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infantil
Módulo 2
“Antes de empezar”
1. ¿Por qué es necesario un Plan de Acogida?
Los nuevos lugares nos “hablan” a través de sus elementos, y lo que cuentan
condicionan cómo seremos capaces de ser y de estar en ese determinado lugar. Si
permanecemos en situación de alerta y rigidez, en una postura de defensa, si nos
sentimos relajados y podremos observar lo que ocurre desde un estado de calma que nos
haga disfrutar de aquello que estamos descubriendo por primera vez, o si la euforia de
llegar a un lugar que nos atrae mucho hará que interactuemos sin pensarlo dos veces con
todo aquello que encontremos a nuestro paso.
Sin embargo, no solo serán esas primeras impresiones las que determinen la forma de
sentir y de comportarse de las personas en un nuevo lugar, ya que la personalidad, la
individualidad del ser, las experiencias previas u otros aspectos tan básicos como el
hambre, la sed, el sueño o el frío, juegan un papel fundamental en cómo nos sentimos y
cómo actuamos.
Como personas adultas, la mayoría tenemos la fortuna de poder tomar decisiones ante
determinadas situaciones, marcharnos de un lugar si no nos gusta o no estamos
cómodos, decidir en qué lugar colocarnos y qué posición adoptar, hablar para expresar
nuestras necesidades a quien pueda ayudar a resolverlas, identificar las sensaciones que
un estímulo nos está generando y actuar sobre ello para mantenerlo o para evitarlo…
Contamos con herramientas para poder adaptarnos a un lugar, o no hacerlo si
consideramos que no es conveniente o sentimos que no estamos seguras. Somos capaces
de poner en juego conductas adaptativas, aunque no siempre estén vinculadas con
aquello que realmente queremos o necesitamos. Podemos posponer, reprimir, desviar,
atender o aceptar aquellas sensaciones que registramos ante situaciones nuevas,
normalmente en pos de estar lo mejor posible en cada momento.
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En el tránsito, en edades tempranas, del hogar familiar a la escuela infantil, este proceso
de llegada y de incorporación al nuevo lugar, supone un momento fundamental, ya que
determinará en gran medida el estado emocional de cada bebé y su capacidad para
encontrar la manera de ser y hacerse a sí mismo junto a nuevas personas de referencia.
El resultado de todas estas reflexiones realizadas por la comunidad educativa dan lugar
al modo de mirar la infancia, y, a través de los diversos documentos curriculares y
pedagógicos, dan forma a una manera concreta de hacer.
Un Plan de Acogida auténtico, vivo y que se adapte a las necesidades y realidad de las
personas protagonistas del proceso supone una herramienta clave para asegurar que se
darán las condiciones adecuadas para que la acogida de los niños y niñas sea respetuosa
con sus procesos individuales, y que se tendrán en cuenta todos los elementos que
juegan un papel determinante en este momento: tiempos, espacios, materiales,
comunicación, acompañamiento.
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3. ¿Qué esperamos conseguir a través del Plan de
Acogida?
El alto grado de complejidad que supone la escolarización por vez primera de niños y
niñas de edades tempranas, exige que la responsabilidad que adquieran los profesionales
que están implicados en todos los procesos sea alta, asumiendo el reto de procurar un
ambiente seguro y respetuoso que garantice el bienestar de las criaturas y asegure la
satisfacción de sus necesidades afectivas, teniendo en cuenta el delicado momento que
supone la separación de sus figuras de apego.
A través del Plan de Acogida daremos respuesta a una necesidad concreta de separación
progresiva de los progenitores y sus hijos e hijas a la vez que iniciaremos el vínculo
entre éstos y sus nuevas figuras de referencia en la escuela. Tendremos presente en su
diseño aspectos como los tiempos que se destinarán a la acogida, los espacios de la
escuela donde tendrán lugar los primeros encuentros e intercambios, las personas que
forman parte del proceso y el papel de cada una de ellas, los materiales y las actividades
que más se adecuan a las necesidades, los estilos de comunicación que se establecerán
tanto con los infantes como con las familias, las estrategias para la observación y
documentación de los procesos y la evaluación de todo aquello que hemos planificado
en relación con su puesta en práctica.
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3. ¿Quiénes participan en el Plan de Acogida?
Las familias necesitan saber cómo es el centro educativo, de qué manera funciona, sus
aspectos organizativos pero también pedagógicos, y sobre todo, conocer a las personas
que acompañarán a sus hijos e hijas en el tránsito de la primera escolarización. Otra
necesidad de las familias en este tiempo de acogida es sentir la tranquilidad de que sus
hijos e hijas serán capaces de integrarse y ser parte de la escuela, asumiendo su nuevo
rol en un grupo social, cuestión hasta ahora desconocida pues su grupo de pertenencia
se limita en los primeros años a la familia, donde genera los primeros y principales
vínculos de apego.
