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Le CIA
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César Delgado-Guembes
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La responsabilidad política del
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Presidente de la República
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Indemnidad temporal, vacancia y
acusación constitucional
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LIMA, 2022
La responsabilidad política del Presidente de la República
Indemnidad temporal, vacancia y acusación constitucional
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© César Delgado-Guembes
Le CIA
Yachay Legal - Primera edición impresa, junio de 2022
ISBN: ............
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú
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N.° 2022-04374
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©2022: Corporación Yachay SAC
Para su sello editorial YACHAY LEGAL
Calle Andalucía 119 - Of. 302, Pueblo Libre - Lima 15084 – Perú
Telf. (+51) 963 576 341 | info@yachaylegal.com
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www.YACHAYLEGAL.com
Las generaciones se suceden unas a otras.
En el proceso los que se fueron, y se van yendo,
transmiten a quienes llegan,
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observaciones y ricas experiencias.
La mía recibió las que conmigo compartieron
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Luis Chacón Saavedra y Delfín Sotelo Mejía,
quienes tomaron las que a su vez les dejaron
Ricardo R. Ríos, e Ismael Echegaray Correa.
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Quiero dedicar simbólicamente este ensayo
a amigos y colegas que empezamos a servir
en el parlamento peruano en la década de los 80s,
a Javier Ángeles Illmann, a Hugo Rovira Zagal, y a José Elice,
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Presentación
Cuando abrimos la caja de Pandora.......................................................................9
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Carlos Hakansson Nieto
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Prólogo ........ .........................................................................................................15
Víctor García Toma
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Introducción .......................................................................................................39
Capítulo I
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Capítulo II
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Capítulo III
Naturaleza y alcances de la indemnidad presidencial.......................................71
1. La responsabilidad subrogatoria del gabinete...........................................74
2. La responsabilidad presidencial directa y excepcional............................76
Capítulo IV
Las excepciones material y temporal de indemnidad
por acusación constitucional................................................................................81
1. Suspensión o conclusión del mandato presidencial
por las causales de los Artículos 117, dentro de un proceso
de acusación constitucional.........................................................................84
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César Delgado-Guembes
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Capítulo V
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La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial............... 151
Capítulo VI
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La destitución por incapacidad moral.............................................................. 171
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1 Entre el escepticismo y el dogmatismo................................................... 171
2. La competencia del Congreso como órgano de monitoreo
de la ética constitucional........................................................................... 177
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Capítulo VII
La vacancia por incapacidad moral revisada (Temas de lege ferenda)........ 257
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Presentación
Cuando abrimos la caja de Pandora
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Le CIA
Carlos Hakansson
Doctor en Derecho (Universidad de Navarra),
Profesor Ordinario principal (Universidad de Piura),
Titular de la Cátedra Jean Monnet (Comisión Europea)
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E l impeachment nace en el Reino Unido durante el siglo XIV, como un medio
de protección o blindaje al Rey ante las falsas acusaciones judiciales que
puedan producirse en la dinámica política. El clásico principio The King can
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Carlos Hakansson Nieto
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La Carta de 1993 dispone sobre la acusación constitucional que co-
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rresponde a la Comisión Permanente acusar ante el pleno del Congreso: al
Presidente de la República, los congresistas, ministros de Estado, magistrados
del Tribunal Constitucional, los miembros de la Junta Nacional de Justicia,
vocales de la Corte Suprema, fiscales supremos, defensor del pueblo y el Con-
l
tralor General de la República por infracción de la Constitución y todo delito
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que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después del
cese (artículo 99 CP). Se trata entonces de una garantía constitucional para
un selecto conjunto de altos funcionarios, que gozan del derecho a no ser
procesados penalmente por la justicia ordinaria, si antes no son sometidos a
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Presentación
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República. Indemnidad temporal, vacancia y acusación constitucional, de César
Le CIA
Delgado-Guembes aborda con rigurosidad la naturaleza, procedimiento y pro-
blemática que contiene un conjunto de instituciones constitucionales que sólo
se manifiestan en un estado terminal para las relaciones ejecutivo-legislativo,
sólo comparables con la decisión presidencial para decretar una disolución
l
parlamentaria, cumplidas las condiciones previstas en la Constitución (ar-
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tículo 134 CP). Los temas sobre la naturaleza y alcances de la indemnidad
presidencial por acusación constitucional, sus excepciones tanto materiales
como temporales, el análisis sobre las causales de suspensión, la reciente y
polémica discusión sobre el contenido de la vacancia presidencial por inca-
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Carlos Hakansson Nieto
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de la mayoría parlamentaria mediante una ley de desarrollo constitucional
brindó contenido a la cuestión de confianza, la cual sólo pueden plantearse
Le CIA
para el ejercicio de las competencias del ejecutivo (Ley N ﹾ31355), pues, lo
contrario resultará una intromisión a la autonomía funcional del Congreso. Una
opinión contraria a lo sostenido por el Tribunal Constitucional en polémica
l
jurisprudencia (Exp. Nﹾ0006-2018-TC/AI).
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Por todo lo anterior, los últimos seis años han sido nefastos para una
forma de gobierno (neopresidencialista) que, con sus más y menos para la
gobernabilidad, ha venido operando durante cuatro mandatos democráticos
consecutivos en nuestra historia republicana. Una crisis que se resume en el
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ejercicio del poder gubernamental, pero sin las debidas garantías institucionales
para un efectivo balance de poderes.
En resumen, la crisis en las relaciones ejecutivo-legislativo surgida desde
julio de 2016, tiene su origen en una clara erosión del principio de separación
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Presentación
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de 1993 para devolver la vacancia y disolución en la “caja de Pandora”, con un
Le CIA
cerrojo y candado para su prudente y responsable ejercicio.
El libro La responsabilidad política del Presidente de la República. Indem-
nidad temporal, vacancia y acusación constitucional, contiene las claves para la
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comprensión de unas instituciones que corren el riesgo de ser interpretadas
con claros intereses individuales, distantes al bien común. Por eso, una opor-
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tuna mirada a su contenido, gracias a la pluma del Profesor Delgado-Guembes,
resulta oportuna para desde la academia ponernos a leer, pensar, escribir y
soñar en un mejor futuro constitucional.
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Le CIA
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Prólogo
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Víctor García Toma
Doctor
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C ésar Delgado-Guembes es un jurista que por el reconocimiento público
de su obra escrita y el ejercicio de la docencia universitaria no necesita
presentación. Mejor aún se presenta solo. En mi caso lo hago, en atención a la
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y Ciencia Política.
A ello se suma, su proficua carrera en la Administración Pública en donde
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Víctor García Toma
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una nueva experiencia intelectual ocupándose del tema “La Responsabilidad
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Política del Presidente de la República. Indemnidad temporal, vacancia y acusación
Constitucional”.
En medio de su travesía por el Derecho Parlamentario y el Derecho
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Constitucional, se ha impuesto con éxito mayúsculo la tarea de fijar los concep-
tos centrales de la responsabilidad del Presidente de la República y el control
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de la ética pública por parte del Parlamento. Su apetencia insaciable por dar
a conocer información versada y opinión consistente sobre la materia, lo ha
llevado a ocuparse con gran agudeza sobre la inmunidad presidencial. Asi-
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mismo, muestra cabal empeño en abrir surcos acerca de los bienes y valores
constitucionalmente protegidos en el marco del control político y la exención
reglada en favor del primer funcionario del Estado.
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Prólogo
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nistración Pública, ejerce dos tipos de actividades entre las cuales existe una
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relación de implicación; a saber:
Ejerce una actividad política referida a la dirección de la organización
del cuerpo estadual. En ese contexto, el Presidente de la República tiene au-
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tonomía de iniciativa y libertad de acción, dentro de los lineamientos que le
señala la Constitución. A través de dicha actividad se propone ejercer parte
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del poder estatal, para hacer realizable un determinado orden convivencial
descrito en la Constitución como forma de gobierno. Esta actividad expresa un
proceso de resuelta conducción política, coordinación y cooperación en pro
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un contralor jurisdiccional, sino a una fiscalización política por parte del Par-
lamento. Ello, dentro del contexto previsto en la Constitución.
El Presidente de la República tiene en ese marco ciertas facultades de
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carácter normativo.
En ese contexto, requiere y necesita del correspondiente refrendo mi-
nisterial.
La actividad administrativa refrenda a acciones subordinadas a la ac-
tividad política. Se trata de la adopción de medidas para poner en marcha las
políticas públicas de las distintas ramas de la Administración Pública, plantea-
das por el Presidente de la República y reconocidas en su validez legal por los
ministros a través del instituto jurídico del refrendo; las cuales están dirigidas
a concretar la satisfacción de necesidades de interés público y social.
De conformidad con lo establecido en el artículo 39 de la Constitución
el Presidente de la República es la más alta (suprema) autoridad en la Adminis-
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Víctor García Toma
tración Pública, lo cual permite asegurar como señala Fernando Brito Ruiz [El
régimen presidencial. Bogotá: Editorial Ibáñez, 2015] que se encuentra bajo su
responsabilidad disponer y garantizar aquellas directivas que se materializarán
en actividades requeridas para el logro del bienestar general; el cual deviene
en objeto teleológico del Estado.
La acción administrativa hace referencia a la organización, gestión y
supervisión de los servicios públicos. Se encuentra sometida al contralor
jurisdiccional; por ende, puede ser impugnada judicialmente. El ejercicio de
estas facultades se encuentra reglado por la ley ordinaria.
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La actividad administrativa que supone una dirección y lineamientos
Le CIA
de acción a cargo del Presidente de la República, implica la presencia de actos
complementarios a la decisión política. En ese contexto, requiere y necesita de
la actividad funcional de sus ministros. De allí, que la actividad administrativa
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strictu sensu recaiga sobre los ministros; empero, bajo el derrotero, orientación
y supervisión jerárquica del Presidente de la República.
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En ese contexto aparece el instituto objeto de estudio de César Delga-
do-Guembes:
“La Responsabilidad Política del Presidente de la República”. Cabe
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del siglo XIX. Juan Bautista Alberdi [Bases y puntos de partida para la organi-
zación política de la República Argentina. Buenos Aires: Academia Nacional de
Ciencias Morales y Políticas, 2002] señala que el extendido presidencialismo
en América Latina encontró en Simón Bolívar a un esforzado promotor, en
razón a que “los nuevos estados de América, antes colonias españolas, nece-
sitaban reyes con nombre de presidentes”. Es indubitable que en nuestro país
se ha inoculado el síndrome de la “ciudadanía infante” que se origina en un
paternalismo político en donde el Presidente de la República se asemeja a un
gobernante simultáneamente severo y protector.
Al respecto, Manuel Vicente Villarán [Cuestiones constitucionales sobre
el Estado y el gobierno. Lima: Librería e Imprenta Gil, 1936] ha afirmado que la
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Prólogo
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Existen situaciones en donde no existe coincidencia entre ambos, a saber:
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• Existencia de un Presidente pro tempore, en donde por vacancia de
su primigenio titular, se embiste al primer o en su defecto al segundo
vicepresidente para completar el periodo presidencial.
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• Existencia de una triple acefalía en donde por distintas razones vacan
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la presidencia y las vicepresidencias. En ese contexto, el artículo
115 de la Constitución señala que en ese supuesto asume el cargo, en
calidad de encargado, el Presidente del Congreso de la República; el cual
convoca inmediatamente a elecciones. En la praxis se recorta el período
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Víctor García Toma
ga L
por el Congreso de la República, vía la expedición de una resolución legislativa,
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en razón de haberse verificado alguna de las causales siguientes:
La incapacidad temporal declarada por el Congreso. Esta causal hace
referencia a la atrofia e insuficiencia transitoria de la aptitud para ejercer el
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cargo, por razones de salud.
Ello implica que el Presidente de la República sufre de una contingencia
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superable en el tiempo, referida al normal funcionamiento de sus capacidades
biológicas y psicológicas.
La incapacidad debe ser entendida como la falta de aptitud legal por
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Prólogo
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contraria a la interpretación histórica y sistemática del referido artículo del
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texto supra.
La historia registra el caso de Paul Louis Deschanel, Presidente de Fran-
cia en 1920.
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Su comportamiento “excéntrico” en el cargo, se manifestó en situaciones
tales como abandonar una reunión oficial para introducirse desnudo en un
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lago o recibir al embajador de Inglaterra desprovisto de ropas, pero portando
la insignia presidencial.
Ello acarreó su suspensión temporal en el cargo, a efectos de ser ingre-
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ricamente para ejercer el cargo; ello en razón a que las insuficiencias parciales
no han sido obstáculo para la conducción de una Nación; tales los casos del
Presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt (1933-1945) afectado por
poliomielitis; del Presidente ecuatoriano Lenin Moreno Garces (2017-2021)
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afligido por una inmovilización en las dos piernas por disparos de bala tras un
asalto; y del Presidente dominicano Joaquín Balaguer (1986-1996) aquejado
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Víctor García Toma
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La Declaración del Poder Legislativo de haberse acreditado la perma-
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nente incapacidad física, entendida como la incapacidad física es la falta de
aptitud aeróbica, elasticidad muscular y movilidad articular para continuar
ejerciendo el cargo, en razón de haberse acreditado objetiva y fehacientemente
l
un declarado e irreversible estado de defección de las facultades anatómicas,
funcionales, emocionales o intelectuales.
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Dicho estado de defección debe ser de tal magnitud que hace inviable
la conducción de la marcha del Estado.
La renuncia aceptada por el Congreso, la cual consiste en la dejación
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Prólogo
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Congreso de la República.
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La expresión “suspensión” implica que se trata de una medida transitoria.
Así, puede desaparecer la incapacidad o ésta devenir en permanente.
En igual sentido, el proceso judicial instaurado en contra del Presidente
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de la República puede concluir, sea en el sentido que fuere, antes del venci-
miento del período presidencial.
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En esta hipótesis, el Congreso de la República debe cumplir con for-
malizar la nueva situación jurídica del suspendido, disponiendo se proceda al
levantamiento de la suspensión en caso se dicte una sentencia absolutoria, o
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Víctor García Toma
ga L
el órgano jurisdiccional la comisión de las infracciones siguientes: traición a
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la patria; impedir la celebración de elecciones presidenciales, parlamentarias,
regionales o municipales; disolver el Congreso de la República fuera del caso
previsto en el artículo 134 de la Constitución; e impedir la reunión o funcio-
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namiento del Jurado Nacional de Elecciones y demás organismos del sistema
electoral.
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La declaración del Congreso de haberse acreditado incapacidad mo-
ral. Esta implica la falta de aptitud legal para continuar ejerciendo el cargo,
en razón de haberse acreditado objetivamente una conducta pública o social
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Unidos de 1787.
La referida institución comprendía cuatro situaciones: “treason” (trai-
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Prólogo
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derivada de un hacer o no hacer frente a una obligación moral; y la falta de
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un componente conductual, ya que la autoridad no llega a sustentar el juicio
que afirme una conducta concordante con las convicciones éticas ciudadanas.
Por ende, aparecen actos observables y reprobables política y moral-
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mente.
En ese contexto, la vacancia se produce cuando se acredita la existencia
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de un hecho axiológicamente reprensible a la luz de las convicciones de la
sociedad y de una magnitud que mancilla la majestad del cargo presidencial.
La conducta manifestada genera la destrucción de las bases sobre las
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Víctor García Toma
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a lo indebido.
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Esta convicción ético-social surge de la convención adoptada por la
mayoría de los miembros de la sociedad; la cual es generada mediante la edu-
cación e instrucción.
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En puridad, hace referencia a la institucionalización de una “moral
mínima” que hace posible la continuidad de la vida coexistencial; y que, por
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ende, es resguardada por el orden público. Dicho concepto apunta a preservar
un conjunto de condiciones en relación al comportamiento convivencial en
pro del interés general.
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Prólogo
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un punto de vista técnico, como necesariamente debe suceder en los casos de
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incapacidad física o incapacidad mental.
A nuestro entender, la idea de incapacidad permanente se traduce al-
ternativamente en la hipótesis de una vacancia por razones psíquicas a una
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pérdida total, absoluta e irreversible de la capacidad de comprensión de las
cosas que rodean al afectado y hasta la conciencia sobre sí mismo; y por inter-
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pretación mutativa, en el caso de la vacancia por incapacidad moral como una
huella indefectible que deja la conducta deleznable sobre el colectivo nacional;
la cual rompe indefectiblemente el grado de confianza y respeto; así como la
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Víctor García Toma
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obra, dándole unas palmadas en el trasero. Por dicha circunstancia tuvo que
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ser reemplazado por su vicepresidente para la alocución de bienvenida.
Posteriormente, en una recepción a un ejecutivo de una empresa nor-
teamericana, en completo estado etílico le espeto que su país “explotaba a
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América Latina y en particular al Ecuador”.
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En relación a la condición de permanente incapacidad en materia moral
esta no debe ser entendida con sujeción a actos recurrentes o reiterados, sino,
más bien a la calificación de indeleble por su grave daño al decoro y dignidad
del cargo, que se impregna en la conciencia del pueblo representado por el
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cuerpo parlamentario.
Es decir, cuya consecuencia en la conciencia ciudadana perdura o se
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y sentido de gobernabilidad.
De conformidad con lo establecido por el Tribunal Constitucional en el
caso Deyci Díaz Cieza (Expediente N° 01341-2014-PA/TC), el uso de dicho
concepto queda condicionado a lo siguiente: debida motivación al calificar la
conducta infractora; cumplimiento de competencias y procedimientos pre-
establecidos; apego al cumplimiento de los principios de proporcionalidad,
buena fe, igualdad e interdicción de arbitrariedad; y respeto a los derechos
fundamentales del incoado por supuesta incapacidad moral.
La inmunidad presidencial es una prerrogativa funcional destinada a
salvaguardar que en este caso el más alto funcionario del Estado, pueda desem-
peñar todas sus competencias sin el agobio de asuntos judiciales que pudieran
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Prólogo
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de la Nación.
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César Delgado-Guembes sostiene con acierto que la prerrogativa a dife-
rencia del concepto privilegio (ley privada) “es el testamento que se dispuso
de modo excepcional, no a personas o sujetos sino, a posiciones dentro de una
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estructura social y política, tratamiento que tiene reconocimiento normativo”.
Esto afirma “se adjudica y corresponde al cargo a la función ejecutada por una per-
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sona bajo ciertas condiciones de acceso, desempeño y gestión preestablecidas”.
La inmunidad presidencial protege única y exclusivamente contra el
procesamiento en materia penal; ergo, no se extiende al resto de las tipologías
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Víctor García Toma
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ponde al Presidente de la República en todos los casos, el definir lugar, hora
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y fecha de la diligencia correspondiente; ello en atención al reconocimiento
de su alta investidura.
En lo relativo a la función de control político el ente parlamentario,
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entre otras funciones, tiene la responsabilidad de comprobar la idoneidad
jurídica y política de las acciones de la actividad pública –fundamentalmente
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la que ejercita el Poder Ejecutivo–, a efectos de velar por su adecuación a los
parámetros que expresamente fija la Constitución.
Juan Carlos Ruiz Molleda [“El control parlamentario de los decretos de
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Prólogo
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de la dación de cuenta.
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En puridad, alude a una actividad de confirmación o veto abrogativo
de determinadas actividades político-administrativas.
• Control parlamentario punitivo. Esta modalidad conlleva a examinar
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la responsabilidad política derivada del ejercicio de una alta función
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pública.
Tal el caso de las instituciones de interpelación y censura.
En puridad, la responsabilidad política aparece como una ineludible
contrapartida a la actividad de gobierno; ello al extremo de ser con-
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Lima: Jurista Editores, 2008] expone que dicha acción de control apunta a
la remoción y cambio de los operadores gubernamentales. Al respecto, debe
señalarse que el origen de la responsabilidad política data del siglo XVII, a raíz
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Víctor García Toma
ga L
en promover la continuación de la guerra serían considerados “enemigos de
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su majestad y del reino”. Ante ello la dimisión expugnada no se hizo esperar.
En nuestro país, aparece tímidamente a través de la responsabilidad de
velar por la observancia de la Constitución de 1823; los pedidos de memorias
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e informes de gestión que aparecen en las constituciones de 1834 y 1839; y
en las interpelaciones instrumentalizadas en las prácticas parlamentarias de
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la Convención de 1855 y en la Constitución de 1860.
A manera de apostilla, cabe señalar que Juan Carlos Ruiz Molleda [ob. cit.]
señala que no cabe confundir el control político con el control jurídico; dado
ch ID
que este último plantea una actividad caracterizada por una precisa, exacta y
específica predeterminación del parámetro de control en donde se excluye toda
expresión de voluntad discrecional. Asimismo, por el sometimiento cabal a las
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ley, ha sido utilizada con acierto o error. Así, aparecen los criterios de conve-
niencia, utilidad, necesidad, corrección política, etc.
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Prólogo
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ción de multas que correspondían a la corona; comprar a precio vil las deudas
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reales a acreedores agobiados por el incumplimiento de los pagos pactados; y
obtener reembolsos de préstamos ficticios. Tras acreditarse la veracidad de
las imputaciones fue encarcelado y multado.
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El impeachment llegó a convertirse en el tiempo, en un medio de fis-
calización absoluta sobre el Poder Ejecutivo. Las facultades de la Cámara de
ay EN
los Comunes se extienden, al extremo de tener competencia irrestricta para
la incriminación y la fijación de penas. A partir de 1782, a consecuencia del
famoso caso North, el impeachment inglés quedará en desuso.
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Jorge Basadre [Historia de la República del Perú. Lima, 1964] nos recuerda
que, en 1864, durante el gobierno del general Juan A. Pezet el Congreso de la
República llegó a declarar la formación de causa contra todos los miembros del
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Gabinete conducido por Juan Antonio Ribeyro, por la supuesta falta de traición
a la confianza, en actuación al tratamiento de la reivindicación de las islas de
Chincha por parte de la armada española. Dicho asunto no llegó a ser resuelto.
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Víctor García Toma
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pudiesen incurrir los altos funcionarios públicos; y del otro, la interven-
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ción del Poder Judicial —a través de la Corte Suprema— en la investigación,
juzgamiento y eventual penalización de determinadas altas autoridades o ex
autoridades estatales, cuando pesaren sobre ellas denuncias con razonabilidad
jurídica de perpetración de un ilícito penal cometido en el desempeño de la
l
función pública.
ay EN
La acusación constitucional en sentido lato, tomando en consideración
en parte, lo expuesto por Manuel Aragón [Constitución, Democracia y Control.
Serie Doctrina Jurídica, N° 88. México D.F.: UNAM, s.f.] implica que el control
ch ID
apreciación congresal.
• El juicio de valoración está orientado por los conceptos de conve-
niencia, oportunidad y utilidad política.
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Prólogo
ga L
excepcional que distingue la figura del presidente de la República frente a no
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solo cualquier otro servidor o funcionario estatal, sino, en general, respecto a
cualquier otro ciudadano. Es con toda claridad, una excepción al principio de
igualdad en la República”.
l
Esta regla excluye la posibilidad de intervención de cualquiera de los
órganos estatales responsables de conducir cualquier tipo de proceso acusa-
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torio en el Perú.
La Constitución actual fija las siguientes reglas sobre la materia:
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 117 de la Constitución, en
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Víctor García Toma
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judicial ante la Corte Suprema, en caso de que sobre el Presidente de la
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República recayera una sentencia condenatoria sería pasible de destitución
del cargo —Wen puridad, vacancia—, siempre que los resultados del proceso
se produjesen dentro del período de su mandato. No está de más advertir que
durante el proceso judicial el Presidente de la República se encuentra suspen-
l
dido en el ejercicio de sus funciones.
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Ahora bien, la aplicación del artículo 117 no enerva la potestad del Mi-
nisterio Público de llevar a cabo sobre su persona diligencias preliminares de
investigación inmediata, a efectos de realizar los actos urgentes o inaplazables
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Prólogo
constatable el lenguaje claro pero intenso; ello dada la necesidad del autor de
convencernos y enseñarnos sobre algo que él sabe más que nadie en nuestro
país. Su lectura seguramente motivará que sus lectores se empeñen en pro-
fundizar más —si es que se puede después de lo expuesto por el autor— sobre
una temática académica importante y políticamente urgente.
Bienvenido este libro, a la pronta lectura e inmediata reflexión sobre sus
alcances y contenidos. Con esta nueva entrega erudita, César Delgado-Guem-
bes sella una vez más su nombre, entre los más importantes juristas del país.
ga L
Lima, 20 de mayo de 2022
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ga L
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Introducción
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¿Lleva algún camino desde el tiempo original
hasta el sentido del ser?
¿Se revela el tiempo también horizonte del ser?
Martin Heidegger, El Ser y el Tiempo
l
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E l tema que de modo principal desarrolla esta obra es el de la prerrogativa
de indemnidad e inviolabilidad que tiene el Presidente de la República
durante su mandato, y la excepción que la historia constitucional del Perú ha
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materias y el plazo que fijan por un lado el Artículo 117 y por otro lado el
Artículo 99 de la Constitución.
La vacancia del Presidente de la República es la válvula constitucional
que drena las atrofias éticas en el gobierno nacional. Las drena como parte de
la capacidad de direccionar los destinos del Estado y del pueblo, en ejercicio
de la función de control de moralidad política, y en el marco de la competencia
constitucional que le corresponde cuando los hechos, los datos, la evidencia y
las pruebas permiten verificar un cuadro, un esquema y un perfil impropio en
la conducción del gobierno nacional. La vacancia por permanente incapacidad
moral del Presidente de la República es una herramienta de homeostasis política
con orígenes y filiación anglosajona (antes que española o francesa) que reco-
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César Delgado-Guembes
ga L
gobierno y la representación del pueblo en el Congreso. Este es un examen de
Le CIA
aspectos naturalmente complementarios en la comprensión de la naturaleza y
de los alcances de la vacancia de la presidencia de la república por permanente
incapacidad moral.
l
Aunque ligado a la misma problemática de las graves faltas moralmente
reprochables al Presidente de la República, en el derecho constitucional tam-
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bién se incluye la posibilidad de su remoción a través de un proceso popular
de revocatoria del mandato. Sobre este particular la Constitución de 1993
reconoce el derecho a la revocatoria de autoridades por iniciativa popular, y
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Introducción: ¿Problemas globales y soluciones locales?
ga L
representativos debe contar con la autoridad que el pueblo le confía y delega
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para evaluar y para definir cuándo es que la ética constitucional mantiene es-
tándares colectivos y cuándo esa ética se quiebra con conductas moralmente
inconducentes, inadecuadas, dañinas o perniciosas para la estabilidad y para
la gobernabilidad del país y del Estado.
l
La relevancia del enfoque sobre la titularidad del órgano competente se
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basa en el límite con el que, quien define la subrogación o permanencia del
Presidente de la República en el cargo, puede juzgar y sustentar la calificación
que realiza. La discrecionalidad del parlamento no es indeterminada, indefinida
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
septeto la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Los abogados al parecer
Le CIA
cuentan con saberes sobrenaturalmente superiores a los que la naturaleza dota
al pueblo y por eso a quienes ocupan un puesto en la judicatura se les asigna
el papel de tutores de la república, y la república somete sus democráticos
saberes a la voz de un puñado de ilustres intérpretes de una sabiduría a la vez
l
que divina popular.
ay EN
Herejes y profanos somos quienes optamos por dudar de la pertinencia
de los calificativos que lo sitúan entre las verdades irrefutables e inconcusas
del pensamiento jurídico1. Así como no se concibe en la mayoría de países del
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1
De manera que se ubique mis comentarios en el contexto de opiniones que previamente
he expresado sobre los excesos que advierto que comete el Tribunal Constitucional
en el curso de los últimos años en particular, refiero al lector a mis publicaciones
que pueden revisarse digitalmente en los enlaces siguientes: https://es.scribd.com/
document/445347997/CDG-El-constructo-hechizo-de-la-denegacion-factica-de-la-
cuestion-de-confianza-STC-6-2019-CC;
https://es.scribd.com/document/440366835/CDG-Condiciones-de-validez-de-
la-cuestion-de-confianza-en-el-Peru-Apuntes-para-la-comprension-de-su-perfil-
constitucional-a-partir-de-la-teoria-del-a; https://es.scribd.com/doc/154172489/
CDG-Sentido-y-actividad-del-TC-en-el-Peru-Valparaiso-18-de-Julio-del-2013; y,
https://es.scribd.com/document/8663645/CDG-Cometen-prevaricato-los-miem-
bros-del-tribunal-constitucional.
42 |
Introducción: ¿Problemas globales y soluciones locales?
ga L
el caos social” cuando pudieron sentenciar mejor la cuestión competencial que
Le CIA
Martín Vizcarra puso en sus venerables manos para delimitar el contenido de
lo que la Constitución llama “permanente incapacidad moral” del Presidente
de la República. Y, por otro lado, cuando resulta un estándar invariable que no
haya concurso para la selección de los magistrados del Tribunal Constitucional
l
en el que la regla no sea el menosprecio, sino, también la burla, por el modo
ay EN
en el que los procesos se llevan a cabo.
En medio de la réproba circunspección con que mantenemos escep-
ticismo sobre la racionalización idealista de la judicatura constitucional,
ch ID
que actúen en su nombre y por su cuenta. Son gente del pueblo que piensa,
delibera y vota como lo haría el pueblo del que son parte indesligable. En un
C
régimen democrático las razones del parlamento son las razones del pueblo
representado. La decisión del pueblo representado se condice y es congruente
con la axiología constitucional y por ello su decisión basta para la calificación
de actos como consistentes o contrarios a la ética pública que el parlamento
observa y cautela.
Es desde este enfoque en el que se resalta la primordialidad del Congreso
en un régimen democrático, contrario a la epistocracia nomológica de un gre-
mio supuestamente mejor entendido para tomar decisiones constitucionales,
que la pretensión de este trabajo es proponer una manera menos concurrida
y popular que por la que opta la mayoría de cierta opinión pública. Manera
que declaramos especialmente deferente con el modelo representativo de
democracia en general, y con el parlamento en particular.
| 43
César Delgado-Guembes
ga L
titucional no sólo contradicen la razón original de su creación y de su adopción
Le CIA
en el sistema constitucional peruano, sino que además vienen generando la
distorsión del tipo de régimen democrático en el Perú, y para acercar la com-
prensión de una institución que ha recibido una atención especialmente intensa
desde inicios de este siglo, corresponde que declare que esta obra contiene
l
reflexiones especiales derivadas de las experiencias recientes en el Perú, pero
ay EN
incluye igualmente las que previamente han sido publicadas y difundidas cuya
condensación y extractos parciales forman parte de esta obra 2. Esta declara-
ción ahorra a quienes se interesen en la lectura de este texto la necesidad de
recurrir a otras obras mías en las que el tema de la responsabilidad y de la
ch ID
2
Además de la sección relevante del proceso de vacancia presidencial que expongo en mi li-
bro Introducción al estudio del parlamento peruano (Fondo Editorial USIL, 2020), los textos
que sobre la materia de la vacancia presidencial he publicado previamente, que en esta obra
utilizo y condenso con los ajustes, modificaciones o actualizaciones respectivas, se encuen-
tran en los siguientes enlaces digitales: https://es.scribd.com/document/421764845/
CDG-La-finalidad-de-la-incapacidad-moral-permanente-como-causal-de-vacan-
cia-presidencial-y-la-interdiccion-circunstancial-de-la-reeleccion-presidencia; y,
https://es.scribd.com/document/385202785/CDG-Lo-debido-y-lo-indebido-en-el-
juicio-politico-Entre-el-indulto-y-la-vacancia.
44 |
Introducción: ¿Problemas globales y soluciones locales?
ga L
las sucesivas y no poco dolorosas, si no, además traumáticas y frustrantes ex-
Le CIA
periencias de nuestra vida pública reciente, para dar cuenta del testimonio y
comentarios del autor sobre algunos de los alcances que cabe presentar para
la comprensión crítica de un régimen político como el peruano, en el que el
l
Presidente de la República tiene un papel altamente visible, y por esa misma
razón esa excepcional visibilidad es razón para contar con estándares igual-
ay EN
mente exigentes en el ejercicio y desempeño del liderazgo que se espera de
quien ocupa ese puesto.
El propósito al exponer estas líneas de análisis no es la finalidad de que
ch ID
3
Podrá notarse que, comparativamente, el desarrollo del tema de la naturaleza y de los
C
| 45
César Delgado-Guembes
ga L
segundo milenio de nuestra era. Al proceso de vacancia que se lleva a cabo
Le CIA
en sede parlamentaria es posible que suceda posteriormente en los próximos
años o décadas otro tipo de procedimientos propios, ya no de la democracia
representativa, sino de la opción por la revocatoria del mandato que es parte
del haz de derechos que la Constitución de 1993 reconoce al ciudadano en
l
el marco del derecho a la participación y a la consulta popular que desarrolla
ay EN
la ley 26300. El tiempo y la república hablarán a su momento con claridad y
con el prudente tono que cada circunstancia efectivamente merezca y exija.
ch ID
Ya NF
O
4
A propósito de la era electronal que se ha inaugurado recientemente en la historia,
C
luego del período de escribalidad, y como parte del desarrollo de la misión que me he
fijado, he desarrollado la difusión de mis reflexiones o estudios dentro de mi actividad
profesional en el espacio digital mediante la creación de mi canal en YouTube (https://
www.youtube.com/channel/UCRT3QCjVjMxkl8CTw9YM98A), así como en mi página
web Arrugas parlamentarias y pliegues subterráneos (https://cdelgadoguembes.com/),
y en mi página en FaceBook (https://www.facebook.com/CesarDelgadoGuembes).
Dentro de la propia perspectiva de esta misión es que acompaño a este texto el enlace
digital en el que puede complementarse mis apreciaciones con los comentarios que he
realizado públicamente en medios de comunicación sobre la materia específica de este
trabajo, y que forman parte del material que publico en mi canal en YouTube. Quienes se
interesaran en la versión visual de estas reflexiones, en consecuencia, pueden recurrir
al enlace en el que compilo la lista de reproducción de mis intervenciones periodísti-
cas cuando se me ha solicitado mi opinión. El enlace para dicha lista de reproducción
(playlist) se encuentra en: https://www.youtube.com/playlist?list=PLsW6W5uGK-g7O-
1GZJUB9luzN_PqBiXat9
46 |
Capítulo I
La relevancia contextual de la cuestión de la
vacancia por permanente incapacidad moral
ga L
Le CIA
l
ay EN
H a sido tan infrecuente el uso de la categoría de la vacancia por permanente
incapacidad moral, que parecía que esa sería una norma destinada a su
caducidad y perención por el desuso práctico en la vida política nacional. Com-
ch ID
vigencia, la utilidad y las limitaciones que pueda tener esta cláusula centenaria
en nuestra vida constitucional.
