Está en la página 1de 70

Eje Temático 3 - Comercio ultramarino y mercado interno colonial

3.1.- El sistema comercial implantado por la metrópolis. Objetivos y resultados. Piratas,


corsarios y bucaneros. Contrabando y control colonial. La trata de esclavos.
3.2.- Mercantilización del espacio americano. Mercado interno colonial y
especialización regional.
3.3.- Mercados y mercaderes. Consumo forzoso. La participación indígena en los
mercados.
3.4.- Capital comercial y circulación monetaria. La moneda de la tierra, el trueque.
Precios: pesas y medidas. El crédito y el fiado.

3.1.- El sistema comercial implantado por la metrópolis. Objetivos y resultados. Piratas,


corsarios y bucaneros. Contrabando y control colonial. La trata de esclavos.
El sistema comercial: Muñoz Correa
Marco Interno:

Las características de la sociedad surgida de Ia conquista del Nuevo Mundo fue la de una
mentalidad señoral estratificada, con masas sometidas a una fuerte discriminación étnica a un
sistema de trabajo duro con un bajo nivel de remuneraciones sin poder adquisitivo, con escasa
capacidad de consumo. Todo esto se tradujo en la falta de estímulo para la producción de
bienes.

Vemos que esta desviación del consumo, se debió a la quiebra espiritual del mundo indígena y
luego a la del sistema de valores, así como las duras condiciones del régimen laboral. De este
modo se incrementó la elaboración de coca, pulque, chica, vino y aguardiente por lo por que
en otros sectores de la producción vieron disminuidos su participación en el mercado
provocando una tendencia al estancamiento.

Ante esto las colonias fueron desarrollando instrumentos productivos y comerciales que les
permitieron prescindir de Europa para su supervivencia. En lo que se expresa como el
intercambio de plata en el mercado interior en lugar de hacerlo por lo importados. Estos
sectores internos están representados en los agroganaderos, comerciantes, obrajeros e
indígenas que sustraían al marco de las comunidades y financieros que escapaban al control de
las instituciones corporativas.

La decadencia de Españas, se ha presenta un cuestionado o negado absolutamente según


Morilla y John Elliot, en que afirma que el Viejo y el Nuevo Mundo empezaron a ser menos
dependientes interesando cada vez menos en adquirir las exportaciones de aquél. En el siglo
XVII se produjo una transformación: en donde los mercados interiores fueron sustituyendo al
comercio exterior como base del crecimiento. Lynch ha demostrado que las colonias
experimentaron cierto crecimiento y se volvieron menos dependientes de los productos
españoles.
1

Esta desviación del consumo se debió en la quiebra espiritual del mundo indígena, así como a
Página

las duras condiciones del régimen laboral. De este modo se incrementó la elaboración de cola,
pulque, chic, vino y aguardiente, por lo que otros sectores de la producción vieron disminuida
limitado la dinámica interna y provocado una tendencia al estancamiento. Las diferentes
colonias, fueron desarrollando instrumentos productivos y comerciales que permitieron
prescindir de Europa para su supervivencia. Internamente se fueron gestando sectores de
mayor dinamismo, representados por los propietarios agroganaderos, comerciantes, obrajeros
e indígenas que se sustraían al marco de las comunidades, y financieros que escapaban al
control de las instituciones corporativas.

En cuanto a las remesas oficiales de España pudieron haber disminuido pero los últimos
estudios consideran que esas cifras no correspondes a una bajada de la producción global. La
explicación que se ha dado es que la plata se iba separando del mercado exterior para ir
respondiendo cada vez en mayor medida a las necesidades internas de algunas colonias, por
que sus mercados fueron absorbiendo mayores cantidades de dinero para facilitar el comercio
de bienes y servicios. El sostenimiento de la administración la defensa de las costas, la
construcción de fortines mermaba las remesas de numerarios a España.

Al producir los americanos muchos de los productos que antes se importaban fue surgiendo
una antinomia cada vez mayor disminuyendo el tráfico procedente de Sevilla. En resumen, la
decadencia de España no solo no implico una decadencia en América, sino que permitió un
desarrollo desliado de las presiones que frenaban el avance de algunas regiones.

La oferta:

De los diferentes productos que podía efectuar América vemos a la existencia de un bajo un
régimen monopolístico que condicionaba casi todas Ias actividades económicas: en cuanto a
apreciar qué productos podían exportarse, adónde y en qué cantidades estaba reglamentado.
Los circuitos comerciales internos fueron intervenidos, llegándose en algunos casos a la
prohibición total de ciertos comercios intercoloniales.

Con el fin de que se constituyera un mercado para los productos españoles, vemos que se
habían ido dictando normas que iban desde las que limitaban ciertas producciones directa o
indirectamente, hasta llegar a las francamente prohibitivas. Por otra parte, se concedía a
particulares la comercialización exclusiva de ciertos artículos y se reservaba a la Corona la de
otros. Una de ella fue la extracción de metales preciosos que no tuvo que enfrentarse a
mayores disposiciones que frenaran su actividad productiva, pero durante el siglo XVII. La
oferta y el destino de la plata fueron variando. Lo que llevo a pensar que había sufrido una
decadencia en algunos centros mineros. Según los índices de Hamilton, Huguette y Pierre
Chanu las remesas de oro y plata a España fueron disminuyendo entre 1601 y 1630, cayendo
bruscamente hacia 1660 con una recuperación posterior que hizo que en 1690.

Uno de los problemas que debía afrontar la minería de la plata era la obtención de azogue o
mercurio, necesario según el nuevo sistema de producción aplicado. El azogue era producido y
totalmente comercializado por la Corona. Como su abastecimiento planteaba constantes
problemas, esta característica llevó a pensar a algunos autores que podría ser uno de los
factores que limitaron la actividad argentífera. La hipótesis contraria destaca el hecho de que
muchos mineros siguieron utilizando el sistema antiguo, en aquellas explotaciones en que
resultaba rentable; que pudo realizarse un contrabando que satisficiera parte de la demanda
de mercurio y que el centro productor americano, Huancavelica, aumentó su rendimiento a
2

partir de 1640, gracias a la aplicación de avances técnicos.


Página
La indiscutible caída demográfica indígena no habría afectado demasiado a muchos mineros
reales, ya que éstos se iban sustentando en trabajo esclavo, en trabajo libre de blancos pobres
y, especialmente, sobre brazos mestizos y mulatos. Si no se puede comprobar que la oferta de
la plata disminuyera, sí se puede asegurar que diversificó sus flujos. Así, importantes
cantidades fueron enviadas a Oriente, por la ruta de Manila, en pago de los productos de lujo
que la sociedad demandaba de manera creciente. Además de reducir la demanda de productos
españoles, lo que significó una menor necesidad de recursos metalíferos, se intercambiaban
otros productos corno grana, añil, maderas tintóreas y cueros, etc. También se enviaba plata de
forma clandestina, para eludir el pago de los impuestos lo que rebajaba el volumen de registros
oficiales.

Otra importante corriente se destinaba a pagar los bienes que aportaban Ios contrabandistas
extranjeros. Por la vía de Buenos Aires, el flujo se dirigía a Brasil. Los distintos mercados locales
y regionales de materias primas, alimentos y manufacturas, especialmente textiles, se fueron
integrando cada vez más en mercados de carácter semicontinental o americano, a los que se
destinaban grandes cantidades de plata. El bajo nivel de intercambio con Europa fue
acentuando la autosuficiencia produciendo internamente lo que antes se importaba.

No obstante, Ios productores vieron limitadas sus posibilidades de incrementar la oferta por las
prohibiciones de realizar algunos cultivos en ciertas regiones, o de la utilización de ciertos
mercados para sus productos. Vemos en el caso de chile que los productores vieron limitadas
sus producciones por las prohibiciones por parte de la corona; en 1681 se ordenó a las
autoridades a informar sobre el número de los que funcionaban con licencia y destruir los que
la tuvieran, y no se otorgaran otras nuevas. Buenos Aires fue autorizado en 1602 para exportar
harina, charqui y sebo a Brasil, lo que se suspendió en 1622.

La industria azucarera novohispana. A finales del siglo anterior, había experimentado un gran
impulso debido a la expansión del mercado mundial y al crecimiento de la demanda interna. En
1599 se le prohibió el empleo de indios de repartimiento, pudiendo contratar sólo indígenas
que alquilaran su trabajo por cuenta propia. En 1600 fue apartada del mercado internacional,
quedando reducida a satisfacer exclusivamente las necesidades internas. Dado que existía este
mercado para el azúcar, se le permitió la utilización transitoria de indios denominados «de
socorro», que podían emplearse en las labores agrícolas anejas, pero no dentro de los ingenios,
mientras se reemplazaban por esclavos y trabajadores libremente contratados. Además de
limitar el empleo de indígenas, la política restrictiva afectó a la fundación de nuevos trapiches,
a la plantación de caña y a la exportación de azúcar. Estas medidas estuvieron relacionadas con
el control directo por parte del Estado.

En Yucatán, los cultivos de grana, añil y algodón fueron la basé de un crecimiento económico
duradero. En el Bajío oriental confluyeron la expansión económica con Ia demográfica, pasando
la zona de ser abastecedora de carne, cueros y lana, a productora de trigo, maíz y otras
cosechas destinadas a satisfacer la demanda de su propia población en crecimiento. Diversas
regiones fueron aportando al mercado intercolonial diferentes productos. A mediados de siglo,
Buenos Aires ofrecía vacunos y mulas al Perú y a Charcas, y harina, vino, cueros, sebo y ganado
al contrabando, contando para ello, desde 1680, con la Colonia de Sacramento, fundada por los
portugueses. Veracruz exportaba harina, zarzaparrilla, cueros y legumbres. Acapulco exportaba
a Panamá cobre y maderas; y a Perú textiles, muebles, joyas y cueros. Campeche exportaba
3

maíz y aves. Chile exportaba mulas, cordobanes, cueros y sebo a Perú y Charcas. Desde la costa
Página

peruana se llevaba, a este último centro, trigo, ají, aceite, vino, maíz, pescado seco y paños; a
Chile y Guatemala, azúcar; a Panamá y Guayaquil, azúcar, vino y trigo. Maracaibo y Caracas
exportaban su producción de cacao a Veracruz; y la de lienzos y cueros a las Grandes Antillas.
Guayaquil exportaba. cacao, alquitrán, paños quiteños y jarcias.

Las ciudades americanas no se constituyeron para que fuesen centros fabriles o


manufactureros, lo que se pone en manifiesto es las trabas de hecho y de derecho impuestas
por la metrópoli a toda posible industrialización. Sólo la ciudad de México constituyó un núcleo
industrial artesanal además de ofrecer joyas, seda, manufacturas de hierro, cobre y acero, se
encontraba con ella los artículos de lujo provenientes de Europa y Asia. Sus mercaderes
manejaban los cargamentos de las flotas de España y los galeones de filipina y se expandían en
varias cantidades de productos de diversas prudencias. Dominando el comercio de las
provincias mediante agentes vendedores, representantes y suministran capital para mantener
la actividad la minería, agricultura y el movimiento mercantil.

Las ciudades americanas no se constituyeron para que fuesen centros fabriles o


manufactureros, lo que se pone en manifiesto es las trabas de hecho y de derecho impuestas
por la metrópoli a toda posible industrialización. Sólo la ciudad de México constituyó un núcleo
industrial artesanal además de ofrecer joyas, seda, manufacturas de hierro, cobre y acero, se
encontraba con ella los artículos de lujo provenientes de Europa y Asia. Sus mercaderes
manejaban los cargamentos de las flotas de España y los galeones de filipina y se expandían en
varias cantidades de productos de diversas prudencias. Dominando el comercio de las
provincias mediante agentes vendedores, representantes y suministran capital para mantener
la actividad la minería, agricultura y el movimiento mercantil. En las ciudades vemos que había
productos libres y otros sobre los cuales los cabildos establecen ciertos monopolios.

La caída demográfica de la población indígena significó una disminución de su papel como


proveedores de víveres a las poblaciones urbanas por lo que en esta época vio la creación de
las estancias y la hacienda. En la agricultura hubo una situación dominada por una oferta
creciente de productos corrientes para la vida. La estancia colocaba su producción de cueros,
sebo y cordobanes en el mercado internacional, corno en el caso de Chile, en que se
incorporaron grandes sectores del territorio a esta explotación. Los productores tuvieron como
una de sus características en los diferentes sectores y países la de tratar de excluir la
competencia y retener la circulación de productos en espera de la época y la escases y altos
precios. FLUCTUACIONES CÍCLICAS determinaban el volumen de la oferta. Los mercados se
veían muy bien provistos de artículos agrícolas en los años buenos, cuando bajan los precios; y
en los años de sequía, además de subir los precios, se arruinaban los pequeños productores,
que no pocas veces se veían obligados a vender sus tierras en beneficio de las haciendas y
estancias, que podían afrontar mejor la crisis.

La demanda

El fenómeno más notable es la disminución paulatina del comercio intercontinental, que había
empezado a decaer hacia 1620, y que se mantuvo fuertemente deprimido hasta 1635, con una
posterior estabilización. La demanda de mercaderías europeas descendió como resultado de la
producción interna llegó a tener una red que ocupó el lugar de aquéllas. Los índices relativos al
tráfico marítimo entro Sevilla y América presentados por los Chaunu demuestran que el
tonelaje más elevado se alcanzó entre 1606 y 1610, retrocediendo hasta 1615; luego avanzó
hasta 1620 para decaer hasta mediados de siglo. A finales de la primera y segunda décadas; las
mercancías traídas por la flota de Veracruz no encontraron comprador, situación que puede
4
Página

explicar la insistencia de los virreinatos por incorporar productos en los situados que les
estaban impuestos para otras regiones, a pesar de los permanentes reclamos de los
beneficiarios.

La demanda de alimentos y tejidos en los centros principales llegó a ser satisfecha


internamente por otros centros coloniales del área o por medio del contrabando. Los poblados
y centros mineros, con hábitos de consumo europeos, desarrollaron una demanda para cuya
satisfacción se inició la manufactura local y estimularon el desarrollo de rutas comerciales. A
comienzos de siglo, se destacaban muy claramente las actividades de diversos grupos de
extranjeros en América, especialmente italianos, 'holandeses, alemanes, flamencos y
portugueses conversos. La unión circunstancial de España y Portugal, el establecimiento de
holandeses en territorio español y la emigración de portugueses a España, Italia y el norte
europeo, facilitaron sus actividades. Había grupos de italianos, tanto en Andalucía como en
Lisboa, que comerciaban con las ciudades americanas dónde tenían sus corresponsales.

El mercado se encontraba distorsionado por algunas obras de algunos funcionarios. En el área


andina los corregidores practicaban un comercio de expolio, introducían productos inútiles a
altos precios y ponían tabernas en los pueblos de indios, donde se lucraban gracias a la afición
de éstos al alcohol, y además eliminaban a los competidores, consiguiendo un mercado
cautivo. Para satisfacer la demanda interna de los mercados mineros y urbanos, surgió la
hacienda. Así, Potosí fue un centro de gran demanda de alimentos, coca; yerba, ají, charqui,
ropa y mulas. Estas últimas y los aparejos de arria eran también necesarios para la actividad
misma del intercambio comercial. Ciudad de México fue el primer centro urbano que impulsó a
su alrededor la formación de un cinturón de haciendas, cuya expansión y consolidación se
debió al crecimiento de Ia demanda y de los precios de los productos agrícolas.

Los precios

En distintos lugares (CONQUISTA TEMPRANA) el precio aumentaba en el trascurso del siglo XVI,
debido al aumento de población mestiza, disminución de grupos indígenas que hacia crecer el
mercado local y el afianzamiento de la minería de la plata y los sectores de CONQUISTA TARDIA
se vio una disminución de precios porque dependían menos de las importaciones. Estos
precios estaban controlados por un papel activo de los cabildos que manejaba los productos
urbanos y la producción artesanal, y estos artesanales eran manejados por distintos gremios
para que no haya perdidas, no haya suba e incremento de precios. Había distintas variables que
influía en los precios: EL PRECIO JUSTO que derivaba de la doctrina escolástica, también
dependiendo de productos se le añadía un valor distinto, en las OBLIGACIONES o FIADO se
recargaba el precio de la mercadería. Se ponía mayor valor al producto, a veces el deudor debía
aceptar bienes que no necesitaba para adquirir los otros; el PROBLEMA DEL TRANSPORTE DE
LA MANO DE OBRA generaban alza de precios. Los niveles o venta de monedas producían alza
de precios. En sectores donde no predominaba la plata (QUITO Y PARAGUAY) ciertos productos
servían para el intercambio (ESTO SE LLAMA ECONOMÍA NATURAL)

1613: En lima se crea TRIBUNAL DEL CONSULADO encargado de regular aranceles que debían
cobrarse por productos importados, establecía los precios moderaba el alza o la baja de las
mercaderías. La tendencia de los precios para distintos productos difiere debido a las
variaciones en los patrones de oferta y demanda.

Las sociedades han experimentado un rápido crecimiento de la producción tanto en tiempos


5

de alza de precios como en baja, ósea que esto significa que no existe relación entre el
Página

aumento global de los precios y una capacidad productiva limitada, ya que un nivel de precios
constante o en baja también se mostrará coherente con el pleno empleo de los recursos. La
utilización de la OFERTA Y DEMANDA muestra los elementos básicos que provocan
modificaciones en los precios y las cantidades. El aumento de los precios puede reflejar una
reducción de la oferta o un aumento de la demanda. Los precios relativos también variarán
según la naturaleza de mercado donde los bienes se producen y venden. Durante el siglo XVII
el movimiento de los precios de los productos en Iberoamérica es diferente al europeo, porque
la bajada de Europa en el siglo XVII corresponde a un alza en América.

El trabajo

Si hay una situación que caracterice a las diferentes regiones americanas en el siglo XVII, es su
perpetua sed de mano de obra. La más clara de las medidas fue una mayor compulsión sobre
los indígenas, que se manifestó desde las formas de repartimientos estacionales y la
encomienda con prestación de servicios, hasta la permisión de la esclavitud en algunas
regiones como en chile. Otra fue la de lograr aumentar la importación de esclavos africanos y
fomentar su reproducción. También se aplicaron mecanismos para atraer trabajadores a los
centros necesitados, ya fuera aumentando los salarios o las recompensas en algunas de las
modalidades de trabajo libre, o ligándolos de alguna manera a la labor, llegando al disimulo de
los obligados, haciéndolos aparecer como obreros voluntarios.

Los sistemas de trabajo fueron evolucionando de diferente manera, con paralelismos internos
entre forma atrasadas y otras más avanzadas. En general puede decirse que las preferencias de
las autoridades se inclinaron por el trabajo libre, no obstante, las necesidades les obligaron a
apoyar las otras formas en ciertas áreas, en especial cuando los intereses metropolitanos
estaban en juego

La esclavitud negra estuvo presente durante todo el período, fundamentalmente donde hacían
falta trabajadores especializados o que asegurasen poca movilidad. Su incidencia dependió del
valor del producto que se obtenía de su trabajo. El precio de un esclavo era elevado y el amo,
además de que invertir en su manutención desde el nacimiento hasta la edad productiva y
afrontar los riesgos de que una muerte prematura frustrara el gasto realizado, debía afrontar el
problema persistente de las enfermedades, las «malas costumbres» y las fugas también
dependió de la respuesta de la masa indígena a las exigencias laborales a su comportamiento
demográfico. Finalmente, también influyeron en su presencia consideraciones
extraeconórnicas.

En regiones como chile la despoblación indígena hizo necesaria importa negros desde buenos
aire. Em otros lugares la esclavitud cubría mayores porcentajes así en la producción cacaotera
en Venezuela y los obrajes en diversos sitios incluidos para servir como capataces o
supervisores. A finales del siglo todos los ingenios novohispanos operaban con esclavos negros
y con trabajadores libres asalariados. Una de las fuentes de que se nutrían las variadas castas
libres era la de los esclavos manumitidos, como también hubo un constante trasvase de indios
tributarios de encomienda y de repartimiento hacia categorías de mano de obra libre, lo que
no significa que los grupos mestizos y las «castas» propiamente libres no fueran impelidos por
Ia legislación a tener que probar que tenían un empleo, a riesgo de ser arrestados u obligados a
efectuar ciertas prestaciones laborales, en caso de no poder hacerlo.

La encomienda es la institución que más ha llamado la atención, ya que la que se dio bajo la
forma de servicio personal perduró hasta 1686 en Venezuela, pasando al siglo siguiente a Chile,
6

Río de la Plata Quito Paraguay Y Tucumán. Las modificaciones experimentadas por la


Página

encomienda a lo largo del siglo en las diferentes regiones y la dificultad con que la población
indígena se fue recuperando del desastre demográfico marcaron la decadencia de este sistema
laboral, haciendo más crítica la falta de brazos, y generando diferentes procedimientos
coercitivos. Una forma de racionar y controlar fue la implantación de sistemas de trabajadores
forzados rotativos.

El repartimiento fue otro tipo de trabajo compulsivo que comprendía a cierto porcentaje de la
población adulta. Los indios seleccionados debían desplazarse a servir en determinados lugares
y labores. Se estableció así un mercado de mano de obra indígena a Ia que podía postular, en
principio, cualquier español interesado. Estaba en proporción con los miembros con que
contaba la comunidad, aunque a menudo se veían obligados a aportar porcentajes mayores
que el autorizado, con el fin de evitar litigios, dado que sus propias autoridades eran las
responsables de cumplir las cuotas.

En el Altiplano, la dureza del trabajo significó para muchos la muerte y a otros los obligó a huir
a las provincias exentas o a disimularse bajo otras categorías, con la consecuencia de una
despoblación creciente, con lo que las comunidades encontraban más difícil proporcionar el
número requerido. La remuneración tampoco fue atractiva, era inferior a los salarios obtenidos
por los trabajadores libres. En Potosí trabajaban en las minas una semana tenían luego una
quincena de descanso, lo que se efectuaba en tres turnos. La reglamentación la había dado el
virrey Toledo en 1574, tratando de protegerlos de una explotación abusiva y, al mismo tiempo,
procurando que los propietarios de minas dispusieran de un número suficiente de brazos. Un
siglo más tarde, en Lima se convocó una Junta para reformar los trabajos indígenas,
proponiendo el virrey la sustitución de la mita por el trabajo asalariado libre, pero el gobierno
de Carlos II no adoptó decisión alguna al respecto.

En Nueva Granada, a comienzos de siglo, la mita pasó a ser el principal medio de reclutamiento
laboral para las faenas agrícolas, como para la minería y los servicios urbanos. En Nueva
España, la administración ejerció un estricto control sobre la mano de obra disponible a través
del repartimiento, ya que estaba entre sus atribuciones determinar a qué ramas de la
producción y qué individuos se debería beneficiar con esta fuerza de trabajo, bajo la excusa de
las necesidades de la república y la protección del indígena. Este sistema, llamado aquí
coatequil, fue especialmente útil en la minería, que requería un mínimo de especialización y
destreza, no así en los obrajes. El jornal varió de un real y medio en 1603 a dos en 1629.
Muchos indígenas antes de servir como tapisques trataban de contratar por su cuenta a
alguien que los reemplazase o pagaban al empleador o encargado para librarse de la
prestación.

Los hacendados hicieron uso de diversas formas de peonaje y mano de obra libre remunerada,
junto con la de repartimiento, desde mucho antes de que éste fuese abolido en 1632. Su
supresión afectó primero a los ingenios de azúcar y obrajes textiles, obviamente perjudiciales
para la salud, aunque también pudo ser una forma indirecta de desincentivar estas actividades
productivas en Nueva España.

El coatequitl no encontró decidido defensores porque las circunstancias habían evolucionado


sobre todo en el aspecto demográfico. Por lo demás hasta en la minería siguió presente hasta
el siglo siguiente. Ya antes se había ido sustituyendo y complementado por otro permanente y
libremente concentrando siendo abatido en cierta medida por el sonsaque que los patrones
que deseaban asegurarse obreros permanentes. Las empresas mineras también atrajeron
trabajadores libres, ofreciendo salarios comparativamente altos y gratificaciones adicionales
7
Página

como el «partido». La necesidad de trabajadores especializados y permanentes impuso el


salario, es decir la propia dinámica económica, más que las disposiciones legales como la
cédula de 1601 que abogaba por la libre contratación de los indígenas.

En el mundo andino, otra forma que llama la atención es el yanaconaje, que son «indios que
ellos, o sus padres, salieron del repartimiento o provincia donde eran naturales, y han vivido
con españoles sirviéndoles en sus casas, o en chácaras y heredades, o en minas», según los
definía un colaborador del virrey Toledo. Éste, en 1574, le dio forma legal, sacralizándolo, en
Las Ordenanzas, de manera similar a lo que históricamente había sido el colono adscritico. En
la realidad los yanaconas respondían a una gran variedad de situaciones, y hasta algunos que
servían en las haciendas de los españoles en función de una relación personal, podían tener
propiedades, incluso bienes raíces. La difusión del término para situaciones diferentes de
aquellas para las que en principio fue considerado por la sociedad colonial, tuvo su razón de
ser en la progresiva desaparición de las encomiendas y creciente interés de los hacendados por
hacer aparecer como yanaconas a los indios huidos de sus comunidades.

El virrey Toledo efectuó una visita general en el que dejo repartidos a cantidad de indios en las
unidades de producción agraria. Se les debía pagar «su justo y debido salario», prestarles
chacras en las que sembrar, aparejo de bueyes y arados y rejas, otorgándoles el tiempo
necesario para su atención, más un vestido anual. Y un doctrinero debía permitirse su
permanencia, sin exigirles trabajo a cambio, cuando eran mayores de cincuenta años. Al estar
10 años de residencia efectiva en una chacra, el indio consolidaba su situación de yanacona de
ella.

Algunos indígenas mitayos, una vez cumplido su servicio en la mina de Potosí, optaban por
quedarse en la villa trabajando por su cuenta. Los oficiales reales los empadronaron en algunos
casos como yanaconas del rey, para cobrarles una tasa o para obtener alguna ganancia
personal. Tanto la existencia de éstos corno de los nuevos de chacras era contraria a los
intereses de los azogueros de Potosí y de los capitanes enterradores de la mita. Como la
principal preocupación de la Corona en el Alto Perú era la minería, persistió el reclutamiento
laboral forzoso, organizado y masivo. Otro tipo de trabajo indígena fue el de los laboríos,
nombre derivado de naborío, dado al principio a cierta clase de empleados personales que
elegían libremente a su amo. Avanzado el siglo XVI, el término fue usándose vagamente, para
describir diversas formas de mano de obra libre. El que subsistan categorías procedentes de la
era precolombina hace patente que las autoridades coloniales habían tomado conciencia de la
utilidad de mantener ciertas instituciones tradicionales de la civilización aborigen, con el
propósito de lograr un aprovechamiento más eficaz de la fuerza laboral y de los recursos
naturales.

La moneda

En 1535 se acuñó la moneda en MEXICO y se utilizaba oro y la plata. En la parte andina se


utilizó, en forma de moneda sustituta, la hoja de coca, granos de cacao y yerba mate. En el
mercado indígena seguían utilizando el sistema de TRUEQUES, como el pago en especies como
forma de salario.

Impuestos y gravámenes

Durante siglo XVI, las actividades que debieron pagar impuestos fueron las productivas:
8

LA MINERA, el quinto real y el uno por ciento: Se recaudaba directamente en el momento de


Página

fundir y marcar el metal precioso. Cinco partes para el fundidor y 3 para la caja.
LA AGRICULTURA, el diezmo: Se obtuvo por remates. Una cuarta parte al obispo o la caja, y
otra cuarta parte al cabildo eclesiástico. Y lo que resta repartida entre hospital, fisco real,
construcción de iglesias.

COMERCIO DE EXPORTACION E IMPORTACION con el almojarifazgo: un 2,5% para productos de


exportación y un 5% del de los importados y se realizaba en puertos.

ALCABALA: Contribución sobre el precio de las cosas que se vendían o trocaban y cuya
temporal exención fue una de las clausulas de las capitulaciones con los adelantados. Se
impuso en NUEVA ESPAÑA (1574), NUEVA GALICIA (1575) y GUATEMALA (1576). En Perú se
promulgo en 1591. Se recaudo de forma directa, por arrendamiento en el caso de particulares,
por encabezamiento en los cabildos y por asiento con el Tribunal del Consulado

MEDIA ANATA: Gravamen equivalente a la mitad de lo que valían el salario, los derechos de un
año de las mercedes reales concedidas, los empleos y los oficios. En algunos casos se pagaba
en las cajas peninsulares antes de que el agraciado pasara a América. Antes de recibir los indios
de una encomienda o de llevar certificado de una merced de tierras, el agraciado debía exhibir
la boleta en que los funcionarios reales garantizaban que había pagado la media anata del
beneficio.

AVERIA REAL: Aplicado en 1635 en VERACRUZ, que era el 1% para determinados fines sobre las
importaciones y exportaciones. BIENES MONTRESCOS, que carecían de dueños, se aplicaba al
rey. OFICIOS RENUNCIABLES que servían la primera vez con la mitad de su valor y los restantes
con la tercera parte.

