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Títulos valores
Sumario:
PARTE PRIMERA: Teoría general de los títulos valores. 1. Generalidades; 2. Concepto de título valor; 3.
Terminología; 4. Caracteres; 5. Naturaleza y diferencias con las obligaciones comunes; 6.
Clasificaciones; 7. Desmaterialización; 8. Régimen legal actual.
PARTE SEGUNDA: Los títulos valores en el Código Civil y Comercial. 1. Concepto y elementos; 2.
Clasificaciones; 3. Creación; 4. Garantías; 5. Deterioro, sustracción, pérdida y destrucción; 6.
Cumplimiento y acciones por incumplimiento; 7. Prescripción.
PARTE TERCERA: La letra de cambio y el pagaré. 1. Concepto de letra de cambio. 2. Creación. 3.
Circulación: endoso. 4. Aceptación. 5. Aval. 6. Vencimiento. 7. Pago. 8. Incumplimiento (protesto y
avisos). 9. Acciones. 10. Cancelación. 11. Prescripción. 12. El pagaré.
PARTE CUARTA: El cheque. 1. Concepto y regulación legal. 2. Función económica. 3. Clases de
cheques. 4. Creación y circulación. 5. Pago. 6. Cheque de pago diferido. 7. Aval cambiario y aval
bancario. 8. Prescripción.
PARTE QUINTA: Otros títulos valores. 1. Factura de crédito. 2. Warrant y certificado de depósito. 3.
Carta de porte y conocimientos de embarque. 4. Certificado prendario. 5. Certificados de participación y
títulos de deuda de fideicomisos financieros. 6. Obligaciones negociables.
PARTE PRIMERA: Teoría general de los títulos valores
1. Generalidades
Gran parte de la riqueza está representada y circula hoy por medio de títulos o
documentos (*), que sirven para representar toda clase de bienes. Así, el patrimonio
de una sociedad anónima está representado por acciones; el dinero prestado por
bonos; las mercaderías por certificados de depósitos, cartas de porte y conocimientos
de embarque; los depósitos bancarios por cheques y certificados de depósitos, etc.
Son objeto de nuestro estudio en este capítulo los “títulos valores”, una de las
denominaciones con la cual se designa una categoría especial de derechos y
obligaciones, que han adquirido una importancia significativa, al ser utilizados en todo
tipo de actividades (no sólo comerciales).
La palabra “título” se utiliza como sinónimo de “documento” (*), conforme se puede
advertir en casi todas las definiciones que se han intentado de este instituto y, más
precisamente, como documento escrito.
La palabra “valor” hace referencia al derecho de contenido patrimonial, incorporado al
contenido del documento, y que consiste en un derecho, generalmente en un crédito.
De allí también que se denominen a estos documentos como “títulos de crédito”.
En las situaciones regladas por el derecho común, los documentos sirven como un
medio de prueba. Así, por ejemplo, una factura y un remito prueban un contrato de
compraventa y la entrega de la mercadería vendida respectivamente. Un documento
en el que consta un recibo de dinero entregado en préstamo, sirve como prueba de un
contrato de mutuo En estos casos, el crédito existe con independencia del instrumento
con el cual puede acreditarse. El acreedor, en principio, puede ejercer su derecho
recurriendo a otros medios de prueba que la ley permite, diferentes a la forma escrita
(confesión, pericial, testimoniales, etc.).
Los títulos de crédito, títulos valores o títulos circulatorios (por mencionar las
principales denominaciones que se utilizan) se apartan en numerosos aspectos del
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
modelo por casi todos los países del mundo. En 1930 se aprobó en Ginebra una
Convención de Ley Uniforme sobre letras de cambio y pagarés y en 1931 otra sobre
cheques, que han sido tomadas como base por la legislación argentina junto a
muchos otros países.
2. Concepto de título valor
La doctrina suele repetir la definición clara y precisa que dio Vivante hace más de un
siglo, que todavía tiene vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Esta definición
sintetiza los caracteres esenciales que tienen estos títulos, a los que dicho autor
prefirió denominar títulos de crédito.
Dice dicha definición que “título de crédito es el documento necesario para ejercer el
derecho literal y autónomo en él expresado”.
Explicaba Vivante la definición diciendo:
1° El derecho mencionado en el título es “literal”, porque él existe sólo según el tenor
escrito del documento;
2° El derecho es “autónomo”, porque el poseedor de buena fe ejercita un derecho
propio, que no puede ser afectado, limitado o destruido por las relaciones existentes
entre los precedentes poseedores y el deudor: y
3° El documento es “necesario”, para ejercitar el derecho, porque desde y cuando el
título existe, el acreedor debe exhibirlo para ejercitar todo derecho que él lleva
consigo, sea principal o accesorio y no se puede hacer ningún cambio en el valor
del título sin anotarlo sobre él.
3. Terminología
Se ha propuesto denominar a estos documentos de diversa manera. La expresión
“títulos de crédito” es cuestionada por falta precisión. No sería, por ejemplo, un título
de crédito una acción de una sociedad anónima.
Del Derecho Alemán proviene la denominación como “títulos valores”, la que también
se cuestiona por su amplitud, en tanto comprendería otros títulos a los cuales no se
aplica el régimen especial que estamos estudiando.
Su identificación como “títulos circulatorios” hace referencia a uno de los caracteres
más importantes que tiene, esto es, el de circular con seguridad y celeridad. Sin
embargo, se puede restringir la circulación de estos documentos por medio de
cláusulas especiales que no privan al título de los demás aspectos regulados por la
ley.
Del Derecho Anglosajón y del Derecho Francés se suele tomar las denominaciones
“papeles de comercio” y “valores mobiliarios” y “efectos de comercio”,
respectivamente.
Además, como hemos visto en puntos anteriores, toda la doctrina sobre estos títulos
se funda sobre la base de la incorporación de los derechos al papel o “carta”. De allí
que se los suele denominar también como derechos “cartulares” o “cartáceos” (Gómez
Leo).
Finalmente, cabe acotar que el primer título de crédito que se inventó fue la letra de
cambio, el cual constituye el prototipo o modelo de los mismos, por lo que se suele
también denominar a todos estos papeles como “títulos cambiarios” y, a la rama del
Derecho que los estudia “Derecho Cambiario”. Aunque se debe tener presente que la
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autonomía y contenido del Derecho Cambiario a los fines de considerarlo como rama
del derecho, resultan uy discutible (Bonfanti y Garrone).