El desuso relativo sólo justifica el necesario reconocimiento de esta
O
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César Delgado-Guembes
ga L
contrarrestar definitivamente todo intento de vacancia por incapacidad moral
Le CIA
en el parlamento, en nombre de dicha insuficiencia es impropio exculpar al
presidente cuando hay elementos de convicción necesarios para articular una
propuesta que se ponga a consideración del parlamento6.
l
Desviar la responsabilidad por inconductas presidenciales fundadas en la
incongruencia con valores que la Constitución prevé en el contenido de su texto,
ay EN
desconociendo en ese supuesto el regular ejercicio de potestades propositivas,
deliberativas y decisorias del Congreso, importa un acto de confusión, distorsión
y desconocimiento de dichas facultades. Precisamente, a título de ejemplo de una
ch ID
casuística desleal a los valores que nuestra Constitución contiene, cabe utilizar las
declaraciones que realizó el señor Aníbal Torres en la conferencia de prensa que
durante treinta minutos ofreció, como Presidente del Consejo de Ministros, en
Ya NF
5
Los criterios para definir la falta moral varían, pero principalmente se ha recurrido a
las faltas contra la transparencia, el falseamiento de información, o la obstrucción a
la justicia, pero también por deficiencias serias en la escogencia y designación de tit-
ulares de diversos órganos constitucionales sobre quienes existían serias dudas sobre
la idoneidad de sus trayectorias laborales y falta de afinidad con perfiles personales
democráticos (apología al terrorismo; denuncias por sedición; denuncias por violencia
familiar o contra la administración pública).
6
La insuficiencia representativa del Presidente de la República en el Congreso parece
deberse, fundamentalmente, al uso parcial de la doble vuelta en el proceso electoral. Se
espera que si comprendiera la elección presidencial así como la parlamentaria, dicha
insuficiencia disminuiría el riesgo de su ocurrencia notablemente.
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La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
su imaginación advierte la malévola intencionalidad de derrocar al Presidente
Le CIA
de la República. En la lenguaraz y errática dimensión alucinatoria del jefe del
gabinete, el Congreso asume una conducta desestabilizadora del gobierno, con
la intención de urdir en secreto un plan para generar un golpe de estado que
se inicia con las acusaciones de fraude durante el proceso electoral, y que se
l
concatena con alternativas de remoción del jefe de Estado a través de su vacan-
ay EN
cia, su acusación constitucional o su renuncia al cargo. En el cuadro siguiente
se consignan los hechos de la cronología golpista que prepara la imaginación
del señor Torres Vásquez.
ch ID
Cuadro N° 1
Articulación cronológica de la narrativa del PCM Torres Vásquez
Ya NF
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César Delgado-Guembes
ga L
19 Agosto Creación de la Comisión Investigado-
2021 ra sobre el presunto fraude en las elec-
Le CIA
ciones presidenciales, bajo la presi-
dencia del congresista Jorge Montoya.
19 Octubre El Poder Ejecutivo presenta el proyec- Desde su presentación la
l
2021 to de ley 747, para evitar el uso irra- Comisión de Constitución
zonable de la vacancia presidencial y no ha dictaminado dicho
ay EN
la disolución del Congreso, y reducir proyecto.
al mínimo los usos de la cuestión de La finalidad de la inicia-
confianza y la vacancia presidencial tiva es cubrir situaciones
por incapacidad moral. que reproduzcan la expe-
ch ID
Congreso.
21 Octubre Publicación de la Ley 31355, con la
2021 que se regula el uso de la cuestión de
O
50 |
La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
22 Enero Se aprueba por insistencia la ley so- El Poder Ejecutivo había
2022 bre el proceso para convocar a refe- observado la ley debido a
Le CIA
réndum reforzando los límites para la la afectación que genera
convocatoria a la participación política,
vulnerando el régimen de-
mocrático y produciendo
l
desequilibrio entre pode-
res, con el fin de concen-
ay EN
trar el poder en el Congre-
so de la República
4 Febrero La Primera Vicepresidente del Con-
2022 greso pide la renuncia del presidente
ch ID
Castillo Terrones
6 Febrero La Presidente del Congreso declaró
2022 que está dispuesta a asumir el reto del
Ya NF
mover la democracia y el
cumplimiento de la Cons-
titución
9 Febrero Se produce una reunión en el hotel
2022 Casa Andina Premium, del distrito
de Miraflores, en las que participan
la Presidente del Congreso, los con-
gresistas Patricia Juárez, Hernando
Guerra García, Alejandro Muñante,
Norma Yarrow, José Williams, Car-
los Anderson, Leydi Camones, Luis
Arriola entre otros, y líderes políticos
como Jorge del Castillo, Luis Galarreta
y Úrsula Letona.
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César Delgado-Guembes
ga L
inclusión y priorización en su agenda ce que el Presidente de la
de la denuncia con la que se propone República no había mani-
Le CIA
la acusación del Presidente de la Re- festado deseo alguno de
pública por traición a la patria ceder soberanía a Bolivia.
12 Febrero Total de 13 Mociones de interpelación
2022 contra diversos ministros, de las cua-
l
les 4 fueron aprobadas, y una de ellas
ay EN
derivó en la aprobación de una Mo-
ción de Censura contra un ministro
14 Febrero El diario “La República” informa que
2022 la reunión del 9 de Febrero fue fi-
nanciada por la Fundación Friedrich
ch ID
Elaboración: propia
O
7
Por lo pronto, frente a la narrativa que ficcionó el ministro Torres Vásquez recibió
la respuesta de algunos congresistas, entre los que quizá sean algunos de los más
importantes, se encuentran los miembros de la Mesa Directiva del Congreso. En un
Comunicado público la Mesa Directiva expresó que La Mesa Directiva del Congreso de
la República rechaza las irresponsables declaraciones del premier Aníbal Torres, vocero
oficial del gobierno, quien se ha referido al Parlamento y a la presidenta Maricarmen Alva
en tono amenazante, acusándonos de golpistas y al mismo tiempo negándose a responder
preguntas sobre presuntos actos de corrupción en el Poder Ejecutivo, agudizando de esta
52 |
La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
Le CIA
manera la crisis política y la ingobernabilidad en las que nos encontramos. Es evidente que
el gobierno está llevando adelante un plan de desprestigio sistemático de la institución par-
lamentaria. El premier Torres repite una serie de imprecisiones para confundir a la opinión
pública, como las supuestas declaraciones que la presidenta del Congreso habría tenido en
l
su viaje a España de hace algunas semanas, cuando el propio informe de la diplomacia
peruana -que responde al Poder Ejecutivo—, remitido el 11 de diciembre de 2021, por el
ay EN
Ministro Diplomático de la República, señor Eduardo Pérez del Solar Marcenaro, encargado
de Negocios de la Embajada del Perú en España, desmintió categóricamente esa narrativa
imaginaria. Estas imprecisiones, se suman al doble discurso utilizado por el premier, quien
en Lima habla de la necesidad de un entendimiento con el Congreso, pero que en provincias
ch ID
vuelve a la falsa narrativa de un Congreso golpista. Nuestro país requiere de madurez política.
Las declaraciones del premier, exacerban los ánimos de diversos sectores de la población que
se traducen en actos violentos y de acoso político de los cuales la presidenta Alva ha sido
Ya NF
del Perú. (…) ¿Y qué se dice del presidente Castillo? Se dice que es un corrupto. ¡Palabras!
¡simplemente palabras! ¡Y no hay absolutamente una prueba y no la pueden exhibir porque
C
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César Delgado-Guembes
ga L
la duración de su mandato. Entre los hechos en los que advierte el enunciado
Le CIA
designio deslegitimador, con la intención de orquestar su vacancia, mencionó
los que se menciona en el siguiente cuadro y que tienen como fuente el Men-
saje presidencial.
l
Cuadro N° 2
ay EN
Articulación de hechos de los que el Presidente Castillo Terrones
deduce maquinación de opositores para deslegitimarlo y vacarlo
realizar el gobierno
19 Agosto Creación de Comisión Investigado- Se resalta el suceso de la
2021 ra sobre el presunto fraude en las creación de esta comisión
elecciones presidenciales porque el Poder Judicial sen-
O
9
La similitud no tiene en este caso referencia hiperbólica ni metafórica, sino literal.
Efectivamente, el señor Castillo Terrones leyó su mensaje al Congreso con el mismo
texto que antes había ya sido leído por el señor Torres Vásquez.
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La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
vacancia por incapacidad
moral permanente
Le CIA
10 Diciembre La Comisión Interamericana de
2021 Derechos Humanos se pronuncia
sobre la falta de definición objeti-
va de la vacancia presidencial en la
l
Constitución
ay EN
22 Enero El Congreso aprueba la insistencia La ley 31399 se publicó el 30
2022 de la ley que refuerza el proceso de de enero de 2022.
referéndum a través del Congreso,
limitando la participación democrá-
tica de la ciudadanía
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
actos en los que las insuficiencias en la gestión del gobierno mostraban su propia
Le CIA
deslegitimación, frente a la cual configuraba una exigencia realizar actos de
control que permitieran corregir las ineficiencias en la gobernabilidad del país.
Algunas señales puntuales que parecían marcar el especial interés y pre-
l
ocupación del parlamento en revisar la corrección con la que se desempeña el
Presidente de la República, en el curso de los primeros meses de su mandato,
ay EN
son aquellos sucesos de especial significación que pudieran afectar la legiti-
midad, estabilidad y gobernabilidad con que se ejerce la función presidencial,
prácticamente desde el inicio del mandato, cuyo impacto podría configurar
ch ID
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La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
ofensivo contra la idiosincrasia del Perú, principalmente en cuanto quepa
Le CIA
calificar como moralmente negligente el tipo de conducción y de afirmación
del rol que le corresponde cumplir al Presidente de la República.
De modo análogo la oposición al Presidente Castillo Terrones consi-
l
deraba que riñe con la encarnación y adecuación de valores constitucionales
el desconocimiento de la importancia de las instituciones en la organización
ay EN
política del Perú del que da muestras cuando indica que su acción como Pre-
sidente de la República debe ser juzgada, no por el Poder Judicial, sino por los
Ronderos, a quienes reconoce potestades jurisdiccionales paralelas a aquellas
ch ID
10
Entre los casos más llamativos que circuló en los medios de comunicación cabe con-
signar los nombramientos de Guido Bellido Ugarte, en la Presidencia del Consejo de
Ministros, que registraba investigación policial por apología al terrorismo; Héctor Béjar
Rivera, ministro de Relaciones Exteriores, de quien se recordaba su pasado como mil-
itante y líder del Ejército de Liberación Nacional en los años 60s del siglo XX, y sobre
quien existió una denuncia por sedición; Iber Maraví Olarte, ministro de Trabajo y
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César Delgado-Guembes
ga L
eran una muestra de la ofensa que, con el reiterado yerro en sus actos le causa
Le CIA
a la comunidad con la elección de personas de reputación deshonrosa, si no,
además, con un perfil personal que riñe con las luchas ganadas en contra del
terrorismo, y el afán indesmayable con el que debe intentarse la erradicación
de la corrupción en el manejo de los asuntos públicos y privados en el Perú.
l
Correlato del factor referido es el efecto que genera en el debilitamiento
ay EN
del régimen democrático el carácter confrontacional con el que se define
la integración de los gabinetes ministeriales, cuyo propósito habría parecido
consistir más en desarrollar el desgobierno que el encuentro entre la pluralidad
ch ID
Promoción del Empleo, quien tenía una denuncia por el delito de terrorismo; Luis Bar-
ranzuela Vite, ministro del Interior, cuya hoja de vida contenía diversas amonestaciones
mientras sirvió en la Policía Nacional, además de una investigación por peculado doloso;
Héctor Valer Pinto, también Presidente del Consejo de Ministros, sobre quien existían
denuncias por violencia familiar en contra de su esposa e hija; Hernán Condori Mach-
ado, ministro de Salud, con denuncias por cobro indebido y negociación incompatible;
Carlos Palacios Pérez, ministro de Energía y Minas, en cuyos antecedentes existió una
investigación por el delito contra la administración pública; Ángel Ydelfonso Narro,
ministro de Justicia y Derechos Humanos, de quien se afirmó que existían setenta
denuncias por negligencia; José Gavidia Arrascue, ministro de Defensa, denunciado
por violencia psicológica; o Juan Silva Villegas ministro de Transportes y Comunica-
ciones, con denuncia por violencia familiar además de imputaciones de corrupción en
la administración de su sector.
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La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
tica de buen gobierno. La demanda contumeliosa y contumazmente inatendida
Le CIA
de información y comunicación con la población puede ser una señal con la
que se simula una honradez sospechosa e incomprobada. Este rasgo abunda
en el perfil de un carácter moral susceptible de calificar como incompatible
con el que corresponde a estándares de desempeño propios del más alto cargo
l
estatal en el gobierno del Perú.
ay EN
No era menor tampoco la preocupación que mantenía la oposición sobre
la relación que parecía existir en el proceso de copamiento de puestos estata-
les, a través de la remoción de funcionarios profesionalmente calificados y su
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
11
No carece de pertinencia citar la percepción de quienes, sin adhesión conocida ni mili-
Le CIA
tancia a partido político alguno, expresaban su preocupación por la gestión y conducción
incierta del país en un marco poco serio, contrario además a estándares mínimos en
nuestra ya bicentenaria historia política. La educadora e historiadora Carmen MacEvoy
escribía en un diario nacional que Los que lo conocen de cerca señalan que el presidente
l
del “gran cambio” multisecular no presta atención a sus interlocutores, evade citas de
ay EN
trabajo preestablecidas, ignora los consejos que buscan el bienestar del país, despide por el
WhatsApp a ministros y a todo aquel que atente contra su sobrevivencia política, se reúne
en la clandestinidad sin considerar la majestad de su cargo, gestiona —aparentemente— pre-
bendas para sus allegados y —en sus propias palabras— no ve la televisión ni mucho menos
lee periódicos, en un momento crucial para el Perú y el mundo. Todo lo anterior nos lleva
ch ID
a una pregunta fundamental: ¿Qué tipo de maestro, que predica una humildad y modestia
que no practica, se niega a rectificar el rumbo hacia la destrucción de la institucionalidad y
más bien se burla (victimizándose) de quienes votaron por él? Porque es una falta de respeto
Ya NF
al Perú, además de una hipocresía que raya con el cinismo, el hecho de minar las agendas
a favor del gran cambio educativo que proclama a viva voz por el cuoteo que lo mantiene
en el cargo. (…)Lo que vemos es una estafa producto de la crisis estructural de un Estado
perforado por delincuentes de cuello y corbata, de la pandemia y de un cúmulo de fantasías y
delirios que son parte de nuestra trágica historia política, en la que también entra el capital-
O
ismo salvaje (…).No me siento traicionada por este Gobierno que avergüenza al Perú y que
además incumplió la promesa de inaugurar una representación honesta capaz de liderar en
C
medio de la peste y la peor crisis institucional de nuestra historia. Para los que conocemos
la trayectoria de nuestra república, que tiene sombras, pero también luces y momentos de
heroísmo supremo, las declaraciones del entonces candidato Castillo, sonaban muy famili-
ares por ser calco de esa concepción salvadora de los caudillos de antaño que predicaban la
regeneración nacional en medio de prácticas depredadoras del Estado y de ese pueblo, que
una y otra vez pretendieron representar en su loca carrera por el poder. (cita tomada del
artículo publicado en el diario El Comercio, capturada en el enlace https://elcomercio.
pe/opinion/columnistas/la-historia-como-farsa-por-carmen-mcevoy-noticia/, del día
6 de marzo de 2022)
12
La valla con la que el gobierno de Pedro Castillo recibe la conducción del gobierno
representaba datos no poco fáciles de mantener, emular o mejorar.
Hasta el 2021, en los últimos 20 años el Perú no dejó de crecer económicamente de
modo continuo; el PBI aumentó cuatro veces; las exportaciones crecieron siete veces;
la inversión extranjera directa aumentó igualmente de modo notable y considerable;
de otra parte, la proporción de la población ubicada en la categoría de “clase media”
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La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
cuyo objetivo fuera, lejos de nombrar a los ministros más aptos para la tarea
Le CIA
de dirección de los servicios públicos a cargo de cada cartera ministerial, el
nombramiento de personajes cuestionables o ineptos a quienes elige con el
propósito de provocar el abierto rechazo, en general, de la opinión pública,
pero en particular del Congreso de la República, a fin de conseguir de este
l
modo su disolución primero y, eventualmente, después, la convocatoria a una
ay EN
Asamblea Constituyente para intentar la reforma total de la Constitución13.
(burguesía), cuando menos hasta el año 2019, se duplicó, llegando en el pico más alto
ch ID
13
Uno de los argumentos de la campaña electoral del partido Perú Libre para el proceso
de abril del 2021 fue, en efecto, el propósito de emprender un proceso de reforma total
de la Constitución, a través de una Asamblea Constituyente, con el objeto de sustituir
la Constitución de 1993. Las razones más repetidas eran terminar con el carácter
simbólico de la Constitución de 1993 como emblema característico del período que
O
mayor nivel de intervención del Estado en la economía, para así optimizar la situación
social y económica de los sectores populares más desposeídos del país.
Los argumentos propios de una campaña electoral, en efecto, no dejan de tener algún
carácter vinculante para quien gana el proceso electoral. Sin embargo, no puede dejar
de tenerse en consideración que los planes con los que se accede al poder deben ca-
nalizarse de conformidad con las restricciones normativas en vigor, por un lado, y por
otro lado, guardando especial consideración que las elecciones usualmente se ganan
con una proporción de votos y no por unanimidad, lo cual trae consigo la exigencia
de que los intentos de aplicación del plan de gobierno del partido que ganó la elección
sea necesario compatibilizarlo, adecuarlo, ajustarlo y consensuarlo con la pluralidad
de fuerzas con representación política en el parlamento.
Estas dos importantes restricciones operan como límites que acotan la capacidad de
decisión y la discrecionalidad con la que puede conducir el gobierno el partido ganador.
De ahí que cualquier estrategia para procurar la ejecución maximalista de los contenidos
críticos o radicales de cualquier plan de gobierno haya de procesarse con el tamiz de
| 61
César Delgado-Guembes
ga L
Le CIA
las normas vigentes y por la presencia de la pluralidad de sectores y fuerzas políticas
con presencia institucional en el régimen representativo.
En cualquier caso, más allá del posicionamiento ideológico de los partidos o de actitudes
más propiamente viscerales o hepáticas contra líderes de organizaciones políticas ad-
l
versarias, no puede dejar de reconocerse que la Constitución de 1993 no puede tomarse
ay EN
como una norma ni maldita, ni perversa ni fallida, ni como la fuente de los más grandes
males culturales o políticos del país. Si bien es incuestionable que su aplicación pudo
haber sido mejor llevada a cabo por los sucesivos gobiernos entre 1993 y el 2021 de
forma que el contenido social de la misma alcanzara de mejor manera a quienes mayo-
res niveles de desprotección padecen, cabe que los principales cambios se tramiten o
ch ID
como reformas parciales de su texto o, mejor aún, con mejores métodos y decisiones
en quienes dirigen de manera operativa y concreta la implementación de las principales
políticas públicas en los distintos sectores de nuestra sociedad y de nuestra economía.
Ya NF
14
La comunicación consta en el Memorando 17-2020-JUS/DM, fechado el 15 de marzo
de 2022 (el mismo día en que se llevaba a cabo el Consejo de Ministros en Palacio de
Gobierno, y el mismo día también en que el Presidente Castillo Terrones concurrió al
Congreso con el supuesto propósito de presentar su propuesta de elecciones genera-
les), y remitido a las 14:41 horas, por el Ministro de Justicia, Ángel Yldefonso Narro,
O
evaluar y remitir una propuesta de Proyecto de Ley para reforma constitucional de adelanto
de elecciones.
De otro lado, y porque es de reciente ocurrencia, no es de difícil recordación que el
presidente Martín Vizcarra tuvo análoga iniciativa, la que se concretó con el proyecto
4637, que presentó el 31 de julio de 2019 (dieciséis meses después de la renuncia de
Pedro Pablo Kuczynski, y de su juramentación como Presidente), según el anuncio
que hizo en su Mensaje al Congreso del 28 de julio, en el que proponía el adelanto de
elecciones generales mediante una reforma constitucional, y mencionaba la alternativa
de la reforma constitucional a través de una asamblea constituyente. Esa iniciativa fue
recibida por la Comisión de Constitución el día 21 de agosto, y el dictamen se aprobó
el día 25 de septiembre, concluyendo en la recomendación de no aprobación de esa y
otras iniciativas similares y el consiguiente archivamiento del proyecto.
En principio, los fundamentos más importantes en contra de la aprobación de la inicia-
tiva del proyecto fueron que ese tipo de alternativas pretendía solucionar problemas
o conflictos coyunturales con medidas inadecuadas y desproporcionadas como lo
62 |
La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
del Estado y de la república.
Le CIA
El desenlace de las pretensiones que se concretaron en el segundo re-
chazo de la moción de vacancia trajo como consecuencia niveles relativos de
fortalecimiento del jefe de Estado cuya remoción no prosperó, no menos que la
mayor vulnerabilidad del Congreso a partir de la débil, nutrida y fragmentaria
l
presencia de partidos políticos que exhibieron una vez más sus incoherencias
ay EN
e indisciplina, así como la ausencia de visión y la incapacidad de conducción
de sus líderes. Paralelamente, el debilitamiento que el rechazo de la segunda
moción de vacancia generó en el Congreso, trajo consigo a la par e igualmente
escenarios menos institucionales en la búsqueda de solución de las demandas
ch ID
sería una reforma constitucional para producir el recambio general de los titulares en
los poderes ejecutivo y legislativo. La Comisión de Constitución consideró que una
reforma de esa índole no era el remedio adecuado ni conveniente ante la dificultad del
gobierno de superar crisis políticas ni de verse impedido de alcanzar consensos con
las agrupaciones políticas no oficialistas.
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César Delgado-Guembes
ga L
voto de sus integrantes se dividiera y no se expresara de manera disciplinada
Le CIA
en la consulta sobre la vacancia del presidente Castillo Terrones, señal ésta de
grados importantes de falta de cohesión grupal en un parlamento debilitado
por los agudos y dispersos niveles de fragmentación con que llegó al Congreso
una decena de grupos políticos15.
l
ay EN
ch ID
Ya NF
O
C
15
En la votación sobre la vacancia que tuvo lugar el día 28 de marzo, el resultado anunciado
fue de 55 votos a favor, 54 votos en contra, y 19 abstenciones. Los grupos parlamenta-
rios cuyos integrantes incurrieron en muestras de falta de cohesión o de indisciplina
fueron Acción Popular, Alianza para el Progreso y Somos Perú. No obstante el obligado
reconocimiento de que los congresistas están premunidos de la prerrogativa de la no
imperatividad del mandato, según la cual sus votos y decisiones deben tomarse bajo la
única regla de los mandatos de su consciencia personal, el ejercicio de la facultad de
votar no deja de regirse por la figura de la adhesión a los partidos políticos por los que
los congresistas postulan.
A su vez cada partido político encarna una visión distinta del país y de la axiología del
Estado cuyos miembros se espera o asume que compartan. La dispersión de visiones
de los miembros de un grupo parlamentario en temas tan poco banales como puede ser
la seria evaluación de la remoción del Presidente de la República termina constituyen-
do una lamentable carencia, falla y herida del sistema político peruano en las últimas
décadas, y no sólo de materialización reciente.
64 |
Capítulo II
La responsabilidad política del Presidente de
la República y el control de la ética pública
ga L
por el parlamento
Le CIA
l
ay EN
E n este capítulo se refiere el marco básico del desarrollo que se expande
en los siguientes capítulos, en relación tanto con la indemnidad que la
Constitución le reconoce al Presidente de la República durante su período,
ch ID
como con su responsabilización al amparo del inciso 2 del Artículo 113, o del
inciso 1 del Artículo 114 de la Constitución.
Las responsabilidades en el régimen jurídico pueden ser civiles y pena-
Ya NF
administrativas y constitucionales.
En el Perú el Presidente de la República, no obstante el oxímoron ni la
C
| 65
César Delgado-Guembes
ga L
cargo, no antes.
Le CIA
Como se podrá apreciar en el capítulo reservado a la naturaleza y efectos
del plazo en la acusación constitucional la comisión de un delito en el ejer-
cicio de la función presidencial, o de una infracción constitucional, durante
l
la vigencia de su período en el cargo, tendrá distintos efectos según que la
falta delictiva o infractoria sea objeto de prescripción o de caducidad. Ambos
ay EN
supuestos son desarrollados en dicho espacio. Lo central es que, de acuerdo a
la posición que dice que el plazo para las infracciones constitucionales es de
caducidad y no de prescripción, el plazo para inhabilitar al Presidente de la
ch ID
gabinete.
Esa responsabilidad política es fundamental y eminentemente ante el
parlamento, porque las responsabilidades administrativas, civiles, y penales
tienen carácter personal, y por ello los miembros del gabinete sólo podrían ser
emplazados y responsabilizados por los actos personales en que se pruebe las
faltas de su actuación, y no por las que debiera reprochársele de modo personal
sólo al Presidente de la República.
Nos encontramos por consiguiente con distintos tipos de responsabilidad
material en el tiempo. El cuadro siguiente permite ubicar al responsable según
el punto en el tiempo en que ocurra o se exija la responsabilización.
66 |
La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
Cuadro N° 3
Tipos de exigibilidad de responsabilidad
por actos del Presidente de la República
Responsabilidad Presidente de la República Gabinete ministerial
del Presidente de la
República
Infracción constitu- Durante su período sólo por las Además de su eventual
cional causales previstas en el Artículo censura, los ministros
117 de la Constitución. son pasibles de denuncia
ga L
Luego de concluido su mandato, constitucional.
hasta 5 años después (plazo de
Le CIA
caducidad)
Delito en ejercicio Durante su período sólo por las Además de su eventual
de la función causales previstas en el Artículo censura, los ministros
117 de la Constitución. son pasibles de denuncia
l
Luego de concluido su mandato, constitucional.
ay EN
hasta 5 años después (plazo de
prescripción).
El delito es perseguible en la vía
ordinaria una vez prescrita la
ch ID
acusación constitucional.
Delito común El PR no está protegido por la Los ministros no son res-
cláusula de indemnidad durante ponsables por los delitos
Ya NF
Elaboración: propia
| 67
César Delgado-Guembes
ga L
competencia. El órgano competente para revisar la corrección, regularidad e
Le CIA
idoneidad en el ejercicio de la presidencia de la república es el Congreso. El
Congreso es la instancia que, en nombre de la voluntad popular, tiene la misión
de vigilar el ejercicio del poder en armonía con los valores, estándares y prin-
cipios constitucionales. Es en este sentido que cabe reconocer en el Congreso
l
al órgano de control de la ética pública en el ejercicio del poder.
ay EN
En consecuencia con esa misión fundamental es que el Congreso tiene
capacidades inconfundibles en la dirección y definición del horizonte de los
rumbos que se prefiere para la república. Para hacerlo la Constitución prevé,
ch ID
órganos constitucionales.
El sistema de procesamiento de indirizzo político con alcances tanto
político como morales comprende, en el régimen constitucional peruano,
O
68 |
La responsabilidad política del Presidente de la República y el control de la ética pública ...
ga L
funciones estatales clave en el gobierno y del manejo del Estado.
Le CIA
Esta verificación permite caer en cuenta que el Congreso tiene reser-
vada la atribución de calificar la materialización sustantiva de ciertos valores
y principios en la axiología constitucional. Esta atribución se le reserva en
congruencia con la creencia de que el pueblo, a través de sus representantes,
l
cuenta con las garantías mínimas indispensables para ser el autor de su pro-
ay EN
pio destino. Estos son invariablemente los costos propios de todo régimen
democrático, no obstante que quienes lo cuestionan lo hacen en nombre del
descontento y dudas primordiales en nombre de las cuales instalan tutelajes
o báculos con los que se afecta la calidad del tipo democrático de gobierno
ch ID
| 69
César Delgado-Guembes
ga L
democrática, en la que no debe haber espacio para formas verticales o auto-
Le CIA
ritarias de imposición de individuos o grupos injustificada o arbitrariamente
privilegiados en la esfera del poder.
Los modos democráticos de ejercicio y de control del poder tienen los
l
efectos que se les asigna a las marcas. No porque se los trate como un fetiche,
sino porque forman parte de valores culturalmente compartidos. La opción
ay EN
democrática como forma de organización social y política no consiste en un
maquillaje cosmético ni en un exceso simbólico, sino en una necesidad vital
de reconocimiento como parte de una estructura de valoración mundial, a la
ch ID
70 |
Capítulo III
Naturaleza y alcances de la indemnidad
presidencial
ga L
Le CIA
l
ay EN
S uele inducirse a error masivo la calificación de la forma de gobierno o
del régimen político peruano como un régimen presidencial o de presi-
dencialismo atenuado. Del gancho de esta calificación pende un sinnúmero
ch ID
| 71
César Delgado-Guembes
ga L
funciones de gobierno.
Le CIA
De modo similar, y también por oposición a lo que ocurre con los regíme-
nes presidenciales o presidencialistas, ante la crisis total del gabinete ocurrida
por la denegatoria de confianza o la censura de dos gabinetes, el Presidente
l
de la República puede disolver el Congreso. Es sabido que en los regímenes
presidenciales el Presidente de la República no interfiere en el recorte del
ay EN
mandato o período del Congreso. En el Perú esta opción se reconoce como
contrapartida por la capacidad de intervención con que cuenta el Congreso
en la designación y en la remoción del gabinete del que es jefe el Presidente
ch ID
de la República.
Como ocurre en competencias no legislativas, algo similar prevé la Cons-
titución con las competencias legislativas. En un típico régimen de separación
Ya NF
72 |
Naturaleza y alcances de la indemnidad presidencial
ga L
reservas también se encuentra la función de conducción y control de la ética
Le CIA
constitucional en manos del Congreso, como órgano en el que se expresa la
representación de la voluntad general que expresa el pueblo en comicios ge-
nerales. Esta capacidad es la que permite que sea el Congreso el que controle
la idoneidad en el desempeño del Presidente de la República en el marco de
l
la ética pública cuya regularidad controla el Congreso. La sola elección del
ay EN
Presidente de la República por libre mandato popular no es óbice para que el
Congreso vigile su permanencia y lo precluya en el mandato para el que es
elegido durante los cinco años de su mandato.
ch ID
| 73
César Delgado-Guembes
ga L
y 1 del Artículo 114 (objeto de desarrollo especial en el capítulo siguiente).
Le CIA
Y la tercera es la modalidad derivada del plazo o del lapso de tiempo que pro-
tege al presidente con esa indemnidad, vencido el cual se restablece el orden
igualitario y se hace exigible la responsabilización personal de quien ocupa la
presidencia de la república (la cuestión del plazo es objeto del subsiguiente y
l
último capítulo).
ay EN
1. LA RESPONSABILIDAD SUBROGATORIA DEL GABINETE
ch ID
por actos ajenos a los de su intención o voluntad personal. A los miembros del
gabinete les corresponde una responsabilidad objetiva por hechos o actos no
directa ni personalmente cometidos por ellos. Basta con integrar el gabinete
para responder por cualquier tipo de ilegalidad o lesión en valores o en el
cumplimiento de reglas que la Constitución recoge.
Lo cual importa y significa, en primer lugar, que, si los ministros hu-
bieran refrendado el acto infractor con su firma resultan individualmente
responsables por el aval que prestaron para validar el acto presidencial. Y en
segundo lugar que, salvo que los ministros renunciaran, todos y cada uno de
ellos son solidariamente responsables por cualquier tipo de acto delictivo, o por
cualquier infracción, violación o transgresión de la Constitución que realizara
personalmente el Presidente de la República.
74 |
Naturaleza y alcances de la indemnidad presidencial
ga L
presidencial, así como la relativa a las infracciones constitucionales por las
que resultara sindicado.
Le CIA
Los ministros denunciados en un proceso de antejuicio (por delitos co-
metidos en el ejercicio de la función), o en un juicio político (por infracción
de la Constitución) no pueden oponer la excepción relativa a su ausencia de
l
voluntad en las faltas que se les impute. El único modo de plantear válidamente
ay EN
esa excepción sería si al momento en que conocen de los hechos imputados
hubieran presentado su renuncia. El voto en contra, o la oposición o reserva,
durante la sesión del Consejo de Ministros, no es un acto que libera a ningún
ministro de su responsabilidad solidaria. Más grave es el caso del ministro que
ch ID
| 75
César Delgado-Guembes
ga L
Ni el Ministerio Público ni la Contraloría tendrían competencia para
Le CIA
procesar al ministro sobre las responsabilidades constitucionales que deben
imputársele sólo al Presidente de la República. El procesamiento queda ex-
cluido, tanto sobre los delitos cometidos en el ejercicio de la función como
l
sobre la infracción de la Constitución, mientras los ministros cuentan con la
prerrogativa de la acusación constitucional. Vale decir, salvo que el Congreso
ay EN
hubiera aprobado la responsabilización del ministro en un antejuicio o en un
juicio político. Si el Congreso no aprueba la formación de causa en sede judi-
cial, si no sanciona con destitución, suspensión o inhabilitación al ministro
ch ID
natoria contra los ministros sobre los que se presume responsabilidad civil,
penal o administrativa.
De otro lado, la responsabilidad subrogatoria de los miembros del ga-
O
binete no alcanza ni compromete a los ministros por los delitos comunes que
cometa el Presidente de la República. Los delitos comunes, en principio, se
C
76 |
Naturaleza y alcances de la indemnidad presidencial
ga L
tos y valores son una aspiración sujeta a límites. En el régimen político peruano
Le CIA
el Presidente de la República no es una figura infalible, inmune ni intocable.
Pretenderlo haría de la nuestra una forma de gobierno afín a los absolutismos
que conoció los inicios de la modernidad y de los cuales se tomó distancia con
revoluciones como la inglesa, la francesa o la de los Estados Unidos de América.
l
En las repúblicas los gobernantes deben ser reconocidos en su humanidad y
ay EN
en la desmitificación de su omnisciencia u omnipotencia. Como todo ser hu-
mano, la fragilidad de unos puede ocasionar daños más allá de lo permisible
y en ese supuesto es necesario contar con remedios apropiados para corregir
las carencias o los excesos.
ch ID
| 77
César Delgado-Guembes
ga L
invalidación del ejercicio de las potestades que la Constitución le reconoce.
