubernamental y, en
cualquier caso, una consecuencia de la estatalidad.
El reconocimiento por parte de los demás Estados de su existencia –aunque sin duda
tiene efectos jurídicos- no determina la creación de un nuevo Estado sino tan solo su
plena integración en la comunidad internacional, especialmente en el ámbito
institucional. Dicho de otra forma, la existencia de un nuevo Estado es una cuestión
fáctica; lo imprescindible es que haya una organización política, más o menos compleja,
que administre efectivamente una población y un territorio con exclusividad respecto de
los otros sujetos internacioales.
b) Reconocimiento de Estados
La existencia de los tres elementos referidos -gobierno, población y territorio-, dotados
de efectividad e independencia, determina, como cuestión de hecho, el surgimiento de
un nuevo Estado. Esta situación da lugar a la institución del reconocimiento de Estados
por parte del resto de Estados de la comunidad internacional. El reconocimiento puede
definirse como "el acto libre por el cual uno o varios Estados constatan la existencia
sobre un territorio determinado de una sociedad humana políticamente organizada,
independiente de cualquier Estado existente, capaz de observar las prescripciones del
DI, y manifiestan su voluntad de considerarlo como miembro de la Comunidad
Internacional).
El reconocimiento es un acto libre y discrecional, con una clara finalidad política, y, por
lo tanto, no es una obligación jurídica y no tiene, en consecuencia, más que un valor
meramente declarativo. Por ello, en cuanto hay constancia de los tres elementos, el
Estado existe, independientemente del acto de reconocimiento por el resto de los
Estados. Teoría enfrentada a esta, y actualmente no mayoritaria, es la que considera que
el reconocimiento es un acto jurídico constitutivo y obligatorio.
109
Las formas para ejercer el reconocimiento de Estados pueden ser muy diversas y en
cualquier caso no sometidas a ningun formalismo concreto. Puede darse un
reconocimiento individual de un solo Estado o, colectivo (conjunto) de varios Estados a
uno nuevo. Puede ser igualmente recíproco, cuando nuevos Estados se reconocen
mutuamente.
La inmunidad de ejecución:
En relación con la inmunidad de ejecución el problema que se plantea es similar, pues lo
que hay que distinguir es entre los bienes afectos a funciones de poder público de los
Estados y los bienes relacionados con actividades privadas o comerciales. Rige también,
por tanto, la teoría de la inmunidad de ejecución restringida, de tal forma que estos
últimos bienes sí resultan ejecutables.
110
Asimismo, la Convención de 2004 establece en su artículo 19 que también es posible la
ejecución de bienes del Estado: cuando el Estado haya consentido expresamente la
ejecución por acuerdo internacional o contrato, o cuando haya reservado bienes a ese
fin. En todo caso, según lo dispuesto en el artículo 21 de la Convención de 2004, se
consideran no ejecutables:
En el artículo 21.2. de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 se dispone, como
regla general de la jurisdicción nacional, que "se exceptuarán los supuestos de
inmunidad de jurisdicción y de ejecución establecidos por las normas del DIP";
haciendo idéntica remisión el artículo 36 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000:
[...]
111
se encuentren en territorio español y tengan un nexo con el Estado contra el que se ha
incoado en el proceso, aunque se destinen a una actividad distinta de que la dio lugar al
litigio" (artículo 17.2.). Las formas de prestar el consentimiento a la adopción de
medidas de ejecución se regulan en el artículo 18, y su revocación en el 19.
Respecto de los bienes del Estado dedicados a fines públicos no comerciales, el artículo
20, siguiendo el tenor de la Convención de 2004, dispone lo siguiente:
El DI reconoce a las personas que desempeñan tan altos cargos capacidad no solo para
asumir compromisos políticos, sino también obligaciones jurídicas en nombre del
Estado que representan, cuyo cumplimiento genera la responsabilidad internacional del
mismo. En efecto, la Convención de Viena sobre el Derecho de los tratados, dispone
que, en virtud de sus funciones, los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Ministros de
RREE representan a su Estado para la ejecución de todos los actos relativos a la
celebración de un tratado, sin tener que presentar plenos poderes para ello (art. 7.2.a),
incluida la manifestación del consentimiento del Estado en obligarse por los mismos.
