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Procesos

psicoambientales
y urbanos
PID_00277543

Óscar López Catalán


Sergi Valera i Pertegàs
Pep Vivas i Elias
© FUOC • PID_00277543 Procesos psicoambientales y urbanos

Óscar López Catalán Sergi Valera i Pertegàs Pep Vivas i Elias

Licenciado en Antropología Social Doctor en Psicología por la Uni- Doctor en Psicología Social (Uni-
y Cultural (Universitat Autònoma versidad de Barcelona y máster en versitat Autònoma de Barcelona).
de Barcelona) y en Psicología (Uni- Intervención Ambiental por la mis- Máster en Intervención ambien-
versidad de Oviedo). Investigador ma universidad. Es profesor titu- tal (Universitat de Barcelona/Uni-
FPU y doctorando en el Departa- lar del Departamento de Psicolo- versitat Autònoma de Barcelona).
ment d’Antropologia Social i Cul- gía Social e imparte docencia en Profesor de los Estudios de Psico-
tural de la UAB, en el que desarro- las asignaturas "Psicología ambien- logía y Ciencias de la Educación
lla su tesis sobre la población ru- tal" y "Psicología social aplicada y de la Universitat Oberta de Cata-
mana inmigrada en Catalunya, en comportamiento colectivo". Pro- lunya. Profesor del programa de
las temáticas de espacio urbano, fesor del programa de doctorado doctorado del Departamento de
vivienda, movilidad y estrategias "Espacio público y regeneración Psicología Social de la Universitat
de subsistencia de tipo marginal. urbana" y coordinador del progra- Autònoma de Barcelona. Miembro
Ha participado también en investi- ma de postgrado "Intervención del grupo de investigación URBSIC
gación etnográfica sobre inmigra- ambiental y social". (Ciudades en la Sociedad de la In-
ción, salud y desigualdades socio- formación y el Conocimiento).
económicas con esta misma po-
blación. Miembro del grupo de in-
vestigación GRIM-GRAFO (UAB)
y colaborador del grupo URBSIC
(IN3).

Segunda edición: septiembre 2020


© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)
Av. Tibidabo, 39-43, 08035 Barcelona
Autoría: Óscar López Catalán, Sergi Valera i Pertegàs, Pep Vivas i Elias
Producción: FUOC
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del titular de los derechos.
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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 7

1. Procesos psicoambientales............................................................... 9
1.1. Moverse por la ciudad ................................................................ 9
1.1.1. Cómo percibimos y conocemos el entorno .................. 9
1.1.2. La cognición ambiental ................................................. 13
1.1.3. Los mapas de ubicación o you-are-here-maps.................. 26
1.2. La contaminación acústica ......................................................... 30
1.2.1. Entorno acústico, sonido y ruido .................................. 30
1.2.2. Estimulación sonora y percepción del sonido ............... 32
1.2.3. Efectos fisiológicos y psicológicos del ruido .................. 34
1.2.4. Ruido y rendimiento ..................................................... 38
1.2.5. La gestión del ruido ....................................................... 39
1.3. El espacio público en la ciudad .................................................. 42
1.3.1. La regulación de la privacidad ...................................... 42
1.3.2. Los territorios urbanos y la distancia interpersonal ...... 50
1.3.3. Apropiación, simbolismo e identidad ........................... 56
1.4. ¿Qué hacemos con las basuras? .................................................. 61
1.4.1. La ‘’generación’’ de los residuos .................................... 61
1.4.2. Las actitudes y los comportamientos ............................ 66
1.4.3. La influencia social y la participación comunitaria ....... 72
1.5. Campañas de comunicación ambiental ..................................... 76
1.5.1. La perspectiva publicitaria en la promoción
ambiental ....................................................................... 76
1.5.2. La comunicación publicitaria ambiental ....................... 80
1.6. El entorno en el trabajo .............................................................. 91
1.6.1. De la explotación a la calidad de vida laboral ............... 91
1.6.2. Parámetros psicoambientales del entorno laboral ......... 93
1.6.3. Aspectos ambientales y rendimiento ............................ 104
1.6.4. Desencadenantes del estrés laboral ............................... 106
1.6.5. Entorno y cultura organizacional .................................. 109

2. Procesos urbanos colectivos............................................................ 114


2.1. Usos colectivos del espacio de la ciudad .................................... 114
2.1.1. Introducción a los usos colectivos del espacio .............. 114
2.1.2. Conflictos urbanos en el espacio público ...................... 121
2.1.3. Diferencias culturales en el uso del espacio .................. 128
2.2. Presión urbana ............................................................................ 132
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2.2.1. Desigualdades en el espacio urbano: segregación y


exclusión urbana ........................................................... 132
2.2.2. Introducción a los procesos específicos: guetización,
gentrificación, mobbing, etc. .......................................... 137
2.3. Calidad de vida urbana ............................................................... 142
2.3.1. Seguridad en la ciudad .................................................. 143
2.3.2. Políticas de calidad ........................................................ 145
2.4. Los movimientos sociales urbanos ............................................. 148
2.4.1. Movimientos vecinales urbanos: historia y situación
actual .............................................................................. 148

Bibliografía................................................................................................. 155
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Introducción

Tal y como hemos abordado a lo largo del módulo 1, "La ciudad actual", es
imposible entender el mundo actual sin detenerse a observar el espacio ur-
bano y los cambios que se dan en él. Dichos cambios pueden observarse des-
de muy diferentes perspectivas y disciplinas –urbanismo, geografía, política,
sociología, filosofía, antropología, psicología, sólo por mencionar algunas– y
también desde diferentes ámbitos, todos ellos complementarios y enlazados
de manera compleja.

En este segundo módulo de la asignatura Psicología de la ciudad y la gestión


urbana, pretendemos introducir y reflexionar sobre algunos de los procesos y
las prácticas sociales que se dan en el espacio urbano actual. Para ello, abor-
daremos algunas de las propuestas teóricas y de análisis que se han utilizado
para dar cuenta de lo que ocurre en nuestras ciudades y calles y lo que pasa
con las personas que vivimos en ellas. Además, utilizaremos ejemplos y casos
prácticos (algunos muy cercanos y otros más ajenos a nuestro contexto inme-
diato) que sirvan para explicar tanto la complejidad que implica el análisis de
los procesos urbanos, como el modo cómo pensamos que debe entenderse el
contexto urbano actual y los procesos sociales que se dan en él.

Para ello, y simplemente como una manera de exponer con más claridad los
contenidos de este módulo, hemos dividido la materia en dos bloques relati-
vamente diferenciados que tienen multitud de puntos de conexión entre ellos
y comparten la orientación hacia los procesos sociales que se dan en el espacio
urbano, pero que lo hacen desde puntos de vista diferentes.

En el primero, titulado de manera genérica Procesos psicoambientales, abor-


damos los procesos sociales que se dan en el espacio urbano desde una pers-
pectiva más concreta, a veces desde un punto de vista más individual. Con
esto no queremos, de ninguna manera, desligar el análisis de estos procesos
del entorno o de la colectividad, sino analizarlos de una manera concreta y
entender mejor cómo, de hecho, actúan en cada uno de nosotros. Para ello, en
este primer bloque, trataremos aspectos como la percepción y el conocimien-
to del entorno, la manera en la que nos movemos por él, nuestras actitudes
respecto a éste y cómo nos relacionamos con aspectos específicos como el rui-
do y nuestro entorno de trabajo. Al hilo de lo anterior, trataremos también
en este módulo otros aspectos fundamentales en el contexto urbano actual
relacionados con la psicología ambiental verde, como la ecología y el reciclaje.
Es necesario, por tanto, insistir en una precisión de tipo teórico que ya men-
cionamos en el módulo 1 para contribuir a clarificar una confusión que fre-
cuentemente se produce. La psicología ambiental, como una rama dentro de
la psicología social, aborda la interrelación de las personas y grupos con su
contexto espacial/ambiental desde múltiples puntos de vista. Evidentemen-
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te, una parte importante de dichas interacciones se han analizado respecto al


contexto urbano. La psicología ambiental verde, una perspectiva dentro de la
psicología ambiental, estudia una parte específica de dicho espectro, tomando
como foco de interés aspectos como la sostenibilidad, la ecología, el reciclaje,
etc. (también con un fuerte componente urbano). Sin embargo, es necesario
aclarar que, a pesar del significado que popularmente se atribuye al término
ambiental (relacionado con el medio ambiente, las ciencias ambientales, etc.),
la psicología ambiental es una disciplina más amplia y sólo una parte de ella
se ocupa de este tipo de procesos.

En el segundo bloque de este módulo, que lleva como título general Procesos
urbanos, tratamos procesos y prácticas sociales que se dan en el contexto ur-
bano actual desde un punto de vista más colectivo. Para ello, abordaremos los
usos colectivos de los espacios urbanos, vinculando dicho análisis con temas
como el conflicto en los espacios públicos y la interpretación que se hace de la
"diferencia cultural" en los usos y prácticas de dichos espacios. Posteriormente,
en un segundo apartado, trataremos un tema muy relacionado con el anterior
que está vinculado con los procesos de presión, segregación y exclusión urba-
na en nuestras ciudades. También introduciremos algunos de los conceptos
teóricos que pueden utilizarse para dar cuenta de dicha segregación (guetiza-
ción, gentrificación, etc.) Y por último, abordaremos cuestiones relacionadas
con la calidad de vida urbana y con la historia de los movimientos vecinales
urbanos.
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Objetivos

Este módulo tiene como finalidad comprender los conceptos principales, al-
gunas teorías y ámbitos de trabajo de la psicología relacionada con el entorno
urbano. Al acabar, deberíais haber alcanzado los siguientes objetivos:

1. Entender los procesos psicosociales individuales y colectivos implicados


en el conocimiento del entorno urbano.

2. Averiguar algunas pautas individuales que facilitan la legibilidad de la


ciudad y poder deambular por ella.

3. Conocer los parámetros físicos y las variables subjetivas de la percepción


sonora.

4. Comprender los efectos del ruido en una persona.

5. Comprender los procesos de interacción y de vinculación de las personas


con la ciudad.

6. Averiguar la interrelación entre las acciones y las identificaciones realiza-


das en la ciudad y los significados de los espacios.

7. Conocer las variables de cariz personal y social implicadas en la gestión


de los residuos.

8. Entender las variables que intervienen en las campañas de comunicación


ambiental.

9. Conocer los parámetros físicos y psicosociales que afectan a las condicio-


nes de trabajo.

10. Conocer cuáles son los usos colectivos del espacio, qué conflictos urba-
nos se producen y qué diferencias se observan en su uso en función del
entorno cultural.

11. Conocer los fenómenos de la presión urbana.

12. Comprender las políticas de calidad de vida urbana y de seguridad en la


ciudad.

13. Saber qué son los movimientos sociales urbanos.


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1. Procesos psicoambientales

En este apartado vamos a centrar nuestra atención en procesos de carácter in-


dividual trabajados básicamente desde la psicología ambiental. Para tal fina-
lidad, este apartado se divide en seis subapartados. En el primero, Moverse
por la ciudad, explicaremos cómo percibimos y conocemos el entorno y cómo
nos orientamos y desplazamos por él. También ahondaremos en el tema de
la cognición ambiental y de los mapas cognitivos. En el segundo, hablaremos
del ruido y de la contaminación acústica. En el tercero, trabajaremos el tema
del espacio público. El cuarto subapartado se centrará en la cuestión de los
residuos. El quinto subapartado versará sobre el tema de las campañas de co-
municación ambiental. Finalmente, el último subapartado profundizará en el
tema del entorno del lugar de trabajo.

1.1. Moverse por la ciudad

1.1.1. Cómo percibimos y conocemos el entorno

En el momento en que nos situamos ante un determinado entorno, se activa


un conjunto de mecanismos fisiológicos y psicológicos que permiten captar
este entorno y hacernos una idea de cómo es, qué podemos encontrar y qué
podemos hacer en el mismo. Las sensaciones recibidas se integran en unidades
de contenido y significado que nos permiten reconocer, comparar o explorar
el entorno, experimentar emociones y actuar en consecuencia, e integrar las
motivaciones e intereses personales, las características ambientales y el conte-
nido social que se deriva del mismo contexto. En definitiva, tener una expe-
riencia ambiental.

Los conceptos implicados en todo este proceso se encuentran relacionados


entre sí, tal y como puede observarse en el esquema inicial, de manera que no
podemos, experiencialmente, fragmentar o separar en el tiempo los distintos
elementos que configuran nuestra experiencia ambiental.
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Modelo informal de cognición espacial. Adaptado de Bell, Fisher, Baum y Greene (1996, p. 79)

Sensación y percepción

En primer lugar, es necesario establecer la distinción entre sensación y percep-


ción.

En 1690, el filósofo John Locke propuso el experimento siguiente. Tenemos tres recipien-
tes en agua. El primero contiene agua fría, el segundo, tibia y el tercero, caliente. Ponemos
una mano en el recipiente de agua fría y la otra en el de agua caliente. Después de un rato
notaremos cómo la diferencia de temperatura entre las dos manos desaparece. Cuando
creemos que están a la misma temperatura, las ponemos al mismo tiempo dentro del
recipiente en agua tibia. Por increíble que resulte, parece que el agua del recipiente tiene
dos temperaturas: caliente para una mano y fría para la otra.

Con esta demostración, Locke razonaba sobre la visión objetiva y subjetiva de la realidad.
Las cualidades aparentes de los objetos (como la temperatura) no se encuentran en los
mismos objetos,sino en la mente de las personas que los perciben. El objeto no está ca-
liente, decía Locke, sólo tiene la capacidad de despertar en nosotros la idea de calor. Si no,
no se podría explicar por qué un mismo objeto nos puede parecer en el mismo momento
frío y caliente. En el fondo, con relación a aquello que nos interesa aquí, la distinción
clave se encuentra entre el hecho de captar una sensación (en este caso resultado del
proceso de adaptación térmica de la piel de la mano) y la percepción de la temperatura
(calor-frío) que provoca una determinada experiencia ambiental. Esta experiencia parte,
efectivamente, de las sensaciones, pero va más allá, y se convierte en un proceso más
complejo.

Mientras que la sensación es el resultado de la activación de los receptores


sensoriales del organismo y de la intervención del sistema nervioso central,
que descodifica los impulsos nerviosos procedentes de los diferentes órganos
sensoriales, la percepción es un proceso psicológico de integración en unida-
des significativas de determinados conjuntos de informaciones sensoriales.

Supuestos básicos comunes a las teorías en percepción ambiental

Aunque las teorías sobre la percepción ambiental presenten aproximaciones


sensiblemente diferenciadas a la manera de entender el proceso, no están en
absoluto desconectadas entre sí, ya que, en la mayoría de las ocasiones, los au-
tores que las desarrollan parten de elementos o de ideas comunes, convenien-
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temente reorientadas y/o ampliadas para ajustarlas a los enfoques respectivos.


Además, también parten (y comparten) de una serie de principios comunes
respecto de la concepción global de la persona y del entorno:

• Considerar a la persona como un agente activo, orientado y participativo


dentro del proceso perceptivo.
• Considerar el entorno como una unidad global sobre la cual se estructuren
los procesos perceptivos.
• Incorporar, en mayor o menor grado, los aspectos cognitivos, interpreta-
tivos y valorativos.
• En definitiva, considerar la percepción ambiental como un proceso global,
más allá de la simple captación y estructuración de estímulos.

Orientación y desplazamientos

Uno de los temas más actuales con respecto a la psicología ambiental es el


uso de estructuras cognitivas de carácter funcional que permitan una relación
completa y efectiva con el espacio; es decir, que permitan el desarrollo de pla-
nes de acción.

Modelo informal de cognición espacial. Adaptado de Bell, Fisher, Baum y Greene (1996, p. 79)

Cuando empezamos una jornada, construimos un plan de acción; es decir, una estrategia
de desplazamiento o itinerario. Nuestro plan deberá incluir cierta información sobre lo-
calización de espacios; sin esta información, vagaríamos a nuestra suerte de una manera
poco eficiente. Si el entorno es nuevo o poco conocido, dependeremos de referencias
físicas como un mapa o las instrucciones de alguien. Cuando podamos "ver" las direc-
ciones, y asociarlas con características del paisaje y determinados puntos clave o señales
ambientales, podremos desarrollar nuestra orientación y desplazamiento. En ausencia de
información in situ, entonces tendríamos que recurrir a la información espacial conteni-
da en nuestra memoria; es decir, a nuestro mapa cognitivo.

La mayoría de las veces realizamos el proceso descrito anteriormente (u otro muy similar)
en casi todos nuestros desplazamientos, aunque, de hecho, tenemos tan automatizados
determinados hábitos espaciales que no somos conscientes de esto. No obstante, os invi-
tamos a reflexionar un momento sobre todo el proceso de planificación, la secuencia y el
reconocimiento espacial que habéis tenido que llevar a cabo para, al salir de vuestra casa,
llegar hoy a vuestro puesto de trabajo o a cualquier otro lugar al que os hayáis desplaza-
do. Pensad, también, en la última vez que tuvisteis que visitar una ciudad desconocida
(o poco conocida) y debisteis llegar a algún punto concreto: ¿qué tipos de información
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utilizasteis (reconocimiento visual, mapa, instrucciones verbales de alguien, uso de un


rudimentario mapa cognitivo, etc.)?

Estrategias de orientación en entornos urbanos complejos, facilitación de des-


plazamientos, exploración completa de museos y exposiciones o uso de mapas
de localización en espacios interiores o al aire libre son algunas de las aplica-
ciones de este tema. En términos generales, hablamos del estudio de los aspec-
tos que inciden en la navegación, que en inglés recibe el nombre genérico de
wayfinding y que se puede traducir por "navegación" o "busca de itinerarios de
desplazamiento".

Por wayfindig se entiende aquella función adaptativa que permite desplazarse


por un entorno de manera eficaz. Las estructuras cognitivas tienen que per-
mitir, pues, el acceso a información espacial que facilite la orientación en el
entorno y el desplazamiento.

Gärling et al. (1986) describen tres características propias de los entornos físi-
cos que afectan al wayfinding:

• Grado�de�diferenciación; es decir, grado en el que ciertas partes del en-


torno se perciben iguales o, en cambio, tienen la propiedad de distinguirse
del resto.

• Grado�de�acceso�visual; es decir, posibilidad de que diferentes partes del


entorno se puedan ver y localizar desde puntos ventajosos (por ejemplo,
atalayas, lugares con cierta elevación o puntos exteriores).

• Complejidad�de�la�distribución�espacial; es decir, cantidad y dificultad


de información que tiene que ser procesada para poder moverse por un
entorno. En términos generales, una excesiva complejidad dificulta tanto
la navegación como el aprendizaje espacial.

• Sistemas�de�signos�y�numeración. La complementariedad de elementos Reflexión


físicos con sistemas simbólicos puede facilitar enormemente la orientación
¿Os gustan los laberintos? En
y la navegación por entornos con poco grado de diferenciación o excesiva Barcelona está el famoso labe-
complejidad. rinto de Horta, pero los encon-
traréis en muchos otros luga-
res. Pensad cuáles de las carac-
terísticas mencionadas ante-
Resumen
riormente son fundamentales
para que un laberinto sea efi-
Las experiencias que las personas tienen en los entornos implican un conjunto de pro- caz; es decir, dificulte al máxi-
cesos que no se pueden separar entre sí y que reúnen la percepción, la cognición, el sig- mo la orientación y, por lo tan-
nificado, la valoración, las actitudes y las conductas ambientales. to, la busca de la salida.
Ahora imaginad que estáis en
En la captación de un entorno se puede distinguir la sensación de la percepción, que es un una red de metro desconocida
proceso psicológico de integración en unidades significativas de determinados conjuntos para vosotros. La sensación de
de informaciones sensoriales. desorientación puede ser tanto
o más intensa que la que pro-
La percepción ambiental es un proceso global, más allá del simple proceso de captación voca el laberinto. Ahora bien,
y estructuración del sentido básico de la percepción, en el que el entorno es una unidad ¿intervienen las mismas carac-
terísticas para provocar el mis-
global, la persona es un agente activo, orientado y participativo, y en el que se consideran
mo efecto?
aspectos cognitivos, interpretativos y valorativos.
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Las estructuras derivadas de los procesos perceptivos y cognitivos del entorno permiten
el acceso a información espacial que facilita la orientación en el entorno y el desplaza-
miento de una manera eficaz (wayfindig).

1.1.2. La cognición ambiental

Hasta ahora hemos aprendido algo con respecto a la percepción ambiental y


los desplazamientos por el espacio. No obstante, a pesar de la gran riqueza y
complejidad que comportan nuestras percepciones del entorno, sin los proce-
sos cognitivos consecuentes no podríamos traspasar nuestra experiencia am-
biental del presente instante en el tiempo.

Actividad

Elegid a cinco personas de vuestro entorno más próximo y pedidles que hagan un dibujo
de su pueblo o ciudad (también puede ser de su barrio y no necesariamente del propio).
La consigna que hay que dar podría ser: "Dibujad un mapa de vuestra ciudad (pueblo,
barrio) e imaginad que es para un amigo vuestro que viene de visita y no ha estado nunca
aquí". Evidentemente, no vale tener mapas impresos y podéis enfatizar que no se trata de
hacer un mapa "perfecto", sino aquel que creéis que podría ser más útil para la situación
que se plantea y dentro de las limitaciones que cada uno tiene con el papel y el lápiz.

Una vez recogidos los cinco mapas, observadlos atentamente y tratad de apuntar en un
papel en qué se parecen unos a los otros. Guardad el papel y continuad adelante con
el módulo.

Efectivamente, aunque ya hemos indicado el grado de imbricación que hay


entre los procesos perceptivos y los cognitivos, sí que podemos establecer una
distinción más o menos clara entre percepción y cognición ambiental: la pri-
mera hace referencia a procesos derivados de nuestra experiencia directa, in
situ, con el entorno, mientras que la cognición ambiental se refiere a aquellos
procesos que implican información ambiental "no presente" en el momento
concreto. La presencia o no de estímulo o información ambiental será, pues,
una diferencia que, en este punto del programa, nos puede ser útil.

A pesar de las diferencias entre autores, la mayoría están de acuerdo en aceptar


que nuestras percepciones están configuradas por nuestras experiencias pasa-
das, a la vez que son una fuente primaria para nuestros pensamientos futuros.
La denominada revolución cognitiva redescubrió, desde la década de los sesen-
ta y especialmente a partir de los años setenta, las complejas operaciones de
la memoria, el pensamiento, la resolución de problemas o la generación de
imágenes mentales.

La información almacenada en nuestra memoria nos da elementos esenciales


para destacar aquellos aspectos del entorno que son necesarios o importantes
en un momento determinado, por ejemplo, ante la constatación de encon-
trarse perdido. Como hemos visto, la orientación y la capacidad de planificar
itinerarios y, en definitiva, la posibilidad de ser eficaces en nuestros desplaza-
mientos (rápidos y seguros), son elementos fundamentales en el estudio de la
cognición espacial. Sin embargo, por encima de todos éstos y posiblemente
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para darles respuesta, la investigación se ha centrado en uno de los principa-


les tópicos de la cognición espacial y de la psicología ambiental: los mapas
cognitivos.

Origen de los mapas cognitivos

"El mapa cognitivo o esquema sociotemporal es un constructo hipotético cuya existencia


inferimos al observar la conducta y los relatos introspectivos. Se conoce poco sobre su
neuropsicología más allá de una idea aproximada de dónde se almacena en el córtex. No
se entiende la forma o formas en las cuales se codifica y almacena."

Lee (1976: 121).

"Un mapa mental es el dibujo de la ciudad que una persona lleva en su mente: las calles,
barrios, plazas que son importantes para ella, de alguna manera enlazadas y con una
carga emocional adjunta a cada elemento."

Milgram (1977: 7).

Hay tres referencias disciplinarias básicas en el estudio de los orígenes de los


mapas cognitivos:

Geografía

La primera referencia mencionada en los manuales de psicología ambiental


se refiere al artículo del geógrafo Trowbridge, "On Fundamental Methods of
Orientation and ‘Imaginary Maps’", publicado en 1913 y en el que el autor
estudia la representación cognitiva del ambiente a gran escala suponiendo que
la gente genera imágenes que le permiten fijar direcciones entre ciudades.

Psicología�animal

No obstante, el término mapa cognitivo se debe a Tolman y a su artículo, escrito


en 1948, "Cognitive maps in rates and men". El autor observa cómo las ratas
aprenden a buscar la comida dentro de un laberinto. Su conclusión es que,
más allá de aprender una secuencia de giros a derecha e izquierda, las ratas pa-
recen poseer en sus cerebros algo y también un mapa de rutas que les permiten
relacionar elementos espaciales, lo cual, en último término, determinaba su
comportamiento y eficacia en la localización de la recompensa.

Urbanismo

La tercera referencia se puede considerar fundamental en la génesis de la línea


de investigación sobre mapas cognitivos en psicología ambiental, y se debe a
Lynch y la publicación, en 1960, de su libro The Image of the City.

Lynch era un urbanista que fue pionero en el trabajo con los mapas cognitivos urbanos
de personas en los años cincuenta. Estaba principalmente interesado en cómo las perso-
nas estructuran la imagen de su ambiente, para así poder diseñar intervenciones urba-
nísticas de acuerdo con las maneras en las que nosotros percibimos y entendemos nues-
tros ambientes. Para Lynch, el hecho de poder orientarse en el entorno es una necesidad
existencial fundamental para los humanos. En nuestro pasado distante, necesitamos un
"sentido" de orientación para mantener presente la localización de nuestras fuentes de
comida y abrigo. En la era de las grandes ciudades, necesitamos este mismo sentido para
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"navegar" entre las numerosas situaciones en las que llevamos a cabo nuestras activida-
des cotidianas: casa, trabajo, ocio, etc. Lynch destaca el miedo que nosotros asociamos al
hecho de sentirse perdidos en nuestros entornos: "La misma palabra perdido en nuestro
idioma significa la incertidumbre geográfica más simple; es sinónimo de desastre abso-
luto", comentaba.

Durante los años cincuenta, y siguiendo la línea de investigación empezada años antes,
Lynch realiza un estudio para analizar cómo la gente imagina su ciudad y qué caracte-
rísticas tiene esta imagen. Para tal efecto Lynch escogió las ciudades de Boston, Jersey
City y Los ángeles y, con una muestra ciertamente escasa (cuarenta y cinco sujetos en
Boston y quince sujetos en cada una de las dos ciudades restantes), aplicó un método
diseñado por él para llegar a estos objetivos. Dejemos que sea el mismo Lynch quien nos
explique este método:

"Al aplicar el concepto básico de imaginabilidad a la ciudad norteamericana hemos uti-


lizado dos métodos principales: la entrevista de una pequeña muestra de ciudadanos con
respecto a su imagen del medio ambiente y el examen sistemático de la imagen ambien-
tal evocada en observadores profesionales sobre el terreno. (...)

La entrevista básica pedía elaborar un boceto del plano de la ciudad, de la descripción


detallada de una serie de viajes por la misma y de la enumeración y descripción sucinta
de las partes que a la persona le resultaran más caracterizadas o vividas. Se llevaba a cabo
esta entrevista con el objeto, en primer término, de verificar la hipótesis de la imaginabi-
lidad; en segundo término, de obtener cierta visión aproximada sobre las imágenes pú-
blicas de las tres ciudades del caso, la cual podría ser comparada con las comprobaciones
del reconocimiento del terreno, lo que contribuiría desarrollar algunas sugestiones en
materia de diseño urbano; y en tercer término, de desarrollar un método abreviado para
extraer la imagen pública en cualquier ciudad."

K. Lynch (1985). La imagen de la ciudad: 172-173. México, D.F.: Gustavo Gili.

Este método principal se completó con distintas técnicas complementarias, algunas pos-
teriores a los análisis iniciales: segundas entrevistas en una muestra seleccionada y ex-
traída de la primera; observación a posteriori de itinerarios y paisajes urbanos hecha por
observadores entrenados; demandas de direcciones a gente que circulaba por las aceras
en unos cruces determinados; categorización y reconocimiento de fotografías mezclando
imágenes de la misma ciudad con imágenes de otras ciudades, etc.

De esta manera, Lynch sintetizó y analizó esta cantidad de información ingente haciendo
mapas-resúmenes de elementos citados, de problemas en relación con la imagen o de
itinerarios preferidos. A partir de toda esta información, extrajo una serie de conclusiones
cuya solidez y originalidad han generado una de las mayores líneas de investigación de
la psicología ambiental.

Definición, características y funciones de los mapas cognitivos

En el punto anterior, ya habéis podido acceder a dos definiciones de lo que


es un mapa cognitivo (Lee, 1976; Milgram, 1977). Bell, Fisher, Baum y Green
(1996) lo definen como una representación muy personal del entorno familiar
que nosotros experimentamos; es decir, una representación de nuestra perso-
nal comprensión del entorno. Se trata de un constructo del cual no tenemos
experiencia sensitiva, sólo conocemos que se almacena en algún lugar del cór-
tex cerebral. Tomemos finalmente la definición de Downs y Stea (1973):

"El mapa cognitivo es un constructo que incluye aquellos procesos que posibilitan a la
gente adquirir, codificar, almacenar, recordar y manipular la información sobre la natu-
raleza de su entorno. Esta información se refiere a los atributos y localizaciones relativas
de la gente y los objetos del entorno, y es un componente esencial en los procesos adap-
tativos y de toma de decisiones espaciales."

Downs y Stea (1973).

Siguiendo a Aragonés (1998), los mapas cognitivos poseen una serie de carac-
terísticas:
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• El término mapa actúa como una metáfora, ya que funciona como si de un


mapa geográfico se tratara. En otras palabras, el mapa cognitivo es inob-
servable; se conoce su función pero no su naturaleza.

• Los mapas cognitivos se forman dependiendo de cómo sean los procedi-


mientos de selección, codificación y evaluación de la información.

• El mapa cognitivo es función de la información que recibe la persona de su


entorno y de la acción que desarrolla; es decir, está en cambio permanente,
mientras el poseedor está en interacción con el entorno.

• Es resistente al olvido, aunque experimenta el desgaste del tiempo si la


persona no interacciona con el ambiente.

• Las tres dimensiones fundamentales de información que contiene y que


definen cualquier punto del espacio son: el tamaño, la distancia y la di-
rección.

Por otra parte, las funciones principales de los mapas cognitivos son las si-
guientes:

• Proporcionar un marco de referencia ambiental; la persona que no es capaz


de relacionar el lugar en el que se encuentra con su contexto se encuentra
perdida.

• Organizar la experiencia social y cognitiva.

• Influir en la organización del espacio.

• Ser un dispositivo para generar decisiones sobre acciones y planificación


de secuencias de acción.

• Conocer dominios no espaciales de experiencia del ambiente.

• Contribuir a generar una sensación de seguridad emocional.

Propiedades, elementos y tipos de mapas cognitivos

Un concepto clave en el análisis de Lynch de la imagen de la ciudad es el de


legibilidad o facilidad con la cual un entorno o una forma urbana se puede
reconocer, organizada en unidades coherentes, aprendida y recordada. Estre-
chamente relacionada con la legibilidad se encuentra la imaginabilidad (ima-
geability), o capacidad que tiene un elemento urbano de suscitar una imagen
vigorosa en cualquier observador. Una imagen eficaz sería, pues, en términos
del autor, aquélla con una alta legibilidad y una potente imaginabilidad.
© FUOC • PID_00277543 17 Procesos psicoambientales y urbanos

Para Lynch, cualquier forma urbana se puede definir a partir de tres propieda-
des básicas:

• Identidad. Es decir, grado de distinción de un elemento con respecto al


resto. Una imagen eficaz requiere la identificación de un objeto, su reco-
nocimiento como entidad separable.

Propiedades de la imagen ambiental: identidad

Ciertamente, la Sagrada Familia de Barcelona es un ejemplo de una imagen con una fuerte
identidad. Evidentemente, la estructura de los elementos arquitectónicos y el significado
asociado a este monumento como elemento simbólico de la ciudad y de su modernismo
son aspectos muy relevantes. No obstante, en este caso nos parece importante no mostrar
cómo esta imagen puede, antes que nada, ser perfectamente identificada y diferenciada
del resto de los monumentos y espacios que podamos pensar.

• Estructura. Se refiere a la relación espacial o pautal de un objeto en rela-


ción con el observador y los otros objetos.

Propiedades de la imagen ambiental: estructura

El Ensanche de Barcelona, diseñado por Cerdà durante la segunda mitad del siglo XIX,
es un modelo de urbanismo reconocido en todo el mundo. La posibilidad de ocupar un
espacio "virgen" en torno a la ciudad antigua (por motivos de aislamiento militar) favo-
reció el surgimiento de un modelo con una fuerte y marcada estructura de islas de casas
© FUOC • PID_00277543 18 Procesos psicoambientales y urbanos

regulares y calles perpendiculares (con alguna excepción como la de la Diagonal, en la


foto). Esta estructura tan regular puede generar, no obstante, dificultades de orientación
a personas poco conocedoras de la ciudad.

• Significado o valor emotivo o práctico de un elemento para el observador.

Propiedades de la imagen ambiental: significado

Si hay algún elemento del espacio urbano barcelonés que concentre buena parte del sus-
trato emocional y afectivo de la ciudad, éste es sin duda la Rambla. Su significado va más
allá del simple paseo o "pasear"; es un espacio vivo, lúdico, inesperado, siempre bullicioso
y en efervescencia. Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que la Rambla es el verdadero
corazón de Barcelona, y este significado es reconocido tanto por sus habitantes como
por los visitantes.

Después de diferentes análisis del material recogido (análisis de contenido de


los dibujos de mapas y también de los protocolos verbales de los sujetos),
Lynch concluyó que el mapa cognitivo de un espacio urbano se compone de
elementos que se pueden agrupar en cinco categorías principales: sendas o ca-
minos, nodos, hitos, áreas o barrios y bordes o límites. Observad este mapa
cognitivo de Barcelona.
© FUOC • PID_00277543 19 Procesos psicoambientales y urbanos

Sendas. Son los conductos que sigue el observador normalmente, ocasional-


mente o potencialmente. Pueden estar representadas por calles, sendas, líneas
de tráfico, canales o vías férreas. Para muchas personas, son éstos los elemen-
tos preponderantes en su imagen. La gente observa la ciudad mientras está en
los mismos y a medida que en estas sendas se organizan y conectan los otros
elementos ambientales.

En su proyecto de Ensanche, Cerdà ya previó esta avenida que rompe la ortogonalidad


característica y atraviesa toda la ciudad, como un elemento vertebrador de los flujos de
movimiento urbanos. Sólo recientemente el proyecto del prestigioso ingeniero y urba-
nista se ha visto concluido y, al fin, la Diagonal de Barcelona ha llegado al mar, aunque
en el caso que nos ocupa, esta senda aparece de manera excesivamente simplificada.
© FUOC • PID_00277543 20 Procesos psicoambientales y urbanos

Nodos. Son los puntos estratégicos de una ciudad en los cuales puede ingresar
un observador, y constituyen los focos intensivos de los cuales parte o a los
que se encamina. Pueden ser confluencias, lugares de una ruptura en el trans-
porte, un cruce o una convergencia de sendas, momentos de paso de una es-
tructura a otra. O bien los nodos pueden ser, sencillamente, concentraciones,
cuya importancia se debe al hecho de que son la condensación de un uso o
carácter físico determinado, como una esquina donde se reúne la gente o una
plaza próxima.

Nos encontramos aquí ante el centro cognitivo y simbólico de Barcelona (de hecho, mu-
chos mapas cognitivos de la ciudad, como el que analizamos, sitúan este elemento en
el centro geográfico de la ciudad o próximo a él). La plaza Cataluña, punto de unión
entre el núcleo antiguo y el Ensanche, es uno de los focos de actividad principales de la
ciudad. En esta plaza y sus alrededores se sitúan la mayoría de los puntos de encuentro
de los barceloneses; es decir, buena parte de los nodos de la ciudad. Por otra parte, la
singularidad de los edificios que la circundan ha conferido ciertos puntos de referencia o
hitos que contribuyen a definir la importancia y el carácter de centralidad de esta zona.

Hitos. Son otro tipo de punto de referencia, pero en este caso el observador no
entra, sino que son exteriores. Generalmente se trata de un objeto físico defi-
nido con bastante sencillez, por ejemplo, un edificio, una señal, una tienda o
una montaña. Pueden estar dentro de la ciudad o a tal distancia que práctica-
mente simbolicen una dirección o un punto de referencia espacial constante.
© FUOC • PID_00277543 21 Procesos psicoambientales y urbanos

La montaña del Tibidabo ejerce como un verdadero hito, punto de referencia visible
desde buena parte de la ciudad con el perfil de la iglesia, el parque de atracciones y,
últimamente, la impresionante torre de comunicaciones diseñada por Norman Foster.
Este punto de referencia, aunque no sea un elemento lineal, también marca el límite de
la ciudad.

Áreas�o�barrios. Son las secciones de la ciudad cuyas dimensiones oscilan entre


medianas y grandes, concebidas con un alcance bidimensional, en cuyo seno
entra el observador mentalmente y que son reconocibles como si tuvieran un
carácter común que las caracterizara. Siempre se identifican desde el interior,
y también funcionan como referencia exterior en caso de ser visibles desde
fuera.

Éste es otro buen ejemplo de barrio en el sentido de Lynch. En efecto, el Ensanche de


Barcelona, diseñado por Ildefons Cerdà a mediados de siglo XIX, ha resultado un verda-
dero modelo urbanístico reconocido mundialmente. La regularidad de sus islas de casas,
de 113 metros con un patio interior, la sección de 10 metros de las calles y los caracte-
rísticos chaflanes poligonales le confieren una estructura verdaderamente única que do-
mina buena parte de la ciudad.

Bordes�o�límites. Son los elementos lineales que el observador no considera


sendas. Son los límites entre dos fases, rupturas lineales de la continuidad.
Constituyen referencias laterales y no ejes coordinados. Estos límites pueden
ser vallas, más o menos penetrables, que separan una región de otra, o bien
pueden ser suturas, líneas según las cuales se relacionan y unen dos regiones.
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¿Senda�o�borde?

Ciertamente, las rondas de Barcelona han provocado un impacto fundamental y extra-


ordinario, no ya sólo en cuanto al funcionamiento de la ciudad misma y de reordena-
ción de su tránsito rodado, sino también en la manera de pensar y representar de modo
cognitivo la ciudad. En definitiva, han tenido un impacto fundamental en la reestruc-
turación del mapa cognitivo de Barcelona. Uno de los indicadores más importantes de
este impacto es, por ejemplo, la nueva manera de pensar la ciudad: anteriormente a las
rondas, Barcelona se pensaba de una manera lineal (con unos ejes principales: la Gran
Vía, la Diagonal, la calle Aragón o la Meridiana); a partir de la implantación de esta in-
fraestructura, Barcelona se empieza a pensar y representar de manera circular, como el
ejemplo que nos ocupa. En este caso, este elemento, a pesar de cumplir una función cla-
ramente análoga al concepto de senda de Lynch, actúa aquí como borde, ya que marca
los límites de la ciudad con distorsiones tan significativas como que, si os fijáis bien, las
rondas pasan por detrás de la montaña de Collserola y también por el mar, y contienen
en su seno el puerto y las playas barcelonesas.

El análisis de los mapas cognitivos también ofrece la posibilidad de observar


configuraciones específicas en su construcción. De esta manera, autores como
Moore o Hart, siguiendo las etapas del desarrollo piagetianas, han distinguido
entre mapas egocéntricos (en los que prima la experiencia personal, el propio
hogar, etc.), parcialmente coordinados, y abstractos y totalmente coordinados.
Por otra parte, una distinción interesante es la que clasifica los mapas cogni-
tivos en dos tipos básicos:

• Espaciales. Predominan áreas, son mapas más zonificados. Los elementos


más recurrentes son las áreas o los barrios y los hitos.
• Secuenciales. Predominan líneas, recorridos, trayectorias. Los elementos
predominantes son las sendas y los nodos.

Técnicas para estudiar mapas cognitivos y distorsiones más fre-


cuentes

Como ya hemos podido observar anteriormente, Kevin Lynch utilizó distin-


tos métodos para recoger y evaluar la información de sus mapas cognitivos.
En definitiva, como también se ha dicho, el mapa cognitivo se puede consi-
derar un constructo hipotético al cual tenemos acceso a partir de determina-
© FUOC • PID_00277543 23 Procesos psicoambientales y urbanos

das manifestaciones, todas supuestamente aproximativas, al esquema mental


inalcanzable por métodos científicos. Han sido diferentes, pues, las técnicas
para acceder a estos contenidos, cada uno con sus particularidades, sus venta-
jas y sus inconvenientes. Las principales técnicas son las siguientes:

• Dibujo. Es quizá la técnica más extendida. La instrucción habitual en este


caso sería algo parecido a: "por favor, haga usted un mapa de la ciudad
de (...) dibujando todos aquellos elementos que se le ocurran". Hay que
tener en cuenta que lo que obtenemos en este caso es una representación
gráfica de la representación mental de un entorno urbano y, por lo tan-
to, esta técnica ha sido criticada por ser, entre otras cosas, muy sensible a
las capacidades personales de representación gráfica: familiaridad con re-
presentaciones topográficas, facilidad en el manejo de la escala, destrezas
gráficas, etc.

• Listas�de�lugares. A veces puede interesar analizar el mapa prototípico que


un grupo tiene de un mismo espacio. En este caso, se puede recurrir a la
lista de lugares o elementos espaciales. Se pide a las personas en cuestión
que elaboren una lista detallada de los lugares que recuerden del espacio
que se analiza, aunque se pierde la configuración espacial del mapa, se
gana en rapidez y los resultados de la frecuencia de aparición de los dife-
rentes elementos del mapa cognitivo no experimentan alteraciones con
respecto a otras técnicas.

• Maquetas. Esta técnica puede sustituir la del dibujo, especialmente cuan-


do se analizan mapas cognitivos de niños y niñas, los cuales todavía no
han alcanzado las destrezas gráficas y la capacidad de representación abs-
tracta del espacio. En este caso, la representación tridimensional resulta
más accesible y el carácter de la prueba es mucho más lúdico, como en el
caso de la fotografía, en la que niños y niñas acceden a un stand del Salón
de la Infancia y la Juventud para realizar una representación de su ciudad
ideal (Muntañola, 1987).
© FUOC • PID_00277543 24 Procesos psicoambientales y urbanos

• Reconocimiento� de� diapositivas. Esta técnica de simulación, utilizada


frecuentemente, consiste en presentar a los sujetos un conjunto de estí-
mulos (imágenes) para reconocerlos y evaluarlos. De esta manera, se pue-
de realizar un estudio sobre la legibilidad de un elemento urbano.

• Estimación�de�distancias. Una última técnica consiste en pedir a las per-


sonas que evalúen la distancia entre dos puntos de la ciudad para analizar
aquellos errores o distorsiones que expliquen el grado de correspondencia
entre la geometría euclidiana y la representación espacial. Precisamente,
una de las principales distorsiones asociadas a la elaboración de mapas
cognitivos es la relacionada con la estimación de distancias.

En este punto, es interesante distinguir entre la distancia percibida (entre ob-


jetos visibles o entre la persona y un objeto visible) y la distancia cognoscitiva
(entre dos objetos no visibles o entre la persona y un objeto no visible). En la
falta de relación que a menudo se puede observar entre una y otra, destacare-
mos especialmente:

• el sesgo de segmentación, según el cual, al fragmentar un recorrido en


segmentos, se altera nuestra percepción de distancia en comparación con
la percepción del recorrido total.

• el sesgo eucliniano: la percepción de distancia aumenta proporcionalmen-


te al número de ángulos rectos (reales o percibidos) que contiene la ruta
trazada.

• el sesgo de la escala supraordenada. Para explicar este sesgo, es necesario


que respondáis a una pregunta: ¿qué ciudad está más al norte, Bilbao o
Perpiñán?
© FUOC • PID_00277543 25 Procesos psicoambientales y urbanos

Como se puede observar, y en contra de la opinión a priori generalizada, Bilbao se en-


cuentra más al norte que Perpiñán. La explicación de este error reside en el hecho de que,
al no tener información precisa sobre la latitud exacta de las dos ciudades, hemos recu-
rrido a la categoría espacial de orden superior: país. De esta manera, todo queda mucho
más claro: "Perpiñán está en Francia y Bilbao está en España; dado que Francia está más
al norte que España, entonces, sin lugar a dudas, Perpiñán está más al norte que Bilbao".