Le CIA
El régimen político peruano le asigna al parlamento la responsabilidad de
evaluar la pertinencia e idoneidad del Presidente de la República según
estándares de ética, integridad y transparencia pública propios de quien no
sólo es portavoz titular del gobierno sino quien, además, personifica la
l
nación entera.
ay EN
Precisamente porque el nuestro no es un régimen autocrático ni plebisci-
tario es que existe una previsión institucional inconfundible que permite tanto
la remoción del Presidente de la República cuando el titular tiene actos que
ch ID
78 |
Naturaleza y alcances de la indemnidad presidencial
Cuadro N° 4
Clasificación de procesos de afectación
del período presidencial
Tipo de proceso Causal Fundamento
constitucional
Proceso de vacancia
No deliberativo Muerte Artículo 113, inciso 1
Incapacidad física permanente Artículo 113, inciso 2
ga L
Incapacidad moral permanente Artículo 113, inciso 2
Aceptación de renuncia Artículo 113, inciso 3
Le CIA
Deliberativo Viaje no autorizado al exterior Artículo 113, inciso 4
Incumplimiento de términos Artículo 113, inciso 4
de la autorización por viaje al
l
exterior
ay EN
No retorno del exterior dentro Artículo 113, inciso 4
de los términos del permiso del
Congreso
Sanción por causales de acusa- Artículos 113, inciso 5; y
ch ID
Proceso de suspensión
Incapacidad temporal Artículo 114, inciso 1
Deliberativo Proceso judicial incoado por Artículos 114, inciso 2; y
O
| 79
César Delgado-Guembes
ga L
Elaboración: propia
Le CIA
Conforme al esquema presentado, cabe el recorte del período del man-
dato presidencial, ya sea por un proceso de vacancia, suspensión, o por un
l
proceso de acusación constitucional. En el siguiente capítulo se examinan dos
ay EN
extremos, primero, la conclusión del mandato como consecuencia del proceso
que se inicie por una denuncia constitucional, y segundo las condiciones que
deben presentarse para la acusación constitucional del Presidente de la Repú-
blica una vez que concluyó su mandato.
ch ID
juicio político.
C
80 |
Capítulo IV
Las excepciones material y temporal de
indemnidad por acusación constitucional
ga L
Le CIA
l
L a responsabilidad política del Presidente de la República se demanda, se
ay EN
controla y se cumple, en el más extremo, grave y radical de los casos, a
través del proceso de vacancia, que tiene las limitaciones que precisa el Artí-
culo 113 de la Constitución.
ch ID
El único supuesto en que el Presidente puede ser removido sin que sea
exigible la deliberación o evaluación del parlamento es en el caso de su muerte.
Las causales de vacancia tienen carácter deliberativo cuando la exigencia de
Ya NF
Cuadro N° 5
Elaboración: propia
| 81
César Delgado-Guembes
ga L
Esta segunda excepción a la indemnidad e inviolabilidad del Presiden-
Le CIA
te de la República en el Perú es la que amerita la presentación del proceso de
acusación constitucional que puede iniciársele pero, en este supuesto, dentro
del período de su mandato, además del proceso de acusación constitucional que,
de manera menos restringida y acotada, también cabe incoar una vez concluido
l
dicho período y hasta por los siguientes cinco años posteriores a su conclusión.
ay EN
En este capítulo el objetivo es presentar las condiciones principal, pero
no exclusivamente temporales, que afectan el procesamiento al Presidente de
la República por cualquier delito cometido en el ejercicio de la función, o por
ch ID
82 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
greso como instancia a cargo del monitoreo de la ética pública en el Estado
Le CIA
peruano, en relación particular con el estatuto de la presidencia de la república.
El tiempo afecta la arquitectura y el diseño de los alcances de la indemnidad
que, como se indica repetidas en este ensayo, no tiene carácter absoluto, sino
que está sujeta a condiciones cuyo cumplimiento tiene la responsabilidad
l
de asegurar, de acuerdo al régimen representativo de nuestra democracia y
ay EN
según la ética y axiología de nuestra Constitución, de modo preeminente, el
Congreso de la República.
Es debido a lo singular que resulta la afectación del factor temporal en el
ch ID
Desde el punto de vista técnico es propiamente una cuestión más exigente que
los demás temas que integran este aporte y por ello requerirá mayor deteni-
miento en su abordaje y desarrollo.
O
Para integrar los alcances de este estudio específico relacionado con la acusación
16
| 83
César Delgado-Guembes
ga L
puede ser acusado durante su período constitucional si ocurren los supuestos
Le CIA
precisos que ese mismo artículo menciona. Respecto de todo otro supuesto
de falta funcional o constitucional a los específicamente enunciados el Presi-
dente sólo puede ser acusado, en principio, una vez concluido su período. La
l
enunciación de esos supuestos no incluye, hay que precisarlo, los supuestos
de delitos comunes o no funcionales, los cuales no protegen al jefe de Estado
ay EN
en el marco del elenco de la indemnidad presidencial.
Sí puede ser acusado antes de terminar el plazo formal u oficial de su
mandato si ocurriera que el Congreso lo hubiera suspendido, o lo hubiera des-
ch ID
tituido o vacado, por cualquiera de los supuestos que señalan el Artículo 113
(a excepción, por supuesto del inciso 1 que prevé la muerte del Presidente)
y el Artículo 11417. Es por la relevancia que tiene el momento en el que cabe
Ya NF
17
El inciso 2 del artículo 114, sin embargo, supone una aclaración indispensable, debido
una redacción que es preciso deslindar. Si bien dicha norma contiene un supuesto
O
reafirmarse.
Si bien el inciso 2 del Artículo 114 refiere que, por el mérito de la acusación constitu-
cional ante la Corte Suprema que resulta de un antejuicio político (por delito cometido
en el ejercicio de la función), el Presidente es suspendido ex oficio, sin requerir resolución
expresa sobre este extremo por el Congreso, el inciso i) Artículo 89 del Reglamento del
Congreso indica que, luego de haberse aprobado la acusación de un congresista ante la Corte
Suprema, el Congreso debe acordar si por el mérito de dicha acusación, además, y facul-
tativamente, el congresista queda o no queda en suspenso en el ejercicio de sus funciones.
Debe por ello tomarse en consideración que el carácter facultativo de la suspensión se
aplica únicamente al caso de los congresistas acusados por la comisión de delitos en
ejercicio de sus funciones. Dicha dimensión facultativa no comprende a ningún otro
funcionario. Por lo tanto, el texto del inciso 2 del Artículo 114 de la Constitución debe
aplicarse de modo irrestricto, sin que sea necesario consultar al Pleno si se suspende
o no al Presidente de la República una vez que éste es sometido al proceso judicial
consecuencia de la acusación que resulta del antejuicio.
84 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
Le CIA
Según la tradición constitucional en el Perú la institución del impeachment se conoce
18
como juicio político. Sin embargo, el desarrollo reciente de doctrina que ha desarrol-
lado el Tribunal Constitucional y que seguimos dócilmente quienes comentamos las
instituciones constitucionales y parlamentarias, ahora se viene a distinguir un género
l
y dos especies.
ay EN
El género es la acusación constitucional como forma procesal para tramitar pretensiones
de sanción de los altos funcionarios señalados en el Artículo 99 de la Constitución, y las
especies son el antejuicio y el juicio políticos, como materias diferenciadas a propósito
del tipo de falta cometida, correspondiéndole al antejuicio las materias penales y de-
lictivas, y el de juicio únicamente las materias referidas a la infracción constitucional.
ch ID
El Perú siempre reconoció ambas posibilidades desde los orígenes políticos de su cons-
titucionalidad republicana. El Congreso siempre pudo realizar el escrutinio sobre la
gestión de los altos funcionarios tanto por delitos cometidos durante el ejercicio de la
Ya NF
función como por las infracciones constitucionales que ellos cometieran. La doctrina del
Tribunal Constitucional por ello no ayuda sino perjudica en la comprensión de nuestra
institucionalidad, y desfigura el sentido que el juicio político tuvo como atribución del
Congreso, en la medida que distingue como tipos diferenciados aquello que siempre
consistió en la misma facultad, no obstante no haberse instrumentalizado según una
O
la doctrina del Tribunal Constitucional no es eficaz a tal objetivo, puesto que la arbi-
trariedad, el abuso, la tiranía se limitan no con la doctrina sino con el comportamiento
ético de la representación. Y dicho comportamiento no es posible garantizarlo con la
doctrina sino con el carácter (ethos) de las gentes que el pueblo elige para que lo rep-
resenten. Por el contrario, la posición naif desde la que se plantea la cuestión en sede
del Tribunal Constitucional tiene como efecto natural el velamiento del desempeño
político de los representantes que ahora pueden refugiarse tras la abstrusa y barroca
complicación de los razonamientos de sus sentencias para que se adviertan menos los
abusos que se camuflan en conceptos de dudosa utilidad constitucional.
Es por razones eminentemente operativas y técnicas que en este trabajo se sigue el
desarrollo conceptual que crea el Tribunal Constitucional, aunque se discrepa de la
idoneidad de la técnica y de la doctrina reconocida, que traiciona el sentido que el juicio
político ha tenido en la historia política y constitucional del Perú. Este es un desarrollo,
en ese sentido, dócil y pacífico, no obstante la necesidad de expresar por principios la
discordancia con la doctrina monopólicamente fijada desde el Tribunal Constitucional.
| 85
César Delgado-Guembes
de los más altos funcionarios estatales del Perú por la más alta autoridad
representativa de la república. El Congreso ha recibido la atribución y res-
ponsabilidad de evaluar la propiedad y regularidad política en la conducta
funcional de quienes ocupan un puesto estatal en los más altos niveles. Esa
es una misión trascendental que añade valor a la vida política del país o, al
contrario, detrae oportunidades de crecimiento degradando la calidad de
los procesos políticos. De eso trata el juicio político. De eso tratan lo que
ahora constituyen los dos procesos de acusación constitucional.
Un aspecto crucial en el juicio político es el adecuado uso del tiempo
ga L
disponible para la acción parlamentaria. Es en el proceso de comprensión
Le CIA
sobre cuáles son los bienes y los valores que debe atenderse en el tiempo
que la Constitución señala para el ejercicio del control moral y político sobre
la gestión de los más altos funcionarios del Estado, el jerárquicamente más
importante y destacado de los cuales es el Presidente de la República, lo que
l
definió la temática y los alcances que el lector ahora tiene a su disposición.
ay EN
Cuadro N° 6
ch ID
Ya NF
O
C
Elaboración: propia
86 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
sobre cómo debe usarse mejor el tiempo para que el Congreso acerque a la
república a las metas superiores que la colectividad espera.
Es el marco y horizonte de una preocupación existencial sobre los
correctos usos del tiempo por la política lo que orienta el desarrollo de este
capítulo. Existe el propósito de transmitir, bajo pretexto de una preocupación
técnica, una forma de concebir el tiempo político para la mejor conducción
del ejercicio de la autoridad, y bajo una orientación ética que dignifique la ac-
tividad representativa mediante el correcto uso del recurso temporal durante
el proceso de la acusación constitucional.
ga L
La relevancia y significación jurídica del plazo que establece la Consti-
Le CIA
tución dentro del cual rige la prerrogativa del juicio político, con ocasión de los
procesos que conoce el Congreso de la República, es decisiva para determinar,
de modo singular y específico, el estatuto del Presidente de la República a
l
quienes se le inicia un proceso de acusación constitucional dentro del plazo
de cinco años que fija la Constitución. Y también es especialmente relevante y
ay EN
tiene notoria significación determinar el efecto que tiene la expiración del plazo
respecto tanto de eventuales delitos por cuya comisión cupiese denunciárselos,
o infracciones constitucionales de las cuales pudieran ser responsables.
ch ID
| 87
César Delgado-Guembes
ga L
y poder de decidir líneas colectivas y generales de comportamiento para
Le CIA
toda una colectividad. Pero lo peculiar de esta institución es que aparece
en una comunidad histórica en la que la premisa o principio básico de orden
político es la organización democrática de la sociedad y el ejercicio demo-
crático del poder. Pero no cualquier organización ni cualquier ejercicio
l
democrático, sino los usos y conceptos democráticos aceptados según un
ay EN
modelo moderno de democracia, una de cuyas características es el reco-
nocimiento básico y fundamental de la igualdad de los sujetos ante la ley,
y la proscripción de la arbitrariedad y cualquier manifestación de privilegios
estamentales, corporativos, o de clase en el uso del poder.
ch ID
88 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
se mantiene fusionada dentro de instituciones diseñadas para alcanzar
Le CIA
objetivos contra los que insurge y se levanta el pensamiento moderno y
democrático. Las sociedades como la peruana, en las que subsiste la fusión
de mentalidades e instituciones tradicionales y modernas deben hacerse
conscientemente cargo de las consecuencias de la situación híbrida que
l
genera la fusión y convivencia de dos tipos de modelos de organización po-
ay EN
lítica. La negligencia sobre el efecto que tiene la ambivalencia de ambos tipos
de axiomas en el diseño de las instituciones, impide niveles adecuados de
eficiencia en el manejo de las situaciones políticas cuya salud tiene la mi-
sión de preservar el régimen político en general y parlamentario en particular.
ch ID
vada; esto es, privilegio significa ley o regla privada, exclusiva o ley reservada
para cierto grupo de personas, entes u objetos.
La prerrogativa, por el contrario, es el tratamiento que se dispensa de
modo excepcional, no a personas o sujetos, sino a posiciones dentro de una
estructura social y política, tratamiento que tiene reconocimiento normativo.
En tanto que el privilegio es inherente a una persona u objeto, la prerrogativa
se adjudica y corresponde al cargo o a la función ejercitadas por una persona
bajo ciertas condiciones de acceso, desempeño y gestión preestablecidas. Es
una norma relativa al conjunto de roles imputados o atribuidos a una posición,
posición que puede ocupar cualquier persona individual que reúna las carac-
| 89
César Delgado-Guembes
ga L
se define precisamente en razón de su pertenencia, de su función y de su
Le CIA
vínculo con una comunidad concreta, específica y determinada, la que lo
reconoce como miembro valioso y esencial de la misma. Son las comuni-
dades en las que se ejercitan los derechos y ellas también las que valoran y
definen sus contenidos. Por ello es que la administración de los derechos no
l
es cuestión que dependa de la valoración subjetiva ni individual del sujeto
ay EN
sino de la colectividad en la que ellos se desarrollan, en la que desempeñan
roles sociales y en la que sirven durante su existencia.
Las prerrogativas son una institución propia de sociedades orgánicas,
ch ID
razones la historia presente debe cuidar los usos que no perviertan el ideal
al que sirven cuando los actores las vuelven parte de una costumbre ajena a
la cultura en la que se originan. En especial en el momento histórico actual
caracterizado por altos niveles de personalización del Estado y de las ins-
O
en una ética que asume que el uso de las atribuciones y espacios públicos es
susceptible de gozo y apropiación con fines e intereses privados.
En la acusación constitucional, por lo tanto, no podrá dejar de adver-
tirse cómo las reglas de actuación deben diseñarse, interpretarse y aplicarse
de forma tal que los valores comunes de la colectividad que sostienen la
existencia del Estado Constitucional demandarán una ética de operación
que minimice el relativismo de sus intereses y optimice la universalidad cuya
meta les será tan ardua y difícilmente sustentar en su acción concreta.
Si bien es cierto cabe considerar ambas, al antejuicio y al juicio polí-
tico, como una prerrogativa, en función básicamente de su inclusión como
dos modalidades de un mismo proceso, y por lo tanto ambas también como
90 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
judicial riñe con esa premisa elemental de la igualdad en el modelo demo-
Le CIA
crático. Hasta ahí el antejuicio y el juicio político son similarmente formas
excepcionales en la conceptuación y aplicación del principio de igualdad en
los modelos democráticos propios de la mentalidad y sociedad moderna.
l
¿En qué se diferencian y de qué modo el carácter de prerrogativa adopta
rasgos relevantes al tratamiento diferenciado que acaso deba preverse y otor-
ay EN
garse al antejuicio y al juicio político? Probablemente la mayor y más grande
diferencia sea que el antejuicio retrasa la oportunidad en la que deba realizarse
el análisis sustantivo sobre los presuntos delitos cometidos por los altos funcio-
ch ID
| 91
César Delgado-Guembes
ga L
político también es una prerrogativa por el mismo carácter reservado con
Le CIA
que se trata la gestión o conducta de quienes son altos funcionarios públicos,
aunque la modalidad de su procesamiento y valoración difiera según los
distintos bienes a que ella se refiere.
l
El antejuicio y el juicio político son formas o especies distintas del
mismo género. A estas dos modalidades de acusación constitucional co-
ay EN
rresponde la naturaleza inherente a las prerrogativas, pero porque cada una
de ellas tiene características y aspectos diversos en sus alcances, contenido
y efectos. Por las diversas características y aspectos de dichas modalidades,
ch ID
92 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
infracción constitucional por la que se le impute responsabilidad, de naturaleza
Le CIA
y alcances distintos a los que menciona explícitamente el Artículo 117 de la
Constitución. Mientras el Presidente de la República tiene efectivamente vi-
gente su mandato en el cargo la Sub Comisión de Acusaciones Constitucionales
tendría que calificar la denuncia como inadmisible y suspender el trámite hasta
l
que venciera el plazo en el que el Presidente se mantiene en el cargo.
ay EN
La cuestión es qué tipo de plazos son los que establece la Constitución
en los Artículos 117 y 99, y para qué los señala. Esto último tiene tanta mayor
importancia habida cuenta que la Constitución de 1993 restringe el tiempo de
ch ID
| 93
César Delgado-Guembes
ga L
igualmente comprendido y aplicado independientemente de si estamos ante
Le CIA
un caso de antejuicio que de juicio político, y en cualquiera que sea la solución
que se postule para esa cuestión, cómo atender a las preguntas que surgen y
que aparecen cuando se afirma que la regla debe ser la misma, o que existen
dos naturalezas que demandan también dos reglas según el tipo de acusación
l
constitucional.
ay EN
Con el propósito de abordar las interrogantes antes consignadas y de
aportar en el proceso de exploración y aclaración sobre la naturaleza, caracte-
rísticas y funcionalidad del plazo en el instituto de la acusación constitucional
ch ID
94 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
pre ha contado con tal plazo. La regla general hasta la Constitución de 1979
Le CIA
fue que la duración de esta prerrogativa no alcanzaba sino hasta la conclusión
del término durante el cual el funcionario servía en la función. En 1979 se fijó
un plazo de duración indefinida, y la Constitución de 1993 lo fija en 5 años.
l
Según la Constitución de 1993, concluido el cargo toda exigencia de
responsabilidad posterior al plazo de vigencia debe requerirse en el fuero
ay EN
ordinario. Debe responder por ellos, pero debe hacerlo sin intervención
del Congreso como órgano que valora y filtra los extremos del delito por el
que se lo denuncia. El bien que protege la Constitución en esta situación es la
ch ID
garantía que debe reconocerse y otorgarse a una autoridad estatal para desem-
peñar las funciones que asume sin quedar expuesta a las circunstancias que,
de otra manera, supondrían su procesamiento igualitario ante los tribunales
Ya NF
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César Delgado-Guembes
ga L
terreno judicial iniciándose la acción correspondiente si es que no prescribe
Le CIA
el plazo para iniciar la acción penal. El plazo efectivo de la acusación consti-
tucional, para efectos prácticos, por lo tanto, sería el mismo dentro del cual el
delito sería accionable en sede judicial. Y si se iniciara un proceso de acusación
constitucional luego de prescrita la acción penal el resultado tendría que con-
l
cluir que la denuncia es inconducente por improcedente, puesto que la eventual
ay EN
declaración de haber lugar a la formación de causa tendría que abortar en sede
judicial en cuanto se determine que la acción penal ha prescrito.
En este contexto, el bien protegido en el modelo de la Constitución de
ch ID
1979 supone una variación respecto del modelo previo, fortaleciendo la protec-
ción de la autoridad estatal que se ejerce a través de los cargos especificados en
su texto. Se trata de una cobertura que flota y se concreta en la existencia del
Ya NF
justiciable tanto por el tiempo que dure su vida, como por el plazo establecido
en la legislación penal como prescriptorio de la acción penal.
C
96 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
toda vez que su carácter perentorio e improrrogable no admite suspensión
ni interrupción alguna.
Le CIA
En consideración a que la Constitución de 1993 prevé el desarrollo de la
acusación constitucional tanto como antejuicio, como en tanto juicio político,
es pertinente diferenciar ambas vías procesales puesto que cada una de ellas
l
se refiere a distinta naturaleza de irregularidad o falta, tienen efectos diversos,
ay EN
y también distinto nivel de exigibilidad y discrecionalidad en el cumplimiento
de requisitos probatorios según el tipo de falta cometida. Mientras que en el
antejuicio el plazo es complejo toda vez que sirve para denunciar constitu-
cionalmente ante el Congreso, como para que quepa denunciar penalmente
ch ID
dentro de plazo, en el caso del juicio político tal complejidad es menor puesto
que el no uso de la denuncia constitucional no condiciona la viabilidad de una
Ya NF
denuncia ulterior sino que el plazo agota toda posibilidad de acción contra
conductas infractoras en los altos funcionarios.
¿Qué bien se protege con el plazo de 5 años ulteriores a la conclusión
en el ejercicio del cargo en relación con el antejuicio? ¿En qué varía, si acaso,
O
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César Delgado-Guembes
ga L
competencias regulares de la autoridad judicial. Lo cual significa que es
Le CIA
una disminución en el ámbito de la evaluación foral a cargo del Congreso,
que resulta ser un rasgo propio de la organización corporativa de la vida
política más compatible con formas funcionales de democracia que con el
modelo igualitario de democracia representativa.
l
La disminución del plazo de vigencia de la prerrogativa, por ello, es un
ay EN
dato que revela y trae consigo varios aspectos relevantes en la comprensión
del bien que se protege. Primero, que se considera indispensable mante-
ner el carácter foral y reservado del análisis a cargo del Congreso; segundo,
ch ID
98 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
pudiera ser realizada por un Congreso compuesto por fuerzas políticas de
distinto signo que aquellas que durante las que se ocuparon los puestos a los
Le CIA
que se reconoce la prerrogativa.
Por lo tanto, el criterio de racionalización que introduce la Cons-
titución de 1993 importa la introducción de una variable que tiende a la
l
despersonalización y desvinculación con fuerzas presuntamente afines, para
ay EN
generar un clima de apertura hacia la mayor pluralidad y alternabilidad de cri-
terios de escrutinio político. Es una forma de generar mayores oportunidades
de ganar en imparcialidad frente a sucesos que pudieran tener márgenes de
cuestionabilidad en el desempeño o ejercicio de la autoridad estatal.
ch ID
| 99
César Delgado-Guembes
limitado y selecto de ciudadanos con cargos públicos del más alto nivel
estatal, y este escenario cuida valores eminentemente morales y políticos
del ejercicio del poder que escapan del análisis propio de los tribunales
ordinarios de justicia. La diferencia entre el antejuicio y el juicio político
es que la valoración que realiza el Congreso en relación con el presunto
carácter delictivo de una conducta funcionarial filtra lo que puede o no llegar
a conocer el Poder Judicial. En el juicio político el Congreso administra
justicia, persigue la falta constitucional y sanciona y condena al presunto
infractor. Por el carácter decisorio y definitivo que caracteriza y acompaña al
ga L
juicio político cabe revisar la condición que tiene como prerrogativa.
Le CIA
Si es una prerrogativa, y por lo tanto, un espacio excepcional que aísla
a un grupo de ciudadanos respecto de procesos regulares y universales, cabe
resaltar y explicar mejor cómo así es está en la prerrogativa que la excepcio-
nalidad no significa ni tiene el carácter de privilegio ni de ventaja. Como lo
l
ejemplifica con claridad el caso del juicio político su existencia no configura una
ay EN
situación en la que los altos funcionarios estatales cuenten con una acreencia
ni beneficio respecto del resto de la república. Más bien es todo lo contrario,
puesto que se trata de un proceso en el que quienes se desempeñan como los
más altos funcionarios del Estado son susceptibles de niveles muchos más
ch ID
estrictos y amplios de exigencia que el resto del país. Sólo a ellos, en efecto,
cabe perseguirlos y sancionarlos por las infracciones constitucionales que se
Ya NF
les pruebe.
¿Cuál es el bien que protege el plazo para procesar las infracciones consti-
tucionales que se presumen cometidas por los más altos funcionarios estatales?
Lo más obvio y saltante es que la finalidad del juicio político es proteger la
O
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
de 1860, y en el siglo XX el Artículo 95 de la Constitución de 1920, el Artículo
Le CIA
121 de la Constitución de 1933, y el Artículo 183 de la Constitución de 1979.
Si bien se presenta la potestad de acusar por infracción de la Constitución,
no se ataba el último cabo para el caso que el Congreso optara por exigir la
responsabilidad de los infractores. De manera que la Constitución de 1993
l
supone un desarrollo histórico en relación con una facultad históricamente
ay EN
reconocida, aunque imperfectamente concebida.
El Perú siempre contó con la opción del juicio político por infracción
de la Constitución, pero la Constitución de 1993 es la primera con la que
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
son los del pueblo representado a través de ellos y, por lo mismo, tienen el
poder político del propio pueblo para afirmar qué es constitucional en los
Le CIA
actos de la autoridad estatal, y qué no lo es. Y la decisión adoptada por el
Congreso de representantes no está sujeta a instancia ni criterio ulterior
(a excepción de eventuales acciones en sede judicial que pretendan im-
l
pugnar la resolución parlamentaria con sustento en normas constitucionales
ay EN
inobservadas en sede parlamentaria).
Va de suyo con la potestad de control de constitucionalidad de la gestión
de los altos funcionarios una característica inherente a la acción y al poder
político. La capacidad para definir, dentro del marco de la Constitución,
ch ID
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
beneficio o ventaja a quien ocupa y desempeña un cargo en la administra-
Le CIA
ción del Estado una carga propia del interés público en que las funciones
estatales sean correcta y constitucionalmente cumplidas. Nada menos
beneficioso para el alto cargo público que quedar sujeto a la incertidumbre
de una eventual denuncia por haber infringido la Constitución. El criterio
l
y la voluntad de la representación nacional para definir la constitucionalidad
ay EN
de la actuación de los altos funcionarios del Estado no están restringidos
por un parámetro inconfundible, visible, mensurable o tipificable. Es
tan discrecional la potestad del Congreso de descalificar una gestión por
inconstitucional, como lo es la de encomiar esta última por la virtud que
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
la comunidad que con asimetrías tales que crean el espacio para la dación
y exigencia de cuenta a quien ha usado el poder colectivo de la comunidad.
Le CIA
El Congreso es el órgano estatal responsable y competente de velar y
exigir por el cumplimiento de esta carga en todos y cada uno de los puestos
que señala el Artículo 99 de la Constitución. De que el Congreso cumpla con
l
esta responsabilidad y competencia dependerá que el bien jurídico que es la
ay EN
intangibilidad de la Constitución quede adecuadamente salvaguardado y
protegido. El descuido, impericia o incompetencia en el control que debe
desarrollar es una forma de negar el tipo de asociación política cuya base
consigna el texto de la Constitución. Así de grave es la significación y la
ch ID
Obviamente el plazo no tiene que ver con los derechos subjetivos de uno
ni otro actores, puesto que el papel en el que intervienen en una acusación
constitucional está exento de todo matiz subjetivo, y más bien se refiere
al papel o rol que tales actores deben cumplir en un proceso orientado
a dilucidar los visos de correcto o impropio desempeño funcional que
pudieran dar lugar o no al inicio de un proceso penal ante la justicia
ordinaria. Por lo tanto no cabe indagar por derecho subjetivo alguno ni
del acusador ni del imputado. Se trata de determinar quién cuenta con
ese plazo para proceder conforme al bien o valor constitucionalmente
protegido, y quién es responsable y está obligado a velar por la protección de
dichos bien y valor.
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
sabilidad personal, sino sólo el correcto uso de la autoridad del Estado que
se confía o encarga a uno de los más altos funcionarios de la república. Lo
Le CIA
que se evalúa es el desempeño funcional y formalmente respetable del
papel o rol funcionarial. Los derechos subjetivos de esa persona privada
que ofrece y presta su identidad y voluntad mientras que ejercita el cargo
l
no tienen relevancia para el proceso de acusación constitucional. Para el
ay EN
proceso de acusación constitucional se trata de dos esferas y dimensiones
separables aunque se trate de una y la misma persona desempeñando tareas
públicas según el modelo y roles funcionales prestablecidos.
Toda vez que la acusación constitucional es un proceso que sirve
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
quepa denunciarlo. Si el Congreso no se aboca al control de inconductas
Le CIA
de un alto funcionario la única conclusión posible es que el Congreso no
uso del tiempo para escrutar la responsabilidad de un alto funcionario deter-
minado. Que el Congreso no conoció ni asumió competencia durante el plazo
reconocido con tal fin.
l
El plazo no transcurre para eximir responsabilidad de quien pudiera
ay EN
ser denunciado en otro fuero distinto al parlamentario al concluir dicho
plazo. El plazo transcurre para que quien tenía la atribución discrecional
de hacer seguimiento y verificar la propiedad funcionalmente lícita en la
ch ID
del control del uso del poder acorde con el principio de interdicción de la
arbitrariedad. Al Congreso se le reconoce un espacio de tiempo adecuado
para que actúe por cuenta de la comunidad y en protección de sus intereses.
La dimensión específica y concreta de su control supone el examen de licitud
O
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
mayor razón de un alto funcionario al que se otorga poder para usar el poder
Le CIA
estatal en servicio. El Congreso se especializa en garantizar la idoneidad y
licitud del uso del poder por altos funcionarios de la república.
El antejuicio es el proceso para que el Congreso realice una tarea especial
l
a cargo de quienes tienen la facultad política y constitucional de revisar el
desempeño apropiado de la autoridad. Si encuentran elementos de juicio
ay EN
que a criterio de la representación nacional basten para el procesamiento
en la justicia ordinaria la consecuencia es que corresponderá al Poder Judicial
revisar los hechos a la luz de la normatividad vigente. El Congreso no ad-
ch ID
judica justicia penal, pero si encuentra aspectos que ameriten o exijan una
revisión judicial ulterior levanta el fuero y habilita la facultad ordinaria para
el examen de incriminación ante los tribunales de justicia.
Ya NF
el sujeto real que presta su identidad para el ejercicio del cargo, y el sujeto de
derecho que efectivamente personifica y actúa desde el cargo. Prerrogativas
C
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César Delgado-Guembes
ga L
incertidumbre sobre la cuestionabilidad del desempeño concluya en el menor
Le CIA
tiempo posible. Por lo tanto, el papel y la posición de la autoridad dotada
de prerrogativa tiene un interés investido en que la respetabilidad con la
que se la ha ejercitado quede salvaguardada a través del proceso de control
parlamentario con el que se tramitan las denuncias constitucionales.
l
Es deducible también que parte de la lógica del proceso de acusación
ay EN
constitucional se construye con el objetivo de que el antejuicio sea un espacio
de evaluación y control favorable a la protección de la autoridad desempeña-
da, antes que uno en el que la presunción consista en la sospecha del mal
ch ID
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
a quien ejercita un cargo estatal. Lo que se pretende es únicamente que el con-
Le CIA
trol parlamentario sea ejercitado de forma tal que toda denuncia sea objeto de
conocimiento, procesamiento, indagación y escrutinio por el Congreso, para
que, si existe mérito suficiente, se habilite a la justicia ordinaria y se restablezca
de ese modo el espacio necesario para que todo abuso sea cuestionado y, en
l
su caso, sancionado según el carácter ilícito que se encuentre en la conducta
ay EN
observada.
Es porque esta prerrogativa no se diseña para proteger derechos parti-
culares que a la interrogante sobre si basta que el funcionario afectado con una
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
crisis. El juicio político supone una situación de crisis y de confrontación
con una ambivalencia política y ética que requiere la resolución por actores
Le CIA
que, como suele ocurrir en todo menester humano, no siempre tienen la
mejor disposición o aptitud para que la solución que adopten sea la más justa.
El plazo dentro del cual rige la prerrogativa del juicio político, como
l
se ha planteado en acápites previos, nace con el inicio de la gestión, y termina
ay EN
5 años después de la conclusión del mandato. El tiempo dentro del cual rige,
por lo tanto comprende un período durante el cual se realiza la acción, y otro
en el que se la revisa. El período de revisión a su vez es de dos tipos, uno en
el que el alto funcionario está en funciones, y otro, que dura 5 años, en el
ch ID
sin efecto. Es en este sentido que cabe aplicar la regla dies interpellat pro ho-
mine, es decir que, una vez vencido el plazo, la omisión de quien no realizó el
C
control esperado no puede significar perjuicio para quien debió ser objeto de la
acción de control. El plazo vencido opera no a favor del Estado, sino a favor del
hombre. El Estado es representado por el Congreso y cuenta con la medida
de tiempo conveniente y razonable para cumplir con la facultad y atribución
que la Constitución le fija. El Estado pierde la atribución de emprender un
proceso de infracción constitucional contra quien se desempeñó en una
de las posiciones de autoridad indicadas en el Artículo 99 de la Constitución.
El dies termini decide que ya más no pueda ejercitarse una atribución
dejada de usar. La gestión queda saneada con el vencimiento del plazo. La
exigibilidad quedó sin respaldo constitucional. En efecto, es un hecho que
una vez vencido el plazo ya no más es posible que se pueda examinar la
110 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
autoridad. El plazo tiene la duración de 5 años para que el Congreso actúe
Le CIA
con diligencia y revise el desempeño de los más altos funcionarios. Es un
plazo establecido para facilitar y favorecer la vigilancia, supervisión y control
sobre el ejercicio del poder, y este plazo se establece para que sea posible la
vigilancia, supervisión y control por el Congreso. Por eso cabe entenderlo
l
como un plazo cuyo beneficiario principal es el Congreso.
ay EN
Pero, como también ha podido advertirse, existe una protección adicio-
nal detrás del plazo, el que se hace efectivo con su expiración Esa protección
son los intereses naturales que tiene la persona cuya identidad y voluntad
ch ID
Son pues dos lados los que tiene el plazo, uno para el procesamiento y
C
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César Delgado-Guembes
ga L
Queda claro, en consecuencia, que el plazo se reconoce como un tiem-
Le CIA
po razonable para que el Congreso desarrolle la función de control sobre
la constitucionalidad del desempeño del alto funcionario. Cuando el plazo
transcurre el potencial denunciado gana porque el cargo ya no es más exigible,
l
y el Congreso pierde competencia para conocer la materia. Al funcionario
le beneficia la expiración del plazo, pero al Congreso la vigencia del mismo.
ay EN
La acusación constitucional es una institución histórica y de largo,
permanente y hondo arraigo en la constitucionalidad peruana. Sin embar-
go, y no obstante la continuidad y constancia de su reconocimiento en los
ch ID
112 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
antejuicio y el juicio político para definir el tipo de uso que mejor corresponda
Le CIA
a la administración de los procesos de acusación constitucional.
