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Capítulo 17

Títulos valores
Sumario:
PARTE PRIMERA: Teoría general de los títulos valores. 1. Generalidades; 2. Concepto de título valor; 3.
Terminología; 4. Caracteres; 5. Naturaleza y diferencias con las obligaciones comunes; 6.
Clasificaciones; 7. Desmaterialización; 8. Régimen legal actual.
PARTE SEGUNDA: Los títulos valores en el Código Civil y Comercial. 1. Concepto y elementos; 2.
Clasificaciones; 3. Creación; 4. Garantías; 5. Deterioro, sustracción, pérdida y destrucción; 6.
Cumplimiento y acciones por incumplimiento; 7. Prescripción.
PARTE TERCERA: La letra de cambio y el pagaré. 1. Concepto de letra de cambio. 2. Creación. 3.
Circulación: endoso. 4. Aceptación. 5. Aval. 6. Vencimiento. 7. Pago. 8. Incumplimiento (protesto y
avisos). 9. Acciones. 10. Cancelación. 11. Prescripción. 12. El pagaré.
PARTE CUARTA: El cheque. 1. Concepto y regulación legal. 2. Función económica. 3. Clases de
cheques. 4. Creación y circulación. 5. Pago. 6. Cheque de pago diferido. 7. Aval cambiario y aval
bancario. 8. Prescripción.
PARTE QUINTA: Otros títulos valores. 1. Factura de crédito. 2. Warrant y certificado de depósito. 3.
Carta de porte y conocimientos de embarque. 4. Certificado prendario. 5. Certificados de participación y
títulos de deuda de fideicomisos financieros. 6. Obligaciones negociables.
PARTE PRIMERA: Teoría general de los títulos valores
1. Generalidades
Gran parte de la riqueza está representada y circula hoy por medio de títulos o
documentos (*), que sirven para representar toda clase de bienes. Así, el patrimonio
de una sociedad anónima está representado por acciones; el dinero prestado por
bonos; las mercaderías por certificados de depósitos, cartas de porte y conocimientos
de embarque; los depósitos bancarios por cheques y certificados de depósitos, etc.
Son objeto de nuestro estudio en este capítulo los “títulos valores”, una de las
denominaciones con la cual se designa una categoría especial de derechos y
obligaciones, que han adquirido una importancia significativa, al ser utilizados en todo
tipo de actividades (no sólo comerciales).
La palabra “título” se utiliza como sinónimo de “documento” (*), conforme se puede
advertir en casi todas las definiciones que se han intentado de este instituto y, más
precisamente, como documento escrito.
La palabra “valor” hace referencia al derecho de contenido patrimonial, incorporado al
contenido del documento, y que consiste en un derecho, generalmente en un crédito.
De allí también que se denominen a estos documentos como “títulos de crédito”.
En las situaciones regladas por el derecho común, los documentos sirven como un
medio de prueba. Así, por ejemplo, una factura y un remito prueban un contrato de
compraventa y la entrega de la mercadería vendida respectivamente. Un documento
en el que consta un recibo de dinero entregado en préstamo, sirve como prueba de un
contrato de mutuo En estos casos, el crédito existe con independencia del instrumento
con el cual puede acreditarse. El acreedor, en principio, puede ejercer su derecho
recurriendo a otros medios de prueba que la ley permite, diferentes a la forma escrita
(confesión, pericial, testimoniales, etc.).
Los títulos de crédito, títulos valores o títulos circulatorios (por mencionar las
principales denominaciones que se utilizan) se apartan en numerosos aspectos del
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régimen común de los derechos patrimoniales.


Para ser aplicado a los negocios comerciales, se buscó la forma de simplificar
formalidades para otorgar más rapidez a la circulación del crédito. También para dar al
adquirente certeza sobre la existencia del derecho adquirido y seguridad en la
circulación y en la realización o ejecución del mismo. Para lograrlo, los comerciantes
inventaron los títulos valores.
Con estos instrumentos, el derecho queda incorporado o integrado en un papel
escrito, en cuyo texto se hacen constar todas las modalidades, extensión y
condiciones de dicho derecho, de manera tal que sólo existe dicho crédito o derecho
en la medida en que exista el papel (el derecho se “incorpora” al papel). Frente a un
título de crédito, crédito y documento no pueden existir por separado. El documento
deja de ser un medio de prueba, para convertirse en un elemento esencial, sin el
cual el crédito no existe.
Se suma a lo expresado que, en el derecho común, los derechos se trasmiten por
medio del contrato de cesión de derechos; el cual presenta tres características
básicas: 1°) Para su oponibilidad, se requiere la notificación al deudor cedido por
instrumento público o privado de fecha cierta (CCC, art. 1620); 2°) El cedente
transmite el mismo derecho que tiene (CCC, art. 399); y 3°) La responsabilidad del
cedente se limita a la existencia y legitimidad del crédito, no respondiendo por la
solvencia del deudor cedido (CCC, art. 1628).
Ninguna de las características y reglas mencionadas, propias de la cesión de
derechos, se presenta con respecto a los títulos objeto de nuestro estudio.
Comparemos qué sucede con respecto a éstos:
1°) Formas
En los títulos de crédito al portador, la transmisión del derecho se hace por la simple
entrega del documento. Los títulos de crédito a la orden se transmiten por una
mención escrita en el propio documento (endoso). El cambio de acreedor no necesita
ser notificado al deudor para que resulte a él oponible. El deudor está obligado con
respecto a quien tenga en su poder el documento y no con respecto al acreedor con
quien originalmente se obligó.
Este sistema especial, y distinto al del derecho común, otorga seguridad al acreedor
en cuanto a la adquisición de su derecho. Lo hace de una manera muy simple. El
derecho lo adquiere por medio de la recepción material del documento (y si
corresponde, agregando un endoso que también es un acto muy simple). La
seguridad no sólo es para el acreedor, sino también para el deudor, que sabe que
pagará correctamente si lo hace a quien tiene en su poder el documento y se lo
presenta al cobro.
En el derecho común se prevé como modo de trasmitir créditos a la cesión de
derechos, la cual está contemplada como un contrato. Además del inconveniente de
la notificación al deudor cedido, la simple posesión del documento no significa la
propiedad del mismo, ni que su poseedor esté legitimado para exigir el cumplimiento
de los derechos que en él se mencionan (piénsese en comparación lo que sucede
con un cheque al portador).
El contrato de cesión, como ya indicamos, traspasa entre partes el crédito cedido, pero
respecto de terceros y al propio deudor principal, la transmisión no es oponible sin un
plus adicional, que consiste en la notificación al deudor cedido por instrumento público
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o privado de fecha cierta (CCC, art. 1620).