La diversidad de situaciones que pueden tener lugar con las familias precisan de un
análisis de equipo, para poder tomar decisiones respecto a cómo gestionarlas de la mejor
manera. Es importante encontrar momentos para reflexionar, como profesionales, sobre
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el modo en que transmitimos respetuosamente los valores, los conocimientos y la propia
práctica pedagógica. Es también necesario reflexionar hasta qué punto podemos aceptar
algunas demandas familiares, situando al niño o la niña en el centro teniendo en cuenta
a la vez la gestión del grupo. En cualquier caso, todas estas cuestiones, toda relación
humana, en cualquier momento, pero especialmente en el delicado momento de
separación por vez primera de los niños y niñas de sus figuras de apego, han de ser
tratadas con una alta carga de empatía, sensibilidad, atención y respeto, que sin duda
llegarán de vuelta en esa díada, al sentirse las familias acogidas y cuidadas.
Durante los primeros días, y en función de las necesidades que se observen de cada
infante, un miembro de su familia, normalmente la madre o el padre, aunque también
puede ser el abuelo o la abuela o cualquier otra persona con la que el menor tenga
establecido un vínculo afectivo previo, permanecerá en los espacios de la escuela junto
al niño o la niña, durante el tiempo correspondiente. Esta presencia de las figuras de
referencia supone un elemento clave en la adecuada acogida y que el tránsito entre el
hogar y la escuela no suponga un desequilibrio emocional que pueda dar lugar a
situaciones dolorosas o traumáticas.
Todo ello quedará recogido en el Plan de Acogida, de manera que a nivel pedagógico y
organizativo queden establecidas unas directrices claras a partir de los principios
pedagógicos de cada escuela y cada equipo de profesionales.
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técnicos educativos y auxiliares se sientan acogidos en el nuevo centro, es la primera
piedra que hay que colocar para que el proceso de acogida sea auténtico y cubra las
necesidades de cada una de las partes implicadas. Para ello, cada centro cuenta con
documentos institucionales dirigidos a la acogida del personal, que, al igual que el Plan
de Acogida de Educación Infantil, concreta en acciones aquello que se ha de hacer para
asegurar el bienestar y la integración en las dinámicas del centro de todos los
profesionales que se incorporan por primera vez.
Por otro lado, la formación tanto del profesorado como de los demás profesionales
educativos es necesaria para asegurar la coherencia pedagógica entre la escuela que se
espera y la escuela que se hace, a partir de las prácticas que se desarrollan de manera, no
sólo curricular sino también y sobre todo, las prácticas que entrañan el currículo oculto,
en este caso las relacionadas con el tiempo de acogida y la plena integración del
alumnado en la escuela.
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4. ¿Qué necesitamos para llevar a cabo el Plan de
Acogida?
En este apartado abordaremos el puzzle al completo: cómo conjugar entre sí los tres
elementos de los que hemos hablado anteriormente (alumnado, familias y
profesionales), para que este tiempo de acogida sea lo más armónico posible. Y lo
haremos a partir del análisis de tres aspectos de carácter práctico como son la
preparación de ambientes adecuados para el proceso de acogida, el acompañamiento a
los niños y niñas y las acciones que se desarrollan con las familias, antes, durante y tras
el tiempo de acogida.
Ofrecer un ambiente respetuoso con los ritmos de la infancia, que fomente el impulso de
los niños y las niñas a ampliar su territorio, a través del descubrimiento de nuevas
relaciones y conocimientos, sin que sea la figura adulta quien tenga que forzar su
interacción, sino que parta de la curiosidad innata que, ante un espacio cuidado y
seguro, surgirá de manera espontánea antes o después, supone uno de los grandes retos
en la preparación de ambientes.
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vez que atractivas para generar la curiosidad ante los nuevos materiales. Es importante
evitar grandes cantidades de juguetes y materiales, que puedan suponer un exceso de
estímulo exterior y no permita que puedan fijar su atención en aquello que realmente les
interesa. Pero también hemos de tener en cuenta la importancia de evitar que se generen
conflictos entre iguales debido a la presencia de materiales exclusivos, de los que, por
ejemplo, solo hay un ejemplar pero varios pequeños interesados. Aunque es un proceso
necesario e interesante, vivir la frustración y enfrentarse al conflicto que esto puede
generar, el tiempo de acogida bien merece que sea mantenido con una imagen agradable
y positiva, y no asociarlo a momentos de conflicto y frustración añadidos al dolor de la
separación de la figura de referencia. Que los juguetes y materiales estructurados y no
estructurados puedan ser utilizados de manera autónoma por los niños y niñas, sin ayuda
de una persona adulta, supone un elemento clave en el proceso de vinculación con la
escuela y de seguridad progresiva en sí mismo y en el entorno.