Ruggiero Romano – Fundamentos del funcionamiento del sistema económico


colonial
El funcionamiento del sistema colonial es una articulación de factores como ser EL TRABAJO, LA
TIERRA, LA POBLACION AGRÍCOLA E INDUSTRIAL, LA DISTRIBUCIÓN COMERCIAL, EXIGENCIAS
FISCALES, CAPACIDAD INDUSTRIAL DEL CENTRO.

¿Qué tipos de economías encontramos en América?

ECONOMÍA NATURAL Y ECONOMÍA MONETARIA: Esta economía natural esta insertado en el


sistema económico colonial de las sociedades andinas y mesoamericanas. BRUNO
HILDEBRAND plantea esta economía natural como una economía primitiva, que luego será un
paso a la economía monetaria una fase intermedia y dará como culminación a una economía
de crédito.

ALFONS DOPSCH introduce otra distinción que es una economía natural, pero que también hay
una economía natural de intercambio. Otra percepción es que siempre hay coexistencia de
economía natural de intercambio y de economía monetaria. Esta economía natural de
intercambio puede muy bien calcular en moneda y realizar el intercambio en productos, es
decir se intercambian bienes entre si luego de haber establecido su valor en monedas
metálicas circulantes sobre la plaza.

Esta función puede cubrir dos funciones (INTERCAMBIO Y PAGO) y la que permite una
separación personal y temporal de los dos momentos de intercambio, permitiendo una
ampliación del mercado. En la economía natural las relaciones que predominan son las de TIPO
9

PERSONAL y permite la objetivación de las relaciones ya que por ella es posible el intercambio
Página

y por la economía monetaria se llega a un INTERCAMBIO INDIRECTO cuyos términos pueden


está lejos en el espacio o en el tiempo y obviamente el intercambio natural es UN
INTERCAMBIO DIRECTO.

¿Cómo caracterizar a una sociedad de economía natural de intercambio?

Si la masa de transacciones se da en moneda, esa economía es MONETARIA, pero si se da en


trueque, esa economía es NATURAL. La oferta de moneda dependía de la oferta de metales
preciosos y también que la tasa de MONETARIZACION de una economía estaba en función de la
oferta de moneda y, por lo tanto, de la oferta de metales preciosos. No hay una sola moneda,
hay circulación de moneda que puede devaluarse o revalorizarse, el movimiento de los precios
altera las proporciones de moneda disponible.

Se permite ofrecerles una pequeña selección sobre la falta de monedas tantos en el Perú y en
México. En el Perú presenta zonas de monitorización satisfactoria pero como lo remarca Toledo
en una carta de 1572 “aquí no corre moneda acuñada, pero ni aun un real he visto no sé qué la
haya”. La carencia de monedas en Perú estaba compensada por el uso de circulación de barras
de plata, oro en barra, y/o en polvo. Pero hay una gran diferencia entre LA MONEDA ACUÑADA
Y LOS METALES PRECIOSOS EN ESTADO BRUTO. La diferencia consiste en que la moneda (peso
definido por la autoridad pública) entra en la esfera del número, mientras que los metales
preciosos en barra o en polvo pertenecen a la esfera del peso. En la región del Perú del siglo
XVIII, según HAENKES, los hombres trabajan en telares y cosecha de algodón y del tabaco,
cuyas especies sirven de monedas a precios convencionales por falta de plata y con ellas se
pagaban tributos y derechos.

Yendo hacia México en GUATEMALA a mediados del siglo XVIII, la moneda desaparece y se
vuelve a la economía primitiva del TRUEQUE por la falta de metales. Ni con la creación de la
CASA DE LA MONEDA DE GUATEMALA en 1733 se modificó la situación. lOMoARcPSD|207 325
98 Esta situación va a ser igual en la misma capital mexicana, porque hasta los propietarios de
almacenes carecen de plata para hacer frente a los gastos diarios de sus minas (Según
HUMBOLDT).

Esto llega a la conclusión de que LA CORRELACION ENTRE OFERTA DE METALES PRECIOSOS Y


OFERTA DE MONEDA ES FALSA, POR LO MENOS EN EL CASO AMERICANO. Dijimos hace rato
que hay circulación monetaria de distintas formas. Hay CIRCULACIONES SOCIALES de la
moneda metálica, ya que hay sectores sociales que circulan piezas de oro, y otros sectores que
circular piezas de plata. El gran comerciante trata sus negocios en piezas de oro o en piezas
fuertes de plata, pagará a su sastre en piezas fuertes de plata, pero hará su limosna en pieza
pequeñas de plata, cobre o vellón.

Siguiendo con el espacio americano, NO HAY CIRCULACION DE MONEDAS DE BRONCE NI DE


COBRE, no solo eso la unidad fraccional más pequeña de plata es el medio real. Es un error de
la metrópolis no haber comprendido las necesidades de la colonia. El autor plantea que en
absoluto y que las cedulas que instituían las casas de moneda preveían un muy buen equilibrio
en la emisión de los diferentes tipos de monedas y preveían la acuñación de piezas de
cuartillos.

En algunos momentos hubo movimientos de estos metales, pero hay que decir que los
poderosos del espacio americano siempre hicieron lo posible para sacarla de circulación. El
10

rechazo a la moneda de cobre, al límite puede ser comprendido por parte de los indios del
Página

Perú que no tenían tradiciones monetaristas, pero el rechazo de los mexicanos es


absolutamente incomprensible.
¿Por qué habría habido un rechazo tan categórico al cuartillo y a la moneda de velón de los
españoles?

Según se puede opinar que es mala voluntad de los indios lo que habría impedido la
construcción de un sistema monetario completo y los españoles habrían sido respetuoso con la
voluntad indígena. (no creo) en realidad las cosas pasaron de manera diferente.

En principio es necesario remarcar que la creación de las diferentes casas de la moneda se hizo
contra voluntad de los mercaderes que habían querido que la circulación hubiese estado
constituida por dos partes totalmente separadas: de un lado oro en polvo y en barra y plata en
barra de otro el trueque puro y siempre. Es solamente un sistema de este tipo el que habría
permitido guardar una posición absoluta de fuerza. Los mercaderes llegaron a realizar sus
planes solo a medidas que debieron renunciar al uso de metales en peso, pero obtuvieron la
acuñación exclusiva de monedas de alto valor unitario y la eliminación de toda moneda
fraccionaria.

El problema es que encontramos moneda gruesa en circulación para el uso de una capa
superior de la sociedad colonial y moneda de tierra para el uso de las masas. ¿Qué debe
entenderse por MONEDAS DE LA TIERRA? Uno de los rasgos mayores de la economía
monetaria americana es que ha tenido nunca una moneda de cuenta. La moneda de tierra no
es otra cosa que un conjunto de productos más o menos característicos de la producción de
cada país: CACAO (para México) o COCA (para Perú), pero también tejidos de algodón, sal,
cueros. De la importancia de este fenómeno de la moneda de la tierra, se encontrará una
prueba en las numerosas tablas de conversión entre monedas y productos que se pueden
encontrar en los diferentes archivos. En los dos espacios se llegó a reconocer el uso de la
moneda de la tierra hacia el año 1648.

La mayor parte de las transacciones en el mercado americano durante la época colonial se


efectúa mediante el TRUEQUE. El autor propone que aquí todavía presenta lOMoARcPSD|207
325 98 dos variables: la población y la velocidad de circulación. El hecho de que se asiste a
verdaderos empujes de fiebre monetaria solamente en el momento de la llegada de la flota
española o de las ferias. Todo esto nos permite decir que la velocidad de circulación en México
debía ser cercana a cero.

Pero decir “FALTA DE CIRCULANTES” no lo explica todo. El defecto fundamental consistía en la


falta de moneda fraccionaria (CUARTILLOS Y MONEDAS DE VELLÓN). Para hacer frente a esta
situación, se perpetuaron las tradiciones precolombinas. Lo que se quiere decir que el uso de
productos naturales fue completado por el empleo de señas: tlacos, pilones, señales en
México; señas en el Perú emitidas por comerciantes con valores que iban de un real a 1/16 de
real. Estas señas constituían expedientes y es inútil tratar de transformarlos en cuasi monedas,
seminómadas y otras delicias del mismo género. Y por las razones siguientes: no tienen ningún
valor intrínseco, no ofrecen acumulación o conservación y estas señas son EMITIDAS POR
PARTICULARES.

¿Cuál es el sistema monetario europeo?

Se basa sobre dos metales preciosos: ORO Y PLATA. Pero en Europa hasta fin del siglo XVIII no
había una circulación de moneda, sino dos y a veces tres circulaciones monetarias, en niveles
11

sociales completamente diferentes. Nos quedamos en el dominio de las monedas que se


Página

llamaban gruesas aquellas destinadas a las grandes transacciones comerciales y que nosotros
podemos definir como aristócratas. Las cosas se complican cuando se pasa a las monedas
fraccionarias de plata, cobre o de vellón. Las monedas más pequeñas de plata, se podría
imaginar que estas conservan un valor intrínseco proporcional al de monedas gruesas. Cuando
se habla de monedas en Europa anterior al siglo XIX en necesario pensar en su nivel social de
circulación.

En distintas ciudades (FLORENCIA) los mercaderes (LOS CAPITALISTAS) hacen negocios entre sí
con MONEDAS GRUESAS y les pagan a sus empleados con MONEDAS PEQUEÑAS, lo que les
permite tener mayor remuneración y beneficios. Esta moneda pequeña (de cobre o plata) se
llama MONETA SALARII, pero pagan a sus obreros en monedas pequeñas lo que le permiten
procurarse beneficios suplementarios. Pero en AMERICA nos encontramos con una situación
diferente en donde solamente existe una MONEDA GRUESA y la moneda pequeña es casi
inexistente, no se acuñan cuartillos ¿No hay dominación de las clases dominantes sobre las
clases subalternas? Ciertamente las hay, pero ella se manifiesta de manera diferente que en
Europa. En lugar de crear círculos monetarios socialmente diferentes, se simplifican las cosas:
por un lado, el mundo de la moneda, del otro, el mundo de la economía natural excluido del
contacto monetario.

El tema del precio y los salarios está muy ligado a los mercados. En primer lugar, en el contexto
americano es solo una parte de las transacciones la que pasan por el mercado, por ellos no se
tiene que fiar uno de los precios para sacar conclusiones generales sobre los movimientos
económicos de conjunto.

En otros términos, el verdadero problema es el del mercado ¿Qué se debe de comprender por
mercado? un lugar donde un vendedor ofrece bienes a un comprador esto es claro, pero a la
vez insuficiente, ya que para hablar de mercado en el sentido correcto de la palabra hay que
agregar dos aspectos importantes: Que la compra/venta sea establecida en Dinero, y que tanto
el vendedor como el comprador sean LIBRES de salir y entrar del mercado. ¿Corresponde esta
definición a la situación americana? Para esto se tiene que tomar en cuenta muchas variables.
EN EL CASO DE LOS ESCLAVOS no son libres por definición en el mercado de trabajo. No es libre
tampoco en el mercado de bienes de consumo, pues es alimentado directa o indirectamente
por el amo. RESPECTO A LA POBLACION INDIGENA, es necesario lOMoARcPSD|207 325 98
introducir una primera reflexión por más que viva en centros urbanos o alejados de estos,
puede participar un indígena del campo en el mercado, pero hay que ser realistas los indígenas
NO participan en el mercado, y si lo hace, es por medio de su corregidor del reparto. Pero el
reparto es el ejemplo mismo de la no libertad, no libertad no solo porque los compradores
sufren los precios impuestos por el corregidor, sino también porque no pueden escoger
aquellos de lo que tiene que ver con su necesidad. (El autor presenta que el problema de la
ciudad de potosí, es que no se cuenta el consumo del mitayo que traen al arribar al potosí
como “objetos personales y comestibles”).

En la parte mexicana la población indígena no es libre de salir del mercado. Si se tiene la


posibilidad de escoger la tienda donde entrar, luego de esta entrada la libertad se le termina.
En efecto, si se debe comprar una pequeña porción de maíz y se dispones de medio real habrá
que aceptar sufrir una de las dos cosas siguientes. En primer lugar, que el comerciante de como
vuelto productos con lo que se sabe que hacer o en segundo lugar que el negociante entregue
como vuelto un pedazo de madera como signo de un crédito que se podrá utilizar solo en su
12

almacén.
Página

Hay que mirar a la población blanca española que está dividida en ricos, los acomodados y los
pobres. Para los pobres son empujados hacia la esfera natural y los ricos viven en una esfera
monetaria, pero que también recurren a esas transacciones de trueque igual que también el
pago algunos impuestos y otros. En el caso peruano, el comercio de Valparaíso con los
mercaderes peruanos se hace esencialmente una por trueque. Una decisión que los grupos
mercantiles peruanos que comprometían a no pagar sus compras en monedas, obligaban a los
productores regionales a aceptar los bienes que ellos habían trasportados del Perú
asegurándose un doble beneficio. Este tema del trueque trae problemas, y este problema es
SALARIAL. El TRABAJO LIBRE existen trabajadores llamados libres, ¿en qué son libres? En
primer lugar, estos trabajadores libres están en la imposibilidad de abandonar a su patrón, el
sistema de fijación de la mano de obra es la violencia o, más sutil, el endeudamiento. Estas
deudas en el contexto americano son otra cosa que la que nosotros entendemos. Los jesuitas
explican lo que eran que con una deuda se compraba el salario. En otros términos, esos
salarios que encontramos en la contabilidad andina y central no son, sino la expresión de una
deuda calculada en precios, pero en estas condiciones precios y salarios dejan de ser tales y
deviene el valor de hombres y de tierra. Se calculaba el conjunto de sumas adeudadas por los
obreros en la parte del HABER. Con la deuda se compra el salario y por parte pasa en México.
Esto es el punto de vista del empresario, pero el punto de vista del trabajador, con el salario (la
mínima parte del salario que escapa a la deuda y/o que le es entregado en moneda) “Se
compra el dinero”.

¿Se puede considerar a las pulperías como lugares de venta en el sentido moderna de la
palabra?

En principio hará que establecer una primera distinción entre las pulperías de la ciudad y las
del campo. Las pulperías de ciudad juegan un rol de lugares de venta y son centros de
préstamos a los consumidores a tasas usureras. Las pulperas de campo son lugares de venta,
donde los campesinos intercambiaban herramientas de hierro por alcohol, telas, etc. estos
bienes de su producción (comprador) son los bienes que el pulpero revenderá a los grandes
mercaderes. Así que más que sobre su rol del pulpero había que insistir sobre su función de
colector entre los pequeños productores por cuenta de los comerciantes. Antes de hablar
sobre el mercado interno y su formación será interesante reflexionar sobre el hecho de que el
verdadero gran mercado es aquel constituido por las ventas en el interior de la hacienda lo que
para México la misma hacienda ya le ofrece un lOMoARcPSD|207 325 98 mercado. Paro un
mercado que no lo es porque bajo ningún aspecto responde a las características de un
mercado libre.

El autor propone que el primer esquema que analiza debe ser completado por la observación
de otros parámetros como el de la producción: Assadourian nos habla sobre las vaquerías, el
ganado cimarrón y subraya que la inexistencia de costo en el crecimiento de esta enorme
reserva y que vale la pena su estudio porque muestra el costo de vida económica en América.
La primera observación que realiza este es que se está al frente a un costo inexistentes en el
crecimiento de este mismo ganado ya que hay gastos para matar al animal, también existe un
costo de doma entre otros gastos. En el siglo XVIII sacarle la piel a un animal costaba 1 real y
venderlo a 10 reales. El costo de producción es de un décimo del precio final. El costo no
importa, sino que el problema es saber si en las economías andinas y mesoamericanas también
se encuentra estos costos inexistentes.
13

Examinemos otro medio de producción el único el gran verdadero medio de producción de la


economía de toda la América la tierra. Al comienzo fue el don, regalías, sismarías, mercedes, es
Página

por estas palabras que se ocupa la tierra. Luego, fue el robo puro y simple: ROBO DE TIERRAS
DE INDIOS Y DE LA CORONA lo sé por estos ultimo hubo luego composiciones. Pero en general
se efectuaron de la siguiente manera: Evaluación del valor real de las tierras netamente inferior
a la realidad, pago escalonado en varios años también hubo operaciones de compraventas de
tierras, pero que una pregunta previa a estos es ¿Qué se compra realmente? En primer lugar,
en el caso de los jesuitas en el Perú el costo de tierra sola es menor, pero después por la
ubicación y con esclavos y distintas tierras de cultivo su valor aumenta. En el caso mexicano es
casi lo mismo, lo que sale caro es la hacienda, no la tierra.

Retomemos un instante el problema de los precios y del mercado ¿qué significa que en algunas
zonas andinas este fundada sobre un sistema que prevé por lo menos dos precios? En zonas
andinas habría dos precios: Unay-precio que sirve de base para calcular el trueque; un precio
absolutamente formal que no se concretiza nunca en moneda. Y otro precio que sirve para
pagar la cesión de un bien “para plata” Kananprecio. La diferencia entre estos dos es enorme,
tanto en términos cuantitativos como cualitativos. En términos cuantitativos, 40 mazorcas de
maíz eran evaluadas en 1917, en 10 centavos de sol en términos de Unay-precios. En tanto que
una sola mazorca vendida “para plata” valía 75 centavos. De orden cualitativo, establece dos
mercados: UN PRIMERO de base monetaria fundado sobre el kanan-precio; UN SEGUNDO
natural que se articula sobre el Unay-precio.

¿qué significa el mercado natural? Y ¿porque hubo un mercado natural? En principio es


significativo observar que el Unay- precio no constituye una tasa de intercambio establece y
que 10 centavos necesarios para comprar las 40 mazorcas pueden constituir objetos de
negociación y se les puede hacer descender por el negocio de regateo. Pero el punto es que
Unay precio siempre es inferior a Kanan precio. El autor propone que si un campesino vende
una oveja por unay precio obtendrá un saco de papa. Pero esta misma oveja vendida en el
mercado monetario podría representar una suma de dinero suficiente para comprar tres sacos
de papas ¿es irracional el campesino en cuestión? No es irracional hace esto porque existe un
problema que es la falta de circulante. Es por la carencia que empuja a este realizar este tipo de
transiciones. Por el unay-precio se eliminaba el rol de los intermediarios, ahora se tenían
relaciones de comercio de tipo verticales. Este mercado vertical se da entre miembros de
clases diferentes, y hay un mercado horizontal entre miembros de clases sociales semejantes.

De los precios a los salarios. del mercado de bienes al mercado de la fuerza de trabajo

El mercado de bienes no está irrigado por la moneda por la simple y buena razón de que el
mercado de trabajo no la recibe, o lo que recibe es absorbido por el tributo, corregidor, iglesia.
Incluso la obligación de pagar tributo en moneda y no en productos modifica las cosas. En el
siglo XVI o XVII daban 10 gallinas o 5 mantas como tributo, en el siglo XVIII daban 2 o 4 pesos.
En ese siglo XVIII el indio se ve obligado a “comprar el dinero” (vendiendo sus productos) para
pagar el tributo. Otra cosa, la distancia geográfica en el espacio americano es grande, y pierde
mucho tiempo el mercader para ir a las tiendas a comprar ese dinero. Por el endeudamiento se
compra el salario (mirada del patrón). Y por el salario, se compra el dinero (mirada del
trabajador). Egresamos a una pulpería y ¿Qué se encuentra? Sobre el mercado la moneda
dominante que esta presentada por el cacao, tlacos, pillones. La taza monetaria en América es
pequeña y no se tiene que dejar engañar por la presencia de pudientes que acumulan cientos
de pesos a pesar de ellos es esencialmente natural.

Moutoukias Z. – Contrabando
14

El contrabando significó la presencia de enemigos del imperio (FRANCIA, HOLANDA E


Página

INGLATERRA). Hay varios autores que debaten sobre la evolución del comercio entre España y
América efectos a ambos lados del océano.
Vemos que había correlación entre el valor y el volumen del tráfico, como se demuestra de que
las llegadas de metales preciosos durante la segunda mitad del siglo XVII alcanzaron sus niveles
más elevados. Lo explica bien HARING argumentando que el sistema de monopolio resultaba
una alianza entre la corona y poderosos comerciantes sevillanos, mexicanos, limeños
reagrupados en sus Consulados con el objetivo en mantener un control fiscal de actividad
económica mediante un intervencionismo que acababa por desalentarla. El régimen impuesto
marginaba a mercaderes medios y a regiones excéntricas al sistema de Flotas y Galeones.

Esto creaba una demanda de contrabando en los sectores y áreas desplazados debido a
profundas corrupciones de los funcionarios, y los motivos de estas corrupciones transportadas
a lo que denomina COMERCIO ILEGAL por: Bajos salarios, ventas de cargos públicos, fragilidad
económica de España frente a la expansión de las otras potencias europeas, actitud
desfavorable de comerciantes españoles, sector desplazado de elites americanas. Esto lleva a
explicar lo que es el contrabando, que es un fenómeno vinculado a la vida económica del
mundo indiano que afecto a regiones marginales y también a núcleos capitales y que es un
elemento de oposición al imperio, lo cual las élites coloniales fortalecían su posición relativa y
autoconstruían su sitio en el conjunto.

Conforme se construía el régimen que regula las relaciones comerciales entre España y
América, los límites fijados son desbordados en la introducción ilegal de manufacturas
importadas utilizando autorizaciones para navegar en Islas Canarias y puertos de América. Pero
no hay que salir del foco del contrabando que simultáneamente temprano como el monopolio
y que tiene tres distinciones que tienen sus propias dinámicas y cronologías, aunque estén
relacionados temporariamente:

El primero es el contrabando en el interior de la “CARRERA” oficial: Esta abarca fraudes en los


registros de mercancías y tesoros hasta la transgresión de normas que posibilitaban la
introducción de productos y mercancías. A partir de 1630, la generalización del fraude dentro
de la carrera oficial internalizó la presión militar externa asociándola a la crisis interno, lo que
provoca el quiebre progresivo del sistema original. Este fue reemplazado por una legislación
combinada con mecanismos informales (COMO EL INDULTO) y con la contribución directa de
los Condados de Sevilla y América a los gastos de la Carrera.

El segundo es el contrabando directo de las potencias no españolas en América denominado


por Vignol: lo cual contribuyó al proceso que afectó a las relaciones entre élites coloniales y
metrópoli. Hay que pensar que durante el siglo XVIII las autoridades habían logrado controlar
el fraude y que a finales de este siglo XVIII los navíos extranjeros eran masivos en todos los
centros comerciales de las Indias occidentales (FRANCIA, HOLANDA, INGLATERRA). El puerto de
Rio de la Plata era una puerta propicia para el comercio de Portugal, Brasil e Inglaterra, en el
pacífico entraban embarcaciones francesas e inglesas. A mediados del siglo XVI la presencia de
extranjeros comenzaría a hacerse persistente. Pero hay que decir que dentro de esta
característica hay dos conclusiones, una es que dentro del espacio sudamericano hay un
comercio semi clandestino en el que comerciantes locales, funcionarios-mercaderes y
capitanes extranjeros lograban aprovechar usos aceptados y el equívoco espacio que les
ofrecía la legislación y la otra es las relaciones de fuerzas favorables a las provincias unidas que
permitió en el Rio de la Plata y el resto de América una extensión tolerada o difícil de reprimir
15

que luego beneficiara a ingleses y franceses. Para concluir con este apartado hay que
mencionar que el comercio directo de las potencias no españolas en América representaba una
Página

parte tan esencial del comercio atlántico.


La tercera y última es la navegación interprovincial e intercolonial: Aquí el comercio
ultramarino no es pensado sin una red de circuitos que entrelazan puertos y ciudades
mediterráneas del continente americano. Esta red de intercambios se sostenía sobre una
economía local en la cual su seno se producía medios de transporte y los hombres hacían
circular las mercancías. Las navegaciones de cabotaje, flotas de carretas, los tráficos locales son
importantes en valor y volumen que el comercio ultramarino de una región fueron los primeros
en vincular entre si a los asentamientos españoles, articulando mercados, creando condiciones
para que las mercancías de los comercios a gran distancia, manufacturas, metales preciosos,
esclavos, azúcar, pudieran darse en algún puerto (POR EJ: LA RUTA POTOSI-BUENOS AIRES se
apoyaba en un conjunto de economías regionales, cuyo funcionamiento articulaba una red de
mercados locales). Los tráficos navales interprovinciales e intercoloniales fueron objeto de
restricciones legales cuyo desborde era un problema específico. Las principales regiones que
abarcaron dichos tráficos fueron: CARIBE (aquí la circulación interprovincial e intercolonial fue
intensa y diversificada por el Cacao entre México y Caracas), PACÍFICO, LAS COSTAS DEL BRASIL
HASTA EL RIO DE LA PLATA. Estos lugares van a transportarse y comercializar productos que le
darán autonomía en cierto grado.

Moutoukias, Zacarias (1984). “Contrabando y control colonial en el S. XVII”

• El aspecto legal del contrabando o el equívoco rigor de una brumosa severidad.

• El comercio interior fue impuesto por la actividad de un grupo de coma lecciones que
aprobaron la ambigüedad de las disposiciones reales para consagrar sus procedimientos y sin
que pueda escapar a la corona gracias a los detallados informes de los funcionarios que
producción porque con lo cual es insuficiente hablar de tolerancia del contrabando ambas
cuestiones.

• Ante la llegada de naves no autoridades a puertos no habilitados por el comercio era


un hecho frecuente a fines del S. XVI. Uno años después de la fundación de Buenos Aires, el
contrabando no participaba en la ciudad, y fue estigmatizada por la corona.

• La expresión de contrabando es seguida por me maliciosa hacia referencia a un tipo de


actividad y conocimiento no autorizado por la corona durante el S. XVII, practicado por
españoles y por extranjeros.

• Comenzaron en Buenos Aires a partir de la última década del S.XVI con una suerte de
de uso avariciar al dinero. Se trataba de naves portuguesas y luego holandesas. Una vez llegada
la embarcación y obtenida la autorización de estadía, Vedia de contrabando una pequeña parte
del cargamento. Lo cual, es altamente denunciable, daba lugar al decomiso del navío. La carga
comprada por comerciantes excedía responsable del cargamento en la embarcación.

• Durante la segunda mitad del S XVII, la situación legal de la arribada sufrió algunas
mejoras, la presencia de determinadas embarcaciones holandesas en el Rio de la Plata entre
1650-1670. Al ultimo en 1640 el Tratado de Paz entre España y los Países Bajos del Norte, la
frecuencia de los arribos recibe una nueva legitimación. La real cedula se le cargo el
gobernador de Buenos Aires sobre las paces y el respeto mercante, se recomienda un mejorar
trato comercial desde una mirada más diplomática.
16

• La comisión y la transgresión una prohibición incierta. Una vez estrecho los tratos
comerciales se establece nuevos niveles de cargamentos por medio de un registro de serie.
Página

Algunas veces se indicaba la intervención reconocida de las autoridades. Dejaron testimonios


escritos describiendo o detallando sistemáticamente las operaciones destacando tres
modalidades:

• Uno arribado el navío el capitán denunciaba tenés que haber sufrido su cargamento lo
cual buscaba una exhaustiva revisión del inventario a cargo punta una vez conseguida las
mercancías se depositaban en compartimientos particulares coma junto con la autorización, se
atribuye el permiso para la venta de una parte pequeña de la carga coma para que pueda
apagarse siguiendo los reglamentos establecidos.

• dos llegado el navío se procede a un comiso punto efectuando este los mercaderes se
trasladaban a casos particulares o al menos a los puntos de comercios se procedía la
declaración de los bienes y Asimismo a la designación de las personas que estaban a cargo de
la de la venta en Buenos Aires y en el interior.

• Tres con el comiso se procederá como consecuencia a un conflicto entre las


autoridades, los particulares y los puntos de ventas autorizados alrededor de las plazas mira
con el Cabildo. Con la inserción de miembros provenientes del aparato burocrático la forma de
proceder a la inspección se da de manera abierta en dónde entes judiciales españolas se
detalla las operaciones qué permitirán el blanqueo de las mercancías tenis de reventa entre los
mercados internos y su conexión con el alto Perú no solo se beneficiaban los diferentes
funcionarios que participaron de la venta de lo que se podría considerar secuestro de
mercancía en los arribos coma Ya que lo respondían por una parte comisiones y registros que
sé qué Se mantenían el orden. De esta renuncia a la legitimación del tráfico no autorizado hay
razones para pensar qué por una parte se buscó establecer un comercio Legítimo, y por la otra
se habla de un eficiente control de los funcionarios ilustrados estos cumplían chitos que
provenían tratado real realidad al rey. Si no se llevaba a cabo la actividad de controlar
mercancías se procedería a la de comisión de los títulos y matrícula de comercio. El uso de
estancias o chacras para el desembarcó derivaban en una redistribución y venta de esclavos
mercaderías qué buscaban en cierta manera terminar la legitimidad mercantil y las
intervenciones de las autoridades. Las persistencias reiteradamente de los procedimientos
oficiales contrabando de mercancías y esclavos nos aleja de una imagen banda secretas de
mercaderes. En el acceso del río de la plata se elaboró un complejo sistema de revisación y
revisión de las mercancías buscando al fin y al cabo en el procedimiento oficiales y lograr qué
las mercancías y dineros sean encaminada por la vía legal.