4. Caracteres
Los caracteres más importantes que presentan los títulos de crédito son:
a) Literalidad:
Significa que el contenido, la extensión, modalidades de ejercicio y todo otro posible
elemento, principal o accesorio del derecho cartular, son únicamente los que resultan
de los términos en que está redactado el título.
El texto escrito que consta en el papel es el que contiene la expresión del derecho que
se ha incorporado al mismo. Toda persona que se obliga cambiariamente, lo hace
exclusivamente según el texto escrito en el mismo documento.
Como efecto de este principio, el acreedor cambiario sólo puede exigir lo que surja en
forma expresa del título y, correlativamente, el deudor sólo está obligado y puede
defenderse basándose sólo en el contenido del título. Queda claro que la finalidad de
este principio es la protección del poseedor legítimo (Cámara)
b) Necesidad:
Como los derechos surgen del texto escrito en el mismo documento (literalidad), es
indispensable la presentación material del documento a los fines de ejercer los
derechos que en él están contenidos.
Esta cualidad es una consecuencia de la “incorporación” del derecho al título. Los
derechos están adheridos, identificados, compenetrados o transfundidos en el
documento formando con él una unidad inseparable.
Esta vinculación inseparable entre el papel y el derecho hace justamente “necesaria”
la presencia del documento para ejercer el derecho que se encuentra expresado en el
mismo.
La forma de transmitirse y la protección a los terceros de buena fe fundamentan la
afirmación de que estos papeles tienen un régimen que se asimila al de las cosas
muebles.
Sólo tiene legitimación activa (para ejercer el derecho) quien tiene materialmente en su
poder el documento y siempre que se desprenda del mismo que ha sido trasmitido
conforme a la ley de circulación.
Desde el punto de vista opuesto, existe legitimación pasiva, es decir, el deudor pagará
bien extinguiendo la obligación, si lo hace a quien ha reunido estas condiciones de
acreedor legitimado. Existe a este respecto una estricta aplicación de la denominada
“teoría de la apariencia” (*).
c) Autonomía:
Este carácter, desde el punto de vista activo o del acreedor, significa que, cuando el
título circula, transmitiéndose la titularidad del derecho, cada uno de los sucesivos
titulares lo hace adquiriendo el derecho en forma independiente de los anteriores.
El derecho incorporado al título siempre es adquirido como “originario”. Vale decir, que
dicho derecho no ha “derivado” del derecho que tenía el anterior titular, como sucede
en la cesión de créditos.
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El acreedor ejerce el derecho que surge del titulo. No interesan las relaciones de los
anteriores adquirentes o portadores del título entre sí o con respecto al deudor.
Se trata de un derecho nuevo y diferente al que tenía el anterior titular y por ello se
identifica como “originario”.
Con respecto a los deudores (aspecto pasivo de este carácter), cada uno de los
firmantes del título se obliga con respecto a quien resulte acreedor, en forma
independiente y también sin ninguna vinculación o conexión con la obligación que
asumen los otros firmantes.
d) Formalidad:
Para tener la seguridad que se está frente a un título valor, no basta la escritura en un
papel. Se exige además que se cumplan una serie de requisitos formales
indispensables para individualización el tipo de título de que se trata. Si carece de los
elementos formales exigidos por la ley, el documento no tendrá eficacia como título de
crédito. El formalismo en este ámbito intensifica la exigencia de cumplir rigurosamente
con las formas, producto de que, lo que no consta en el documento, carece de toda
relevancia para el derecho.
5. Naturaleza y diferencias con las obligaciones comunes
Ya hemos advertido que las obligaciones cambiarias se apartan de los moldes del
derecho común. Estamos ante una fuente de obligaciones no contractual, puesto que
está originada exclusivamente en la voluntad unilateral de quien emite la declaración
cambiaria en la forma que lo permite la ley.
Remarcamos que la declaración de voluntad emitida cumpliendo la forma y requisitos
que establece la ley, origina una obligación sin contraprestación de quien la recibe o
sin correlativo derecho de quien la emite. Las obligaciones cambiarias en
consecuencia son incondicionadas, irrevocables y no recepticias.
En especial, deben destacarse dos cuestiones que se vinculan con la causa que ha
dado origen a la obligación cambiaria:
1° Que la creación o transmisión de un título de crédito deja subsistente la relación
fundamental sin que exista novación (*) de las obligaciones respectivas;
2° Que el pago del título de crédito extingue la obligación nacida de la relación
fundamental.
Así, por ejemplo, si a los fines de pagar el precio de una compraventa se entregara un
cheque, la obligación que surge del contrato no se transforma y subsiste hasta la
extinción de la obligación cambiaria. Por cierto, con la limitación para el acreedor, de
no poder reclamar dos veces la misma deuda. Y si el acreedor decidiera reclamar el
pago del precio de la compraventa, en lugar del pago del cheque, deberá previamente
restituir dicho cheque al deudor.
6. Clasificaciones
Con la finalidad de presentar un perfil de cada uno de los títulos que serán tratados en
este capítulo, a continuación, efectuamos una síntesis de las clasificaciones que
consideramos más importantes.
a) Según su NATURALEZA:
Son públicos o privados dependiendo del carácter de la persona que los crea.
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
Aunque vale aclarar que no todos los títulos creados por personas jurídicas de
derecho público son títulos públicos, por cuanto también pueden emitir títulos privados,
debiendo estarse para determinar su naturaleza, a la ley que dispone su creación
(Bonfanti y Garrone).
b) Según su MODALIDAD DE CREACIÓN:
Los mismos pueden ser emitidos en serie o individuales. Los primeros representan
un derecho a favor de una pluralidad de personas y se encuentran subdivididos en
partes iguales.
c) Según el CONTENIDO:
Existen títulos en sentido estricto, los cuales instrumentan un crédito en dinero, títulos
representativos de mercaderías (carta de porte, conocimiento, certificado de depósito)
y títulos de participación (representan un complejo de relaciones como las acciones
de las sociedades anónimas).
d) Según la LEY DE CIRCULACION:
Son títulos al portador aquéllos que permiten su emisión con la ausencia del nombre
de la persona a favor de quien se libra el título y que pueden ser transmitido por su
simple entrega.
La categoría opuesta a los títulos al portador son los nominativos (*), que son los
expedidos a favor de una persona cuyo nombre se consigna en el texto mismo del
documento, conforme lo indica la Ley general de títulos y operaciones de crédito
mexicana, en forma coincidente con el significado del término, por lo que nos parece
más acertada.