En lo que respecta a los títulos valores emitidos a nombre de una persona (a la orden),
también aparece una forma especial de trasmisión que es el endoso. Esta forma de
hacer circular el título también se aparta radicalmente de las reglas de la cesión ya que
permite hacerlo simplemente con una firma incluida en el mismo documento (más
abajo tratamos en detalle la figura del endoso).
El respeto a las formas es lo que da seguridad a quien adquiere de buena fe un título
valor, ya que el derecho del legítimo portador no está contaminado por las relaciones
anteriores. Y también otorga seguridad al que lo tiene que pagar, ya que si el título
está impecable, está pagando correctamente a quien se lo presenta.
2°) Derecho autónomo:
Cuando se transfiere un crédito por cesión, se incluye en dicha transferencia toda su
“historia” todos sus “antecedentes” y todos sus “avatares”. El nuevo acreedor
simplemente reemplaza al anterior acreedor, ocupando su mismo lugar y teniendo
exactamente los mismos derechos y la misma situación que su antecesor. Por eso se
indica que los derechos que adquiere el cesionario son los “derivados” del anterior
titular de esos derechos. En otras palabras, el cesionario tiene el mismo derecho que
tenía su antecesor.
Claramente se aplica a la cesión de créditos el principio consagrado por el art. 399 del
Código, en virtud del cual nadie puede trasmitir a otro un derecho mejor o más extenso
que el que gozaba. Como consecuencia de este principio, cada cesión constituye una
relación jurídica “derivada” de la anterior y en consecuencia se pueden oponer al
cesionario todas las excepciones y limitaciones nacidas de las relaciones anteriores.
Se puede decir que se transmite lo escrito en el documento y también lo que no está
escrito en él.
En los títulos de crédito, los derechos de los sucesivos titulares son adquiridos de
manera autónoma o independiente de las anteriores adquisiciones y de los anteriores
titulares. Quien tiene en su poder el documento es acreedor legítimo, aunque haya
adquirido su derecho de quien en realidad no era titular legítimo. Se extrema la
protección al tercero portador de buena fe. Los derechos no derivan del anterior titular,
sino que son los que surgen del propio documento.
Este fenómeno propio de los títulos de crédito, los ha convertido en el instrumento más
eficaz para la circulación segura de los valores (Yadarola).
3°) Garantías:
La cesión de un crédito no refuerza la solvencia, antes bien la debilita, porque el
cedente, a diferencia del endosante de un título de crédito, no responde por la
solvencia del deudor cedido (conf. CCC, art. 1628).
El endoso (*), en cambio, además de la función de transmitir la propiedad de un título a
la orden (junto a la tradición del mismo), también cumple una función de garantía a
favor del endosatario, convirtiendo al endosante en obligado de los demás firmantes
del título. Cada endoso incorpora un garante nuevo que responde en forma autónoma
y solidaria, por el cumplimiento de la obligación cambiaria, a favor de los que
intervienen con posterioridad en la circulación del título.
Tanta ha sido la importancia de los títulos de crédito, que se dictaron regulaciones
internacionales uniformes sobre los mismos, las cuales han sido tomadas como
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modelo por casi todos los países del mundo. En 1930 se aprobó en Ginebra una
Convención de Ley Uniforme sobre letras de cambio y pagarés y en 1931 otra sobre
cheques, que han sido tomadas como base por la legislación argentina junto a
muchos otros países.
2. Concepto de título valor
La doctrina suele repetir la definición clara y precisa que dio Vivante hace más de un
siglo, que todavía tiene vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Esta definición
sintetiza los caracteres esenciales que tienen estos títulos, a los que dicho autor
prefirió denominar títulos de crédito.
Dice dicha definición que “título de crédito es el documento necesario para ejercer el
derecho literal y autónomo en él expresado”.
Explicaba Vivante la definición diciendo:
1° El derecho mencionado en el título es “literal”, porque él existe sólo según el tenor
escrito del documento;
2° El derecho es “autónomo”, porque el poseedor de buena fe ejercita un derecho
propio, que no puede ser afectado, limitado o destruido por las relaciones existentes
entre los precedentes poseedores y el deudor: y
3° El documento es “necesario”, para ejercitar el derecho, porque desde y cuando el
título existe, el acreedor debe exhibirlo para ejercitar todo derecho que él lleva
consigo, sea principal o accesorio y no se puede hacer ningún cambio en el valor
del título sin anotarlo sobre él.
3. Terminología
Se ha propuesto denominar a estos documentos de diversa manera. La expresión
“títulos de crédito” es cuestionada por falta precisión. No sería, por ejemplo, un título
de crédito una acción de una sociedad anónima.
Del Derecho Alemán proviene la denominación como “títulos valores”, la que también
se cuestiona por su amplitud, en tanto comprendería otros títulos a los cuales no se
aplica el régimen especial que estamos estudiando.
Su identificación como “títulos circulatorios” hace referencia a uno de los caracteres
más importantes que tiene, esto es, el de circular con seguridad y celeridad. Sin
embargo, se puede restringir la circulación de estos documentos por medio de
cláusulas especiales que no privan al título de los demás aspectos regulados por la
ley.
Del Derecho Anglosajón y del Derecho Francés se suele tomar las denominaciones
“papeles de comercio” y “valores mobiliarios” y “efectos de comercio”,
respectivamente.
Además, como hemos visto en puntos anteriores, toda la doctrina sobre estos títulos
se funda sobre la base de la incorporación de los derechos al papel o “carta”. De allí
que se los suele denominar también como derechos “cartulares” o “cartáceos” (Gómez
Leo).
Finalmente, cabe acotar que el primer título de crédito que se inventó fue la letra de
cambio, el cual constituye el prototipo o modelo de los mismos, por lo que se suele
también denominar a todos estos papeles como “títulos cambiarios” y, a la rama del
Derecho que los estudia “Derecho Cambiario”. Aunque se debe tener presente que la
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autonomía y contenido del Derecho Cambiario a los fines de considerarlo como rama
del derecho, resultan uy discutible (Bonfanti y Garrone).
4. Caracteres
Los caracteres más importantes que presentan los títulos de crédito son:
a) Literalidad:
Significa que el contenido, la extensión, modalidades de ejercicio y todo otro posible
elemento, principal o accesorio del derecho cartular, son únicamente los que resultan
de los términos en que está redactado el título.
El texto escrito que consta en el papel es el que contiene la expresión del derecho que
se ha incorporado al mismo. Toda persona que se obliga cambiariamente, lo hace
exclusivamente según el texto escrito en el mismo documento.
Como efecto de este principio, el acreedor cambiario sólo puede exigir lo que surja en
forma expresa del título y, correlativamente, el deudor sólo está obligado y puede
defenderse basándose sólo en el contenido del título. Queda claro que la finalidad de
este principio es la protección del poseedor legítimo (Cámara)
b) Necesidad:
Como los derechos surgen del texto escrito en el mismo documento (literalidad), es
indispensable la presentación material del documento a los fines de ejercer los
derechos que en él están contenidos.
Esta cualidad es una consecuencia de la “incorporación” del derecho al título. Los
derechos están adheridos, identificados, compenetrados o transfundidos en el
documento formando con él una unidad inseparable.
Esta vinculación inseparable entre el papel y el derecho hace justamente “necesaria”
la presencia del documento para ejercer el derecho que se encuentra expresado en el
mismo.
La forma de transmitirse y la protección a los terceros de buena fe fundamentan la
afirmación de que estos papeles tienen un régimen que se asimila al de las cosas
muebles.
Sólo tiene legitimación activa (para ejercer el derecho) quien tiene materialmente en su
poder el documento y siempre que se desprenda del mismo que ha sido trasmitido
conforme a la ley de circulación.
Desde el punto de vista opuesto, existe legitimación pasiva, es decir, el deudor pagará
bien extinguiendo la obligación, si lo hace a quien ha reunido estas condiciones de
acreedor legitimado. Existe a este respecto una estricta aplicación de la denominada
“teoría de la apariencia” (*).
c) Autonomía:
Este carácter, desde el punto de vista activo o del acreedor, significa que, cuando el
título circula, transmitiéndose la titularidad del derecho, cada uno de los sucesivos
titulares lo hace adquiriendo el derecho en forma independiente de los anteriores.
El derecho incorporado al título siempre es adquirido como “originario”. Vale decir, que
dicho derecho no ha “derivado” del derecho que tenía el anterior titular, como sucede
en la cesión de créditos.
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El acreedor ejerce el derecho que surge del titulo. No interesan las relaciones de los
anteriores adquirentes o portadores del título entre sí o con respecto al deudor.
Se trata de un derecho nuevo y diferente al que tenía el anterior titular y por ello se
identifica como “originario”.
Con respecto a los deudores (aspecto pasivo de este carácter), cada uno de los
firmantes del título se obliga con respecto a quien resulte acreedor, en forma
independiente y también sin ninguna vinculación o conexión con la obligación que
asumen los otros firmantes.
d) Formalidad:
Para tener la seguridad que se está frente a un título valor, no basta la escritura en un
papel. Se exige además que se cumplan una serie de requisitos formales
indispensables para individualización el tipo de título de que se trata. Si carece de los
elementos formales exigidos por la ley, el documento no tendrá eficacia como título de
crédito. El formalismo en este ámbito intensifica la exigencia de cumplir rigurosamente
con las formas, producto de que, lo que no consta en el documento, carece de toda
relevancia para el derecho.
5. Naturaleza y diferencias con las obligaciones comunes
Ya hemos advertido que las obligaciones cambiarias se apartan de los moldes del
derecho común. Estamos ante una fuente de obligaciones no contractual, puesto que
está originada exclusivamente en la voluntad unilateral de quien emite la declaración
cambiaria en la forma que lo permite la ley.
Remarcamos que la declaración de voluntad emitida cumpliendo la forma y requisitos
que establece la ley, origina una obligación sin contraprestación de quien la recibe o
sin correlativo derecho de quien la emite. Las obligaciones cambiarias en
consecuencia son incondicionadas, irrevocables y no recepticias.
En especial, deben destacarse dos cuestiones que se vinculan con la causa que ha
dado origen a la obligación cambiaria:
1° Que la creación o transmisión de un título de crédito deja subsistente la relación
fundamental sin que exista novación (*) de las obligaciones respectivas;
2° Que el pago del título de crédito extingue la obligación nacida de la relación
fundamental.
Así, por ejemplo, si a los fines de pagar el precio de una compraventa se entregara un
cheque, la obligación que surge del contrato no se transforma y subsiste hasta la
extinción de la obligación cambiaria. Por cierto, con la limitación para el acreedor, de
no poder reclamar dos veces la misma deuda. Y si el acreedor decidiera reclamar el
pago del precio de la compraventa, en lugar del pago del cheque, deberá previamente
restituir dicho cheque al deudor.
6. Clasificaciones
Con la finalidad de presentar un perfil de cada uno de los títulos que serán tratados en
este capítulo, a continuación, efectuamos una síntesis de las clasificaciones que
consideramos más importantes.
a) Según su NATURALEZA:
Son públicos o privados dependiendo del carácter de la persona que los crea.
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Aunque vale aclarar que no todos los títulos creados por personas jurídicas de
derecho público son títulos públicos, por cuanto también pueden emitir títulos privados,
debiendo estarse para determinar su naturaleza, a la ley que dispone su creación
(Bonfanti y Garrone).
b) Según su MODALIDAD DE CREACIÓN:
Los mismos pueden ser emitidos en serie o individuales. Los primeros representan
un derecho a favor de una pluralidad de personas y se encuentran subdivididos en
partes iguales.
c) Según el CONTENIDO:
Existen títulos en sentido estricto, los cuales instrumentan un crédito en dinero, títulos
representativos de mercaderías (carta de porte, conocimiento, certificado de depósito)
y títulos de participación (representan un complejo de relaciones como las acciones
de las sociedades anónimas).
d) Según la LEY DE CIRCULACION:
Son títulos al portador aquéllos que permiten su emisión con la ausencia del nombre
de la persona a favor de quien se libra el título y que pueden ser transmitido por su
simple entrega.
La categoría opuesta a los títulos al portador son los nominativos (*), que son los
expedidos a favor de una persona cuyo nombre se consigna en el texto mismo del
documento, conforme lo indica la Ley general de títulos y operaciones de crédito
mexicana, en forma coincidente con el significado del término, por lo que nos parece
más acertada.
A su vez los títulos nominativos son a la orden, cuando nacen con el nombre del
adquirente y se trasmiten mediante su entrega más el endoso (*), sin intervención del
deudor. El titular del derecho está legitimado para ejercer su derecho mediante la
posesión del documento más una cadena regular de endosos (*).
Los títulos nominativos son no a la orden cuando no se pueden trasmitir por endoso.
Esta situación ha hecho que muchos autores se cuestionen si los emitidos “no a la
orden” son verdaderamente títulos de crédito, por faltarle uno de los requisitos
esenciales de los mismos, esto es: la posibilidad de hacerlos circular en forma rápida y
segura por un medio diferente al establecido en el Derecho Civil.
En la medida que se pretende identificar y comprender en una categoría diferente, a
los títulos que deben ser inscriptos en un registro del emisor para que tenga efectos
contra éste o contra los terceros cualquier acto u operación referente al crédito,
debería denominarse a estos títulos como “registrables”.
La mayor parte de la doctrina nacional encuadra en la categoría de títulos
nominativos (*) a los que exigen para adquirir la titularidad del derecho, además de la
posesión y endoso (*), la anotación de la transmisión en los registro del emisor del
título (Gómez Leo), a la cual se suele denominar “transfert” (*) aunque esta última no
ha sido muy difundida en la práctica cambiaria.
La denominación utilizada para esta categoría es a nuestro juicio equívoca, pero es
reiteradamente utilizada por la doctrina que ha terminado influyendo en los textos
legales (no en las prácticas comerciales ni en las prácticas bancarias locales).
Distinguen con este criterio que no compartimos, sólo tres categorías de títulos
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valores: al portador, a la orden y nominativos.


La clasificación que estamos considerando sirve para determinar la legitimación para
el ejercicio del derecho cambiario. Para que una persona sea considerada como titular
del derecho cartular y esté legitimado para ejercerlo, según cada categoría tenemos lo
siguiente: En los títulos al portador, basta con que tenga su posesión y lo exhiba para
ejercer el derecho. En los títulos a la orden, su poseedor debe además acreditar una
cadena regular de endosos (*). Y en los títulos nominativos, además de acreditar la
posesión y cadena regular de endosos (*), las transferencias deben hacer sido
registradas por el deudor emisor del documento.
En cuanto a los títulos no a la orden, son excluidos de la clasificación por cuanto los
mismos no pueden ser transferidos por endoso (*), aplicándose a éstos el régimen
común a todo crédito, vale decir, sólo pueden transmitirse por medio de una cesión
ordinaria. Como las restricciones a la circulación de estos papeles son situaciones de
excepción, como regla general los títulos nominativos se entenderán siempre
extendidos a la orden, salvo inserción de las cláusulas “no a la orden” o “no
negociable”, conforme lo prescribe la ley mexicana que venimos citando.
e) Según su CAUSALIDAD:
Son títulos causales los que están siempre vinculados con la relación jurídica original.
Así por ejemplo, un certificado de depósito y un warrant, emitido por las empresas
comprendidas por la ley 9643, se encuentran vinculados con el contrato depósito de
las mercaderías; una acción de una sociedad con el estatuto social de la misma; una
carta de porte con el contrato de transporte con la empresa de transporte; etc.
Se denominan en cambio títulos abstractos a aquéllos en que la obligación se
desvincula de la causa que les dio origen. No tiene ninguna influencia la causa con
respecto a la obligación cambiaria. Como consecuencia de ello, con respecto a los que
pertenecen a esta categoría, no hace falta que se indique la causa en el documento.
En los títulos abstractos, la relación causal originaria que motivó la creación o
circulación del título queda dormida (Vivante) durante la circulación y vigencia del
documento y todo lo que se vincule con esa causa original se desvincula del título y
sólo podrá hacerse valer conforme las reglas de derecho común (Cámara). Y el
negocio jurídico que origina la creación o transmisión del título o negocio causal no
puede ser objeto de ningún reclamo mientras el título se encuentre vigente.
f) Según su COMPLETIVIDAD o INCOMPLETIVIDAD:
Son títulos completos los que tienen todos los elementos en él (se bastan a sí
mismos como el pagaré y cheque). En otras palabras, todo lo referente al título debe
figurar en el propio papel, no pudiendo integrarse con otros documentos diferentes.
En cambio son incompletos aquéllos en los que el derecho que en ellos se expresa
se remite a otro documento (acción de una sociedad).
7. Desmaterialización
La mayoría de los valores que se negocian hoy en día masivamente en los
mercados de valores del mundo, no constan ya en una hoja de papel, sino que
están expresados en anotaciones en “cuentas” que llevan las Cajas de Valores o
entidades similares, que cumplen la función de registrar valores emitidos en serie
(Villegas).
Lo esencial de la concepción clásica sobre títulos de crédito, fue la unidad insepara -
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ble que forma el derecho de crédito y el documento que lo expresa y contiene (la in -
corporación del derecho al papel). Partiendo de este fenómeno Vivante dedujo, como
ya vimos, las características esenciales de los títulos de crédito: necesidad, literalidad
y autonomía.
Para hacer el sistema más seguro y eficiente (el papel puede destruirse, perderse,
etc.), las transacciones modernas tienden a suprimir el soporte en papel de estos
derechos, cambiándolo por un registro. Los derechos, en lugar de incorporarse a un
documento, se incorporan a un registro.
La emisión y el intercambio material o físico y su transcripción en un documento, son
reemplazados por registros y anotaciones en cuentas. Se reconoce a este fenómeno
como “desmaterialización” de los títulos valores (Alegría). También se lo ha
denominado "desincorporación" Aunque también podría sostenerse que en estos
casos la “incorporación” no se hace a un papel, sino a un registro como se desprende
del art. 1815 del Código, por lo que preferimos la primera.
Hoy la desmaterialización de los títulos valores se ha potenciado por el fenómeno
informático, habiéndose transformado este sistema en indispensable para el tráfico
masificado de títulos en serie, por el enorme ahorro de tiempo y costos que ello
significa. El derecho se adapta de esta manera a la revolución impuesta por la técnica,
que trae como consecuencia que un impulso electrónico pase a transformarse en un
documento y sustituir al papel. La incorporación del derecho se hace ahora a ese
registro electrónico o informático, caracterizándolos el nuevo Código como títulos “no
cartulares”.
8. Régimen legal actual
El Código Civil y Comercial incorpora una regulación general de los títulos valores
en el derecho argentino, que no existía con anterioridad. Considerados desde el
derecho común, se podría haber priorizado para decidir en qué parte del Código
regularlos, o entre las cosas y bienes, o como prueba, o como declaración unilateral
de voluntad. El último aspecto es el que se tuvo en cuenta sobre los anteriores, ya
que son tratados después de los contratos, como “otras fuentes de las
obligaciones”.
A pesar de efectuarse una regulación general sobre títulos valores, no se han
derogado y por lo tanto se han mantenido, las remisiones que se hacen en las
regulaciones del pagaré y cheque al régimen de la letra de cambio como legislación
supletoria.
Conviven ahora en nuestro país dos sistemas legales paralelos para los títulos
valores. Por un lado tenemos el régimen general incorporado al nuevo Código (arts.
1815 a 1881). Estas reglas se aplican a los títulos valores que no tienen una
remisión expresa a la legislación de la letra de cambio. Ahora títulos como el
certificado prendario, la carta de porte y el warrant se rigen supletoriamente por la
nueva legislación general del Código.
Por otro lado, se encuentra la legislación sobre letra de cambio (dec. ley 5965/63
ratificado por la ley 16478), que es un sistema completo y autosuficiente, es decir,
tiene regulaciones sobre prácticamente todos los aspectos de este título y no
necesita recurrir a las reglas generales del Código sobre títulos valores.
Antes de la vigencia del nuevo Código, la legislación sobre letra de cambio servía
como regulación general y subsidiaria para todos los otros títulos valores. Ahora
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solamente se mantiene para el pagaré, el cheque y los certificados de depósitos


bancarios a plazo fijo, cuyos regímenes legales contienen una remisión expresa a
las reglas de la letra de cambio. Ello se mantiene a pesar del nuevo Código.
Así encontramos que sigue vigente el art. 65 de la Ley de Cheques 24452, el cual
dispone que, en caso de silencio de esta ley, se deben aplicar las disposiciones
relativas a la letra de cambio y al pagaré en cuanto fueren pertinentes.
De manera más detallada, los arts. 103 y 104 del decreto-ley 5965/63, que regulan
sobre el pagaré, remiten a diversas disposiciones de la primera parte del mismo
cuerpo legal, que regula la letra de cambio.
Se suma a los títulos que se rigen supletoriamente por la ley de letra de cambio, los
certificados de depósito a plazo fijo que emiten los bancos. La ley 20663 en su art. 4º
indica que las disposiciones sobre letras de cambio “serán aplicables supletoriamente
a los certificados a que se refiere la presente ley”.
Se encuentran regulados en nuestro sistema legal -además de la letra de cambio, el
pagaré, y el cheque-, los siguientes títulos valores: warrant y certificado de depósito
(leyes 928 y 9643), carta de porte (el segundo ejemplar regulado por el CCC, art.
1299), conocimiento de embarque (ley 20093), acciones de sociedades y debentures
(ley 19550), factura de crédito (ley 24760), certificados de participación y títulos de
deuda de un fideicomiso financiero (CCC, art. 1693), etc. Todos ellos se rigen
supletoriamente por las normas generales de los títulos valores, que ahora se
encuentran en el Código Civil y Comercial.