Además, conforme al DI consuetudinario esta capacidad no se limita a las obligaciones
convencionales, sino que se extiende también a los compromisos jurídicos adquiridos
como consecuencia de sus comportamientos unilaterales, especialmente de sus
declaraciones públicas, tal y como recogen los principios rectores aplicables en esta
materia aprobados por la CDI en 2006 y ha confirmado la jurisprudencia internacional,
destacando al respecto la sentencia de la CPJI en el asunto del Estatuto jurídico de
Groenlandia oriental, respecto del Ministro de AAEE noruego, y la sentencia de la CIJ
en los asuntos de los Ensayos Nucleares, en relación con el Presidente de la República y
el Ministro de Relaciones Exteriores franceses.
Sin embargo, en la práctica esta representación general del Estado reconocida por el DI
no tiene el mismo alcance en todos los casos, sino que las competencias de cada Jefe de
Estado, Jefe de Gobierno y Ministro de Relaciones Exteriores dependen en última
instancia de lo dispuesto en sus respectivos ordenamientos constitucionales y sus
legislaciones nacionales. Además, dichas competencias no suelen ser absolutas, pues lo
habitual, sobre todo en los regímenes democráticos, es que su ejercicio esté sometido a
diferentes condiciones y limitaciones, como puede ser la previa o posterior conformidad
de las cámaras legislativas en cumplimiento de su labor de control político del poder.
Estas limitaciones internas de sus competencias tienen trascendencia internacional, pues
la Convención de Viena sobre el Derecho de los tratados incluye entre las causas de
nulidad de los mismos que el consentimiento de un Estado se haya prestado en violación
de una disposición de su Derecho interno concerniente a la competencia para celebrar
tratados (art. 46.1.), siempre que dicha violación sea manifiesta y afecte a una norma
interna de importancia fundamental, como puede ser la Constitución.
112
Por otra parte, la representatividad de los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Ministros
de Relaciones Exteriores en las relaciones internacionales no excluye la de otros
órganos internos del Estado. Así lo entendió la CIJ en su sentencia en el asunto de las
actividades armadas en el territorio del Congo al admitir que la Ministra de Justicia
podía comprometer a Ruanda al haber hecho una declaración en el ámbito de su
competencia en una instancia internacional; y así lo prevén, aunque en este caso sin
carácter vinculante, los principios rectores de la CDI aplicables a las declaraciones
unilaterales de los Estados (2006), respecto de otras personas que representan al Estado
en esferas determinadas –como ocurre con los miembros del Gobierno-, quienes podrán
obligar a éste, mediante sus declaraciones, en las materias que correspondan a su esfera
de competencia.
Por lo que se refiere al Derecho español, tanto la Constitución (artículo 56.1.) como la
Ley de 2014 sobre la Acción y del Servicio Exterior del Estado (artículo 4) reconocen
esta alta representación internacional al Rey, como Jefe de Estado, especialmente en las
relaciones con las naciones de nuestra comunidad histórica.
Conforme a la Ley de 25 de marzo de 2014, sobre la Acción y del Servicio Exterior del
Estado, éste se integra por los órganos de la Administración General del Estado que
actúan fuera del territorio nacional (artículo 14), en particular por las misiones
diplomáticas y las representaciones permanentes de España ante las Organizaciones
internacionales (artículos 42 a 45), por las misiones especiales (artículo 46.1.) y las
delegaciones que representan temporalmente a España en un órgano de una OOII o en
una Conferencia internacional (artículo 46.2.) y por las oficinas consulares (arts. 47 y
48).