Un segundo conjunto de distorsiones tiene que ver con lo que se ha denomi-


nado sesgo euclidiano; es decir, tendemos a ver nuestro mundo más euclidiano,
más reticular, de lo que es en realidad. De esta manera:

• Tendemos a hacer paralelas calles que no lo son.


• Tendemos a hacer perpendiculares cruces de calles que no lo son.
• Tendemos a convertir en ángulos rectos aquellos que no lo son.
• Tendemos a convertir en rectos lo que son curvas suaves.

Un último conjunto de distorsiones, relacionado con lo que en terminología


gestáltica podríamos denominar la buena forma, tiene que ver con el hecho de
aumentar o añadir elementos no existentes en la realidad. De esta manera:

• Tendemos a añadir elementos que nos hacen más lógico y estructurado


el entorno, fenómeno también denominado estructuración inferencial (in-
ferential structuring). Por ejemplo, Appleyard relata cómo un ingeniero que
visitó La Guayana incluyó una vía férrea inexistente en su mapa cogniti-
vo de la zona, simplemente porque le parecía lógica la posibilidad de que
ciertos puntos del mapa estuvieran conectados.

• También tendemos a aumentar y distorsionar elementos que nos resultan


próximos o con los cuales estamos emocionalmente implicados, especial-
mente en nuestra casa. De esta manera, tendemos a sobrevalorar el tama-
ño de nuestra zona de residencia con respecto al resto de la ciudad o bien
tendemos a acercar nuestro hogar al centro de la ciudad por encima de
otros puntos que, realmente, son equidistantes del centro.

Actividad

Al empezar el apartado "La cognición ambiental" de este módulo os proponíamos recoger


cinco mapas cognitivos de gente próxima y tratar de ver qué semejanzas podíais estable-
cer entre éstos. Con la información de la que actualmente disponéis, sería interesante
recuperar aquellos mapas para hacer un segundo análisis y ver qué habéis aprendido al
respecto. Os proponemos analizarlos, por ejemplo, observando los diferentes elementos
que los componen (sendas, nodos, etc.), viendo si son mapas más espaciales o secuencia-
les, o quizá analizando las diferentes distorsiones que contienen. Posiblemente, en esta
segunda lectura encontraréis muchas más cosas que en la primera. ¿O no?
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Resumen

El mapa cognitivo es un constructo, una manera de explicar los procesos que posibilitan
a la gente adquirir, codificar, almacenar, recordar y manipular la información sobre la
naturaleza de su entorno.

El mapa cognitivo proporciona un marco de referencia ambiental y una sensación de


seguridad emocional, además de organizar la experiencia social y cognitiva, servir para
tomar decisiones sobre acciones, planificar secuencias de acción y conocer dominios no
espaciales de experiencia del ambiente.

La legibilidad y la imaginabilidad son dos conceptos clave en la elaboración de la imagen


de la ciudad, mientras que en cualquier forma urbana se pueden destacar tres propiedades
básicas: la identidad, la estructura y el significado.

Los cinco elementos de un mapa cognitivo son: sendas o caminos, nodos, hitos, áreas o
barrios y bordes o límites. Según el predominio de unos u otros, los mapas cognitivos se
pueden definir como secuenciales o espaciales.

La técnica más habitual para estudiar los mapas cognitivos consiste en dibujar mapas,
pero también se pueden elaborar listas de lugares, maquetas, reconocer diapositivas y
estimar distancias.

Las personas producen en los mapas cognitivos una serie de distorsiones respecto de la
realidad.

1.1.3. Los mapas de ubicación o you-are-here-maps

Como ya hemos comentado anteriormente, vivimos en entornos cada vez


más complejos, tanto desde el punto de vista estructural como informacional.
Moverse por este espacio requiere cada vez más elementos y herramientas de
orientación. En este sentido, los mapas de ubicación "Usted se encuentra aquí"
o you-are-here-maps son una herramienta importante y difundida para navegar
por espacios interiores y también exteriores. Aunque su uso está muy exten-
dido, uno de los principales problemas que presentan es que la gente tiene
serias dificultades para trasladar la información de los mapas a sus esquemas
cognitivos y, en consecuencia, tiene dificultades para seleccionar herramien-
tas efectivas de desplazamiento por el espacio. En un estudio llevado a cabo
por Levine (1982, 1984), se analizaron diferentes mapas de ubicación y se des-
cubrió que, partiendo de algunas consideraciones previas, incorporar peque-
ños detalles muy simples podía mejorar extraordinariamente la eficacia de los
mapas. Estas características o consideraciones son básicamente tres:

1) Un primer problema para el usuario se deriva del emparejamiento o corres-


pondencia estructural (structural matching); es decir, la necesidad de establecer
correspondencias entre puntos del entorno con sus representaciones respecti-
vas en el mapa. Técnicamente, dos puntos conocidos e identificados, tanto en
el mapa como en el terreno, tienen que proporcionar la información necesaria
mínima para que una persona pueda relacionar un objeto del entorno con su
símbolo correspondiente al mapa. De esta manera, los elementos que se de-
ben reconocer en el mapa se tendrían que parecer más a la realidad de lo que
realmente se parecen, ya que muchas veces se recurre a mapas excesivamente
esquemáticos o que utilizan perspectivas aéreas o maneras de representación
técnicas (mapas de aparejadores o arquitectos, por ejemplo).
© FUOC • PID_00277543 27 Procesos psicoambientales y urbanos

You-are-here-maps. Emparejamiento estructural

Ciertamente, la elección profusa de mapas técnicos como mapas de localización o, en es-


te caso, como elemento fundamental para un plan de evacuación en situación de emer-
gencia no es la mejor manera de conseguir un buen emparejamiento o correspondencia
estructural, ya que se supone que todo el mundo está familiarizado con la manera de
representar el espacio que tienen aparejadores y arquitectos. Y esto no sólo no es así sino
que, además, dificulta la ubicación y el reconocimiento de los dos puntos de referencia
básicos para la orientación. Complementariamente, hay que destacar que la mayoría de
las veces estos mapas cuelgan de la pared en medio de corredores o salas sin una bue-
na perspectiva asimétrica que permita, por ejemplo, avistar visualmente la escalera o la
puerta de evacuación principal (en otras palabras, el elemento más importante para lo-
calizar además de la propia ubicación o "usted está aquí").

2) Una segunda manera de generar correspondencia entre los puntos del mapa
y la realidad tiene que ver con la posición asimétrica del mapa. Efectivamen-
te, situando el mapa en un lugar que presente una perspectiva asimétrica del
entorno real, permite una mejor exploración visual y una mayor localización
de los puntos de referencia. Como ejemplo, y en términos generales, es mejor
colocar un mapa de localización en una esquina que delante de la fachada de
un edificio.
© FUOC • PID_00277543 28 Procesos psicoambientales y urbanos

You-are-here-maps. Perspectiva asimétrica

En este caso la ubicación del mapa de localización parece correcta, ya que ofrece una pers-
pectiva asimétrica y permite, por ejemplo, acceder fácilmente al campanario, elemento
destacado que puede servir como punto de referencia. No obstante, si lo observamos de-
tenidamente, el mapa no indica ningún par de puntos de referencia que, como sabemos,
es el mínimo necesario para que un mapa de ubicación pueda ser efectivo. Además, el di-
bujo representado desde una perspectiva aérea y un excesivo esquematismo en las formas
no permite reconocer fácilmente los elementos del mapa en la realidad y, por lo tanto,
no permite una buena correspondencia estructural. Hemos sobrepuesto la ubicación de
la persona que mira el mapa (punto rojo) y el campanario como segundo punto de refe-
rencia (punto amarillo). De esta manera, mejora notablemente la eficiencia del mapa.
© FUOC • PID_00277543 29 Procesos psicoambientales y urbanos

3) Finalmente, es necesario tener en cuenta la orientación del mapa, de tal


manera que haya una correspondencia directa entre ésta y los puntos cardi-
nales en el terreno. Aunque la colocación ideal de un mapa, por lo tanto, sea
paralela al suelo (de manera que el norte del mapa coincida con el norte real),
muy a menudo el diseño espacial sólo permite la colocación perpendicular
al suelo (colgado, por ejemplo, de una pared). En este caso se tiene que res-
petar la equivalencia forward-up, por la cual lo que está delante de nosotros
en el terreno tiene que coincidir con lo representado en la parte superior del
mapa. Diferentes estudios han demostrado que un giro de 90º del mapa de
localización pone fin a esta equivalencia y deja completamente desorientada
a la persona.

Actividad

Por poco observadores del entorno que seáis, os habréis fijado en el hecho de que nos
invaden mapas de localización o de "Usted está aquí". Os proponemos que os situéis de-
lante de un par o tres de estos mapas (en centros comerciales, áreas de servicios, museos o
exposiciones, o en la misma vía pública) y los analicéis teniendo en cuenta las tres carac-
terísticas que hemos mencionado, y viendo al mismo tiempo qué mejoras introduciríais
para aumentar su efectividad.

You-are-here-maps. Equivalencia forward-up (arriba-delante)

Son varios los defectos que presenta este mapa de ubicación. En primer lugar, el lenguaje
técnico del mapa dificulta una buena correspondencia entre representación y realidad.
En segundo lugar, su ubicación no ofrece una perspectiva asimétrica con respecto a los
principales puntos visuales de referencia. Sin embargo, en este caso, el defecto básico de
este mapa tiene que ver con la equivalencia forward-up. Efectivamente, en la fotografía
de la izquierda podemos observar cómo la ubicación del claustro según el mapa es 90º
desviada con respecto a la ubicación real. La fotografía de la derecha confirma que, efec-
tivamente, lo que está "arriba" en el mapa no está "delante" en la realidad.
© FUOC • PID_00277543 30 Procesos psicoambientales y urbanos

Resumen

Los mapas de ubicación "Usted se encuentra aquí" o you-are-here-maps son una herra-
mienta importante y difundida para navegar por espacios interiores y también exteriores.

En los mapas de ubicación hay que reflejar tres consideraciones:

• Emparejamiento�estructural
• Asimetría�del�mapa
• Equivalencia�de�la�orientación�entre�el�mapa�y�el�terreno.

1.2. La contaminación acústica

1.2.1. Entorno acústico, sonido y ruido

Hoy en día, nadie pone ya en duda que uno de los principales problemas am-
bientales en nuestras ciudades es el exceso de ruido; es decir, la contaminación
acústica. Buena parte de nuestras ciudades están a unos niveles muy superiores
a los que recomienda la Organización Mundial de la Salud, y las estrategias
para luchar contra este fenómeno son cada vez más complejas y difíciles, ya
que el ruido es la consecuencia, el síntoma del proceso de urbanización que
experimenta nuestro mundo. Desde que en el año 1972, en la Conferencia del
Medio Ambiente de Estocolmo, fue definido como contaminante, el ruido se
ha convertido en la variable ambiental más perniciosa desde el punto de vista
psicológico –y también una de las más importantes desde el punto de vista
fisiológico– para las personas. Quizá por este motivo, en el estudio del estrés
ambiental para la psicología ambiental el ruido haya sido el protagonista de
buena parte de los estudios psicoambientales.

El ruido es un fenómeno que ha acompañado la actividad humana desde siem-


pre. Sabemos, por ejemplo, que ya en la época romana existían normativas que
regulaban la circulación de los carruajes durante las horas de descanso. A pesar
de todo, la denominada contaminación acústica no se reconoció oficialmente
hasta dicha Conferencia de Estocolmo, y hasta finales del siglo XX no hemos
asistido a las primeras leyes y normativas que intentan regular efectivamente
este contaminante.
© FUOC • PID_00277543 31 Procesos psicoambientales y urbanos

Actividad

Haced una lista de situaciones cotidianas y tratad de clasificarlas según el grado de ruido
que consideréis que tienen (procurad pensar como mínimo tres situaciones para cada
categoría):

a) Situaciones que están por debajo de los 50 decibelios.


b) Situaciones que están entre los 50 y los 70 decibelios.
c) Situaciones que están entre los 70 y los 90 decibelios.
d) Situaciones que están por encima de los 90 decibelios.

A continuación, comparad los resultados de la lista obtenidos con la pirámide del sonido
siguiente. Posiblemente encontraréis situaciones muy similares a las descritas por voso-
tros.

dB Acontecimiento Efectos

170 Lanzamiento de un cohete espacial Daño irremediable inmediato

160 Chasquido sónico

150 Explosión de un cartucho de dinamita Tope laboral con casco

130 Despegue de un avión a reacción Umbral del dolor

125 Moto a escape libre a un metro

120 Tope de la voz humana, martillo neumático a un metro, Peligro grave en el momento
concierto de rock

115 Claxon de automóvil a un metro Peligro con más de quince minutos de exposición

110 Maquinaria industrial, discoteca

105 Aeropuerto a trescientos metros Muy perjudicial

100 Tormenta, obras a quince metros

95 Chillido, sierra mecánica, cortacésped Perjudicial

90 Estación de metro, alarma de comercio, moto con silencia-


dor

85 Tráfico intenso, compresor, camión Límite tolerable

80 Conversación a quince centímetros, despertador, tractor Molestia, riesgo de sordera

75 Tren a cincuenta metros, calle animada Soportable por un tiempo determinado

70 Tráfico medio, grandes almacenes, restaurante, autobús A lo largo de los años, el aparato auditivo se resiente
eléctrico

65 Conversación a un metro Perturbador

60 Tienda Alguna molestia. Límite recomendado por la OMS

55 Tráfico suave a veinte metros

50 Oficina tranquila, nevera Interfiere el sueño

45 Sala de estar con gente leyendo Umbral de la relajación

40 Casa de campo, jardín sin niños

35 Biblioteca medio vacía Límite para un sueño tranquilo


© FUOC • PID_00277543 32 Procesos psicoambientales y urbanos

dB Acontecimiento Efectos

30 Dormitorio

25 Cuchicheo a un metro, habitación hospital Silencio

20 Estudio insonorizado de radio, rumor débil de hojas en el


campo

15 Cuchicheo a cinco metros

10 Habitación perfectamente aislada acústicamente Umbral de audición

Sin embargo, ¿qué es el ruido? ¿Qué diferencia hay entre sonido y ruido? ¿Có-
mo afectan los elevados niveles sonoros a la persona? Esto es lo que analiza-
remos en este apartado. Para empezar, sin embargo, es conveniente tener en
cuenta que para definir y saber las características del sonido hay que recurrir
a parámetros físicos, mientras que para analizar el ruido es necesario recurrir
a parámetros psicológicos. De esta manera, primero abordaremos el tema del
sonido, posteriormente definiremos el ruido y, finalmente, analizaremos las
consecuencias del ruido y algunas medidas para su gestión.

Actividad
Nota
Intentad definir qué es ruido y qué no haciendo clic sobre los sonidos/ruidos siguientes.
Escuchad los sonidos en la web
• Motor de coche de la asignatura.
• Canzonetta de Mozart
• Despegue de un avión
• Piano de John Cage
• Agua del río
• Hilo musical
• Zumbar de la abeja
• Sirena de la ambulancia
• Herramienta de dentista
• Cuchicheo de voces
• Viento

El ruido, definido como contaminante por primera vez en la Conferen-


cia del Medio Ambiente de Estocolmo en 1972, se ha convertido actual-
mente en uno de los principales problemas ambientales de los entornos
urbanos. Para definir y caracterizar el sonido, hay que recurrir a pará-
metros físicos, mientras que para analizar el ruido, es necesario recurrir
a parámetros psicológicos.

1.2.2. Estimulación sonora y percepción del sonido

"El sonido se define como una variación de la presión del aire que puede ser detectada
por el oído humano y proviene de la vibración de un cuerpo que genera una serie de
ondas acústicas que se transmiten por cualquier tipo de medio líquido, sólido o gaseoso."

López Barrio (2000, p. 85).


© FUOC • PID_00277543 33 Procesos psicoambientales y urbanos

El sonido, pues, es una variable ambiental física. Como parámetro físico tiene
una serie de propiedades. Las principales propiedades acústicas de las ondas
sonoras son la frecuencia y la intensidad.

La frecuencia se define físicamente como la longitud de la onda acústica.


Cuando un sonido tiene una frecuencia elevada, se percibe como agudo, mien-
tras que si la frecuencia es baja, se percibe como grave.

La intensidad se define físicamente como la amplitud de la onda acústica.


Cuando un sonido tiene una intensidad elevada, se percibe como fuerte, mien-
tras que si la intensidad es baja, se percibe como flojo.

El sonido se mide en decibelios (dB) y el aparato para medirlo se denomina


sonómetro.

Como variable ambiental, el sonido es captado por la persona mediante unos


receptores sensoriales determinados, en este caso el oído. En la imagen siguien-
te podéis observar el recorrido que hace la onda sonora por las diferentes par-
tes del oído: el oído externo, formado básicamente por el pabellón auditivo,
que recoge y dirige la onda hacia el oído medio o conjunto de elementos (tím-
pano, cadena de huesecillos, canales vestibulares, etc.) que convierten la onda
sonora en movimiento mecánico (vibración) que se transmite hasta la cóclea y
el nervio auditivo que configura el oído interno. Entonces, el movimiento de
vibración se ha convertido en impulso eléctrico y llega a la parte correspon-
diente del cerebro para ser descifrado.

Hay que tener en cuenta que en cada aumento de diez decibelios se dobla
nuestra percepción del sonido; es decir, lo oímos el doble de fuerte.

Ahora ya sabemos cómo percibimos el sonido, y que determinadas situaciones


sonoras pueden producir estrés ambiental cuando las percibimos como ruidos.
Ahora bien, ¿es lo mismo sonido y ruido? ¿Es lo mismo el ruido para todo
© FUOC • PID_00277543 34 Procesos psicoambientales y urbanos

el mundo? Éstas y otras preguntas similares nos obligan a detenernos en la


definición de sonido y de ruido, y a reflexionar sobre su incidencia en el estrés
ambiental.

Llegados a este punto, nos podemos preguntar: ¿qué es el ruido, entonces?

Aquello que modula la situación de estrés no es tanto la persona ni la variable


propiamente dicha, es la relación específica que se establece entre una y otra.
La idea se puede resumir en el esquema siguiente:

De esta manera, se puede entender el ruido como una emanación sonora (va-
riable�ambiental) no deseada (relación�específica) por la persona. También
así podemos entender que aquello que para una persona es ruido, para otra
puede producir el efecto contrario. En otras palabras, el ruido es una percep-
ción subjetiva de una variable ambiental determinada presentada en una si-
tuación determinada y en unos niveles de inmisión determinados.

Resumen

El sonido se define físicamente como una onda con una longitud (frecuencia) y una
amplitud (intensidad) determinadas que, captada por el oído humano, es convertida en
impulso nervioso descodificado en el cerebro.

El sonido se mide en decibelios (dB). Cada 10 dB se dobla nuestra percepción de la in-


tensidad del sonido.

El ruido es definido como todo sonido no deseado. Aquello que distingue un sonido de
un ruido no son sus características físicas, sino el resultado de la relación específica que,
en un determinado momento, una persona mantiene con la variable.

De esta manera, en cada situación cada persona percibirá un determinado sonido como
ruido o no, según el grado de molestia percibido.

Mientras el sonido se define por medio de unos parámetros físicos, el ruido se define por
medio de parámetros psicológicos, sociales y situacionales.

1.2.3. Efectos fisiológicos y psicológicos del ruido

El efecto�fisiológico más conocido como consecuencia de altos niveles sono-


ros es la sordera. En este caso, hay que distinguir entre sordera de transmi-
sión (cuando quedan afectados elementos del oído externo o medio, como por
ejemplo una perforación del tímpano) y sorderas de percepción (cuando aque-
llo que queda afectado es el nervio auditivo o elementos del oído interno). Sin
© FUOC • PID_00277543 35 Procesos psicoambientales y urbanos

embargo, una exposición prolongada a niveles de inmisión sonora considera-


bles puede producir una serie de importantes alteraciones en el organismo,
entre otras:

• Alteración de las funciones circulatorias.


• Alteración de las funciones cardíacas (taquicardia).
• Alteración de las funciones respiratorias, por ejemplo, aumento del con-
sumo de oxígeno.
• Alteraciones de las funciones endocrinas.
• Aumento de la actividad electrodérmica.
• Alteraciones en la presión sanguínea.
• Alteraciones en el sistema digestivo: vómitos, náuseas, diarreas, digestio-
nes pesadas.
• Disminuye la agudeza visual y la visión cromática.
• Alteraciones en el ciclo del sueño.

Estas alteraciones no siempre son permanentes. Con frecuencia, el organismo


se activa para hacer frente a situaciones concretas y breves de estrés ambiental.
¿No habéis notado, por ejemplo, cómo después de salir de un lugar con altos
niveles sonoros en el que habéis estado un buen rato (por ejemplo, una disco-
teca) notáis una disminución de vuestra capacidad auditiva? Esto es debido a
una atrofia parcial y temporal del nervio auditivo que ha reaccionado ante la
situación de estrés y que, poco a poco, recuperará su función. El modelo de
Selye (1956) denominado síndrome de adaptación general (GAS) explica cómo
exposiciones repetidas y prolongadas a estas situaciones pueden acabar con
fases de resistencia más difíciles de negociar por el organismo, y se producen
atrofias más severas o incluso permanentes del nervio auditivo.
© FUOC • PID_00277543 36 Procesos psicoambientales y urbanos

Este modelo de estrés, básicamente centrado en correlatos fisiológicos, distin-


gue tres fases o momentos:

La principal consecuencia de los efectos�psicológicos del ruido es la sensación


de desagrado, molestia y pérdida de concentración. A pesar de todo, niveles
altos de inmisión sonora pueden provocar trastornos en la salud mental como
cefaleas (dolor de cabeza), inestabilidad emocional, irritabilidad, agresividad,
síntomas de ansiedad, etc. En definitiva, efectos asociados a situaciones de
estrés ambiental. Si recordamos el esquema presentado anteriormente, aquello
que puede provocar estrés ambiental no es tanto la variable, sino la evaluación
que se hace de la situación en la cual esta variable se presenta. Ésta es la idea
que hay en la base del modelo de estrés ambiental de Lazarus (1966, 1981,
1984), en el que se distinguen tres fases:

Fase�I.�Evaluación�primaria. La persona evalúa una situación determinada


como potencialmente estresante y la discrimina de otras no peligrosas o poco
importantes.

Fase�II.�Evaluación�secundaria. En un segundo momento se evalúan los re-


cursos disponibles para hacer frente a la situación.

Fase�III.�Reevaluación. El resultado de la evaluación secundaria es una reeva-


luación en la que se conjugan las características de la situación y la capacidad
de afrontamiento de la persona.
© FUOC • PID_00277543 37 Procesos psicoambientales y urbanos

Ejemplo

Imaginad que dormimos y unos vecinos deciden hacer una fiesta con música y baile.
En una evaluación primaria, nosotros podemos considerar, por ejemplo, que si esto dura
mucho no podremos descansar en toda la noche. La evaluación secundaria "escaneará"
las posibles alternativas de las que disponemos para hacer frente a la situación. La reeva-
luación dependerá de si consideramos que los recursos disponibles son suficientes o si
realmente no podremos dormir durante toda la noche.

Ante una situación estresante, se deben tener en cuenta dos estrategias de


afrontamiento básicas:

1) Respuestas enfocadas al problema; es decir, comportamientos o actos cog-


nitivos dirigidos a la fuente de estrés. En el ejemplo anterior, podemos llamar
a los vecinos y pedirles que bajen el aparato de música o decirles que no son
horas de hacer una fiesta.

2) Respuestas enfocadas a las emociones; es decir, comportamientos o actos


cognitivos dirigidos a reducir o a tolerar mejor las reacciones emocionales ante
una situación estresante. Ante un resultado negativo de nuestra visita a los
vecinos, podemos hacer frente a la situación intentando controlar el enfado
o la ira que nos provoca la situación, bien viendo un programa de televisión
entretenido o bien convenciéndonos de que tampoco es tan grave y que nos
podríamos encontrar en la misma situación que los vecinos y hacer una fiesta
en algún otro momento.

En general, una variable bastante predictora de los efectos psicológicos aso-


ciados a situaciones de estrés es la actitud que la persona o grupo tiene ante
la fuente productora de ruido. Si la actitud es negativa, es decir, si la fuente
genera sentimientos negativos, es más probable que la situación se viva como
molesta o estresante. De esta manera, una situación determinada puede ser
evaluada más fácilmente como estresante en las situaciones siguientes:

• Si se percibe el ruido como innecesario.


• Si el receptor concibe el ruido como perjudicial para su salud.
• Si el ruido se asocia a situaciones emocionales negativas como el miedo,
el pánico, la ira, etc.
• Si hay sensibilidad o descontento con otros aspectos situacionales (am-
bientales o no) que son conceptualizados como estresantes.

Otras variables que contribuyen a incrementar los efectos psicológicos del rui-
do son la intermitencia y la impredecibilidad. Glass y Singer (1972) estudia-
ron cómo los ruidos intermitentes suelen ser vividos más agresivos que los
continuados.

Ejemplo

En una biblioteca o en un examen nos molesta mucho más el ruido del compañero ner-
vioso que no para de dar golpecitos con el bolígrafo en la mesa, o que no para de dar
patadas de manera compulsiva, que, por ejemplo, el ruido continuado de un aparato de
aire acondicionado.
© FUOC • PID_00277543 38 Procesos psicoambientales y urbanos

Por otra parte, suele molestar mucho más si la intermitencia es aperiódica; es


decir –y aquí introducimos la segunda variable–, si es más difícil�de�predecir
que si la intermitencia es regular. Precisamente, el factor de impredecibilidad
es el más determinante de los efectos aversivos, y esto es así por las razones
siguientes:

• Aumenta el estrés porque la situación se evalúa como amenazante.


• Aumenta la atención sobre el ruido, y resta capacidad de concentración
para otras actividades.
• Resulta más difícil adaptarse o acomodarse al ruido.

Es así hasta tal punto que, si un ruido pasa a ser predecible sin reducir la in-
tensidad, muchos efectos disminuyen o desaparecen.

Ejemplo

¿Sois de aquellos que tenéis miedo de los petardos? ¿Os ponéis terriblemente nerviosos la
noche de San Juan? Precisamente, si reflexionáis, muchos de estos miedos son debidos a
la incapacidad de predecir la ocurrencia y la intensidad del ruido del petardo. Es más, con
frecuencia el miedo disminuye si os podéis preparar antes de que estalle o si el petardo
lo tiráis vosotros.

La capacidad de controlar la situación –o la creencia de que se puede controlar


la situación– hace disminuir los efectos del ruido. Ésta es la base de las teorías
del control como reductoras de estrés, bien sea por el control comportamental
o control directo o indirecto de la fuente productora de ruido, bien por el
control cognitivo o capacidad de reducir los efectos adversos por medio de
determinados razonamientos.

Resumen

Los efectos fisiológicos de la exposición continuada a un entorno sonoro de alta intensi-


dad van desde la sordera como afectación más evidente a alteraciones digestivas, endo-
crinas, respiratorias, cardiovasculares, etc. Además, los efectos pueden aparecer con pos-
terioridad a la exposición al entorno sonoro.

El modelo de Selye (GAS), centrado en correlatos fisiológicos y el de Lazarus, centrado en


correlatos psicocognitivos, son dos de los principales modelos en relación con el estrés
ambiental. Las teorías del control, ya sea cognitivo o comportamental, también ofrecen
explicaciones de cómo hacer frente a situaciones ambientalmente adversas.

1.2.4. Ruido y rendimiento

En general, los estudios en situación de laboratorio que ponen en relación


ruido y rendimiento son contradictorios, posiblemente porque, como vemos,
ésta es una variable psicológicamente compleja. Parece que, en todo caso, los
déficits en el rendimiento se dan en aquellas tareas que requieren situaciones
de comunicación verbal. Por otra parte, los estudios en situaciones naturales
también son difíciles porque, muchas veces, el ruido sólo es una de las varia-
bles que definen ambientalmente el contexto de análisis y resulta difícil dis-
criminar sus efectos por separado. En cualquier caso, hay algunos resultados
constatables: la persona es capaz de adaptarse a situaciones ruidosas. Con fre-
© FUOC • PID_00277543 39 Procesos psicoambientales y urbanos

cuencia, los efectos negativos se ven, pero posteriormente. Podríamos decir


que el ruido presenta efectos negativos acumulativos después de que el estí-
mulo que genera estrés haya desaparecido.

Dado que el principal efecto molesto del ruido es que distrae la atención de las Ved también
tareas que se realizan, el resultado del esfuerzo mental realizado en el proceso
Una explicación más detalla-
de adaptación comporta un coste tal para la persona que hace disminuir su da de la relación entre ruido y
capacidad de respuesta ante otras tareas o exigencias ambientales. rendimiento la podréis encon-
trar más adelante, en el aparta-
do "Parámetros psicoambien-
tales del entorno laboral".
Un estudio en el ámbito escolar demostró los efectos negativos del proceso de adaptación
a entornos ruidosos. En una clase se propuso una tarea escolar determinada que se tenía
que hacer durante una hora. En los primeros treinta minutos la tarea se realizaba con
ruido, y en la segunda media hora se hacía sin ruido. En otra aula, un grupo control
llevó a cabo la misma tarea en el mismo tiempo pero sin ruido. Los resultados mostraron
que el rendimiento del primer grupo durante la primera media hora era superior al del
segundo grupo. En cambio, en la segunda parte de la prueba el rendimiento del primer
grupo cayó en picado en comparación con el del segundo grupo, aunque en ninguna de
las aulas había ruido.

Los resultados se pueden explicar de la manera siguiente: durante la primera media hora,
el primer grupo ha tenido que hacer un esfuerzo de concentración extraordinario para
superar los efectos de descuido que provocaba el ruido; por este motivo, el rendimiento es
superior. Ahora bien, en la segunda media hora este mismo grupo ha pagado este esfuerzo
y, aunque el ruido hubiera desaparecido, los efectos acumulativos han hecho disminuir
significativamente el rendimiento en relación con el grupo control.

1.2.5. La gestión del ruido

Ciertamente, la contaminación acústica se ha convertido en uno de los prin-


cipales problemas de la ciudad, no tanto por la diferenciación subjetiva ya co-
mentada entre sonido y ruido, sino por los altos niveles de inmisión sonora a
los cuales estamos expuestos durante buena parte de nuestra vida. Se calcula
que un 20% de la población europea ve afectada su calidad de vida a causa
del ruido, y mientras la OMS fija en sesenta y cinco dB el límite admisible
para la salud, en España se calcula que unos nueve millones de personas viven
sometidos a niveles por encima de este umbral. Por su parte, la OCDE (Orga-
nización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) expone que ciento
treinta millones de personas se encuentran en entornos que superan los se-
senta y cinco dB y otras trescientas viven en zonas de incomodidad acústica
(entre cincuenta y cinco y sesenta y cinco dB).

La misma OMS fija unos valores recomendables: de día, el ruido en la calle no


tendría que superar los cincuenta y cinco dB, mientras que de noche se puede
dormir tranquilamente con unos niveles máximos de cuarenta y cinco dB. En
el interior de las viviendas, el ruido no tendría que exceder de los cuarenta
y cinco dB, treinta dB en el caso de los dormitorios. Se considera que una
exposición continuada a niveles de ochenta y cinco dB representa un riesgo
grave para la salud y que a noventa dB, el riesgo de sordera es, a medio o largo
plazo, inevitable.

Una de las maneras de evaluar los niveles de contaminación acústica es elaborando los
denominados mapas�sonoros. En éstos, una ciudad como Barcelona es medida a diferen-
tes horas del día en muchos puntos diferentes y la media de estas medidas se representa
© FUOC • PID_00277543 40 Procesos psicoambientales y urbanos

en un mapa de intensidades sonoras. Aquí tenemos el ejemplo de la medida del año 90


de la esquina Paseo de Gracia/Diagonal.

Como podemos ver, los niveles más bajos registrados en este punto son de 70 dB a las
cuatro de la madrugada, y los más altos, por encima de los 80 dB, a las doce y media y
a las cuatro de la tarde.

Teniendo en cuenta que la OMS recomienda un máximo de 65 dB y que cada 10 dB se


incrementa el doble la percepción del ruido, la conclusión es que, al menos a pie de calle,
desde las seis de la mañana a las doce de la noche la gente recibe más del doble de ruido
del aconsejable y que durante las veinticuatro horas del día los niveles de contaminación
acústica superan en creces lo recomendado por la OMS.

La gestión del ruido, pues, es una asignatura todavía pendiente en nuestras


ciudades. Unas de las principales herramientas de gestión son las diferentes
normativas y leyes que en torno a este tema se han desarrollado en los últimos
años.

En Europa

La Directiva del Parlamento Europeo sobre la evaluación y la gestión del ruido ambiental,
aprobada el 15 de mayo del 2002, tiene por objetivo establecer un mapa de ruido en la
Unión Europea y enmarcar futuras medidas comunitarias de reducción del ruido.

En�el�Estado�español

Real Decreto 1316/1989 sobre protección de trabajadores ante el ruido.

Reglamento de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas.

Decreto 1439/1972 sobre homologación de vehículos automóviles con respecto a los


niveles de ruido que producen.

En�Cataluña

Ley de Protección contra la Contaminación Acústica.

Ley 3/1998 de la Intervención Integral de la Administración Ambiental.

Decreto 136/1999, por el cual se aprueba el Reglamento general de despliegue de la Ley


3/1998 y se adaptan sus anexos.

En�Barcelona
© FUOC • PID_00277543 41 Procesos psicoambientales y urbanos

Ordenanza del medio ambiente urbano, título III sobre contaminación acústica, 1999.

Con frecuencia estas normativas tienen un cumplimiento bastante laxo, y el


ruido parece un mal inevitable de nuestro estilo de vida. A pesar de todo, hay
cada vez más medidas que, al menos de manera parcial, intentan reducir los
niveles de ruido y, por lo tanto, sus efectos nocivos. Algunas de las principales
medidas para intentar reducir los efectos de la contaminación acústica en las
ciudades son:

• Instalación de pantallas acústicas. Ya sea con materiales naturales (árboles,


taludes de tierra, etc.) o artificiales, estas pantallas impiden que se propa-
gue buena parte de las ondas sonoras provocadas por vías rápidas o infra-
estructuras ruidosas como aeropuertos o estaciones ferroviarias.

• Soterramiento de vías rápidas. Tiene el mismo efecto que las pantallas


acústicas, aunque a menudo su coste de implantación sea más elevado.

• Pavimentación fonoabsorbente (pavimento poroso). Buena parte de la on-


da sonora queda absorbida por el mismo pavimento, y se reducen los ni-
veles sonoros del tráfico. Puede llegar a reducir entre tres y cuatro dB, ade-
más de reducir las frecuencias más altas (agudos), que son los sonidos más
molestos para el oído humano.

• Instalación de doble cristal en las ventanas de viviendas y oficinas. Suele


ir acompañado de otras medidas constructivas como aislantes acústicos
en las paredes y tabiques, techos acústicos, etc. Es necesario prever unos
buenos niveles de acondicionamiento de aire, ya que la medida funciona
si las ventanas están cerradas al exterior.

• Control de los tubos de escape de los vehículos (especialmente motocicle-


tas).

• Limitación, restricción o prohibición del tráfico rodado en determinados


lugares y a determinadas horas o periodos del año.

• Implantación de medidas de aislamiento acústico (cascos, etc.) en aquellos


trabajos expuestos a importantes niveles de inmisión sonora.

Web recomendada

Si queréis conocer cuál es la gestión que ciudades como Barcelona ha-


cen en relación con la contaminación acústica, podéis visitar la pági-
na web: https://ajuntament.barcelona.cat/ecologiaurbana/ca/serveis/la-ciutat-funcio-
na/manteniment-de-l-espai-public/gestio-energetica-de-la-ciutat/servei-de-
control-acustic

También es importante destacar que recientemente han surgido asociaciones


y grupos organizados para defender los derechos de las personas ante la con-
taminación acústica:
© FUOC • PID_00277543 42 Procesos psicoambientales y urbanos

Portal general contra el ruido: https://portalruido.com/

Asociación Catalana contra la Contaminación Acústica: http://


www.sorolls.org/indexcast.htm

Resumen

Aunque la OMS fije claramente cuáles son los límites de niveles sonoros recomendables
para la salud, un 20% de la población europea vive bajo los efectos de niveles sonoros
muy superiores. Por este motivo, la gestión del ruido se ha convertido en uno de los
temas principales en las ciudades. La instalación de pantallas acústicas o de pavimento
fonoabsorbente, el soterramiento de vías rápidas, el control de los tubos de escape o la
limitación de determinadas zonas al tráfico rodado son algunas de las medidas que se
aplican para reducir el ruido.

1.3. El espacio público en la ciudad

1.3.1. La regulación de la privacidad

Con frecuencia se dice que la ciudad es mezcla, diversidad, intercambio, en-


cuentro, innovación, etc. La ciudad es imprevisible. Sin embargo, también son
necesarias unas pautas comunes mínimas para entendernos. Como dicen Bor-
ja y Muxí (2001), la ciudad remite a concentración de población (urbs), a cul-
tura, comunidad y cohesión (civitas), y a la resolución colectiva de los conflic-
tos entre poderosos y marginados (polis). En la línea de estos autores, y citando
al filósofo Habermas (1993), la ciudad es sobre todo espacio público porque es
donde el poder se hace visible, donde el simbolismo colectivo se materializa,
y donde la sociedad queda retratada, donde los conflictos y la injusticia eco-
nómica y social se hacen evidentes. Por este motivo, cuanto más abierto sea el
espacio público, será señal de que la sociedad es más democrática. El espacio
público se convierte, entonces, en un indicador de la calidad de vida. Hacer
ciudad es hacer espacio público, y reconocer el derecho a la ciudad para todo
el mundo (Borja y Muxí, 2001).

Sin embargo, ¿qué es el espacio público? ¿Cómo es definido y quién define el


espacio público? Desde el punto de vista jurídico, se trata del espacio regulado
por la Administración pública, la cual fija cómo se puede utilizar y qué activi-
dades se pueden hacer en el mismo, garantiza su acceso a todo el mundo y, en
definitiva, tiene su control. Una manera de definirlo en negativo se produce
cuando se opone al espacio urbano privado o en el que se puede edificar. Hay
mal llamados espacios públicos inaccesibles o prohibidos, y otros que, sin ser
jurídicamente públicos, son de uso colectivo intenso. Sin embargo, el espacio
público es mucho más que todo esto, es el espacio de dominio público, de todo
el mundo, lo que es de uso social colectivo y con muchas funciones distintas.

El espacio público es integrador de diversidad de usos, de gente y de significa-


dos, que no es lo mismo que homogéneo. Es seguro porque es abierto a todo
el mundo, y no por el hecho de que esté cerrado a algunos. Se dice que las
ciudades actuales pierden espacio público, que es como decir que se pierde el
© FUOC • PID_00277543 43 Procesos psicoambientales y urbanos

espacio para la ciudadanía (Bauman, 2001; Sennet, 2001, 2002; Borja y Cas-
tells, 2000). Algunos de los "males" que lo explican son la fragmentación de
la ciudad, con espacios de un solo uso, cortados por vías de comunicación.
Unos espacios públicos cada vez más privatizados, a menudo destinados sólo
al ocio y el consumo o en forma de guetos para ricos y para pobres, y con la
sustitución de los centros de las ciudades por centros comerciales que están
"abiertos" para quien tenga dinero.

En un entorno urbano son muchos y diferentes los espacios públicos que podemos encontrar.

Además de las consecuencias sociológicas de esta manera de hacer las ciudades, Ved también
algunos autores han destacado sus efectos psicosociales y psicológicos. En la
En relación a la planificación
década de los años setenta, Sennett (2001, 2002) ya hacía notar cómo la frag- del territorio ved el apartado
mentación dominante en este tipo de planificación del territorio empobrece "Los planes estratégicos", de
este módulo didáctico.
el contacto social, que se reduce al que casi se mantiene sólo entre iguales, lo
cual facilita el miedo del otro por el hecho de ser desconocido, precisamente
porque no se desarrolla un tipo de interacción basada en la diversidad.

Bibliografía

Si sentís curiosidad por el empobrecimiento de la esfera pública en la vida urbana, en


alusión a Richard Sennett, algunas de sus obras en las que trata más directamente este
tema son:

R. Sennett (2001). Vida urbana e identidad personal. Barcelona: Península (ed. original
1970).

R. Sennett (2002). El declive del hombre público. Barcelona: Península (ed. original 1974).

Si el espacio público no es abierto a todos, y por lo tanto ni es integrador ni


acogedor de múltiples usos, grupos y significados, la forma de interacción con
los otros también se altera. Uno de los aspectos que se pueden modificar son las
maneras de regular la privacidad; es decir, la manera de separar lo público de
lo privado (Newell, 1994), de modo que se corre el riesgo de que la distinción
entre público y privado se convierta en dicotomía, en lugar de diálogo. Es el
caso extremo de barrios "cerrados" en algunas ciudades sudamericanas, donde
el acceso está fuertemente controlado y las calles, sin aceras para los peatones,
están pensadas sólo para coches y casas. U otros barrios y/o urbanizaciones,
más próximos geográficamente, y también para clases sociales de poder ad-
quisitivo elevado, donde la mayoría de la gente no pasea, ni va a los mismos
sitios, a pesar de no haber vallas en la entrada. Como tampoco son "abiertos"
barrios considerados "degradados" por "temor" a ser atracados o cualquier otra
razón que contribuye a determinar la imagen de barrio peligroso.
© FUOC • PID_00277543 44 Procesos psicoambientales y urbanos

En el intento de acotar qué es el espacio público, es obvio que esto incluye


el otro extremo, el espacio privado. Ésta es una de las dialécticas que definen
la vida en la ciudad y que se deriva del cotidiano y fundamental acto de dar
significado a nuestro entorno, entre lo público y lo privado, entre lo común
y lo no común, entre mi/nuestro espacio, el de los otros y el de todos (Valera,
1999).

Actividad

Leed el texto siguiente y después intentad elaborar cuál es o cuáles son los criterios que
utilizaríais si tuvierais que explicar a alguien la diferencia entre los espacios públicos,
semipúblicos/semiprivados y privados.

"Paseo por mi ciudad. Un vagabundo duerme en ‘su’ banco (público). Un grupo de ju-
bilados juega a las cartas en ‘su’ mesa habitual de ‘su’ bar. Un músico callejero toca en
‘su’ esquina. Dos enamorados se despiden, como cada día, en ‘su’ portal. Atravieso un
barrio dando rodeos; el espacio urbano entre bloques de viviendas está restringido a los
vecinos previo franqueo de vallas y guardias de seguridad. Tomo el metro. Un hombre se
parapeta tras un periódico deportivo tratando de no ser visto por una antigua novia que
se encuentra –como él, de pie y apretujada– a cuarenta centímetros de distancia. Ella, por
su parte, envuelta por el halo sónico que desprende su walk-man y que la aísla del fragor
cotidiano, cierra los ojos sin querer ver a nadie. En un restaurante un cartel en la entrada
reza ‘Reservado el derecho de admisión’. Una vez dentro, en una puerta se puede leer
‘Sólo personal’, en otra ‘Privado. No pasar’ y en un sector de la barra ‘Reservado camare-
ros’. Tres mesas tienen el letrero de ‘Reservado’ y una cuarta tiene los asientos ocupados
por sendos gabanes. Sus propietarios deben de estar lavándose las manos. Todo lo demás
–el resto del espacio público– está ocupado, así que me voy. Por fin llego a casa. Aquí
ya no me molestará nadie. Me desnudo, desconecto el teléfono y me meto en la cama.
Mañana será otro día."

S. Valera (1999). Espacio privado, espacio público: Dialécticas urbanas y construcción de


significados. Tres al Cuarto (núm. 6, pp. 22-24).

Una distinción clásica entre los espacios privados y los espacios públicos ra-
dica en el grado de control de la interacción social (Zimring, 1982). Si en los
espacios privados (baño, dormitorio, oficina privada, coche) el control de la
interacción social es fácilmente alcanzable, en los espacios públicos este con-
trol de la interacción es casi imposible, como es el caso de la calle, donde las
interacciones posibles son más abiertas, espontáneas e imprevistas.