PARTE SEGUNDA: Los títulos valores en el Código Civil y Comercial.


1. Concepto y elementos
El Código regula los aspectos generales de estos documentos utilizando la
denominación “títulos valores”. Aunque el mismo Código en el art. 883 inc. D, utiliza la
denominación de “títulos de crédito”. Ambas deben considerarse en consecuencia
como equivalentes.
El art. 1815 del Código enuncia el concepto. Dice allí que “los títulos valores
incorporan una obligación incondicional e irrevocable de una prestación y otorgan a
cada titular un derecho autónomo”.
Destacamos de la definición legal los siguientes elementos:
1° Contienen una promesa de cumplir una prestación, aunque sin precisar de qué
tipo de prestación se trata;
2° Los caracteres de incondicionalidad e irrevocabilidad de tal promesa;
3° La autonomía del derecho, que nace en cabeza de cada beneficiario de buena fe
del título (precisado el concepto por el art. 1816 y complementado por el art. 1817);
y
4° La incorporación de un derecho. La definición no indica que la incorporación se
haga a un documento escrito. Lo hace obviamente para permitir incluir en el
concepto también aquellos títulos valores que no se expresan en papel, sino que se
incorporan a un registro.
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

Los títulos valores son tratados por el Código como pertenecientes al género de las
cosas muebles, indicando en consecuencia que pueden ser objeto del contrato de
compraventa (CCC, arts. 1123 y 1124 inc. B). La máxima asimilación entre título valor
y cosa mueble se da con los títulos al portador, cuya propiedad se pueden trasmitir por
la simple entrega, justamente igual que las cosas muebles.
El Código precisa también que los títulos valores no son muebles registrables (CCC,
art. 1815 segunda parte). La confusión se podría dar con los títulos valores
nominativos, que son los registrables según la clasificación aceptada por el Código.
2. Clasificaciones
Surgen del Código algunas clasificaciones diferentes a las que ya hemos
mencionado en este capítulo. Consideramos a continuación las más importantes.
a) Según se encuentren o no regulados por la ley:
Los títulos valores pueden ser típicos o atípicos según estén o no regulados por la
ley.
La clasificación aparece de la mano con la novedad que trae el Código de permitir a
los particulares la creación de títulos valores que no están regulado por la ley (CCC,
art. 1820). El nombre y contenido de los atípicos los deja librados a la inventiva de
los particulares, con la limitación de que solamente pueden ser títulos causales.
Para todos los nuevos títulos valores atípicos se exige como requisito que no se
confundan con los títulos valores típicos.
Los títulos abstractos son únicamente los regulados por la ley -y por lo tanto
siempre típicos-, con la única excepción de los atípicos abstractos que están
destinados a la oferta pública, aunque deben estar previamente autorizados por la
Comisión Nacional de Valores (CCC, art. 1820, segunda parte).
b) Según el soporte al cual se incorpora el derecho:
La ley denomina “cartulares” a los títulos en los que el derecho se incorpora a una
hoja de papel (CCC, art. 1830) y “no cartulares” a aquéllos en que el derecho se
incorpora a un registro (CCC, art. 1850 y sgtes.). Estos últimos se identifican
también como títulos desmaterializados o escriturales.
La palabra cartular no está registrada en el Diccionario por lo que se trata de un
invento del legislador argentino. Probablemente la Intención haya sido buscar una
derivación de “carta”, o de “cartáceo” (proviene del italiano) o “cartulario”. Aunque
esta última hace referencia no tanto al documento sino al libro donde se registran o
copian.
La denominación de la categoría como “cartular” se refiere obviamente a la
tradicional hoja de papel donde se incorpora el derecho, para la cual se mantiene la
necesidad de utilizar un documento.
c) Según la ley de circulación:
Existen notables diferencia entre el criterio y denominación de la clasificación
utilizada por el Código con otras que están incluso en el mismo Código, lo cual no
deja de generar dificultades.
Adviértase en este sentido que no es el mismo criterio el que se utiliza para
distinguir las modalidades de circulación de la carta de porte, que para los títulos
12
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

emitidos en un fideicomiso financiero y en la teoría general de los títulos de crédito.


Según los textos legales que se encuentran en las normas generales sobre títulos
valores, los títulos CARTULARES se clasifican en:
1° Al portador: que son los que se trasmiten por la simple entrega del documento
(CCC, art. 1837);
2° A la orden: los que se emiten a nombre de una persona y se trasmiten por
endoso (CCC, art. 1838). Esta categoría incluye los títulos con cláusula no a la
orden, que pueden trasmitirse solamente por contrato de cesión de derechos (CCC,
art. 1838, párrafo segundo) y que deberían integrar en realidad otra categoría;
3° Nominativos (registrables o escriturales): Son los que deben registrar su
trasmisión. Estos títulos nominativos, a su vez, pueden ser endosables (CCC, art.
1847) y no endosables (CCC, art. 1849). Para los primeros la trasmisión se hace por
endoso (*) más registro y para los segundos solamente por su registro.
Los títulos valores NO CARTULARES son creados mediante asientos en registros
especiales (CCC, art. 1850). En ese registro se asienta todo lo referido a dicho título
incluido sus trasmisiones, razón por la cual se puede decir que el derecho se
incorpora a ese registro, en lugar de incorporarse al papel.
Como ya adelantamos, hay algunas concordancias y contradicciones en el mismo
Código:
El art. 1299 indica que el segundo ejemplar de la carta de porte puede ser
nominativo, a la orden o al portador. Esta clasificación presenta correspondencia
con la general y la del viejo Código de Comercio de 1862.
No sucede lo mismo con el fideicomiso financiero. Dispone el art.1693 que los
certificados de participación y los títulos representativos de deuda pueden ser al
portador, nominativos endosables o nominativos no endosables, cartulares o
escriturales. Advertimos que esta última clasificación es mucho más precisa que las
otras y concuerda con la que hemos considerado más acertada en la primera parte
de este capítulo.
d) Otras clasificaciones:
También se refleja alguna importancia para la clasificación que distingue entre los
títulos emitidos en serie o individuales, ya que los arts. 1855 y siguientes tienen
normas especiales para la sustracción pérdida destrucción de títulos valores en”
serie”. Otra clasificación es la que distingue estos derechos según el contenido de la
prestación, refiriéndose el art. 1828 del Código a los títulos representativos de
mercaderías para diferenciarlos de los que representan el derecho a cobrar una
suma de dinero.
3. Creación
El art. 1820 del Código trae una gran novedad, que es la posibilidad de crear títulos
valores atípicos. El viejo Código Civil no admitía la abstracción de los derechos, la
autonomía, la trasmisión de derechos por la simple entrega de un documento ni la
trasmisión por endoso (*). Eran principios básicos ratificados por el anterior Código
Civil: que no hay obligación sin causa, que nadie puede transferir un derecho más
extenso que el que tiene, que un documento no es estrictamente una cosa, que la
cesión es la única manera de trasmitir un derecho, etc.
13
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

En el sistema vigente con anterioridad, por lo tanto, solamente era posible crear
títulos valores que estuvieran regulados por la ley. La excepción a la ley general (el
Código Civil), solamente podía hacerse por una ley especial.
Los requisitos que hoy exige el nuevo Código para estos títulos atípicos son: 1° que
los derechos incorporados sean expresados con claridad; 2° No deben confundirse
con los títulos valores regulados (nombre); 3° Deben expresar la causa del derecho
(salvo los que autorice a emitir como abstractos la Comisión Nacional de Valores).
4. Garantías
El otro aspecto para marcar una notable diferencia con el régimen general de los
títulos valores es la solidaridad de los obligados. El art. 51 del decreto ley 5965/63
establece como principio la solidaridad de todos los firmantes de una letra de
cambio.
El Código establece la solidaridad legal exclusivamente para los creadores del
título. Los endosantes y garantes de los títulos valores son responsables, pero no
solidarios (CCC, art. 1826), salvo que expresamente lo indiquen, lo cual marca una
incoherencia a la que debe estarse atento. Recordamos que para la letra de cambio
se prevé la solidaridad de todos los firmantes (DLC, art. 51), al igual que para los
cheques (ley 24452, art. 40), warrants y certificados de depósito (ley 9643, art. 10),
etc.
Por otro lado, el Código no regula la figura del aval, lo cual es una notable e
injustificada omisión para un régimen general. Nos referimos a esta figura más
abajo al tratar la letra de cambio, para la cual sí se regula expresamente esta
importante garantía cambiaria.
Sólo forzando la interpretación del segundo párrafo del art. 1826, se puede
considerar aplicable el aval al grupo de los títulos valores que no se rigen
supletoriamente por la letra de cambio (donde se encuentra la única regulación legal
del aval).
Dice la norma citada que las obligaciones resultantes de un título valor pueden ser
garantizadas por todas las garantías que sean compatibles. Agrega el párrafo
citado, que las garantías otorgadas en el texto del documento o que surgen de la
inscripción del artículo 1850, pueden ser invocadas por todos los titulares y, si no
hay disposición expresa en contrario, se consideran solidarias con las de los otros
obligados.
Decimos que la interpretación aparece forzada, dado que la regulación sobre el aval
se ha hecho solamente para la letra de cambio. Y si bien se presentaría como
compatible con el régimen del Código, para aplicarla debemos suponer a la ley
cambiaria como supletoria del Código Civil y Comercial. Téngase presente que el
art. 33 del decreto ley 5965/63 permite incluso el aval por separado, es decir aquél
que no consta en el texto del documento.
5. Deterioro, sustracción, pérdida y destrucción
El Código contempla las situaciones de deterioro, sustracción, pérdida y destrucción
de títulos valores. Regula detalladamente el procedimiento de cancelación de estos
títulos, contemplando especialmente la protección de los derechos de terceros.
También agrega a la regulación la situación más rara de pérdida de los registros
(CCC, arts. 1852 a 1881).
14
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

6. Cumplimiento y acciones por incumplimiento


Se establece como principio general que el pago del título efectuado al portador
legitimado libera al deudor. No solamente de la obligación que surge del título sino
también de todas las obligaciones causales que originaron el libramiento y cada
posterior trasmisión del mismo (CCC, arts. 1817 y 883 inc. D). Todos los obligados
en consecuencia quedan liberados.
No se refiere el Código a la acción que surge del título, pero sí a las defensas
oponibles por los obligados (CCC, art. 1821). Sí existen disposiciones que se
refieren a la acción causal, exigiendo para su ejercicio, que se ofrezca restituir (en
lugar de restituir) el título valor, para evitar que se pueda reclamar dos veces el
mismo crédito. También se agrega la acción de enriquecimiento (CCC, art. 1827,
párrafo segundo). Ampliamos más abajo al considerar los mismos temas referidos a
la letra de cambio que son similares.
No se prevé expresamente el juicio ejecutivo para el reclamo, lo cual estimamos se
debe a que hay títulos que no instrumentan obligaciones en dinero. Pero el inciso A
del art. 1851, para los títulos valores no cartulares, manda al registro expedir
comprobantes de saldos de cuentas para iniciar acción ejecutiva.
Finalmente, incorpora el Código una regulación sobre medidas cautelares que
afecten títulos valores. Esta es la única regulación general sobre títulos valores que
se aplica de manera supletoria también a la letra de cambio, cuya regulación no se
refiere a este tema. El art. 1822 contempla las particularidades de cada clase de
título valor, a los fines de trabar correctamente el embargo u otra medida cautelar
que un juez pueda disponer.
7. Prescripción
Según el art. 2564 se prescriben por un año los reclamos de cualquier documento
comercial endosable o al portador, cuyo plazo comienza a correr desde el día del
vencimiento de la obligación. No indica la situación de los documentos no
endosables para los cuales, por no tener uno especial, se aplica el plazo ordinario
de cinco años (CCC, art. 2560).

