Está en la página 1de 17

198 MESOAMÉRICA y LOS M.mm " ttni:GE:;;\S DE LA l IUEVA ESPAÑ.-'.

~I
CIUDAD REAL, Antonio de
1976 Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva Espmia (2 vols.), J ( ; .~re iA
QUINTANA y \'M CASTILLO fARRERAS (cds.). México· Universidad Nacioml Amó-
noma de México. 6
CORT~s. Hernán
1985 Cartas de relación. Estudio preliminar por Manuel ALCALÁ. México: Editorial Porrúa. LA CIUDAD, LA GENTE Y LAS COSTUMBRES
DURÁN, Diego
1967 Historia de las Indias de Nueva España e islas de t1erraf1m1e (2 vols ). México: Edi-
torial Porrúa. PABLO ESCA LANTE GONZALBO
L óPEZ AusnN, Alfredo (trad.) Instituto de Investigaciones Estéticas,
1985 Educación mexica. Antología de textos sahaguntinos. México: Universidad Na:ional Universidad Nacional Autónoma de México
Autónoma de México.
LOMBARDO , Sonia
1972 Desarrollo urbano de México-Te11ochti!la11 segi'in las fuentes históricas. México: Secre-

C uANDO PENSAMOS EN LA VIDA DE LOS PUEBLOS que habitaban la meseta cemral el~ Mé-
tarla de Educación Pública- Instituto Nacional de Antropologia e Histona
M ONZÓN, Arturo
1983 El calpulli e11 la organizació11 social de los tenochw. México: lnsmuto Nacional lndi- xico en vísperas ele la conquista española, y particularmente cuando evocamos el Valle
genista. _f"Méxic;o y sus alrededores, con frecuencia tenemos en mente aglomeraciones urh;1-
~AllM11JN, Bernardino de nas, palacios, grandes mercados y recintos ceremoniales. Y es verdad que en la meseta
1989 Historia general de las cosas de Nttel'a España, estudio preliminar por Angel Maria central florecieron magníficas ciudades y que la an.tigua civilización mesoamericana al-
GARIBAY. México: Editorial Porrúa.
canzó allí una formidable complejidad. Pero no olvidemos que la complejidad ele las
l 1 •11·,.,AfNT, l\.lnnucl, Federico GóMEZ DE ÜRozco y justmo F ERNANDEZ
grandes civilizaciones tiene también mucho que ver con su capacidad para integrar di-
l 03(\ Planos de la Ciudad de México, siglos XVI y X\"11. México: Universidad Nacional Au-
tónoma de México.
versos modos de vida; la vida urbana es un rasgo inequívoco de civilización pero no es
/1 lll lA, /\ l tlll~O de SU únif.Q_JQ.S,tro.
1963 Breve y s11maria relación de los m1ores de la N11eva Espaiia México. Universidad Na- El área formada por los valles de México, Toluca y Puebla-Tlaxcala, por las cordi-
cional Autónoma de México. lleras que los separan y por algunos territorios adyacentes de los actuales estados de
México e Hidalgo, fue un área ele población mixta: cerca de la mitad de la población era
f~ ~,~, fcJic ~ 4 J-o c.;,~ da:iQ eo ~ '1 ~
,
-
nahua, y la otra mitad estaba formada por varios grupos ele la familia lin~!stica otq-
~tres graneles grupos, los matlatzincas, los mazahuas y los otomíes, y tres grupos
'I
& ¡ ~) <:>-( b Át z.riru, f.: !.o-<- ( okc.) f+¡.1:~rLla. 1
minoritarios, los ocuiltecas, los pames y los chichimecas.1 Podemos asociar con los
grandes asentamientos urbanos a los grupos nahuas, a los matlatzincas y, en menor me-
V\ do_ e_eQ~~ ~ hL~ro. ~· clia, a los ocuiltecas. Mientras que pames, chichimecas, otomíes y mazahuas tienden a
adoptar patrones de asentamiento dispersos; son moradores de rancherías cuya econo-
~ ¡,,.;~ _A_.U J;~ ~ (_,, tJue.v a_ mía se caracteriza por Ja escasa importancia de la agricultura intensiva y el destacado
papel que en ella tienen la recolección y la caza.

/ ·n ~ · ~""' · Tc.t 1 .W.0'-t • .JotY>u:l.r, Si concentramos nuestra atención en el Valle de México y las sierras vecinas, po-
demos apreciar, hacia comienzos clel_filg~ un conjunto de ciudac!_es de_nsamente
pobladas, del cual dest~an México-Tenocfititlan y México-Tlatelolco, Azcapotzalco,
Tlacopan, Tacubaya, Mixcoac, Coyoacán, Xochimilco, Chalco, Culhuacán, Tetzcoco,
Huexotla y Coatlinchan. Estas ciudades estaban habitadas mayoritariamente por na-

[199]
200 MESOAMERJCA YLOS ÁMBITOS IND(GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LA CIUDAD, LA GENTE. Y LAS COSTUMBRES 201

huas, y las elites dirigentes eran predominamememe nahuas también. En ciudades co- materiales mucho más sencillos, como pencas de maguey, paja, varas y troncos. Los oto-
mo Azcapoczalco y Tlacopan hay un importante componente matlatzinca, que, como mles cultivaban plantas típicamente mesoamericanas: maiz, tomate, frijol, calabaza y chi-
declamas, corresponde con el sector más urbano de la familia otomiana. Fuera de las le; pero su agricultura no producla excedentes significativos, pues sólo contaba con ml-
ciudades, en las montañas y en las tierras más áridas, la mayor parte de la población nimas obras de riego (pozos, pequeñas acequias). Todo parece indicar que la economla
;:: era del grupo otomí. de los otomíes inclula una sola cosecha anual. Además, sabemos que los otomies eran
...-
·'
En las próximas páginas intentaremos reconstruir algunos aspectos de la vida de
los pueblos nahuas, y para ello utilizaremos fuentes que se refieren, sobre todo, a las
muy aficionados al consumo del rna!z tierno, paniculannente en forma de tamales. Las
fuentes indican que los otomies se apresuraban a consumir los elotes de sus milpas, y
ciudades del Valle de México y ocasionalmente a las de la zona Puebla-Tlaxcala. Pero eran pocas las mazorcas que se quedaban en la caña para secar y endurecerse. Cuando
antes de pasar a hablar de estos grupos nahuas, dediquemos unas lineas a identificar el los nahuas emprendían la gran cosecha del maíz, los otomíes ya no tenfan gran cosa en
modo de vida de quienes fueron sus principales vecinos, tanto en el Valle de México co- sus milpas.
mo en la zona de Puebla-Tlaxcala: los otomíes. 2 Para los otomies el rnaiz era muy importante, pero no la base de la alimentación de
.r todos los días del ar\o, como lo era para los nahuas. Los otomies eran grandes cazado-
resy una parte considerable ele su dieta la constitulan presas como el venado, el cone-
RÚ STICOS, MON TAÑ ESES jo y la liebre, la codorniz, diferentes tipos de serpiente, y otras especies menores. Ade-
·~.
más, recolectaban un sinf[n de insectos, hierbas y frutas, entre las cuales destacaban la
Llama la atención la unanimidad con la que las fuentes del siglo XVI, tanto indlgenas y tuna (en las zonas más áridas) y el tejocote y el capulin (en las montañosas). La explo-
mestizas como españolas, juzgan a Jos otomies como gente rústica. La rusticidad de los tación del maguey era importantlsima para ellos, y no hay duda de que el aguan111:l y
otomles parece haber sido un lugar común en la cultu;a de los nahuas, a tal punto que el pulque eran, para muchos asentamientos oto mies, una fu ente fundamental de 1111
estos últimos solfan usar el término otomt como un vocablo despectivo. A quienes eran trientes (como vitaminas y azúcares).
flojos o desaliñados, poco hábiles o manirrotos les decfan "otomieS" a guisa de burla. Si tuviéramos que señalar dos rasgos característicos de la dieta otomf, que n1111
No es extraño entonces que los propios cronistas españoles hayan reparado en los oto- pensaban la menor importancia conferida al malz, tendríamos que dcrn, s1guicudo
mies y destaquen la sencillez de su cultura. rigurosamente las fuentes coloniales tempranas, que esos dos rasgos son, primero, el
Los otomles se encontraban entre los más antiguos pobladores de la meseta central
·,
de México. Siglos ames de que los nahuas fundaran los grandes centros urbanos que los
harian célebres (como la gran Teotihuacan), los otomles v,iv1an en la región. Pero, al pare-
cer, los otomies nunca desarrollaron amplios sistemas ele regadío y complejos asenta-
mientos urbanos corno lo harían los nahuas. Ellos preferían los asentamienos dispersos,
mi.
y su arquitectura, si bien_no excluía por completo el adobe, se resolvia generalmente con

Los nahuas desprecian a los otomies

Los otomíes eran torpes, toscos e inhabiles. Riñéndole por su torpedad, le suelen decir en opro-
bio: '¡Ah qué inhabil eres! ¡Eres como atomice, que no se te alcanza lo que te dicen! ¿Por ventura
eres uno de los mesmos otomites? Cierto, no les eres semejante, sino que eres .del todo y puro oto-
mite, y aun más que otomite". Todo lo cual se decia por injuria al que es inhábil y torpe, repren-
diéndole de su poca capacidad y habilidad.
Bcrnardino OE 5AHAGuN, Historia general..., libro x, cap. XXlX.
Cazador otomi. Códice Florentino.
202 MESOAMERICA YLOS ÁMBITOS INDIGENAS DE lJ\ NUEVA ESPAt-°1A LA CIUDAD, !A GENTE Y LAS COSTUMBRES 203