Sin embargo, los espacios donde puede haber más interpretación son los semi-
privados o semipúblicos, que se pueden entender como espacios de transición
entre lo público y lo privado, como un ascensor, el jardín que separa la casa de
la calle o, más habitualmente, espacios públicos pero que por la frecuencia de
su uso y los hábitos asociados a los mismos son considerados más "propios".

En la dialéctica entre público y privado se puede destacar qué papel tiene la


forma de los espacios, con sus características físicas, y cuál es el rol de las per-
sonas, que con sus interpretaciones dota de significado los espacios y los ca-
lifica de más o menos públicos y privados, además de los comportamientos
y de otros mecanismos puestos en práctica para regular la privacidad, como
veremos en el apartado siguiente.
© FUOC • PID_00277543 45 Procesos psicoambientales y urbanos

Aunque estéis ocupados en vuestros pensamientos, mientras esperáis el autobús puede ser que os encontréis a alguien
conocido, o quién sabe si resulta que conocéis a alguien que volveréis a ver más adelante.

El banco público donde conversa un grupo de amigos cada mañana puede significar para ellos "su" banco.

Según como sea la configuración del espacio, éste puede permitir un mayor o
menor control de la privacidad. En lo que respecta a la morfología del espacio
físico, Archea (1977) destacó dos características básicas para el control de la
privacidad:

• acceso�visual o las posibilidades que ofrece el espacio para que la persona


pueda explorar el entorno inmediato y
• exposición�visual, entendida como las posibilidades que ofrece el espacio
de permitir exponerse a la vista de otras personas.

(1)
La combinación de las distintas posibilidades de ver y de ser visto puede do- También podéis averiguar más
cosas de Jeremy Bentham en:
tar de más o menos control sobre los otros. Un ejemplo famoso en el que se
https://www.ucl.ac.uk/bent-
reduce al máximo el grado de privacidad es el tipo de edificio ideado por el ham-project/

filósofo y jurista Bentham (1748-1832)1, construido de manera tal que toda


su parte interior se puede ver desde un solo punto, más conocido como edifi-
cio panóptico, y que el también filósofo francés Foucault (1975) puso como
ejemplo de dominio y control social, como metáfora de sociedades actuales,
en las que unos pocos vigilan a muchos, en la línea del Big Brother que George
Orwell retrató en la novela titulada 1984.
© FUOC • PID_00277543 46 Procesos psicoambientales y urbanos

Otros autores como Bauman (2001) han matizado más tarde esta forma de Web recomendada
control social. En la globalización económica liberal, en la forma de ejercer
Podéis saber más cosas del
el control social, el protagonista ya no es el observador, sino el observado. panóptico visitando la web
El panóptico es sustituido por el sinóptico. Ya no se trata de que uno vigile siguiente:
https://www.ucl.ac.uk/bent-
a muchos, sino de que muchos observen a unos pocos. Eso sí, es necesario ham-project/who-was-je-
elegir bien a quién se quiere observar, imitar y mirar como modelo a seguir, remy-bentham/panopticon

en los medios de comunicación, en la prensa del corazón, etc., y convertirlo


en famoso o famosa.

Sin embargo, además de la forma de los espacios hay que destacar el rol de las
personas en la manera de regular la privacidad. Aunque hemos hecho alusión a
la privacidad como la separación del dominio público (Newell, 1994), lo cierto
es que una de las definiciones más aceptadas de privacidad es la del psicólogo
social y ambiental Altman (1975), quien la considera como:

"El control selectivo del acceso a uno mismo o al grupo al cual uno pertenece."

Altman (1975, p. 18)

Desde el punto de vista de Altman, hay que entender el control�selectivo; es


decir, la capacidad para decidir el acceso a uno mismo desde dos vertientes,
la interacción� social� y� el� contacto con los otros y la información que de
nosotros mismos ofrecemos a los otros durante la interacción. A partir de las
aportaciones de diferentes autores sobre la privacidad (Pedersen, 1979, 1982,
1997; Westin, 1967), son seis las dimensiones principales de la privacidad (Va-
lera y Vidal, 1998), que se destacan a continuación.

Dos dimensiones tienen que ver con la interacción y el contacto social con
los otros:

• Soledad. "Estar solo", es decir, estar en una situación en la que el resto de


la gente no puede acceder a lo que se hace o se dice.

• Aislamiento. Alejarse de los otros para obtener privacidad. Mientras ais-


lamiento implica irse lejos de la gente para estar solo (como ir a vivir a una
montaña), soledad significa encontrarse solo en una situación en la que
hay gente al lado.

Otras dos tienen relación con la capacidad de controlar selectivamente la in-


formación en situación de interacción:

• Anonimato. Involucrarse en una situación social determinada pero sin


permitir ser identificado, y pasar de esta manera inadvertido entre la mul-
titud.

• Reserva. Controlar informaciones de carácter personal en una interacción


social, especialmente si nos relacionamos con extraños.
© FUOC • PID_00277543 47 Procesos psicoambientales y urbanos

Finalmente, existe una forma de privacidad que toma como referencia no a


la persona, sino al grupo (desde dos hasta un grupo social), cuyos miembros
intentan llevar hasta el máximo sus relaciones personales y el intercambio de
información que se deriva de esta relación:

• Intimidad�con�la�familia. Estar solo con la familia con la exclusión de


otra gente (como por ejemplo por Navidad, cuando más se desarrollan
estas interacciones).

• Intimidad� con� los� amigos. Igual que con la familia, pero en este caso
referido al grupo de amigos, como por ejemplo la celebración de una fiesta
privada.

Tanto un tipo de intimidad como el otro pretenden la reducción del contacto


con los otros (exogrupo) a partir del incremento de la interacción con el grupo
mismo (endogrupo).

La teoría de Altman es eminentemente una teoría psicosocial, porque destaca


la privacidad como un modo de regular la interacción con los otros, aunque
prioriza el papel del espacio (la territorialidad, el espacio personal), además de
otros mecanismos, a la hora de regularla.

De esta manera, la privacidad no se tiene que entender como un sinónimo


de aislamiento, reclusión o exclusión, como a menudo se puede pensar. Se
trata de un modelo teórico dialéctico, en el sentido de que las personas busca-
mos, según la situación (social, ambiental) y el momento, un grado�óptimo
de� privacidad determinado; es decir, poder estar en compañía o estar solo
cuando uno lo quiere o necesita. Este grado óptimo no siempre se consigue.
En cualquier caso, se enfatiza que la privacidad se entiende como el resultado
de un equilibrio�entre�la�privacidad�deseada�y�la�privacidad�obtenida, y
que cuando no se consigue, se puede vivir la situación como un hacinamien-
to (estar en un transporte público lleno de gente cuando uno querría tener
más espacio para viajar) si la obtenida es menor que la deseada, o como un
aislamiento (estar en una fiesta sin mucha gente cuando uno querría poder
estar con mucha) si la conseguida es mayor que la deseada.
© FUOC • PID_00277543 48 Procesos psicoambientales y urbanos

Modelo de privacidad de Altman (1975).


Fuente: Valera y Vidal (1998).

La privacidad incide en la regulación de los procesos de interacción y de orga-


nización social y participa en el establecimiento de la identidad personal y/
o grupal. Entre las funciones principales de la privacidad relativas a la inter-
acción y la organización social, hay que destacar la misma regulación de la
interacción, la gestión de la información y el mantenimiento del orden y la
estructura grupal.

La regulación�de�la�interacción también permite la planificación de la inter-


acción y el análisis de las estrategias más idóneas para llevarla a cabo y su eva-
luación a medida que la interacción se desarrolla. Un ejemplo de regulación
de la interacción es el cartel del autobús que avisa de no hablar con el conduc-
tor mientras conduce, para evitar las interacciones que podrían distraerlo de
la conducción. Sin embargo, el ejemplo también lo es de otra función de la
privacidad, la gestión�de�la�información. En este sentido, la privacidad per-
mite establecer una comunicación limitada y protegida, en una situación de
interacción determinada. Por otra parte, la gestión de la información facilita la
capacidad de establecer vínculos de confianza con otras personas, lo cual per-
mite revelar u ocultar la información sobre nosotros que consideramos ade-
cuada, teniendo en cuenta la distancia psicológica respecto de los otros. Como
cuando leemos una carta de un amigo de antes en el autobús y nos apartamos
un poco de la vista de quien se sienta a nuestro lado.

Otra de las funciones de la privacidad es proporcionar a las personas recursos


para poder mantenerse dentro de estructuras�grupales imprescindibles para
su desarrollo. Es fundamental para mantener relaciones grupales necesarias
pero, a veces, conflictivas. Imaginad que después de una discusión familiar las
personas no se pudieran dejar de ver un rato, ni "retirarse" por unos momentos
a otro lugar. La privacidad también contribuye a mantener las diferencias de
estatus social propias de las estructuras y el funcionamiento grupal, en los que
el grado de privacidad es proporcional al nivel socioeconómico, como podría
© FUOC • PID_00277543 49 Procesos psicoambientales y urbanos

ser viajar habitualmente en el autobús, ya prácticamente nuestro, o en taxi, o


incluso en un coche más grande, con teléfono, Internet, bar y con un chófer
particular.

Además de estas funciones relacionadas con la interacción y la organización


social, la privacidad también interviene en la definición y el mantenimiento
de la identidad personal y social, fundamentalmente en tres aspectos clave:

• la identidad personal y social,


• la autoevaluación y
• la autonomía personal y grupal.

Gracias a la privacidad, la persona desarrolla la interacción social con otros


y adquiere las capacidades para vivir en el mundo y desarrollarse como per-
sona dentro de éste. Es decir, que permite a la persona establecer un sentido
de identidad�personal�y�social, y autodefinirse y autoposicionarse hacia su
mundo sociofísico. Esta identidad depende en gran parte de la capacidad para
autoevaluarse, compararse con otros y con uno mismo desde una perspectiva
temporal. La posibilidad de poder "retirarse" para efectuar esta autoevaluación
posibilita, según Westin (1967), el desarrollo de la identidad personal. Como
puede ser el hecho de estar sentado en la balconada de casa al atardecer y de-
jarse llevar por los pensamientos sobre los acontecimientos vividos durante
la jornada, observando la calle y mirando de vez en cuando a la gente pasar.
Finalmente, la privacidad garantiza la autonomía de las personas y los grupos
en relación con el resto, gracias a la libertad de elección –el control selectivo
del acceso–, como concepto clave no sólo de la privacidad, sino también de la
territorialidad, como veremos a continuación.

Resumen

El espacio público es integrador de diversidad de usos, de gente y de significados. Protec-


tor y abierto a todos, es el espacio de dominio público.

Para entender el espacio público, es necesario relacionarlo con el espacio privado. La


privacidad es una manera de abordar esta dialéctica entre público y privado.

El acceso y la exposición visual son dos características de los espacios físicos que influyen
en la regulación de la privacidad.

La privacidad se define como el control selectivo del acceso a uno mismo o al grupo al
cual uno pertenece, en el sentido de poder decidir el grado de interacción social con los
otros y la información que de nosotros mismos queremos ofrecer a los otros durante la
interacción.

Las dimensiones de la privacidad son la soledad, el aislamiento, la reserva, el anonimato,


la intimidad con la familia y la intimidad con los amigos.

La privacidad es el resultado de un equilibrio entre la privacidad deseada y la privacidad


alcanzada, lo cual da lugar al hacinamiento, el aislamiento o el grado óptimo buscado
según la situación.

Las funciones principales de la privacidad tienen que ver con la regulación de los procesos
de interacción y de organización social, y además del establecimiento de la identidad
personal y/o grupal.
© FUOC • PID_00277543 50 Procesos psicoambientales y urbanos

1.3.2. Los territorios urbanos y la distancia interpersonal

Además de un proceso de control o de regulación de los límites de la interac-


ción y de la búsqueda permanente de su grado óptimo, la privacidad es funda-
mentalmente un proceso multiinstrumental. Son muchos y variados los me-
canismos que desarrollamos para regular la privacidad.

Reflexión

Pensad qué habéis hecho cuando habéis decidido venir a trabajar un rato esta asignatura.
Seguro que habéis buscado un momento del día en el que os podíais evadir de otras obli-
gaciones. Ahora imaginad, o quizá es el caso, que la conversación que mantiene el resto
de vuestra familia o la persona o personas con las que vivís os estorba la concentración.
¿Cómo intentaréis conseguir más privacidad?

Hay cuatro tipos de mecanismos que permiten la consecución de privacidad:


verbales, no verbales, ambientales y socioculturales.

• Entre los mecanismos�verbales, además del mismo contenido verbal, con


la pronunciación, la entonación, el ritmo o la latencia, podemos expresar
discrepancias entre la privacidad real y la deseada.

• Entre los mecanismos�no�verbales están la postura del cuerpo, la expre-


sión de la cara o el contacto visual, además de los gestos y las gesticulacio-
nes, las principales maneras de comunicar inclusión, exclusión, querernos
acercar o evitar la interacción con otras personas.

• Los mecanismos�ambientales incluyen cómo vamos vestidos, el espacio


personal o la distancia interpersonal mantenida durante la interacción,
además de los elementos espaciales relacionados con la señalización y la
defensa de un entorno determinado, lo que representan manifestaciones
de territorialidad.

• Los mecanismos�socioculturales incluyen la mayoría de los anteriores y


las normas sociales y las pautas culturales aprendidas y aceptadas sobre la
manera de regular la interacción con los otros.

Reflexión

Imaginad que vais a una oficina bancaria para obtener información sobre planes de pen-
siones, y quien os atiende os pide que os sentéis en el lado de la mesa opuesto al suyo.
Ahora imaginad que la persona os invitara a que os sentaseis los dos en el mismo lado y
de espaldas a la mesa. ¿Qué reacción creéis que tendríais? ¿Qué pensaríais de su cambio
de posición?

De entre los mecanismos ambientales, la distancia�interpersonal es posible-


mente uno de los mecanismos que utilizamos de manera más automática, sin
tener conciencia. Una manera de regular la interacción con los otros es mante-
niendo más o menos distancia con la persona con la que hablamos. De hecho,
no mantenemos la misma distancia con alguien conocido que con un desco-
nocido. Ni tampoco es igual la distancia que se mantiene con la pareja, con
algún familiar lejano o con un compañero de trabajo. A pesar de las variacio-
© FUOC • PID_00277543 51 Procesos psicoambientales y urbanos

nes de la situación, el género de la otra persona, las pautas culturales o el grado


óptimo de privacidad, entre otras variables, existe una especie de "fronteras"
entre distancias reservadas para distintos tipos de interacción. No es lo mismo
una conversación íntima con alguien a quien hacemos una confidencia, que
estar de palique en la parada del autobús con alguien a quien no conocemos,
ni la distancia entre un conferenciante y su público.

Actividad

Salid a la calle y observad las distancias que las personas mantienen en sus interaccio-
nes. Escoged algunos escenarios diferentes, e intentad calcular cuál es su distancia inter-
personal. Intentad adivinar el tipo de relación que mantienen. ¿Creéis que la distancia
puede ser el único indicador para averiguar si son más o menos conocidas las personas
observadas? ¿Qué otros criterios creéis que pueden incidir en esto? Si no sabéis por dónde
empezar, os proponemos algunos escenarios posibles como comprar en el mercado, unos
amigos hablando en la calle, la cola de una función de teatro o del cine, una conferencia
o una clase magistral en una universidad, una reunión de trabajo, etc.

Si os gustan los deportes de riesgo, podéis realizar esta actividad de otra manera. Conver-
tiros en uno de los actores de la interacción. Observad qué pasa cuando os acercáis más
de la cuenta a la persona que tenéis delante de la caja del supermercado; os podéis alejar
de vuestros amigos cuando estéis conversando con ellos, etc. Sin embargo, no olvidéis
que no sólo los naturalistas corren peligro cuando observan el comportamiento de indi-
viduos de algunas especies.

La distancia interpersonal también se suele denominar espacio personal. En es-


te caso, es habitual hacer referencia a una metafórica burbuja de aire que nos
acompaña en todo momento, para aludir a la zona que rodea a una persona,
en la cual no se puede entrar sin autorización. Uno de los precedentes en el
estudio del espacio personal fue Hall (1966), quien denominó proxemia al es-
tudio científico del espacio como un medio de comunicación interpersonal.
Son cuatro los tipos de distancia interpersonal según este autor:

• íntima, en la que tienen lugar las confidencias y las prácticas amorosas;


• personal, en la que se da la interacción entre amigos íntimos y las con-
versaciones personales entre conocidos;
• social, para asuntos más formales y distantes, y
• pública, para contactos más superficiales.

Estas distancias se encuentran influidas al mismo tiempo por factores de ca- Lectura recomendada
rácter situacional, personal y cultural. Además, el espacio personal se mantie-
E. T. Hall (1988). La dimen-
ne con una serie de comportamientos interrelacionados que incluyen el con- sión oculta. México: Siglo XXI
tacto visual y la orientación corporal, además de la distancia interpersonal. (ed. original en inglés, 1966).

Relacionados con la percepción de la distancia interpersonal, están los con-


ceptos de hacinamiento el apartado y de densidad. Stokols (1972) distingue en-
tre densidad, que tiene que ver con los aspectos físicos y espaciales de una
situación –personas por superficie–, y aglomeración o hacinamiento, que son
los aspectos psicológicos derivados de la percepción de la restricción espacial.
Sin embargo, otros autores (Rapoport, 1975) han hablado también de densi-
dad subjetiva. En cualquier caso, según cómo sea percibida esta densidad se
puede atribuir el malestar a la falta de espacio (densidad�espacial) o al exceso
de gente (densidad�social), lo que también tiene distintas consecuencias en la
© FUOC • PID_00277543 52 Procesos psicoambientales y urbanos

interacción. Además, no siempre el hacinamiento se percibe negativamente,


como cuando se quiere ir a un concierto multitudinario de un grupo musical
o se va a la playa un domingo de agosto.

La territorialidad es otro de los mecanismos ambientales para alcanzar el grado


de privacidad deseado, es decir, por medio de la posesión o la ocupación de
un territorio. Si en la privacidad el énfasis recae en el control del acceso a uno
mismo, en la territorialidad es el espacio físico el elemento que se enfatiza. A
diferencia del espacio personal, no se trata de un espacio invisible y móvil, ya
que el territorio comporta unos límites que son perceptibles y localizados.

Reflexión

¿Os habéis fijado en qué ocurre cuando vais a una biblioteca en época de exámenes? Si
os levantáis un momento de la mesa para ir a estirar las piernas, ¿cómo intentáis reservar
el sitio? ¿Dejáis algún tipo de señal para indicar que aquel lugar es "vuestro"? Ahora
imaginad cómo son estas señales cuando no es época de exámenes y la biblioteca se
encuentra más vacía.

Para Gifford (1987), la territorialidad es:

"Un patrón de conductas y actitudes sostenido por un individuo o grupo, basado en el


control percibido, intencional o real de un espacio físico definible, objeto o idea y que
puede comportar la ocupación habitual, defensa, personalización y señalización."

Gifford (1987, p. 137)

Quizá, cuando se habla de territorialidad, lo primero que viene a la cabeza si


no se conoce el tema son las imágenes de dos animales luchando u oliendo en
el suelo, vistas en uno de los documentales sobre naturaleza de aquellos que
todo el mundo dice que ve por televisión. De hecho, el estudio de la territo-
rialidad también se ha analizado desde la óptica comparativa con la territoria-
lidad animal, y se ha acercado a la biología y a la etología.

Ejemplo

La publicación en el año 1966 de los libros El imperativo territorial de Robert Ardrey y Sobre
la agresión de Konrad Lorenz tuvo un gran impacto dentro de la psicología ambiental,
además de hacerlo en otras disciplinas. Según estos autores, la territorialidad humana
tiene una predisposición genética, igual que los animales. Las diferentes interpretaciones
a las que dieron lugar estas ideas son parte de la vieja polémica entre herencia y ambiente,
hoy día resuelta entendiendo los dos términos no de manera dicotómica.

Puestos a mencionar algunas diferencias entre los racionales y el resto de los


animales, estos últimos tienen menos roles sociales que las personas. Los in-
dicadores que utilizan los seres humanos para delimitar el territorio tienen
una mayor y elaborada carga simbólica, mientras que los indicadores físicos
utilizados por los animales (orines, secreciones, etc.) no requieren una elabo-
ración simbólica compleja. Ante la invasión del territorio, la respuesta en los
animales es más rígida y predecible que en humanos, la cual se suele dar en-
tre individuos y por motivo de la ocupación del territorio. La agresión entre
humanos, en cambio, es también grupal y no sólo por la ocupación de un
territorio, sino por razones ideológicas y de carácter simbólico.
© FUOC • PID_00277543 53 Procesos psicoambientales y urbanos

Ejemplo

Una prueba de la carga simbólica en la territorialidad humana es que, ante un mismo he-
cho, algunos hablaron de ataque, invasión y agresión, mientras que otros lo denominaron
guerra o incluso acto patriótico, liberación y salvación en las dos "ocupaciones" de Estados
Unidos sobre Iraq, en 1991 y en el 2003.

La territorialidad humana, además de comportar un repertorio más rico, va-


riable y complejo que las respuestas territoriales animales (Altman, 1975), se
ve influida por factores personales como la edad, el género, rasgos de persona-
lidad, etc.; y por factores situacionales, tanto del entorno físico como social,
y culturales (Gifford, 1987).

¿Y qué territorios existen en la ciudad? En primer lugar, hay un consenso ele-


vado en la manera de diferenciar los tipos de territorios, que no es otro que el
criterio del grado de centralidad o importancia en la vida cotidiana, además
de la controlabilidad y el tiempo que se permite en cada tipo de territorio. De
esta manera, se pueden distinguir territorios:

• Primarios, en los que se da el máximo grado de control, casi permanente


y exclusivamente, los cuales ocupan una importancia y una centralidad en
la vida cotidiana lo bastante elevada y tienen un alto grado de significación
personal. El ejemplo paradigmático es la propia casa o la habitación.

• Secundarios, porque tienen una significación menor por sus ocupantes


que los primarios, además de que el control es menos permanente y exclu-
sivo. Más bien es necesario cambiar, rotar o compartirlo con extraños. Por
ejemplo, "nuestra" silla en el aula, la mesa en la que se suelen sentar unos
amigos cuando van al bar habitual. Este tipo de territorios están regulados
por normas no explícitas e informales.

• Públicos, porque están abiertos a todos y todos tienen el mismo derecho


a ocuparlo, a no ser que estén específicamente excluidos bien por motivos
de discriminación o de conductas inaceptables (Gifford, 1987). Como en
los secundarios, las normas y reglas para regular los territorios públicos
tampoco son explícitas. El derecho a poseer territorios públicos es muy
limitado y temporal, su ocupación está determinada por el principio "es
del que primero llega" y a menudo requiere de la necesaria presencia física
para mantener su posesión, como ejemplariza la expresión de "quien va a
Sevilla pierde su silla". Calles, playas, trenes, grandes almacenes, hoteles,
etc. son ejemplos de territorios públicos.

Como podemos ver, hay una cierta correspondencia entre los espacio privados Ved también
y públicos (regulación de la interacción) con los territorios primarios y públi-
Sobre espacios privados de los
cos (ocupación del territorio) respectivamente. Al fin y al cabo, la territoriali- públicos ved el apartado "La
dad es una manera de regular la privacidad, la cual incluye la regulación de la regulación de la privacidad",
de este módulo didáctico.
interacción, precisamente el criterio por el cual Zimring (1982) distinguía los
espacios privados de los públicos. Con respecto a los territorios secundarios y
los espacios semipúblicos o semiprivados, aquí es donde la construcción social
© FUOC • PID_00277543 54 Procesos psicoambientales y urbanos

de los significados otorgados a estos espacios aparece con más posibilidades


emergentes y cambiantes, donde la mayor diversidad de matices y las posibles
interpretaciones que aparecen dependen más del contexto. En suma, donde
la interacción social es más abierta, rica y posibilista y donde conectamos lo
que es público con lo privado y aprendemos de esta manera a vivirlo como
más "propio".

Lyman y Scott (1967) añaden otros dos tipos de territorios:

• Territorios�interaccionales, que son áreas controladas temporalmente por un grupo


de personas mientras interactúan (un partido de fútbol en el patio del colegio, un
aula, etc.).

• Territorios�corporales (self físico), que no se deben confundir con el espacio perso-


nal, ya que el límite, en este caso, es la propia piel más que la distancia próxima a ésta
(espacio personal). El cuerpo puede ser invadido con permiso (por un cirujano en
una operación) o sin éste (una agresión con una navaja). Las personas también per-
sonalizamos nuestro cuerpo (tatuajes, pendientes), lo defendemos y lo controlamos.

Otros dos tipos de territorios, con menos consenso en su consideración como territorios
(Gifford, 1987) pese a ser genuinamente humanos, por la implicación de procesos cog-
nitivos, afectivos y simbólicos, son:

• los objetos, que también son marcados, personalizados, defendidos y controlados


(como enganchar el ex libris en los libros, teniendo cuidado de que nos devuelvan
los libros cuando los dejamos, etc.);

• y las ideas, como es el caso de patentes o los derechos de autor (copyrights).

Otro aspecto importante en la definición de la territorialidad es el que tiene


que ver con la infracción�y�la�defensa�de�los�territorios. La respuesta que se
adopta ante la invasión del territorio varía según el significado�de�la�invasión
y la respuesta�disponible. Fundamentalmente, la reacción vendrá modulada
por la percepción que tenemos de quién invade, por qué lo hace, de qué tipo
de territorio se trata, durante cuánto tiempo se da y si existe la posibilidad de
territorios alternativos (Gifford, 1987).

Ejemplo

La reacción ante la visita de unas personas en casa puede ser más o menos intensa si éstas
son desconocidas o familiares, si les atribuimos la intencionalidad expresa de molestarnos
o no, si en lugar de nuestro hogar es otro territorio como la butaca del cine, si la visita es
más o menos larga y si, ante la "invasión", podemos ir a un territorio alternativo como
la habitación.

Con respecto a la infracción, hay que distinguir entre (Lyman y Scott, 1967):

• Invasión, a menudo la más común y que implica entrar físicamente en


el territorio para controlarlo, como aquello de la silla y Sevilla; es decir,
que ocupen nuestra butaca en el cine mientras estábamos en el lavabo,
por ejemplo.

• Violación, cuando se trata de una incursión temporal sin la finalidad de


control, ya sea con intención de hacer daño (vandalismo) o por ignoran-
cia (entrar en el lavabo equivocado). La ocupación tampoco es necesario
© FUOC • PID_00277543 55 Procesos psicoambientales y urbanos

hacerla personalmente, como cuando los vecinos suben el volumen de la


radio y nos molesta enormemente.

• Contaminación, cuando el infractor, además de ensuciar, puede provocar


algún mal mayor (residuos contaminantes, devolver algo estropeado).

Las principales funciones de la territorialidad, como en el caso de la privacidad,


tienen que ver con la interacción� y� la� organización� social, además de la
identidad�personal�y�grupal. En el primer caso, es el dominio�y�el�control lo
que se ve favorecido por la territorialidad, cosa que implica definir la prioridad
sobre un área y elegir el tipo de actividad que se da, además de la capacidad de
resistir el control de otros. La organización�de�actividades�cotidianas, como
el hecho de sentarse en el mismo lugar para comer, donde todo el mundo
tiene su espacio, o poder disponer de un lugar para las cosas, también está
favorecida por la territorialidad. Y también la regulación�de�la�agresión, al
dejar claro lo que es mío o nuestro y lo que es de los otros y prevenir, de esta
manera, las posibles infracciones.

En lo que respecta a la identidad personal y grupal, la territorialidad permite


comunicar a los otros nuestro sentido de identidad. La personalización�del
territorio comporta ocupar y marcar un territorio, en este caso primario, y
dotarlo de este modo de significado personal y comunicar a los otros y a uno
mismo quiénes somos. Es el ejemplo de cuando se decora el hogar o una ha-
bitación con "señales" personales como fotos, objetos que se vinculan a expe-
riencias pasadas o a significados con los cuales nos identificamos o nos que-
remos identificar. La personalización también incrementa el vínculo�con�el
lugar, además de ser un aspecto importante en el proceso de apropiación
del�espacio, como se muestra en el apartado siguiente. De hecho, los territo-
rios primarios también se pueden entender como una extensión del self, de la
identidad y la autoestima.

También vinculado con la identidad, hay otra manera de distinguirse del resto
por medio del comportamiento territorial, y es mediante la señalización�del
territorio. Mientras que la personalización alude a los territorios primarios
o secundarios con una relativa permanencia o longitud en el tiempo de su
control, la señalización indica la defensa de la afirmación de una parte de un
territorio público, como el caso del asiento en el bus o la butaca en el cine. El
sentimiento de "distintividad" que comporta señalizar un territorio también
es una manifestación de la identidad (distintividad) personal o grupal. Esta
diferenciación permite a la persona identificarse consigo misma y con otros
(Valera, 1997; Valera y Pol, 1994).
© FUOC • PID_00277543 56 Procesos psicoambientales y urbanos

El espacio no sólo es el escenario donde se da la acción, es también el elemento


de interacción y de comunicación por medio de su señalización.

Resumen

Hay cuatro tipos de mecanismos que permiten la consecución de privacidad: verbales,


no verbales, ambientales y socioculturales. El espacio personal y la territorialidad son dos
de los mecanismos ambientales.

El espacio personal es la zona que rodea a una persona, a la cual no se puede entrar sin
autorización.

La densidad tiene que ver con los aspectos físicos y espaciales de una situación, mientras
que la aglomeración o hacinamiento son los aspectos psicológicos derivados de la per-
cepción de la restricción espacial, atribuible a la falta de espacio (densidad espacial) o al
exceso de gente (densidad social).

La territorialidad se define como un patrón de conductas y actitudes sostenido por un


individuo o grupo, basado en el control percibido, intencional o real de un espacio físico
definible, objeto o idea y que puede comportar su ocupación habitual, defensa, persona-
lización y señalización.

Los territorios se clasifican en primarios, secundarios y públicos.

En las infracciones en el territorio se distingue invasión, violación y contaminación. La


respuesta que se adopta ante la invasión del territorio varía según el significado de la
invasión y la respuesta disponible.

Las principales funciones de la territorialidad, como en el caso de la privacidad, tienen


que ver con la interacción y la organización social, además de la identidad personal y
grupal.

1.3.3. Apropiación, simbolismo e identidad

Imaginad que camináis por una calle con dos carriles para los coches y unas
aceras estrechas, por donde circulan los peatones con los que os cruzáis. Más
adelante la calle se vuelve peatonal, ahora el pavimento no está asfaltado, hay
tiendas, algún bar y viviendas de una o dos plantas, es lo que ahora veis en los
lados. Cuando ya lleváis un rato paseando, de repente ya no veis comercios,
las paredes de la calle ahora sólo son las fachadas de casas de una sola planta,
algunas tienen ropa extendida, en muchas veis geranios, ibiscos, margaritas
y algún rosal dentro de tiestos, a los lados de las entradas. Una persona está
sentada fuera, en la calle, y os saludáis cuando pasáis cerca de ella.

Reflexión

Ahora podéis pensar que todo el rato habéis ido por las calles de un pueblo, de una villa,
incluso de una ciudad grande. Sin embargo, ¿no os parece que habéis "viajado" por lugares
© FUOC • PID_00277543 57 Procesos psicoambientales y urbanos

muy diferentes? ¿Habéis tenido las mismas sensaciones en cada calle? ¿Creéis menos
probable saludar a un peatón con el que os cruzáis en la calle con las aceras estrechas y
los dos carriles para coches del principio, que a la persona que estaba sentada delante de
su casa en la calle del final?

En cualquier pueblo, villa o ciudad encontramos calles, plazas, casas, comer-


cios, edificios para servicios, construcciones de cariz religioso, militar, civil,
etc. Se observan cosas diferentes y cosas iguales, continuidad y diferencias, y
por todas partes experimentamos distintos significados en cada espacio. El es-
pacio tiene significado porque hacemos cosas y, al mismo tiempo, los usos y las
actividades que desarrollamos en los espacios generan significados. Median-
te esta dialéctica, los espacios se convierten en lugares simbólicos, los cuales
también construyen nuestras identidades. Nos vinculamos a los espacios, de
manera que algunos los vivimos más como "propios" que otros. En cambio,
otros espacios nos parecen "ajenos" a nosotros. Estos fenómenos de vincula-
ción afectiva y cognitiva a los espacios y de la generación de sus significados,
incluso de los asociados a la identidad, se pueden explicar y comprender desde
los procesos de apropiación de los espacios de la ciudad.

¿Cómo se convierte en lugar un espacio? ¿Cómo llegamos a sentirnos de un lugar? ¿De


qué manera se relaciona el espacio con aspectos de la identidad? En nuestra vida cotidiana
podemos llegar a decir que somos de un lugar determinado. O podemos definirnos como
lo que se queda después de haber vivido en diferentes lugares. Aun así, a la manera de
un nómada o incluso errando sin rumbo definido, no se pueden negar las pertenencias
y las voluntades, que en cualquier grado, hacia uno, muchos o todos los espacios, han
sido significativos en la propia vida. Y si se alude a la significación, todavía hay que
añadir la cuestión de cómo se adquieren los significados de los espacios. ¿Cómo indican
su significado? ¿De dónde surge su sentido? Y dado que el significado es un producto
humano, ¿qué papel tienen las relaciones sociales que alimentan estos espacios?

El enfoque de la apropiación del espacio es otra manera de explicar la interac-


ción de las personas con los espacios, como en el caso de la privacidad, pero
en la apropiación se tienen más en cuenta los procesos simbólicos y de vincu-
lación con los lugares que en la privacidad. La apropiación del espacio incluye
algunos de los conceptos ya mencionados, como por ejemplo la territoriali-
dad, pero va más allá.

Ejemplo

Para Brower (1980), la apropiación del espacio se deriva de la conducta territorial. Repre-
senta el control de un entorno físico que se manifiesta en la ocupación (personal, comu-
nitaria, de la sociedad o libre), la defensa (con una estrategia agresiva, de retirada o de
renuncia) y el vínculo con el lugar (que se asocia a la autoimagen y a la identidad social).

La seguridad que experimentamos las personas cuando estamos en un lugar


familiar, el hecho de sentir que un lugar es nuestro, los vínculos afectivos ha-
cia determinados espacios o lo que significa un lugar para uno solo o bien para
un conjunto de personas son aspectos que tienen que ver con los vínculos que
se establecen entre las personas y los espacios. Además, la variación de estos
aspectos a lo largo del tiempo y entre las personas, desde puntos de vista indi-
vidual, interpersonal, grupal, comunitario, etc., muestran su cariz dinámico.
Se trata de una relación dialéctica, por medio de la cual diferentes procesos
(psicológicos, psicosociales, sociales y culturales) rinden cuenta de la adquisi-
ción y el mantenimiento de esta conexión entre las personas y los espacios.
© FUOC • PID_00277543 58 Procesos psicoambientales y urbanos

La apropiación del espacio es el proceso por el cual las personas vivimos unos
espacios de una manera propia; es decir, de una manera no ajena. Este tipo
de vínculo con el entorno, este grado de implicación y de inclinación hacia
un espacio, se manifiesta y se comunica –en los otros y en uno mismo– por
medio de unos usos, de unas actividades y de unas conductas desarrolladas
en éste, las cuales conforman su dimensión externa. La dimensión interna
está configurada por los significados y los sentidos, más o menos compartidos,
atribuidos al espacio. Es la interpretación que se deriva del mismo –por este
motivo este espacio "comunica" algo– lo que comporta su carga simbólica. Las
dos dimensiones configuran el proceso por el cual se genera la vivencia de
apropiación, de control y de dominio percibido sobre determinados espacios
a lo largo del tiempo.

Ejemplo

Cuando una persona entra a vivir en una vivienda nueva, ya sea de compra o de alquiler,
es cuando más transforma este espacio (hacer obras, amueblar, pintar, colgar cuadros,
colocar objetos con significado personal, distribuir y ordenar el espacio, etc.). Una vez
organizada y transformada, normalmente no se hacen modificaciones tan acentuadas.
Se da una identificación con la casa que ayuda a mantener la propia identidad.

No sólo el interior del hogar se transforma, también las fachadas y balcones pueden ser objeto
de transformación.
Fuente: Fotografía de Carme de La Madrid, parte de una exposición, junto con Toni Puntué, en
el Barrio de la Trinitat Nova, a presentada el 8 de junio del 2001.

Sin embargo, no sólo nos apropiamos de nuestro hogar, lo mismo hacen los niños y las
niñas en la guardería, donde decoran rincones destinados a actividades, y donde cuelgan
sus dibujos. También se ha hecho notar la importancia de poderse apropiar del espacio
en centros penitenciarios, hospitales y residencias para gente mayor. Y no sólo en espa-
cios privados y semiprivados se da la apropiación; por descontado, nos apropiamos de la
ciudad, del barrio, de sus espacios, calles y plazas.
© FUOC • PID_00277543 59 Procesos psicoambientales y urbanos

Las cenas y actividades en la calle, durante las fiestas, son también una muestra de la
apropiación del barrio.
Fuente: Fotografía de Carme de La Madrid, parte de una exposición, junto con Toni Puntué, en
el Barrio de la Trinitat Nova presentada el 8 de junio del 2001.

"La apropiación resulta de un proceso complejo que Korosec-Serfaty (1976) define por
Lectura recomendada
medio de las consideraciones siguientes:

• Apropiación es un proceso en el que el sujeto se hace a sí mismo por medio de sus Para ampliar sobre la apro-
propias acciones. piación, simbolismo e iden-
• Apropiación no es meramente dominio legal (no imprescindible), sino que es el do- tidad, debéis leer la obra si-
minio de las significaciones de objeto. guiente:
• La apropiación es un saber hacer histórico mediatizado socialmente. Por lo tanto, E. Pol (2002b). El modelo
implica un proceso de socialización y las potencialidades del individuo. dual de la apropiación del
• La apropiación, en tanto que "saber hacer" o modus o estilo de acción, no está nece- espacio. En R. García-Mira,
sariamente vinculada a la posesión material. J. M. Sabucedo y J. Romay
• La apropiación, en tanto que dimensión social, se tiene que considerar siempre den- (ed.). Psicología y medio am-
tro del contexto sociocultural concreto. biente. Aspectos psicosociales,
• La apropiación no es una adaptación, sino el dominio de una aptitud (por lo tanto, educativos y metodológicos. A
Coruña: Asociación Galega
la socialización y la educación son muy importantes).
de Estudios e Investigación
• La cultura de cada individuo implica una apropiación diferente.
Psicosocial.
• Toda apropiación es un proceso, un fenómeno temporal. Por lo tanto, hay que con-
siderar el cambio del sujeto en el tiempo, no sólo el cambio del objeto, o del espacio.
• Finalmente, apropiación es un proceso dinámico de interacción del individuo (vi-
vencia interiorizada, subjetiva) con su medio externo.

La apropiación del espacio se refiere al sentimiento de poseer y gestionar un espacio,


independientemente de la propiedad legal, por uso habitual o por identificación."

E. Pol (1996). La apropiación del espacio. En L. Iñiguez y E. Pol (ed.). Cognición, repre-
sentación y apropiación del espacio (pp. 45-62). Barcelona: Publicacions de la Universitat
de Barcelona.

La apropiación del espacio (Korosec-Serfaty, 1976; Pol, 1996, 2002b) es un concepto de


origen marxista que también se relaciona con otros conceptos como la dependencia del
lugar (Stokols, 1981); la identidad de lugar (Proshansky, Fabian y Kaminoff, 1983); el
sentido de lugar (Hay, 1998); la satisfacción residencial (Amérigo, 1995); la satisfacción
y el sentido de comunidad (Hummon, 1992); la identidad de asentamiento (Feldman
1990); la identidad urbana (Lalli, 1992); la identidad social urbana (Valera y Pol, 1994);
el espacio simbólico urbano (Valera, 1997; Valera, Guardia y Pol, 1998); y el vínculo con
el lugar (Altman y Low, 1992; Hidalgo y Hernández, 2001).

¿Cómo se da el proceso de apropiación del espacio? ¿Cómo nos apropiamos


de los espacios? Pol (1996, 2002b) agrupa las diferentes dimensiones implica-
das en este proceso en dos vías o componentes principales y complementa-
rios. La primera vía remite a la vertiente comportamental, referida como ac-
ción-transformación del entorno, y se emparienta con la territorialidad y el
espacio personal; la otra se denomina identificación-simbólica, emparenta-
da con procesos afectivos, cognitivos e interactivos.
© FUOC • PID_00277543 60 Procesos psicoambientales y urbanos

Por medio de la acción sobre el entorno, la persona y la colectividad transfor-


man el espacio, y dejan su huella. Por medio de la acción, la persona incorpo-
ra el entorno a sus procesos cognitivos y afectivos de manera activa y actuali-
zada. En definitiva, las acciones dotan el espacio de significado individual y
social por medio de los procesos de interacción. Mientras que por medio de
la identificación simbólica la persona y el grupo se reconocen en el entorno y
por procesos de categorización del yo, las personas (y los grupos) se autoatri-
buyen las cualidades del entorno como definitorias de su identidad. El espacio
apropiado pasa a ser un factor de continuidad y estabilidad del self, a la vez
que un factor de estabilidad de la identidad y cohesión del grupo. Además,
también generan un vínculo con el lugar, de manera que facilitan la conducta
responsable y la implicación y la participación en el mismo entorno.

Además de la acción-transformación y la identificación-simbólica, como vías


de la apropiación, conviene matizar los elementos que intervienen; es decir,
el espacio, las personas y el tiempo. Del espacio podríamos establecer tipolo-
gías diferentes, amparadas bien en su extensión (hogar, barrio, ciudad, nación,
continente, planeta) o en su tangibilidad (físico, como una casa; simbólico,
como una bandera). De las personas, se pueden articular niveles diferentes que
van desde lo más individual hasta la sociedad, pasando por el grupo y la co-
munidad. El elemento temporal no es sólo entendido en términos lineales, en
el sentido de pasado, presente y futuro. También puede verse como un aspecto
recurrente y cíclico, como en el caso de las fiestas anuales de un barrio o in-
cluso puntual, como puede ser la visita a un espacio considerado fundamental
para un grupo o una persona.

Aunque la acción y la identificación corren paralelas, no siempre lo hacen con


el mismo predominio. Si tenemos en cuenta el ciclo vital de las personas, en la
juventud predomina la acción-transformación de los espacios, mientras que
en la vejez es la identificación-simbólica la que toma preponderancia. Tampo-
co en todos los espacios tenemos la misma capacidad para su transformación
física; en algunos casos es exclusiva (el propio hogar), en otros más compar-
tida (el local de la asociación de vecinos, la entrada o la fachada del edificio
donde vivimos) y, en otros, poco más que inexistente aún hoy día (el mismo
barrio, la ciudad). Ni hay que entender sólo las transformaciones más o menos
permanentes (decoración del hogar). También pueden ser más efímeras en el
tiempo (decoración de la calle durante las fiestas del barrio), pero no por este
motivo menos importantes.

Ejemplo

Acordaos ahora de dos casos expuestos en el módulo anterior, la Trinitat Nova en Barce-
lona y el parque Oliver en Zaragoza, los cuales permiten ejemplarizar la apropiación, en
entornos urbanos, precisamente destacando la vertiente de la acción-transformación.

Un lugar en el que sí que ocurre una transformación física compartida es en la Trinitat


Nova, barrio situado en la entrada norte de la ciudad de Barcelona. Su plan especial de
reforma interior, aprobado por el pleno del Ayuntamiento de esta ciudad, tiene en cuenta
los criterios de construcción y planificación del barrio, los cuales serían elaborados de
© FUOC • PID_00277543 61 Procesos psicoambientales y urbanos

manera compartida por administraciones, técnicos y los mismos vecinos, como ya se ha


visto en el módulo anterior.

También es similar el caso del parque Oliver, situado en un barrio de la periferia de la


ciudad de Zaragoza, en el que la Asociación de Vecinos y el Ayuntamiento pudieron
generar conjuntamente un proceso que permitiera a los vecinos incorporar el parque en
las vivencias cotidianas para poder cuidarlo como un espacio propio.