PARTE TERCERA: La letra de cambio y el pagaré


1. Concepto de letra de cambio
Desde el punto de vista histórico, la letra de cambio se trata del título de crédito por
excelencia, sobre el cual se produjo el gran desarrollo de los papeles de comercio y
que sirvió de base para la construcción de una teoría general de los títulos de crédito o
títulos valores.
Tanto es así que las denominaciones “derecho cartular" o "derecho cambiario" se
deben precisamente a este título que, si bien hoy ha perdido importancia económica,
sigue siendo jurídicamente muy importante, en la medida que sus regulaciones legales
en nuestro Derecho, contienen los principios generales que se aplican a los principales
títulos valores individuales, por remisiones expresas contenidas en las leyes que los
regulan (pagaré y cheques).
Está regulada la letra de cambio en nuestro sistema legal por el decreto ley 5965/63
ratificado por la ley 16478. La doctrina lo identifica prácticamente en forma unánime
por el número de decreto ley, lo cual aceptamos por tradición y abreviamos como
15
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

“DLC” (decreto ley cambiario). El mismo decreto ley regula el pagaré en sus últimos
cuatro artículos (101 a 104).
Existen básicamente en una letra de cambio tres roles o posiciones jurídicas diferentes
que distinguen a este título de todos los demás y que pasamos a identificar:
1°) Librador: Se trata del creador del título. La particularidad que presenta es que la
obligación cambiaria que asume no es propia sino la de un tercero. Se compromete a
hacer pagar por el girado la letra. En caso de falta de aceptación por el girado, pasará
a ser el último obligado cambiario.
2°) Tomador: Es el primer acreedor titular de los derechos que surgen de la letra de
cambio. La identificación de este sujeto debe estar indicada siempre en el título, que
por ello tiene el carácter de nominativo, en cuanto debe constar en el mismo el nombre
del tomador (DLC, art. 1, inc. 6°) y no puede ser emitido al portador.
3°) Girado: Es el obligado principal de la obligación cambiaria. Es la persona
designada por el librador para hacer el pago comprometido en la letra.
Los tres roles descriptos pueden ser ocupados por tres sujetos diferentes. O puede
suceder que un mismo sujeto ocupe más de un rol, ya que se admite que la letra
pueda ser a la orden del mismo librador o a cargo del mismo librador (dec. ley
5965/63, art. 3).
Existen también otros roles, como los que derivan de la trasmisión y consecuente
circulación de la letra como el endosante y endosatario; y también producto de quien
especialmente garantiza el cumplimiento como el avalista.
2. Creación
El art. 1 del DLC establece los requisitos formales que debe contener la letra de
cambio. Como método de este trabajo nos propusimos reducir al mínimo la
transcripción de dispositivos legales por considerar uno de los objetivos fundamentales
de la asignatura el manejo del Código y leyes complementarias, razón por la cual, a su
lectura remitimos. Nos concretamos a algunas cuestiones prácticas que surgen de los
primeros artículos de la ley.
En los ocho incisos del artículo 1 se establecen los requisitos formales esenciales de la
letra de cambio, precisándose en el art. 2, que el título al cual le falte algunos de los
requisitos enumerados en el artículo precedente no es letra de cambio, salvo los tres
casos que en el mismo se indican (plazo de pago, lugar de pago y creación).
Tratándose de un título abstracto, vale decir, desvinculado de la causa, los requisitos
formales se han intensificado, por cuanto todos los elementos deben estar contenidos
en su texto. Por lo tanto, como regla, cualquier omisión perjudica la validez del título.
En los primeros artículos, el decreto ley cambiario resuelve los problemas prácticos
más comunes que se pueden presentar, como los siguientes:
a) Falta de indicación del vencimiento: La letra de cambio en la que no indique
plazo para el pago, se considera pagable a la vista (DLC, art. 2°).
b) Cláusula de intereses: Conforme el art. 5, se considera como no escrita la cláusula
que establezca intereses (por lo tanto si éstos existen deben incluirse en el capital),
salvo en las letras de cambio a la vista o cierto tiempo vista (que no tienen un
vencimiento cierto por lo que no se pueden capitalizar en el momento de ser emitidas).
c) Diferencia entre número y letras: Se establece que vale la cifra expresada en
16
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

letras (DLC, art. 6) ya que es más difícil equivocarse al escribir letras que al hacerlo en
números.
d) En blanco o incompleta: Se permite el libramiento de una letra en blanco (como
sería la que se emite con la simple firma del librador en un papel en blanco o la falta
de alguno de los requisitos que establece el art. 1 del DLC) para proteger a terceros de
buena fe. La letra deberá estar completa a la fecha del vencimiento. Se considera que
ha existido un mandato otorgado por parte del librador a favor de la persona que debe
completarla. Y se establece un plazo de caducidad a los 3 años de su creación para
completarla (DLC, art. 11).
3. Circulación: endoso
Dentro de la categoría de los títulos de crédito, se ha establecido una forma especial
de transmitir derechos cambiarios, que tiene también forma y efectos diferentes a toda
otra forma de transmisión de derechos.
Como regla general, dispone la ley cambiaria que la letra puede transmitirse por
endoso (art. 12), el cual tiene por efecto transmitir la titularidad de todos los derechos
resultantes de la misma (art. 15) y puede realizarse hasta la fecha del protesto (art.
21).
Uno de los requisitos esenciales de la letra de cambio, es que la misma debe emitirse
a nombre de una persona (DLC, art. 1, inciso 6). Por lo tanto, a diferencia de lo que
sucede con otros títulos de crédito, como el cheque, la letra no puede emitirse al
portador. Por lo tanto, el primer endosante de la letra es el beneficiario original o
inicial tomador del título.
El endoso es completo cuando se indican todos los datos que identifiquen a endosante
y endosatario, lugar y fecha. O puede hacerse sólo firmando el endosante al dorso en
el título, situación que se denomina endoso en blanco (DLC, arts. 13 y 14).
El endoso en blanco -de hecho- convierte la letra en un documento al portador, puesto
que, al no indicarse el nombre del endosatario, cualquier persona que tenga en su
poder la letra se encuentra legitimada para ejercer los derechos que surgen del
documento.
El endoso completo puede hacerse en cualquier lugar de la letra, a diferencia del
endoso en blanco que sólo puede hacerse al dorso (DLC, art. 14).
La ley no permite el endoso parcial (es nulo conforme el art. 13). A diferencia de lo que
sucede con el aval (DLC, art. 32), la aceptación (DLC, art. 55) y el pago (DLC, art. 42)
que sí pueden ser parciales, para favorecer o aliviar la situación del librador frente al
incumplimiento.
Además de ser medio de transmisión de derechos cambiarios, el endoso cumple una
función de garantía, ya que convierte al endosante en responsable solidario con
relación a los endosantes posteriores (art. 16) y también de legitimación ya que sólo
está autorizado a ejercer todos los derechos quien, además de tener la letra en su
poder, justifique una cadena regular de endosos (art. 17).
La inclusión en la letra de la cláusula "no a la orden" u otra expresión equivalente,
como "no endosable", "no transmisible", "prohibido el endoso", "para guardar en
cartera", "no negociable", etc., que suelen utilizarse en las prácticas comerciales,
tiene como consecuencia excluir al endoso como medio de transmisión los derechos
del título.
17
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

En estas condiciones la letra sólo podrá ser trasmitida por medio de una cesión de
créditos. Aunque se ha incluido una excepción a favor de las entidades financieras
para las letras con cláusula no a la orden, admitiéndose siempre el endoso (DLC, art.
12 modificado por el decr. 1387/01).
El endoso también puede ser utilizado para instrumentar otros dos negocios distintos
que tienen por objeto una letra: un mandato y una prenda. A ellos nos referimos en los
puntos siguientes.
a) Endoso en procuración
Por medio del denominado endoso “en procuración” (DLC, art. 19), el endosante
confiere un mandato especial al endosatario para ejercer todos los derechos que tiene
su mandante. De esta manera el mandato queda incorporado al mismo título y, a
diferencia del mandato ordinario, el mismo no se extingue por muerte o incapacidad
del mandante (CCC, art. 1329 inc. E).
b) Endoso en garantía
El Código admite la prenda de créditos entre los que se comprende claramente a los
títulos de crédito (CCC, art. 2232). Para los títulos valores ello se instrumenta por
medio de un endoso “en garantía” (DLC, art. 20), sumado a la entrega material de la
letra (la prenda se constituye con la entrega del bien prendado), se permite la
constitución de una prenda sobre el título. El documento es tratado como si fuera una
cosa.
Por este medio, se deja constancia en la letra que endosante y endosatario están
vinculados por un contrato de prenda. A favor de este último pasan todos los derechos
de la letra con los mismos efectos que si se tratara del endoso que transmite la
propiedad.
En el ámbito cambiario no se exige la identificación de los otros elementos del contrato
de prenda y la única restricción a los derechos del endosatario, al igual que en el
endoso en procuración, consisten en la veda para trasmitir nuevamente el título puesto
que un nuevo endoso sólo vale como mandato (DLC, arts. 19 y 20).
4. Aceptación
El carácter de “necesidad” de los títulos de crédito, tiene como consecuencia que para
ejercer el derecho incorporado al mismo, se exige que el documento deba ser
presentado por su titular a quien está obligado al pago en oportunidad de su
vencimiento.
En la letra de cambio, el ejercicio del derecho requiere dos presentaciones. La primera
presentación del documento es para la aceptación por parte del girado. Una vez
aceptada la letra, al girado se lo denomina “girado – aceptante”, para indicar que éste
se ha incorporado como obligado cambiario directo (DLC, art. 30). Dicha incorporación
se produce cuando el girado firma la letra en tal carácter (art. 27).
La otra presentación, posterior a la primera, es para el pago de la letra a su
vencimiento, acto al cual nos referimos más adelante.
En cuanto al plazo de la presentación de la letra para la aceptación se puede efectuar
hasta la fecha de vencimiento (DLC, art. 23). Asimismo se otorga al girado lo que se
ha llamado un plazo de reflexión, al darle la facultad de pedir una segunda
presentación al día siguiente de la primera (DLC, art. 26).
18
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

El término para presentar la letra para su aceptación termina en el momento del


vencimiento de la letra que vence en un día fijo. En la letra a cierto tiempo vista el
plazo es de 1 año de su fecha (DLC, art. 25).
La falta de aceptación permite reclamar el pago por medio de una acción de regreso
anticipada (DLC, 47-b-1°). El rechazo de la aceptación hace que el girado no se
incorpore como obligado cambiario.
5. Aval
Se trata de un acto que tiene por finalidad propia garantizar el cumplimiento de una
obligación cambiaria. Como tal, tiene todas las características de estas obligaciones
(como autonomía, abstracción y formalidad), con la salvedad que se trata de una
obligación formalmente accesoria.
A diferencia de las garantías ordinarias, el avalista se obliga válidamente aun
cuando la obligación principal que ha garantizado sea nula por cualquier causa que
no sea un vicio de forma (DLC, art. 34). Precisamente por eso se dice que el aval es
“formalmente” accesorio. La dependencia con la obligación principal sólo radica en
la forma. Vale decir, si las formas cambiarias han sido cumplidas el aval es válido,
aún en caso de invalidez de la obligación principal garantizada (DLC, art. 34).
En cambio, una fianza sería nula en cualquier caso en que la obligación principal
fuera nula (por ejemplo si hubiera sido contraída por un incapaz).
Puede ser constituido con la firma del avalista: a) por medio de las palabras "por
aval" o de cualquier otra expresión equivalente, b) en documento separado,
debiendo en este caso indicar el lugar donde ha sido otorgado; ó c) con la simple
firma del avalista puesta en el anverso de la letra (DLC, art. 33).
Estos recaudos formales sirven para que pueda ser claramente identificado y
distinguido perfectamente de las demás obligaciones cambiarias.
Con respecto a la posibilidad que da la ley de otorgarlo en documento separado o
diferente, es la única excepción al principio de completividad de la letra de cambio.
Entre las obligaciones cambiarias, sólo la asumida por un avalista puede ser
otorgada en un documento extraño al mismo título cambiario. Acotamos que la
denominada “prolongación” de la letra no es un documento separado, sino una
extensión que se une a la misma cuando no ha quedado lugar para hacer constar
en el título nuevos endosos o garantías (DLC, art. 14).
Si bien la ley no lo exige, cuando el aval se otorga en documento separado, resulta
aconsejable cumplir con el principio de especialidad, identificando precisamente la
obligación principal avalada en cuanto a todos sus elementos (más allá de tener
presente que han sido aceptados por algunos fallos la validez del aval general y el
aval de letras futuras).
Se puede avalar la obligación asumida por cualquiera de los firmantes de la letra. Si
no se indica a quien se avala, la ley presume que se refiere a la obligación del
librador (DLC, art. 33).
Opera como una garantía adicional del pago del título cambiario que garantiza . Y si
el título es pagado por el avalista, puede iniciar acciones para que se le reembolse lo
pagado en contra de la persona por quien otorgó el aval y en contra de todos los que
están obligados cambiariamente hacia éste (DLC, art. 35).
Para finalizar respecto al aval, consideramos importante insistir respecto que se trata
19
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