• Honorables y fraudulentos: Contrabandos comerciantes y funcionarios

• Aquellas acciones que revelaron una exclusiva dedicación al soborno y a la ganancia


ilegítima por parte de los funcionarios coloniales el fenómeno en efecto residía en las
instituciones y mediante al Cabildo y que estuvo fuertemente impulsada por actividades y
funcionarios qué buscaban enriquecerse económicamente. Hacia 1655 a 1700 se aprobó la
participación del contrabando por parte de contadores, gobernadores, miembros de la
audiencia, miembros del Cabildo. Sería pertinente señalar entonces qué nos encontramos
frente acción ilegítima de intereses contrapuestos a la corona, ya que, buscaron ganar
influencias y poder económico. Hablamos también de un constante flujo de conversaciones
entre comerciantes y funcionarios que sea seguro por el éxito comercial no autorizado. Surge el
término de complicidades, término está cargado de connotaciones qué dan cuenta del declive
17

ético y moral de la sociedad colonial, es posible ver dades irregulares. Hasta aquí ver desierto
Página

contrabando test de la Real cédula. Esto no quiere decir qué es todo el espacio americano
ácido meta de ilegalidades e irregularidades mercantiles. Sin duda alguna, los puntos calientes
de las irregularidades comerciales se dieron en los puertos y comercios cercanos a las costas.

• Entre 1646 y 1702 las fuentes verifican la entrada en el Rio de la Plata de 124 navíos
extranjeros y españoles.

• El predominio de las embarcaciones holandesas sobre el total de las entradas se


extendería hasta 1667. A partir de entonces comenzó a acumularse de

Thomas Hugh – La trata de esclavos


a

Moreno Alvarez – La piratería americana y su incidencia en el Nuevo Reino de


Granada
La piratería es el resultado de un cúmulo de diversas circunstancias de índole económica,
política y geográfica El período de auge de la piratería en el siglo XVI hasta el siglo XVIII
desenvolviéndose en Hispanoamérica y otras zonas de posesión española como Canarias y
Filipinas.

No todos los ladrones de mar eran piratas, porque existían corsarios. Una patente de corso era
un documento según el cual un soberano daba permiso a un armador para dedicarse a la
cacería de barcos españoles —o de cualquier otra nación enemiga— con la condición de que
este hombre debía entregarle a quien concedía la patente parte de lo que lograra capturar,
generalmente un 10%.

Las patentes de corso tenían sus raíces en el llamado “derecho de represalias”, de origen
medieval según el cual quien fuera atacado por un barco enemigo, podía, con el permiso de su
monarca, atacar otros barcos hasta que recuperara el monto perdido, siempre y cuando
pertenecieran a los súbditos del mismo príncipe de quien lo había robado primero. Un corsario,
actuaba bajo las banderas de cierto rey o príncipe, y por extensión también representaba los
intereses de éste.

Huelga decir que las patentes no se recogían una vez cesadas las hostilidades y los corsarios
seguían actuando en tiempos de paz contra naciones y puertos aunque no estuvieran en
hostilidades abiertas, eran consideradas enemigas del soberano, con lo cual los corsarios
hacían el tránsito hacia la piratería “pura”. Un pirata no tenía filiaciones de ningún tipo con una
nación o soberano y se movía con el fin exclusivo de obtener el máximo posible de ganancias
en sus operaciones. Probablemente eran los que más abundaban y los que menos duraban en
sus actividades, pues carecían de cierta habilidad y organización necesarias para ir más allá de
simples golpes de suerte. Ahora bien, dos variedades totalmente americanas del fenómeno
pirático surgieron en el siglo XVII.

Los bucaneros aparecieron desde el segundo cuarto del siglo XVII y se localizaron en la parte
desabitada de La Española —Haití y República Dominicana—, debido a que allí podían cazar el
ganado cimarrón descendiente del que habían abandonado los españoles tras agotarse los
metales preciosos en dichas islas. El nombre bucanero al parecer proviene de una palabra de
18

origen carib o tahíno bucan, con la cual se designaba un modo de preparar la carne,
Página

ahumándola. Estos cazadores vendían la carne junto con otras vituallas a los barcos de
contrabandistas que pasaban por la zona a aprovisionarse.
Los filibusteros surgieron posteriormente en la misma zona de las Antillas (a mediados del siglo
XVII), luego de que los primitivos bucaneros se organizaran para resistir mejor posteriores
intentos de los españoles de sacarlos de las islas. Su nombre probablemente viene del
neerlandés “el que captura el botín” o “embarcación ligera”. La palabra sirvió para designar a
aquellos piratas que atacaban barcos de diversas procedencias y habitaban particularmente en
Jamaica y la Isla de la Tortuga (al extremo noroccidental de La Española). Los filibusteros
acarrearon con la curiosa contradicción de haber sido piratas de múltiples nacionalidades
organizados en sociedades que tenían sus propios códigos de conducta, hasta el punto de
haber formado la curiosa asociación con el pomposo nombre de Cofradía de los Hermanos de
la Costa. A partir de 1650 se convirtieron en la punta de lanza de las naciones europeas en sus
aspiraciones coloniales.

Los filibusteros fueron hábilmente aprovechados y domesticados por Inglaterra, Francia y los
Países Bajos. Prueba de ello sería que una vez asegurado el dominio de las islas, las potencias
rivales de España convirtieron a estos piratas en agricultores y comerciantes, fomentando una
relación colonial y no de depredación. Los filibusteros se desarrollaron con un “sentido de
identidad residual” hacia sus países de origen al ayudar a la consolidación de los dominios no
españoles en las Antillas

Robert Ritchie propone tres categorías fundamentales de piratería que van más allá de la
distinción que otorga la patente de corso: piratería sancionada oficialmente, con el apoyo
abierto o disimulado a los ladrones de mar; piratería comercial, dividida en dos secciones:
cuando los mercaderes y negociantes invertían en empresas piráticas y cuando la piratería
hacia parte de las actividades primordiales de una comunidad y era parte vital para su
sostenimiento, y merodeadores, que eran simplemente piratas europeos que vagaban. Hacer
esta diferenciación entre clases de piratería es vital puesto que los piratas y corsarios tuvieron
su cuota de participación tanto en la repartición del mundo y del mercado como en la
definición de las primitivas formas del derecho internacional. Los demás estados europeos
pronto comenzaron a combatir estas pretensiones de dominio, para lo cual hicieron uso de los
piratas en repetidas ocasiones.

Los ladrones de mar sí ayudaron a que buena parte de los metales americanos fueran hacia
otras partes de Europa. Además, lograron socavar el control territorial hispánico, creando
puntos de penetración en zonas inmediatas a la riqueza, llevando a una redefinición del
espacio atlántico. Desde un principio la piratería estuvo íntimamente asociada con el
contrabando. Para los colonos americanos, desde mediados del siglo XVI (cuando el monopolio
de la Casa de Contratación estaba consolidándose, y por tanto mostrando sus límites), y en el
siglo XVII, los contrabandistas eran unos facilitadores en la adquisición de manufacturas.
España, un Estado que para ese siglo era ya débil económica y políticamente, no podía
proporcionarlas, por lo que entraron a la escena con más fuerza los comerciantes holandeses,
ingleses y franceses.

El mercado interno americano, por más primitivo y fragmentado que fuera, era una parte
esencial para que los metales pudieran seguir su camino hacia Europa. El comercio “directo”
(es decir, que no pasaba por los controles de Sevilla) se consolidó lentamente como una
manera más sencilla de apropiarse de los caudales americanos. Pérotin-Dumon plantea que
19

una de las razones del surgimiento de la piratería radicaba en una respuesta a los intentos por
parte de los poderes estatales de ejercer un control exclusivo de las rutas comerciales; de tal
Página

modo, los contrabandistas prosiguieron por la vía armada la búsqueda del beneficio. El uso de
la violencia es el elemento diferenciador entre estas dos actividades subrepticias.
El término piratería comercial es lo suficientemente amplio como para poder abarcar a
aquellos contrabandistas que además aprovechaban las oportunidades que tenían para robar.
Esta condición dual se fue deslizando hacia el contrabando puro a lo largo del siglo XVII y llegó
a su mayor auge en el XVIII, cuando ya era un hecho que las colonias requerían productos que
para la metrópoli era imposible suministrar. La gran mayoría del comercio de América, hacia
finales del siglo XVII, no pertenecía ya a los españoles, sino a los comerciantes extranjeros que
mediante distintos métodos se las ingeniaban para burlar las medidas de la Casa de
Contratación. De ese modo se establecieron circuitos de contrabando enfocados en drenar los
metales de los reinos hispánicos hacia otros lugares de Europa, sobre todo hacia el norte.

Dentro de estos circuitos: se encontraba uno de los capítulos más infaustos y lucrativos de la
historia moderna: el tráfico trasatlántico de esclavos africanos que a la postre fortaleció la
posición hegemónica de Inglaterra y su comercio triangular: cambiar manufacturas por
esclavos y materias primas en las costas de África; llevar esclavos y manufacturas a América y
cambiarlos por metales preciosos y materias primas, y, finalmente, devolver los beneficios a
Inglaterra, el vértice del triángulo que se llevaba “la parte del león”.

Un escenario similar puede verse de nuevo a comienzos del siglo XVIII, cuando la guerra de
Sucesión Española generó un deterioro de las comunicaciones entre la península y sus
dominios ultramarinos, lo cual permitió profundizar el aprovechamiento del mercado
americano por otros Estados europeos. Esta situación que obligaba a abandonar unas zonas
por proteger otras, se encuentra íntimamente relacionada con las políticas defensivas del
imperio. Puede afirmarse que aunque no fue una amenaza real para todo el espacio caribeño
español, la piratería permitió que buena parte de los recursos se desviaran hacia actividades
netamente defensivas, a la vez que su estrecha unión con el contrabando permitió que se
establecieran rutas directas de comercio que dejaron por fuera a España de sus propios
dominios.

II

Lucena divide el panorama general así: una época inicial de contrabando y asaltos poco
coordinados (1521-1568); el periodo de los corsarios en toda regla, ingleses y holandeses,
donde ya se ve el elemento religioso de las luchas entre protestantes y católicos (1569-1621);
un momento de piratería libertaria, de los bucaneros (1622- 1655); la época del filibusterismo
(1656-1671), y el periodo del fin del filibusterismo y de toda piratería extensiva (1672-1722).
Lane no distingue tantos acontecimientos específicos, sino tendencias generales, lo cual ayuda
a ilustrar las distintas clases de estos ladrones de mar. Analizando estas tendencias generales:
puede verse que fueron los franceses quienes dominaron durante la primera mitad del siglo
XVI y a las recién creadas poblaciones costeras del Caribe, en medio de las hostilidades entre
España y Francia

Vemos que las actividades de los ingleses en esta época se pueden dividir en un periodo inicial
de contrabando y tráfico de esclavos (1558- 1568) es la época de los inicios de Hawkins y otros
contrabandistas piratería libre (1568-1585), y la época de los corsarios isabelinos durante la
guerra anglo- española de 1588-1604. Los holandeses entraron al escenario desde la revuelta
de 1566 en los Países Bajos, y durante toda la guerra de los Ochenta Años (1568-1648) se
utilizaron diversos medios para debilitar a los españoles. Con la Tregua de los Doce Años (1609-
20

1621), se reconoció la independencia de las Provincias de los Países Bajos, que retomaron sus
Página

ataques con violencia tras el establecimiento de su Compañía de las Indias Occidentales.


Desde mediados del siglo XVII, cuando las potencias europeas ya tenían colonias fijas en el
Caribe, la dinámica cambió los piratas respondían más claramente a propósitos de Estado. El
desafío territorial, como el comercial, era palpable. La amplitud del Caribe se mezclaba con la
falta de interés de los españoles por aquellas “islas inútiles”, lo cual creó un espacio propicio
para la penetración del Imperio: durante la primera mitad del siglo XVII fue cuando más
crecieron las incursiones de otros colonos europeos en América, empezando por los ingleses
en la Virginia (1607) e ingleses y franceses en San Cristóbal en 1624.

En 1655 los ingleses lograron la conquista definitiva de Jamaica y comenzaron a tratarla como
colonia, tanto así que en 1670, en el Tratado de Madrid, España reconoce la soberanía inglesa
sobre la isla. mientras las colonias estaban en su periodo de consolidación sirvieron como
bases para los ataques a las posesiones españolas y un puerto seguro para que los ladrones de
mar dilapidaran lo obtenido. La agonía de los filibusteros comienza en 1672 (España e
Inglaterra firmaron la paz en 1670), al desatarse la represión desde la mismísima Jamaica. No
fue una persecución absoluta, porque se otorgaron numerosas amnistías, pero los piratas
ingleses se convirtieron a otras profesiones o se desplazaron a otros lugares del mundo. Desde
1689 los filibusteros franceses fueron utilizados y fomentados para sostener la política de
agresión de Luis XIV, que se encontraba en guerra con Holanda, Inglaterra y España al mismo
tiempo.

Con la firma de la Paz de Ryswick Luis XIV pasó a defender los intereses españoles. Así, durante
la guerra de Sucesión Española, los filibusteros franceses lucharon al lado de los españoles en
el Caribe contra los corsarios holandeses de Curazao. Durante el primer cuarto del siglo XVIII la
piratería se encontraba en un lento pero inexorable proceso de extinción, reduciéndose a
ocasionales golpes de mano en los dominios españoles. Una vez establecido definitivamente
en América, fue significativo que muchos piratas fueran juzgados por herejes, no por ladrones.
Como se ha dicho, no deja de ser irónico que al final aquellas coronas que en un principio
patrocinaron sus actividades, para lo cual desarrollaron incluso argumentos jurídicos en contra
del mare clausum y de la supuesta maldad de los españoles, fueran quienes se encargaran de
exterminarlos cuando dejaron de serles útiles y decidieron dedicarse a la explotación de sus
respectivas colonias.

III

Puede que el dominio español de América fuera frágil, pero aún imponía cierto respeto a sus
enemigos. Son conocidas dos de las políticas de defensa americana, que, combinadas, lograron
dar cierta protección a los caudales americanos. La primera de ellas fue la normativa que
instauró un sistema de apoyo mutuo, concebido hacia mediados del siglo XVI bajo la forma de
los sistemas de flotas y galeones periódicos y la prohibición de la navegación de navíos sueltos,
que persistió hasta el siglo XVIII. En realidad, en la flota de Tierra Firme era la Armada de la
Carrera la que acompañaba el convoy, pero debido al tipo de embarcaciones que la componían
en su mayoría, llegó a conocerse comúnmente con el nombre de galeones.

Esta protección extra se debía a que este grupo de embarcaciones tenía que ir hasta Nombre
de Dios o Portobelo para embarcar la plata proveniente del Perú que se pasaba a través del
istmo de Panamá. La flota de Nueva España contaba únicamente con la protección de las naves
capitana y almiranta, que se formaban a la cabeza y a la retaguardia del convoy,
21

respectivamente. Una vez llegaban a los puertos de destino, desembarcaban las mercancías
Página

que iban a ser vendidas en las colonias (artículos de toda clase para cuyo suministro los vecinos
dependían de la metrópoli) y cargaban los metales preciosos y artículos como tintes, azúcar,
perlas o especias. Por supuesto, el cuidado especial era para el oro y la plata de México y Perú.
Para aprovechar las mejores condiciones climáticas, las flotas partían de España en marzo o
abril, y los galeones, en agosto o septiembre y las armadas se reunían en La Habana para
emprender el viaje de regreso a Sevilla.

Una respuesta interesante, aunque tardía, fue la creación de armadas y armadillas destinadas
específicamente a la salvaguarda del Caribe, cuando a mediados del siglo XVII la Armada de
Barlovento y del Seno Mexicano se organizaron para proteger las rutas, precisamente desde las
islas de Barlovento hasta Veracruz. Lo que más atraía la atención de los enemigos de España
eran los metales preciosos, era el viaje de vuelta hacia España el que más peligros llevaba; pero
como con mucha dificultad los piratas podían reunir la fuerza suficiente para atacar un convoy
armado.

La recolección de la avería se arrendó en varias ocasiones, aunque las dificultades continuaron


y después de 1641 se declaró que en vez de pagar un impuesto que dependiera del valor, los
mercaderes indianos debían pagar una contribución fija. Al igual que con los situados, era una
de las formas indirectas en que la piratería y la inseguridad obligaban al desvío de recursos
económicos para la defensa. La segunda gran política de defensa en América consistió en la
fortificación (comenzada hacia fines del siglo XVI) de los puertos más importantes en términos
estratégicos y económicos, no sólo construyendo guarniciones y baterías de defensa, sino
completos sistemas fortificados en la ciudad. Hay que tener en cuenta también que los costos
defensivos muchas veces eran cargados sobre las espaldas de los vecinos, bajo la forma de
impuestos Esta situación corresponde a la renuencia a mantener una armada profesional “más
allá de la línea” (del trópico que separaba al resto del mundo de las posesiones ibéricas) por
sus altos costos y por otras condiciones complejas no haber sido una política de defensa
integral, pero, en combinación con el sistema de flotas, ofreció protección a las posesiones
ultramarinas de un imperio empobrecido desde finales del siglo XVI.

IV: Los lugares

Dentro del contexto del Caribe, Cartagena tenía una posición privilegiada. El emplazamiento en
sí mismo era apropiado para la defensa debido a la ventaja de la bahía, que proporcionaba una
barrera de protección natural para sus puertos; su clima no era tan malsano para los europeos
como podía llegar a serlo el de Panamá (el problema de la falta de agua corriente en
Cartagena, que sólo se resolvió entrado el siglo XX, fue opacado por las demás
consideraciones). A partir de este lugar era posible el dominio de una gran parte del Caribe,
pues desde allí se podía proteger la zona del Darién, por donde la plata del Perú cambiaba de
océano. De este modo, la ciudad se convertía en una bisagra de comunicación entre el Pacífico
y el Caribe que era vital para el sostenimiento del esquema de extracción y traslado de la plata.

Desde 1574, con ratificaciones en el siglo XVII, la ciudad era uno de los escasos puertos
autorizados para el tráfico de esclavos en América. Era obvio que una plaza con semejantes
condiciones iba a atraer la atención de los interesados en apropiarse de los tesoros españoles,
por lo cual debía ser protegida. Luego de haber sobrellevado varios ataques hacia finales del
siglo XVI la iniciativa de fortificar las ciudades más vulnerables de las zonas del Caribe se puso
en marcha. Aunque dicha iniciativa comenzó durante el reinado de Felipe II, se extendió
durante dos siglos, en el intento de la Administración de adaptarse a las dificultades defensivas
22

que iban surgiendo.


Página
Por otro lado, las actividades comerciales en el resto del área no eran demasiado diversas.
Santa Marta un punto de tránsito hacia el interior, debió resistir en varias ocasiones los ataques
de los indios de la sierra; una vez éstos fueron dominados quizás

habría sido posible cierto desarrollo de tipo agrícola, dada la fertilidad de su hinterland (que
bien atraía a piratas para recoger leña, frutas y hacer aguada), y de un puerto de buen calado
con cierta facilidad para su defensa. Sin embargo, este puerto no era tan amplio ni con tantas
ventajas tácticas por lo cual la ciudad se dejó relativamente mal defendida. Quizás el hecho
mismo de la cercanía de Cartagena provocó este descuido oficial, pues a los ojos de la Corona
es probable que no se justificara el gasto de mantener dos ciudades fortificadas tan cercanas.
Por último, existen también elementos y lugares que se escapan a la dinámica de las ciudades
consideradas importantes, pero que precisamente por ser espacios subordinados y casi vacíos
podían constituirse en “puertas traseras” que permitían el acceso hacia el interior o incluso a la
codiciada mar del Sur, el océano Pacífico. Algunas de estas zonas eran particularmente
selváticas, lo cual hacía difícil establecer poblaciones permanentes, de modo tal que permitían
el tránsito de estos enemigos de España.

Es el caso de la Guayana en varias ocasiones se solicitó ayuda a Santafé. Más cerca de las
actuales fronteras se encuentra el golfo de Urabá. Allí aún son claras las posibilidades de
acceso por vías fluviales hacia el interior y hacia la zona del Darién, aunque probablemente las
posibilidades de riqueza estuvieran más en la imaginación de quienes emprendían tales
aventuras que en la realidad. La dominación del siglo XVIII sería también incompleta, debido a
que ya para entonces sus rivales les habían arrebatado — ayudados por miles de piratas,
corsarios y filibusteros— parte de sus terrenos y parte de su dominio económico. Finalmente,
sus zonas de mayor operación fueron, en un principio la zona atlántica de Canarias buscando
asaltar las flotas que iban a España y luego fue la zona del Caribe (MAYORMENTE PANAMA,
COSTA DE LA ACTUAL VENEZUELA Y COLOMBIA, CUBA Y VERACRUZ) y del Pacífico (CHILE, LIMA,
QUITO, NUEVA ESPAÑA).

Salmoral – La flota de indias


Fueron el mecanismo de funcionamiento del monopolio comercial español en América y
constituyeron la esencia de la denominada Carrera Indias. Este sistema comenzó en 1561,
subsistiendo hasta 1778, siendo reemplazado por el Reglamento de Libre comercio, con el que
la Monarquía española intentó mantener el monopolio comercial.

La creación del sistema: se creó con la necesidad de defender los buques mercantes españoles,
que iban o venían de Indias, de los ataques corsarios. Se recomendó que a partir de entonces
los buques procurasen viajar reunidos para defenderse mejor de un posible ataque. La
advertencia sirvió de poco, dada la tendencia española a hacer caso omiso a las prédicas
gubernamentales, y en 1543 se ordenó que los mercantes que hacían la Carrera de las Indias
fueran siempre juntos, reunidos en dos flotas, que saldrían de España en marzo y septiembre,
siempre escoltados por un buque de guerra, armado a costa de la tasa de avería.

Una vez en el Caribe cada mercante marcharía a su puerto respectivo, mientras que el buque
de guerra se dedicaría a perseguir a los piratas, tomando La Habana como base. Al cabo de tres
meses todos los mercantes se reunirían en La Habana con el buque de guerra y emprenderían
23

el regreso a España. Una vez en el Caribe uno de ellos acompañaría a los mercantes destinados
a Tierra firme, otro a los que iban a Santo Domingo, y los dos restantes custodiarían la flota que
Página

iba a México.
Negocio de la plata: Las cosas cambiaron desde mediados del siglo XVI, cuando los
cargamentos aumentaron su valor, por el descubrimiento de la mina de Potosí en 1545, que
desembocó, luego de la aplicación con éxito del procedimiento de amalgamación, en la
producción masiva de plata que había que transportar a España a través de la frágil ruta del
Océano Atlántico. Los navíos españoles llevaban el cargamento más valioso por unidad de
peso: la plata, que, a excepción del oro, les redituaba en el mejor negocio del mundo. Esta
rentabilidad se volvió contra la potencia que lo controlaba, porque además de los riesgos que
representaba la navegación atlántica por los fenómenos naturales, apareció con fuerza la
piratería.

Por estos motivos la Corona decidió organizar bien el sistema. Se configuró así un circuito
comercial completo, de ida y vuelta, que consistía en llevar a Indias manufacturas extranjeras y
algunos productos alimenticios usados en la dieta urbana (vino, aceite, pasas, etc.) y traer de
ellas la plata. Dos flotas para indias: Se determinó enviar dos flotas anuales, una al Virreinato
del Perú, y otra al de Nueva España (México). La real Cédula del 10 de julio de 1561,
complementada tres años después, estableció que se organizarían en la costa andaluza y
partirían desde Sevilla, custodiados por la Armada Real haciéndoles escolta y guarda y traiga el
tesoro nuestro y de particulares.

Por primera vez en la historia, la Armada Real se ponía al servicio de los intereses comerciales,
entendiendo el motivo de ser el Rey el principal beneficiario del tesoro transportado y de los
impuestos de los artículos que se llevaban. El coste de custodiar los mercantes con buques de
guerra se gravaba a la mercancía transportada mediante un impuesto denominado avería que
se prorrateaba sobre el valor de los productos. De aquí que tuviera niveles variables, según el
valor de las mercancías. En 1569 se diferenciaron totalmente las dos flotas: La que iba a
México, con destino final en el puerto de Veracruz, debía partir de España en el mes de abril,
para ser conocida con la denominación de Armada o Flota de nueva España. Por otro lado, la
que iba a Tierra firme, con destino a Nombre de Dios, luego Portobelo, tenía que partir en el
mes de agosto y se la llamo Los Galeones. La Flota y Los Galeones, navegaron juntas algunas
veces, pero cada una de ellas manteniendo su personalidad y mando

Organización y partida: Las normas establecidas fueron ampliamente incumplidas, por lo que
raramente se embarcaba en las fechas estipuladas y tampoco hubo dos flotas por año. La
cantidad de flotas a partir era una cuestión del Consejo de Indias, tras consulta a la Casa de
Contratación. Vemos que los comerciantes buscaban maximizar sus ganancias y solían tener
mal abastecido al mercado americano para subir los precios. Por tal motivo cuando se sabía
que había gran cantidad de productos europeos en América, presionaban para suprimir la
partida de la flota. Esto se fue agravando con el paso de los años y en la segunda mitad del
siglo XVll hubo una flota cada dos años. Se puede afirmar que, para las necesidades
monopolísticas de España a mediados del siglo XVI, fue un sistema insuperable. El error de la
Corona consistió en no advertir que lo que resultaba beneficioso para cubrir las necesidades
suntuarias de cien mil españoles en América, ya no lo era unos siglos después para
aproximadamente cuatro millones de criollos, mestizos y mulatos que poblaban en Nuevo
Mundo.

Una vez que el Consejo autorizaba la flota, se le notificaba a la Casa y ésta a los cargadores. Lo
24

primero que se hacía era fijar el número de toneladas que se consideraban necesarias para
satisfacer la demanda del mercado americano, cosa que decidía una Junta de comerciantes y
Página

cosecheros andaluces. sí bien el Consejo podía rectificar la propuesta. Del total de toneladas
disponibles se reservaba un tercio para los comerciantes gaditanos, que participaban así
legalmente del monopolio sevillano. El resto se dividía en otras tres partes: 2/3 para los
comerciantes y 1/3 para los cosecheros.

Los buques: Se diferenciaban los buques de guerra y los buques mercantes. Los primeros
conformaban la Armada de Guardia, y eran la Capitana y la Almiranta. Durante el siglo XVll fue
frecuente que la flota solo llevara el acompañamiento de dos únicos buques de guerra. Por el
lado de los buques mercantes debían ser nuevos y con más de 300 toneladas, sin embargo no
era fácil conseguir buques nuevos, y fue frecuente emplear los viejos en un par de viajes, para
luego ser desguazados en América. Los buques de la Carrera de Indias se construían por lo
general en los astilleros americanos de Cuba, Panamá o Veracruz. Las flotas se
complementaban con los llamados navíos de aviso, que eran embarcaciones muy ligeras,
encargas de dar aviso en América que la flota estaba a punto de partir.

La carga y los registros: La Casa de Contratación se encargaba de registrar todo lo que se subía
a bordo, como también efectuaba un registro de los pasajeros. La carga habitual para América
eran manufacturas extranjeras telas. sedas españolas y productos agrícolas peninsulares. La
necesidad de encontrar rentabilidad a tales productos fue derivando hacia un comercio de lujo,
resultó así un negocio de artículos innecesarios, de los que podía prescindir fácilmente la
sociedad colonial americana, como lo demuestra el hecho de que no tuviera problemas de
subsistencia cuando faltaron tales flotas durante diez, quince y hasta veinte años. La Corona
estableció el monopolio del comercio del azogue, de vital importancia para el beneficio de la
plata americana, que enviaba desde España hacia México, dado que el Perú se autoabastecía
gracias a la mina de Huancavelica. A lo anterior cabe añadir algunas otras mercancías
frecuentes, como el hierro vizcaíno y los pertrechos de guerra, que se enviaban con destino a
las guarniciones militares.

Los impuestos eran la verdadera razón de ser del monopolio y la causa principal por la que el
sistema se extendió tantos años. Se cobraba infinidad de ellos. Aparte de la avería estaban los
de alcabala, almojarifazgo, visitas y registros, palmeo, tonelada, San Telmo, etcétera.

