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CUESTIÓN DE CONFIANZA
EN EL PERÚ
Apuntes para la comprensión de su perfil constitucional
desde la teoría del acto parlamentario
CÉSAR DELGADO-GUEMBES
E D I C I O N E S D E L C O N G R E S O D E L P E R Ú
CONDICIONES DE VALIDEZ DE LA
CUESTIÓN DE CONFIANZA
EN EL PERÚ
Apuntes para la comprensión de su perfil constitucional
desde la teoría del acto parlamentario
CÉSAR DELGADO-GUEMBES
ISBN: 978-612-46043-3-1
CUESTIÓN DE CONFIANZA / CONTROL
PARLAMENTARIO / RESPONSABILIDAD MINISTERIAL
/ PRACTICAS PARLAMENTARIAS / DERECHO
PARLAMENTARIO
CÉSAR DELGADO-GUEMBES
CONDICIONES DE VALIDEZ DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA EN EL PERÚ
Apuntes para la comprensión de su perfil constitucional
desde la teoría del acto parlamentario
(ℵ) El autor es profesor universitario del curso de derecho y gestión parlamentaria en la facultad de derecho
de la Pontificia Universidad Católica del Perú desde 1994, y en la maestría en derecho constitucional de la
escuela de posgrado de la Universidad San Martín de Porres.
Ha sido funcionario y asesor en el Congreso de la República desde el año 1980, en el que se ha
desempeñado como Suboficial Mayor de la Cámara de Diputados (1991-1992) y como Oficial Mayor del
Congreso (2003). Es autor de más de una decena de libros en el estudio de la institución parlamentaria, y de
más de medio centenar de artículos especializados sobre diversidad de tópicos relativos a la problemática
de la representación política, de la organización y de los diversos procesos parlamentarios. La integridad de
sus publicaciones pueden consultarse libremente en el enlace https://es.scribd.com/user/6782281/Cesar-
Delgado-Guembes
Luego de su jubilación como funcionario del servicio parlamentario, en diciembre de 2019, además de la
enseñanza universitaria, es conferencista sobre temas de su especialidad y se dedica a la investigación
y a la consultoría en temas parlamentarios y constitucionales. Para conocer mayor información sobre su
trayectoria profesional puede revisarse la hoja de vida que está publicada en el enlace https://es.scribd.
com/document/8682314/CDG-Curriculum
INTRODUCCIÓN 7
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN........................................................................................................ 9
INTRODUCCIÓN
1
El autor no es ajeno a la crítica frecuente relativa a la falta de idoneidad de una propuesta
teórica como en la que insisto y me empeño, y ello no obstante el sensato y benévolo consejo
de quienes por aprecio me recomiendan que ceje en el esfuerzo, con el argumento principal
de que las categorías del derecho privado no son transferibles al derecho público en general ni
al derecho constitucional o parlamentario en singular. Agradezco la sanidad espiritual de los
consejos de Carlos Cárdenas Quirós, y las graves advertencias de Domingo García Belaunde
sobre la inconveniencia e insensatez de este propósito. Sólo es mía la insanía apocalíptica, y
la impertinencia dogmática de esta terquedad en la que insisto, afirmando que la juridicidad
práctica del esfuerzo trasciende la distinción entre lo público y lo privado, si se cuida de no
aplicar automáticamente las categorías de análisis a la realidad que se examina y se pretende
comprender.
El enfoque desde el que trato de construir y de aplicar una teoría general del acto parlamentario,
a partir del supuesto de que existe una estructura basada en presupuestos y en elementos
generales, esenciales o accidentales, cuyo cumplimiento puede determinar una mejor
valoración de la racionalidad legal de los fenómenos políticos a los que se aplica, y según la
cual es posible rendir y exigir cuentas por usos impropios del poder, y de la autoridad, por los
ciudadanos a quienes confiamos nuestra representación, y de quienes esperamos desempeños
razonables y no arbitrarios ni nugatorios de los principios constitucional y políticamente
básicos para nuestra convivencia democrática en un régimen republicano.
INTRODUCCIÓN 11
les corresponde, más allá de las necesidades que la práctica concreta reciente ha
traído en medio, tanto de la lucha y de las asperezas políticas de este período,
como de la propia vehemencia y firmeza con la que académicos más bien osados
que pulcros de razonamiento en la dimensión empírica de su disciplina, han
anunciado en medios y plazas, bajo el manto de un halo de sapiencia que
quizá habría sido deseable, o preferible, que guardara mayor congruencia con
la sagacidad que la inteligente perspectiva de la parsimonia y pausa del estudio
habría recomendado y exigido (2).
2
Haciendo la salvedad inicial, a modo de una necesaria y profiláctica aclaración confesional,
que el autor no adhiere absolutamente a ningún partido político, y que el enfoque que adopta
resulta de la estricta observación en la que participa directamente a partir de su función como
funcionario del Congreso de la República (lo que constituye un natural aunque consciente
sesgo profesional), añado, que el propósito de comprender la razón de ser y los procesos
parlamentarios ha generado recientemente una legión de autotitulados expertos en los
procesos constitucionales que comprometen al Congreso, sin más bagaje en sus mochilas que
los libros en los que creen encontrar el saber práctico del que carecen.
Corresponde que explicite que la referencia se dirige a quienes Honorio Delgado clasificaba
en su vieja tipología como personas que adolecen del síndrome del “afán de notoriedad”.
De protagonismo, puede ser hoy un término más apropiado. La calle diría mejor “formas
histéricamente desesperadas de figuretismo”.
Cuando se antepone el deseo exacerbado de adelantarse (a codazos o canillazos, si es posible,
como parte de patrones poco disimulados que bien utilizan atildados y sutiles caballeros de
oficina, de bufete y de salón) para estar en las primeras planas, y que lo miren a uno, antes
que el análisis ponderado, sin apasionamiento, de realidades que nos resultan tan imprevistas
y urgentes como apremiantes, es posible caer en la trágica tentación de formular cualquier
opinión como si se pretendiera ser poseedor de la verdad, de tenerla, de encarnarla en el
propio discurso de quien la enuncia.
La verdad, según la entiendo, no la posee nadie. No hay ser a quien la verdad elija como
depositario de su núcleo. La verdad anda desperdigada, entre síncopes. Es volátil, huérfana,
e irresistiblemente inaprehensible. Como esquirlas difusas que nadie puede recomponer por
más que se esfuerce y lo intente. En suma, cuando menos en la dimensión humana, y hasta
ahora, que se sepa, no tiene padre, ni natural ni adoptivo, y nadie la monopoliza… a pesar que
siempre aparezcan usurpadores que, en su banalidad, exigen certificado de paternidad sobre
sus dominios.
La irrupción de personajes que se ubican y se afanan en “vender el pan de su verdad, como
cierta, e incontrastable”, es una forma sintomática del marketing personal y profesional que
viene manchado inocultablemente del individualismo narcisista. ¿Quién es amo de la verdad?
¿Lo hay? De modo similar, ¿es que hay alguien que “sepa más”? Y el que “algo” sobre “algo”
sabe, ¿habla la verdad desde lo que cree saber, o es que su saber no enuncia la verdad que no
es contenida en ningún saber? Cuando asumimos que no hay quien pueda decirla toda, y que
siempre queda dicha a medias, ¿no es que estamos acaso ante personas que hablan desde el
propio síntoma tanto de sus creencias de saber, como de sus carencias de reconocimiento y
estima, y que se ven irremediablemente forzadas a aparecer y pescar los reconocimientos de
los que su propio ser e identidad están privados?
Es algo penoso tener que mencionarlo, pero la academia debe cuidarse lo elemental para
que el valor del saber, en toda su precaria fragilidad, no sea parte del mercado de creencias
de quienes pretenden venderlo como mercancía mediática a un público insuficientemente
preparado para discernir entre el síntoma de quien se presenta desde sus propias creencias
12 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
y carencias, no menos, grave y ciertamente, además, que desde sus propias deficiencias o
epistémicas o epistemológicas.
No hay ningún mercado en el que la verdad pueda venderse, y ello a pesar del propósito
fenicio de los nuevos sofistas en la escena mediática que la enturbian como saber bajo el
disfraz y máscara de las creencias que finalmente ofertan para sujetar al incauto a poco más
que a sus mal fundadas convicciones o creencias. Poner a funcionar como verdad el saber
que se simula bajo la creencia puede tener una dimensión peligrosamente delictual, si no
delincuencial, y de eso hay que cuidarse.
Se trata de un daño público que, en este caso, lo causan no sólo quienes prestan el medio para
que se transmita y propaguen discursos de dudoso valor gnoseológico, sino, antes, quienes
desde la incontenida y obsesiva queja no tramitada de su baja, aprensiva y ansiosa estima
son vencidos por su síntoma y se proponen a sí mismos como remedio mesiánico ante una
audiencia insensiblemente ávida de solidez y de certezas.
Es por ello que es necesario exponerlo como parte de la problemática que ha llevado a
desorientar de modo masivo la opinión pública con un discurso que merecía menos prisa y,
también, mayor contención afectiva y emocional. La dimensión del mal causado, a mi juicio, ha
sembrado convicciones difícilmente erradicables en la consciencia política de nuestra precaria
ciudadanía. Y ese daño es parte del malestar que expande el alejamiento de la condición
republicana de nuestra vida política.
INTRODUCCIÓN 13
I.
EL ÁMBITO INSTITUCIONAL
DE LA CRISIS POLÍTICA
3
Se hace directa y expresa mención a la clara y total exclusión en las referencias y en el
análisis que se comparte en este trabajo a los actos de corrupción, conocidos o encubiertos,
cuya comisión, negación o protección se imputa ya sea a las fuerzas políticas con presencia
parlamentaria (sea como la mayoría o como cualquiera de las minorías, sean o no opositoras u
oficialistas), como a las que sin pertenecer a la asamblea representativa les ha sido imputada
la acción de blindar actos de corrupción pública. No se pretende examinar la implicancia que
pudiera o no existir entre uno o más grupos parlamentarios y el blindaje o encubrimiento de
actos de corrupción.
A juicio del autor el tratamiento de la vida política desde la perspectiva del derecho
constitucional y parlamentario puede con excesiva facilidad sesgar la perspectiva de quien
trata académicamente la situación política. Es más, parece ser tan ligera la brecha entre
la parcialización y el razonamiento jurídico que más de un abogado y jurista ha caído con
ligereza presa de sus propias creencias u hostilidades políticas.
Para disminuir el compromiso que pudiera traer consigo la valoración del impacto que
ocasiona la variable de análisis que se define como la tolerancia o el encubrimiento de la
corrupción en la vida política que nos es tan próxima, dejo exprofesamente entre paréntesis
el rol y la valoración del impacto que tiene en la dinámica de interacción entre el gobierno
y el parlamento el compromiso de una y de otra parte en actos de corrupción, sea propio o
de quienes mantienen proximidad instrumental con los operadores de roles estatales, en el
gobierno y en el Congreso.
Asumo, en consecuencia, el riesgo inherente a esta decisión y me circunscribiré, en cuanto
sea necesario y posible en el marco de esta exploración y reflexiones, al examen de
fenómenos eminentemente institucionales entre los órganos estatales protagonistas de
escenarios de confrontación y conflicto en tal grado que ha llevado a la interrupción del
período constitucional 2016-2021. Me abstendré, deliberadamente, por lo tanto, en lo posible
y temáticamente necesario, de cualquier valoración en las estrategias del gobierno y del
16 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Congreso relacionadas con la tolerancia o con el rechazo a los actos de corrupción que han
manchado masivamente la experiencia de nuestra vida política presente. Esta monografía no
pretende alcances sociológicos y aspira a examinar el tema contrayéndolo concisamente a la
perspectiva jurídica y constitucional.
Soy responsable, en consecuencia, de la ausencia de valoración que le concederé en el espacio
de esta monografía a los argumentos según los cuales la disolución del Congreso que habría
sido consecuencia del rechazo a la segunda cuestión de confianza era un medio eficiente
para alcanzar el fin de controlar la lucha contra la corrupción. No será este el espacio ni
la ocasión, en consecuencia, en que habrá de dilucidarse respecto a la indignación popular
contra la corrupción general, la impunidad, la inmoralidad, ni a la desaprobación, descrédito
y desafecto popular contra el Congreso y sus integrantes. No es este el espacio en que se
examinará si era un acto políticamente correcto o incorrecto la “amputación” de la población
parlamentaria en la que se veía la responsabilidad por la poca calidad de nuestra vida política.
Si el principio de realidad es más valioso o importante que el análisis de la dimensión jurídica
de la problemática habrá que dejárselo a los arqueólogos de la historia, quienes tendrán que
integrar ambas perspectivas. Mientras tanto la perspectiva del derecho sigue siendo un aporte
que quien tiene formación jurídica no puede ignorar.
Hago de este espacio, de modo expreso, en consecuencia, un lugar para discutir, no si estuviera
bien o no, ni si se justificara o no justificara, que el pueblo hiciera justicia por sus propias
manos en un acto de sublevación popular contra el hartazgo por las incompetencias y
reprobable condonación de la corrupción o de la inmoralidad pública, sino sobre un aspecto,
más bien, comparativamente menudo y de menor significación y trascendencia pública. En este
trabajo el objetivo es deslindar la dimensión de la apreciación de la vida política por el pueblo
y el estudio que exige la comprensión de las instituciones constitucionales a partir de la
racionalidad con la que se las diseña y a la que deben servir, precisamente para salvaguardar
principios y valores fundamentales de convivencia en un Estado de derecho. Mi disciplina no
aspira ni pide el perdón, la tolerancia ni la conmiseración de los opinólogos, sino que plantea
su valor, su rol y su función sin culpas ni falsas vergüenzas.
EL ÁMBITO INSTITUCIONAL DE LA CRISIS POLÍTICA 17
4
Según la premisa de la que parte esta reflexión, el obvio aliado de ese propósito tenía que ser
la estructura políticamente maniquea de la opinión pública que, así como se puede expresar
en la bipolaridad derecha/izquierda, también puede usar opciones dicotómicas o binarias del
tipo aprismo/antiaprismo, neoliberalismo/antineoliberalismo, comunismo/anticomunismo,
globalismo/localismo, estatismo/antiestatismo, o fujimorismo/antifujimorismo.
El relato para crear el dualismo político encuentra el perfecto complemento en el discurso
idealista basado en la pretensión de alcanzar la pureza ética, conforme al cual uno de
los extremos es el que personifica la corrupción, y el otro el liderado por los líderes de la
anticorrupción.
18 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Llegados a este punto de la aún breve historia sobre los usos de esta institución,
propia de regímenes parlamentarios, la incipiencia de experiencias recientes
constituye la simiente más productiva para la progresiva y fértil elaboración
de las bases que permitan confiar en un marco normativamente seguro, sin
transgresión de nuestra axiología constitucional. En este espacio se trata de
cumplir con la pretensión de presentar algunos aportes basados en la reflexión
sobre la estructura del acto y del proceso de planteamiento de la cuestión de
confianza (5).
5
El esfuerzo del que forma parte esta exploración se inserta en ensayos previos, a través de
los cuales se ha procurado elaborar y poner a prueba una teoría del acto parlamentario.
El itinerario se inicia con el trabajo que publiqué en el libro Desafíos constitucionales
contemporáneos, con el título «La investidura:¿confianza en la política del gobierno, o en el
presidente de la república» (PUCP, 1998, pp. 79-159) en el que se analiza el acto de investidura
del gabinete, y que luego continúa con el desarrollo de esta teoría en la comprensión del
acto de otorgamiento de autorización para el viaje del presidente de la república fuera del
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territorio nacional que en 1998 publiqué en el libro Los viajes del Presidente (1821-1998) (936
páginas). El compendio de la construcción y elaboración de la teoría, sin embargo, se realiza
en la publicación del artículo Nociones básicas del acto parlamentario, que publicó el Instituto
de Gobierno de la Universidad San Martín de Porres (2005, pp. 351-416).
Los textos mencionados pueden encontrarse en los enlaces digitales https://es.scribd.com/
doc/8655962/CDG-La-Investidura-del-gabinete-por-el-parlamento-en-el-regimen-politico-
Del-Peru ; https://es.scribd.com/doc/11114140/CDG-Los-Viajes-Del-Presidente-Seccion- ;
https://es.scribd.com/doc/11117550/CDG-Los-Viajes-Del-Presidente-Seccion-II; y, https://
es.scribd.com/document/17010917/CDG-Teoria-del-Acto-Parlamentario-PERU.
Además están igualmente disponibles las diapositivas de clases dictadas en https://es.scribd.
com/document/11657498/CDG-Teoria-del-Acto-Parlamentario-Nocion-Concepto-y-Figuras-
Afines; https://es.scribd.com/presentation/11655849/CDG-Teoria-del-Acto-Parlamentario-
Estructura-y-Clasificacion; https://es.scribd.com/presentation/11655173/CDG-Teoria-del-
Acto-Parlamentario-Vicios-Objetivos-y-Subjetivos ; y
https://es.scribd.com/presentation/67772112/CDG-Aplicacion-de-la-teoria-del-Acto-
Parlamentario-diez-casos
INTRODUCCIÓN 21
II.
LAS PREMISAS DEL RÉGIMEN
PRESIDENCIAL PARLAMENTARIZADO
Sin embargo, este tipo de supremacía del Congreso sobre el gabinete parece
artificial, porque el voto de investidura carece de efectos en relación con la
definición de la política general de gobierno, cuyo autor es, en último término,
el presidente de la república, cuya designación no depende en absoluto del
Congreso. De otro lado, la irresponsabilidad política del presidente de la
república es desplazada interpósita persona al gabinete, que asume las faltas
penales y constitucionales del jefe de estado y del gobierno.
6
La tipología del diseño del régimen político peruano ha sido presentada en el trabajo del
autor, publicado por el Centro Bartolomé de las Casas, bajo el título Régimen de gobierno y
poder presidencial (1998), cuya edición digital puede encontrarse en el enlace https://es.scribd.
com/document/8970675/CDG-Regimen-de-gobierno-y-poder-presidencial-en-el-Peru
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7
La postulación de la irrepresentabilidad lógica como característica natural del sistema
representativo es examinada por el autor en varios textos. Por ejemplo, puede revisarse el
capítulo 2 de Olvido constitucional y vacío representativo en el Perú (2015) (pp. 127-224); el
artículo “Entre la participación absoluta y la ficción representativa. ¿Qué podemos esperar, y
qué no, del régimen representativo” publicado en la Revista Peruana de Derecho Constitucional,
Nueva Época, edición especial, número 6, 2013 (pp. 101-152); o el texto “¿Qué parte de la
historia política reciente no debe repetirse en el Perú. Diez deficiencias por ajustar, remediar
y evitar” publicado en la revista Gaceta Constitucional, tomo 143, noviembre 2019 (pp. 39-
60) . Ambas publicaciones son accesibles digitalmente en los enlaces https://es.scribd.
com/doc/297118557/CDG-Olvido-Constitucional-y-Vacio-Representativo-en-El-Peru-2015;
https://es.scribd.com/document/169623768/CDG-Reforma-y-refundacion-del-regimen-
representativo-PERU-Septiembre-2013; y https://es.scribd.com/document/432600938/CDG-
Que-parte-de-la-historia-politica-reciente-no-debe-repetirse-en-el-Congreso-Octubre-2019
INTRODUCCIÓN 25
III.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN
POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA
CUESTIÓN DE CONFIANZA
Cuadro 1
escenarios de interacción producidos por los resultados electorales
Escenario de Minoría
concentración A
de poderes en la
misma mayoría Integración Mayoría de
Minoría Minoría
política (dificultad Congreso + Gobierno = Congreso y
gobierno B
partido de
gobierno C
para afirmar
la pluralidad
de minorías Minoría
diferenciadas) D
Escenario de Minoría
contrapeso y Gobierno Oficialista
equilibrio entre
Minoría Gobierno Minoría
poderes, por
A sin mayoría B
mayorías volátiles
(exigencia de suficiente
concensos temáticos) Congreso
Minoría Minoría
C D
Escenario de
separación fuerte Gobierno Congreso
de poderes y
Partido C
confrontación (la
Partido A
ausencia de mayoría Congreso Gobierno Partido D
propia del gobierno Partido B
en el Congreso exige Partido E
mayor esfuerzo ara el
consenso)
Elaboración: propia
Este último dato no puede pasarse por alto de manera ligera porque en esos
85 u 80 por ciento puede encontrarse el terreno fértil, idóneo y apropiado
para menoscabar el derecho de los mismos ciudadanos que, con sus votos, y
sin torcer ni manipular las reglas, consiguió llevar al Congreso la mayoría que
28 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
deberá controlar el ejercicio del poder de quien el propio pueblo quiso que
estuviera en la conducción del gobierno.
8
Si la confrontación es permitida por el sistema, la estructura adversarial de la interacción,
poco dada a la colaboración o a la legitimación, no debe cargarse de modo unilateral a los
operadores de las reglas y de las instituciones. La agudización de los conflictos, en este sentido,
es un riesgo y una consecuencia perfectamente esperable y previsible del mantenimiento de
reglas electorales que habilitan a los operadores a subrayar los roles poco colaborativos y
conflictivos que potencialmente permite el propio sistema electoral.
A lo que se refiere el párrafo anterior, de modo concreto y específico, es que, cuando el régimen
electoral permite que la segunda vuelta del ballotage sólo se realice respecto de la mayoría
para acceder al poder ejecutivo, excluyendo de la misma la votación para consultar las
mayorías en el Congreso, se sustrae del pueblo la posibilidad de que realice algún reacomodo
y, por lo tanto, que mantenga y cuente con la opción de calibrar mejor su voto de manera
que el grado de confrontación no sea total o frontal. Pero si se niega al pueblo la alternativa
de modular la relación entre gobierno y Congreso con el ballotage únicamente respecto de
la fórmula presidencial, es perfectamente esperable que ocurran arreglos estructuralmente
disonantes pero no menos correctos y legítimos, así la decisión disgustara a quienes perdieron
la oportunidad de reacomodar las mayorías parlamentarias en el Congreso.
En consecuencia con el desarrollo lógico anterior es necesario que todo juicio o valoración
sobre la actuación típicamente confrontacional que está estructural y necesariamente
potenciado a generar el propio sistema electoral no se impute ni atribuya a la mala intención
o al ánimo confrontacional que es perfectamente deducible de lo que habilita, permite, facilita,
genera y potencia el mismo proceso y sistema de toma de decisiones que la Constitución y las
leyes reconocen.
Toda imputación subjetiva, por lo tanto, que descuide la confrontación como parte de acciones
estructuradas dentro del modelo, por las que ha optado sin coacción alguna el electorado,
corre el riesgo de configurar un juicio sesgado y no precisamente imparcial.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 29
9
No cabe eximir de crítica la acción que desarrolló Fuerza Popular a partir de su derrota en la
segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2016. La derrota laceró profundamente
la piel del animal político en grado tal que en no pocos ni aislados casos pudo advertirse
el rictus del resentimiento, de la vendetta, y del castigo contra quien consiguió sumar más
30 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
votos que el fujimorismo, que los que consiguió por esfuerzo propio en la primera vuelta.
Recordemos que, en primera vuelta, frente a los 6 millones 115 mil 75 votos de Fuerza Popular,
el movimiento de Peruanos por el Kambio sólo obtuvo 3 millones 228 mil 661 votos (casi 20
puntos porcentuales menos calculados sobre el total del número de votos válidos). En segunda
vuelta, sin embargo, frente a los 8 millones 596 mil 937 votos de Pedro Pablo Kuczynski
Godard, Keiko Fujimori Higuchi alcanzó 8 millones 555 mil 880 votos. El hecho deja notar
claramente que la victoria de Kuczynski se debió a la sumatoria de todos los votos minoritarios
de un sistema fragmentado de partidos que se unieron en contra y para evitar la victoria de
Fuerza Popular. La diferencia de votos entre ambos no llegaba ni a 0,48%.
Los resultados de las elecciones de 2016 muestran dos cosas. Primera, que la fórmula para
elegir presidente de la república en el Perú genera incentivos para la mayor fragmentación,
debido a que la votación en la segunda vuelta les da mayor relevancia, protagonismo y, por
lo tanto, poder, para definir quién gana en la segunda vuelta cuando no haya quien alcance la
mayoría absoluta en la primera. Y segunda, que otras fórmulas, como la de la regla del doble
complemento, o la del umbral del 40 por ciento (Costa Rica) o del 45 por ciento (Argentina), son
fórmulas eficaces para consolidar suficiente respaldo popular en países de especial presencia
de tendencias diversas y fragmentarias, disminuyendo el número de veces que debe recurrirse
a la segunda vuelta (y, en consecuencia, disminuyendo el incentivo para la fragmentación
partidaria).
De haberse aplicado fórmulas diversas a la vigente (ballotage sólo para el presidente de la
república) la segunda vuelta habría sido idénticamente necesaria si en el Perú se utilizaran
fórmulas como las del umbral en Argentina (donde el umbral es 45 por ciento, esto es, Fuerza
Popular tendría que haber alcanzado más de 6 millones 903 mil 65 votos), en Bolivia (el umbral
del 40 por ciento más 10 puntos porcentuales de diferencia sobre el segundo competidor, por
lo tanto, Fuerza Popular tendría que haber llegado a 6 millones 136 mil 58 votos, y PpK debiera
tener menos de 4 millones 602 mil 43 votos), o en Costa Rica (con un umbral de 40 por ciento,
que significaría que Fuerza Popular tendría que haber conseguido 6 millones 136 mil 58 votos).
Pero la segunda vuelta podría haberse evitado si, en vez del ballotage o de las fórmulas
de umbral indicadas, el Perú hubiera adoptado fórmulas como las de la regla del doble
complemento (double complement rule) que proponen Shugart y Carey, que preceptúan que
sólo se recurre a segunda vuelta electoral si el número de votos que le falta al candidato a
presidente con la segunda mayoría relativa para alcanzar la mayoría absoluta es menor al
doble del número de votos que le falta al candidato con la primera mayoría relativa para
alcanzar la mayoría absoluta (por lo tanto, si los votos del candidato con la segunda mayoría
relativa es mayor al doble del número de votos que los que le faltan al candidato con la
primera mayoría relativa para alcanzar la mayoría absoluta no se pasa a segunda vuelta).