A su vez los títulos nominativos son a la orden, cuando nacen con el nombre del
adquirente y se trasmiten mediante su entrega más el endoso (*), sin intervención del
deudor. El titular del derecho está legitimado para ejercer su derecho mediante la
posesión del documento más una cadena regular de endosos (*).
Los títulos nominativos son no a la orden cuando no se pueden trasmitir por endoso.
Esta situación ha hecho que muchos autores se cuestionen si los emitidos “no a la
orden” son verdaderamente títulos de crédito, por faltarle uno de los requisitos
esenciales de los mismos, esto es: la posibilidad de hacerlos circular en forma rápida y
segura por un medio diferente al establecido en el Derecho Civil.
En la medida que se pretende identificar y comprender en una categoría diferente, a
los títulos que deben ser inscriptos en un registro del emisor para que tenga efectos
contra éste o contra los terceros cualquier acto u operación referente al crédito,
debería denominarse a estos títulos como “registrables”.
La mayor parte de la doctrina nacional encuadra en la categoría de títulos
nominativos (*) a los que exigen para adquirir la titularidad del derecho, además de la
posesión y endoso (*), la anotación de la transmisión en los registro del emisor del
título (Gómez Leo), a la cual se suele denominar “transfert” (*) aunque esta última no
ha sido muy difundida en la práctica cambiaria.
La denominación utilizada para esta categoría es a nuestro juicio equívoca, pero es
reiteradamente utilizada por la doctrina que ha terminado influyendo en los textos
legales (no en las prácticas comerciales ni en las prácticas bancarias locales).
Distinguen con este criterio que no compartimos, sólo tres categorías de títulos
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ble que forma el derecho de crédito y el documento que lo expresa y contiene (la in -
corporación del derecho al papel). Partiendo de este fenómeno Vivante dedujo, como
ya vimos, las características esenciales de los títulos de crédito: necesidad, literalidad
y autonomía.
Para hacer el sistema más seguro y eficiente (el papel puede destruirse, perderse,
etc.), las transacciones modernas tienden a suprimir el soporte en papel de estos
derechos, cambiándolo por un registro. Los derechos, en lugar de incorporarse a un
documento, se incorporan a un registro.
La emisión y el intercambio material o físico y su transcripción en un documento, son
reemplazados por registros y anotaciones en cuentas. Se reconoce a este fenómeno
como “desmaterialización” de los títulos valores (Alegría). También se lo ha
denominado "desincorporación" Aunque también podría sostenerse que en estos
casos la “incorporación” no se hace a un papel, sino a un registro como se desprende
del art. 1815 del Código, por lo que preferimos la primera.
Hoy la desmaterialización de los títulos valores se ha potenciado por el fenómeno
informático, habiéndose transformado este sistema en indispensable para el tráfico
masificado de títulos en serie, por el enorme ahorro de tiempo y costos que ello
significa. El derecho se adapta de esta manera a la revolución impuesta por la técnica,
que trae como consecuencia que un impulso electrónico pase a transformarse en un
documento y sustituir al papel. La incorporación del derecho se hace ahora a ese
registro electrónico o informático, caracterizándolos el nuevo Código como títulos “no
cartulares”.
8. Régimen legal actual
El Código Civil y Comercial incorpora una regulación general de los títulos valores
en el derecho argentino, que no existía con anterioridad. Considerados desde el
derecho común, se podría haber priorizado para decidir en qué parte del Código
regularlos, o entre las cosas y bienes, o como prueba, o como declaración unilateral
de voluntad. El último aspecto es el que se tuvo en cuenta sobre los anteriores, ya
que son tratados después de los contratos, como “otras fuentes de las
obligaciones”.
A pesar de efectuarse una regulación general sobre títulos valores, no se han
derogado y por lo tanto se han mantenido, las remisiones que se hacen en las
regulaciones del pagaré y cheque al régimen de la letra de cambio como legislación
supletoria.
Conviven ahora en nuestro país dos sistemas legales paralelos para los títulos
valores. Por un lado tenemos el régimen general incorporado al nuevo Código (arts.
1815 a 1881). Estas reglas se aplican a los títulos valores que no tienen una
remisión expresa a la legislación de la letra de cambio. Ahora títulos como el
certificado prendario, la carta de porte y el warrant se rigen supletoriamente por la
nueva legislación general del Código.
Por otro lado, se encuentra la legislación sobre letra de cambio (dec. ley 5965/63
ratificado por la ley 16478), que es un sistema completo y autosuficiente, es decir,
tiene regulaciones sobre prácticamente todos los aspectos de este título y no
necesita recurrir a las reglas generales del Código sobre títulos valores.
Antes de la vigencia del nuevo Código, la legislación sobre letra de cambio servía
como regulación general y subsidiaria para todos los otros títulos valores. Ahora
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
Los títulos valores son tratados por el Código como pertenecientes al género de las
cosas muebles, indicando en consecuencia que pueden ser objeto del contrato de
compraventa (CCC, arts. 1123 y 1124 inc. B). La máxima asimilación entre título valor
y cosa mueble se da con los títulos al portador, cuya propiedad se pueden trasmitir por
la simple entrega, justamente igual que las cosas muebles.
El Código precisa también que los títulos valores no son muebles registrables (CCC,
art. 1815 segunda parte). La confusión se podría dar con los títulos valores
nominativos, que son los registrables según la clasificación aceptada por el Código.
2. Clasificaciones
Surgen del Código algunas clasificaciones diferentes a las que ya hemos
mencionado en este capítulo. Consideramos a continuación las más importantes.
a) Según se encuentren o no regulados por la ley:
Los títulos valores pueden ser típicos o atípicos según estén o no regulados por la
ley.
La clasificación aparece de la mano con la novedad que trae el Código de permitir a
los particulares la creación de títulos valores que no están regulado por la ley (CCC,
art. 1820). El nombre y contenido de los atípicos los deja librados a la inventiva de
los particulares, con la limitación de que solamente pueden ser títulos causales.
Para todos los nuevos títulos valores atípicos se exige como requisito que no se
confundan con los títulos valores típicos.