una garantía exclusivamente cambiarla. En el lenguaje común, especialmente en el


ámbito bancario, suele utilizarse esta denominación para referirse al otorgamiento
de una garantía que en realidad se trata de una fianza bancaria, por cuanto se
extiende a obligaciones contractuales y no cambiarias. En el lenguaje jurídico, en
cambio, el aval sólo se vincula con las obligaciones cambiarias o sea aquellas que
se originan en la emisión, aceptación o circulación de un título valor.
6. Vencimiento:
Existen cuatro formas diferentes para establecer el vencimiento de una letra de
cambio. Las letras de cambio giradas a otros vencimiento distintos de los indicados por
la ley o a vencimientos sucesivos son nulas (DLC, art. 35). En cambio, si la letra de
cambio no tiene indicado ningún vencimiento, la misma es válida porque se
considera pagadera a la vista (DLC, art. 2).
Pasamos a considerar las opciones que la ley ha establecido en el art. 35:
a) A LA VISTA: En este caso la letra debe ser pagada a su presentación.
b) A UN DETERMINADO TIEMPO VISTA. La letra debe ser presentada para su
aceptación, momento desde el cual corre el plazo fijado para su pago. Por ejemplo:
“cinco días vista” o “diez días de su presentación”.
c) A UN DETERMINADO TIEMPO DE LA FECHA. Se indica un plazo de cuyo
cómputo surge el día preciso del vencimiento. Por ejemplo: “veinte días”, “tres meses”,
“un año”.
d) A UN DÍA FIJO. Cuando se ha indicado concretamente la fecha en la que se opera
el vencimiento. Por ejemplo: “el 29 de Octubre de 2016”.
Como en los últimos dos casos se conoce con precisión cuándo vence la letra, no se
permite incluir una cláusula de Intereses (se considera no escrita). En cambio, como
no se conoce con precisión cuándo vence una letra con vencimiento a la vista o a
determinado tiempo vista, en éstas sí puede incluirse válidamente una cláusula de
intereses (art. 5).
7. Pago:
El principio de “necesidad” se advierte claramente en la exigencia de presentación de
la letra para el pago a su vencimiento. Ello está contenido en el art. 40 de la ley
cambiaria que dispone que el portador de una letra de cambio pagable a día fijo o a
cierto tiempo fecha o vista, debe presentarla para el pago el día en el cual la letra debe
pagarse o en uno de los dos días hábiles sucesivos. Este plazo extra es para evitar los
inconvenientes que puede generar para el portador del título, el vencimiento en un día
inhábil.
Dicho artículo no se refiere a la letra de cambio a la vista, por cuanto la misma no tiene
un plazo cierto de vencimiento, sino que puede ser presentada al cobro en cualquier
momento.
La ley prevé también que el girado que paga tiene la facultad de exigir al acreedor que
deje un recibo en la misma letra (DLC, art. 42), con la finalidad de utilizarla como
prueba en sus relaciones extracambiarias con el librador.
8. Incumplimiento (protesto y avisos)
Frente al incumplimiento por parte del girado (por falta de aceptación o falta de pago),
el portador debe dejar constancia de esa situación mediante la formalización de un
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

protesto (DLC, art. 48). Este acto se hace usualmente mediante la intervención de un
escribano público, aunque la ley prevé otros medios, como la notificación postal a
cargo de un banco.
La carga legal de efectuar el protesto, puede ser dispensada mediante la inserción
en la letra de la cláusula "retorno sin gastos" o "sin protesto" (DLC, art. 50). La
inserción de esta cláusula se ha transformado en práctica general, por lo que, se
aplica usualmente en el libramiento de pagarés (casi todos los formularios de estos
títulos la tienen).
La cláusula que estamos considerando, no dispensa de la presentación al pago que
resulta siempre indispensable, sino sólo de formalizar el protesto. Precisamente,
dicha presentación equivale a nuestro juicio al elemento formal necesario para la
constitución en mora: la interpelación. Si falta la interpelación, o sea, si el título de
crédito no se exhibe a los fines de requerir su pago, no hay mora.
Los obligados cambiarios de regreso (más abajo veremos quienes son), pueden
desconocer quién tiene en su poder la letra y consiguientemente quien es el titular
actual del derecho; si el título ha sido o no abonado a su vencimiento; si la acción de
regreso ha caducado por falta de presentación o protesto de la letra; si existen otros
obligados; etc.
Una manera de prevenir que los obligados cambiarios de regreso permanezcan en
situación de total incertidumbre, es la carga impuesta al portador de avisarles la falta
de aceptación o de pago del título (DLC, art. 49).
Las sanciones por el incumplimiento de estas cargas son diferentes: la falta de
protesto o presentación al cobro ocasionan la caducidad de la acción de regreso (DLC,
art. 57). En cambio el incumplimiento de la carga de enviar los avisos, sólo genera
responsabilidad por los daños ocasionados (DLC, art. 49, última parte).
9. Acciones:
La acción cambiaria es directa o de regreso (DLC, art. 46); directa contra el aceptante
y sus avalistas; de regreso contra todo otro obligado. El objeto de las acciones
cambiarias, es el cobro del monto de la letra, sus intereses a partir del vencimiento y
los gastos (DLC, arts. 30 y 52).
La ley también regula sobre otras dos acciones que se vinculan con la letra de cambio.
La acción causal (DLC, art. 61) después de protestada y devuelta la letra, dispositivo
que persigue evitar que se inicie, por un lado la acción causal y por otro la acción
cambiaria. Supóngase alguien para quien resultara más conveniente iniciar una acción
por cumplimiento de contrato y daños y perjuicios o de resolución de contrato y daños
y perjuicios. La existencia de una letra no le impide iniciar dichas acciones, pero para
ello deberá devolver la letra. En la práctica, se hace dicha devolución al deducir la
misma acción, precisamente para poder de esta manera probar que se ha devuelto la
letra y, también, para poder utilizar al documento como prueba (si ello resultara
necesario).
Por último, la acción por enriquecimiento sin causa, que es de naturaleza cambiaria,
por cuanto se funda sólo en la misma letra (DLC, art. 62) y sólo puede ejercerse en
caso de haberse perdido todas las demás acciones.
10. Cancelación:
El fenómeno que se describe como “incorporación” del derecho al papel, debe ceder
21
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

frente a casos de pérdida, sustracción o destrucción del documento para evitar que se
cometan injusticias.
A pesar de la desaparición del papel, en estos casos el derecho subsiste, pero a los
fines de su ejercicio se ha diseñado un procedimiento que tiene por finalidad principal
proteger los derechos de los terceros. El mismo se denomina proceso de cancelación
cambiaria y se encuentra regulado por el art. 89 de la ley, a cuyo texto remitimos.
11. Prescripción:
Para dar seguridad al titular del derecho y a los obligados cambiarios, el formalismo
o rigor cambiario impone al tenedor legitimado cargas a cumplir (presentación al
cobro, protesto, avisos a los obligados de regreso, etc.), algunas bajo pena de
caducidad de la acción cambiaria.
Una vez que se ha puesto en circulación el título, los obligados cambiarios de regreso
pueden desconocer quién es el titular actual de la acción, qué actividad ha
desarrollado ese tenedor en procura del cobro, si el título ha sido o no cancelado, si la
acción cambiaria está vigente o quedó perjudicada, quiénes son los eventuales
restantes obligados, etc.. En síntesis por todo el tiempo hasta que prescriba la acción,
los obligados permanecen en situación de total incertidumbre. En la mayoría de los
casos no saben y no pueden averiguar, si siguen o no siendo obligados
Por ello se ha establecido un régimen de prescripción especial, estableciéndose que
los actos interruptivos de la prescripción, sólo producen efecto respecto del obligado
con quien se cumplió dicho acto (DLC, art. 97). A diferencia de lo que ocurre en el
derecho común, que establece que la interrupción de la prescripción contra uno de
los obligados solidarios se extiende a todos los demás (CCC, art. 2549).
Los plazos de prescripción son diferentes para los distintos obligados cambiarios
(DLC, art. 97), variando entre tres años para la acción directa, un año para la acción
de regreso y seis meses para los endosantes entre sí. A diferencia de lo que se ha
dispuesto para los cheques y en el derecho común, donde los plazos se han
unificado en un año.
12. El pagaré
Este título tiene un régimen legal similar a la letra de cambio. El librador del pagaré
asume la posición de girado aceptante de la letra. Ha sido definido por Cámara, como:
título de crédito formal y completo que contiene la promesa incondicionada y abstracta
de pagar una suma de dinero, vinculando solidariamente a todos sus intervinientes.
En el pagaré, a diferencia de la letra de cambio, existen sólo dos roles diferentes:
1°) Librador: Se trata del creador del título. La obligación cambiaria que asume es
propia. Se compromete a pagar él mismo el pagaré. No existe la aceptación, es el
último obligado cambiario y, por lo tanto, sujeto pasivo de la acción cambiaria directa.
2°) Tomador: Es el primer acreedor titular de los derechos que surgen de la letra de
cambio. La identificación de este sujeto debe estar indicada siempre en el título, que
por ello tiene el carácter de nominativo (igual que la letra), en cuanto debe constar en
el mismo el nombre del tomador (art. 101, inc. 5°) y no puede ser emitido al portador.
En nuestro sistema legal el pagaré se encuentra regulado conjuntamente con la letra
de cambio, en los artículos 101 a 104. Los dos últimos artículos consisten en
remisiones directas a todos los dispositivos anteriores sobre letra de cambio.
22
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

Los artículos 101 y 102 enumeran los requisitos del pagaré y los casos de dispensa de
dichos requisitos, igual que sucede para la letra de cambio en los artículos 1 y 2 de la
ley. Aunque apuntamos una diferencia importante: en el pagaré puede faltar el lugar
de pago (en la letra lo que puede faltar es el lugar de creación).
En la práctica comercial nacional, el pagaré es el título que se usa y no la letra de
cambio. La letra todavía se usa en el comercio internacional y en el comercio interno
como título emitido por las cajas de crédito cooperativas para sustituir al cheque.

PARTE CUARTA: El cheque


1. Concepto y regulación legal
El Código de Comercio definía al cheque como una orden de pago, dada sobre un
banco, en el cual tiene el librador fondos depositados a su orden, en cuenta corriente
con saldo a su favor o crédito en descubierto (Cód. Comercio, art. 798, texto según
ley 2367 del año 1889).
La legislación de 1963 volvió a definirlo, indicando que es una orden de pago librada
contra un banco en el cual el librador tiene fondos depositados a su orden en cuenta
corriente bancaria o autorización para girar en descubierto (dec. ley 4776/63, art. 1).
La actual ley de cheques define sólo el cheque de pago diferido (ley 24452, art. 54) no
haciéndolo respecto al cheque común.
En la doctrina se pueden encontrar numerosas y excelentes definiciones (Gómez Leo
transcribe más de 60, además de dar las propias para cada tipo de cheque).
Tomando como base la clasificación de los títulos de crédito y las reglas legales
vigentes en nuestro país, definimos al cheque como el título de crédito formal y
completo que contiene una orden de pago, incondicionada y abstracta, a la vista o a
fecha determinada posterior a la de su libramiento, librada contra un banco
comercial vinculado con el librador por un contrato de cuenta corriente bancaria y
que obliga solidariamente a todos los firmantes.
Los principales elementos que se desprenden de los conceptos que hemos transcrip-
tos, son:
1°) Se trata de un título valor, por lo que participa de los caracteres de incorporación,
legitimación, literalidad y autonomía, propios de este género y que ya hemos conside-
rado.
2°) Es un título de crédito abstracto, dado que prescinde de la causa jurídica que de-
terminó su emisión o su transmisión y es independiente de la relación (provisión de
fondos en la cuenta corriente bancaria), que debe mediar entre el librador y el banco.
3°) Es un título completo, es decir, debe bastarse a sí mismo, debiendo encontrarse en
el texto del documento todos sus elementos, sin que tenga relevancia cualquier remi-
sión a documentos o actos diferentes al título.
4°) Es un título formal. Tiene una forma especial regulada por la ley, por cuanto debe
ser extendido únicamente en los formularios que provee el banco girado.
5°) Se presentan dos aspectos diferentes e indisolubles: una relación interna librador-
banco, quienes se encuentran vinculados por un contrato de cuenta corriente ban -
caria apareciendo el cheque como una orden de pago librada en el marco de dicho
23
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

contrato. Y a la vez, se presenta el aspecto externo de la relación librador-tomador,