consumo abundame de carne de venado y aguamiel, y, segundo, la mclusi1'ln ele una y. en esa medida, de su inforporación a grandes centro~ojítli:os y urbanos, para po-
multitud de pequeñas especies recolectables, como gusanos y larvas. ner en circulación su producción especializada y completar mediante el intercambio los
Además, la c.aza del venado y l~lotación del maguey dotaban a los otomíes <le bienes que necesitaban para subsistir.
valiosos b~nes de intercambio, como las pieles y el cordel: que vendían en las ciuda- Las ciudades del Valle de México, situadas en su mayoría a la orilla de Jos lagos e
des nahuas a cambio de otros bienes como la sal y las mamas de algodón. Otro recur- incluso en sus islas, como México-Tenochtitlan, reunian en su territorio a muchas co-
so que los ot~mies exploraban de manera preferente, en virtud de su posición geográ- munidades ele especialistas~¡ Esca~municlacles recibían ~n náhuatl dos nom~que . ~
fica (muchas fuentes definen a los oromies como "serranos"; ellos eran los amos de la en varios documentos se ~resentan como sinónimos: cal tilli tlaxilacalli. éatpulli sig- ~, .,.(..).u cu.
serranía del Ajusco, por ejemplo), era la madera. Los nahuas cubrían sus casas con te- niíica li~·aimente "casa grande"; el término parece re enrse a tempo - e la c('.)'rrmrriáad, \
chos firmes y necesitaban morillos para st~sos techos; también cubnan las pare- que quizá fuera también un ámbito para reuniones comunales no religiosas. La etimo-
des de sus casas con estuco y manufacturaban muy finas piezas de cerámica; para pre- logía de tlaxílacalli es muy oscura, pero parece contener la idea ele una casa rodeada por
parar la cal y para cocer el barro necesitaban infinitas cantidades de leña. No es difícil agua, lo c ual pocltí~ aludir a los islotes-barrios que caracterizan d patrón cte asenta-
ver la importancia que la explotación de la madera podía tener. miento de Tenochtitlan y de otras ciudades lacustres. 4 Estos calpullis o tlaxilacallis alber-
\ Así las cosas, tal parece que nahuas y otomíes se necesitaban mutuamente . Los na- gaban rupos ele familias em arentacla?c que tenían en común el origen, el oficioYTa
' huas despreciaban a los otomíes y los ridiculizaban, pero eso es común entre vecinos. evoción por ciertos dioses, y ~ciona~al mis.mo tiempo, com...Q..Qfil:riQS_o~~ns­
1 Los dos grupos habían vivido juntos durante siglos. Ysi bien los nahuas veían con de- cripciones administrativas de la ciüclaá. El orden ele estas comunidades parece haber
sagmclo a esa gente que usaba adornos y tatuajes sin ton ni son (sin reconocer jerar- os~ilaclo siempre entre la .!1-Jrogest~ el cumplimiento ele ciertas ®' obligacio-
qu!:is porque su sociedad era mucho menos estratificada que la nahua), a esa gente que nes impuestas por elgrdeñj50Iiiíc(LCJ:mral.5 -
110 1rl11lmrnba el maíz de la misma forma en que ellos lo hacían, a esos montañeses de En el ámbito profusameme urbanizado del Valle de México, había calpullis especia-
1l111/,1 n•u iras. rnmbién es verdad que admiraban en ellos sus elotes de cazadores y, so-
1,
lizados en tareas muy distintas: agricultores, reco~s de sal,.recolecrores de excre-
1>11' tocio, 'ill extraordinaria valentía y habilidad en la guerra. Los ejércitos nahuas llega- mento de murciélago (usado como abono), aguadores que llevaban el agua potable de
1 11111 ,11111ltur 1m cuerpo especial denominado "otomí", integrado preferentemente por los aCi.1eductos a las viviendas, pesca4Qres. reco~ de algas lacustres (muy alimen-
1:111·111·1n•, de éste g)ºUp_Q..étDico de enorme fama. ticias), cazadores de patos, etc. Aunque varios de estos oficios se desempeñaban en me-
\.',1lg:1 lo clichó hasta aqlií para señalar que en el corazón mismo de los territorios dios no urbanos, es muy probable que la gente que los practicaba viviera en las ciuda-
11.11111.1••. ( 'I\ lns cercanías de la propia Tenochtitlan, habla mucha gente que vivía ele otra des y se trasladara en canoa para su faena diaria. Además, varias de esas tareas se
111,tttl'l':l Pero pasemos a aprovechar ahora la singular·.riqueza con la que las historias y realizaban en las orillas mismas de las ciudades. Los agricultores, por ejemplo, labora-
li1•¡ dncurncntos coloniales evocan el modo ele vida de los pobladores ele las ciudades, ban Ja mayorla de las veces en chinampas, más o menos cercanas a sus casas, y logra-
111 poderosos, los ingenieros, los horticultóres, los elegantes, los festivos, los devotos,
1; ban varias cosechas anuales gracias a la disponibilidad de agua y a la práctica de refi-
]11~ nnhuas que, en su momento, recibirían y dejarian perplejos con su riqueza y sofis- nadas técnicas hortícolas como el uso de almácigos.6
ticación a los soldados espafloles. Además de la producción de alimentos y de los oficios relacionados directamente con
lasubsistencia, en las ciudades del Va1le de México proliferaron las comunidades dedica-
das a la artesanía y al comercio. Infinidad de calpullis se dedicaban a tareas como la ce-
LA SOCIEDAD URBANA rámica, ~ría, la confección de objetos de piel, la elaboración de navajas y puntas ele \l\'
obsidiana, el art~ plumaria, Tu orfebrería, ét trabajo de piedras finas, Ja manufactma de pe-
Por alguna razón ha resultado atractivo para muchos autores imaginar la sociedad pre- tate~. la decorac16n de mantas o la carpimerfa. También había comunidades que forma-
hispánica como un conglomerado de comun~ades autosufici_emes, capaces ele produ- ban pane de los grupos de mercaderes que reconocían a las ciudades del lago, y particu-
cir todo lo necesario para vivir. Las evidencias históricas arqueológicas indican lo con- larmente a Tenochtidan y Tlatelolco. entre sus principales terminales de comercio. 7
trario: los pueblos mesoamericanos, y los nahuas muy particulannente, esarro aron En otro capítulo de este volumen se habla con detalle de las caractelisticas del urba-
numerosas formas de especialización laboral; las comunidades dependían del-m~ ___
___,,. nismo practicado por los nahuas en el Valle de México. Limitémonos entonces a algú-
204 MESOAMtRlCAY LOS ÁMBITOS !NOIGENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LAClUOAD, LA GENl E YLAS COSTUMBRES 205

nos rasgos básicos.~ra un factor determinante para las ciudades del lago (como
Culhuacán y ,Xochimilco) y decisivo en el caso de la isla de México. En la capital mexi- Ciudades
ca, la circulación y el acceso a las viviendas solía incluir vías peatonales y vías navega-
Yveíamos en aquellas ciudades cúes y ador<itorio~ a manera de torres y fortalezas, y todas blan-
bles.ª Las vías navegables eran naturalmente preferidas por quienes ten!an que trasla- queando, que era cosa de admiración, y las casas de azoteas, y en las calzadas otras torrecillas y
cÍ; -materiales pesados y trasegar con mercancías. Las familias que componían cada adoratorios que eran como fortalezas. Ydespués de bien mirado y considerado todo lo que ha-
comunidad se congregaban en islotes de diferentes formas, algunos como delgadas bíamos visto, tornamos a ver Ja gran plaza y la multitud de gente que en ella habia... y entre no-
frag_@~y otros a manera de "manzanas" más amplias. En cada barrio, independiente- sotros hubo soldados que habian estado en muchas partes del mundo, y en Constantinopla, y en
mente de su forma, habla un área comunal compuesta por el templo, alguna plazoleta toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien compasada y co"..tanto concierto y tamaña y lle-
y una casa de reunión, y además un conjunto de predi~s familiares. Tales predios eran· na de tanta gente no la habían visto.
utilizado; por dos o tres familias nucleares9 y solían incluirJJ..n número variable de cuar- Bernal DiAZ OEL CAsnuo, Historio verdadero de la conquisto...., cap. xc11.
tos-dormitorio (en promedio unos tres), algún cuarto de cocina, alguna bodeguita y al-
gún corral. Generalmente estos predios tenían un pequeño huerto _en el que se pod!an como soporte de pintura decorativa parece haber sido un rasgo exclusivo de las ~
cultivar hierbas como el epazote y algunas plantas de chile y tomate. Los predios que nobles y los edificios"relígiosos y pol!ticos de la ciudad.
estaban directamente en contacto con un cuerpo de ag!la tenían su propio embarcade- - Las ciudades clelValle ae México esfa0an cruzadas por algunas calles Q1incipales
ro. Además de los rasgos señalados hay que mencionar el temazcal: no había un solo te- - grandes calzadas en el caso de Tenochtitlan-, que conectaban el centro pol!tico y ce-
mazcal público por cada barrio, pero tampoco había un temazcal por cada predio. Al remoriíalc on el conjunto urbano. Además, solla haber plazas y edificios administrativos re-
I'
parecer, lg_s_ temazcales eran atendidos y utilizados en común por varias familias. 10 tirados del centro, que presidían cada una de las déñ1arcacionesadministrativas mayores
La vivienda se hacia con base en sillares de adobe y techos firmes hechos con mo- en que se divid!a la ciudad. En el caso de México-Tenochtitlan sabemos que había cuatro
rillos y entortados de vara, paja y adobe. El estuco se utilizaba para impermeabilizar las 1
1 grandes divisiones o parcialidades, y cada una de ellas p'uede h_ape~ tenid~rias decenas
azoteas y es probable que haya servido para recubrir la cara exterior de muchos cuartos. de barrios.u La vivienda de la nobleza y los grandes palacios de los soberanos y sus parien-
Sin embargo, el uso intensivo del estuco y su aplicación en los interiores para funcionar tes cercanos solían agruparse en las calles principales y alrededor de las plazas mayores.
Es importante considerar que si bien las calzadas y plazas prind pales estructura-
... ban y organizaban en cierta forma el crecimiento de los conjuntos urbanos y el acceso
a los espacios públicos, había vastas áreas cuya distribución deRend!a del creci~icnto
más o menos espontáneo di! las comunidades. En el caso concreto de Tenochtitlan sa-
bemos que en los barrios había lo mismo calles rectas que calles sinuosas, calles amplias
y estrechas, callejones, lotes baldíos, zonas ocasionalmente anegadas y algo de basurn
que los zopil9tes contribuían a levantar. 12
~u~~s

SON IDOS Y OLORES

Las fuentes históricas que se refieren a la isla de México nos permiten atisbar la spnoll-
·~
.J ~ue debió ser propia a esa gran ciudad. El agua era el sonido de fondo; dcbtó srr·
lo siempre, día y noche. El viento debe haber producido un golpeteo constante del oguu
contra los bordes de las isletas y diques, y el ruido debe haberse incrementado poi' lu 1 • •
sonancia resultante de su choque con los muros de miles de construcciones y put·n~r
Un vagabundo sentado al pie de una barda. Códice Florentino. de tablas. Desde el amanecer hasta la puesta de sol, la circulación de decenas dl 1111lt•1 1
206 MESOAM~RICA YLOS ÁMBITOS IND!GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA lA CIUDAD, LA GENTE YLAS COSTUMBRES 207

de canoas por los canales de la isla y alrededor de ella, las paletadas de los remos y la
agitación producida por las garrochas empleadas para maniobrar, tiene que haber incre-
mentado considerablemente el movimiento del agua y el rumor que constituía el fondo
sonoro de la ciudad. Sobre esa red de ruido acuático se esparcían los demás sonidos.
Tenochtitlan era bulliciosa porque era una gran ciudad. la impresionante arquitec-
tura, la estremecedora actividad ritual y el rígido control de Ja monarquía sobre algu-
nos aspectos de \a vida ele sus súbditos, no debe impedirnos ver una rutina diaria bas-
tante normfil-P-ali qmupbe. Sabemos que las reuniones y tertulias eran comunes en
cualquier plaza de barrio, como lo eran, lógicamente, en los patios de las casas. 13 Tam-
bién eran comunes los saludos, bromas, gritos y auténticos altercados; todo lo cual es-
parcüía en el espacio urbano el eco de las voces. 14 En los espacios a los que concurría
mucha gente, como los embarcaderos próximos a una plaza de mercado, el rumor de
b~ voces tiene que haber sido mucho más notable. Sabemos, gracias a las memorias de
llet ual Ofaz del Castillo, que el ruido producido por las voces de los tratantes en el mer-
t'.H ln de ·11mclo\co podía oírse a más de 4 km de distancia: "solamente el rumor y zum-
htcln d1 lns voces y p:ilabras que allí había sonaba más que de una legua". 15
1