Los títulos abstractos son únicamente los regulados por la ley -y por lo tanto
siempre típicos-, con la única excepción de los atípicos abstractos que están
destinados a la oferta pública, aunque deben estar previamente autorizados por la
Comisión Nacional de Valores (CCC, art. 1820, segunda parte).
b) Según el soporte al cual se incorpora el derecho:
La ley denomina “cartulares” a los títulos en los que el derecho se incorpora a una
hoja de papel (CCC, art. 1830) y “no cartulares” a aquéllos en que el derecho se
incorpora a un registro (CCC, art. 1850 y sgtes.). Estos últimos se identifican
también como títulos desmaterializados o escriturales.
La palabra cartular no está registrada en el Diccionario por lo que se trata de un
invento del legislador argentino. Probablemente la Intención haya sido buscar una
derivación de “carta”, o de “cartáceo” (proviene del italiano) o “cartulario”. Aunque
esta última hace referencia no tanto al documento sino al libro donde se registran o
copian.
La denominación de la categoría como “cartular” se refiere obviamente a la
tradicional hoja de papel donde se incorpora el derecho, para la cual se mantiene la
necesidad de utilizar un documento.
c) Según la ley de circulación:
Existen notables diferencia entre el criterio y denominación de la clasificación
utilizada por el Código con otras que están incluso en el mismo Código, lo cual no
deja de generar dificultades.
Adviértase en este sentido que no es el mismo criterio el que se utiliza para
distinguir las modalidades de circulación de la carta de porte, que para los títulos
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
En el sistema vigente con anterioridad, por lo tanto, solamente era posible crear
títulos valores que estuvieran regulados por la ley. La excepción a la ley general (el
Código Civil), solamente podía hacerse por una ley especial.
Los requisitos que hoy exige el nuevo Código para estos títulos atípicos son: 1° que
los derechos incorporados sean expresados con claridad; 2° No deben confundirse
con los títulos valores regulados (nombre); 3° Deben expresar la causa del derecho
(salvo los que autorice a emitir como abstractos la Comisión Nacional de Valores).
4. Garantías
El otro aspecto para marcar una notable diferencia con el régimen general de los
títulos valores es la solidaridad de los obligados. El art. 51 del decreto ley 5965/63
establece como principio la solidaridad de todos los firmantes de una letra de
cambio.
El Código establece la solidaridad legal exclusivamente para los creadores del
título. Los endosantes y garantes de los títulos valores son responsables, pero no
solidarios (CCC, art. 1826), salvo que expresamente lo indiquen, lo cual marca una
incoherencia a la que debe estarse atento. Recordamos que para la letra de cambio
se prevé la solidaridad de todos los firmantes (DLC, art. 51), al igual que para los
cheques (ley 24452, art. 40), warrants y certificados de depósito (ley 9643, art. 10),
etc.
Por otro lado, el Código no regula la figura del aval, lo cual es una notable e
injustificada omisión para un régimen general. Nos referimos a esta figura más
abajo al tratar la letra de cambio, para la cual sí se regula expresamente esta
importante garantía cambiaria.
Sólo forzando la interpretación del segundo párrafo del art. 1826, se puede
considerar aplicable el aval al grupo de los títulos valores que no se rigen
supletoriamente por la letra de cambio (donde se encuentra la única regulación legal
del aval).
Dice la norma citada que las obligaciones resultantes de un título valor pueden ser
garantizadas por todas las garantías que sean compatibles. Agrega el párrafo
citado, que las garantías otorgadas en el texto del documento o que surgen de la
inscripción del artículo 1850, pueden ser invocadas por todos los titulares y, si no
hay disposición expresa en contrario, se consideran solidarias con las de los otros
obligados.
Decimos que la interpretación aparece forzada, dado que la regulación sobre el aval
se ha hecho solamente para la letra de cambio. Y si bien se presentaría como
compatible con el régimen del Código, para aplicarla debemos suponer a la ley
cambiaria como supletoria del Código Civil y Comercial. Téngase presente que el
art. 33 del decreto ley 5965/63 permite incluso el aval por separado, es decir aquél
que no consta en el texto del documento.
5. Deterioro, sustracción, pérdida y destrucción
El Código contempla las situaciones de deterioro, sustracción, pérdida y destrucción
de títulos valores. Regula detalladamente el procedimiento de cancelación de estos
títulos, contemplando especialmente la protección de los derechos de terceros.
También agrega a la regulación la situación más rara de pérdida de los registros
(CCC, arts. 1852 a 1881).
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“DLC” (decreto ley cambiario). El mismo decreto ley regula el pagaré en sus últimos
cuatro artículos (101 a 104).
Existen básicamente en una letra de cambio tres roles o posiciones jurídicas diferentes
que distinguen a este título de todos los demás y que pasamos a identificar:
1°) Librador: Se trata del creador del título. La particularidad que presenta es que la
obligación cambiaria que asume no es propia sino la de un tercero. Se compromete a
hacer pagar por el girado la letra. En caso de falta de aceptación por el girado, pasará
a ser el último obligado cambiario.
2°) Tomador: Es el primer acreedor titular de los derechos que surgen de la letra de
cambio. La identificación de este sujeto debe estar indicada siempre en el título, que
por ello tiene el carácter de nominativo, en cuanto debe constar en el mismo el nombre
del tomador (DLC, art. 1, inc. 6°) y no puede ser emitido al portador.
3°) Girado: Es el obligado principal de la obligación cambiaria. Es la persona
designada por el librador para hacer el pago comprometido en la letra.
Los tres roles descriptos pueden ser ocupados por tres sujetos diferentes. O puede
suceder que un mismo sujeto ocupe más de un rol, ya que se admite que la letra
pueda ser a la orden del mismo librador o a cargo del mismo librador (dec. ley
5965/63, art. 3).
Existen también otros roles, como los que derivan de la trasmisión y consecuente
circulación de la letra como el endosante y endosatario; y también producto de quien
especialmente garantiza el cumplimiento como el avalista.
2. Creación
El art. 1 del DLC establece los requisitos formales que debe contener la letra de
cambio. Como método de este trabajo nos propusimos reducir al mínimo la
transcripción de dispositivos legales por considerar uno de los objetivos fundamentales
de la asignatura el manejo del Código y leyes complementarias, razón por la cual, a su
lectura remitimos. Nos concretamos a algunas cuestiones prácticas que surgen de los
primeros artículos de la ley.
En los ocho incisos del artículo 1 se establecen los requisitos formales esenciales de la
letra de cambio, precisándose en el art. 2, que el título al cual le falte algunos de los
requisitos enumerados en el artículo precedente no es letra de cambio, salvo los tres
casos que en el mismo se indican (plazo de pago, lugar de pago y creación).