El contraste de los resultados de las elecciones presidenciales de 2016 dejaría ver que, en un
contexto en el que la diferencia porcentual de votos entre Fuerza Popular y PpK era de casi
19 puntos, si la mayoría absoluta sobre el total de votos válidos fue de 7 millones 670 mil
073 votos; los votos obtenidos por Fuerza Popular fue de 6 millones 115 mil 75 votos; y los
votos de PpK fueron 3 millones 228 mil 661; el número de votos alcanzados por PpK fueron,
efectivamente, más que el doble del número de votos que le faltaba a Fuerza Popular para
alcanzar la mayoría absoluta (si a Fuerza Popular le faltaron 1 millón 554 mil 998 votos para la
mayoría absoluta, y a PpK 4 millones 441 mil 412 votos, el doble de los votos que le faltaron
a Fuerza Popular para la mayoría absoluta era de 3 millones 109 mil 995 votos, que es un
número de votos menor al que le faltó a PpK para alcanzar la mayoría absoluta).
La ventaja aparente de la regla del doble complemento respecto de las varias alternativas
de umbrales fijos permite notar que el número de veces en las que se requeriría recurrir a
la segunda vuelta sería menor con la regla del doble complemento que con las fórmulas de
umbral fijo que prevén Costa Rica, Bolivia y Argentina, fórmulas que, además, tienen carácter
innegablemente arbitrario en la medida que carecen de la racionalidad y del sustento teórico,
o matemático, que asiste a la regla del doble complemento.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 31
fujimorista, y luego, con la disolución del Congreso tan pronto como este
suceso tuvo lugar el 30 de setiembre de 2019.
Véase sobre el fundamento teórico de las fórmulas referidas el texto de Shugart & Carey (1992),
Presidents and Assemblies. Constitutional design and electoral dynamics, Cambridge University
Press (en especial el capítulo sobre reglas electorales y el sistema de partidos, pp. 206-225),
así como el artículo publicado por el autor sobre el trabajo de Shugart y Carey, en 1996,
“La elección del Presidente de la República: la regla del doble complemento, y la consolidación
democrática”, publicado en Pensamiento Constitucional, Año III, número 3, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica (pp. 29-84), a cuyo texto puede accederse igualmente a través
del enlace https://es.scribd.com/document/8638881/CDG-Eleccion-del-Presidente-de-la-
Republica-Regla-del-doble-complemento
10
La fortaleza de Vizcarra se manejó a través de la estrategia mediática que le permitió
conectarse directamente con reclamos de la población, con el apoyo de importantes sectores
de la oposición parlamentaria. Sólo por la legitimación que le dio la conexión que estableció
con el pueblo a través de los medios de comunicación, con el respaldo ocasional y coincidente
de la oposición parlamentaria, consiguió que las encuestadoras de opinión mostraran un grado
de respaldo suficientes como para minar la capacidad de acción de la mayoría parlamentaria
y sus aliados.
Esa estratégica fue ingeniosamente capitalizada a través de acciones audaces en el manejo
de la interacción con el parlamento. A estos fines la experiencia de la censura del ministro
de Educación Jaime Saavedra fue deconstruida y desmontada, convirtiendo la iniciativa
parlamentaria contra el gabinete en la recíproca iniciativa del gobierno para generar los dos
rechazos de cuestión de confianza que la Constitución requiere como condición para disolver
el Congreso.
A la primera cuestión de confianza que el Congreso le rechazó al gabinete Zavala tenía que
sumarse a una segunda crisis total. Por esta razón, luego de dos intentos de planteamiento
32 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
punto tal que, luego de una sucesión incremental de etapas, consiguió niveles
de claudicación a grado tal que logró acumular, finalmente, un sentimiento
progresivo de derrota que culmina con su humillación (11).
de la cuestión de confianza por los gabinetes Villanueva y Del Solar, el que terminó con la
intervención suicida del gabinete Del Solar el 30 de setiembre de 2019 sirvió como el artificio
perfecto para acabar con las dificultades que Fuerza Popular le representaba al gobierno del
presidente Vizcarra. Luego de un período de total inactividad en el período de 40 años que
empiezan con el reconocimiento constitucional de la facultad presidencial de disolución del
Congreso con la Constitución de 1979, ésta fue utilizada por primera vez, aunque con un
amplio margen de dudosa pulcritud y pertinencia prescriptiva, por el presidente Vizcarra.
La autoinmolación de Del Solar, sin embargo, no estuvo privada de compañía, porque la
oposición de la minoría parlamentaria también estaba decidida a asumir la misma actitud
tanática con el objetivo de acabar con la hegemonía de Fuerza Popular y sus aliados en el
Congreso.
11
Una manifestación visible de la acumulación de fuerzas del gobierno de Vizcarra pudo
advertirse en la capacidad que se le reconoció para permitir la presencia de Del Solar en la sala
de sesiones, no obstante tratarse de un acto no solo totalmente inusual en la interacción entre
el parlamento y el gobierno, sino además irregular y constitucionalmente si no repudiable
por lo menos cuestionable de conformidad con la práctica uniforme en la historia de la vida
política y parlamentaria del Perú.
El ingreso de los ministros en el hemiciclo, específicamente si no son, además congresistas,
sólo ocurre previa programación, previo anuncio formal a la asamblea que se encuentran
en el recinto parlamentario según la agenda acordada, previo acompañamiento del o de los
ministros por un miembro de la Mesa Directiva para que ingresen al hemiciclo por la puerta
reservada al ingreso de la Mesa Directiva, y previo saludo personal a la propia Mesa en la
testera en que se ubica el estrado desde el que se dirige la sesión, para luego descender a la
ubicación que se prepara en la zona inferior de la sala en la que, además de curules que se
instala especialmente para su ubicación, cuenta con un podio desde el que pueden hacer uso
de la palabra para dirigirse a la asamblea.
El ingreso de Salvador Del Solar se realizó por la puerta de ingreso de la minoría, sin
programación prestablecida en la agenda de sesiones, sin anuncio previo por la Mesa Directiva,
sin que hubiera acompañamiento ni saludo previo alguno, y sin mayor consideración no solo
tomó asiento en uno de los escaños de la Bancada Liberal, en la curul del congresista Alberto
de Belaunde, y desde su ingreso no salió del hemiciclo pese a los esfuerzos que realizó el
propio presidente para que se retirara, sin lograr persuadirlo.
Este ha sido, sin duda, un acto sin precedentes en el que lo más insólito pareciera ser que la
violencia del presidente del Consejo de Ministros no pudo ser controlada ni repelida ni por
la autoridad que era la Mesa Directiva, ni por la propia mayoría parlamentaria. Se trató de un
espectáculo bizarro e inexplicable, que luego trató de dibujarse y disimularse como un acto
en el que quedaba demostrada la total ausencia de obstruccionismo parlamentario y donde la
caballerosidad y la cortesía concedían espacio al gobierno para que expusiera el pedido que
necesitaba plantear, desde su punto de vista, a la asamblea.
En el Perú el único caso similar fue el que protagonizó el gabinete presidido por el también
congresista Jorge Del Castillo el 9 de octubre del año 2008, bajo la conducción de la Mesa
Directiva presidida por el congresista Javier Velásquez Quesquén, también aprista. En esa
ocasión la sesión se suspendió y no continuó hasta que el gabinete se retiró del salón de
sesiones.
El acto bizarro del gabinete Del Solar contó con el respaldo de la oposición, pero pese al
mayor número de la mayoría de Fuerza Popular dicho respaldo fue lo suficientemente fuerte
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 33
tenía que aparecer de la calle. El aliado más importante del gobierno tenía
que encontrarse en la falla estructural del sistema representativo: el enemigo
contaba con sólo, a lo mucho, el 15 por ciento del respaldo del electorado. El
gobierno debía comunicar las debilidades de su contrincante al 85 por ciento
que potencialmente podía hacer eco de su condición de víctima, a la par que
podía criticar los hechos protagonizados por la estrategia hostil de la mayoría
parlamentaria en contra del gobierno (14)
14
El objetivo que necesitaba alcanzar el gobierno era posicionarse en una posición popularmente
hegemónica respecto de su contrincante, la mayoría parlamentaria; a la vez, tenía que
capitalizar la discrepancia y la discordia existente al interior del Congreso entre mayoría y
oposición, de forma tal que, ante la ausencia de un grupo parlamentario propio, cohesionado
y afín al discurso del presidente emergente y sin liderazgo precedente ni propio (es más,
un presidente que antes fue ministro de transportes interpelado y renunciante), contara con
niveles de respaldo básicos y generales en grado e intensidad tal que estuviera dispuesto a
hacer eco del discurso que construyera para la opinión pública en los medios y en la calle.
Para lograr su objetivo el gobierno tenía que crear la identidad de un sujeto; esto es, preparar
la identidad que se identificara con el líder. El potencial para hacerlo lo tenía en el 85 por
ciento de la población electoral que no votó a favor de Fuerza Popular; una lógica mediática
motivada más por la utilidad del rating generado por la morbosidad del escándalo, la camorra,
y el desmontaje del abuso, que por la objetividad, los hechos o la verdad; y los propios errores
y excesos de un adversario regido por la combinación explosiva de una lógica inocultable de
resentimiento, de soberbia y de venganza, tres pasiones capaces de enceguecer de tal modo la
racionalidad que impiden diagnosticar y caer en cuenta del propio error.
Como parte de esa estrategia el presidente Martín Vizcarra tenía que imaginar un guión,
representar el papel ad hoc para minimizar sus propias incompetencias (y las deficiencias de
gestión de su gobierno y de sus ministros), y capitalizar sin compasión las fallas del contrincante
y los avances de su estrategia. El riesgo que enfrentaba le exigía, tanto denunciar las debilidades
de la mayoría parlamentaria, como capitalizar las fortalezas que el escenario le ofrecía a su favor.
15
Sobre la cuestión de la vacancia puede revisarse los textos del autor publicados con los títulos
“Lo debido y lo indebido en el juicio político. Entre el indulto y la vacancia”, y “La finalidad
de la incapacidad moral permanente como causal de vacancia presidencial y la interdicción
circunstancial de la reelección presidencial y parlamentaria”. El primer texto, publicado en
2018, en Derechos Fundamentales. Actas de las III Jornadas Nacionales de Derechos Fundamentales,
ed. Palestra (pp. 165-214). El segundo, publicado en 2019, en Derechos Fundamentales. Actas
de las IV Jornadas Nacionales de Derechos Fundamentales, ed. Palestra (pp. 245-282). Los
enlaces digitales para ambas publicaciones pueden encontrarse en https://es.scribd.com/
document/385202785/CDG-Lo-debido-y-lo-indebido-en-el-juicio-politico-Entre-el-indulto-
y-la-vacancia; y en https://es.scribd.com/document/421764845/CDG-La-finalidad-de-la-
incapacidad-moral-permanente-como-causal-de-vacancia-presidencial-y-la-interdiccion-
circunstancial-de-la-reeleccion-presidencia
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 35
16
Lo que hoy puede deducirse como ese curso deliberado de acción dirigido a desestabilizar y a
obstaculizar la plenitud de la capacidad de acción del gobierno, no era claro ni evidente por sí
mismo cuando emergía la circunstancia de la censura y de las posteriores interpelaciones
y censuras entre diciembre de 2016 y setiembre de 2017, que concluye en los intentos de
vacancia de Kuczynski en diciembre de 2018 y marzo de 2018 en el escenario político. Díficil
si no aventurado habría sido inferirlo entonces, cuando aún no había cuajado el conjunto de
rasgos de un patrón de acción en la mayoría parlamentaria. La frase comentada, por lo tanto,
resulta de la apreciación del conjunto de señales o de signos que estructuran un semblante o
prototipo de acción, conducido, más que sólo aparentemente, por un mismo ánimo de minado
de la figura del adversario que ha sido posible reconstruir sólo aprés coup.
Frente a este patrón será que emerge la respuesta del lado contrario, el que sólo asimilará
la estrategia de la mayoría parlamentaria cuando suma uno a uno los golpes aplicados y
cae en cuenta que. el curso de acción de esa misma mayoría, no se inspiraba precisa, ni
auténticamente, en el deseo genuino de bienestar de la república ni, obviamente, una actitud
del todo sana de control del gobierno. Maliciar la hostil animosidad de la mayoría se convierte
así en la clave que permitirá advertir en el quiebre del gobierno en marzo de 2018 el inicio del
contra ataque con una estrategia cuyo fin último debía ser aniquilar de modo definitivo con un
contrincante que, al menor descuido, podía actuar de modo implacable.
17
La interpelación se presentó con la Moción de Orden del Día 1083, presentada el 23 de
noviembre, y aprobada el 1 de diciembre de 2016
18
La censura se presentó con la Moción de Orden del Día 1308, el 9 de diciembre, y se aprobó el
15 de diciembre.
19
La dimisión se aceptó con Resolución Suprema 315-2016-PCM, publicada el 18 de diciembre
de 2016.
36 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
20
La interpelación al ministro Vizcarra Cornejo se realizó el 18 de mayo de 2017, luego de
aprobada la Moción de Orden del Día 2311, que se presentó el 4 de mayo. Su renuncia fue
aceptada mediante la Resolución Suprema 70-2017-PCM, publicada el 26 de mayo de 2017.
21
La interpelación al ministro Carlos Basombrío Iglesias se originó en la Moción de Orden del
Día 2657, presentada el 8 de junio de 2017, y aprobada el 13 de junio. Tuvo lugar el día 21 de
junio de 2017, y no fue sucedida por una moción de censura.
22
La interpelación contra la ministra Marilú Martens Cortés se inicia con la Moción de Orden
del Día 3288, presentada el 17 de agosto de 2017, y aprobada el 25 del mismo mes y año. La
interpelación aconteció el 8 de setiembre de 2017
23
El ministro de Economía y Finanzas Alfredo Thorne Vetter, fue invitado mediante Moción de
Orden del Día 2734, presentada el 15 de junio de 2017, con el fin de aclarar los alcances
de la conversación que sostuvo con el Contralor General Edgar Alarcón, a raíz de un audio
que se filtró a los medios de comunicación a través del programa Panorama, en el que se
asumía encontrar indicios de que, por encargo del presidente de la república, se negociaría el
otorgamiento de un aumento en el presupuesto a la Contraloría a cambio de un informe de
contraloría favorable a la construcción del aeropuerto de Chinchero en el departamento de
Cuzco. Dicha moción se presentó en el Congreso el 16 de junio, luego de lo cual hizo cuestión
de confianza de su permanencia en el gabinete.
La cuestión de confianza fue rechazada el 21 de junio, por contar sólo con 11 votos a favor, 88
en contra y 2 abstenciones. Su renuncia fue aceptada mediante Resolución Suprema 91-2017-
PCM, publicada el 24 de junio de 2017.
24
El ministro Fernando Zavala Lombardi hizo cuestión de confianza de la permanencia de
la ministra de Educación el 13 de setiembre de 2017. Con el oficio 178-2017-PCM/DPCM
comunica que a lo largo de mi gestión se han presentado situaciones que han dificultado la
implementación de políticas de Estado, afectando la gobernabilidad del país. En este contexto, en
las últimas semanas se ha evidenciado la intención de socavar una política de Estado, esta vez en
materia de Educación, que tiene en la reforma por la calidad de la educación y en la evaluación
de docentes sus principales pilares y respecto de las cuales existe pleno consenso en la sociedad.
Sobre ellas no hemos retrocedido ni retrocederemos. Consideramos que la moción de censura
anunciada a la Ministra de Educación, Marilú Martens Cortés, sumada a la del ministro anterior
en la misma cartera, forma parte de esta conducta de socavar las políticas de Estado que busca
implementar este gobierno en beneficio de todos los peruanos. Por ello, en mi calidad de Presidente
del Consejo de Ministros, planteo, en base al Artículo 133 de la Constitución Política del Perú, la
renovación de confianza al Gabinete que presido.
El oficio señalado fue recibido en la presidencia del Congreso a las 13:17. La solicitud del
presidente del Consejo de Ministros incluía el pedido expreso de que se lo recibiera en la sesión
del Pleno del mismo miércoles 13 de setiembre. El tenor determinó al presidente a convocar
a la Junta de Portavoces, la que luego de su deliberación sobre el pedido del presidente del
Consejo de Ministros acordó invitarlo para que concurra el jueves 14 de setiembre a las 4:00
pm. Luego de la sustentación y del debate correspondiente se puso al voto la cuestión de
confianza solicitada, la misma que fue rechazada. El rehusamiento de la cuestión de confianza
se aprobó con 77 votos en contra, 22 a favor, y 16 abstenciones.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 37
No debiera hacer falta que se dijera, pero es necesario reparar que, tan temprano
como setiembre de 2017, el gobierno de Kuczynski había comprendido que
devenía en imperativo que él usara también el código de la hostilidad para
evitar el naufragio inmisericorde del poder ejecutivo en manos de la mayoría
parlamentaria (25).
25
Cáigase en cuenta que el presidente del Consejo de Ministros, Jaime Zavala, plantea
una cuestión de confianza no sobre un hecho inconcuso, sino sobre la presunta, posible y
elucubrada presentación de una moción de censura contra la ministra de educación, Marilú
Martens. Cuando la presenta, en efecto, todo lo que existía era la especulación de que luego
de la interpelación sobrevendría la censura contra ella. Sin esperar la existencia efectiva de la
moción, como si jugara contra el tiempo, el gabinete Zavala pide ser convocado en el Congreso
para presentar la cuestión de confianza.
Por lo tanto, la cuestión de confianza se presentó a partir de una conjetura, de una presunción,
en fin, de una corazonada, sin evidencia suficiente de una propuesta o pretensión de censura.
Lo fue sobre el temor, la amenaza, o el miedo de que la propuesta se presentara efectivamente.
Por lo tanto, lo que debía votarse era la cuestión de confianza sobre la amenaza de ocurrencia de
un hecho. Sobre una probabilidad o una posibilidad, sin más correlato fáctico alguno que la
sospecha, la intuición o el temor de la censura.
Por esta razón no era absolutamente posible que el Pleno votara sobre la censura de la
ministra, porque sencillamente no existía propuesta ninguna de censura. Lo que se consultó
y votó fue la confianza del parlamento en el gabinete sobre el temor de que la eventual
presentación de una censura pudiera ocasionar la crisis total del gabinete. Propiamente
la cuestión de confianza carecía de sustento empírico, porque el Congreso no tenía cómo
debatir ni votar sobre la censura de la ministra de educación cuando nadie había presentado
una moción para removerla. La base de la cuestión de confianza, por lo tanto, era de índole
eminentemente imaginaria.
Si, en efecto, existiera en agenda una propuesta de censura, la cuestión de confianza tendría
que haberse planteado de manera que aquélla no fuera aprobada o, caso contrario, que se
pusiera al voto la cuestión de confianza de modo tal que, por ser aprobada ésta, la censura
fuera asumida como rechazada junto con la aprobación de la cuestión de confianza. En
consecuencia, se habrían abierto dos opciones: o seguir el procedimiento de enfriamiento
propio de la moción de censura, o seguir el procedimiento sumario de la cuestión de confianza
(que, según el artículo 86 Reglamento del Congreso, debe votarse en la misma sesión que se
plantea, o en la siguiente).
La censura habría exigido para su aprobación la mayoría absoluta. La confianza sólo mayoría
simple. Por ello, de ponerse al voto la censura pudiera haber significado que, si no se alcanzara
la mayoría absoluta la censura tendría que darse por no aprobada y, en consecuencia, aprobada
la cuestión de confianza. Y, de ponerse al voto la cuestión de confianza al gabinete, en vez de la
censura a la ministra de educación, la aprobación de la confianza precluiría el procedimiento
de consulta de la censura; y su denegación, por la misma razón, generaría la dimisión de todo
el gabinete sin requerir la tramitación de la moción de censura sólo contra la ministra de
educación.
La dualidad inherente a la modalidad utilizada por el gabinete Zavala, como se ve, muestra
el carácter relativamente más expeditivo de la cuestión de confianza como instrumento del
gobierno para definir sumariamente los términos de la relación fiduciaria con el Congreso y, en
consecuencia, la calidad de la disciplina con la que puede estar dispuesto a respaldarlo, o la
levedad del vínculo que lo sostiene en relación con el Congreso. La cuestión de confianza, en
efecto, hace más fácil la consulta que lo que podría generar la censura. La diferencia es que el
gobierno es quien decide cuánto puede serle necesario un miembro de su equipo ministerial
38 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
para emprender cohesionadamente las políticas públicas que diseña, promueve y aplica en los
distintos sectores ministeriales.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 39
La reforma tiene efecto con la Resolución Legislativa del Congreso 7-2017-2018-CR, que se
26
el diario oficial El Peruano, luego de haber sido publicada en la página web institucional el día
15 del mismo mes y año.
40 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
28
Probablemente uno de los aspectos que menor atención haya recibido la declaración de
inconstitucionalidad de la reforma relativa a la cuestión de confianza sean las referencias que
hace la sentencia a los niveles insuficientes de deliberación utilizados en el proceso legislativo.
El fundamento 26, por ejemplo, señala que al haberse exonerado al proyecto de resolución
legislativa del trámite ante la Comisión de Constitución y Reglamento, se advierte un vicio de
inconstitucionalidad radicado en el empleo de un mecanismo de excepción cuando no correspondía
en razón de la materia involucrada, lo cual resulta contrario a la finalidad del artículo 105 de la
Constitución. De igual modo, la propia sentencia encuentra que esta reforma habría supuesto
otra irregularidad constitucional relacionada con el no cumplimiento del requisito de segunda
votación, según lo indica en su fundamento 30 cuando refiere que la Resolución Legislativa
007-2017-2018-CR ha vulnerado el artículo 94 de la Constitución e incurrido en una infracción
indirecta de esta por contravenir el artículo 78 del Reglamento del Congreso de la República
29
Imposible pasar por alto que Mercedes Aráoz era parte de la misma fórmula presidencial que
Martín Vizcarra, y que César Villanueva fue el principal promotor de la moción de vacancia
contra Kuczynski a partir de un discurso político supuestamente aséptico y profiláctico, basado
en la lucha y el compromiso contra la corrupción.
El gesto de prescindir de la vicepresidenta Aráoz y de sustituirla por quien pidió la cabeza
nada menos de quien había llevado a Vizcarra como compañero en su fórmula presidencial
no puede menos de traer una sensación aberrante, bizarra, aciaga o moralmente repulsiva.
No genera, en efecto, una reacción muy sana optar por lo políticamente más conveniente a
expensas de la lealtad que pareciera que debiera guardarse, o por lo menos aparentarse, con
quien cuando menos existe algún nivel elemental de compañerismo.
El gesto de designar a Villanueva como presidente del Consejo de Ministros, por esta razón,
debe ser comprendido como un síntoma, o como una señal ostensible de Vizcarra para
desmarcarse, para tomar distancia, y para ponerse a mejor recaudo político frente a las
críticas con las que, de otro modo, podría haber empezado su gobierno. El acto político tuvo
la significación de que pactaba con quienes lapidaban al líder del mismo movimiento político
que le permitió asumir la presidencia de la república. No era, por lo menos para algún tipo de
sensibilidad ética y política, una movida sana ni muy honorable que pueda decirse.
A partir de la decisión de designar a César Villanueva como presidente del gabinete
ministerial se debía leer el inicio de un hito frente la ruptura con el origen de su propia
función presidencial. La cuestión a dilucidar será si esa decisión fue un gesto inocente y
genuino, o si, en ausencia de créditos personales suficientes, fue parte de una trama, o de
un embuste, para presentarse como una figura más capaz y digna de mayor crédito que su
inmediato antecesor.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 41
Pero nótese que esa misma actitud tanática del gobierno era el reverso de la misma
y proporcional actitud tanática de la mayoría parlamentaria que despertaba
y provocaba la enemistad del gobierno para tentar su suerte en un innegable
juego de suma-cero. Por lo tanto, el gobierno tenía que empezar reconociendo
42 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
que, luego de haber logrado perder un primer gabinete (el gabinete Zavala),
tenía que lograr, exitosamente, la pérdida e inmolación de uno segundo, de
forma tal que se justificara constitucionalmente el uso correcto de la disolución,
para cumplir con la aniquilación de quien hacía lo necesario, pero no para
llevar adelante el desempeño y funcionamiento regular del régimen político,
sino modos exagerados y maximalistas de ejercicio cuyo fin anticipable debiera
ser la exclusión axiomática y dicotómica de uno, o de otro.
A raíz de la reacción del Congreso es que luego se presenta el oficio que remite
el presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, el día 17 de setiembre
de 2018, comunicando su deseo de plantear una cuestión de confianza sobre la
aprobación de cuatro proyectos de ley (31). Dichos proyectos fueron el 889, de
restablecimiento del régimen bicameral; el 955, de conformación y funciones
de la junta nacional de justicia; el 3186, de financiamiento de las organizaciones
políticas; y el 3187, que impide la reelección de los congresistas.
30
La pretensión de plantear cuestión de confianza sobre cuatro reformas constitucionales
basadas en el sistema de justicia y en la organización política, tuvo como antecedente
inmediato el Mensaje al Congreso del presidente de la república, en el que anunció su objetivo
de someter a referéndum las propuestas clave para la reforma cuya primera propuesta estuvo
a cargo de la denominada Comisión Wagner. Dicha Comisión tenía naturaleza consultiva, se
crea mediante Resolución Suprema 142-2018-PCM, publicada el viernes 13 de julio de 2018, y
emite su informe el 25 de julio de 2018, una de cuyas recomendaciones era el reemplazo del
Consejo Nacional de la Magistratura por la Junta Nacional de Justicia.
