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El soneto XXI de la Vita Nuova, escrita por Dante, expresa la concepción del amor

renacentista a través de los sentimientos del poeta hacia su amada.

Dante (1275-1321) fue un autor florentino, prerrenacentista que contribuyó a romper la


mentalidad medieval. Su literatura destaca por unir el culto a los clásicos con el espíritu
cristiano, conjugando así su intelectualidad con su espiritualidad. La mayor parte de su
obra la dedicó a Beatriz a quien solo vio tres veces y de la que únicamente obtuvo un
saludo. Dante escribió su primera gran obra “Vita Nuova” tras el fallecimiento de su
amada y en ella plasmó sus sentimientos hacia Beatriz; de hecho, con el título el poeta
quiere transmitir que desde el encuentro con su musa inspiradora su vida cambió. Esta
concepción del amor inaugura el “Dolce stil nuovo” que consiste en idealizar al ser
amado, presentando a una dama perfecta, virtuosa y prácticamente divina que da lugar
al tópico de la “donna angelicata”.

El soneto XXI recoge las características del “Dolce stil nuovo”. El tema de la
composición expresa el amor que siente Dante por Beatriz, a través de una descripción
idealizada (responde al tópico “Descriptio puellae”) en los dos cuartetos y en los dos
tercetos mediante la manifestación de sus emociones al verla. De esta forma el autor
adapta el contenido del poema a la forma. A lo largo del soneto, el amor plasmado
evoluciona del estadio sensual hacia el idealizado y de éste al divino, ciñéndose así a la
concepción renacentista del amor.

El amor sensual constituye el primer nivel y se percibe a través de los sentidos,


especialmente por la vista. Se aprecia la filosofía de Platón que insiste en la percepción
visual del amor, a la que Dante rinde homenaje por formar parte del mundo clásico tan
admirado por los renacentistas. El sentido de la vista tiene presencia a lo largo de todo
el poema; el campo semántico asociado a este sentido aparece a lo largo de toda la
composición y especialmente en el primer cuarteto (el verso que abre el poema anuncia
ya esta presencia: “Amor brilla en los ojos de mi amada”). A partir del segundo cuarteto
el amor sensual pierde fuerza para dar paso a los otros dos estadios del amor.

El amor idealizado constituye el segundo estadio del amor renacentista y se caracteriza


por mostrar las virtudes, la belleza interior de la amada. Dante describe a Beatriz como
un ser sin defectos, humilde, bondadoso y dulce (“Ante ella la soberbia huye y la ira”) y
superior al resto de las mujeres (“Bellas, honrad conmigo a mi adorada”), tanto que
genera en el poeta sentimientos positivos (“Feliz mil veces quien la ve y la siente”) y su
alma se siente impregnada de las virtudes de la dama.

El amor divino conforma el tercer y último nivel amoroso que consiste en identificar al
ser amado con algo celestial. Dante relaciona las tres veces que ve a Beatriz con la
Santísima Trinidad y por ello eleva su figura a la esfera de lo divino. Pese a que en el
poema no hay mucha mención a este estadio amoroso (únicamente hace referencia con
las palabras “adorada” y “milagro”), el autor quiere destacar la importancia de este
estadio cerrando con él este soneto y creando así un ritmo ascendente que indica la
fuerza evolutiva del amor.

El soneto XXI es un exponente de la literatura renacentista ya que refleja la mentalidad


de la época respecto al amor de una manera sencilla y natural e inaugura el “Dolce stil
nuovo” que influirá a los autores posteriores.

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