Tratándose de un título abstracto, vale decir, desvinculado de la causa, los requisitos
formales se han intensificado, por cuanto todos los elementos deben estar contenidos
en su texto. Por lo tanto, como regla, cualquier omisión perjudica la validez del título.
En los primeros artículos, el decreto ley cambiario resuelve los problemas prácticos
más comunes que se pueden presentar, como los siguientes:
a) Falta de indicación del vencimiento: La letra de cambio en la que no indique
plazo para el pago, se considera pagable a la vista (DLC, art. 2°).
b) Cláusula de intereses: Conforme el art. 5, se considera como no escrita la cláusula
que establezca intereses (por lo tanto si éstos existen deben incluirse en el capital),
salvo en las letras de cambio a la vista o cierto tiempo vista (que no tienen un
vencimiento cierto por lo que no se pueden capitalizar en el momento de ser emitidas).
c) Diferencia entre número y letras: Se establece que vale la cifra expresada en
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
letras (DLC, art. 6) ya que es más difícil equivocarse al escribir letras que al hacerlo en
números.
d) En blanco o incompleta: Se permite el libramiento de una letra en blanco (como
sería la que se emite con la simple firma del librador en un papel en blanco o la falta
de alguno de los requisitos que establece el art. 1 del DLC) para proteger a terceros de
buena fe. La letra deberá estar completa a la fecha del vencimiento. Se considera que
ha existido un mandato otorgado por parte del librador a favor de la persona que debe
completarla. Y se establece un plazo de caducidad a los 3 años de su creación para
completarla (DLC, art. 11).
3. Circulación: endoso
Dentro de la categoría de los títulos de crédito, se ha establecido una forma especial
de transmitir derechos cambiarios, que tiene también forma y efectos diferentes a toda
otra forma de transmisión de derechos.
Como regla general, dispone la ley cambiaria que la letra puede transmitirse por
endoso (art. 12), el cual tiene por efecto transmitir la titularidad de todos los derechos
resultantes de la misma (art. 15) y puede realizarse hasta la fecha del protesto (art.
21).
Uno de los requisitos esenciales de la letra de cambio, es que la misma debe emitirse
a nombre de una persona (DLC, art. 1, inciso 6). Por lo tanto, a diferencia de lo que
sucede con otros títulos de crédito, como el cheque, la letra no puede emitirse al
portador. Por lo tanto, el primer endosante de la letra es el beneficiario original o
inicial tomador del título.
El endoso es completo cuando se indican todos los datos que identifiquen a endosante
y endosatario, lugar y fecha. O puede hacerse sólo firmando el endosante al dorso en
el título, situación que se denomina endoso en blanco (DLC, arts. 13 y 14).
El endoso en blanco -de hecho- convierte la letra en un documento al portador, puesto
que, al no indicarse el nombre del endosatario, cualquier persona que tenga en su
poder la letra se encuentra legitimada para ejercer los derechos que surgen del
documento.
El endoso completo puede hacerse en cualquier lugar de la letra, a diferencia del
endoso en blanco que sólo puede hacerse al dorso (DLC, art. 14).
La ley no permite el endoso parcial (es nulo conforme el art. 13). A diferencia de lo que
sucede con el aval (DLC, art. 32), la aceptación (DLC, art. 55) y el pago (DLC, art. 42)
que sí pueden ser parciales, para favorecer o aliviar la situación del librador frente al
incumplimiento.
Además de ser medio de transmisión de derechos cambiarios, el endoso cumple una
función de garantía, ya que convierte al endosante en responsable solidario con
relación a los endosantes posteriores (art. 16) y también de legitimación ya que sólo
está autorizado a ejercer todos los derechos quien, además de tener la letra en su
poder, justifique una cadena regular de endosos (art. 17).
La inclusión en la letra de la cláusula "no a la orden" u otra expresión equivalente,
como "no endosable", "no transmisible", "prohibido el endoso", "para guardar en
cartera", "no negociable", etc., que suelen utilizarse en las prácticas comerciales,
tiene como consecuencia excluir al endoso como medio de transmisión los derechos
del título.
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En estas condiciones la letra sólo podrá ser trasmitida por medio de una cesión de
créditos. Aunque se ha incluido una excepción a favor de las entidades financieras
para las letras con cláusula no a la orden, admitiéndose siempre el endoso (DLC, art.
12 modificado por el decr. 1387/01).
El endoso también puede ser utilizado para instrumentar otros dos negocios distintos
que tienen por objeto una letra: un mandato y una prenda. A ellos nos referimos en los
puntos siguientes.
a) Endoso en procuración
Por medio del denominado endoso “en procuración” (DLC, art. 19), el endosante
confiere un mandato especial al endosatario para ejercer todos los derechos que tiene
su mandante. De esta manera el mandato queda incorporado al mismo título y, a
diferencia del mandato ordinario, el mismo no se extingue por muerte o incapacidad
del mandante (CCC, art. 1329 inc. E).
b) Endoso en garantía
El Código admite la prenda de créditos entre los que se comprende claramente a los
títulos de crédito (CCC, art. 2232). Para los títulos valores ello se instrumenta por
medio de un endoso “en garantía” (DLC, art. 20), sumado a la entrega material de la
letra (la prenda se constituye con la entrega del bien prendado), se permite la
constitución de una prenda sobre el título. El documento es tratado como si fuera una
cosa.
Por este medio, se deja constancia en la letra que endosante y endosatario están
vinculados por un contrato de prenda. A favor de este último pasan todos los derechos
de la letra con los mismos efectos que si se tratara del endoso que transmite la
propiedad.
En el ámbito cambiario no se exige la identificación de los otros elementos del contrato
de prenda y la única restricción a los derechos del endosatario, al igual que en el
endoso en procuración, consisten en la veda para trasmitir nuevamente el título puesto
que un nuevo endoso sólo vale como mandato (DLC, arts. 19 y 20).
4. Aceptación
El carácter de “necesidad” de los títulos de crédito, tiene como consecuencia que para
ejercer el derecho incorporado al mismo, se exige que el documento deba ser
presentado por su titular a quien está obligado al pago en oportunidad de su
vencimiento.