4.2 Acompañamiento
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la niña es protagonista en el aula, decidiendo y tomando la iniciativa de interactuar con
las nuevas personas de referencia cuando siente que ha llegado su momento y es capaz
de hacerlo.
Nuestra manera de estar en el aula, disponibles, a la altura del niño y la niña, favorece la
posibilidad de que aparezca ese primer contacto a través de la mirada: nos miramos, nos
encontramos y nos reconocemos. En este intercambio de mirada les transmitimos:
“estoy aquí”. Son miradas que expresan atención e interés, que demuestran que a la
persona adulta le interesa el niño o la niña y está atenta a sus emociones y dispuesta a
responderle. Es desde estos primeros diálogos relacionales desde donde se va a ir
gestando el vínculo.
Tras estos logros de contacto con la figura adulta por parte del infante, es éste quien se
acerca y hace el primer contacto corporal, que habitualmente suelen ser gestos como
posar la mano sobre el hombro o la espalda, tocar la mano al dar un material, sentarse a
su lado, un abrazo o una caricia... Todos estos contactos a nivel corporal nos permitirán
posteriormente, cuando el familiar o persona de referencia salen de la clase, ante la
tristeza o el enfado, acoger y contener en nuestros brazos. Siempre desde el respeto, que
acepten y quieran recibir la acogida, sin invadir.
Antes del tiempo de acogida, existe el primer momento en que la familia visita la
escuela y de manera individual es atendida por alguna persona profesional del ámbito
educativo. Este primer momento servirá para conocer los aspectos pedagógicos y
organizativos del centro, para formarse unas primeras impresiones y poder tomar la
decisión como familia de querer dejar a su pequeño o pequeña en la escuela elegida.
Una vez que el grupo se ha formado, pero antes de comenzar la incorporación del
alumnado a comienzo de curso, es conveniente poder realizar una reunión grupal con
todas las familias. En este tiempo, se explicarán nuevamente cuestiones organizativas y
metodológicas, concretamente del grupo y especialmente del tiempo de acogida. Se
dejará también un espacio para que las familias puedan compartir sus inquietudes y
resolverlas a medida que van surgiendo. Es fundamental tener en cuenta cuales son los
miedos e inseguridades de las familias, para poder darles una respuesta profesional, no
ya en esa propia reunión sino en las entrevistas individuales futuras o en las
comunicaciones continuadas que se vayan dando los primeros días.
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Una de las propuestas en relación al papel de las familias en el tiempo de acogida es la
desarrollada en escuelas infantiles públicas de algunas comunidades, como Baleares o
Navarra, explicada por el psicólogo Vicens Arnaiz en diversos artículos. Desde su
propuesta, las figuras de referencia de cada niña y cada niño permanecen en el aula,
acompañando e interactuando exclusivamente con su hijo e hija, manteniéndose en un
espacio concreto, destinado a que puedan mostrar su presencia y disponibilidad
incondicional, pero sin acceder al resto de espacios del aula, permitiendo de ese modo
que cada pequeño y cada pequeña, siguiendo su ritmo y su proceso, sea capaz de ir
conquistando ese espacio de manera autónoma, con la seguridad de la presencia de su
familiar en un espacio conocido y accesible, al que puede regresar tan pronto como
necesite sentir la seguridad del vínculo. Queda por tanto el foco y la fuerza en la
capacidad de cada bebé para decidir cuándo y cuánto está preparado para distanciar el
vínculo y afrontar por sí mismo el descubrimiento de un mundo nuevo que aparece a su
alrededor. bajo esta perspectiva, el niño o la niña es capaz de tomar la iniciativa de la
separación, sin ser forzados, como muestra de la confianza depositada en sus
progenitores, gracias a la fortaleza del vínculo.
Es oportuno contar en el Plan de Acogida con momentos breves en que una de las
personas profesionales pueda interactuar de forma relajada con las familias, en pequeño
grupo o de manera individual, ofreciendo una retroalimentación de lo experimentado
cada día del tiempo de acogida, tanto en relación a la actitud de los familiares, así como
al proceso de vinculación de sus hijos e hijas. En estos pequeños encuentros se
aprovecha para escuchar las dudas que han ido surgiendo, entendiendo la importancia
de fijar límites ante las demandas que no sean pertinentes o que la escuela no esté en
disposición de poder ofrecer, desde una actitud de firmeza a la vez que de comprensión
y sensibilidad, que permita encontrar soluciones creativas a las dificultades que puedan
surgir.
Además, las entrevistas individuales o tutorías con las familias, especialmente al inicio
del curso y coincidiendo con el tiempo de acogida, son totalmente necesarias y muy
enriquecedoras, para poder conocer en profundidad y bajo una perspectiva amplia a
cada niño y cada niña que tenemos el cometido de acompañar en su proceso. Este
aspecto lo abordaremos en mayor profundidad en el Módulo 4.
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