En definitiva, la apropiación del espacio es un proceso que permite explicar


cómo se generan los vínculos de las personas con la ciudad, cómo se cargan
simbólicamente los espacios de la ciudad, a partir de las experiencias compar-
tidas. Los diferentes usos y acciones, por parte de diferentes actores, y las iden-
tificaciones que elaboran todos y cada uno de éstos, permiten conocer el es-
pacio, reconocernos en el espacio y ser reconocido por medio de los espacios
de la ciudad.

Actividad

A partir de los interrogantes que seguramente se os han abierto con la lectura y la realiza-
ción de este apartado, podéis leer el artículo siguiente de José Antonio Donaire aparecido
en el diario La Vanguardia e intentad ejemplarizar algunos de los conceptos y procesos
que se han tratado sobre los espacios públicos en la ciudad.

Resumen

El enfoque de la apropiación del espacio es otra manera de explicar la interacción de las


personas con los espacios, como en el caso de la privacidad, pero en la apropiación se
tienen más en cuenta los procesos simbólicos y de vinculación con los lugares que en
la privacidad.

La apropiación del espacio se refiere al sentimiento de poseer y gestionar un espacio,


independientemente de la propiedad legal, por uso habitual o por identificación.

Las dos vías o componentes principales de la apropiación son la acción-transformación


y la identificación simbólica.

Por medio de la acción sobre el entorno, la persona y la colectividad transforman el es-


pacio y dejan su huella, y lo incorporan en sus procesos cognitivos y afectivos de manera
activa y actualizada.

Por medio de la identificación simbólica, la persona y el grupo se reconocen en el entorno


y por procesos de categorización del yo, las personas (y los grupos) se autoatribuyen las
cualidades del entorno como definitorias de su identidad.

Las acciones dotan el espacio de significado individual y social mediante los procesos
de interacción.

1.4. ¿Qué hacemos con las basuras?

1.4.1. La ‘’generación’’ de los residuos

Es bastante probable que en vuestro municipio se haya llevado a cabo algún


tipo de campaña o programa para promover la recogida selectiva de los resi-
duos. Es posible, incluso, que tengáis que separar la basura en vuestra casa para
tirarla en contenedores de colores distintos, para el vidrio, para el papel, para
el plástico y los envases o para la basura orgánica. Y quién sabe si también es
© FUOC • PID_00277543 62 Procesos psicoambientales y urbanos

posible que hayáis pensado que, hoy día, para tirar la basura es necesario haber
hecho un curso de posgrado en basura. Sin embargo, ¿os habéis preguntado
cuánto tiempo hace que es un problema esto de los residuos?

El mismo concepto, o lo que entendemos por residuo, ha cambiado a lo lar-


go del tiempo. Investigad qué tipo de residuos había en la basura hace unas
cuantas décadas. Si fuerais más lejos en el tiempo, encontraríais otros residuos
que tienen mucho valor para conocer el pasado de las civilizaciones: los restos
arqueológicos. Es probable que con la irrupción del sedentarismo se empezara
a plantear que los residuos eran un problema. El hecho de que las sociedades
nómadas no tengan incorporado el concepto de residuo es un argumento de
peso para pensarlo.

La concentración urbana trajo ventajas e inconvenientes, claro está, y uno de


los efectos inoportunos fue la concentración y la acumulación de basura. La
primera estrategia fue llevarla lejos, como todavía ahora hacemos a menudo
hoy en día, a pesar de saber que esto no resuelve el "problema". Ponerla en otro
lugar, barrerla fuera de la ciudad (a este hecho se debe la proximidad etimoló-
gica con basura) fue también una de las preocupaciones de los movimientos
higienistas del siglo XIX que incidieron en el urbanismo. Los residuos se espe-
cializaban y aparecían oficios, ocupaciones y personas que vivían de aquéllos
(basureros, traperos, etc.). Con todo esto, se había construido socialmente una
visión sucia y negativa de los residuos.

Como "década del contenedor", denominan Íñiguez y Vivas (2002) el perio-


do de los años noventa, por la proliferación de distintos contenedores para el
papel, el vidrio, los envases, las pilas, la fracción orgánica y el desecho, prin-
cipalmente. Al mismo tiempo, los diferentes sistemas de recogida (selectiva,
puerta a puerta, neumática, de muebles y trastos viejos), y las numerosas cam-
pañas de promoción, concienciación, opinión, educación ambiental, etc. han
caracterizado esta etapa.

Ejemplo

Los contenedores de diferentes colores, además de las infraestructuras para sistemas de


recogida nuevos, como la neumática, forman parte del mobiliario urbano en muchas
ciudades.

Lisboa, Rotterdam, Londres, Barcelona

Volvamos a la basura actual. ¿Sabríais decir cuál es la proporción de plástico y


envases que hay en el cubo de la basura de vuestra casa? No paséis ansiedad,
esto no es ninguna actividad de la asignatura. Materiales nuevos como el poli-
estireno expandido, los envases de vidrio, las latas de metal, el cartón, el papel,
© FUOC • PID_00277543 63 Procesos psicoambientales y urbanos

los plásticos, etc. son la mayoría de los que forman los residuos sólidos urba-
nos hoy día. Y en esto también cambia la concepción de los residuos, porque
gran parte de esta basura se considera material reciclable, más que residuos. Es
la valorización de los residuos, en la cual encontramos residuos domiciliarios,
hospitalarios, comerciales, industriales, etc., y que pueden ser peligrosos, or-
gánicos, inorgánicos, etc.

Logotipo de la recogida selectiva de la Junta de Residuos de Cataluña.

La Junta de Residuos es una entidad de la Generalitat de Catalunya que, entre sus acti-
vidades, otorga subvenciones a empresas y entidades sin finalidad de lucro para llevar a
cabo proyectos de minimización de residuos.

Si queréis conocer datos sobre recogida selectiva y contenedores, la empresa Ecoem-


balajes de España pone al corriente de esta información en su página web: http://
www.ecoembes.com/.

Los residuos cambian la cultura y la cultura cambia los residuos. Luna (2003)
hace notar la relación entre los modos de producción, consumo y rechazo que
se ha dado en diferentes momentos históricos.

Momento histórico

Feudal Industrial Actual

Producción Fabricación Manual. Estandarizada. Diversificada.

Trabajo Artesanos. Obreros. Profesionales.

Mercancías Poca. Mucha. (estandarizada) Mucha y diversificada.

Consumo Lugares Mercados. Tiendas. Grandes superficies.

Compra Intercambio. Ahorro. Crédito.

Residuo Basura La naturaleza la reabsorbe. Aumenta la concentración y la to- Aumenta la cantidad, la toxicidad
xicidad. y la dificultad de eliminación.

Cambios en los residuos en diferentes momentos históricos.


Fuente: M. G. Luna (2003). Factores involucrados en el manejo de la basura doméstica por parte del ciudadano (tesis doctoral no publicada, p. 28). Universidad de Barcelona: Departa-
mento de Psicología Social.

La tabla de Luna nos ayuda a conectar los modelos actuales de producción


insostenibles y la obsolescencia planificada de los productos con los estilos
de consumo de usar y tirar que se complementan. El trasfondo social que
contribuye a explicar el tipo de producción económica actual predominante,
aún ahora, se encuentra con unas cuantas características que han configura-
© FUOC • PID_00277543 64 Procesos psicoambientales y urbanos

do nuestra contemporaneidad, como han hecho notar muchos y diferentes


autores (Bauman, 1999; Giddens, 1995; Virilio, 1995). La idea moderna de
que la tecnología arregla los problemas ciertamente no ayuda a la sostenibili-
dad, cuando sabemos que también es necesaria la voluntad de las personas. La
construcción social de la idea de progreso, basada en la velocidad, la cual, gra-
cias a la tecnología, se ha generado a partir de la desaparición de las distancias
(podemos ir a cualquier lugar del mundo en poco tiempo), por no hablar de la
instantaneidad de los medios de comunicación (teléfono, televisión, Internet,
etc.), han facilitado la creencia de que el ser humano es excepcional y que lo
puede hacer todo. Es el paradigma de la excepcionalidad humana lo que se
opone al nuevo paradigma ambiental, que veremos en el apartado "El nuevo
paradigma ambiental", del módulo siguiente.

Las soluciones al problema de los residuos se han movido entre la gestión y Ejemplo
la educación, entre el productor y el consumidor, entre la tecnocracia y la
Hay distintas entidades que
inhibición ciudadana, entre la facilitación de recursos y el requerimiento de desarrollan su tarea hacia el
conductas y responsabilidades, a partir de unas normas; y la sobrerresponsa- consumo. El Instituto Catalán
del Consumo y la Organiza-
bilización y la ecofatiga generada por la demanda de cambios de valores, de ción de Consumidores y Usua-
rios de Cataluña son dos ejem-
actitudes y de comportamientos (Pol, 2002b). Si nos fijamos en el ciclo de los plos de esto.
productos, como es el caso del análisis del ciclo de vida, desgraciadamente
veremos que los esfuerzos encaminados a resolver el problema de los residuos
Ved también
con frecuencia se acumulan al final del ciclo; es decir, en el consumo; aunque
se tienen en cuenta en las fases de fabricación y distribución de los productos. Sobre el análisis del ciclo de
vida ved el apartado "El análi-
sis del ciclo de vida de los pro-
ductos y las ecoetiquetas" de
Esto quiere decir que es fácil sobrecargar la responsabilidad en consumidores,
este módulo didáctico.
usuarios y en la ciudadanía en general, sin negar la mejora de la producción
de los productos, gracias a la introducción de normativas más restrictivas y
el uso de tecnologías más limpias y con menos generación de residuos en su
fabricación.

Igual que en las formas de producción, evidentemente los hábitos de compra


inciden en la cantidad y la calidad de los residuos generados. Dónde se compra
y cómo se compra puede favorecer unos consumos más críticos o no. No sólo
es el hecho de ir a comprar con una cesta o tomar una bolsa (de plástico, de
papel) que después podemos reutilizar o no, incluso como bolsa para según
qué tipo de basura. La interacción social y la comunicación que se da durante
el acto de comprar no tienen nada que ver si se compara una gran superficie
comercial con una tienda de barrio, por no hablar de la compra por catálogo
o por Internet. Cada una de estas modalidades implica diferentes tipos de co-
municación, más o menos inmediata, más o menos regulada, y con distinta
incidencia sobre el tipo de consumo.
© FUOC • PID_00277543 65 Procesos psicoambientales y urbanos

Como respuesta al consumo acrítico, a menudo caracterizado como el de usar Ved también
y tirar, han surgido respuestas en las cuales se consumen productos ecoeficien-
Sobre las ecoetiquetas ved el
tes y justos socialmente. Es el consumo de productos ecológicos, el consumo apartado "Las auditorías am-
ético, el comercio justo, el consumo social o solidario y el consumo responsa- bientales" de este módulo di-
dáctico.
ble que los agrupa a todos. En el caso del consumo ecológico, la protección
ambiental o, a veces, cualquier referencia al medio ambiente, se convierte en
un valor añadido de los productos (Romeo y Vidal, 2002), lo que comporta Ved también

la necesidad de acreditar esta valía; en suma, demostrar su honestidad como Sobre el marketing ecológico
hacen las ecoetiquetas. Lo que se incluye como una estrategia más dentro del de los productos y servicios
ved el apartado "La evaluación
marketing ecológico de los productos y servicios. del impacto ambiental" de este
módulo didáctico.

En el comercio justo, es la equidad y la justicia en el comercio lo que más se


enfatiza, con especial incidencia en el respeto a los derechos laborales y con
frecuencia humanos en la producción y distribución de los productos, lo cual
lo caracteriza también como consumo social o solidario, además de exigir su
ecoeficiencia. Introducir valores en el consumo, como los de la reducción del
consumo desenfrenado (consumo ético), cuidar de lo que se compra, teniendo
en cuenta la historia del producto y la historia de la empresa productora (con-
sumo ecológico y solidario y comercio justo), además de los boicots a las gran-
des compañías transnacionales que huyen de este respeto social y ambiental
son algunas de las "acciones" representativas del consumo responsable.

Ejemplo

La Red de Consumo Solidario es un ejemplo de iniciativas de comercio justo y solida-


rio. Encontraréis más información sobre el consumo crítico y responsable en la página:
https://www.tuproyectodevida.es/consumo-y-consumidor-responsable/.

Además de la fase de producción y consumo de los productos, otra esfera en


la que se ha invertido esfuerzos en solucionar el problema de los residuos es
la que tiene más que ver con su gestión. Aquí hay que destacar los sistemas
para recoger los residuos y los tratamientos. Previa a la recogida, podríamos
decir que en la prerrecogida también destaca la cuestión de la separación y
preselección de la basura, como se mencionaba al principio de este apartado;
es decir, lo que incluye los comportamientos de separación de los residuos en
el hogar y finalmente la conducta de tirarlos en distintos contenedores, de
diferentes colores y formas, en unos horarios determinados. En esta fase de la
gestión de los residuos vuelve a aparecer el riesgo de responsabilizar en exceso
a la ciudadanía.

Además de los comportamientos requeridos, la compatibilidad de horarios, las


frecuencias de recogida, la forma y la ubicación de los contenedores, y tam-
bién la existencia de otros equipamientos e infraestructuras como centros de
recogida o puntos verdes, estaciones de transferencia o incluso sistemas de
recogida de puerta a puerta, tienen, evidentemente, mayor o menor inciden-
cia en la gestión de los residuos. Una gestión que frecuentemente también es
objeto de discusión con respecto a los tratamientos (incineración, metaniza-
ción, compostaje, reciclaje, etc.) y disposiciones finales (vertido de residuos
© FUOC • PID_00277543 66 Procesos psicoambientales y urbanos

o de residuos derivados de tratamientos de residuos), los cuales implican un


tipo de separación u otro y, en definitiva, más o menos impactos ambientales
y sociales.

Ejemplo

Además de los efectos en el aire, en el agua y en el uso de energía y en el tejido social,


a veces la gestión de los residuos aparece en los medios de comunicación por el rechazo
social que generan algunas de sus instalaciones. Es el denominado efecto NIMBY (Not
In My Back Yard, "no detrás de mi casa"), también conocido por otros nombres como
BANANA (Building ANything at All Near Anyone, "no construir nada cerca de nadie") o
LULU (Local Unwanted Land Used, "usos no deseados del territorio local"). Además de hacer
evidente la reacción mencionada al principio del apartado ante las basuras, la estrategia
de querer hacerlas lejos; estos tipos de efecto son una expresión del impacto social (ved
el apartado "La evaluación del impacto ambiental").

Como síntesis del conjunto de factores que intervienen en la generación y Lectura recomendada
gestión de los residuos, podemos decir que era y es todavía necesario incidir
Si queréis saber más sobre el
en las famosas 3R (reducir, reutilizar, reciclar), aunque también hay que men- reciclaje, un clásico es el libro
cionar lo que Luna (2003) recoge como nueva consigna que ya aparece en el de A. del Val, en el que, ade-
más de datos e información
discurso sobre los residuos, que es la de las 3I (información, innovación, ima- sobre los residuos, se narra
alguna experiencia realizada
ginación) en conductas y planes de gestión por parte de las administraciones.
de manera participativa y co-
munitaria para facilitar el re-
ciclaje de los residuos:
En definitiva, en el "problema" de los residuos hay diferentes vías de interven-
A. del Val (1991). El libro del
ción basadas en soluciones de carácter técnico (ingeniería, diseño, control, reciclaje. Manual para la recu-
peración y aprovechamiento de
etc.; por ejemplo, nuevas formas de producción más netas, nuevos productos las basuras. Barcelona: Inte-
y materiales, etc.), de carácter económico (precios para el uso y el consumo gral.

de recursos naturales como el agua), de carácter político y de carácter com-


portamental�y�social (técnicas de persuasión, presentación de información,
conocimiento de las normas sociales, los procesos de influencia, el aprendizaje
social, el conocimiento de los estados de opinión de una población, etc.). Estas
últimas son más propias del ámbito de las ciencias sociales y de la aplicación
psicosocial y de la psicología ambiental, como veremos a continuación.

Resumen

Hay que entender el concepto de residuo dentro de su contexto sociocultural y temporal.

Las soluciones al problema de los residuos se han movido entre la gestión y la educación.
Entre el productor y el consumidor.

En el "problema" de los residuos tienen incidencia todas las fases de los productos (fabri-
cación, distribución, uso y consumo), además de las directamente relacionadas con la
gestión de los residuos (recogida, tratamiento y disposición final).

Las dimensiones comportamental y social se encuentran implicadas con el resto de las di-
mensiones (técnicas, económicas, políticas, etc.) que configuran las soluciones a la cues-
tión de los residuos.

1.4.2. Las actitudes y los comportamientos

Las respuestas de la psicología ambiental a la cuestión de los residuos se mue-


ven entre la perspectiva de investigación básica y otra de cariz más aplicado. El
enfoque predominante en la investigación se ha basado durante mucho tiem-
po en un énfasis sobre el individuo, y se destacan los aspectos conductuales
y actitudinales desde perspectivas que no atienden al contexto social de los
© FUOC • PID_00277543 67 Procesos psicoambientales y urbanos

comportamientos. Más tarde se ha destacado el papel de la influencia social y


la implicación y la participación comunitarias. En el ámbito aplicado, el pano-
rama prácticamente se ha desarrollado de la misma manera, a pesar de algunas
particularidades como el predominio de campañas de publicidad ambiental y
promoción de comportamientos frente a estrategias comunitarias.

En el estudio psicosocial asociado a la cuestión de los residuos, con frecuen-


cia destacan las variables individuales, como son las habilidades, las compe-
tencias, las motivaciones, las creencias, las actitudes y los conocimientos para
desarrollar comportamientos relacionados con la gestión de los residuos (De
Young, 1996; Corral-Verdugo, 1996). La relevancia de estas variables casi siem-
pre es interdependiente de otras. Por ejemplo, no sólo hay que tener ciertas
habilidades para resolver problemas, es necesario adquirir las competencias
necesarias para hacer una conducta concreta como separar la basura en casa.
Aun así, como señala Luna (2003), también son necesarias competencias para
saber afrontar dinámicas sociales y situacionales con las que la persona se en-
cuentra, como es el caso de la presión del conformismo social o la presión del
grupo que desanima el cambio de comportamientos asociados a la generación
de los residuos.

Entre las variables situacionales, hay que destacar el recurso que puede com- Lectura recomendada
portar la influencia de las personas que ya reciclan (Vining y Ebreo, 1990),
L. Iñiguez (1996). Estrategias
además de las facilidades del entorno y la tipología urbanística (Pol, 2002b). Es psicosociales para la gestión
decir, que además de las actitudes, la motivación, las creencias y las habilida- de los recursos naturales. L.
Iñiguez y E. Pol. Cognición,
des, es necesario que el contexto en el que se da la acción facilite el desarrollo representación y apropiación
del espacio. Monografías psi-
de comportamientos ecológicos responsables relativos a los residuos (Luna,
co-socio-ambientales (vol. 9,
2003). pp. 63-81). Barcelona: Publi-
cacions de la Universitat de
Barcelona.
Ejemplo

Tal vez conozcáis a alguien que dice estar muy "concienciado" para separar la basura
de manera selectiva, pero no dispone de contenedores a su alcance, si entendemos que
una distancia "prudente" para tirar la basura no supere los cien metros de su casa. Otro
ejemplo de las facilidades del entorno es que una persona mayor pueda abrir o no, sin
dificultades, la tapa del contenedor; es decir, que no pese mucho, que su mecanismo de
apertura no implique tener que hacer equilibrios o que esté en una altura adecuada para
tirar la basura.

Estas variables individuales y situacionales han sido más o menos abordadas


desde enfoques que han hecho resonancia sobre unos aspectos más que otros.
Siguiendo a Íñiguez (1996), la literatura psicosocial ha abordado la problemá-
tica ambiental desde diferentes planteamientos teóricos que se pueden agru-
par en los basados en la dicotomía actitud/comportamiento –con la medida
de actitudes ambientales, la modificación del comportamiento, la persuasión
y los modelos de toma de decisiones– y en los basados en las representaciones
sociales. Los primeros son tildados de individualistas, por su énfasis en la di-
mensión psicológica teniendo en cuenta variables individuales como unidad
de análisis. Los enfoques psicosociales y sociales, como el de las representacio-
© FUOC • PID_00277543 68 Procesos psicoambientales y urbanos

nes sociales (Jodelet, 1984), destacan por procesos y variables de carácter más
social, y rinden cuenta de la construcción social de muchas de las caracterís-
ticas del primer tipo de enfoque.

El primer enfoque, de carácter individualista, se ha basado en la orientación


conductual o bien en la cognitiva. La primera orientación engloba los cam-
bios de comportamiento provocados por procedimientos basados en el aná-
lisis conductual aplicado (Applied Behavior Analysis) dirigido a la preservación
ambiental (Geller, 1989). Los procedimientos de cambio se clasifican en inter-
venciones antecedentes (educación, modelado, etc.) y en intervenciones con-
secuentes (refuerzo, castigo).

Estrategias para la intervención basadas en el análisis conductual aplicado.

Estrategias antecedentes

Pasiva-individual Pasiva-grupal
• Información escrita • Asignación hitos grupales
• Información oral
• Asignación hitos individuales
(con la intención de orientar determinados
• Alteración diseño
comportamientos)

(con la intención de orientar determinados


comportamientos)

Activa-individual Activa-grupal
• Compromiso de implicación en alguna • Hitos grupales alcanzados por consenso
conducta objetivo • Competencia entre grupos observando el
• Hito personal seleccionado por la persona nivel de alguna conducta-objetivo
• Competencia entre personas

Fuente: R. de Castro (1997).

Estrategias consecuentes

Individuales Grupales
• Feedback directo y explícito incluyendo re- • Feedback directo y explícito dirigido al gru-
compensas o castigos próximos po
• Feedback que señale consecuencias, indi- • Feedback que señale consecuencias, pero
cando recompensas o castigos pero incier- incierto y distante, dirigido al grupo
to y distante • Recompensa dirigida al grupo
• Recompensa a la persona • Castigo dirigido al grupo
• Castigo a la persona

El fundamento principal es adquirir un comportamiento nuevo (tirar la basura


de manera selectiva) o incrementar ocurrencias de comportamientos deseados
(ir a comprar con un cesto) y disminuir los no deseados (tirar toda la basura
en el mismo contenedor). El procedimiento más simple consiste en incentivar
el comportamiento deseado o los relacionados con éste. Sin embargo, hay al-
gunos problemas. No siempre es factible identificar el tipo de comportamien-
to que se tiene que instaurar. Por ejemplo, ¿cuáles son los comportamientos
pertinentes para reducir los residuos? Además, la eficacia se da cuando las per-
sonas disponen de inventarios de comportamiento que sean reforzables, lo
que lleva a la cuestión de la duración de los cambios establecidos. En general,
los buenos resultados desaparecen cuando lo hace el incentivo. Otro proce-
© FUOC • PID_00277543 69 Procesos psicoambientales y urbanos

dimiento es el basado en el aprendizaje por imitación; el más utilizado es el


aprendizaje vicario de Bandura (1971, 1986), el cual depende de las caracte-
rísticas del modelo, las del observador y de las condiciones del aprendizaje.
También hay que añadir en esta orientación la información de los resultados
de la conducta o retroalimentación (feedback) de las consecuencias de la con-
ducta, que también actúa como refuerzo positivo del comportamiento.

Ejemplo

Comprobar cuánto baja la factura de la electricidad después de haber puesto en práctica


toda una serie de conductas actúa como refuerzo positivo de las conductas realizadas.
Éste era el caso de un programa denominado Ecofeedback desarrollado en el marco de la
Agenda 21 local de Woking (Gran Bretaña), en el que se pedía a los hogares que registraran
las lecturas de gas y electricidad para compararlas antes y después de poner en práctica
un conjunto de conductas de ahorro energético.

Portada del cuaderno de registro de las lecturas energéticas de la campaña de


Woking.

En la orientación cognitiva destaca sobre todo el papel de las actitudes. Esta


perspectiva se fundamenta en la hipótesis implícita de que las actitudes tienen
una relación estrecha con los comportamientos, hipótesis que también ha sido
fuertemente criticada. Bajo este punto de vista, el conocimiento de las actitu-
des ambientales es útil para la gestión ambiental por tres razones principales,
como recogen Iñiguez (1996) y Heberlein (1989). En primer lugar, proporcio-
nan información sobre el nivel de apoyo público y sobre las dimensiones del
conocimiento relevante que el público tiene sobre un proyecto en concreto.
En segundo lugar, ayudan a los gestores a establecer hitos y objetivos para un
programa particular; y en tercer lugar, dan una idea de lo que la gente puede
hacer como parte de un programa.

La investigación sobre actitudes ambientales se ha ocupado principalmente


de los cuatro aspectos siguientes:

• La definición teórica y empírica del concepto, por medio de la medida de


las actitudes.
• El grado de implantación del pro ambientalismo en la sociedad.
• La relación entre interés por el medio ambiente y el comportamiento eco-
lógicamente responsable.
© FUOC • PID_00277543 70 Procesos psicoambientales y urbanos

• El análisis del cambio actitudinal.

El interés por las actitudes ambientales ha favorecido el desarrollo correspon- Ved también
diente de instrumentos y escalas de actitudes para su medida. Un ejemplo de
Sobre la escala NEP ved el
esto es la escala NEP desarrollada por Dunlap y Van Liere (1978, 2000). apartado "El nuevo paradigma
ambiental" del módulo "Ges-
tión ambiental y urbana".
Ejemplo

Otro ejemplo de medida de las actitudes ambientales es la escala de preocupación am-


biental (EPA) o ECS (Environmenal Concern Scale) de Weigel y Weigel (1978), adaptada por
Aragonés y Amérigo (1991), en la que a partir de dieciséis ítems se pregunta si se está de
acuerdo o no con los enunciados.

Escala�de�Preocupación�Ambiental

1) El Gobierno del Estado tendría que introducir medidas duras para frenar la contami-
nación, ya que poca gente la regulará por sí misma.

2) No nos tendríamos que preocupar por matar demasiados animales de caza porque, a
la larga, la cosas se equilibrarán.

3) Estaría dispuesto a hacer sacrificios personales para reducir el ritmo de la contamina-


ción aunque los resultados inmediatos no puedan parecer significativos.

4) La contaminación no afecta personalmente a mi vida.

5) Los beneficios de los productos de consumo modernos son más importantes que la
contaminación que resulta de su producción y uso.

6) Tenemos que prevenir la extinción de cualquier tipo de animal, incluso si esto significa
sacrificar algunas cosas para nosotros mismos.

7) En la escuela pública se tendrían que impartir cursos sobre la conservación de recursos


naturales.

8) Aunque haya contaminación continua de lagos, ríos y aire, los procesos de purificación
de la naturaleza pronto los devuelven al estado normal.

9) Es muy improbable que la contaminación debida a la producción de energía llegue a


ser excesiva, porque el gobierno tiene muy buenas inspecciones y agencias de control.

10) El gobierno tendría que suministrar a cada ciudadano una lista de agencias y organi-
zaciones en la que se pueda informar de los motivos de queja sobre la contaminación.

11) Los depredadores como los halcones, los cuervos, los zorros y los lobos que viven de
las cosechas de grano y aves de corral de los granjeros se tendrían que eliminar.

12) La actividad corriente de las organizaciones anticontaminación está realmente más


interesada en poner fin a la sociedad que a luchar contra la contaminación.

13) Incluso si el transporte público fuese más eficiente de lo que es, yo preferiría llevar
mi coche al trabajo.

14) La industria hace los mayores esfuerzos posibles para desarrollar tecnología anticon-
taminante efectiva.

15) Si pudiera daría tiempo, dinero o las dos cosas para una organización como Adena
que trabaje para mejorar la calidad del ambiente.

16) Estaría dispuesto a aceptar un incremento de mis gastos a 5.000 pesetas el próximo
año para promover el uso prudente de los recursos naturales.

Fruto de este interés por la medida de las actitudes, en el que la investigación


se ha centrado en los problemas de cómo medir las actitudes, se produce la
cuestión que hace referencia a la implantación de las actitudes ambientales,
en las cuales el énfasis recae en las consecuencias de los mismos resultados de
© FUOC • PID_00277543 71 Procesos psicoambientales y urbanos

la medida. Por ejemplo, saber cuál es la actitud o la preocupación general por


el medio ambiente; la relación con conductas como la separación de la basura;
o la busca de diferencias entre grupos sociales, a partir de variables sociode-
mográficas como la educación, el género o la clase social. Es necesario añadir
que a menudo nos encontramos con resultados discutibles y contradictorios.

La principal dificultad en esta línea de investigación es la enorme profusión de


medidas con diferentes enfoques que dificultan la comparación de resultados.
Una dificultad añadida está determinada por la valoración positiva social del
medio ambiente de manera pública; es decir, la voluntad social, lo cual explica
que por el hecho de que es políticamente incorrecto, poca gente dirá que el
medio ambiente no le importa nada, de la misma manera que pocas personas
afirman públicamente ser racistas.

Aun así, la relación de las actitudes con las conductas ha sido bastante tratada
en la literatura psicosocial. Bajo este planteamiento cognitivista, que se fun-
damenta en la creencia de que los comportamientos están determinados por
un proceso racional, se han desarrollado una serie de modelos relacionados
con los valores, las creencias y los procesos de toma�de�decisiones.

Una de las teorías más conocidas en este sentido es la teoría de la acción ra-
zonada de Fishbein y Ajzen (1975, 1980) según la cual, cuando, por ejemplo,
creemos que la separación selectiva de la basura tiene atributos y consecuen-
cias más buenas que malas, nuestra actitud hacia ésta tiende a ser favorable.

Aplicación de la teoría de la acción razonada (Fishbein y Ajzen, 1975) a la conducta pro ambiental.
Fuente: R de Castro (1994).

Desde la teoría de la acción razonada, la intención para separar la basura de


manera selectiva se favorecerá por el componente actitudinal y por el norma-
tivo. El actitudinal es el resultado de las creencias hacia las consecuencias del
hecho de separar la basura. Por ejemplo, podemos creer que de esta manera se
facilita el reciclaje. Sin embargo, no sólo inciden creencias de este tipo, sino
también la importancia (valor) que para nosotros tiene el reciclaje. Creencias y
valores que también se combinan en el componente normativo. De esta ma-
© FUOC • PID_00277543 72 Procesos psicoambientales y urbanos

nera, podemos pensar en separar la basura en razón del rechazo o la acepta-


ción de nuestros familiares, amigos o compañeros de trabajo, además de la
importancia (valor) de su opinión. La suma de estos dos componentes incide
en la intención de conducta. Sin embargo, para practicar la conducta de sepa-
rar, todavía hay que añadir las dificultades y los costes conductuales que esto
representa, como puede ser no tener espacio en la cocina o que los contene-
dores donde después tendremos que tirar la basura se encuentren muy lejos
de mi casa.

Resumen

En el estudio psicosocial sobre los residuos, con frecuencia se destacan las variables indi-
viduales y situacionales.

La modificación del comportamiento, la medida de actitudes ambientales y los modelos


de toma de decisiones, además de la persuasión, han sido los enfoques predominantes
en la promoción de comportamientos pro ambientales durante mucho tiempo.

El papel de la influencia social, y también los modelos basados en las representaciones


sociales y la participación comunitaria, han sido incorporados más tarde en la promoción
de comportamientos pro ambientales.

1.4.3. La influencia social y la participación comunitaria

¿Recordáis la campaña de recogida selectiva en vuestro municipio con la cual


empezábamos este apartado? Después de conocer un poco más algunos de los
aspectos relacionados con los comportamientos y las actitudes sobre los resi-
duos, tal vez os preguntéis por qué no funcionan los incentivos, la informa-
ción y todas las infraestructuras que hay al alcance para poder separar la basu-
ra. Es evidente que son necesarios más elementos. Uno de éstos es el olvidado
papel de la influencia social y la participación comunitaria en la gestión de
los residuos.

El papel de la influencia social, y también los modelos basados en las repre-


sentaciones sociales y la participación comunitaria, han mostrado su utilidad
para promover comportamientos pro ambientales.

El concepto de las representaciones sociales designa una forma de pensamien-


to social. Es una manera de conocimiento específico, el saber de sentido co-
mún, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y
funcionales socialmente caracterizados (Jodelet, 1984). Son formas de pensa-
miento práctico orientadas hacia la comunicación, la comprensión y el domi-
nio del entorno social, material e ideal. Los elementos principales son el con-
tenido, el objeto de representación y el sujeto colectivo que las construye.

La representación social está estructurada por categorías de lenguaje de la mis-


ma cultura materializada en creencias compartidas, valores básicos, represen-
taciones históricas, memoria colectiva, identidad, etc. (Ibáñez, 1988). Son so-
ciales porque permiten los procesos sociales de la comunicación, porque son
compartidas por grupos y colectividades y porque tienen un papel fundamen-
tal en la misma constitución de estos grupos y categorías. Como en el caso de
© FUOC • PID_00277543 73 Procesos psicoambientales y urbanos

las actitudes, el análisis de la representación social del residuo es una vía útil
para delimitar de manera previa cualquier intento de gestión, que facilita saber
cómo se construye el discurso sobre los residuos, qué ideas y qué concepción,
en suma, cuál es la representación social de los residuos en una comunidad.

Una crítica a las representaciones sociales es la acusación de no aportar nin-


guna diferencia hacia las actitudes. Si bien en consonancia con esto, las re-
presentaciones sociales ya comportan la noción de actitud, en su defensa se
argumenta que, a diferencia de la actitud –constructo psicológico interno y
mediador–, las representaciones sociales contienen una dimensión social que
el concepto de actitud ha perdido desde su origen, y se obvian las condiciones
sociales de la producción de las actitudes y sus relaciones con la dimensión
cultural (Íñiguez, 1996).

Vinculado con esta dimensión social "desatendida" por el enfoque individua-


lista del concepto de actitud, se encuentra uno de los procesos clave en la dis-
ciplina de la psicología social: la influencia social. El papel de la influencia
social implica tener presentes los contextos sociales y normativos en los que
se dan los comportamientos relativos a los residuos. Por influencia social, po-
demos entender:

Los procesos por medio de los cuales durante las interacciones sociales, directas o simbó-
Lectura recomendada
licas, las personas y los grupos forman, mantienen, difunden y modifican sus maneras
de pensar y acciones."
R. De Castro (1997). Influen-
De Castro (1997, p. 148). cia social y cambio ambien-
tal. Actualidad y prospecti-
va de las estrategias de in-
Como se recogía en el componente normativo de la teoría de la acción razo- tervención. En R. García-Mi-
ra, C. Arce y J. M. Sabucedo
nada de Fishbein y Ajzen (1975), la presión social ejercida por la aceptación o (comp.) Responsabilidad eco-
lógica y gestión de los recursos
el rechazo de otras personas significativas es un factor importante para tener
ambientales (pp. 147-164). A
en cuenta. Por este motivo, la orientación en la investigación y la interven- Coruña: Diputación Provin-
cial de A Coruña.
ción que se ha desarrollado desde el énfasis en la influencia social se dirige al
trabajo en los grupos y las comunidades en los que se envuelven las normas.
Las normas son el conjunto de pautas de pensamiento y reglas de comporta- Ved también
miento prescritas en un grupo, las cuales, además de ser un vehículo de ex-
Ved el apartado "Las actitudes
presión de los valores sociales de la comunidad, pueden ser de carácter legal y los comportamientos" de es-
te módulo didáctico.
o voluntarias. En cualquier caso, son pautas esperadas en las interacciones y
las relaciones sociales de la comunidad; es decir, se espera que las personas
respondan de acuerdo con las mismas.

Algunas investigaciones han mostrado que la fuerza del miedo de la vergüen-


za, el castigo y el rechazo social impuestos por los otros tienen más éxito que
imposiciones de tipo legal en la reducción de comportamientos poco ecológi-
cos (Gramsick, Bursik y Vinsey, 1991). Esto significa que si en el lugar donde
uno vive se considera una "tomadura de pelo" o "absurdo" tener que separar la
basura, no habrá la obligación de tener que separarla. Por supuesto, también
se puede dar el caso de que uno no se sienta identificado con su comunidad.
© FUOC • PID_00277543 74 Procesos psicoambientales y urbanos

Aunque algunas normas estén formalmente reglamentadas, puede ocurrir que


se incumplan de manera sistemática. Son "normas perversas" (Fernández Dols,
1992) que, además de no cumplirse, su efecto perjudica a otras normas como
la legitimidad en la que se fundamentan, lo cual comporta una "desmorali-
zación". Por ejemplo, cuando los contenedores no se vacían con la frecuen-
cia adecuada o bien no hay bastantes, esto puede "desmoralizar" el comporta-
miento de separar la basura y desacreditar a las autoridades responsables, ade-
más de la afectación de otros comportamientos pro ambientales.

Además de este efecto "perverso" de algunas normas, algunas investigaciones


también han indagado la incidencia del compromiso colectivo en el compor-
tamiento de separar la basura. La tendencia a subestimar el número de perso-
nas que tienen un comportamiento determinado, de acuerdo con la norma
social, reduce la eficacia del comportamiento mismo (Matheau, 1999).

Ejemplo

Si yo pienso que pocas personas separan la basura, entonces tenderé a pensar que mi
comportamiento tiene una incidencia nula; es decir, que no es necesario que separe la
basura porque no habrá diferencia si lo hago o no.

Un ejemplo de compromiso colectivo es el compromiso ciudadano para la sostenibili-


dad-Agenda 21 de Barcelona. Contiene diez objetivos para el periodo 2002-2012 con diez
líneas de acción cada uno. Cualquiera de las cien líneas de acción son abiertas a su firma
por parte de quien quiera, lo cual se facilita a partir de unas fichas que describen y valoran
cada acción firmada y para explorar colaboraciones.

Una vez las normas sociales se interiorizan, se convierten en normas persona-


les; esto hace que su incumplimiento afecte al autoconcepto, y pueden llegar a
generar malestar, mientras que cumplirlas genera satisfacción, de manera que
el cumplimiento de la norma se convierte en un elemento motivador de la
acción. Sin embargo, no siempre es factible el cumplimiento de normas per-
sonales. Puede ocurrir que los "costes" para separar la basura se consideren ele-
vados, como cuando el contenedor se encuentra muy lejos de casa. Entonces
son dos las estrategias para "racionalizar" el incumplimiento de la norma (Sch-
wart, 1977). O bien se niegan las consecuencias de la conducta propia sobre
los otros, con los que nos hemos comprometido (el bien colectivo), o bien se
niega la responsabilidad personal.
© FUOC • PID_00277543 75 Procesos psicoambientales y urbanos

Otro aspecto importante en algunas investigaciones en las que se destaca el


papel de la influencia social es el rol de los líderes vecinales. En otras palabras,
cuando algún vecino con influencia sobre otros vecinos (en esto consiste ser
líder) da a conocer a su vecindario cómo se hace la separación en el barrio o
en otros lugares y las diferentes problemáticas, etc., se refuerza la conducta de
separación del resto (Burn, 1991).

En suma, como ya hacía notar Lewin, uno de los autores clásicos de la psico-
logía social, es absurda la pretensión de cambiar el comportamiento sin tener
en cuenta las normas de los grupos de pertenencia de las personas. El cambio
de actitudes para Lewin era eminentemente social, ya que incluye el cambio
de actitudes del grupo. Esta necesidad de tener presentes los procesos de in-
fluencia social, como la participación de la comunidad, también es reivindi-
cada por Iñiguez (1996), quien menciona tres perspectivas relacionadas con la
promoción de comportamientos ambientales y la conservación de los recursos
naturales, que evidentemente se pueden aplicar al tema de los residuos. Estas
tres perspectivas son la sensibilización, la perspectiva publicitaria y la partici-
pativa comunitaria.

La sensibilización de la población busca que la gente asuma los problemas tal


y como se presentan, de manera que se adopten los comportamientos que su-
puestamente resolverían el problema. Normalmente son de carácter institu-
cional, y se dirigen al conjunto de la población basándose en la legitimidad
de la institución misma. Una de las formas habituales para hacerlo consiste en
presentar información por parte de expertos. Aunque Íñiguez (1996) diferen-
cia la sensibilización de la perspectiva publicitaria, fundamentalmente por la
fuente de legitimación en la que suelen basarse unas y otras campañas, en el
apartado siguiente ("La perspectiva publicitaria en la promoción ambiental")
se tratan las dos y se incide en las cuestiones referentes a la comunicación en
campañas publicitarias.

La perspectiva participativa y comunitaria, menos común, se orienta hacia el Ved también


fomento de la participación en todas las fases de la gestión de los residuos,
Ved el apartado "Las agendas
teniendo en cuenta los agentes, grupos, organizaciones y toda la población 21 locales" y "Los planes co-
del territorio implicados. Esto incluye desde la definición de los problemas, munitarios" en este módulo di-
dáctico.
hasta la ejecución de las soluciones, pasando por las pertinentes decisiones
y la valoración de todo el proceso. Como se puede deducir fácilmente, esta
perspectiva encaja dentro de las orientaciones de las agendas 21 locales y las
perspectivas de los planes comunitarios. Al fin y al cabo, la gestión de los
residuos es un aspecto más de la realidad de la comunidad, además de ser uno
de los vectores ambientales que hay que tener presentes en cualquier proceso
de Agenda 21 local.

La perspectiva comunitaria comporta reconocer la implicación de todo el


mundo en las propuestas para reducir el problema de los residuos. Aun así,
puede decirse que en muchas experiencias de gestión de los residuos la parti-
cipación de todos los agentes implicados no siempre se da en todas las fases de
© FUOC • PID_00277543 76 Procesos psicoambientales y urbanos

su gestión. A veces son pactos entre comerciantes, administraciones y vecinos


para decidir un sistema u otro de recogida, con unos tipos u otros de contene-
dores, etc. En otros se propone hacer un diagnóstico y un plan de acción para
gestionar los residuos en la escuela, la empresa o el barrio.

Ejemplo

Un ejemplo de propuesta de que se aproxima a la participación comunitaria, en este


caso escolar, es el proyecto de residuos del curso 2001-2002 del CEIP Ignasi Iglesias del
barrio de Sant Andreu de Barcelona, donde se implantó un sistema de gestión integral de
residuos que ponía el énfasis en la estrategia de las 3R, a partir del debate y la participación
de los miembros del colegio para definir el programa de gestión interna.

De cualquier manera, la participación, entendida como un fin en sí misma, en


los asuntos de la misma comunidad –y los residuos es uno de éstos–, repercute
en la apropiación de la persona con el entorno, procesos que de una manera u
otra desarrollan la cohesión y la resolución de los problemas colectivamente,
e inciden también en el desarrollo de la política.

Resumen

El papel de la influencia social implica tener presentes los contextos sociales y normativos
en los que se dan los comportamientos relacionados con los residuos.

Las normas son el conjunto de pautas de pensamiento y reglas de comportamiento pres-


critas en un grupo, las cuales, además de ser un vehículo de expresión de los valores so-
ciales de la comunidad, pueden ser de carácter legal o voluntarias.

Una vez las normas sociales se interiorizan, se convierten en normas personales, y esto
hace que su incumplimiento afecte al autoconcepto y pueden llegar a generar satisfacción
cuando se cumplen.

La perspectiva participativa y comunitaria, menos común, se orienta hacia el fomento


de la participación en todas las fases de la gestión de los residuos, teniendo en cuenta los
agentes, los grupos, las organizaciones y toda la población del territorio implicados.

1.5. Campañas de comunicación ambiental

1.5.1. La perspectiva publicitaria en la promoción ambiental

Frecuentemente se proclama que vivimos en la era de la información. A pesar


de las diferencias entre el norte y el sur, es probable que nunca se haya dis-
puesto de tanta información y de manera tan instantánea como ahora. Algu-
nos afirman que una vez desaparecidas las distancias, con la compresión del
espacio y el tiempo (Bauman, 2001; Castells, 1997) predomina el consumo
del instante por encima del disfrute de las experiencias y de la contemplación
(Virilio, 1995). El espectáculo no puede parar y las imágenes se consumen in-
mediatamente. "Más madera", decían los cinematográficos hermanos Marx,
para alimentar de combustible un tren desbocado que no podían parar. Pero
a pesar de este dibujo acelerado, afortunadamente otras voces hacen posible
pensar en otros desarrollos menos acelerados que nos obliguen a mirar cómo
se va mientras tanto.
© FUOC • PID_00277543 77 Procesos psicoambientales y urbanos

Desde algunas de estas voces, se nos avisa de los peligros de confundir la difu-
sión de la información y la expresión de la opinión con la participación. O que
la información, aunque sea necesaria, no es sinónimo de democracia (Gomà y
Subirats, 1998). Por otra parte, sabemos que en el ciclo producción-consumo
hace tiempo que los esfuerzos se destinan a construir las necesidades, a fabricar
al consumidor para después generar el producto, en el que la clave es generar
la "insatisfacción permanente". También sabemos que la idea de la demanda
eternamente insatisfecha se explica por el hecho de que la producción del de-
seo es más potente que la producción de productos, con lo cual se fortalece la
idea de la abundancia del consumo sobre la base del deseo y, de rebote, de la
abundancia como característica de la sociedad de consumo (Bauman, 1999).
Sin embargo, el deseo de consumo no es lo mismo que la capacidad adquisi-
tiva de satisfacerlo (Sánchez Ferlosio, 2003).

