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Soy hijo de Jàpeto y oceánide 

Asia, mis hermanos eran Atlas, Epimeteo y Menecio a los que


superaba en astucia y engaños.

Al principio de los tiempos la tierra estaba gobernada por titanes, hijos de los dioses
primordiales, entre ellos estaba yo que tengo la habilidad de prever el futuro. Preví la victoria
de los dioses sobre los titanes en la titanomaquia, la gran guerra entre dioses y titanes por el
poder supremo, no me opuse a Zeus durante el conflicto y convencí a mi hermano Epimeteo
de hacer lo mismo, así que escapamos de ser encarcelados en el tartaro junto con los otros
titanes.

Después del conflicto Zeus nos ordenó de crear y poblar la tierra con todos los seres vivientes.
Epimeteo tenía que distribuir los regalos de los dioses entre las criaturas. Ha algunos les dio el
vuelo, a otros la capacidad de moverse por el agua o correr por el pasto, a las bestias les dio
escamas brillantes, pelajes suaves, garras afiladas, una gran fuerza, y así se distribuyeron los
talentos. Mientras tanto formé del barro al primer humano, sin embargo, nos dimos cuenta
que todos los talentos ya habían sido gastados con los otros animales. Entonces presenté mi
trabajo a la diosa Atenea y a ella le encantó mi trabajo y decidió bendecirlo con el aliento
divino.

Así llegó la humanidad, pero no estaba satisfecho con el resultado, quería que la humanidad se
destacara por encima de todos los animales, pero lo que vi era un simple mono más
inteligente. Estos se escondían en cuevas huyendo de todo tipo de animales, viviendo de la
fruta que caía al suelo y con un miedo absoluto a la oscuridad.

Atenea me consejo que presente al hombre con fuego, con la puesta de sol me dirigí al carro
de Helios, que esperaba un nuevo amanecer. Encendí una antorcha que sería entregada a la
humanidad. Frente al fuego la humanidad empezó a desarrollarse más rápido, se crearon
armas y herramientas, y así el hombre empezó a dominar la naturaleza. Ahora si ya estaba
satisfecho.

Viendo a los humanos florecer Zeus decreta que deben honrar a los dioses ofreciendo
sacrificios, pero intercedí a nombre de la humanidad para evitar que mi creación sea
explotada. Fui astuto y engañé a Zeus a nombre de los hombres.

Pedí que trajeran un toro para que sea sacrificado a los dioses y que el producto fuera
separado en 2 colinas, una de las pilas era más pequeña, pero tenía las mejores carnes
cubiertas por el cuero y el vientre del animal, la otra pila era la más grande pero solo tenía
huesos cubiertos en grasa, lo que hacía que la ofrenda se viera hermosa.

Sabía que la ambición de Zeus le haría elegir el más grande, para que el hombre tuviera la
mejor parte, y eso es lo que pasó. Cuando Zeus se dio cuenta que fue engañado se enfureció
con lo hombres que lo engañaron y decide quitarles el fuego de las manos de la humanidad.

Sin el fuego los hombres entraron en reversa, fueron atormentados de nuevo por la oscuridad
y el frío, y ya no podían cocinar su comida.

Indignado decidí robar el fuego sagrado y devolverlo al hombre. Durante la noche fui al olimpo
y regresé con la llama robada de las fraguas de Hefesto. Con el fuego restablecido el desarrollo
de la humanidad floreció de nuevo, sin embargo, el brillo de las llamas por la noche llama la
atención de Zeus.
Furioso decide que debería ser castigado. Me encarceló en una roca en el Cáucaso, donde iba a
sufrir el castigo eterno por desafiar las decisiones de Zeus. Zeus ordenó a que un pájaro
devorara mi hígado todos los días, causándome un dolor inexplicable. Como era un titan
inmortal, así que después de ser despedazado por el pájaro mi hígado se regeneraba. Por el día
la pájaro venia y se comía mi hígado y por la noche se regeneraba, una y otra vez durante
muchos años.

Fue entonces cuando Zeus bajó a la tierra y me ofreció la libertad si ocultaba al hombre el
conocimiento del fuego. Como benefactor de la humanidad rechacé la oferta de Zeus y
sacrificarme por mi creación. Así la humanidad pudo prosperar gracias al sacrificio.

Esta tortura debió durar eternamente, pero Hércules que en uno de sus viajes pasaba por allí,
se compadeció de mí y me liberó, matando al pájaro con una flecha.

Como recuerdo de mi condena, me hice un anillo de metal unido a un trozo de la roca donde
fui encadenado, de ahí es la costumbre de los hombres llevar anillos como recuerdos de
eventos importantes.

Gracias a mi historia salió un libro llamado el moderno Prometeo o Frankenstein escrito por
Mary Shelley. También salieron varias versiones como Pygmaliòn de Bernard Shaw o El golem
de Gustav Meyrink.

Y recuerda, aunque a veces queramos ser el héroe, no deberíamos jugar con fuerzas que nos
superan.

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