0 1rns sonidos, vinculados con la actividad ritual, imponían un ritmo a la vida en la


1·1111 lad, del mismo modo que lo harían las campanas en tiempos coloniales. Al salir el sol
rctumbaba el enorme tambor del templo de Quetzalcóatl. Ese mismo tambor se oía en
toda l,\ ciudad cuando el sol se ocultaba: entonces se levantaban lo~ y las calles
y plazas ele la ciudad se iban quedando vacías. Entrada la noche, los JOVenes del calmé-
cac salían por los caminos tocando flautas y teponaztles, y al llegar la media noche esos
mismos jóvenes, que practicaban sacrificios nocturnos, tocaban las sonoras trompetas del
caracol marino (el tipo que conocemos como Strombus). Es probable que hubiera ocho
o nueve señales sonoras de este tipo a lo largo del día, pero las fuentes no nos permiten
asegurarlo. Lo que parece claro es que la primera señal sonora se emite desde el centro
ceremonial de Tenochtitlan, y a continuación viene una réplica a esa señal, producida por
mültiples emisores ele la periferia.16 Por otro lado es curioso que los instrumentos de
viento y el teponaztle se utilicen para las horas·nocturnas, y el gran huéhuetl, tambor de
madera y membrana, se asocie con momentos que tienen presencia de luz solar. Esto nos
. ;
hace pensar que en la división dual del cosmos indígena, los sonidos agudos correspon-
dían a la noche (ámbito femenino) y los graves al día (ámbito masculino). 17
'· Como todas las ciudades y villas ele la era preindustrial, México-Tenochtitlan olía
a humo de leña, pues ardía un fogón en cada vivienda y muchos otros en los braseros
de los templos y edificios públic~s. A ese aroma se añadía cada mañana el perfL~ad9
olor del copal. Al salir el sol, mientras sonaba el tambor de Quetzalcóatl, los sacerdo-
tes de los te~plos y cada madre de familia en su respectivo hogar, avivaban el fuego y
esparcían el polvo de la resina aromática .18 Toque del teponoztli en las horas nocturnas. Códice Menclozo.

;
'
208 MESOAM~RICA YLOS ÁMBITOS IND(GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LA CIUDAD, LA GENTE YLAS COSTUMBRES 209

Aromas, ofrendas matutinas

Ycerca de la mañana quemaban las ofrendas de papel y copal, decían que con estas cosas daban
de comer al fuego, y descabezaban codornices cabe el fuego y derramaban la sangre, y las codor-
nices andaban revolando cerca del hogar; y también derramaban el pulque en derredor del hogar
y después a las cuatro esquinas del hogar derramaban el pulque.
Los pobres ofrecían un incienso que llaman copolxolli, en su mismo hogar, y los más pobres
ofrecían una yerba molida que se llama youhtli, en sus mismos hogares...
Bernardino DE 5AHAGÚN, Historia genero/... , libro rv, cap. Y:IN.

A diferencia de otras ciudades, como las europeas de la época, no parece que Mé-
xico-Tenochtitlan tuviera un mal olor generalizado. Las crónicas suelen elogiar lallm-
Rieza d; la ciudad y detallan algunos de los procedimientos mediante los cuales se lo-
graba esa limpieza.19 En los barrios habla cuadrillas enc;;g'ádas de levantar la basura y
desazolvar los canales anegados. En algunas vias públicas habla braseros para la inci-
neración de los desechos sólidos. Y por lo que se refiere a los detritus humanos, sabe-
mos que la ciudad contaba con un interesante sistema de letrinas, colocadas en puen-
tes sobre los canales, de manera que el excremerÍlÓ se iba acumulando en canoas que
posteriormente lo trasladaban a zonas especificas para procesarlo (¿acaso desecarlo y
pulverizarlo?) y venderlo como abono agrfcola y como ingrediente para el curtido de
pieles. Este tipo de procedimientos, y la ausencia de ganado (recordemos que no habla
vacas, ni cabras, ni cerdos en-Améric¡), tuvo que dar como resultado una ciudad mo- Cañas de tabaco y ramilletes de flores. Códice Florentino.
deradamente limpia. · ·
Pero, sin duda, habría también algunos.olores des·agradables, como aquellos que acumulada en pisos y paredes y de las vísceras y porciones de la carne de los sacrifica-
tienen que haber emanado de las plazas de mercado cúando los puestos se levantaban dos. No sólo los españoles mencionan la pestilencia que resultaba de la práctica del sa·
y el piso quedaba lleno de desperdicios. 20 El sistema de las letrinas públicas no era to- crificio ritual, también las fuentes indígena?reparan en ello.
talmente eficaz; sabemos por las fuentes del siglo xv1 que cuando la gente se veía urgi- La exhibición de cerca de 72 000 cabezas humanas, ensartadas en una gigantesca
da de evacuar el vientre durante la noche acudía a los lotes baldios; y también había estructura, conocida por los mexicas como t.zompantli, tuvo que dar lugar a un amblen·
quienes orinaban en la calle, particularmente cuando se trataba de expresar su desagra- te poco saludable en la gra.!l .E_laza ~o~a apoteosis sería inmediatamente
do a algún vecino de mala reputación, en cuyo caso lo hacían contra la tapia de su ca- después de las grandes jornadas de sacrificios humanos. En tiempos de Ahuilzotl tuvo
sa. 21 En fin, las zonas donde se realizaba el curtldo de pieles y el procesamiento de abo- lugar una gran fiestª para celebrar la coronació'!_ del emperador, Tainauguración de la es·
nos también deben haber despedido malos olores. · tructura ampliada del Templo Mayor y el año nuevo. El acto principal fue el sacrificio de
La principal fuente de olores fétidos debió ser, sin duda ninguna, el gran re.cinto 80 400 prisioneros de guerra; el sacrificio se llevó a cabo en cuatro templos de manera
del Templo Mayor. Cuando los conquistadores españoles, en aquellos dias en que fue- si~ultánea y duró cuatro dias y sus noches. Como consecuencia de esta jornada de sa-
ron huéspedes de Moctezuma, recorrieron sus patios y habitaciones, no podían sopor- crificios "estaba la ciudad hediendo de la sangre, muertos y cabezas de los indios".23 La
tar el olor. ''Todo hedía a carnicería", recuerda Berna!, "era tanto el hedor, que no veía- tradición histórica indígena de la que abrevó Diego Durán para su historia afirmaba "que
mos la hora de salirnos afuera".22 Ese mal olor procedía, por supuesto, de la sangre era un hedor acedo, abominable, que no lo podían sufrir los de la ciudad".24