La travesía: las flotas abandonaban el litoral peninsular y empezaba su singladura por el


llamado Mar de las Yeguas, que era la parte del océano existente entre San Lúcar y Canarias. El
viaje era muy lento, los navíos iban repletos de carga. Los más pesados imponían su andar al
resto de la flota. La travesía resultaba por ello extraordinariamente larga, lo que obligaba a
llevar mucha bebida y alimentos para los tripulantes. Frecuentemente se tardaban hasta dos
meses y medio en una carrera que un navío ligero podía cubrir en sólo tres semanas. Desde
Canarias la flota se adentraba en el denominado Mar de las Damas, porque se decía que hasta
las mujeres podían gobernar allí las embarcaciones, dadas las condiciones ideales de
navegación. El Mar de las Damas se atravesaba en un mes, al cabo del cual se alcanzaba
usualmente la isla Dominica, donde se hacía una pequeña escala. Se bajaba a tierra y se hacían
grandes comilonas. La recalada era breve, pues había que proseguir para Veracruz o para
Nombre de Dios, y esto representaba otro mes más de viaje.

El arribo las ferias: La flota de la Nueva España enfilaba desde la Dominica hacia Veracruz. Por
el camino se iban desprendiendo de la misma los buques con destino a Honduras, Puerto Rico,
Santo Domingo y Cuba. La flota de Los Galeones por su parte ponía rumbo a Cartagena,
dejando en la travesía algunos mercantes que se dirigían a Margarita, La Guaira, Maracaibo y
25

Riohacha. En Cartagena se hacía una larga escala de dos semanas, porque era necesario
Página

descargar la mercancía destinada al Nuevo Reino de Granada, que usualmente representaba el


25% de toda la que se llevaba a Tierra firme. Luego se proseguía a Nombre de Dios. La cual fue
sustituida por portobello.

En el puerto todo era bullicio cuando había empezado la feria. Duraba al menos dos semanas y
usualmente un mes. La de Portobelo se celebraba durante 45 días. A ella acudían no sólo los
comerciantes con la plata, sino gentes de todos sitios para comprar o vender. Los precios se
disparaban y cualquier chamizo se pagaba a precio de oro. Las autoridades instalaban por ello
alhóndigas, con artículos de primera necesidad a unos precios asequibles, pero se especulaba
con todo y en todos sitios; en las calles, en las plazas y en el puerto. Se vendían telas finas de
Holanda, paños de Flandes, mantas de Quito, chicha, vino, aguardiente, ron, fritangas de cerdo
y gallina, tortillas de maíz, caza. Las ferias tenían su contrapartida. Abundaban los pleitos, las
reyertas y no eran raros los homicidios.

La conexión americana y oriental: Los puertos terminales de las flotas eran las vías de conexión
con una complejísima red americana configurada sobre los dos océanos, que se prolongaba
sobre el Pacífico hasta el oriente. Por ellos las flotas de Indias transportaban mercancías
procedentes de cuatro continentes. Si a esta gran red comercial se le agrega la trata de negros,
se puede establecer que los comerciantes españoles manejaron un verdadero negocio
mundial.

La intercomunicación oceánica: Las flotas auxiliares eran tres: la del Caribe y dos en el Pacífico
meridional y septentrional. Estas últimas movían unos circuitos comerciales que se internaban
hasta el Río de la Plata y Filipinas. Todo el engranaje descansaba en los puntos de enlace de las
flotas, que eran los terminales de Cartagena, Portobelo y Veracruz para la negociación con el
Caribe, y los de Acapulco y Panamá, para el comercio con el Pacífico y el Oriente. La
comunicación entre Veracruz y Acapulco se realizaba a través de un larguísimo camino que
atravesaba México de costa a costa y llegaba hasta la misma capital del país. La comunicación
de Paraná con portobello se efectuaba por medio de un camino llamado de cruces que
desembocaba en el rio changres una vía transístmica, paralela a lo que hoy es el Canal de
Panamá, y constituía un verdadero cuello de botella del comercio. Por él pasaba
necesariamente toda la plata peruana

La flota subsidiaria: eran de pequeño o mediano tonelaje y estaban formadas por buques
construidos en el Nuevo Mundo. La del Caribe procedía principalmente de astilleros cubanos y
cartageneros. La del pacifico de los mexicanos y quiteños. La flota americana del Caribe era
enorme y se componía de embarcaciones pequeñas que enlazan numerosos puertos de las
islas de Centroamérica y mexicanos. Vemos que el Caribe en realidad era un verdadero
Mediterráneo y poseía una red autónoma de producción y consumo que servía de apoyo a las
flotas metropolitanas. Durante los primeros años le proporcionó renglones de escasa
importancia para la exportación a Europa, pero esto fue cambiando con el transcurso de los
años y en el siglo XVIII le suministraba productos muy cotizados, como el cacao, el azúcar, el
tabaco, el añil, el algodón y los cueros. La flota del Caribe los colocaba en los puntos clave
donde tocaban las flotas y entraban así en los circuitos internacionales.

La existencia de dos flotas americanas en el Pacífico obedecía a los intereses metropolitanos,


que trataban de cortar la comunicación entre los dos virreinatos, para evitar la existencia de un
circuito interno ajeno al control estatal, así como la fuga de plata hacia el Oriente. La frontera
26

entre ambas estaba a la altura de Panamá. La flota del Pacífico septentrional tenía su centro en
Página

Acapulco, a donde llegaban los productos de Guatemala, El Salvador y Nicaragua (puertos de


Acajutla y Realejo), pero su verdadero negocio era el Galeón de Manila.
La flota del Pacífico meridional tenía su base en El Callao, y se denominaba Armada del Sur.
Hacía la ruta El Callao-Panamá, con escalas en Trujillo y Paita. En este camino se le unía el
llamado navío del oro, que venía de Guayaquil con los caudales del reino de Quito. Esta flota
transportaba la plata de Potosí, llevada anteriormente a El Callao desde el puerto de Arica, así
como los caudales del reino de Chile, que habían arribado procedentes de Valparaíso. En
realidad, la Armada de la Mar del Sur recogía todo el negocio y tesoros de Suramérica, a
excepción de los de Tierra firme (Venezuela y Colombia) y los conducía a Panamá para su
trasvase a Portobelo. La Armada de la Mar del Sur regresaba luego con las mercancías
europeas hacia el Perú, pero solía descargar pasajeros y hasta artículos en Paita, ya que las
corrientes contrarias le obligaban luego a adentrarse en el océano, dando un largo rodeo para
alcanzar finalmente El Callao.

Ante el temor de que la plata del Perú cayera en manos de piratas se procuró que la Armada de
la Mar del Sur se sincronizara con la flota de Los Galeones. De aquí que cuando se autorizaba la
salida de una flota partía un navío de aviso hacia Portobelo, para que se pusiera en mar. La idea
es que al tiempo que los galeones partían de Cádiz lo hicieran también los buques que llevaban
los tesoros de Chile (Valparaíso), Alto Perú (Arica), Perú (Callao) y Quito (Guayaquil), para
confluir en Panamá al tiempo que la flota alcanzaba Portobelo. De esta forma se haría un
simple cambio de plata por manufacturas a través del Camino de Cruces, pero esto no sucedió
jamás. La plata tenía que permanecer así en el istmo durante meses, expuesta al peligro de un
ataque pirata y, al saqueo sistemático de los comerciantes y autoridades españolas, que
siempre solían mermar su valor considerablemente, empleándola para adquirir mercancía de
contrabando.

Decir que la flota de Los Galeones llevaba a Portobelo las manufacturas que necesitaban los
habitantes del Río de la Plata puede parecer exótico, pero así era en efecto. A esto había
conducido la voracidad monopolista de los comerciantes sevillanos. Las mercancías destinadas
a dicho territorio se transportaban de Portobelo a Panamá, se cargaban luego en la Armada de
la Mar del Sur y se conducían a El Callao o Arica, desde donde eran movidas a lomo de mula
hasta la sierra por uno de los dos caminos alternativos. Una vez en el Alto Perú otras recuas de
mulas las bajaban por Salta, La Rioja y Córdoba hasta el mismo Río de la Plata, condenado por
este artilugio a recibir los artículos más costosos de América a causa de los fletes.
Afortunadamente el Río de la Plata tenía que sostener abierta la ruta hasta el Alto Perú por
necesidad, ya que le servía para exportar su ganado a la zona minera y para importar la plata
que necesitaba su desarrollo económico.

La política de la Corona, que se plegó a los intereses de los comerciantes monopolistas,


consideraba que el Río de la Plata representaba un peligro para la fuga de plata potosina y se
decidió por ello clausurarlo como clave comercial, dejándolo descolgado de todas las
conexiones marítimas hispanoamericanas. Ante las protestas continuas de los porteños, que
manifestaron lo absurdo de tener que recibir lo que necesitaban por una ruta tan poco
funcional (Tucumán-Charcas- Callao-Océano Pacífico-PanamáPortobelo-Atlántico Norte-
Sevilla), se autorizó un navío de permiso al año que iba desde Sevilla a Buenos Aires, pero esto
no satisfizo a los rioplatenses, que siguieron demandando la apertura de su puerto al comercio
atlántico. La situación no se arregló en realidad hasta el siglo XVIII con la creación del nuevo
virreinato.
27

Galeón de manila: fue la prolongación en el Pacífico de la Flota de la Nueva España, con la que
Página

estaba interrelacionado. La conquista y colonización de Filipinas y el posterior descubrimiento


de la ruta marítima que conectaba dicho archipiélago con América. Su primer viaje se realizó el
año 1565 y el último en 1821. La ruta era larga y compleja. Desde Acapulco ponía rumbo al sur
y navegaba entre los paralelos 10 y 11, subía luego hacia el oeste y seguía entre los 13 y 14
hasta las Marianas, de aquí a Cavite, en Filipinas. En total cubría 2.200 leguas a lo largo de 50 a
60 días. Arribaba a América a la altura del cabo Mendocino, desde donde bajaba costeando
hasta Acapulco. Lo peligroso de la ruta aconsejaba salir de Manila en julio, bien podía
demorarse hasta agosto. Después de este mes era imposible realizar la travesía, que había que
postergar durante un año. El tornaviaje demoraba cinco O seis meses y por ello el arribo a
Acapulco se efectuaba en diciembre o enero. Aunque se intentó sostener una periodicidad
anual, fue imposible de lograr.

El éxito del Galeón de Manila era la plata mexicana, que tenía un precio muy alto en Asia, ya
que el coeficiente bimetálico existente la favorecía en relación al oro. Digamos que en Asia la
plata era más escasa que en Europa. Esto permitía comprar con ella casi todos los artículos
suntuosos fabricados en Asia a un precio muy barato y venderlos luego en América y en Europa
con un inmenso margen de ganancia. La feria de Acapulco se reglamentó en 1579 y duraba un
mes por lo regular. En ella se vendían los géneros orientales y se cargaba cacao, vainilla, tintes,
zarzaparrilla, cueros y, sobre todo, la plata mexicana contante y sonante que hacía posible todo
aquel milagro comercial.

La mercancía introducida en América por el Galeón de Manila terminó con la producción


mexicana de seda y estuvo a punto de dislocar el circuito comercial del Pacífico. La refinadísima
sociedad peruana demandó pronto las sedas, perfumes y porcelanas chinas, ofreciendo
comprarlas con plata potosina y los comerciantes limeños decidieron librar una batalla para
hacerse con el negocio. A partir de 1581 enviaron directamente buques hacia Filipinas. Se
alarmaron entonces los comerciantes sevillanos, que temieron una fuga de plata peruana al
Oriente y en 1587 la Corona prohibió esta relación comercial directa con Asia. Quedó entonces
el recurso de hacerla a través de Acapulco, pero también esto se frustró, los negociantes
sevillanos lograron en 1591 que la Corona prohibiera el comercio entre ambos virreinatos.
Naturalmente los circuitos comerciales no se destruyen a base de prohibiciones y el negocio
siguió, pero por vía ilícita.

A fines del siglo XVI México y Perú intercambiaban casi tres millones de pesos anuales y a
principios de la centuria siguiente el Cabildo de la capital mexicana calculaba que salían de
Acapulco para Filipinas casi cinco millones de pesos, parte de los cuales venía del Perú. Esto
volvió a poner en guardia a los defensores del monopolio sevillano, que lograron imponer
restricciones al comercio con Filipinas. A partir de entonces se estipuló que las importaciones
chinas no excediesen los 250.000 pesos anuales y los pagos en plata efectuados en Manila
fuesen inferiores a medio millón de pesos por año. Todo esto fueron incentivos para el
contrabando, que siguió aumentando. En 1631 y 1634 la monarquía retiró la prohibición de
1591 de traficar entre México y Perú, cosa que por lo visto habían olvidado todos. Hubo
entonces que recurrir a utilizar los puertos intermedios del litoral pacífico, como los
centroamericanos de Acajutla y Realejo, desde donde se surtía cacao de Soconusco a Acapulco,
de brea al Perú y de mulas (de la Cholulteca hondureña), zarzaparrilla, añil, vainilla y tintes a
Panamá, lo que encubría en realidad el tráfico ilegal entre los dos virreinatos.

El torna viaje: Una vez realizada la negociación, los mercantes de ambas flotas, la de Nueva
28

España y la de Tierra firme, debían dirigirse hacia La Habana, donde les esperaban los buques
de guerra de escolta. Desde allí se emprendía el viaje de regreso a España. Había que partir
Página

antes del 10 de agosto, ya que en caso contrario sobrevendría un desastre en el Canal de la


Bahamas. Si para esa fecha no había logrado prepararse el tornaviaje, se retrasaba hasta el año
siguiente. En tal caso se procedía a descargar la plata para almacenarla en los fuertes. El
tornaviaje era mucho más peli- groso que la venida, aparte del riesgo de huracanes y
temporales estaba el peligro de la piratería, que aumentaba en consonancia con el valor de la
carga que se transportaba; el tesoro real y las remesas comerciales.

Desde La Habana se dirigían al Canal de la Bahamas. Era la vieja ruta del piloto Alaminos entre
Cuba y La Florida.. Pasado el Canal se enrumbaba hacia Europa. El peligro corsario y pirata
aumentaba al llegar a las Azores. A veces se enviaban buques de guerra de refuerzo a estas
islas, para esperar la llegada de las flotas. Desde las Azores se dirigían a Portugal. No era rara
una recalada en el Algarve para descargar el contrabando. Finalmente se alcanzaba el suroeste
español y por último a San Lúcar, desde donde los galeones comenzaban a remontar con
dificultad el Guadalquivir para llegar al puerto fluvial de Sevilla, ciudad que tuvo el monopolio
comercial de Indias hasta entrado el siglo XVIII.

Vemos que la Corona tuvo siempre miedo de que se perdiera plata americana si se abrían otros
puertos peninsulares a la Carrera de las Indias y además le resultaba más cómodo controlar
ésta desde un solo terminal, motivos por los cuales favoreció los intereses de la ciudad
andaluza, que se convirtió gracias a las flotas en una de las más importantes de Europa. El
aumento del tonelaje de los buques fue convirtiendo a Sevilla en un puerto inútil para el
comercio indiano, ya que impedía la subida por la barra del Guadalquivir. En 1680 se decidió
que los galeones partieran y llegaran a Cádiz, puerto que tenía mejores condiciones para esta
negociación atlántica. El sistema fue siendo cada vez más lento. En el siglo XVII la mercancía
procedente del Pacífico tardaba un año en llegar a España y dos la que venía de Filipinas.
Normalmente el viaje de ida y vuelta de España a México llevaba un año, había que contar con
la espera motivada por la formación de las flotas.

Casi siglo y medio duró la decadencia del sistema de flotas; la mayor parte de su existencia.
Desde la tercera década del siglo XVII empezó a dar señales de ineficacia y a fines de dicha
centuria era evidente su falta de operatividad. A comienzos del siglo XVIII se hicieron varios
intentos por resucitar las flotas, pero todo fue inútil. Desde 1740 no hubo ya más flotas a Tierra
firme y sólo algunas a Nueva España. El parte de defunción de las flotas se firmó en 1778
cuando se dio el Reglamento de Libre Comercio.

La lenta agonía del siglo XVII:

La agonía del sistema de flotas comenzó tan pronto como dejaron de transportar los dos
artículos claves que Justificaban su existir: la plata americana y los artículos suntuosos para los
criollos. Las remesas de metal argentífero empezaron a decrecer desde 1620 y llegaron a
restringirse extraordinariamente a partir de mediados del siglo XVII.

Las causas que motivaron esta disminución fueron la crisis de producción minera, reinversión
de los capitales mineros en la agricultura, mayores necesidades administrativas y defensivas o
fuga de numerario a Asia, lo indudable es que las flotas transportaban cada vez menos plata a
su metrópoli. La otra circunstancia fue que España perdió el monopolio de introducir artículos
suntuarios en América, pues aparecieron competidores ingleses, franceses y holandeses, que
los llevaban a mejores precios, ya que no tenían que pagar tantos impuestos, ni los gastos de
las flotas. La inmensa costa atlántica americana se prestaba además favorablemente al
29

contrabando, suministrando infinidad de radas, calas y surgideros en los que era muy fácil
realizar las introducciones ilegales (incluso contaban frecuentemente con la aquiescencia de las
Página

propias autoridades). El contrabando había comenzado a operar bajo tutela inglesa durante la
Segunda mitad del siglo XVI, pero no adquirió dimensiones alarmantes hasta un siglo después,
cuando contó con el apoyo de Jamaica y de las numerosas islas ocupadas en el Caribe por los
franceses, holandeses, daneses y hasta suecos. Desde ellas pudieron suministrar sus
manufacturas europeas a los criollos, sin necesidad de utilizar a los españoles como
intermediarios.

Los monopolistas sevillanos empezaron a distanciar cada vez más las flotas y a restringir sus
arqueos, únicas medidas con las que imaginaron resolver el problema de la competitividad
foránea. No sirvieron para nada, pues mientras más distanciaban las flotas más dejaban el
terreno abonado al contrabando, que seguía inundando el mercado americano. Las flotas
salieron cada dos años, luego cada tres y finalmente cada cuatro o cinco años. El problema fue
peor para la flota de Los Galeones que para la flota de la Nueva España. Durante los últimos 20
años del siglo XVII sólo hubo cuatro flotas a Tierra firme (lo que da una periodicidad promedio
de una cada cinco años) y nueve a Nueva España (2,2 por año).

La Guerra de Sucesión surgida a comienzos del siglo XVIII agravó la situación, durante la misma
las naves francesas negociaron abiertamente en los puertos españoles, amparadas en la excusa
de que pertenecían a una “nación aliada con España. El mercado americano se vio repleto de
mercancía francesa, con la consiguiente alarma de los ¡ingleses, que al aceptar finalmente la
llegada de un Borbón al trono de España impusieron la condición de que se les otorgase el
permiso para negociar con un buque al año, llamado por ello el Navío de Permiso, así como el
monopolio de la trata de esclavos. Estas condiciones, aceptadas por la Paz de Utrecht,
significaron en la práctica un descarado contrabando británico en Hispanoamérica, esta vez
legalizado. El Navío de Permiso se repostaba siempre en alta mar con nuevos géneros que
traían otras naves desde Jamaica, con lo cual se convertía realmente en 10 ó 20 navíos de
permiso. En cuanto a la trata de esclavos fue también utilizada para descargar mercancía, con
el pretexto de que los esclavos necesitaban vestidos y alimentos.

Reformas de Felipe V: trató de restringir el contrabando reorganizando mejor el viejo régimen


de flotas. La acción reformista se inició apenas instalado en el trono de España y su primera
manifestación notable fue acabar con la bicefalia de que Sevilla organizase las flotas y Cádiz las
pusiera en marcha. Felipe V ordenó que la Casa de la Contratación se trasladase a Cádiz, cosa
que se efectuó el 12 de mayo de 1717. Cádiz asumió plenamente -el monopolio de la Carrera
de las Indias que antes tuviera su rival Sevilla. La hegemonía gaditana durará así los últimos 60
años del sistema de flotas.

Otras reformas importantes se dieron a lo largo de los años 1717, 1718 y 1719, que culminaron
en un nuevo reglamento para las flotas, promulgado oficialmente el 5 de abril de 1720 bajo el
nombre de Proyecto para galeones y flotas del Perú y Nueva España y para Navíos de Registro y
Avisos, conocido vulgarmente como el Real Proyecto de 1720. Fue en realidad la expresión de
la política de Patiño.

El Real Proyecto de 1720 pretendió resolver las nuevas necesidades de la metrópoli poniendo
parches al viejo sistema de flotas. Las nuevas necesidades eran dos: dar salida a las
manufacturas de la incipiente industria peninsular y recaudar más dinero para la Real
Hacienda, necesario para toda la política reformista borbónica. Estableció así un régimen
proteccionista de las manufacturas españolas, rebajando sus impuestos hasta un 85 por 100 de
lo que pagaban en 1711 y se aumentaron los que se cobraban a las extranjeras (paños hechos
30

con hilo de Flandes, canela y pimienta, etcétera).


Página

El real proyecto de flotas de 1720: En cuanto al mecanismo de las flotas se pretendió arreglarlo
mediante un funcionamiento más eficaz. La Corona prometía en el prólogo del Real Proyecto
que en el futuro suministraría los buques de guerra necesarios para la escolta de los mercantes
y aseguraba que mantendría rígidamente un calendario para ambas flotas.

La flota de la Nueva España saldría el 1 de junio y la flota de Los Galeones el 1 de septiembre,


sin atender a los reclamos de los comerciantes. Igualmente se reglamentaron las permanencias
de las flotas en Indias. Los galeones debían completar todas sus operaciones en Cartagena y
Portobelo durante un plazo máximo de 50 días. En el tornaviaje no podrían hacer más que una
sola escala en La Habana y de dos semanas de duración. Para cubrir las bajas por enfermedad,
muerte o deserción de los tripulantes se ordenó que cada flota fuera acompañada de un buque
de pequeño calado en el que irían embarcados los suplentes. La primera flota que salió bajo la
nueva reglamentación fue la mandada por el general Fernando Chacón en 1720. Iba a Nueva
España y partió ya con retraso; el 7 de agosto, en vez del 1 de junio que estaba previsto. Llegó a
Veracruz el 26 de octubre, pero no pudo descargar las mercancías a causa del vendaval que
asoló la costa mexicana hasta enero de 1721.

La feria de Jalapa se hizo en febrero, pero no con la rapidez que estaba ordenada. Los flotistas y
los comerciantes novohispanos no pudieron ponerse de acuerdo en los precios y el virrey tuvo
que intervenir para fijarlos. La compraventa se estancó además por otra causa y fue los
comerciantes mexicanos pensaron con muy buen criterio que las prisas obligarían a los flotistas
a vender a menor precio para desembarazarse de lo que habían traído.

En Jalapa se quedó además mucha carga sin vender. Esta experiencia incidió en la orden de
1722 que prohibía la celebración de nuevas ferias en Jalapa. Al año siguiente se ordenaba al
virrey de México que las ferias futuras se hicieran por el método antiguo. Peor fue el caso de la
flota de Los Galeones. Debió zarpar en 1720 pero se retrasó ocho meses, hasta junio de 1721,
con lo que resultó que fueron los primeros galeones que arribaban a Tierra firme desde hacía
14 años. Estaba formada por trece navíos la dirigía don Francisco de Guevara, quien para
acelerar las negociaciones envió desde Canarias un navío de aviso para que la Armada de la
Mar del Sur se pusiese en marcha y condujese rápidamente a Panamá la plata que debía venir
a España. La flota llegó a Cartagena el 5 de agosto de 1721, pero no había rastro de la plata
peruana. En Lima no se iniciaron las conversaciones para preparar la Armada hasta noviembre
de dicho año. Hacía tanto tiempo que no se despachaba tal flota, que nadie sabía ya hacer los
contratos y hubo que buscar los modelos en los archivos del siglo anterior. Luego resultó que
los buques no tenían las condiciones mínimas de navegabilidad y hubo que repararlos. Total,
que la Armada no llegó a Panamá hasta el mes de abril de 1722, ocho meses después del arribo
de los galeones

El fin de los galeones: la destrucción de Portobelo: Lo anteriormente dicho demostraba lo


inoperante del sistema de flotas frente al contrabando y la política de Felipe V se centró
entonces en reprimir éste mediante la vigilancia de las costas americanas. Se dieron numerosas
patentes de corso y se realizaron capturas de buques ingleses, lo que naturalmente molestó al
Gobierno británico. Entretanto arbitristas y comerciantes hicieron infinitos memoriales y libros
proponiendo fórmulas para mejorar el sistema comercial en América. Por su parte, la Corona
intentó una nueva componenda de las flotas en 1735 con la Real Cédula sobre el despacho de
galeones y flotas y método de comezar los residentes en Indias con España. Esta vez no se
estableció ninguna periodicidad anual de las mismas, habida cuenta de la experiencia pasada.
31

Simplemente se estipuló que los galeones saldrían cuando se recibieran las informaciones
favorables desde Lima y que se procuraría que dicha flota llegase a Cartagena al mismo tiempo
Página

que la Armada de la Mar del Sur arribaba a Panamá.


Para la Flota de la Nueva España se fijó un máximo de 3.000 toneladas, más acorde con las
necesidades reales y se ordenó que una tercera parte de las mismas fuera reservada
obligatoriamente a los productos agrícolas españoles. Otra normativa fue la prohibición a los
comerciantes de remitir dinero para sus compras de mercancía, disposición que luego fue
revocada a causa de las protestas que despertó. Serían los últimos galeones que cruzarían el
Océano. En 1738 se celebró la feria de Portobelo, que sería también la postrera de dicho
puerto. La plata peruana, llegada a Panamá en la Armada de la Mar del Sur pocos meses
después del arribo de la flota, no pudo llevarse ya a Portobelo, por temor a un ataque inglés.
Permaneció en Panamá durante varios meses y posteriormente volvió al Perú, aunque bastante
diezmada, como de costumbre. Los obstáculos españoles al contrabando inglés, sumados a la
perspectiva de perder en breve tiempo el Asiento de Negros y el Navío de Permiso condujeron
a la Gran Bretaña a declarar una nueva guerra a España, llamada la Guerra de la Oreja

El almirante Vernon había partido en julio de 1739 hacia Jamaica para desencadenar un ataque
fulminante sobre las colonias españolas. Allí dispuso, en cuanto se oficializó la declaración de
guerra (mes de octubre), que el objetivo fuese Portobelo, terminal de la flota de Los Galeones.
La verdad es que los españoles estaban esperando el golpe, misteriosamente habían
desaparecido todos los buques de la South Sea Company, así como los habituales
contrabandistas ingleses, lo que hacía presagiar el ataque. Por esto precisamente no se
enviaron a Portobelo los 12 millones de pesos que habían arribado a Panamá en la Armada de
la Mar del Sur. Vernon se presentó con sus seis navíos de guerra frente a Portobelo el 2 de
diciembre de 1739 y rindió la plaza sin gran dificultad. Luego se dedicó a destruir
sistemáticamente todas sus defensas, demoliendo los fuertes y echando al mar los cañones.

Portobelo, el viejo terminal de los galeones, había dejado de existir. En 1741 Vernon intentó
completar su obra repitiendo lo mismo en Cartagena, pero fracasó estrepitosamente en el
intento y tuvo que retirarse de la plaza después de haberla sitiado durante varios meses. La
guerra entre Inglaterra y España duró nueve años, hasta 1748. Durante la misma fue imposible
organizar flotas, ya que los terminales fueron destruidos o amenazados. Además, la marina de
guerra española tuvo que ocuparse de la defensa de la Península y no pudo custodiar los
mercantes de la Carrera de las Indias. El comercio con América se realizó por medio de los
navíos de registro, embarcaciones fletadas directamente por los comerciantes quienes a
menudo acompañaban sus cargamentos. Una vez en América procedían a instalarse en algunas
ciudades para vender su mercancía. Esto despertó la hostilidad de los comerciantes mexicanos,
que clamaron por el restablecimiento del antiguo régimen de flotas, en el que al menos tenían
lejos a los competidores peninsulares. Además, no se atrevían a comprar los cargamentos de
los navíos de registro, pues temían que al día siguiente llegara otra embarcación que provocase
una baja del precio de los artículos. Tampoco los comerciantes limeños estaban muy contentos
con el sistema de los navíos de registro. Estos buques eludieron la peligrosa ruta del Caribe,
donde se libraba la guerra y se dirigían al Perú por el cabo de Hornos. Muchos de ellos se
quedaban en Buenos Aire, internando desde allí la mercancía al Alto Perú, desde donde llegaba
a Lima. Las cosas habían cambiado. Ahora eran los peruanos los que recibían las mercancías
por Buenos Aires, en vez de al revés. Los comerciantes limeños pidieron también el
restablecimiento del antiguo sistema de flotas, que habían manejado durante Siglos.

Las últimas flotas


32

Los comerciantes españoles se sumaron a sus colegas mexicanos y peruanos, el sistema de los
Página

navíos de registro les impedía averiguar cómo estaba el mercado americano y especular con los
precios, a lo que estaban acostumbrados. El Consulado de Cádiz secundó así a los de Lima y
México en solicitar el restablecimiento del viejo sistema. En 1750 se firmó la paz con Inglaterra
y el marqués de la Ensenada convocó de inmediato una junta de comerciantes para estudiar la
solicitud formulada por los consulados de restablecer el mecanismo de las flotas. Se decidió
que era urgente enviar la Flota de la Nueva España en 1753 como muy tarde. El caso de Los
Galeones estaba menos claro, pues el mercado sudamericano estaba saturado de género como
consecuencia de los navíos de Registro. Además era necesario reconstruïr antes Portobelo. No
todo era favorable a la restitución de las flotas. En 1743 Campillo había publicado su famosa
obra Nuevo ststema de gobierno económico para la América, en la que abogaba por un
comercio libre entre América y España, opinión que compartían ya muchos ilustrados.
Ensenada se decidió al fin por restablecer el régimen de flotas.