Una de las herramientas para convertir los deseos en necesidades, pues asocia
su satisfacción al objeto de consumo, es sin duda la publicidad. La publicidad
probablemente sea tan antigua como el ser humano. En efecto, debió ser ne-
cesario hacer públicas las necesidades de un grupo a otro para intercambiar
comida, cobijo o cualquier otra necesidad o deseo. Sin embargo, la publicidad,
tal y como la entendemos hoy día, asociada al ciclo de producción y consu-
mo, proviene de la aparición del consumo de masas, principalmente en Esta-
dos Unidos de América en la década de los años veinte. Fue cuando se dio un
fuerte impulso a la relación producción-consumo, y se desplazó el énfasis de
la producción hacia el consumo. Invirtiendo mucho dinero y esfuerzos en la
"producción de consumidores", se podía aumentar la producción de productos
y los beneficios de los productores. Hasta entonces esto no se había hecho con
tanta determinación. La pieza clave para aumentar el consumo fue evidente-
mente la publicidad, además de la compra a crédito.

Tal y como explica Rifkin (1996), el fenómeno del consumo de masas no se produjo de
manera espontánea, ni tampoco fue consecuencia inevitable de una insaciable naturaleza
humana. El consumo fue extendido por medio de la publicidad, como medida para evi-
tar el "desempleo tecnológico" provocado por el aumento de la productividad mediante
máquinas, que dejaba sin trabajo a los trabajadores, que también eran consumidores, y
reducía las ventas dramáticamente. A finales de los años veinte, en Nueva York, los hom-
bres de empresa organizaron el Prosperity Bureau y promovieron que las personas que to-
davía tenían trabajo compraran más y ahorraran menos, lo cual recordaba al público que
sus compras mantendrían la ocupación en el país. Una de las principales consignas fue
la de Charles Kettering, de la General Motors, quien consideró que la clave para la pros-
peridad económica consistía en crear organizadamente un sentimiento de insatisfacción
(Sánchez Ferlosio, 2003: 18). Muchas de estas consignas de lo que debía ser el "nuevo
evangelio económico del consumo" fueron proclamadas en un libro del mismo título
(The New Economic Gospel of Consumption), firmado por Cowdrick y publicado en octubre
de 1927. Esta importante revolución social convirtió lo que había sido reservado a una
minoría selecta en el comportamiento general de la emergente clase media. En la nueva
sociedad de consumo se desplazaba la virtud del autosacrificio de la ética protestante por
la virtud del placer inmediato de comprar, poco antes vista como vicio.
© FUOC • PID_00277543 78 Procesos psicoambientales y urbanos

La publicidad, junto con la promoción y las relaciones públicas, es uno de los Lecturas recomendadas
componentes del marketing, como también lo es la planificación y la fijación
Os recomendamos tres libros
de precios, la planificación y el análisis de la distribución y la política de pro- para consultar más cuestio-
ductos. Tanto el marketing como la publicidad implican múltiples aspectos nes relacionadas con la co-
municación, la publicidad y
relativos a la comunicación. el marketing.
M. Santesmases (1999). Mar-
keting: conceptos y estrategias.
La comunicación es una actividad inseparable del desarrollo de la humanidad. Madrid: Pirámide.
¿Os imagináis el mundo sin comunicación? La comunicación es fundamen- A. Duran (1987). Psicología
de la publicidad y de la venta.
talmente interacción, lo que comporta procesos intrasubjetivos e intersubjeti- Barcelona: CEAC.
vos. Comporta la adquisición, el tratamiento y la transmisión de información, A. Mucchielli (1998). Psicolo-
gía de la comunicación. Barce-
además de la construcción del mundo intersubjetivo, la interpretación indi- lona: Paidós.
vidual y la colectiva por medio de la relación comunicativa. El interés psico-
social por la comunicación se puede agrupar en orientaciones que han enfati-
zado los procesos�intrapsíquicos�de�la�comunicación y otras inclinadas por
la relación�comunicativa (Muchielli, 1998). Entre estas últimas hay que des-
tacar los enfoques fenomenológicos que se centran en los significados, como
proceso y como producto, y los enfoques que investigan los procesos prácticos
de construcción del mundo compartido como hace el análisis del discurso y
la pragmática del lenguaje.

Entre las orientaciones de la psicología de la comunicación que destacan los


procesos intrapsíquicos, el enfoque estructural-expresivo (Muchielli, 1998) se
interesa por el contenido�de�la�comunicación y la organización de la psique
interna o la personalidad de quien se expresa. Esta organización interna se
refiere a los valores, las actitudes, los comportamientos y las opiniones de las
personas. Se parte de la hipótesis de que las opiniones y los comportamientos
revelan las actitudes y los valores de las personas. Y a la inversa, los valores y
las actitudes dan coherencia a las opiniones y los comportamientos.

Desde este punto de vista, a la comunicación publicitaria le interesa saber có- Ved también
mo ubicar los deseos dentro de estas estructuras personales y colectivas. Así
Sobre marketing ambiental
es cómo los deseos son generados, favorecidos y amplificados, de acuerdo con ved el apartado "De la educa-
los valores, las actitudes, los comportamientos y las opiniones de los diferen- ción ambiental formal al mar-
keting ambiental" en este mó-
tes grupos de población (segmentos del mercado, targets diferentes, población dulo didáctico.

"diana" a la que se quiere llegar, etc.). Unos deseos a los cuales se asocian los
productos o servicios que son publicitados. En el caso de la publicidad am-
biental, estos productos son a menudo información, conductas, actitudes, va-
lores, etc. para promover comportamientos pro ambientales, aspecto que tam-
bién hace peculiar este tipo de campañas publicitarias, encuadradas dentro del
marketing ambiental.
© FUOC • PID_00277543 79 Procesos psicoambientales y urbanos

Sin embargo, también hay otros enfoques preocupados por la forma�de�la�co- Ejemplo
municación, más que por el contenido. En este enfoque formal-transaccional
En una conversación, podemos
(Muchielli, 1998) se analizan las interacciones comunicativas que se dan en recomendar a un amigo que
los ámbitos de la racionalidad, la afectividad y el ámbito normativo o moral. no malgaste el agua (nivel nor-
mativo), porque si todos hace-
mos lo mismo, pronto no que-
dará (nivel racional); pero, eso
Próximo a este punto de vista formal-transaccional se encuentra el modelo de sí, todo lo decimos de "buen
rollo" (nivel afectivo).
las cuatro esferas elaborado por Pol (2000). Este modelo para la acción y la
intervención es una propuesta para la comunicación y la gestión ambiental, a
partir del establecimiento de estrategias orientadas a la modificación de hábi-
tos y conductas ecológicamente responsables, y se dirige coordinadamente a
cuatro esferas distintas de la persona y el comportamiento colectivo:

• la esfera de la racionalidad,

• la esfera de la emotividad,

• la esfera de la afiliación y el control social y

• la esfera de la funcionalidad y la comodidad.

Como se puede apreciar, hay una cierta correspondencia con los niveles men- Lectura recomendada
cionados anteriormente, aunque el planteamiento y la orientación son distin-
Una aplicación del modelo
tos, además de haber una esfera que tiene que ver con la facilidad y la dispo- de las cuatro esferas en cam-
nibilidad de recursos a la hora de realizar comportamientos ambientales. pañas publicitarias y progra-
mas de promoción y educa-
ción ambiental es la que se
narra en el artículo siguiente:
La aplicación del modelo de las cuatro esferas en las campañas de comunica-
E. Pol, T. Vidal y M. Romeo
ción ambiental y desde la perspectiva publicitaria comporta dirigir la informa- (2001). Supuestos de cambio
ción y la persuasión, los dos objetivos de la comunicación publicitaria, a estas de actitud y conducta usados
en las campañas de publici-
cuatro esferas. dad y los programas de pro-
moción ambiental. El mode-
lo de las 4 esferas. Estudios de
Psicología (monográfico de
psicología ambiental, núm.
22/1, pp. 111-126).

Ejemplo

Aunque los anuncios suelen


hacer alusión a las cuatro esfe-
ras para influir por medio de la
comunicación, a veces se des-
taca más una esfera u otra.

Esferas de la influencia de la comunicación publicitaria.

Resumen

La publicidad, tal y como la entendemos hoy día, asociada al ciclo de producción y con-
sumo, proviene de la aparición del consumo de masas.
© FUOC • PID_00277543 80 Procesos psicoambientales y urbanos

La comunicación es fundamentalmente interacción, lo cual comporta procesos intrasu-


bjetivos e intersubjetivos.

El enfoque estructural-expresivo se interesa por el contenido de la comunicación y la


organización de la psique interna o la personalidad de quien se expresa (valores, actitudes,
comportamientos y opiniones).

El modelo de las cuatro esferas (Pol, 2000) es una propuesta para la comunicación y la
gestión ambiental, a partir del establecimiento de estrategias orientadas a la modificación
de hábitos y conductas ecológicamente responsables.

Las cuatro esferas diferentes de la persona y el comportamiento colectivo son: la esfera


de la racionalidad, la esfera de la emotividad, la esfera de la afiliación y el control social
y la esfera de la funcionalidad y la comodidad.

1.5.2. La comunicación publicitaria ambiental

Como hace notar Sánchez Ferlosio (2003), la verdadera revolución de la comu-


nicación publicitaria se da cuando el anuncio ya no representa sólo la imagen
del producto, sino también la del consumidor mismo, y precisamente en el
acto del consumo, lo que apunta a la autocomplacencia de la mera posesión,
diciendo "Usted puede ser éste". Esto, de alguna manera, representa para la
publicidad un poder para "educar" a los hijos del consumo e inducirlos a variar
su personalidad por la del sugestivo personaje del anuncio.

Estas últimas observaciones quizá os mueven a preguntar: ¿qué es lo que hace


la publicidad para hacer "cambiar la personalidad"?; o, ¿cómo "convierte" de-
seos en necesidades? Observad que este interrogante entra de pleno dentro del
enfoque comunicativo que hemos denominado anteriormente estructural-ex-
presivo (Muchielli, 1998). Evidentemente, no se cambia por el hecho de ver un
anuncio por televisión o por cualquier otro medio, pero sí que se recibe una
influencia determinada, que debidamente amplificada con la repetición tanto
del mismo anuncio, como de los comentarios de los amigos, compañeros de
trabajo o, en general, lo que se comenta en la "calle", puede hacer presente
una idea, sensación o deseo que antes no estaban y que "dialogan" con las
actitudes, valores, comportamiento y opiniones de uno mismo.

Esto permite desgranar dos componentes importantes de la comunicación Bibliografía


publicitaria, el componente�informativo y el componente�persuasivo. Un
Os podéis informar más so-
anuncio aporta una información determinada, que revierte en unos conoci- bre los mecanismos de actua-
mientos y aprendizajes determinados. Sin embargo, sobre todo, intenta per- ción publicitaria consultando
el libro siguiente:
suadir para que hagamos o dejemos de hacer un comportamiento (comprar E. Ortega (1999). La comuni-
un producto, tirar la basura separadamente, cerrar el grifo mientras nos cepi- cación publicitaria. Madrid: Pi-
rámide.
llamos los dientes), o que cambiemos o adoptemos una actitud (predisponer a
una marca determinada de coches, al ahorro de energía, etc.). Esta persuasión
se puede alcanzar por la vía emotiva y por la racional, e incluso sin que nos
demos cuenta de que nos persuaden.
© FUOC • PID_00277543 81 Procesos psicoambientales y urbanos

Ejemplo

AGUA TENEMOS TODOS LOS DÍAS Y LAS HORAS DEL AÑO, PERO ESTA SITUACIÓN
PUEDE CAMBIAR
© FUOC • PID_00277543 82 Procesos psicoambientales y urbanos

En Cataluña, tal como sucede en otras zonas de la cuenca mediterránea, disfrutamos de


un régimen muy irregular a lo largo del año. Así, un periodo de más de dos años con un
nivel bajo de precipitaciones puede acabar provocando una situación grave, como la de
la reciente sequía. Por lo tanto, el compromiso de consumir el agua de manera racional
y responsable no sólo hay que adoptarla cuando salta la alarma.

En el área de Barcelona, usamos más de 500 millones de litros de agua cada día soló
en el uso familiar. Conservar los recursos naturales de que disponemos es un requisito
imprescindible para tener agua en el futuro.

En general, los ciudadanos hemos aprendido a consumir el agua que necesitamos sin
desaprovecharla, ¡pero aún podemos hacer mucho más al respecto!

Por ejemplo en el baño, donde gastamos el 70% del consumo de agua diario:

• Evitemos descargas innecesarias del váter. Ahorraremos de 6 a 9 litros cada vez!


• Procuremos recortar el tiempo de la ducha. Ahorraremos hasta 10 litros.
• Reparemos las averías del váter y el goteo de los grifos. Podremos ahorrar hasta 30
litros diarios.

"¡LLUEVA O NO LLUEVA, PROCUREMOS AHORRAR AGUA SIEMPRE!"

En este folletín de la compañía Agbar se nos propone un interrogante, lo que sugiere


cambiar�la�actitud de dar por hecho que siempre podemos disponer de agua a todas
horas. En la parte de detrás del folletín (imagen de la derecha), nos da toda una serie de
información para apoyar el cambio de actitud propuesto.

En este otro ejemplo de debajo, en cambio, el anuncio nos conmina a hacer un compor-
tamiento. ¡Que reciclemos!, refiriéndose al hecho de que separemos la basura de manera
selectiva y la depositemos en contenedores correspondientes.

Los medios de comunicación son los canales más habituales a la hora de per-
suadir. Los cambios actitudinales y comportamentales dirigidos a la compra
de productos y al consumo de servicios son uno de los ámbitos en los que más
se ha aplicado el proceso de la persuasión. Sin embargo, no son los únicos.

La persuasión es el resultado de la atención, la comprensión, la aceptación


de los planteamientos (condescendencia) y la retención. Cada paso depende
del anterior para que se dé el proceso completo. La probabilidad de que haya
un cambio de actitud a partir de una comunicación persuasiva depende de la
© FUOC • PID_00277543 83 Procesos psicoambientales y urbanos

recepción y la aceptación de los argumentos del mensaje (condescendencia).


La recepción depende de la motivación para atender y de la comprensión de
lo que se dice. Para entender de qué depende la aceptación hay dos modelos
explicativos relevantes: el de la probabilidad de elaboración (Petty y Cacciopo,
1986) y el heurístico-sistemático (Chaiken, 1987).

El proceso de persuasión

Cuando las personas están motivadas (porque la información que se da les in-
teresa, lo consideran relevante, necesitan saberlo, etc.) y son capaces de proce-
sar un mensaje (no hay descuidos, el mensaje se ha repetido mucho, es sencillo
de comprender, las personas tienen un conocimiento previo, etc.), el determi-
nante de la persuasión y de que los cambios duren es la fuerza de los argumen-
tos. Esto se denomina ruta central, en el caso del modelo de probabilidad de
elaboración, o procesamiento sistemático en el modelo heurístico-sistemático.

Cuando no existe la motivación ni la capacidad para procesar, entonces es


cualquier otro elemento diferente del mensaje (la credibilidad de la fuente, el
prestigio, la proximidad con el receptor, etc.) lo que provoca la persuasión.
Es lo que se denomina ruta periférica o procesamiento heurístico, según el mode-
lo teórico que se adopte. A diferencia de los producidos por la ruta central o
por el procesamiento sistemático, los cambios producidos por procesamientos
heurísticos o por la vía periférica son temporales e inestables. La actitud es
efímera, susceptible de cambio y poco predictora de la conducta. Cuando la
cuestión es importante y cuanto más implicadas están las personas en la mis-
ma, más cuidadoso es el procesamiento.

Hay distintos elementos que hacen que la comunicación sea persuasiva. Entre
los más analizados, se encuentran los referidos a:

• El emisor (credibilidad, poder, prestigio, competencia, simpatía, confian-


za, atractivo, etc.).
© FUOC • PID_00277543 84 Procesos psicoambientales y urbanos

• El mensaje (el estilo o la manera de presentar los contenidos, además de


la elección de símbolos, imágenes, ideas, etc.).

• El medio o canal por el cual se transmite el mensaje, que puede ser más de
cariz personal (líderes opinión, amigos, etc.) o impersonal como los me-
dios de comunicación (prensa, radio, televisión, cine), la promoción (va-
llas, carteles, correos electrónicos, marketing telefónico), los canales elec-
trónicos e informáticos (bases datos, fax, webs, etc.) o hechos fortuitos y
otros (acontecimientos, ferias, instalaciones).

• El receptor o audiencia (grado de agrupación del público, facilidad de ser


convencido, interés y conocimiento del tema objeto de la comunicación).

• Además, hay otros aspectos como las interferencias en el mensaje, las con-
tradicciones, etc. (por ejemplo, recomendar el reciclaje depositando folle-
tos de papel no reciclado en los buzones de los domicilios de manera in-
discriminada).

Ejemplo

"Cada vez que te bañas desaprovechas 300 litros de agua. Dúchate. Que todos también
tengamos agua después de ti."
© FUOC • PID_00277543 85 Procesos psicoambientales y urbanos

"¿300 litros de agua por bañarte? Dúchate. Que todos también tengamos agua después
de ti."

"¿10 litros de agua por tirar un algodoncillo? El WC no es una papelera. Que todos tam-
bién tengamos agua después de ti."

Diferentes maneras de presentar un mismo mensaje.


© FUOC • PID_00277543 86 Procesos psicoambientales y urbanos

A veces se busca la persuasión presentando la razón y el comportamiento, conjuntamen-


te, para argumentar la necesidad de tener que hacer la conducta objeto de la campaña.

Parte de la campaña Pirineos limpios, promovida por la Generalitat de Catalunya en el año 1993, con el apoyo de
otras administraciones de la zona pirenaica, para promover el comportamiento de llevarse la basura que uno hace
en la montaña.

Un último aspecto fundamental en las campañas de comunicación es su eva-


luación, un proceso encaminado a la toma de decisiones sobre la continuidad,
modificación o supresión de la campaña. En realidad, una campaña no está
completa hasta que no sabemos a quién ha llegado y cómo le ha llegado. Al
fin y al cabo, si definimos la comunicación como una interacción, hay que
saber cuál ha sido la reacción en la audiencia para poder hablar de una inter-
acción completa. Es lo que habitualmente hacemos en una conversación ca-
ra a cara, en la que podemos interpretar las reacciones de lo que decimos en
la cara de nuestro interlocutor. Cuando se trata de canales impersonales de
comunicación, como los medios de comunicación, mediante la evaluación se
puede obtener información sobre algunas de estas reacciones.
© FUOC • PID_00277543 87 Procesos psicoambientales y urbanos

¿Y cuáles son las "reacciones" que interesa conocer en una campaña publicita-
ria ambiental? Una de las cuestiones principales es averiguar si el mensaje�ha
llegado�a�quien�tenía�que�llegar. En este caso, interesa conocer la cantidad de
personas a quienes ha llegado. Es lo que a menudo se menciona como estudio
de la audiencia. Sin embargo, el estudio de una audiencia también implica
saber no sólo la cantidad de gente que ha recibido el mensaje, sino sus carac-
terísticas sociodemográficas (edad, nivel sociocultural, clase socioeconómica,
etc.), y también las características psicosociales (motivaciones, actitudes, va-
lores, etc.) o lo que denominábamos anteriormente la estructura de la psique o
personalidad de quien se expresa. La cuestión siguiente para evaluar es si el
mensaje�ha�llegado�en�la�forma�pretendida, de donde hay que valorar, por
ejemplo, la proximidad y el grado de identificación con el código utilizado y
la comprensión del mensaje, además de identificar las actitudes y los compor-
tamientos anunciados.

Entre las técnicas más habituales para averiguar estas cuestiones, se suelen
utilizar las encuestas, las entrevistas�grupales (focus group) y las entrevistas
individuales. Además, en la evaluación de una campaña publicitaria hay que
tener en cuenta cuáles eran los objetivos de la campaña, para concretar en qué
medida se han alcanzado, además de las características de la audiencia a quien
va dirigida y el resto de aspectos comunicativos que configuran la estrategia de
la campaña, con el fin de valorar su eficacia como herramientas de influencia
persuasiva.
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© FUOC • PID_00277543 89 Procesos psicoambientales y urbanos
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Parte de una campaña publicitaria de la compañía de aguas AGBAR

En la evaluación de una campaña como ésta, es posible que se quiera cono-


cer si la estrategia de presentar a unos expertos respondiendo a las preguntas
de consumidores ha sido la estrategia más adecuada para un tipo de consumi-
© FUOC • PID_00277543 91 Procesos psicoambientales y urbanos

dores (audiencia), a los cuales se quiere llegar para dar a conocer el ciclo del
agua, como paso previo a otra campaña en la que promover su ahorro en el
consumo de agua.

Resumen

La comunicación publicitaria tiene un componente informativo y un componente per-


suasivo.

La comunicación publicitaria puede tener por objetivos aportar información, modificar


hábitos o comportamientos o bien crear o modificar actitudes.

La persuasión es el resultado de la atención, la comprensión, la aceptación de los plan-


teamientos y la retención del mensaje de la comunicación.

La persuasión se puede dar por la fuerza de los argumentos del mensaje mismo (ruta cen-
tral o procesamiento sistemático) o bien en razón de otros elementos como el prestigio
de la fuente (ruta periférica o procesamiento heurístico).

Los elementos de la comunicación más analizados en las teorías de la comunicación


persuasiva son el emisor, el mensaje, el medio o canal por el cual se transmite el mensaje,
y el receptor o audiencia.

La evaluación de las campañas de comunicación es un proceso para tomar decisiones so-


bre si continuarlas, modificarlas o suprimirlas. En realidad, una campaña no se completa
hasta que no sabemos a quién ha llegado y cómo le ha llegado.

1.6. El entorno en el trabajo

1.6.1. De la explotación a la calidad de vida laboral

En nuestra sociedad, no hay duda de que el trabajo se ha convertido en una


de las principales actividades estructuradoras de nuestra vida. Nuestro tiempo
vital, el estatus social, el rol social, la posibilidad de adquirir bienes y servicios
o incluso la estructuración de nuestro tiempo libre, son sólo algunas de las
cosas que pasan ineludiblemente por el trabajo. Al principio de la era indus-
trial, las condiciones de trabajo eran muy duras y las reivindicaciones de los
trabajadores eran inexistentes o duramente reprimidas: lo importante era la
productividad; es decir, el rendimiento.

Como ejemplo, os podéis fijar en este fragmento del texto Higiene Industrial
que el médico higienista Monlau publicó en 1858:

"El médico inspector debería tener en cuenta la influencia que ejercen los distintos mo-
dificadores higiénicos, pero con singular especialidad, la pureza del aire. La impureza de
este alimento de la respiración, de este pan del pulmón, y la falta de ventilación, son las
dos grandes calamidades de las fábricas y talleres. Entrad en una hilatura de algodón, por
ejemplo, y, si no se ha introducido la última perfección de la mecánica, enseguida senti-
réis un mal olor desagradable, y a continuación, cierta constricción en el cuello. Y es que
las cardas, los batidores y otros aparatos levantan un polvo muy fino y sutil; y los aceites
rancios, calentados por el frotamiento que están destinados a suavizar, emiten ácidos
grasos debidos al enrarecimiento; y los productos de la transpiración y de la respiración
de los operarios condensan la atmósfera del taller. Hace muy pocos años (1851) entré
en una sastrería de Londres, y conté a ciento setenta y ocho individuos, entre oficiales y
aprendices, en una pieza que cómodamente sólo podía contener unos veinticinco; era de
noche, los mecheros de gas quemaban desde las cuatro de la tarde; la ventilación era casi
nula; a los pocos minutos tuve que salir medio asfixiado. [...] ¿Y qué será en las fábricas
y talleres cuyos procedimientos artísticos exigen altas temperaturas, o cuyas manipula-
ciones cargan la atmósfera de polvos minerales, como los de cobre, blanco de plomo,
© FUOC • PID_00277543 92 Procesos psicoambientales y urbanos

plomo, tiza, etc. (que son los más nocivos), o del polvo de la pluma, lana, crin y otros de
naturaleza animal, o de los polvos vegetales (harina, almidón, carbón, etc.), que si bien
menos ofensivos, son siempre perjudiciales?"

Monlau y Salarich (1984: 73).

Posteriormente, con el progresivo reconocimiento de los derechos de los tra-


bajadores, entre los mismos el derecho a un puesto de trabajo en condiciones,
los estudios se empiezan a dirigir hacia el análisis de este puesto de trabajo
y cómo, si se modifican determinados elementos del entorno laboral, puede
mejorar el rendimiento y la satisfacción laboral. De esta manera, uno de los
hitos destacados por la psicología es el estudio dirigido por Mayo en la Western
Electric Company de Hawthorne, próxima a Chicago (Mayo, 1933; Roethlis-
berger y Dickson, 1939; Roethlisberger, 1941). El objetivo inicial era analizar
cómo los cambios en la iluminación podían afectar al rendimiento de los tra-
bajadores. El primero de los tres estudios, sin embargo, dio unos resultados
inesperados: cuando la intensidad de la luz era sistemáticamente incrementa-
da y después disminuida, la productividad aumentaba en las dos condiciones.
Además, la productividad también aumentaba en un grupo control sin cam-
bios en la iluminación. En posteriores estudios se profundizó más en la idea de
que las variables ambientales no eran las únicas responsables del rendimiento,
y se descubrieron variables tan importantes como la calidad de la supervisión
o la misma atención de los investigadores sobre el trabajador (el denominado
efecto Hawthorne) o la importancia de los procesos grupales que marcan las re-
laciones entre los trabajadores. Se iniciaba una nueva etapa para la incipiente
psicología industrial.
© FUOC • PID_00277543 93 Procesos psicoambientales y urbanos

Nota

Si queréis conocer con más de-


talle los experimentos clásicos
de Hawthorne podéis consul-
tar esta presentación (es en in-
glés).

Actualmente, con el foco de atención orientado hacia los conceptos de cali-


dad de vida, bienestar y salud, la tendencia ha pasado de analizar el entorno
laboral para mejorar el rendimiento a hacerlo para mejorar la calidad de vida,
la satisfacción laboral, la siniestralidad y la salud laboral.

Resumen

El trabajo es una de las actividades más importantes en nuestra vida. Nos estructura el
tiempo, contribuye a definir nuestra identidad y nos sitúa dentro de nuestro entorno so-
cial. Íntimamente vinculado con la actividad laboral, se encuentra el análisis del entorno
físico que caracteriza a nuestro trabajo.

En psicología social, uno de los primeros estudios que empezaron a analizar la relación
entre entorno físico y rendimiento fue el dirigido por Elton Mayo en la Western Electric
Company, en Hawthorne. Actualmente, el análisis del puesto de trabajo ha incorporado
la repercusión que estas condiciones tienen, no tan sólo para el rendimiento, sino para
la satisfacción y la calidad de vida laboral.

1.6.2. Parámetros psicoambientales del entorno laboral

Un entorno laboral se caracteriza por una gran cantidad de variables, de na-


turaleza muy distinta pero que, al actuar interrelacionadamente, definen el
grado de satisfacción laboral y de rendimiento. Sundstrom componía en el
año 1986 un esquema de las variables que incidían en la satisfacción laboral,
con especial incidencia en las relacionadas con el entorno físico (Sundstrom,
1986):
© FUOC • PID_00277543 94 Procesos psicoambientales y urbanos

Este conjunto de variables, además de definir el entorno laboral, pueden pre-


sentarse de una manera determinada y frecuentemente con interacción unas
con otras, y generar estrés ambiental y, en consecuencia, estrés laboral. Tam-
bién es importante destacar que cualquier variable ambiental puede ser defi-
nida desde parámetros físicos y, por lo tanto, medida objetivamente mediante
aparatos de precisión. Sin embargo, el valor real que esta variable tenga para
la persona y las consecuencias comportamentales de este valor dependen de
la percepción subjetiva del parámetro en consideración. Esta percepción sub-
jetiva, al mismo tiempo, depende de los parámetros físicos, de disposiciones
personales, del entorno sociofísico en el que se presenta la variable y otros
factores sociales e incluso culturales.

Parámetro físico Percepción subjetiva

Sonido Ruido

Temperatura Calor/frío

Luz Luminosidad

Densidad Privacidad/hacinamiento

Presentamos a continuación algunas de las principales características de estos


parámetros físicos, pero, para profundizar más en muchas de las cosas que
aquí trataremos, un buen recurso es acudir a la página web de El ergonomista:
https://ergosistema.com/.
© FUOC • PID_00277543 95 Procesos psicoambientales y urbanos

Ruido, música

Ya hemos hablado anteriormente del ruido como fuente de estrés y de las con-
secuencias que puede tener para la salud y el rendimiento (podéis ver en este
módulo el apartado "Entorno acústico, sonido y ruido"). Como datos comple-
mentarios, habría que tener en cuenta que:

La Ley de Seguridad e Higiene en el Trabajo sitúa el peligro de la inmisión so-


nora en ochenta dB, mientras que se considera que una exposición continua-
da (buena parte de una jornada laboral) a niveles de noventa dB representa un
grave peligro para el oído, con el riesgo consiguiente de sufrir sordera.

En consecuencia, trabajos con exposiciones de ochenta dB o superiores requie- Reflexión


ren que el trabajador tome medidas de protección, como pueden ser los cascos
Observad cuántos trabajadores
aislantes. Trabajadores ferroviarios, personal que trabaja a pie de pista en los que hacen mantenimiento de
aeropuertos, trabajadores de la construcción u operarios de talleres de plan- la vía pública (trabajo con mar-
tillo mecánico, pavimentación,
chistería, son ejemplos claros de este tipo de trabajos altamente expuestos. A etc.) o que trabajan en los ae-
ropuertos llevan cascos protec-
pesar de todo en nuestra cultura laboral todavía no está lo bastante incorpo- tores.
rada la protección contra el ruido laboral.

Por otra parte, en entornos poco ruidosos, como por ejemplo oficinas, la pér-
dida de concentración por desvío de la atención ante pequeños ruidos (cu-
chicheo de los trabajadores, ruidos de objetos desarreglados encima de la me-
sa, pequeña maquinaria funcionando, etc.) también disminuye considerable-
mente el rendimiento laboral. En estos casos, una medida posible es introducir
el denominado ruido blanco; es decir, una fuente sonora que, sin distraer, pue-
da "ahogar" estos pequeños y molestos ruidos. La música, el típico hilo musical
de muchas oficinas, consultas médicas u otros servicios, tiene esta función,
además de evitar el silencio total que, como ya hemos estudiado, puede ser
tan molesto como el exceso de ruido.

Iluminación, color

La luz es una manifestación energética que, medida en luxs, es captada por


los órganos visuales de la persona y esto permite la visión humana. La lumi-
nosidad es el parámetro psicofísico de la luz; es decir, la percepción subjetiva
de la iluminación.

La iluminación puede afectar negativamente al rendimiento de dos maneras:

• En primer lugar, cuando se dan unas condiciones de insuficiencia o de ex-


ceso de luz, se altera la dificultad de la tarea y, por lo tanto, su rendimiento
(podéis verlo ampliado en "Aspectos ambientales y rendimiento").

• En segundo lugar, determinadas condiciones lumínicas alteran el rendi-


miento, ya que configuran condiciones laborales incómodas, fatigosas o
estresantes, especialmente cuando hay un excesivo parpadeo de la fuente
© FUOC • PID_00277543 96 Procesos psicoambientales y urbanos

luminosa. A continuación, os presentamos un cuadro con el tipo de ilu-


minación necesario en relación con el tipo de tarea que hay que realizar.

Categorías�y�valores�de�iluminación�recomendados�actualmente�para�el
diseño�de�iluminaciones�(Manual�de�iluminación�de�la�IES,�1981,�volumen
sobre�aplicaciones)

Tabla I. Categorías y valores de iluminación para tipos genéricos de actividades en interiores

Tipo de actividad Categoría Gamas de iluminación Referencia trabajo-plan


de ilumi-
nación Lux Pies candela

Espacios públicos con alrededores os- A 20 – 30 – 50 2–3–5 Iluminación general por todos los espa-
curos cios

Simple orientación para visitas tempo- B 50 – 75 – 100 5 – 7,5 – 10


rales cortas

Espacios de trabajo en los que se hacen C 100 – 150 – 200 10 – 15 – 20


tareas visuales sólo de manera ocasio-
nal

Realización de tareas visuales de gran D 200 – 300 – 500 20 – 30 – 50 Iluminación de la tarea


contraste o gran tamaño

Realización de tareas visuales de con- E 500 – 750 – 1.000 50 – 75 – 100


traste medio o tamaño pequeño

Realización de tareas visuales de con- F 1.000 – 1.500 100 – 150 – 200


traste pequeño o tamaño muy peque- – 2.000
ño

Realización de tareas visuales de con- G 2000 – 200 – 300 – 500 Iluminación de la tarea, obtenida por
traste pequeño y tamaño muy peque- 3000 – 5000 una combinación de general y local
ño durante un periodo largo (iluminación adicional)

Realización de tareas visuales muy lar- H 5.000 – 7.500 500 – 750 – 1.000
gas y exactas – 10.000

Realización de tareas visuales muy es- I 10.000 – 15.000 1.000 – 1.500


peciales de contraste extremadamente – 20.000 – 2.000
pequeño y tamaño pequeño

Tabla II. Categorías de iluminación para una selección de interiores de reunión pública y resi-
dencial, institucional y comercial

Área/actividad Categoría de Área/actividad Categoría de


iluminación iluminación

Auditorios Barbería y salones de belleza E

Reunión C Clubes y alojamiento D

Actividad social B Alojamiento y lecturas D

Bancos Salas de conferencia C

Vestíbulo Conferencia E

General C Mirada crítica (en referencia a una tarea individual) B

Fuente: Gifford (1987, p. 325). Por cortesía de la IES (Illuminating Engineering Society).
© FUOC • PID_00277543 97 Procesos psicoambientales y urbanos

Área/actividad Categoría de Área/actividad Categoría de


iluminación iluminación

Área de escritura D Tribunales

Cajeros automáticos E Área para sentarse C

Área de tribunales E

Salas de baile y discotecas B

Fuente: Gifford (1987, p. 325). Por cortesía de la IES (Illuminating Engineering Society).

Por otra parte, el color es otro factor que incide en los aspectos emocionales
de las personas y también en su rendimiento laboral. Como comenta López
Barrio (2000), cuando describimos los colores, a aquello que hacemos referen-
cia es a atributos de la sensación cromática como el tono (longitud de onda de
la luz), la luminosidad o brillo (intensidad) y la saturación (pureza del color),
todos éstos parámetros subjetivos de las dimensiones físicas del estímulo. Se
ha relacionado el sentimiento de placer con el brillo y la saturación, así como
una cierta preferencia por los colores "fríos" (verde o azul) en lugar de los "ca-
lientes" (naranjas, rojos), efecto modulado por la iluminación (Mehrabian y
Russell, 1974).

Últimamente se produce una mayor sensibilización hacia otro efecto de la luz, la deno-
minada contaminación lumínica. El efecto se produce en las grandes concentraciones ur-
banas en las que, de noche, la gran cantidad de iluminación artificial (mucha vinculada
a finalidades publicitarias o estéticas) impide disfrutar de la iluminación natural de la
noche o del paisaje estelado. En este caso se apela a motivos naturalistas, estéticos y de
calidad de vida, así como a factores de cariz emocional, para luchar contra este tipo de
contaminación. Si queréis, os podéis conectar a distintas páginas web contra la contami-
nación lumínica:

http://www.celfosc.org/indice.html
http://www.darksky.org/

Temperatura

Como la mayoría de estas variables, la percepción de la temperatura responde


a procesos complejos. De esta manera, no sólo es necesario tener en cuenta la
temperatura del aire (medida en grados centígrados), sino también el grado de
humedad relativa, el movimiento del aire, el tipo de ropa que llevemos y, en
el caso de entornos laborales, lógicamente el tipo de tarea que sea necesario
realizar en medio de este entorno térmico. A pesar de todo, los índices de
referencia a la hora de definir un entorno térmicamente confortable son los
siguientes:

En reposo y sin ropa → 24º – 26º

Ropa ligera y actividad sedentaria → 20º – 22º

Ropa de trabajo y trabajo muscular duro → 16º – 18º


© FUOC • PID_00277543 98 Procesos psicoambientales y urbanos

Esta confortabilidad térmica se define cuando la persona puede mantener el


equilibrio térmico sin coste fisiológico extra.

Más allá de que podamos definir la temperatura por medio de parámetros físi-
cos objetivos, la percepción de calor o de frío depende de otros factores, princi-
palmente del diferencial térmico entre nuestra temperatura corporal y la tem-
peratura exterior. Pongamos un ejemplo.

Ejemplo

Supongamos que la temperatura exterior es una temperatura confortable y estable duran-


te todo el ejemplo: unos 22º. Si nuestra temperatura corporal es normal, estamos a unos
36º en el interior de nuestro cuerpo. Este diferencial que produce en nosotros sensación
de confort térmico se puede romper si, por ejemplo, nos ponemos enfermos y tenemos
fiebre. Al pasar, por ejemplo, de 36º a 40º, en poco tiempo se reduce sensiblemente la
diferencia y estos 22º del exterior pueden producir sensación de frío, que es uno de los
síntomas más evidentes de que tenemos fiebre (una reacción del organismo para com-
batir el frío es generar calor momentáneamente por medio de escalofríos). En cambio,
si una vez el cuerpo se ha adaptado a este nuevo diferencial tomamos un antitérmico
y pasamos de 40º a 37º, el diferencial vuelve a aumentar y la sensación entonces es de
extremo calor (una prueba de que nos baja la temperatura es que empezamos a sudar,
reacción del cuerpo para refrigerar la piel ante la percepción de calor).

Lógicamente, si lo que mantenemos constante es la temperatura corporal, los cambios


de temperatura exterior provocarán en nosotros sensaciones de calor o frío según cómo
se resuelva el diferencial térmico.

Después de analizar la temperatura en entornos laborales, los estudios mues-


tran que:

• Diferencias moderadas de temperatura, presentadas de manera brusca, au-


mentan la activación y, por lo tanto, aumentan la concentración en la ta-
rea, los niveles de vigilancia o el tono muscular.

• El calor produce en el trabajador deshidratación, pérdida de sales y fatiga


muscular, pero si la exposición es a periodos cortos, con ropa adecuada y
con buena reposición de líquidos y sales, no se detectan interferencias en
el rendimiento.

• En cualquier caso, hay un punto crítico, en torno a los 35º, en el cual el


rendimiento empieza a descender significativamente.

• Otros efectos del calor que pueden afectar a un entorno laboral son au-
mento de la agresividad y de la distancia interpersonal. En términos gene-
rales, parece que el calor tiene efectos más perniciosos que el frío.

Calidad del aire

En este apartado, tenemos en cuenta todos aquellos elementos o sustancias


que se encuentran en el aire y pueden interferir en el rendimiento o la salud de
los trabajadores. En unos casos, hablamos de contaminación atmosférica; en
otros, hablamos de efectos asociados al conocido síndrome del edificio enfermo
(Sick Buildind Syndrome).
© FUOC • PID_00277543 99 Procesos psicoambientales y urbanos

El Consejo de Europa, en 1967, dio la definición de la contaminación atmosférica si-


guiente:

"El aire se considera contaminado cuando la presencia de una sustancia extraña o una
variación notable en la proporción de sus componentes sea tan acusada que pueda pro-
vocar efectos y molestias perjudiciales."

López Barrio (2000: 81).

La revisión sobre los efectos de la contaminación atmosférica hecha por Evans


y Jacobs (1981) muestra que la contaminación produce en la persona efectos
muy distintos, dependiendo del tipo de contaminante, el grado de concentra-
ción y la sensibilidad de las personas afectadas. Dado que buena parte de las
fuentes de contaminación atmosférica provienen de los medios de transporte,
el monóxido de carbono es el principal contaminante presente en las áreas
metropolitanas, con efectos sumamente perniciosos para la salud física, pero
poco conocidos en relación con la conducta de las personas. También hay que
destacar el dióxido de carbono (principal responsable del efecto invernadero),
el azufre que al precipitarse produce la lluvia ácida y determinadas sustancias
que, liberadas en el aire por accidente, pueden provocar problemas respirato-
rios, afecciones alérgicas e, incluso, mortalidad entre niños y gente mayor. Es
conocido el caso de la liberación de polvo de soja en el puerto de Barcelona
no hace demasiados años.

Si la cada vez mayor concentración de personas en las áreas metropolitanas es


la responsable de la contaminación atmosférica, la proliferación de edificios
de oficinas y otros servicios construidos con materiales sintéticos, herméticos
al exterior y ventilados mediante mecanismos de aire acondicionado son los
principales responsables del denominado síndrome del edificio enfermo. Este sín-
drome se define porque los trabajadores sufren una serie de síntomas mientras
están en el interior del edificio, pero desaparecen al salir de éste. Aunque mu-
chas veces la etiología del síndrome es desconocida, sustancias o microorga-
nismos como la legionela, el formaldehído (contaminante altamente soluble
que se escapa del mobiliario sintético, del humo del tabaco o de las espumas
aislantes, por ejemplo) o la niebla contaminante fotoquímica (producida por
una reacción química entre las partículas de polvo en suspensión y los rayos
ultravioletas del fluorescente) pueden producir irritación de mucosas, irrita-
ción ocular, rinitis alérgica, crisis asmáticas, etc.

Edificios como el Buckhingham Palace, la sede de la Unión Europea en Bruselas o el nuevo


Museo de las Artes Modernas de Estocolmo han sufrido las consecuencias del síndrome
del edificio enfermo. Sin embargo, el fenómeno afecta a edificios de todo tipo y en todas
partes.

Ved el artículo siguiente:

Artículo sobre el nuevo Museo de las Artes Modernas de Estocolmo

Otro caso es la denominada electropolución. El aire normal está equilibrado ió-


nicamente hablando (hay equilibrio entre los iones positivos y los negativos).
Determinados aparatos como los ordenadores o determinadas condiciones at-
mosféricas (el viento, sobre todo los vientos secos denominados de föhn) pue-
den producir una ruptura de este equilibrio. Si el aire se polariza positivamen-
© FUOC • PID_00277543 100 Procesos psicoambientales y urbanos

te por cualquiera de estas causas, es decir, si hay más iones positivos que ne-
gativos, se producen efectos sobre la persona y su comportamiento: cefaleas,
aumento de la agresividad, baja tolerancia a la frustración o deterioro de las
relaciones interpersonales.

Mobiliario, equipamiento

Desde que Proshansky, Ittelson y Rivlin (1970) empezaron a analizar los efec-
tos de la disposición del mobiliario sobre la conducta de los pacientes de salas
de psiquiatría de los hospitales, los efectos del diseño de interiores sobre el
comportamiento humano ha sido una constante en los estudios de psicología
ambiental. A pesar de esto, mucha investigación se ha centrado en el diseño
no tanto de la disposición espacial del mobiliario y equipamientos, sino del
mismo diseño de estos elementos y su adecuación a las características del cuer-
po humano y al tipo de tarea que hay que realizar, aspectos que son abordados
por la ergonomía.