31
A efectos de que existan elementos de juicio indispensables para apreciar las dos distintas
estrategias, la del Congreso y la del gobierno, es útil y apropiado recoger en este texto que el
discurso del presidente del Consejo de Ministros hacia los medios y la opinión pública subrayó
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 43
que el objeto de la cuestión de confianza que pretendía plantear no era “cerrar” el Congreso,
sino aprobar las reformas que mejorarían el desempeño de las instituciones de nuestro
régimen político. Ver, por ejemplo, las declaraciones que recogían los diarios, y las agencias de
comunicación estatal, como Andina, en https://andina.pe/agencia/noticia-villanueva-objetivo-
cuestion-confianza-es-lograr-las-reformas-725432.aspx
32
El Decreto Supremo 97-2018-PCM, publicado en el diario oficial el día 17 de setiembre de 2018,
decía en su artículo primero convóquese al Congreso de la República a sesión extraordinaria para
el día 19 de setiembre de 2018 a las 8:00 horas, a fin de que el Presidente del Consejo de Ministros
sustente la cuestión de confianza respecto de los ejes 1 y 2 de la Política General de Gobierno, aprobada
mediante Decreto Supremo Nº 056-2018-PCM sobre la integridad y lucha contra la corrupción, y
fortalecimiento institucional para la gobernabilidad, sustentados en los cuatro (4) Proyectos de Ley de
Reforma Constitucional presentados por el Poder Ejecutivo al Congreso de la República.
En consecuencia, y no obstante la publicación del Decreto Supremo 97-2018-PCM, el
presidente del Congreso, comunica al presidente de la república mediante su oficio 64-2019-
2019-ADP/PCR, que la Junta de Portavoces considera que no corresponde constitucionalmente la
convocatoria a una “legislatura extraordinaria” cuando el Congreso está en pleno período ordinario
de sesiones. Las legislaturas o sesiones extraordinarias sólo pueden ser convocadas cuando el
Congreso está en receso, que no es el caso.
Adicionalmente, refiriéndose a la mención relativa a la voluntad del gobierno de establecer
un plazo para que, a propósito del objeto de la convocatoria contenido en el decreto supremo,
el Congreso apruebe una norma objeto de una cuestión de confianza, el propio oficio del
presidente del Congreso indica que la cuestión de confianza puede plantearla el presidente del
Consejo de Ministros en cualquier sesión del Pleno y el Congreso tramitará la misma aprobándola
o rechazándola, según sea el caso, pero en ningún momento, se puede cercenar las facultades
deliberativas y el voto libre de los parlamentarios. Formular cuestiones de confianza para que
se aprueben proyectos de ley del ejecutivo, sin aceptar deliberación alguna sobre los mismos, es
vulnerar la libertad de debate y el voto libre de los representantes del Congreso.
Por último, concluye comunicándole el presidente el Congreso al presidente de la república
que, empeñándose el Congreso en el mismo objetivo del gobierno relativo a la lucha contra
la corrupción, recuperación de la gobernabilidad del país y el fortalecimiento del sistema
democrático, como prueba de lo cual se encontraba en sesión permanente y había dado
prioridad al debate de los dictámenes sobre los proyectos a que hace mención, citaremos al
señor presidente del Consejo de Ministros a la sesión que se llevará a cabo el miércoles 19 de los
corrientes, a las 9:00 am, en la que, en ejercicio de su prerrogativa y por acuerdo de la Junta de
Portavoces tendrá la oportunidad de formular su cuestión de confianza.
44 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
mismo 17 de setiembre de 2018, por el presidente del Congreso, con el que le comunica que la
Junta de Portavoces acordó invitarlo para que en la sesión que se celebre el 19 de setiembre
pueda usar la prerrogativa que le corresponde para formular la cuestión de confianza que
quería plantear.
34
La cuestión de confianza tenía el propósito de realizar cuatro reformas constitucionales que
sometería a referéndum antes de finalizar el año 2018. El proceso a seguir, en consecuencia,
suponía que el Congreso tendría que aprobar los proyectos con el objeto de que el pueblo
se pronuncie por la aprobación de los mismos en referéndum. Sin embargo, la cuestión que
quedó abierta fue que el Congreso consintió en dar por procedente el extremo de la cuestión
de confianza solicitada, no obstante que el contenido de los proyectos cuya aprobación se
pedía tenía contenido constitucional.
Por lo tanto, si bien el Congreso no rechazó por improcedente la cuestión de confianza, queda
pendiente de dilucidación si, en una posterior oportunidad, el Congreso, a pesar de haber
consentido en dar por válida la presentación de una cuestión de confianza sobre la aprobación
de una reforma constitucional, mantiene la alternativa de rechazar por improcedentes las
futuras cuestiones de confianza que se plantearan sobre una cuestión de confianza.
Lo sustantivo es mantener claro que la condescendencia, sea por error o por complacencia, no
niega ni inhibe la potestad del Congreso, como sujeto activo en el proceso de concesión de
la confianza, de rechazar por improcedentes las que se plantearan sobre materias privativas y
constitucionalmente reservadas al Congreso.
En último término, debe tenerse presente que, quien califica, es siempre el sujeto activo del
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 45
Ese núcleo mínimo irrenunciable estaba integrado por los proyectos 4186 (sobre
la eliminación del voto preferencial, y el establecimiento de la alternancia y
paridad de género en las listas parlamentarias), 4187 (que promueve la democracia
interna y la participación ciudadana en el proceso de selección de los candidatos
de los partidos políticos), 4189 (sobre la responsabilidad administrativa de las
37
La cuestión de confianza se presentó, nuevamente, sobre proyectos que importaban la reforma
de la Constitución, como lo era el proyecto de levantamiento de la inmunidad parlamentaria
por la Corte Suprema, no obstante que existió previamente un dictamen contrario a esa
iniciativa, pero al margen del objeto sobre el que se presentaba, la cuestión de confianza
también introdujo una modalidad que tenía que ver con la fijación de una condición y de un
plazo para la aprobación de las iniciativas materia de la confianza solicitada.
La condición que se presentó fue que los textos que aprobara el Congreso no importaran ni
supusieran la modificación del contenido esencial de los proyectos presentados, para lo cual
fijó los términos en los que debía quedar entendido el contenido esencial de las iniciativas.
Adicionalmente, la cuestión de confianza también comprendió la aprobación de las propuestas
dentro del plazo que representaba el término de la segunda legislatura ordinaria del período;
esto es, en principio, el 15 de junio de 2019, término que fue objeto de prórroga con la
ampliación de la legislatura dispuesta por el presidente del Congreso hasta el día 25 de julio.
La modalidad de la confianza solicitada representa una discusión aparte, en razón a la naturaleza
que puede tener el acto de plantearla. ¿Cabe, en efecto, sujetar la confianza al cumplimiento
de una condición cuyo cumplimiento quede a disposición y a criterio o albedrío del gobierno
definir y resolver? ¿Es posible que, no obstante que el sujeto activo del acto que es el Congreso,
pueda el sujeto pasivo revertir la figura y quedar como el agente que define si, a pesar de la
votación y del contenido que exprese el Congreso, disponga de la declaración parlamentaria y
la interprete según el sentido que mejor tenga o le convenga al poder ejecutivo?
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 47
38
La aprobación incluía la primera votación de la reforma constitucional sobre la inmunidad
parlamentaria, en términos que no eran precisamente coincidentes con los que planteaba
el gobierno, pero que terminaban excluyendo al Congreso como titular del proceso de
levantamiento.
39
El trámite de este proyecto de reforma constitucional no estuvo sujeto a cuestión de
confianza. El problema principal de esta iniciativa consistía en la factibilidad de su ejecución
e implantación, en vista de los plazos que la legislación preveía para la viabilidad de las
acciones relativas a los procesos de selección interna de candidaturas en los partidos políticos,
así como de las relativas a los plazos legales para la presentación de listas que debía respetar
el sistema electoral. No obstante la dificultad material relativa a los plazos, la comisión de
Constitución del Congreso, argumentó en su dictamen que no era conveniente la aprobación
de la propuesta del poder ejecutivo, y en su sesión del 26 de setiembre de 2019 aprobó el
dictamen recomendando la no aprobación y el archivamiento del proyecto del gobierno.
La decisión de la comisión de Constitución no estuvo exenta de controversia, porque, según
el artículo 70 del Reglamento del Congreso sólo y únicamente los decretos de archivamiento
pueden definir el archivamiento de una iniciativa a la sola voluntad de una comisión ordinaria;
sin embargo, la comisión de Constitución no aprobó un decreto de archivamiento sino un
dictamen, con una extensión superior a las 60 páginas, en cuyo tenor se sustentaban las razones
por las cuales no se recomendaba al Pleno la aprobación de la iniciativa. El procedimiento
regular, por lo tanto, suponía que el dictamen debiera haber sido puesto en conocimiento del
Consejo Directivo, para que éste lo incluya en la agenda del Pleno.
Este arreglo, en consecuencia, no tenía sustento reglamentario, puesto que las comisiones no
tienen la facultad de archivar ningún proyecto de ley, excepto en el supuesto de tratarse de un
decreto de archivamiento, que no era el caso.
40
El proceso de designación de magistrados se inició, bajo la presidencia del señor Daniel
Salaverry, con la conformación de la Comisión Especial y la determinación de que el proceso
no se realizaría por concurso, sino por invitación. Luego que, conforme a la ley 28301, el 19
de noviembre de 2018 la Junta de Portavoces acordara la modalidad de designación y que
propusiera la conformación de los integrantes de la Comisión Especial, el Pleno aprobó el
22 de noviembre de 2018 la opción y modalidad por invitación, en vez del procedimiento
48 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Como respuesta a la trama del gobierno, por disposición y encargo del presidente
del Congreso, el Oficial Mayor cita a sesión de Junta de Portavoces para las
8:30 de la mañana del 30 de setiembre. Esa citación se publica en la página
web del Congreso para conocimiento público en general, y de los voceros en
particular, el mismo 27 de setiembre a las 5:33 pm, y su contenido se difundió a
través de la Oficina de Prensa y de Comunicaciones del Congreso en esa misma
oportunidad, para su retransmisión en los medios de comunicación.
41
La relación de candidatos aprobada por la Comisión Especial estaba compuesta, en este orden,
por los señores Carlos Hakaanson Nieto, Gonzalo Ortiz de Zevallos Olaechea, Ernesto Álvarez
Miranda, Delia Muñoz Muñoz, Roberto Acevedo Mena, Edgar Carpio Marcos, Wilbert Medina
Bárcena, Manuel Sánchez-Palacios Paiva, Carmela de Orbegoso Russell, Francisco Morales
Saravia, y Milagros Campos Ramos. Según el procedimiento la votación correspondía realizarla
en estricto orden de presentación por la Comisión Especial, aunque durante la sesión dicho
orden se alteraría posponiendo al señor Hakaanson Nieto y adelantando a los señores Ortiz
de Zevallos y Sánchez-Palacios Paiva.
42
La censura se proponía en razón al ejercicio abusivo y arbitrario del cargo, en contraposición a los
intereses del Estado.
43
La permanencia del gabinete Del Solar en el hemiciclo, no obstante haber ingresado al
salón de sesiones sin autorización, invitación ni convocatoria es un acto irregular, totalmente
contrario a los precedentes y prácticas uniformes en el Congreso de la República. La presencia
de los ministros en el hemiciclo únicamente tiene lugar cuando existe un punto de agenda
que hace necesaria o que justifica su presencia y concurrencia, a partir de algún procedimiento
de control parlamentario, para que expongan el estado de alguna materia propia del sector
ministerial a su cargo, o porque comunican su disposición a concurrir voluntariamente para
exponer alguna cuestión relacionada con la gestión del gobierno.
Lo regular en una circunstancia como la constatada, con la presencia arbitraria del presidente
del Consejo de Ministros, era instarlo para que abandone el hemiciclo. En caso que hiciera caso
50 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
omiso a la conminación del presidente del Congreso, lo que correspondía era suspender la
sesión, conforme lo había hecho antes el congresista César Vásquez mientras le correspondió
dirigir la sesión durante el episodio del debate de la moción de censura a la Mesa Directiva.
No obstante que no se hubiera tomado las medidas correctivas oportunamente, el hecho
material de la irrupción en el salón de sesiones no deja de configurar una situación incorrecta,
arbitraria y violenta, que riñe con el debido orden en la conducción de las relaciones entre el
parlamento y el gobierno y, por lo tanto, constituye un importante elemento en la comprensión
de la estrategia del gobierno para emprender y conseguir el logro de la disolución que
planeaba del Congreso.
Aun cuando el comportamiento penalmente atípico del presidente del Consejo de Ministros
carece de sustento normativo en la práctica parlamentaria, la misma que, contrariamente
tiene antecedentes según los cuales los representantes abandonan la sala en rechazo a la
intromisión del gabinete y el presidente del Congreso suspende la sesión hasta que el gabinete
se retire del hemiciclo (como ocurrió con la irrupción insólita del gabinete Del Castillo en el
período 2008-2009, cuando el congresista Velásquez Quesquén era presidente del Congreso),
no deja de tener un perfil punible una conducta como la demostrada, porque importaba una
suerte, si no de amotinamiento contra la autoridad representativa legítimamente constituida,
cuando menos un impedimento efectivo para continuar con el normal desarrollo de la agenda
y del debate en una sesión regular del Congreso de la República.
44
La acción reglamentaria ante la presencia irregular del presidente del Consejo de Ministros, en
una sesión para la que no había sido citado, no había sido convocado, y sin que se le hubiera
aún hecho saber formalmente que la Junta de Portavoces había programado su presencia para
las 4 de la tarde del propio día 30 de setiembre, habría sido suspender la sesión hasta que
el gabinete cumpliera con retirarse del salón de sesiones. Eventualmente, otra práctica que
complementa y avala dicha acción es el retiro del salón de sesiones de los congresistas, de
forma que, sin quórum, no pueda continuar la sesión.
45
El tratamiento regular durante las interrupciones es que se conceden por un tiempo no
superior a un minuto, y que, además, no son un espacio dentro del cual pueden articularse
cuestiones incidentales. De ahí la irregularidad del uso de dicho espacio, porque dentro de
la interrupción se le concede un espacio propio de una intervención (como su cupiese usar
el espacio de las interrupciones para desarrollar una intervención) y además, dentro del
espacio de la interrupción se procede a presentar una cuestión de confianza. Ambos son usos
irregulares y ajenos a las prácticas reglamentarias del Congreso.
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 51
46
Suele recurrirse como fuente de derecho al debate que tiene lugar en el Congreso
Constituyente para procurar una interpretación fiel al texto constitucional, y dentro de esta
perspectiva se indica que en el diario de debates se plantea que la concurrencia voluntaria a
las sesiones se sustenta en la experiencia británica, conforme a la cual los ministros pueden
estar presentes en la sala de sesiones con carácter voluntario, y de forma obligatoria cuando
se realiza el famoso question time todos los días de sesión. Lo que se pasa por alto es que
la interpretación británica tiene sentido en el Reino Unido porque en dicho país el tipo de
régimen es parlamentario, lo cual importa que todos los ministros son, a la vez, miembros del
parlamento. En el caso peruano se permite que los congresistas puedan desempeñar un cargo
paralelo y concurrente al que ocupan en el parlamento peruano en el gabinete ministerial.
En nuestro régimen, por lo tanto, la regla es que el gabinete no esté integrado por quien
cumple funciones en otro órgano estatal, pero se contempla como excepción que no exista
impedimento para desempeñar ambas funciones sin incurrir en incompatibilidad. Por lo tanto,
en el Perú la concurrencia voluntaria no importa un derecho, como sí ocurre en el régimen
británico, sino una posibilidad de estar presente, posibilidad que se hace efectiva únicamente
si se coordina la convocatoria para una sesión determinada. El derecho lo tiene la corporación
para definir si puede o si no puede concurrir. No basta con querer estar presente. Se necesita
el consentimiento del dueño de casa para que la presencia sea bienvenida. Caso contrario
la imposición de la presencia del ministro, o del gabinete, puede ser objeto de rechazo por
configurar una situación indeseable para quien tiene la potestad de recibir a quien pide ser
recibido.
47
No obstante el ya irregular y concesivo manejo en la conducción de la sesión que avaló y
soportó la presencia impropia del gabinete Del Solar, luego del arreglo de caballeros que
durante el desarrollo de la sesión coordinó el presidente del Congreso con el presidente
del Consejo de Ministros, el propio presidente del Congreso concedió a aquél el trato de
invitado, al rechazar las interrupciones que solicitaban diversos congresistas de la mayoría
parlamentaria durante la sustentación de la cuestión de confianza.
Conferir el trato de invitado a quien sin invitación alguna había irrumpido durante el desarrollo
de la sesión tiene el efecto de blanquear, limpiar, de legitimar o de cohonestar la presencia
impropia del gabinete, porque el presidente del Congreso, en su condición de titular y garante
del fuero parlamentario, le concede al presidente del Consejo de Ministros la condición de
visitante con el consentimiento del sujeto agraviado con el gesto protagonizado por éste.
La apelación de invitado de la que se vale el presidente Olaechea, sin embargo, se inscribe en el
código que registra los actos ceremoniales, dentro de los cuales la impertinencia o el desatino
forman parte de las prácticas protocolarmente vetadas y excluidas. Puede así caerse en cuenta
que, incluso el carácter burdo del ingreso del presidente del Consejo de Ministros, y de su
maniobra para plantear una cuestión de confianza fuera de agenda y de toda programación,
ignorando y desacatando cualquier acuerdo adoptado por la Junta de Portavoces, procuró de
reequilibrar y adecuar al canon armónico de las buenas maneras y del savoir faire mientras, no
sin elegancia, invocaba al compromiso del representante del gabinete ministerial para que, a
pesar de todo, procediera comme il faut.
52 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Nótese que, no obstante el orden presentado por la Comisión Especial, se antepone la consulta
48
sobre la designación del señor Gonzalo Ortiz de Zevallos, no obstante que el primer candidato
en la lista era el señor Carlos Hakaanson Nieto.
49
El proceso no estuvo exento de discrepancias, a raíz de tres sucesos. El primero, fue la supuesta
o aparente suplantación en la votación de la congresista María Elena Foronda, del Frente Amplio.
El segundo, el voto oral de la congresista Vilcatoma. Y el tercero, la presentación del recurso de
reconsideración por la señora Patricia Donayre, y por cuatro voceros de grupos parlamentarios.
El voto de la congresista Foronda se declaró anulado luego que se comprobó que ella no había
votado. Se confirmó y validó el voto oral de la señora Vilcatoma. Y el presidente del Congreso
optó por ejecutar el acuerdo sin tramitar el pedido de reconsideración presentado.
De los tres sucesos indicados el que representa mayor dificultad fue el tercero, porque en el
acto de optar por la ejecución del acuerdo sin procesar la reconsideración, si bien se trató del
ejercicio regular de una potestad reconocida de modo regular, la omisión de la consulta sobre
la reconsideración favoreció la duda respecto de la limpieza y firmeza del acuerdo arribado.
Fue por esta razón, principalmente, que luego el Tribunal Constitucional desconociera la
LOS ANTECEDENTES DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA EN EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 53
validez de la designación realizada, en medio de otro tipo de dudas como la que surgió como
resultado de que el diario oficial El Peruano se negó a publicar la Resolución Legislativa
del Congreso con la que se formalizaba la designación. Es por ello que, tanto la ejecución
del acuerdo sin procesar la reconsideración, como la no publicación de la resolución con la
designación, se convirtieron en las razones por las que, por mayoría, el Tribunal Constitucional
desconoció la decisión del Congreso.
50
El acto de entrega de la comunicación del Congreso a palacio de gobierno tuvo lugar
a las 21:45 horas, la misma que de la que luego se procuró dejar constancia mediante la
constatación notarial que produjo la notaria pública Mónica Tambini Ávila a las 22:45 horas
del mismo día 30 de setiembre de 2019.
54 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Las anteriores son algunas de las cuestiones que exigen revisión con el objeto de
calificar apropiadamente la corrección en el uso del poder y de la función que
la Constitución le encomienda al presidente de la república. Los desvíos, los
abusos, las ligerezas y los excesos serán, en su caso, no sólo objeto de los juicios
de la historia, sino también de la exigencia de cuentas a partir de las garantías
que contiene la Constitución en el marco de una sociedad democrática, basada
en los principios de separación y de balance entre los poderes del Estado.
INTRODUCCIÓN 57
IV.
LOS ORÍGENES DE LA CUESTIÓN DE
CONFIANZA
51
Las referencias sobre los casos de dimisión por rehusamiento de la cuestión de confianza en
el Reino Unido pueden encontrarse en Sedgwick, Romney R. (1970); History of Parliament. The
second whig opposition, 1722-1742, y en Langford, Paul (1998); A polite and commercial people:
England 1727-1783, Clarendon Press. Entre los primeros casos de dimisión por desaprobación
de una iniciativa se cuenta el caso de Lord Walpole, que luego de habérsele rehusado el
pedido de reincorporación de dos miembros de la Cámara de los Comunes dimite, entre enero
y febrero de 1742. De modo similar, entre los últimos casos cabe citar el de la dimisión de
Theresa May, el 15 de enero de 2019, luego de la aprobación del voto de no confianza en su
contra en la Cámara de los Comunes.
58 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
El otro rasgo que lo hace análogo al caso peruano es que luego de la designación
se requerirá la intervención del parlamento, el que también participa en el
proceso de conformación del gobierno (dice el Artículo 94 que il Governo deve
avere la fiducia delle due Camere. Ciascuna Camera accorda o revoca la fiducia
mediante mozione motivata e votata per appello nominale. Entro dieci giorni dalla
52
Ver Granero, Aurore (2013); “Les révisions constitutionnelles non abouties sous la troisième
république”, en Revue française de droit constitutionnel, 2013/4, N° 96, pp. 835-856
LOS ORÍGENES DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 59
53
Sobre el régimen en Italia puede consultarse el texto de Petrucco, Nicola (2018); “Le mozioni
di fiducia al governo Conte: rottura o continuità?”, publicado en Osservatorio sulle fonti, Anno
XI, n. 2, 2018, accesible a través del enlace http://www.osservatoriosullefonti.it En Italia el
gobierno puede hacer cuestión de confianza sobre materia legislativa. Sin embargo, el proceso
prevé que la cuestión de confianza se refiera a lo que en el sistema parlamentario italiano se
denominan enmiendas. Vale decir, sobre una modificación específica en la redacción respecto
de la cual el gobierno pide que se apruebe con el texto que propone, respecto de lo cual hace
cuestión de confianza. Si la enmienda o modificación se rechaza, con el rechazo sobreviene
también la dimisión del ministro.
Datos tomados de Fusaro, Carlo (2013); “Ruolo del presidente della Repubblica e forma di
54
governo in Italia. L’ipotesi semi-presidenziale”, en Civitas Europa, 2013/1, N° 30, (pp. 7-30); y
los enlaces http://www.governo.it/it/il-governo-funzioni-struttura-e-storia/la-formazione-del-
governo/ y, https://www.gruppodipisa.it/images/convegni/2019_Convegno_Napoli/Giorgio_
Grasso_-_Forma_di_governo_convenzioni_costituzionali_e_mutamento_del_quadro_politico.pdf
Sobre la cuestión de confianza dice el Artículo 173 de la Constitución española que El
55
Presidente del Gobierno, previa deliberación en Consejo de Ministros, puede plantear ante el
60 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
El caso alemán reviste una singularidad irrepetible. Para evitar los vacíos
de poder en que se incurre cuando los parlamentos niegan confianza a los
gabinetes, la ley fundamental alemana prevé lo que se denomina el voto de
confianza constructivo, que constituye en la condición que sólo permite el
rehusamiento de confianza si junto con el rechazo se propone la designación de
un reemplazo capaz de conseguir la confianza del Bundestag (58). Además de la
cuestión de confianza relativa a la formación del gobierno mediante la confianza
Congreso de los Diputados la cuestión de confianza sobre su programa o sobre una declaración de
política general. Y en el Artículo 174 dice que 1. La cuestión de confianza se presentará en escrito
motivado ante la Mesa del Congreso, acompañada de la correspondiente certificación del Consejo
de Ministros. 2. Admitido el escrito a trámite por la Mesa, la Presidencia dará cuenta del mismo a
la Junta de Portavoces y convocará al Pleno. 3. El debate se desarrollará con sujeción a las mismas
normas establecidas para el de investidura, correspondiendo al Presidente del Gobierno y, en su
caso, a los miembros del mismo, las intervenciones allí establecidas para el candidato. 4. Finalizado
el debate, la propuesta de confianza será sometida a votación a la hora que, previamente, haya sido
anunciada por la Presidencia. La cuestión de confianza no podrá ser votada hasta que transcurran
veinticuatro horas desde su presentación. 5. La confianza se entenderá otorgada cuando obtenga
el voto de la mayoría simple de los Diputados. 6. Cualquiera que sea el resultado de la votación, el
Presidente del Congreso lo comunicará al Rey y al Presidente del Gobierno.
56
Santaolalla, Fernando (2003), “Sinopsis del Artículo 112 de la Constitución”, tomado del enlace
https://app.congreso.es/consti/constitucion/indice/sinopsis/sinopsis.jsp?art=112&tipo=2. En
el propio texto se menciona que el origen de la cuestión de confianza sobre textos legislativos
se remontaría hacia el caso en que el ministro Mendizábal la presentara el año 1835, sin que
existiera norma alguna que reconociera tal modalidad, de modo tal que se trataría de un origen
político sin reconocimiento positivo en el ordenamiento constitucional ni reglamentario del
régimen parlamentario español.
57
Fernández Segado, Francisco (1987); “La cuestión de confianza: marco jurídico constitucional
y praxis política”, en Revista Española de Derecho Constitucional, Año 7, Núm. 21, Septiembre-
Diciembre, p. 51. Y sobre el caso español, Fernández Segado (op. cit., p 49) refiere que, antes de
la Constitución de 1978 la cuestión de confianza se regía por la ley 51, de 14 de noviembre de
1977, en la que se fijaban los términos de las relaciones entre las Cortes y el gobierno sobre
la moción de censura y la cuestión de confianza, en la que se admitía el planteamiento por el
gobierno de la cuestión de confianza sobre la aprobación de un proyecto de ley que incorporara las
bases de su actuación programática en supuestos de especial trascendencia para el país.