que consiste en una promesa de pago de naturaleza cambiaria y abstracta, es decir,
el cheque como título de crédito. Ambos aspectos interactúan en razón que el libra-
dor ordena al banco el pago del cheque, pero, al propio tiempo, se obliga él mismo
frente al tomador o beneficiario a que el cheque será pagado (le promete su pago
asumiendo una obligación cambiaria, abstracta en este caso). El banco no asume
responsabilidad cambiaria. Pero como consecuencia del contrato (relación interna)
asume obligaciones y responsabilidades propias respecto del portador legítimo del
cheque (como recibir el cheque presentado al cobro y dejar constancia en él de la
negativa de pagarlo, conf. art. 38, o responsabilizarse por errores en el rechazo de
cheques o apertura irregular de cuentas).
6°) Las únicas entidades financieras autorizadas a operar cuentas corrientes banca-
rias, son los bancos comerciales. Esta restricción se orienta a la exigencia de profe-
sionalidad y especialización en la prestación del servicio de cheques.
7°) Todos los firmantes del cheque (libradores, endosantes y avalistas) se obligan,
como regla general, en forma solidaria.
El régimen legal del cheque se encuentra en la ley 24452 (denominada ley de
“cheques”) modificada por las leyes 24760 (B.O. del 13/1/97), 25413 (“competitividad”
B.O. 26/3/01), 25730 (sanciones B.O. del 21/03/2003) y por el decreto 386/2003 (B.O.
del 15/07/2003). Su regulación legal, además, se complementa necesariamente con la
reglamentación sobre el funcionamiento de la cuenta corriente bancaria, efectuada por
el Banco Central de la República Argentina (OPASI 2 según comunicación A 3244 del
31/3/01), conforme lo autoriza el art. 66 de la ley de cheques.
Debe tenerse en cuenta que la ley de cheques contiene una remisión expresa a las
reglas de la letra de cambio y al pagaré, en el art. 65, razón por la cual instituciones
como el endoso (*), el aval y las acciones cambiarias, resultan prácticamente iguales
en todos estos títulos.
2. Función económica
El cheque, la letra de cambio y el pagaré son los principales títulos de crédito de
emisión individual regulados por la ley, los cuales poseen notas comunes.
Principalmente las de ser instrumentos de crédito, únicamente expresables en
sumas de dinero y endosables, por estar concebidos con la cláusula "a la orden", es
decir se pueden trasmitir por endoso (el cheque además puede ser emitido al
portador, ya que los otros dos no lo tienen permitido).
Sin perjuicio de ello, ciertas particularidades caracterizan al cheque y lo distinguen
de los otros títulos referidos. El cheque nació como instrumento de pago inmediato.
Ello traía aparejado una menor aptitud como instrumento de crédito, como
consecuencia principalmente de su vencimiento a la vista y del breve límite temporal
impuesto legalmente para su presentación al cobro; limitaciones que no se
presentan con respecto a los otros dos títulos.
Sin embargo, el cheque ofrece una enorme ventaja práctica sobre los otros dos, al
encontrarse organizado un sistema institucional de cobro por medio del denominado
clearing bancario (*) y por la utilización del servicio de caja de un banco. El cheque
es el medio naturalmente utilizado para disponer de los fondos de una cuenta
corriente bancaria (aunque no es la única forma de hacerlo).
Como consecuencia de estas ventajas incomparables, las prácticas comerciales en
24
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

nuestro país se apartaban de las reglas y principios legales que diseñaron un


instrumento de pago, convirtiendo a este papel comercial en un instrumento de
crédito de bastante eficacia. Ello se hacía mediante la utilización del recurso de
posdatar la fecha de vencimiento del título, la cual era normalmente respetada por
los portadores de dichos valores, alargando de hecho el plazo de vigencia del
mismo. La única sanción que tenía el sistema anterior, era la posibilidad de
presentar el cheque al cobro en cualquier momento, aún antes de la fecha de
libramiento consignada en el documento.
A partir del año 1995 se introducen en la regulación legal estas prácticas
comerciales que eran bastante comunes. Se diseña el cheque de pago diferido (en
realidad su utilización masiva se produce desde la reforma a la ley de cheques del
año 1997), que permite su utilización con la función específica de instrumento de
crédito. Se mantiene la regulación del cheque que se denomina “común” para
distinguirlo del otro, al cual la misma ley le resta eficacia cuando se emite como
cheque posdatado (*).
De no ser por el costo de su utilización (fiscal y bancario) y por el sistema de
sanciones por infracciones a la operatoria de la cuenta corriente bancaria, en las
prácticas comerciales el cheque de pago diferido habría sustituido casi totalmente el
uso de los otros títulos de crédito individuales, especialmente al pagaré, su rival más
importante en este ámbito.
También sirven los cheques como medio para hacer pagos de sumas de dinero
superiores a mil pesos cumpliendo con las prescripciones de las leyes 25345 y
25413, llamadas, la primera, de prevención de la evasión fiscal y la segunda, de
competitividad.
Desde el punto de vista del banco, el cheque es una de las herramientas utilizadas
para proveer de medios de pago a la comunidad, creando lo que la economía
denomina “dinero bancario”; sirve como instrumento de compensación por medio
del sistema de cámara compensadora, evitando el movimiento físico de dinero y es
utilizado como herramienta para captar y prestar dinero, actividad intermediadora
propia de las entidades financieras.
Las funciones que cumple el cheque también se encuentran hoy enriquecidas con la
aprobación por parte de la Comisión Nacional de Valores (20/11/03) de los
reglamentos de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y de la Caja de Valores S.A.,
mediante los cuales se habilitó la negociación de los cheques de pago diferido en el
mercado de capitales. Hoy se puede negociar este tipo de documentos, siempre y
cuando se traten de cheques patrocinados o avalados por una Sociedad de
Garantía Recíproca (*).
Se ha generado una nueva opción para los inversores, que pueden acceder al
mercado de los títulos de crédito de grandes empresas. Las pequeñas y medianas
empresas que reciben de grandes sociedades cheques de pago diferido, además de
descontarlos en un banco, pueden optar por venderlos en un mercado más
transparente, disminuyendo los costos financieros.
3. Clases de cheques
Como ya se adelantó, la ley regula dos clases de cheques: El cheque común, en los
artículos 2 y siguientes y el cheque de pago diferido en los artículos 54 y siguientes (se
tomó como fuente para regular este último la ley uruguaya de 1975).
25
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

En su aspecto externo, además de su diferente denominación, se diferencian en que


el cheque común sólo tiene fecha de libramiento (su vencimiento es a la vista) y, en
cambio, el cheque de pago diferido tiene fecha de libramiento y fecha de vencimiento.
Fueron diseñados para cumplir funciones diferentes. El cheque común se usa como
medio de pago, por lo cual es siempre a la vista y tiene corta duración (30 días es el
plazo para la presentación de los cheques librados en el país conforme lo establece el
art. 25 de la ley de cheques). Se supone que quien libra un cheque común tiene el
dinero en el banco. A diferencia de ello, quien libra un cheque de pago diferido obtiene
crédito para pagar a plazo (hasta 360 días) y se utiliza como título de crédito.
La ley trata de asegurar que cada clase de cheque cumpla su función, disponiendo
que el cheque común posdatado no es considerado cheque, es inoponible al
concurso, e inválido en caso de incapacidad sobreviniente del librador (art. 23).
También establece que el cheque de pago diferido es oponible y eficaz en los
supuestos de concurso, quiebra, incapacidad sobreviniente y muerte del librador
(art. 54, última parte).
La ley también ha regulado diferentes variedades de estos cheques, las cuales
pasamos a considerar:
a) CHEQUE CRUZADO (arts. 44 y 45): Tiene como finalidad que se pague a un
cliente de un banco que queda por tanto identificado. Se trazan en el cheque dos
líneas diagonales paralelas en el anverso, pudiendo anotarse en el interior de esas
líneas el nombre de un banco. Si no se indica el nombre de ningún banco entre las
líneas, el cruzamiento se denomina general y sólo puede ser pagado por el banco
girado a uno de sus clientes o a otro banco. Si se ha indicado el nombre del banco,
el cruzamiento es especial y el sólo puede ser pagado al banco anotado entre las
líneas.
b) PARA ACREDITAR EN CUENTA (art. 46): El mismo no puede ser pagado en
efectivo, con efectos similares al cheque cruzado, aunque con un poco más de
seguridad, por cuanto no podrá ser pagado “por ventanilla”.
c) IMPUTADO (art. 47): Permite crear un recibo en el mismo cheque, con el propósito
de dejar una prueba del pago que se ha efectuado.
d) CERTIFICADO (arts. 48 y 49): Este cheque debitado previamente por el Banco que
reserva su importe a pedido del librador, tomador o un endosatario. Mediante la
certificación, el banco garantiza la autenticidad y existencia de fondos en un cheque
nominativo por un plazo de hasta 5 días hábiles.
e) CLÁUSULA NO NEGOCIABLE (art. 50): Esta cláusula, inserta en el anverso de un
cheque por el librador o cualquier portador, si bien no impide que sea trasmitido por
endoso (*), dicho endoso tiene los efectos de una cesión de crédito, no produciéndose
una transmisión autónoma de los derechos.
4. Creación y circulación
La ley exige que los cheques sean extendidos en una fórmula proporcionada por el
banco girado (art. 4), en la cual deberán constar impresos el número del cheque y el
de la cuenta corriente, el domicilio de pago, el nombre del titular y el domicilio que éste
tenga registrado ante el girado, identificación tributaria o laboral o de identidad, según
lo reglamente el Banco Central de la República Argentina (B.C.R.A.).
En la práctica, los formularios también indican el lugar de creación, razón por la cual
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

los blancos a llenar son sólo los que corresponden a la o las fechas (según la clase de
cheque), su importe en letras y números y la firma del librador; todo lo cual ayuda a
prevenir defectos formales. Lo único que debe insertarse manuscrito de puño y letra
del librador es la firma, salvo que se autorice un sistema electrónico de reproducción
(art. 2, inc. 6).
Se han previsto tres formas en que puede ser extendido un cheque (art. 6):
1°) A favor de una persona determinada. En este caso sólo esa persona puede cobrar
el cheque o endosarlo.
2°) A favor de una persona determinada con la cláusula "no a la orden", lo cual impide
que el tomador pueda endosarlo.
3°) Al portador. Son los cheques que no tienen indicación de beneficiario o con la
cláusula expresa "al portador". Quien lo tenga en su poder deberá ser considerado
portador legítimo del mismo.
Según la forma de creación que se utilice, para trasmitir el cheque será necesaria: a)
Sólo la entrega, si el cheque es al portador. b) Deberá además endosarse si el cheque
ha sido librado a favor de una persona determinada. O c) Podrá sólo trasmitirse
mediante un contrato de cesión de crédito, cuando lleve la cláusula “no a la orden”.
La jurisprudencia había tenido oportunidad de aclarar que el endoso de cheques al
portador, no los convierte en títulos a la orden, cumpliendo en tal caso el endoso
sólo una función de garantía, lo cual es receptado en el art. 18 de la ley vigente.
Con respecto al cheque extendido a favor de una persona determinada con la
cláusula "no a la orden" o una expresión equivalente, existen dos excepciones que
se introdujeron al texto de la ley (art. 12), por el decreto 386/2003. A pesar de
constar dicha cláusula, igualmente puede un cheque ser trasmitidos por endoso: 1°
cuando es transferido a favor de una entidad financiera o 2° depositado en la Caja
de Valores S.A. para su posterior negociación en mercados de valores (el endoso
deberá indicar en este último caso "para su negociación en Mercados de Valores").
Se prevén en la ley situaciones que pueden presentarse, en forma similar a lo
establecido respecto a la letra de cambio y el pagaré, como considerar no escrita la
cláusula de intereses (art. 9); para protección de terceros de buena fe se regula el
cheque en blanco o incompleto (art. 8) y con firmas falsas (art. 10), etc.
Con respecto al endoso, se prescribe que debe hacerse al reverso del título (art. 14) y
que el último no vale como endoso sino como recibo del pago efectuado por el banco
(art. 13). Asimismo, debe tenerse en cuenta que por vía reglamentaria se puede limitar
el número de endosos, habiéndose fijado en la actualidad dicho límite en un endoso
para el cheque común y dos para el cheque de pago diferido (además del último que
no vale como endoso sino como recibo otorgado a favor del banco en los términos de
los arts. 13 y 31).
Al igual que con respecto a la letra de cambio y el pagaré, la ley reconoce que el
endoso sirve de garantía (art. 16), puede realizarse en procuración (art. 21) y que el
endoso posterior a la presentación del cheque vale como cesión de crédito (art. 22).
No está previsto expresamente el endoso en garantía o en prenda, pero como existe
una remisión general al régimen de la letra de cambio (art. 65), se aplica lo que
respecto a éste dice la ley cambiaria.
5. Pago
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