Una primera impresión llevaría a la comprensión del antejuicio y del
juicio político como un mismo tipo de acción y de proceso parlamentarios, por
l
lo que se presumiría que a ambos corresponde el mismo tipo de tratamiento y
comprensión de los alcances del plazo durante una acusación constitucional.
ay EN
En efecto, también una primera impresión lleva a comprender al antejuicio y
al juicio políticos como dos formas indiferenciadas de procesamiento y control
de la autoridad estatal por el Congreso y, por ello, como si ambas fueran igual-
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
acusación constitucional, cuya finalidad es controlar el uso apropiado del
Le CIA
poder, para desincentivar el abuso antisocial o antipolítico del mismo, y
el uso perverso o anticonstitucional que puedan darles quienes le den usos
contrarios o inmerecidos al objeto comunitario en razón del cual se elige o
designa a la autoridad.
l
En el caso del tipo de plazo fijado por el Artículo 99 de la Constitución la
ay EN
naturaleza que se le asigna tiene impacto de no escasa significancia en materias
muy sensibles en la vida política como lo es la lucha contra la delincuencia
o la corrupción, no menos por cierto que respecto de otros valores estruc-
ch ID
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
verificarse ni de hacerse presente.
Le CIA
En tal marco es que aparecen las categorías de prescripción y caduci-
dad como modos ordenadores de la intemporalidad de la vida colectiva. Cada
una a su modo y con características que les son propias ahorman la acción
según los diversos valores a las que cada una sirve mejor. Ellas encarrilan
l
y conducen la acción política según distintos sentidos. Esa diferencia es en la
ay EN
que debe profundizarse para encontrar cuál de las dos opciones normativas
va más de acuerdo con el sentido de la acusación constitucional en general,
y con las dos vías en las que ésta se concreta en particular. El plazo, en una y
otra instituciones, opera como medio para garantizar de modo racional la co-
ch ID
rrección del uso del poder por la autoridad estatal, y para evitar la liberalidad
con la que quienes lo ejercitan pudieran abusar en perjuicio de la comunidad
Ya NF
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César Delgado-Guembes
ga L
y expectativas generadas o generables. En tanto que la caducidad aspira,
Le CIA
enfatiza y facilita la perecibilidad de una situación indefinida e incierta, la
prescripción más bien no se incomoda con que lo incierto perdure y considera
un marco menos inflexible de indefinición para resolver sobre lo incierto. En
tanto que la caducidad consiste en una prescripción ciega que concluye
l
situaciones indefinidas o pendientes, la prescripción mantiene espacios
ay EN
excepcionales que aspiran a que la indefinición efectivamente termine,
pero no pretende que termine sin considerar oportunidades adiciona-
les que contemplen oportunidades de acción para examinar la materia,
examinar datos, indicios, evidencia o argumentos que permitan probar la
ch ID
116 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
jurídicos, y determina la inexigibilidad de cargos y responsabilidades luego
Le CIA
del mismo, sin que se precise del reconocimiento de la constitución de la
caducidad. Si el plazo prescribe, contrariamente, sí se requiere de solicitud,
declaración y resolución sobre la expiración del tiempo para accionar.
l
El dies ad quem por ello diferirá según que la naturaleza del plazo se
califique como prescriptoria o de caducidad, y también de ello dependerá que
ay EN
queden cancelados y sin efecto los actos procesales posteriores a la caducidad
de su vencimiento, o que éstos puedan seguirse desarrollando hasta que se
determine y resuelva, por la autoridad competente, que el plazo prescribió.
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
greso puede accionar y tomar una decisión sobre el alto funcionario.
Le CIA
Transcurrido dicho plazo perentorio su decurso elimina la atribución del
Congreso para conocer de una denuncia contra el alto funcionario. Ahora
bien, se trata de un plazo perentorio en relación con la conclusión del tiempo
en cuyo espacio cabe producirse el control de la actividad funcional de la
l
autoridad que identifica el Artículo 99 de la Constitución, pero su natura-
ay EN
leza comprende más que este carácter perentorio, y por lo tanto también más
que el carácter dilatorio referido a la prohibición de los tribunales de conocer
una denuncia contra los altos funcionarios. La perentoriedad está ligada sólo
al máximo de tiempo dentro del cual cabe iniciar una medida de control
ch ID
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
En relación con la perentoriedad del término final del plazo, y por
Le CIA
lo tanto de su carácter improrrogable e irrenovable, puede tenerse en con-
sideración que el efecto de su verificación y límites respecto de la acción
parlamentaria se concreta y reduce a la decisión de la Comisión Permanen-
te sobre una denuncia constitucional. Se trataría de un límite máximo para
l
llegar a una resolución capaz de causar estado respecto de la denuncia, y
ay EN
que en tal sentido si la Comisión Permanente llegaba a resolver acusar al
alto funcionario, tal hecho habilitaba al Pleno para continuar con el proceso,
pues la decisión de acusar ante el Pleno tenía como significado que existiendo
evidencia de responsabilidad el proceso no podía quebrarse.
ch ID
tiene por efecto el pronunciamiento final del Congreso, sino que sólo consiste
en la decisión de un órgano que debe plantear su pedido ante el otro a quien
corresponde definir cuál es el sentido de la decisión corporativa. No basta
pues que la Comisión Permanente decida que hay mérito para acusar. Es
O
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César Delgado-Guembes
ga L
cabe ejercitar el control a través de la acusación constitucional; un segmento
independiente del cese, y otro subordinado al cese que es el plazo máximo y
Le CIA
final hasta el cual cabe examinar la conducta de las altas autoridades estatales
señaladas en el Artículo 99 de la Constitución.
Por el modo en el que se establece el plazo cabe clasificarlo como un
l
plazo fijo y máximo, respecto al término final, pero un plazo mínimo respecto
ay EN
al término inicial. Se trata de una superposición de categorías sobre el tiem-
po real transcurrible. El plazo mínimo transcurre durante el ejercicio de la
función y su inicio se cuenta desde la asunción del cargo hasta el cese. Este
plazo es el plazo de duración en el ejercicio de la función. Durante el ejercicio
ch ID
de la función es posible el plazo del antejuicio, por eso cabe entender de una
división del concepto de plazo en dos segmentos, el correspondiente al plazo
Ya NF
son 5 años, los mismos que por su carácter perentorio e indisponible no puede
renovarse ni prorrogarse.
C
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
vigente, puesto que se trata de un bien disponible en la calificación directa e
inmediata de la constitucionalidad de la conducta evaluada (al Congreso le es
Le CIA
aplicable este mismo extremo en el antejuicio, pero la responsabilidad penal
es examinada y revisada en último término por la autoridad judicial a la que sí
cabría denunciar por prevaricato). Todos estos factores conforman un cuadro
l
de mayor vulnerabilidad de los bienes constitucionales (los cuales a su vez,
ay EN
e irremediablemente, se concretan en la afectación a personas) que requiere
una comprensión y valoración más estricta del plazo dentro del cual tanta
excepción queda sujeta sólo al criterio, al juicio, a la valoración y a la voluntad
política de los representantes electos de la comunidad.
ch ID
representación nacional, sin que quepa apelación y sin que sea objeto de un
examen de pertinencia o razonabilidad constitucional ulterior.
C
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ga L
la constitucionalidad desde el Tribunal Constitucional, sumado al riesgo que
Le CIA
representa para un funcionario el mantener por plazos más largos que los
que estrictamente reseña la Constitución, parecen ser argumentos razonables
que tratarían con adecuada proporcionalidad la cuestión de la persecución de
las infracciones constitucionales.
l
Hay una diferencia innegable entre el antejuicio y el juicio político,
ay EN
que reside en la mayor trascendencia que tiene, en el último de los casos, la
filiación o simpatía entre el alto funcionario y las mayorías que controlan la
constitucionalidad. En el antejuicio existe ese mismo supuesto pero, tra-
ch ID
Es cierto que el plazo de 5 años puede quedar corto en algunos casos para
perseguir las infracciones constitucionales, en particular cuando las coyunturas
históricas producen coincidencias favorables a algunos altos funcionarios.
O
Pero, con la misma lógica, esas mismas coyunturas pueden resultar per-
judiciales para los altos funcionarios que no son afines a las mayorías
C
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
expulsen los riesgos una vez que aquellos cumplan su curso, sea cual fuese
el resultado posible que tal restricción impusiera impidiendo así la filtración
de factores poco controlables como son la inclinación de la simpatía o
antipatía en la evaluación o valoración de los amigos, o de los enemigos,
de naturaleza política.
ga L
titución de una alternativa basada en certezas concordadas con fundamentos
constitucionales, será necesario tender el puente que subsane, en lo posible, la
Le CIA
hiancia conceptual advertida entre la tesis de la prescripción y la de la caduci-
dad del plazo en el antejuicio político. Con esta finalidad es necesario asumir
una actitud que se desembarace y desconecte de los impulsos, intuiciones y
l
preferencias primarias propias, en grado tal que se alcance a trascenderlas
ay EN
para encontrar una base cierta, persuasiva y razonablemente capaz de ser
compartida, pero compartida sin ser necesariamente excluyente de posiciones
diversas. En todo caso los propósitos son proporcionar una base más amplia de
reflexión que permita la revisión de la actual regla adoptada por el Congreso,
ch ID
debiera facilitar la adopción de una comprensión del plazo del antejuicio que
asegure mejores usos de la función de control parlamentario. Para alcanzar
C
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César Delgado-Guembes
ga L
iniciado con el emplazamiento del denunciado el plazo de 5 años previsto en
el Artículo 99 de la Constitución queda interrumpido.
Le CIA
¿Qué resultados ocasiona por tanto la interrupción del plazo de pres-
cripción de la acusación constitucional? En primer lugar, que interrumpido
el plazo de prescripción del antejuicio la denuncia queda sin resolverse
l
hasta que el Congreso concluya el proceso ya sea archivándola, declarán-
ay EN
dola inadmisible o improcedente, absolviendo al denunciado o, por último,
declarando haber lugar a la formación de causa y acusándolo ante la justicia
ordinaria. Pero si el Congreso no resuelve el caso ni concluye el proceso, ob-
viamente, caso y proceso quedan en la indefinición por tanto tiempo como el
ch ID
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
solido encontrarse diversos temperamentos en relación con el reconocimiento
Le CIA
y efectos de la prescripción. Ha habido casos en los que quienes debían com-
parecer ante la justicia han preferido y conseguido la excusa de comparecer
debido a la prescripción de la acción penal. Y ha habido casos también en los
que otros han percibido la prescripción como una herramienta eficaz e inde-
l
seable para quienes la utilizan y se escudan en ella para no responder por la
ay EN
ilicitud de sus actos.
El plazo para el antejuicio político tiene por finalidad que una vez
que éste se agota el Congreso ya más no pueda iniciar, continuar ni con-
ch ID
| 125
César Delgado-Guembes
ga L
suspensión o la interrupción en curso de la prescripción del antejuicio y así
pudiera iniciarse la accción penal.
Le CIA
Complemento conexo de este mismo argumento es que la ampliación
o extensión del plazo significan una situación desproporcionada e irrazo-
nablemente extenuante y agobiadora para los altos funcionarios pasibles de
l
antejuicio, cuya posición ante el régimen político y el sistema jurídico los pone
ay EN
en una situación de innecesaria zozobra, desasosiego, incertidumbre e in-
tranquilidad. Tanto más tiempo transcurre mayor es también la extensión
de la dependencia que tiene el alto funcionario de la contingencia que le
significa el desconocer si ocurrirá finalmente que deba comparecer ante
ch ID
prescripción que estas modalidades afecten el cálculo del plazo y, por lo tanto,
que la persecución y sanción del delito sean afectadas en mérito a las ocurren-
cias que justifiquen que el plazo se suspenda o que se interrumpa.
El reconocimiento del plazo del antejuicio como uno de prescripción
se presenta de modo similar en el ordenamiento penal, y que también existen
modos de acotar dicho plazo de manera que no se dilate de manera indefinible,
puesto que, de otra manera, efectivamente, se generarían condiciones que
favorecerían la impunidad. Hay pues modos de limitar el efecto que la sus-
pensión e interrupción del plazo prescriptorio ocasionan y dichos modos
son los mismos a los que cabe recurrir de manera que, con una apropiada
conceptuación y normativa reglamentaria, quede salvada la observación que
126 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
ductible a un modelo situaciones simplificadas como el previamente descrito
Le CIA
como si el ánimo, interés o motivación de los actores sólo pudiera estar ende-
rezado a usos basados en preferencias sustentadas en limpiar a los amigos
y enlodar a los enemigos.
l
Las preferencias e intereses particulares de los operadores de las insti-
tuciones son indefinidas, como lo son en general las motivaciones subjetivas
ay EN
de la conducta humana, y el ser humano puede en efecto en algunos casos
actuar en base a la racionalidad y maximización de sus intereses, pero en
un número igualmente indefinido de casos su acción ni es racional ni prefiere
ch ID
maximizar sus intereses. Ello puede ser así tanto por la exacerbación de la
maximización racional a través de una opción que posterga la maximización
inmediata en nombre de la expectativa de una ventaja mayor no declarada,
Ya NF
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César Delgado-Guembes
ga L
en la incertidumbre y en la falta de predecibilidad respecto a la oportunidad
en que el funcionario dejará de tener que estar pendiente de las ocurrencias
Le CIA
que puedan generarse contra la regularidad legal de su gestión.
Quienes sostienen que el principio de seguridad jurídica se ve menosca-
bado si se reconoce que el plazo es de prescripción, y optan en consecuencia
l
por calificarlo como un plazo de caducidad, se ponen en el supuesto de que
ay EN
la prescripción de la acción penal no debe quedar indeterminablemente sus-
pendida mientras pudiera quedar interrumpida o suspendida la prescripción
del antejuicio. La indeterminabilidad sobre el inicio del cálculo de la prescrip-
ción de la acción penal equivale a un daño potencial sobre los ciudadanos que
ch ID
128 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
Optar por la caducidad surte los efectos inversos a los que se desea
si el objetivo es la persecución del delito, en particular de aquellos delitos
cometidos por los más altos funcionarios de la república. Si no, ¿cómo
entender que mientras el Código Penal prevé la duplicación del tiempo
de prescripción de la acción penal cuando los delitos son cometidos por
funcionarios públicos, el Congreso pretende que las posibilidades inheren-
tes a la prescripción se truequen con la figura de la caducidad, cuyo objeto es
limitar las ventajas del tiempo para perseguir y sancionar?
Si el plazo se presume favorable al Congreso y el propio Congreso
ga L
se lo restringe, pareciera no haber lugar a mayor discusión sobre el asunto,
Le CIA
puesto que tratar de fortalecer posiciones que no parece considerarse necesario
mejorar, constituiría, aparentemente, una actitud oficiosa, innecesaria si no
quizá, incluso, inútil. Sin embargo, más allá de la edematosa subjetividad
de la propia institución parlamentaria, e independientemente del carácter
l
rescriptivo de la posición oficial del Congreso, no menos que de la venera-
ay EN
bilidad de la doctrina que la apoya, más vale tratar tal temperamento como
una relativa falta de perspicuidad en la comprensión de la prerrogativa a la que
se aplica el plazo, e intentar, e insistir, en una conceptuación y comprensión
distinta a la que el Congreso ha fijado y que la doctrina dominante sostiene.
ch ID
Una cuestión sustantiva que no debe pasarse por alto es la que prevé la
existencia de plazos con el fin de permitir y facilitar la obtención de logros
Ya NF
| 129
César Delgado-Guembes
ga L
por ello no tendría por qué recurrirse a la caducidad para sanear ni limpiar al
Le CIA
alto funcionario contra cuya gestión corre la imputación del plazo. No cabría
alegar, en tal sentido, un trato desproporcionado para los casos materiales, ni
para los altos funcionarios, cuando la cuestión a revisar es el carácter penal
derivado de su desempeño y gestión.
l
El plazo no puede consistir en una diferenciación carente de razo-
ay EN
nabilidad y proporcionalidad. Porque es natural al tratamiento de materias de
índole penal el prever que los plazos sean de prescripción y no de caducidad,
ocurre también que no parece existir una suerte de diferenciación discrimi-
ch ID
130 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
por la exigencia de responsabilidad que pudiera demandársele. El régimen
prescriptorio no consiste sólo en la pura y simple afirmación de que a
Le CIA
diferencia de la caducidad admite la suspensión e interrupción del plazo,
sino que en él mismo se desarrolla una modalidad de tratamiento de las
reglas de extensión del plazo, el límite de dicha extensión y la conclu-
l
sión del plazo prescriptorio mediante formas de perención y extinción
ay EN
del mismo. La diferencia entre la prescripción y la caducidad no es que una
genere inseguridad jurídica y la otra no, como tampoco lo es que una facilite
la impunidad y la otra la evite.
La prescripción del plazo constituye un impedimento procesal para el
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
según circunstancias sin asimilarla de manera automática al modo de control
Le CIA
que es propio del antejuicio. El juicio político relativo a la infracción constitu-
cional, por ser distinto en su ámbito y en las mayores facultades que pone
en manos de la representación nacional, exige una comprensión y pautas
l
de evaluación según un marco temporal acorde con el distinto nivel de
discrecionalidad que se le otorga.
ay EN
Los principales argumentos a favor de la concepción del plazo del juicio
político como un plazo de prescripción se basan en el argumento de que así
como en el antejuicio debiera considerarse un plazo de caducidad para evitar
ch ID
la dilación del proceso de persecución y sanción penal que conduce al uso del
Congreso como herramienta de la impunidad y, finalmente, de la corrupción,
el plazo para el juicio político debiera ser uno de prescripción. Según esta
Ya NF
pero forma parte de tal exigibilidad que ésta cuente con un plazo razonable para
que pueda verificarse y hacerse efectiva, en razón de lo cual plantea que el
C
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Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
de sustento, la interdicción contra dichas irracionalidad e insustentabilidad
Le CIA
exige medidas conducentes a recortar las ocasiones y modos en que la amenaza
de irracionalidad e insustentabilidad prosperen. Frente a la arbitrariedad los
valores que la antagonizan son la razonabilidad, la deliberación y el consenso.
La afirmación de estos valores consistiría en la proscripción de circunstancias
l
y medidas en las que pueda imperar la discrecionalidad o la indefensión de
ay EN
quienes pudieran constituirse en víctimas de la arbitrariedad que resulta de
la discrecionalidad o ausencia de regulación.
¿No es acaso la extensión del plazo una forma de ampliar la discreción
ch ID
de uso del poder? ¿Puede considerarse acaso corto en efecto el plazo para el
proceso de juicio político? ¿No son suficientes 5 años para garantizar que el
órgano encargado de exigir responsabilidades constitucionales proceda según
las atribuciones y funciones que la Constitución le asigna? ¿Deja de afirmarse
O
posteriores a la fecha del cese del alto funcionario a quien afecta la prerrogativa?
Estas son las interrogantes que despiertan la postulación del plazo
de 5 años como un plazo de prescripción. Cuando se plantea que ese pla-
zo puede resultar corto o escaso para alcanzar los resultados esperados, se
piensa básicamente en posiciones que favorezcan con fuerza la plenitud de
facultades del Congreso, que le impidan usar plenamente la atribución que
se le reconoce para controlar la infracción de la Constitución, en función
de las oportunidades efectivas de que el control se realice debido a la pre-
sencia de factores subjetivos y coyunturales como lo son la afinidad o simpatía
entre las mayorías parlamentarias y la filiación o simpatía partidaria del
funcionario involucrado en una posible acción de control de constitucionalidad
| 133
César Delgado-Guembes
ga L
tuviera el mismo tipo de respaldo basado en la afinidad, filiación o simpatía.
Le CIA
Si es verosímil la posibilidad de que la afinidad limite las posibilidades
efectivas de control, la cuestión a examinar es cuál sería el propósito del
constituyente cuando fijó el plazo de 5 años posteriores al cese como límite
para exigir responsabilidad constitucional a los altos funcionarios.
l
¿Es que fijó el plazo ignorando la contingencia que genera la simili-
ay EN
tud o antagonismo entre la orientación política del alto funcionario objeto
de potenciales actos de control y los grupos parlamentarios mayoritarios
en el Congreso?. Parece obvio que la definición de la extensión del plazo
ch ID
Es por las razones señaladas que para la definición del tipo de plazo
C
que sean los 5 años para el juicio político no debiera suponerse que el reco-
nocimiento del plazo debe proteger de modo extraordinario al beneficiario
del plazo. El plazo debe estimarse suficiente para que la protección del bien
constitucional pueda hacerse efectiva. La imposibilidad de hacerlo efectivo
habría decidido al constituyente a alargarlo de manera que el Congreso con-
tara con los medios indispensables para cumplir su misión. Precisamente
porque el constituyente asumió o consideró que el plazo establecido fuera
suficiente no lo extendió más, ni lo redujo tampoco conforme rigió en el
Perú hasta el año 1979 cuando el plazo concluía con el cese del funcionario
en el cargo desempeñado.
Siendo así que la Constitución estipula un plazo suficientemente
útil y determinable para que el Congreso realice el control, no pareciera
134 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
funcionario del Estado.
Le CIA
A los argumentos antes mencionados habría que añadir probablemente
la referencia que las infracciones constitucionales también son objeto de exigi-
bilidad a la mayoría de altos funcionarios incluidos en la relación del Artículo
99 con otros procesos constitucionales diversos a la acusación constitucional.
l
Ello se produce con los procesos de remoción por falta grave en unos casos, y
ay EN
con la interpelación y censura en otros.
Hemos visto que la prescripción es una medida que representa un uso
más favorable del tiempo para que quien deba usarlo cuente con la mayor
ch ID
el juicio político.
C
| 135
César Delgado-Guembes
ga L
Estos aspectos son capitales al considerar la naturaleza del plazo aplicable
Le CIA
en ambas modalidades de acusación constitucional bajo las reglas de la pres-
cripción o de la caducidad, puesto que el juicio político es un medio mucho
más dramático en su impacto sobre la vida pública que el antejuicio políti-
co, que en fin de cuentas opera con medidas sancionatorias técnicamente
l
más estrictas, normativamente más rigurosamente tasadas, y más difíciles de
ay EN
demostrar que en el juicio político. La mayor exposición y vulnerabilidad
que trae consigo el juicio político requerirá el recorte y limitación de la
discrecionalidad del juez constitucional que es la representación nacional
ante el Congreso.
ch ID
136 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
racionalidad es diversa, no es sostenible ni idónea para revisar qué sea una
infracción constitucional.
Le CIA
Los distintos pasos, momentos, y exigencias para una condena penal,
a cargo de dos órganos constitucionales, uno de los cuales es definido por su
especial competencia técnica para el análisis jurídico, no tiene comparación
l
con el análisis de constitucionalidad a cargo exclusivamente del Congreso y
ay EN
de representantes para los que su sólo criterio y voluntad bastan. A los repre-
sentantes, en consecuencia, no les es exigible mayor valoración jurídica que
la que les permita su entendimiento del significado y alcances de la Consti-
tución, y la decisión que están autorizados para tomar con criterio político
ch ID
| 137
César Delgado-Guembes
ga L
constitucionalidad que tiene responsabilidad de verificar y asegurarse en la
Le CIA
gestión de los más altos funcionarios del Estado la da el órgano que tiene a su
cargo la valoración. El quién está a cargo le da continuidad a la tarea de control
más allá de las alteraciones en la composición del Congreso en dos perío-
dos distintos. De esa manera el Estado honra su fidelidad a la Constitución
l
a través de la diversidad de fuerzas y miembros presentes en el Congreso. La
ay EN
Constitución no queda desvalida con el concepto de caducidad del plazo
para el juicio político. Hay tiempo suficiente para la acción, y el carácter
prescriptorio que sí le corresponde al antejuicio no es necesario, a pesar
que el bien constitucional que resulta ser la persecución y sanción del
ch ID
138 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
En esta sección se examinará la cuestión general de los efectos de la
Le CIA
extinción del plazo en relación con el antejuicio y el juicio político pero,
debido a la relativa y comparativamente menor complejidad de los efectos
que genera el juicio político, se prestará especial atención a la naturaleza de
los efectos que la extinción del plazo del antejuicio determina en relación con
l
la oportunidad del cese, las consecuencias respecto al tipo de ejecución del
ay EN
delito y la prescripción de la acción penal.
La justicia ordinaria queda habilitada sólo respecto de los actos de con-
tenido delictivo del alto funcionario. Los actos infractores de la Constitución
ch ID
| 139
César Delgado-Guembes
ga L
ni condonación de los delitos del alto funcionario. Se trataría de un caso de
Le CIA
presunción de silencio parlamentario, en el que la consecuencia no es ni la
condena ni la liberación de responsabilidad del alto funcionario. No cabe
presumir que el silencio, omisión o inacción parlamentaria representa indicio
de responsabilidad del alto funcionario, como tampoco representa exención de
l
dicha responsabilidad. La habilitación potencial de competencia del Poder Judi-
ay EN
cial no es sino una forma de sustraer el fuero que se le encomienda y reconoce
al Congreso para procesar a un alto funcionario. La perención y extinción de
competencia parlamentaria, no trae consigo la cancelación del fuero ordinario
respecto de los eventuales delitos que hubiera cometido.
ch ID
140 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
vínculo, un enlace con la antigua tradición en la cual la autoridad llega a su
cargo y actúa en el mismo por la mayor virtud que practican quienes acceden a
Le CIA
ella, y no por el azar ni por la casualidad de haber merecido mayor número
de votos del pueblo. De ahí que pueda considerarse como una fortuna y
no como un peligro, o menos aún como un lastre, que el Perú cuente con
l
espacios para el uso correcto y libre del poder, en la confianza de que quienes
ay EN
tengan la oportunidad de usarlo lo ejerciten para el bien de la comunidad,
antes que en beneficio faccioso de grupos afines o antagónicos de quienes
acceden al Estado.
La inacción parlamentaria habilita en principio a los tribunales ordina-
ch ID
rios de justicia. Pero existe una dimensión adicional sobre la que es necesario
reflexionar, en la que la inacción no habilita al Poder Judicial. Se trata del su-
Ya NF
| 141
César Delgado-Guembes
ga L
alcances similares a los que en el ámbito judicial opera la res iudicata.
Le CIA
En el antejuicio político, por lo tanto, sí cabe advertir un entorno en el
que la causa conocida por la autoridad parlamentaria tiene naturaleza penal.
Si la causa examinada tiene carácter penal, cabe deducir que la resolución del
Congreso sobre una misma persona por los mismos hechos delictivos persegui-
l
dos basta para que no exista sobre una y otros multiplicidad de persecuciones
ay EN
punibles. En el antejuicio existe lo que los penalistas conocen como una
eadem causa petendi (identidad de causa sobre la que se persigue), porque
no es un mero procedimiento de levantamiento del fuero, sino más bien la
aplicación plena de los poderes del fuero sobre una materia cuyo contenido
ch ID
haberse determinado que existe mérito para abrir causa penal. Y ello no
obstante no haberse impuesto pena, puesto que ello devendría en un exceso no
permitido a la autoridad parlamentaria en el Perú, sino únicamente porque
se advierte que existe mérito bastante para que dicha pena se le aplique.
O
142 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
tiene un alcance relativo, muy en particular en el proceso seguido ante el fuero
Le CIA
parlamentario. Es menos difícil, en efecto, que en el Congreso la absolución
consista en un pronunciamiento discrecional de carácter político, y por lo
mismo que en sede parlamentaria se pudiera haber optado por una abso-
lución basada en afinidades o en transacciones que poco pudieran tener que
l
ver con la justicia o con la objetividad de la conducta y pruebas mostradas
ay EN
y disponibles. El non bis in idem hace caso omiso a estas consideraciones,
y da por zanjado el caso con la decisión firme y final del Congreso sobre
la conducta funcional de la autoridad estatal a la que se aplica la prerrogativa.
Pero precisamente por la zona gris que rodea al pronunciamiento eminente-
ch ID
universal del non bis in idem sea de dudosa vigencia o aplicación. Tales casos
son aquellos en los que se cuestiona la idoneidad del proceso de antejuicio
seguido, en el que sin mayor fundamento ni motivación el alto funcionario
hubiera quedado absuelto, o en el que se hubiera inobservado, no actuado o
no valorado prueba del compromiso del alto funcionario en un acto delictivo
durante su gestión. Si el proceso de antejuicio adoleciera de deficiencias graves
no cabría que los errores parlamentarios en el proceso de antejuicio tuvieran
como consecuencia la desprotección de los intereses públicos de la sociedad.
Las deficiencias del proceso no remedian ni sanan la cuestión material de la
responsabilidad, y las garantías constitucionales, en tal sentido, no tienen por
finalidad constitucional ni política encubrir actos delictivos ni acciones de
corrupción en la actividad política.
| 143
César Delgado-Guembes
ga L
tales hechos bajo otro tipo penal. Si al denunciado, por ejemplo, se le imputa
responsabilidad por determinado suceso en la calidad de cómplice o autor
Le CIA
intelectual, no cabría persecución, por el mismo suceso, bajo la modalidad de
autor material; de modo similar, si se le denunciara y resolviera el caso por
tratarse de un delito consumado, no cabría luego perseguirse a la misma
l
autoridad por tentativa respecto de los mismos hechos. El criterio central
ay EN
en virtud del cual se reconoce el non bis in idem es el de los hechos a los
que se asocia delictivamente al denunciado. Basta que se trate del mismo
suceso penalizable, independientemente de la calidad de la consuma-
ción, participación o calificación del delito, para que la garantía asista
ch ID
144 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
prerrogativa y también de control del cargo impuesto al alto funcionario que
Le CIA
asume un rol gravitante como autoridad estatal. Este temperamento colisiona,
sin embargo, con la disposición constitucional que impone al Ministerio Público
y a la Corte Suprema el avocamiento de una acusación según los términos en
los que esta ha sido formulada por el Congreso.
l
Más allá de la constitucionalidad de dicha disposición constitucional, y
ay EN
por lo tanto del recorte en la discrecionalidad y autonomía de los órganos
de administración de justicia que prescribe la Constitución, no deja de ser
cierto que la tendencia anotada es un poderoso argumento para examinar
ch ID
debe revisarse la propiedad de la aplicación del non bis in idem, sea en sede
parlamentaria como en sede judicial
C
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César Delgado-Guembes
ga L
sólo le es permisible una sola imputación, y en consecuencia sólo puede
Le CIA
perseguir la falta en un proceso y no en dos, si fuera así que existiera identidad
de fundamento, esto es, cuando no obstante cupiese argumentar que se tratara
de tipificación de distinta índole el bien jurídico afectado fuese el mismo. En
consecuencia con tal sentido, el solo hecho de la deficiente o impropia tipi-
l
ficación en sede parlamentaria puede traer sensibles consecuencias, puesto
ay EN
que la pasividad con la que asuma su papel el Congreso en relación con
la correcta calificación del tipo penal aplicable a los hechos delictivos
por los que se denuncia al alto funcionario equivale a notables limitaciones
en el proceso de persecución del delito. El solo hecho de que el plazo del
ch ID
146 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
ga L
exista convicción de que en efecto su reconocimiento es asistido por las con-
Le CIA
sideraciones y requisitos elementales que ameriten su invocación. Si no
existiera base suficiente para la invocación y aplicación del non bis in
idem, la autoridad jurisdiccional, sea parlamentaria o judicial, tiene la
obligación de tutelar los intereses de la sociedad pues de lo contrario su
l
papel sería el de cómplice de una estrategia o esquema de uso impropio del
ay EN
derecho para fines contrarios al orden público cuya vigencia es su misión
y le corresponde asegurar.
Más allá de la reserva señalada, es posible prever diversidad de situacio-
ch ID
nes una vez extinguido el plazo del antejuicio según la naturaleza, alcance y
efectos del tipo de acuerdo tomado en el Congreso (sea sobre la sustancia
del caso, o sólo sobre los aspectos formales enmarcados en la admisión o
Ya NF
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César Delgado-Guembes
ga L
Le CIA
2.5 Efectos de la extinción del plazo respecto del juicio político
En caso de juicio político sin acción o resolución del Congreso ca-
duca la prerrogativa y el funcionario ya más no puede ser denunciado por
l
infracción de la Constitución.
ay EN
La caducidad del plazo tiene como efecto central la extinción de la
competencia del Congreso. Si caduca la competencia del Congreso no es
posible realizar ninguna acción adicional por los eventuales hechos que
en infracción de la Constitución pudiera haber cometido el alto funcionario.
ch ID
plazo.
Esta característica exige del Congreso la comprensión de su propia acti-
vidad institucional con una perspectiva sistemática e integral. Por ello sería
necesario que el sistema de información del Congreso sea adecuadamente
sintonizado de forma que los distintos procesos de toma de decisión en la
diversidad de órganos colaboren con la producción de resultados institu-
cionales que requieran la prioritaria atención de la atención. Es un caso en el
que cabe advertir la importancia de contar con una visión institucional que
19
Ver mi trabajo La naturaleza y los efectos del plazo en la acusación constitucional, en Cuad-
ernos de Trabajo N° 14, Departamento Académico de Derecho, Pontificia Universidad
Católica del Perú, Diciembre, 2009, 105 pp.
148 |
Las excepciones material y temporal de indemnidad por acusación constitucional
incorpore una dinámica grupal focalizada que identifique los puntos en los
que la decisión puede ser crítica e irreversible.