Las misiones diplomáticas son representaciones permanentes que los Estados establecen
en el extranjero para el desarrollo de las relaciones internacionales bilaterales con otros
Estados.
113
obligue a ello, sino que se trata de una decisión soberana que los respectivos Gobiernos
adoptan de forma discrecional, de modo que cada Estado mantiene relaciones
diplomáticas solo con los Estados que considere oportuno, siempre que estos lo acepten.
En consecuencia, el establecimiento de las misiones diplomáticas, que son órganos
mediante los que se llevan a cabo dichas relaciones diplomáticas, depende también del
consentimiento mutuo del Estado acreditante –que la envía y al que representa– y del
Estado receptor -ante el que se acredita y en cuyo territorio normalmente se asiente-
(artículo 2 de la Convención de Viena de 1961).
Con carácter general, el Estado receptor debe dar toda clase de facilidades a la misión
diplomática para el desempeño de sus funciones (artículo 25). Además, el Estado
acreditante disfruta de los siguientes privilegios y exenciones respecto de los locales,
archivos y bienes de la misión diplomática, incluidos sus vehículos y cuentas bancarias:
114
2. Libertad e inviolabilidad de las comunicaciones. El Estado receptor está
obligado a permitir y proteger la libre comunicación de la misión para fines
oficiales por cualquier medio (artículo 27), aunque la instalación y uso de
emisoras de radio requiere su consentimiento previo, disposición que ha
quedado claramente obsoleta en la era de la comunicación digital. Ello le exige
abstenerse de impedir, espiar, requisar, retener, escuchar, grabar o registrar
dichas comunicaciones. También es inviolable la correspondencia diplomática
(cartas y sobres), la valija diplomática (paquetes, cajas y otros bultos), que solo
deben contener documentos diplomáticos y objetos para uso oficial y no pueden
ser abiertas o retenidas, y el correo diplomático, (la persona que porte la
correspondencia o acompaña a la valija), quien no puede ser objeto de ninguna
forma de detención o arresto, siempre que lleve consigo algún documento oficial
en el que conste su condición.
3. Derecho a colocar la bandera y el escudo del Estado acreditante en los locales de
la misión, incluida la residencia del Jefe de la misión y en los medios de
transporte de éste (artículo 20).
4. Facilidades por parte del Estado receptor para la adquisición de los inmuebles
necesarios para el establecimiento de la misión diplomática (artículo 21).
5. Exenciones fiscales. El Estado acreditante y el Jefe de la misión están exentos
del pago de cualquier impuesto nacional, regional o municipal que grave los
locales de la misión de los que sean propietarios o inquilinos (artículo 23), o los
ingresos que perciba como contraprestación por actuaciones oficiales (artículo
28).
6. Libertad de importancia y exenciones aduaneras. El Estado receptor debe
permitir que la misión diplomática introduzca en su territorio cualquier objeto
destinado a su uso oficial. Mientras que el Estado acreditante está exento del
pago de todo arancel, impuesto o tasa de aduana por la importancia de tales
objetos (artículo 36.1-a).
Además de la libertad de circulación y tránsito por el territorio del Estado receptor que
gozan todos los miembros de la misión diplomática (artículo 26), cada uno de ellos
disfruta de una serie de privilegios e inmunidades que varían, en algunos supuestos de
forma notable, dependiendo de la clase a la que pertenezcan.
115
importación de bienes, así como la exención de tasas aduaneras, solo se refiere a
los objetos importados al efectuar su primera instalación en el Estado receptor
(art. 37.2.).
3. El personal de servicio. Los privilegios e inmunidades que reconoce la
Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas al personal de servicio de
las misiones que no tenga la nacionalidad del Estado receptor ni residencia
habitual en su territorio son notablemente inferiores que los que disfrutan los
miembros del personal diplomático y del personal administrativo y técnico, pues
se reducen a la inmunidad de jurisdicción por los actos realizados en el
desempeño de sus funciones, la exención de los impuestos sobre los salarios que
perciban por los servicios prestados al Estado acreditante y la exención de las
disposiciones sobre seguridad social vigentes en el Estado receptor (artículo
37.7.).