En la letra de cambio, el ejercicio del derecho requiere dos presentaciones. La primera
presentación del documento es para la aceptación por parte del girado. Una vez
aceptada la letra, al girado se lo denomina “girado – aceptante”, para indicar que éste
se ha incorporado como obligado cambiario directo (DLC, art. 30). Dicha incorporación
se produce cuando el girado firma la letra en tal carácter (art. 27).
La otra presentación, posterior a la primera, es para el pago de la letra a su
vencimiento, acto al cual nos referimos más adelante.
En cuanto al plazo de la presentación de la letra para la aceptación se puede efectuar
hasta la fecha de vencimiento (DLC, art. 23). Asimismo se otorga al girado lo que se
ha llamado un plazo de reflexión, al darle la facultad de pedir una segunda
presentación al día siguiente de la primera (DLC, art. 26).
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
protesto (DLC, art. 48). Este acto se hace usualmente mediante la intervención de un
escribano público, aunque la ley prevé otros medios, como la notificación postal a
cargo de un banco.
La carga legal de efectuar el protesto, puede ser dispensada mediante la inserción
en la letra de la cláusula "retorno sin gastos" o "sin protesto" (DLC, art. 50). La
inserción de esta cláusula se ha transformado en práctica general, por lo que, se
aplica usualmente en el libramiento de pagarés (casi todos los formularios de estos
títulos la tienen).
La cláusula que estamos considerando, no dispensa de la presentación al pago que
resulta siempre indispensable, sino sólo de formalizar el protesto. Precisamente,
dicha presentación equivale a nuestro juicio al elemento formal necesario para la
constitución en mora: la interpelación. Si falta la interpelación, o sea, si el título de
crédito no se exhibe a los fines de requerir su pago, no hay mora.
Los obligados cambiarios de regreso (más abajo veremos quienes son), pueden
desconocer quién tiene en su poder la letra y consiguientemente quien es el titular
actual del derecho; si el título ha sido o no abonado a su vencimiento; si la acción de
regreso ha caducado por falta de presentación o protesto de la letra; si existen otros
obligados; etc.
Una manera de prevenir que los obligados cambiarios de regreso permanezcan en
situación de total incertidumbre, es la carga impuesta al portador de avisarles la falta
de aceptación o de pago del título (DLC, art. 49).
Las sanciones por el incumplimiento de estas cargas son diferentes: la falta de
protesto o presentación al cobro ocasionan la caducidad de la acción de regreso (DLC,
art. 57). En cambio el incumplimiento de la carga de enviar los avisos, sólo genera
responsabilidad por los daños ocasionados (DLC, art. 49, última parte).
9. Acciones:
La acción cambiaria es directa o de regreso (DLC, art. 46); directa contra el aceptante
y sus avalistas; de regreso contra todo otro obligado. El objeto de las acciones
cambiarias, es el cobro del monto de la letra, sus intereses a partir del vencimiento y
los gastos (DLC, arts. 30 y 52).
La ley también regula sobre otras dos acciones que se vinculan con la letra de cambio.
La acción causal (DLC, art. 61) después de protestada y devuelta la letra, dispositivo
que persigue evitar que se inicie, por un lado la acción causal y por otro la acción
cambiaria. Supóngase alguien para quien resultara más conveniente iniciar una acción
por cumplimiento de contrato y daños y perjuicios o de resolución de contrato y daños
y perjuicios. La existencia de una letra no le impide iniciar dichas acciones, pero para
ello deberá devolver la letra. En la práctica, se hace dicha devolución al deducir la
misma acción, precisamente para poder de esta manera probar que se ha devuelto la
letra y, también, para poder utilizar al documento como prueba (si ello resultara
necesario).
Por último, la acción por enriquecimiento sin causa, que es de naturaleza cambiaria,
por cuanto se funda sólo en la misma letra (DLC, art. 62) y sólo puede ejercerse en
caso de haberse perdido todas las demás acciones.
10. Cancelación:
El fenómeno que se describe como “incorporación” del derecho al papel, debe ceder
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
frente a casos de pérdida, sustracción o destrucción del documento para evitar que se
cometan injusticias.
A pesar de la desaparición del papel, en estos casos el derecho subsiste, pero a los
fines de su ejercicio se ha diseñado un procedimiento que tiene por finalidad principal
proteger los derechos de los terceros. El mismo se denomina proceso de cancelación
cambiaria y se encuentra regulado por el art. 89 de la ley, a cuyo texto remitimos.
11. Prescripción:
Para dar seguridad al titular del derecho y a los obligados cambiarios, el formalismo
o rigor cambiario impone al tenedor legitimado cargas a cumplir (presentación al
cobro, protesto, avisos a los obligados de regreso, etc.), algunas bajo pena de
caducidad de la acción cambiaria.
Una vez que se ha puesto en circulación el título, los obligados cambiarios de regreso
pueden desconocer quién es el titular actual de la acción, qué actividad ha
desarrollado ese tenedor en procura del cobro, si el título ha sido o no cancelado, si la
acción cambiaria está vigente o quedó perjudicada, quiénes son los eventuales
restantes obligados, etc.. En síntesis por todo el tiempo hasta que prescriba la acción,
los obligados permanecen en situación de total incertidumbre. En la mayoría de los
casos no saben y no pueden averiguar, si siguen o no siendo obligados
Por ello se ha establecido un régimen de prescripción especial, estableciéndose que
los actos interruptivos de la prescripción, sólo producen efecto respecto del obligado
con quien se cumplió dicho acto (DLC, art. 97). A diferencia de lo que ocurre en el
derecho común, que establece que la interrupción de la prescripción contra uno de
los obligados solidarios se extiende a todos los demás (CCC, art. 2549).
Los plazos de prescripción son diferentes para los distintos obligados cambiarios
(DLC, art. 97), variando entre tres años para la acción directa, un año para la acción
de regreso y seis meses para los endosantes entre sí. A diferencia de lo que se ha
dispuesto para los cheques y en el derecho común, donde los plazos se han
unificado en un año.
12. El pagaré
Este título tiene un régimen legal similar a la letra de cambio. El librador del pagaré
asume la posición de girado aceptante de la letra. Ha sido definido por Cámara, como:
título de crédito formal y completo que contiene la promesa incondicionada y abstracta
de pagar una suma de dinero, vinculando solidariamente a todos sus intervinientes.
En el pagaré, a diferencia de la letra de cambio, existen sólo dos roles diferentes:
1°) Librador: Se trata del creador del título. La obligación cambiaria que asume es
propia. Se compromete a pagar él mismo el pagaré. No existe la aceptación, es el
último obligado cambiario y, por lo tanto, sujeto pasivo de la acción cambiaria directa.
