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Había una vez un pequeño pueblo en el que todos los habitantes se

alimentaban de manera poco saludable. Comían alimentos


procesados, bebían refrescos azucarados y raramente consumían
frutas y verduras.
De pronto, llegó a la aldea Juan un nutricionista que había oído
hablar de los hábitos alimenticios poco saludables de la gente del
lugar. Decidió enseñarles bien sobre la importancia de una
alimentación saludable y cómo podría mejorar sus hábitos.
Comenzó por explicarles que los alimentos procesados contienen
altas cantidades de grasas, azúcares y sodio, los cuales pueden ser
perjudiciales para la salud a largo plazo. En cambio, las frutas,
verduras, cereales integrales y proteínas magras son alimentos que
aportan nutrientes esenciales y ayudan a mantener una buena
salud.
Los habitantes del pueblo, intrigados por esta información,
comenzaron a prestar atención a lo que comían ya hacer cambios
en su dieta. Empezaron a cocinar con ingredientes frescos y
naturales, a reducir la cantidad de azúcares refinados ya aumentar
la ingesta de frutas y verduras.
Asi fue como con el tiempo, notaron una gran mejoría en su salud.
Tenían más energía, se sentían menos cansados y tenían menos
probabilidad de enfermarse. Además, comenzaron a disfrutar más
de la comida y de los sabores naturales.
A partir de ese día, los habitantes de la aldea se comprometieron a
mantener una buena alimentación ya compartir sus conocimientos
con otros pueblos cercanos. Gracias al nutricionista, descubrieron
el secreto para tener una vida saludable y feliz.

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