La convención sobre las misiones especiales define a éstas como misiones temporales
enviadas por un Estado ante otro Estado para tratar asuntos determinados o realizar ante
él un cometido concreto (art. 1-a). Así, pues las misiones especiales se caracterizan por
lo específico de sus objetivos (de hecho, en ocasiones se les denomina misiones ad hoc),
lo que determina su carácter temporal, frente a la vocación de permanencia de las
misiones diplomáticas. En efecto, las misiones especiales se crean y envían con un
propósito concreto, por ejemplo, negociar y adoptar un tratado bilateral entre ambos
Estados, o dar cobertura jurídica y apoyo a la visita de una alta autoridad del Estado que
la envía al Estado receptor.
En cualquier caso, el envío de una misión especial requiere el consentimiento del Estado
receptor (art. 2), acuerdo que resulta necesario también para determinar sus funciones
(art.3), dado su carácter ad hoc. En cuanto al fin de la misión, sus funciones terminarán
porque así lo convengan los Estados interesados, por la realización del cometido para el
que fue creada, por el transcurso del período señalado para su funcionamiento o por la
decisión unilateral de ponerla fin por parte del Estado que envía o del Estado receptor
(artículo 20.1.). Sin embargo, la ruptura de relaciones diplomáticas o consulares entre el
Estado que envía y el Estado receptor no entrañará de por sí el fin de las misiones
especiales existentes en el momento de esa ruptura (20.2.)
Cuando terminan las funciones de la misión especial, el Estado receptor debe respetar y
proteger sus locales, bienes y archivos (art. 46), y facilitar que el personal de la misma
que no tenga su nacionalidad y los miembros de sus familias puedan salir de su
territorio lo antes posible, incluso en caso de conflicto armado (art. 45.1.)
116
La determinación del régimen jurídico aplicable a las representaciones del Estado en
conferencias internacionales o ante OOII resulta más complicada que el de las misiones
diplomáticas y las misiones especiales, pues en este caso no existe un tratado
internacional de carácter general que lo regule, sino solo con una Convención sobre la
representación de los Estados en sus relaciones con las OOII de carácter universal
(básicamente la ONU y sus organismos especializados), que fue adoptada en Viena el
14 de marzo de 1975 y ni siquiera ha entrado en vigor, al no haber alcanzado las 35
ratificaciones o adhesiones necesarios para ello.
Por otra parte, en el caso de las representaciones ante las OOII las partes implicadas son
tres, pues su régimen jurídico afecta no solo al Estado que las envía y a la OOII que las
recibe, sino también al Estado en el que ésta tiene su sede, en cuyo territorio ejercerán
sus funciones y disfrutarán de sus privilegios e inmunidades.
A ello se une el que en esta cuestión influye también lo que pueda disponer al respecto
el tratado constitutivo de cada OOII y el convenio de sede que celebren con cada Estado
anfitrión en el que se instalen sus órganos. Por este motivo, el régimen jurídico de estas
representaciones no tiene por qué ser igual para todas las OOII con sede en el mismo
Estado, o para todos los órganos de una misma Organización, en la medida en que se
tengan su sede en distintos Estados (por ejemplo, la Asamblea General y el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, con sede en NYC, y la CIJ, con sede en La Haya).
Las oficinas consulares son órganos del servicio exterior que el Estado que envía
establece en una o varias ciudades del Estado receptor para la defensa de sus intereses y
ejercicio de las funciones consulares, en especial la asistencia a sus nacionales.