58
En la ley fundamental alemana dice el artículo 67 de su texto sobre el voto de negación de
confianza o de desconfianza que (1) Der Bundestag kann dem Bundeskanzler das Misstrauen
LOS ORÍGENES DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 61
nur dadurch aussprechen, dass er mit der Mehrheit seiner Mitglieder einen Nachfolger wählt und
den Bundespräsidenten ersucht, den Bundeskanzler zu entlassen. Der Bundespräsident muss dem
Ersuchen entsprechen und den Gewählten ernennen. (2) Zwischen dem Antrage und der Wahl
müssen achtundvierzig Stunden liegen.
59
Los datos se toman del enlace https://de.wikipedia.org/wiki/Vertrauensfrage. En este enlace se
refiere, por ejemplo, que luego de haber perdido cuestiones de confianza los años 1972, 1982
y 2005, dimitieron, respectivamente, Willy Brandt, Helmut Kohl, y Gerhard Schröder.
INTRODUCCIÓN 63
V.
LOS TIPOS DE CUESTIÓN DE CONFIANZA
60
La invocación al pueblo como árbitro puede ser concebida como una solución ante hechos
consumados, o puede ser consecuencia de una estrategia en la que se lo nutre para convertirlo
en agente parcializado, o cómplice, en la decisión de alguna de las partes en un proceso estatal.
En el primer supuesto no existe connivencia y se recurre a un proceso técnico de consulta para
definir una acción. En el segundo supuesto se digita, construye e interviene en la percepción
del supuesto árbitro, sesgando su ánimo, y predisponiéndolo o inclinándolo en vista de una
consulta popular cuya decisión estará afectada según la maquinación de la parte interesada.
No siempre del árbitro, por esta razón, puede esperarse, generarse, o garantizarse imparcialidad
ni neutralidad. La mercadoscopia, el telemercado, o la construcción de conceptos o de perfiles
en la imagen popular son formas de torcer o de desviar la atención y el juicio del pueblo. En
especial en un contexto en el que no se repara lo suficiente que las encuestas de opinión no
son instrumentos adecuados para informar sobre la verdad de lo que pretenden medir. Sólo
pueden medir, a lo mucho, las tendencias de opinión más frecuentes. No si alguna de ellas es
menos o más verdadera que las otras.
De ahí que cuando se explotan las debilidades o deficiencias del modelo representativo no
sea tan arduo poner al pueblo del lado contrario a las mayorías en el Estado, sea en el poder
ejecutivo o en el Congreso.
Recuérdese a este efecto que la dimensión representativa del Estado y de la democracia
obedece inevitablemente a una dinámica recesiva, según la cual el pueblo nunca alcanza
niveles suficientes de representatividad en el Estado (en particular luego de la definición de
los votos válidos y de la vallas electoral, el total de votos que entran a la etapa de la cifra
repartidora alcanzan a menos del 50 por ciento del total del número de electores inscritos
en el padrón electoral), y la representatividad que efectivamente se alcanza debe distribuirse
entre mayorías y minorías.
Por lo tanto, en sistemas de alta fragmentación o atomización de las organizaciones políticas
la gran mayoría del electorado carece de representación en el régimen representativo. Esta
carencia o ausencia, natural y obviamente, es terreno más que fértil para sembrar el desafecto
y la contrariedad en contra de la escasa representatividad que es posible alcanzar con el
sistema electoral.
El talante, la actitud y el recurso a estrategias desaprensivas importan estilos y mecanismos
conspirativos que complotan contra las convicciones y compromisos elementales para que
el satisfactorio funcionamiento del modelo representativo, con todas las lógicas falencias
e imperfecciones. La axiología del modelo representativo de democracia espera y supone
los usos leales de las reglas por los operadores de los procesos políticos. La deslealtad
es el enemigo principal de un sistema altamente falible que, no obstante, sigue siendo y
considerándose mejor que la más óptima o perfecta de las autocracias.
66 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
los primeros dos supuestos anteriores). Y en el otro caso, a iniciativa del propio
gobierno, cuando estima necesario quedar habilitado y legitimado de manera
concreta y puntual respecto de un asunto o materia de especial importancia e
interés para la gestión y la continuación en el desempeño de su mandato en el
gobierno.
La duda, y la razón que motiva el desarrollo de este escrito, es sobre qué puede
plantear esta cuestión de confianza potestativa el gobierno, y cómo se define si
la cuestión de confianza planteada es válidamente aprobada y comunicada al
gobierno, de manera que éste pueda contar con evidencia adecuada y suficiente
para definir si hará o no uso de la facultad constitucional de disolver el Congreso.
Entre los aspectos que han generado confusión se encuentra el dato inconfundible
de que cuando el gabinete planteó como cuestión de confianza la aprobación
de iniciativas cuya materia era, entre otros, la aprobación de dos proyectos de
reforma constitucional, el del restablecimiento de la bicameralidad y el de la no
reelegibilidad inmediata de los congresistas.
VI.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE
CONFIANZA
Este acápite, como quizá el gran volumen de esta monografía, resulte el más
complejo e ininteligible para la mayoría de conciudadanos. Sin embargo, su
desarrollo, a pesar de lo poco y desaconsejablemente práctico que les parezca a
todos quienes prefieren simplificarnos la existencia sin detalles, me ha parecido
en especial con ocasión de la reciente coyuntura que afecta políticamente al
Perú a propósito de la cuestionada disolución del Congreso del 30 de setiembre
de 2019, una necesidad indispensable e imposponible.
61
Si aplicáramos la aclaración de Perelman al caso, habría que entender que el grupo de referencia
o auditorio a cuya credulidad apela el presidente Vizcarra cuando invoca la “denegación
fáctica”, no somos precisamente los juristas, sino la categoría pueblo.
Vale decir, que lo que hace el presidente Vizcarra es ponerse las gafas del pueblo para hacerle
ver lo verosímil que es deducir, del hecho que para él es destacable, lo que cabe que la
credulidad del pueblo crea. La verdad, sin embargo, puede ser más, y otra cosa distinta, que lo
que el presidente Vizcarra selecciona como argumento para justificar la disolución. El hecho
puede no merecer la credulidad en la que él sustenta la aparente legitimidad de su decisión
ni, en ese caso, su decisión tendría sustento suficiente para transformar en constitucional lo
que, en realidad, fue no otra cosa más que una arbitrariedad popularmente engañosa en la
que, penosamente, colaboraron para su fabricación algunos especialistas en derecho que le
echaron la mano que el presidente y su gobierno necesitaban para coronar su propósito de
reducir al rival político.
Si el asunto hubiera quedado en la esfera mediática probablemente el suceso habría pasado
al olvido como un episodio más en el que el pueblo quedaba satisfecho por la decapitación
del popularmente desprestigiado parlamento peruano. Sin embargo, que haya trascendido
al ámbito de la constitucionalidad del acto presidencial trasciende la esfera popular y se
convierte en una materia propia de otra dimensión, en la que los hechos no quedan sólo en
las gafas del pueblo, sino que debe utilizarse el escalpelo y las técnicas laparoscópicas del
derecho, para proveer a la historia de los ángulos de la siempre esquiva verdad alguna esquirla
atómica adicional de conocimiento.
Con la advertencia del párrafo anterior la presunción debe examinarse ya no a partir de las
credulidades populares sino de las categorías más ásperas, áridas y también prolijas del
derecho, en cuyo ámbito la calidad de la verosimilitud no se debe quedar en las simplezas
de presunciones no ciertamente justificadas, válidas ni lógicas, sino bajo los espejuelos del
escepticismo.
72 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Y sin más prolegómeno, para empezar hay que decir que la cuestión de confianza
se concreta en un acto, no uni, sino bilateral. Por su naturaleza la cuestión de
confianza es un acto fiduciario que protagonizan la asamblea de representantes
y el gobierno. Cuando existe acuerdo en conceder la confianza, el fiduciante o
fideicomitente es el Congreso, y el fideicomisario o fiduciario es el gobierno. El
primero es el sujeto activo del acto fiduciario, y el segundo el sujeto pasivo que
es quien recibe la confianza solicitada. El titular es el depositario de la confianza
popular en su calidad de representante de la nación por quien el pueblo ha
votado. El usuario es a quien el titular le cede el bien que es la confianza popular.
El fiduciante o fideicomitente es el depositario de la confianza popular; por
esta razón el fideicomisario no puede recibir más que aquello de lo que puede
disponer el titular a título de depósito.
el Congreso prevé los escenarios y los efectos posibles que su pedido puede
generar en quien debe estudiar y evaluar el pedido que recibe.
62
Aunque con menor nivel de complejidad, puede comprenderse mejor el proceso final de
formación de la voluntad corporativa del Congreso, el que se desarrolla en otros órganos
estatales, como puede serlo, por ejemplo, el proceso de adopción de acuerdos del Consejo de
Ministros, o el propio proceso de aprobación final de las sentencias del Tribunal Constitucional.
En tanto que la población asume ligeramente que luego de una audiencia en la que las
partes exponen sus puntos de vista, su réplica y dúplica, y que luego de las preguntas que los
magistrados del Tribunal Constitucional el caso está expedito para quedar resuelto con una
sentencia, ese supuesto está lejos de tener respaldo en la realidad.
El proceso de formación de la voluntad corporativa de un órgano comparativamente tan
pequeño como lo es el Tribunal Constitucional, integrado sólo por 7 miembros, debe pasar por
la secuencia de un conjunto de pasos linealmente consecutivos, en los que existe oportunidad
para que el ponente exponga un proyecto de sentencia, respecto de la cual los demás
miembros expresan su coincidencia o discrepancia. Luego del transcurso de tiempo que se
otorga y reconoce a todos los magistrados habrá quienes concurran en la sentencia propuesta
por el ponente, otros emitirán los fundamentos personales de su voto a partir y sobre la base
de la sentencia, y algunos más podrán emitir su voto singular en discrepancia de la posición
mayoritaria, en caso que la hubiera.
Del mismo modo que la voluntad estatal de un órgano colectivo como el Consejo de Ministros,
o como el Tribunal Constitucional, debe imperativa y naturalmente reconocer espacios de
tiempo para la decisión corporativa a la que pueda llegarse, con mayor razón es normal que
se reconozca y que se consideren la necesidad de las diversas etapas en el proceso regular de
formación de la voluntad de una corporación.
Imputar una voluntad presunta, implícita, tácita o fáctica, sin tener en consideración la
secuencia de cada etapa, su rol y función en el proceso volitivo, y la necesaria formalidad con
la que la voluntad debe expresarse, importaría un acto de violencia institucional. Quizá resulte
más simple facilitar la ejecución de una estrategia política del gobierno para ejecutar un plan
o para alcanzar una meta política, pero el facilismo ni el simplismo representan una garantía
adecuada de respeto a los valores y a los principios con los que cada poder del Estado cumple
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 75
Pareciera que así como las más altas autoridades toman en cuenta la inclinación
de la balanza popular en un sentido o en otro, ellas mismas buscan ubicarse mejor
y sintonizar con el sentimiento popular, independientemente en la mayoría
de los casos del sistema político cuya conducción está a su cargo. Cuando
el gobernante no tiene brújula, en efecto, es consecuencia de su impericia e
incompetencia el uso de tácticas que guarda mayor afinidad con la piel de la
opinión pública que con la médula ósea de nuestra estructura organizacional.
Las instituciones se diseñan conforme a un modelo y presuponen a operadores
capaces de comprender su teleología, pero cuando se ignora u olvida la finalidad
del modelo y la razón de ser de los diseños se producen daños perversos en la
conducción de los pueblos por insuficiente comprensión del papel didáctico
que le corresponde a la autoridad diestra en el manejo y gestión del Estado.
Quizá lo que más haya ensombrecido el juicio público pueda haber sido la
animosidad (me rehúso a calificar como justificada o parcializada) a favor de uno
u otro de los actores, el señor Martín Vizcarra (luego de la renuncia del señor
Kuczynski), o el grupo parlamentario de Fuerza Popular, sus líderes, voceros o
groupies. Este espacio se aprovechará para tratar tanto de esclarecer la diversidad
de dimensiones y aspectos propios del proceso de evaluación de la confianza del
parlamento al gobierno, como las deficiencias que el desarrollo reciente permite
advertir en la experiencia por la que acaba de atravesar la interacción entre el
gobierno y el parlamento.
63
No obstante que el análisis jurídico se ciñe al carácter propiamente normativo relativo a la
objetividad de los hechos y a las conductas del sujeto, no es ajeno al análisis propiamente
constitucional la dimensión subjetiva de los actores, que son quienes afirman los valores y los
principios políticos, o su negación.
No está demás, por esta razón, mantener al margen las hipótesis auxiliares que permiten
contar con una idea integral que permita entender las motivaciones o razones prácticas en
el uso de las instituciones. La intención de los actores, independientemente de la dificultad,
o imposibilidad de su acceso efectivo por el observador externo de los hechos, no deja de
resultar relevante como ejercicio para afinar la evaluación que el jurista puede hacerse
de la validez de los actos jurídicos. El espacio de la simulación, no menos que del fraude,
juega definitivamente un papel especial en la comprensión de la estructura de los actos
constitucionales y parlamentarios.
Es precisamente debido a que los actores se reprochaban uno al otro usos impropios de las
instituciones que no puede dejarse de lado cuando menos la identificación de factores que
operan como móviles posibles en el uso válido de las instituciones. Las ingeniosidades de los
actores, ciertamente, obedecen a motivaciones e intereses que pueden o no estar reñidos con
el principio de la buena fe si se toma en cuenta únicamente la dimensión consciente de las
operaciones que resultan de sus conductas. Pero la ingeniosidad o astucia en general resulta
de la capacidad de malicia de las partes; esto es, de la agilidad con la que se responde ante
la acción ajena para vencer al adversario.
La hipótesis que cabe plantear en la interacción entre el gobierno y el parlamento, por
ejemplo, puede encontrar algún sentido en hechos no precisamente aislados como, (1) el
acto relativamente tardío en la acción del gobierno para pedir la interrupción del proceso de
designación de los magistrados del Tribunal Constitucional; (2) la presencia inconsulta del
gabinete Del Solar en las instalaciones del Congreso el mismo día en que debía elegírselos;
(3) la intrusión del gabinete en la sesión del Pleno del Congreso sin haber sido invitado
para ingresar al hemiciclo; (4) el uso de la palabra por el propio presidente del Consejo de
Ministros, en el contexto de una interrupción que le cede el congresista Costa Santolalla; (5) la
invocación incorrecta y literal del artículo 129 de la Constitución para simular la regularidad
de su presencia y del planteamiento de la cuestión de confianza; (6) la calificación unilateral
del rechazo de la cuestión previa de la congresista Indira Huillca, sobre la interrupción del
proceso de designación de los magistrados del Tribunal Constitucional, como “denegación
fáctica” de la cuestión de confianza; (7) el anuncio de la disolución del Congreso sin que
hubiera aún concluido la votación de la cuestión de confianza; y, por último, (8) la negación a
recibir la comunicación oficial del Congreso, con la que se le hacía conocer al presidente de
la república, y al presidente del Consejo de Ministros, que la cuestión de confianza había sido
aprobada.
Esa hipótesis es que el gobierno ha actuado con un grado especial de audacia e ingenio
aprovechando el tiempo y las oportunidades para vencer al adversario, a partir de una
estrategia en que no puede dejar de apreciarse el uso malicioso de ventajas, en contra de las
acciones del rival. La principal ventaja en la estrategia del gobierno, sin embargo, es que su
acción resulta de actos cohesionados y alineados en el equipo constituido por el presidente de
la república y sus ministros, y al apoyo general de la opinión pública, el mismo que reflejaban,
además, las encuestas de opinión.
Inversamente, el Congreso no podía tener una estrategia propiamente corporativa
precisamente por la complejidad inherente a la diversidad de las colectividades políticas
de que se compone, por lo que la dificultad más importante es la falta de unanimidad y
alineamiento organizacional de los grupos que lo integran, que no permiten libertad de
decisión en el grupo parlamentario mayoritario y sus aliados. En consecuencia, la insuficiencia
78 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Son las dos perspectivas desde las que se entreteje la urdimbre de la argumentación
y del discurso constitucional. Respecto de una y de otra es que debe mantenerse
la debida distancia para evitar la contaminación con las imbricancias subjetivas.
El juicio constitucional es tanto más próximo y ajustado a la verdad en la medida
en que quede claro que la reflexión no debe estar afectada por la simpatía que
nuestro fuero interno produce, sea consciente o inconscientemente. Cuanto
más alertas estemos dispuestos a permanecer atentos a los desvíos derivados de
la subjetividad y cuanto más tratemos de excluir de la reflexión propiamente
jurídica, contaremos con mayores garantías de que nuestras apreciaciones no
tomarán partido por una o por otra parte, sino que la elaboración de nuestros
alcances habrá consistido en un diálogo con la disciplina conforme a la cual
es posible y necesario evaluar la realidad y los hechos que han acontecido (64).
Así como pudiera afirmarse que Fuerza Popular adolece de una conducta sociopática en
la soberbia de su actitud vengativa por haber perdido las elecciones, o en la tendencia a
favorecer la adopción de decisiones que protegieron a quienes se reprochaba ilicitud en
la judicatura o en el propio parlamento, por la misma razón podría imputarse al gobierno
una actitud psicótica a partir del delirio persecutorio que lo llevó a construir la hipótesis
del obstruccionismo que, si bien tenía alguna base en la realidad, no dejaba de tener un
rol importante como maniobra argumentativa para minimizar, si no, además, enmascarar,
disimular u ocultar sus propios errores, incompetencias, e incluso culpas, en el compromiso
que también tenía en actos de corrupción.
80 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Pero esta elaboración se prepara a partir del análisis de la razonabilidad que cabe
deducir de las premisas, de los principios y de los valores que consigna nuestra
Constitución, en la cual, obviamente, no existe regla alguna como las que suele
encontrarse en los códigos y en las normas de ordenamiento administrativo
del Estado, por ejemplo. El carácter del marco de análisis que se propone
tiene la propiedad de proveer de un conjunto de categorías con el cual valorar
hechos o conductas observados en la escena parlamentaria que podrían quedar
examinados de manera aislada y disociada de una estructura de estándares
normativos deducibles del conjunto de principios o de prácticas dados por
generalmente aceptados en nuestra historia política y constitucional.
son la diferencia entre los presupuestos y los elementos del acto parlamentario.
Bajo la categoría de los presupuestos se examina la dimensión subjetiva (los
sujetos) y la dimensión objetiva (los supuestos de hecho, o fattispecie). Bajo
la categoría de los elementos del acto fiduciario se analiza la declaración de
voluntad de los sujetos, la causa o finalidad del acto, y el objeto de la cuestión
de confianza. Como colofón de la revisión de esta materia se incluirá un acápite
sobre los resultados del acto fiduciario.
Antes de exponer los alcances sobre los presupuestos y los elementos que
estructuran la cuestión de confianza se presenta el perfil básico de esta institución
desde su perspectiva procesal, en razón a que si bien la cuestión de confianza
es un acto, dicho acto es consecuencia de un proceso de transformación y de
agregación de valor público desde que ingresa el pedido de confianza hasta que se
toma la decisión corporativa que culminará con la comunicación al destinatario
de la declaración de voluntad organizacional de la asamblea representativa.
Con el fin de contar con una base cierta a partir de la cual se examine el perfil
normativo de esta institución contra el cual habrá de contrastarse la realidad de
su acontecer y ocurrencia prácticos, cabe enunciar que, en principio, la cuestión
de confianza es un acto bilateral, integrado por una declaración unilateral simple
(la del gobierno que la solicita) y una declaración unilateral compleja (la de la
corporación parlamentaria que la concede o que la rehúsa).
versar sobre una materia válida; este aserto importa que la materia debe referirse
a una cuestión constitucionalmente compatible con las competencias que a
cada órgano corresponden. Cuanto exceda de lo que la Constitución asignara
deviene en un objeto de inválida exigencia y, por lo tanto, procesalmente de
improcedente concesión u otorgamiento.
65
Cuando se apela al carácter tácito o implícito de un acto, como ocurrió con la denominada
“denegación fáctica” de la cuestión de confianza, nos encontramos no ante un “acuerdo” o
entendimiento coincidente entre una y otra parte. Un acuerdo tácito, en efecto, podría ser
objeto en algún sentido, y no precisamente fuerte, de invocarse como una fuente razonable,
o conveniente, de derecho. Sin embargo, la naturaleza del acuerdo no se disputa sino que es
materia de aceptación por las partes que no objetan el contenido del acuerdo.
Vale decir, la naturaleza tácita, imputable o presunta, del consentimiento, puede invocarse
respecto de una obligación, una prestación o de un endose de confianza, si no existe objeción
sobre el alcance del acuerdo como fuente de obligaciones constitucionales para el gobierno y
para el Congreso. Pero esa misma naturaleza tácita, o presunta, no puede predicarse respecto
de un acto, un hecho, una conducta, un comportamiento, o una manifestación cualquiera de
una de las partes, si quien alega la conclusión o imputación lo hace de manera unilateral.
84 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Sólo si ambas partes conocen, entienden y están de acuerdo en que tienen que sujetarse a una
regla anterior y predeterminada sobre el valor de sus hechos o manifestaciones exteriores de
conducta cabría asumir que hay margen para otorgarle sentido y significado a un acto cuyo
contenido tiene previsión y regulación en esa misma regla anterior. En el proceso parlamentario
de consulta de una cuestión de confianza el gobierno no tiene injerencia normativa, y en la
dimensión propiamente constitucional y, por lo tanto, superior a la dimensión específicamente
parlamentaria del proceso, nuestro régimen político no le confiere ni reconoce al gabinete
capacidad de coacción sobre la voluntad de la asamblea representativa.
Los modales intimidatorios con los que se pretende anular la eventual modulación de
la confianza solicitada por el parlamento descolocan al gobierno respecto de su rol de
peticionario en nuestro régimen político. Quien pide no impone, y quien concede lo hace en
un marco de su propia libertad corporativa. No hay lugar a presión ni a coerción en el dilema
fiduciario. Nadie da confianza bajo presión y, por el contrario, la presión podría importar un
mecanismo nugatorio de la pretensión no menos que el incentivo para que se le rechace la
confianza solicitada.
Menos aún puede asumirse como fuente válida de obligaciones, o como sustento para el
ejercicio de potestades, facultades, atribuciones o derechos, un hecho, acto o manifestación
en la conducta de un operador de los procesos constitucionales, cuando existe evidencia de la
disposición contraria de voluntad.
Este último parece ser el caso y pudiera ser la situación histórica que se constató cuando el
presidente de la república se dirigía a la opinión pública a través de la prensa mientras el
Congreso concluía el debate sobre la cuestión de confianza y prácticamente terminaba la
votación a favor de la confianza solicitada un par de minutos antes que el presidente de la
república concluyera su pública alocución en la que concretaba la construcción que elaboró
desde el gobierno sobre el carácter fáctico de la denegatoria.
El agravante del acto presidencial, en razón del cual cabe deducir la exigencia de
responsabilidades, es que se trató de un acto premeditado y deliberado, según se evidencia
con las declaraciones que realiza el presidente de la república el día inmediato anterior,
según las cuales indicaba que, si el Congreso no interrumpía el proceso de designación de
los magistrados del Tribunal Constitucional, él entendería que la confianza no habría sido
otorgada. El supuesto en el que equívocamente se sustenta el presidente de la república es que
asume, erróneamente, que el gobierno tiene la potestad y es competente para presentar una
cuestión de confianza sobre materia constitucionalmente reservada y exclusiva del Congreso.
Obviar un requisito esencial de procedibilidad no legitima, indudablemente, el acto, porque la
decisión del Congreso no puede quedar librada a la interpretación que unilateralmente puede
realizar una de las partes respecto de los hechos, manifestaciones, conducta ni dichos de la
otra, en especial si existe una declaración expresa contraria a la interpretación unilateral que
se atribuye la otra parte para negar lo que su contraparte pretende comunicarle.
Téngase presente, una vez más, que el presidente de la república basa su afirmación sobre la
“denegación fáctica” en la construcción de una fuente de derecho que la Constitución no le
reconoce, y a partir de ella decide disolver el mismo Congreso que, mientras él anunciaba su
disolución, había resuelto otorgarle al gobierno la confianza solicitada, evidentemente, sobre
los extremos que resultaban procesal y constitucionalmente procedentes.
De lo anterior se deduce que, no existiendo acuerdo, ni expreso ni tácito, entre el gobierno y el
parlamento, la imputación de “denegación fáctica” carece de sustento constitucional, porque
se trata de una materia objetada y, además, contraria a la decisión que declara el Congreso en
relación con la confianza constitucionalmente solicitada por el gobierno.
La “denegación fáctica” no tiene fundamento constitucional y no se basa en fuente de derecho
alguna capaz de validar como constitucional la decisión del presidente de la república. En este
extremo, en consecuencia, sí existe responsabilidad política por el impropio ejercicio de la
función y por la construcción equívoca de la causal de rehusamiento de una segunda cuestión
de confianza acorde con la cual se habilitaría al presidente de la república para disolver el
Congreso. Por lo tanto, a partir del razonamiento expuesto, existiría mérito para enjuiciar al
presidente Vizcarra por transgresión de la Constitución.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 85
Cuadro 2
Proceso de consulta sobre la cuestión de confianza
Sólo la pueden
presentar miembros Se presentan en La responsabilidad
del gabinete. Son sesión de Pleno solidaria del
improcedentes las del Congreso. gabinete la plantea
presentadas por el PCM
congresistas.
Si cabe presentar cuestión de confianza para promover,
interrumpir o impedir la aprobación de una norma, o un
procedimiento legislativo o de control político.