Para cumplir con la función que tiene asignada el cheque común se fija un plazo de 30
o 60 días para su presentación al cobro (art. 25), según sea o no librado en el país.
Las fórmulas de los cheques que entregan los bancos indican el lugar de libramiento
del mismo, que corresponde obviamente al lugar mismo lugar donde se opera la
cuenta. En teoría, nada impide que se teste esa indicación y se salve al dorso,
indicando por ejemplo: “Testado: Córdoba, no vale, digo: Montevideo, República
Oriental del Uruguay ...”, en cuyo caso sería aplicable el segundo plazo (Giraldi).
El banco, que está obligado legalmente a recibir el cheque presentado dentro de los
plazos legales (art. 38), debe verificar los elementos formales del título y la legitimación
del portador (también debe exigir que se identifique según la reglamentación) y debe
rechazarlo si la firma del librador ha sido visiblemente falsificada.
Cuando paga, el girado lo hace en cumplimiento de una obligación que surge del
contrato de cuenta corriente bancaria, puesto que no es obligado cambiario. Y para
liberarse de esa obligación contractual, debe pagar sin incurrir en culpa grave (art. 34).
Es decir, si paga mal por dolo o culpa grave en el examen y control del título, el banco
girado será responsable frente al librador por el incumplimiento del contrato.
Cuando el banco paga el cheque, también se produce la extinción de las obligaciones
cambiarias asumidas por todos los firmantes del título y, simultáneamente, de las que
surgen de las relaciones causales que ligan a los que han intervenido en la circulación
del mismo.
En cualquier caso de rechazo del cheque, debe indicar en el mismo documento: fecha,
motivos del rechazo y domicilio del librador; constancia que tiene los efectos del
protesto cambiario (art. 38). El cheque con la constancia de rechazo es título ejecutivo
que podrá ser utilizado para iniciar un juicio ejecutivo en contra de todos los
responsables cambiarios, exigiendo el pago del importe del cheque, intereses
bancarios y gastos (art. 40). La ley exige que se cursen los avisos de la falta de pago a
los obligados de regreso (art. 39), igual que en la letra de cambio.
La falta de presentación tempestiva produce la caducidad del cheque (art. 38 in fine),
salvo causas de fuerza mayor (art. 26), aunque existe otro lapso igual (30 o 60 días
según el caso) en el que el banco puede pagarlo (no está obligado), si no media
revocación de la orden de pago (art. 29).
6. Cheque de pago diferido
Producto de las prácticas comerciales, se incorporó a nuestro sistema legal el cheque
de pago diferido, el cual si bien tiene muchos elementos similares al cheque “común”
(se lo llama ahora así para distinguirlo del de pago diferido), presenta características
especiales que han hecho que muchos autores no lo consideren un verdadero
cheque.
La ley exige que se utilicen libretas o formulario separados y "distinguibles" del cheque
común, aunque ambos cheques pueden ser girados sobre la misma cuenta. Sirve para
diferir el plazo de su presentación al cobro hasta un plazo no mayor a 360 días. En la
práctica actual se utiliza por parte de las pequeñas y medianas empresas con más
frecuencia que el cheque común, constituyendo una excelente herramienta para
obtener crédito.
El cheque no puede ser presentado al cobro hasta su fecha de vencimiento. Aunque
se ha establecido la facultad (no se trata de una obligación) de presentarlo al banco
girado para su “registro”, antes del vencimiento (art. 55).
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

Dicha presentación para su registro sirve sólo para que el banco controle la
regularidad formal del título (por ejemplo: si la firma es auténtica, si la cuenta está
abierta, si el cheque está completo), sin que asuma ningún compromiso de pago. El
banco lo registra y devuelve, otorgando la constancia respectiva (art. 57).
El rechazo de registración por parte del banco producirá los efectos del protesto (art.
57). Por ello se utiliza principalmente para los casos en que se opere el cierre de la
cuenta corriente bancaria, con anterioridad al vencimiento del cheque. El portador no
debe esperar a su vencimiento para presentarlo y obtener la constancia de rechazo
del cheque para reclamar judicialmente su cobro. Podrá presentar el cheque para su
registro y el banco insertará la constancia del cierre de la cuenta, lo cual le permitirá
iniciar inmediatamente, sin esperar el vencimiento, las acciones de cobro. Además, se
otorga la opción de iniciar dicha acción en la jurisdicción del banco girado o del banco
depositario (art. 60, ap. 2).
La transmisión del cheque de pago diferido se puede hacer por endoso (56), igual
que el cheque común. Pero la reglamentación que limita el número de endosos per-
mite mayor cantidad (dos endosos en lugar de uno solo permitido para el cheque
común), lo cual se explica por el mayor plazo de circulación que tiene. Aunque estas
limitaciones pueden ser dejadas de lado en ambos cheques recurriendo al aval
como reemplazo de la garantía cambiaria que también otorga el endoso. La ley tam-
bién admite que los cheques de pago diferido sean negociables en las Bolsas de Co-
mercio y Mercados de Valores
7. Aval cambiario y aval bancario
A diferencia de las leyes anteriores, la ley de cheques, tal como la Ley Uniforme de
Ginebra de 1931 (tomada como modelo de la mayor parte de las legislaciones sobre
cheques en el mundo), admite expresamente que se avalen los cheques total o
parcialmente. El aval puede otorgarse en el mismo cheque o en el añadido o en un
documento separado (art. 51). No existen prácticamente diferencias con la regulación
del aval para la letra de cambio.
Presenta sí particularidades el denominado "aval bancario" (así lo denomina Gómez
Leo para distinguirlo del aval cambiario), que es el regulado especialmente para
garantizar el pago sólo de cheques de pago diferido, por parte de los propios
bancos (art. 58, ap. 1°).
Esta garantía sólo puede ser otorgada por un banco (girado o depositario), entidad
que al otorgar esta clase de aval, retiene el cheque y emite en su reemplazo un
certificado nominativo transferible por endoso, como forma de securitizar (*) el
cheque avalado. Gómez Leo informa su falta de utilización en las prácticas
bancarias actuales.
8. Prescripción:
El plazo de prescripción de la acción cambiaria que deriva del cheque, ha sido fijado
para todos los casos en un año, aunque se cuenta diferente para cada tipo de cheque.
Desde la expiración del plazo para la presentación en el caso del cheque común y
desde el día del rechazo, para el cheque de pago diferido. Para los endosantes, el
plazo es el mismo pero se cuenta desde el reembolso o notificación de la demanda
(art. 61).
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

PARTE QUINTA: Otros títulos valores:


Existe una variedad de títulos valores que van desde los títulos públicos hasta los
instrumentos financieros que se utilizan en los mercados de capitales (acciones,
obligaciones negociables, swaps, contratos de futuros, opciones, letras hipotecarias,
cuotapartes de fondos comunes de inversión, etc.), cuya consideración especial
exceden las finalidades del curso. Sólo nos referimos a continuación a los más
utilizados por las pequeñas y medianas empresas.
1. Factura de crédito
La factura de crédito se trata de un nuevo título de crédito, incorporado al sistema legal
nacional por la ley 24760 (B.O. 13/1/97, modif. por ley 24.989, promulgada por decr.
761 del 2/7/98).
La idea del legislador al crear este título, fue la de facilitar el acceso al crédito para
las pequeñas y medianas empresas (PyMEs). Cuando una empresa difiera el pago
de una adquisición de bienes o servicios estaría obligada a aceptar una factura de
crédito que el proveedor podría utilizar para acceder a préstamos o entregar a un
banco, que a su vez se encargaría de su cobro. Sin embargo su implementación no
ha dado resultados, siendo muy poco utilizada en las prácticas comerciales.
2. Warrant y certificado de depósito
Estos títulos se encuentran vinculados con un contrato de depósito con características
especiales. En primer lugar, los certificados de depósito y warrants sólo pueden ser
emitidos por las empresas de depósito autorizadas por el Poder Ejecutivo Nacional,
todo ello en los términos de la ley 9643 (y su antecedente, ley 928).
Ambos documentos, que reúnen todas las características de los títulos de crédito,
han tenido gran difusión como instrumentos para obtener financiación,
especialmente por parte de los productores agropecuarios (como los productores de
azúcar).
Contra la recepción de las mercaderías en depósito –la ley se refiere a frutos y
productos-, la empresa depositaria otorga al depositario dos documentos: a) el
"certificado de depósito"; b) el "warrant". Los títulos se emiten a la orden, es decir, a
nombre del depositario. No permite la ley que sean emitidos al portador (ley 9643,
art. 6).
Cada uno de esos documentos representa un derecho diferente sobre las mismas
mercaderías depositadas. Esos derechos quedan incorporados en los documentos y
se transmiten junto con éstos, como en cualquier título valor.
El certificado de depósito es un título representativo de la propiedad de la mercade-
ría. El warrant, es un título representativo del derecho de prenda sobre esas mismas
mercaderías.
El dueño de las mercaderías depositadas, es el portador del certificado de depósito
librado o endosado a su nombre. La transmisión por endoso del mismo implica la
transmisión de la propiedad de las mercaderías por parte del endosante a favor del
endosatario.
El portador del warrant, es titular (acreedor) de un crédito garantizado con derecho
real de prenda sobre las mercaderías depositadas. Frente al incumplimiento por
30
Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

parte del deudor de dicho crédito, tiene derecho a exigir la liquidación de la


mercadería para cobrarlo. Igual que el acreedor de un certificado prendario que
instrumenta una prenda con registro. Y similar derecho y situación a la que tiene un
acreedor hipotecario sobre el inmueble hipotecado.
Ambos documentos (certificado de depósito y warrant) pueden transmitirse juntos o
separados. Pero la empresa de depósito sólo entregará la mercadería depositada a
quien presente los dos documentos simultáneamente. Sin embargo el titular del
certificado de depósito puede liberar la mercadería depositada de la prenda,
consignando el valor del warrant (ley 9643, art. 15).
Para la transmisión de estos títulos por endoso se exige un requisito especial: El
primer endoso debe ser registrado en los libros de la Empresa emisora dentro del
término de seis días. Los endosos subsiguientes, cuyo registro no es obligatorio,
podrán hacerse en blanco o continuación del primero (ley 9643, art. 8).
Si la obligación garantizada con warrant no es cancelada a su vencimiento, el titular
del mismo puede pedir la venta de la mercadería para cobrarse, lo cual se efectúa
directamente por parte de la misma empresa de depósito, facilitándose de este
modo la ejecución y cobro en forma sencilla y rápida del crédito (ley 9643, arts. 16 y
17).
3. Carta de porte y conocimientos de embarque
Estos títulos que son emitidos por una empresa de transporte, representan la
propiedad de las mercaderías que están siendo transportadas por tierra (segundo
ejemplar de la carta de porte), por aire (carta de porte), o por mar (conocimientos de
embarque).
La empresa de transporte emisora de cualquiera de estos títulos, sólo entregará las
mercaderías transportadas, en el lugar de destino, a quien presente dicho documento
y se encuentre legitimado según la ley de circulación del mismo. Estos títulos valores
conceden a su legítimo poseedor el derecho de propiedad de las mercaderías
transportadas, el cual se encuentra incorporado al documento y puede ser
válidamente transmitidos conforme las condiciones de emisión del mismo.
En este sentido estos papeles pueden ser emitidos al portador, a la orden o
nominativos (según el art. 1299 del CCC y 304 de la Ley de Navegación 20094). La
expresión “nominativa” referida a la carta de porte es utilizada aquí con efectos
similares a la cláusula “no a la orden”, es decir, que este crédito sólo podrá ser
transmitido por medio de contrato de cesión de créditos.
Respecto de estos títulos; por la función que cumplen, caracteres y forma de
transmisión; no hay duda que se tratan de un título de crédito representativo de
mercaderías, similares al certificado de depósito analizado en el punto anterior. Tienen
todos, la particularidad de representar un crédito que consiste en la entrega de
mercaderías y no un crédito dinerario como los demás títulos de crédito.
En el art. 1296 del Código (por remisión efectuada por el art. 1298) establece los
requisitos que debe contener la carta de porte.
Aunque resulta necesaria una importante aclaración. El título que representa la
propiedad de las mercaderías no es la carta de porte, sino el segundo ejemplar de la
carta de porte. Este segundo ejemplar es el que firma el transportista y entrega al
cargador (CCC, art. 1299). Este segundo ejemplar es el que representa la propiedad
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

de la mercadería transportada y cuya entrega es una forma de tradición simbólica de


dicha mercadería.
Lo que el Código denomina carta de porte (CCC, art. 1298) y que es el primer
ejemplar de este documento, es el que firma el cargador y que cumple otra función
diferente: sirve al transportista como prueba del contrato y recibo de la carga (CCC,
art. 1298). El segundo ejemplar, como ya indicamos, es el que firma el transportista y
se entrega al cargador para que disponga de las mercaderías mientras están en viaje.
El transportista está obligado a entregar la mercadería en el lugar de destino, a quien
le presente el segundo ejemplar de la carta de porte.
Si este segundo ejemplar ha sido emitido al portador, bastará presentar el documento,
si ha sido emitido a nombre de una persona, deberá constar una cadena regular de
endosos (igual que sucedería con un cheque).
El Código Aeronáutico regula en términos similares la carta de porte (ley 17285,
Código Aeronáutico, art. 119) y el art. 298 de la Ley de Navegación 20094, fija los
requisitos de los conocimientos. Nos referimos a estos últimos en plural, por cuanto
existe diversas clases de conocimientos (*).
4. Certificado prendario
La ley de prenda con registro (dec. 15.348/46 ratificado por ley 12.962) exige que este
gravamen se formalice mediante un formulario oficial (se permite también que se
formalice mediante escritura pública, conforme art. 11, decreto 10.574/46, lo que no se
usa en la práctica), que debe ser presentado para su inscripción en el registro
prendario dentro de las 24 horas de su celebración (dec. 15.348/46, arts. 6 y 19).
El registro, luego de cumplir con la inscripción del contrato, expide un certificado, que
es el mismo formulario con la correspondiente la constancia de inscripción registral
(art. 22). Para buena parte de la doctrina, dicho certificado es instrumento público,
fundamentalmente por encuadrar en el supuesto del art. 289, inc. B, del nuevo Código.
Dicho documento puede circular por endoso el cual debe además inscribirse en el
registro prendario (art. 24). Constituye por lo tanto un verdadero título de crédito.
Es el certificado prendario un título de crédito causal. Si bien reúne los caracteres de
literalidad, autonomía (endosable, según art. 24) y función legitimadora, no puede
llegar a la abstracción por su dependencia de la obligación principal garantizada con
prenda.
Para algunos este certificado no alcanza la categoría de título valor cuando garantice
una obligación de hacer o de no hacer, puesto que en estos casos sólo se fija el
máximo del importe respaldado con el derecho real de prenda (Cámara). Sí lo sería en
los demás casos.
5. Certificados de participación y títulos de deuda de fideicomisos financieros.
En el art. 1690 del Código se define el fideicomiso financiero que es un contrato de
fideicomiso en el cual el fiduciario es una entidad financiera o una sociedad
especialmente autorizada por la Comisión Nacional de Valores para actuar como
fiduciario financiero, y beneficiarios son los titulares de los títulos valores garantizados
con los bienes transmitidos
En el marco de dicho contrato el art. 1693 del Código se refiere a dichos títulos
valores, que pueden ser de dos clases diferentes. Beneficiarios del fideicomiso
financiero son los titulares de certificados de participación en el dominio fiduciario o de
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

títulos representativos de deuda garantizados con los bienes fideicomitidos. El art.