117
1. Las funciones consulares. La relación de las funciones que desempeñan las
oficinas consulares (o las secciones consulares de las misiones diplomáticas) es
numerosa, heterogénea y abierta, pues, además de las recogidas explícitamente
en la Convención de Viena de 1963 (art.5), incluye las que les confíe el Estado
que envía, siempre que no estén prohibidas por el Estado receptor y éste o se
oponga, y las que le sean atribuidas por acuerdos internacionales, especialmente
por los convenios consulares bilaterales que suelen adoptar las partes para
precisarlas o incrementarlas. Las funciones consulares serán ejercidas por las
oficinas consulares, aunque también pueden serlo por las misiones diplomáticas
(art. 3); en este último caso, la misión diplomática contará con una sección
consular, y deberá notificar al Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado
receptor la persona agregada a la misma, la cual tendrá los privilegios e
inmunidades de los agentes diplomáticos (art.70).
2. El personal de la oficina consular. El personal de la oficina consultar está
formado por el Jefe de la oficina, los funcionarios consulares, los empleados
consulares, dedicados a las labores administrativas y técnicas, y el personal de
servicio.
3. Facilidades, privilegios e inmunidades consulares. Los privilegios e
inmunidades de los funcionarios consulares varían si se trata de funcionarios de
carrera u honorarios, mientras que las facilidades, privilegios e inmunidades de
las oficinas consulares dependen, a su vez, de que están dirigidas por un
funcionario consultar de carrera u honorario.
118
Estos tres ámbitos espaciales (terrestre, aéreo y marítimo) conforman el territorio del
Estado, pues sobre ellos el Estado despliega su plena soberanía. De esta forma, no están
incluidos en el concepto de territorio estatal otros espacios físicos donde el Estado
ejerce su jurisdicción exclusiva pero no su soberanía territorial; tal es el caso de las
misiones diplomáticas, de los buques y aeronaves públicas, y de los buques y aeronaves
mercantes que ostentan su pabellón cuando navegan o sobrevuelan la alta mar. Estos
espacios no son stricu sensu territorio del Estado que ejerce la jurisdicción y su
consideración como tal provendría de la aplicación de una ficción jurídica.
La evolución acerca del concepto de territorio del Estado ha llevado a plantearse una
serie de cuestiones en torno al miso, tales como la existencia de ciertos espacios
territoriales que no entran dentro del concepto de territorio estatal, sino que tienen una
regulación jurídica particular. Puede, por tanto, hablarse de la existencia de ciertas
situaciones territoriales particulares.
B). Una segunda cuestión es la relativa a la existencia de ciertos espacios marítimos que
no entran dentro de la categoría de territorio estatal en cuanto la soberanía estatal en
ellos no es plena, sino funcional y especializada a determinados fines, principalmente
económicos.
C) Como tercera particularidad, hay que referirse a la figura jurídica del condominio.
Institución prácticamente en desuso hoy día, pero tradicionalmente utilizada por los
Estados como mecanismo para resolver conflictos territoriales existentes entre ellos. Se
trata e un régimen en virtud del cual dos o más Estados deciden ejercer sus
competencias soberanas sobre el mismo territorio de manera concurrentes o compartida.
A) El territorio debe ser estable y resultar vinculado con la población que lo ocupa de un
modo permanente.
B) El segundo carácter se refiere al hecho de que el territorio estatal posee un ámbito
limitado y, por tanto, objetivo. El territorio del Estado debe estar delimitado mediante el
trazado de fronteras que sirven para acotar el espacio en el que éste ejerce sus funciones
y desarrolla sus competencias.
C) Por último, el territorio estatal debe presentar cierta continuidad, esto es, debe ser un
espacio interrumpido por el territorio de otros Estados o por la existencia de zonas
119
marítimas de alta mar. Así, por ejemplo, Polonia, Paraguay o Gabón, poseen un
territorio terrestre único, que constituye un espacio continuo.
120
a) Los modos de adquisición del título
Tradicionalmente se ha utilizado, tanto por la doctrina internacional, como por los
propios Estados la expresión "adquisición del territorio" para referirse al hecho de que
un territorio determinado se situaba bajo la soberanía territorial de un EStado; si esto
sucedía, ese Estado adquiría dicho territorio. Tal expresión resulta hoy absolutamente
impropia y desfasada, pues responde a una concepción patrimonialista sobre el territorio
ya superada. Por este motivo, la expresión "adquisición del territorio" es incorrecta, lo
que el Estado adquiere realmente es el título a la soberanía sobre el territorio.