Se organizarían para la Nueva España y con periodicidad bienal, pero no para el Perú. La orden
se dio el 11 de octubre de 1754 y poco después se anunció que la primera flota saldría en
1756. No salió en 1756, pero sí el 11 de febrero de 1757. Hacía más de 20 años desde la
anterior. La feria se hizo en Jalapa y como de costumbre quedó mucha mercancía sin vender.
Para salir de ella hubo que retrasar la partida hasta el 2 de mayo de 1758. Ni el nuevo conflicto
con Inglaterra, ni la toma de La Habana en 1763 por los británicos destruyeron el sistema. En
1765 salió otra nueva flota, mandada por don Agustín de Idiáquez, que transportó 8.013,6
toneladas de géneros y artículos. En ella iba un pasajero ilustre, don José de Gálvez, encargado
de averiguar lo que ocurría en la feria de Jalapa y la forma de mejorarla. La flota cumplió su
cometido y Gálvez el suyo, que fue el de no intentar retocar, ni mejorar, un sistema ya caduco.

El futuro ministro de Indias estaba ya convencido de que lo mejor era el régimen de libre
comercio. Libre comercio que se abría paso ya el 16 de octubre de 1765 cuando se otorgó
como merced real a las islas de Sotavento, Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Trinidad y
Margarita como única fórmula para reactivar su maltrecha economía. Tales islas podían
negociar abiertamente con nueve puertos españoles autorizados. El nuevo método pareció ser
más eficaz. Aún hubo tres flotas más en 1768, 1772 y 1776. Esta fue la última de cuantas se
enviaron a Nueva España y a Indias. La mandó don Antonio de Ulloa y transportó 8.176
toneladas. Las tres encontraron la misma dificultad, que fue vender toda su mercancía, pues
siempre había sobrantes de veces anteriores.

Finalmente, el 12 de octubre de 1778 se dio el llamado Reglamento de Libre Comercio para


América que clausuró el sistema de flotas. No se trataba obviamente de ningún comercio libre,
los americanos seguían obligados a negociar únicamente con su metrópoli, pero al menos se
les liberaba de la obligación de hacerlo con un puerto único de la Península y bajo el dictado de
los comerciantes andaluces. Dos territorios americanos, México y Venezuela, quedaron
excluidos del nuevo sistema, no obstante. El Virreinato, porque aún se quería tenerlo
abastecido por el sistema de flotas y la Capitanía General, porque estaba bajo el control de la
Compañía Guipuzcoana. México no recibió más flotas, sin embargo, en 1779 se declaró otra
nueva guerra con Inglaterra que impidió enviarlas, regresándose al sistema de navíos de
Registro. El 28 de febrero de 1789 se ordenó que tanto México como Venezuela gozaran en el
futuro de los beneficios del Reglamento de Libre Comercio vigente en el resto de América. Las
flotas no resucitarían Jamás.

El rey Carlos III de España, declaró libre el comercio entre los puertos de América y los de
33

España estableciendo que «el monopolio comercial continuará, y las embarcaciones


procedentes de América no podrán atracar en otro puerto que no sea español», declaró un
Página

vocero real. Fue éste, el tercer paso para la liberalización del comercio entre América y España.
En 1765 se había dado el primer paso, abriendo los puertos del Caribe al comercio directo con
España y el segundo, en 1774, permitiendo el libre comercio entre puertos americanos.

En realidad, el “Reglamento de Libre Comercio”, cuyo verdadero nombre era “Reglamento y


Aranceles Reales para el Comercio Libre de España a Indias”, fue promulgado con la intención
de flexibilizar las relaciones comerciales y diplomáticas entre España y América. Constaba de 55
artículos y autorizaba para comerciar a trece nuevos puertos de España (Santander, Gijón, La
Coruña, Sevilla, Cádiz, Málaga, Cartagena, Alicante, Barcelona, Almería, Los Alfaques, Palma de
Mallorca y Santa Cruz de Tenerife) y veintidos de América (La Habana, Cartagena, Montevideo,
Buenos Aires, Valparaíso, Concepción, Arica, Callao, Guayaquíl, Puerto Rico, Santo Domingo,
Montecristo, Santiago de Cuba, Trinidad, Margarita, Campeche, Santo Tomás de Castilla, Omoa,
Santa Marta, Río de la Hacha, Portobelo y Chagres). Establecía también que los dueños de los
barcos y los dos tercios de la tripulación, debían ser españoles, disminuía las contribuciones en
general y las suprimía en casos especiales y rebajaba además los derechos para el comercio de
azúcar, tejidos, metales y otras manufacturas, para fomentar el tráfico entre las colonias
hispanoamericanas.

Este Reglamento dio un notable impulso al comercio entre América y la metrópoli y trajo
grandes beneficios a las colonias de Hispanoamérica, pues aunque España siguió detentando el
monopolio comercial, el comercio con estas colonias facilitó el rápido desarrollo y
afianzamiento de las ciudades de América al estar éstas, más y mejor abastecidas.

Comercio libre sí, pero solamente entre España e Indias

Trascribimos a continuación los considerandos y dos de los artículos de este Reglamento, para
establecer, sin lugar a dudas, la falacia de un “comercio libre” que solo podía realizarse con
España.

“ Y considerando Yo, el Rey, que solo un comercio libre y protegido entre españoles europeos y
americanos, puede establecer en mis dominios la agricultura, la industria y la población en su
antiguo vigor, determiné por decreto de 1765, franquear a varios puertos de esta Península la
navegación a las Islas de Barlovento, que luego se fue extendiendo a otros parajes de América,
con la experiencia de sus ventajosos efectos, hasta que por real decreto de 2 de febrero de este
año, me serví ampliar aquélla a las provincias de Buenos Aires y a los reinos de Chile y el Perú,
cuya contratación hace ya rápidos progresos… He mandado formar un reglamento completo y
dos aranceles de avalúos y derechos (de los productos de España y América que podían
traficarse)…

Artículo 4°. Tengo habilitados en la Península para este libre comercio a Indias los puertos de
Sevilla, Cádiz, Málaga, Almería, Cartagena, Alicante, Alfaques de Tortosa, Barcelona, Santander,
Gui jón y Coruña; y los de Palma, y Santa Cruz de Tenerife, en las islas de Mallorca y Canarias
con arreglo a sus particulares concesiones, er las que únicamente se permite a los naturales de
ellas embarcar en sus Registros las producciones y manufacturas propias de las mismas Islas,
con absoluta prohibición de conducir géneros extranjeros, a menos que vengan sus
embarcaciones a tomarlos en alguno de los puertos habilitados de España.

Artículo 5º. En los dominios de América he señalado igualmente, como Puertos de destino para
las embarcaciones de este comercio, los de San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo y Monte-
34

Christi en la isla Española; Santiago de Cuba, Trinidad, Batabanó, y la Habana en las islas’ de
Página

Cuba; las dos de Margarita y Trinidad; Campeche en la provincia de Yucatán; el Golfo de Santo
Tomás de Castilla y el puerto de Omoa en el reino de Guatemala; Cartagena, Santa Marta, Río
de la Hacha, Portobelo y Chagre en el de Santa Fe, y Tierra Firme; Montevideo, y Buenos Aires
en el Río de la Plata; Valparaíso, y la Concepción en el reino de Chile y los de Arica, Callao, y
Guayaquil en el reino del Perú y costas de la mar del Sur.

3.2.- Mercantilización del espacio americano. Mercado interno colonial y


especialización regional.
Glave – Trajines y mercado interno
El interés por la estructura económico-social del imperio de los incas nos permitió; ver
permanencias del modo andino desde la tercera década del siglo XVI. Pero también la
"desestructuración" (rompimiento). Las estructuras económico-sociales coloniales fueron
resultado de una interrelación de los elementos que se habían o se estaban desarrollando en el
espacio andino y los que los invasores comenzaron a desarrollar en su nuevo orden.

Pease menciona al "sistema español”, el "comercio inaugurado por los españoles después de la
invasión del siglo XVI" o, para desechar cualquier preocupación del lector, el "conocido régimen
comercial introducido, después de la invasión española". Hay una estructura aparentemente
bien estudiada la estructura " española", que la "comercial", mientras el autor referido
concentra su atención en otra estructura, la del "régimen de intercambio restringido andino" o
los "mecanismos andinos de intercambio restringido" que pueden ser usados por los españoles
dentro de esa otra estructura ya conocida.

Dos orientaciones guiarán la reflexión contenida en este artículo:

• Una primera sobre el régimen comercial que se desarrolla en la segunda mitad del siglo XVI
no es tan "conocido”.

• Una segunda, que este régimen no es "español", si con ello se pretende un origen "colonial".

Las cuidades y el espacio económico del sur del virreinato peruano: Se presente un esquema
en donde el mismo se resume en tres niveles de relación.

El eje central ordenador del espacio

Potosí aparece como el "motor" de toda la economía colonial. Vemos que la preocupación por
la salida del mineral hacia la metrópoli fue siempre una constante por eso, otro trabajo del
mismo, nos hizo reorientar recordando que antes de salir, el metal circula al interior del espacio
peruano y que su producción implica toda una amplia red de intercambios. Potosí resultó ser el
eje en torno al cual se orientaron "los esquemas regionales de producción, de migraciones y de
circulación monetaria" que los colonizadores fundaron en el espacio del sur del virreinato. Su
influencia llegó a los más alejados lugares a partir de 1570, con la introducción del azogue y la
fundación del "sistema" toledano.

Los "tratos y contratos" eran permanentes en la vida de esos hombres. La mercancía era la
forma de todo lo que ellos necesitaban para vivir y el trato mercantil fue actividad cotidiana de
todos. Entre Potosí y el puerto de Arica encontramos una primera ruta de la circulación: Una
ruta de ida y vuelta. De ida, el "mineral", iba el azogue de Huancavelica, usado para la
35

extracción de la plata. De vuelta, al puerto, caminaba el mineral extraído de Potosí. En el


Página

puerto nos encontramos con dos circuitos, correspondientes a la entrada del azogue y la salida
de la plata.
Para la entrada del azogue tenemos una ruta de dos momentos. De Huancavelica al puerto de
Chincha y luego, en segundo lugar, de allí al puerto de Arica, por mar. Para la salida de la plata,
también una ruta marítima, entre Arica y el puerto de Lima, el Callao. Lima otro punto central
del eje, era importante como punto de llegada del metal y por su función administrativa: sede
del Virreinato y Audiencia, que cubría junto con la de Charcas, el conjunto del espacio
articulado. Pero no sólo por eso. Por el puerto del Callao llegaba al espacio peruano toda la
mercadería legalmente importada que los mercaderes distribuían en el espacio interior. Arica
se ubica como bisagra del primer eje, otros puntos en el espacio aparecerán como articulados
por la circulación de la mercadería introducida y el retorno de las utilidades. Dos rutas de este
movimiento concluirán el eje central ordenador del espacio. La primera, de Lima hacia
Arequipa, que tiene una doble circulación, por mar y por tierra. La segunda, de Lima hacia el
Cusco y viceversa.

Ciudades y regiones: la organización del espacio del sur:

Cuatro ciudades serán las articuladoras del espacio del Sur: Cusco, Arequipa, La Paz y La Plata.
Sedes de funciones administrativas, religiosas, militares, culturales y económicas. Sus
relaciones entre ellas generan una dinámica de complemento y de competencia. Su ubicación
en términos sociales y económicos será, determinante para entender las formas espaciales de
organización del intercambio y la división territorial de la producción. Potosí tiene un rango
diferente por su característica de "mineral" y por su envergadura incomparable, por eso no
entra en este segundo nivel de la reflexión. Sin embargo, el abastecimiento de productos y de
trabajo a los "minerales" será por cierto el factor de mayor peso en la configuración del papel
de las ciudades referidas en el conjunto del sistema.

De las cuatro ciudades de la sierra sur del virreinato, fue Cusco la primera en ser fundada
(1534). Como centro del poder incaico, su importancia militar era evidente, por eso fue
necesario poblarla de un vecindario español. Durante los siglos de dominación colonial
engalanado como sede de Audiencia a fines del siglo XVIII. El punto de partida de la red
caminera y de tambos que articulaban el espacio andino del Altiplano.

La segunda ciudad en ser fundada por los colonizadores-encomenderos-militares españoles fue


La Plata (1538). Su importancia está asociada al mineral de Potosí, de manera que fue el que
influjo de la explotación minera. Su ubicación física, con dos sistemas de valles que la
beneficiaban en el sentido de las comunicaciones y en el del abasto, su clima benigno de altura
menor a las frígidas zonas mineras, fueron factores que la hicieron asiento residencial de los
mineros. Estos "hombres ricos" en su práctica social le confirieron a la ciudad un peculiar
sentido señorial en su organización. La zona era también hábitat de una pequeña población
indígena y centro político del reino de la charca. Por ello, fue elegida como cabecera
administrativa, civil y religiosa. Sus funciones se fueron ampliando hasta hacerla también un
mercado, un lugar de tránsito fundamental y una plaza monetaria de primer orden.

Entre Cusco y La Plata, tempranas fundaciones quedo todo un espacio con una densa
población indígena. Por ello, se decidió fundar allí una ciudad como punto de tránsito, de
redistribución económica y de control administrativa para la zona intermedia. Esta ciudad fue
La Paz se fundó en 1548 la "ciudad nueva" de Nuestra Señora de La Paz, para expresar la
voluntad central de acabar con la intranquilidad.
36

La Paz surge como complemento, que acabará compitiendo con el otro centro urbano al sur
Página

oriente del lago del altiplano; frente al viejo Cusco Inca que fue un complemento de las otras
dos ciudades.
Arequipa en el contexto de las disputas iniciales entre conquistadores, la necesidad de fundar
una ciudad que administrara la región del Collasuyo y que reafirmara la inclusión de Cusco en
los dominios de Pizarro. En 1540 se fundó en el rico valle del Chili la ansiada ciudad que Pizarro
requería.

Su zona de influencia tenía por cierto la virtud de ser rica en encomiendas con tributo
agropecuario, pero sobre todo era estratégica para la colonización y las vinculaciones
comerciales de Lima con el sur. Un sólido núcleo español, con encomiendas en todo lo que hoy
es el sur peruano costeño y el norte chileno, se asentó en Arequipa. Entre estas cuatro
ciudades se organizaron y el espacio del sur se administraba, controlaba y relacionaba por
ellas.

La población urbana, consumidora de bienes agrícolas, se constituyó, como los "minerales" o


las ciudades menores, en mercado, lo cual merece acápite aparte. En 1630 la zona fue una de
las de mayor concentración urbana de todos los espacios coloniales de América. No sólo pues
se trató de una región densamente poblada de indígenas, sino también, un asentamiento no
indio y urbano de primer orden. Para cuando el virrey Toledo desarrollaba el nuevo sistema
económico social colonial, hacia 1570, los datos de población española son ya indicativos de un
aumento en el tipo de demanda urbana. Debemos comentar los datos sobre población de
encomenderos en las grandes cuatro ciudades del sur. Ellos eran todavía la élite urbana y los
herederos de los privilegios de la conquista. n Cusco se concentraba la mayor cantidad de lo
más ricos.

Las otras tres ciudades ofrecen guarismos similares entre ellas.

El Cusco no siendo ya la ciudad fundamental del espacio Inca, era un núcleo indígena español
de características peculiares. Las ciudades mineras no basaban su importancia en ser asiento
de la élite dominante señorial, ni Porco ni Potosí tenían vecinos encomenderos. De las cuatro
ciudades consideradas, el Cusco tenía el mayor número de pobladores. Una gran población
indígena que fue disminuyendo pero que siempre fue particularmente numerosa y urbanizada.
Sin perder sus vínculos con la tierra, estaba constituida por un grupo de artesanos, autoridades
étnicas y yanaconas originarios de la nobleza. Junto a ellos, encomenderos y funcionarios, alto
clero y comerciantes muy activos, formaban la población blanca más numerosa e integrada con
ese ambiente indígena.

La Plata fue la segunda ciudad en importancia. Su población no fue un indicador fiel de su


papel en ese mercado en formación. Desde antes incluso al descubrimiento de Potosí en 1545,
la ciudad era la "retaguardia" de las minas de las altas estepas charqueñas con dos funciones
claras: una de residencia, como recreo y restablecimiento de los mineros españoles, y otra de
abasto e intercambio, como punto de contratación y de paso de las mercaderías necesarias a la
economía minera y la reproducción de la población de los minerales. Luego, las funciones
administrativa y religiosa. En 1559 se funda la Real Audiencia y en 1609 se eleva el Obispado,
creado en 1552, a la categoría de Arzobispado.

Como complementos fundamentales en la organización del espacio por estos dos centros
españoles de primer orden que fueron Cusca y La Plata, tenemos las dos ciudades más
dinámicas del espacio y que finalmente desplazarían a fines del siglo XVIII a las primeras como
37

los ejes articuladores del espacio: Arequipa y La Paz.


Página

Las ciudades fueron también un mercado que completaron el explosivo foco de demanda que
eran las ciudades "minerales". Su abastecimiento organizó una red de relaciones regionales en
sus contornos, pero también, éstos se especializaron en la producción de determinados
productos agrícolas que se destinaban al consumo extrarregional.

Los casos más importantes del siglo XVI fueron la coca del Cusco y el vino de Arequipa.

o El vino arequipeño iba hacia el Cusco y hacia La Plata y Potosí.

o La coca cusqueña se enviaba como retorno de la caravana arequipeña e iba gruesamente


hacia Potosí y los otros minerales.

o La Paz tenía su propia elaboración de vinos, y su coca competía en inferioridad de


condiciones con la del Cusco, pero sí recibía los flujos de mercadería europea del Cusco, y
sobre todo de Arequipa.

En base a los datos de diezmos podemos establecer una producción de coca en los valles del
Cusco que en su casi totalidad eran trasladados a Charcas (Potosí y Oruro), haciendo escala en
Chucuito y carangas. Por su lado, el trato del vino arequipeño de los valles de Vítor en primer
lugar y Moquegua en segundo, fue el otro gran movimiento de mercancía agraria en el sur. La
producción debía oscilar a principios del siglo XVII las 200,000 botijas según diversos
testimonios, ocupando gran cantidad de gente en su producción y transporte. Así como la coca
se dirigía al mercado indígena de los minerales “movilizando" la plata que los indios ganaban y
guardaban, el vino era destinado fundamentalmente a la población blanca en esas zonas del
altiplano y minas.

Otros intercambios unían las provincias del sur, pero fueron estos dos rubros los que, con la
mercadería de Castilla, tejieron redes gruesas de intercambio entre las regiones polarizadas por
Cusco y Arequipa con las llamadas "provincias de arriba”.

El espacio del trajín: Llegamos aquí al tercer nivel de las relaciones espaciales las cuales trata
del corazón del espacio:

Un tercer nivel estuvo representando por un espacio que aparece como independiente de la
influencia urbana: el Altiplano del lago Titicaca. Era la provincia de Chucuito Los frutos de la
tierra eran la única producción de esta región con un clima poco benigno. Papas y demás
tubérculos. Allí no crecían el trigo y el maíz por la rigidez del clima pero allí existía un
importante recurso: los camélidos. La riqueza de los indígenas era el ganado que criaban. Los
caminos reales que comunicaban a Potosí y Cuzco y la abundancia de ganado eran los
elementos que otorgaban vitalidad e importancia a este espacio, el cual, justamente por estas
características Glave denomina “el espacio del trajín”. El ganado, los hombres y la ubicación de
la tierra, hacen de este lugar el espacio del trajín.

Uno de sus principales rasgos es que este espacio medular era indígena. Allí no se fundaron
ciudades españolas. Sino reducciones, los pueblos no tenían la organización de las fundaciones
españolas sino que eran un conjunto de viviendas indígenas construidas en torno a las iglesia.
En los comienzos de la conquista, los españoles emplearon el sistema de tambos incaico. Pero,
poco a poco comenzaron a emplear a los comerciantes. Los cuales intervinieron en el sistema
de tambos andino pero le otorgaron otro sentido: reemplazaron su carácter de una práctica de
reciprocidad y la incorporaron al mercado colonial. Eran mercaderes particulares los que
hacían tratos para trajines con los indígenas, mediados por los mecanismos de dominación
38

colonial: la mita y el tributo.


Página
El espacio del trajín se incorporo a la “economía mercantil colonial” logrando la producción de
la circulación. Uno de los principales productos del espacio del trajín era el vino proveniente de
Moqueagua. En esta región, las llamas fueron un elemento indispensable en la circulación de la
producción y no podían ser reemplazadas por otro ganado, como el de las mulas, sobre todo
para el transporte largo, el cual implicaba un gran consumo de energía humana y animal.

La comercialización a través del trajín empezó a ser reglado. Por ejemplo, el comerciante
establecía al trajinante indígena que debía entregar todo el cargamento. De no hacerlo el
comerciante se comprometía a pagar lo faltante en dinero. Con el trajín, el vino se convertía en
una mercancía y se fortalecía la mercantilización de las relaciones económicas del mundo
andino. Su destino era el español, no era un producto de consumo indígena Otro producto
trasladado mediante el sistema del trajín fue la coca cuzqueña.

Con la coca son dos las etapas desde la salida del producto en la zona de producción a las
plazas de consumo. La primera es la del traslado de los cestos de las chacaras al valle en donde
se depositaban los almacenes. La salida era complicada por el terreno y era realizada por un
indígena cargador. La segunda etapa implicaba la llegada a la plaza de consumo. De nuevo
entraba en juego el espacio del trajín y, a diferencia del vino, la coca sí era un producto de
demanda indígena. El trajín de la coca tenía dos destinos: hacia los asientos mineros y hacia los
demás espacios indígenas, incluido el mismo espacio de trajín. La comercialización de la coca, a
trajín, era importante para lograr la circulación de la plata en los asientos mineros.

Los indígenas la intercambiaban por productos, se convertía en moneda en manos de los


españoles. Entonces, llevar el producto de un lado al otro, era básico para que se constituyera
en mercancía. Como el vino, creció enormemente su importancia en la producción y consumo.
También como el anterior fue necesaria para la estructuración del mercado en formación. Fue
una fuente de importantes riquezas y dinamizadora del mercado. Grandes fortunas se
formaron en torno a la producción y trajín de la coca. Como con el vino, se establecieron
condiciones de incumplimiento.

En el mercado de trajín, fueron los indígenas los productores directos del trajín, pero, los
mercaderes los principales beneficiados. Para los indígenas había notables desventajas: se les
pagaba un jornal diario de $5 y no se les reconocía el viaje de ida ni la comida. Debían fabricar
los recipientes para el transporte y si se rompían o dañaban en al trajín, el gasto debía ser
cubierto por los indígenas y estos debía proveerse de su propio alimento para el viaje. También
debían cubrir el ganado que moría o huía. Con las largas ausencias, se perjudicaban los ritmos
tradicionales de producción en las comunidades. También se dio el trajín de corderos y
terneros. Debían circular hasta su lugar de consumo y para ello se emplearon también
indígenas.

El trajín abrió la posibilidad para algunos indígenas de especializarse en la actividad. Por


ejemplo, los indios canos, de la provincia de Canas. Fue parte sustancial de las economías
comunales desde mediados del siglo XVII. No quedo exento de los sistemas de explotación
españoles, los primeros encomenderos, emplearon el trabajo indígena del trajín para la
comercialización de productos. Cuando no gozaban del beneficio de la encomienda para
someterlos por ellos mismos, recurrieron a los arrendamientos colectivos mediante los
curacas. Las partidas de indios oscilaban en los diez trabajadores. Podían haber 2 o 3 grupos de
39

10 y el número de animales también se establecía decimalmente. El número de cestos de coca


Página

que cada indio debía llevar también fue vario decimalmente.


En cuanto al salario, casi todos los contratos establecen que se pagaba al cacique por
adelantado. Se pagaba con plata ensayada. Para incursionar en el trajín, se necesitaba ganados
e indígenas. Sin ellos era imposible y para conseguirlos, no bastaba con tener el dinero, se
requería ser parte de todo ese sistema de mediaciones locales en el que la fuerza de trabajo y
el ganado se convertían en mercancías. Este sistema estaba ya consolidado a fines del siglo XVI

El Trajín del vino y la coca

Seguiremos la trayectoria de la circulación de dos productos: el vino y la coca que circularon


desde Arequipa-Moquegua hasta Charcas y desde Cusco al mismo punto final. Davila: testigos
de la formación de un mercado En 1588 Davila, será notario y testigo clave de su desarrollo
"valle de Cochuna" y no existía Moquegua como villa española, salvo por dos emplazamientos
pequeños que recién se unifican en 1625. Fue Pedro Cansino quien otorgó esa primera
escritura suya en Moquegua a Diego Dávila. Cansino fue uno de los fundadores del trabajo de
la villa en la zona y de su embrionaria población española desgajada con particular interés de la
ciudad de Arequipa. Cansino estuvo en Siguas antes de pasar a Moquegua en donde junto con
el vecino arequipeño , encomendero y Juego "heredado" de Cochuna, don Hernán Bueno, puso
las primeras viñas y comenzó la historia de la empresa española en la zona.

Cansino estaba casado con Ana de Bilbao, hija de Pedro de Bilbao, uno de los más antiguos
pobladores de la región que fue Corregidor en Sama durante la " visita" de 1567. La escritura a
que hacemos referencia fue una "promesa de dote" que otorgó Cansino a su futuro yerno,
Andrés de Espinoza. Este fue un mercader de productos importados, el más importante de la
naciente villa moqueguana, también en menor escala negoció con el producto agrario principal
de Moquegua : el vino. Los fundadores de la villa y sus heredades fueron un grupo pequeño de
españoles, que también eran comerciantes y algunos, incluso, sólo comerciantes, pero
aceptados dentro de esa señorial casta que se fundó en Moquegua. El vecindario moqueguano
adujo tener otros problemas particulares y estar muy lejos de Arequipa como para que les
tocara colaborar en esa construcción.

Siguiendo la información de los registros del notario, podemos ver la constitución de una
oligarquía aristocrática que controlaba la villa y basaba su poder en negocios con el más
afamado vino del sur del Perú. El vino moqueguano era monopolizador en los mercados de los
"minerales" de las "provincias de arriba". La importancia de Moquegua fue en aumento al
punto de superar ampliamente la producción de vino de los valles arequipeños. AI revisar sus
protocolos, nos encontramos con que su actuación no fue sedentaria, sino que se desempeñó
como escribano itinerante en varios pueblos indígenas. Sólo hacia 1594-5 comienza a ser más
fija su ubicación en Moquegua en donde se establece ya definitivamente, adscrito a la
población de la villa. Hacia 1598-1600: en sus desplazamientos el escribano reproduce el
carácter de movimiento que las actividades de los no-indios tenían en ese "espacio del trajín".
Los lugares en que actuó Dávila fueron los cabeceros poblacionales de la etnia de los Lupaca, lo
que no deja de ser por cierto otra pista de trabajo.

El circuito de la coca

Si el vino nos lleva a Arequipa, la coca nos conduce al cusco. Nos interesa en este caso
concentrar la atención en la circulación de la hoja de coca. El principal centro productor era el
40

cusco, aunque la competencia de los yungas de la paz fue creciente siempre el grupo de la
contratación estuvo concentrado en la hoja que salía de los andes o Paucartambo. El antisuyu
Página

era la provincia cocalera por excelencia. La coca se sacaba de las chacaras productoras en
cestos redondos, de vara tercia de largo una cuarta de ancho, hechos de cañuelas delgadas que
se llaman "pipo", que eran enredadas con unos bejucos denominados "pancho" cubiertos con
unas hojas anchas gruesas llamadas "cojoro".

Son dos las etapas del ciclo desde la salda del puto de producción hasta las plazas de consumo.
La prime ara es la del traslado de los cestos de las chacaras a la sierra de pacartambo a la salida
del valle en donde se depositaba en almacenes entre los que destacaban el del paraje chanca.
La salida era dura con enormes dificultades por lo accidentado del terreno. Aunque las órdenes
del Estado colonial prohibieron el usar al indio como cargador, siempre se echaba mano de
este recurso cuando las mulas eran insuficientes. Si bien las ordenanzas de Toledo mandaban
que el Corregidor pesara los cestos en las chácaras, el corregidor disponía que se trasladaran a
la sierra y recién ahí se hacían los controles del peso de los cestos y éstos se abrían "a cala de
cuchillo" por dos o más partes para garantizar su contenido y acondicionamiento.