·~
210 MESOAMtRlCA YLOS AMOIT(';S IND!GENAS Df. LA NUEVA ESP/\f!A LA CIUDAD. LA GENTE Y LAS COSTUMBRES 211

Seguramente fue para evitar los malos olores producidos por la práctica constante 1• Riñas comunes
de los sacrificios humanos, y otros aromas desagradables de la ciudad, que los nobles
de México y algunas otras localidades nahuas desarrollaron la costumbre ele llevar con- Son estos indios de su naturaleza tan sin cólera y tan pacíficos, que parecen carecer de la irasci-
sigo un ramillete de flores, y a veces dos, uno en cada mano. Sentados en sus reunio- .. ble, por lo cual muy pocas veces les acontece reñir; pero cuando algunos reñian y allegaban ades-
nes y caminando por las calles y plazas, los nobles se acercaban esl!J7011:_quet a la nariz calabrarse o a mesarse o a romperse las man tas, como no había armas, presto los ponían en paz.
e inhalaban con gusto. Si la justicia lo sabía, enviábalos a la cárcel y alli estaban algunos pocos días. El injuriador paga-
También los mercaderes acaudalados se deleitaban con el aroma de las flores; en ba la cura al descalabrado, o la manta que le había rompido; que muchas veces toda su furia pa -
ra en romperse las mantas, que como e'ran delgad.as, presto se rompían.
sus banquetes repartían ramilletes a los ~vitados y coloca~n además arreglos de flo-
Muchas de sus rencillas eran de algunas palabras de enojo, a llegar a empujarse el uno al
res frente a las imágenes de sus dioses. La atmósfera ele tales fiestas se completaba con otro, y cuando más tomaba'n puños de tierra, y dábanse con ella en los ojos, y luego se apartaban,
el aroma del tabaco~ que los comensales fumaban en largas cañas, y de otras hierbas limpiando cada uno sus ojos ...
aromáticas que se ponían a arder en braseros. 25
MorouNIA, Memoriales, segunda parte, cap. X\111.
En realidad, pocos pueblos de la historia parecen haber tenido la pasión por las flo-
res que tuvieron los antiguos nahuas. No había fiesta religiosa en la que no estuvieran
presentes las ofrendas florales, a veces en forma de grandes tapetes. Importantes carga- Entre las rest_?onsabilidades del gobernante, las fuentes destacan la organización de
mentos de flores formaban parte de los tributos que Tenochtitlan recibía periódicamen- la vigilancia de la ciudad. El mercaqo contaba con guardiawueces pa~a evitar la co-
te; la mayor parte procedían de comunidades al sur del Valle de México, ele Xochimil- mision Cle délitos y las iniquidades entre tratantes. Además había grupos de guardias ar-
co a Oaxtepec. mados que recorrían las calles y detenían a quienes descubrían en flagrancia.27 No sa-
bemos si estos piquetes tenían autorización para internarse por los barrios o se
limitaban a circular por las principales plazas y ave~idas. El conjunto ele la información
ORDEN Y POLICÍA sobre la vida social de Tenochtitlan, costumbres y conflictos, sugiere que las ~e
los guardias no penetraban en los barrios. Las amplias calles que comunicaban varios
Conocemos algLmas leyes promulgadas por los reinos nahuas de la época prehispáni- barrios y se conectaban con las principales áreas cívicas, mercantiles y religiosas de la
c::i , especialmente de Tenochtitlan y Tetzcoco. t tsp'enas para los delitos_eran severas; ciudad constituirían algo bastante parecido a lo que hoy consideramos vías públicas; el
~on mucha frecuencia los transgresores debí;1n pagar la falta con su vida. ·s e-perseguían orden en las calles del inteúor de los barrios parece haber sido visto como un asunto
lli lllC'ip~ilmente el homicidio, el robo, la embriaguez.,·: el adulterio y,. por supuesto, la de orden interno de los barrios o calpullis, aun si en última instancia las autoridades
u .1 ic1n11 nl reino. Las sentencias solían ejecutarse püblicameme para que sirvieran co- centrales estaban facultadas para intervenir. - -
11111 c•x anniemo. En caso de adulterio, por ejemplo, la pena de muerte podía ejecutar- - Entre las noticias que tenemos sobre la actuación de lJ,...gu_a_r_d-
ia-.~n la ciudad, no de-
•,1· rnn golpes de leño, con una lapidación realizada por la multitud, o dejando caer una ja de sorprender, por su meticulosidad, la facultad que tenían los vigilantes de detener
pec;ac\a piedra varias veces sobre la cabeza ele los adúlteros, hasta reventársela. En el ca- a los transgresores del c.Q.digo cleyestid.o que separaba estrictamente a nobles (pilli en
so ele la traición al Estado, que era vista como una falta gravisima, los culpables eran náhuatl, plural pipiltin) de plebeyos (macehualli en náhuatl, plural macehualtin). Cuan-
de.:;cuartizados, y los pedazos de su cuerpo se exhibían por los banios ele la ciudad. 26 do los guardias detectaban a un hombre del pueblo que usaba el manto o tilma más
La aplicación de las leyes requería, naturalmente, que los delitos fueran del cono- abajo de las rodillas lo detenían y le levantaban la tilma para observar sus piernas. Si
cimiento ele la autoridad. Cuando las faltas ocurrían dentro ele los barrios, los transgre- se apreciaban las cicatrices propias ele un guerrero lo dejaban ir, pues se entendía que
sores podían verse cobijados por la complicidad de sus parientes y vecinos, o protegi- en virtud de su valentía en la guerra podía gozar del privilegio de usar la tilma a la ma-
dos por un juez corrupto o condescendiente. Pero en el caso de las lá\'tas cometidas en nera ele los nobles, lo cual le permitía cubrir las feas marcas en su carne (imaginemos
las calzadas y plazas, y particularmente en el mercado -lugar seguramente tentador los tajos de las navajas de obsidiana). Pero si los guardias descubrían que el sujeto era
para los delincuentes- era mucho más fácil que los criminales fueran reconocidos, lle- un impostor, lo llevaban prisionero a las cárceles centrales para que fuera juzgado y
vados a los tribunales centrales y ajusticiados con presteza. castigado .2 ª
212 MESOAMÉRl CA Y LOS ÁMBITOS lND[GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LA ClUDAD, LA GENTE Y LAS COSTUMBRES 213

La expresión más clara de la vo- puesta de sol fuera un primer aviso, y seguramente sería el toque de flautas y teponaz-
luntad de control estatal sobre el or- tles, ejecutado por los jóvenes "novicios" que subían a lo alto de los templos y a algu-
den de la ciudad la encontramos en el nas montañas de las cercanías (como en Chapultepec o Tacubaya), el que marcaba la
uso del toque de gueda. Varias fuen- prohibición de salir a la calle. Este toque de los novicios se producía, según parece, en-
tes coinciden en señalar que tanto en tre la puesta de sol y la media noche, es decir, alrededor de las nueve de la noche.31
la isla de México como en otras ciu- En las fuentes se indica que la vigilancia nocturna de la ciudad se había estableci-
dades nahuas de la época, la gente do por motivos de seguridad. Al estar toda la población recogida en sus casas, era más
debía recogerse tras la puesta de sol. fácil que la guardia de la ciudad detectara la _¡;¡resenci9 clejntrus.os.,Jn~s.o.re.s_o__espías,
El toque del tambor de Quetzalcóatl, y era más fácil evitar que se llevaran a cabo reuniones con fines sediciosos. Se dice que
hacia las seis de la tarde, era la señal el tlatoani 32 en persona hacia algunas rondas para verificar desde lo alto de algunos edi-
de que las transacciones comerciales ficios que la ciudad estaba en calma.33
debían suspenderse en la ciudad; los
mercaderes levantaban sus puestos y Castigo por alterar el orden público
quienes no eran residentes en la ciu- ~ : e
,,
dad (fueran vendedores o comprado- 1 Pero los que reñían en el mercado, como alborotadores del pueblo, eran más gravemente castiga-
res) debían concentrarse en las posa- '¡I
dos, y aconteció una vez en el mercado de Tezcuco, que como riñesen dos mujeres, y de palabras
das que para el efecto había cerca de viniesen a las manos, echáronse mano a los ca bellos, y la una asió a la otra de la orejay rompién-
dosela hasta correr sangre por el rostro abajo, y a la pelea de las mujeres, toda la gente del mer-
los embarcaderos. Después del toque
cado se ayun tó y escandalizó como cosa cuasi nunca vista. Sabido por el señor, mandó ahorcar a
de la puesta de sol, según Alvarado la mujer que rasg ó la oreja a la otra, por el alboroto y escándalo que había dado, y porque fuese
Tezozómoc, "se ponían todos en tan- ejemplo para las otras mujeres.
to silencio que parecía no haber hom- MorouNiA, Memoriales, segunda parte, cap. XVJI.
bre, .desbaratándose los mercados, re- • ., ¡

cogiéndose la gente, con que quedaba s '


todo en gran quietud y sosiego".29 Los jueces
Fray I{iego Durán explica que aquella
señal del tambor era "como agora se Los jueces que se ha dicho en amaneciendo estaban senta dos en sus estrados de esteras; y luego
usa tañer a la queda en las ciudades acudía la gente con sus demandas, y algo temprano les tra ían la comida desde palacio. Después
de comer reposaban un poco, y tornaban a oír los que habían quedado, y estaban hasta dos ho-
para que los hombres se recojan"; y ras an tes que se pusiese el sol.
por eso, tan pronto como sonaba el
Alonso DE ZORITA, Breve ysumaria relación de los señores.... respuesta al cap. 1x.
tambor la gente exclamaba "recojá-
monos, pues ha tocado Ehécatl". 3 º
Vigilancia nocturna. El tlatoani la supeNisa Para los mercaderes, igual que
directamente. Códice Florentino. para otros trabajadores de la gran EL BARRIO Y SUS COSTUMBR ES
ciudad, concluir la actividad y regre-
sar a casa requería tiempo; los pescadores debían acarrear y tender las redes y poner a Los~ tenían sus propias ga;as;}en ellas se congregaba la ge~p~m l?s fi~y
resguardo sus canoas; quienes trabajaban a cierta distancia de su casa, como los caza- para la organización del trabajo comunitario; ali! se deten!an a conversar los amigos, al
dores de patos o los recolectores de excremento, tenían que disponer de su cargamen- final de cada jornada, formando corros, sentados en cuclillas; hacían bromas, hablaban
to y navegar de regreso a su barrio. Por todo ello es muy probable que el toque de la de las cosas del barrio, ponían motes a quienes habían hecho algo inusual.34
LA CIUDAD, LA GENTE Y L"5 COSTUMBRES 215

Adem<'ls di• h1 pl.1 ...1 d1·l l1,11 110, había un recinto especialmente adecuado para las Las <ésas de los vecinos comunesJe cada barrio también eran e,2Eacios relativa-
reuniones qur 1•1,1 l.1 1 k ljdc del calpulli, a quien las fuentes se refieren co.mo "her. mente aislados del exterior y con vida p_!opia. En el patio que codos los predios tenían,
mano" o "p.11u·1111·111.1~·11 1 " l·11 d patio de esta casa, más grande que las de los comune. las reuniones eran cosa de LOdos los días. Alli se congregaban para comer los que resi-
ros ordmai t<h , 11•111.111 lllg.11 1cuniones periódicas a las que as1SLian los jefes de familia dian en el predio; allí se reunían para hilar y tejer hermanas, cunadas, suegras, primas;
para tr.nar los .1~1111L11'i dr l.1comunidad con el ditigeme, y tSleOfrecta-comidas para a ese patio llegaban las visitas cuando alguien estaba enfermo o cuando alguna mujer
agnsaj:ll' n sus 111v11ados. En las grandes ocasiones, las fiestas ofrecidas en las casas de acababa de dar a luz; ali! se reunian los amigos para jugar al patolli (una especie de par-
los Jrfcs ele barno du raban LOda la noche. Entre mercaderes y artesanos prósperos, los chís) o simplemente para conversar.
jefes ten!an la nqueza suficiente como para ofrecer a su gente hongos alucinógenos, Amistades, reuniones familiares, congregación de vecinos, narraciones nocturnas;
chocolaLe y dive rsos pl:uillos Además abundaban las flores, el copa! y el tabaco ... aro- vida de plaza y ele patio. A pesar de estar inscritos en un orden urbano gue se reg\!}a-
ma concentrado de fiesta, LOda la noche y todo el día siguiente. A lo largo de la velada ba desde palacio, dentro de los barrios fil_recen haber existido las cq_ndiciones_propicia.s
se contaban infinicbd ele historias; a veces se hablaba ele las visiones que cada quien ha- p~ra q:::_:=_yrese~ostumbres y valores ancestrales, para que prevaleciera un or-
bia tenido con los hongos alucinógenos, y con la mayor frecuencia se contaban anéc- den propio. ¿Pero en qué consistía el orden comunitario de los barrios de Tenochtitlan ,
dotas sobre el trabajo y las experiencias de los últimos liempos.J5 y en qui:_era distinto del gran orden polltico dela ciudad?
En primer lugar, los miembros de cada barrio estaban unidos por la certeza de te-
ner un origen.Y..!:.tn destino comunes. la historia de los calpullis se remontaba a un tiem-
po anterior al advenimiento de la monarqufa, y su, porvenir no estaba fatalmenLc vin
culado a los avatares de la polí1ica. del rein~ la historiá demostraba que los calpullis
podian tener una vida más larga que los estados. ~demás, la perteneI1cia,El..falE_0!i o tla-
xilacalli era la via de acceso a todos los ~hos fundamentales: el derecho a un espa-
cio para vivir, el derecho a aprender y ejercer un oíicio, el derecho a explotar ciertas ri-
qÚezasnaturales, e Incluso el derecho a la atenta protección de un dios. Salir delDárrio
eqtiivalra a perder todo derecho, LOda protección. Asl las cosas, no es de exLrafiarque
la lealtad estuviera puesta, en primera instancia, en el barri.o.36
La manutención de huérfanos y viudas, así como la asistencia a las familias que pa-
saban por alguna sim~n difícil, eran responsabilidades queel barrtoasumia colecti-
vamente. Esa práctica nos habla de un mecanismo bien establecido para evitar el em-
pobrecimiento de algunos individuos de la comunidad. 37 Pero si la comunidad no
estaba dispuesta a permitir que algunos de sus miembros se situaran debajo d~l resto,
tampoco veía con buenos ojos que otros intentaran colocarse arriba. La única diferen-
cia de riqueza aceptable parece haber sido la concentración de alg~os7ec~r~Ía
casa del jefe, pero estos recursos eran periódicamen1&,.de_'lUtUtOS a la CGmunidad, en ca-
áa comida que el jefe ofrecía a los cabezas de familia.
Fragmemos de la tradición oral que quedaron plasmados en las fuentes del siglo
XVI sugieren que el reclamo de igualdad ocupaba un papel importante en la ~ologíi:
de las comunidades nahuas del Posclásico. Otros rasgos destacados de esa ideología son
la preocupación por evitar el conflicLo interno, la desconfianza de los extraños al barrio,
Los jovencitos del barrio son conducidos a la telpochcalli o "casa de jóvenes·, y una desmedida sensibilidad frente al problema de la divulgación de los secretos, 1q
para recibir i n~trucrlc\n milita r y otras enseñanzas. Códice Florentino. que parece corresponder con una preocupación por la injerencia de los criterios e ins-
216 MESOAMERICA YLOS AMBITOS IND!GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LA CIUDAD. LA GENTE YLAS COSTUMBRES 217