APROBACIÓN O Se debate en la
RECHAZO DE LA misma sesión en
CONFIANZA. que se presenta, o
Mayoría simple en la siguente.
Salvo que el
objeto necesite
razonablemente
mayor tiempo
Elaboración: propia
El flujo deja ver que estamos ante un proceso que debe concluirse
ininterrumpidamente antes de llegar a un resultado. El resultado que espera
recibir quien pretende y pide la confianza. Quien la solicita, por lo tanto,
no puede rechazar prematuramente la declaración de quien puede otorgar
o rechazar la confianza a su solo albedrío. Hacerlo importaría la expulsión,
en el proceso de formación del sentido, de las etapas que deben terminar
de cumplirse para que la declaración termine de formarse. Adelantarse e
imputar una voluntad que el que debe responder al pedido aún no termina de
declarar constituye un acto preclusivo o preclutorio que invalida y desconoce
la participación que constitucionalmente le corresponde elaborar, formar y
concluir al parlamento.
86 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
La razón de ser del gráfico anterior, por eso, tiene que ver con la necesidad
de acotar las capacidades y finalidad de la cuestión de confianza. No porque
exista un significado unívoco, sino porque las posibilidades de atribuir a la
parte contraria un sentido determinado exigen que, previamente, haya contado
con el espacio básico para decir cuál es su voluntad. Por eso es que cabe señalar
que ninguna de las dos partes es dueña del acto, y es imposible que ninguna
de las dos se apropie ni niegue el derecho a la plenitud del espacio procesal
debido para que lo que se quiere decir y comunicar agote las etapas del trámite
de formación de la voluntad de modo tal que lo que se declare lo sea luego de
haberse agotado el proceso predeterminado.
Supuestos de tal naturaleza podrían tener lugar, por ejemplo, si el debate sobre el
concesorio se realizara en el período anterior a la instalación del Congreso, ante
las Juntas Preparatorias, en cuyo caso, los actos realizados por los congresistas
electos, que aún no se han instalado válidamente, a pesar que todos ellos ya
tuvieran la condición de congresistas debidamente incorporados, carecería
de todo efecto y la eventual votación sobre el concesorio tampoco tendría la
posibilidad de generar efecto jurígeno ni constitucional alguno.
Parecido podría ser el caso de una sesión realizada durante el receso parlamentario
entre una y otra legislatura ordinaria, sin que exista convocatoria a legislatura
extraordinaria válidamente generada, que hubiera sido defectuosamente
convocada por el presidente de la república, o que no cumpliera con el requisito
para una autoconvocatoria ajustada a los requisitos que el Reglamento del
Congreso exige para que ésta pueda instalarse y desarrollar válidamente las
actividades que hipotéticamente fueran parte de la agenda.
El pedido del gobierno para permitírsele asistir a una sesión del Congreso sí
cabe que se exprese, sin embargo, de manera telefónica, o por escrito a través
de un medio digital como podría serlo el correo electrónico o por medios
similares al whatsapp. El trámite para pedir ser recibido en una sesión se dirige
al presidente del Congreso. A su vez al titular de la institución parlamentaria le
corresponde gestionar la viabilidad y la oportunidad de la solicitud recibida. Se
sobreentiende, en consecuencia, que la sola voluntad o decisión del presidente
del Congreso no es suficiente para que se acuerde si puede asistir el ministro
ni cuándo pueda hacerlo, salvo que el presidente hubiera previamente recibido
el encargo o la delegación expresa del Pleno o de otro órgano de coordinación
para proceder según su discreción o decisión personal.
solo albedrío imponer una fecha ni hora para recibir en sesión a un ministro,
tampoco, y con menor razón, podría disponer por sí mismo el ministro de la
agenda ni del tiempo de la asamblea para imponer su presencia y apersonarse
sin el acuerdo ni consentimiento previo de los representantes de la pluralidad
de grupos parlamentarios.
Cuando el decreto supremo citado refiere que el señor Del Solar solicita
plantear cuestión de confianza en la primera oportunidad que se reúna el Pleno
del Congreso, lo que hace es reconocer que se trata de un pedido, no de una
orden (que sería incorrecto e impropio que se formulara), para poder realizar
una acción que, a juicio del gobierno, era de tal magnitud e importancia que
la hacía impostergable cumplirla después de la oportunidad en la que pide que
pueda presentarla.
Pero también debe entenderse, en segundo término, el más grave suceso en que
consistió que, fuera de toda norma, regla, costumbre o protocolo, pretendió
ingresar al salón de sesiones, donde el ingreso se reserva únicamente a los
congresistas, a su personal de confianza, al personal del servicio parlamentario
encargado de prestar asistencia en el desarrollo de las sesiones, sea a la Mesa
Directiva como a los presidentes de comisión y, excepcionalmente, a cualquiera
otra autoridad citada expresamente para concurrir al Pleno por mandato
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 93
66
Si bien es cierto la vigilancia a cargo del personal de seguridad trajo algún efecto en los
propios congresistas, a algunos de los cuales no les fue posible transitar fuera del hemiciclo ni
ingresar a él, como resultado de la pretensión del gabinete Del Solar de ingresar por la fuerza,
lo reitero, sin haber sido previa ni debidamente citado ni convocado para ingresar a la sala de
sesiones, dicha dificultad y circunstancia se debió a la situación irregular que protagonizó el
presidente del Consejo de Ministros, quien desconoció el procedimiento para su concurrencia
y presencia en el hemiciclo del Congreso. Se trató, por lo tanto, de contingencias colaterales
cuyo principal responsable fue quien desconoció las reglas de orden y de seguridad en el
palacio legislativo abusando de la posición que ocupa en el régimen político del Perú.
94 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
67
El acto en el que, pretendidamente, se produce un planteamiento de confianza, fue
innegablemente un acto violento y no consentido, de carácter totalmente informal e irregular.
De no ser por la connotación sórdida que puede sonar a oídos inmaculados cabría calificar
que se trató de un acto contra-natura. Y un acto forzado niega la validez de una pretensión o
solicitud. La violencia es una causal de nulidad de cualquier acto porque desconoce el trato
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 95
estado en falta por impedir su ingreso al hemiciclo pese a la potestad del artículo
129 de la Constitución de concurrir a las sesiones del Congreso de la República y
participar en sus debates con las mismas prerrogativas que los parlamentarios, salvo
la de votar si no son congresistas.
deferente que se deben quienes portan en sus cargos el honor de proceder por cuenta e
interés de nuestra comunidad y de nuestra república.
La violación del espacio reservado al funcionamiento de la asamblea representativa no puede
pasar desconocido ni desapercibido como una falta que descalifica la manera, el modo, la
oportunidad y las circunstancias en que se solicita la confianza de quien tiene la autoridad
para conferirla o para denegarla. Recordémoslo, el gobierno le pide confianza a quien tiene
la potestad de darla o de rechazarla. El gobierno, que quiere y que necesita la confianza, se la
pide a la autoridad con capacidad y competencia para cederla, prestarla o denegarla.
No es lo mismo que el jefe del gabinete se proponga concurrir al Congreso para plantear
una cuestión de confianza, a que el gabinete se aparezca cuando y como quiera en el recinto
parlamentario para hacer suyo el hemiciclo o sala de sesiones, y disponer a su albedrío de la
agenda, de las prioridades, del debate y además de los procesos que la Constitución le reserva
a la propia asamblea. Si bien es cierto que el gabinete tiene reconocida la posibilidad de
concurrir, a su voluntad, a las sesiones del Congreso, esa opción no equivale a que, como si
fuera dueño de casa, ingresara y mandara que se lo escuche y que hable de lo que quiera.
El Artículo 129 de la Constitución se pone en el supuesto de que se permite a quien no es
miembro del parlamento a aparecer, en supuestos distintos a aquellos en los que el parlamento
los convoca. La concurrencia voluntaria subraya la oposición frente a los casos en los que el
gobierno está obligado a concurrir para responder y para deponer datos o información de
interés parlamentario. Es una excepción a la naturaleza no parlamentaria de nuestro régimen.
En los regímenes típicamente parlamentarios los ministros de Estado todos son miembros
del parlamento. En los regímenes presidenciales ningún ministro puede ser parlamentario. En
el régimen híbrido de nuestro presidencialismo parlamentarizado la concurrencia voluntaria
configura el reconocimiento de la posibilidad de que el gabinete pueda ir al Congreso, no
obstante que sus integrantes no fueran miembros del parlamento.
Como puede advertirse, la concurrencia no es un atributo natural ni es propiamente un
derecho del gabinete. Es una posibilidad u oportunidad para generar cuotas de comunicación
entre ambos poderes del Estado. Y esas cuotas se coordinan, se conversan. Por eso es que
los ministros que pretenden asistir a una sesión no se aparecen sin anunciarse, sino que
previamente envían un oficio señalando su voluntad de ser recibidos. Y por esta misma razón
es que antes de su presencia se estila que el oficio sea respondido por escrito o, en el peor de
los casos, de forma oral o digital.
Así es como se configura el primer exceso en la equívoca comprensión de la cuestión de
confianza que intentó presentar el gabinete Del Solar. Obvió por completo la comprensión
de su rol y arrebató del titular de casa la opción de ser bien recibido. La Junta de Portavoces,
tan pronto como fue posible convocarla, se reunió el día lunes 30 de setiembre a las 8:30
de la mañana y acordó recibir al jefe del gabinete a las 4 de la tarde. Por lo tanto, voluntad
parlamentaria existió y había una voluntad, además, de recibirlo con la celeridad que fue
posible atender el pedido en el marco y contexto de la propia agenda prestablecida para sus
sesiones.
La violencia inicial en el acto de planteamiento de la cuestión de confianza no puede ni
minimizarse ni desconocerse. Fue un rasgo indudable de la actitud con la que el gobierno
desarrolló el proceso comunicativo con el Congreso. Es, sin lugar a mayor duda, una actitud no
precisamente cordial. En todo caso fue una actitud hostil, intimidatoria y belicosa.
96 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
68
El episodio tiene como marco de referencia que antes de la irrupción del gabinete Del Castillo
en la sesión del mismo jueves 9 de octubre de 2008, la Junta de Portavoces había adoptado el
acuerdo de recibirlo en la sesión del martes 14 de octubre.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 97
Puede verse, por lo tanto, que la inexperiencia tanto del presidente del Consejo
de Ministros como del presidente de la república, ha leído mal la Constitución
y la historia de las relaciones entre el gobierno y el parlamento. En el acto de
lectura se encaraman, por cierto, algunos monosabios que teniendo referencias
sobre la corrección del proceso parlamentario prefieren torcer la interpretación
del texto constitucional para favorecer el posicionamiento político del gobierno
a pesar de que al hacerlo distorsionan los sentidos constitucionales de amplia,
larga y uniforme práctica en la institución parlamentaria y en las relaciones
entre el gobierno y el Congreso.
Cuadro 3
Concurrencia de ministros al pleno del Congreso (69)
Período 1995-2016
Período
Iniciativa Ministro Sesión
parlamentario
Energía y Minas 30 Mayo 1996
PCM 13 Junio 1996
Interior 10 Octubre 1996
PCM y Energía y Minas 21 Noviembre 1996
Ministerial Economía y Finanzas 3 Abril 1997
Defensa, e Interior 9 Abril 1997
Interior 30 Abril 1997
1995-2000 PCM, RREE y Defensa 14 y 15 Octubre 1998
Interior 29 Octubre 1998
RREE, y Defensa 14 y 21 Marzo 1996
Defensa 17 Octubre 1996
RREE 14 Noviembre 1996
Consejo Directivo
RREE 3 y 4 Setiembre 1997
Presidencia 24 Setiembre 1997
Salud 15, 16 y 22 Octubre 1997
PCM 30 Octubre 2001
Economía y Finanzas 3 Octubre 2002
2001-2006 Ministerial
PCM, y Defensa 29 y 30 Mayo 2003
RREE 9 Octubre 2003
69
Repárese que en este cuadro sí se incluye el caso de la irrupción frustrada del gabinete Del
Castillo en el período 2006-2011, precisamente, y no obstante, que la asamblea no admitió
una presencia no consentida ni coordinada. La experiencia dejó claro que los ministros están
obligados a pedir permiso y consentimiento del Congreso y que el Pleno es quien, luego de
tomar conocimiento de su disposición a concurrir, asiente para el día y hora en que los recibe
de acuerdo a la programación que acuerde la Junta de Portavoces.
La evidencia que se consigna en este cuadro debiera operar como una muestra significativa
de que quienes afirman que al ministro Salvador Del Solar “no se le permitió en ingreso” en
la sala de sesiones yerran cuando creen que el artículo 129 de la Constitución le franquea el
derecho a entrar en la sala de sesiones a su discreción.
Impedir el ingreso a la sala de sesiones de quien no está autorizado para estar presente en el
hemiciclo en que sesiona la representación nacional es un deber constitucional aparentemente
insuficientemente comprendido y, peor aún, desconocido por los propios congresistas que se
prestaron para que la falta de la que era responsable el ministro Del Solar que se consumara.
Una falta de esa naturaleza era una violación flagrante de deberes constitucionales y además
un caso de flagrante impedimento para el ejercicio regular de las funciones del Congreso.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 99
sobre lo que desee, a su sola discreción y arbitrio, siendo miembro del propio
Congreso, menos cabe admitir ni presumir corrección que un ministro, ajeno
a la corporación, ingrese a una sesión y se proponga tercamente hablar sobre lo
que a criterio del gobierno debe ser objeto de discusión y decisión del Congreso.
Con la misma claridad con la que se señala cómo es que corresponde plantear
válidamente la cuestión de confianza, otro presupuesto del acto de valoración y
de decisión sobre el otorgamiento o denegación de la misma cuestión, es cómo
corresponde dar o tener por decidida la concesión, o el rechazo, de la confianza
solicitada.
Es en este contexto que tiene sentido que se exija como requisito que para que
pueda admitirse, asumirse y aceptarse que exista una decisión sobre la confianza
solicitada no baste imputar tal decisión a una manifestación cualquiera de
la asamblea. En efecto, no cualquier manifestación de voluntad vale como
expresión de concesión ni de denegación de la confianza solicitada. El requisito
para que quien pide la confianza sepa, conozca y cuente con una posición
tomada sobre la materia no debe apresurar el proceso, y dejar que quien tiene
la potestad y facultad de decidir decida, declare la decisión que toma, y se la
comunique de manera cierta y regular.
70
En atención a que en esta acápite se examinan los requisitos extrínsecos al acto constitucional
sobre la existencia de confianza entre el parlamento y el gobierno, no será éste el lugar ni el
espacio en el que se revisará la materia de la factibilidad o validez de formas tácitas, presuntas,
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 103
Cuadro 4
Dinámica de la decisión parlamentaria
2. CONSIDERACIÓN
1. PROPUESTA 3. VOTACIÓN
4. DECISIÓN
Elaboración: propia
implícitas o “fácticas” de expresión de la declaración de voluntad del sujeto activo del acto
fiduciario. En esta acápite se hace referencia a la decisión como presupuesto objetivo del acto
de concesión o de rechazo de la confianza solicitada. No se analiza si cabe o si no cabe que el
otorgamiento o denegación tácita de confianza sea una forma de expresión válida de voluntad
que califique como constitucionalmente aceptable.
104 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
De manera que se comprenda con mayor claridad qué requisitos son los que se
observan dentro del proceso deliberativo de una materia en debate, en el cuadro
siguiente se ilustran los requisitos generales que aseguran que la decisión sea
corporativamente válida.
Cuadro 5
Requisitos de la decisión parlamentaria
REQUISITOS:
- Calendarización
- Competencia
- Identificación de la cuestión
2. CONSIDERACIÓN en debate
- Información de ponente
- Sustento y posición de voceros
- Ronda de intervenciones y
1. PROPUESTA debate plural
REQUISITOS:
- Sede
- Competencia
- Materia agendada
- Oportunidad 3. VOTACIÓN
- Plazo REQUISITOS:
- Calendarización
- Anuncio de cuestión
- Definición de fórmula
- Aprobación por mayoría
Elaboración: propia
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 105
71
Contra lo que parece asumir el gobierno, el proceso de toma de decisiones parlamentarias
es un proceso altamente protocolizado e incluso la supresión de pasos o el aligeramiento
del trámite está sujeto a la adopción de acuerdos concretos y específicos cuya resolución
también tiene previsión reglamentaria como condición de validez de los mismos, a través de
mayorías calificadas que pueden empezar en la mayoría absoluta de los voceros de los grupos
parlamentarios representados en la Junta de Portavoces, o ser tan altas como los dos tercios
de esa misma base, según la condición de la etapa que pretenda dispensarse o exonerarse.
72
Cuando, por otro lado, durante el debate de una materia determinada, se presenta una cuestión
dilatoria, o una cuestión incidental, como lo son las cuestiones de orden o las cuestiones
previas, el voto de la mayoría en relación con la cuestión de orden o con la cuestión previa,
debe entenderse que la voluntad del Pleno se pronuncia sobre ninguna otra cuestión o
materia distinta a aquella que se puso a consideración del Pleno. Por lo tanto, del resultado de
la votación de una cuestión previa no puede deducirse, implicarse, inferirse ni colegirse nada
más que lo que quien dirige el debate puso a debate y a votación.
En concordancia con esta línea d, ene pensamiento, la cuestión previa de la señora Indira
Huillca, para que se interrumpa el proceso de designación de los magistrados del Tribunal
Constitucional, sólo genera, representa y produce lo que se pone al voto antes del llamado
a votación del presidente en la Mesa. En el acto de votación no se incluyó como parte de la
convocatoria si, además, el resultado a favor o en contra de la cuestión previa significaba
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 107
Debe asumirse críticamente el valor que puede tener el criterio errado del
gobierno de plantear la cuestión de confianza mientras estaba en curso el
proceso cuyo bloqueo se pretendió. El titular del proceso de elección de los
magistrados del Tribunal Constitucional es el Congreso. El gobierno no tiene
parte ni competencia durante etapa alguna de ese proceso. El criterio del
gobierno en el sentido de que el proceso en curso carecía de garantías suficientes
de transparencia porque de las dos opciones que consignaba el artículo 8 de
la ley 28301 el órgano competente que era la Junta de Portavoces eligió la
modalidad de la invitación, puede innegable e incuestionablemente ser una
opinión respetable, pero la oportunidad en que correspondía concretar esa
objeción no era precisamente en el acto en que debía consultarse la relación de
postulantes seleccionados como invitados por la Comisión Especial.
73
Argumento que fuera válido e inobjetable si el gobierno estuviera en capacidad de demostrar
que era responsabilidad del Congreso conocer que el hecho del rechazo de la cuestión previa
de la interrupción del proceso de elección de los magistrados del Tribunal Constitucional
era un comportamiento atribuible indudable y necesariamente a la voluntad de rechazar la
cuestión de confianza, y a que era su deber y responsabilidad no violar el deber de conocer
el significado de su decisión en el marco y desarrollo normal y ordenado de los procesos
parlamentarios.
El significado de una cuestión previa está asociado directamente a los efectos inmediatos que
ella produce en el desarrollo del debate de una materia pendiente de consideración del Pleno.
La interpretación que el rechazo cause es tanto más certera e idónea, cuanto sea posible contar
con elementos de juicio adecuados y suficientes para acceder a la voluntad no expresada.
Si, por el contrario, existen esos elementos de juicio, como lo es el debate formal de la cuestión de
112 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
confianza en la sesión vespertina, que coincide con el mensaje que el presidente de la república
transmite a través de la radio y de la televisión casual y precisamente en momentos en que, luego
de concluir el debate, el Pleno votaba la aprobación de la cuestión de confianza solicitada, no cabe
oponer los hechos en los que el gobierno encuentra una manifestación tácita de voluntad alguna
forma de ausencia de diligencia procesal, constitucional ni parlamentaria.
Por lo tanto, el Congreso no puede resultar siendo responsable de una supuesta “denegación
fáctica” de confianza si las conductas exhibidas muestran la conducción regular, normal y
secuencial de cada incidente de acuerdo a las normas procesales de observancia reglamentaria.
Lo demás puede ser tratado y asumido como un acto ingenioso de astucia retórica con alto
impacto en la consciencia política colectiva, aunque desprovisto del sustento constitucional
indispensable para darlo por una pretensión válida.
74
La lógica del gobierno se basaba en un supuesto sobre el que carecía de evidencia y, por lo
tanto, no era lógico atribuir relación causal entre el hecho de la no aprobación de la cuestión
previa de la congresista Huillca y la voluntad de rechazar la cuestión de confianza. El simplismo
de este razonamiento es el que ha generado la opinión masiva de la población, para la que
cualquier examen de la relación entre ambos extremos, el hecho del rechazo a la cuestión
previa de la señora Huillca, y la presunta voluntad de rechazar la cuestión de confianza, es un
acto ocioso y el innecesario ejercicio de disquisiciones.
Como testimonio de esta última afirmación puedo citar el comentario que recibí a un post
que compartí en facebook (véase el enlace en https://www.facebook.com/delgadoguembes/
posts/10219074352304276) el 22 de octubre de 2019, sobre las inambigüedades de la cuestión
de confianza, en el que Rubén Cáceres Zapata, un compañero de estudios escolares, me
advertía que mucha disquisición para algo simple y claro. Se rehusó la confianza ya planteada
al votarse por seguir con el nombramiento del Tribunal Constitucional antes de ver el pedido del
Ejecutivo. Listo. Totalmente constitucional.
No obstante la formación jurídica de mi tres veces colega, de colegio, de facultad y de profesión,
mi criterio difiere y disiente con el suyo, y precisamente por esa razón es que insisto en mi
perspectiva disquisitiva, porque no creo que sea tan simple el asunto que tenemos entre manos
y, por la misma razón, no coincido en la calificación que realiza sobre la constitucionalidad
del acto del gobierno al asumir la “denegación fáctica” como una modalidad válida de dar por
rechazada una cuestión de confianza.
En honor a la coherencia que debo mantener entre lo que desarrollo técnicamente en una
monografía y lo que expreso y comunico en las redes sociales, no puedo obviar que, en este
último espacio señalé que la base del concepto que usó el presidente de la república para disolver
el Congreso es la noción de “denegación fáctica”. He afirmado que esa idea o concepto, si acaso
pudiera ser válido su uso en alguna circunstancia, carece de afinidad con la textura y es ajeno a la
urdimbre constitucional. Resulta consistir en un parche. Las abuelas dirían una huachafería, y en el
aggiornamento de nuestro mundo global y posmoderno podríamos convenir, en ese nuevo lenguaje,
que es una manifestación kitsch o un faked claim.
75
Nos encontramos, propiamente, ante una conclusión espuria en el razonamiento del gobierno,
porque se basa en el argumento de que el rechazo de la cuestión previa de la congresista
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 113
El proceso sólo concluye cuando los seis magistrados, cuya designación estaba
pendiente, son elegidos y asumen los cargos respectivos, y la continuación del
proceso en curso, según la agenda prestablecida, sólo habría terminado y, por
lo tanto, la frustración del pedido de interrupción del gobierno sólo habría sido
efectiva y verosímil, si el Congreso hubiera terminado con la elección de los seis
magistrados antes de haber examinado el pedido de confianza subrepticiamente
presentado (76).
Huillca es una consecuencia de la voluntad negativa del Congreso sobre el pedido de confianza
del gobierno. Se trata, en buena cuenta de una falacia del tipo post hoc, ergo propter hoc
(después; por lo tanto, causado o debido a eso; o, después de, luego a causa de), es decir que
si se rechaza la cuestión previa es porque la voluntad del Congreso fue denegar la confianza
solicitada por el gabinete. La falacia consiste en asumir que el orden en que casualmente
ocurre un suceso tiene una relación temporal de causalidad secuencial sobre el suceso que
ocurre en seguida en el tiempo.
La falacia se construye a partir de la secuencia de hechos que consiste en que, si primero se
pide la confianza sobre la interrupción del proceso de designación de los magistrados del
Tribunal Constitucional, y luego se vota que la interrupción de ese proceso sea rechazada, por
lo tanto el rechazo de la cuestión de confianza es consecuencia del rechazo de la cuestión
previa. De este modo, se asume que la ocasión coincidente del rechazo de la cuestión previa
es la causa de la denegación de la cuestión de confianza, no obstante tener independencia
conceptual y procesal uno de otro acontecimiento, hecho o suceso, en el desarrollo de la sesión.
El argumento del gobierno minimiza el proceso de formación de la voluntad que decide
el Congreso tanto respecto del rechazo de la cuestión previa, donde el gobierno no tiene
ningún elemento de juicio satisfactorio como para inferir que la cuestión previa equivalía a la
voluntad de denegarle la confianza al gobierno en el acto en el que se consultaba el pedido
de la congresista Huillca, como respecto de la razón o la disposición de debatir la cuestión de
confianza en un momento distinto y ajeno al que proponía la congresista Huillca.
En otras palabras, no porque se rechazara la cuestión previa de interrupción del proceso de
designación de los magistrados del Tribunal Constitucional podía deducirse lógicamente que
existiera propósito ni voluntad, en ese mismo acto, de rechazarse la cuestión de confianza
planteada por el gabinete. Uno y otro acto no necesariamente tienen una relación causal uno
respecto de otro, no obstante que fueran concebidos en ese orden temporal por el gobierno.
76
En efecto, era reglamentariamente ineludible el respeto a la agenda de la sesión para la
que el Congreso fue citado, con el objeto de culminar un proceso en curso. La continuación
114 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
del proceso no significa, sin embargo, que el proceso concluya, porque para la conclusión es
imprescindible que el Pleno haya coincidido en sumar el número de votos necesarios para que
la designación sea válidamente efectuada.
Sólo si el Congreso hubiera podido adoptar el acuerdo de designar a los seis magistrados
pendientes de elección para reemplazar a aquéllos que tenían mandato vencido cabría
asumir que el proceso culminó. Por lo tanto, la designación de los que podrían haber sido
elegidos en la sesión del día 30 de setiembre con el voto mayoritario que la Constitución y
la ley prescriben, mantendría vigente el proceso de elección de los magistrados sobre cuya
designación no hubiera alcanzado votos ni acuerdo.