2°) Tomador: Es el primer acreedor titular de los derechos que surgen de la letra de
cambio. La identificación de este sujeto debe estar indicada siempre en el título, que
por ello tiene el carácter de nominativo (igual que la letra), en cuanto debe constar en
el mismo el nombre del tomador (art. 101, inc. 5°) y no puede ser emitido al portador.
En nuestro sistema legal el pagaré se encuentra regulado conjuntamente con la letra
de cambio, en los artículos 101 a 104. Los dos últimos artículos consisten en
remisiones directas a todos los dispositivos anteriores sobre letra de cambio.
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
Los artículos 101 y 102 enumeran los requisitos del pagaré y los casos de dispensa de
dichos requisitos, igual que sucede para la letra de cambio en los artículos 1 y 2 de la
ley. Aunque apuntamos una diferencia importante: en el pagaré puede faltar el lugar
de pago (en la letra lo que puede faltar es el lugar de creación).
En la práctica comercial nacional, el pagaré es el título que se usa y no la letra de
cambio. La letra todavía se usa en el comercio internacional y en el comercio interno
como título emitido por las cajas de crédito cooperativas para sustituir al cheque.
los blancos a llenar son sólo los que corresponden a la o las fechas (según la clase de
cheque), su importe en letras y números y la firma del librador; todo lo cual ayuda a
prevenir defectos formales. Lo único que debe insertarse manuscrito de puño y letra
del librador es la firma, salvo que se autorice un sistema electrónico de reproducción
(art. 2, inc. 6).
Se han previsto tres formas en que puede ser extendido un cheque (art. 6):
1°) A favor de una persona determinada. En este caso sólo esa persona puede cobrar
el cheque o endosarlo.
2°) A favor de una persona determinada con la cláusula "no a la orden", lo cual impide
que el tomador pueda endosarlo.
3°) Al portador. Son los cheques que no tienen indicación de beneficiario o con la
cláusula expresa "al portador". Quien lo tenga en su poder deberá ser considerado
portador legítimo del mismo.
Según la forma de creación que se utilice, para trasmitir el cheque será necesaria: a)
Sólo la entrega, si el cheque es al portador. b) Deberá además endosarse si el cheque
ha sido librado a favor de una persona determinada. O c) Podrá sólo trasmitirse
mediante un contrato de cesión de crédito, cuando lleve la cláusula “no a la orden”.
La jurisprudencia había tenido oportunidad de aclarar que el endoso de cheques al
portador, no los convierte en títulos a la orden, cumpliendo en tal caso el endoso
sólo una función de garantía, lo cual es receptado en el art. 18 de la ley vigente.
Con respecto al cheque extendido a favor de una persona determinada con la
cláusula "no a la orden" o una expresión equivalente, existen dos excepciones que
se introdujeron al texto de la ley (art. 12), por el decreto 386/2003. A pesar de
constar dicha cláusula, igualmente puede un cheque ser trasmitidos por endoso: 1°
cuando es transferido a favor de una entidad financiera o 2° depositado en la Caja
de Valores S.A. para su posterior negociación en mercados de valores (el endoso
deberá indicar en este último caso "para su negociación en Mercados de Valores").
Se prevén en la ley situaciones que pueden presentarse, en forma similar a lo
establecido respecto a la letra de cambio y el pagaré, como considerar no escrita la
cláusula de intereses (art. 9); para protección de terceros de buena fe se regula el
cheque en blanco o incompleto (art. 8) y con firmas falsas (art. 10), etc.
Con respecto al endoso, se prescribe que debe hacerse al reverso del título (art. 14) y
que el último no vale como endoso sino como recibo del pago efectuado por el banco
(art. 13). Asimismo, debe tenerse en cuenta que por vía reglamentaria se puede limitar
el número de endosos, habiéndose fijado en la actualidad dicho límite en un endoso
para el cheque común y dos para el cheque de pago diferido (además del último que
no vale como endoso sino como recibo otorgado a favor del banco en los términos de
los arts. 13 y 31).
Al igual que con respecto a la letra de cambio y el pagaré, la ley reconoce que el
endoso sirve de garantía (art. 16), puede realizarse en procuración (art. 21) y que el
endoso posterior a la presentación del cheque vale como cesión de crédito (art. 22).
No está previsto expresamente el endoso en garantía o en prenda, pero como existe
una remisión general al régimen de la letra de cambio (art. 65), se aplica lo que
respecto a éste dice la ley cambiaria.
5. Pago
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
Para cumplir con la función que tiene asignada el cheque común se fija un plazo de 30
o 60 días para su presentación al cobro (art. 25), según sea o no librado en el país.
Las fórmulas de los cheques que entregan los bancos indican el lugar de libramiento
del mismo, que corresponde obviamente al lugar mismo lugar donde se opera la
cuenta. En teoría, nada impide que se teste esa indicación y se salve al dorso,
indicando por ejemplo: “Testado: Córdoba, no vale, digo: Montevideo, República
Oriental del Uruguay ...”, en cuyo caso sería aplicable el segundo plazo (Giraldi).
El banco, que está obligado legalmente a recibir el cheque presentado dentro de los
plazos legales (art. 38), debe verificar los elementos formales del título y la legitimación
del portador (también debe exigir que se identifique según la reglamentación) y debe
rechazarlo si la firma del librador ha sido visiblemente falsificada.
Cuando paga, el girado lo hace en cumplimiento de una obligación que surge del
contrato de cuenta corriente bancaria, puesto que no es obligado cambiario. Y para
liberarse de esa obligación contractual, debe pagar sin incurrir en culpa grave (art. 34).
Es decir, si paga mal por dolo o culpa grave en el examen y control del título, el banco
girado será responsable frente al librador por el incumplimiento del contrato.
Cuando el banco paga el cheque, también se produce la extinción de las obligaciones
cambiarias asumidas por todos los firmantes del título y, simultáneamente, de las que
surgen de las relaciones causales que ligan a los que han intervenido en la circulación
del mismo.
En cualquier caso de rechazo del cheque, debe indicar en el mismo documento: fecha,
motivos del rechazo y domicilio del librador; constancia que tiene los efectos del
protesto cambiario (art. 38). El cheque con la constancia de rechazo es título ejecutivo
que podrá ser utilizado para iniciar un juicio ejecutivo en contra de todos los
responsables cambiarios, exigiendo el pago del importe del cheque, intereses
bancarios y gastos (art. 40). La ley exige que se cursen los avisos de la falta de pago a
los obligados de regreso (art. 39), igual que en la letra de cambio.
