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INSTITUTO REGIONAL DE EDUCACIÓN

PROFESORA: JAVIERA PINTO ESCOBAR

¡Creando y presentando un cuento circular!

Objetivo general: Elaborar un cuento circular, según criterios vistos en clases, para posteriormente presentarlo al
curso, apoyando su trabajo con material gráfico.

Objetivo de la clase: Crear un cuento circular, donde el final de la historia se conecte con el principio de ésta.

INDICACIONES

 Reúnanse en grupos de 4 a 5 personas para realizar trabajo evaluado: Escritura de cuento circular.
 Escojan alguna temática que les gustaría trabajar en su cuento.
 Piensen en qué personajes tendrá su narración y cuáles características tendrá cada uno de ellos.
 Piensen en los ambientes que se desarrollarán en su relato.
 Bosquejen la historia que van a contar, divídanla en momentos: inicio, desarrollo, clímax y desenlace.
 Comiencen a escribir su cuento. Procuren mantener una buena ortografía y redacción.
 Recuerden que la historia debe finalizar en el mismo punto en el que comenzó.
 TODOS los integrantes del grupo deben estar trabajando.

Veamos algunos ejemplos:

Regreso

«Ya no hay nada que hacer», escuché que decía el médico mientras su mano cerraba suavemente mis párpados. Al
principio, tan sólo vi oscuridad. Luego, en mitad de la negrura, se abrió un largo túnel: desde su otro extremo me
reclamaba una intensa luz blanca. «Así que eso es el Cielo», pensé mientras me deslizaba, como si flotase, entre sus
paredes húmedas y turgentes. Una extraña felicidad me invadió. Sin embargo, cuando llegué al final del túnel, lo que
encontré no fue un mundo maravilloso, sino otra habitación de hospital. Un gigante me había agarrado de los tobillos
y, sosteniéndome boca abajo, golpeaba con fuerza mi trasero. Indignado, intenté pronunciar algún exabrupto, pero de
mi garganta no salieron palabras: sólo un chillido de recién nacido.

Espiral

Regresé a casa en la madrugada, cayéndome de sueño. Al entrar, todo oscuro. Para no despertar a nadie
avancé de puntillas y llegué a la escalera de caracol que conducía a mi cuarto. Apenas puse el pie en el primer
escalón dudé de si ésa era mi casa o una casa idéntica a la mía. Y mientras subía temí que otro muchacho, igual a mí,
estuviera durmiendo en mi cuarto y acaso soñándome en el acto mismo de subir por la escalera de caracol. Di la
última vuelta, abrí la puerta y allí estaba él, o yo, todo iluminado de la luna, sentado en la cama, con los ojos bien
abiertos. Nos quedamos un instante mirándonos de hito en hito. Nos sonreímos. Sentí que la sonrisa de él era la que
también me pesaba en la boca: como en un espejo, uno de los dos era falaz. «¿Quién sueña con quién?», exclamó
uno de nosotros, o quizá ambos simultáneamente. En ese momento oímos ruidos de pasos en la escalera de caracol:
de un salto nos metimos uno en otro y así fundidos nos pusimos a soñar al que venía subiendo, que era yo otra vez.

El que sigue

La sala de espera estaba vacía. Tenía suerte: no iba a perder mucho tiempo. Caminó rápido hasta el único
sillón. Al sentarse, le pareció notar algo en el asiento y se levantó. No había nada, el cansancio le hacía imaginarse
cosas. Se sentó nuevamente. Cerró los ojos e intentó descansar. Los almohadones eran más mullidos de lo que
parecían. Tal vez por eso, recordó cuando era chico e iba a nadar al río. Revivió el placer de sumergirse. El sillón se
acomodaba cada vez más a su cuerpo. De pronto, escuchó voces. Alguien vendría a interrumpir su reposo. Abrió los
ojos y trató de incorporarse. No pudo. La vista se le fue nublando. Se aferró al apoyabrazos, pero supo que era inútil.
Ya sin aire, dio un instintivo manotón de ahogado. Desde el fondo del sillón, lo último que percibió fue como otro, el
próximo, se sentaba sobre el extremo de su mano derecha que apenas sobresalía.

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