La constatación de este hecho permite afirmar, en consecuencia, que el extremo del pedido
de confianza supuestamente rechazado bajo la figura de la “denegación fáctica” no habría
quedado perfeccionado mientras el proceso de formación y declaración de la voluntad
corporativa sobre la designación de los seis magistrados del Tribunal Constitucional no
culminara con la designación de todos ellos, y no sólo con uno de entre los seis.
Es por esta razón que, luego de la suspensión del proceso de designación de los magistrados,
no puede dejar de reconocerse que se trata de un proceso incompleto luego que el Pleno
acordara dispensar de acta la decisión de haber elegido al magistrado Gonzalo Ortiz de Zevallos
Olaechea. Este proceso es sobre el que el Congreso que se elija el 26 de enero de 2020 tendrá
que decidir cómo prosigue con el trámite interrumpido, si mantendrá los nombres de los
señores que invitó la Comisión Especial del Congreso disuelto, si optará por la modalidad de
invitación con otros invitados, si usará el proceso ordinario de concurso público, o si acogerá
la iniciativa del gobierno para que el concurso se realice a propuesta de instituciones que
señalen a los candidatos.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 115
¿Qué es lo que decide el Pleno del Congreso cuando se debate y vota una cuestión
previa? Lo que se pone en discusión es si se aprueba la materia propuesta. Es
decir, si lo que se vota es si se interrumpe el proceso en curso de designación de
los magistrados del Tribunal Constitucional, el resultado de la votación define
si se interrumpe o no interrumpe. El significado, motivos, causas, objetivos,
consecuencias, efectos o impacto de esa decisión no es lo que se pone al voto. La
voluntad del Pleno afecta estricta y restrictivamente a la cuestión que enuncia
el presidente al momento en que pone en consideración de la asamblea el tenor
de la materia que se pone al voto.
77
Otro fuera, ciertamente, el caso, si al momento en que el presidente del Congreso pone al voto
la cuestión previa acumulara en el acto de la consulta una consecuencia específica adicional,
como lo sería señalar que el rechazo de la cuestión previa equivaldrá, simultánea, indivisible
y conjuntamente, al rechazo de la cuestión de confianza planteada por el gabinete.
Si el presidente del Congreso hubiera planteado la consulta, de modo expreso, con los
eventuales efectos de la cuestión previa sobre la cuestión de confianza, no habría lugar a dudas
sobre la voluntad que declararía el Congreso al momento en que rechazara la cuestión previa.
Si no fue ése el tenor de la consulta no cabe más conclusión que lo que se votó fue única y
exclusivamente el rechazo de la cuestión previa. No se votó ni decidió sobre los alcances de
la cuestión de confianza. Ese era un debate y una votación que se trata en momento y proceso
distinto al que correspondía durante el de la designación de los magistrados del Tribunal
Constitucional
De ahí la incorrección e invalidez de la pretensión del gobierno de calificar como “denegación
fáctica” a una votación que ocurre sobre una cuestión previa sin que ésta haya sido en ningún
momento referida a las consecuencia que el gobierno, así como algunos miembros de las
minorías en la asamblea, le atribuyen a la votación respecto al supuesto rechazo de la cuestión
de confianza. En especial si cuando, de modo efectivo, se debate la cuestión de confianza, el
resultado de la votación fue a favor de la concesión de la confianza, en contra de la imputación
que el gobierno le endosa a un hecho sobre el que espuriamente se califica como portador de
una voluntad corporativa inexistente sobre ninguna otra materia que no fuera, solamente, la
cuestión previa que se sometió a votación del Pleno.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 117
Una respuesta elemental permitiría afirmar, de modo simple y sencillo, que los
actos pueden resultar de una manifestación expresa o tácita de voluntad, y que
una manifestación tácita de voluntad puede bastar para servir de indicación
al gobierno para ejercer su potestad disolutoria, más aún si cupiese atribuir al
Congreso el interés de evitar su propia disolución en razón de lo cual el gobierno
no podría quedar desprotegido ante la conducta fraudulenta del Congreso. Si
ésta resultara ser una alternativa aceptable el rechazo tácito consistiría en la
constatación de una acción contraria a la que el gobierno espera que ocurra
como manifestación favorable a su pedido de confianza.
Ante tal situación y alternativa el riesgo que existiría sería que pudiera
atribuírsele a un hecho, sin necesariamente tener conexión causal con la
consciencia o propósito deliberado de rechazar la confianza solicitada, el efecto
de una denegación, que no ha sido aún decidida deliberada ni voluntariamente,
que no ha sido aún elaborada, y que no contiene en sí mismo, por lo tanto, el
contenido volitivo de la asamblea en la que tiene lugar el hecho, un significado,
un contenido y una decisión respecto de los cuales no existen elementos de
convicción suficientes para aseverar que el Congreso de la República tuvo
consciencia que ésa debía ser su voluntad corporativa.
78
Para precisiones sobre esta pregunta y las cuestiones complementarias que se desarrollan
en esta indagación puede revisarse el texto publicado por el autor en el post que aparece
en el enlace digital https://www.lampadia.com/opiniones/csar-delgado-guembes/sobre-la-
cuestion-de-confianza-y-la-supuesta-denegacion-factica-que-se-invoco-para-disolver-el-
congreso-peruano/
79
Si el Congreso no fuese una persona jurídica sino una persona natural sería relativamente
menos discutible el uso adecuado, idóneo y hasta conveniente de la táctica de la
manifestación tácita de voluntad. En una entidad como lo es una corporación estatal, sus actos
se forman regularmente a través de procesos formales y, en su caso, solemnes, estrictamente
normalizados, a través de protocolos que la autoridad observa en signo de garantía de certeza
y de seguridad de la voluntad corporativa.
Pasar por alto el requisito de la solemnidad en los actos estatales de la relevancia y magnitud
que tiene conceder o rechazar la confianza al gobierno, con efectos dramáticos como lo es
la disolución del Congreso, puede conceptuarse como un indicio de impericia grave en el
manejo de las relaciones de interacción intraestatal. La informalidad ya es un mal público en
el desarrollo de los países, pero cuando la informalidad invade las más altas esferas del poder
en una sociedad la razón de existencia del Estado se debilita. No se espera que el gobierno
sucumba ante la desesperación por la falta de manejo en situaciones de riesgo, y por esta
razón es crítico tener claridad sobre la constitucionalidad de usos válidos y usos proscritos de
la capacidad de decisión que le compete.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 119
80
A diferencia del error obstativo, cuando el gobierno asume que el Congreso decide rechazar
la confianza solicitada a partir del carácter tácito que le atribuye a la denegación que cree
advertir en la votación en contra de la cuestión previa planteada por la congresista Indira
Huillca, para que se suspenda el procedimiento de designación de los magistrados y se atienda
el pedido del reemplazo del mismo por el que proponía el poder ejecutivo, la figura ante la
que nos encontramos es la del disenso oculto entre las manifestaciones de voluntad de ambas
partes. Y ello es así porque mientras que el presidente de la república cree que existe rechazo
en la votación en contra de la cuestión previa de la congresista Indira Huillca, el Congreso no
le confiere tal sentido, significación ni valor a ese hecho.
Cuando nos encontramos ante un acto jurídico de naturaleza bilateral, la ausencia de
coincidencia entre las declaraciones de voluntad es un supuesto de disenso, y el disenso
importa la inexistencia del acto. Por lo tanto ante un supuesto de disenso no cabría asumir que
la confianza se rechazó porque el hecho de la votación en contra de la cuestión previa de la
congresista Huillca no coincide con la voluntad que quiso declarar el Congreso respecto del
pedido de confianza solicitado por el gabinete Del Solar.
120 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Ante la inexistencia de acuerdo la decisión basada en el disenso oculto es, en el mejor de los
casos, un supuesto de nulidad, en el que está ausente un elemento esencial para que haya
acuerdo, como lo es la coincidencia de declaraciones de voluntad de ambas partes. Por lo tanto,
siendo nulo el acto de rechazo de la confianza según lo califica el gobierno, la imputación de
denegación fáctica carece de validez, como carece de sustento, por lo tanto, la disolución del
Congreso, de lo cual debiera deducirse que por tratarse de un acuerdo inexistente sobre el
acto de rechazo y de disolución del Congreso, sobre ambos, debiera afirmarse que carecen de
eficacia jurídica.
81
En cualquier caso, la elaboración de la tesis de la “denegación fáctica” puede, benignamente,
considerarse, en buena cuenta, un error de derecho, porque el gobierno cree que el uso de
formas implícitas de formación de la declaración de la otra parte (del Congreso) es una
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 121
Es una regla admitida que el silencio o la abstención sólo tienen valor como
decisión cuando se presentan dos factores, el primero es que exista la obligación
de expresar oportunamente la decisión; y el segundo es que exista una norma
o un acuerdo plurilateral capaz de obligar a las partes a que el silencio o a
que la abstención podrá ser reconocido como una negación o un rechazo, o
contrariamente como una aceptación o como una concesión de confianza.
Si esta regla tiene algún reconocimiento, o validez, tendría que admitirse que, en
primer lugar, si la Constitución, u otra norma, prevé una imputación o presunción
de esta naturaleza o si, contrariamente, existen normas en las que se establezca
el modo válido de formación de la declaración de la voluntad corporativa de la
asamblea representativa. Y, en segundo lugar, habría que establecer y precisar si
hubo alguna tratativa de entendimiento, de diálogo, o algún compromiso entre
el gobierno y el Congreso, de manera tal que quedara convenido de común
acuerdo entre ambos que bastara solamente que el gobierno comunicara su
propósito de dar por aprobada o por rechazada la confianza como consecuencia
del silencio, de la abstención o de la ocurrencia de un hecho determinado, sea o
no un acto deliberado de la propia asamblea (82)
82
Téngase presente que la sola afirmación del gobierno de que imputará como rechazada su
cuestión de confianza no es capaz de integrar la voluntad que declare el Congreso, porque
seguiría tratándose de una pretensión unilateral respecto de un acto bilateral entre ambas
partes. Por lo tanto sin capacidad alguna de tener efectos vinculantes ni menos de obligar al
Congreso respecto de la admonición con la que enuncia su pretensión.
En abundancia a este comentario corresponde subrayar que la naturaleza y la validez de
cualquier hecho voluntario de un ser humano (género y categoría dentro de la cual se encuentran
los actos jurídicos, dentro de los cuales por cierto cabe, extensivamente, incluir la especie de
un acto fiduciario como especie de de los actos parlamentarios -hasta que se demuestre que los
actos de la asamblea de representantes no son actos humanos, o que, siendo actos humanos,
no son actos voluntarios de una corporación integrada por lo que parecen ser seres humanos),
se define por la existencia de voluntad de la persona que lo realiza o a la que se le imputa.
La excepción que constituye la existencia de los hechos en los que se presume tácitamente
voluntad no obstante no haberla expresado verbalmente el sujeto existe únicamente cuando
una norma cuya existencia conocen con anticipación las partes así lo establece. Con cuánta
mayor razón parece correcto el aserto anterior si el objeto sobre el que se afirma que contiene
fácticamente una voluntad presunta lo es de una corporación, y una corporación de naturaleza
estatal y no privada, que forma parte del eje central del Estado de derecho.
Cuando el gobierno construye la figura de la “denegación fáctica” yerra al creer que los
principios generales del derecho lo asisten para generar una voluntad implícita que favorezca
el propósito que lo motiva a disolver el Congreso, saltando a este efecto obstáculos prácticos
y jurídicos que están fuera de su alcance y posibilidades conceptuales. Más allá de que detrás
del razonamiento del gobierno se detecte la falacia post hoc, ergo propter hoc, porque no
existe razón causal entre el hecho del rechazo a la cuestión previa de la congresista Huillca
y el rechazo a una cuestión de confianza que expresa la voluntad corporativa expresa de
aprobar lo que al gobierno le conviene que niegue, conforme se expone en su momento en
esta monografía, no hay modo de que quepa calificar como un rechazo donde existe evidencia
(que el gobierno se rehusó deliberadamente a recibir cuando ordena que no se reciba la
comunicación que la contenía en el oficio que le dirigió el presidente del Congreso) que el
Congreso no quería expresarlo.
Puede evidentemente discreparse sobre el valor y los efectos que tuvo el rechazo de la cuestión
previa de la congresista Indira Huillca, pero los argumentos para la discrepancia carecen de
poder normativo. Si el argumento del gobierno es que rechazar la cuestión previa significaba
rechazar la cuestión de confianza debe contar con justificación normativa suficiente como para
pretender eliminar el onus probandi que tiene que aportar, más allá, ciertamente, que pergeñar
en el principio inaplicable a un caso y situación como en el que nos encontramos, según el
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 123
cual su solo aserto unilateral bastara para que, ante una situación innominada, sin que exista
norma ni acuerdo previo entre las partes, un hecho seleccionado al azar por una de las partes
contenga una voluntad que la otra parte niega categórica y firmemente que la contenga.
83
Del lado del gobierno se pretendió asumir una posición jerárquica frente al Congreso, sin
que dicha relación asimétrica tuviera ningún sustento constitucional. El papel asumido por el
gobierno se basó en la supuesta convicción de que se consideraba ungido de la capacidad de
cumplir la voluntad de las mayorías y de liderar la lucha contra la corrupción que reprochaba
de blindar a la mayoría opositora en el Congreso.
Las formas de liderazgo carismático carecen de adecuado sustento en el tipo de régimen
político que define a nuestro Estado y nuestra Constitución. La apelación al Verfassungsgefühl
puede tener algún tipo de efecto teatral, histriónico o dramático, pero carece de naturaleza
vinculante cuando la enuncia un actor en igualdad y horizontalidad de condiciones respecto
de su contraparte, en especial si ese sentimiento no resulta ser gratuito sino elaborado a partir
del mensaje con que se impacta, a través de los medios de comunicación, a la opinión pública.
El sentimiento constitucional no es legítimo cuando lo invoca un actor contra otro a partir de
maniobras populistas, y desde una actitud más autocrática que republicana.
124 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
decisión que no solamente nunca adoptó, sino que, además, cuando adoptó la
decisión contraria a la que implícitamente le endosaba el gobierno en instantes
en que dirigía su mensaje al país comunicando la disolución del Congreso,
personal a cargo de la recepción de la documentación en palacio de gobierno
recibía instrucciones expresas de que no se recibiera ninguna comunicación
emitida por el Congreso porque, según disposiciones fácticas y por lo tanto aún
no legalmente vigentes, y además de dudosa validez normativa, el Congreso
había quedado disuelto y ya no existía reconocimiento alguno en el sistema de
trámite documentario de las oficinas de la presidencia de la república ni de la
presidencia del Consejo de Ministros (84).
84
¿Cabe darle carácter regular al acto de impedir la entrega de la comunicación con la que el
presidente del Congreso hacía saber al presidente de la república y al presidente del Consejo
de Ministros que el Congreso había aprobado la cuestión de confianza solicitada? El personal
que debía llevar las comunicaciones dirigidas al presidente de la república y al presidente
del Consejo de Ministros se hizo presente a las 21:45 del 30 de setiembre y, ante la negativa
del personal del poder ejecutivo, retornó con presencia de la Notario Público Mónica Tambini
Ávila, quien a las 22:45 levantó el acta notarial en la que deja constancia que no se quiso
recibir las comunicaciones del Congreso de la República.
No obstante lo extraño que pueda parecer que se pretenda hacer entrega de documentos
a las 9 o 10 de la noche, debe tenerse presente que existe un tratamiento especial entre
palacio de gobierno y el Congreso, que supone la atención y recepción de documentos
fuera de las horas ordinarias de labores, porque el personal de mesa de partes y de trámite
documentario de ambas dependencias tiene personal sujeto a turnos especiales para recibir
comunicaciones urgentes. En este caso el poder ejecutivo ignoró los términos de reciprocidad
que uniformemente se observan, se guardan y se mantienen, y se negó a recibir los oficios.
La cuestión es, dado el trato que regular y recíprocamente se da a las comunicaciones, ¿en qué
disposición normativa podía basarse la instrucción que se impartió a personal de palacio de
gobierno para que se negara a recibir los oficios con los que se enteraba y transmitía al poder
ejecutivo la voluntad que declaraba el Congreso? Normalmente, ¿no habría sido el propio
poder ejecutivo el más interesado en conocer que contaba con la confianza del Congreso?
¿Qué más si no la suplantación taimada de la voluntad de la asamblea podría justificar el
desplante? El propio 30 de setiembre en que se envió del palacio legislativo los oficios
con los que se comunicó la aprobación de confianza solicitada por el presidente del Consejo
de Ministros esa misma mañana, antes de medio día, y a pesar de los actos irregulares con
los que, por la fuerza, llegó a plantear su cuestión de confianza, no solamente aún no había
juramentado el señor Zeballos Salinas, en su calidad de presidente del Consejo de Ministros
en reemplazo del gabinete Del Solar, sino que tampoco había sido refrendado el Decreto
Supremo con que se ordenaba la disolución del Congreso y mucho menos publicado su texto
en el diario oficial.
¿Qué validez administrativa tiene el acto de rechazar la entrega de la comunicación del
presidente de un poder del Estado en ejercicio de su competencia constitucional, y qué
consecuencias jurídicas tiene el acto de haber ordenado que el personal dependiente de
palacio de gobierno no reciba una comunicación oficial? La realidad no puede ser fácilmente
contradicha con la evidencia empírica ni con los hechos, lo cual sólo demuestra que la acción
del gobierno tuvo eficacia, y que esa eficacia se diseñó y maquinó deliberadamente como atajo
malicioso para negar el ejercicio de la potestad constitucional del Congreso. Y ese rechazo
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 125
Entonces, y a partir del desarrollo de las ideas precedentes, habría que buscar
el significado de la opción que niega capacidad y valor suficiente en el carácter
implícito del supuesto rechazo de una cuestión de confianza que el Congreso
no ha declarado rechazar ni tenido el propósito de poner en conocimiento del
gobierno. En buena cuenta, si se negara la pretensión del gobierno en el sentido
de que es factible y válida la calificación de “denegación fáctica” a partir de
hechos en los cuales advierte una negación del pedido de confianza solicitado,
es necesario examinar y definir cuál es el método, el criterio, la estructura o el
marco conforme a los cuales sí es correcto determinar si existió o si no existió un
pronunciamiento válido para responder al pedido de confianza que el gobierno
le presenta al Congreso. Esto es, si el argumento con el que se sustenta la validez
de la pretensión de la “denegación fáctica” no se deduce de la racionalidad ni
de los principios de nuestro ordenamiento político y constitucional, entonces,
¿cuál es el elemento del acto fiduciario que es inherente y esencial a dicho
acto, sin cuyo requisito no cabe calificar como válido ni el otorgamiento ni la
negación de la confianza solicitada?
En los párrafos que siguen se intentará razonar a partir del punto en que
queda fijado el postulado de que la “denegación fáctica” es una construcción
que, aunque ingeniosa, es impropia, articulada a partir del interés unilateral
del gobierno para reducir y minimizar la capacidad de acción del rival en la
asamblea representativa. El objetivo debe ser, por lo tanto, determinar cuál es el
requisito intrínseco y esencial del acto fiduciario mediante el cual cabe idónea,
confiable y responsablemente identificar y reconocer objetivamente qué decide
el Congreso a propósito del pedido de confianza del gobierno.
e impedimento para realizar y para desempeñar el ejercicio funcional regular del poder
legislativo, ¿no lesiona ni transgrede algún valor constitucional, ni supone la aplicación de
norma penal alguna?
Más allá del esfuerzo que se realiza con la comprensión jurídica y constitucional del asunto
general de la cuestión de confianza como instituto del derecho constitucional peruano, este
caso es un ejemplo del manejo ingenioso de la constitucionalidad a partir de los efectos
causados por núcleos de estructuras organizacionales psíquicamente persecutorias, conforme
a las cuales alguna base de la realidad detona masivamente núcleos delirantes desde los
que se imaginan peligros cuyo conjuro sólo puede neutralizarse fácticamente, y sin cuidar
bastante la necesaria protección del sustento normativo para defenderse contra la dimensión
fantasmática que teme.
126 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Un segundo medio que cabe descartar como idóneo, eficiente y eficaz, para
determinar si existe o no confianza entre el Congreso y el gobierno, son las
manifestaciones o actos externos que protagoniza o que se le atribuye a una de
las partes. La referencia no se hace al uso de la presunción de un sentido u otro
de voluntad a partir de una presunción, sino a la exigencia específica de que
el acto fiduciario no se concrete, reduzca ni limite a un acto o manifestación
de voluntad cualquiera. La insuficiencia del reconocimiento o validez de los
hechos o meras manifestaciones constatadas en el proceso de toma de decisión
sobre el pedido de confianza que declara solicitar el gobierno radica en que los
hechos o las solas o meras manifestaciones aisladas de voluntad, no canalizan de
modo incuestionable cuál es el sentido de la decisión de la asamblea.
87
El valor de la medición de la opinión resulta de las metodologías que realizan las empresas
cuyo objetivo es medir la percepción del encuestado, independientemente de la realidad de la
comprensión o de la calidad del conocimiento que posea, sobre la materia respecto de la cual
se aplica la encuesta. Mide percepciones o sentimientos sin considerar la reflexión ni lo que la
persona encuestada conozca sobre el objeto de la opinión que se mide.
Cuando el presidente de la república refiere en su Mensaje al Congreso del 28 de julio de
2019 que nos preocupa que el Congreso haga caso omiso al clamor ciudadano, o cuando afirma
como todos saben, la demanda ciudadana de disolución del Congreso es contundente, lo hace sin
contar más evidencia que la que le permiten exhibir las portadas de algunos de los diarios de
circulación nacional, o las tendencias que impulsan los dueños, productores o conductores de
130 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
los programas políticos en los medios radiales y televisivos, medios que inclinan la percepción
pública que luego será objeto de acopio mercadoscópico por las encuestadoras de opinión.
A su vez, el círculo se reproduce cuando los medios se basan en los resultados de las encuestas
como evidencia de que existe una supuesta convicción general en la población. La población,
sin embargo, nunca fue consultada en un proceso regular, ni los resultados tienen la capacidad
política suficiente como para negar, con carácter vinculante, los resultados electorales que
facultan a quienes eligió la ciudadanía a tomar las decisiones, durante el período constitucional
correspondiente, que correspondan al proceso representativo del cual una o más mayorías
deciden lo que los procesos regulares les permiten que adopten como decisión corporativa.
88
La construcción de la presunción se reconoce expresamente en el párrafo 112 del escrito de
contestación de la acción competencial, fechado el 22 de noviembre de 2019, en el que el
representante del poder ejecutivo indica que el presidente del Consejo de Ministros fue claro en
señalar el alcance y contenido de la cuestión de confianza y cuál era la respuesta que se esperaba
a fin de considerarla aceptada o rechazada (resaltado añadido por el autor).
89
El cambio más importante propuesto en el proyecto 4847, consistía en que el proceso se
realice por postulación de candidatos con respaldo de una o más instituciones, sujeto a un
período de tachas con participación de la ciudadanía en general, las mismas que se resolvieran
por la Comisión Especial del parlamento a cargo de la convocatoria y de la fase preliminar de
selección, integrada a razón de un representante por cada grupo parlamentario.
El proceso de selección basado en el mecanismo de la invitación, y no por concurso público,
resultó de una modificación al texto original del artículo 8 de la ley 28301, publicada en julio
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 131
Ese criterio habría exigido que, para que el gobierno diera por aprobada la
cuestión de confianza, no solamente tendría que haberse interrumpido el
del año 2004, el mismo que sólo contemplaba el proceso de concurso público, aunque sin
intermediación alguna de institución que proponga, apoye, promueva o avale la candidatura.
En diciembre del 2005 se modificó dicho artículo sin alterar la modalidad pública del concurso,
y también sin que se previera el apoyo, promoción o aval de institución alguna.
Los primeros magistrados, elegidos bajo la modalidad de invitación por la Comisión Especial,
se menciona a 11 magistrados: Ricardo Nugent López Chávez, Francisco Acosta Sánchez,
Manuel Aguirre Roca, Guillermo Díaz Valverde, José García Marcelo, Delia Revoredo Marsano
de Mur, Guillermo Rey Terry, Javier Alva Orlandini, Juan Bardelli Lartirigoyen, Víctor García Toma
y Magdiel Gonzáles Ojeda.
Bajo la modalidad de concurso público quedaron frustrados diversos procesos de designación
de magistrados. Sin embargo, entre los magistrados que lograron su elección bajo dicho
método se cuentan César Landa Arroyo, Juan Vergara Gotelli, Carlos Mesía Ramirez, Fernando
Calle Hayen, Gerardo Eto Cruz, Ernesto Álvarez Miranda, Ricardo Beaumont Callirgos y Oscar
Urviola Hani; es decir, 8 magistrados.
Posteriormente, luego de la aprobación que realiza el Pleno del Congreso en mayo de 2012,
en junio de 2012 entra en vigencia la ley 29882, con cuyo artículo 2 se modifica el artículo 8
de la ley 28301, incorporando la modalidad de postulación por invitación. La modalidad de la
invitación se propuso como consecuencia de que los procesos previos por concurso resultaban
extremadamente ineficaces, porque dificultaban tanto la selección de los postulantes debido a
las complejidades que generaba el proceso de tachas, como el propio proceso de elección por
el Pleno con el elevado número de votos necesarios para aprobar entre los candidatos al que
pudiera congregar la preferencia exigida por la Constitución.
Por lo tanto, durante las presidencias de los congresistas Otárola y Galarreta la modalidad
de la invitación permitió el reemplazo de 7 magistrados, 6 durante la presidencia de Otárola
(Blume, Sardón, Ledesma, Miranda, Ramos y Espinosa-Saldaña), y uno durante la presidencia
de Galarreta (Ferrero Costa).
