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All content following this page was uploaded by José Luis Lalana on 04 November 2015.
centro ciudades
PATRIMONIO MUNDIAL
las Zonas de
Amortiguamiento
01
centro ciudades
PATRIMONIO MUNDIAL
Edita:
Centro Ciudades Patrimonio Mundial
Palacio de los Verdugo
C/ Lope Núnez nº4
05001 Ávila (España)
(+34) 622 746 485
centrociudades@ccpm.es
www.ccpm.es
Equipo técnico:
José Luis Lalana Soto
Andrea Martín González
(INSTITUTO UNIVERSITARIO DE URBANÍSTICA de la Universidad de Valladolid)
Presentación
Es difícil definir exactamente qué es una “ciudad patrimonio mundial”, especialmente
dentro del actual proceso de definición del concepto de paisaje urbano histórico. En torno
a un tercio de los bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial son conjuntos urbanos,
que han sido incluidos en ella al reconocerles su Valor Universal Excepcional. Pero tampoco
podemos olvidar las ciudades incluidas dentro de los paisajes culturales o las que cuentan
en su interior con bienes inscritos que, por diversos motivos (importancia, extensión, si-
tuación o número, por ejemplo), desempeñan un papel relevante en la vida urbana.
Conjugar la necesidad de afrontar los retos que plantea el devenir urbano, adap-
tándose al nuevo objetivo de la sostenibilidad en todas sus vertientes, con la protección
del patrimonio, que a la vez que condiciona las actuaciones supone un recurso presente y
futuro y una seña de identidad colectiva, es tan ineludible como complejo. Desde el año
2003, y especialmente desde el 2005, con la presentación del Memorando de Viena sobre
“patrimonio mundial y arquitectura contemporánea”, UNESCO está trabajando sobre el
concepto de “paisaje urbano histórico”, que por una parte abre oficialmente la puerta a la
inclusión de factores ambientales, territoriales y socioeconómicos en la gestión de las Ciu-
dades Patrimonio Mundial, pero por otra ha supuesto la introducción de nuevos conceptos
todavía poco definidos.
En este primer número de Documentos del Centro Ciudades Patrimonio Mundial plan-
teamos una aproximación al concepto de “zona de amortiguamiento” (o zona tampón,
siguiendo el término francés), que si bien no es nuevo, puesto que aparecía ya recogido
en la primera edición de las Directrices Prácticas, se ha desarrollado especialmente en los
últimos años. Desde la edición de 2005 cuenta con un epígrafe específico (párrafos 103
a 107 del apartado II.F, relativo a Protección y Gestión), y sigue siendo un concepto en
general poco conocido, que plantea no pocos problemas en la práctica.
Hay que considerar, pues, dos puntos de vista básicos a la hora de definir o analizar
una ZA. El primero es la posible necesidad de proteger el Bien inscrito en la Lista del Pa-
trimonio Mundial de problemas que se originan fuera de sus límites, para preservar y, si es
posible, realzar su integridad, y el segundo establecer o facilitar las relaciones entre el área
protegida y la más amplia que la rodea.
A partir del año 2005 se ha incluido ya un epígrafe específico en las Directrices (pá-
rrafos 103 a 107 del apartado II.F, relativo a Protección y Gestión), y ha cambiado sensi-
blemente el tratamiento de las ZA, puesto que en el párrafo 106 se establece que cuando
no se proponga una zona de amortiguamiento, la solicitud de inscripción deberá incluir una
declaración en la que se especifique por qué no es necesaria.
Durante más de dos décadas un gran número de bienes han sido inscritos en la Lis-
ta del Patrimonio Mundial sin una ZA, o al menos sin una sancionada oficialmente en el
Comité, puesto que la redacción de las Directrices sugería, de forma implícita, que no era
necesaria. Sin embargo, desde 2005, con la redacción del párrafo 106 se ha pasado a
considerar, también de forma implícita, que sí lo es en la mayoría de los casos, aunque no
sea obligatoria.
Como criterio general y según se desprende de la redacción del párrafo 106 de las Di-
rectrices, podemos partir de que hay una fuerte presunción de base de que en la mayoría
de los bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial es necesaria una ZA.
. Las Operational Guidelines de 2005 están traducidas al castellano, con el título Directrices Prácticas para la
aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial. En la versión actualmente en vigor, de 2008, la redacción
de estos párrafos no ha variado (ver anexo con los párrafos 103 a 107), aunque en la 34ª reunión del Comité
del Patrimonio Mundial celebrada recientemente en Brasilia se ha aprobado la modificación de algunos aspectos
relativos a este tema, especialmente el párrafo 107.
. Publicada, en inglés, en la serie World Heritage Papers, número 25, en marzo de 2009. Antes, en noviembre
de 2006, ICOMOS Japón había organizado un congreso sobre el tema (World Heritage Convention and the Buffer
Zone Symposium).
. Tampoco es obligatorio utilizar la denominación “zona de amortiguamiento”.