También parece haber sido una preocupación importante la de evitar el conflicto


en la convivencia cotidiana. En el repertorio de dichos del Códice Florentino podemos
ver tres frases diferentes empleadas para señalar a los que reaccionaban con violencia:
tlani xiqttipilhuilax, "por abajo arrastra el costal", se decia de aquel que fing[a ser tran-
quilo cuando en realidad era peleonero y agresivo; tlatolli itlaqLtal, "las palabras son su
..·' comida", se le decia a quien, después de recibir un pequeño llamado de atención,
montaba en cólera y empezaba a discutir, llenándose la boca de palabras. El dicho ic-
niuhmoyactli quiere decir "el que dispersa a los amigos", y según nos indica el texto,
cuando los amigos se encontraban conversando, en grupo, tranquilamente, y aparec!a
el peleonero, todos se ponian de pie y se retiraban para evitar confrontarse con él; en
ese momento decian con resignación la frase icniuhmoyactli.
El uso de estas frases hechas y la costumbre de reprender o aislar a miembros de
la comunidad cuya conducta se consicreraba""n~va son expresio-;s de una p@ctica
jurídica comunitaria. La comunidad juzga, y castiga con la burla, la recriminación, el
senalamiento público el aisl~mi_sto a base de silencio y distancia, y, en el peor de los
casos, la exp~lsi~~_si las faltas ~om!~staban tipificadas en el código..del rei-
no, las auronaades}ad?c1ales dtla ciudad (nombradas por el tlatoani) habrian tenido
Cferecho Cle intervenir para apÜcar~stigos establecidos en las leyes: cárcel, azotes
en pu51ico, lapidación, ahorcamiento.
·rara los barrios, cuya vida inte~na era tan intensa y estrucLUrada, debe haber siclo
por lo menos incómodo que los procedimientos judiciales del reino interfirieran con
Varias mujeres despiden con tristeza a un miembro de la familia que va a emprender sus propias tradiciones; especialmente porque las conductas consideradas delitos no
una travesía de comercio. Códice Florentino. eran sólo aquellas que tenían que ver con la relación entre los comuneros y el gobier-
º
no central: el código del tlatocá¿:otl 4 (lo mismo en Tenochtitlan que en Tetzcoco y otras
tancias judiciales del gobierno central en la vida de los barrios. El problema de la fobia ciudades) e~~lec!a penas muY. sever~Eª!..a c~nductas corr:o ~.s[ulte.rio_y la.sodom!a,
al extraño, conducta frecuente en muchas sociedades rtadicionales, lo comentaremos qu~ eran asuntos ae importancia para la moral familiar y comunitaria, pero de escasa
adelante, al hablar de las maneras nahuas de insultar. Examinemos ahora algunos de los r~vancia políti~a. Observemos la deseroporción que hay en el hecho de que un go-
dichos o "adagios" nahuas recogidos en el Códice Florentino ,39 para buscar indicios de bier.!1<2.,que suQ.siste sobre_un conglomerado de comunidades semiau~fmomas, que fi'e-
los otros rasgos. ne que respetar las tradiciones de esas comunidades en lo tocante a la organización de
Pocas cosas parece~ desagradar/más a los antiguos nahuas que el afán de algunos la producción, a las formas internas de gobierno, y a múltiples costumbres, as.eir~ a co-
por destacar, por situarse encima de los otros; muchas frases hechas hacen referencia a nocer detalles de la vida privada y a castigar las transgresiones a ciertas normas come- •
,•
ello. Al engreldo se le lanzaba el ep!teto i.xquáhuill, "cara de palo"; se reprendía al sabi- tidas por cualquier individuo, as! sea en una oscura alcoba, en el más diminuto patio
hondo con la expresión tomachizoa, "sabelotodo"; a los que desdeñaban a los demás se del barrio más remoto.
les repetia la sentencia ayac tictoxictiznequi, "nadie debe ser despreciado". A quienes Es muy probable que los calpullis hayan tratado de proteger a sus miembros de la
presumían de tener alguna cualidad o decian hacer las cosas mejor que los otros, se les a~ión judiciajpara resistir esúñjerencia del gobierno central. Quizá el rechazo ·a pe-
aplicaban las frases mocicinoa, "se jacta-", e i.xtimal, "gloria en la cara". En general, a cual- leoneros y escandalosos, al cual nos refertamos antes, esté vinculado con el interés de
quiera que buscaba llamar la atención de los demás, por el medio que fuese, se le re- mantener cierta discreción sobre los sucesos del barrio. Lo que resulta sin duda sinto-
prendía con la frase tlacoqualli in monequi, "se requiere sobriedad". mático es que encontremos no menos de seis dichos, en el libro vt del Códice Florentino,

~··
218 MESOAMtRICAY10 > ÁMlll íllS lND!GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LA CIUDAD, LA GENTE Y LAS COSTUMBRES 219

relacionados con la divulgación de secretos y los riesgos de la actuación de las autori- MARGINALIDAD Y DELIN CUENC IA
dades centrales: indudablemente era una preocupación importante. Hay una expresión
para llamar la atención al entrometido, nonouian, "por todas partes". Dos dichos lanzan Nos hemos referido antes a la existencia de dos grandes grupos en la antigua sociedad
sendas advertencias a quienes 2udieran buscar un beneficio,,1~rcáru:lose. a las._au..tori- nahua, los noble~ltin y la gente común, los macehualti11. La je!arquía, riqueza-y¡
,1 dades o guisier~ perj~ a otros S2n.1m plmo: tetitecf1 noneua, "me voy contra una funciones de lo~estaban estrechamente relacionadas con el linaje al que perte-
piedra", se le decía a quien se acercaba a un tlatoani para buscar un favor y resultaba nec!an y con la cercanía que p1.1diera existir entre su linaje y el del tlatoani. El oficio, la
,. perjudicado por la ira del gobernante; notlepapalochiulitiuh, "me voy al fuego como una ubicación geográfica y la carga tributaria de los macehuales dependía, a su vez, de la co-
mariposa", se usaba cuando alguien llevaba pleiro contra alguño y resultaba-c¡ue-¡n fi- munidad o barrio al cual ertenecían. Pero la organización social prehispánica no ca-
narel bus~ap1eitos quedaba en vergüenza o incluso era condenado a muerte. recía por completo d('. suras no to o~ losjpclividuos e:;taban perfectamente asl l'I}ila-
Otra a.clvenencia está contenida en dos dichos que aluden de manera directa a la dos a un orden comum ; había individuos sueltos, por así decirlo, individuos que
revelación de secreros: en ellos se recuerda que fa consecuencia de un pleito siempre ¡;al5íañéfe]aélode pertenecer a 1iñacomunidad y que~e hablan colocado, por lo tanto,
puede ser que se ~agan públicas las fa~e los involucrados. La expresión ompa ce zoll en una situación de mar inaliclad.42
ommopilo, "allí ~~apo", se empleaba para referir el caso de alguien que que- Loca izo en las fuentes del siglo XVI al menos tres posibles causas de marginalidad
r!a dañar a otro con alguna acusación y resultaba afectado por una acusación mayor. El o, dicho de otra forma, tres circunstancias que podían conducir a un individuo fuera ele
dicho ninotocuiuitla, "yo arranco mi mata ele maíz", lo dice quien ha recibido una ofen- su comunidad. Se habla de adoles~tes que abandonaban la cas_!J)aterna, que se dedi-
sa de un ser querido que le debía respeto y lealtad; rota la lealtad, el agredido opta por caban a vagar y eventualmente a delinquir;43 $)e individuos que habían sido expulsados
divulgar las cosas secretas que sabe de su agresor, y entonces dice ninotocuiuitla. de su comunidad o despojados de su tierra, por haber cometido algún agravfo o haber
Prro quizá el más ilustrativo de todos sea el dicho cuLx nixilotl nechititzayanaz, iiíéli"'mplido reiteradamente las reglas de convivencia de dicha comunidad,+4 o expulsa-
''<;1t·;1•;0 sny un jilote y me abriré mostrando las entrañas?". Los mfonnantes explican el dos del reino por castigo judicial, y se habla, final'mente, de individuos que han come-
tl'.11 clt> r~rr. rcfr~n : si alguien ha cometido alguna falta, como adulterio, y otro lo descu- tido un deliW y abandonan la ciudad en la que viven para evitar la acción de la justicia. 45
li1 1• , 1•1i¡111' rn1nrti11 la falta le pide " quien lo descubnó que no cuente a nadie lo que
h, v!'.111, a l¡1cual el que ha descubierto la falta responde wixnixilotl. Este dicho nos per-
111111•1•v11c:1r un:i relación cotidiana y percibir la preocupación por mantener las faltas en
•1·1 1 1~ 11 1~l liccho de que la promesa de silencio haya cristalizado en un dicho, nos su-
.. '
.
..
/\ll' l t' l1:1•;1a qué punto podía estar extendida la costumbre de guardar complicidad.
l l1·1 r.'ls de los fragmentos de la ~racl ición oral que hemos revisado, podría haber una
. "...'· ·~ ..
' '· ' 'l l . ' ' ' Jf
\. 1'"\ ·~ ', '\ ....,