En la medida que los actores de los procesos parlamentarios carezcan
de la visión de conjunto y se vean a sí mismos como partes que funcionan con
criterios y patrones independientes o autónomos, los resultados de la acción
parlamentaria quedarán empobrecidos y sólo tendrán el carácter de parlamen-
tarios o representativos merced al sólo y físico hecho de que los representantes
pertenecen al Congreso, pero no por su capacidad para actuar como equipo
para entender y priorizar la diversidad de tareas que dependen unas de otras.
ga L
Le CIA
l
ay EN
ch ID
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C
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ch ID
ay EN
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ga L
l
Capítulo V
La suspensión temporal y las causales de
remoción presidencial
ga L
Le CIA
l
ay EN
L o reiteramos. La indemnidad presidencial no blinda su impunidad ética ni su
atrofia moral. En el capítulo anterior he presentado el proceso de acusación
constitucional como una de las variantes en las que es exigible la responsabi-
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
fallas inherentes a las repúblicas.
Le CIA
La perfección de la democracia representativa no consiste en el reco-
nocimiento ni aprobación unánime ni mayoritarios de su desempeño, sino
en la experiencia efectiva de la pluralidad disponible que accede a puestos
representativos por decisión inalienable del elector20. No hay modo de que
l
el elector sea representado por una calidad de candidatos distinta a la que
ay EN
pueda generar el pueblo del cual emergen quienes postulan. La idealización
de una representación exenta de ineptitudes puede ser el principal enemigo
de funcionamientos democráticos del Estado. La pretensión de excelencia en
los modos representativos del sistema estatal es enemiga de las posibilidades
ch ID
Doy por descontado que el concepto de perfección que cabe predicar de cualquier
20
152 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
gobierno democrático y, por el contrario, es la semilla para otear e imaginar
Le CIA
los simplismos que traen las dictaduras, las tiranías o los autoritarismos en el
poder político.
Si quienes actúan en el Estado como representantes de nuestra volun-
l
tad política se distancian del desempeño esperado, la receta más recurrida es
la de buscar a quién culpar por lo que carecemos. La carencia, sin embargo,
ay EN
la tenemos cada uno en primer lugar por la incomprensión sobre los límites
materiales de cualquier forma de democracia representativa. Y en segundo
lugar porque preferimos pasar por alto la imposibilidad de que la matemática
ch ID
uno de los electores. Los votos sólo reproducen una muestra de lo que hemos
llegado a producir histórica y colectivamente como ciudadanía en el Perú.
La opción de una permanente voluntad popular en los procesos de toma
O
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César Delgado-Guembes
Congreso para que califique la idoneidad moral de los más altos funcionarios
públicos, dentro de quienes uno de ellos es el Presidente de la República.
Los artículos 113 y 114 de la Constitución prevén los casos en los que el
Presidente de la República cesa en el cargo, sea de modo definitivo o temporal.
En el Artículo 113 se contemplan cinco casos de vacancia, y en el Artículo 114
dos casos de suspensión.
Los cinco supuestos de vacancia que establece el Artículo 113 se refieren
a la muerte, la permanente incapacidad física o moral, la aceptación de su re-
nuncia, la salida del territorio nacional sin permiso de Congreso o su no retorno
ga L
dentro del plazo autorizado, y la destitución en juicio político por aplicación
Le CIA
del Artículo 117 (esto es, en caso que durante su mandato y ejercicio hubiera
incurrido en traición a la patria; impidiera las elecciones presidenciales, parla-
mentarias, regionales o municipales; disolviera el Congreso en casos distintos
l
al señalado en el Artículo 134; o impidiera la reunión o el funcionamiento del
Congreso o de cualquiera de los órganos que integran el sistema electoral).
ay EN
A su vez, los dos supuestos de suspensión son la incapacidad temporal
del Presidente21; o encontrarse sometido a un proceso judicial luego del an-
ch ID
21
La Constitución omite las condiciones, características o supuestos válidos para la sus-
pensión funcional del mandato presidencial por incapacidad temporal. La suspensión
Ya NF
permanente (sea cualquiera que fuese el alcance que se otorgue al concepto de inca-
pacidad moral).
En consecuencia, el proceso por incapacidad temporal del Presidente de la República
prevé que dicha inhabilitación tenga naturaleza física o moral. La cuestión, entonces,
será definir cuándo es que la incapacidad física, o la incapacidad moral, son temporales
o son permanentes. La incapacidad física está sujeta a algún tipo de dolencia que impida
la atención regular de las funciones propias del mandato y del cargo presidencial. La
incapacidad moral es más incierta.
En efecto, nos encontramos en un caso de incapacidad moral permanente cuando se
cuentan con datos suficientes para tener certeza del carácter moralmente incompatible
de quien desempeña la función presidencial para mantenerse en el cargo. Sin embar-
go, la suspensión es la categoría en que se encuentran los casos en los que es posible
descalificar residualmente a quien ocupa la presidencia de la república por supuestos
altamente inciertos pero que, sin embargo, contienen elementos de duda suficientes
como para relevar al Presidente de la República del ejercicio del cargo con carácter
154 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
Le CIA
temporal, sin violar ni transgredir, sin embargo, la indemnidad que le reconoce el
l
Artículo 117 de la Constitución.
La suspensión temporal del ejercicio de la presidencia de la república que declare el
ay EN
Congreso por incapacidad moral temporal, por lo tanto, exige que se cuente con mínimos
indispensables de evidencia, aunque ésta no tenga carácter concluyente respecto de la
certeza esencial necesaria para calificar su conducta como un caso de incapacidad moral
permanente. Es un caso en el que la duda impide la vacancia, pero no la suspensión.
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
Congreso, sobre el que, además, tampoco existiría, ni una norma que defina
Le CIA
con qué mayoría pudiera suspenderse al Presidente de la República por esa
incapacidad que, a juicio del Congreso, merecería su suspensión, ni, además,
tampoco existiría un criterio para determinar el plazo por el que se fija esa
suspensión en razón a la temporalidad de su incapacidad.
l
La primera alternativa tiene cierto asidero en la normatividad vigente,
ay EN
porque, en efecto, cabría usar el proceso de una acusación constitucional,
la que luego de acordar el “ha lugar a la formación de causa”, en el caso del
Presidente de la República supone su suspensión de oficio en el ejercicio del
ch ID
La referencia a dicha «sugerencia» alude al voto singular del magistrado Eloy Espino-
23
156 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
singular, a la competencia que la Constitución le reconoce al Congreso para
Le CIA
afectar la duración del cargo presidencial en dos aspectos. Los primeros son
como consecuencia de hechos ajenos a una evaluación del comportamiento,
conducta o desempeño del Presidente de la República. Los segundos son los
que derivan de algún tipo de deficiencia en el cumplimiento apropiado, idóneo
l
o efectivo del papel que está llamado a cumplir en su condición de más alto
ay EN
funcionario del gobierno en el Perú.
El primer aspecto se prevé como circunstancias físicamente incontras-
tables, como lo son la muerte del presidente, su permanente incapacidad física
ch ID
24
En la sesión del 4 de abril de 1932, el constituyente Guevara decía que (…) estos casos de
incapacidad moral tienen relación con las buenas costumbres, y entre las buenas costumbres,
con la forma como deben administrarse las rentas públicas, es decir, con la debida honradez,
con la necesaria honorabilidad, tal como deben acatarse los principios constitucionales y el
principio de las libertades (…)
25
Entre los presidentes fallecidos en ejercicio del cargo se refiere los casos de Bernardo
Monteagudo (asesinado en enero de 1825); José Balta (asesinado en julio de 1872); y
Luis Sánchez Cerro (asesinado el 30 de abril de 1933).
| 157
César Delgado-Guembes
ga L
moralidad que la Constitución le confiere al Congreso. Por lo tanto, es una de
Le CIA
las distintas modalidades en las que el Congreso procede discrecionalmente
dentro del marco de potestades sancionatorias o punitivas, como lo tendría que
hacer en el caso del Artículo 117 de la Constitución, o si saliera del territorio
l
sin autorización parlamentaria.
Es en este sentido que el principio de que el Presidente de la República es
ay EN
políticamente irresponsable ante el parlamento se coteja con una excepción en
la que la Constitución sí prevé la posibilidad de su responsabilización. Por eso
es que el parlamento peruano sí puede destituirlo si viola los alcances del Artí-
ch ID
culo 117, si se ausenta del Perú sin autorización del Congreso, o si no retorna
dentro del plazo que el propio Congreso le señala en el permiso que le otorga.
De ahí que no pueda desconocerse que la competencia del Congreso
Ya NF
esa evaluación del desempeño, así como puede concluir en una exención de
responsabilidad, también puede legítimamente concluir en una sanción por
inconductas previstas en el Artículo 117, o en los incisos 2 y 4 del Artículo
113 de la Constitución.
26
Para un examen exhaustivo de la naturaleza y alcances del permiso del Congreso para
la salida al exterior del Presidente de la República, sugiero y remito al lector al estudio
publicado el año 1998, titulado Los viajes del Presidente, obra en la que se analiza y
documenta los más importantes casos de viajes de los presidentes de la república, en
el marco de la teoría del acto parlamentario. Se trata de un ensayo de aplicación de los
presupuestos y elementos del acto parlamentario en las exigencias constitucionales
relacionadas con el papel del Congreso y la función de los viajes presidenciales al
exterior.
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La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
un presidente se entiende que no se comporta adecuadamente en el papel o
Le CIA
función que la Constitución le asigna? ¿Cuándo se estima que quien llega a
asumir la presidencia de la república no se ha adaptado a los estándares que
exigen el rol o el estatus que corresponde al más alto funcionario del Estado
y del gobierno en el Perú? ¿Qué tipo de impropiedad es válido para tramitar
l
la vacancia presidencial, si el proceso de vacancia es en sí mismo un proceso
ay EN
constitucional y parlamentaria distinto de un proceso de acusación constitu-
cional y, por lo tanto, no debe tratarse de una infracción constitucional, ni de
un delito?
ch ID
que está en la conciencia pública que este desquiciamiento y esta anarquía, este desgobier-
no y esta ruina legal y social del Perú, es el producto desventurado, pero ineludible, de una
voluntad personalista que, falta de control propio, rehacia al consejo, rebelde á la cultura é
insujeta á la ley, maltrata y daña los intereses del Estado. Y por lo tanto declaró 1˚.- Que
ha vacado la Presidencia de la República, porque don Guillermo Billinghurst, está absoluta-
mente incapacitado para continuar ejerciendo el mando que le confirió el Congreso en 1912
y en el cual cesa desde este momento; 2˚.- Que don Guillermo Billinghurst queda fuera de la
Constitución y de las leyes, conforme al precedente parlamentario de 23 de julio de 1872.
3˚.- Que las fuerzas de mar y tierra no deben obediencia á don Guillermo Billinghurst.
| 159
César Delgado-Guembes
Durante el presente siglo, poco menos que cien años después de la va-
cancia de Billinghurst, el primer caso ocurre con la vacancia del presidente
Alberto Fujimori en noviembre de 200028 y, luego de infructuosos intentos
de vacar a los presidentes Ollanta Humala29 y a Pedro Pablo Kuczynski30, el
que prosperó fue la vacancia del presidente accesitario Martín Vizcarra luego
que este sucediera a Kuczynski inmediatamente después que renunciara en
marzo de 2018.
La vacancia de Fujimori tiene lugar luego del rechazo de la renuncia
que presentó por fax desde el extranjero. Posteriormente, durante el período
ga L
2016-2021, ocurren dos intentos de vacar al presidente Kuczynski31, y otros
Le CIA
28
La crisis que precipitó la vacancia de Alberto Fujimori se detona con la divulgación
de los llamados vladivideos, en el primero de los cuales, exhibido el 16 de noviembre
l
de 2000, se registró el encuentro entre el congresista Luis Alberto Kouri Bumachar
y Vladimiro Montesinos, en el que el último de entrega 15 mil dólares al primero, a
ay EN
cambio de que se comprometa a dejar el partido con el que accedió a un escaño para
integrar el partido fujimorista en el Congreso.
29
En junio del 2004 se presentó una iniciativa popular para intentar vacar al presidente
Ollanta Humala. El 23 de Octubre del 2014 el ex asesor parlamentario del congresista
ch ID
a sus firmantes porque, conforme al Artículo 89-A del Reglamento del Congreso, se prevé
que los titulares de solicitudes de esa naturaleza sólo pueden serlo no menos del 20 por
ciento de congresistas, mediante Moción de Orden del Día.
30
El primer intento de vacancia contra Kuczynski se desarrolló en diciembre de 2017.
Luego de admitida la moción el debate se realiza el día 21 de diciembre y tiene como
O
160 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
dos contra Vizcarra32, el último de los cuales concluyó con su remoción cons-
titucional. El desenlace de la vacancia de Martín Vizcarra Cornejo ocurrió en
noviembre de 2020, por el Congreso que complementó el período constitucio-
nal del que disolvió en el marco de una cuestionable constitucionalidad gracias
a lo que él llamó la “denegación fáctica” de la cuestión de confianza planteada
por el ministro Salvador del Solar33. El período 2021-2026 inicia con el intento
dicha empresa, quien señaló los casos de depósitos efectuados a empresas vinculadas
ga L
al señor Kuczynski entre los años 2004 y 2013 (Westfield Capital Limited Inc., y First
Capital Investments).
Le CIA
El segundo tiene lugar con la Moción 5295, presentada el 8 de marzo de 2018, sobre la
misma causal, a la que añade como evidencia adicional sobre el conflicto de intereses
que exhiben los reportes periodísticos que recogen el programa Cuarto Poder (edición
de los días 21 y 28 de enero, y del 18 de febrero de 2018), el semanario Hildebrandt
l
en sus 13, y la publicación de IDL-Reporteros, del 14 de febrero de 2018 (que resalta
la modalidad del Certificado de Reconocimiento del Pago Anual por Obras como me-
ay EN
canismo de abono de dinero), además de la información que el 10 de enero de 2018
remite a la Comisión Lava Jato el Banco de Crédito del Perú. La evidencia presentada
lleva a presentar el caso de vacancia de Kuczynski como una situación de corrupción
que afecta las bases mismas del Estado, según lo indica la STC 17-2011-PI, así como
ch ID
una falta respecto del derecho a la verdad que genera responsabilidad política, admi-
nistrativa, penal y civil conforme lo presenta la STC 959-2004-HD.
32
La primera propuesta de vacancia de Vizcarra se realiza con la Moción 12090, presen-
Ya NF
la investigación del caso Richard Swing, en los que se constata la afectación y violación
del principio de lucha contra la corrupción, el derecho a la verdad, el principio de buena
C
| 161
César Delgado-Guembes
ga L
cesión alternativa que implicaba la sustitución por el presidente del Congreso,
Le CIA
quien debe ocupar la presidencia de la república con carácter no pleno sino
precario (puesto que el suyo no fue un mandato recibido directamente por el
pueblo sino ocasional y vicario), aunque sin menoscabo de las atribuciones y
competencias funcionales y orgánicas propias del puesto.
l
Valentín Paniagua había sido entonces elegido presidente del Congreso
ay EN
luego de la censura a la entonces presidente, Martha Hildebrandt Pérez-Trevi-
ño, razón por la cual le cupo asumir la presidencia de la república y cumplir la
ch ID
El segundo, que culminó con la vacancia de Vizcarra, se inició con la moción presentada
por Unión por el Perú, Frente Amplio, Podemos Perú, y Acción Popular el 20 de octubre
de 2020. La moción señalaba que Vizcarra de manera reiterada y permanente ha faltado
a la verdad al país, lo cual vulnera los principios y derechos constitucionales de lucha contra
la corrupción, derecho a la verdad, buena administración y justicia presupuestaria; por lo
O
cual, deviene en una persona incapaz moralmente para representar a la Nación y dirigir
con probidad, idoneidad, veracidad, transparencia y honestidad el destino de la República
C
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La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
a cargo de la presidencia de la república únicamente comprende la elección
Le CIA
de los cargos vacados pendientes de ocupación por quien el pueblo elija y
decida. En cuanto se elige al presidente por mandato popular directo quien
ocupa vicariamente el puesto cede la posición al presidente electo y retorna
al rol y funciones constitucionales para las que fue elegido en un puesto re-
l
presentativo en la asamblea.
ay EN
En el caso de la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski y de la
ulterior vacancia de Martín Vizcarra Cornejo, le correspondió al presidente
del Congreso Manuel Merino de Lama asumir la presidencia de la república
ch ID
Corresponde señalar que el suceso que protagoniza Valentín Paniagua generó la con-
35
Ya NF
como lo fue la crisis total del sistema político, debido a que la revelación que mostró
la secuencia de vladivideos no permitía garantizar la legitimidad del propio sistema
representativo debido a la manipulación que ocasionó Vladimiro Montesinos con la
C
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César Delgado-Guembes
ga L
Vizcarra, por un lado, así como por quienes cuestionaban su papel protagónico
Le CIA
en la vacancia de su predecesor. Los disturbios y protestas generaron niveles
altos e intensos de descontento suficientemente notorios como para generar
un clima de ilegitimación de su mandato38.
l
ay EN
36
La renuncia se presentó el 1 de octubre de 2019 y fue aceptada oficialmente por el
Congreso mediante la Resolución Legislativa del Congreso 3-2020-2021-CR, publicada
en el diario oficial El Peruano el 8 de mayo de 2020.
37
Si bien la asunción del cargo por Manuel Merino de Lama, en su calidad de Presidente del
ch ID
respaldo a Vizcarra fue provocado por él mismo como instrumento para neutralizar la
ausencia de respaldo institucional de la que adolecía Vizcarra en el Congreso, y que,
obviamente, lo llevó a producir y construir la segunda “denegación fáctica” en la que
se amparó para disolver el Congreso el 30 de septiembre de 2019.
38
De acuerdo a la encuesta de opinión pública llevada a cabo por Ipsos Apoyo, el 72 por
ciento de la población estaba disconforme con la asunción de Merino en la presidencia
de la república, y el 79 por ciento respaldaba a Vizcarra para que continuara en el cargo
no obstante la vacancia decretada por el Congreso. Datos estos de no escasa relevancia
para explicar que la protesta en las calles no significó sólo una eventual disconformidad
con que Manuel Merino de Lama ocupara la presidencia de la república, sino, igualmente,
que Manuel Merino de Lama era el símbolo de la vacancia de quien sostuvo su mandato
no gracias al respaldo institucional del Congreso sino a expensas de éste, y a base del
discurso populista con el que obtuvo apoyo en la calle precisamente porque careció
de mayorías parlamentarias que favorecieran su posición. Prueba de esto último fue
que luego de la disolución del Congreso que protagonizó el 30 de septiembre de 2019
164 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
La finalidad inmediata de la vacancia es prescindir de la persona que ocu-
Le CIA
pa el más alto cargo en el gobierno nacional a la que se le imputan características
personales que generan indignidad. La conclusión prematura del mandato
l
las elecciones parlamentarias no le permitieron contar con agrupación política en el
Congreso que respaldara sus políticas y acción pública.
ay EN
Los hechos mencionados permiten notar que la disolución del Congreso fue una decisión
ciega y, además, destructiva y suicida, porque su uso racional prevé que quien disuelve
cuenta con mínimos grados de certidumbre de que, como consecuencia de las nuevas
elecciones, el nuevo parlamento le resulte de apoyo a quien disuelve.
ch ID
La decisión de Martín Vizcarra, por esta razón, no fue sólo de cuestionable constituciona-
lidad sino, además, una decisión políticamente ineficaz y torpemente contraproducente,
en un marco en el que su populismo condujo a la adopción de medidas altamente
Ya NF
Vizcarra definió la decisión de los integrantes de la Mesa Directiva presidida por Manuel
Merino de Lama, quienes igualmente renunciaron a sus puestos para dar lugar a una
recomposición de la Mesa Directiva que hiciera viable la gobernabilidad del país de
C
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César Delgado-Guembes
presidencial es una modalidad que guarda sintonía con otros casos similares
en el ordenamiento constitucional peruano40. La Constitución, en efecto, pre-
vé supuestos de término anticipado en el desempeño de altos cargos públicos
como consecuencia de faltas graves en quien los ocupa. El carácter abierto de
la causal de vacancia permite medidas correctivas ciertamente drásticas, las
mismas que no pueden ser ocasionales ni arbitrarias, sino resultado de una
convicción basada en hechos cuya ocurrencia configure modos inaceptables,
impropios o indignos en la conducción de las funciones constitucionales de
los más altos cargos públicos.
ga L
La vacancia presidencial por permanente incapacidad moral, en este
Le CIA
sentido, es un proceso parlamentario con una identidad propia, cuyo perfil y
naturaleza debe distinguirse, y no cabe confundir, con el proceso de acusación
constitucional, cuyas materias difieren en contenido, no obstante que puedan,
eventualmente, concluir en resultados similares41. En efecto, una posibilidad
l
de enjuiciamiento contra el Presidente de la República es su destitución en un
ay EN
juicio político por infracción de la Constitución.
ch ID
Ya NF
40
La aplicación de la vacancia por permanente incapacidad moral es un supuesto consti-
tucional sistemáticamente afín a otros casos de preclusión del mandato de otros altos
funcionarios, sobre cuya evaluación se reconoce la competencia sancionatoria del
O
Congreso. Entre ellos la de los miembros de la Junta Nacional de Justicia (antes Consejo
Nacional de la Magistratura), el Contralor General de la República, el Superintendente
C
de Banca y Seguros, los directores del Banco Central de Reserva, y el Defensor del
Pueblo.
41
No cabe fusionar ni confundir los procesos de vacancia con el de destitución por in-
fracción de la Constitución.
La confusión se genera a partir del supuesto de que lo que debe entenderse por
permanente incapacidad moral es la incapacidad «mental». Esto es, una condición
neurológicamente patológica que impida el desempeño normal de las funciones del
Presidente de la República. Este tipo de incapacidad, sin embargo, tiene carácter
médico; se trata de una deficiencia corporal, o física, porque no tiene relación con la
voluntad ni con el juicio de una persona físicamente apta para realizar normalmente
una actividad profesional o técnica.
La incapacidad moral se refiere a una deficiencia no neurológica ni propiamente mental
sino a un impedimento para asumir o continuar con la conducción del país por adolecer
de deficiencias de juicio moral, o actos de moralidad opuestos a estándares de conducta
comúnmente admisibles en quien ostenta el más alto cargo en el gobierno del país.
166 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
Cuadro N° 7
Factores De Diferenciación Entre La Vacancia
Y La Acusación Constitucional
CRITERIOS VACANCIA JUICIO POLÍTICO ANTEJUICIO POLÍTICO
ga L
Vencido el período y Vencido el período y
hasta 5 años después, hasta 5 años después,
Le CIA
por infracción de la por delito en el ejerci-
Constitución cio de la función
Causal Comportamiento Durante su mandato, Durante su mandato,
que el Congreso el Presidente de la el Presidente de la
l
califique como Republica es impu- Republica es imput-
ay EN
éticamente table por la comisión able por la comisión
impropio de la de faltas indicadas de faltas indicadas en
posición presi- en el el Artículo 117.
dencial, según Artículo 117. Después de su man-
parámetros de Después de su man- dato y hasta 5 años
ch ID
tución
Titular de la Congresistas Congresistas Congresistas
acción (20% del número Fiscal de la Nación Fiscal de la Nación
legal = 26)
O
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César Delgado-Guembes
ga L
asume el Presidente
elecciones presi- del Congreso y con- dente
denciales
Le CIA
voca a elecciones
presidenciales
Elaboración: propia
l
ay EN
La vacancia por permanente incapacidad moral no tiene por materia una
infracción constitucional, sino una severa deficiencia o de juicio o de compor-
tamiento moral, que causa indignidad o grave reproche sobre la idoneidad o
desempeño del Presidente de la República. La vacancia presidencial, en este
ch ID
42
La proposición de vacancia que se inicia en el Parlamento puede derivarse de evidencia
C
168 |
La suspensión temporal y las causales de remoción presidencial
ga L
dad del jefe del Estado y del gobierno por impropiedad moral en el ejercicio y
Le CIA
desempeño de sus funciones. En este sentido, del vínculo que tenga el Congreso
con el sentimiento popular, y de su capacidad para interpretar correctamente
la moralidad colectiva, dependerá el acierto de la decisión de vacar o de no
vacar al presidente de la república.
l
La diligencia y cuidado indispensable que le corresponde prestar al
ay EN
Congreso es que su decisión esté exenta de animosidad basada en la lógica
adversarial con el contrincante político, y que, además, los hechos cuya rele-
vancia le sirven para calificar la incapacidad moral no sean objeto de conjetura
ch ID
sino que puedan verificarse con hechos o evidencia incontrastable como faltas
moralmente reprobables, privadas de toda pulcritud, e indignas de quien tiene
la responsabilidad de dirigir el país y de asegurar de modo ejemplar el bienestar
Ya NF
general de la república.
O
C
Artículo 117 de la Constitución, como por los supuestos que conducen a su remoción
señalados en los incisos 2, 4 o 5 del Artículo 113. Las comisiones investigadoras, como
se ve, pueden tener un papel decisivo en la preparación de un caso sancionatorio, no
obstante carecer de naturaleza acusatoria o sancionatoria en el ejercicio o desempeño
de su tarea de control político.
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C
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Ya NF
ch ID
ay EN
Le CIA
ga L
l
Capítulo VI
La destitución por incapacidad moral
ga L
Le CIA
l
ay EN
Q uienes guardan reserva y se oponen a la existencia de la causal de vacancia
por permanente incapacidad moral afirman que se trata de una categoría
que genera espacios de abuso potencial contra el jefe de Estado, por quien la
Constitución reconoce como el titular de la remoción o destitución presiden-
ch ID
cial. Añaden que lo que quiera que se calificara como “incapacidad moral”
dependerá del capricho y de la subjetividad de quienes deban formarse un
Ya NF
| 171
César Delgado-Guembes
ga L
forma parte del universo de un grado de discrecionalidad que, comparativamen-
te a lo que ocurre con el conocimiento científico, es parte de la artificialidad y
Le CIA
de la arbitrariedad. Artificialidad y arbitrariedad, porque depende de un dato
externo o ajeno a la percepción objetivamente verificable y, por lo tanto, se
basa en la estimación, apreciación o en el criterio de los sujetos que afirman
l
la certeza de la ocurrencia de un hecho, fenómeno, suceso, acontecimiento o
ay EN
juicio sobre algo.
La vida en comunidad puede regirse en algunos casos por la lógica, la
epistemología y la axiología propia del conocimiento objetivo, empírico y
científico. Pero existen ámbitos de índole predominantemente cultural en los
ch ID
172 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
por una norma. La preferencia por la objetividad y la incomodidad con lo que
Le CIA
se describe como la subjetividad es una de las tantas demostraciones que da
fehaciente cuenta de la sospecha que la realidad instala en el espíritu humano
sobre la maldad de nuestra especie. Dudamos del sujeto porque hemos co-
nocido en carne propia o en carne ajena los malos usos de la voluntad y del
l
criterio humano.
ay EN
Porque la sociedad duda de la corrección del uso del criterio y de la
voluntad se pretende y aspira a cerrarle el paso a la tentación para evitar el
mal, inadecuado, impropio o indebido uso del poder. Por eso surge el mandato
ch ID
| 173
César Delgado-Guembes
ga L
Porque se descalifica a quienes en nuestro nombre, por nuestra cuenta y
Le CIA
en nuestro interés deben ejercer nuestra representación política en el Estado
se propone la reducción y eliminación de esas competencias con las que, así
como pueden discernir con sesgo cuándo el Presidente de la República es mo-
ralmente incapaz, pueden igualmente determinar cuándo un alto funcionario
l
comete infracción de la Constitución. En realidad no se afirma que el hombre
ay EN
sea más malo que bueno, que los actos humanos sean más incorrectos que
correctos, ni que el hombre prefiera antes la simulación o la negación de la
verdad que su afirmación. Se afirma que el margen de discrecionalidad es, en
principio, peligrosa. Y el peligro consiste en el producto o el resultado que se
ch ID
174 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
ciega o estrecha del texto constitucional, sin y mayor elaboración de argumentos
Le CIA
que contradigan el temperamento escéptico, se cierran en la posibilidad de
que, independientemente de cualquier explicación o fundamento, basta que
los votos requeridos se alcancen para que esa decisión, tomada por quienes
ejercitan el poder como representantes inconfundiblemente elegidos por la
l
voluntad popular en comicios electorales, baste para acordar y sancionar al
ay EN
Presidente de la República con su vacancia, sin tener en consideración factores
que cuestionen la precipitación o la sumariedad de la determinación que el
Congreso pueda adoptar.
ch ID
del vínculo que sus actos tengan con el sentido de la voluntad popular que
representan. Para quienes optan por una posición dura sobre las atribuciones
constitucionales del Congreso las decisiones que éste toma hacen abstracción
de la racionalidad y de la relación que aquéllas tengan con la justicia, con
el bien común y, en general, con nociones y estándares comunitarios de
ética pública.
El dogmatismo representativo idealiza la hipóstasis de la ficción y priva
de humanidad la acción del parlamento como si sus operadores se condujeran
como parte de una maquinaria lógicamente tautológica. El dogmatismo, en
este sentido, queda privado de sustancia material, hace de la representación
un mero formalismo y niega la posibilidad del yerro. Las decisiones que toma
el parlamento se presumen política y éticamente correctas por el solo hecho
| 175
César Delgado-Guembes
ga L
aprecio popular por el juicio de quienes elige para que representen al pueblo.
Le CIA
La disociación, escisión y autonomización de la representación respecto de
quienes representa niegan la necesaria colaboración y vínculo que debe existir
entre la sociedad y el Estado.
l
Entre el escepticismo y el dogmatismo existe un término medio en el
que, sin llegar a la exacerbación de la suspicacia que conduce a desconfianza
ay EN
primordial en el espíritu humano, ni a la autocracia representativa que deriva
en el ostracismo corporativo, el Presidente de la República no asuma ni con-
funda su indemnidad con las impunidades del absolutismo, y que el Congreso
ch ID
176 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
a otro autocrático hubiera de recurrirse a la investigación y a la evidencia
objetiva, empírica y científica antes de poder integrar ese modelo en el texto
Le CIA
constitucional. Las Constituciones, por eso, son documentos en los que se
compendia el conjunto de convicciones comunes de la comunidad, según
lo definan quienes la comunidad designa como sus representantes en una
l
asamblea. Las convicciones no son declaraciones basadas en la ciencia sino
ay EN
en criterios de convivencia comúnmente compartidos. Y ese es el espacio de
la ética y de la moralidad pública que califica como más deseable un tipo de
Estado y de sociedad sobre otros.
Comprender, examinar y analizar esta especial y singularísima capa-
ch ID
| 177
César Delgado-Guembes
ni hoy ni ayer, sino que es una facultad que han mantenido nuestras normas
de convivencia colectiva casi dos siglos.
El reconocimiento de la potestad de vacar al Presidente de la República
no es una prerrogativa que haya usurpado el Congreso del período 2016-2021,
ni del 2021 al 2026. Se trata, contrariamente, de una facultad que ha sido his-
tóricamente mantenida cuando menos desde su reconocimiento formal en la
Constitución de 1839, sin que haya otra Ley Fundamental que la haya omitido,
y ello a pesar de la disputa de reciente data que pretende vaciar de contenido el
carácter ético de la responsabilidad parlamentaria para cederle esa atribución a
ga L
una junta de psiquiatras que, supuestamente, tendrían mayor objetividad para
Le CIA
establecer la capacidad mental del Presidente de la República para cumplir
idóneamente con las tareas que la Constitución le encarga.
Es porque existe y ha existido una convicción colectiva e históricamen-
l
te compartida entre quienes nos precedieron, que no debiera existir lugar a
sospecha sobre la capacidad del Congreso para usar tan responsablemente de
ay EN
esa atribución como para legitimar su acción con la confianza que la sociedad
deposita en quienes la representan.
Es la tradición política y constitucional en la que se renueva período
ch ID
178 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
por otro dentro de nuestro régimen de gobierno. Existe la posibilidad de que
Le CIA
sea removido antes de que su mandato concluya o termine. En principio no
cabe duda alguna que esa remoción le es otorgada literalmente por la Consti-
tución como facultad al Congreso de la República. La pretensión ni el ejercicio
de esa facultad son en sí mismas amenaza alguna contra los principios de la
l
vida republicana, a menos que el titular de aquélla distorsione su finalidad y
ay EN
desvíe su función según una lógica política y constitucionalmente insana. La
injusticia es constitucionalmente intolerable y proscribible.
La Constitución es tanto un texto normativo de orden legal, como un
ch ID
| 179
César Delgado-Guembes
ga L
tenidos según una regla elemental de todo régimen representativo. Es la regla
Le CIA
de la integración de la diversidad y de la pluralidad a través de la deliberación
pública y de la articulación de los mejores niveles de consenso a los que sea
posible arribar a quienes vivimos u operamos las instituciones constitucionales.
l
Es en este último sentido que la Constitución es un texto abierto a las
más íntimas convicciones de una comunidad en la que los textos se encarnan
ay EN
y toman vida. La norma y la vida no están cultural ni éticamente disociadas
sino que se fusionan a través de los procesos de interpretación y de aplica-
ción o adjudicación de sus contenidos. Esta es la tarea de quienes proveen las
ch ID
de vida en la república.
C
180 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
ponen al operador al margen de las reglas y de los valores y principios cons-
Le CIA
titucionales, porque distorsiona el sentido y el significado que se pretende
y se busca para ordenar nuestra comunidad en el cumplimiento de metas y
objetivos conductores de nuestro destino. La afinidad con los conceptos que
originalmente se definieron es el límite entre la aplicación leal a la Constitución
l
y el desvío o erosión defectuosa del patrón con el que nació y vive en nuestra
ay EN
historia política. Donde la discreción habilita al operador nace la responsabili-
dad de actuar con lealtad y con justicia en la desencriptación o desciframiento
de los conceptos que permanecen acuñados en la tradición y en la historia de
nuestro desarrollo constitucional.
ch ID
moral es tan amplia como diversos son los operadores que deban calificar y
adjudicar o de negar mérito a la petición de vacancia.
La dimensión plástica del ejercicio de la discrecionalidad, con la que
pueden proceder quienes tienen la capacidad de poner prematuro término al
mandato presidencial de quien recibe la imputación de exhibir una incapacidad
moral permanente, no es una dimensión indefinida ni ilimitada.
Tratándose de categorías abiertas, como puede serlo el criterio de mo-
ralidad desde el que se remueva al Presidente de la República por infracciones
contra la ética pública que se deduce de valores constitucionales, el método
más adecuado y seguro para decidir sobre la vacancia no puede ser otro que
| 181
César Delgado-Guembes
ga L
del juzgado. Es la naturaleza especular la que capacita al juzgador para asumir
Le CIA
conscientemente la responsabilidad del juicio con el que decida y defina si la
propuesta de vacancia por incapacidad moral del Presidente de la República
tiene mérito razonable para su aprobación, o para su rechazo.
l
La justicia de la decisión dependerá de la imparcialidad con la que se
asuma la responsabilidad de decidir sobre el pedido de vacancia. Pero a la ac-
ay EN
titud neutral de quien haya de decidir el pedido en un sentido u otro se suma,
además, el uso correcto de la capacidad de fundamentar y de argumentar el
sentido de la decisión que se tome. Desde el punto de vista ético, por lo tanto,
ch ID
al Congreso.