Hay que tener claro, pues, que el Bien es el área que contiene el Valor Universal
Excepcional y la que, por tanto, está inscrita en la Lista, y la ZA es la que proporciona pro-
tección adicional al mismo, pero no lo incluye (si fuera así debería de ser parte integrante
del Bien).
“Área(s) claramente delimitada(s) fuera del área inscrita y adyacente a sus límites,
que contribuye a la protección, gestión, integridad, autenticidad y sostenibilidad del Valor
Universal Excepcional del Bien. Aunque no se consideran parte del área inscrita, sus límites
y las propuestas relevantes de gestión deben de ser evaluadas, aprobadas y formalmente
archivadas en el mismo momento de la nominación del Estado Parte. Donde se hayan de-
finido zonas de amortiguamiento, deben de ser consideradas como una parte integral del
compromiso del Estado Parte para la protección y gestión del Bien.”
Las ZA son básicamente una herramienta de gestión, y no una parte del Bien, aun-
que tengan una plasmación espacial concreta, con límites definidos. Son una herramienta
valiosa, pero no la única posible. Hay problemas potenciales, como se recoge en el informe
final de la Reunión de Davos, que pueden requerir la adopción de otros mecanismos de
gestión, como complemento de las ZA o en lugar de las mismas.
. Hasta hace poco tiempo se ha denominado frecuentemente al área inscrita en la Lista como “zona central”
(core zone), marcando su posición respecto a la ZA. Una de las recomendaciones de la Reunión de Davos, para
evitar confusiones y enfatizar la diferencia entre ambos espacios, ha sido la de evitar esta denominación, susti-
tuyéndola por la de Bien (property).
Porque, a pesar de que es la situación más habitual, las ZA no tienen por qué
tener una naturaleza esencialmente restrictiva, y pueden ser utilizadas también en
positivo, para aumentar el bienestar o las oportunidades de desarrollo de una comunidad,
Esta tendencia, cada vez más evidente, se deriva de la constatación de algunos pro-
blemas derivados de la utilización de las ZA en la gestión de bienes históricos vivos, como
las ciudades históricas o los paisajes culturales, cuando las condiciones establecidas para
controlar los cambios físicos del Bien pueden llegar a ocultar cambios sociales, económicos
o culturales, menos visibles pero esenciales y, en ocasiones, críticos para el mantenimiento
del Valor Universal Excepcional. En casos extremos, la adopción de controles estrictos, con
una visión más enfocada al carácter monumental que al de espacio vivo, puede contribuir
al aislamiento del Bien de su contexto social, económico y cultural, contribuyendo a una
innecesaria e indeseable museificación.
Hay muchos bienes que no tienen especificada una ZA, especialmente los inscritos en
las dos primeras décadas, aunque en muchos de estos casos, como resultado de los pro-
cesos de monitoreo reactivo y de los informes de conservación, se está tendiendo a exigir
la definición (o redefinición) de la misma.
Es más, no todo bien tiene que contar con una ZA, aunque en este sentido cabe
señalar que los bienes sin una ZA definida se consideran casos excepcionales, donde esta
ausencia ha de estar argumentada (párrafo 106 de las Directrices), y siempre que cuenten
con un sistema de gestión que se considere suficiente. Hay, no obstante, situaciones en
las que puede no ser necesario el establecimiento de una ZA:
• Los límites del área inscrita son suficientes para asegurar la protección del Valor Uni-
versal Excepcional por sí mismos, ya sea porque el bien no está sujeto a problemas
externos significativos, o porque las áreas que podrían servir como tales ya están
incluidas en el conjunto del bien.
• Los problemas son de tan gran escala que no pueden ser adecuadamente tratados
con una ZA. Si la ZA es demasiado grande, la implantación y la gestión puede resul-
tar muy difícil o poco efectiva.
• Las características del medio físico hacen innecesaria una ZA.
• El entorno del bien ha cambiado ya radicalmente.
• Existen regulaciones y medidas de protección suficientes a escala territorial.
Una vez tomada la decisión de establecer una ZA, hay que considerar sus caracterís-
ticas, empezando por el número. Las ZA pueden tomar la forma de múltiples zonas de
protección en torno a un Bien, para tratar tipos diferentes de problemas externos,
y a veces puede ser necesario crear más de una ZA para un mismo lugar inscrito.
Partiendo de la función original de las ZA, esto es, proporcionar una protección adi-
cional al Bien inscrito en la Lista, el primer aspecto clave a la hora de crear o modificar una
ZA es establecer claramente dónde reside el Valor Universal Excepcional del Bien
y cuáles son los problemas externos que pueden amenazarlo, para poder determinar el
área que puede ser necesaria para su protección, y dotarla de un marco legal y de gestión
adecuado, sin el cual difícilmente será efectiva.
Por otra parte, y en conexión con el carácter positivo que se menciona, el análisis no
sólo ha de tener en cuenta los problemas, sino también las oportunidades.
Así, además de complementar las medidas de protección del bien inscrito en la Lista,
las ZA pueden ser necesarias para:
• Incluir valores dispersos y dar conectividad, en el caso de bienes seriados, entre los
diversos elementos.