El movimiento era intenso cada año se podían sacar hasta tres remesas de hoja; así, casi todo
el año, cientos de hombres hacían parte de este famoso "trato y contratación" de la coca, en la
primera etapa del ciclo para su colocación en el mercado. En ese primer ciclo, en donde la
barrera del tiempo de circulación era propia del territorio productivo y no de su relación con la
plaza de consumo. La "usura" y las estafas estaban a la orden del día. Las estafas, los simples
robos, estaban protegidos por las dificultades del terreno. Los arrieros, muleros, étnica y
socialmente diferentes a los indios tributarios, solían aventurarse con sus cargamentos fuera de
los puertos de salida, sin entregar la mercadería.

Otra forma, menos vil, de las estafas de los arrieros, era que entregaban la coca a cualquier
mercader y no a los que tenían especificado, quedando los chacareros endeudados por
incumplimiento. Esto, a su vez, era incentivo de un mercado usuario que perseguía ganancias
especulativas con las cédulas o cartas misivas con que los mercaderes-trajinantes adelantaban
dinero a cambio de las cosechas venideras. Con aquellas "cédulas" se formó un mercado de las
vencidas, que muchas veces se concentraban en manos de una persona. Con estas
"obligaciones de plazo vencido" que se prestaban a más de un engaño, los especuladores
embargaban a los chacareros cuando éstos estaban en dificultades.

Una segunda etapa del ciclo era la que llevaba la coca de esa primera estación, física y de
mercado, a la plaza de consumo. La coca circulaba en un mercado indígena, a diferencia del
vino que, si bien se introdujo entre los indios, no era un producto para ellos sino para los
"españoles" acostumbrados a su consumo trajín del cesto tenía dos destinos: uno hacia los
"minerales" que eran el centro del comercio y el otro hacia los espacios indígenas incluido el
"espacio del trajín". Pero la circulación de la coca no sólo definía un ciclo hacia su conversión
en dinero, sino que, como acertadamente nos decía Balthasar Ramírez, se usaba para el
cambio (rescate) con otros productos que entraban como insumos para la producción de la
circulación, esencialmente los "carneros de la tierra".

La coca no sólo era "imán" para sacar de los indios la plata en los asientos minerales, sino para
introducir, sin mediación monetaria, productos indígenas en el circuito de la circulación del
vino y la coca en sus ciclos mercantiles. Brevemente, veamos cómo se establecía un contrato
de fletamento. Esta vez usemos un ejemplo. En 1595, Pedro Alvarez de Guzmán, estante en el
Cusco y aparentemente "trajinante", se obliga a llevar de los depósitos de la sierra de
Paucartambo 500 cestos de coca de Melchor de Valencia, vecino del Cusco. La entrega la debía
41

hacer en Totora de los Carangas. El trajinante debía poner los carneros necesarios, los indios y
Página

los bastiméntos necesarios para la carga.


El trato estaba fechado para hacerse en febrero de 1596, es decir, durante los meses de lluvia,
por lo que los toldos eran sumamente necesarios e importantes. El trajinante, en este caso,
tenía poder para comercializar la coca en Totora o en cualquier lugar de la provincia de los
Carangas. El flete era de dos pesos ensayados por cesto y el tiempo de viaje establecido era de
tres meses.

Detengámonos en una que caracteriza este mercado del trajín de coca: la importancia de los
indios como eran escasos y los negociantes debían buscarlos en las zonas del espacio del trajín
más cercanas al Cusco, se obligaban en contratos con los curacas, adelantando dinero. Por eso,
en caso de demora en la entrega de la coca, ponían como condición el pago de un real por
indio que no haya recibido carga por cada día de retraso. Si se demorase la entrega más de diez
días, se pagaba el "flete de vacío". Una diferencia habría que establecer sin embargo entre los
trajinantes que hacían rescates de ganado y desarrollaban un sinfín de tratos en el espacio del
trajín, y los grandes hacendados-comerciantes de la coca y otras mercancías que tenían el
control económico y político del Cusco.

Veamos otro ejemplo al respecto. El caso del almirante Francisco Aldrete Maldonado,
hacendado de coca y otros productos. Su forma de actuar era más bien la de integrar la
circulación en un mismo ciclo controlado. por él desde la producción. Vendía su coca
directamente y tenía sus propios carneros.

La producción del trajín

Los indígenas ya aparecieron en este mercado como consumidores de gran importancia, la


trayectoria de la coca lo revela, fueron ellos los productores directos del trajín. Analiza las
relaciones entre los empresarios y los grupos indígenas y los mecanismos que actúan.

Los corregimientos del espacio del trajín

Toma dos testimonios de la segunda mitad del siglo XVII cuando ya los "repartos forzados" de
mercancías por los corregidores se habían casi institucionalizado, todavía algunos
corregimientos basaban su interés para los postulantes a ellos, en el "negocio del trajín".
Denuncian una primera constatación nos parece pertinente es la de la falta de mención al trajín
de la coca. También se puede apreciar que en 1690 el negocio del trajín había desaparecido en
Paucarcolla por los cambios importantes de interés que desde hacía unas décadas despertó el
negocio minero.

Otro elemento que aparece son la producción de vacunos para abastecer ciudades fue sin duda
un elemento importante de las economías empresariales españolas que se formaron en el
Altiplano. La mención a los costales tampoco es gratuita. Aunque no se trata de trabajo
indígena directamente en el trajín. se trataba de un insumo para éste en el que también
circulaba el trabajo indígena del espacio estudiado. Tenemos casos como el de Coata,
población de uros en las orillas del Titicaca, que vendía costales por más de 200.000 pesos a los
tratantes que iban a comprarlos.

Un comentario aparte merece la posibilidad de una cierta especialización de algunos indígenas


en el trajín. Así nos los hace pensar la categoría, que aparece en ambos documentos, de
"chacaneador" de vino. Por otro lado, la cantidad de indios que supuestamente se mueven en
42

el trajín en 1690 nos resulta poca. Si bien entonces los tratos tenían otros canales, incluso ya no
eran las llamas el "andamiaje" de la circulación, no nos parece que sólo 60 indios se movieran
Página

para esto en la provincia de Chucuito.


Esta breve semblanza de los trajines que ambos documentos ofrecen, nos conduce a la
ubicación de los lugares nucleares de lo que llamamos el "espacio del trajín". Por otro lado, nos
reafirma lo perdurable de esa estructura. Y sus elementos fundamentales, a pesar de muchos
cambios en esa segunda mitad del siglo XVII. Pero, también, nos habla de los "'corregimientos"
y sus funcionarios como los beneficiados por el negocio

Análisis interno del trajín: Antonio de Ayans:

Encuentra algunos puntos negativos para lo indios como ser el pago de jornal de 5 pesos al
mes, los cuales no se pagaban viaje de vuelta ni comida, también no les alcanzaba para comer.
Vemos que no se les pagaba por hacer guasca de icho, izangas para llevar el vino y cestos de
coca. Vemos que pierden chacaras y ganado al ausentarse. Existe un daño moral en donde la
comunidad se debilita por falta de propagación de indios. Vemos que en el caso que toma
Antonio de Ayans el ver que los trajines y la mita minera son caudas de despoblación y
disminución de comunidades en el espacio del trajín. Se puede ver en los documentos que el
trajín era ominoso y desestructurador de economía y la sociedad comunal.

La producción de los trajines: coca mercado interno colonial

Al promediar el último cuarto del siglo XVI teníamos ya consolidado, en el sur andino colonial,
entre las ciudades de Cusco, Arequipa, La Paz el asiento minero de Potosí, un sistema de
intercambios mercantiles de larga data, muy profundo ramificado. El consumo de la mercancía
las hacia la villa imperial de potosí. Las yungas de valles bajos de los distritos de las ciudades de
La Paz - Cusco eran los principales productores de esa coca. Los valles calientes del distrito de
la ciudad de Arequipa se encargaban, por su parte, del vino. Vemos que este capítulo trata de
las relaciones entre ellos de las condiciones y resultados de esas relaciones. Los viajeros que
conoceremos fueron los mercaderes españoles sus agentes, pero también, fundamentalmente,
los indios los animales que cargaban la coca. Sus relaciones permitían que la coca fuera, por
fin, una mercancía en ellas los animales el trabajo de los indios se convirtieron, también, en
mercancías.

El circuito de coca y su contribución a la formación del mercado interno colonial:

Se aprecia que el autor realiza un análisis de los viajes de la coca cuzqueña en donde plantea
que esta es consumida y contribuyo a la formación de un mercado interno colonial, porque su
es anterior a los incas generando de esta manera un consumo extendido. También se aprecia
que con la expansión del consumo luego del establecimiento español en los andes los
españoles la denominan a esta como un mal necesario porque perjudica a la salud de los indios
y ayuda a la realización de rituales de hechicería e idolatría. (mirada española).

Vemos también que haca la segunda mitad del siglo XVI ocurre un aumento de la producción
en donde la coca es necesaria para estructurar la formación de un mercado en desarrollo y que
se aprecia que los indios no trabajan en las minas sin la coca (sin producción de plata la real
hacienda decaerá). Vemos que al principio los indios controlan parte importante de la plata
como mercancía porque son productores de mercancía llamado como el indio comprador.
Vemos que de a poco estos fueron perdiendo acceso comunal a distintos recursos y ante esto
se van creando redes de solidaridad generando un intercambio de campesinos.
43

En cuanto al control de la coca esta estará en un principio controlada por los españoles que son
dueños de empresas particulares, estas según sostiene el autor generar fortunas y que serán
Página

consumidas durante las fases finales del incanato, durante la mita urbana o de pastoreo y en
los centros mineros. Se puede apreciar que las ordenanzas de Toledo del año 1572 la
producción de coca conmutada en oro y plata no se cumple. Las diferentes empresas de coca
producen, conducen y venden en dos puntos importantes como lo son en el origen de los
valles productores y en los centros mineros que eran imanes con que se sacaba dinero y
ganado a indígenas. En el caso de los mercados mineros estos cambiaban coca por carneros y
otros productos. También se aprecia que estas cumplían la función de monera en manos
españolas y esta hacía que el mercado se expandiera al medio rural y vida cotidiana de
indígenas forjaba unir a su prestigio mágico – religioso a sus altas demanda.

Se puede apreciar que hacia el siglo XVII se produce un decaimiento del consumo porque
encontramos una abundancia de la misma logrando que de esta manera baje su valor en
cuanto a la oferta, también se produce esto por menos demanda por caída demográfica,
cambio de hábitos de consumo en donde los indios se acostumbran a beber alcohol. Para el
trabajo indígena en trajín de la coca para trato de la coca se debía viajar primero en el cual se
debía dar órdenes porque la población era frágil y las primeras medidas se dan en 1555 en
donde se evitaba cargas pesadas, pero estas no son suficientes. Para moderar las cargas vemos
que se comenzaron a usar llamas que eran guiadas por los indios por medio de encomiendas se
obtenían animales y hombres los cuales brindan sus servicios como tributo y servicio personal.
El pago a estos se hacía por medio de especies de la misma encomienda.

Vemos que no todo desde encomienda. La corpa era un sistema que ayudo a la falta de mano
de obra, también vemos el sacar indios de donde se para trabajar chacar de coca. Pese a
disposiciones en contra por Toledo, los encomenderos lograron apoyo de administración que
fue denunciado por abuso, en cuanto a esto se pretendía suprimir servicio personal, pero fue
aceptado con tal de satisfacer tributo. Otra forma de trabajo indígenas fue la de apires o
pastores que era auspiciada por la real audiencia de charcas, las cuales provenían de cuotas de
mitayos para estancias ganaderas, están también actuaban como un sistema auxiliar a
caravanas de trajín las cuales complementaban la falta de ganado u hombres durante el viaje
los cuales eran hombres disfrazados de yanaconas.

Carneros, chacareros y fleteros:

El autor sostiene que cuando no se aplicaba la encomienda había arrendamientos colectivos


por los curas. Vemos que los contratos llamados obligaciones de indios para circular, estos
usando luego de prohibiciones de indios para circulación, estos luego de ser usados luego de la
prohibición de servicios personales por tasación o permuta en 1544. Luego de 1560 son más
frecuentes luego de la merma en 1575 por parte de empresarios de transporte organizaban
todo carneros, hascas, toldos, indios. Vemos que cargamentos enviados a potosí o la plaza del
consumo entregaban o lo vendían. De los empresarios reclutaban mayordomos concertantes
de compañías vemos que entre ellos o contratados por otras.

¿Quiénes contraían la obligación? Los caciques de repartimientos de indios que caía en toda
responsabilidad que comprometían a entregar indios en plaza fijado por escrito y garantizaba
entrega de bienes. Si no complican los contratantes alquilaban indios sueltos a cuenta de los
caciques, también si no se cumplía se mandaban jueces a reclutar indios acordados a cuenta de
caciques. Vemos que el contrato mismo llamada las partidas, estos eran grupos contratados en
2 0 3 grupos de 10, estos poseen cantidad de animales que conducía cada indio en grupo de
44

10, los números de indios y animales bajaba constantemente. Los indios debían hacer huascas,
Página

cestos de coca, dar leña y yerba al español que fuese con ellos. Los salarios eran el pago por
adelantado al cacique con 15 pesos por indio. En barreras de plata esto no en reales como los
tributos monetarios de la mita de potosí. El plazo de entrega del cargamento se puede ver en
3,4,5 meses o más. Los 5 pesos por cada mes de trabajo a cada indio.

Assadourian – Especialización regional


Intenta plantear algunas de las formas que han asumido las relaciones espaciales dentro
de la historia latinoamericana. Atendiendo a este objetivo restricto quiere formular un
modelo simplificado. Para realizar el análisis concreto toma como ejemplo el espacio
colonial peruano del siglo XVII. La elección del espacio y del período tiene sus razones.
Sobre todo, porque muestran un movimiento de vaivén: punto de llegada de un proceso,
originado en el siglo anterior, de formación de un mercado a un nivel de macro escala
regional; punto de arranque de su desintegración. Quiere creer que esta forma de
análisis puede significar otra perspectiva distinta para comprender el proceso de
creación y configuración de los estados nacionales que surgen en el siglo XIX.

La integración regional dentro del Espacio Peruano

Hemos esquivado el vicio tan frecuente de aplicar al tiempo colonial la noción moderna
de espacio nacional que corresponde ciertamente a otra circunstancia histórica. El uso
de esta arbitraria noción de espacio lleva a confusiones notables. Es que al levantar
vallados y parcelar equívocamente los espacios reales de la historia colonial, los
fenómenos económicos se vuelven ininteligibles a fuerza de ser circunscritos a
extensiones geográficas que resultan inadecuadas para aprehenderlos en su totalidad. De
la misma manera, nos parece algo excesivo pensar el espacio colonial hispanoamericano
como si fuera un bloque uniforme y homogéneo. Por supuesto que hay tendencias y
procesos generalizables, una cierta historia común, pero se corre el riesgo de subsumir
condiciones específicas que marcan diferencias zonales de envergadura.

Según nuestro parecer, la América española de comienzos del siglo XVII se halla
fracturada en grandes zonas económicas que se adelantan a la zonificación política.
Cada una de estas zonas conforma un espacio económico cuyo diseño es el siguiente:

1- La estructura se asienta sobre uno o más productos dominantes que orientan un


crecimiento hacia afuera y sostienen el intercambio con la metrópoli.
2- En cada zona se genera un proceso que conlleva una especialización regional del
trabajo, estructurándose un sistema de intercambios que engarza y concede a
45

cada región un nivel determinado de participación y desarrollo dentro del


Página

complejo zonal.
3- La metrópoli legisla un sistema para comunicarse directamente con cada zona, al
tiempo que veda el acceso de las otras potencias europeas.
4- La metrópoli regula, interfiere o niega la relación entre estas grandes zonas
coloniales.

A una de estas grandes zonas distintivas proponemos reconocer con el término de


espacio peruano. Constituye, la pieza fundamental del imperio en la segunda mitad del
siglo XVI y gran parte del XVII, nivel a que accede por la gravitación de su sector
dominante, la minería de la plata. Este espacio económico se superpone con la
zonificación política del virreinato del Perú. Las características significativas del
espacio peruano en el siglo XVII son su autosuficiencia económica y su máximo nivel
de integración regional.

Posee un extenso mercado interno el cual descubre una división y especialización


regional del trabajo. Casi todos los artículos comerciados presuponen una serie de
actividades derivadas que pueden realizarse dentro de la unidad de producción o que
implican nuevas relaciones dentro y fuera de la región. Existe una especialización
regional que no aparece de una vez en un solo tiempo para quedar inalterable. Estamos
frente a un espacio lento y pesado en sus movimientos, pero no estático.

¿Cómo se arribó a este espacio integrado y casi autosuficiente? La respuesta


demandaría una larga explicación; aquí la vamos a simplificar y parcelar jerarquizando
la influencia de elementos internos al espacio, es decir, a Potosí y Lima. Potosí como
centro de la minería de la plata, sector dominante. Lima como centro político de
autoridad máxima y como centro privilegiado por el monopolio comercial
metropolitano para asumir una función comercial monopólica dependiente en el interior
del sistema colonial.

Con este concepto de polo queremos significar la localización de determinadas


actividades y de aglomeración demográfica en Lima y Potosí, las cuales por su
capacidad de mercados de consumo masivo y la posible compra de insumos originan
efectos que se transmiten y extienden a otras regiones. Lima y Potosí estructuran el
espacio peruano, y aquellas regiones que sin mantener una relación directa relacionan
con la región.
46

Respecto a los mercados externos regionales, W.A. Lewis formula un modelo para las
Página

economías atrasadas, donde se distingue dos sectores que denomina sector de


comercialización y sector de subsistencia, superior y dinámico uno, totalmente
estancado el otro. La única línea de contacto entre ambos sectores está representada por
la oferta ilimitada de mano de obra del sector de subsistencia al de comercialización.
Justamente para desvanecer el equívoco que puede aparejar el modelo de Lewis es
que nos detenemos a señalar que en nuestra formación existen claramente los dos
sectores, sin que ello signifique concebido como signos de una oposición dual o de
coexistencia de formas económicas distintas, cada una con mecanismos propios.
Sector de subsistencia y sector de comercialización componen una misma estructura de
producción y la re asignación de recursos de un sector a otro depende de las tendencias
generales y de las coyunturas concretas. Este tipo de estructura podría explicarse
teniendo en cuenta el carácter específico del cálculo económico del empresario español,
de la incidencia del alto coste del transporte que traba la importación de alimentos
básicos.

Sin embargo, creemos que el origen de nuestra estructura debe buscarse por el lado de
las contradicciones y adecuaciones que resultan del hecho de la conquista como
expresión de la hueste privada y los intereses económicos y políticos del Estado
español. Las más importantes, para nuestro tema, serían:

a- La asignación discriminada de tierra entre los grupos indígenas y español.


b- La formulación de una política que mantiene, aunque modificada, la comunidad
indígena.
c- El premio o merced otorgado al conquistador con el nombre de encomienda, en
sus dos modalidades: prestación personal de servicios o pago de tributos en
especie.

Los conceptos de autosuficiencia, integración, especialización regional que venimos


manejando no tienen por qué definir necesariamente una quieta convivencia regional, de
relaciones puramente armónicas. El crecimiento económico del espacio colonial
peruano no es uniforme, sino que origina desequilibrios. Concentra y desconcentra
inversiones, mano de obra, acelera, frena, retarda el crecimiento regional.

1- Disputa de la mano de obra. La larga crisis demográfica de los siglos XVI y


XVII agota la oferta interna de mano de obra indígena y enardece la puja por
47

ella.
Página
2- Captación y permanencia en los mercados principales. Por ejemplo, la
concurrencia de Chile al mercado de trigo y sebo de Lima.
3- Mantención de niveles favorables de precios en el intercambio. Los métodos
puestos en práctica varían: regulación de la producción, medidas monopolistas,
estancos. Las políticas regionales para mantener los precios de su sector externo
son cada vez más nítidas a medida que avanza el siglo XVII.

Y a la par de las contradicciones las dominaciones regionales. Las formas polarizadas


que caracterizan el crecimiento económico del espacio indican la dominación de Lima y
Potosí sobre las otras regiones del conjunto. Las consideraciones anteriores permiten
esbozar ya algunas conclusiones. Quedaría demostrado, que sector de subsistencia y
sector de comercialización conforman una misma estructura de producción.

En síntesis, la estructura de dominación social revierte sobre el proceso económico.


Digamos que ella determina, siguiendo una escala de niveles, la relativa autosuficiencia
de cada unidad de producción, la escasa dimensión y dinamismo de los cambios en el
interior de cada región y, por acumulación de ejemplos, de las características, tipos de
especialización de los sectores externos regionales, ritmo y volumen de la circulación
general dentro del espacio peruano.

Crisis y desintegración

Análisis con irradiación negativa de aquellos ejes estructurantes del espacio. La crisis de
Potosí es, naturalmente, la crisis de la producción de plata, expresada aquí a través de la
recaudación del quinto y en medias decenales ¿Los motivos de la crisis minera? R.
Romano liga la baja potosina a la crisis europea del siglo XVII. Según su modo de ver,
la estagnación económica que había comenzado en Europa tiene su reflejo en la
declinación de la producción de plata. La crisis de Lima es la pérdida gradual de su
capacidad de dominar comercialmente todo el espacio y deriva directamente de su
quiebra como centro monopólico exportador-importador del virreinato. La decadencia
de su posición jerárquica y hegemónica estaría causada por dos hechos principales:

1- La crisis de Potosí. Si la capacidad de maniobra y dominación de Lima reposa


en el control del sector externo, la intensidad de su dominación decrece al
tiempo y a medida que disminuye su disposición de metálico para saldar las
48

importaciones.
Página
2- La crisis del régimen de flotas. De regularidad anual y base del sistema
comercial de España con el espacio colonial. La bancarrota del régimen de flotas
queda manifiesta recordando que en cuarenta años sólo salen cinco armadas. Al
mismo tiempo encontramos la presencia directa del comercio ilegal francés e
inglés llenando el vacío dejado por el espaciamiento de las flotas. Contrabando.

La crisis de los centros dominantes tiene sus reflejos más visibles al menos los que
pueden medirse mejor en el comportamiento del régimen de precios y del volumen
físico de producción de cada sector externo regional. Los precios también trazan una
larga onda descendente que no conoce pausas durante todo el siglo XVII y que alcanza,
con seguridad, sus puntos más bajos en las últimas dos o tres décadas.

Un período de crisis puede ser un excelente mirador para testimoniar acerca de la


fortaleza o las falencias de una estructura económica social. Podemos comenzar
interrogándonos sobre una posible opción regional, la de alterar la composición del
sector externo desplazándolo hacia una nueva producción. Para ello habría que superar
un primer obstáculo, la anterior adaptación de la estructura productiva para satisfacer un
tipo especializado de demanda, adaptación que puede ser, o no, fácilmente reversible.
Luego, cabe la pregunta del sentido de dicho movimiento si la alteración significa
volcarse hacia una nueva producción que también está envuelta en la depresión de
precios.

Otra alternativa hipotética, consistiría en la aparición de un nuevo centro dinámico de la


economía del espacio peruano. Sólo se concibe ubicado fuera de él y del dominio
español; por lo tanto, dicho movimiento estaría negado de base por los propios moldes
de relación espacial forjados por la política metropolitana. El contrabando estuvo lejos
de significar el surgimiento de una fuerte y continua demanda de materias primas sino
más bien la evasión de metálico. De ahí que esta forma ilegal de relación con economías
desarrolladas situadas fuera del orden colonial sólo origina en el espacio peruano los
siguientes efectos:

1- No dinamiza ni incita al crecimiento de los sectores externos regionales.


2- Al ocupar el lugar que deja la crisis del sistema mercantil monopolista español,
mantiene la tendencia al consumo suntuario del grupo social dominante.
49
Página
3- A través de la evasión de oro y plata habría agudizado o mantenido la tendencia
descendente de los precios, si es que dicha tendencia se explica en parte por
factores monetarios.
4- Constituye un elemento disruptivo con respecto a las formas de integración
regional del espacio peruano al dislocar la estructura de los circuitos comerciales
externos e internos.

A nivel regional puede percibirse la tendencia a eliminar algunas importaciones


interregionales. Pero ello es una mera readecuación operada a niveles internos y no un
proceso de sustitución de importaciones del espacio peruano. Otra vez la distinción
correcta de espacio real evita caer en interpretaciones apresuradas. Luego de este juego
de tanteos cabe pasar a lo que entendemos son los ajustes efectivos, o mecanismos de
readecuación que aplican estas economías regionales durante el período crítico.

1. El ajuste de la balanza de pagos regional. El mecanismo es simple: la


disminución en el ingreso por exportaciones conlleva una idéntica retracción de
las importaciones. Agréguese, además, que para postergar o amenguar una
brusca restricción a sus pautas tradicionales de consumo suntuario, el grupo
social dominante deja escurrir el metálico atesorado en el período de
prosperidad.
2. El movimiento de reajuste estructural: hacia la ampliación del sector de
subsistencia. Habíamos propuesto que el sector de comercialización y de
subsistencia conformaban una misma estructura y que el modelo de crecimiento
económico regional convertía en dominante al sector exportador. Esta relación
estructural entre ambos sectores se nivela o invierte en los momentos más
difíciles de la crisis general; con el fin de visualizar claramente el movimiento lo
descomponemos en tres rasgos:
a. La caída del sector externo
b. La extensión del sector de subsistencia.
c. El proceso de ruralización.

La dominación del Estado metropolitano.

Ubicar con precisión este elemento dentro del modelo obliga a renunciar a los
50

conocidos esquemas que han reinado en el interior de la disciplina histórica y que


Página

conciben al Estado español como el hacedor de la estructura colonial. La


sobrevaloración mítica de este elemento radica tanto en la calidad de las abstracciones
como en los propios aspectos técnicos del trabajo histórico. En tanto la redefinición
dialéctica del rol del Estado se sitúa más allá de las intenciones de nuestra
comunicación. Aquí señalaremos sólo dos aspectos relevantes de la compleja relación
entre espacio colonial y Estado metropolitano.

El encuadramiento del espacio peruano

Para consolidar la permanencia de su dominación, el Estado metropolitano debe


formular y encauzar una política de estructuración interna del territorio dominado,
valorando las realidades económicas y sociales preexistentes como las nuevas formas
concretas que impone el grupo privado de los conquistadores. Al mismo tiempo dispone
los cercos para evitar conexiones disruptivas con otros espacios y canaliza los
intercambios entre colonias y metrópoli mediante un estricto sistema de accesos. Se
trata de lograr dominios cerrados, sin canales de escape que le signifique compartir con
otros países el excedente colonial. De allí cuatro rasgos distintivos de la política de
encuadramiento.

1- La jerarquización de Lima como único punto de entrada y salida del espacio.


2- La oclusión hacia el Atlántico portugués.
3- La resistencia y negativa al entronque con el circuito Veracruz-Manila, con su
escape a China e India.
4- La regulación estricta de las relaciones de intercambio con los otros espacios
coloniales de la América española.

La captación del excedente

Una de las premisas de la larga historia colonial reside en que las posesiones dominadas
deben alcanzar un nivel tal de rentabilidad que asegure el financiamiento de la
administración y de la defensa militar, satisfaga en alguna medida las pretensiones
sociales y económicas del grupo dominante interno y genere una corriente de excedente
hacia la metrópoli.

Para maximizar la captación del excedente a través del método fiscal (y el monopolio
comercial), la metrópoli necesita ordenar una política económica coherente a tales
51

propósitos. Unas cuantas notas al respecto desplegarán los lineamientos directrices de la


Página

estrategia metropolitana en el espacio peruano. Lo primero, lo esencial, hace valer todo


el peso del Estado para proteger y desarrollar el sector minero, o sea multiplicar el
crecimiento hacia afuera (hacia la metrópoli) del espacio. Otro principio de la política
de dominación exige planificar la sectorialización de la mano de obra y de la
producción.

Conclusiones

Recapitulemos lo expuesto. Creemos que en la primera sección se logró mostrar la


integración regional del espacio peruano y cuáles serían sus factores y modalidades
principales. Para aludir a la quiebra del proceso titulamos la segunda sección Crisis y
desintegración. La crisis ha aparecido, pero ¿sucede lo mismo con la desintegración?
Hemos referido, en varias páginas, el declive de la capacidad estructurante de Lima y
Potosí, el descenso de los sectores externos regionales, la pérdida de intensidad y
cambios de dirección de la circulación mercantil, el proceso de ruralización, los efectos
disruptivos del contrabando y el ascenso de Buenos Aires. Pero si entendemos por
desintegración un proceso rápido y tajante de ruptura y disolución de los vínculos y
relaciones políticas y económicas nuestro ejemplo escapa a esa definición.

Sin embargo, en el caso de introducir el concepto de que cada sociedad histórica tiene
su propio ritmo de transformaciones, obtendríamos el derecho a extender la duración del
análisis y sostener que el modelo planteado permite visualizar el punto de arranque de la
desintegración del espacio peruano. Que las contradicciones internas desatadas por la
crisis, la presión de nuevos elementos externos y el hecho de que las posibilidades de
desarrollo del modelo de crecimiento económico regional hayan alcanzado su techo en
ese espacio limitado, siguen corroyéndolo y concluyen por romperlo.