Aquí tenéis algunos ejemplos de los parámetros que la ergonomía usa para el
diseño de puestos de trabajo:
© FUOC • PID_00277543 101 Procesos psicoambientales y urbanos

Fuente: www.elergonomista.com

Privacidad y status symbols

En primer lugar, es necesario que recordemos la privacidad en términos psico-


sociales. Altman (1977) define la privacidad como la capacidad que tenemos
de regular nuestro acceso a los otros, ya sea regulando la interacción social
o regulando la información que ofrecemos a los otros. Así pues, buena parte
de nuestras relaciones sociales –y las relaciones laborales son una parte impor-
tante de las mismas– están determinadas por un juego dinámico de equilibrio
entre la privacidad deseada y la privacidad obtenida: si la primera es inferior a
la segunda, hablaremos de aislamiento social; por el contrario, si obtenemos
menos privacidad de la que querríamos, podemos percibir fácilmente una sen-
sación de aglomeración o hacinamiento (Valera y Vidal, 2000).

Ciertamente, la manera en la que esté estructurado el espacio en un puesto de


trabajo facilitará o impedirá el contacto social entre los trabajadores y, por lo
tanto, provocará ciertos efectos psicológicos o sociales. De este modo, un con-
ductor de metro podrá experimentar, por ejemplo, aislamiento social e inclu-
so desorientación temporal al final de una jornada laboral, mientras que una
trabajadora de una maquila mejicana podrá experimentar fácilmente hacina-
miento. Las dos situaciones pueden provocar estrés y afectar al rendimiento
y la satisfacción laboral.

La psicología ambiental ha analizado el potencial papel estresador tanto del


hacinamiento como de la falta de personas (undermaning) en un determinado
espacio. En el ámbito laboral se han estudiado las diferencias entre oficinas
© FUOC • PID_00277543 102 Procesos psicoambientales y urbanos

tradicionales (con despachos cerrados) y las oficinas abiertas. Los directivos y


profesionales han señalado que en las oficinas abiertas hay menos privacidad,
condición importante para su trabajo (Zalesny y Farace, 1987).

Ejemplo

Los entornos laborales de oficinas diseñadas como espacios abiertos permiten más con-
tacto social entre los trabajadores, pero hay pocas posibilidades de regular la interacción,
es decir, de obtener privacidad.

Determinados elementos espaciales como un vidrio traslúcido permiten mantener las re-
laciones laborales dentro de unos márgenes de privacidad que en determinados grados de
responsabilidad dentro de la empresa, o en determinadas tareas, resulta imprescindible.

También hay que señalar que obtener privacidad en el espacio laboral puede
ser un elemento interpretado como símbolo de estatus dentro de la empresa.
La posibilidad de gestionar una serie de "filtros" espaciales (paredes o cierres
con mobiliario de oficina, cristales traslúcidos, puerta, letrero, intercomunica-
dor de entrada, mesa, etc.) o sociales (secretaria que da paso a las visitas, por
ejemplo) permite una mayor regulación de las relaciones con los otros traba-
jadores y, por lo tanto, permite más privacidad. Por otra parte, la posibilidad
de tener un espacio propio permite también más libertad para personalizarlo
con objetos significativos para la persona y, de esta manera, reforzar el espa-
cio con más status symbols (diplomas, cuadros, esculturas, plantas, muebles de
más categoría, ordenador propio, etc.).
© FUOC • PID_00277543 103 Procesos psicoambientales y urbanos

Ejemplo

En las oficinas abiertas, como en muchos puestos de trabajo, la posibilidad reducida de


obtener privacidad y la poca capacidad de personalizar un espacio con frecuencia redu-
cido son características de un estatus determinado dentro de la empresa.

Al contrario, la posibilidad de tener un despacho propio, cerrado, con ventanas al exte-


rior, espacioso y confortable, permite regular mejor la privacidad, organizar y decorar el
espacio de manera personalizada y, en definitiva, denotar un mayor estatus dentro de
la empresa.

Reflexión

Observad que, a medida que contemplamos puestos de trabajo de estatus creciente, tam-
bién crecen los "filtros" tanto espaciales como sociales para poder acceder a las personas:
desde el trabajo en grandes salas polivalentes hasta despachos en oficinas abiertas, des-
pachos cerrados con puerta, acceso a niveles superiores del edificio con paso restringido,
despacho previo con secretario, hasta llegar a los altos cargos, muchas veces inaccesibles
y ubicados en las plantas más altas del edificio de la empresa.

Resumen

Un entorno laboral se caracteriza por una gran cantidad de variables, de naturaleza muy
distinta pero que, al actuar interrelacionadamente, definen el grado de satisfacción labo-
ral y de rendimiento.

Las principales variables ambientales que están relacionadas con el análisis del puesto de
trabajo son: ruido, iluminación, temperatura, calidad del aire, color, mobiliario y equi-
pamiento y superficie y estructuración del espacio de trabajo. El confort laboral depende
de la presentación adecuada de estas variables, dentro de unos niveles adecuados para el
tipo de tarea que determina el puesto de trabajo.

El grado en el que un trabajador puede regular sus relaciones con los otros, es decir, en el
que puede mantener un cierto grado de privacidad, también incide de manera importante
© FUOC • PID_00277543 104 Procesos psicoambientales y urbanos

en el rendimiento y la satisfacción laboral. Al mismo tiempo, más privacidad se puede


entender como un símbolo del estatus que tiene el trabajador dentro de la empresa.

1.6.3. Aspectos ambientales y rendimiento

Es cierto que los márgenes lumínicos para leer un libro con normalidad son
muy amplios. Incluso en las condiciones referidas anteriormente, podemos
leer un libro si nos interesa mucho. Sin embargo, ahora pensemos en un dibu-
jante, un restaurador de obras de arte o un relojero. La precisión que requie-
ren estas actividades hace necesario un determinado nivel lumínico, una de-
terminada dirección del haz de luz o algún tipo de calidad lumínica particular
(por ejemplo, una bombilla azul reduce el reflejo del blanco del papel y dismi-
nuye las sombras que producen las manos al trabajar). Aquí los márgenes de
estimulación necesarios para un buen rendimiento son mucho más reducidos
que los que se requieren para la lectura de un libro.

Reflexión

¿Habéis intentado leer alguna vez un libro con muy poca luz? Al cabo de un rato os
empiezan a doler los ojos, cuesta concentrarse en la lectura y, si estáis leyendo en la cama,
lo más probable es que os entre sueño. Sin embargo, síntomas similares (excepto quizá el
sueño) se pueden presentar cuando leéis un libro en un lugar muy soleado, por ejemplo
en la playa. Especialmente si las páginas son de un color muy blanco, la luz refleja en
el papel y cuesta leer.

En definitiva, para poder leer un libro en condiciones se necesitan unos niveles lumíni-
cos determinados. Demasiada luz o demasiado poca van en detrimento de la actividad
lectora; es decir, del rendimiento en esta tarea. Y lo mismo puede pasar con el ruido, la
temperatura y otras variables ambientales que definen un determinado puesto de trabajo.

En general, la relación que se establece entre la estimulación ambiental y el


rendimiento se rige por la ley de Yerkes–Dodson, cuya función tiene forma de
U invertida. De esta manera, ante una tarea determinada, se requieren unos
niveles determinados de estimulación ambiental (sonora, lumínica, térmica,
etc.) para obtener un rendimiento máximo. Por encima y por debajo de estos
niveles de estimulación, el rendimiento decrece. Esta bajada es más sensible
y pronunciada en las tareas complejas que en las simples, en las cuales los
niveles perceptivos, de atención y de desvelo, son más amplios.
© FUOC • PID_00277543 105 Procesos psicoambientales y urbanos

Los conceptos de sobrecarga�ambiental y de privación�ambiental son clave


en relación con este fenómeno.

La sobrecarga�ambiental es el resultado de llevar al máximo nuestra limitada


capacidad para captar estímulos o información del exterior. Cuando se sobre-
pasa esta capacidad y nuestra percepción es que toda información es relevante
y, por lo tanto, se tiene que captar, aparecen síntomas de estrés ambiental, el
más importante de los cuales es que reducimos necesariamente nuestro campo
de atención (Milgram, 1970; Cohen, 1977), e ignoramos algunas entradas de
información y seleccionamos otras que consideramos como más relevantes o
que caen dentro de nuestro alcance perceptivo.

Por el contrario, pero igualmente estresante, la privación�ambiental se carac-


teriza por una ausencia de estimulación ambiental. La monotonía ambiental,
ya sea por ausencia de estímulo, o por una estimulación excesivamente mo-
nótona y repetitiva, lleva a una disminución en el rendimiento, a experimen-
tar alucinaciones o a generar, en el caso de una privación severa (por ejemplo,
en cámaras de privación sensorial, cabinas de entrenamiento en el vacío o es-
tados profundos de relajación), crisis de ansiedad.

Resumen

Para cada tarea que tiene que realizar una determinada persona en un momento y unas
condiciones determinadas, son necesarios unos ciertos niveles de activación, producidos
en buena parte por los niveles presentes de unas variables ambientales concretas (ruido,
luz, temperatura, iluminación, etc.).

La ley de Yerkes–Dodson pone en relación estas variables y el rendimiento y prevé que


por encima o por debajo de unos niveles óptimos de estimulación ambiental el rendi-
© FUOC • PID_00277543 106 Procesos psicoambientales y urbanos

miento decrece, y que este decrecimiento es más o menos sensible o significativo según
la dificultad de la tarea.

La sobrecarga y la privación ambiental son los extremos que delimitan los límites de esta
relación, y tanto una como la otra correlacionan negativamente con el rendimiento, ade-
más de producir otras alteraciones psicológicas como fatiga mental o crisis de ansiedad.

1.6.4. Desencadenantes del estrés laboral

(2)
Una vez analizadas las principales variables ambientales que definen un en- Ved el apartado "Entorno acústi-
co, sonido y ruido".
torno laboral y cómo pueden incidir en el rendimiento, es interesante ver có-
mo reacciona la persona cuando estas variables ambientales se presentan de
manera tal que pueden ser fuente de estrés ambiental. Hemos hablado también
de la sobrecarga y de la privación ambientales y en otros apartados2 hemos
visto los efectos perniciosos del ruido. Lo que queremos presentar aquí son
algunos modelos psicológicos que expliquen de qué manera nos enfrentamos
con entornos estresantes y qué mecanismos ponemos en juego para resolver
la situación de una manera u otra.

De entre los diferentes modelos de estrés ambiental en relación con los entor-
nos laborales que presenta Peiró (1993), tanto él como nosotros destacamos el
modelo de French y Kahn (1962), modelo que ha inspirado las investigacio-
nes del Instituto para la Investigación Social de la Universidad de Michigan.
Aunque el modelo es antiguo, tal y como señala Peiró, continúa ofreciendo
los elementos básicos que aún hoy guían la investigación en este tema.

En el modelo establece una secuencia causal que va desde las características


del contexto objetivo de trabajo (A), por medio de la experiencia subjetiva del
trabajador (B) y de sus respuestas frente al mismo (C), hasta llegar a los efectos
a largo plazo que todos estos factores tienen sobre su salud física y mental (D).
Las conexiones A–B establecen relaciones entre el contexto físico y social del
trabajo y las percepciones de la persona respecto de éste. Las conexiones tipo
B–C marcan las relaciones entre el entorno percibido de trabajo y las respues-
tas que el trabajador tiene. Las conexiones C–D hacen referencia a efectos de
las respuestas sobre criterios establecidos de salud y enfermedad. El modelo,
además, incorpora variables que afectan a todas estas relaciones: la influencia
de las características o propiedades "estables" de la persona sobre la manera
© FUOC • PID_00277543 107 Procesos psicoambientales y urbanos

que tiene de percibir la realidad física, el modo de responder ante esta realidad
percibida y la manera como estas respuestas inciden sobre la salud y el bienes-
tar psicológico (Peiró, 1993).

Recordad que este modelo, como el que explicaremos a continuación,


se fundamenta en una idea simple pero muy importante: la incidencia
de las variables físicas sobre el trabajador, incluidos los posibles sínto-
mas de estrés, no depende tanto de las mismas características físicas del
parámetro ambiental como de la percepción subjetiva de estas condi-
ciones objetivas. En esta percepción inciden múltiples factores, desde
los individuales hasta los sociales o los relacionados con las caracterís-
ticas de la cultura organizacional.

El segundo modelo que presentamos es un modelo ecléctico propuesto por


Bell, Fisher, Baum y Greene (1996), y en el mismo se intenta dar cuenta de
cómo la persona, en nuestro caso el trabajador, afronta las situaciones de estrés
ambiental y los efectos que se derivan de este afrontamiento.

Modelo ecléctico de perspectivas teóricas sobre la estimulación ambiental

Fuente: adaptado de Bell, Fisher, Baum y Greene (1996, pp. 146-147)

En este modelo, la percepción del entorno depende de las condiciones físicas Ved también
objetivas pero también de factores individuales, situacionales, sociales y cul-
Sobre la ley de Yerkes-Dodson
turales. En cualquier caso, teniendo en cuenta un contexto determinado, por ved el apartado "Aspectos am-
ejemplo, un entorno laboral determinado, la persona puede percibir que las bientales y rendimiento" de es-
te módulo didáctico.
características ambientales proporcionan un nivel óptimo de estimulación. Si
recordáis la ley de Yerkes-Dodson, estas características se relacionan con unos
niveles óptimos con respecto al rendimiento, la satisfacción y la salud labo-
ral. Sin embargo, en otras circunstancias, la persona puede percibir que las ca-
racterísticas ambientales se encuentran fuera de un nivel adecuado de estimu-
© FUOC • PID_00277543 108 Procesos psicoambientales y urbanos

lación, bien por sobrecarga ambiental, bien por privación ambiental o bien
por el hecho de que las características del entorno interfieran en las tareas
que se deben llevar a cabo. En estos casos, la persona debe desarrollar estra-
tegias de afrontamiento. Si tiene éxito, siguiendo el modelo de Selye (podéis
ver el apartado "Efectos fisiológicos y psicológicos del ruido" de este módulo),
la persona podrá adaptarse al entorno con consecuencias positivas (aumento
de la autoestima, nuevo repertorio comportamental, etc.) o negativas (fatiga,
menor rendimiento en tareas posteriores, etc.). Por el contrario, si las estrate-
gias de afrontamiento fracasan, la persona entra en una fase de resistencia, de
desvelo continuado o de estrés, con muy probables efectos negativos poten-
ciales o acumulativos: desórdenes mentales, crisis de ansiedad, inacción por
percepción de indefensión aprendida, desórdenes psicofisiológicos o déficits
orgánicos, reducción significativa del rendimiento en las tareas implicadas o
bien en otras con posterioridad, etc.

El modelo se retroalimenta de manera que los resultados de todo el proceso,


sean los que sean, pueden volver a influir en la percepción de entornos simi-
lares, en los factores individuales, sociales o situacionales o, incluso, en las
mismas condiciones físicas del entorno.

Por otra parte, dos teorías provenientes de la psicología social pueden explicar
los efectos negativos de la exposición a situaciones de estrés ambiental. Éstas
son la teoría de la indefensión aprendida y las teorías del control personal.

La teoría�de�la�indefensión�aprendida fue formulada por Seligman por pri-


mera vez en 1975, cuando observó que en una situación repetida de castigo sin
posibilidad de huida, un perro dejaba de manifestar conductas de evitación
aunque se dieran circunstancias para expresarlas. El animal había aprendido
que ningún comportamiento era contingente a la situación y, por lo tanto, la
inacción y la falta de afrontamiento aparecían de manera sistemática. En otras
palabras, había aprendido a sentirse indefenso y no hacía nada para evitar el
castigo. Posteriormente, Seligman y sus colaboradores completaron la teoría
de la indefensión aprendida con las teorías de la atribución, de manera que
los síntomas de indefensión aprendida eran más o menos relevantes o perma-
nentes en función del hecho al cual se atribuía la situación de no contingencia
y qué características tenían estas situaciones (Abramson, Seligman y Teasdale,
1978). Si la causa atribuida a la situación era estable o global, los síntomas eran
más acusados que si la causa era no estable o específica.

En las teorías del estrés ambiental, como en otros contextos, la teoría de la


indefensión aprendida puede explicar ciertos efectos en los cuales las personas
aceptan las situaciones estresantes sin, aparentemente, ejercer ningún com-
portamiento para enfrentarse a las mismas. En entornos laborales, estos efectos
se suelen relacionar estrechamente con bajadas importantes del rendimiento
© FUOC • PID_00277543 109 Procesos psicoambientales y urbanos

o de la motivación del trabajador. Además de situaciones de estrés ambiental,


situaciones de acoso psicológico o de síndrome de agotamiento profesional
pueden generar síntomas de indefensión aprendida.

Por otra parte, un grupo de teorías denominadas teorías�del�control�personal


(Barnes, 1981) también rinden cuenta de cómo afrontamos determinadas si-
tuaciones estresantes. La formulación general es que los efectos psicológicos
negativos de los productores de estrés ambiental se pueden reducir cuando
la persona consigue un control personal sobre estos productores. El control
puede ser:

• Control�de�conducta. Disponibilidad o capacidad que tiene una persona


de ejercer una conducta capaz de modificar una situación que percibe co-
mo amenazante o simplemente molesta (por ejemplo, bajar el volumen de
un aparato de música, encender un interruptor de la luz, abrir una ventana
o regular un aparato de aire acondicionado, etc.).

• Control�cognitivo. Manera en la que una persona interpreta la situación


amenazante o molesta de modo que le resulte más soportable la conviven-
cia con el productor de estrés. Este control va muy vinculado a la capaci-
dad de predecir cuándo y con qué intensidad se producirá la situación es-
tresante y también al control de las emociones (miedo, angustia, ira, etc.)
que pueden acompañar estos tipos de situaciones.

• Control�de�decisión. Variedad de alternativas o de estrategias disponibles


para hacer frente a la situación y tomar decisiones al respecto. Recordad
que los síntomas de la indefensión aprendida aparecen cuando se percibe
que ya no le quedan alternativas válidas de afrontamiento.

Finalmente, hay que recordar que a menudo basta con percibir el control de
conducta para reducir los efectos negativos, aunque finalmente la conducta
no se lleve a cabo. Por ejemplo, es fácil constatar cómo soportamos mejor el
ruido producido por nosotros mismos que aquel que producen los otros, y
más cuando percibimos que no tenemos ninguna posibilidad de controlar su
comportamiento. Reflexionad cuántas veces os habéis visto clavando un cla-
vo, agujereando una pared, poniendo una lavadora o escuchando música a
horas que no consentiríamos que lo hiciera algún otro vecino. Este efecto es
importante en entornos laborales, ya que puede afectar, además de al rendi-
miento, a las relaciones sociales entre los trabajadores.

1.6.5. Entorno y cultura organizacional

Como veíamos en el apartado "Parámetros psicoambientales del entorno la-


boral" de este módulo, los entornos laborales están formados por un gran nú-
mero de variables, además de las estrictamente físicas. Entre éstas, el entorno
organizacional, el clima organizacional o la cultura de la organización son ele-
© FUOC • PID_00277543 110 Procesos psicoambientales y urbanos

mentos importantes que, además de incidir de manera fundamental sobre el


trabajador y su tarea, inciden también en la configuración espacial de la orga-
nización o del entorno laboral.

Dicho de otra manera, una organización está definida por un ambiente


cultural, y este ambiente puede hacer referencia a la cultura material
(edificios, objetos, instrumentos, entorno físico, etc.) o a la cultura no
material (conocimientos, leyes, normas, estructura organizacional, cli-
ma organizacional, etc.). Los trabajadores se relacionan con la organi-
zación tanto desde la cultura material como desde la no material, y las
dos están, al mismo tiempo, interrelacionadas entre sí.

Uno de los elementos importantes de la cultura material de una organización


es el marco físico en el que ésta se inscribe, y el edificio es uno de los elementos
clave del mismo. Veamos un ejemplo de esto.
© FUOC • PID_00277543 111 Procesos psicoambientales y urbanos

Aquí tenemos las imágenes de los edificios correspondientes a tres sedes de entidades
bancarias en Barcelona. Observadlos bien y pensad: ¿cómo debe ser cada una de estas
entidades desde el punto de vista de su cultura organizacional? ¿Son muy iguales o pue-
den representar estilos diferentes dentro del mismo sector empresarial? ¿Podemos con-
testar a esta pregunta mirando el edificio? ¿Y los interiores, los entornos laborales, pare-
cen iguales?

Lo cierto es que estos edificios se convierten en un objeto cultural y simbólico en tanto


que representan un apoyo físico a la cultura y los valores dominantes en una organiza-
ción.
© FUOC • PID_00277543 112 Procesos psicoambientales y urbanos

De esta manera, el marco físico de una organización es la manifestación más


relevante de su cultura material e informa de alguna de sus características,
además de cumplir una serie de funciones:

• Llega a ser regulador del clima; es decir, actúa como filtro entre las condi-
ciones del exterior y las del interior.
• Contiene a las personas y las distintas actividades propias de la organiza-
ción.
• Facilita o dificulta cierto tipo de actividades, de acuerdo con los objetivos
de la organización.
• Llega a ser un regulador de las relaciones sociales entre los trabajadores de
la organización.
• Es un objeto cultural, con alto valor simbólico, ya que representa un apoyo
de la cultura y los valores dominantes en la organización.
• Llega a ser, finalmente, un valor añadido al valor material (función eco-
nómica y de inversión de capital).

En relación con la cultura no material, los aspectos estructurales se convierten


en factores clave. De esta manera, la estructura organizacional se puede definir
como el resultado global de cómo la organización divide el trabajo en diferen-
tes tareas, y también los mecanismos por medio de los cuales se consigue la
coordinación entre sí. Esta división en diferentes tareas se debe acompañar de
una suficiente adecuación del entorno físico a los objetivos de cada tarea. Esta
estructura organizacional se fundamenta en:

• Lugares�y�roles. La organización se puede definir como un sistema de lu-


gares y de roles interrelacionados teniendo en cuenta una serie de factores:
sistema de jerarquización de la organización, sistemas de comunicación
entre niveles, etc.

• Normas�y�valores. La organización trata de desarrollar procedimientos de


influencia generalizados que le permiten incidir sobre el comportamiento
© FUOC • PID_00277543 113 Procesos psicoambientales y urbanos

de sus miembros. Las normas y los valores característicos de la organiza-


ción permiten desarrollar estos procesos de influencia. Recordad que he-
mos visto al principio de este módulo cómo fue precisamente esto lo que
puso en evidencia los estudios de Hawthorne: los aspectos psicosociales
eran tanto o más importantes que los parámetros físicos del puesto de tra-
bajo.

Una vez repasados los contenidos del módulo, sin embargo, podemos reana-
lizar el entorno desde otras perspectivas. Por ejemplo, la disposición espacial
junto con determinados niveles sonoros, lumínicos, térmicos, etc. incide de
manera notable sobre aspectos como la privacidad en el puesto de trabajo, las
relaciones entre los trabajadores o la configuración de determinadas políticas
de la organización.
© FUOC • PID_00277543 114 Procesos psicoambientales y urbanos

2. Procesos urbanos colectivos

Después de abordar los procesos psicoambientales en el bloque anterior, en


éste nos centramos en procesos de tipo más colectivo que se dan en el contex-
to urbano. Como ya hemos dicho en la introducción, la distinción entre am-
bos bloques no debe hacerse de una manera estricta, sino simplemente como
una manera de presentar una realidad que, por definición, es al mismo tiempo
individual y colectiva (por mencionar una de las posibles categorizaciones) y
que abarca multitud de dinámicas y procesos sociales que se dan en la ciudad.
Sin embargo, nuestra intención en este segundo bloque es prestar una especial
atención a procesos colectivos, culturales, históricos y políticos que están re-
lacionados con el modo como entendemos el espacio urbano y su uso.

Para ello, este segundo bloque se divide en cuatro subapartados. En el prime-


ro, trataremos de manera genérica los usos colectivos del espacio en la ciudad
para después centrarnos en dos temas específicos, como son los conflictos en
el uso del espacio público y el modo como dichos usos se interpretan frecuen-
temente desde las diferencias culturales. El segundo subapartado se ocupa de
los procesos de presión, segmentación y exclusión urbanos, e intentará intro-
ducir algunos de los conceptos que se utilizan habitualmente para dar cuenta
de dichos procesos (guetización, gentrificación, etc.). Finalmente, en el terce-
ro y cuarto apartado trataremos la seguridad y la calidad de vida urbana y los
movimientos sociales y vecinales urbanos.

2.1. Usos colectivos del espacio de la ciudad

2.1.1. Introducción a los usos colectivos del espacio

Aunque generalmente no lo hagamos de una manera sistemática ni metódica,


estamos acostumbrados a pensar sobre los usos de los espacios públicos de la
ciudad y, en concreto, sobre los usos colectivos del espacio urbano. Lo hacemos
como observadores de las cosas que pasan a nuestro alrededor cotidianamente,
pero también como actores que participamos en ellas. Todos podemos pensar
con facilidad en diferentes situaciones en las que lo hacemos:

• En ocasiones, nos limitamos a pasar por estos espacios sin centrar nuestra
atención en las personas, los objetos, los edificios y las prácticas sociales
que nos rodean. Este tipo de desplazamientos son habituales en el espacio
urbano contemporáneo, en el que a veces necesitamos de una movilidad
muy intensa entre diferentes lugares de la ciudad.
© FUOC • PID_00277543 115 Procesos psicoambientales y urbanos

• También, en algunas ocasiones, evitamos ciertos espacios precisamente


por ser lugares de uso colectivo, con la intención de evitar, por ejemplo,
las aglomeraciones o el ajetreo del centro de las ciudades.

• Otras, acudimos expresamente a ellos y, al llegar, entramos a formar parte


de la infinidad de personas y prácticas que se están realizando allí, por
motivos que pueden ser enormemente variados y que pueden tener rela-
ción con prácticas que en principio son individuales (como, en ocasiones,
el consumo, el ocio, etc.) o con otras que, junto con las anteriores, pueden
considerarse de un modo más colectivo.

Plaza en el centro de Bucarest. Autor: Óscar López

Por tanto, es necesario pensar, en primer lugar, qué implicaciones tiene ha- Película recomendada
blar de usos colectivos de los espacios públicos en las ciudades. ¿Es una co-
Para reflexionar sobre la
lectividad el conjunto de personas que se encuentran, por ejemplo, en una cuestión de la colectividad y
plaza, realizando diferentes actividades? ¿De qué depende que se la considere la multiplicidad de prácticas
sociales y urbanes ver:
así o no? Aunque éstas no son las preguntas fundamentales que intentamos M. Haneke (2000). Code in-
responder aquí, es importante interrogarnos sobre ellas para abordar los espa- connu: Récil incomplet de divers
voyages.
cios públicos urbanos contemporáneos. Pero las preguntas van mucho más
allá. ¿Qué tipos de factores intervienen en los usos y prácticas colectivas del
espacio público? ¿Cómo les afectan la regulación y el control al que se ven
sometidas y cómo se organiza dicho control? ¿Cuáles son los discursos –tanto
sobre la regulación como sobre los propios usos– que se emplean socialmente
para hablar de lo que ocurre en dichos espacios? Las preguntas podrían ser aún
muchas más pero, como en otros aspectos que abordaremos a lo largo de los
apartados siguientes, existen diferentes puntos de vista al respecto.
© FUOC • PID_00277543 116 Procesos psicoambientales y urbanos

Lo que parece evidente es que los espacios públicos urbanos pueden ser con-
siderados como algo practicado colectivamente y esto ocurre independiente-
mente de si se los considera de esta manera o no. En�otras�palabras,�son�las
propias�prácticas�sociales�colectivas�las�que�dotan�a�esos�espacios�de�una
parte�de�su�significado,�de�su�contenido,�en�una�relación�dinámica�con�las
personas�que�los�habitan�y�utilizan. Aunque volveremos a ello un poco más
adelante, es fácil observarlo a partir de ejemplos concretos.

Por ejemplo, pensemos en una plaza de un barrio periférico de la ciudad utili-


zada por parte de sus habitantes cotidianamente y, sobre todo, en los momen-
tos en los que pueden disponer de un mayor tiempo de ocio. Pueden hallarse
multitud de lugares que cumplan esas características en nuestras ciudades. Al
observarlos detenidamente, nos damos cuenta de que en ellos existen multi-
tud de interacciones entre actores más o menos habituales (saludos, charlas
informales, juegos y un largo etcétera); y también una serie de maneras de
ocupar el espacio, dotarlo de significado y contenido para ellos.

Plaza y viviendas en el barrio de La Salut (Badalona). Autor: Óscar López

Podemos observar horarios, maneras de estar, distribución espacial en función


de diferentes características (por ejemplo, por edad, por género o por grado
de conocimiento entre las personas; a veces por origen, por historias de vida
similares o divergentes, etc.; en algunos casos, incluso por gustos, aficiones,
temas de conversación o posiciones políticas). Características o factores que
unas veces son relativamente visibles para un observador externo que no co-
nozca el contexto y a las personas que interactúan en él (y que no sólo se ex-
presan por el hecho de ocupar tal o cual rincón, o éste o aquel banco, sino
también por indicadores basados en la indumentaria, el modo de actuar o de
expresarse, etc.) y que otras son totalmente opacas si no se profundiza un poco
en el análisis de ese espacio.

Y es que está claro que, en muchas ocasiones, la observación de las prácticas


que pueden darse en un espacio público no nos permite visualizar con claridad
su carácter colectivo o, al menos, el de un determinado tipo de colectividad.
© FUOC • PID_00277543 117 Procesos psicoambientales y urbanos

En otras palabras, los miramos como lugares en los que se dan aglomeraciones
más o menos espontáneas de personas, pero sin ningún vínculo aparente entre
ellas, más allá de la propia presencia en dicho lugar. Quizá el primer ejemplo
de ello (aparentemente muy claro) que se nos puede ocurrir es uno relacionado
con la movilidad y los medios de transporte. La ciudad (como hemos visto
en alguno de los modelos de ciudad tratados en el módulo 1, está llena de
lugares que consideramos de tránsito o de paso en los que, aparentemente, las
personas permanecen y pasan de una manera relativamente individual.

Estación de Sants (Barcelona). Autor: Óscar López

Aunque no entraremos aquí a analizar con detenimiento dichos espacios, es


necesario preguntarse si realmente esta individualidad, la ausencia de relación
con otras personas y con el mismo espacio es realmente tal o simplemente
es diferente (probablemente menos intensa, también) que en otros espacios.
También, en otro orden de cosas, que el uso de la etiqueta colectivo depende
en buena parte del observador, como ya hemos dicho antes. Si nos paramos
a observar detenidamente, por ejemplo, una estación de metro, autobús o fe-
rrocarriles o un aeropuerto, veremos de nuevo muchas de las características
que acabamos de mencionar en los párrafos anteriores para una plaza, aunque
evidentemente estas tendrán un carácter distinto (quizá más efímero, con un
cambio mucho más rápido de las personas que interactúan y con objetivos
diferentes).

El problema, quizá, reside en interpretar que lo colectivo –tal y como a veces


utilizamos este concepto– debe implicar por fuerza un grupo cohesionado, con
cierta conciencia de dicha cohesión y unos determinados objetivos y prácticas
© FUOC • PID_00277543 118 Procesos psicoambientales y urbanos

definidos (de manera estable o temporal) como propios. Desde luego, es un


problema si una definición como ésta (que podría criticarse) es tomada de una
manera estricta para dividir usos colectivos del espacio de los que no lo son.
Visto de este modo, en un lugar como una estación de tren no sólo es evidente
que se generan ciertas débiles identidades compartidas ("pasajero", "viajero",
"transeúnte", etc.), sino también que, después del aparente desorden, las prác-
ticas individualizadas y las direcciones divergentes, también podemos ver en
muchos casos cómo existen flujos comunes, prácticas compartidas e interac-
ciones amplias. Evidentemente, en este contexto en concreto del que estamos
hablando, buena parte de estos flujos o prácticas no tienen un carácter casual:
forman parte del modo en que está pensado dicho espacio, de la manera en
la que está prevista su utilización y de los mecanismos que se ponen en juego
para intentar asegurar que así sea. Más adelante hablaremos brevemente de
expresiones concretas de esta regulación y control.

Un ejemplo bastante claro de lo anterior (aunque muy complejo al mismo Película recomendada
tiempo) puede ser el turismo, algo cada día más habitual en los espacios ur-
Para reflexionar sobre la mo-
banos (al menos en algunos de ellos y en nuestro contexto más cercano). En vilidad y las identidades en
concreto, pensemos en las personas que hacen turismo y en cómo usan el es- los espacios de tránsito, ver:
J. Reitman (2010). Up in the
pacio público, el tipo de prácticas que desarrollan en él y cómo lo construyen. air.
El turismo, observado desde una perspectiva general, puede considerarse des-
de muy variadas maneras: por ejemplo, como un proceso de la globalidad y
al mismo tiempo globalizante, que uniformiza prácticas y discursos al mismo
tiempo que pone en contacto (o al menos en un cierto tipo de contacto) a
personas de muy distinta procedencia. También se puede considerar como un
motor económico y, al mismo tiempo, como un efecto de los cambios econó-
micos en ciertos lugares del mundo. En el ámbito urbano, existen también
distintas aportaciones que lo señalan como un proceso con un importante im-
pacto en términos de banalización y reinvención de las ciudades, sus espacios
públicos y su estructura urbana. Pero, en lo que aquí nos interesa, lo podemos
señalar como una dinámica creadora de usos y prácticas colectivas que son
cada vez más habituales en nuestras ciudades.
© FUOC • PID_00277543 119 Procesos psicoambientales y urbanos

Turistas en Praga. Autor: Óscar López

Decíamos hace un momento que el turismo (o al menos una parte de él) pue-
de considerarse un ejemplo de flujos comunes y prácticas compartidas que
pueden darse en el espacio público de una manera colectiva, a pesar de una
cierta ilusión de "individualidad". Esto puede observarse, por ejemplo, en la
fotografía anterior. Las personas que aparecen en ella (que están observando
o fotografiando un monumento) probablemente no han acudido juntas a ese
lugar ni a esa ciudad y, seguramente, cada una de ellas tiene un recorrido más o
menos distinto, aunque coincidente en ciertos planteamientos y espacios. Lo
importante es entender que, al haber una equiparación, una cierta normativi-
zación de las prácticas (lo que se supone debe hacer un turista, las visitas que
se señalan como "importantes" o "imprescindibles" en una ciudad, los propios
indicadores urbanos y la preparación de ciertas áreas para acoger un volumen
de turistas, etc.) se tiende en la práctica a un uso colectivo del espacio público
que conforma enormemente dicho espacio.

Podemos buscar otros dos ejemplos de lo mismo. El primero es mucho más


cotidiano: ¿cuántas veces nos hemos encontrado, por ejemplo, en el centro
de nuestra ciudad realizando compras de diferentes artículos? La decisión de
hacerlo es individual, pero es fácil sentirnos parte de un grupo momentáneo
de personas que están haciendo exactamente lo mismo y que además reali-
zan comportamientos y recorridos tremendamente parecidos. Pero pensemos
también, en un orden totalmente diferente de cosas, en cómo utilizamos las
nuevas tecnologías, equiparando Internet con un gran espacio público de uso
colectivo. A pesar de que se podrían hacer múltiples críticas y precisiones a esta
metáfora (podéis ver, por ejemplo, López et al., 2006), es también cierto que,
incluso si existe una aparente versatilidad infinita de dicho espacio y de que
cada uno de nosotros lo utilizamos de múltiples maneras diferentes, pueden
observarse en él lugares, flujos y recorridos comunes: el uso de las redes sociales
o de herramientas de comunicación instantánea, los buscadores o los correos
electrónicos, las páginas que nos interesan y que visitamos diariamente, etc.
© FUOC • PID_00277543 120 Procesos psicoambientales y urbanos

En las ciudades actuales, existen múltiples y variados usos colectivos de


los espacios públicos. Sin embargo, dichas prácticas colectivas no son
siempre evidentes o fácilmente distinguibles de los comportamientos
que pueden considerarse individuales. Esta distinción (por definición
compleja, como las propias prácticas) no sólo depende de la intencio-
nalidad o de la conciencia de actuar colectivamente, sino también de
la perspectiva de observación, de los procesos sociales que están funcio-
nando sobre dichas prácticas y de la propia regulación y definición de
los espacios públicos urbanos. En otras palabras, no se trata de una di-
cotomía entre espacios o prácticas individuales o colectivas, dicotomía
difícil de aplicar en cualquier realidad social y más aún en una como la
urbana. Es una cuestión de foco, de dotación de significado de lo que
significa la interacción social en el espacio público: de hecho, el propio
observador es un participante en dicho espacio porque, independien-
temente de su grado de participación, construye significados y conoci-
mientos sobre él. En definitiva, más bien lo que hay que considerar es
con qué tienen relación esas prácticas y cómo se realizan.

Usos colectivos y construcción social de los espacios urbanos

Se podría afirmar –por medio de los ejemplos señalados anteriormente o de


otros diferentes– que dichos lugares constituyen indudablemente, para los que
los utilizan, espacios de significación: lugares que, por medio de las prácticas
que se inscriben en ellos, se convierten en espacios cuyos significados están
construidos socialmente. Esto no es solamente válido para estos espacios ur-
banos que hemos descrito sino, en realidad, para cualquier lugar utilizado y
practicado. Como afirma Rappaport (1994, p. 478), desde la antropología, res-
pecto a la organización espacial y el entorno construido, el espacio es "mucho
más que la relativamente simple noción de espacio físico que está implícita
en muchas discusiones".

Si habláramos de espacio construido exclusivamente en un sentido arquitec-


tónico o urbanístico, sería difícil entender cómo un grupo de personas "cons-
truye", por ejemplo, una plaza en la que pasa una gran parte de su tiempo.
Lo hacemos, más bien, entendiendo que un territorio o un lugar (la plaza)
es lo que es susceptible de ser ocupado y que el espacio es el resultado de las
prácticas sociales que se dan en él. En otras palabras, y mediante la hermosa
metáfora que utiliza de Certeau:

"El espacio es respecto al lugar lo que deviene la palabra al ser articulada, es decir, cuan-
do queda atrapada en la ambigüedad de una realización, transformada en un término
pertinente de múltiples convenciones, planteada como el acto de un presente (o de un
tiempo) y modificada por las transformaciones debidas a continuidades sucesivas".

(Certeau, 2000, p. 129).


© FUOC • PID_00277543 121 Procesos psicoambientales y urbanos

Certeau resume diciendo que el espacio es un lugar practicado; organizaciones


sociales de éste que no tienen por qué corresponderse con la planificación
a partir de la cual dicho espacio ha sido diseñado y concebido inicialmente.
Evidentemente, se encuentra implícito en esta manera de entender el espacio
que esto no se trata de algo excepcional, sino de procesos que, cotidianamente,
estamos poniendo en juego y que condicionan no sólo nuestra manera de estar
en los espacios sino también el modo de relacionarnos en ellos. Tal y como
afirma Durán (1990, p. 229), "el lugar es, por definición, un espacio ocupado,
y en consecuencia relativamente estable, aunque solamente se trate de una
ocupación simbólica". Se trata, en definitiva, de aproximarnos a lo que Low y
Lawrence (2003, p. 13) denominan inscribed spaces, que se define como:

"Las maneras en las cuales la gente agrega relaciones significativas a los espacios que
ocupan, en las que dotan de significado a dichos espacios, y transforman el ‘espacio’ en
‘lugar’. Estamos interesadas en cómo la experiencia se incrusta en el lugar y en cómo el
espacio retiene memorias que implican personas y eventos. Además, la relación entre las
personas y su entorno abarca más que la agregación de significado al espacio. Implica
reconocimiento y elaboración cultural de las propiedades percibidas de los entornos en
direcciones que se constituyen mutuamente a través de las narrativas y praxis".

Este tipo de narrativas y de prácticas se dan en todo espacio urbano y son tan
variadas como él, como ya hemos visto en los ejemplos anteriores. Pueden es-
tar relacionadas con el arte, con la movilización política, con usos relaciona-
dos con el ocio o el trabajo, o con nuestras prácticas más cotidianas en ellos.
Pueden ser relativamente "autónomas" o estar basadas en la participación (y/
o la sensación de estar participando) junto con otras personas en un mismo
proceso o práctica social.

La participación en los usos colectivos del espacio urbano

Intentad pensar y sistematizar ejemplos en los que hayáis participado en usos colectivos
del espacio urbano o los hayáis observado. ¿Es evidente dicho uso colectivo? ¿Cuáles
son las prácticas que se daban en dicho/s espacio/s y cómo participasteis en ellas? Podéis
utilizar alguno de los ejemplos que hemos puesto a lo largo del apartado: interacciones
entre actores más o menos habituales, modos de ocupar el espacio, dotarlo de significado
y contenido; horarios, modos de estar, distribución espacial en función de diferentes
características, etc.

2.1.2. Conflictos urbanos en el espacio público

Uno de los aspectos recurrentes suelen aparecer al hablar de los usos colectivos
del espacio público son los conflictos que se dan en él. Evidentemente, dichos
conflictos, en el sentido popular de la palabra, ocurren en ocasiones y pueden
darse entre personas o grupos de personas en el uso de los espacios públicos.
Sin embargo, en este apartado queremos utilizar una idea más amplia, no sólo
como algo relacionado con la "violencia" (desde un punto de vista más sim-
plificado y a veces vinculado a las ideas generalizadas que pueden existir sobre
ésta), sino entendiendo dicha conflictividad como algo compuesto por una
gran variedad de procesos de competencia, negociación de significados sobre
los significados y usos de éstos, etc. Ello no quiere decir que en ocasiones este
ámbito no tenga relación con una confrontación "física" o "violenta" (como
cuando se produce un desplazamiento forzoso, un impedimento frontal al uso
© FUOC • PID_00277543 122 Procesos psicoambientales y urbanos

de un espacio o una confrontación clara –sea una pelea o una carga policial
contra una manifestación–), sino que generalmente, además, tiene otros com-
ponentes igual de importantes o más, como pueden ser los discursivos: dis-
cursos que construyen imaginarios sobre dichos espacios y las prácticas que
se dan en ellos y que interpretan, complementan, acompañan o fomentan el
conflicto.

De hecho, creemos que es importante destacar estos aspectos porque, en oca-


siones, la orientación que se da al conflicto –por ejemplo, en los medios de
comunicación– es meramente individualista, como si simplemente consistie-
ra en una situación que se da entre dos o más personas o grupos sin impor-
tar el contexto, el lugar o los procesos subyacentes a éste. En otras ocasiones,
incluso cuando dicho contexto o estas motivaciones se tienen mínimamente
en cuenta, se simplifican hasta el exceso, reduciéndolos a un único factor sin
considerar muchos otros que también están en juego.

Un buen ejemplo de ello pueden ser algunas de las cuestiones que abordare-
mos en el apartado siguiente sobre la interpretación que en ocasiones se hace
de las diferencias culturales en el uso de los espacios públicos. Pero antes, es
necesario tratar algunas cuestiones genéricas sobre el conflicto en el espacio
urbano.

Hemos dicho que mencionar el conflicto es un aspecto recurrente pero, de


hecho, muchas veces se presenta (o se pretende presentar) el mismo espacio
público como un espacio "desconflictivizado", cuando en realidad podría ver-
se, desde una perspectiva más amplia, como un espacio que es de negociación
y conflicto por definición. No está de más recoger aquí también parte de un
texto de Delgado (2005):

"El civismo concibe la vida social como un colosal proscenio de y para el consenso, en
que ciudadanos libres e iguales acuerdan convivir amablemente cumpliendo un conjunto
de preceptos abstractos de buena conducta. El escenario predilecto de ese limbo es un
espacio público no menos ideal, en que una clase media universal se dedica al ejercicio de
las buenas prácticas de urbanidad. En ese espacio modélico no se prevé la posibilidad de
que irrumpa el conflicto, puesto que en la calle y la plaza se presupone la realización de la
utopía de una superación absoluta de las diferencias de clase y las contradicciones sociales
por la vía de la aceptación común de un saber comportarse que iguala. Barcelona es un
ejemplo de cómo, a la que te descuidas, el sueño de un espacio urbano desconflictivizado,
por el que pulula un ejército de voluntarios ávidos por colaborar, se derrumba en cuanto
aparecen los signos externos de una sociedad cuya materia prima es la desigualdad y el
fracaso".