1691 aclara que dichos certificados de participación y títulos de deudo serán
considerados títulos valores y podrán ser objeto de oferta pública.
A pesar que la ley indica que los títulos pueden ser al portador, nominativos
endosables o nominativos no endosables, cartulares o escriturales (CCC, art. 1693),
en la práctica, las emisiones de títulos generalmente se hacen en forma escritural, es
decir, cada inversor tiene una cuenta donde se registran la totalidad de los
movimientos que se produzcan con los títulos.
Los títulos de participación son emitidos por el fiduciario (CCC, art. 1693). Confiere a
su titular el derecho a los rendimientos, a una cuota en la “propiedad” de los bienes, o
a los rendimientos y a una cuota de la venta que resulte de los bienes fideicomitidos.
En todos los supuestos, estos certificados atribuyen derechos personales o creditorios
para exigir una cuota de condominio o su valor. La relación con los bienes que
integran el patrimonio fiduciario siempre es indirecta, por cuanto el fiduciario es el
propietario del patrimonio fideicomitido (Lisoprawsky y Kiper).
Los títulos representativos de deuda pueden ser emitidos por el fiduciario o por
terceros (CCC, art. 1693) y confieren un derecho de crédito a su titular en virtud de la
deuda adquirida por una entidad deudora y que se compromete a devolver mediante
una suma consistente en la cuota de amortización o devolución del capital, más
intereses devengados. El cumplimiento de esa obligación principal se garantiza con los
bienes fideicomitidos.
6. Obligaciones negociables
Los préstamos bancarios tienen un importante costo financiero, propio de las
operaciones bancarias, en las que las entidades financieras asume un riesgo que se
traslada a quienes entregan y toman dinero de las mismas.
En 1988 se sancionó la ley 23576 (modificada luego por la ley 23962, que estableció
la regulación legal de un importante instrumento de financiación empresaria, que
permite conseguir crédito a tasas de interés más bajas que cualquier otro contrato
de préstamo que pueda ofrecerse en el mercado financiero: las obligaciones
negociables.
Mediante la oferta pública se ponen en contacto directo a las empresas que necesitan
tomar crédito con los inversionistas que ofrecen crédito. Se trata de un sistema
utilizado por empresas con prestigio y trayectoria que emiten títulos valores en masa,
que son adquiridos por los inversionistas, quienes obtienen un interés superior al
pagado en operaciones de depósitos bancarios.
Desde el punto de vista económico, se trata de instrumentar una clase especial de
préstamo, fraccionado en títulos de crédito emitidos en serie, por medio de los cuales
el prestamista (inversor) se relaciona directamente con la empresa tomadora del
préstamo.
La empresa emisora se endeuda fijando ella misma las condiciones del negocio,
mediante una declaración unilateral. Aunque por cierto las condiciones ofrecidas
deben tener especialmente en cuenta la situación del mercado para hacerlas
atractivas para los inversores.
Si bien estos títulos pueden se colocados en forma privada, han sido diseñados para
serlo mediante oferta pública (*), en los términos del art. 16 de la ley 17.811.
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

Las principales ventajas de estos instrumentos son: 1° Posibilidad de recuperar


anticipadamente el dinero invertido, vendiendo los títulos. 2° La cotización de estos
títulos en bolsas y mercados de valores, permite el acceso inmediato a información
sobre su cotización y aumenta la posibilidad de venderlos más fácilmente. 3° Se
unifica la relación con todos los inversores. 4° Se establecen limitaciones a los actos
que puede realizar el emisor en protección de los inversores. 5° Permite a las
empresas la recepción de gran cantidad de dinero que será reintegrado a mediano o
largo plazo. 6° Su cotización tiene generalmente menos volatilidad que las acciones.
7° Pueden permitir su conversión en acciones, con lo que el prestamista quedará
convertido en socio.

Bibliografía
ALEGRÍA, Héctor: El aval, Astrea. Bs.As., 1975.
ALTERINI, Jorge H. (director) y otros: Código Civil y Comercial comentado. Tratado
exegético, La Ley Bs. As., 2015, tomo 6.
BONFANTI, Mario A. y GARRONE, José A.: De los títulos de crédito, Abeledo
Perrot, Bs.As., 1976, 2° edic.
CÁMARA, Héctor: Letra de cambio y vale o pagaré, Ediar, Bs.As., 1970.
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
ESCUTI, Ignacio A.: Títulos de Crédito, 11ª edición actualizada y ampliada, Astrea,
Bs.As., 2016.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014, tomo 4.
VILLEGAS, Carlos G.: Títulos valores y obligaciones negociables, La Ley, Bs.As.,
2004.
(*) Ver glosario.

Glosario
Acción escritural: Acción de una sociedad que no consta en papel o documento sino
inscriptas en cuentas llevadas a nombre de sus titulares por la sociedad emisora en un
registro de acciones escriturales o por bancos comerciales o de inversión o cajas de
valores (conf. ley de sociedades 19550, art. 208).
Aval: Acto jurídico cambiario, unilateral y completo que se comporta como negocio
abstracto, siendo para el avalista una obligación objetiva, sustancialmente autónoma
e independiente y formalmente accesoria de la obligación avalada, que opera como
garantía adicional del pago de la letra de cambio (Gómez Leo).
Cheque pos datado: Denominación utilizada en las prácticas comerciales y
bancarias, para designar al cheque común, en el cual se ha consignado una fecha
posterior a la de su efectivo libramiento.
Clearing bancario: Sistema mediante el cual los bancos compensan sus créditos
originados en la prestación del servicio de cheques, mediante la intervención de una
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

cámara compensadora con respecto a la cual se fija el saldo que corresponde a


cada banco y cuyos resultados impactan en el saldo de la cuenta que cada entidad
tiene en el Banco Central de la República Argentina..
Conocimiento (de embarque): Título valor emitido por una empresa de transporte,
representativo de la propiedad de las mercaderías transportadas, que asimismo
sirve como prueba del contrato de transporte marítimo o aéreo. La Ley de
Navegación 20094 regula distintos tipos de conocimientos: a) Conocimiento para
embarque: que se emite cuando las mercaderías están en el depósito de la
empresa de transporte previo a cargarlas a bordo del buque que las trasladará (ley
20094, art. 303); b) Conocimiento embarcado: es el que se entrega cuando las
mercaderías están a bordo del buque; c) Conocimiento directo: el destinado a cubrir
el transporte realizado mediante la combinación de diversos medios (por ejemplo,
de manera sucesiva en ferrocarril, buque y camiones), a lo que se refiere el art. 306
de dicha ley; y d) Ordenes de entrega fraccionada: que se anotan en el
conocimiento y se utilizan para fraccionar la mercadería (y el conocimiento) en
varios documentos (ley 20094, art. 307).
Documento: Representación objetiva de un pensamiento que puede serlo bajo la
forma material o literal. Se distingue de la expresión “instrumento” que se reserva sólo
para el último tipo de documentos, esto es, para el documento literal o escrituras
(Ramacciotti).
Endoso: Forma utilizada para transmitir los derechos que representa un título de
crédito nominativo, confiriéndole legitimación al endosatario para ejercer todos los
derechos que surgen de dicho título. Cumple también una función de garantía de
cumplimiento de las obligaciones que surgen del título. El endoso puede ser completo
cuando se indican todos los datos de endosante y endosatario antes de la firma del
primero. O puede ser en blanco, cuando sólo consta sólo la firma del endosante al
dorso del título.
Escritural: Ver “acción escritural”.
Inoponible: Utilizado por la doctrina para indicar la característica que presenta un
acto que se considera ineficaz con respecto a ciertas personas a quienes podría
afectar. En sentido contrario, se dice que un acto es oponible a una persona cuando
el mismo la beneficia o perjudica.
Nominativo: Según el diccionario de la Real Academia Española, aplícase a los títulos
e inscripciones, ya del Estado, ya de sociedades mercantiles, que precisamente han
de extenderse a nombre o a favor de uno y han de seguir teniendo poseedor
designado por el nombre, en oposición a los que son al portador. Este es el criterio
utilizado por el art. 23 de la Ley general de títulos y operaciones de crédito mexicana
de 1932. Sin embargo, el Código Civil y Comercial utiliza la denominación para
identificar a aquellos títulos que producen efectos respecto al emisor y a terceros al
inscribirse en el respectivo registro (arts. 1847 y 1849) y a los títulos que se emiten
a nombre de una persona los denomina títulos valores a la orden (art. 1838).
Novación: Acto mediante el cual acreedor y deudor de una obligación, deciden
cambiarla por otra. Consiste en la transformación de una obligación por otra nueva
(CCC, art. 933).
Oferta pública: Invitación que se hace a personas en general o a sectores o a
grupos determinados para realizar cualquier acto jurídico con valores negociables,
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Derecho Privado – Capítulo 17 - Títulos valores

efectuada por los emisores o por organizaciones unipersonales o sociedades


dedicadas en forma exclusiva o parcial al comercio de aquéllos, por medio de
ofrecimientos personales, publicaciones periodísticas, transmisiones
radiotelefónicas, telefónicas o de televisión, proyecciones cinematográficas,
colocación de afiches, letreros o carteles, programas, medios electrónicos,
circulares y comunicaciones impresas o cualquier otro procedimiento de difusión
(conforme Ley de Mercado de Capitales 26831, art. 2)
Oponible: Ver “inoponible”.
Securitizar: Ver “securitización”.
Securitización: Adaptación al castellano de la palabra anglosajona “security”
utilizada para determinar la operación que a continuación se describe. Se denomina
también “titulización”. Por medio de un fideicomiso se crea un patrimonio fiduciario,
integrado principalmente por créditos (aunque puede tener por objeto cualquier
derecho), el cual se afecta al cumplimiento de las obligaciones que se “securitizan”
haciéndolas constar en títulos valores negociables en los mercados, emitidos por el
fiduciario. Los títulos valores emitidos por el fiduciario pueden consistir en
certificados de participación o títulos representativos de deuda garantizados por los
bienes fideicomitidos (conforme CCC, art. 1693).
Sociedad de garantía recíproca (SGR): Son sociedades anónimas, constituidas de
acuerdo a las Leyes 24.467 y 25.300, con el objetivo principal de facilitar la gestión de
créditos, que realicen sus socios partícipes (Pymes), brindándoles garantías y
asesoramiento técnico, económico y financiero. Estos socios partícipes pueden ser
sólo las personas físicas o jurídicas, que reúnan los requisitos para ser categorizadas
como Pequeñas y Medianas Empresas, con necesidades de garantías para acceder al
crédito o participar en una licitación.
Teoría de la apariencia: Principio por medio del cual se hace responsable a un sujeto
por las declaraciones de voluntad expresas o tácitas que efectúe, generadoras de
una situación jurídica, que si bien no es real, presenta exteriormente las
características de una situación jurídica verdadera. Quien ha dado lugar o ha
consentido una situación engañosa, no puede hacer valer la situación verdadera
para perjudicar a quien ha depositado su confianza en aquella apariencia. Así por
ejemplo, los defectos o deficiencias en el apoderamiento de una persona, exigen el
resguardo de la buena fe de los terceros que contratan con este apoderado
aparente. Se trata de uno de los medios de protección a los terceros de buena fe.
Título de crédito: Es el documento necesario para ejercer el derecho literal y
autónomo en él expresado (Vivante). Se los ha denominado también títulos valores,
títulos circulatorios, papeles de comercio, valores mobiliarios o efectos de comercio.
En estos títulos se produce la vinculación entre el derecho y el documento. Tienen
infinidad de variante y matices. Pertenecen a este género letras de cambio, pagarés,
cheques, facturas de crédito, warrants, cartas de porte, obligaciones negociables,
etcétera.
Transfert: Vocablo tomado de la doctrina comercialista francesa, el cual significa
transferencia o traslación del crédito, utilizado para identificar el acto de registración de
la transmisión de los títulos de crédito que el nuevo Código clasifica como
“nominativos”. Los títulos de crédito nominativos son aquellos que se libran a favor de
determinado sujeto y tanto su emisión como sus sucesivas transmisiones, deben ser
inscriptas en los registros del emisor o librador del título.

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