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UNIDAD 2
Alumnos
N° CÓDIGO: 40002_980
Tutor
ARLEY CAMELO CIRO
El tratado de paz se originó a partir de la guerra y el conflicto que se ha tenido con las
FARC en Colombia, el cual se crea un dialogo entre el presidente de la república y los
cabecillas de las FARC donde se establecieron normas y derechos a los cuales se deben dar
cumplimiento, este Tratado se llevó a cabo en la Habana Cuba.
El problema originado del acuerdo de Paz fue más que todo con aquellas personas que
soportaron el flagelo y sintieron el dolor de la falta de sus seres queridos, de aquellas
personas que fueron secuestradas, que fueron violadas y también a aquellas que tenían sus
propiedades, que lo tenían todo y les toco desplazarse sin poder llevar absolutamente nada
sin saber cuál era el rumbo.
Asimismo, surge la problemática en las fuerzas militares. Luego de advertir que las Farc
“incumplieron su palabra” en torno al cese unilateral del fuego lo cual desató la ola de
indignación que se gestó en el país por la masacre de 10 soldados en el Cauca ante la
soberanía no había justicia no había ley.
Del mismo modo hay ciudadanos que no están de acuerdo con el tratado por que, aunque se
firme la paz la pobreza no dejara de existir, la violencia no cesara en las ciudades ni en los
campos, la economía de los habitantes no va a mejorar por el solo hecho de firmar la paz.
La injusticia no terminará, las cárceles no se despejarán y cada día que pasa la ciudad y el
país serán igual. El mayor daño es a la credibilidad de las Farc, la falta de confianza de los
colombianos que ha sido expresada de un modo que no tiene antecedentes y se acentúa con
la afirmación alucinante de que el Estado es el responsable de lo que está sucediendo en
Colombia.
Otro punto sensible que reiteró el Gobierno desde La Habana es que el presidente Santos no
se dejará presionar a través de actos violentos para acceder a un cese bilateral del fuego, ya
que eso solo puede concretarse cuando las condiciones realmente estén dadas y, además, se
acuerde el fin definitivo del conflicto armado.
No podemos olvidar que un proceso de paz es una negociación política que implica una
lucha por el poder, el reconocimiento del adversario, algún grado de impunidad y la
posibilidad de ganar en algunos aspectos, y ceder en otros ámbitos de la negociación. Es
importante anotar que el reconocimiento que hace el gobierno del conflicto interno
colombiano y el inicio de los diálogos con la guerrilla le da a las FARC un estatus político
que le permite acceder a los beneficios políticos, jurídicos y sociales que se desprenden de
este tipo de procesos y que van más allá de una simple desmovilización y reincorporación a
la vida civil de sus combatientes.
El Estado de la mano de la sociedad civil debe garantizar el éxito de esta negociación y
sortear con decisión los obstáculos de este tipo de procesos para obtener finalmente el
fortalecimiento de las instituciones del Estado, la desarticulación de las FARC, la
reparación material, moral y simbólica de las víctimas, el establecimiento de la verdad, un
equilibrio entre aplicación de justicia y paz para evitar impunidad, y la reconstrucción
social para un postconflicto exitoso. El país no olvida las consecuencias de una
negociación sin objetivos claros como la del Caguán, donde por el anhelo de mantener a
toda costa una negociación sin un norte claro y en medio de la confrontación, no solo se
llegó a un rotundo fracaso del proceso de paz, sino que además se abrió un nuevo ciclo de
violencia que hasta hoy estamos padeciendo. Igualmente, están latentes los errores del
proceso de negociación con los paramilitares y las debilidades de la Ley de Justicia y Paz.
Para crear un ambiente propicio de negociación es preciso generar un discurso pedagógico
y un optimismo ciudadano en torno a la paz, elementos muy débiles en el momento actual
de Colombia, donde las personas tienen la percepción de que la inseguridad empeora y que
no existen las condiciones para un cierre negociado del conflicto por las acciones violentas
y cotidianas de las guerrillas de las FARC y del ELN, que en muchas regiones del país se
articulan con las denominadas Bacrim a través de los negocios ilícitos que comparten. Sobre
los principales puntos de la agenda de negociación: Política de Desarrollo Agrario,
Participación Política, Solución del Problema de las Drogas ilícitas, la Política de Victimas
y la Implementación, verificación y refrendación de los acuerdos, nadie desconoce que son
problemas centrarles de la realidad y del conflicto nacional. Las críticas se acentúan cuando
un actor como las FARC que representa una minoría se les otorga la vocería para negociar
los grandes problemas nacionales en momentos que si bien es cierto no están totalmente
derrotados, si se encuentran en un claro retroceso político y militar. Sobre los negociadores
del Gobierno Central en el proceso de Paz es importante resaltar que representan sectores
estratégicos del país: gremios económicos, clase política, ex generales de las fuerzas
armadas y asesores de paz. El gran vacío en la mesa lo constituyen las víctimas, quienes a
pesar de haber sufrido las más graves violaciones a los derechos humanos no encuentran un
representante directo que defienda sus intereses, muy a pesar que uno de los puntos
centrales de la negociación sea la Política de víctimas. Igualmente, la mesa carece de otros
representantes de la sociedad civil.