Uno de los aspectos fundamentales al trabajar el conflicto en los espacios ur-


banos, por tanto, es analizar cómo se construyen discursos y significados so-
bre ellos desde los medios de comunicación y las administraciones. Como ya
hemos dicho, como observadores construimos también significado sobre los
lugares, pero lo cierto es que el mayor impacto en su regulación, control y
definición es la de los poderes (entre ellos el de la Administración) en tanto
generan dichos discursos y los aplican con una potencia enorme. Este discurso
no es evidentemente uniforme y, de hecho, en muchas ocasiones resulta muy
© FUOC • PID_00277543 123 Procesos psicoambientales y urbanos

contradictorio. Poniendo como ejemplo Barcelona, la propia administración


que propone una ordenanza cívica sobre los usos del espacio público es la que
da apoyo, por ejemplo, a ideas como que:

"Las ciudades tienen la obligación de generar espacios públicos para que sea la ciudadanía
quien se apodere de ellos y, a partir de sus usos y prácticas, los transformen en colectivos".

(Fórum, 2004).

Sin entrar en las evidentes contradicciones de un proceso como el de Fórum


2004 (parte construcción de una "marca" de ciudad, parte proceso de reforma
y especulación urbanística, entre otras cosas), lo cierto es que existe�una�clara
tensión�entre�el�diseño,�la�planificación�y�la�gestión�urbanística�y�cómo�se
utilizan�los�espacios�públicos�de�manera�colectiva�en�la�realidad�cotidiana
de�nuestras�ciudades. Algunos de dichos usos son considerados "apropiados",
parte de prácticas que están dentro de los límites aceptables de apropiación
del espacio público, y que no cuestionan en realidad los principios que lo
rigen y controlan. Otros, como veremos también en el apartado siguiente, se
consideran claramente "desviados", bien porque no sirven a dichos propósitos
bien porque van frontalmente contra ellos. Por esta razón, quizá una de las
preguntas fundamentales que debemos hacernos sobre nuestras ciudades es
acerca de cuáles son los intereses que rigen la definición de lo que es un espacio
público y cuál es el uso que debe dársele. Y la respuesta probable es que, entre
otros, unos de los más potentes son, sin duda, los intereses económicos y de
mercado, muchas veces (por no decir prácticamente siempre) por encima del
bienestar y de la calidad de vida de los ciudadanos, o al menos potenciándolo
exclusivamente hasta donde conviene a esos mismos intereses.

Esto es muy visible cuando hablamos en términos de regulación de los usos Lectura recomendada
colectivos de los espacios públicos (usos más o menos permitidos) y también,
M. Delgado (2003). Carrer,
de una manera relacionada, sobre su institucionalización (usos o eventos de Festa i Revolta. Els usos de
carácter oficial o no). También es claro, en ocasiones, en casos que tienen una l’espai públic a Barcelona
(1951-2000). Barcelona: De-
orientación relativamente más explícita como, por ejemplo, las movilizacio- partament de Cultura de la
Generalitat de Catalunya.
nes de tipo político, porque en este caso también existen diferentes grados de
regulación, control y planificación: usos más permitidos (en teoría "cívicos",
coherentes con la idea oficial de espacio público) y otros que lo son menos.
Por ejemplo, una de las lecturas que os recomendamos es el libro Carrer, Festa
i Revolta. Els usos simbòlics de l’espai públic a Barcelona, 1951-2000, coordinado
por Delgado (2003), que muestra diferentes ejemplos de apropiaciones colec-
tivas en la calle y en la ciudad y las analiza como un modo de cultura popular
y, en algunos casos, como ejemplos de insumisión e insolencia en los espacios
urbanos. En él se puede observar tanto la regulación que se ha hecho de estos
usos del espacio urbano como la significación que para los participantes y la
misma ciudadanía tenían dichos eventos.
© FUOC • PID_00277543 124 Procesos psicoambientales y urbanos

Manifestación en el centro de Barcelona. Autor: Óscar López

En definitiva, la negociación que mencionábamos antes, las orientaciones re-


lacionadas con el control y la regulación (regulación del conflicto, pero a la
vez generadora de conflicto a otros niveles) se dan en ámbitos que podríamos
considerar puramente colectivos como los anteriores, pero también en el con-
trol de los usos cotidianos y menos definidos de una parte de los habitantes
de la ciudad.

Volviendo a la idea del "espacio urbano desconflictivizado" que parece que-


rer proponerse, en la práctica estos ejemplos muestran cómo se produce una
ocultación o "una política de las desapariciones, un intento utópico de paci-
ficación pública apartando de la vista todo aquello que pueda perturbar a la
seguridad social" (Cottino, 2005, p. 121). Y como ya hemos dicho, estos pro-
cesos son coherentes con la tendencia a la privatización del espacio público,

"según la cual cada vez más los espacios urbanos son destinados al intercambio –lo que
significa que la apropiación y los modos de uso tienden a subordinarse (cada vez más) al
mercado. En última instancia, significa que existe una tendencia a la disminución de los
espacios donde el uso no se reduce a la esfera de la mercancía y el acceso no se asocia a
la compra y venta de un ‘derecho de uso temporario’".

(Alessandri, 2004).

En Barcelona, y en muchas ciudades postcapitalistas, actualmente, es evidente


que buena parte de la gestión y planificación del espacio público va en conso-
nancia con los intereses mercantiles y turísticos. Si bien es cierto que dichos
ámbitos son ejes económicos centrales de la ciudad (y que, por tanto, tienen
una incidencia en términos laborales y económicos para una parte de su po-
blación), la gestión y planificación de lo urbano (por el mercado privado o
las administraciones) se centra muy habitualmente más en la propia dinámi-
ca económica que en el bienestar de los ciudadanos. Ello se agrava aún más
cuando hablamos de espacios, colectivos y personas que no interesan, se re-
sisten o no se adecúan del todo a esos intereses. De ello pueden encontrarse
ejemplos en las actuaciones sobre diferentes colectivos, barrios y zonas de la
ciudad, pero también a partir de las prácticas concretas de gestión, planifica-
ción y control del espacio público urbano, que redefinen las posibilidades de
© FUOC • PID_00277543 125 Procesos psicoambientales y urbanos

uso y acceso creando, manteniendo o impidiendo determinadas actividades y


modos de apropiación de éste. Estamos hablando, evidentemente, de un aba-
nico de actividades tan amplio como lo es la misma complejidad del espacio
urbano, pero del que hay diferentes ejemplos bien conocidos: el "botellón"
frente a las terrazas, locales comerciales y uso lúdico "oficial"; los grafitis u
otras formas de arte callejero frente a los espectáculos, exposiciones u obras de
arte promovidas por las administraciones; la publicitación de actos políticos
por medio de pegatinas, carteles o pintadas frente a la publicidad comercial
regulada, y otros. En este sentido, sería interesante preguntarse: ¿son tantas las
diferencias entre la venta callejera o la mendicidad y otras actividades regula-
das que se dan –a veces muy intensamente– en el espacio público (demandas
de afiliación a determinadas organizaciones del tercer sector, encuestas, pro-
mociones comerciales, etc.)?

Usos institucionalizados del espacio público

Expo 2008 (Zaragoza). Autor: Óscar López


© FUOC • PID_00277543 126 Procesos psicoambientales y urbanos

Concierto en una plaza de Barcelona. Autor: Óscar López

Unas veces, estos intereses se camuflan a partir de normas no escritas (las del
"sentido común"), que –independientemente de su extensión–, si se someten
a un análisis crítico, dejan de ser tan obvias. A este respecto, podemos estar
bastante de acuerdo con Cottino (2005, p. 109) cuando afirma que:

"[El sentido común] no es más que una tecnología social y la prescripción de un modo
de vida que, con juicios, construcciones, eliminaciones o censuras de lo existente, tien-
de a crear un habitus cuya implantación se logra cuando se convierte en un horizonte
normativo interno, no (siempre) expresamente impuesto, pero planteado como el único
plausible. En otras palabras, el sentido común es una mentalidad que da norma al espa-
cio local, que convierte al utilizador en usuario y al utilizador anómalo lo considera un
‘inadaptado’".

En otras ocasiones, las actuaciones sobre el espacio público urbano encuen-


tran una expresión más explícita, a partir de intervenciones desde diferentes
ámbitos y de las normativas que las sustentan.

Un buen ejemplo de ello pueden ser las "ordenanzas cívicas" (ordenanza de


medidas para fomentar y garantizar la convivencia ciudadana en el espacio
público de algunas ciudades). Sin extendernos, demasiado, en ella, si bien es
cierto que también se plantean medidas genéricas "compensatorias" o de in-
tervención social, el punto fundamental de insistencia está en el control y la
sanción sobre ciertas actividades/comportamientos.

Por ejemplo, extraído del título II, capítulo 5, sección primera de la ordenanza
cívica de Barcelona (Ocupación del espacio público para conductas que adop-
tan formas de mendicidad):

"Las conductas tipificadas como infracciones en esta sección pretenden salvaguardar, co-
mo bienes especialmente protegidos, el derecho que tienen los ciudadanos y ciudadanas
a transitar por la ciudad de Barcelona sin ser molestados o perturbados en su voluntad, la
libre circulación de las personas, la protección de menores, así como el correcto uso de las
vías y espacios públicos. [...] Especialmente, esta sección tiende a proteger a las personas
que están en Barcelona ante conductas que adoptan formas de mendicidad insistente,
intrusiva o agresiva, así como organizada, sea esta directa o indirecta".
© FUOC • PID_00277543 127 Procesos psicoambientales y urbanos

Las sanciones, que pueden ser sustituidas por sesiones con servicios sociales, y
que se aplican siempre que no se desista de la actitud, contemplan en este caso
diferentes cantidades: 120 € (mendicidad que represente actitudes coactivas),
750-1500 € (limpieza de cristales de coches en semáforos, etc.), 1500-3000 €
(mendicidad ejercida, directa o indirectamente, con acompañamiento de me-
nores o con personas con discapacidad), 200-300 € (actividades que obstruyan
el paso o el tráfico por la vía pública), etc.

Evidentemente, pueden existir otros objetivos diferentes de los que se expre-


san explícitamente en el texto, como ocurre con otras normativas legales. Co-
mo ya hemos dicho: bajo el supuesto consenso en valores que se consideran
obvios (de nuevo, el "sentido común"), puede haber diferentes intereses, más o
menos visibles, que contribuyen a la implantación de un aparentemente con-
sensuado espacio público, libre y variado, pero dentro de unos determinados
márgenes. De esta manera se construye lo que Certeau (2000) denomina la
ciudad panorama, en la que, en determinados ámbitos y ocasiones, la "gestión
[del espacio público] corresponde a una eliminación en términos de rechazo
de todo aquello que no se puede tratar y, por tanto, para una administración
funcionalista, constituye un residuo (anormalidad, inadaptación)" (Cottino,
2005, p. 207).

Como afirma Tosi (2005, p. 13),

"las poblaciones marginales son las receptoras fundamentales de las po-


líticas de seguridad, cuando el tratamiento de los nuevos problemas de
malestar, precariedad y exclusión social en nuestras ciudades se realiza
a partir casi exclusivamente de ellas".

Y aunque formalmente es evidente que no es así, en la práctica está claro que Película recomendada
el nivel de efectividad o de impacto real de las políticas sociales en ciudades
Recomendamos ver la pelícu-
como Barcelona es significativamente menor que el de las políticas de seguri- la El odio (La Haine, 1995, dir.
dad y control. Y, quizá, para capas de población en una situación de margina- Mathieu Kassovitz) para re-
flexionar sobre los conflictos
lidad y exclusión social en nuestras ciudades, esto aún es más cierto: los pro- y las desigualdades urbanas a
partir del modo como lo pre-
yectos y las intervenciones de tipo social son, en el mejor de los casos, pocas
senta la película.
y relativamente efectivas, y en el peor, inexistentes, más allá de la contención
cotidiana de determinadas demandas. Los modos de usar el espacio público
urbano por parte de estas poblaciones que, en parte, se mantienen debido a
dicha falta de políticas sociales reales se vuelven, por tanto, contra ellos, en
un modelo de gestión urbano caracterizado por la interpretación de ciertos
problemas sociales como problemas de orden público.

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los espacios

Buscad noticias que mencionen conflictos relacionados con los usos colectivos de los
espacios urbanos en vuestra ciudad. ¿Cómo presentan dichos conflictos? ¿Quiénes son
los actores implicados? ¿Cuáles son las causas? ¿Existe una regulación de dichos espacios
© FUOC • PID_00277543 128 Procesos psicoambientales y urbanos

públicos? Intentad profundizar un poco en otros posibles factores que se den en ese con-
texto y para los grupos o personas implicados.

2.1.3. Diferencias culturales en el uso del espacio

(3)
Todo lo que hemos abordado en el apartado anterior, además de a partir de Podéis ver, por ejemplo, Mu-
gak, Observatorio de la diversi-
esos ejemplos, se vincula muy frecuentemente en nuestro contexto urbano
dad, bajo el epígrafe "conflicto so-
actual con la inmigración y las diferencias culturales en el uso del espacio. Si cial en el espacio público": http://
medios.mugak.eu/
3
acudimos, por ejemplo, a una recopilación de noticias sobre el tema , esto se ve
de una manera clarísima. También es visible en otro ejemplo que acabamos de
utilizar: en la Ordenanza cívica de Barcelona, aunque no se señala con claridad
la inmigración como uno de sus ejes, se utiliza algún eufemismo respecto a
las "nuevas situaciones y circunstancias [...] que, igualmente que en cualquier
otra gran ciudad europea, se están produciendo últimamente en Barcelona, en
un mundo cada vez más globalizado" (2005, p. 5).

Cabe comenzar diciendo que es evidente que existen diferencias culturales


en los usos del espacio. Sin embargo, es importante entender que al abordar
esta cuestión, desde las ciencias sociales, estamos utilizando los conceptos de
espacio y cultura de una manera que se aleja del uso que cotidianamente se
hace de ellos.

• En primer lugar, como ya hemos explicado antes, el espacio es siempre,


por definición, construido socialmente y apropiado de diferentes mane-
ras. La base del trabajo de Rappaport (1994), por ejemplo, está en mostrar
precisamente cómo los grupos humanos organizan, basándose en prácti-
cas sociales y culturales, dichos espacios, haciéndolos trascender al análisis
meramente físico.

• Respecto al concepto de cultura, o de diferencia cultural, generalmente se


utiliza en nuestro contexto de una manera demasiado estrecha, refirién-
dose (simplificándolo mucho) a "tradiciones" o "modos de ver el mundo"
de personas o poblaciones más o menos alejadas de nuestro contexto, de
"nosotros": con la salvedad de la población gitana (para la que la distancia
no es evidentemente geográfica), presente hace siglos, y de alguna otra
minoría, se suele utilizar en referencia a poblaciones en su lugar de origen,
migrantes, etc. Sin embargo, el concepto de cultura debe ser entendido de
una manera mucho más amplia que incluya, por supuesto, valores, signi-
ficados y modos de ver el mundo, pero también prácticas, usos, maneras
de hacer, etc. Ello implica también comprender que no se trata de algo
inmóvil o fijo (incluso cuando hablamos de cultura tradicional), sino di-
námico y en constante transformación. Por último –y éste es el elemento
fundamental que vamos a abordar en este apartado–, es necesario escapar
del modo como el concepto de cultura está siendo utilizado como una
categoría presuntamente homogénea, que presupone unas características
© FUOC • PID_00277543 129 Procesos psicoambientales y urbanos

para diferentes grupos (muchas veces en términos de "nosotros" y "ellos")


claramente definido y estanco.

Un elemento importante que se desprende de lo anterior es que las diferen-


cias culturales en los usos del espacio en nuestras ciudades son amplísimas
y dependen de muchos factores que no suelen considerarse (edad, género, si-
tuación socioeconómica y un largo etcétera). Por ejemplo: ¿son idénticas las
prácticas en el espacio público que se dan en un barrio céntrico de clase me-
dia-alta que en otro de un nivel socioeconómico más bajo? ¿Son similares los
usos que de un parque o una plaza hacen un grupo de adolescentes y otro de
ancianos? Evidentemente, no. ¿Y son más las coincidencias entre ellos –por el
mero hecho de agruparlos en una aparente "cultura común"– que las que pue-
dan existir entre, por ejemplo, grupos de adolescentes en diferentes lugares?
Por supuesto, la cuestión es mucho más compleja (existen usos específicos de
algunos lugares, otros que se han globalizado y homogeneizado en sitios muy
distantes, etc.), pero es importante pensar en ello para darnos cuenta de que
en�cualquier�sociedad,�a�cualquier�nivel,�existen�multitud�de�diferencias
culturales�que�a�veces�no�tenemos�en�cuenta. Más aún, aunque no entrare-
mos en ello aquí, es fundamental poner en cuestión y repensar qué es lo que
define tan claramente "nuestra cultura" en oposición a otras: ¿existen con tan-
ta nitidez unos rasgos comunes? ¿Cuáles son? Y si es así, ¿no existen también
diferencias importantes de las que no somos siempre conscientes?

En todo caso, y vinculándolo con el apartado anterior,

lo que generalmente se suele destacar de la "diferencia cultural" en el


uso de los espacios públicos –en los medios de comunicación o desde
las administraciones– son los usos "desviados" o inapropiados que se
hacen de ellos. En este contexto, cuando se habla de "diferencia cultu-
ral", generalmente se suele hacer como un eufemismo para hablar de
poblaciones inmigrantes y ponerlas en relación con conceptos como
suciedad, ruido, etc. En definitiva, con prácticas "molestas", desviadas
o inadecuadas.

Evidentemente, algunos de estos últimos problemas (la suciedad, el ruido, las


molestias) existen en el contexto urbano actual. En algunos casos están rela-
cionados con diferentes grupos de personas (migrantes o no) y en muchos
otros (como el tráfico, la mala gestión de los residuos, la mala planificación
urbana) no lo están. Sin embargo, es muy frecuente que dichos problemas se
culturalicen y generalicen a toda la población inmigrante o a determinadas
prácticas culturales. Como afirman De la Haba y Santamaría (2004, p. 125),
se da una:
© FUOC • PID_00277543 130 Procesos psicoambientales y urbanos

"Representación predominantemente miserabilista y culturalista del ‘inmigrante’, por la


que suele establecerse una equiparación inmediata y acrítica entre inmigración, proble-
mas sociales y desórdenes urbanísticos, asociación ésta que se presenta anclada no sólo
en el imaginario colectivo o en las representaciones mediáticas, sino también en nume-
rosas teorías sociales que, abierta o soterradamente, tratan de explicarla apelando a la
noción de ‘cultura’".

En otras palabras, no se trata de decir ni que la diferencia cultural en los usos


del espacio urbano no exista (evidentemente lo hace) ni de negar que, en oca-
siones, dichos usos pueden generar problemas, sino de analizarlos de manera
compleja y no hacer una atribución exclusiva a la "diferencia cultural". Ponga-
mos un ejemplo hipotético: imaginemos una zona urbana en la que los espa-
cios públicos son utilizados habitualmente para practicar deporte –o simple-
mente estar– por parte de jóvenes de "origen inmigrante" (otro debate, y otro
error bastante común, en el que no entraremos a debatir aquí, es seguir consi-
derando a personas nacidas y crecidas en nuestro contexto como "inmigrantes
de segunda generación"). Podría ocurrir que dicho uso generara algún tipo de
protesta por parte de los vecinos, reacción por parte de la Administración y que
esto apareciera en algún medio de comunicación. Lo que sería menos habitual
es que en dicha noticia se hablara de la falta de equipamientos adecuados en
el barrio, de las dificultades económicas para acceder a un ocio cada vez más
basado en el consumo, etc. Probablemente, el foco principal se pondría en la
atribución del conflicto a la "diferencia cultural" de dichos jóvenes.

De lo que se trata, en definitiva, es de que la "diferencia cultural" se está


utilizando, por una parte, como algo que permite obviar otras proble-
máticas y desigualdades en el espacio urbano y, al mismo tiempo, como
una categoría excluyente e inmóvil, que define a los grupos y permite
categorizarlos y explicar todas sus características.

Por ejemplo, Goldberg (1993) y Taguieff (1990) han analizado estos procesos
y los han denominado "nuevo racismo" o "racismo sin razas", para referirse a
argumentaciones que no apelan explícitamente a diferencias biológicas ni a
juicios jerárquicos de superioridad o inferioridad, sino a diferencias culturales
irreconciliables. Esto es importante para argumentar en contra de la esencia-
lización en los discursos "anti-otro"; una esencialización que no tiene por qué
ser hecha exclusivamente en términos biológicos (como lo hacía el "viejo ra-
cismo"). Pongamos un ejemplo simple: ¿cuántas veces podemos escuchar en
nuestras conversaciones cotidianas frases del estilo "yo no soy racista, pero..."?
En este caso, sería la cultura lo que queda esencializado en una retórica que,
con argumentaciones "culturalistas", parece poder resolver la tensión provo-
cada por la "caída en desgracia" del término raza, al ser percibida como no-
racistas. Sin embargo, para Stolcke (1995), lo definitorio del racismo es la na-
turalización de la relación jerárquica. Rechaza, por tanto, hablar de racismo
para utilizar el término fundamentalismo cultural, que remite a la retórica do-
minante sobre el inmigrante en Europa, que más que inferiorizar al "otro", lo
© FUOC • PID_00277543 131 Procesos psicoambientales y urbanos

que hace es exaltar su diferencia irreductible e incorpora una serie de nociones


simétricas: un "otro" potencialmente enemigo que amenaza "nuestra" singu-
laridad e integridad natural y cultural.

Un buen ejemplo de análisis en este sentido podemos encontrarlo en un texto


de Aramburu (2002) sobre el barrio del Raval de Barcelona. En él, Aramburu
aborda una focalización en las representaciones degradantes de los inmigran-
tes (y su contestación), mediante las tácticas por las que se racializa y diferen-
cia a los inmigrantes y su vinculación simbólica con campos como el vecinal,
el comercial y el escolar. Se aborda también algo que ya hemos mencionado:
la cuestión de la construcción de identidades desde una perspectiva de inter-
acción entre las categorías nosotros (autóctono-interno) y los otros (extranje-
ro-externo), mostrando además cómo esa dicotomía va variando con el tiem-
po (un ejemplo claro son las sucesivas fases migratorias de población de otras
partes del estado en los años 60 y 70 y los discursos que existían sobre ellas).
Y, finalmente, algo que afecta enormemente a la manera como se construyen
discursos en torno a la "diferencia cultural" en el uso de los espacios urbanos:
el barrio como "comunidad simbólica" y los cambios, reformas a los que éste se
ve sometido. Esto permite situar los orígenes y efectos de dichos discursos en
lo cotidiano, explorar "cómo los diferentes sectores sociales del barrio atribu-
yen significados al inmigrante extranjero –y a sí mismos por medio de éste– en
una serie de campos". Aramburu (2002) se dedica, en definitiva, a analizar y,
en cierto modo, provocar contradicciones en los discursos acerca de tres cam-
pos muy concretos: el campo vecinal (relaciones en las áreas residenciales y
los espacios públicos), el campo escolar (actitudes hacia las escuelas del barrio)
y el campo comercial.

Estos tres ámbitos son, junto con otros, importantísimos en el modo


como se construyen los discursos sobre la "diferencia cultural" en nues-
tra sociedad. Ser consciente de dicha construcción y de los mecanismos
que intervienen en ella es fundamental para entender mejor nuestro
contexto urbano y las diferentes problemáticas que pueden darse en él
y, al mismo tiempo, son una condición indispensable para poder inter-
venir en ellas de una manera efectiva y que contribuya a la mejora de
la calidad de vida de las personas que viven en nuestras ciudades.

Los medios de comunicación y la ‘’diferencia cultural’’

Aprovechando las noticias que buscasteis para la actividad anterior, intentad observar si
de alguna manera se menciona la "diferencia cultural" tal y como la describimos en este
apartado. De ser así, ¿se produce esa aproximación estereotipada a lo cultural? ¿Se utiliza
como causa fundamental del conflicto? ¿Son visibles de la misma manera otros factores
sociales o económicos?

Lecturas recomendadas

F. Díaz y A. Ortiz (2003). Ciudad e immigración. Uso y apropia-


ción del espacio público en Barcelona. <http://www.cervantesvirtual.com/ser-
vlet/SirveObras/01371307433470683010035/020790.pdf>
© FUOC • PID_00277543 132 Procesos psicoambientales y urbanos

G. Rodríguez (2008). El miedo al otro y el uso del espacio: el discurso sobre el delito y el conflicto
en la ciudad de Lérida. <http://www.ub.es/geocrit/-xcol/414.htm>

M. Aramburu (2002). Los otros y nosotros. Imágenes del inmigrante en Ciutat Vella de Barce-
lona. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

S. Low (2005). Transformaciones del espacio público en la ciudad latinoamericana: cambios


espaciales y prácticas sociales. <http://www.bifurcaciones.cl/005/Low.htm#titulo>

2.2. Presión urbana

2.2.1. Desigualdades en el espacio urbano: segregación y


exclusión urbana

Como ya dijimos en la introducción a los materiales, la sociedad actual, en


nuestro contexto, es eminentemente urbana, con buena parte de los proce-
sos sociales y de cambio centrados en las ciudades. Nuestra sociedad es, tam-
bién, profundamente desigual: no hace falta analizarla demasiado para darnos
cuenta de ello.

Por tanto, nuestras ciudades también lo son, no sólo como expresión de dicha
desigualdad global, sino también como actores fundamentales en ella. Eviden-
temente, dichas desigualdades en el espacio urbano se dan en diferentes gra-
dos y ámbitos, dependiendo del lugar y del momento. Existen ciudades, zonas
urbanas y espacios donde dicha desigualdad es menos visible, otras en las que
es extremadamente clara y otras, las menos, donde realmente se consigue en la
práctica incorporar dinámicas que favorecen la inclusión y la reducción de las
distancias entre los ciudadanos en cuanto a calidad de vida. Las desigualdades
en el contexto urbano se producen en multitud de ámbitos (pueden ser eco-
nómicas, educativas, laborales y un largo etcétera) y todas ellas actúan como
causa y como efecto en los procesos de segmentación y segregación urbana.
Por ejemplo, simplificando mucho: ciertas áreas urbanas periféricas pueden
contar con peores equipamientos y un menor presupuesto para instalaciones
educativas, lo que incide en la situación de la población en ese sentido. Pero,
además, los propios procesos de segregación urbana (por ejemplo, las dificul-
tades económicas para acceder a una vivienda) pueden hacer a su vez que sean
las personas con un nivel socioeconómico y educativo más bajo las que tien-
dan a ser empujadas hacia esas zonas urbanas o las que lo tengan más difícil
para vivir en otras. Evidentemente, los procesos son de una mayor compleji-
dad y debe analizarse en concreto cada situación, pero el principio fundamen-
tal es que cuando hablamos de segregación y exclusión urbana relacionadas
con las desigualdades, estamos hablando por definición de procesos que im-
plican múltiples factores relacionados.
© FUOC • PID_00277543 133 Procesos psicoambientales y urbanos

Algunos de dichos factores tienen relación también, evidentemente, con los


procesos globales de planificación de la ciudad que mencionamos en el mó-
dulo 1. En este caso, nos centraremos sobre todo en aquellos procesos que tie-
nen un elemento más claramente espacial (aunque todos están intensamente
relacionados).

En este sentido, entendemos aquí la presión urbana no como un indi-


cador de densidad de la población, sino como diferentes procesos que
empujan a personas o a poblaciones a desplazarse y ubicarse en distin-
tas zonas de la ciudad. Evidentemente, estos procesos de movilidad son
amplísimos y no siempre son forzados ni implican un empeoramiento
de la calidad de vida (por ejemplo, existen casos en los que la segrega-
ción es buscada, como en las urbanizaciones de clase media-alta en la
periferia de algunas ciudades).

Pero en muchas ocasiones implican también una segregación (en tér-


minos de separación espacial de población en función de diferentes ca-
racterísticas) y una espacialización clara de las situaciones de exclusión
socioeconómica (situar en una misma zona urbana a personas con una
situación equivalente).

Cabe apuntar que, al igual que las desigualdades urbanas están relacionadas
con diferentes factores y espacios, los procesos de segregación urbana se han
acometido de una manera más o menos visible, de una manera vinculada a
diferentes ámbitos. Desde una perspectiva histórica, aparentemente la segre-
gación urbana en términos raciales o étnicos no es tan habitual (o al menos tan
visible) en nuestro contexto, aunque sí lo es, por ejemplo, en Estados Unidos
o en otros lugares del mundo (por ejemplo, en los banlieue franceses). Dichos
procesos de segregación (a veces conceptuada como hipersegregación) cuen-
tan con ciertas características (Massey y Denton, 1989) referentes a la propor-
ción de población minoritaria en una determinada zona, su grado de contacto
con la población mayoritaria, su localización en el espacio urbano, el grado
de cierre de dicha zona urbana y la concentración (la cantidad de población
que vive en esa área particular), entre otros.

Aunque buena parte de estas dimensiones son aplicables a nuestro contexto


urbano, decíamos que quizá esta hipersegregación en términos étnicos no es
tan habitual o visible en él (que probablemente la demarcación entre unas
zonas y otras, entre unas poblaciones y otras, no está tan categóricamente de-
finida), aunque en la práctica sí está ocurriendo de alguna manera, por ejem-
plo, con la concentración de población inmigrante en ciertas áreas, como ve-
remos más adelante. Pero existe, además, una salvedad clara, que es el caso
de la población gitana, frecuentemente segregada, expulsada (y algunas veces
© FUOC • PID_00277543 134 Procesos psicoambientales y urbanos

"realojada") en procesos que han implicado una concentración espacial y una


separación física del resto de población, particularmente en algunos momen-
tos históricos (podéis ver, por ejemplo, San Román, 1998).

En ese sentido, sondeando en la historia reciente de nuestras ciudades (por


ejemplo, en la de Barcelona, como haremos en los apartados siguientes) no es
difícil encontrar ejemplos de este tipo de procesos de presión urbana en mo-
mentos recientes (muy particularmente entre los sesenta y ochenta) e incluso
en la actualidad (por ejemplo, lo que ocurrió en el barrio de Bon Pastor en
Sant Andreu).

Sigue siendo habitual, por tanto, el desalojo (más o menos forzado, más
o menos explícito) de población de unas determinadas zonas de la ciu-
dad, en las que existen generalmente intereses urbanísticos o de otros
tipos.

Lo que ya no lo es tanto, al menos de la misma manera en que se realizó en


décadas anteriores, es la construcción posterior de otros barrios, más periféri-
cos, en los que se alojaba a la población "expulsada" de estas zonas.

Otra cuestión diferente es si en la práctica se está produciendo dicha segrega-


ción debido a otros factores como, por ejemplo, que las políticas de vivienda
(más bien, la ausencia de ellas) impliquen un acceso totalmente desigual a ésta.
A ello hay que añadir las desigualdades en términos laborales, educativos, etc.
que comentábamos antes. Es importante entender que, quizá, son dinámicas
menos visibles que un desalojo y realojo posterior, pero que no por ello son
menos explícitas en cuanto a los efectos del sistema económico y de la falta
de políticas reales de inclusión.
© FUOC • PID_00277543 135 Procesos psicoambientales y urbanos

Segregación y exclusión social urbana. Dos realidades de la ciudad de Barcelona

Segregación y exclusión social urbana. Dos realidades de la ciudad de Barcelona


Autor: Óscar López

Decíamos hace un momento que estos procesos de segregación y exclusión


urbana se están produciendo también en nuestro contexto, particularmente
en aspectos relacionados con la población inmigrante. En lugar de entrar a
describir estos procesos con detenimiento, lo que requeriría un análisis de ca-
da caso en concreto, creemos que es importante vincularlos con algunos de
© FUOC • PID_00277543 136 Procesos psicoambientales y urbanos

los aspectos que señalamos en los apartados anteriores, como los usos de los
espacios urbanos y los discursos que se construyen sobre el conflicto y la di-
ferencia cultural.

Es importante hacerlo porque es muy frecuente que se señale la "degradación"


que ha supuesto para determinados barrios o zonas urbanas la llegada de po-
blación inmigrante. Y aunque estos discursos están muy presentes en los me-
dios de comunicación, generalmente se centran en vincular dicha degrada-
ción con características intrínsecas de dicha población, obviando las propias
desigualdades socioeconómicas y las dinámicas de exclusión social en el es-
pacio urbano. No obstante, incluso cuando se mencionan estos aspectos, en
muchas ocasiones se obvia que estos colectivos ocupan lugares que ya presen-
taban problemáticas muy intensas.

Por ejemplo, como muestra Requena (2003), en un análisis de Serra d’en Mena
(barrios que limitan con Sant Roc en Badalona), es importante señalar (de cara
al menos a un análisis de diferentes factores) que se trata de procesos de "nueva
marginalidad en espacios tradicionales de exclusión" (Requena, 2003), es de-
cir, de una serie compleja de factores interrelacionados que producen que los
barrios tradicionalmente afectados por una peor situación sean los que alojen
a población recién llegada, en un riesgo de exclusión muy fuerte. Sin embargo,
a partir de dichos discursos, muy frecuentemente es la llegada de población
inmigrante la que convierte un barrio en un escenario de conflicto social. En
otras palabras, no se abordan con tanta frecuencia las problemáticas de los ba-
rrios en los que vive esta población, sino los usos "desviados" o inapropiados
que éstos hacen del espacio público.

En cuanto a los usos del espacio urbano, los intentos por instaurarlo de una
manera desconflictivizada (como ya hemos visto en apartados anteriores) con-
tribuyen a ocultar las desigualdades y tensiones sociales entre diferentes po-
blaciones y zonas urbanas, acotando y marcando posibilidades de promoción,
bienestar y acceso.

De alguna manera se podría establecer una metáfora: en definitiva, se


segmenta la ciudad a partir de multitud de fronteras. Y estas fronteras
no son únicamente físicas, sino también económicas y sociales, de ac-
ceso a los recursos y servicios básicos y legitimadas y construidas por
determinados discursos dominantes.

En este intento de disponer lo urbano para una parte de los habitantes de la


ciudad, ya no se trata tanto de "estar en los márgenes físicos de la ciudad,
como en los márgenes virtuales de los principios organizativos, las reglas y los
procedimientos previstos para satisfacer las necesidades y utilizar el espacio
urbano" (Cottino, 2005, p. 105).
© FUOC • PID_00277543 137 Procesos psicoambientales y urbanos

2.2.2. Introducción a los procesos específicos: guetización,


gentrificación, mobbing, etc.

Existe multitud de conceptos, análisis y teorías que intentan dar cuenta de los
procesos de segregación y segmentación urbana que hemos presentado en los
apartados anteriores. Muchos de ellos, además, son de uso más o menos habi-
tual y cotidiano y, por tanto, es interesante observarlos críticamente y enten-
der mejor cómo pueden ser utilizados con mayor corrección. En este apartado
simplemente vamos a dar unas líneas generales sobre algunos de los más im-
portantes o de uso más habitual para que puedan servir como una introduc-
ción a herramientas que nos permitan analizar mejor las desigualdades que se
dan en nuestras ciudades.

La palabra gueto, puede tener varios orígenes: uno de ellos proviene de la Ve- Película recomendada
necia del siglo XVII, en la que era utilizada para designar las áreas de la ciudad
Para reflexionar sobre los
donde se almacenaban los escombros o las escorias y que coincidían con una procesos de segregación ur-
zona en la que una población minoritaria (judía) estaba confinada. Posterior- bana y el concepto de gue-
to ver: N. Blomkamp (2009).
mente, su uso se generalizó a partir de una concepción eminentemente nega- District 9. El "otro" en este ca-
so es un grupo de alieníge-
tiva. De hecho, es un concepto que ya ha pasado al lenguaje popular y, en
nas, pero se puede leer como
nuestro contexto, siempre evoca barrios marginales urbanos de autoconstruc- una metáfora de la exclusión
socio-espacial de una pobla-
ción o chabolas, con una composición social determinada, etc. Todos tenemos ción al margen de la ciudad.
una idea folk de lo que es un gueto. Pero es importante hacer notar que en
las ciencias sociales ha sido utilizado para analizar muy distintos espacios y
contextos, por ejemplo, también áreas rurales o aglomeraciones urbanas que
no existen como tales en nuestro contexto inmediato (aunque evidentemente
existan barriadas o chabolas) o que al menos se designan de otra manera (fave-
las, slums, shanty-towns, etc.). Evidentemente, existe una clara vinculación del
uso del concepto de gueto con la desigualdad socioeconómica pero, en otros
casos, dicho concepto se ha puesto en contraste con otras categorías, como la
de enclave étnico (en referencia a la concentración de una determinada mino-
ría étnica en un área urbana). Otros autores, como Wacquant y Wilson (1989),
han descrito el concepto de hiperguetización como la extrema concentración
de grupos no privilegiados en ciertas áreas urbanas.

Hay que ser consciente de varios aspectos en el uso de este concepto: el pri-
mero, evidente, es que la composición poblacional suele ser más compleja de
lo que suele atribuírsele a una zona urbana y que presenta también una hete-
rogeneidad interna (de la zona o de dicha población), incluso cuando puede
considerarse que existe una composición con una presencia muy marcada de
una determinada colectividad. Pero aún más importante, hay que tener en
cuenta que la construcción de una imagen de gueto no sólo depende de las
características de un determinado barrio, sino de las atribuciones que a esa
zona se hacen desde el exterior y desde el mismo barrio. Existen multitud de
estereotipos e imágenes funcionando cuando hablamos de determinadas zo-
nas urbanas y seguramente es fácil buscar ejemplos en todas nuestras ciudades
de este tipo de áreas estigmatizadas.
© FUOC • PID_00277543 138 Procesos psicoambientales y urbanos

Si nos atenemos a la composición de población en nuestra realidad cercana,


es a veces difícil hablar de guetos en un sentido clásico, pero sí puede ser ade-
cuado hablar de procesos de guetización, tanto en términos de segmentación
urbana como en cuanto a los discursos que se hacen sobre ella y sobre ciertas
poblaciones. Por ejemplo, Aramburu (2000) explora en su texto sobre el Raval
la relación entre el discurso "culto"/oficial y el popular en torno al inmigrante
como categoría social y su constitución como sujeto en permanente peligro
de "guetizar(se)" o, mejor dicho, de ser guetizado. En otras palabras, el gueto (o
la guetización de una población) cumple en este caso la función de justificar
ciertas actuaciones urbanas o ciertas actitudes hacia zonas o poblaciones. Ello
no quiere decir que, formalmente y de manera explícita (como ha ocurrido
en otras épocas históricas), se estén "creando" guetos a base de aislar a deter-
minadas poblaciones: de hecho, en el ámbito del discurso político establecido
se suele huir de dicha calificación. No obstante, existen procesos de segmen-
tación y desigualdad urbana que puede considerarse que siguen conduciendo,
de alguna manera, a procesos de guetización en nuestras ciudades.

Aunque de un orden diferente, el concepto de gentrificación también está


muy ligado a actuaciones urbanas que son relativamente frecuentes en nuestro
contexto. Dicho concepto (que viene del inglés y podría traducirse por abur-
guesamiento, aristocratización, etc.) intenta describir procesos de "mejoras fí-
sicas o materiales y cambios inmateriales –económicos, sociales y culturales–
que tienen lugar en algunos centros urbanos viejos, los cuales experimentan
una apreciable elevación de su estatus", y se caracteriza normalmente por "la
ocupación de los centros de las ciudades por una parte de la clase media, de
elevados ingresos, que desplazan a los habitantes de clase baja, de menores
ingresos, que vivían en el centro urbano" (Sargatal, 2000).

De lo que se trata, por tanto, es fundamentalmente de un proceso de transfor-


mación urbana y de sustitución de población en una determinada dirección
y con una mayor o menor participación de las administraciones (fomentando
o no, poniendo barreras a dicha transformación). A pesar de que es un con-
cepto que ha sido también objeto de debate en ciencias sociales, éstos son sus
elementos fundamentales. Por ejemplo, Pacione (1990), tal y como lo resume
también Sargatal (2000), propone que "para que exista gentrificación ha de
existir movilidad espacial de habitantes y ha de afectar a áreas que no sean de
alto estatus en el momento de reinvertir en ellas". Otro elemento en común es
el momento de aparición de dicho proceso en las ciudades: a pesar de que pu-
diera considerarse que ya existieron procesos similares de sustitución en otras
épocas, la gentrificación como tal es un proceso enmarcado dentro de las di-
námicas capitalistas posfordistas (o posmodernas), fundamentalmente a partir
de los años setenta. En todo caso, existen diferentes fases que suelen repetirse
en los procesos de gentrificación, si bien cada caso específico es diferente y,
por ejemplo, las políticas al respecto no han sido parecidas entre Estados Uni-
© FUOC • PID_00277543 139 Procesos psicoambientales y urbanos

dos y Europa. Dichas fases (muy genéricas y probablemente muy diferentes


dependiendo del lugar), siguiendo de nuevo a esos autores, se podrían resumir
en las siguientes.

La primera parte del momento en el que el barrio (generalmente en la zona


céntrica de una ciudad) va siendo ocupado por clases medias/obreras y con-
figurando su forma urbana. En algún momento, posteriormente, el barrio co-
mienza a experimentar una cierta pérdida de población, entre otras razones
por un aumento de los ingresos y un cierto cambio de posición (relativo) den-
tro de la escala social, que les hace optar por establecerse en otras áreas urba-
nas (quizá de nueva construcción, menos saturadas, más cerca de los puestos
de trabajo, etc.).

En un segundo momento, el barrio va siendo ocupado por población de me-


nores ingresos, generalmente de alquiler. En este momento también comien-
za a producirse un cierto deterioro (aunque ya podía haberse producido en
momentos anteriores y ser una de las causas del abandono), que por una par-
te está relacionado con la misma pérdida de "valor" de la zona urbana (para
propietarios y administraciones, en un proceso que se da muy habitualmente
y que privilegia precisamente a las zonas con mayores ingresos) y, por otra,
con las mismas condiciones de vida de la población que se establece en esta
zona. A la par, pueden existir también problemas de sobreocupación, mante-
nimiento de los edificios, etc.

En un momento dado, debido tanto a la planificación urbanística como a la


gestión del suelo, así como a dinámicas sociales y de mercado, vuelve a existir
un interés por parte de las clases medias por volver a vivir en el centro urbano.
Es en ese momento cuando propiamente existe un proceso de gentrificación,
ya que existe un desplazamiento (forzado explícitamente o empujado por las
dinámicas especulativas y de precios: por ejemplo, el precio de los alquileres)
de población que expulsa a los antiguos ocupantes de clase baja.

Dicho desplazamiento suele ser, en nuestro contexto, un proceso más o me-


nos lento (aunque depende del caso) y en general está articulado en torno a
intereses económicos globales de la ciudad más que a un simple cambio de
actitudes por parte de sus pobladores (aunque, evidentemente, esto también
influye). Pero lo que más nos interesa aquí es el juego discursivo que se da
en torno a la gentrificación: de alguna manera, lo importante es señalar que
se presenta (si es que se menciona) como un proceso "natural" de cambio de
población, aunque en la práctica suele existir una dirección concreta en la que
las acciones institucionales funcionan. Evidentemente, no se señala como un
objetivo la sustitución de población de clase baja (aunque en la práctica pueda
ser ése el efecto), sino la revitalización de un barrio, la mejora de la calidad de
vida en él y de la ciudad en su conjunto. Puede que algunos de estos procesos
de transformación mejoren el barrio o la zona en cuestión, pero la pregunta
que habría que formularse es ¿para quién? Si realmente se están dando proce-
sos de gentrificación o de sustitución de población, la revitalización y mejora
© FUOC • PID_00277543 140 Procesos psicoambientales y urbanos

(económica, urbanística, etc.) no contribuirá a mejorar la vida de algunos de


sus ciudadanos, sino que los expulsará hacia nuevas zonas de exclusión mien-
tras su barrio deja de ser considerada una de ellas.

