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DESPLAZAMIENTO FORZADO, PROBLEMÁTICA QUE TIENE EN VILO AL

PUEBLO COLOMBIANO

Marta Lucia Higuita Sucerquia

Docente

Ruth Yaneth Cardona Perez

Universidad de Antioquia Seccional Occidente

Comunicación

02 de marzo

2022
En el siguiente trabajo, voy a dar a responder una pregunta cuestionada y debatida que

surgió gracias a los conflictos armados internos de Colombia que ha desencadenado el

desplazamiento forzado de muchas personas, ¿Se ha logrado alcanzar la anhelada y dichosa

paz que quieren todos los colombianos con los procesos de reconciliación que ha hecho el

estado hoy en día? A partir del documento, “Procesos de paz en Colombia: derechos

humanos y familias víctimas del conflicto armado” de Yira Rosa Meléndez Monroy, Jaidith

Milena Paternina Sierra y Darly Farith Velásquez Martínez.

Tesis: El proceso de paz del Estado Colombiano fue el principal promotor para

superar el conflicto armado que produjo la violación de los derechos humanos de los

individuos.

Cito un fragmento recuperado en el documento, “Proceso de paz en Colombia:

Derechos humanos y familias víctimas del conflicto armado”, el Registro Único de Víctimas

(Unidad para las víctimas, 2018), se reportan en general 8.650.169 víctimas registradas en

Colombia, y de estas, 8.307.777 son específicamente víctimas del conflicto armado.

(Monroy,2018, p.56). Partiendo desde este contexto, la historia de Colombia en los últimos

sesenta años ha estado marcada por el conflicto armado. En sus inicios, la desigual

repartición de la tierra y la falta de espacios para participación política dieron cabida al uso de

la violencia y la lucha armada. Un método que en los años siguientes se fue reforzando con la

irrupción del narcotráfico, el narcoterrorismo, la presencia de nuevos actores políticos y


armados en un contexto de lucha revolucionaria, Guerra Fría y guerra contra el terrorismo

que han ido transformando el conflicto en su razón de ser y métodos de subsistencia. Por

esta razón, los grupos armados han justificado el uso de la violencia por considerarla el único

método para poder transformar la sociedad y con la intención de no permitir cambios

considerados como ilegítimos, esto, justifica las cifras dadas en primer lugar alarmando al

Estado y trayendo como derivación de estos enfrentamientos la desintegración del hogar de la

sociedad colombiana. Así pues, la fractura creada por las desigualdades, el uso de la violencia

y la lucha por el poder han marcado las dinámicas sociales y políticas que han tenido lugar en

Colombia desde que se instauró la República (S.XIX) hasta el día de hoy, cuando Colombia

abre un nuevo capítulo en su historia con los actuales procesos de paz dando esperanzas para

obtener algo que durante muchos años no ha sido posible lograr en Colombia, como lo es la

armonía y la tranquilidad.

Frente a las constantes conflagraciones en Colombia en el siglo XX liderados por los

principales grupos armados como las FARC, se introdujeron diversos cambios estructurales y

sociales que transformaron las sociedades de aquel tiempo, uno de ellos, es la violación de los

derechos humanos sobre todo en las victimas de este conflicto armado. Si bien, las Naciones

Unidas, es unas de las instituciones veedoras hacia la Declaración Universal de los Derechos

Humanos y que ha sido caracterizado como un ordenamiento jurídico de supervivencia y

conservación, por consiguiente, las leyes y costumbres de guerra poseen un contenido

“protector” y “garantista”, ya que su aplicación permite librar a las víctimas de los conflictos
armados de las modalidades de violencia propias del fenómeno guerrero, pero

desafortunadamente, no se logra cumplir esta norma que sostiene el Estado Colombiano ya

que en la mayoría de los casos, los afectados por los conflictos armados suele aumentar sin

recibir los cuidados y atención que se estipula en la ley, por desgracia, cuando los

connacionales se enfrentan con las armas. Por ello, resulta necesario insistir el principio de la

aplicabilidad automática que se funda con exigencias humanitarias, porque la puesta en

práctica de las normas de protección de las víctimas no debe depender de una apreciación

subjetiva de las partes. La buena fe en la aplicación de esos instrumentos sigue siendo un

elemento primordial para todo acuerdo de paz.