La falta de presentación tempestiva produce la caducidad del cheque (art. 38 in fine),
salvo causas de fuerza mayor (art. 26), aunque existe otro lapso igual (30 o 60 días
según el caso) en el que el banco puede pagarlo (no está obligado), si no media
revocación de la orden de pago (art. 29).
6. Cheque de pago diferido
Producto de las prácticas comerciales, se incorporó a nuestro sistema legal el cheque
de pago diferido, el cual si bien tiene muchos elementos similares al cheque “común”
(se lo llama ahora así para distinguirlo del de pago diferido), presenta características
especiales que han hecho que muchos autores no lo consideren un verdadero
cheque.
La ley exige que se utilicen libretas o formulario separados y "distinguibles" del cheque
común, aunque ambos cheques pueden ser girados sobre la misma cuenta. Sirve para
diferir el plazo de su presentación al cobro hasta un plazo no mayor a 360 días. En la
práctica actual se utiliza por parte de las pequeñas y medianas empresas con más
frecuencia que el cheque común, constituyendo una excelente herramienta para
obtener crédito.
El cheque no puede ser presentado al cobro hasta su fecha de vencimiento. Aunque
se ha establecido la facultad (no se trata de una obligación) de presentarlo al banco
girado para su “registro”, antes del vencimiento (art. 55).
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores
Dicha presentación para su registro sirve sólo para que el banco controle la
regularidad formal del título (por ejemplo: si la firma es auténtica, si la cuenta está
abierta, si el cheque está completo), sin que asuma ningún compromiso de pago. El
banco lo registra y devuelve, otorgando la constancia respectiva (art. 57).
El rechazo de registración por parte del banco producirá los efectos del protesto (art.
57). Por ello se utiliza principalmente para los casos en que se opere el cierre de la
cuenta corriente bancaria, con anterioridad al vencimiento del cheque. El portador no
debe esperar a su vencimiento para presentarlo y obtener la constancia de rechazo
del cheque para reclamar judicialmente su cobro. Podrá presentar el cheque para su
registro y el banco insertará la constancia del cierre de la cuenta, lo cual le permitirá
iniciar inmediatamente, sin esperar el vencimiento, las acciones de cobro. Además, se
otorga la opción de iniciar dicha acción en la jurisdicción del banco girado o del banco
depositario (art. 60, ap. 2).
La transmisión del cheque de pago diferido se puede hacer por endoso (56), igual
que el cheque común. Pero la reglamentación que limita el número de endosos per-
mite mayor cantidad (dos endosos en lugar de uno solo permitido para el cheque
común), lo cual se explica por el mayor plazo de circulación que tiene. Aunque estas
limitaciones pueden ser dejadas de lado en ambos cheques recurriendo al aval
como reemplazo de la garantía cambiaria que también otorga el endoso. La ley tam-
bién admite que los cheques de pago diferido sean negociables en las Bolsas de Co-
mercio y Mercados de Valores
7. Aval cambiario y aval bancario
A diferencia de las leyes anteriores, la ley de cheques, tal como la Ley Uniforme de
Ginebra de 1931 (tomada como modelo de la mayor parte de las legislaciones sobre
cheques en el mundo), admite expresamente que se avalen los cheques total o
parcialmente. El aval puede otorgarse en el mismo cheque o en el añadido o en un
documento separado (art. 51). No existen prácticamente diferencias con la regulación
del aval para la letra de cambio.
Presenta sí particularidades el denominado "aval bancario" (así lo denomina Gómez
Leo para distinguirlo del aval cambiario), que es el regulado especialmente para
garantizar el pago sólo de cheques de pago diferido, por parte de los propios
bancos (art. 58, ap. 1°).
Esta garantía sólo puede ser otorgada por un banco (girado o depositario), entidad
que al otorgar esta clase de aval, retiene el cheque y emite en su reemplazo un
certificado nominativo transferible por endoso, como forma de securitizar (*) el
cheque avalado. Gómez Leo informa su falta de utilización en las prácticas
bancarias actuales.
8. Prescripción:
El plazo de prescripción de la acción cambiaria que deriva del cheque, ha sido fijado
para todos los casos en un año, aunque se cuenta diferente para cada tipo de cheque.
Desde la expiración del plazo para la presentación en el caso del cheque común y
desde el día del rechazo, para el cheque de pago diferido. Para los endosantes, el
plazo es el mismo pero se cuenta desde el reembolso o notificación de la demanda
(art. 61).
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Bibliografía
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ALTERINI, Jorge H. (director) y otros: Código Civil y Comercial comentado. Tratado
exegético, La Ley Bs. As., 2015, tomo 6.
BONFANTI, Mario A. y GARRONE, José A.: De los títulos de crédito, Abeledo
Perrot, Bs.As., 1976, 2° edic.
CÁMARA, Héctor: Letra de cambio y vale o pagaré, Ediar, Bs.As., 1970.
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
ESCUTI, Ignacio A.: Títulos de Crédito, 11ª edición actualizada y ampliada, Astrea,
Bs.As., 2016.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014, tomo 4.
VILLEGAS, Carlos G.: Títulos valores y obligaciones negociables, La Ley, Bs.As.,
2004.
(*) Ver glosario.
Glosario
Acción escritural: Acción de una sociedad que no consta en papel o documento sino
inscriptas en cuentas llevadas a nombre de sus titulares por la sociedad emisora en un
registro de acciones escriturales o por bancos comerciales o de inversión o cajas de
valores (conf. ley de sociedades 19550, art. 208).
Aval: Acto jurídico cambiario, unilateral y completo que se comporta como negocio
abstracto, siendo para el avalista una obligación objetiva, sustancialmente autónoma
e independiente y formalmente accesoria de la obligación avalada, que opera como
garantía adicional del pago de la letra de cambio (Gómez Leo).
Cheque pos datado: Denominación utilizada en las prácticas comerciales y
bancarias, para designar al cheque común, en el cual se ha consignado una fecha
posterior a la de su efectivo libramiento.
Clearing bancario: Sistema mediante el cual los bancos compensan sus créditos
originados en la prestación del servicio de cheques, mediante la intervención de una
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