''"tr.1ll'r,1a ele las comu~~~agg ~ acc!Q'.011~­


l
. 1; 111•; l\ ro incluso cuando los delitos llegaban a oídos ele los jueces existía la posibili-
d .1d ele evitar la aplicación estricta de la ley: se habla en las fuentes de algunos !EC!gi2_-
ll ad os com1ptos que recilwm..!ládivas, que actuaban con parcialidad, y de otros que,
~1mj51emente., aceptaban que las personas involucradas llegaranauñ' arreglo.41

Preocupación por la calumnia

Decían que el que estornudaba, era señal que alguno decía mal de el, o que alguno hablaba de él,
o que algunos hablaban de él.
Bernardino de 5AHAGúN, Historia general..., iibro v, apend1ce, párrafo ro..
Un viandante observa a un menesteroso llorar. Códice Florentino.
220 MESOAMÉR!CA YLOS ÁMBITOS INDIGENAS DE LA NUEVA ESPANA
lA ClUDAD, LA GENTE YLAS COSTUMBRES 221

La complejidad y el tamaño de ciudades como México, Azcapotzalco o Cholula; la comercializada por un comunero, y mu-
cantidad de visitantes que recibían todos los días, el bullicio y la intensa actividad co- cho menos por un delincuente solitario.
mercial creaban un escenario propicio para que esos individuos solitarios pasaran inad- Además del robo en plena zona ur-
vertidos y buscaran una forma de ganarse la vida. bana, se menciona en las fuentes a cierto
;1 ~ l os marginados tenían frente a si varias formas de subsistir en una gran ciudad. La tipo de forajidos que andaban por los ca-
.. Q ~··, ~/ fl primera de ellas parece haber sido la de ofrecer libremente su fuerza de trabajo como minos, entre poblaciones, y que se dedi-
, · \\A"'- ~ auxiliares en diferentes tareas; este serla el caso de los "ganapanes" de ~ue habla Her- caban a asaltar a quienes iban cargados
, ~ nán Cortés, que se encontraban principalmente en los mercados y trabajaban como ta- con mercancías, e incluso a asesinarlos.
memes (de tlamama, "el que carga algo") o cargadores. 46 Quienes no encontrabaníif- Los informantes de Sahagún resumen en·
cnoJ_l))vl.o..dsn guien que los contratara o no obten.ían lo suficiente para alimentar~e, tenian la op:i~n unas lineas la feroz actuación de estos
¡......- de ~<ligar y ~~ge~desperchc1os en el mercado.47 La re~ecc1ón de despe.r..i;U.~s criminales: "El salteador es comparado a
1 _.1o~(:f,D ser[a más propicia, al parecer, durante la n~e, cuando el mercado se había levantado
~ una bestia fiera, por ser bravo , cruel e
\v~ ~
J •

ya, y quedaba basura por todas partes. Disputarían los desperdicios a los perros, que inhumano, sin piedad alguna, el cual usa
también acudían hambrientos a las plazas. 48 -. mil modos y engaños para atraer a si a
En varias fuentes se habla de actores, acróbatas,yreslidigitadQJes~gado~es y bro- los caminantes, y asl atraídos róbalos y
mistas, y es probable que quienes asi se ganabañla vida fueran individuos que no per- mátalos"; y en otro pasaje describen el
te~an ya a una comunidad. 49 Asimismo, las prostitutas callejeras descritas en las atuendo de piel de jaguar que era utiliza-
fuentes50 deben haber sido mujeres sin familia, porque de otro modo su actividad ha- do por estos malhechores para atemori-
bría resultado inaceptable en su casa y su barrio. las mujeres que se dedicaban a la zar a sus víctimas.54
prostitución callejera llevaban los dientes teñidos, mascaban chicle, ten!an el pelo suel- Acaso la más triste estampa de mar-
to y se comportaban de manera provocativa, mirando, hablando y enseñando la pier- ginalidad la proporcionan las imágenes )jjí.-'!A.'fc / t r)
' na desnuda a los hombres que pasaban. 51 .
de los ~que han llegado hasta
wJh Otra manera de vivir sin el cobijo de un orden comunitario era e~. Había, en Una mujer borracha, deja caer
nosotro's:-se-füi:O(a de cómo van perdien-
. ~ ~>-r-.\IJ. efecto, quienes se dedicaban a asaltar casas, robaban y ocasionalmente~a~ y mata- su pelo suelto y se sienta con el trasero
do casa y familia al quedar sumergidos
en el piso, en actitud desgarbada.
ban;S2 también había secuestradores de infantes que luctf.ban al venderlos.53 Sm descar- en la embriaguez, y se describe el lamen-
Códice Magliabechi.
tar que algunos de estos ladrones de los cuales nos hablan las fu entes trabajaran para table modo de vida que les espera en las
algún mercader o incluso para algún noble corrupto, lo más probable es que los ejecuto- calles. Dormirán a la intemperie, tendrán su manto lleno de excremento y suciedad; al
¡
, res de los robos fueran individuos sin un trabajo fijo y sin una relación familiar estable.
.• despertar estarán sucios, desmelenados, andrajosos, arrugados de la cara por haber
la sospecha de una posible complicidad de mercaderes o nobles con los ladrones habi- dormido arrimados en cualquier parte. Se dice que van desvariando, diciendo cosas sin
tuales procede del hecho de que la riqueza obtenida en un robo no podría haber sido sentido, tropezando por las calles, sin rumbo.SS
Aunque muchos de estos marginados pueden haber dormido en las calles y en
Antiquísima crueldad: secuestradores de infantes los portales de los mercados, no debemos descartar la posibilidad de .que hayan bus-
cado refugio en e - o s . En diferentes momentos de su his-
Cuando algún niño se perdía, luego lo pregonaban y buscaban por todas partes, y si alguno lo es- toria, Tenochtitlan sufrió pérdidas parciales de población, debido a epidemias y ham-
condía y lo iba a vender, o de industria hurtaba algún muchacho y lo vendía en otro pueblo, cuan- brunas. En las hambrunas más graves hubo muchas familias, quizá barrios enteros,
do se venía a saber, al ladrón, porque vendió por esclavo el que no lo era, hacianle a él esclavo. que emigraron a otras regiones, como Guatemala. Este tipo de procesos tienen que
MorouNiA. Memoriales, segunda parte, cap. xx. haber dado lugar a la existencia ocasional de algunos manchones deshabitados den-
tro de la ciudad, que sin duda deben haber atraído a quienes no tenían casa.
222 MESOtlM~RlCA YLOS AMíll t l 1~ INDIGENAS DE LA NUEV.\ ESP.\tJA L~ CIUDAD, LA GENTE Y LAS COSTUMBRES 223

gunos relatos fantásticos sobre la presencia de aU[énticos fantasmas de la noche, como


El lote baldío, la casa abandonada
aquella enanita peluda, de gran trasero, que pasaba las noches en los balclios asustan-
Entre las calamidades que podían ocurrir a quien escuchara el canto del búho, los informantes de do a los que orinaban. 59
Sahagún registran que: Los más audaces y decididos transgresores de la queda serían los jovencitos que
salían a hunadillas de la telpochcalli (casa de jóvenes) y las jovencitas que abandona-
la casa había de ser asolada y quedar hecha muladar y lugar donde se echasen las inmundicias del cuer- ban sus casas, para encontrarse y pasar la noche juntos, como lo habían acordado mi-
po humano; y que quedase en refrán de la familia y de la casa el decir: "en este lugar vivió una perso- nutos antes, a la hora de salir del entrenamiento de las danzas en la cuicacalli (casa del
na de mucha estima y veneración y curiosidad, y ahora no están sino solas las paredes; no hay memo-
canto). 60
ria de quien aqui vivió~
Bernardino DE SAHAGÚN, Historia general..., libro v, cap. N.

LA OTRA NOCHE

Tanto b presencia de fenómenos de marginalidad y delincuencia, como la inquietud


q1tr se percibe en la vida ele los barrios en relación con la justicia, nos indican que el
n11Jlrnl ubcrn~mental sobre la vida d Tenochtitlan no era absoluw; que las aspiraci;-
1H·•; tk orden ~le quienes regían el '.latocáyoij debía~ conciliarse con la vida ~spon~án~·a
dr la•; comumcladcs, con l::is neces1áaclesde una ciudad compleja y con mc1dentes di-
l'll'tks dt: evita r en una urbe que pudo albergar a más de 200 000 habitantes.
El toque ele queda ejemplifi.ca bien esa ~e la situación de Tenochti-
tlan, entre el orden impuesto y la actuación espontánea. La disposición oficial estable-
c!a quela gente no saliera a la calle durante la noche. Sin embargo, en las fuentes se
describe a 9ifili!lales que realizaban sus fechorías exclusivamente de noche.Como
aquellos temibles temacpalitotique, que utilizaban algura droga (quizá en forma de hu-
mo o polvo) para producir parálisis a sus víctimas, lo t¡ue les permitía violar a las mu-
jeres y saquear los bienes de la familia, antes de escapar por las calles oscuras. 56
También deambulaban, a despecho de la queda, quienes buscaban obtener algo
en el mercado, amparados por la noche, como aquel ladrón que rohó su manto a uno
que dormía en los portales. 57 Los mendigos que se acercaran a las plazas encontrarían
los desperdicios que quedaban en el piso al levantarse el tianguis, pero los disputa-
rían a los perros. Era tan sabido lo de la visita nocturna de los perros al mercado, que
los guardias encargados de la vigilancia de las calles aledañas llevaban grandes redes
que colocaban de una pared a otra, en las salidas de la plaza, para dejarlas caer cuan-
do los perros trataban de alejarse. Ocasionalmente caería en las redes algún vagabun-
do distraido. 58 En la profundidad de la noche, un hombre se encuentra
También violaban la queda, así fuera por un momento, quienes se alejaban de su con la fantasmagórica enanita cuitlapanton cuando acude a un solar
casa en busca de un lote baldío para orinar. Estas breves incursiones dieron lugar a al- para evacuar el vientre. Códice Florentino.
J
)
224 MESOAMÉRICA YLOS ÁMBITOS IND(GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA LA CIUDAD, LA GENTE YLAS COSTUMBRES 225