• Definir y proteger el entorno del bien, incluyendo paisajes culturales.
• Tratar problemas específicos que afectan a un territorio amplio que rodea al Bien.
• Promover actividades que otorguen beneficios a la comunidad local, facilitando el uso
cultural, espiritual, social o económico, o proveyendo de espacio para necesidades
recreativas o educativas.
• Dar protección a otros valores culturales o naturales del área, además de los que han
sido la base de la inscripción.
• Conectar el Bien con elementos de gran escala (corredores, paisajes culturales…).
• Crear conciencia colectiva (caso de la Ciudad Vieja de Berna).
. Es una situación inusual, pero puede ocurrir si el área del bien es muy grande o si el establecimiento de ZA
supusiera la delimitación de límites muy complejos que, más que ayudar, dificultasen la gestión, como ocurre en
el caso de L’Anse aux Meadows.
Ferrocarril rético en el
paisaje de los ríos Al-
bula y Bernina (Suiza-
Italia, 2008).
De las dos líneas ferro-
viarias alpinas (Albula y
Bernina) que componen
el Bien, hemos seleccio-
nado tres planos, en tres
escalas distintas, para po-
der apreciar el sistema de
zonas de amortiguamien-
to. El área inscrita es la
ocupada por las líneas fe-
rroviarias y todas sus ins-
talaciones (en rojo), y se
han definido tres zonas
de amortiguamiento: una
denominada “primaria”,
en el entorno inmediato y
visible del ferrocarril, otra
del área “cercana” y otra
del área “distante” (que
en realidad sería más un
área de influencia que
una zona de amortigua-
miento), hasta la línea
del horizonte (línea azul).
Con estas zonas se ha
tratado de proteger tanto
la vista del paisaje desde
el tren como la inserción
de la infraestructura fe-
rroviaria en el paisaje.
Otro de los aspectos a resolver es el del tamaño de las ZA, puesto que una demasiado
pequeña puede no ser suficiente para responder a los problemas, y una demasiado grande
no ser efectiva en la protección del Valor Universal Excepcional. Y es ahí donde ha de en-
trar en la consideración la relación de las áreas inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial
con los fenómenos de gran escala, para la cual las Directrices no nos ofrecen ninguna guía.
En este sentido hay que considerar los conceptos de área de influencia y de entorno.
Además del área inscrita y de las ZA, en algunos casos es útil el concepto de área
de influencia, que aparece con denominaciones diversas (área terciaria, zona de coopera-
ción, etc.), para incluir una zona amplia en la que el desarrollo de determinadas actividades
puede tener un impacto sobre el Valor Universal Excepcional. Es el caso, por ejemplo, de
los corredores visuales, como el planteado para el Ferrocarril Rético. No obstante, con-
viene diferenciar claramente las ZA de las áreas de influencia, ya que éste último es un
concepto útil para propósitos de gestión, más que un área recogida por la Convención.
El tema de las ZA es, hoy día, de gran importancia. De los 163 casos de bienes ins-
critos en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro, casi la mitad, 73, estaban relacionados
con las ZA, con diversos tipos de problemas:
Pero también, a escala general, es preciso revisar las Directrices, para elaborar un
léxico preciso e incluir las determinaciones básicas en sus párrafos. En este sentido, se
encargó al Centro de Patrimonio Mundial el estudio de estos aspectos, con el fin de pre-
sentar el trabajo en la reunión del Comité del año 2009 (Decisión 32 COM 7.1), pero se ha
En todo caso, es preciso todavía aclarar la relación de las ZA con el área inscrita,
teniendo presente que, tal como se desprende de las diversas reuniones celebradas sobre
el tema, la ZA no puede ser considerada una zona de importancia secundaria que apoya a
otra primaria, sino una parte igual, complementaria e inseparable de la así llamada zona
de importancia primaria, que contribuye a establecer y definir su carácter distintivo. Los
planes y condiciones del área inscrita, las ZA e incluso las áreas de influencia se han de
diseñar juntos.
ANEXO. Redacción de los párrafos 103 a 107, relativos a las zonas de amor-
tiguamiento, en la edición de 2005 de las Directrices Prácticas para la aplicación
de la Convención del Patrimonio Mundial.
104. A los efectos de la protección eficaz del bien propuesto, una zona
de amortiguamiento es un área alrededor del bien cuyo uso y desarrollo están
restringidos jurídica y/o consuetudinariamente a fin de reforzar su protección.
Para ello se tendrá en cuenta el entorno inmediato del bien propuesto, perspec-
tivas y otras áreas o atributos que son funcionalmente importantes como apoyo
al bien y a su protección. La zona de amortiguamiento deberá determinarse en
cada caso mediante los mecanismos adecuados. La propuesta de inscripción
deberá contener detalles sobre la extensión, las características y usos autoriza-
dos en la zona de amortiguamiento, así como un mapa donde que se indiquen
los límites exactos tanto del bien como de su zona de amortiguamiento.
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