Ese método y este ejercicio contienen lineamientos que comprenden
parámetros para el mejor uso de la facultad de control del parlamento sobre la
O
182 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
los representantes esté a salvo y bien o cuando menos decentemente utilizada
y preservada?
Le CIA
El clásico debate de la relación entre derecho y moral se concreta en
esta facultad del parlamento peruano. El Estado de derecho en el Perú, con
esta norma, se aparta del pensamiento y de las distintas escuelas positivistas
l
para las que derecho y moral son dos esferas separadas y privadas de nexo o
ay EN
de comunicación. En vez, la Constitución abre el régimen político a la posibi-
lidad de usar criterios morales conforme a la consciencia, al juicio y al sentido
de responsabilidad de los mismos ciudadanos que llegan a un escaño repre-
sentativo en el parlamento nacional. Al hacerlo, la Constitución se aparta del
ch ID
verdad relativizada por las percepciones, las convicciones, los intereses, o los
deseos de los sujetos que los emiten.
A partir del reconocimiento de esta facultad de los parlamentarios la tarea
se desplaza en la capacidad y en las competencias éticas y discursivas de los
O
operadores del inciso 2 del Artículo 113. Los déficits competenciales definen,
en efecto, la calidad de la evaluación y de las decisiones morales que recaigan
C
| 183
César Delgado-Guembes
ga L
¿Es ética, moral o axiológicamente esperable que bajo condiciones de
Le CIA
deficiencias de capacidades se alcance la meta política que la Constitución le
asigna a los representantes en el Congreso nacional respecto de la evaluación
del desempeño moral del Presidente de la República? Cuando la Constitución
l
no deja otra pauta que no sea la amplitud de una norma para permitir el uso
de la discrecionalidad de los operadores, debe bastar que quienes quiera que
ay EN
fuesen dichos operadores para que deba presumirse que la vacancia por inca-
pacidad moral permanente es una decisión constitucional. A esa conclusión
lleva el reconocimiento liminar de las pautas que la Constitución recoge en su
ch ID
Sin embargo, optar por una perspectiva de esta última naturaleza para
atender a la interrogante sobre la adecuada evaluación de la conducta, los
actos o el comportamiento presidencial según los patrones constitucionales
O
184 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
repasará la comprensión de la función que cumple el Congreso en un proceso
Le CIA
de vacancia por incapacidad moral, y deslindará de la tendencia que sugiere
que el concepto de incapacidad moral se refiere a la incapacidad «menta»l del
presidente, para luego esbozar la propuesta de los parámetros que cabe utilizar
para optimizar la racionalidad argumentativa del discurso sobre la condición
l
impropia de la moralidad de los actos, conducta, juicio o comportamiento del
ay EN
Presidente de la República.
La finalidad de la causal ética o moral expresa la competencia del Con-
greso como órgano de vigilancia de la buena administración del Estado. Como
ch ID
rol del Estado frente a la sociedad. ¿Es políticamente acertada, justa o buena
esta decisión históricamente mantenida durante sólo poco menos de 200 años?
La pregunta que apela al carácter histórico de un arreglo institucional
O
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César Delgado-Guembes
ga L
blica. Pero los votos pueden alcanzar o no alcanzar resultados sin que lo que
Le CIA
se alcance sea una decisión buena o una decisión justa. Las exigencias éticas
sobre la función de indirizzo parlamentario imponen condiciones adicionales
a las reglas para que una decisión sea válida o legal. Las resoluciones parla-
mentarias pueden ser válidas o reglamentarias sin que, a la vez, sean también
l
razonables, buenas o justas. Ese es el terreno propiamente ético y político que
ay EN
es inherente a la axiología constitucional. Las potestades y el poder no se usan
en condiciones disociadas de la razón ética, moral o política que se encuentra
depositada en el sentido profundo de nuestra Constitución y de nuestra cultura
constitucional.
ch ID
norable del cargo. Ese abocamiento y esa evaluación demanda y exige modos
mínimos de razonamiento de la decisión. Una decisión en la que el solo deseo de
C
186 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
para corregir las faltas morales que se le imputan al jefe de Estado.
Le CIA
Parte de la racionalidad de las propuestas de vacancia suponen el juego
de la colisión y tensión que existe entre la estabilidad política y la gobernabi-
lidad del país, y los efectos perjudiciales de la permanencia de un Presidente
que realiza actos o adolece de fallas de juicio moral en el desempeño de sus
l
responsabilidades en la conducción del país. Ahí se encuentra el meollo polí-
ay EN
ticamente más relevante en el juicio de la representación para realizar el uso
correcto y adecuado de la potestad punitiva que le asiste al Congreso.
Pero más allá de las referencias a la dimensión procesal requerida para
ch ID
menos que en las constituciones que la precedieron desde el año 1839, habla
del riesgo, de la amenaza y del peligro menor que nuestra historia ha advertido
en el propósito de evitar la permanencia de un Presidente de la República en el
poder afectado, precisamente de una conducta, actos o juicio en el desempeño
O
facultad de removerlo o vacarlo por las mayorías parlamentarias a las que se les
reconoce esa potestad. Esta es una decisión política y también es una decisión
moral uniformemente sostenida en el constitucionalismo peruano.
A partir de una constatación histórica, ética y política como la anterior
que define en consecuencia el marco normativo que definen las potestades y
restricciones de nuestra Constitución y, por lo tanto, el marco general en el
que el texto tiene carácter vinculante para los operadores, lo que queda por
optimizar es las condiciones en las que son exigibles los límites y las potestades
que se interrelacionan en un proceso de vacancia presidencial. En efecto, si de
la calidad de las competencias efectivas de los operadores de la Constitución
dependiera que una potestad o una restricción resultara o no resultara exigible,
| 187
César Delgado-Guembes
ga L
parlamento la capacidad institucional de resolver una situación de uso impropio
Le CIA
del poder por el jefe de Estado. Esta decisión política es consecuencia de que
el constituyente, en abstracto desde el punto de vista histórico, y en concreto
desde el punto de vista de la Constitución vigente, le da un poder al régimen
representativo porque en él se encuentra un espacio heterogéneo de pluralidad
l
y de diversidad con el cual es posible que, a través de la deliberación y del in-
ay EN
tercambio de puntos de vista, quede constancia de los argumentos con los que
las mayorías resuelven un asunto críticamente decisivo en la conducción del
Estado y del país. Finalmente, el mayor poder del parlamento depende no sólo
de las mayorías que deciden, sino también de la capacidad de dejar constancia
ch ID
del poder deliberativo con el que se argumenta y se razona sobre las materias
relativas a la corrección moral en el uso del poder.
Ya NF
Por lo delicado del equilibrio que debe observarse entre los riesgos,
amenazas y peligros de abuso del poder es que, la prudencia y la ponderación
con que quienes usan de las potestades constitucionales las ejerciten, deben
contar con criterios o pautas que apoyen el buen uso y las buenas prácticas
O
y las buenas prácticas del régimen representativo con los parámetros que se
proponen y plantean en este trabajo.
Afirmar, en efecto, obstinada, dogmática e impertinentemente, que
representantes con insuficiencias en su capacidad de calificar la ética pública
con la que se conduce el Presidente de la República, deben tomar decisiones
librados sólo a su libre discreción en el acto de votación sobre la vacancia por
incapacidad moral, o, para impedir riesgos de grave daño en el funcionamiento
del equilibrio entre poderes estatales y del sistema de control político de la
moralidad pública, deben preverse parámetros o pautas que ordenen, restrinjan
o limiten el uso impropio o el abuso de la facultad discrecional de decidir arbi-
traria o injustamente sobre la capacidad moral del Presidente de la República,
188 |
La destitución por incapacidad moral
de forma que el ejercicio del control político a cargo del parlamento se ejercite
en el marco de pautas morales y políticas mínimamente racionales. Esas pautas
son las restricciones de acuerdo a las cuales debe proponerse, argumentarse y
decidirse sobre la necesidad de vacar al Presidente de la República como una
medida suficientemente idónea y proporcional a las conductas o actos o juicios
por los que se reprocha la indignidad o incapacidad moral del Presidente de
la República.
Si la atribución del Congreso para juzgar la ética pública con la que
se conduce el Presidente de la República no sólo es una facultad legalmente
ga L
reconocida al Congreso sino, antes, además, y sobre todo, es una disposición
Le CIA
con respaldo, sustento y base moral, el uso de esa atribución prevé, supone y
contempla que la unión entre el derecho y la moral, en la que el sistema legal
en general y la propia facultad de vacar al Presidente de la República es, en
efecto, parte inseparable e indiscernible de una filosofía política inmanente
l
al texto constitucional, y no puede prescindirse del esquema de valores y de
ay EN
principios que la propia Constitución resalta en su cuerpo normativo. Si el
derecho, correctamente entendido, es una disciplina que forma parte de
una filosofía política y de una filosofía moral, no cabe negar que los usos
del derecho son antes usos prácticos u operativos de la filosofía política
ch ID
y moral que cubre el derecho desde los valores que definen el sentido de
justicia con que debe interpretarse el derecho.
Ya NF
en el acápite que sigue se presta atención a la posición que niega que el Con-
greso deba interpretar que la suya es una facultad para ejercitar su función de
dirección y de control político sobre la ética pública, en particular en relación
con el desempeño moral que pueda afectar, en algún caso excepcional, grave y
extraordinario, la conducta, los actos o el juicio del Presidente de la República.
| 189
César Delgado-Guembes
ga L
antes, del mal uso de la facultad de enjuiciar moral y responsablemente los
Le CIA
hechos o actos que un sujeto protagoniza o realiza, no obstante no padecer
de una discapacidad física que se lo impida. Lo reprochable es el descuidado,
negligente, impropio, desatinado o disparatado juicio moral desde el que se rea-
liza una conducta moralmente inaceptable. La inmoralidad se atribuye a actos,
l
a conducta o a comportamientos gravemente reprensibles o reprochables en
ay EN
quien ostenta el cargo jerárquicamente más alto en la estructura estatal y en el
gobierno, pero a fin de cuentas se trata de actos que los realiza un sujeto cuya
incapacidad se basa en las deficiencias, distorsiones o severas limitaciones en
su juicio para deslindar el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto.
ch ID
190 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
o funcional de modo tal que lo lleve a actuar como si, siendo aparente o
realmente dueño de sus propios actos o conducta, cometa actos de fuerte o
Le CIA
gravemente cuestionable moralidad o, cuando menos, moralmente impro-
pios o indignos de la posición política y social que ocupa.
Es decir, en casos en que existe una distorsión, afectación o alteración
l
en la consciencia moral en grado tal que su razonamiento ético esté mellado,
ay EN
deteriorado, afectado o, por lo menos, severamente cuestionado, sea o no que
tenga como etiología una incapacidad propiamente mental o psíquica de orden
psiquiátrico. La distorsión, afectación o alteración podría, o no, referirse a una
deficiencia observable primariamente en el orden mental o intelectual de la
ch ID
| 191
César Delgado-Guembes
ponderación del juicio, de la capacidad de raciocinio y del criterio del sujeto cuya
vacancia se pretende y postula, juicio que debe en principio causar los actos mate-
riales de inmoralidad que son materia de observación y de reproche por la gravedad
que representa en el ejercicio de las funciones que desempeña.
Desde una variante de la perspectiva anterior, hay quienes creen y
afirman que la incapacidad moral permanente debe entenderse como una
incapacidad explícita e insuprimiblemente «mental», vale decir, psicológica.
Indica este sector que esta interpretación es más afín a la teleología de nuestra
Constitución que la previsión de la vacancia del Presidente de la República
ga L
por permanente incapacidad moral en sentido literal o estricto, es decir una
Le CIA
incapacidad en la que el objeto de escrutinio parlamentario es la inconducta
moralmente observable, o los actos objetivamente indignos cuya omisión o
comisión que, desde una perspectiva constitucionalmente funcional u opera-
tiva, son objeto de reproche moral por el Congreso43.
l
Entre quienes sostienen la validez de esta variante interpretativa se
ay EN
encuentra el magistrado Eloy Espinosa-Saldaña Barrera, en el voto singular
que emitió en la STC 2-2020-CC, del 19 de noviembre de 202044, y el propio
ch ID
43
Como ha sido objeto de mención previa, el escrutinio u observación que motiva la
propuesta de vacancia por incapacidad moral permanente se refiere a casos en los que
Ya NF
44
A este efecto puede examinarse los planteamientos del voto singular referido, además de los
demás magistrados en el enlace https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2020/00002-2020-CC.
C
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La destitución por incapacidad moral
Poder Ejecutivo a través del proyecto 474, con el que propone la modificación
del inciso 2 del Artículo 113, y el inciso 1 del Artículo 114 de la Constitución,
disponiendo que la vacancia presidencial sea causada por permanente inca-
pacidad mental que sea incompatible con el ejercicio de su función, debidamente
acreditada por una junta médica, y declarada por no menos de dos tercios del
número legal de congresistas, y que su suspensión temporal se funde en una
incapacidad temporal mental o física que sea incompatible con el ejercicio de su
función, debidamente acreditada por una junta médica y declarada por no menos
de los dos tercios del número legal de congresistas, descartando de este modo el
ga L
concepto de incapacidad moral.
Le CIA
La novel versión del psicologismo innovativo desde la que se aspira a
transformar el sentido con que corresponde aplicar el inciso 2 del Artículo
113 de la Constitución, en efecto, se asocia al aparente galicismo en que habría
incurrido el constituyente durante el siglo XIX, al usar el concepto “moral”
l
como «mental». En buena cuenta el análisis de la institución busca el víncu-
ay EN
lo del inciso 2 del Artículo 113 con el derecho francés, tanto público como
privado, según el cual habría una connotación psicológica para el vocablo
ch ID
moral”, y en la medida que debe ser entendida como incapacidad mental grave, ella prima
facie también debe aparecer expresamente determinada en informes médicos o expertos
emitidos con dicha finalidad. Y es que, como bien se ha señalado en el amicus curiae pre-
sentado por la Clínica Jurídica de Derechos Humanos y Discapacidad de la Facultad de
Derecho de la PUCP, el solo hecho de tener una discapacidad mental no puede ser tomado
como una excusa o razón suficiente para impedir el ejercicio del derecho fundamental a la
participación política, consagrado en el artículo 31 de la Constitución Política, en relación
con el principio-derecho de igualdad.
Complementa su argumento con el fundamento 72, en el cual refiere que los informes
médicos propuestos para sustentar una discapacidad mental dirigida a sustentar una posible
vacancia solo resultarán atendibles si la referida discapacidad es expresa e indubitablemente
grave, que inhabilite definitivamente a una persona para ejercer el cargo (en sentido similar
a como se comprendería una incapacidad física permanente), pues solo en aquel supuesto no
sería posible darle continuidad a las distintas labores y competencias que ejerce el Presidente
o Presidenta de la República.
| 193
César Delgado-Guembes
“moral” que importó y tradujo el legislador del siglo XIX, sin precisar que el
contenido de dicha voz no era propiamente el sentido estricto del que carece
la misma palabra en castellano. El análisis de quienes asumen y hacen suya
dicha interpretación por lo tanto es principalmente etimológico e histórico y,
desde esa perspectiva, califican como inapropiada la técnica hermenéutica que
circunscribe la incapacidad moral a la dimensión de las buenas costumbres
y a los valores éticos individuales o colectivos que predomina en el contexto
histórico presente.
La corriente de opinión que impulsan quienes insisten en que el Con-
ga L
greso sólo podría vacar al Presidente de la República si su incapacidad es, o
Le CIA
física, o «mental», sin embargo, no repara que, independientemente de la
ambigüedad que puede traer consigo los errores de importación del derecho
por quienes inscriben la categoría constitucional en nuestras instituciones,
no puede aisladamente configurar un método más acertado para identificar
l
cómo debe proceder el Congreso ante la incertidumbre a la que apelan quienes,
ay EN
como lo referí, identifican en dicha categoría un galicismo inadecuadamente
procesado por el constituyente del siglo XIX (y consiguientemente, a la par,
también reiterativa y erróneamente por los sucesivos constituyentes durante
los siglos XX y XXI)45.
ch ID
Ya NF
páginas 65 115.
En el trabajo de Espinoza Flores se encuentran y consignan datos históricos y con-
C
194 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
sesquicentenario bajo tierra46.
Le CIA
de tener presentes los datos que compendia ese autor cuando menos para conocer las
limitaciones que acompañan y de las que adolece el unidimensionalismo psico-gálico
l
de Espinosa-Saldaña, García Chávarry, Cairo Roldán y León Hilario.
Adicionalmente es indispensable repasar las bases de la hermenéutica constitucional
ay EN
y su enfoque tanto sistemático como teleológico, tomando como punto de partida que,
más allá de la probable, o desafortunada, intención del legislador de 1839 entre otros,
nada más lejos de una interpretación afín a la naturaleza cultural de las constituciones
políticas que la magnificación del incierto purismo etimológico con el que se propone
ch ID
Constitución, antes que del uso confiable de la hermenéutica para comprender y expli-
car, más allá de la incognoscible voluntad del legislador, qué finalidad debe atender el
reconocimiento de la vacancia por la incapacidad moral del Presidente de la República,
con todos los riesgos que el reconocimiento de esa facultad pone en manos del régimen
representativo de la república. Quizá la revisión de los antecedentes interpretativos del
O
46
Debo agradecer la referencia que me proporcionó el profesor Domingo García Belaunde,
en relación con la inexistencia de mención alguna en las Actas del debate constituyente
de 1839.
En efecto, el texto que compartió conmigo exime de mayor comentario, porque no hay
evidencia alguna de la intención del legislador. Por esta sola razón bastaría descalificar
las pretensiones de erudición etimológica basadas en actos de interpretación que ex-
ceden el marco de la sana disciplina hermenéutica.
No basta mencionar que cabría acaso imaginar que la intención del constituyente haya
sido la que se invoca, y menos riguroso aún trasladar interpretaciones probablemente
aceptables en el derecho privado, en particular el de origen galo, pero no parece ni
sensato ni sagaz saltar a la garrocha una elaboración aceptable para los iusprivatistas
pero insuficientemente recomendable para el derecho público en general, y menos
aún para el derecho constitucional peruano que, como se conoce, hereda este tipo de
instituciones, no del derecho francés ni del español, sino del derecho y de la tradición
del mundo anglosajón.
| 195
César Delgado-Guembes
Más allá de lo que pudo regir en la historia del derecho francés, y que
en todo caso no deja de haber sido familiar y común en el idioma castellano,
en francés el vocablo morale hoy carece coloquialmente de lo que pretenden
quienes sostienen el disloque del inciso 2 del Artículo 113 de la Constitución47,
y de otro lado esa misma voz tiene como origen común el sustantivo latino
mores que en los idiomas que se derivan y tienen sus principales raíces del
latín, como el castellano, no se refiere a la dimensión mental, o intelectual sino
al ámbito de la corrección axiológica o ética de las costumbres48.
Como ha ya quedado presentado y explicado, el órgano con competencia
ga L
expresa para calificar el estatuto o condición del Presidente de la República es el
Le CIA
Congreso de la República. La posición constitucional del Congreso se sustenta
en la legitimidad con que el régimen representativo le reconoce la potestad de
tomar decisiones en nombre, por cuenta e interés del pueblo. El Congreso es
el órgano en que queda representada la voluntad popular y en mérito a este
l
principio es que la Constitución le otorga la capacidad de deliberar, revisar,
ay EN
evaluar, calificar y decidir en relación con una cuestión singularmente impor-
tante como es la permanencia o la remoción del Presidente de la República.
ch ID
47
Gracias a la ilustración que recibí de Patricia Robinson Urtecho ha sido útil conocer
Ya NF
que, en una de las más recientes ediciones digitales del Larousse, uno de los dicciona-
rios de lengua francesa más usados, pueden notarse las diversas acepciones que tiene
el vocablo morale. Entre ellas la primera dice ensemble de règles de conduite, considérées
comme bonnes de façon absolue ou découlant d’une certaine conception de la vie. La segunda,
science du bien et du mal, théorie des comportements humains, en tant qu’ils sont régis par
O
des principes éthiques. La tercera, enseignement qui se dégage de quelque chose, conduite
que l’événement ou le récit invite à tenir. Y la cuarta, conclusion, en forme de morale, d’une
C
fable, d’un récit. (las acepciones fueron tomadas del enlace https://www.larousse.fr/
dictionnaires/francais/morale/52564, el 13 de marzo de 2022).
Igualmente es necesario tener como información que para el derecho civil francés
actual la incapacidad puede, en efecto, ser física o mental (no moral), según lo expli-
can Serge Braudo y Alexis Baumann en el texto que publica https://www.juritravail.
com/informations-pratiques/lexique/Incapacite.html. En dicha publicación se define
como incapacidad la situation juridique dans laquelle se trouve une personne dont les en-
gagements, soit en raison de son jeune âge, soit en raison de la défaillance de ses facultés
mentales, sont nuls ou annulables et qui, pour ce motif se trouve placée sous un régime légal
de protection. Testimonio especializado que permite notar que en el desarrollo actual
la incapacidad «mental» no se comprende, concibe ni define como incapacidad moral.
48
Mores en latín, corresponde a moeurs, en francés, cuyo significado general no es tampo-
co mental ni intelectual, sino las vivencias relacionadas con la dimensión no corporal
sino a valores extrapatrimoniales, como puede ser el mundo de los afectos o de los
sentimientos propios de las costumbres, o de la justicia.
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La destitución por incapacidad moral
ga L
control de la ética o de la moralidad pública en relación con la designación
o de la remoción de otros importantes funcionarios a cargo de los más altos
Le CIA
órganos constitucionales.
Es en el marco de la misión de dirección u orientación de la estructura
orgánica de las instituciones estatales que monitorea o supervigila, así como
l
de su rol en tareas de control político que tiene el Congreso en materia de éti-
ay EN
ca pública y constitucional, en efecto, que, como ya fue reseñado, interviene
en la designación así como en la destitución del gabinete ministerial según lo
prevén los Artículos 130 y 132; en la designación y remoción del Contralor
General de la República, según lo dispone el Artículo 82; en la designación y
ch ID
| 197
César Delgado-Guembes
ga L
pecíficamente química, fisiológica o genética, y en general desde la perspectiva
Le CIA
de un análisis psiquiátrico. Los desórdenes de índole básicamente psíquicos,
sin embargo, pueden no producir efectos en el desempeño ni en el ejercicio a
cargo del Presidente de la República, como lo serían los cuadros de anorexia,
bulimia, patologías narcisistas, los distintos casos de desórdenes adictivos, o
l
disforias de género o de identidad de género.
ay EN
Los supuestos de psicopatías, sin embargo, en la medida que no quepa
comprobar base genética, química o neurológica en su ocurrencia, sí dan mérito
para cuestionar la permanencia en el cargo de quien ocupa la presidencia de
ch ID
198 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
con base genética, química, neurológica o fisiológica, la incapacidad puede ser
Le CIA
calificada como una incapacidad propia y específicamente «física», porque tiene
una base o etiología no exclusivamente psíquica. Y sólo si no cabe atribuir una
inconducta a una base no genética, química o fisiológica cabría pretender que
la inconducta tiene una etiología u origen básicamente psíquico.
l
ay EN
Cuadro N° 8
Posibles consecuencias morales de cuadros
de discapacidad mental
ch ID
Ya NF
O
C
| 199
César Delgado-Guembes
ga L
De otro lado, la situación inversa sí tiene un aspecto significativamente
Le CIA
relevante y políticamente preocupante o digno de especial consideración y
concernimiento. La calificación de incapacidad moral como incapacidad «men-
tal», en este sentido, tiene alcances restringidos frente a inconductas morales
objetivamente reprochables. Aun si a la incapacidad «mental» se añade que
l
afecte la performance o desempeño del Presidente de la República, ambas
ay EN
condiciones no alcanzan casos de actuación inidónea, indigna ni indecorosa
del Presidente de la República incompatibles con el cargo y la función.
En efecto, la interpretación del concepto de incapacidad moral como
ch ID
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La destitución por incapacidad moral
ga L
la perención del mandato de altos funcionarios por inconductas morales, funcionales
o constitucionales, entre las que por cierto se encuentran la acusación constitucional
Le CIA
(antejuicio y juicio político, cuya base es el impeachment británico y norteamericano),
y la remoción del Presidente de la República por grave y extrema irregularidad en su
comportamiento como jefe de Estado.
Sabido es que la intención del legislador no es un método de interpretación precisamente
l
prioritario ni privilegiado, principalmente cuando otros métodos permiten resultados
ay EN
menos inconsistentes con la finalidad del régimen político y democrático que marca
la filosofía política y moral de nuestra Constitución.
Sabido es, igualmente, que más allá del posible emparentamiento con la fuente
francesa, los textos tienen vida propia más allá de cómo fue que llegaron a aparecer
en el cuerpo del documento constitucional. Y si, además, del valor que tiene en
ch ID
ción clasifica las discapacidades mentales no como una dolencia de origen neurológico,
genético o químico, sino a partir de algún criterio a todas luces diverso al que consta
en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-V), cuyo contenido
cubre la relación psiquiátrica de problemas y trastornos de neurodesarrollo, psicóticos,
y en general todo tipo de trastornos mentales. Al plantear la clasificación que refiere
en su artículo pareciera ubicar como mentales determinados trastornos cuya base es,
sin embargo, física, genética, química, neurológica o fisiológica, sujeta a análisis que
son objeto especializado de la psiquiatría.
Más allá del discurso mentalista con el que se sesga la interpretación constitucional del
inciso 2 del Artículo 113 de la Constitución, el hecho que genera el concernimiento
del Congreso no es propiamente la etiología del comportamiento, sino el daño que el
comportamiento ocasiona y genera en la inidónea o indigna conducción del país por el
jefe de Estado. Lo que se valora no es la enfermedad mental, sino la conducta reprobable
que muestra el Presidente de la República con la que pone en peligro la gobernabilidad
y estabilidad social, política o económica del Perú.
| 201
César Delgado-Guembes
ga L
y a la incertidumbre en los niveles amplios de discrecionalidad y subjetividad
Le CIA
con que el juicio del parlamento puede ejercitar esta misión constitucional.
A la base de esta objeción se encuentra el supuesto de que la moralidad o la
ética pública no permite un juicio objetivo sobre la conducta, y que en ausencia
de objetividad la decisión del parlamento carece del sustento suficiente para
l
sostenerse en la verdad.
ay EN
Para limitar el riesgo de subjetividad objetado se abona en el plantea-
miento de que debe entenderse e interpretarse la competencia del parlamento
para remover al Presidente de la República como una atribución que debe
ch ID
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La destitución por incapacidad moral
ga L
tucional del Perú según lo prueban los textos y los actos parlamentarios
Le CIA
de los que dejan fe los siglos XIX y XX en nuestra historia política y
constitucional.
Como ha sido indicado previamente en este trabajo, dentro del régimen
l
político peruano al Congreso le corresponde el monitoreo de la acción y de la
conducta del jefe de Estado y jefe de gobierno. La tarea que cumple sobre esa
ay EN
materia el Congreso comprende, en consecuencia, el escrutinio de la idoneidad
ética del comportamiento presidencial. Al evaluar dicha idoneidad la tarea de
control que realiza el Congreso debe observar las garantías del debido proce-
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
por lo tanto, supone la convocatoria que deba realizarse para reemplazar a quien
Le CIA
tiene impedimento permanente para desempeñar y cumplir las obligaciones
propias del puesto presidencial51.
l
50
Una opción para estimar como procedente la calificación de incapacidad moral es la
ay EN
coincidencia general sobre las características del desempeño presidencial, independien-
temente de la calidad epistémica sobre el contenido del juicio que el consenso general
adopte.
La denominada abstinencia epistémica que desarrolla John Rawls es una forma de
ch ID
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La destitución por incapacidad moral
ga L
Le CIA
la convocatoria a elecciones para que el pueblo decida quién lo reemplaza por lo que
queda o resta del período.
Ante una causal personal que impide el ejercicio la consecuencia idónea es el reempla-
l
zo. No es necesaria una convocatoria a elecciones generales por carecer, en general y
en abstracto, de razón, justificación, causa o motivo adecuado, razonable ni suficiente
ay EN
para elegir al Congreso que vaca al Presidente.
A inicios de octubre de 2021, durante la legislatura 2021-2022 se presentó un proyecto de
ley, al que se denominó Ley de la muerte cruzada, con el que se proponía que la vacancia
de la presidencia por incapacidad moral permanente daba lugar, simultáneamente, el
ch ID
cese de oficio del Congreso de la República junto con la revocatoria o conclusión del
mandato presidencial. El proyecto fue presentado por el grupo parlamentario de Juntos
por el Perú, a iniciativa de la congresista Isabel Cortez, y preveía la conclusión ipso iure
Ya NF
afectado en magnitud tal que lesiona y daña severamente la conducción del país por
quien padece de una suerte de indignidad para dirigir el gobierno.
La deficiencia conceptual de dicha proposición consiste en el traslado de la lógica que
relaciona el rechazo de la confianza a dos gabinete con la disolución del Congreso,
respecto de la relación entre la vacancia y la disolución ipso iure del Congreso. Tiene
sentido disolver el Congreso que censura o que niega su confianza al gabinete, porque
el gabinete es políticamente responsable ante el Congreso, pero no hay modo de asociar
la irresponsabilidad política del Presidente de la República con la disolución ipso iure
del Congreso, porque la vacancia es un remedio extremo que adopta el Congreso para
solucionar el grave daño que representa para el país que quien adolece de una condición
de indignidad se mantenga en la jefatura del gobierno y del Estado peruano.
Dicha iniciativa adolece, además, de la falta de previsión con que genera la acefalía del
país durante la conclusión del mandato en ambos poderes del Estado, sin una medida
provisoria ni transicional que permita mantener la vigencia del carácter representativo
de la república y de la democracia nacional.
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César Delgado-Guembes
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ocurre lo que causa desazón, ni si la vacancia es el medio adecuado para curar el
Le CIA
mal que se confronta. La vacancia, en este sentido, y por estas mismas razones,
puede fácilmente convertirse en un componente emocional tan desafortunado
como la propia causa declarada del mal que se pretende extirpar mediante la
remoción apresurada del presidente de la república.
l
La calificación de la incapacidad moral del Presidente de la República
ay EN
no expresa los deseos de quienes la proponen, ni los de quienes voten por ella.
La calificación de la conducta, de los actos o de los juicios del Presidente
de la República no cabe sustentarse en un simple acto libidinal, hepático
ch ID
lo ilustre o iluminado que ocurra que fuera quien emita ese juicio moral. La
corrección del juicio moral sobre la conducta del Presidente de la República se
basa en la identificación de lo que debe ser la meta moral en el ejercicio de la
presidencia, y el contraste de esa meta con los hechos o episodios en los que
O
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La destitución por incapacidad moral
ga L
nales en el enjuiciamiento moral de la realidad de carácter repentino, atípico,
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esporádico, irregular, temporal o extraño a un estándar o patrón mantenido
y general de conducta.
Para quienes lo que debe sancionarse bajo el concepto de incapacidad
l
moral permanente más es una situación en la que el presidente de la república
padece de un grado tal de debilitamiento de sus facultades fisiológicamente
ay EN
mentales, y no anatómicas ni físicas, que le impida actuar como si fuera dueño
de sus propios actos o conducta52, la certeza sobre esa condición queda marcada
ch ID
52
En el ámbito neurológico, por ejemplo, cabe incluir casos como el síndrome de Tourette,
que se manifiesta no solo en tics motores, vocales o gestuales estereotípicos, sino igual-
Ya NF
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César Delgado-Guembes
ga L
inaceptable de conductas públicas y otro que si bien pueda resultar excéntrico
Le CIA
no por ello cabe calificar de moralmente condenable? En un Estado de derecho
queda claro que la discrecionalidad es un atributo excepcional y proscribible
como medida punitiva. A la lógica del Estado de derecho le resulta ajeno y peli-
groso liberar el criterio sancionador a la sola y libérrima facultad del juzgador.
l
El riesgo anotado se convierte en un serio peligro cuando la sanción
ay EN
se traslada al plano político en el que los protagonistas no son precisamente
un gremio de profesionales especializados en salud mental, una fraternidad
médica, ni una congregación sacerdotal. En la actividad política los niveles
ch ID
Los casos de desórdenes mentales capaces de calificar como una incapacidad «mental»
pueden preceder o suceder en la línea de tiempo de la historia clínica de una persona.
Si existieron antes de asumir un cargo público habría sido previsible que esos rasgos se
advirtieran o percibieran en la conducta del candidato. Contrariamente, si sobrevienen
a la asunción del cargo la existencia del desorden aparecerá como manifestaciones
conductuales cuya ocurrencia permite inferir un mal que resulta incompatible con el
ejercicio del puesto que se ocupa. En consecuencia, serán esas manifestaciones con-
ductuales las que calificarán la incompatibilidad moral y espiritual para el desempeño
por incapacidad para mantenerse en una posición desde la que el daño político puede
ser grave e irreversible para la colectividad.
208 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
abierto e incontrastable de imposibilidad de controlar sus impulsos o de tomar
Le CIA
decisiones erráticas y contradictorias, contrarias al bien común, al bienestar,
estabilidad o gobernabilidad de la república, del Estado o de la sociedad? ¿Hasta
dónde puede ese régimen político pagar el costo de no poder deshacerse de un
jefe de Estado que, sin padecer discapacidad mental alguna, presenta rasgos
l
y características morales abiertamente lesivas a los superiores intereses del
ay EN
país y de su destino?