121
1. Si el hecho corresponde con el derecho, esto es, si la posesión efectiva coincide
con el título jurídico: las efectividades confirman el ejercicio del derecho nacido
del título jurídico (tal ocurrió en el asunto de la soberanía sobre ciertas parcelas
fronterizas, respecto del título jurídico que ostentaba Bélgica basado en el
tratado de 1843, al que acompañaba su posesión del territorio en disputa.
2. En el caso de que el hecho no corresponda con el derecho, esto es, que el
territorio sea ocupado por un Estado distinto al que tiene un título jurídico sobre
el mismo: preeminencia del título jurídico sobre las efectividades (fue el caso del
tratado anglo-alemán de 1913 que es el fundamento jurídico de la soberanía de
Camerún sobre Bakassi, frente a la posesión efectiva de Nigeria de dicho
territorio [asunto de la frontera terrestre y marítima, Camerún y Nigeria, 2002).
3. Si el título jurídico es ambiguo o impreciso y no demuestra de manera precisa a
quien corresponde la soberanía, la posesión efectiva debe retenerse para
interpretar o completar el título (así, en el asunto de la controversia fronteriza
entre Benin y Níger (2005), la insuficiencia del uti possidetis iuris, llevó a la CIJ
a tomar en consideración la posesión efectiva sobre la isla de Lété, decidiendo a
favor del Níger.
4. Si no hay título jurídico, se debe tomar inevitablemente en cuenta la posesión
efectiva, decidiendo a favor del que demuestre mayor efectividad (como el
asunto relativo a la soberanía sobre Pulau Sipadan y Pulau Ligitan -2001-, donde
no había título jurídico aplicable al caso según la Corte y esta decidió la
soberanía de las islas valorando la posesión efectiva de las mismas, fallando a
favor de Malasia en detrimento de Indonesia).
Por otra parte, hay que tener en cuenta que normalmente las controversias territoriales
entre Estados que han existido, e incluso las que existen hoy día, vienen referidas a
situaciones históricas que se remontan muchos años atrás, a veces siglos. Dichas
situaciones no pueden ser examinadas en el momento presente con el derecho que rige
actualmente la adquisición del título a la soberanía territorial, sino con el derecho que
estaba en vigor cuando tales situaciones tuvieron lugar. Este principio general de DIP lo
conocemos como derecho intertemporal, según el cual "la validez o existencia de un
acto jurídico debe ser apreciada a la luz del derecho de la época en que tuvo lugar, y no
del derecho en vigor en el momento en que se soluciona una controversia relativa a ese
acto" (asunto de la Isla de Palmas, 1928).
1. La ocupación
La ocupación consiste en la adquisición de la soberanía sobre un territorio sin dueño,
mediante la posesión efectiva del mismo. Es el principal modo fáctico de adquisición de
todos. Para poder constituir un título adquisitivo válido se exige la concurrencia en la
ocupación de una condición previa: que el territorio sea terra nullius; y dos requisitos
posteriores: el animus occupandi y la posesión efectiva del territorio.
122
La condición previa de la ocupación consiste en que el territorio ocupado sea, en el
momento de la ocupación, un territorio nullius, un territorio sin dueño. Los supuestos de
territorio sin dueño son tres: tierras deshabitadas, territorio abandonado o derelictum, y
tierras habitadas por grupos de individuos que carece de organización política.