NOTAS

l Dos obras fu ndamentales para el estudio de la historia antigua de los grupos otomianos: SousTELLE,
1993 y CARRASCO, 1986.
2 He intentado presentar un panorama de la cultura otom! prehispánica en otro trabajo: EscALANTE,
1998. Las reílexiones que presento a continuación pueden documentarse ampliamente en aquel texto. Con
respecto a la región de Puebla-Tlaxcala, es preciso indicar la presencia de otro grupo étnico, que se vuelve
·' más numeroso cuando descendemos hacia el sur y nos acercamos a la Mixteca. Se trata de los popolocas, a
quienes los nahuas también consideraban escasamente civilizados, pero que ten!an relación con los seño-
:, ,
r!os mixtecos habían construido al unos importantes asentamientos urbanos.
J ldentida a Ui:;tlaxi e ll' e presenta en varios documentos, y es muy clara en la principal
fuente sobre el tema. Véase ZORITA, 1963, pp. 29-30.
~ Véase el articulo de Alcántara (en este mismo volumen); all! se examinan a fondo los términos tla-
.xilacalli y calpulli y se formula la idea de los islotes-vecin\!_ª !'.!2·
- •J ~ En el asunto de la naturaleza del calpullí, la discusión ha oscilado siempre entre dos posturas anta-
1 •
gónicas: la que afirma que el calpulli era una cornunidag gentilicia constituida gracias a los lazos de sangre
y la que considera que el calpulli era, fundamentalmente, una demarcación territorial y administrativa. Véa-
....... , .. se EscALANTE, 1990a. El& ue sliacrón1C9 del problema indica que la solución está en un térrniñ o medio:

. ~ .. t • ''• •• ,,
..

en su origen el c~u!!i es un grueo gentili<:_io, pero· su asentamiento prolongado en un ámbito urbano com·
plejcíde'Sgasta los principios de la organización gentilicia y favorece el desarrollo de una relación ad1111i1IS•
..l.,
, .. ...
~
·~
\
~
trativa con el gobierno central, en la cual el calpulli es un distrito .
6 Sobre la agricultura prehispánica del Valle de México, véase RoJAS RABtELA y SANDERS, 1985.
7 El testimonio más rico de la especialización laboral prehispánica en el Valle de México csu\ en ~l.\

HAGúN, 1979, paniculannente sobre artesanos y mercaderes, libro 1x.


8 MOTOUN!A, 1971 , p. 21 l.
9 MOTOLIN!A, 1971 , p. 97.
º1 La imagen que nos hemos hecho de los predios mexicas deriva de dos tipos de fuentes la~ e1O

nicas del siglo xv1y los planos de casas ind!genas, de la misma época, que forman parte de cxpcdle1mM
. :: legales.
lt LOMBARDODE Ru1z, 1973, ¡ip. 159-179 incluye listas de los barrios cuyo nombre se con\){_r
tz Véase el articulo de Alejandro Alcántara en este mismo tomo. Sobre la existencia ele h,1ldiv,, 1 1 1~
Los temacpalitotique, ladrones nocturnos, destruidas, acumulaciones de basura, son sugerentes las explicaciones que acompat1an n los n11~1111lu1 1~ 1
asaltan una casa y huyen con el botín. Códice Florentino. Códice Florentino, véase, por ejemplo, lnfotmantes de Sahagún, 1969, pp. 35 y 57. Los éxodos p1vdu1 hl
por las hambninas deben haber sido una de las principales causas de que en la ciudad hubic1i1p1e1ht1•1lr
habitados, DURAN, 1967, t. 11 , pp. 241 -244.
Amancebamiento al amparo de la noche
l3 Mencionado con frecuencia, por ejemplo en MOTOLINIA, 1971, p. 317.
14 Se habla de los saludos y altercados en el Códice Matritense de la Real Academia de la Misrorlu, 11 /01
Después de la danza nocturna ... 71 r. Nos referiremos a esto más adelante.
Algunos de los principales soldados, si querian llevar alguna de aquellas mozas, decianlo secretamente 15 DIAZ DEL CASTILLO, 1976, p. 173.
16 El dato que permite establecer la función rectora del centro en la emisión sonora procede de Lórr•1
a la matrona que las guardaba, para que la llevase. pues no osaban llamarlas públicamente; la matro-
na la llevaba a casa de aquél a donde él mandaba, de noche la llevaba y de noche salia; si alguno de és- AUSTIN, 1985, p. 169.
17 Sobre el problema de las horas. SoUSTELLE, 1970, p. 165; EsCALANTE, 1992a, pp. 371-372. P~sn¡cs
tos hada esto públicamente érasele tenido a mal...
con información sobre horarios: MuÑoz CAMARGO, 1947, p. 171; SAHAGúN, 1979, p. 171; Códice Florentino,
Bernardino DE SAHAGÚN, Historio general... , libro 11, cap. XXVII. ~ .. libro 11, ff. l34r-135r. 4
226 MESOAMERICA V l 1hA>.ll'l l 1•; INO l<~ENAS eE LA NUEVA ESPANA U\ CIUDAD. LA GENTE Y LAS COSTUMBRES 22 7

18 Que era oblir.món de toclas·las mujeres casadas hacer la ofrenda ele copa! al sahr el sol, lo dice Mo- 39 Todos los dichos aqu! comentados proceden del capítulo 41 del libro v1del Códice Florentino, uti-
TOUNiA, 1971, p. 315. lizo mi traducción.
19 ESCAlANTE, 1992a, p. 372; SoUSTELLE, 1970, pp. 48-49. 40 Tllltocáyotl es una fonna abstracta denvada de tlatoani, podriamos considerarla como equiparable
20 MOTOUNtA, , 1971, p. 368. a la palabra reino, y literalmen1e significaría algo as! como "lo propio del mando", "lo del gobierno" o in-
21 Informantes de Sahagl\n, 1969, pp. 34-35
cltiso "lo del tlatoani" o "lo de los tlatoque (plural de tlatoani)".
22 DL~Z DEL ÚSTlLLO, 1976, pp 174 y 175.
'*i En varias poblaciones de la región tetzcocana hay indicios de perdones y arreglos. que representa-
2J ALVARADO TEZOZóMOC, 1980, p. 517 la cifra de 80 400 debe ser exagerada, pero así lo asieman tes- ban otros tantos gestos de flexibihzación de la ley. Véase, por ejemplo, las relaciones geográficas de Hueju-
umonios de la tradición indrgena. cla y de San Juan Teotihuacan, en RdacioHes geográficas del siglo XVI: México, t. 1, p 250 y t. 11, p. 237. El co-
H DURAN, 1967 , t. 11, p. 345. hecho de los jueces y su castigo se menciona muchas veces: por ejemplo, ALVll lXTLILXócHITL, 1977, t. 11, p.
is Sobre ofrendas florales, regalo de flores a los invitados a un banquete, uso del tabaco, etc., SAllA- ló9; SAHAGúN, 1979, p. 466. En este ültimo caso se dice que eran jueces que no hac!an justicia. pero no se
GÚN, 1979, pp. 500-515. precisa si recibían regalos.
26 Hay abundantes referencias a los códigos y procesos judiciales en Méxtco, Tetzcoco. Tlaxcala y H Me he referido en otros trahajos a la existencia de marginados en la sociedad prehispánica. Véase,
otros sitios. Véase por ejemplo los pasajes sobre jueces y jusucia en MoTOLINIA, 1971, pp. 344-359 por eiemplo, EsCALANTE, l 992c
27 Sobre cómo se ocupaba el tlatoani de la vigilancia de la cmdad, de los grupos de guardias y de la H MOTOLIN[A, 1971, pp. 311-312.
organización del mercado, SAHAGúN , 1979, pp. 472 y 475. H Zorita, por ejemplo, explica que los miembros de un calpulli que descuidaban reiteradamente su tie-
28 DURAN, 1967. L 11. p. 21 2. rra podfan perderla y quedar fuera del barrio. ZORITA, 1963, p. 32. En el Códice Florentino se habla vanas
29 ALVARADO TEZOZÓMOC, 1980, p. 119 . veces de los borrachos empedernidos. y de cómo a causa de estar borrachos acababan perdiendo familia ,
.J-0 DuRAN, 1967, t . 1, p 65. Ehécatl es una advocación de Quetzalcóatl. Ene! Códice Ram!rez (ALVllRA- casa y pertenencias, flormtin! Codex, hbro 6, pp. 68-69.
DO TEZOZóMOC, 1980, p. 119) se indic:i que los extranjeros quedaban impedidos para regresar a su tierra i5 Durante la primera estancia de los espanoles en Tlaxcala, como hulspedes de Maxiscatzin. un tbx-
hasta el día siguiente, pues no pod!an desplazarse durante la noche. En probable alusión al panorama des- calteca "hurtó cierto oro a un español", Cortés se lo comunicó a Maxiscatzin, y éste mandó hacer una pes·
crito, que era vigente en las ciudades de la meseta, Motolinfa se refiere a localidades del Golfo de México y quisa que les llevó a localizar al ladrón en la ciudad de Cholula. CORT~s . 1981, PP- 41-41.
dice "allí no es menester tañer a queda para que la gente se recoja, porque todos lo tienen en cuidado (de- 46 CORTEs, 1981, p. 63.
lmlo a las fieras)". MOTOUNIA, 1971, p. 226. ~7 "hay mucha gente pobre y que piden entre los ricos por las calles y por las casas y mercados, como
Ji Después de la pues1a de sol. cuando ya ha oscurecido plenamente, hay una "hora" en que los jóve- hacen los pobres en España". CoRres. 1981, p. 46.
nr•1 pr11ilentes salen a hacer ofrendas y sacrificios, a dicha hora se la denomina 11e1eq11izpc111: "hora de acos- •18 MOTOLINIA, 1971 , p. 368.
111 •;1• 11 dormir" según Molina, hora de recogerse. Florentine Code:c:, librn 2, p. 216; LóPEZ AusTiN, 1985, pp. 49 DURAN, 1967, habla de truhanes que hacran "entremeses y farsas", t. 11, pp. 486 y 487, de malaba-

l ll-113. En el Códice Florentino se dice netequilizpan. en los Primeros Memoriales. neteteqmzpan, pero Mo- ristas, t. i, pp. 193-194, y de jugadores empedernidos. Algunos de estos jugadores iban por la calle con el
h1!.l ~·~lo registra netequizpan, MOLINA, 1944, f. 70r de la sección náhuatl-español. petatillo y las semillas que se empleaban en el juego del patolli, buscando algún adversario, y "a los que eran
n Tlatoani, literalmente, "el que habla", es el térmirio nahua para referise al monarca. Al tlatormi de un tahures y ciados a este vicio de jugar ... teníanlos por gente infame y de mal vivir", t. 1. pp. 197-204.
1c1110 hegemónico que habla subordinado a otros reinos, como seria~] caso en Tenochmlan o en Tetzcoco, 50 La prostitución era permitida; habla mujeres que se prostituían por necesidad, pues no tenían otro
sr le llamaba huey llatoani, gran tlatoani. medio para mantenerse. Dice Motolin!a que la prostitución se ejercfa en la calle, lo cual coincide con algu-
31 La vigilancia nocturna era impresionante. Diferentes grupos de guardias recorrran la ciudad; los Jó- nos datos del Códice Florentino, que nos presentan una prostituta que deambula. MOTOUNIA, 1971, pp. 320
V('lll'S "novicios" subían a lo alto de montes y templos, todos ten!an la consigna de evnar que hubiera intru- y 367.
~os. esp!as o invasores tratando de vulnerar los límites de la cmdad. l óPE7. Ausm1, 1985, pp. 162-1 69; SA- 5i SAHAGÚN, 1979 , p. 562.