Son notablemente dos riesgos, o de deficiencias, o de excesos. ¿Cuál es
el riesgo político y moral menor para una sociedad y para un Estado democrá-
ch ID
| 209
César Delgado-Guembes
ga L
alguna por sus actos. Lo que se evita es la imposibilidad del Presidente de
Le CIA
hacerse responsable de los actos que protagoniza en el ejercicio de su función
y durante el desempeño de sus tareas. Por lo tanto, si el Presidente no padece
de discapacidad mental que lo inhabilite para el uso orgánicamente probado
de su voluntad y de su razón, ese Presidente, independientemente de las in-
l
conductas que pudiera reprochársele sí debe mantenerse en el ejercicio del
ay EN
puesto hasta el término de su mandato, salvo que incurriera en cualquiera de
las causales para procesarlo constitucionalmente que establece el Artículo 117
de la Constitución.
ch ID
los actos que cometemos voluntariamente, así como de los actos accidentales
en los que participamos por descuido, negligencia, distracción o insuficiente
capacidad de previsión o perspicacia. Esta misma premisa es la que se obvia
cuando se permite que, al amparo de la tesis de la «incapacidad mental», ha
O
210 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
que le corresponda al Presidente de la República por las violaciones en que
Le CIA
incurra de la Constitución, o por los delitos que cometiera en el ejercicio de
sus funciones. Y mientras cae ministro tras ministro en mérito a la respon-
sabilidad subrogatoria que asume según mandato constitucional, ¿deben los
órganos representativos mantenerse impasibles sin demandar ni exigir que
l
el Presidente de la República responda por actos por los que tampoco puede
ay EN
responder ningún miembro del gabinete en razón a que las faltas morales del
Presidente no suponen propiamente vulneración de la Constitución ni delito en
el ejercicio de la función, sino que se originan en vicios morales en el ejercicio
del poder y del desempeño de las funciones que el pueblo le confía?
ch ID
de ética pública que recoge nuestra Constitución política. Esa opción obvia,
ignora y termina siendo indiferente con situaciones en las que es imperativo
C
| 211
César Delgado-Guembes
ga L
de la realidad por el presidente de la república?
Le CIA
Si el propósito es contar con un mecanismo excepcional que facilite la
regulación de situaciones efectivamente indeseables en el funcionamiento del
régimen político, no cabe eliminar ni descartar la alternativa, porque impediría
l
el reemplazo de la autoridad moralmente incapaz por otra en la línea de suce-
sión respectiva. No cabe inmovilizar ni petrificar la presencia de un hombre
ay EN
en un rol de autoridad como si la infalibilidad lo asistiera por el único hecho
de haber recibido el reconocimiento suficiente en el sufragio colectivo.
En las democracias es inaceptable la intangibilidad del gobernante y si
ch ID
cuando comete excesos. Caso contrario, mantener al indigno del cargo genera
una seria deficiencia en el funcionamiento del régimen político, además de las
consecuencias externas que ocasiona en la ilegitimación de la autoridad y del
O
sistema democrático.
En consecuencia, para que esta institución cumpla la finalidad por la
C
212 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
gobernabilidad del país a través de la conducción que tiene a su cargo el Jefe
de Estado y Jefe de gobierno.
Le CIA
¿De qué tipo de condiciones o criterios se trata cuando se plantea la
pertinencia de parámetros a los que requiere ajustarse la decisión del Con-
greso de licenciar, vacar, remover o destituir al Presidente de la República
l
en razón a su permanente incapacidad moral? La vacancia por incapacidad
ay EN
moral permanente sirve al mismo marco conceptual por el que se mantiene
su invariable vigencia histórica en el constitucionalismo peruano desde sus
orígenes. Se mantiene porque es indispensable que se la use cuando el daño
que la permanencia de un presidente es mayor que su remoción. Se mantiene
ch ID
namiento regular del sistema democrático del Perú. Y se mantiene como vía
excepcional para evitar el desmán que la ausencia de niveles elementales de
gobernabilidad y de convivencia nacional continúe teniendo como fuente y
causa la incompetencia moral del Presidente de la República en la conducción
O
| 213
César Delgado-Guembes
ga L
parlamentario. Ninguna Constitución ha limitado la capacidad discrecional
Le CIA
del Congreso para hacerse cargo de la delicada evaluación de la pregunta ante
la que debe responder la representación nacional cuando aparece y surge la
sombra o los visos de un contexto en el que sea necesario tener y tomar en
l
consideración plantear la posible remoción del Presidente de la República
como consecuencia de juicios, de actos o de conductas o comportamientos
ay EN
moralmente incompatibles con el debido desempeño y ejercicio de la jefatura
del Estado y de la conducción del gobierno.
Todas las Constituciones peruanas han mantenido uniformidad y con-
ch ID
214 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
de la República. En síntesis las razones están relacionadas con cuestiones de
Le CIA
arbitrariedad, predecibilidad, ambigüedad, democratización, y riesgo. Todas
estas cuestiones están en último término interconectadas entre sí, pero cabe
identificarlas y aislar una de otra de forma que la finalidad de los parámetros
pueda agregar el valor que se le adjudica en un proceso políticamente extremo
l
y excepcional.
ay EN
Cuadro N° 9
Finalidad de los parámetros para el uso de la vacancia
por incapacidad moral permanente
ch ID
Ya NF
O
C
Elaboración: propia
| 215
César Delgado-Guembes
entre los operadores del régimen político. Es una propiedad de las pautas, cri-
terios o parámetros la capacidad de orientar al operador hacia el fin buscado
con el uso de una atribución para cumplir con una función o tarea. Cuanto más
excepcional sea la situación en que quepa valerse de esa competencia extrema
mayor circunspección es exigible para evitar usos impropios, innecesarios o
indebidos por quien tiene el poder de evaluar, deliberar y dirimir un supuesto
de incapacidad moral.
La segunda razón es establecer pautas que garanticen mínimos de prede-
cibilidad en el margen de discrecionalidad en el uso del poder, del Presidente
ga L
y del Congreso. Si la atribución del Congreso debe utilizarse según un encua-
Le CIA
dre determinado tanto el Presidente de la República, el gobierno en general,
y el Congreso en particular, contarán con un marco apropiado de antemano
según el cual se espera que se utilicen los mecanismos para controlar, exigir y
sancionar lo que quiera que se consideren actos, comportamientos, juicios o
l
conductas impropios en el ejercicio de la función presidencial. El conocimiento
ay EN
de estas pautas o parámetros define el margen de juego y de uso del poder por
el Presidente de la República, tanto como la capacidad del parlamento en su
rol como agente a cargo de la vigilancia de la ética pública y constitucional en
nuestro régimen político.
ch ID
carece de acotación sólo queda el libre ejercicio del poder por quienes tienen
la mayoría necesaria para aprobar o para rechazar una propuesta, de la índole
que fuera, con el solo límite del número de votos con que se cuente para tomar
la decisión sobre la que tiene competencia. Puede advertirse, por lo tanto,
O
nudo y absoluto uso del poder legal y el uso del poder según un orden míni-
mamente racional.
El resultado esperado de prever parámetros para el uso del poder, como
límite moral en el desempeño presidencial, a la vez que como límite compe-
tencial en la facultad del Congreso de calificar la afectación de la moralidad
pública y constitucional del Presidente de la República, es la desambiguación
de la forma de gobierno, porque el Presidente de la República no tiene libertad
para quebrar ni desconocer la ética que nuestro régimen democrático tiene
en sí mismo, ni el Congreso puede al solo amparo de las mayorías y sin
fundamentos adecuados ni suficientes licenciar y destituir al Presidente de
la República. La desambiguación produce certeza y claridad interpretativa
216 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
juicio sobre qué es lo óptimo en la vida política del país es un juicio moral, un
Le CIA
juicio ético. Responde a la pregunta por el bien o el mal para una comunidad
política. Las pautas que instruyan o encaminen tanto al Presidente de la Repú-
blica, orientándolo sobre la corrección en la moralidad de sus actos mientras
conduce el Estado, como al Congreso cuando advierte síntomas o señales de
l
peligro que requieran la adopción de medidas extremas y excepcionales para
ay EN
evaluar la idoneidad presidencial en el gobierno por el jefe de Estado, a la vez
que restringen el uso de capacidades y atribuciones constitucionales, también
operan como mandatos para contribuir mejor en el cumplimiento de la fina-
lidad democrática del poder en nuestra república. De ahí que quepa entender
ch ID
| 217
César Delgado-Guembes
Las razones anotadas sirven para disminuir los riesgos que conducen al
escepticismo respecto de la conveniencia de mantener en nuestra Constitución
la alternativa de que el Congreso se mantenga como árbitro o como agencia
de vigilancia de la ética pública en el Perú.
Si los escépticos ven un riesgo de abuso en la inclusión de ámbitos de
moralidad en el régimen constitucional o en el régimen político del Perú, y para
hacerlo invocan el relativismo de los juicios morales, la existencia de pautas
para el mejor uso de las facultades parlamentarias en el control de la ética según
la cual debe comportarse el Presidente de la República, tiene el objetivo de
ga L
mantener la posibilidad de que el ejercicio de la presidencia sí cuente con los
Le CIA
límites propios de la axiología y de la moral que se deduce y que se desprende
conceptualmente de nuestra Constitución.
En otras palabras, la propuesta y la observación de parámetros en el
l
ejercicio de la capacidad de vigilancia a cargo del parlamento así como de su
competencia como órgano de control excepcional sobre el desempeño moral
ay EN
del Presidente de la República, es propiamente una apuesta, primero, por afir-
mación de que en la vida política existe un código ético no escrito que rige a
todos los operadores del poder estatal, y segundo por el reconocimiento de que
ch ID
218 |
La destitución por incapacidad moral
Cuadro N° 10
Componentes del parámetro para razonar
la vacancia por incapacidad moral
ga L
Le CIA
l
ay EN
ch ID
Ya NF
Elaboración: propia
O
| 219
César Delgado-Guembes
ga L
gobernabilidad, y la gobernanza del país.
Le CIA
Como remedio último y más drástico sólo corresponde recurrir a la va-
cancia en la causal de permanente incapacidad moral si no existiera otro medio
constitucionalmente más adecuado, conveniente y eficiente para corregir las
l
severas deficiencias, desvíos o distorsiones en el ejercicio y desempeño del
poder presidencial. Lo que se pretende y busca en este proceso parlamentario
ay EN
es tomar una decisión razonable, ajena a la arbitrariedad, animosidad o interés
en despojar a la autoridad presidencial del papel que el país necesita para llevar
a buen término el gobierno y la administración general del país.
ch ID
220 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
moral. La sospecha o la intuición son insuficientes para descalificar al Presi-
Le CIA
dente de la República sobre hechos de los que no puede deducirse vínculo con
sus actos o decisión personal.
La pertinencia de una propuesta de vacancia como remedio para eliminar
l
los riesgos que la incapacidad moral del Presidente de la República ocasiona
tiene como sustento la responsabilidad que cabe atribuirle al Presidente de
ay EN
la República como conductor del gobierno y, en consecuencia, a cargo del
rumbo que puede y debe tomar el Estado y el país durante su mandato. Si
bien el Presidente de la República goza de la prerrogativa de su indemnidad e
ch ID
| 221
César Delgado-Guembes
ga L
Los datos, indicios o evidencia deben procurar una respuesta razona-
Le CIA
ble frente a los efectos dañinos que cause la permanencia del jefe de Estado
en la presidencia de la república, no porque sea la única respuesta frente a la
realidad que se pone a consideración del Congreso, sino porque es plausible
tomar en consideración las razones expuestas en el pedido de remoción para
l
evitar el peligro que represente mantenerlo en el cargo y funciones propias
ay EN
del Presidente de la República.
Cabe que entre dichos actos unos sean gruesos y otros de menor calibre,
pero lo crítico es que se muestre o una sucesión de desaciertos atribuibles a
él de modo personal en la definición o en el manejo constitucional de las po-
líticas públicas, o en insuficiencias agregadas en los actos que protagoniza en
la conducción del Estado que sustraigan posibilidades de niveles mínimos de
gobernabilidad en las instituciones estatales.
Parte de las deficiencias puede constituir la insuficiencia en el compro-
miso con valores inherentes al régimen democrático, y a principios políticos
derivados de este régimen y del concepto de buen gobierno o de gobernanza,
tales como las acciones relacionadas con la obstrucción del desempeño regular
de actos de fiscalización o de la administración de justicia, el encubrimiento, la
falsedad o el ocultamiento de evidencia o información pública, o la afectación
222 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
que afectan la sensibilidad y la dignidad nacional con el pobre o deficiente
Le CIA
nivel de desempeño ético del Presidente de la República, generando sorna o
burla internacional que puedan poner al Perú al borde de la vergüenza y del
menosprecio global.
l
ay EN
5.4 El carácter permanente
El cuarto elemento del parámetro es el carácter permanente que se advier-
ta en el mal uso del juicio moral o la permanencia de inconductas moralmente
reprensibles e incompatibles con el puesto (lo que excluye el carácter ocasio-
ch ID
| 223
César Delgado-Guembes
con los que la situación política o económica del país empeore y las crisis se
agudicen, afectando el sistema productivo, o la capacidad adquisitiva y de
desarrollo social y cultural de la población, en desmedro de políticas estables.
Cuenta como una incapacidad moralmente permanente la comisión de
un solo acto grave, como podría serlo un delito común. El asesinato, el homici-
dio, el lavado de activos, el uxoricidio, el parricidio, el filicidio, el estelionato,
la estafa, sin que sea preciso ni exigible la reiterancia ni un patrón delictivo
sistemático. La comisión de un hecho delictivo daña el estatus, y el puesto de
jefe de Estado en grado tal que no resulta permisible ni aceptable contar con
ga L
un delincuente en el cargo presidencial53.
Le CIA
La grave falta de juicio ético y de sindéresis estatal, sumada descono-
cimiento de principios elementales de la axiología y ética constitucional,
configura lesivamente la posición y el estatus presidencial que ocupe una
l
persona cuya permanencia pone en grave peligro la estabilidad y la conducción
segura del país hacia un destino plural y eficazmente compartido.
ay EN
El carácter marginal del desempeño del Presidente de la República son
contrarios a la moral cuando ponen al Perú ante la indeseable disyuntiva de
ch ID
idad cuestionable o dudosa, así como, igualmente, la sola comisión de un acto grave y
flagrantemente ausente de moralidad a pesar de la ocasionalidad o circunstancialidad
C
de su ocurrencia.
Debe tenerse presente que la inmunidad presidencial que establece la Constitución
acompaña sólo respecto de la naturaleza funcional de las imputaciones que se realicen.
No las que afecten la dimensión privada, particular o personal de su desempeño o compor-
tamiento.
De ahí que, si procede y se aprobara la declaratoria de vacancia por la comisión de un
delito común, dado que el Presidente de la República no goza de las inmunidades de
proceso y de arresto, luego de su destitución por el delito común calificado como causal
de incapacidad moral permanente, el titular debiera quedar sometido a la jurisdicción
penal ordinaria. No corresponde el procesamiento ante la Corte Suprema, porque no
se trata de un delito en el ejercicio de la función.
Contrariamente, por lo tanto, cuestiones como la mentira reiterada o sostenida, durante
el ejercicio de la función, son válidamente invocables como sustento para provocar la
vacancia presidencial, sin que, para este efecto, sea exigible el proceso de acusación
constitucional.
224 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
medida frente a otras alternativas previstas en el sistema para conjurar el daño
y riesgos que representa la permanencia del presidente moralmente incapaz.
Le CIA
La remoción es una medida última, extraordinaria, cuyo uso sólo pro-
cede si no existe otra medida menos intensa o grave que permita a la vez que
l
corregir las deficiencias de desempeño en la conducta o juicio del Presidente
de la República, afectar en menor medida la conducción y gobernabilidad que
ay EN
está a cargo del Presidente de la República.
La remoción se justifica si, y cuando, la importancia de la satisfacción
de las necesidades de conducción, gobernabilidad o gobernanza del país es
ch ID
| 225
César Delgado-Guembes
ga L
para el ejercicio de su defensa, aunque la misma versaría únicamente respecto
Le CIA
del delito por el que se lo denuncia, quedando de lado el patrón indecoroso,
indigno, reprochable, errático o marginal de sus hábitos de desempeño ética-
mente impropio en la presidencia de la república.
l
En vista del costo y de las inconveniencias de la alternativa de la eventual
suspensión que alejaría al Presidente de la República del cargo, esta opción
ay EN
sería comparativamente ineficaz para eliminar los costos políticos y constitu-
cionales que causa su permanencia durante el lapso que dure, cuando menos,
el proceso de acusación constitucional en el Congreso. En primer lugar por-
ch ID
que la vacancia, quedaría a la vez claro que dicha opción deja sin solución la
dimensión y extensión del mal que ocasiona la permanencia del Presidente
C
226 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
La decisión de remover al Presidente de la República es necesaria cuando
Le CIA
su permanencia ocasiona un nivel política y constitucionalmente más oneroso
en la dirección del gobierno y la conducción del Estado y del país, que convivir
con su retención en el puesto, a pesar de la ausencia moral con que se califica
l
su incapacidad para el desempeño y ocupación del cargo presidencial.
La vacancia del Presidente de la República es necesaria e inaplazable
ay EN
si y cuando su permanencia en el ejercicio ocasiona un escenario y situación
comparativamente más grave en la conducción del país que su mantenimiento
en el cargo. Es más, desconocer o ignorar los datos y razones por los que la
ch ID
una figura distante del perfil ejemplar con que se debe ejercitar las funciones
de conducción que le corresponden al Presidente de la República. Tanto mayor
C
| 227
César Delgado-Guembes
ga L
de la gobernabilidad del Estado y la estabilidad política y económica del país,
cabe calificar como constitucional dicha intervención e injerencia al remover
Le CIA
y vacar al Presidente de la República por incapacidad moral permanente.
La constitucionalidad de la decisión del parlamento de interferir de
modo drástico en la conducción del país, a cargo de quien fue elegido para
l
hacerlo por la voluntad popular, se basa en el carácter representativo que la
ay EN
Constitución le reconoce al Congreso y, por lo tanto, además, la remoción del
Presidente de la República por el parlamento es una decisión compatible con el
régimen democrático. La Constitución sólo legitima la decisión del Congreso
cuando éste vota previa deliberación de las razones y de la finalidad que se
ch ID
inconveniente de su desempeño.
C
228 |
La destitución por incapacidad moral
del régimen democrático que se rige por la regla de que las decisiones se to-
man con el criterio de la mayoría. En consecuencia, para cumplir bien, válida
y correctamente con la ética democrática se espera y se exige mucho más que
un número reglamentario de votos.
La exigencia en la emisión del juicio sobre la proporción entre las faltas
imputadas y la sanción o pena de remoción supone que la voluntad de la mayoría
debe ajustarse previamente al modo auténtico, y fingida ni calculadoramente, a
reglas elementales, primarias, fundamentales y básicas de legitimidad política.
De ahí que se deduzca que, para que la decisión sobre la proporción entre
ga L
las faltas y la sanción de vacancia presuponga, mínimamente, dos condiciones:
Le CIA
(1) que el voto de cada miembro del parlamento sea un voto sincero y autén-
tico, y no un voto calculado que simule una convicción de la que se carece
con la que se remede una autenticidad inexistente; y (2) que la decisión que
l
se proponga, sobre la que se evalúe, delibere y apruebe sea razonablemente
fundamentada en cada una de las diversas etapas del proceso deliberativo
ay EN
y de votación, identificando, reconociendo, y exponiendo, lealmente, las
distintas objeciones a la decisión propuesta por la diversidad de opositores a
la medida en debate, así como la consecuencia que razonan los proponentes
ch ID
| 229
César Delgado-Guembes
ga L
política para neutralizar, mermar, lesionar o deshacerse del contrincante o
rival político.
Le CIA
El objetivo del proceso de vacancia es recuperar la conducción cons-
titucional del país por el Presidente de la República, de forma que el Estado
mantenga el equilibrio institucional con procedimientos acordes con los
l
objetivos de cada órgano e instancia estatal. La remoción de quien carece del
ay EN
perfil indispensable para hacerse cargo de la conducción del país es una de las
ingratas tareas que tiene que asumir el Congreso de la República en situaciones
graves y delicadas de nuestra historia política.
ch ID
*
* *
Tener presentes estas condiciones permitiría realizar usos constitucional-
mente acotados de una atribución que resulta innegablemente útil para generar
230 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
materia de evaluación, como lo es la capacidad de enjuiciamiento moral del
Le CIA
presidente de la república en ejercicio y desempeño de sus atribuciones cons-
titucionales. Obviamente, en un contexto tan inasible como lo es la calificación
de un acto como sustentado o carente de moralidad supone niveles altos de
riesgo, porque quienes emitan el juicio moral no tendrán mayor referente que
l
el de sus propias consciencias y convicciones, desde las cuales elaborarán la
ay EN
racionalidad y estándares que invocan para calificar, o para descalificar, los
hechos y conductas por los que se imputa inmoralidad al funcionario objeto
de cuestionamiento.
ch ID
| 231
César Delgado-Guembes
ga L
refiere únicamente a la causal que la Constitución recoge en el inciso 2 del
Le CIA
artículo 113, relativo a la permanente incapacidad moral o física del Presidente
de la República. No incluye, por ejemplo, la vacancia que resultaría del supuesto
contemplado en el inciso 4 que se refiere a salir del territorio nacional sin permiso
l
del Congreso o no regresar a él dentro del plazo fijado54. Sin embargo, no pasa
desapercibido que es incierto qué tipo de suceso sea calificable y asimilable
ay EN
como una incapacidad, moral o física, ni cuándo es que tales incapacidades
tengan la categoría de permanentes.
El carácter abierto de esta condición, y por supuesto sin contar con los
ch ID
54
Sobre el desarrollo de la cuestión de la vacancia por el incumplimiento del inciso 2
del artículo 113, puede revisarse Los viajes del Presidente (1998), en el enlace digital
https://es.scribd.com/doc/11114140/CDG-Los-Viajes-Del-Presidente-Seccion-I
55
No debe perderse de vista que el carácter abierto de la categoría “incapacidad moral
permanente” incluye supuestos no enunciados en el Artículo 117 de la Constitución,
relativos a las causas por las que cabe acusar al Presidente de la República en los procesos
de antejuicio o de juicio político previstos en los Artículos 99 y 100 de la Constitución.
En efecto, si la limitación que indica el Artículo 117 se refiere a la posibilidad de acusar
al Presidente de la República en sede parlamentaria durante su período constitucional,
las causales que esa norma indica comprenden fundamentalmente los delitos que el
Presidente pudiera cometer en el ejercicio de la función, así como las infracciones a la
Constitución por las que fuera responsable. El Artículo 117 señala taxativamente por
qué supuestos cabe iniciarle un proceso de acusación constitucional de acuerdo a los
Artículos 99 y 100.
232 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
carácter sumario, y no se precisa de consulta a órganos a los que se asigne la
preparación de evidencia ni consenso antelado alguno56.
Le CIA
l
Sin embargo, el espacio que no queda excluido de exigibilidad en las responsabilidades
del Presidente de la República son todos los casos en los que la falta constituya la co-
ay EN
misión de un delito cometido durante el período constitucional más allá del ejercicio
de su función. Esas faltas son los delitos comunes que cometa en la esfera privada o
particular dentro de su mandato, que no sean susceptibles de procesamiento mediante
una acusación constitucional al amparo de los Artículos 99 y 100.
ch ID
Son los delitos comunes cometidos por el Presidente de la República los que cabría
incluir y procesar dentro de un proceso de vacancia por incapacidad moral. En especial
si se trata de un delito común cometido en flagrancia. Por lo tanto, independientemente
Ya NF
del procesamiento penal que corresponda por la comisión de un delito común, el Con-
greso puede paralela, concurrente y simultáneamente iniciarle un proceso de vacancia
por incapacidad moral permanente por la comisión de un delito común durante su
mandato presidencial.
En concordancia con este planteamiento sí es válido postular que el proceso de vacan-
O
cia por incapacidad moral permanente permite incluir, por ejemplo, y con carácter
enunciativo, los casos de delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; los delitos contra el
C
patrimonio; los delitos contra la tranquilidad pública; o los delitos contra los derechos
intelectuales.
Estos supuestos, sin embargo, no excluyen, adicionalmente, otras formas de incapacidad
moral como podrían serlo las severas, manifiestas, reiteradas y ostensibles deficiencias
advertidas en la capacidad de conducción del país y del Estado por el titular del cargo
presidencial. Esos supuestos podrían incluir, por ejemplo, la dipsomanía, la coprolalia
pública e indiscriminada, y también actos como la grave y reiterada negligencia en la
capacidad de elegir correctamente a quienes tengan la responsabilidad de dirigir ins-
tituciones u órganos públicos o estatales.
56
Sobre el proceso de vacancia contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski puede revisarse
el texto Lo debido y lo indebido en el juicio político. Entre el indulto y la vacancia, publicado
en agosto de 2018 en el enlace digital <https://es.scribd.com/document/385202785/
CDG-Lo-debido-y-lo-indebido-en-el-juicio-politico-Entre-el-indulto-y-la-vacancia>.
Este texto también fue publicado en octubre de 2018 en el libro Derechos fundamentales.
Actas de las III Jornadas de Derechos Fundamentales (Ed. Palestra, pp. 165-214).
| 233
César Delgado-Guembes
Cuadro N° 11
Requisitos para la vacancia presidencial
por incapacidad física o moral
(artículo 113, inciso 2 de la CP)
Presentación Admisión Aprobación Vigencia
Moción de orden Remisión de copia Pleno acuerda día y Acuerdo consta
del día al Presidente de la hora para debate y en Resolución del
Firma de 20% del República, a la bre- votación Congreso.
número legal de vedad Sesión no tiene Resolución se pu-
ga L
congresistas (26 Voto de no menos lugar antes del ter- blica en El Peruano
firmas) del 40% de congre- cer día siguiente dentro de las 24
Le CIA
Sustento en funda- sistas hábiles a la votación de la horas
mentos de hecho La votación de ad- admisión de la mo- La resolución rige
misión se realiza en ción, ni después desde que se co-
Sustento en funda-
del décimo
l
mentos de derecho la sesión siguiente munica al vacado,
a aquella en la que Cabe plazo menor al Presidente del
Acreditación docu-
ay EN
se da cuenta de la con acuerdo de 4/5 Consejo de Mi-
mental
moción partes del número nistros o desde la
Señalar dónde se legal de congresis- fecha de su publi-
encuentran los tas (104 votos) cación
documentos que
ch ID
Acuerdo de vacan-
acreditan hechos y
cia se toma con no
sustento
menos de 2/3 del
número legal (87
Ya NF
votos).
Elaboración: propia
O
del día presentada por lo menos por 26 congresistas, que equivale al 20 % del
número legal. La moción debe motivarse con sustento de hecho y de derecho,
además de la documentación conforme a la cual puede acreditarse las afirma-
ciones relevadas en la Moción.
234 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
El Presidente de la República está asistido de la facultad de recibir el
Le CIA
texto de la moción presentada57, y durante el proceso de debate que ocurra
en su oportunidad cuenta con espacio de 60 minutos para realizar su defensa
y los descargos correspondientes, por sí mismo o con asistencia de quien él
designe como defensor o letrado.
l
Luego de presentada la moción y de correrse traslado al Presidente de la
ay EN
República, el Reglamento preceptúa que debe consultarse la admisión de dicha
moción. Antes del debate y consulta sobre la admisión, sin embargo, debe darse
cuenta de la moción en el Pleno. La presentación es el primer paso. El segundo
ch ID
| 235
César Delgado-Guembes
ga L
respecto del interés en revisar y discutir uno u otros temas.
Le CIA
Llegada la sesión siguiente a aquélla en que se dio cuenta de la moción
ésta debe debatirse y ponerse al voto. El número de votos requeridos para
admitir la moción es el que represente una cantidad de congresistas superior
l
al 20 % de los hábiles.
El porcentaje de hábiles que decide la admisión de la moción puede osci-
ay EN
lar entre los 42 y los 52 votos, aproximadamente, e incluso puede ser inferior
dependiendo del número de licencias otorgadas, el número de congresistas
suspendidos, los no incorporados, o los que ocupen un cargo en el gabinete
ch ID
de ministros.
Si la moción es admitida, el Reglamento establece como siguiente paso
el debate y votación del pedido de vacancia. Como ocurre con las mociones
Ya NF
236 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
estructurar su estrategia argumentativa y la documentación con la cual susten-
Le CIA
tará su posición en relación con el sustento presentado para vacarlo. El segundo
es para evitar que el proceso de vacancia ocurra súbitamente, sin la suficiente
moderación de ánimo. El plazo se establece con el objeto de amortiguar el
impacto del apasionamiento o precipitación de impulsos que es conveniente
l
distanciar en la disposición emocional de los actores del proceso. Esta finalidad
ay EN
aspira a ensanchar las posibilidades reflexivas y deliberativas principalmente
tanto de los promotores como de quienes con su voto decidirán el curso de la
pretensión de vacar al más alto funcionario del gobierno.
ch ID
grave que este plazo fuera necesario recortarlo, el propio Reglamento también
señala que es posible que el plazo sea inferior y que el debate y la votación
se realice de inmediato. Dice el Reglamento en el inciso c) del Artículo 89-A
que cuatro quintas partes del número legal de congresistas pueden acordar un
plazo menor, o su debate y votación inmediata59. El número de votos necesario
58
El retiro de un pedido de vacancia da por agotado el proceso. En el supuesto de que
un pedido se retirara y se optara por reemplazarlo por otro, el pedido subsiguiente se
regiría por las mismas reglas con las que se debe iniciar originalmente la pretensión.
Por lo tanto, el nuevo pedido exigiría que, igualmente, fuera puesto en conocimiento
del presidente cuya vacancia se pretende.
59
En comparación con los plazos que se toma el Congreso en procesos como el de acu-
sación constitucional, el proceso de vacancia es comparativamente más corto y guarda
| 237
César Delgado-Guembes
para dejar sin efecto el plazo regular y la decisión inminente sobre la vacancia
del presidente de la República, que equivale a 104 congresistas, supone que
la magnitud de la condición que afecta al país es suficientemente grave como
para proceder de modo virtualmente instantáneo, sumario y fulminante.
Si por inconvenientes relativos a fechas y plazos fuera necesario, se
prevé también la posibilidad de que se convoque a una sesión especial con el
objeto de debatir y votar el pedido de vacancia. En el transcurso de la sesión
(en el supuesto de que no existiera acuerdo de debatir y votar de inmediato la
vacancia (cabe asumir que aun en ausencia de quien ocupa la presidencia de la
ga L
República), el presidente puede usar personalmente o, a través de su abogado
Le CIA
defensor, el tiempo de una hora para exponer los argumentos de su defensa
para contradecir el contenido del pedido de vacancia.
Es debido a la naturaleza deliberativa de la asamblea que no sería impo-
l
sible, o nada podría impedir, que la argumentación y defensa del Presidente de
la República sea tan convincente y documentada que quienes propusieron la
ay EN
vacancia soliciten la suspensión del proceso, o incluso que retiren la moción,
de forma que el proceso precluya sin ser necesaria la consulta sobre la vacancia.
La potestad de quienes proponen la moción de vacancia para retirar su propo-
ch ID
más bien semejanza con otros procesos de control propiamente político como el de la
interpelación o el de la censura ministerial.
Es la lógica que ordena este proceso la que ha llevado a algunos críticos a cuestionar
la relativa rapidez con la que el Congreso puede debatir y votar sobre la vacancia. La
crítica es aún más acre cuando se toma en cuenta la excepción que contempla el inciso
O
c) del Artículo 89-A para disminuir los plazos generales o, incluso, el debate y la vota-
ción inmediata de la moción.
C
238 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
acredite, y que durante la sesión ambos hagan uso de la palabra. La segunda
Le CIA
es que el Presidente concurra con el letrado que acredite, pero que durante la
sesión sólo haga uso de la palabra uno de los dos, el Presidente o su abogado.
La tercera es que el Presidente de la República opte por ausentarse y no con-
currir pero sí acreditar a quien lo represente para que haga uso del derecho de
l
defensa en su nombre. Y la cuarta es que el Presidente opte por no hacer uso
ay EN
de su derecho de defensa, no concurriendo a la sesión para la que se lo citó.
La no concurrencia del Presidente a la sesión puede tener naturaleza
dilatoria si es que antes de la fecha para la que es citado presenta una justifi-
ch ID
| 239
César Delgado-Guembes
ga L
presentan al pliego interpelatorio, para luego volver a contestar los argumen-
Le CIA
tos que hubiera añadido el ministro interpelado. En este sentido, el uso de la
moción de vacancia con el solo objetivo de traer al Presidente de la República
para que se defienda de los argumentos a favor de su remoción es y constituye
un desvío o distorsión de la causa jurídica inherente a la vacancia.
l
La buena fe exigiría, en principio, que la moción de vacancia se utilice
ay EN
porque existen razones tan duras, tan graves, tan extremas, tan extraordinarias
y tan fuertes, como para que la asamblea esté convencida que es mejor y que es
necesario remover al Presidente como un mal menor frente a su permanencia en
ch ID
60
La certeza alcanzable por el Presidente de la República sobre la situación auspiciosa que
lo favoreciera sólo podría ocurrir si es que la presencia de un número de congresistas
que le permita asegurar que con dicho número impediría que se alcance la cantidad de
votos necesario para aprobar la vacancia y remoción del jefe de Estado.
240 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
para mantenerse en el puesto, solicite ser recibido en el Congreso en fecha
Le CIA
previa con el propósito de dar un mensaje al Congreso, de conformidad con
la facultad que le reconoce en el inciso 7 del Artículo 118 de la Constitución,
que lo faculta a dirigir mensajes al Congreso en cualquier época61.
l
De utilizar la facultad de dirigir mensajes al Congreso y optar por con-
currir al amparo del inciso 7 del Artículo 118 entre las fechas de la admisión
ay EN
de la moción y la cita para que ejercite su defensa, cabría que utilizara esa
oportunidad para levantar los cargos que le interesa descartar, al margen del
proceso parlamentario de vacancia y quedándole además la ventaja de poder
ch ID
marzo de 2022, que el ministro Torres Vásquez le dirige a la Presidente del Congreso
C
| 241
César Delgado-Guembes
ga L
Lo que no puede impedirse, sin embargo, es el inicio ni el desarrollo del
Le CIA
proceso mientras todos los requisitos han sido cumplidos formalmente, pero
la información material públicamente disponible sí es un elemento de juicio
valioso y decisivo para llamar al orden a quienes trataran de forzar los recursos
l
procesalmente disponibles tanto en la Constitución como en el Reglamento del
Congreso, con fines ajenos a la naturaleza del proceso y de los propios recursos
ay EN
reconocidos en el ordenamiento parlamentario vigente.