2. La prescripción
Se refiere al proceso por el que se adquiere un título de soberanía y, al mismo tiempo, se
extingue otro a través de la posesión adversa. La prescripción, modo de adquisición
muy discutido por la doctrina, se aplica a aquellos casos en que un Estado toma
posesión de un territorio que pertenece a otro Estado, ejerciendo su autoridad sobre el
mismo de manera continua e ininterrumpida durante un cierto tiempo, sin que medie
protesta por parte del otro Estado. Las condiciones a cumplimentar para el
establecimiento de un título por prescripción son, pues, las siguientes:
3. La accesión o acreción
Viene referido a la adquisición del título de soberanía sobre una porción de tierra que
aparece incorporada a la ya existente, bien por causas naturales (accesión natural), bien
por la actividad del hombre (accesión artificial). Se trata de formaciones terrestres que
acrecen al propio territorio del Estado.
123
esas masas terrestres se adquiere ipso facto por el Estado soberano del territorio
principal en aplicación al principio accesorium sequitur principale, sin necesidad de
proclamación alguna.
1. La cesión territorial
Cesión territorial es el acto mediante el cual un Estado transfiere a otro la soberanía
sobre una parte de su territorio. Es un acto convencional y tiene lugar a través de un
tratado -tratado de cesión- entre el Estado cedente y el cesionario, en el que tienen las
condiciones bajo las cuales tiene lugar la transferencia. Para que una cesión sea válida
es necesario que concurran dos circunstancias:
El Estado cedente sea realmente soberano del territorio que se transfiere, pues
nemo dar quod non habet; como puso de manifiesto el árbitro Max Huber en el
asunto de la Isla de Palmas al referirse a la validez -invalidez en este caso- de la
cesión española de dicha isla de EEUU realizada por el tratado de París de 1898,
pues España -descubridora de la isla- nunca tomó posesión efectiva de la misma.
Posterior ocupación efectiva del territorio cedido por el Estado beneficiario de la
cesión.
2. La adjudicación
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La adjudicación se refiere a la solución de una controversia territorial por el recurso a la
decisión de una autoridad elegida por las Partes en litio, ya sea un órgano jurisdiccional,
un órgano de una Organización internacional, o bien un órgano estatal. Cuando los
Estados otorgan competencia al árbitro o al juez para que decida la controversia
territorial ajustándose a reglas estipuladas por ellos, o a un orden jurídico distinto del
DI, o basándose en la equidad, y en aquellos otros en que atribuyen competencia a un
órgano no jurisdiccional, el título de adquisición de la soberanía territorial que puede
exhibir el Estado favorecido por la decisión es un acto de adjudicación. Un ejemplo, en
este sentido, lo encontramos en la sentencia de 2 de febrero de 2008 relativa a la
Frontera terrestre en la parte septentrional de la Isla Portillos (Costa Rica c. Nicaragua),
en la que la CIJ proclama el valor de cosa juzgada de su anterior sentencia de 16 de
diciembre de 2015 en la que la Corte había sentenciado la atribución del título de
soberanía territorial de la Isla Portillos a Costa Rica tomando como fundamento el título
jurídico que constituían los laudos arbitrales del presidente Cleveland (1888) y del
General Alexander (1898).
125
posesión del inmueble existente entre ellas, siempre que la posesión no hubiera sido
obtenida de la otra parte mediante violencia, clandestinamente o a título precario.
Sin embargo, este principio es adoptado por los países hispanoamericanos con un
significado diferente, pues, si bien en ambos casos de lo que se trata es de mantener un
determinado status quo, en el caso de las Repúblicas hispanoamericanas no es la
posesión efectiva la que lo marca, sino las leyes internas españolas. En efecto, la
aplicación del uti possidetis consistía en la práctica de establecer sus fronteras
internacionales siguiendo las fronteras que tenían cuando eran dependencias españolas,
en el momento inmediatamente anterior al de su accesión a la independencia, tal y como
constaba en los documentos de la Corona española. Esta práctica que se inició por
razones de conveniencia, fue aceptada por los nuevos gobiernos pasando a ser
incorporada en numerosos tratados bilaterales y multilaterales, conferencias e, incluso,
en las propias Constituciones hispanoamericanas.
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