3.3.- Mercados y mercaderes. Consumo forzoso. La participación indígena en los


mercados.
Stern J. - Mercantilización del espacio, mercados europeos en andes
La expansión mercantil europea en un mundo andino:

El Perú del siglo XVI evoca las visiones de riqueza. El Potosí era la ciudad de la plata, la cual
recibía porcelanas, sedas de filipina, vestimentas lujosas de España, tejidos de México,
52

pescados de la costa del Perú, esclavos del Brasil y alimentos de otras partes. La colonización
española provoco una frenética expansión mercantil en las mesetas andinas. Potosí y Lima pese
Página
a ser imanes claves del dinamismo comercial. Los conquistadores buscan conseguir riquezas y
status social buscando la oportunidad de lucro personal.

Los encomenderos incorporaban los espacios territoriales que dominaban a una estructura
mercantil en expansión. Estos vendían los tributos indígenas, identificaban las mercancías
claves para ser vendidas en los mercados americanos o europeos e invertían en minería,
agricultura y ganadería textiles y otras actividades mercantiles.

En la zona del Perú y Bolivia el auge de la minería favoreció las expectativas de lucro comercial.
El descubrimiento de minas de oro, plata y mercurio en los andes produjo el aumento de la
población de europeos, indígenas y mestizos que vivían en las ciudades y centros mineros. Los
que vivian en ese lugar se dedicaban a la producción de artículos de uso doméstico para las
ciudades y los asentamientos.

Las migraciones a zonas distantes y a la paulatina transformación de los gustos de la población


indiana y el desarrollo de un aparato político permitían a los colonizadores ampliar los
mercados por medios de ventas forzosas de mercancías y expropiación de recursos naturales
de gran demanda que contribuyo a fortalecer duraderos y complejos mercados internos de
productos, tierra y mano de obra. El mercado colonial se regía por las reglas que mezclaban la
coerción abierta con el incentivo comercial sus trabajadores asalariados nunca llegaron a
convertirse en proletario estable. El mercado colonial subordinaba las relaciones precapitalistas
de producción a objetivas de lucro más modernos, acumulados a través de las inversiones y la
venta en el mercado.

Assadourian ha demostrado, las particularidades de los mercados coloniales que no los


hicieron menos reales, expansivos o decisivos en la economía política de la sociedad colonial.
Los empresarios usaban los recursos económicos y las condiciones de mercado con el
propósito de acumular las ganancias (actuando como una aristocracia empresarial). Es posible
hablar de la existencia en los andes de un modelo de comportamiento económico europeo
colonial íntimamente vinculado a la incorporación de las Américas a un sistema comercial
expansivo. Para simplificar los colonizadores europeos trataron de aprovechar las
oportunidades comerciales para obtener beneficio personal.

La confianza empresarial en la influencia política, la importancia de las posiciones sociales para


adquirir o mantener esa influencia significaron que los que perseguían el lucro personal
actuaban como aristócratas empresarios. Estos invierten en el mercado de alimentos, bebidas,
vestimenta, tierra y agua que eran adquiridas para la agricultura y la ganadería con el finde
obtener prestigio social o poder político.

¿Cómo actuaron los pueblos del altiplano andino ante la penetración y expansión del mercado
europeo? Se presentan dos motivos que suponen que los pueblos andinos rechazaron la
economía de mercado colonial y se resistieron a comprometerse con ella.

En primer lugar, el desastre que el auge comercial acarreó a las sociedades andinas durante el
periodo colonial temprano con esferas secundarias donde obtener ganancias toda ello impuso
a la población nativa fuertes presione por productos, mano de obra y tierra y contribuyo a la
historia de la pauperización andina.
53

En segundo lugar, la expansión mercantil invadió una región cultural cuyas relaciones sociales
preexistentes habían dejado poco espacio para la actividad de mercado.
Página
Lo más importante de nuestro análisis es la virtual ausencia de experiencias mercantiles en el
corazón del imperio inca. Allí los bienes se producción y circulaban según criterio étnicos y
políticos que aseguraban gran valor a la autosuficiencia del grupo étnico y a la generosidad de
los dirigentes andinos y los conquistadores.

Las reglas andinas servían pare regir los intercambios y prestaciones de mano de obra que
producían bienes, el ejercicio sobre la tierra y otros medios de producción, recolección de
productos y redistribución. Se puede hablar de la existencia de UN MODELO TRADICIONAL
ANDINO basado en la historia precolombina. Estos pueblos buscaban la autosuficiencia como
miembro de los ayllus que pertenecían a su vez a familias étnicas mayores o estaban
entablando relaciones de reciprocidad que permitían al grupo étnico producir diversos
productos, buscaban prestigio individual.

Esta pauta asignaba al intercambio mercantil y al lucro comercial privado. Sería razonable que
los pueblos andinos se resistieron a la economía colonial de mercado como a una imposición
cruelmente explotadora y culturalmente alienada. Los pueblos andinos intervinieron en la
economía colonial de mercado desde sus comienzos. Basta decir que la investigación reciente
muestra que los pueblos andinos como individuos y grupo intervinieron en todos los mercados
de libres tierra y mano de obra y también lo hicieron como diversos roles en sus relaciones con
los agentes económicos europeos y que las iniciáticas andinas desempeñaron un importante.

Vemos que algunos grupos étnicos, conducidos por sus jefes vendían y compraban servicios de
mano de obra; alquilaban, compraban y vendían tierras; producían, compraban y vendían
mercancías de origen andino y europeo; invertían en minas, obrajes y compañías comerciales.
Si hablamos de resistencia andina al mercado como tal estaríamos ignorando evidencia. Sería
más correcto decir que los pueblos andinos iniciaron su participación en el mercado, en sus
propios términos cuando les era posible, con el propósito de resistirse a la participación en
circunstancias menos favorables.

Una economía comercial dirigida para los colonizadores europeos imponía fuertes presiones de
explotación, pero también crean mercados que los grupos o individuos andinos podían utilizar
para aliviar presiones, acumular fondos o volver a apropiarse de ciertos recursos. Las relaciones
andinas con el mercado incluyeron una sutil y diversificada gama de respuestas que van desde
el rechazo a todas las exigencias de inspiración comercial o bien una confianza en las iniciativas
del mercado para defender el bienestar tal como se lo definía en la cultura andina: proteger el
derecho a la subsistencia, preservar una cierta independencia étnica o defender la integridad
de un grupo étnico o de parentesco.

Por último, nos encontramos con empresas más oportunistas, que aumentaron el bienestar de
Ios individuos o de los grupos familiares a expensas de las responsabilidades andinas
tradicionales. Estas incluirían, el caso de que un indio construyese un dominio económico
"privado" haciendo grandes inversiones en ciudades alejadas; o que los indios se mezclasen en
"camarillas de poder" multirraciales utilizando tácticas coloniales de coerción y dominio
económicos en contra de "parientes" étnicos.

Las máscaras de la intervención mercantil andina:

A fines del siglo XVI la corona asumió un mayor control sobre las diversas encomiendas
54

recolectando tributos en su nombre y reduciendo a los herederos y clientes de la corona a la


Página

condición de pensionados con derecho solo parcialmente sobre la renta de las encomiendas.
En la práctica los tesoreros reales vendieron tributo en especie y en remate público con el
propósito de obtener rentas para la corona. Existe registros de remates de tributos realizados
en la ciudad de cuzco durante los años 1575- 82 que incluyen la venta de tributo impuesto a los
repartimientos de paranochas establecidos en los bordes de la región del cuzco. Al leer las
listas de comerciantes y otros especuladores que compraban derechos a tributos en maíz, trigo
y chuño de los Parinacochas, ocasionalmente se encuentran indios.

Ello no es sorprendente, dado que cuando menos un reducido número de empresarios,


comerciantes y productores indios competían con los europeos. El modelo colonial de
comportamiento económico abarca no solo a los europeos y sus descendiste también los
indios intervienen en transacciones comerciales al estilo europeo con fin de lucro personal.
Ante un examinar la significación de las ocasionales compras indígenas en los remates del
cuzco aparece más problemática y ambigüedad.

En primer lugar, los compradores indios eran los jefes o notables de los diversos ayllus,
Segundo lugar, los ayllus de Parinacochas desde 1570 hasta 1590 se organizaron sus
obligaciones de pago de tributo colonial aplicando las reglas tradicionales que son
suficientemente conocidas. Los jefes y los notables de los diversos ayllus, se reunían en concejo
para dividir las cargas laborales según las reciprocidades locales entre los ayllus y grupos de
parentesco cada uno de los grupos menores de parentesco se organizaba según sus propias
reciprocidades internas para dividir las obligaciones entre diversas familias tributarias. En
tercer lugar, un análisis de precios y prioridades sugiere que las elites nativas podrían adquirir
los tributos con el propósito de aliviar las penurias de sus grupos tributarios. En los mismos
vemos que los jefes intervienen dos veces para comprar tributo en alimente pagando un precio
elevado para adquirir cereales por malas cosechas en Parinacochas.

Vemos que un observador colonial comento que los indios preferían que la comunidad
trabajase quince días en otros campos antes que entregar sus cultivos para su consumo.
Sabemos que en 1580 no se recolecto tributo en chuño, lo cual indica las dificultades de
abastecimiento. En 1581 los ayllus pagan el doble en donde Suni recupero la mitad de lo
pagado comprándolos a un precio elevado. Vemos que los nobles andinos intervinieron por
primera vez en 1580 y pago un precio excesivo. Sabemos que las culturas andinas de los ayllus
consideraban a los tributos en especie una violación de los antiguos derechos. Algunos
comentan que los indios preferían que la comunidad trabajase quince días en otro campo,
antes que entregar a manera de tributo unas pocas papas cultivadas por grupos de familia para
su consumo. La observancia de esta regla protegía a los ayllus de la posibilidad de que la
irregularidad de las cosechas en la sierra, combinada con una firme exigencia de tributos en
especie por, pudiese obligarlos a recurrir a los productos reservados precisamente para
asegurar la subsistencia en los años de malas cosechas.

En la época precolombina los ayllus entregaban a sus autoridades tributos sólo en mano de
obra; nunca en productos terminados. El Estado Inca exigía que se trabajasen las tierras
reservadas para su uso; pero si una cosecha se perdía, el Estado tenía que absorber los daños
porque no podían exigir un producto en especie tomado de las cosechas recogidas en las
tierras destinadas a la producción de subsistencia de los ayllus. Después de la conquista
española los grupos andinos defendieron la subsistencia de los ayllus adaptando las antiguas
55

prácticas indígenas a las nuevas circunstancias coloniales. Los pueblos andinos separaron
tierras especialmente destinadas a pagar los impuestos coloniales.
Página
A la luz de estos datos es posible proponer una hipótesis alternativa para interpretar la
participación indígena en los remates de cereales y papas en el Cuzco. Lo que a primera vista
aparecía como simples transacciones entre comerciantes, los cuales había algunos indios,
puede en realidad haber "enmascarado" la defensa de los derechos económicos definidos
según una lógica "tradicional andina". Todos los datos permiten supones que los aparentes
especuladores podrían haber actuado con el propósito de asegurar el bienestar de sus grupos
de parentesco a través de la aplicación del antiguo derecho andino. Supongamos que una mala
cosecha significase que, para pagar sus tributos en especie, algunos ayllus hubiesen tenido que
recurrir al producto de las tierras expresamente reservadas a la comunidad local o al uso
familiar. En este caso, la lógica de la economía política andina habría exigido que los jefes y
notables de los ayllus afectados tratasen de evitar la pérdida de esos productos llegando ello
hasta a participar de los remates de derechos a la recolección de tributos coloniales

No podemos probar que esto sea concreto, pero ellos explican más facetas de los elementos
conocidos que una hipótesis que da por sentado que los compradores indígenas actúan dentro
del marco colonial. Las apariencias suscitan interpretaciones diversas como es el siguiente caso
de don juan Yuyuba que es señor local de la aldea de cancha, el cual acepto salvar de la cárcel a
Sebastián Cabana un indio del común de la misma aldea. Este está preso por perder 4 vacas y
tres caballos con un valor de 90 pesos deuda impagable para este campesino. El cual este le
pago.

A primera vista la transacción parece confirmar la continuidad de las relaciones andinas. Un


señor local, sujeto a antiguas reglas y actuase ''generosamente'' en nombre de su gente parece
haber intervenido en el mercado de crédito con el propósito de proteger a una de ''sus ''
familias. Al analizar más detenidamente. Descubrimos, en primer lugar, que uybua utilizó la
deuda como una manera de reclutar mano de obra. En segundo lugar, los dos indios se
identificaban con ayllus diferentes (pero 'vinculados'' entre sí); para mantener a Cabana a su
servicio, uybua aceptó pagar el tributo anual del peón endeudado a sus señores andinos. Estos
detalles nos permiten formular una hipótesis alternativa para interpretar la transacción. En su
desgracia, Sebastián Cabana no pudo apelar a la generosidad de los señores que, según las
normas andinas, eran directamente responsables del bienestar de su familia.

La única manera que encontró de no ir a la cárcel consistió en contraer una obligación servil
con su patrón mucho menos ''íntimo'', un patrón menos comprometido con las reciprocidad
andina y por lo tanto más libre para manejar la situación dentro de los términos del sistema
colonial de emplear deudores como peones. La intervención realizada puede bien haber
servido para fortalecer un dominio económico privado. Los ejemplos, ilustran una cuestión
metodológica más amplia. En el primer caso, la intervención económica vestida con ropaje
"colonial europea" posiblemente estaba disfrazando un contenido "tradicional andino". La
aparente búsqueda de lucro comercial privado en realidad sirvió, para acrecentar el bienestar
de los grupos de parentesco nativos y de los gobernantes de Parinacochas.

En el segundo caso, la intervención económica parece reflejar la fuerza de las generosidades


"andinas tradicionales", posiblemente disfrazando el surgimiento de una lógica "colonial
europea" dentro de las sociedades andinas nativas.

Por otra parte, no podemos estar seguros de que los modelos "andino tradicional" y "colonial
56

europea" sean una guía adecuada para comprender las múltiples lógicas de las intervenciones
Página

comerciales andinas. Esta pauta de comportamiento implica un intento de contrarrestar las


presiones de proteger propio bienestar desarrollando relaciones socioeconómicas
deliberadamente ambiguas que podrían ser usadas en el sentido andino o europeo colonial.

A largo plazo la lógica colonial andina favoreció el bienestar al evitar los compromisos tajantes
tanto con las pautas de la economía política tradicional andina como con las de la colonial
europea. Pone el caso en donde un jefe se gasta en dinero en una hacienda, se aprecia que en
este ejemplo las relaciones andinas tradicionales ayudarían a la vacilante empresa colonial
europea, si por un lado un corregidor expropia eso vemos que este jefe podría huir y valerse de
sus intervenciones en cuzco y Potosí para volver a empezar o bien podría utilizar sus rentas
privadas para aliviar la presión en Parinacochas y restablecer su reputación andina. En estos
ejemplos las relaciones europeas colonial posibilitan la compensación de las relaciones
tradicionales andinas casa vez más insostenible.

Participación mercantil andina y subsistencia: tres hipótesis

Por último, la relación entre la participación mercantil andina y la organización de subsistencia


interna en términos que son a veces conflictivos, a veces complementarios y a veces
deliberadamente ambiguos: En América, fueron ya los primeros conquistadores y
encomenderos los que introdujeron a los espacios que controlaban a una estructura mercantil
en expansión. Diversos fenómenos aseguraron la permanencia de tal penetración mercantil. El
descubrimiento de minas de plata, oro y mercurio en las regiones andinas, el aumento de la
población, la transformación de los gustos de la población indígena, el desarrollo de un aparato
político de la Corona que perfilaba como un grupo de continuo consumo.

¿Cómo se incorpora América a esta estructura mercantil? Steve Stern considera que no lo hace
como una economía capitalista sino como una “economía colonial de mercado” o “modelo
colonial europeo” que adquiere un comportamiento económico europeo colonial. Esta
incorporación al mercado europeo tuvo fuertes repercusiones en la economía y la sociedad
andinas. En primer lugar, la expansión mercantil europea invadió una región en donde la
actividad mercantil era prácticamente inexistente, puesto que, en el mundo andino, las
practicas ancestrales y milenarias de reciprocidad y redistribución eran las que regulaban y
pautaban los intercambios de productos y aun las prestaciones de trabajo, antes que el
intercambio comercial.

En este modelo tradicional andino, basado en la búsqueda de la autosuficiencia dejaba muy


poco margen para el intercambio mercantil y el lucro comercial. A pesar de todas estas
características andinas claramente opuestas a las prácticas económicas europeas, los pueblos
andinos intervinieron en la economía colonial de mercado desde sus comienzos bajo una
diversificada gama de respuestas. En un extremo se encuentra un claro rechazo: resistencia a
las levas de mano de obra, negarse a vender productos a los comerciantes bajo el acuerdo de
los corregidores y las revueltas contra el reparto forzoso de mercancías a precios excesivo.

Otras iniciativas buscaron integrarse al mercado, pero salvaguardando ciertas tradiciones


andinas: garantizar el derecho a la subsistencia, preservar cierta independencia étnica o de
parentesco. Y, en el vértice opuesto, se encontraban aquellos casos de individuos indígenas que
garantizaron su bienestar y crecimiento económico y el de su familia sin contemplar las
responsabilidades andinas tradicionales.
57

En lo que respecta a tributar, en las sociedades andinas, los ayllus consideraban que los
Página

tributos en especie eran un atentado contra sus antiguos derechos. Preferían que la comunidad
trabajase un número determinado de días en otras tierras antes que entregar parte de su
cosecha (papa). Entonces, para este periodo, en la conquista europea de América, es difícil
hablar de un “modelo colonial europeo” puro o a la inversa de uno “andino tradicional “puro.
Es el modelo “colonial andina” el que refleja las ambigüedades de la vida colonial andina.

Por el contrario, las respuestas parecen haber sido específicas y diversas. Además, cierto grado
de adaptación a las fuerzas del mercado fue, para muchos pueblos andinos, condición de
posibilidad para la continuidad de la subsistencia. Es decir, ante el innegable dominio colonial
no pudieron disociar los sectores comerciales y de subsistencia como antagónicos. En realidad,
la participación en el mercado podía servir para defender la autosuficiencia andina en la
medida en la que se dieran las siguientes condiciones:

¿Que las comunidades participaran en los mercados con relativa independencia?: pudiesen
proteger sus acumulaciones mercantiles de los poderes coloniales externos a ellas
(corregidores) y que esa riqueza se emplease para la comunidad. Que contasen con una
reserva de tierras, agua y fuerza humana lo suficientemente diversificada como para expandir
su economía de subsistencia.

Bonaillan – Periferia centralizada: México y el modelo comercial


México: corazón mercantil del imperio:

México es el centro en donde se almacenan las riquezas del planeta gracias a su estratégica
posición geográfica que logra enlazar China por el Pacífico y Europa por el Atlántico. A finales
del siglo XVI llega a tener la ruta terrestre que conecta Veracruz, ciudad de México y Acapulco
lo que generar una movilización de personas, objetos y metales preciosos.

Desde tempranas décadas la edificación de la Nueva España, la gran base para la vida de las
relaciones, se hace posible por la intersección de los denominados caminos “de Castilla”
(Veracruz-ciudad de México) y “de China” (Acapulco-ciudad de México); un verdadero eje
transversal este-oeste que acopla definitivamente al espacio virreinal con la economía mundial.
El modelo funciona durante gran parte del período colonial y, con efectos de contracción o de
complementariedad, se aprovecha y se desarrolla en simultaneidad con el régimen oficial de la
Carrera de Indias.

SE PRESENTA LA SIGUIENTE PERIODIZACION:

• 1580-1640: México y el auge de la plata potosina.

• 1640-1680: Estabilidad del sistema bipolar trasatlántico.

• 1680-1740: México y el colapso de las ferias de Portobelo.

• 1740-1779: Navíos de registro y el comercio oficial por el Cabo de Hornos.

• 1779-1783: México y el modelo legal en el contexto de “libre comercio”.

En la primera, la tercera y la quinta coyuntura el modelo funciona en su plenitud, en la segunda


y en la cuarta decae o se encuentra pasivo. Estamos en presencia de un amplio tejido de
relaciones económicas con alto grado de coherencia. Los circuitos comerciales intercoloniales y
aun transcontinentales que presenta la América española pueden concebirse, en una primera
58

instancia, como fenómenos inconexos e independientes. Pero, en la realidad ellos llegan a


conformar un “todo económico”; como un entretejido comercial con gran sentido de
Página

articulación. Lo caracterizamos como semiclandestino para los dos primeros períodos porque
en varias décadas que lo vemos funcionar el complejo comercial se articula a través de flujos
formales e ilícitos. En la última coyuntura de “libre comercio”, el modelo se desarrolla por el
plano de la legalidad pues cuenta con la autorización y la promoción de la Corona borbónica
española.

Comencemos por identificar los circuitos comerciales oficiales del modelo. Por ambos puntos
costeros mexicanos confluyen los dos flujos interoceánicos. Nos referimos a la flota de Veracruz
que une Sevilla-Cádiz con Veracruz y el eje transpacífico que por medio de las navegaciones del
galeón de Manila conectan Filipinas con el puerto de Acapulco. Estos circuitos promueven el
ingreso a México de mercadería extranjera – castellana, europea y asiática– funcionan con
notable dinámica y asiduidad, hasta el punto de lograr comercializar mercadería “fuera de
registro”, salteando las instancias de control aduanero.

Según estos relatos, la disputa mercantil se daría principalmente alrededor de los bienes
importados de carácter suntuario, y habrían sido los artículos chinos los que lograron
imponerse en las plazas de consumo refinado. Señalan que los productos europeos son más
exquisitos, de mayor calidad y, por ende, más costosos, mientras que los procedentes de China,
más baratos y para “gente pobre”.

A partir de la segunda mitad del siglo xvii, cuando la producción textil europea comienza una
crisis y se despenaliza el consumo de elite, un arco social mucho más amplio se integra a una
cultura del consumo que antes se reservaba a círculos selectos. Ambos flujos funcionarían
simultáneamente y con una dinámica aceptable porque son complementarios; es decir,
responden a dos tipos diferentes de mercados de consumo: lo asiático para un consumo social
ampliado y lo europeo para una reducida capa social de españoles.

59
Página
El fraude, lo que se conoce como el tráfico “fuera de registro” genera un escenario de
saturación en la circulación de bienes que excede la capacidad de consumo del mercado
novohispano, que supera los niveles de monetización de los agentes para realizar el
intercambio. En muchas situaciones, el sobre abasto de artículos resulta una práctica voluntaria
y estimulada por los grandes comerciantes mexicanos de la ciudad de México inscriptos en el
Consulado.

Es importante reconocer que la oferta desmedida de mercancías europeas y asiáticas produce


particulares situaciones: una oferta en demasía de artículos importados por las tiendas
callejeras para el consumo de elite y masivo, el almacenamiento del sobrante en los depósitos
de las casas de los mercaderes, falta de circulante y la tendencia recurrente a la caída de sus
precios.

Cuando la oferta de productos extranjeros supera una demanda poco monetizada, México
logra desprender un tercer circuito –en este caso intercolonial y luego de 1604 ilícito– que se
dirige desde su costa del Pacífico hacia los puertos del espacio peruano. Una parte
considerable de las importaciones mexicanas compuestas de mercaderías castellanas,
europeas y asiáticas se reexpide hacia diferentes puertos de Ecuador, Perú y Chile gracias a la
navegación de embarcaciones limeñas que se dirigen hacia el occidente novohispano por la
Mar del Sur, particularmente hacia el puerto de Acapulco.

Con plata y otras mercancías para el intercambio, los navíos del Perú se trasladan hacia la
Nueva España no sólo en busca de los géneros chinos que ante el arribo de la nao de China se
intercambian en la feria de Acapulco, sino también para alcanzar aquellas mercaderías
extranjeras –tanto asiáticas como europeas– que se encuentran en los depósitos de los
almaceneros mexicanos con precios realmente accesibles.

Las razones peruanas en desviar capitales comerciales hacia México en perjuicio del centro
oficial de Portobelo son variadas y hay motivos que se repiten en el tiempo. Entre ellas se
pueden mencionar las siguientes: el desabastecimiento de artículos extranjeros para el
consumo masivo, los bajos costos de comercialización y de flete en la ruta de la Mar del Sur
frente a los elevados gravámenes de la vía de Tierra Firme y la posibilidad de acceder a
artículos orientales que de otra manera no podrían llegar al Perú.

Es evidente que la introducción en demasía de los bienes asiáticos y europeos provoca la baja
de sus precios. Pero también puede suceder que la disminución de los precios esté asociada a
la falta de plata o moneda para el intercambio, lo que nos lleva a pensar que para que funcione
el tejido, México pretende contar con un nivel aceptable de monetización, sea de producción
propia o externa. Otra variable que contribuye a la disminución de los valores es la lentitud de
las compras que hacen los comerciantes novohispanos de los artículos traídos por la flota.
Éstos especulan con las urgencias del retorno de los flotistas que intentan disminuir los gastos
con estancias cortas.

El despacho hacia el Perú de los géneros de Castilla, de Europa y de China será rígidamente
monitoreado por los comerciantes China en la América colonial y las autoridades
novohispanas. Cuando la misma vía de reexportación de esos artículos desde México hacia
Perú sea tan intensa y desmedida generando un nuevo (y opuesto) escenario mercantil signado
60

por la escasez y el encarecimiento de los artículos por el espacio novohispano, los almaceneros
sacarán provecho con mejores y más rentables ventas en su espacio y al mismo tiempo
Página

denunciarán, ya de manera institucional, sobre la presencia ilegal de los peruanos en el


virreinato.
En resumidas cuentas, el comerciante mexicano continuará poniendo en marcha el complejo
comercial a escala imperial siempre y cuando controle la relación de ofertademanda de
mercancías o ese juego de saturación-carestía que condiciona la variable precios. La plata
peruana pasa a manos del comerciante novohispano y luego de internarse en ese suelo, inicia,
junto con la plata mexicana, dos posibles travesías: a) se reexpide hacia España por vía de la
flota de Veracruz, o b) se embarca en el galeón de Manila para su viaje hacia Filipinas/China.

El flujo de metálico peruano por el Pacífico y luego reexpedido hacia España por Veracruz y
hacia China por Acapulco resulta ser más intenso en la primera coyuntura (1580-1620) que en
los dos períodos posteriores en que funciona el modelo. Ello se debe al notable crecimiento de
la producción de plata potosina y a la necesidad novohispana.

En el período siguiente (1680-1740) en un contexto de estancamiento de la producción minera


del Perú y cuando comience a repuntar en las primeras décadas del siglo xviii la producción de
plata mexicana, la exportación hacia la Nueva España del excedente de cacao de Guayaquil y
de azogue de Huancavelica se convertirán en medios de cambio fundamentales para que los
peruanos logren adquirir los géneros extranjeros existentes en el espacio novohispano. Por lo
tanto, el modelo que presentamos no siempre requiere plata; puede haber intercambios de
productos sin la necesidad de un proceso de monetización previo en los espacios
hispanoamericanos.

1580-1640: México y el auge de la plata potosina

La línea comercial regular entre México y Filipinas conocida como el Galeón de Manila inicia su
actividad formal a partir de 1573. Hacia 1579 vemos que la Corona española autorizo el tráfico
directo y libre entre el archipiélago oriental y México, Guatemala, Tierra Firme y el Perú. Un
mundo mercantil con una notable riqueza de productos y metales.

De inmediato, empiezan a sentirse los coletazos que el flamante triángulo comercial entre
Filipinas, México y Perú provoca sobre la “joven” arquitectura marítima del Atlántico. La
Corona española y los comerciantes sevillanos notan que la plena libertad mercantil del
Pacífico produce, dos problemas fundamentales: que los desvíos de plata potosina por el
Pacífico ponen en peligro el foco oficial de intercambio por Portobelo y que los artículos chinos
van desplazando de los mercados americanos a los europeos.

En 1582, apenas cinco años después de esa sorprendente medida de libre comercio decretada
entre China y toda la América española, Felipe II dicta una real cédula en la que prohíbe no sólo
la navegación directa entre las Filipinas y el Perú, sino también la reexportación hacia el
espacio sudamericano de los artículos chinos que llegan a acapulco. Ante la falta de
cumplimiento, la medida vuelve a reiterarse en 1591, 1593 y 1604.

Casi veinticinco años que van desde la autorización para un libre tráfico entre América y China
(1579) hasta la prohibición definitiva para que el Perú se mantenga marginado de cualquier
contacto con el Extremo Oriente (1604), la elite mercantil limeña se dedica a invertir de
manera sistemática el abundante capital de metálico que le ofrecen sus minas para la compra
de bienes chinos. El extraordinario auge que vive por estos tiempos la producción de plata en
Potosí convierte a los peruanos en los principales impulsores para motorizar el comercio
intercontinental por el Pacífico ya sea escalando en Acapulco o navegando directamente hacia
61

Cantón y Filipinas.
Página
La movilidad peruana adquiere múltiples vías y se proyecta por todos los rincones del imperio.
Anteque en un escenario de escasez de mercancías extranjeras y la suba vertiginosa de la
producción de plata en el complejo potosino por la introducción del método de amalgama, los
peruleros, se deciden por salir de su espacio y generar múltiples vías mercantiles –tanto
ilegales como legales– que se hilvanan por el Atlántico y el Pacífico.