La construcción de la nación colombiana ha sido enmarcada por la diversidad regional

de sus selvas, montañas y llanuras e influida por la composición pluriétnica de su gente, por

la apropiación desigual de sus tierras, por la particularidad de sus desarrollos locales, por la

variedad de sus estilos de vida y por sus sistemas de representación social específicos. Las

divergencias, los intereses encontrados, las tensiones entre los grupos y la lucha por el poder

económico y político han desembocado en conflictos de intensidad variada, colocando a las

instituciones sociales en crisis permanentes. Son numerosos los hechos sociales violentos que

han marcado la historia colombiana, como los acontecidos en los años cuarenta y cincuenta

del siglo XX. Hechos que, ayer como hoy, se repiten. Encontramos en ese entonces

confrontaciones frenéticas por el control del poder político que condujeron a una guerra

fratricida encabezada por los líderes de los partidos tradicionales. El color rojo y el azul se
convirtieron en medio de la irracionalidad de las pasiones partidistas, en símbolos de odio,

disolución y muerte. Numerosos campesinos fueron obligados a abandonar sus tierras; las

ciudades pequeñas y grandes crecieron vertiginosamente; las familias se desarticularon y no

pocas de las personas que lograron sobrevivir a la hecatombe, les dieron rumbos inesperados

a sus vidas. Según Cifuentes (2009) citado en el documento “Proceso de Paz: derechos

humanos y familias víctimas del conflicto armado”, el conflicto armado en Colombia deja a

la población civil en riesgo al vulnerar y violar sus derechos de frente a un Estado incapaz de

medir, intervenir o enfrentar el conflicto interno colombiano por sus particularidades de

multidimensionalidad, multicausalidad y multipolaridad y generó tantos hechos de violencia

que involucraban no solo a los actores directos sino a personas y familias que no tenían

escapatoria de estos. (Monroy,2018, p.12). Todas estas violaciones conllevan a los habitantes

de estas zonas a desplazarse y perderlo todo. Indudablemente, si se reducen las violaciones al

DIH, se podrá contribuir a que menos personas sientan la necesidad vital de abandonar sus

hogares y desplazarse hacia otro lugar más seguro. Por ende, el papel del Estado Colombiano

constituye entonces un escenario de compromiso y de reconocer su responsabilidad en el

conflicto, con la Ley 387 de 1997 en la cual se incorpora la importancia de la atención

psicosocial para la población desplazada, entre otros aspectos, reconociendo afectaciones

sobre la estabilidad de personas y comunidades, la sentencia T-045 de 2010 proferida por la

Corte Constitucional y que refuerza el derecho a la salud por parte de la población desplazada

y hace énfasis en los procesos de atención de la salud mental y más tarde con la Ley 1448 de
2011 la cual genera la consolidación de la política pública para la atención y reparación a las

víctimas. Más allá de insistir en la importancia que tiene la aplicación de las normas

humanitarias, es fundamental que los dirigentes políticos y los actores armados involucrados

en el conflicto tomen todas las precauciones necesarias para proteger a quienes no participan

o han dejado de participar en las hostilidades.

Después de más que 50 años de conflicto armado, el gobierno de Colombia busco

promover el desarrollo de una paz inclusiva y duradera en Colombia mientras que se

implementan los acuerdos de paz, apoyando así, a los derechos fundamentales de las

comunidades tradicionalmente marginadas, la rendición de cuentas por atrocidades, y

trabajando para que la política exterior de los EEUU hacia Colombia sirva para promover la

paz y no la militarización por medio de un Acuerdo de Paz con el grupo armado más grande

del país. Según “el proceso de Paz en Colombia: derechos humanos y familias víctimas del

conflicto armado”, el gobierno de Colombia fue buscar una alternativa conciliadora con ellos,

con en el propósito de prevenir y evitar más víctimas inocentes, ya que es menester resaltar

que en varios de los casos sobre violación de derechos humanos no solo se presentó entre los

actores directos sino también con la población civil, y muy particularmente, con familias que

fueron desintegradas y desarraigadas de su territorio. (Monroy, 2018, p.10).


Bibliografía

Meléndez Monroy, Y., Paternina Sierra, J., & Velásquez Martínez, D. (2018).

Procesos de paz en Colombia: derechos humanos y familias víctimas del conflicto

armado. JURÍDICAS CUC, 14(1), 55-74. https://doi.org/10.17981/juridcuc.14.1.2018.03

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