Otro tipo de variantes de carácter procesal que tienen lugar durante el
espacio para la defensa del jefe de Estado lo constituye la alternativa de que el
ch ID
62
Si el Presidente de la República optara por calcular su presencia o ausencia en función
de la cantidad de votos comprometidos y de la regla sobre el número necesario para
O
que el sistema prevé para aclarar su responsabilidad permitiendo el acceso a datos que
aproximan la opinión pública, la sociedad y el Estado a la verdad (verdad que es objeto
de desdén y menosprecio si se ausenta y opta por no concurrir).
63
Esta variante fue en efecto utilizada por el señor Castillo Terrones durante la sesión
del 28 de marzo de 2022, a la que llegó ungido con la banda presidencial, y en la que
permaneció en el estrado en compañía de la Presidente del Congreso, desde donde
tomó el uso de la palabra, omitiendo cumplir con su desplazamiento hacia el espacio
reservado a quienes deben ejercitar su derecho a la defensa cuando el Congreso desar-
rolla procesos de naturaleza sancionatoria.
El detalle adicional que exhibió en ejercicio de su defensa fue la táctica de llegar acom-
pañado por miembros de su gabinete cuyos sectores eran afectados por los extremos
que cubría la moción de vacancia, con el objeto de que apoyaran de manera indirecta
la defensa dentro de un procedimiento anómalo o atípico, sin previsión alguna en el
Reglamento del Congreso. Los seis ministros que en esa ocasión concurrieron al hemi-
ciclo fueron los titulares de las carteras de Relaciones Exteriores (César Landa Arroyo),
242 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
Como opción adicional ha ocurrido que, además del espacio que el
Le CIA
Reglamento del Congreso le reserva al Presidente de la República para que
exponga sus descargos personalmente y a través del letrado que designe para
que represente su defensa legal, el jefe de Estado opte por enviar a sus ministros
con el objeto de que concurran al hemiciclo a exponer aspectos que apoyen
l
y fortalezcan su posición ante los hechos referidos en la moción de vacancia.
ay EN
Esta variante, también atípica, es ciertamente una forma indirecta de aprove-
char el procedimiento de vacancia a favor de la defensa de las posiciones del
Presidente de la República, y no deja de estar en el marco de las competencias
del parlamento permitir o no permitir su uso64.
ch ID
Ya NF
| 243
César Delgado-Guembes
ga L
La incorrección de la comunicación y del acto tuvo como antecedente la intromisión
que, durante el gobierno de Martín Vizcarra, realizó en la sesión del Congreso el 29 de
Le CIA
septiembre de 2019 el ministro Salvador del Solar, mientras se debatía el proceso de
selección de los magistrados del Tribunal Constitucional en el que se eligió a Gonzalo
Ortiz de Zevallos, cuya designación se rehusó a reconocer el propio Tribunal. La con-
currencia voluntaria de los ministros al hemiciclo es innegablemente una prerrogativa,
l
pero su uso no faculta a quien la tenga a usarla como si se tratara de un derecho inhe-
rente y propio exclusivamente de quienes tienen la investidura representativa propia
ay EN
de quienes son miembros de la asamblea por elección popular.
El uso indebido de la prerrogativa, lamentablemente, fue consentido erróneamente el
29 de septiembre de 2019 y erróneamente consentido igualmente el 28 de marzo de
2022 por segunda vez (en sesión de Junta de Portavoces expresaron el voto a favor de
ch ID
elegido por voto popular puede contar con la asistencia autorizada y con espacio para
ocupar un escaño y debatir en el hemiciclo del Congreso de la República.
C
244 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
oficial dentro de las 24 horas posteriores a la recepción del instrumento que
Le CIA
se transmite para su inclusión o, si el caso lo requiriese, por orden del Pre-
sidente del Congreso se dispone la publicación en un diario de los de mayor
circulación nacional.
l
La vacancia rige, según qué suceso ocurriera en primer lugar, o desde
que esta se comunica al Presidente que con la toma de conocimiento del ins-
ay EN
trumento en que ella consta queda removido, o desde que la resolución de
vacancia es publicada en los medios de comunicación. A la par que opera la
remoción, simultáneamente, se genera el acto de reemplazo del Presidente
ch ID
salas de reunión adjuntas a la presidencia del Congreso, desde donde siguieron el debate
mediante la transmisión que del mismo realizó el Canal del Congreso de la República.
C
Esta última constatación permite notar que la opción por la invitación a observadores
de la OEA más tuvo la naturaleza de un gesto o símbolo con el que se procura presio-
nar al Congreso a favor de las posiciones del Presidente de la República, más que de la
posibilidad efectiva de impactar en la defensa de sus argumentos. Ello es así porque la
capacidad de afectar eventualmente en las decisiones que pudiera tomar el Congreso
en contra del jefe de Estado carecería de efectos propiamente vinculantes, más allá de
las declaraciones que en su caso pudiera emitir la OEA relacionadas con el proceso que
se conducía en el Congreso de la República.
66
Desde que tuviera lugar el único suceso en el que el Congreso ha declarado la vacancia
de la Presidencia de la República en el curso de los dos últimos siglos, después de iniciada
la vigencia del artículo 89-A en junio de 2004, se presentó una iniciativa popular para
intentar vacar al Presidente Ollanta Humala. El fallido intento tramitado para vacar a Ol-
lanta Humala fue seguido por los dos intentos durante el período 2016-2021 de vacar al
presidente Pedro Pablo Kuczynski, y las dos ocasiones en que se procuró vacar a Martín
Vizcarra Cornejo, uno de los cuales resultó exitoso en noviembre de 2020.
| 245
César Delgado-Guembes
ga L
Se ha discutido si la convocatoria a elecciones es efectivamente la que
Le CIA
corresponde sólo a las presidenciales, o si comprende igualmente las elecciones
l
Previamente a estos casos, y por lo tanto también antes de la reforma del Reglamento
ay EN
del Congreso de junio de 2004 cuando se incorporó el artículo 89-A, la experiencia
más notable fue la declaratoria de vacancia del ingeniero Alberto Fujimori, luego de
la crisis de noviembre del año 2000, a partir de un procedimiento que no contaba con
otra regla qué aplicar que el texto general prescrito en el inciso 2 del artículo 113 de
ch ID
la Constitución, que dice que la Presidencia de la República vaca por su permanente in-
capacidad moral o física, declarada por el Congreso.
El único requisito es la declaratoria aprobada por el Congreso. Sin mayor especificación
Ya NF
Los argumentos para aprobar la vacancia, sin embargo, deben estar primariamente
contenidos en la moción con la que se propone la vacancia, y sus alcances pueden ser
C
246 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
tivamente, condiciones colaterales que ameriten la decisión de provocar el
Le CIA
recambio integral de los titulares en el poder ejecutivo y en el Congreso. En
el proceso de sucesión que vio el Perú los años 2000 y 2001, las circunstan-
cias que padecía el país hacían que las elecciones generales fueran el remedio
l
68
En una obra que publiqué previamente (Introducción al estudio del parlamento perua-
ay EN
no) mencioné, sin haber realizado el análisis específico del caso, que el Presidente en
ejercicio titular de la presidencia del Congreso, convoca a elecciones generales.
Esa afirmación la matizo en este trabajo precisamente porque una reflexión más dete-
nida y circunstanciada me induce a rectificar mi anotación anterior y, por lo tanto, me
ch ID
corrijo y me valgo de esta oportunidad para expresar las razones por las que explico
qué me lleva a variar la aseveración que hice antes. En este espacio, en consecuencia,
presento los alcances que me motivan a cambiar la mención que hice en un texto mío
Ya NF
| 247
César Delgado-Guembes
ga L
gravedad del deterioro de la legitimidad del parlamento al momento en que
Le CIA
tiene lugar la vacancia. Cuando el Congreso sufre por el desmán pragmatista
y convenido de quienes truecan votos por favores del gobierno y este tipo
de conductas se advierte como moneda corriente de cambio de manera ge-
neralizada es mejor, naturalmente, concedernos una opción diferente para
l
deshacernos del mal.
ay EN
Sin embargo, desde el punto de vista institucional, si existe un proceso
regular de control, análisis, deliberación y definición de las decisiones que me-
jor convienen al Estado y a la nación, no habría razón bastante para convocar
ch ID
248 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
previsiblemente cuestionable vacancia del Presidente de la República por los
seguidores que no le faltan entre el electorado.
Le CIA
Primariamente, los argumentos a favor de la convocatoria a elecciones
luego de un proceso de vacancia no deben basarse en circunstancias de co-
yuntura, sino en respuestas de carácter institucional. La racionalidad de la
l
institucionalidad no depende de caprichos históricos ni del azar. Todo lo con-
ay EN
trario. La estabilidad política y económica del país depende de la vigencia de
arreglos previstos en el régimen organizacional según el cual las instituciones
son las que resuelven de modo imparcial la diversidad de sucesos políticos, se
acomoden o no se acomoden a nuestros gustos, deseos, intereses, preferencias
ch ID
| 249
César Delgado-Guembes
ga L
posicionarse y optimizar sus ventajas en relación con el Congreso, si el Pre-
Le CIA
sidente en ejercicio convocara a elecciones parlamentarias, además de las
presidenciales, hay por cierto mucha menor incertidumbre sobre la posible
correlación de fuerzas políticas entre el poder ejecutivo y el Congreso, porque
el electorado tiene nuevamente la opción de preferir un Congreso que legi-
l
time al partido cuyo candidato a la presidencia tenga mayoría solvente en la
ay EN
asamblea, o preferir contrariamente a un Congreso con un perfil controlador
de la acción del poder ejecutivo.
Estas alternativas no se ofrecen ni se presentan con claridad si la convo-
ch ID
a Vizcarra. Es más, ya todos vimos cómo ese mismo Congreso que accede al
período complementario como parlamento-rabo fue la misma asamblea que
terminó vacando a Vizcarra. Fue por lana y salió trasquilado. Las opciones que
tiene el electorado con una elección nunca son un juego predecible y, a pesar
de la creencia que las elecciones generales son políticamente más ventajosas
en el juego de poderes, esa misma creencia carece de consistencia cuando nos
atenemos a lo azarosos que pueden ser los resultados de una elección, fuera sólo
presidencial o general. El electorado se resiste a encasillamientos simplistas a
la hora en que se suman los votos. Realista y simplemente, no hay garantía ni
de mucho, ni de poco.
La tercera razón se refiere a las dificultades que en materia de estabi-
lidad política y de gobernabilidad democrática causaría propiciaría la falta
250 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
gobernabilidad democrática dependen de la habilidad de quienes asumen el
Le CIA
liderazgo en los órganos estatales. Sin esa habilidad hasta la más óptima de las
correlaciones en las mayorías en el poder ejecutivo y en el Congreso pueden
generar condiciones de inestabilidad e ingobernabilidad. Estos valores no se
desprenden matemáticamente de un esquema decisorio tan sencillo como el
l
que proponen quienes creen y asumen que la convocatoria a elecciones ge-
ay EN
nerales aseveran que una fórmula más segura y exitosa es la de evitar que la
convocatoria sea únicamente a elecciones presidenciales.
La cuarta razón que se menciona refiere como sustento de la opción a
ch ID
representativo en el Congreso.
El argumento esbozado presume que la opción de postular a un cargo
representativo en el Congreso, además de la postulación a un puesto en la
plancha presidencial como vicepresidente, es un derecho político que queda-
ría desconocido y desprotegido con la convocatoria solamente a elecciones
presidenciales. El argumento completo es que, para que la convocatoria sea
jurídicamente válida, se requeriría que, de modo que quienes quieran postular
a una cualquiera de las vicepresidencias, tendría que reconocérseles la opción
de que, además, postulen a un puesto en el Congreso. Esta opción no existe
cuando las elecciones se convocan únicamente para elegir a los integrates de la
plancha presidencial. Sólo en caso de elecciones generales cabría que quienes
| 251
César Delgado-Guembes
ga L
a vicepresidentes de la república.
Le CIA
Si lo único que es necesario reemplazar es las posiciones vacantes, y no
hay vacancia alguna que reemplazar en el Congreso de la República debido a
que la vacancia del Presidente no tiene como causa la incapacidad moral del
l
Congreso sino la de quien inidóneamente mantiene actos o comportamientos
reñidos con la ética constitucional, la consecuencia de esa necesidad es permitir
ay EN
y facilitar el reemplazo de lo que el régimen político requiere.
De ningún modo subordinar las necesidades propias del funcionamiento
del régimen político a una accidental y ocasional opción subordinada como
ch ID
70
Bajo la perspectiva de que el caso de una convocatoria de elecciones presidenciales, y
no generales, careciera de validez jurídica en razón a la constatación de la sustracción
del derecho a postular al Congreso a uno o a los dos candidatos a la vicepresidencia,
se pierde de vista que con ese mismo criterio también habría de cuestionarse la propia
validez de la norma constitucional cuando dispone que los vicepresidentes pueden
postular a un escaño parlamentario.
Cuando tiene lugar el supuesto del reemplazo definitivo al Presidente de la República,
el efecto es que la circunscripción por la que postula el candidato, el partido político
y el grupo parlamentario al que él pertenece, y el propio Congreso como corporación
252 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
encubren la vergüenza que les queda por admitir en su fuero interno que no
Le CIA
merecen propiamente ocupar un cargo representativo en el Estado y que,
cuando menos, tienen todavía mínimos de pudor en su consciencia que los
lleva a reconocer oblicuamente su culpabilidad por no estar a la altura del per-
fil propio del puesto representativo. En buena cuenta el argumento enfrenta
l
una realidad insuficientemente conocida y comprendida, como lo es que en
ay EN
los sistemas representativos se asume convencionalmente que la ciudadanía
queda representada por el solo mérito de que una parte mucho o poco signi-
ficativa de la población electoral venza en comicios electorales a quienes o no
alcanzan con su voto un escaño, o si lo alcanzan los que lo ocupan no tienen
ch ID
mayoría en el parlamento.
El desengaño está potenciado precisamente en la inequivalencia asimé-
Ya NF
por una ocasional oportunidad en la que deba viajar por razones oficiales al exterior,
o fuera debido a una eventual declaración de suspensión por su procesamiento cons-
titucional o la declaratoria de su incapacidad temporal.
Como puede verse lo comparativamente adjetivo y banal del razonamiento que con-
duce a calificar como inválida una convocatoria a elecciones presidenciales en vez
de a elecciones generales es un exceso que pretende supeditar lo que de accesorio y
ocasional puede tener la opción que se le reconoce a quien postula a un puesto en la
vicepresidencia al derecho que se exige que se le reconozca para postular al Congreso.
El derecho existe sólo cuando las circunstancias de normalidad así lo habilitan; no cuan-
do por el carácter extraordinario de los acontecimientos emergentes en el panorama
político y constitucional lo impiden. Nuevamente: el sistema no ha sido diseñado para
que los vicepresidentes sean congresistas; el sistema de sucesión presidencial obedece
a la razón de la urgencia de reemplazar a quien conduzca el Estado cuando una urgencia
ha causado su apartamiento por una grave razón que atenta contra la ética pública, la
estabilidad política y la gobernabilidad del Estado.
| 253
César Delgado-Guembes
ga L
es posible alcanzar.
Le CIA
La insuficiente comprensión de la imposibilidad sustancialmente inhe-
rente al sistema es la que lleva a la población, e incluso a los comunicadores,
a los profesionales y con mayor razón al peatón que transita por la urbe y el
campo en el Perú, a tener patrones invariablemente recurrentes de desencanto,
l
de desaprobación y de desencuentro con quienes ejercen y desempeñan un
ay EN
puesto representativo. Eso es lo que explica por qué, indistintamente, de cuál
sea el resultado de un proceso electoral, al poco tiempo del ejercicio el Con-
greso cuente con niveles de aprobación en las encuestas inferiores al 20 por
ciento, e incluso en los momentos de mayor agitación inferiores a un dígito.
ch ID
71
Mi tesis sobre la irrepresentabilidad sustancial del régimen representativo la he expre-
sado en diversidad de publicaciones anteriores que el lector interesado puede revisar.
Entre esas publicaciones cito, tanto mi libro Olvido constitucional y vacío representativo
en el Perú, publicado por el Fondo Editorial del Congreso, como mi Introducción al
estudio del parlamento peruano, editado por el Fondo Editorial de la Universidad San
Ignacio de Loyola, y por la Editorial Yachay. En esta obra reitero la misma fórmula que
previamente he delineado en las publicaciones que indico.
254 |
La destitución por incapacidad moral
ga L
permite la reproducción de la fantasía representativa en las mafias de quienes
Le CIA
orquestan la farsa de partidos que no son más que el maquillaje de intereses
que se simula para obtener ganancias o narcisistas o mezquinas.
El quinto argumento, por lo tanto, no debiera tomarse en serio, si de lo
l
que se trata es de superar la ficción representativa con acciones de liderazgo
que permitan reducir o eliminar la brecha entre la convención representativa y
ay EN
las exigencias de desempeño con las que las funciones que tiene el parlamento
se cumplan no precisamente gracias a las limitaciones propias de la matemática
electoral, sino a pesar de ellas.
ch ID
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César Delgado-Guembes
ga L
danía puede contar y tener la garantía que su juicio ético y moral respaldará
Le CIA
la decisión de vacar al Presidente de la República ante las severas y graves
inconductas que demanden su remoción del cargo, al amparo del inciso 2 del
Artículo 113 de nuestra Constitución.
l
ay EN
ch ID
Ya NF
O
C
256 |
Capítulo VII
La vacancia por incapacidad moral revisada
(Temas de lege ferenda)
ga L
Le CIA
l
ay EN
A sí como el Presidente de la República tiene el trascendente papel de condu-
cir al Estadao y al país durante el períodos de su mandato, la Constitución
le reconoce al Congreso de la República la tarea de cautelar y de vigilar que el
ch ID
debe cumplirse conforme a la visión ética de la vida política que juzgan quie-
nes el pueblo elige para que por su cuenta y en su nombre afirme y decida la
asamblea que lo representa.
O
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César Delgado-Guembes
ga L
político y punitivo según pautas de razonabilidad y de equilibrio en el juicio
Le CIA
que emite. La sanción, por lo tanto, es consecuencia de la auténtica calidad
deliberativa que se cumple a partir de la naturaleza plural y heterogénea de
las distintas racionalidades que concurren en la asamblea de representantes.
l
Y la segunda premisa es, que la definición de la que parto para reco-
nocer la validez de la causal de vacancia por incapacidad moral, así como la
ay EN
competencia correspondiente del Congreso para evaluarla, es que la incapa-
cidad moral consiste en el daño que causa la acción, los actos, la conducta, el
comportamiento o el juicio impropios del Presidente de la República con los
ch ID
258 |
La vacancia por incapacidad moral revisada
ga L
esta competencia el Congreso procede como agencia de control para evitar
Le CIA
mayores daños a la república. El sentido de su responsabilidad institucional
es prevenir el descalabro y despeñamiento del Estado en sentidos contrarios
a estándares de gobernanza y de gobernabilidad.
l
Para que el país sea gobernable se requieren niveles importantes de
discrecionalidad. La discrecionalidad del jefe del Estado, y la discrecionalidad
ay EN
de quienes representan al pueblo según los resultados de comicios electora-
les. Uno y otro espacios de discrecionalidad no son absolutos. Los límites
los indica la Constitución, y la regla sobre la corrección en la sujeción a los
ch ID
| 259
César Delgado-Guembes
ga L
la vez, válidas, justas, razonadas, buenas, y basadas en la verdad. La distorsión
Le CIA
del juicio de valor en las decisiones parlamentarias afecta la validez material
de la corporación representativa.
Es ese el espacio y la razón por la que, aun cuando no lo establezca norma
l
alguna, la decisión que debe tomar el Congreso sobre la idoneidad del Presi-
dente de la República, y sobre su permanencia o licenciamiento y remoción
ay EN
en el cargo por incurrir en permanente incapacidad moral, está sujeta a pautas
y criterios que integran lo que he denominado los parámetros de la vacancia.
Los parámetros permiten medir la justicia y la razonabilidad de las decisiones
ch ID
convicción que tengo en la filiación ética de la cláusula del inciso 2 del Artículo
113 de la Constitución con los valores sustanciales que esta misma norma con-
tiene, en la necesidad de reconocer la utilidad y la legitimidad constitucional
de la cláusula según la cual el Congreso puede vacar al Presidente, no por una
discapacidad «mental», sino por su incapacidad moral para conducir el Estado y
el país. La tesis de la «incapacidad mental» aliena y disloca el sentido del buen
gobierno y de la buena administración a partir de una veleidad interpretativa
constitucionalmente insuficientemente fundada.
De avalar el propósito de los hermeneutas que hurgan en el galicismo
con el que pretenden desacreditar la vigencia y validez de la cláusula sobre la
incapacidad moral del Presidente de la República como causal de su vacancia,
se pierden de vista los casos en los que un jefe de Estado inidóneo para el
260 |
La vacancia por incapacidad moral revisada
ga L
menos que el delito hubiera sido cometido por quien contara con una disca-
Le CIA
pacidad mental que explicara o causara la comisión del delito.
Cuadro N° 12
Fallas morales en el ejercicio funcional de la presidencia
l
no causadas por incapacidad mentl
ay EN
ch ID
Ya NF
O
Elaboración: propia
C
| 261
César Delgado-Guembes
ga L
de esa construcción interpretativa descansa en una falacia.
Le CIA
La falacia de que los intérpretes del inciso 2 del Artículo 113 de la Cons-
titución tienen los poderes paranormales necesarios para descubrir qué fue
lo que quisieron los constituyentes cuando importaron erróneamente lo que
l
incapacité morale significa en Francia, a expensas del significado que le dan a
esa categoría quienes la registraron en la Constitución de 1839 primero y en
ay EN
las sucesivas siete constituciones posteriores después. El carácter controversial
del artilugio que apela a la voluntad real del legislador le hace decir al texto
algo que el propio legislador no dijo. Se trata por eso de una interpretación
ch ID
efecto, que cabe la vacancia por una causal moral y no mental de la incapaci-
dad presidencial, este capítulo tiene el propósito es presentar someramente
C
262 |
La vacancia por incapacidad moral revisada
ga L
La posibilidad de revocar el mandato del Presidente de la República, pre-
Le CIA
cisamente porque no existe regulación en sentido positivo ni negativo, tendría
como principal dificultad la causal que permitiría el pedido de revocatoria y,
además, cuál sería la mayoría exigible tanto para tramitar la revocatoria como
para que, si procediera la pretensión, pueda darse por aprobada la revocatoria
l
con el voto popular72. Si bien existe una regla general para los procesos de
ay EN
revocatoria, la mayoría exigible para que la revocatoria se apruebe tendría que
contar con un número de votos cuando menos similar a la cantidad de votos
alcanzados en la elección de la misma persona que alcanzó la presidencia de
la república.
ch ID
Ya NF
72
La ley 26300 prevé de modo explícito en el artículo 20 los cargos que pueden ser revo-
cados, entre los cuales no se incluye ninguna autoridad del gobierno central. Vale decir,
esa norma tiene una regla que se refiere únicamente a niveles subnacionales. No es una
norma dirigida a regular la revocatoria en el nivel de gobierno central ni nacional.
De otra parte, esa misma ley indica que para la revocatoria de los titulares en los puestos
O
subnacionales las adherencias para iniciar el proceso de revocatoria no deben ser menos
que el 25 por ciento del número de electores de la circunscripción, con un máximo de
C
400 mil. De adoptarse esta proporción como parte del proceso de revocatoria de quien
ocupara el cargo en la presidencia de la república se requerirían aproximadamente 6
millones y algo más de 400 mil adherentes.
Análogamente, la misma ley prescribe en su artículo 23 que para que proceda la revo-
catoria es necesaria la mitad más uno del número de votos válidos. En un escenario en
el que alrededor del 10 por ciento de electores optara por no votar, y que el número de
votos blancos o nulos sume otro 10 por ciento, por ejemplo, la revocatoria del titular
de la presidencia de la república requeriría aproximadamente el voto de alrededor de
9 millones 800 electores.
Es en el marco de esta estructura básica que corresponde prever la extensión del de-
recho de revocatoria por mandato popular cuando, y si acaso, la situación adquiriera
tales niveles insostenibles de intolerabilidad política, que, luego de agotarse la vía par-
lamentaria, no quedara más remedio que recurrir al último recurso con el que cuenta
una república como es la consulta al titular del poder sobre la decisión que deba tomar
en relación con la conducción de sus destinos políticos.
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César Delgado-Guembes
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el período 2021-2026, las encontramos hasta con tres tipos de alternativas
Le CIA
y enfoque. Unas que proponen de manera directa la reforma del inciso 2 del
Artículo 113 y eventualmente la del inciso 1 del Artículo 114. Otras, las que
apartándose de la interpretación que afirma el carácter moral de la evaluación
que debe realizar el Congreso proponen su eliminación y, sin embargo, el in-
l
cremento de delitos indicados en el Artículo 117, por los que se permite acusar
ay EN
al Presidente de la República durante el período de su mandato. Y una última
en la que el interés se centra en el alcan Como puede observarse, se trata de
ocho iniciativas ce de la convocatoria a elecciones luego que el Presidente del
Congreso asume el ejercicio de la Presidencia de la República.
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Cuadro N° 13
Ya NF
yecto reformar
Permanente incapacidad mental o física,
C
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La vacancia por incapacidad moral revisada
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social y que hacen insostenible la perma-
nencia en tan importante cargo público, así
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como cualquier hecho que, sin ser delito, lo
desmerezca en el ejercicio del cargo públi-
co comprometiendo la dignidad del cargo
Reymundo Falta de condiciones o aptitudes mentales
l
PL 421 (Juntos 113 inciso 2 o físicas, debidamente comprobada por la
ay EN
por el autoridad de salud y no a valoraciones sub-
Perú) jetivas o de índole similar
Permanente incapacidad moral o física, de-
PL 428 Cortez 113 inciso 2 clarada por el Congreso. La declaratoria da
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cutivo
legal de congresistas.
114 inciso 1 Incapacidad temporal física o mental que
sea incompatible con el ejercicio de su fun-
ción, debidamente acreditada por una Junta
Médica y declarada por dos tercios del nú-
mero legal de congresistas.
Se entiende como permanente inca-
pacidad moral lo siguiente:
- Ejercer violencia física o psicológica
contra terceros.
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César Delgado-Guembes
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- Aquellos hechos cometidos por el
Wong 113 inciso 2 Presidente de la República de la mayor
Le CIA
(Podemos) gravedad que atentan contra los valores
éticos comúnmente compartidos en
nuestra sociedad, ocasionando un no-
l
torio desequilibrio social y que hacen in-
sostenible la permanencia en tan impor-
ay EN
tante cargo público, así como, cualquier
hecho que sin ser delito lo desmerezca
en el ejercicio del cargo público compro-
metiendo la dignidad del cargo.
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PL 841
No procede el ejercicio de la presente
causal en el último año del ejercicio de
la Presidencia de la República
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La vacancia por incapacidad moral revisada
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cual podrá ser ejercida personalmente
o por intermedio de Letrado.
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Si el acuerdo es aprobado por la Comi-
sión Permanente, la Junta de Portavo-
ces fijará con carácter de inaplazable,
l
día y hora para la sesión del Pleno del
ay EN
Congreso de la República en donde se
deberá votar la ratificación del acuer-
do de la Comisión Permanente, para
tal efecto se citará al Presidente de la
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idente o el Presidente del Congreso
(Perú De-
PL 1507 115 convoca de inmediato a elecciones ge-
mocrático)
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nerales para un nuevo periodo de go-
bierno
Elaboración: propia, sobre la base de los proyectos presentados en el Congreso de la
l
República y registrados en la página web institucional
ay EN
Como puede observarse, se trata de ocho iniciativas legislativas que
afectan directa o indirectamente el estatuto del Presidente de la República en
la Constitución. Las propuestas de modificación son de diversa naturaleza en
ch ID
la categoría pero definen qué es incapacidad moral; (2) los que reducen el
concepto de incapacidad moral a incapacidad «mental»; (3) los que amplían
las causas por las que cabe acusar al Presidente de la República durante su
O
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La vacancia por incapacidad moral revisada
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la certeza cognitiva no es ni garantía ni seguridad.
Le CIA
Consecuentemente las probabilidades de que la realidad por venir coin-
cida con los supuestos que establece la propuesta legislativa son tantas como
las probabilidades de que ese porvenir no coincida y que exceda largamente
l
las condiciones que el proyecto contiene.
El proyecto que tiene por objeto ampliar las causas por las que cabe
ay EN
acusar al Presidente de la República durante su período tienen la finalidad de
anchar el ámbito de competencias que se le reconoce al Congreso para pro-
cesar y para acusar al jefe de Estado, más allá de las razones que actualmente
ch ID
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César Delgado-Guembes
similar nivel de prioridad, como podrían serlo los delitos de discriminación, por
ejemplo, por mencionar uno entre tantos otros que suelen despertar especial
circunspección en la conciencia colectiva.
La identificación de los delitos que señala el proyecto del congresista
Málaga, en este sentido, puede en el corto o mediano plazo convertirse en la
puerta de ingreso para la ampliación del espectro delictivo que en distintos
momentos históricos se estime necesario incluir como parte del estándar
moral con el que haya de protegerse niveles de decencia en el ejercicio de la
presidencia de la república. Lamentablemente iniciativas como esta son una
ga L
muestra de buena fe, ciertamente, pero también de incorrecciones en el diag-
Le CIA
nóstico de los males políticos que conduce a quienes carecen de competencias
y experiencia representativa a adoptar la práctica de que es la legislación la
que remedia males cuya prevención radica más en la capacidad de ejercicio de
los operadores de los procesos políticos. Las leyes no solucionan males cuyo
l
origen se encuentra en los hábitos y en las costumbres que, en realidad, la ley
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no consigue eliminar.
Ante este tipo de circunstancia cabe imaginar que si se aprobara este
tipo de adición al texto del Artículo 117, progresivamente se ampliará la re-
ch ID
lación aumentando otros delitos más, de modo que quepa mayor cantidad de
casos en los que quepa la persecución penal del Presidente de la República
limitando cada vez más la magnitud y la extensión de su régimen indemnitario.
Ya NF
Juntos por el Perú que refiere a la regla según la cual se condiciona la vacancia
a la disolución del Congreso, mediante una asociación indiscernible entre la
vacancia de la presidencia y la disolución del Congreso. Según el proyecto 428
la declaratoria de vacancia del Presidente de la República da lugar a la disolución
automática del Congreso, debiendo convocarse a elecciones parlamentarias.
Según esta iniciativa se establecerían dos casos en los que cabría la con-
clusión prematura del período parlamentario. Una por el uso de la facultad
presidencial de disolver el Congreso cuando éste ha censurado o rechazado la
confianza a dos gabinetes. Otra por el solo hecho de haber vacado al Presidente
de la República por incapacidad moral o física.
La propuesta contenida en el proyecto 428 pretende que quien en ejer-
cicio de su capacidad sancionatoria exige el cumplimiento de la consecuencia
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La vacancia por incapacidad moral revisada
que la Constitución prevé por el mal desempeño por incapacidad moral re-
ciba simétrica e isomórficamente el mismo castigo que impone a quien está
en falta. Se trata de una medida contradictoria y absurda, porque se aplica la
misma sanción al juez que a quien el juez condena, no obstante que la vacancia
obedezca, indistintamente, a un supuesto de incapacidad física o moral, con
lo cual el resultado es aún más inconsistente, porque el solo hecho del licen-
ciamiento del jefe de Estado por una afección física que le impida el ejercicio
de sus responsabilidades presidenciales importa el cambio total del plantel
de congresistas elegidos por el pueblo. En otras palabras la mala salud física
ga L
del Presidente de la República es propuesta como causal de recambio general
de la representación en el parlamento, no obstante que el Congreso no tenga
Le CIA
responsabilidad alguna en las fallas de salud del jefe de Estado.
Al equiparar el mecanismo de la disolución del Congreso como resultado
de la aplicación de dos censuras o rehusamientos de confianza, con el acto de
l
remoción y vacancia del Presidente de la República, se tergiversa la finalidad
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o teleología de una y otra categorías o instituciones constitucionales. No es
lo mismo el rehusamiento de confianza, o la censura parlamentaria, a dos
gabinetes, que la aprobación de la vacancia del Presidente de la República por
permanente incapacidad moral.
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César Delgado-Guembes
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mandato debido a la vergüenza pública en la que se encontraban, sin necesi-
dad de que hubiese una norma que ni que los obligara ni que se lo impusiera.
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Fue el sentido de realidad y de mínimos de honestidad y de decencia
moral la que respaldó la decisión de renovar por completo el régimen político
para empezar sin el lastre de un acto absolutamente indigno e impropio de
l
quienes representan la voluntad popular en un régimen que se precia de repu-
ay EN
blicano y de democrático. Esa decisión no puede convertirse en regla cuando
no existen las mismas razones para que la convocatoria alcance, además del
reemplazo del Presidente de la República, igualmente el reemplazo de toda la
corporación representativa sin que haya motivo suficiente para proceder de
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ción del país? ¿Qué actos y qué tipo de conductas son significativamente
perjudiciales, dañinas o lesivas, en grado tal que resulta más oneroso man-
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La vacancia por incapacidad moral revisada
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formulaciones amplias, de carácter general, cuya aplicación es normativamente
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vinculante y exigible. Los principios constituyen un límite indisponible en el
sistema normativo. El juicio moral se basa en una calificación que nace de la
consciencia sobre las exigencias de la interacción colectiva, de la relación con
el entorno natural, y de la relación del hombre con su propio mundo interior.
l
La verdad moral no es ciertamente un hecho físico ni objetivo. Es un
ay EN
hecho moralmente fundamentable, narrable, o argumentable, que se comparte o
no se comparte en una colectividad. Por esta razón la moralidad es apreciable a
través la honestidad, autenticidad y legitimidad del juicio de quienes sustentan
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del pueblo de elegir a un presidente para que cumpla el mandato popular por
la integridad de su período.
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Se vaca y remueve al Presidente de la República por su permanente
incapacidad moral, cuando existe certeza y evidencia que su indemnidad no
protege la estabilidad ni gobernabilidad del país más que su vacancia y remo-
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ción en razón de su juicio, actos o conducta en la conducción del Estado y
ay EN
de la nación. La decisión del Congreso es legítima si su intervención razona
equilibradamente el costo de la permanencia frente al daño en la estabilidad
y gobernabilidad del país
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daño que sufre la gobernabilidad y la gobernanza del país, dejando que sobre
quien se tiene la convicción de que, con sus actos, juicio o conducta negligente,
culposa o malintencionada, perjudica a la república y al régimen democrático
culmine su período, la decisión del Congreso habrá cumplido con los estándares
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