Desde 1580 hasta 1630 los peruanos, cargados de plata, se embarcan en el galeón de Tierra
Firme rumbo a España para adquirir sin mediadores los productos manufacturados europeos
que se encuentran en el mercado hispalense. Los mercaderes de Lima también abren por estas
décadas un camino directo hacia China, eludiendo el foco portuario de Acapulco.

HACIA 1620 la “calle más principal” de Lima, la de los mercaderes, se observa que hay “por lo
menos cuarenta tiendas surtidas de mercaderías de cuantas riquezas exista”. Los puestos son
de los grandes mercaderes de la ciudad que “envían su dinero a emplear a España y a México y
hay algunos que tienen trato con la gran China. Es necesario partir de la premisa de que las
navegaciones peruanas hacia México por la Mar del Sur tienen un doble propósito: adquirir los
bienes chinos que son baratos y para “gente pobre”, pero también alcanzar gran parte de los
productos castellanos y europeos reservados para un mercado más distinguido. No cabe duda
de que uno de los grupos que mayor indiferencia sufre en este giro mercantil son los oficiales
reales de Panamá. Guardianes del comercio oficial por Portobelo, estos funcionarios no
ahorrarán ningún detalle para denunciar el fenómeno mercantil que transcurre por las aguas
de la Mar del Sur. (quejan de la calidad).

En 1610, el propio virrey novohispano, Luis de Velasco, envía una carta al Consejo de Indias en
la que resalta similares características de la ropa china que incursiona a México y al Perú, y el
fuerte efecto de arrastre que genera sobre el mercado laboral novohispano: La ropa que viene
de la china, son convenientes para la gente de servicio también viene cantidad de seda en
mazo que aquí se beneficia en que se ocupa y gana la comida gran suma de gente de
españoles, indios, mujeres y muchachos pobres que faltándole este subsidio han de morir de
hambre.

Podríamos decir que la alta rentabilidad del comercio asiático recae en el factor precio y en la
posibilidad de abastecer un mercado amplio y “popular” en el Perú. Desde la prohibición de
1604, los comisos de los artículos de China en el Perú son un acto recurrente, multando a sus
promotores y rematando la mercadería para su distribución por el espacio. Según el presidente
de la audiencia de Panamá sobre esto nos dirá que: Lo que sale de Acapulco hacia el Perú no
son sólo bienes chinos sino también artículos europeos llegados a México por Veracruz. Los
cargamentos de los navíos que van hacia el Perú se dividen en partes prácticamente exactas de
géneros de China y de efectos de Castilla. El tráfico desde México hacia el Perú por la Mar del
Sur genera réditos para quienes invierten en la compra de mercaderías europeas importadas
por la flota de Veracruz.

Valverde: México debe contentarse con las que puede gastar porque la contratación reducida a
una honesta limitación dará lugar a que los vasallos que viven en Lima vuelvan a encaminar sus
contrataciones con seguras ganancias por el camino ordinario. Cuando Valverde se refiere a
una “honesta limitación” en la contratación de México está pensando en cumplir los límites de
permiso de comercio impuestos por la legislación sobre los dos flujos interoceánicos: el
62

transpacífico y el transatlántico.
Página

Nos encontramos con la raíz del modelo: la importación en exceso de los bienes chinos,
europeos. Mientras se importe más de lo que necesita, México se convertirá en punto de
redistribución continental y los peruanos no sólo irán a sus puertos occidentales, sino que
pretenderán internarse en el virreinato en busca de artículos. En 1589, el Cabildo de la ciudad
de México le dirige una carta al virrey, donde se le informa la internación de un grupo de
mercaderes limeños para realizar grandes compras de partidas llegadas en las flotas españolas.
La denuncia de 1589 se torna oficial en México, porque la aparición de los peruanos en el
territorio novohispano está provocando un alza en la demanda de los artículos europeos.

A pesar de la prohibición impuesta desde 1582, los barcos del Perú continúan arribando a
Acapulco. Pero no debemos interpretar estos procesos como actos ilícitos que provocan la
protesta de todos los protagonista por que las autoridades y los comerciantes de México
aceptan la presencia perulera siempre y cuando haya sobra de bienes en el virreinato.

En 1607: En la Corona española confirma que el proceso de cierre para los contactos
mercantiles entre ambos virreinatos de tres años atrás obedece a esa particular dualidad del
flujo, a impedir que el Perú construya una relación de dependencia mercantil con México. “Por
cuanto he sido informado que de las provincias de Nueva España se navegan y llevan a las del
Perú muchas mercaderías de las que van a Nueva España en las flotas y a vueltas de las otras
de las de China con que se hinche la tierra de aquellos géneros y no tienen salida las que se
llevan en las flotas de la provincia de Tierra Firme y con que se dificulta el despacho de las
dichas flotas” La legislación demuestra un pleno conocimiento de lo que sucede en la realidad,
pero realmente es poco eficaz o no tiene la capacidad para amedrentar a los responsables que
ponen en movimiento los circuitos del tejido que aquí estudiamos.

Muchos de los que ponen en marcha el tejido son ricos mercaderes que integran los
consulados de comercio y que ostentan gran poder en el imperio. Estos nos brindan señales de
una mayor apuesta a la inversión en las flotas por los cargadores sevillanos y un menosprecio o
desinterés a los galeones de Portobelo. Ahora bien, todo hace suponer que el flujo de
mercaderías extranjeras desde México al Perú continúa hasta 1634; año en que una nueva Real
cédula suspende cualquier tipo de contacto mercantil entre ambos espacios. Habíamos
afirmado que la disposición de 1604 prohíbe el envío de artículos chinos y europeos de
Acapulco al Perú, pero permite que tres naves hagan el viaje cada año para comercializar sólo
productos de fabricación local.

Vemos estos en el caso del navío Santiago peruano de contrabando entre 1617-18 que realiza
la navegación de ida y de retorno entre El Callao y Acapulco importante por la salida de plata.
Lo que sí merece una consideración son los agentes involucrados en el comercio. Son una
importante red mercantil entre reconocidos mercaderes novohispanos y peruanos que usan
escudo institucional sus respectivos consulados de comercio. En la mayoría de los casos son los
primeros los que remiten los bultos de mercaderías desde su propio espacio y los segundos los
que reciben la carga en Lima a través de sus intermediarios ubicados en el puerto de Acapulco.
La red comercial se enriquece con la presencia de autoridades políticas y religiosas de gran
renombre. Vemos en el caso del navío Santiago que las botijas de vino y el cacao de Guayaquil
se anexan al metal como medio de cambio que se ofrece a los mercaderes de México.

Desde 1605 se prohíben los envíos de plata peruana hacia México que superen esos 200.000
ducados para utilizar en el intercambio de los “efectos de la tierra”. Pero los papeles poco freno
pueden hacer cuando el interés comercial es lo que activa la realidad. Es tan intenso el
63

abastecimiento de lo asiático por todos los mercados regionales del Perú que bajo la sombra
Página

de los 200.000 pesos en plata autorizados para enviar a la Nueva España van “millón y medio
según las cartas de todos los mercaderes, arruinándose así la contratación y flota de
Portobelo”.

El esplendor que por estas décadas registran las minas de Potosí convierte la moneda de plata
peruana en la mercancía dominante en la Carrera Acapulco-Manila. En 1604, el Cabildo de la
ciudad de México denuncia que entre la plata potosina y la novohispana salen unos 5 millones
de pesos anuales. Es notorio el fraude por el corredor transpacífico cuyo límite de exportación
de numerario se fija desde 1593 en los 500.000 pesos.

El Problema: ¿A qué nos estamos refiriendo? No toda la plata andina importada a México parte
hacia China. Una considerable porción de ella se interna en el virreinato para reexportarse por
el canal transatlántico de las flotas hacia la península ibérica. El testimonio de 1609 que brinda
el virrey novohispano, Luis de Velasco, resulta revelador. En defensa de la reapertura al
comercio México-Perú clausurado en 1604 y respaldando los intereses del Consulado, el virrey
sostiene que el flujo clandestino de plata peruana hacia Acapulco ronda los 500.000 pesos
anuales (falso). En donde el primero se refiere a la internación de la plata peruana en México
para su intercambio. El segundo aspecto que menciona el “joven” virrey Velasco es el tipo de
plata peruana que parte hacia China y la que se escapa hacia España y vemos que con esto: Los
barcos del Perú importan hacia México distintos tipos de plata: en barra, en pasta sin labrar y
amonedada.

La barra y la pasta de metálico estarían quedándose en México para ser labrada por los
ensayadores y fundidores de la Casa de la Moneda de dicha ciudad. Por su parte, los reales
peruanos se envían hacia China para que circule por sus mercados internos. Claro está que
mucha plata peruana labrada en México recorre por el corredor transpacífico. Lo cierto es que
habría dos razones totalmente comprensibles para explicar el silencio que muestran los
documentos:

En primer lugar, gran parte de la masa metálica peruana que llega a México se termina de
labrar en la ciudad novohispana por lo que pasaría desapercibida en los enormes cargamentos
de las flotas que arriban a Sevilla. En segundo lugar, España no tiene por qué denunciar el
cauce ilegal que toma el metálico peruano, puesto que aun sin canalizarse por los galeones de
Portobelo finaliza, en la península ibérica.

Vila Vilar ha demostrado que desde finales del siglo xvi hasta las primeras décadas de la
centuria siguiente el comercio peruano es menos dependiente de los galeones españoles.
Entre los cauces comerciales alternativos que contrarrestan el flujo oficial, la historiadora no
duda en otorga un papel protagónico a la conexión triangular PerúMéxico-Filipinas.

El desvío de plata hacia China con la correspondiente importación de tejidos asiáticos a precios
muy baratos en comparación con los de Castilla se habría convertido en las chispas explosivas
para iniciar la ruina en las celebraciones feriales de Portobelo. Pero vale algunas aclaraciones
que permiten ampliar la problemática. Aquí sostenemos que es el gran eje geohistórico cuyo
tronco comercial se concentra en El CallaoAcapulco con su doble ramificación Acapulco-Manila
y Acapulco-Veracruz el responsable final de la crisis de Portobelo. En términos más precisos, no
es sólo el ingreso de bienes chinos desde México lo que genera la indiferencia peruana hacía
Portobelo, sino el interés de los mercaderes limeños por adquirir los rezagos castellanos
64

almacenados en México.
Página

La crisis de Portobelo no se debe exclusivamente al comercio asiático, sino más bien a la


centralidad mercantil novohispana como principal almacén hispanoamericano de productos
extranjeros. Portobelo se encuentra pobre y arruinado no sólo por los desvíos de capitales
peruanos hacia Acapulco, sino porque los mercaderes sevillanos abandonan el galeón de Tierra
Firme al no ofrecer sus ferias ninguna garantía para las ventas al ser los peruleros los que
toman un rol protagónico en el propio galeón. No cabe duda que otro de los motivos de peso
que explican la preferencia de los peruanos por comerciar por la vía de Acapulco antes que la
de Portobelo está en los menores costos de comercialización y en la ausencia de “riesgo de
mar”; atributos que la ruta Sevilla-Panamá carece por completo. El nervio principal del modelo:
que el circuito entre el Perú y México por el Pacifico comprende (además de los bienes chinos)
el movimiento de géneros europeos; mercancía que circula en cantidades prácticamente
equiparables a aquéllas

1680-1740: México y el colapso de las ferias de Portobelo

Para el período 1640-1680 nos indican el funcionamiento del modelo comercial


semiclandestino. Lo que sí se podría comprobar es el desarrollo de fenómenos que
contrarrestan el desenvolvimiento del tejido imperial. En primer lugar, vemos por esas décadas
estancamiento en donde el tráfico comercial del galeón de Manila no llega a intercambiar esos
volúmenes de plata y bienes chinos como lo hacía en aquella primera coyuntura histórica
(1580-1640).

No resulta casual, entonces, que si el tráfico del galeón aminora notemos el flujo de bienes
extranjeros desde México hacia el Perú por la Mar del Sur, con el correspondiente descenso en
el reflujo de plata peruana hacia Acapulco. La prueba más contundente de que el modelo
“alternativo” se encuentra adormecido en este período es cuando observamos el clima de
estabilidad del régimen transatlántico bipolar. Considerando los viajes de ida y vuelta de las
escuadras españolas notamos que entre 1650 y 1680 no hay un interés mayor por parte de los
cargadores peninsulares en canalizar todo el tráfico ultramarino a través de la flota de
Veracruz. El escenario cambiará conforme transcurran las siguientes décadas cuando las
navegaciones de las flotas de la Nueva España se tornarán más frecuentes y los galeones de
Portobelo menos concurrentes.

Sería arriesgado hablar de crisis comercial en el Perú porque los galeones no llegan. Existen
signos económicos que muestran que Hispanoamérica en su conjunto viviendo un proceso
complejo de crecimiento a partir del último cuarto del siglo xvii. Sin duda, el virreinato de la
Nueva España es la expresión más fiel de la situación. El aumento de la producción y la
acuñación de plata, el crecimiento de la producción agrícola y del comercio interamericano son
sólo algunas de las señales de la diversificación económica y de su progreso sostenido. El caso
peruano resulta más complejo. Lo podemos comprobar al revisar las cuentas de los ingresos
públicos en donde el cuadro expresa que desde la segunda mitad del siglo XVII las remesas
públicas peruanas enviadas hacia España disminuyen de forma significativa. La drástica
disminución de los envíos de metálico nos expresa dos situaciones íntimamente relacionadas:
disminución de la producción de plata de Potosí y una menor actividad en las ya poco
celebradas ferias de Portobelo, centro neurálgico de los intercambios.

La disminución de los ingresos públicos explicaría sólo en parte la caída de las remesas
enviadas a España. Una explicación al fenómeno sería que parte del metálico es retenido por la
elite local para responder a la creciente complejidad que vive la estructura social, política y
65

económica del virreinato. Es evidente la resistencia peruana del envío de su plata hacia España;
Página

expresión no menor se inicia un “distanciamiento” del espacio peruano respecto a la península


ibérica y una más intensa conexión con México. La retención del metálico refleja el agitado
estado del comercio exterior. Perú no estaría viviendo una crisis mercantil. Si el tráfico oficial
languidece es porque, en buena medida, aumenta el contrabando y se intensifican las
relaciones comerciales interamericanas.

A partir del último cuarto del siglo XVII el régimen monopólico de comercio resulta incapaz
para responder a un notable crecimiento del consumo por los mercados hispanoamericanos.
Se busca consumir por contrabando. La propia elite mercantil del Perú promocionando sus
vínculos con otras regiones hispanoamericanas. Por lo tanto, el alto índice de retención de
numerario que se observa para las décadas finales resulta ser una condición necesaria para el
desarrollo de vías informales de importación de bienes. El modelo de desintegración cae y
estamos ante una apertura al exterior. (estructura semiclandestina). A partir de 1680 hay claros
indicios de un aumento del comercio transpacífico y transatlántico hacia y desde México. Se
reaviva el circuito del movimiento de bienes chinos y europeos desde México hacia el Perú por
la Mar del Sur y el drenaje de metálico peruano en dirección inversa. La reactivación de estos
circuitos llevará a la declinación, hasta el definitivo colapso en 1740, del eje geohistórico
España-Portobelo.

En 1711, el Consejo de Indias está convencido de que “las cargazones de China son tan
considerables que no las pudiendo consumir la Nueva España es preciso la saca de transporte
al Perú”. La inclinación se explica nuevamente porque está en marcha el modelo con epicentro
en México. La vía clandestina para la reexpedición de bienes europeos desde Acapulco hacia el
Perú trae mayores garantías al cargador español; por lo que el comercio de las flotas con la
Nueva España será más convocante para el gachupín que el circuito hacia Tierra Firme. Los
convoyes españoles de Veracruz funcionan con una dinámica sorprendente y sus productos son
adquiridos, vendidos o almacenados por los propios mercaderes de la ciudad de México
porque, además del virreinato novohispano, hay una segunda plaza consumidora que abastece
un amplio “mercado externo”: el peruano.

La corriente Veracruz- Acapulco-El Callao no contrarresta la fuerza del galeón de Manila sino
que mirando el fenómeno en su larga duración y complementa y reimpulsa el comercio asiático
las flotas llegan regularmente al Atlántico mexicano y ello se debe a que los cargadores
españoles ven mayores posibilidades de vender sus mercancías. En enero de 1700, y ya
internado en la ciudad de México, el flotista Pedro Chapore advierte a sus socios ubicados en
España el notorio descenso de los precios que se está viviendo en el mercado de la ciudad.
Chapore se muestra resignado porque no queda “más que vender y arrepentirse”. Semanas
después se siente desilusionado porque la llegada de la nao de China que paraliza todo el
intercambio. La única esperanza a la que se aferra el flotista es a la noticia del apresto de tres
navíos peruanos de gran porte que se preparan en el Perú rumbo a Acapulco interesados en
adquirir los bienes de flotas.

El mercado del Perú viene a ser una gran posibilidad para los cargadores españoles que están
“tierra dentro” del virreinato novohispano. Durante las tres primeras décadas del siglo, el
Consulado de Cádiz instó a la permanente salida de la flota para Veracruz. El sobre abasto de
mercaderías europeas hacia la Nueva España no es una razón de peso, para disminuir las
importaciones atlánticas por Veracruz. Son las coimas que reciben los agentes aduaneros y las
autoridades políticas las que permiten que el flujo sea sistemático. ¿Pero quiénes son
66

realmente los que alientan el flujo? Al revisar las representaciones que el Consulado de Lima
envía al Consejo de Indias y al rey se explicita su firme voluntad en sancionar y eliminar el flujo
Página

asiático por el Pacífico. Según los informes, las responsabilidades se reparten entre varios
grupos sociales ajenos a cualquier competencia del Consulado
En 1710 la Junta de Comercio de Lima exige castigar a los “corregidores, oficiales reales,
ministros, dueños de bajeles, maestres y pilotos, en especial, de los que salen del puerto de
Guayaquil, con cacao y plata, a los de la Nueva España que vuelven al dicho puerto, o a otros
de esta costa, cargados de mercaderías de ropa de China y Castilla. Las pruebas documentales
nos vienen a confirmar también que son los grandes mercaderes de Lima, muchos de ellos con
altos cargos consulares, los que promocionan el circuito de mercaderías extranjeras y plata
entre los virreinatos. Considerables sumas de plata se envían hacia México para comprar
mercancía europea y castellana que desembarca la flota por Veracruz y comprar los géneros
asiáticos que llegan a Acapulco a través del galeón de Manila.

La literatura histórica reconoce un conjunto de causas sobre el abandono y la desaparición de


las ferias de Portobelo. En primer lugar, habría que considerar la presencia del comercio directo
de los extranjeros. El contrabando holandés en las cercanías de Portobelo y el Caribe cumple
un importante papel para desestabilizar el funcionamiento del comercio legal. Los ingleses,
desde su enclave puesto en Jamaica, también generan un comercio directo muy rentable con
diferentes puntos de Tierra Firme. El contrabando francés motiva la celebración de ferias
informales por los diferentes puertos de Chile, Perú y Ecuador. Las mercaderías que se ofrecen
en ellas, particularmente las telas francesas y chinas, se venden a precios inferiores de las
ofertadas en Portobelo.

El aumento vertiginoso del comercio legal e ilegal por Buenos Aires desde la segunda mitad del
siglo XVII es considerado como una causa fundamental para comprender por qué disminuyen
los intercambios en la feria de Portobelo. La sistemática presencia de navíos particulares en el
puerto del Río de la Plata genera un desvío permanente de capitales peruanos hacia Charcas en
su ruta terrestre hacia la puerta atlántica.

Tenemos que tener en cuenta que las ferias de Portobelo celebradas en 1678 y 1696 tampoco
logran la estima de los mercaderes peruanos por la inclinación de sus capitales hacia el
comercio con México. La primera es un fracaso porque, según Alcedo, el virrey peruano, conde
de Castellar, concede a naves del Perú permisos y “licencias para hacer viaje a los puertos de
Nueva España habiendo introducido tan crecidas cargas de ropa y tejidos de la China y de
Castilla que descaecieron con grandísima pérdida de su estimación las mercaderías de Castilla
de los empleos de feria”. La feria celebrada en 1696 sufrió una gran penuria por fenómenos
similares. En adelante, la feria de Portobelo ya no podrá ser reactivada. Su colapso obligará a
que España emprenda nuevas medidas para reactivar el comercio formal con el Perú. Desde
1740 el tráfico entre España y los espacios sudamericanos viven transformaciones profundas
que tendrán un impacto determinante en el modelo semiclandestino imperial con centralidad
en México que aquí presentamos.

1779-1784: México y el modelo legal en el contexto de “libre comercio”

A partir de 1740 se abre un nuevo período comercial en el imperio español. El cierre definitivo
del galeón de Tierra Firme con su correspondiente feria de Portobelo establece las condiciones
para la apertura oficial al tráfico de nuevos puertos por Sudamérica, institucionalizando el
navío de registro como medio de transporte dominante para la gran región continental. La
apertura del Cabo de Hornos en el comercio directo entre España y los puertos del Pacífico
chileno y peruano provoca un golpe de gracia al circuito clandestino de bienes extranjeros
67

entre Acapulco y El Callao


Página

Al disponer de múltiples vías de abastecimiento, el espacio sudamericano ya no se verá en la


necesidad de depender de México para su abastecimiento de bienes extranjeros. Todos los
espacios regionales de Hispanoamérica tendrán un puerto oficial para la importación de bienes
extranjeros quebrando el monopolio que antes detentaba el sistema de flotas y galeones.
Espacios regionales como Guadalajara, Veracruz y Buenos Aires, que hasta entonces se veían
sometidos a la dependencia mercantil de los Consulados de la ciudad de México y de Lima,
iniciarán un proceso de desarrollo mercantil más autónomo que llevará a una suerte de pugna
corporativa con aquella facultad monopólica de distribución de mercancías por el interior de
los respectivos virreinatos que gozan, hasta entonces, los tradicionales consulados de Lima y
México.

De tal modo, las políticas de “libre comercio” emprendidas desde España a partir de 1740 van
despedazando el complejo clandestino con centralidad en México y sólo podrá funcionar con
reconocimiento y promoción desde el poder peninsular. Es en este contexto donde vemos
desarrollarse la tercera coyuntura (1779-1783). Se desarrolla en un contexto de rígido
monopolio ultramarino, en esta tercera coyuntura el modelo se desenvuelve en un contexto de
“libre comercio”, de aperturas portuarias y de nuevos derroteros comerciales. En este nuevo
escenario de mayor “libertad de comercio” que se desata a partir de 1740, el ingreso de bienes
asiáticos a Hispanoamérica ya no tendrá como condición necesaria el funcionamiento del
modelo comercial con epicentro en México o la vía exclusiva del galeón de Manila.

Al multiplicarse las vías de comercio intercontinental muchos navíos españoles y europeos


intentan realizar un trato directo entre Asia y algún puerto americano, ya sea navegando por el
Pacífico o por el Atlántico. Lo que queremos advertir con estos casos es que, si el modelo que
aquí estudiamos no logra funcionar durante la segunda mitad del siglo XVIII, ello no quiere
decir que se vea obstruida la importación de bienes asiáticos hacia los mercados
hispanoamericanos. Lo que ocurre a partir de ahora es que el contacto americano con los
objetos del Oriente ya no se dará exclusivamente con la ruta del galeón de Manila. Aparecen
en escena compañías de comercio españolas y europeas cuyos barcos comienzan a conectar,
no siempre de manera legal, la India, China, Europa con los puertos americanos.

Un tercer momento es el conflicto bélico que se genera entre Gran Bretaña y España a partir de
1779, en el marco de la independencia estadounidense, provoca serias contracciones en el
flujo transatlántico peninsular, particularmente en las relaciones con el Perú. Ante el temor de
ver bloqueadas sus relaciones con sus espacios coloniales, la Corona española se decide por
autorizar un esquema de intercambio mercantil a escala imperial que logre garantizar el
abastecimiento de productos en los mercados consumidores de México y del Perú. En esos
años bélicos, Perú denota una escasez de mercaderías europeas que la Corona intenta paliar
con diferentes políticas comerciales.

Habría que aclarar que desde el año 1774, en momentos de políticas de “libre comercio”, la
ruta entre México y Perú por el Pacífico se institucionaliza, pero sólo para el tráfico de efectos
de la tierra. El flujo de plata y de bienes extranjeros continúa cerrada para el área. Será recién
en 1779, a partir de este contexto bélico y de serios problemas en el tráfico transatlántico de
los navíos de registro que se dirigen hacia el Perú por el Cabo de Hornos, permitir la
reexpedición de los artículos europeos y orientales desde México hacia el Perú. Con la
autorización de 1779, con el escenario de abundancia de géneros extranjeros en México, con
sus precios bajos y muy accesibles, la ruta de bienes desde los puertos occidentales de la
68

Nueva España hacia el Perú se reactiva notablemente.


Página

En 1779 Carlos III emite una real cédula en la cual autoriza la plena libertad para que navíos
americanos puedan comerciar entre “la América septentrional y meridional en derechura por
la Mar del Sur”. Se da vía libre al comercio del galeón de Manila y a cualquier embarcación de
compañía o particular española que quiera abastecer a los mercados hispanoamericanos de
“todas las ropas y mercaderías de China que fuesen posible”. Más aún, si bien existe la
posibilidad de una conexión directa entre Perú y las islas Filipinas –y de hecho algunos
comerciantes de Lima solicitan permiso para navegar directamente hacia el Oriente–,119 la
gran mayoría de ellos prefiere escalar en Acapulco por dos razones fundamentales: pueden
conseguir, en una sola instancia, los productos que vienen de Europa y de la propia China y, en
segundo lugar, las cotizaciones en el mercado novohispano son más tentadoras que los precios
estipulados en las islas Filipinas o Cantón.

Entre 1779 y 1783 identificamos más de veinte barcos pertenecientes a compañías españolas y
a mercaderes peruanos que navegan hacia Acapulco con enormes cargas de cacao y plata. A
muchos de estos navíos los vemos retornar haciendo escala o arribando de forma definitiva en
los puntos costeros de El Callao, Paita, Valparaíso y Coquimbo.

Al revisar minuciosamente algunos de estos cargamentos que llegan al Perú podemos ver la
típica composición que asumen los cargamentos del circuito por la Mar del Sur en tiempos de
funcionamiento del modelo: El embarque de bienes “europeos”, “extranjeros”, “asiáticos” o de
“China” y de la “tierra” o “mexicanos”. Sin intención de explorar un análisis rígidamente
cuantitativo de la fuente, vale hacer mención a dos fenómenos que se pueden comprobar en el
apéndice documental N° 2. En primer lugar, los interesados de estos cargamentos enviados
desde México son, en gran medida, de la elite mercantil limeña. Otro de los elementos que
hemos destacado del expediente es la composición del cargamento de bienes asiáticos que se
transporta desde México hacia los puertos del Perú. Y aquí llama la atención la variedad de
quimones, pañuelos, medias y seda de primera, segunda y tercera calidad intercambiados, lo
que refuerza nuestra hipótesis acerca de que las mercaderías chinas llegan a ser consumidas
por una trama social totalmente diversificada.

Ahora bien, el movimiento de artículos orientales y europeos por la Mar del Sur alcanza tal
magnitud que pone en alarma a los propios comerciantes de la ciudad de México. A principios
de 1783 el Consulado nota que las reexportaciones adquieren un nivel tan elevado que hace
difícil su control. Una verdadera “multitud de pretendientes” de Perú, españoles, pero
fundamentalmente de la ciudad de México, acude al Tribunal para solicitar los permisos
requeridos para reexpedir los artículos. La vía libre por la Mar del Sur comienza a causarles
perjuicios a los novohispanos, porque la exportación sin control, desregulada, no hace más que
generar el mismo escenario de escasez y encarecimiento que se vive por el Perú. No resulta
casual que, ante este panorama mercantil, el Consulado de la ciudad de México eleve un
informe a Carlos iii solicitando la suspensión definitiva del tráfico por el Pacífico
hispanoamericano.

Evidentemente, los cargamentos del galeón de Manila vienen llenos en estos años de
permisión, por lo que la plata americana que fluye hacia el Oriente supera con creces el
permiso del millón y medio de pesos dictado por la reglamentación peninsular. Los
documentos de los registros de capitales novohispanos ingresados a Acapulco para celebrar la
feria son bastante confiables.
69

3.4.- Capital comercial y circulación monetaria. La moneda de la tierra, el trueque.


Página

Precios: pesas y medidas. El crédito y el fiado.


Página 70

También podría gustarte