Con todos los matices necesarios, el barrio del Raval de Barcelona puede con- Película recomendada
siderarse un ejemplo de los dos procesos que acabamos de describir, tanto los
Para reflexionar sobre los
de guetización como de gentrificación. Como ya mencionamos (y cualquier procesos de guetización y
persona que conozca un poco la realidad de Barcelona puede darse cuenta de gentrificación, así como so-
bre las reformas urbanísticas
ello), la carga discursiva acerca del Raval como un gueto es enorme y ha apa- en general, ver el documen-
tal: P. Toledo y J. González
recido con frecuencia, de una manera más o menos explícita, en los medios
Morandi (2006). Can Tunis.
de comunicación. Dichos procesos se han dado de manera paralela (aunque
no siempre es así) al proceso de llegada de población inmigrante al barrio. Re-
sumimos el proceso de nuevo a partir de Sargatal (2001):

"En relación con Barcelona, en la obra citada en el apartado bibliográfico, Pere López ana-
lizó en los años ochenta dos barrios del casco antiguo de la ciudad, donde antiguamente
habían residido clases altas que emigraron a otras partes de Barcelona, destinadas a gente
acomodada. El espacio que dejaron fue ocupado por inmigrantes, los cuales años después
fueron expulsados hacia la periferia urbana; los poderes públicos dejaron aquellos barrios
en estado de abandono, sin equipamientos básicos, para que fueran desocupados, ya que
entonces, en los años cincuenta, interesaba potenciar las funciones centrales de dichas
zonas. Todavía no se hablaba de gentrificación en Barcelona, pero la administración ya
emprendía actuaciones similares. En el caso del barrio del Raval, la rehabilitación se ha
visto impulsada de manera decidida desde finales de los años de 1980. La iniciativa se
ha debido en gran parte al sector público, representado por el ayuntamiento de Barcelo-
na y otras administraciones. A principios de los años de 1990 se realizaron una serie de
actuaciones en edificios públicos y se invirtió en la rehabilitación urbana de gran parte
del barrio".

Esto supone, como ocurre en otras ciudades, que el barrio presente una coexis-
tencia tanto de la población inmigrante llegada en los últimos años, como de
la población que "originalmente" lo poblaba (inmigrante también, a su vez,
en cierta proporción) y de ambas con esa nueva población gentrificadora (po-
blación de clase social alta, en otras ciudades europeas, y en el caso del Raval
con un perfil quizá más limitado a clases medias jóvenes sin una alta estabi-
lidad laboral). Evidentemente, los procesos de asentamiento de población in-
migrante en espacios de exclusión, como dijimos en el apartado anterior, no
se limitan a los cascos viejos de las zonas urbanas.

Para ampliar sobre esta cuestión (analizando también los procesos de asenta-
miento en zonas rurales), puede consultarse, por ejemplo, el libro de Martínez
Pobreza segregación y exclusión espacial: la vivienda de los inmigrantes extranjeros
en España (2001). Como ya comentamos, Aramburu (2002) analizó la manera
específica en la que dichos procesos eran asociados a discursos en el barrio del
Raval. Por otra parte, Monnet (2002) ha abordado también, a partir de una et-
nografía, las identidades y señales sociales del territorio en relación con la in-
migración, también en este barrio. Todos estos trabajos describen con claridad
cómo se producen los procesos de guetización, tal y como ocurre en el Raval,
pero también nos ayudan a entender que dichos procesos de guetización (por
ejemplo, a partir de la mala imagen del Raval en el resto de la ciudad) tienen
relación con ciertos límites del mismo proceso de gentrificación.
© FUOC • PID_00277543 141 Procesos psicoambientales y urbanos

Sargatal (2001) resume con mucha claridad el modo como dicho proceso fun-
ciona para el Raval y toma como objeto de estudio dos calles de este barrio:
muestra de esta manera la importancia que tiene la Administración pública en
los cambios de uso de ciertas zonas urbanas (por ejemplo, con la construcción
del MACBA, el CCCB, la Rambla del Raval, etc. en pleno centro del barrio)
y cómo, además, el capital privado aprovecha estas actuaciones para intentar
invertir, revalorizar y atraer sectores externos al barrio hacia él (con un obje-
tivo meramente económico, evidentemente).

Lecturas recomendadas

M. Aramburu (2002). Los otros y nosotros. Imágenes del inmigrante en Ciutat Vella de Barce-
lona. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

U. Martínez (2001). Pobreza, segregación y exclusión espacial. La vivienda de los inmigrantes


extranjeros en España. Barcelona: Plaza.

N. Monnet (2002). La formación del espacio público: una mirada etnológica sobre el Casc
Antic de Barcelona. Barcelona: ICA.

Construcción de viviendas en la Rambla del Raval. Autor: Óscar López

El mobbing�o�acoso�inmobiliario no se puede considerar, como los anteriores,


un proceso que se da de una manera global en un área urbana, sino un efecto
o una estrategia que es consecuencia y apoya los procesos que acabamos de
explicar. Es importante conocer algunas de sus características porque es una
realidad muy común en nuestro contexto urbano, pero sobre todo es necesario
interpretarlo como un efecto de procesos económicos como la especulación
inmobiliaria. Podríamos definirlo, de una manera bastante genérica, como un
proceso por el que un propietario, alguien que actúa en su nombre, o alguien
que tiene intereses económicos en una determinada propiedad inmobiliaria,
presiona por todos los medios para desalojar a un inquilino u ocupante.
© FUOC • PID_00277543 142 Procesos psicoambientales y urbanos

Podríamos considerar una situación prototípica de acoso inmobiliario el que Película recomendada
se da contra personas mayores que viven solas, con una renta antigua (es decir,
Para reflexionar sobre la
que están pagando un precio por debajo del del mercado) en zonas céntricas cuestión del moobing, los
de las ciudades y, por tanto, muy apetecibles para el mercado inmobiliario. desalojos y la especulación,
ver: S. Cabrera (1993). La es-
Evidentemente, lo que se suele considerar mobbing inmobiliario son las tácti- trategia del caracol.
cas que son utilizadas para desalojar (obras, dificultar el acceso a luz y agua, La película también es intere-
sante de la cara al apartado
introducir vecinos "conflictivos", etc.), que, a veces (sobre todo por la falta de 2.4 "Los movimientos socia-
posibilidades reales de representación legal y porque no existe una apuesta les urbanos".

clara dentro de la legislación para perseguirlos), se encuentran desde el ámbito


jurídico formal en un espacio de "alegalidad", aunque son claramente perju-
diciales para las personas que los sufren. Pero cabe señalar que la inacción de
la propia justicia y de los poderes públicos, la falta de intervención decidida e,
incluso, en ocasiones, el hecho de que estos poderes públicos y jurídicos favo-
rezcan claramente a grandes intereses inmobiliarios, en unos casos por conni-
vencia, como ha ocurrido con diferentes casos de corrupción urbanística, y en
otros simplemente porque el sistema, a pesar de, teóricamente, garantizar una
igualdad de derechos y de defensa de éstos por medio de la ley, en la práctica
es desigual y favorece a quien puede disponer de más información o recursos.
En otras palabras, es importante, por tanto, apuntar que el acoso inmobiliario
es una estrategia consciente y explícita y no simplemente un comportamien-
to atribuible a características individuales, a "buenas o malas personas". Se po-
dría considerar simplemente el efecto de un sistema basado en la especulación
inmobiliaria y los criterios de libre mercado, en el que las administraciones
no intervienen lo suficiente (en contraste, por ejemplo, con la profunda in-
tervención y regulación del espacio público que hemos mencionado en apar-
tados anteriores).

Actividad
Película recomendada
Pensad en una zona urbana diferente de la propuesta como ejemplo (el Raval) pero que
penséis que cumple algunas de las características de los procesos de guetización y/o gen- En construcción (2001). José
trificación. ¿Cuál es la historia de ese barrio? ¿Qué composición de población tiene? Po- Luis Guerín (Dir.).
déis también intentar buscar información sobre si se están produciendo casos de mobbing Este documental nos sitúa
o acoso inmobiliario. en el Raval de Barcelona y, a
partir de la construcción de
un edificio, nos muestra a al-
Lecturas recomendadas gunos de sus habitantes, su
cotidianeidad en el barrio y
L. Wacquant (2008). Urban Outcasts: A Comparative Sociology of Advanced Marginality. Po- las transformaciones que és-
lity Press. te sufre. Reflexiona en torno
a las cuestiones planteadas
U. Martínez-Veiga (1999). Pobreza, Segregación y exclusión espacial. La vivienda de los inmi- en este apartado a partir de la
grantes extranjeros en España. Barcelona: Icaria-Instituto Catalán de Antropología. manera como los protagonis-
tas relatan su vida cotidiana.

2.3. Calidad de vida urbana

Seguridad en la ciudad ¿para quién? ¿Para qué? ¿Calidad de vida para quién? ¿Y
para qué? Los discursos oficiales en temas de seguridad en la ciudad y calidad
de vida urbana están plenamente presentes y establecidos en nuestras realida-
des cotidianas. Son unos discursos que hacen emerger una "ciudad ideal" to-
talmente racionalizada y sin problemáticas sociales (este "espacio urbano des-
conflictivizado del que hablábamos en el apartado 3.1.2). Con estos discursos
"normativizantes" y "normalizadores" conviven otros discursos urbanos sobre
© FUOC • PID_00277543 143 Procesos psicoambientales y urbanos

el tema de la seguridad y el tema de la calidad de vida. En los dos subaparta-


dos que siguen los presentamos para plantear visiones alternativas a estas dos
temáticas.

2.3.1. Seguridad en la ciudad

Videovigilancia, seguridad privada, alarmas electrónicas, nuevos equipamien- Panóptico de Foucault


tos policiales, controles de acceso, etc. son elementos que nos encontramos de
Uno de los conceptos más uti-
manera cotidiana cuando utilizamos los diferentes espacios de nuestras ciuda- lizados cuando se habla de la
des. Estos dispositivos llevan mucho tiempo siendo utilizados en el espacio vigilancia y del control del es-
pacio urbano es la metáfora
urbano, pero parece que a lo largo de estos últimos años se ha ido aumentan- del Panóptico, desarrollado
por Foucault (1975). Se trata
do el control y la vigilancia en el espacio público urbano. Acontecimientos de un tipo de control que de-
ja patente que estamos sien-
terroristas, aumento de crímenes o robos, conflictos sociales, etc. todo esto do observados y, por tanto,
(haya aumentado realmente o no) ha justificado que en las últimas décadas el acabamos por actuar en con-
secuencia. En otras palabras,
tema de la "seguridad" ciudadana sea quizá el discurso más preponderante no además de existir dispositivos
de control "externo" muy in-
sólo sobre el contexto urbano, sino también, por ejemplo, en lo referente a la tensos ejercemos un autocon-
política internacional. No obstante, en la ciudad, el discurso de la "seguridad" trol derivado de la propia con-
ciencia de estar en situación de
generalmente se ha relacionado y circunscrito directamente a la cuestión de vigilancia.
la "criminalidad" o, al menos, a un tipo concreto de criminalidad (pocas veces
se puede oír hablar de la corrupción urbanística, por ejemplo, como un pro-
blema de seguridad). Las políticas desarrolladas para abortar esta criminalidad
se han llevado a cabo al mismo tiempo que se desarrollaban las políticas de
seguridad urbana. De hecho, generalmente, con respecto a la "criminalidad",
son las mismas. En otras palabras, no parece que se haga una intervención tan
directa en algunas de las posibles causas de la "criminalidad" (quizá porque
son de cariz más estructural), sino en la persecución de ésta en el momento en
el que aparece. Por otra parte, también se criminalizan ciertos usos del espacio
público (sea mediante regulaciones a la práctica concreta del control o a la
imagen construida por los medios de comunicación), como ya comentamos
en los apartados anteriores. Algunos de ellos (no todos, un buen ejemplo es el
"botellón") vinculados a un cierto imaginario sobre la población inmigrante.

No volveremos aquí a comentar otra vez este tema, sólo cabe señalar que al-
gunos de los supuestos efectos de la globalización (la inmigración, entre ellos)
se han utilizado como elementos para construir estos nuevos discursos sobre
la seguridad: la cuestión de la "seguridad", en este sentido, se ha extendido por
el mundo globalizado, "globalizando", por lo tanto, diagnósticos, respuestas,
estrategias y, fundamentalmente, construyendo un discurso homogeneizador
que excluye o deja al margen otras lecturas conceptuales y fácticas. Sin em-
bargo, esta mirada reduccionista no es producto ingenuo de una miopía ana-
lítica y política; es una estrategia calculada y activa, consciente de que el mie-
do es uno de los mejores elementos de control social. ¿Cuántas veces no he
hecho según qué cosas o no nos hemos ido a según qué lugares simplemente
por miedo? Y no nos refiramos únicamente al miedo a que nos pueda pasar
alguna cosa. Es, también, miedo a ser desplazado, a ser diferente, a no encajar.
© FUOC • PID_00277543 144 Procesos psicoambientales y urbanos

Es, además, una inseguridad de la que no siempre se habla: la inestabilidad


laboral, la precariedad en el acceso a una vivienda digna, las dificultades para
llegar a final de mes.

No obstante, generalmente nos encontramos ante una lectura que le da un Lectura recomendada
único sentido al tratamiento de la seguridad: la de ponerse ante su "oponente",
M. Davis (2003). Ciudad de
la inseguridad. Sin embargo, es una inseguridad que no tiene nada que ver cuarzo: arqueología del futuro
con la que mencionábamos hace un momento. Lo "correcto", en el momen- de Los Ángeles. Madrid: Len-
gua de Trapo.
to actual, es que la ciudad (o, mejor dicho, los políticos y los gestores de las
ciudades) produzca discursos en términos de "inseguridad" para relacionarlo
directamente con el concepto de criminalidad, pero también para construir Películas recomendadas
activamente prácticas urbanas y promocionar determinados tipos de actuacio-
Las siguientes películas pre-
nes en el espacio urbano. Así pues, la pareja "seguridad-inseguridad" no sólo sentan un contexto bastante
distópico y se pueden relacio-
se circunscribe al campo de las políticas penales para reprimir los delitos, sino nar muy bien con las cuestio-
que traspasa y atraviesa la vida social cotidiana. No es sólo la vieja dicotomía nes de la vigilancia, la seguri-
dad y el control. Ver:
entre libertad y seguridad (que, por otra parte, continúa siendo realmente uti-
M. Radford (1984). Nineteen
lizada desde el poder, utilizando estos conceptos como abstracciones homoge- Eighty-Four.

neizadoras y totalizadoras). Va más allá: las personas que habitamos las urbes A. Niccol (1997). Gattaca.
R. Plá (2007). La zona.
realizamos o no ciertas prácticas o acciones en ellas en función de si seguimos
las normas establecidas o en función de cuánto de seguros o inseguros nos
sentimos en las urbes. Es más, dejando de lado que estas normas se construyen
muy a menudo relativamente de espalda a los ciudadanos (o a una parte de
éstos), somos nosotros mismos los que día a día confrontamos o damos apoyo
a esta construcción del espacio urbano mediante nuestras prácticas sociales.

Como menciona Rojas (2007, p. 35-36):

"El tema de la seguridad tiene un papel muy importante actualmente –sólo hace falta
observar y, sobre todo, sufrir el estricto control al que nos hemos de someter cada vez
que queremos viajar en avión–, desde los puntos de vista económico y político".

Esto hace pensar en el papel que verdaderamente pueden tener las instancias
del orden en una sociedad. La policía, o polizeiwissenschaf, es una institución
que surge en relación con esta técnica gubernamental, cuyo objetivo es hacer-
se cargo de los problemas de la población. En este sentido, se puede afirmar
que la policía, e incluso la medicina y la ciencia, instrumentalizan los debe-
res del Estado con su población al facilitar el escrutinio de las acciones, de las
costumbres y de la actividad de la población.

En materia de seguridad, queda claro el papel que ejercen los grupos policíacos
equipados hoy en día, con bastante tecnología para salvaguardar la seguridad
mencionada. La videovigilancia se ha convertido en un mecanismo de control
cada vez más utilizado. La videovigilancia también sirve para observar si se
cumplen las normativas cívicas.

En el discurso oficial, como ya hemos comentado en apartados anteriores,


las normativas cívicas sirven para preservar el espacio público como lugar de
convivencia y civismo, donde todas las personas puedan desarrollar en libertad
© FUOC • PID_00277543 145 Procesos psicoambientales y urbanos

sus actividades de libre circulación, ocio, encuentro y recreo, con pleno respeto
a la dignidad y a los derechos de los otros y a la pluralidad de expresiones y
de modos de vida distintos existentes en las ciudades.

Así pues, las ordenanzas cívicas se convierten en una pieza primordial dentro
del complejo entramado de modos contemporáneos de gobernabilidad y or-
denamiento de las ciudades. Desde este postulado, y acogiendo la propuesta
que define la gobernabilidad como el ejercicio realizado por un conjunto de
discursos y prácticas dirigidos a conseguir la regulación de los sujetos (Fou-
cault, 1990). Las ordenanzas cívicas, y teniendo en consideración el discurso
oficial, instituido y político, se convierten en dispositivos que regulan las ac-
ciones y las prácticas de los ciudadanos y de las ciudadanas dentro del espacio
urbano. Al mismo tiempo, en la esfera social, estas ordenanzas cívicas cons-
truyen identidades reguladas, normativizadas y reprimidas. Como apunta Bo-
net (2007, p. 41):

"La ordenanza cívica constituye el reverso de la ciudad plural y educadora [...]. A pesar
Lectura recomendada
de ello, sus efectos en el contexto del potencial de innovación creativa de Barcelona van
mucho más allá del simple afán regulacionista del espacio público. Su diseño e imple-
mentación responden claramente a la coalición de intereses entre el capital inmobilia- Zemos 98 (2007). Panel de
rio, turístico y comercial, que son los que dirigen el nuevo diseño urbano, el llamado control. Interruptores críticos
urbanismo de los negocios, y necesitan la privatización del espacio público a fin de que para una sociedad vigilada.
deje de operar como lugar de encuentro para convertirlo en lugar de circulación entre http://www.zemos98.org/
actos de consumo". paneldecontrol/libro/01_
DemocraciaCivica_Santiago
LopezPetit.pdf
Frente a estas otras maneras de comprender y de analizar el tema de la segu-
ridad ciudadana (desde la vigilancia y desde las ordenanzas de civismo), argu-
mentamos que cada vez más el espacio público urbano deja de ser espacio (da-
do que no se puede practicar social y libremente) y deja de ser público (dado
que se privatiza en todos sus rincones). Así pues, la amenaza ya no son ciertos
colectivos, grupos concretos de personas, etc.: la amenaza somos todos y está
extendida por toda la ciudad. De este modo, sólo podemos efectuar ciertos ti-
pos de actos y de acciones, de prácticas sociales y urbanas: quien haga otros o
quien no siga las normativas impuestas acaba convirtiéndose en un incívico.

2.3.2. Políticas de calidad

Resolver los problemas en el seno de la ciudad supone mejorar la habitabilidad


y, con ello, la calidad de vida. La calidad de vida de los ciudadanos depende de
factores sociales y económicos, pero también de las condiciones ambientales
y fisicoespaciales. El trazado de las ciudades y su estética, las pautas en el uso
de la tierra, la densidad de la población y de la edificación, la existencia de los
equipamientos básicos y un acceso sencillo a los servicios públicos y al resto de
actividades propias de los sistemas urbanos tienen una importancia primor-
dial para la habitabilidad de los asentamientos urbanos. Por lo tanto, a fin de
que se cubran las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos con respecto
a la habitabilidad de los barrios y la ciudad entera, es aconsejable orientar el
diseño, la gestión y el mantenimiento de los sistemas urbanos de manera que
se proteja la salud pública, se fomente el contacto, el intercambio y la comu-
nicación, se fomente la seguridad, se promueva la estabilidad y la cohesión
© FUOC • PID_00277543 146 Procesos psicoambientales y urbanos

social, la diversidad y las identidades culturales y se preserven adecuadamente


los barrios, así como los espacios públicos y edificios con significado histórico
y cultural.

La ciudad compacta ideal mira hacia dentro y también hacia fuera; pero su
sostenibilidad debe permitir que su interior cumpla con los requisitos adecua-
dos para su habitabilidad y la mejora de la calidad de vida urbana. Los espacios
verdes, los equipamientos, los servicios y los transportes públicos han de ser
accesibles, deben estar a una distancia-tiempo mínima con el fin de facilitar y
propiciar su uso, superando las barreras existentes y creando nuevos hábitos
de movilidad y relación.

La esencia de la ciudad es el contacto personal. La ciudad debería ser, por lo


tanto y sobre todo, de quien va a pie, dado que facilitaría el contacto entre
personas. Sin embargo, además, esto tiene efectos en términos ambientales.
Uno de los temas que queremos tratar en este apartado es, así pues, que los
viajes a pie, en bicicleta o en transporte público son los medios que pueden
reducir drásticamente el estrés ambiental provocado por los vehículos, lo que
potenciaría el contacto y la comunicación en el espacio público. A la vez que
se reduce el estrés ambiental se puede mejorar, en nuestras ciudades, el paisaje
urbano, ya esté en la vía pública o en las fachadas del parque edificado, de
manera que se genere un entorno propicio y de calidad.

La mejora de la calidad ambiental incide de manera precisa en varios aspectos


que conforman la calidad de vida de nuestros ciudadanos, en primer lugar, so-
bre el estrés ambiental y, concretamente, sobre la contaminación atmosférica,
el ruido, la contaminación visual y la seguridad vial; en segundo lugar, permite
aumentar las relaciones interpersonales, ya que la calle (pasear) se convierte
en un lugar adecuado para el contacto, el ocio y el tiempo libre para todos los
ciudadanos. El espacio público de calidad se muestra también como un esce-
nario para el desarrollo de diferentes acontecimientos de participación social.
Evidentemente, ésta es una situación ideal, pero probablemente sí puede ser
un principio global al que sería deseable tender.

Actualmente (a pesar de las diversas críticas que se pueden hacer a los concep-
tos de sostenibilidad y reciclaje, por ejemplo), quien más quien menos acepta
la reutilización y el reciclaje de los bienes de consumo utilizados con el fin de
detener el actual malgasto del suelo, de materiales y de energía que provoca
el actual modelo de ciudad difusa, reciclando, rehabilitando y recuperando la
ciudad existente. A los esfuerzos realizados, sobre todo en centros urbanos,
se deben añadir nuevas energías para coser y recoser las periferias dispersas y
delimitar de manera clara y precisa la frontera entre campo y ciudad. La ex-
plotación de los sistemas no debe superar nunca la capacidad de carga de los
sistemas periféricos, ya que son la garantía del futuro de la propia ciudad.
© FUOC • PID_00277543 147 Procesos psicoambientales y urbanos

"Reciclar" la ciudad, recuperarla para conseguir unas mejores condiciones de


habitabilidad, proporciona una relación de número de ocupados/inversión
mayor que otras actuaciones millonarias, que obtienen una pobre relación en
puestos de trabajo. Esta relación aumenta, por ejemplo, cuando intervienen
las ocupaciones tradicionales. Este tipo de trabajos proporcionan una ruptura
con la homogeneidad y la monotonía que producen las construcciones en se-
rie, ya que son trabajos poco mecanizados.

El reciclaje del tejido urbano y el recosido de las partes separadas de la periferia


es necesario que sea lento con el fin de encajar e interrelacionar los diferentes
componentes que deben configurar la nueva-vieja ciudad en una flecha tem-
poral dirigida al aumento de la complejidad. La variedad de componentes va
desde los diferentes usos y funciones que ocupan el espacio, hasta la variedad
de las fachadas y los espacios construidos. En efecto, la mediocridad estética y
la baja calidad del paisaje de la mayoría de las realizaciones urbanas actuales
no provoca en el ciudadano la necesaria apropiación del espacio cotidiano, tan
conveniente para su estima y conservación; pero, más importante aún, son la
expresión de profundas dinámicas de desigualdad social en el espacio urbano.

Por otra parte, la ciudad es suministradora de servicios de salud, de cultura,


educación, ocio y deporte. La variedad y la calidad de los equipamientos en
un área urbana, por ejemplo un barrio, es una de las zonas de peso y también
una garantía para la permanencia de personas con atributos diferentes (renta,
titulación, etc.). De la misma manera, la variedad y la calidad de los equipa-
mientos y servicios tienen un poder de atracción de gente diferente, incluso
en aquellos barrios que por un motivo u otro habrían entrado en crisis. Un
plan de equipamientos y servicios de calidad constituye una de las piezas fun-
damentales en los procesos de recuperación de barrios vulnerables.

Pero los equipamientos necesitan llenarse de actividades. En los barrios de


ciudades compactas y variadas que se han ido construyendo lentamente, han
proliferado en la medida en que aumentaba su complejidad, tanto en cantidad
como variedad, las asociaciones y organizaciones no gubernamentales, que
son, en definitiva, las que llenan de contenido los equipamientos y servicios
culturales, educativos, de ocio, deportivos y sociales. Los grupos y las asocia-
ciones sin ánimo de lucro son parte del alma de la ciudad y suministradores
de estabilidad y cohesión social, aunque en algunas ocasiones puedan ser uti-
lizadas por Administraciones u otros grupos de poder para justificar acciones
que no siempren tienen que ver con dicha cohesión. En todo caso, este tipo
de entidades y otras (movimientos sociales, palataformas, etc.), si son diver-
sas y están arraigadas en el territorio, suponen un aspecto importante para las
ciudades.

En aquellas partes de la ciudad que se han hecho lentamente y de manera


ininterrumpida, sin perturbaciones importantes, consolidando y renovando
las estructuras que las soportan, ha ido aumentando la variedad de sus com-
ponentes y, por lo tanto, los depósitos de información organizada proporcio-
© FUOC • PID_00277543 148 Procesos psicoambientales y urbanos

nadora de estabilidad, cohesión social y oportunidades, en detrimento de un


aumento excesivo de nueva estructura soportada sobre una malversación de
recursos. En términos de calidad de vida, esto significa que aumenta la segu-
ridad ciudadana (en el sentido amplio que apuntábamos antes), otro de los
aspectos destacados que conforman el concepto de calidad de vida.

Por otra parte, el proceso de rehabilitación y recuperación del parque edificado


(cuando se hace garantizando un acceso suficiente e igualitario al mismo) re-
presenta una mejora de las condiciones de habitabilidad y, consecuentemente,
de la calidad de vida. Muchos edificios por rehabilitar son construcciones del
siglo pasado sin las condiciones de habitabilidad requeridas en el momento
actual; sin embargo, muchos tienen, por contra, unas dimensiones (superficie
y volumen) que faltan a las construcciones modernas. El parque edificado re-
quiere, pues, la calidad mencionada. No importa la función que tenga el di-
seño de cualquier edificio, se debe pensar de manera que sus materiales sean
preferentemente de origen próximo, reutilizables y/o reciclables al final de su
vida útil, y que el aislamiento energético y acústico, así como los componen-
tes bioclimáticos y la captación de energía procedente del sol proporcionen el
confort y la energía necesarios para el funcionamiento de la estructura y para
la calidad de vida de sus habitantes; también, que su diseño permita un con-
tacto mayor, en cantidad y calidad, entre los habitantes, incluyendo las nue-
vas tecnologías de comunicación como es la fibra óptica y suficientes puntos
de conexión. Y, por último, que estas posibilidades sean realmente accesibles
para todos los ciudadanos y no se queden sólo en discursos sobre la imagen de
una ciudad, que en la práctica sólo representan a una minoría de las personas
que habitan en ella.

2.4. Los movimientos sociales urbanos

En este apartado destacaremos la importancia de los movimientos sociales ur-


banos en la transformación y en la gestión de las ciudades. El recorrido histó-
rico que planteamos en los dos puntos siguientes pretende ilustrar la impor-
tancia que han tenido estos movimientos no sólo en la transformación social
y urbana de las ciudades, sino también en la manera de gestionar las urbes.

2.4.1. Movimientos vecinales urbanos: historia y situación actual

Aunque la actividad de los movimientos sociales urbanos en nuestro contexto


se inicia a finales de los años sesenta, éstos pierden importancia social y políti-
ca en la recta final del franquismo y al iniciarse la democracia. En este período,
que más o menos va desde el año 1975 hasta 1979, las grandes ciudades es-
pañolas son protagonistas de una serie de luchas urbanas que se constituyen,
en la historia moderna española, como un capítulo fundamental no sólo para
comprender el proceso de transición política que se vivió, sino también para
© FUOC • PID_00277543 149 Procesos psicoambientales y urbanos

captar cómo fue la transformación profunda, tanto social como urbana, de las
ciudades. En este último caso, estamos hablando de un conjunto concreto de
movimientos sociales urbanos, los movimientos vecinales.

Trazar una historia de los movimientos vecinales urbanos en nuestro contexto


es complejo, entre otras razones porque su origen y su evolución posterior de-
penden enormemente de los procesos particulares de cada zona urbana. En la
literatura científica, y en cuanto a los movimientos vecinales urbanos, podréis
encontrar investigaciones clásicas e históricas sobre éstos y contextualizados
en diferentes ciudades: son los casos de Madrid (Castells, Rodríguez Villasan-
te), Barcelona (Borja, Olives) y Bilbao (Berriatua, Urrutia), que analizan con
detalle el origen y desarrollo de estos movimientos y de sus organizaciones
de base. Todos estos estudios, situados en la década de los ochenta, ponen de
manifiesto la fuerza reivindicativa y transformadora de aquellos movimien-
tos sociales urbanos que luchaban en las contradicciones políticas y urbanas
del momento y analizan la movilización que se ponía en práctica para hacer
frente al franquismo y al posfranquismo, así como las diferentes maneras de
auto-organización y articulación social.

Ejemplo

Elegimos un ejemplo concreto para ilustrar lo que estamos explicando, que resumimos a
partir de López (2008). El Barri de Sant Roc, en Badalona, puede tener una historia para-
lela a otros barrios similares en cuanto a movimiento asociativo y vecinal, y es además un
buen ejemplo de los procesos de segmentación y segregación que comentábamos en el
apartado anterior. Sant Roc está en el extremo suroeste del término municipal de Bada-
lona, en una zona que originalmente fue denominada por el Ayuntamiento de Badalona
como "barrio del regadío" (1958). Sant Roc ocupa 46,2 hectáreas y reúne 3.395 viviendas
(con una media de 50 m2 cada una) en seis tipos de bloques, que varían de los 5 a los 14
pisos de altura (Pareja et al., 2005, p. 15). Según datos de población del Ayuntamiento de
Badalona registrados en julio del 2004, la población del barrio de Sant Roc es de 13.752
personas, de las cuales aproximadamente 5.000 (un 40%) son habitantes "autóctonos" de
etnia gitana y unos 2.600 son población inmigrada (a pesar de que hay que tomar dichas
cifras con cautela, pues parte de esta población no está empadronada).

El barrio de Sant Roc, como tal, comenzó a ser construido en diciembre de 1962, como
una solución a la necesidad de vivienda de colectivos de otras zonas de Barcelona, que
por distintas razones van a ser reubicados en él. Junto con procesos de intervención urba-
nística (expropiaciones de la A-19, chabolistas de Montjuïc y Somorrostro, etc.) en otras
zonas del área metropolitana de Barcelona, las inundaciones de otoño de 1962 fueron el
detonante del traslado al barrio de una gran cantidad de personas, que se instalaron en
edificaciones prefabricadas mientras se construían los característicos bloques de pisos.

En octubre de 1965 se finaliza la construcción de los primeros pisos, cuya promotora fue
la "Obra Sindical del Hogar y Arquitectura", posteriormente muy criticada por su mala
gestión y la mala calidad de la construcción. La herencia de dicha intervención en Sant
Roc son unos bloques raquíticos y mal construidos que con los años han obligado a una
remodelación del barrio que incluye un total de 918 viviendas afectadas por patologías
estructurales, agravadas por una construcción totalmente deficiente que, nada más aca-
bar las obras, provocaron problemas de humedades y todo tipo de desperfectos.

Como una muestra de los efectos negativos que esta mala intervención (y la falta de
equipamientos en el espacio público) tuvo en la vida de los vecinos, entre 1972 y 1976 se
produjeron una serie de accidentes que se cobraron la vida de varias personas (dos niños
muertos al desprenderse la barandilla de dos pisos, una joven muerta al desprenderse
una cornisa, otros dos niños atropellados por falta de semáforos, un niño fallecido al
electrocutarse con un cable sin protección, etc.).

En el mes de junio de 1985, el Estado, mediante el Real decreto 1009/85, traspasó a la


Generalitat de Cataluña, a través de ADIGSA, el control de la calidad de las edificaciones
de las viviendas construidas hasta el 1980 y la promoción pública de las viviendas. De
esta manera comenzaba el trabajo para ADIGSA, que, desde 1985, ha administrado más
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de 77.000 viviendas, distribuidas en 513 grupos, 201 correspondientes a los barrios tras-
pasados y 312 a las nuevas promociones hechas por el Instituto Catalán del Suelo. Tam-
bién se comienzan a abordar, desde 1986, los problemas derivados de la propiedad de las
viviendas: en ese momento, el 70% de la gente del barrio aún ocupa ilegalmente el piso.
Esta situación se irá solventando paulatinamente, hasta que en 1991, los pisos de Sant
Roc llegan a la calificación definitiva y ya pueden ser tratados por sus propietarios como
cualquier otra vivienda en el mercado. A partir de los años noventa, la Generalitat de
Cataluña emprende una serie de intervenciones en barrios periféricos de diferentes ciu-
dades catalanas que, como veremos más adelante, incluye también al barrio de Sant Roc.

Toda esta problemática asociada a la rápida y deficiente construcción de viviendas e ins-


talaciones públicas, relacionada con las particulares condiciones en las que se dio el realo-
jo, con la falta de políticas públicas y recursos para la población y con la situación de
marginalidad previa de parte de la población realojada, produce, desde el nacimiento del
barrio, una fuerte demanda de soluciones, que se traduce en un asociacionismo que es
interesante, al menos, resumir. A finales de los años sesenta y principios de los setenta
nacen en Sant Roc entidades como el Centro Social (Ateneu Popular desde 1986), la co-
munidad parroquial y ya a finales de los setenta y mediados de los ochenta, la asociación
de vecinos y la Asociación Gitana de Badalona, que, junto con el Ateneu Popular, ten-
drán un papel fundamental en las intensas movilizaciones para mejorar la realidad del
barrio. En 1978, y como consecuencia de los accidentes mencionados previamente, las
cartas de protesta y las movilizaciones (y el cambio de régimen político), el consejo de
ministros aprueba un plan para mejorar el barrio, que posteriormente retomará ADIGSA
en diferentes momentos –hasta la actualidad–, con unos resultados que, al menos vistos
desde el presente, pueden no parecer suficientes. Otro aspecto fundamental en las luchas
vecinales vendrá dado por los problemas asociados con la venta y el consumo de drogas
ilegales desde los ochenta y principios de los noventa.

Podríamos decir que la misma historia, con evidentes diferencias sociopo-


líticas e históricas, e implicando distintas fases de desarrollo, se repite en
otros contextos urbanos, en cualquier parte del mundo. Como apunta Alabart
(1998, p. 11):

"en todos los países industrializados y desde finales de los años sesenta, han surgido una
serie de grupos que ante los problemas sociales que consideran muy urgentes se propo-
nen cambiar la percepción de los ciudadanos y crear estados de opinión que impulsen el
cambio. Son los movimientos sociales. A diferencia de los movimientos sociales tradicio-
nales (partidos políticos y sindicatos), los movimientos alternativos no son grupos que
defiendan intereses de una determinada clase social, ni responden a ideologías políticas
específicas. Su objetivo último no es el beneficio directo de sus asociados o seguidores,
sino, como se ha dicho, la creación de una conciencia colectiva sobre problemas a los
que hasta entonces se había prestado poca atención y que, de una manera u otra, afectan
a todo el mundo. A menudo estos problemas ni tan siquiera incumben directamente a
las personas que forman parte del movimiento. Es imposible, pues, catalogarlos como
‘grupo de intereses’; en todo caso hay que definirlos como grupos que buscan la conse-
cución de bienes públicos".

El espacio urbano ha sido siempre un lugar propicio para el surgimiento de


movimientos sociales (aunque no ha ocurrido en él de una manera exclusiva),
pero no se puede considerar que todos ellos tengan, como acabamos de decir,
un carácter vecinal: en muchos casos, a pesar de estar compuestos por prácti-
cas, estructuras y construcciones ideológicas que a veces son netamente urba-
nas, exceden con mucho un ámbito territorial concreto de la ciudad. Por lo
tanto, la definición que acabamos de retomar en general es aplicable, con al-
gunos matices, a los movimientos vecinales urbanos, pero no siempre: pueden
existir múltiples variantes de éstos respecto a algunos de los elementos que
señala. Por ejemplo, implícita o explícitamente, pueden existir movimientos
vecinales que tengan un componente de clase social o ideológico determina-
do, u otros que, si bien generalmente tienen otra trayectoria y vigencia (por
ejemplo, pueden ser más cortos en el tiempo y aparecer o desaparecer exclu-
sivamente en función de un problema en concreto) buscan directa y explíci-
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tamente el beneficio de sus componentes, si bien éste suele venir a la par (a


veces disfrazarse y otras buscar legítimamente) de la búsqueda de un beneficio
colectivo para la zona o barrio en cuestión.

En unas ocasiones, por tanto, los movimientos vecinales se conforman en


torno a un problema concreto que surge en esa zona urbana. En otras, se trata
más de movimientos asociativos que no siempre responden a un perfil reivin-
dicativo como objetivo general, o al menos no están basados en una dinámi-
ca de confrontación con las autoridades locales, etc., sino en procesos de co-
laboración, imbricación (podríamos decir, también, de instalación en estruc-
turas participativas diseñadas ad hoc) y mejora paulatina de ciertos elemen-
tos. Esta cuestión tiene que ver enormemente con la de la participación, que
abordaremos en el módulo siguiente: de alguna manera, se puede simplificar
diciendo que ciertos movimientos urbanos consideran (o han dejado de con-
siderar) posible la transformación dentro de los canales establecidos por las
autoridades, mientras otros están instalados en ellos y de esa manera intentan
cubrir sus objetivos. Hablaremos de ello un poco más adelante. En todo caso,
los movimientos vecinales urbanos también pueden ser diferentes en térmi-
nos de su estructuración y mecanismos de participación, que pueden ir desde
una estructura formal como asociación vecinal hasta procesos asamblearios
y horizontales no formalizados. Como vemos, los objetivos y los modos de
acometerlos son variados.

Un caso particular que merece la pena mencionar, porque está bien recopilado
en los trabajos sobre el tema, es el que lleva por nombre el acrónimo NIMBY
(del inglés Not in my back yard), también conocido en castellano como SPAN
(Sí, pero no aquí). Dichos movimientos vecinales se podrían describir, en pocas
palabras, como reacciones de un grupo de vecinos frente a la instalación (o
la posible instalación) de algún tipo de infraestructura o servicio en una zona
próxima al barrio o en el propio barrio. La característica común de dichas in-
fraestructuras o servicios es que son consideradas por estos vecinos como per-
judiciales, molestas o peligrosas. Los ejemplos son muchos y van desde aero-
puertos y otras infraestructuras de movilidad hasta centros sociosanitarios re-
lacionados con las drogodependencias o instalaciones religiosas, pasando por
antenas de telecomunicaciones, industrias, plantas de reciclaje y basureros.

En función de estas motivaciones, los discursos asociados se basan también


en diferentes argumentos: pueden ser de tipo ecológico (por ejemplo, la con-
taminación producida por una industria, la falta de sostenibilidad de un ba-
surero, etc.), socioeconómico (por ejemplo, la pérdida de valor de las vivien-
das de la zona, la "peligrosidad" de las personas que la infraestructura atraerá,
etc.) o sanitario, por citar algunos. También, en función de la problemática
concreta, los discursos contrarios al movimiento vecinal pueden basarse en
la solidaridad entre zonas urbanas, la necesidad del desarrollo o la ecología.
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Por esta razón, la caracterización de un movimiento vecinal como NIMBY, al


hacerse desde la Administración que promueve dicha infraestructura, suele ser
peyorativa.

Como dijimos antes, los movimientos vecinales urbanos en nuestro contexto


cercano son enormemente variados y dependientes del contexto, y así ha sido
también en las últimas décadas. Algunos de los procesos que han dado lugar en
ciertas zonas urbanas a movimientos vecinales tienen hoy un impacto menor,
o están menos en la agenda política (como, por ejemplo, el consumo de heroí-
na durante los ochenta). Otros se han dado con frecuencia y se siguen dando,
como las reivindicaciones de ciertos barrios históricamente segregados para
mejorar en determinadas instalaciones o servicios (transporte, mantenimien-
to de calles y edificios, instituciones educativas, servicios sanitarios y un largo
etcétera). También, en otros casos, los movimientos vecinales han surgido o se
han ido posicionando frente a procesos que quizá tienen un carácter relativa-
mente más reciente, o que se han agudizado en algunos momentos de las últi-
mas décadas. Un buen ejemplo de esto son los movimientos frente a procesos
de especulación urbanística, gentrificación y acoso inmobiliario. No vamos a
entrar aquí a describirlos porque realmente se podrían mencionar muchos. Por
ejemplo, en la Barcelona de los últimos años, y por mencionar sólo dos (en
las lecturas complementarías podéis encontrar muchos más, algunos de ellos
localizados en otras ciudades), los movimientos del Forat de la Vergonya y del
barrio de Bon Pastor (Sant Andreu). Por otra parte, cabe mencionar, aunque
no son comparables y en ciertos aspectos son de un orden totalmente diferen-
te, movimientos vecinales consistentes en procesos colectivos (menos organi-
zados, de un menor alcance y duración, generalmente) que están relaciona-
dos con aspectos que hemos abordado previamente en este mismo módulo,
como la explicación de ciertos problemas sociales a partir exclusivamente de
la "diferencia cultural": por ejemplo, las protestas vecinales en La Salut (Serra
d’en Mena) en febrero del 2007 relacionadas con la sobreocupación de pisos
por parte de la población rrom (gitana) de origen rumano. Por último, es po-
sible señalar también en nuestro contexto cercano ejemplos actuales de mo-
vimientos vecinales que podríamos calificar como NIMBY. Un ejemplo claro,
y con amplia repercusión política y en los medios de comunicación (además
de implicar discursos de todo tipo, desde los perjuicios al barrio y los vecinos
hasta el posible daño a monumentos históricos como la Sagrada Familia), es
la Plataforma "Ave pel Litoral".

Del mismo modo que las temáticas que se abordan, los modos de lucha y di-
fusión de la información de los movimientos vecinales urbanos se han ido
modificando con el tiempo para adaptarse y tratar de maximizar el impacto.
Es evidente la importancia que en este proceso han tenido los medios de co-
municación y, muy particularmente, Internet. Además, dentro de procesos de
intercambio de estrategias y experiencias, desde la conexión entre lo global
y lo local (al menos desde los propios discursos de los movimientos sociales
y sin entrar a discutir estos conceptos), se han ido construyendo encuentros
y conexiones entre diferentes movimientos vecinales, sociales y políticos que
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previamente funcionaban quizá de una manera más aislada. Un ejemplo de


esto puede ser la articulación de algunos de ellos en torno a los foros sociales
mundiales realizados en diferentes ciudades del mundo.

Evidentemente, al mismo tiempo, los modos de confrontación hacia estos mo-


vimientos vecinales también se han ido modificando. Aunque existen múl-
tiples casos en los que siguen respondiendo a una contención simplemente
policial de estos movimientos, se puede considerar que en ocasiones ciertos
procesos de participación han servido también como herramienta de control
de las reivindicaciones y los movimientos vecinales. Sin entrar a discutir esta
cuestión, que es de una complejidad mucho mayor, simplemente es interesan-
te apuntar aquí que algunos movimientos también son mediatizados y utiliza-
dos en ocasiones por el poder, moviéndose en una tensión entre los canales de
participación y los discursos de representatividad y legitimidad respecto a las
propias reivindicaciones y la población a la que afectan. En el contexto actual,
complejo, variado e individualista (sólo por citar tres de sus características), es
difícil encontrar movimientos que claramente cohesionen y articulen las sen-
sibilidades de una zona urbana en su conjunto y, a pesar de los procesos clara-
mente participativos que se dan en algunos de ellos, esta cuestión es utilizada
con frecuencia por parte de las administraciones para justificar sus propias ac-
tuaciones y deslegitimar la oposición a éstas, privilegiando a aquellos sectores
que entran al juego participativo por medio de los canales establecidos.

En todo caso, los movimientos vecinales urbanos siguen siendo y representan-


do, generalmente, una expresión de la disconformidad de la población con el
modo como están siendo transformadas o se están modificando sus ciudades.
Y en ese sentido, además de ser maneras de organización colectiva lógicas en
un contexto urbano aquejado de múltiples problemáticas, implican una ne-
gociación de los significados y las transformaciones del espacio urbano desea-
ble y necesaria.
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