Dicho lo anterior, no puede quedar en el olvido que la modalidad de invitación no se crea
con la ley 29882, porque, luego de la aprobación de la ley 26435, aprobada el de 1994, y
publicada el 10 de enero de 1995, que desarrolla por primera vez la organicidad del tribunal
constitucional, se reforma la ley original mediante una adición que se aprueba con la ley
26622, en junio de 1996 (a sólo año y medio de haberse aprobado la ley original, 26435), con
un texto que reconocía el mecanismo de la invitación con la fórmula que decía que cuando
existan razones que lo justifiquen, y a petición de no menos del 20% de los Congresistas, podrá
efectuarse, por acuerdo del Pleno, una convocatoria complementaria por invitación para elegir a
candidatos a los cargos de Magistrados del Tribunal Constitucional cuyas vacantes no hubieran
sido cubiertas. En tal caso, la votación será por lista cerrada, completa y mediante voto público en
el Pleno del Congreso.
132 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
90
Y, por añadidura, se habría interrumpido el propio proceso de designación en curso, de
conformidad con las reglas que prevé el artículo 8 de la ley 28301. Según señaló la presidencia
durante la sesión del Pleno del 19 de setiembre de 2019, la Comisión Especial encargada
de seleccionar a los candidatos entre los debía elegir la asamblea, dicha Comisión Especial
había presentado su informe con las propuestas correspondientes el día 18 de setiembre.
Conforme al texto modificado de dicho artículo presentada la propuesta el Pleno del Congreso
es convocado en término no inferior a siete días para que se proceda a la elección del magistrado
o los magistrados, según el caso, que obtengan la mayoría prevista en el último párrafo del artículo
201 de la Constitución Política. En cumplimiento de esa disposición la propia presidencia cita
a sesión del Pleno para el lunes 30 de setiembre a las 10:00 am, con el objeto de realizar la
elección en cumplimiento del proceso ya iniciado.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 133
y objeto sobre los cuales pide confianza, y además, impone la imputación sobre
el acto que le significará la aceptación o el rechazo de la confianza, esa actitud
resulta ventajosa únicamente para el gobierno en su condición de peticionario
y de destinatario de la confianza. En el propósito de asegurarse que tiene la
respuesta que precisa le dice al titular y concesionario de la confianza que,
entre la regularidad del proceso de consulta de la confianza y los actos que
durante ese proceso lleve a cabo, el gobierno queda en la capacidad de decidir,
discrecionalmente, y a su solo arbitrio cómo y cuándo habrá recibido o se le
habrá rechazado la confianza solicitada.
91
La doctrina llama a estos actos los rein äuẞere Handlungen (actos meramente exteriores), o los
Tathandlungen (actos materiales), para oponerlos a las declaraciones emitidas con el propósito
o consciencia determinada de producir deliberadamente los efectos prácticos y jurídicos que
el contenido de la declaración contiene.
Los actos meramente exteriores no contienen la voluntad inconfundible que decide declarar el
sujeto activo del proceso de otorgamiento de la confianza, ni son capaces de generar eficacia
en la formación del acto parlamentario. Se priva al sujeto activo del acto de la libertad
de expresar lo que conoce de lo quiere decidir, y por lo tanto se priva unilateralmente de
seriedad el carácter bilateral de la interacción entre el gobierno y el parlamento. El titular de
la concesión debe poder declarar el efecto que tiene la intención de generar con su acción u
actos políticos.
Las meras manifestaciones externas privan al sujeto activo del acto de la libertad de expresar
lo que conoce de lo quiere decidir, y por lo tanto se priva unilateralmente de seriedad el
carácter bilateral de la interacción entre el gobierno y el parlamento. El titular de la concesión
debe poder declarar el efecto que tiene la intención de generar con su acción u actos políticos.
De lo contrario se los reduce y sitúa en una posición de indefensión a merced de la parte que
proyecta o atribuye a la manifestación que tuviera lugar la consecuencia o el significado que
mejor le conviniera o interesara que se genere.
Es porque el bien tutelado y protegido en el proceso de determinación sobre el otorgamiento
o rechazo de la confianza solicitada es la voluntad representativa, y no el mero y supuesto
clamor popular, o el objetivo de meterle pueblo a la democracia, que es preciso asegurar que
quede regularmente expresada la voluntad de ese mismo pueblo que logró válidamente asumir
la capacidad representativa en el Estado con el uso de su voto en las urnas, en aplicación de
las reglas electorales vigentes.
134 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
En el más simple de los supuestos, la pretensión del gobierno ignora las reglas
procesales y materiales de observancia obligatoria para tomar decisiones
de manera regular en el Congreso, una de cuyas reglas esenciales es que las
decisiones se toman sobre la base de la enunciación del objeto que declara el
presidente del Congreso durante la dirección de los procesos de debate y de
votación. Los actos aislados cuya significación y efectos no han sido previamente
enunciados o dilucidados o, por lo menos, no han sido deliberadamente
adoptados, escogidos o preferidos, al momento de tomar una decisión mediante
92
Al presentar la cuestión de confianza el gobierno le otorga carácter copulativo e indivisible a
su pedido. Lo cual sirvió de sustento al presidente de la república para negar la distinción que
fue inherente en la comprensión del pedido planteado.
En tanto que para el gobierno la continuación del proceso de designación de los magistrados
del Tribunal Constitucional sería una condición suficiente para dar por rechazada la confianza
(porque habría esperado la interrupción en vez de la continuación, a la vez que alguna señal de
apertura respecto de la consideración de su propuesta para realizar la designación mediante
un método más expuesto al escrutinio público), para el parlamento eran dos aspectos
discernibles y separables uno del otro. Un primer extremo tenía la naturaleza de un pedido
excesivo, porque desbordaba la posibilidad que el gobierno lo hiciera objeto de confianza, y
por lo tanto era improcedente (con lo cual quedaba de lado el rechazo material de la cuestión
presentada), el otro podía ser objeto de debate, luego de concluido el proceso en curso
alterado por el incidente de la intrusión del presidente del Consejo de Ministros en el salón
de sesiones), con prescindencia del extremo improcedente.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 135
93
Quede anotado que la irrupción de Salvador Del Solar en el salón de sesiones se trató de evitar
e impedir por personal de seguridad del Congreso, en razón a que el ingreso en el hemiciclo
sólo se permite a personas autorizadas. Las personas autorizadas son los congresistas,
el personal del servicio parlamentario responsable por el apoyo a la sesión en la sala, y el
personal de confianza y de asesores de los congresistas. Nadie que no tenga el estatuto de
congresista puede ingresar a la sala. El ingreso de los ministros o de su personal de apoyo
durante una sesión ocurre previa invitación que realiza el presidente del Congreso, para cuyo
efecto un miembro de la Mesa Directiva, el Oficial Mayor, o el jefe de protocolo del Congreso,
acompañan al gabinete en su ingreso al salón de sesiones.
No puede verse en los hechos un suceso ordinario, regular ni arreglado a la Constitución, el
Reglamento, ni protocolo o práctica parlamentaria alguna. Ningún ministro puede ingresar a
su solo albedrío al salón de sesiones, a menos que tenga, además, la condición de congresista.
Por estas razones es necesario tener claridad que lo que postuló Salvador Del Solar como un
derecho a concurrir e ingresar a su sola voluntad a una sesión del Pleno no es tal. Ningún
ministro tiene derecho a ingresar al salón de sesiones a su criterio y voluntad. Para ingresar
debe ser convocado e invitado. El Congreso no es sede del poder ejecutivo, en la que podría
ingresar en ejercicio de su sola libertad.
Ahora bien, si el acto protagonizado por Salvador Del Solar no está amparado en la
Constitución ni en norma, costumbre ni práctica alguna y, por lo tanto, su acción carece de
respaldo legal,¿no es la suya, además, una conducta delictiva? ¿No cabe calificar el suyo como
un acto de amotinamiento para presionar al Congreso en una vía contraria a la que niega los
valores constitucionales?
Cierto es que el Congreso actuó con comedimiento y condescendencia ante los hechos
consumados. Lo cual no importa un acto de libre consentimiento, sino más bien de
apaciguamiento para evitar niveles de colisión provistos de mayor grado de hostilidad. La
violación del espacio propio del parlamento no puede ser ignorada. La cordialidad y la cortesía
no son señal de condonación, sino únicamente de un trato protocolar cuyo objetivo es eliminar
136 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
mayores motivos de roce y de confrontación, lo cual no hace del acto violento uno menos
violento, arbitrario ni ilícito.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 137
Si las declaraciones de una y de otra parte son elemento esencial del acto
fiduciario ninguna de ambas puede subrogarse en la otra y tomar atajos para
fallar de modo oblicuo sobre los contenidos de la voluntad del adversario. A
partir de la presunción de la buena fe inherente a un proceso fiduciario no
es un medio idóneo que el gobierno se valga de una manifestación aislada de
voluntad para lograr el fin que aspira a satisfacer. En la relación medios-fines se
produce una desproporción inhabitual cuando un medio relativamente menor,
insignificante o comparativamente intrascendente, se utiliza como señal y se le
confiere un grado de significación, no sólo distinto, sino incluso contrario a la
decisión y efectos que procura y prefiere generar.
94
¿No parece acaso arbitrario que solo el gobierno, es decir, solo una de las partes, que además
es el sujeto pasivo, es decir el sujeto que pide y que espera una respuesta de quien nace,
emerge y depende la confianza solicitada, sea quien se crea autorizado para imponer cuándo
entenderá que la confianza fue concedida o denegada, y con qué medio tendrá por resuelto
el pedido? No parece adecuado que solo el gobierno tenga la potestad de decidir qué y
cómo define la decisión de quien según la Constitución es el titular de la concesión o del
rehusamiento de la confianza.
Es cierto que el gobierno pudiera tener razones para mantener recelo respecto de la
animosidad con que ha mostrado una ejecutoria determinada la mayoría parlamentaria, sin
embargo, el éxito de sus estrategias no dependen de lo que prefiera, porque se trata de un acto
bilateral cuya base es la interacción de ambas partes de conformidad con las reglas, valores y
principios contenidos en nuestra Constitución. Esas reglas, valores y principios suponen como
eje el comportamiento respetuoso con el rival, en un marco de prudencia y de sindéresis ajeno
a las vilezas de la astucia y a las mezquindades del ardid (prudentia dicitur genitrix virtutuum,
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 139
según Tomás de Aquino), así como dentro del espíritu de respeto y de justicia con la alteridad
del antagonista (iustitia est ad alterum, decía el mismo autor).
Cuando el gobierno manda u ordena, es ajustado a su rol que así lo haga, pero cuando el
uso de su capacidad de mando se desenvuelve de modo imprudente la obediencia no es una
consecuencia esperable de quien conoce el mandato o la orden dispuesta. El gobierno no está
en condición ni tiene la potestad de imponer su perspectiva del proceso fiduciario porque no
es quien da o quien quita, sino quien recibe o deja de recibir la confianza por quien tiene la
capacidad y poder de darla o de negarla.
El gobierno, por tanto, no dispone de la alternativa de decidir a su gusto, gana o capricho,
por sí y ante sí, qué hecho o qué gesto será en el que se basará para dar por denegada la
confianza por segunda vez, independientemente del efecto que esa imposibilidad ocasione en
la lucha que emprenda en contra de la corrupción en la diversidad de ámbitos nacionales. Si
desconociera la arbitrariedad desde la que procede cuando tomara esa decisión perdería ipso
facto la autoridad para proceder a disolver el Congreso, no menos que para hacerse obedecer
por quienes recibieran indicación de ejecutar la orden que dispusiera se imponga y cumpla.
Cuando el gobernante se precipita imprudentemente su capacidad de mando pierde la virtud
de hacerse reconocer y respetar por quienes se subordinan y dependen de su autoridad y
competencia.
140 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
La cuestión siguiente es si, además, y aun cuando no exista norma que así lo
prescribiera, debe entenderse, por lo menos desde la perspectiva de la dogmática,
de la teoría o de la doctrina, que la voluntad que expresa el Congreso para
conceder o para denegar la confianza al gobierno exigiría como requisito la
forma ad solemnitatem. Es decir que, se trate de un requisito sustantivo del
otorgamiento o del rechazo de la confianza que la declaración de voluntad del
Congreso en un sentido o en otro consten en un documento oficial con el
que el presidente del Congreso hace saber la posición corporativa formal de la
asamblea sobre la pretensión que ha planteado ante el Pleno.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 141
De ahí que sea necesario dejar en claro que actos como los que protagonizó y
ejecutó el presidente de la república son en sí mismos reprimibles y sancionables
cuando construyen la fábula de la “denegación fáctica”, porque constituyen una
violación abierta de las reglas del debido proceso parlamentario, de la regla
de deliberación y votación precisa sobre la materia que fija quien dirige el
debate, así como de las reglas expresas sobre la conformación de una decisión
del parlamento nacional. El poder ejecutivo no tiene injerencia alguna en el
proceso de formación de la voluntad del Congreso y, por esta razón, incurre
también en una infracción en contra del principio de separación de poderes.
El peligro más grande que representa acoger la tesis que trajo y postuló el gobierno
con su propuesta de “denegación fáctica” es que si llegara a reconocerse ésa como
una fórmula o una regla general, tal arreglo bien podría dejar las decisiones
del Congreso en manos de la consciencia arbitraria, y eventualmente en algún
caso incluso inescrupulosa, de quien, basándose en la imputación de sentidos
sobre actos materiales que en sí mismos no traducen la voluntad deliberada del
Congreso, le negara al titular de la concesión de fiducia la potestad de decidir
y de resolver según el grado de responsabilidad que está dispuesto a asumir o a
evitar.
La finalidad del acto fiduciario tiene dos aspectos o dimensiones. Una primera
es la dimensión objetiva de la causa en razón de la cual se usa. Una segunda es
el aspecto subjetivo en el que se advierte o manifiesta el motivo de los actores
que determina el planteamiento o las consecuencias de su concesión o rechazo.
Para empezar, por el efecto directo e inmediato que tiene la integridad del
proceso conforme al cual el gabinete sorprende a la asamblea con su presencia
inconsulta e inavisada tanto en el edificio como en el propio salón de sesiones,
ese gesto no resulta coherente con la naturaleza de un acto fiduciario, en el que
hay alguien que pide un bien del que la otra parte es el depositario legítimo y
legal. ¿Puede quien pide usar la violencia o la intimidación para imponer su
voluntad en el acto de plantear que se le ceda un bien del que no es propietario?
No parece, en este aspecto, que el gobierno hubiera utilizado la cuestión de
confianza para contrastar o consultar el grado de afinidad o de alineamiento
que pudiera conseguir del parlamento, sino más bien lo contrario.
Por otro lado, la modalidad de elección por invitación no se creó para favorecer
las preferencias de una mayoría política sobre otra, sino que fue resultado de
una alternativa que se diseñó para tener mejores oportunidades de consensuar
entre los diversos candidatos al puesto de magistrado, porque la alternativa
del concurso público carecía de la ventaja de la mayor o menor confianza que
un candidato determinado despierta en quienes deben tomar la decisión. La
confianza, y no solamente el mérito, es una condición central para la elección
de quien se postule. El supuesto del mérito como única y excluyente razón para
elegir a un magistrado del Tribunal Constitucional es práctica y políticamente
inalcanzable e incumplible, no obstante cuánto poder se endose en la modalidad
del concurso público.
Pero el lado técnico, de factura por lo menos impráctica e incapaz de generar los
beneficios efectivos que anunciaba el portavoz del gobierno en el parlamento,
tenía como sustrato otro elemento en la estrategia del poder ejecutivo. Ese
elemento era la identidad de quienes habían sido postulados por la Comisión
Especial. Aparentemente no se trataba solamente de la metodología o modalidad
de elección lo que generaba observaciones en el gobierno, sino también las
personas postuladas cuya elección tendría como consecuencia la sustitución de
las mayorías en la composición del Tribunal Constitucional.
Lo que se sostiene en este acápite, por lo tanto, es que desde el punto de vista de
la finalidad del acto fiduciario al que recurre el gobierno existe una divergencia
deliberada entre la declaración que expresa el presidente del Consejo de Ministros
cuando plantea la cuestión de confianza, y la voluntad real que escondía el
gobierno a través de su propósito de castigar a la mayoría parlamentaria
opositora y a sus aliados, con la complicidad de las minorías que apoyaban la
posición del gobierno, y con el respaldo manipulado de la opinión pública y el
auxilio de los intereses en el rating del circuito mediático. El gobierno simula la
cuestión de confianza para usarla como arma de disolución con la que alcanza
el fin de deshacerse del enemigo. La cuestión de confianza, en este sentido, de
acuerdo a la lectura contrafáctica que se realiza, enmascara el propósito efectivo
del gobierno para atrapar a la mayoría parlamentaria opositora.
95
Es cierto que así como el interés central del gobierno era eliminar al adversario mediante la
disolución del Congreso y, por lo tanto, en la expectativa que el próximo proceso electoral le
negara a Fuerza Popular la mayoría que recibió en el proceso electoral de 2016 contaba con
un escenario más favorable y menos antagónico, en la ribera contraria el interés de la mayoría
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 155
tanto, en segundo término, el arrebato del que fue víctima el presidente del
Consejo de Ministros cuando, sin miramiento alguno, ingresó sin autorización
ni convocatoria alguna al hemiciclo de sesiones para interrumpir materialmente
el desarrollo de la sesión y para pretender impedir el debate para el que el
Congreso había sido convocado con 10 días de anticipación; y en segundo
término, el anuncio de la disolución del Congreso mientras que éste se
encontraba en el proceso de votación y escrutinio del otorgamiento de la
confianza al gabinete, alegando, falzamente, que la confianza ya había quedado
“denegada fácticamente”.
98
Nótese que la descalificación que realiza el gobierno del proceso de designación de
magistrados del Tribunal Constitucional se realiza respecto de la modalidad de invitación,
con la que discrepaba. El argumento del gobierno era que la opción de la invitación carece
de transparencia, principalmente porque no existe posibilidad del uso de las tachas por la
comunidad.
99
Recuérdese que para elegir a los magistrados del Tribunal Constitucional se necesita el voto
de una mayoría de dos tercios, valla que excedía el número de votos que podía alcanzar por
sí solo el grupo de Fuerza Popular. En consecuencia, era imprescindible la concurrencia de
fuerzas políticas diversas distintas a quien el gobierno etiquetaba como su rival.
La causa puede ser falsa si, por ejemplo, se argumenta que la causa de la disolución del
100
Congreso ocurrió, o se justificó, porque el Congreso había rechazado una segunda cuestión de
confianza a un gabinete durante el mismo período constitucional, sin ser cierto que, en efecto,
el Congreso haya en realidad rechazado la supuesta segunda cuestión de confianza.
En este caso se trataría de una falacia elaborada sobre el supuesto de que el gobierno
construyera una lógica viciada de sentido atribuyéndole valor de rechazo a la confianza
solicitada del que carecía la voluntad y por lo mismo la declaración de voluntad del Congreso.
En suma, porque es una falacia y porque no se ampara en una relación real entre el rechazo
y la disolución la construcción de la realidad que realiza el poder ejecutivo el acto fiduciario
negativo en que consiste la “denegación fáctica” concreta adecuadamente la expresión latina
post hoc ergo propter hoc.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 159
La causa falsa, a su vez, puede encubrir una finalidad o motivo detrás, o debajo,
del acto cuya causa se analiza. En los actos de simulación, en efecto, puede
existir un montaje, en el que se presenta y aparece como un tipo de acto el que
sirve para ocultar otro encubierto o disimulado. Si la cuestión de confianza y, en
su caso, la disolución, son actos que sirven al actor u operador para alcanzar un
fin distinto y ajeno a la función propia del acto fiduciario, la causa o finalidad de
la cuestión de confianza no tiene protección constitucional si el acto disimulado
es un acto ilícito o inconstitucional.
Es más, puede no ser solamente que la causa falsa genere la invalidez del
acto cuando nos encontramos ante un acto simulado, porque además del
incumplimiento del requisito relativo a la causa existe otro aspecto aún más
poderoso, fuerte y convincente para calificar el acto como inválido. Ese otro
aspecto es el relativo a la inexistencia de una voluntad real en el acto simulado
que, en este caso, sería la cuestión de confianza y la disolución del Congreso.
No cabe desconocer, pasar por alto, ni ignorar, que los usos de la cuestión de
confianza, menos aún si se trata del segundo uso que se pretende, puede tener
como consecuencia inmediata la disolución del Congreso (102). Para eso existe.
No existe un uso disociado ni ingenuo de la cuestión de confianza respecto de
la disolución del Congreso, del mismo modo que tampoco puede descuidarse el
la Comisión Permanente no lo hace con el objeto de reservarle a este órgano una dimensión
funcionalmente ornamental, puramente figurativa, ni meramente nominal o decorativa.
Por las razones indicadas, limitar, impedir, o negar, el ejercicio pleno de las competencias de
la Comisión Permanente importa una afectación del carácter democrático de nuestro régimen
político porque lo transforma en una forma comisarial de dictadura, condición técnicamente
impropia cuando resulta de la arbitrariedad de quien asume funciones y competencias, en
desconocimiento de las que la Constitución no le excluye ni niega a la Comisión Permanente.
102
Se ha citado y recordado previamente que, cuando concurre al Congreso César Villanueva en
su condición de presidente del Consejo de Ministros, 17 de setiembre de 2018, su oficio 257-
2018-PCM/DPCM hace mención expresa que el suyo sería el segundo intento en el uso de la
cuestión de confianza durante el período 2016-2021, luego del rehusamiento que afectara al
gabinete Zavala.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 161
No cabe asumir a ciegas que no sea afín a los intereses del Congreso procurar su propia
103
disolución. La disolución es una herramienta cuya utilidad puede generar beneficios a quien
mayor aprobación o favor es capaz de generar en el electorado. No existe una relación mecánica,
automática ni biyectiva según la cual quepa asumir que quien pierde con una disolución sea
siempre la mayoría parlamentaria. No cabe negar que el propio pueblo renueve el respaldo
a la mayoría en el parlamento. Las disoluciones no tienen tampoco por qué favorecer al
gobierno. La ciudadanía puede castigar al gobierno si éste usa incorrectamente la oportunidad
o el modo para apelar al carácter dirimente del pueblo en elecciones parlamentarias.
El criterio central para decidir la provocación de la disolución, sea mediante la censura, o
mediante la cuestión de confianza, es el sentido u orientación hacia el que se inclina la
voluntad popular. Pero, como la voluntad popular es un hecho futuro y, por lo tanto, solo
conjeturable y en ningún caso certeramente anticipable, el mejor control del azar o de la
fortuna es el que inclina la balanza y define a quién se ensalza y a quién se castiga.
La ayuda de la que suelen valerse quienes deben optar por el uso de la disolución, su adelanto
o postergación, o su mantenimiento en el archivo, son las encuestas de opinión, las mismas
que, pareciera obvio mencionarlo, tienen una condición activa y una condición pasiva como
espejos de la percepción o inclinación de las preferencias populares: así como las encuestas
se usan para sustentar decisiones que toma la autoridad, no es absolutamente menos cierto
que en muchos casos se habla y se hace para afectar los resultados de las mismas encuestas
que luego servirán de sustento para decidir lo que se anticipaba. Esa es la dimensión
autorreferencial de la demoscopia o de la mercadoscopia.
Cáigase en cuenta que el carácter punitivo con el que actúa el gobierno no termina en la
104
disolución del Congreso, porque una vez disuelto las principales autoridades del poder
162 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
6. El objeto de la confianza
La relevancia del plazo como objeto de una cuestión de confianza adquiere notoriedad y
105
106
Se trataba, como ya se indicó en acápite previo, de los proyectos de reforma constitucional
de la inmunidad parlamentaria; de reforma constitucional del artículo 34 de la Constitución
sobre impedimentos para ser candidato cuando se cuenta con sentencia condenatoria en
primera instancia; de regulación de la democracia interna, alternancia de género y promoción
de la participación ciudadana en el proceso de selección de candidatos; de eliminación del
voto preferencial; de inscripción y cancelación de partidos políticos y organizaciones políticas
regionales; el reconocimiento de la responsabilidad administrativa de las personas jurídicas
por el delito de cohecho activo transnacional, y el financiamiento de organizaciones políticas.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 165
los deseos del gobierno no bastan para que sus pretensiones se cumplan. Con
tanta menos razón en un contexto de confrontación latente que el gabinete Del
Solar no tiene capacidad de eliminar a partir del voluntarismo con que gestiona
la conducción del país.
Por último, también en relación al plazo como uno de los objetos de una
cuestión de confianza, no podría haber sido objeto de ésta, el proyecto que
presentó el poder ejecutivo el 31 de julio de 2019, con el que el presidente
de la república proponía la conclusión adelantada del período constitucional
en las autoridades del poder ejecutivo y del poder legislativo, de forma que
las elecciones generales tuvieran lugar el tercer domingo del mes de abril de
2020 (107), y no precisamente por la constitucionalidad del objeto sobre el
que se presentara la cuestión de confianza, sino porque se trataba de un plazo
incumplible en la fecha en que lo proponía el poder ejecutivo (108).
Aun cuando existían altas probabilidades que lo hiciera, el gobierno no llegó a hacer cuestión
107
ejecutivo pueden revisarse las presentaciones que el autor preparó, que se encuentran en
los enlaces archivados en https://es.scribd.com/presentation/423108402/CDG-Exploracion-
sobre-el-cronograma-para-el-adelanto-de-las-elecciones-generales, y en https://es.scribd.
com/presentation/420368660/CDG-Escenarios-y-cronograma-de-la-propuesta-de-adelanto-
de-elecciones-en-el-Peru-Julio-2019.