11.~r-UN, l979, p. 472. 52 LóPEZ AUSTIN, 1966.


J'I Visitas y reuniones de amigos y panences, congregaciones en las casas, se describen, entre otras Sl MOTOUNIA, 1971, p. 367.
fuenies, en MorouN!A, 1971, p. 317; Informantes de Sahagún, 1969, pp. 83, 133 y 138-141. 5
~ Las bandas de salteadores parecen haber estado protegidas por los se1iorlos que. mediante la acti-
3) ZORITA, 1963, pp. 34-35; 5AHAGÚN, 1979, pp. 497-SlS vidad de estos bandidos, querian plantear un desafio al reino que enviaba o protegía la caravana comercial,
36 ESO.LANTE, 1992b; l óPEZ AUSTIN, 197 4. como en DuRAN, 1967, t. 11, p. 383 Los forajidos disfrazados de jaguar. SAHAGúN, 1979, p. 622, y la des-
37 Por ejemplo, los parientes ricos dan de comer a los más pobres, CERVANT'ES DE St1V.ZAR, 1971, vol. cnpción citada, p. 558.
1, p. 133. 55 Una de las descripciones más prolijas del infortunio del borracho se encuentra en el capitulo 4 del li-
38 Varios de los augurios o pronósticos del Códice Flo,.e11ti1:0 se refieren al riesgo de ser victima de la bro 1v del Códice Florentino, del cual pueden examinarse diferentes versiones en náhuatl, en traducción moder-
maledicencia. lnformames de Sahagún. 1969, pp 35, 39 y 89 na o en la traducción de SAHAGúN. 1979, pp 226-227; también resulta interesante el capitulo 14 del libro VI.
56 Lc.'IPEZ AUSTIN, 1966


LA CIUDAD, LA GENTE Y LAS COSTUMBRES 229,-r-- -
228 MESOAMERICA VLOS ÁMBITOS lND(GENAS DE LA NUEVA ESPAÑA

57 MOTOUNIA, 1971, p. 368. Códice Mendocino


58 Como ocurrió con el ladrón al que se refiere Mo1ohn!a en el pasaje correspondiente a la nota anterior Códice Mendoc1110, véase An!iguedades de Mtxico, vol. l.
59 Informames de Sahagún, 1969, pp. 56-57. . CoRres, Hemán
60 DuAAN, 1967, t. l, p. 192; lOPEZ AUSTIN, 1985, pp. 128-129. 1981 Cartas de relación de la conquista de México. Mél<lco: Editorial Porrúa.
1
D!AZ DEL CASTILLO, Berna!
,-
. .. .. i
1976 Historia \'trdadua dt la conquista de (a Nutva España. México: Editorial Porrúa.
OUMN, Diego
REFERENCIAS 1967 H1Storia de las Indias de la Nueva Espai'la e islas de lima firme (2 vols.). México:
Editorial Porrúa.
Acras de Cabildo ... ESCALANTE, Pablo
1985 Actas de Cabildo de Tlaxcala 1547-1567, traducción de Eustaquio Celestino SOL!s l 990a "La polémica en tomo a la organización de las comunidades de productores",
Armando VALENCIA y Constantino MEDINA L. México: Archivo General de la Na'. Nueva Antropologra, núm. 38. México.
ción-lnstituto Tlaxcalteca de Cultura-Centro de Investigaciones y Estudios Supe- 1990b "Insultos y saludos de los antiguos nahuas. Folklore e historia social", Anales del
riores en Antropolog!a Social. Instituto de lnves!ígaciones Eslt!tcas, núm. 61. México: Instituto de Investigaciones
ALVA IXTLILXÓClllTL, Fernando de Estéticas, Universidad Nacional Autónoma de México.
1977 Obras históricas (2 vols.), Edmundo O'GORMAN (ed.). México: lnstituto de Inves- 1992a "Vivir en Tenochtitlan", Az!tea-Mtxica, Alcina FRANCH et al. Madrid: Lunwcrg
tigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México. Editores, Quinto Centenano.
Al.VARADO TEZOZóMOC, Hernando de l992b "Los calpullis frente al orden de la ciudad", Universidad de México, núm. 50 l
1980 Crónica mexicana. México: Editorial Porrúa. 1992c "La cultura popular de los antiguos nahuas m la obra de Fray Bemardmo dr <;,1
Ant1gütdadts... hagún", Analts del lnstituw dt lmtst!gaciones Esltlicas, núm. 63, 1992
1964-1967 An!igitedades dt Mtxico (4 vols.). Mé.xico: Stcretar!a de Hacienda y Crédito Púbhco. 1993 "El llanto de los antiguos nahuas" , Nexos, núm. 186,junio de 1993, pp fil! •JI
CARRASCO PlZANA, Pedro 1994 "Caminos y caminantes del México prehispánico", Encuentros y dm11currit1111 r11
1986 Los otomles. Toluca: Gobierno del Estado de México. las artes. México: lns1ituto de Investigaciones Estéticas, Universid~d N.1d1•11•l
CERVANTES OE SALAZAR, Francisco Autónoma de México, pp. 177-193.
197 l Crónica de !a Nueva Esparia (2 vols.). Madrid: Bibhoteca de Autores Españoles. 1995 "Sentarse, guardar la compostura y llorar emre los antiguos nahuas", fa1111!i« y vi
011MALPAHIN 1 Domingo de San Antón Muñón da privada en !a historia de lberoamtrica, Pilar GoNZALBO y Cecilia RAOELL (cds )
1983 Occava relación. Versión de j.R. RmtERo GAL'IAN. México: Universidad Nacional México: El Colegio de México-Universidad Nacional Autónoma de México.
Autónoma de México. ., 1998 "Los otom!es'', His!oríagenera! del Estado de Mtxico, vol. 2. To!uca: El Colegio Me·
CLAVUERO, Francisco Javier 1 xiquense, pp. 161-185.
1982 Hislolia antigua de Mtxico. México: Editorial Porrúa. F1om11ine Codex...
·'
Códice Carolino ... 1974-1983 Florentine Codtx. Central History of che Things of Ne1v Spain, traducción de Char-
1968 Códice Carohno. Estudios de Cultura Ndln1a!l, vol. VII, pp. 11-58. les E. DIDBLEy Arthur J.O. ANDERSON (12 vols.). Sama Fe: School of American Re-
search-University oí Utah.
:::; Códice Floren!ino...
1979 Códice Florentino. México: Secretarla de Gobernación-Archivo General de la Na· Informantes de Sahagún
-::.:. 1969 Augurios y abusiones, ve.rsión de Alfredo LóPEZ AumN. México: Instituto de Inves-
':: ción (edición facsimilar).
,'.. Códice Matriterue...
1907 Códice Matritenst de la Rtal Academia de la Historia. Madrid: Fototipia de Hauser locKHART, James
tigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México.

y Menet (edición facsimilar de Francisco del Paso y Troncoso]. 1980 •y la Ana lloró: cesión de un sitio para casa, San Miguel Tocuilan", Tlalocan, vol.
-;,_¡
·-.
~· Códice Matritense ... vm, 1980, pp. 21-33.
··- 1906 Códice Matritttm del Real Palacio. Madrid: Fototipia de Hauser y Menet [edición LOMBARDO DE Ru1z, Sonia
'!
1973 Desarrollo urbano de Mtxico Tenochtitlan. México: Secretarla de Educación Públi-
f
l
facsimilar de Francisco del Paso y Troncoso].
ca-Instituto Nacional de Antropolog!a e Historia.
"
"'
~ .
ar

111
230 MESOAMtRl(1\ \ l • 1, .l~llllTOS INO[GEW1S DE lA NUEVA ESPA~IA

l óPEZ AUSTIN, i\l[reclo


1966 "Los temacpalitotique. Bmjos, profanadores, ladrones y violadores", Es111,/ios de
Cultura Náhuatl, vol. 6, pp. 97-117. f
1967 )tiegos rituales a::tecas. México: Instituto de Investigaciones Históricas, Universi-
dad Nacional Autónoma de México
1974 "Organización pol!tica en el Altiplano central de México durante el Posclásico",
Historia Mexicana, vol. xxm, núm. 4.
1
1980 Cuerpo humano e ideologta. Las concepciones de los ant1g11os naliua.s (2 vols.). Méxi-
co: Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma
de México.
1985 Educación mexica. Antologfa de docwnenros sahaguntmos. México: Instituto de In-
vestigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
MOLINA, Alonso de
1944 Vocabulario en lengua castellana y mexicana. Madrid: Ediciones de Cultura His-
pánica.
MOTOUNIA, Tonbio de Benavente o
1971 Memoriales o Libro de las cosas de la Nueva España y los nalllrales de ella. México:
lnsmuto de Investigaciones Hisr.óricas , Universidad Nacional Autónoma de
México.
MUÑOZ CAMARGO, Diego
1947 Hiscona de Tlaxcala. México: Ateneo Nacional de Ciencias y Artes de México.
Relaciones gwgráficas ...
1985-1986 Relaciones geográficas del siglo XVI. México (3 tomos). México: Universidad Nacio-
nal Autónoma de México.
ROJAS RABIELA, Teresa, y William T. SANDERS
1985 Historia de la agriwltum. Época prehispánica-siglo XVI (2 vols ). México: Instituto
Nacional de Antropología e Historia
SAHAGúN, Bernarc\ino de
1979 Hist01ia general de las cosas de la Nueva E;pafiq. México: Editorial Pomía.
Sr:RNA, ]acinto de la, et al.
1953 Tratado de las idolatrfas , rnpersticiones, dioses, litas, hec111cerías y otras costumbres
gentílicas de las razas aborígenes de México México· Ediciones Fuente Cultural.
So1JSTELLE, jacques
1970 La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista. México: Fondo de Cul-
tura Económica.
1993 Lafmnilia oto111í-pa111e del México centrci1. México: Fondo ele Cultura Económica.
ToRQl'EMWA, juan de
1974-1983 Monarquía indiana. De los vemre _v un libras ncuales .. . Miguel LEON-PORTILL~ y el Se-
minano para el Fstud10 de Fueme; de Tradición lnd!gena (eds.). México: Univer-
sidad Nacionnl Autónoni:1tle Méxiríl
ZORITA, Alonso de
1963 Los m1om ele In N11rn1h¡~111t1 l\k ~icn l 'mvcrsiclad Nacional Autónoma d.: Méidco.

También podría gustarte