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La agenda política de los gobernadores

Por David Montoya

La Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR) es una asociación civil creada el año
2007, promovida por algunos presidentes regionales de esa época con el apoyo y la promoción
de la cooperación alemana GIZ y el Grupo Propuesta Ciudadana, motivada principalmente
porque en el segundo gobierno de Alan García se cercenó la conducción del proceso de
descentralización, que al final se redujo a una Secretaría dentro de la Presidencia del Consejo de
Ministros. Han pasado más de 15 años.

En un contexto de crisis generalizada en el país, la voz y la agenda política de los gobernadores


regionales buscando salidas o enrumbar caminos aparece todavía muy débil para el problema
político no resuelto. Desde la presidencia de la ANGR se ha planteado como salida a la crisis la
renuncia de la presidenta de la República o el adelanto de elecciones, actos que se encuentran
paralizados por el juego en pared entre Ejecutivo y Legislativo para perdurar hasta el 2026. En
ese escenario la ANGR tiene que construir su agenda política ante el gobierno nacional,
principalmente para fortalecer el proceso de descentralización y su gestión pública.

El 2023, se cumplen 21 años de la reforma de la Constitución y la promulgación de la Ley N°


27867, Ley Orgánica de Gobiernos Regionales (LOGR). El objetivo de la reforma era alcanzar un
país más integrado, mejor representado y con niveles de desarrollo territorial importantes. Los
plazos que se esbozaron en el debate y la interacción entre parlamento, Ejecutivo, sector
privado, universidades y sociedad civil, planteaban que los primeros resultados de estas metas
se irían a notar en unos veinte o treinta años. Pero, la descentralización que es un medio para
alcanzar el desarrollo integral se ha convertido en un fin de los partidos políticos para participar
cada 4 años en elecciones.

A la vuelta de dos décadas, es claro que pasará un largo trecho antes de avizorar cambios
fundamentales, más aún en un escenario de una alta descomposición política y donde no se
mejoran las políticas públicas.

Los gobiernos regionales que por costumbre o eufemísticamente llamamos regiones, no son
tales y ese quizá es uno de los primeros cuellos de botella por definir o resolver. Precisamente
porque no son regiones el Ministerio de Economía y Finanzas en aplicación del Decreto
Legislativo N 955, Ley de Descentralización Fiscal, financieramente las trata como entidades
transitorias sujetas, sólo a la primera etapa de asignación de ingresos a los gobiernos regionales,
vale decir transferencias presupuestales desde el nivel central. Ingresar a la segunda etapa de
asignación de ingresos implicaría que existan regiones, porque se trata de: “Transferencias
presupuestales, asignación de los recursos efectivamente recaudados en cada Región por
determinados impuestos del Gobierno Nacional, incentivos al esfuerzo fiscal”.

Avanzar a la constitución de regiones, no parece motivar a los partidos ni a las autoridades


electas, entre otras cosas por el complejo trámite que implicaría reformar la Constitución y las
leyes orgánicas de la descentralización. Una fórmula a debatir, sería potenciar las cinco regiones
naturales que a decir de Rolando Arellano (Norte, Sur. Centro, Lima capital y Loreto un
departamento-región) se están formando desde la economía. (ver aquí). Ello implicaría
modificar la norma de descentralización fiscal para establecer los incentivos a los gobiernos
regionales de estas “regiones naturales” y pueden interactuar preferentemente en estos
espacios territoriales. Es tratar de iniciar un proceso de regionalización desde abajo.
En continuidad con los anterior, otra fórmula por ver es la propuesta del Banco Mundial que
desde el 2017 señala que no se formarán regiones y lo que toca es darles a los departamentos
todas las atribuciones de regiones plenas, entre ellas la descentralización fiscal, y realizar la
distribución en cuanto al cálculo producido por los impuestos en cada territorio.
Adicionalmente, la ley de descentralización fiscal amerita cambios, porque es claro que Loreto
es una región en si misma por su extensión territorial que posee y Lima, la capital, es un Régimen
Especial y a través de la Municipalidad Metropolitana de Lima ejerce funciones regionales, pero
donde la Constitución señala que la capital no formará región. Si esto es así, nunca podría
ingresar a la segunda etapa de la descentralización fiscal.

El funcionamiento adecuado de los sistemas administrativos en los gobiernos regionales es otro


de los cuellos de botella que se reclama desde los GR sobre todo los referidos a los recursos
humanos, el presupuesto y la inversión pública. Por eso las autoridades de los gobiernos
regionales invierten tiempo importante de su gestión en venir a la capital y buscar recursos en
los ministerios. La Ley N° 29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (LOPE), desde el 2007 señala
que la rectoría de estos sistemas se encuentra en el Poder Ejecutivo. Y, que éste adecúa el
funcionamiento de estos sistemas al proceso de descentralización. Lo que no dice la LOPE es si
esa adecuación de sistemas al proceso de descentralización es hacia los gobiernos regionales o
para las regiones futuras.

Estos son sólo algunos de los muchos temas importantes por resolver a favor de los gobiernos
regionales, pero que se puede resumir en una nula o débil conducción del proceso de
descentralización, que se ha intentado superar con GORES Ejecutivos, Consejos
Descentralizados y otras fórmulas, pero no han logrado superar los problemas principales. La
Ley N° 27783, Ley de Bases de la Descentralización creó el Consejo Nacional de
Descentralización, presidido por la PCM y con representantes de los GR y los municipios. Este es
un tema fundamental que debiera ser parte de la Agenda Nacional de la ANGR y recuperar el
espacio propio de conducción de la descentralización

En nueve meses o diez debe haber una nueva elección en la presidencia de la ANGR, por lo que
este primer año del nuevo período de gobernadores regionales debe ser un momento para
establecer unos lineamientos centrales de lo que debiera ser la agenda de los gobiernos
regionales, frente al gobierno central y de cara al país.

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