168 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
A partir de las distintas categorías sobre las que cabe aplicar el planteamiento y
evaluación del otorgamiento de confianza al gobierno, se advierte la dificultad
que ha tenido la academia, y con mayor razón el gobierno, sus asesores, los
periodistas, los conductores y reporteros de medios de comunicación radial y
televisiva, y la mayoría de ilustres integrantes del selecto grupo de opinólogos,
nacionales y adoptivos, para comprender primero, y prejuzgar después, como
un alegado caso de fraude o de traición a la Constitución. El hecho en que se
172 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
han basado sus apreciaciones ha sido que el Congreso habría tenido un curso
de acción en un dualismo, en una ambivalencia o, para decirlo sin ambages, en
la hipocresía o en el cinismo.
cometido un desliz, un exceso, al calificar los actos del Congreso como fraudulentos, en razón
a que, al desdoblar el procesamiento de una cuestión de confianza compleja en el tratamiento
diferenciado del objeto fiduciario del objeto de la obligación, asume que, porque vota a favor de
la confianza de ello se sigue automáticamente que procederá a aprobar literalmente los textos
de las iniciativas o propuestas legislativas que presenta.
Una pretensión de esa naturaleza colisiona absurdamente con la axiología organizacional de
nuestro régimen político, en primer lugar, pero aún peor con el principio deliberativo que es
esencial en el ejercicio de la función representativa en el régimen representativo que, según
nuestra Constitución, expresa el origen del poder a través de la voluntad popular.
La disposición de conceder o de negar confianza es, no se olvide, una facultad del Congreso,
y el Congreso es el titular de la fiducia, de la confianza. La confianza no se arrebata. Se gana,
porque se convence. No porque se actúe con mayor maña o astucia en la confrontación. Si el
titular de la confianza es el Congreso, es al Congreso a quien corresponde deliberar y decidir
en qué términos la concede.
El único modo seguro en el que el presidente de la república respeta la titularidad del
Congreso es cuando recibe, con respeto, la comunicación que el Congreso le transmite la
voluntad de la asamblea. Una vez que el acto fiduciario se formó y perfeccionó sólo resta el
cumplimiento del compromiso que nace de la concesión de confianza. Las prestaciones que
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 173
Por eso es que es inevitable distinguir entre la confianza como objeto general
o abstracto de la pretensión del gobierno, y las prestaciones concretas que el
se derivan del cumplimiento del compromiso, sin embargo, no pueden ejecutarse según la
comprensión de una entelequia sino de la pluralidad de miembros de la asamblea.
De ahí que resulte inevitable que los textos de una ley no estén eximidos de la indispensable
deliberación y distintos grados de consenso entre la pluralidad de actores del proceso legislativo,
uno de los cuales puede ser el propio gobierno, a cuyos representantes suele invitárselos a las
sesiones de las comisiones en las que escuchan la comprensión de la problemática sobre la
que el gobierno supone haber tenido toda la información y conocimiento existente como para
pedir que se apruebe un texto determinado.
174 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Si, por ejemplo, el gabinete Del Castillo hubiera conseguido hacer cuestión
de confianza sobre su participación en el caso de los denominados petroaudios
o petrogate que conmocionó a la opinión pública a inicios de octubre del año
2008, se habría tratado de un caso en el que el objeto de la cuestión de confianza
se habría referido a hechos que comprometían al gabinete en un escándalo
público. Como ha sido referido varias veces en este análisis el ingreso súbito del
gabinete Del Castillo en el hemiciclo del Congreso el 11 de octubre de 2008
fue objeto de rechazo en grado tal que el presidente del Congreso tuvo que
suspender la sesión hasta que el gabinete se retirara del salón de sesiones.
110
La cuestión de confianza del gabinete Pandolfi fue aprobada por 70 votos a favor y 17 en
contra.
111
La cuestión de confianza del ministro Camet fue aprobada por 59 votos a favor y 18 en contra.
112
En el caso del ministro Saavedra la objeción del Congreso había consistido en el reproche
que se le hacía respecto de irregularidades denunciadas en el proceso de la supuesta compra
irregular de computadoras en su sector, en lo que el gobierno veía que se trataba de una
excusa para removerlo debido a intereses particulares relacionados con el rol que cumplía la
Superintendencia Nacional de Educación – SUNEDU en el proceso de control y acreditación de
los centros universitarios.
Las objeciones del Congreso en relación con la conducción a cargo de la ministra Martens se
113
115
La cuestión de confianza se aprobó por 70 votos a favor, 31 en contra y una abstención
178 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Más información sobre este asunto puede encontrarse en las publicaciones del autor de
116
Las decisiones son tramitadas de forma que la asamblea pueda cumplir adecuada
y razonablemente sus funciones, tareas y actividades. La decisión sobre qué
vía es idónea se resuelve de acuerdo, fundamentalmente, a lo que la asamblea
entienda como factible. Por lo tanto, según lo permita la simplicidad o la
complejidad del objeto sobre el que se plantea la cuestión de confianza.
cuatro proyectos se publicaron como ley de la república como las leyes 30995
(proyecto 4188), 30996 (proyecto 4186), 30997 (proyecto 4189), 30998
(proyecto 4187). Esta constatación pareciera eximir de mayor comentario
la regularidad en el cumplimiento del compromiso derivado de la confianza
previamente otorgada al gabinete, y deja libre del reproche con que se endilga
al Congreso en el sentido de que habría procedido con dobleces propios de una
intención fraudulenta.
La lección que deja esta última experiencia es que, así como durante el período
2011-2016 se entendió que el lógico tratamiento para una cuestión de confianza
sobre una acción sobreviniente del Congreso, sucedánea a la consulta sobre la
cuestión previa propiamente dicha, puede votarse en un solo acto, ésa no tiene
por qué ser la única ni exclusiva regla. Es decir, no cabe establecer como regla
general que sólo son válidos los actos de concesión de confianza al gobierno
cuando éstos comprenden en una sola votación el objeto que, a título de
prestación materialmente derivada de la confianza otorgada, podrían requerir
evaluación, estudio y deliberación ulterior en una oportunidad distinta a la que
el Reglamento del Congreso consigna como requisito procesal.
Otro y distinto resulta ser el caso del objeto de la cuestión de confianza sobre
la modificación del artículo 8 de la ley 28301 que presenta el gabinete Del
Solar, para que el proceso de designación de los magistrados del Tribunal
Constitucional se inicie mediante una propuesta iniciada en instituciones, que
no precisa si deben ser públicas o privadas, y sujeta a un proceso de difusión
de las actuaciones que incluya la opción de las tachas que contra alguno de los
candidatos pudieran presentarse.
Más aún, sí se debatió el objeto del acto fiduciario, y se votó en la sesión vespertina
del mismo 30 de setiembre, mientras, coincidentemente, exponía el presidente
de la república su mensaje público a través de la radio y la televisión en una
suerte de conferencia de prensa. La decisión del Congreso, sin embargo, fue
ostensiblemente ignorada por el gobierno. La disolución decretada, como
se ve, no tuvo sustento constitucional satisfactorio ni suficiente, más allá de
que el asunto sea considerado como debatible u opinable, porque resultó
de una maquinación de dudosa manufactura jurídica, y ello no obstante el
respaldo de una importante cofradía de juristas con reconocido prestigio como
constitucionalistas.
Es esta la razón por la que cabe asumir una actitud de comprensión menos
intransigente y más contemplativa en relación con el modo en que se ha
tratado y utilizado el proceso parlamentario respecto de cuestiones de confianza
que precisen de actos adicionales, complementarios y confirmatorios, del
acto puntual sobre la consulta con la que el Pleno de la asamblea declara la
aprobación de una cuestión de confianza.
Que el Congreso haya aprobado las dos reformas constitucionales en las que
mostrara especial interés el gabinete Villanueva y que, además, lo hiciera dentro
de un plazo comparativamente estrecho, son un caso de ejercicio pleno y libre
de la potestad representativa de la asamblea, y no cabe valerse de esta concesión
política como un supuesto validante de la posibilidad de plantear una cuestión
de confianza sobre una reforma constitucional. La colaboración que se gestionó
de modo eficaz por Villanueva Arévalo no convalida ni sustenta la corrección
constitucional, con carácter general, de que es procesal ni constitucionalmente
válido plantear cuestión de confianza sobre una reforma constitucional.
Pero el segundo tema que permite aclarar este caso, que tiene una implicancia
fundamentalmente doctrinaria, es la diferenciación que es posible establecer
entre el objeto del acto fiduciario y el objeto del compromiso que nace y es creado
por el acto fiduciario. Como se ha mencionado en párrafos precedentes, la
declaración de voluntad que contiene el acto fiduciario crea como efecto el
compromiso que se obliga a realizar el Congreso en relación con el deseo de
colaborar con las políticas legislativas que impulsa el gobierno. Por lo tanto, se
trata de dos momentos sustantiva y procesalmente separables, los que pueden
no ser escindibles en todos ni en la mayoría de los casos.
Un aprendizaje que deja este caso es que el diálogo y los acuerdos son fuente de
derecho para el gobierno y el Congreso. El segundo, corolario o complementario
del anterior, es que la voluntad unilateral de una de las partes, cuando la otra
no concurre en el mismo sentido, no genera derechos en quien lo pretende o
invoca, ni obligaciones en la parte cuya voluntad no concurre y se la desconoce
o ignora. Sólo si una norma estableciera lo contrario, la decisión unilateral de
una de las partes no crea ningún efecto vinculante en la voluntad de la otra y,
en consecuencia, en ausencia de concurrencia de ambas voluntades declaradas
no es posible inferir que exista un acto válido cuya existencia justifique en el
presidente de la república el uso de la potestad de disolver el Congreso.
118
Si en los regímenes presidenciales existe independencia en la conformación y remoción del
gabinete para que ello sólo ocurra como un acto de voluntad del presidente de la república,
en regímenes de presidencialismo parlamentarizado como el peruano existe concurrencia de
competencias tanto para la conformación como para la remoción entre el presidente de la
república y el parlamento.
Sin la voluntad del Congreso la eficacia de la designación que realiza el presidente de la
república es precaria, porque la conformación queda pendiente del cumplimiento negativo
de una condición resolutoria. Es decir que la eficacia del nombramiento del gabinete sólo es
plena y absoluta una vez que el Congreso opta por concederle su confianza al gabinete.
De modo análogo, en el caso de la remoción del gabinete el Congreso también tiene
participación activa y decisiva, sea por iniciativa parlamentaria para censurar a los ministros,
como por iniciativa del gobierno que avala o que rechaza el gobierno.
El rol que tiene el Congreso en el régimen de gobierno, como se puede deducir, se enmarca y
articula en la capacidad que se le reconoce para intervenir en la decisión sobre quiénes deben
y quiénes pueden conducir el país. Es la facultad de indirizzo, que es uno de los atributos
que caracteriza a quien desempeña una capacidad jerárquica y directiva en la estructura del
Estado.
Bajo esta premisa, ¿cabe concebir que el gabinete entienda como una competencia propia
la capacidad de control sobre el ejercicio de la capacidad de dirección y de conducción que
sobre él ejercita el Congreso? Ese supuesto es lógicamente incompatible con la naturaleza del
régimen político peruano y con la naturaleza también de la dependencia funcional que tiene
el gabinete respecto del Congreso en materia de la definición de las políticas públicas del
Estado.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 189
El texto del pedido de confianza que plantea el ministro Del Solar se encuentra en el enlace
119
https://andina.pe/agencia/noticia-cuestion-confianza-lee-discurso-completo-salvador-del-
solar-el-congreso-754423.aspx
190 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
PI, del 6 de noviembre de 2018, sobre la configuración abierta que era posible
deducir para el uso de la cuestión de confianza por los operadores de la misma
en el gobierno y en el Congreso.
La razón principal por la que el Congreso goza y cuenta con tal grado y magnitud
de autonomía en el proceso de reforma constitucional es porque es depositario
del poder constituyente derivado. Vale decir, porque tiene la potestad de usar
un proceso especialmente calificado para asegurar que sus decisiones tienen
equivalente en el proceso constituyente con el que se aprueba una nueva
Constitución. La calificación constitucional de dicho proceso lo constituye la
aprobación de cualquier reforma por mayoría absoluta con cargo a referéndum,
o la aprobación de la misma reforma en dos legislaturas ordinarias sucesivas con
la mayoría de dos tercios del número legal de congresistas (87 representantes).
Si, conforme a la frase in fine del primer párrafo del artículo 206 de la
Constitución la ley de reforma constitucional no puede ser observada por el
presidente de la república, además de la opción del referéndum que habilita
al pueblo a aprobarlas, corresponde únicamente al Congreso la potestad de
aprobar o no aprobar una reforma constitucional. No admite cuestionamiento
que cualquier reforma de la Constitución queda en el ámbito exclusivo de la
soberanía del Congreso. Esta soberanía, en materia de reformas constitucionales,
es una materia reservada, ni mercable ni intransable, y no puede ser materia de
cuestionamiento, observación ni alteración por órgano constitucional alguno.
el gobierno presenta como las esencias sin las cuales sus iniciativas quedarían
desnaturalizadas.
Pero si, el supuesto, respecto del primero de los escenarios, fuera que el
Congreso prefiere un texto esencialmente diverso al que el gobierno quiere
que quede aprobado según el núcleo de su esencia, pero no está dispuesto a
reconocerle al gobierno la facultad de privarlo de la plenitud de su capacidad
constituyente, corresponde que el Congreso así lo señale y proteste, utilizando
en cuanto quepa un mecanismo de rechazo y de denuncia por el exceso del
gobierno, y se valga de una dinámica según la cual pueda cumplir con su función
constituyente sin que ese ejercicio le genere la gravosa consecuencia de quedar
disuelto por contradecir, en ejercicio legítimo y constitucional de sus derechos,
potestades, atributos, facultades y competencias la iniciativa constituyente del
poder ejecutivo.
Así como la falacia que monta el gabinete Del Solar asume que sería posible la
disolución del Congreso si el Congreso, si el Congreso rechazara los términos
de la cuestión de confianza cuyo objeto es la reforma constitucional en el marco
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 197
Adicionalmente, aun cuando tenía pendiente dicho proceso, en el mensaje al Congreso del 28
de julio de 2019 el presidente Vizcarra anuncia la presentación de otro proyecto de reforma
constitucional para adelantar las elecciones presidenciales y parlamentarias, de forma que el
pueblo pueda concurrir al sufragio el tercer domingo de abril del año 2020.
Y para rematar el alboroto la precipitación concluye con los disparatados enredos entre
gobierno y parlamento entre el 27 y el 30 de setiembre de 2019, que justifican el ensayo que
se desarrolla en este texto.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 199
Es innegable que toda propuesta legislativa nace bajo el supuesto de que hay
una realidad sobre la que el sujeto que la propone presume contar con el
suficiente conocimiento de su comportamiento y naturaleza. Por lo tanto, se
trata no de que el sujeto posea la verdad sobre la realidad que propone regular,
sino de que el sujeto presuma conocer esa realidad según los criterios objetivos
y las premisas subjetivas de las que parta su postulación. Es un acto parcial del
conocer de un sujeto. No de un hecho incuestionable ni absoluto en el que el
sujeto pueda afirmar que consta la verdad. La inaprehensibilidad de la verdad
por un sujeto particular es connatural al ser humano.
Por lo tanto, los extremos en los que el gobierno pretenda recibir la aprobación
de la confianza del Congreso no pueden significar la modificación de la
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 201
Son dos los aspectos que no pueden dejar de obviarse. Uno, es que debe
mantenerse el distingo entre el objeto del acto fiduciario y el objeto de las
obligaciones que nacen y que se desprenden del acto fiduciario que crean las
partes. Y dos, las modalidades accidentales al acto fiduciario, como puede serlo
que el objeto de la cuestión de confianza consista en la aprobación de una
iniciativa de factibilidad incierta, no pueden imponer exigencias contrarias a la
naturaleza deliberativa que es propia de la asamblea política y de los requisitos
naturales propios del ejercicio de la función legislativa.
¿Cuáles son los supuestos en que se basa la pretensión del gobierno de interrumpir
el proceso de designación de los magistrados del Tribunal Constitucional? De
acuerdo a la posición de la que parten las acciones adoptadas por el gobierno,
tomando en consideración tanto la presentación del proyecto de ley, con
carácter de urgente, con el que se proponía la modificación del artículo 8 de
la ley 28301, para reemplazar el procedimiento en curso para reemplazar a los
magistrados del Tribunal Constitucional, como el planteamiento de la cuestión
de confianza para interrumpir el proceso y debatir la iniciativa presentada con
carácter urgente por el gobierno, ¿acaso cabría dudar que la continuación del
proceso de designación haciendo caso omiso a la cuestión presentada por el
presidente del Consejo de Ministros no equivale a la denegación de la confianza
solicitada? ¿No significan lo mismo la denegación o el diferimiento cuando el
pedido de confianza se presenta para que no continúe el proceso sino para que
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 203
más bien se interrumpa? ¿No es así que en los hechos la confianza es denegada
si en vez de interrumpir y diferir el proceso de designación éste continúa?
De igual modo, teniendo en consideración que las normas que regulan los
procedimientos son de aplicación inmediata, y que el pedido de confianza
se refiere a la modificación de una norma de procedimiento, ¿no debiera
entenderse que la aplicación inmediata de la norma de procedimiento vigente
es la negación lógica de la propuesta de modificación de la misma norma
cuya inaplicación se plantea como parte del pedido de confianza del gabinete?
Por igual motivo, ¿no cabría señalar que la modificación de la norma de
procedimiento de forma que se aplicara respecto de los hechos aún no transados
no incurriría en causal de ilicitud ni inconstitucionalidad alguna debido a que
sí es posible aplicar las normas de procedimiento de modo inmediato sin que
esa aplicación configure un supuesto de retroactividad de la norma? ¿Por qué no
podría valer como denegación fáctica el desconocimiento del pedido para que
se difiera el procedimiento en curso y se debata la modificación del proyecto
presentado con carácter urgente para reemplazar el proceso en curso con el que
proponía el gobierno?
A este efecto, ¿qué alcance y qué procedimiento reciben las iniciativas del poder
ejecutivo al amparo del trato prioritario que el artículo 105 de la Constitución
le reserva a los proyectos urgentes que presenta al Congreso? ¿No corresponde al
trámite de los proyectos presentados con carácter urgente por el poder ejecutivo,
que se actúe conforme a lo solicitado en la cuestión de confianza y, por lo
tanto, que se pusiera en debate la modificación del artículo 8 de la ley 28301,
para luego continuar el proceso de designación de los magistrados conforme a
las normas modificadas, de acuerdo al estado en que se encontrara el proceso
pendiente de desarrollo y culminación?
204 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Por otro lado, en el supuesto que, en contra de la práctica regular y las reglas
de procedimiento parlamentarias, en mérito a la celeridad con que pudiera
interpretarse el tratamiento de los proyectos urgentes del poder ejecutivo sí se
hubiera interrumpido el proceso de designación de los magistrados del Tribunal
Constitucional, la aplicación de las normas procedimentales propuestas por el
poder ejecutivo tendría que realizarse de conformidad con el estado en que el
proceso de designación pendiente se encontrara. De ser así, en consecuencia,
y teniendo en consideración que el proyecto para la modificación del artículo
8 de la ley 28301 no tiene norma expresa que difiera respecto de los pasos a
seguir luego que la Comisión Especial ya designó a los candidatos que propone
al Pleno, no habría ninguna diferencia en el desarrollo del proceso
El ministro del Solar pide que se le otorgue confianza sobre ambos extremos.
La interrupción del proceso y la aprobación del proyecto. Ambos son parte de
un mismo pedido. Es un pedido sobre un objeto indivisible. Tiene carácter, no
disyuntivo (inclusivo ni exclusivo) sino copulativo. O los dos o nada, o sin los
dos a la vez ninguno.
No es válido ni existe sustento normativo suficiente para que se pida sobre una
reforma constitucional, según puede deducirse de lo que precisa el artículo 206
de la Constitución, y ello no obstante que el Congreso no se haya ni se hubiera
206 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
opuesto cuando pudo haberlo hecho y miró al costado para no oponerse (121).
Pero tampoco es válido pedirla sobre lo que no cabe libertad libidinal en el
gobierno, precisamente porque la Constitución reserva la ratificación y la
designación de algunas altas autoridades del Estado única y exclusivamente al
Congreso.
Ese tipo de acción es contrario a los alcances del principio de equilibrio entre
los poderes legislativo y ejecutivo. El gobierno no tiene titularidad, no es actor
capaz, no tiene competencia, ni es sujeto procesalmente válido ni reconocible
para interponerse y suspender ni interrumplir el proceso que sigue la agencia o
instancia constitucionalmente habilitada para decidir sobre esa materia.
Mirar al costado en el contexto del período 2016-2019 tenía como significado la decisión más
121
pragmática que de otra índole, de hacerse de la vista gorda para no subrayar ni incrementar
el desprestigio en que quedó acorralado principalmente por la concepción hegemónicamente
diseminada por los medios de comunicación, con la retroalimentación de las encuestadoras de
opinión, y la engolada bendición de opinólogos afines a las inclinaciones del poder ejecutivo.
La ausencia de confrontación, en este escenario, no importa, por lo tanto, un argumento para
deducir que la inoponibilidad del Congreso a los excesos del gobierno son fuente de derecho,
ni que la condescendencia o tolerancia política generan, en la práctica, la demostración de
que la opción del gobierno lo limpia de errores constitucionales. Dejar licencias de expansión
al gobierno para evitar un daño político mayor, no obstante contar con razones jurídicas
solventes, no es un signo de convalidación de la irregularidad cometida por el poder ejecutivo.
LA ESTRUCTURA DE LA CUESTIÓN DE CONFIANZA 207
Por eso es que cuando el gobierno se hace la pregunta sobre si nadie puede
controlar al Congreso en su proceso de designación de los magistrados, y si
nadie puede intervenir en el proceso de elección de los magistrados, mientras el
Congreso tramita la decisión respectiva, la respuesta es que sí existen controles
concurrentes y ex post respecto del proceso y de los resultados de las elecciones,
pero esos controles no son los que pretende asumir el gobierno a través del uso
de la cuestión de confianza.
Como se ve, ante la supuesta oposición entre la facultad de plantear una cuestión
de confianza y las competencias que la Constitución le reserva al Congreso
para elegir la nómina de magistrados al Tribunal Constitucional se ha generado
212 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
Pareciera que preservar la facultad del gobierno para plantear como objeto de
una cuestión de confianza una materia reservada al Congreso no constituiría
una medida constitucionalmente prudente, proporcional, solvente ni adecuada.
La protección de la facultad del gobierno de plantear cuestiones de confianza
no justifica el costo de la eliminación de la facultad que la Constitución le
reconoce al Congreso para proceder según la voluntad popular que la asamblea
representa, en especial si el Congreso ejercita esa facultad regularmente, sin
reproche en el marco de las normas que rigen su proceso de toma de decisiones
corporativas.
Por otro lado, en el supuesto que se considerara válida la pretensión del gobierno
de que le es facultativo interrumpir el proceso de designación de los magistrados
del Tribunal Constitucional, en nombre de la configuración abierta a la que hizo
mención la STC 6-2018, ¿es que acaso negar la validez de esa opción impide
al gobierno valerse de alternativas que le resultan constitucionalmente afines
para que las elecciones de altos funcionarios como los magistrados del Tribunal
Constitucional se realicen sin comprometer la transparencia y el mayor grado de
visibilización pública del proceso parlamentario? ¿Acaso el gobierno no dispone
de medios alternativos menos lesivos y que nieguen la preservación del bien
constitucional en que consiste la competencia del Congreso para elegir a su
discreción y según la legislación vigente, para optimizar el proceso legal vigente?
A lo largo de la revisión que se hace sobre los temas que mayor relevancia tienen
para esta monografía, se ha asumido que la crisis total del gabinete en la que se
ha basado el gobierno para decidir, a pesar de la irregular “denegación fáctica”,
la disolución del Congreso, es la que resulta de dos censuras, o dos negaciones
de confianza, o una censura y una negación de confianza, en contextos que
pueden no corresponder al tipo obligatorio de cuestión de confianza, al que el
Reglamento del Congreso y el uso conviene en llamar investidura del gabinete.
Carlos Torres y Torres Lara, es que sólo cuentan como casos susceptibles de
generar la disolución del Congreso las cuestiones de confianza que resultan del
tipo obligatorio, y no del discrecional, al que nuestro derecho parlamentario
refiere como investidura del gabinete.
Si el interés primario del gobierno era convocar a elecciones para que el pueblo
dirima en un conflicto del cual el gobierno era parte activa, ese interés no puede
confundir el perfil ni la configuración técnica de la cuestión de confianza. Las
finalidades pueden, en efecto, complementarse puesto que la disolución está
condicionada por dos rechazos de pedidos de confianza, pero con independencia
216 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
(7) ¿Es válido dar por rechazada una cuestión de confianza sin que exista,
ni que haya sido comunicada, la declaración expresa sobre la decisión
y votación del Congreso sobre la cuestión de confianza solicitada?
El acto fiduciario en que consiste el planteamiento y consideración
parlamentaria de una cuestión de confianza no admite presunción. Para
que quede formado se requiere la concurrencia de las declaraciones de
voluntad de ambas partes, el gobierno y el parlamento. Si no concurren
el acto fiduciario carece de existencia.
220 CÉSAR DELGADO-GUEMBES
VII.
A MODO DE CONCLUSIÓN
como nuestros gobernantes. Una vez más el problema tiene la misma raíz: si el
Perú no tiene partidos políticos sólidos, si los partidos no actúan como escuelas
de capacitación de nuestros gobernantes y representantes, poco es lo que cabe
esperar del funcionamiento adecuado de nuestro régimen político. Para contar
con presidentes y con congresistas íntegros, y a la vez competentes en la gestión
que tienen a su cargo, el único filtro eficaz son los partidos políticos. Las leyes
no pueden cambiar lo que los líderes de los partidos tienen la obligación de
prever, de proyectar y de alcanzar a través de las organizaciones políticas a las
que pertenecen.
Impreso en la Imprenta del Congreso de la República.
«La denominada "denegación fáctica" es una interpretación incorrecta, con la que se pretende
imputar el rechazo de la segunda cuestión de confianza a partir de un acto inválido (…).